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La argumentación y sus técnicas

Introducción

A través del presente trabajo de investigación buscamos adentrarnos en el


estudio de la argumentación, así como de sus diferentes técnicas, con la finalidad
de empaparnos de este tema que juega un papel fundamental no solo en la vida
cotidiana, sino que también en el campo del Derecho es decir en el campo
jurídico, para así departir los conocimientos almacenados con nuestros lectores,
y que ellos también conozcan acerca de este importante tema.

Si bien en la antigüedad los conflictos de toda índole que se presentaban dentro


de la sociedad se resolvían de manera violenta, en donde el más fuerte era el
dominante, el que podía hacer de las suyas aplicando siempre la fuerza bruta, la
violencia con el fin de hacer justicia muchas veces, a esto se le conoce como la
auto tutela o también conocida como auto defensa. Hoy en día gracias a Dios
y para nuestra fortuna las cosas han cambiado y evolucionado mucho.

En la actualidad tenemos herramientas múltiples para defendernos y a alguien


que está llamado a brindarnos las garantías que requerimos como es el Estado.
Hoy ya no permitido el uso de la violencia, de la fuerza bruta, de la ley del más
fuerte a subordinar al más débil, esas acciones están castigas hoy en día.

En nuestros tiempos se ha empleado en el mundo una forma muy aceptable para


la búsqueda de solución de problemas o conflictos y esta se basa en exponer
argumentos que nacen de un razonamiento con el único fin y propósito de
alcanzar una solución justa al problema que se presenta entre partes opuestas,
que tienen puntos de vista discrepantes, pero que hacen suyas las razones para
defender su postura.

En el campo jurídico la argumentación tiene más relevancia, puesto que el jurista


tiene que defender su postura sólidamente y con ideas que le permitan sostener
una teoría del caso en concreto. A través de los argumentos el jurista buscara
influir eh inducir a que se llegue a una conclusión favorable para él y su
representada.

En el mundo jurídico es de suma importancia convencer al juez, tribunal o jurado


que la razón está de tu parte y que tus pretensiones son las que se deben de
tomar en cuenta y para estos efectos se requieren el uso de argumentos y por
ende de la argumentación. Pero ¿qué es la argumentación? Y ¿que son técnicas
de argumentación? De la argumentación podemos decir que es toda actividad
en la que se incluyen argumentos, los cueles tienen como propósito o finalidad
lograr justificar, explicar, fundamentar o sustentar una tesis, estos deben de ser
sólidos, concretos y coherentes. Las técnicas de argumentación por su parte
son todos aquellos métodos que te van a servir para construir argumentos que
nos permitirán sostener nuestra tesis que vendría a ser nuestra idea principal.

Existen diversas técnicas de argumentación de las cuales hablaremos más


detalladamente con el fin de investigar, analizar y explicar de una manera clara,
concreta y precisa sobre ellas. De esto y más veremos a continuación.

Marco Teórico
La argumentación jurídica
Noción de argumentación jurídica.
Alexy (2011) Señala que:
“La argumentación jurídica es el lenguaje del Derecho resultante de una
aplicación actual de reglas y principios a la solución de los conflictos teóricos y
prácticos que la sociedad se plantea en el ámbito del propio Derecho”. Por lo
tanto se puede decir que la argumentación jurídica es una expresión que de una
u otra forma resulta importante para el derecho, ya que atreves de ciertas
herramientas para poder solucionar los diversos problemas que acontecen día a
día en nuestra sociedad. (P.108)

La argumentación jurídica representaría la parte activa del debate, es decir, la


pretensión de intervenir, modificar (argumentar) desde una situación de partida
que incluye la elección de unas normas y la aplicación de un procedimiento (en
definitiva, el uso del discurso), es decir que la argumentación juridica seria la
parte más trascendental de la discusión que se genera en un juicio con la
aplicación de normas. (Alexy, 2011, P.102)
Tipos de argumentación.
1) Argumentos jurídicos generales.- Ayudan a definir el estado de dificultad de
un caso y qué ubicar que factores se deben tomar en cuenta, entre los que se
encuentran:
a) La persuasión y simpatía por parte del juzgador
b) Enfrentamiento de valores dentro de un caso determinado.
c) El contenido legal.
Por otra parte, también puede resultar necesario saber si el caso responde a los
valores de la sociedad en su conciencia, si la valoración de los jueces representa
o no un problema importante o si la situación se encuentra o no dentro de la
normatividad.
Entre las herramientas jurídicas de la argumentación jurídica están:
 Caso fácil.- Esta categoría es aplicada cuando resulta ser sencillo en su
planteamiento y se debe tener discurso rectificador, y la parte contraria
se enfrenta a una situación difícil al momento en que debe refutar el
planteamiento contrario.
 Duda seria.- Se presenta cuando existe un conflicto de valores y que
siempre para ambas partes implica un debate y una dificultad.
 Causa honesta.- Se refiere a un alto grado de exigibilidad toda vez que
se tratan de valores reconocidos y leyes. Generalmente se encuentra una
gran aprobación y aceptabilidad de la conciencia general (implican
derechos ambientales, humanos y aquellos que la sociedad reconoce).
 Casos de mínima cuantía.- Se presenta cuando por la baja posición
económica de una de las partes o insignificancia del asunto no conviene
llevarlo ante un tribunal y mejor serpa convenir el asunto.
Por lo tanto se puede señalar que este tipo de argumentación siempre busca
encontrar la dificultad del caso atreves de ciertos parámetros para asi poder
convencer al juez por medio de principios.

2) Argumentos jurídicos especiales.- Habitualmente se manejan en la


interpretación del derecho, pudiendo presentarse de manera lógica, sin que
siempre pueda lograrse. Entre estos se encuentran:

1) Argumento a contrario.- Se halla precisado con la analogía, sin embargo es


contrario a ésta. El expositor sustenta que ha de eliminar una disposición jurídica
que se describe a una determinada categoría de personas o de
comportamientos. Como ejemplo tenemos al art. 34 de la CPEUM en el que se
establece que no serán ciudadanos la gente que no tenga manera honesta de
vivir y no sean mayores de 18 años.
Son rasgos característicos de este argumento:

a) Es un material de interpretación literal, en consecuencia procura no salirse del


texto y respetar el significado original del mismo.

b) Es útil para originar interpretaciones restrictivas, es decir, aquellos que limita


los significados posibles del mismo.

c) Su fundamento es la voluntad del legislador racional, esto provienen de la


escuela exegética, por esa razón este argumento intenta ser fiel a la voluntad
del legislador, siendo más fuerte que la ratio legis.

d) No reconoce la existencia de las lagunas en la ley, en consecuencia el sistema


jurídico va a hacer completo e integral para él mismo.

2) Argumento analógico.- No existe con uniformidad en una definición, sin


embargo existen elementos que sí son características de la analogía, como es:

a) Utiliza inferencias inmediatas.- la conclusión no deriva de una sola premisa


sino que cuando menos dos, pudiendo ser:

 de lo particular a lo general
 de lo general a lo particular
Para Norberto Bobbio la analogía es aquella operación realizada por los
intérpretes del derecho mediante la cual se atribuye un caso o a una materia que
no encuentra una reglamentación expresa en un ordenamiento jurídico, la misma
disciplina prevista por el legislador para un caso o materias semejantes.

La analogía como argumento:

Aquí se busca la similitud de propiedades en instituciones diversas, es decir, las


relaciones esenciales entre las figuras jurídicas de diferente naturaleza.

La analogía se puede utilizar en los siguientes casos:

1) Cuando la ley sólo da al juez una orientación general y se señalan expresa o


tácitamente circunstancias que el juez debe estimar para el caso concreto,
siempre que exista una actividad discrecional del juzgador.

2) Cuando la ley calle en absoluto, esto es ante el silencio de la ley.


3) Cuando hay dos leyes de la misma jerarquía que se contradicen entre sí
(antinomia jurídica)

4) Cuando una norma es inaplicable por abarcar casos que el legislador no había
considerado anteriormente.

3) Argumento a fortiori

Establece que si una clase de sujetos están conectados con una consecuencia
jurídica determinada y hay otra clase de sujetos que merecen con mayor razón
esta consecuencia.

Existe una semejanza con la mayoría de razón porque las dos parten del derecho
literal, pero se diferencian porque hay más apertura en éste que en la mayoría
de razón.

Las dos variantes de este argumento son:

a) A minori ad maius.- Se presenta cuando se parte de una norma prohibida.

b) A mayori ad minus. - Tiene Como punto de partida las normas que contienen
derechos, garantías o facultades.

ARGUMENTO DE PLENITUD

Cuando se fundamenta en la suspensión, evidentemente, de que todo sistema


jurídico es por definición completo. Para este argumento las normas solamente
pueden ser: Permitidas o Prohibidas (tiene su origen en el positivismo jurídico y
a la escuela exegética francesa).

1) Permitido.- Un comportamiento en sentido débil existe cuando no hay


ninguna norma que lo prohíba.

En el sentido fuerte del término, lo que permite sólo existe si hay una norma que
le autorice expresamente.

2) Prohibidas; En sentido débil se presenta cuando no exista una norma que


prohíba.

En el sentido fuerte se da cuando existe una norma expresamente prohibida para


una norma.
5) argumento de coherencia.- No puede haber contradicción.

6) argumento de la voluntad del legislador.- Es una subespecie del argumento


a contrario, tiene su origen en la escuela exegética francesa.

8) argumento teleológico.- Tiene la pretensión de encontrar la finalidad de una


norma, ayuda a interpretarla para encontrar el fin que se persigue con ella.
(Escuela Histórica).

9) argumento de la abducción.- Busca argumentos que ayudan a resolver un


problema, argumentos circunstanciales. La abducción es próxima a la búsqueda
de elementos de naturaleza tópica.

La argumentación y sus técnicas


Litigar en un juicio oral es un ejercicio profundamente estratégico, tanto para
quien acusa como para quien defiende, implica el diseño de una teoría del caso,
en donde cada parte busca explicar cómo ocurrieron los hechos y la participación
del imputado en ellos, con la única finalidad de convencer al Juez de que su
versión es la verdadera. Sin embargo, lo cierto es que esa verdad que se
pretende hallar está en el pasado y que, lamentablemente, nunca llegaremos a
saber lo que exactamente ocurrió, incluso en los casos en donde existen pruebas
muy poderosas hay zonas de la verdad que nunca se llegaran a conocer, por
ejemplo, lo que estaba en la mente de las personas cuando realizaron sus
conductas, cuáles fueron sus motivaciones, etc.

De esta manera, lo único verdadero que tenemos en un caso penal es un


conjunto de versiones heterogéneas, fragmentadas, parciales y disímiles acerca
de lo que “realmente ocurrió”. Por eso, cuando los jueces sentencian construyen
una versión acerca de lo que “verdaderamente ocurrió” y la aceptamos como
oficial. En ocasiones lo hacen adoptando completamente la versión de una de
las partes, en otras lo hacen tomando fragmentos de las versiones de cada una
de ellas. Por tanto, nuestros argumentos y pretensiones deben dirigirse a que el
Juez asimile y haga suya nuestra versión, obteniendo de la prueba la información
real que contiene y estructurando la información de modo que los jueces
consigan lo que necesitan de ella para sentenciar correctamente. El abogado es
en este sentido un mensajero de cierta información; y no importa qué tan bueno
sea el mensaje, ni qué tan significativo: si el mensajero es malo, el mensaje no
llega. Nuestra labor es, pues, hacer que llegue el mensaje, y el mecanismo
natural de transmisión es el relato.

El litigante en el juicio oral debe narrar y persuadir. Esa será su principal tarea y
primordial objetivo. Esto no sólo se logrará con tener habilidad histriónica y
talento intuitivo sino será necesario el diseño de una teoría del caso consistente,
suficientemente probada y adecuadamente expuesta que tenga por finalidad
lograr una decisión favorable por parte del juez.

¿Qué es la teoría del caso?.-

Es un ángulo, un punto de vista desde el cual mirar la prueba, en términos tales


que si el juez la mira desde allí verá en ella lo que nosotros vemos. Es nuestra
simple, lógica y persuasiva historia acerca de lo que realmente ocurrió, la brújula
del litigante, un mapa que se diseña desde el momento en que se tiene
conocimiento de los hechos y que tiene tres elementos:

a. Fáctico: es la identificación de los hechos relevantes que nos ayudan a


comprobar la responsabilidad o no del procesado.

b. Jurídico: consiste en la subsunción de los hechos dentro de un tipo penal.

c. Probatorio: son los medios probatorios que acreditaran las proposiciones


fácticas.

Podemos afirmar entonces que la teoría del caso es una herramienta importante
porque permite:

a. Realizar un análisis estratégico del caso.

b. Ordenar y clasificar la información del caso.

c. Adecuar los hechos al tipo penal, lo cual servirá para defender la tesis.
d. Determinar que es lo que esperamos de la investigación.

e. Seleccionar la evidencia relevante.

f. Detectar debilidades propias.

g. Identificar las debilidades de la parte contraria.

Construcción de la teoría del caso.-

Sin lugar a dudas todo proceso penal esta sujeto a diversos avatares, por lo
tanto, resulta trascendental el diseño correcto de la teoría del caso, pues
permitirá al litigante afrontar con solvencia el debate oral. En este sentido
esbozaremos un intento de lo que debiera ser la construcción de una teoría del
caso.

Preparación para el juicio.-

Una preparación adecuada permite conocer las fortalezas, oportunidades,


debilidades y amenazas del caso y facilita la organización de los medios de
prueba para su presentación en el juicio.

Como parte de la preparación siempre es conveniente redactar un bosquejo o


plan que recoja todos los aspectos importantes del caso que deben ser probados
en el juicio y un listado o índice que nos permita cotejar durante el juicio la prueba
que debe ser reconocida por los testigos y el orden que debemos seguir al
presentar la misma. También debemos registrar en nuestras notas las
debilidades de nuestro caso, y tener un “memorando de litigación” que contenga
los principales asuntos legales que puedan suscitarse en el juicio. El tener por
escrito los asuntos de derecho más relevantes para el caso nos permite rebatir
eficazmente y en el momento oportuno cualquier ataque a nuestros medios de
prueba y también refutar las posibles defensas.
Como parte del proceso preparatorio de un caso debemos cerciorarnos que
todos los testigos estén disponibles para comparecer al juicio y además, se debe
evaluar si contamos con todos los medios probatorios para asegurarnos que el
caso esté completo el día de su señalamiento. El familiarizarnos antes del juicio
con la prueba no testimonial nos permite además, precisar las bases probatorias
que debemos establecer y los testigos necesarios para su reconocimiento. En
los casos apropiados, se deberán tomar medidas con antelación para asegurar
la disponibilidad de los recursos técnicos necesarios para presentar en la sala
del tribunal determinada evidencia científica o ilustrativa.

Se recomienda también, siempre que sea posible, visitar el lugar de los hechos.
Tenemos de tener presente que para convencer al juzgador de que es confiable
lo que declara un testigo debemos tener la perspectiva correcta de lo que paso
en la escena del delito para formular las preguntas apropiadas a nuestros
testigos o para poder contrainterrogar eficazmente a los testigos de la parte
contraria.
El ALEGATO DE APERTURA.
Dionicio (2015) Señala que:
Es llamada la presentación de la teoría del caso, la primera información
que el Juez recibe de las partes, se presenta el caso que se va a conocer,
señalando lo que prueba va a demostrar y desde que punto de vista debe ser
apreciada. El Dr. José Antonio Neyra Flores, en su “Manual de Juzgamiento,
prueba y Litigación Oral en el Nuevo Modelo Procesal Penal” nos da las
siguientes recomendaciones para un buen Alegato de Apertura:
a) No debemos argumentar. El momento del alegato de apertura no es para
emitir conclusiones, ya que materialmente no se tiene nada probado (desde el
punto de vista normativo es causal válida de objeción).
b) Solo se debe prometer, lo que se cumplirá. No debemos sobredimensionar los
alcances de la prueba que se presentará, esto genera costos de credibilidad.
c) No emitir opiniones personales. El alegato de apertura no es una instancia
para apelar a los sentimientos del juzgador.
d) Se debe tratar de personalizar el conflicto. Presentar el caso de manera hu-
mana, no debemos caer en abstracciones.
e) Ayuda de audiovisuales. Entre más complejo sea el caso, hay más necesidad
de ayuda audiovisual. El abogado litigante buscara la historia de su caso y lo
visualizara al igual que lo hará el juzgador, esta historia está basada en hechos,
no en abstracciones, tener sentido lógico, ser simple pulirlo de detalles
innecesarios y modificadores, por ejemplo, adjetivos y adverbios, ya que la mejor
manera de probar su teoría del caso es el de preparar una buena declaración de
apertura. En este plano podemos deducir que en todo alegato de apertura el
abogado litigante no debe argumentar ni nada por el estilo simplemente debe
apoyarse de ciertos medios audiovisuales para buscar los sucesos acontecidos
de su caso.
EXAMEN DIRECTO:
Es el primer interrogatorio que se le hace al testigo en la vista pública por
la parte que lo presenta. Éste se lleva a cabo formulándole preguntas con cuyas
respuestas dicha parte se propone probar sus alegaciones. Su principal
propósito es convencer y persuadir al juzgador, sean éstos jueces de sentencia
o un jurado de conciencia, de la veracidad de las mismas, con el fin de que
prevalezcan por sobre las del adversario. Para lograr esto, en muchas ocasiones,
se depende sólo de la prueba testifical, por tanto, es muy importante el modo en
que organicemos nuestro caso. (Dionicio, 2015,P.10) por lo tanto podemos decir
que el examen directo es el primer formulario de preguntas que se le Hace a uno
de los sujetos procesales que en este caso son los testigos que este caso se
busca persuadir al juez con sus manifestaciones brinden para intentar persuadir
al juez.
En el interrogatorio directo, a diferencia del contra interrogatorio, el protagonista
es el testigo y no el interrogador, aquí es testigo deviene en el “actor principal de
la obra” en el momento que presta su declaración.
El principal objetivo es obtener del testigo la información necesaria, sea el caso
completo o partes del mismo, para construir la historia que hemos presentado en
el alegato de apertura, es decir se acredite nuestra Teoría del Caso. También se
pueden establecer otros objetivos: introducir la prueba material.
CONTRAEXAMEN:

También llamado el contra interrogatorio que no es otra cosa que la


confrontación que por medio de una serie de preguntas o aseveraciones hace
una de las partes en el proceso al testigo presentado por la parte adversa., donde
se pone a prueba la información obtenida en el examen directo, es la mejor
oportunidad que se tiene para confrontar la prueba de nuestra parte adversa.
(Dionicio, 2015) es decir que todo esto es el debate que se genera mediante
ciertas preguntas a una de las partes en el litigio donde se pone en la prueba
que se obtuvo en el examen directo que en este caso es el testigo.

Uno de sus objetivos el cual puede considerarse el principal, es hacer que el


testigo de la parte contraria pierda credibilidad ante el juzgador: desacreditando
su testimonio o su persona, sea esta por ser evidentemente contradictoria o por
la conducta del mismo y/o las costumbres del mismo, aquí adquiere gran
preponderancia el Principio procesal de contradicción. Hay que tener siempre
presente la máxima de que en algunas ocasiones, el mejor contra interrogatorio
es aquel que no se hace.
Es importante como abogado defensor el de Identificar contradicciones en que
haya incurrido el testigo en su propio testimonio y con el testimonio de los otros
testigos presentados por la misma parte que lo presentó a él. Tratando de
hacerle entrar en contradicciones con su testimonio y con el de los otros testigos.

EXAMEN Y CONTRAEXAMEN A PERITOS:


Aquí es muy importante también la acreditación de Perito, que tengan que ver
con sus años de experiencia, especialidad, donde trabaja, que cargo, las
ponencias que haya realizado, trabajos, si ha testificado anteriormente, etc.
atacar la experiencia del perito en general o en la materia concreta (por ejemplo,
ha sido muchos años cirujano pero muy pocos médico forense). Obviamente, es
necesario que como abogado defensor se tenga que conocer, aunque sea en
términos generales, el currículum del perito para ver si conviene usar esta
estrategia. (Dionicio, 2015, pág. 13) por lo tanto en este episodio es de mucha
importancia saber la experiencia laboral de cada de uno de los ´peritos que como
abogado litigante se pueda conocer en grandes rasgos y pueda servir como una
estrategia.

Asimismo conviene hacerle definir en el lenguaje común los términos técnicos,


ya que en el caso de no hacerlo con claridad genera en el Tribunal la sensación
que no domina a fondo su propia técnica. También conviene hacerle decir que
su dictamen no es infalible, que pueden existir otras opiniones, otras corrientes
de pensamiento, otras escuelas, etc. Por ejemplo en el caso de violación sexual
se examina a un perito psicólogo.

PRUEBA MATERIAL:
La prueba material está directamente relacionada con las siguientes evidencias;
resultados, vestigios y objetos o instrumentos con los que se cometió la
infracción toda lo cual debe ser recogido y conservado para ser presentado en
la etapa de Audiencia del Juicio Oral como por ejemplo el arma homicida, el
paquete de droga encontrado, etc.
Para acreditar la prueba material que se intentará ofrecer es posible hacer que
un testigo de la contraparte legitime por ejemplo el arma homicida a través de
sus declaraciones logradas y de esta manera mostrarle al juzgador que nuestras
pruebas materiales son genuinas no sólo porque así lo declaramos sino también
porque así lo afirman los propios testigos de la contraparte.

LAS OBJECIONES:
La posibilidad de objetar preguntas de la contraparte tiene su principal
fundamento en la idea de la contradictoriedad. Esto es, la idea de que la
contraparte tiene derecho a intervenir en la producción de la prueba y a controlar
que las actuaciones realizadas por su contendor sean hechas debidamente;
finalmente, a controlar el juego justo, pudiendo denunciar lo que en su opinión
constituya un intento de imponerse con infracción de las "reglas del juego" que
ambos están respetando. Esas reglas del juego constituidas por las normas
procesales han sido diseñadas precisamente.
ALEGATO DE CLAUSURA: El alegato de clausura es, sin duda, la etapa más
interesante del proceso penal, viene a ser la última oportunidad que tienen las
partes litigantes para dirigirse y expresarse ante el juzgador e intentar
persuadirlo, sea éste juez o jurado, que la parte que representa tiene la razón.
Será la última información que recibirá el juzgador y la más reciente que tendrá
en su mente a la hora de tomar su decisión. En la suma, todas las piezas de
prueba deben ser reunidas y el caso debe ser presentado de manera
convincente.
Todos los puntos que ayudan a probar los elementos constitutivos de la teoría
del caso deben ser completamente explicados. El cierre se debe realizar de una
manera sencilla, pero precisa. Es necesario usar un lenguaje simple y sencillo,
deja jerga legal en la oficina. Evite el uso de un lenguaje florido o excesivamente
complejos en términos legales.
Si complejos términos científicos, médicos o legales deben de ser utilizado,
asegúrese de que las palabras y los términos son completamente explicados En
el alegato de Clausura para ser persuasivos se debe de mostrar al Juzgador, por
qué sus conclusiones son correctas, ayudarlo a llegar a la conclusión por su
cuenta ya que ellos se aferran a la conclusión con mucha más fuerza si se
alcanzan por sí solos, siendo orgullosos de sus propias ideas.

LA TÉCNICA DE LA RETORICA
EN LA ANTIGÜEDAD
La obra Retórica a Alejandro, el manual conservado más antiguo sobre la
disciplina, escrito a mediados del siglo IV a. C., inicia precisamente con la
afirmación de que tres son los géneros retóricos: deliberativo, demostrativo y
judicial, los cuales a su vez se nutren de siete especies: suasoria, disuasoria,
laudatoria, vituperadora, acusatoria, exculpatoria e indagatoria. La obra se
concentra sobre todo en el desarrollo y la explicación de las mencionadas
especies, más que en los géneros.
Las especies podían tener lugar en cada uno de los géneros retóricos de
manera combinada o particular, pero hay algunas más afines a determinado
género, por ejemplo: en el deliberativo, la suasoria y disuasoria; en el
epidíctico, la laudatoria y la vituperadora; y en el judicial, la acusatoria, la
exculpatoria y la indagatoria.
En esa misma época, Aristóteles en su Retórica también señala tres especies
de la disciplina o tipos de discursos: el deliberativo, el judicial y el epidíctico,
así como los enunciados generales y los que les son propios a cada uno de
ellos.
En las obras romanas sobre retórica, que datan de inicios del siglo I a. C.,
como son la Retórica a Herenio de autor desconocido y La invención retórica6
de la autoría de Cicerón, también se alude a los géneros retóricos como ti-
pos de causas que todo orador debe saber. Cicerón encomió las
contribuciones de Aristóteles al hacer referencia a los tres géneros, “a los que
se reduce el arte y la capacidad del orador”.

GÉNEROS

El género deliberativo

Entrando a la definición y caracterización de los géneros señalados, se puede


señalar que para Aristóteles, la deliberación consiste en

…el consejo y la disuasión; pues una de estas dos cosas es lo que hacen
siempre, tanto los que aconsejan en asuntos privados, como los que hablan ante
el pueblo a propósito del interés común. Lo propio del proceso judicial es la
acusación o la defensa, dado que los que pleitean forzosamente deben hacer
una de estas cosas. Y lo propio, en fin, del discurso epidíctico es el elogio y la
censura.

Por lo que se refiere en particular al discurso deliberativo, esto es, el


generado en las discusiones en las asambleas, “discurre entre el consejo y
la disuasión. Se emplea para exhortar a los oyentes a tomar una decisión
orientada en algún sentido preciso, o bien para disuadirlos de adoptar una
resolución”.
La finalidad de este género es decidir todo tipo de asuntos públicos sobre bases
de conveniencia, perjuicios, desventajas, licitud o ilicitud de eventos futuros.
Puede equipararse a los actuales debates parlamentarios, en todo tipo de
asambleas, o también a los mensajes políticos, en virtud de que “este tipo de
discurso solía terminar con una apelación para obtener votos y consenso...
El público en este caso es la audiencia”.
Una obra muestra de este género retórico es la Lógica parlamentaria de
William Gerard Hamilton, escrita a inicios del siglo XVIII, que contiene un
elenco de 553 consejos o recomendaciones dirigidas en particular al debate
parlamentario, con numerosas referencias a la retórica de Aristóteles.

El género epidíctico

En lo que concierne al discurso demostrativo, éste “constituye el elogio


exaltante de las cualidades y la figura de un hombre público, o bien el
vituperio que minimiza el mérito y aumenta los defectos de un enemigo. Se
pronuncian honras fúnebres, efemérides, consolaciones, peticiones,
sermones moralizantes. Se dirige a un público espectador”.

De este género son deudores las obras que abundan en la actualidad sobre
el uso de la palabra en público, a manera de qué decir y cómo decirlo,
dependiendo de la ocasión y los oyentes. Consideramos que una obra que
es clara muestra de las modalidades y alcances de este tipo de género son
los Tratados de retórica epidíctica de Menandro el Rétor, escritos en la
segunda mitad del siglo II de nuestra era, los cuales contienen pasajes y
consejos útiles para la elaboración de un sinnúmero de discursos epidícticos;
la obra resulta útil en nuestros días, por el carácter atemporal de las
situaciones de discurso que se presentan, así como la practicidad de sus
enseñanzas.

El género judicial

Por lo que se refiere al discurso judicial o forense, podemos afirmar a modo


de noción básica que, al contrario del deliberativo, versa sobre hechos
pasados que se atribuyen a un sujeto acusado, quien a su vez se defiende.
La finalidad del discurso judicial es influir en el ánimo del juez y el público
presente el foro, que constituyen la audiencia, con la finalidad de que acepten
la posición que se hace valer a favor o en contra de un acusado, “su
argumentación requiere agilidad: se desarrolla a base de entimemas”.

El género judicial ha sido objeto de agudas reflexiones y ha dado pie a


interesantes categorías, en las diversas obras a que nos hemos referido en
este apartado. Es precisamente este género el que posee, en nuestra opinión,
un hilo conductor que lleva hasta las actuales teorías de la argumentación
jurídica y, en específico, a la justificación de las decisiones judiciales, pero hay
que considerar varios aspectos y matices.

El género judicial de la retórica de los siglos previos e inmediatamente


posteriores a nuestra era no se ocupaba de la justificación de las decisiones
de los jueces, sino de la persuasión que debían ejercer las partes en un litigio
con respecto al juez y al público presente, por lo que se trata más bien de
una retórica forense, denominación derivada de que los juicios se
desarrollaban ante el público o foro y, al parecer, lograr la persuasión de éste
influía de alguna manera en el ánimo de los jueces.

En nuestros días, la argumentación jurídica se ha volcado sobre todo al tema


de la justificación de las decisiones judiciales, y en general de los operadores
jurídicos, mientras que la argumentación del abogado en su carácter de
postulante o litigante ha quedado sumamente relegada; no obstante, se
avizora un importante repunte de este último tipo de argumentación, gracias
a la tendencia a las etapas de oralidad en diversas áreas del enjuiciamiento.
En la actualidad, se reconoce que la argumentación jurídica no se agota en
la justificación de las decisiones judiciales, o en la tipo forense, sino que abarca
diversos sectores.
Por otra parte, habría que señalar que la elocuencia práctica, que implicaban
los géneros judicial y deliberativo, constituía el campo predilecto en el que se
enfrentaban pleiteantes y hombres políticos que defendían por esta vía tesis
opuestas. En tales torneos retóricos, los adversarios trataban de ganarse la
adhesión del auditorio sobre temas controvertidos, en los que el pro y el
contra encontraban a menudo defensores igual de hábiles, y, en apariencia,
igual de honorables.
El hecho de que en la actualidad la retórica abarque la mayoría de los
ámbitos en los que se da la comunicación humana no significa que los
géneros que desde la antigüedad fueron diferenciados hayan perdido
importancia o interés práctico o académico, ni tampoco que la persuasión
estaba ausente en cualquier otro ámbito.

Evidentemente, las sociedades y las relaciones humanas como resultado de


su evolución han aumentado en complejidad y diversidad, lo cual lleva a
reconocer que la retórica está presente, así sea en su expresión más básica
o como actividad suasoria no consciente, en muchas áreas de la interrelación
humana.

Hoy en día se reconoce la presencia de la Retórica en ámbitos muy diversos,


de hecho, se ha afirmado que “En todos los niveles aparecen las mismas
técnicas de argumentación, tanto en la discusión en una reunión familiar
como en el debate en un medio especializado”.
Por supuesto, hay áreas de un énfasis particular en los objetivos de la
retórica, como por ejemplo en la publicidad o en el terreno del discurso
político, y se han ido abriendo paso nuevos enfoques muy variados, que
pudiéramos agrupar en la categoría de retóricas no verbales o sensitivas,
como puede ser el lenguaje corporal o cuestiones más sutiles, como la
influencia psicológica del color, la música, la imagen o la manipulación de los
sentidos con miras a la persuasión.

LAS FASES O ETAPAS DE ELABORACIÓN DEL DISCURSO RETORICO


Y LAS PARTES QUE LO COMPONEN

Al igual que los géneros retóricos, las partes de la Retórica, o mejor, las fases
o etapas de elaboración del discurso retórico, son abordadas en las obras de
la antigüedad hasta nuestros días. De igual manera, es una constante en los
tratados desarrollar lo concerniente a las partes del discurso.
En primer lugar nos referiremos a las etapas de elaboración del discurso, y
después a sus partes. En nuestro concepto, ambos temas son un gran
legado construido en el marco de la retórica. Desde los primeros tratados
sobre retórica se fueron perfilando como parte de su enseñanza las diversas
etapas o fases que tenía que pasar el retor u orador en la elaboración de un
discurso.

Tales fases o etapas abarcaban desde la concepción mental del tema del
discurso hasta su puesta en escena, expresión o entrega al auditorio; en
concreto, se trata de las fases conocidas como: 1) inventio o invención, 2)
dispositio o disposición, 3) elocutio o elocución y 4) actio o acción, esta última
a su vez dividida en: a) memoria y b) pronuntiatio o pronunciación.
Aristóteles no realiza una exposición sistemática de tales fases, pero en los
libros II y III de su Retórica hace referencia a la fuente del entimemas o
silogismos retóricos, a los diversos aspectos de la expresión y la composición,
respectivamente.

En la Retórica a Herenio se abordan como cualidades del orador y se les


denomina invención, disposición, estilo, memoria y representación, que se
describen a continuación:
La invención es la capacidad para encontrar argumentos verdaderos o
verosímiles que hagan convincente la causa. La disposición ordena y
distribuye los argumentos y muestra el lugar en que debe ser situado cada
uno de ellos. El estilo sirve para adaptar a los argumentos de la invención las
palabras y frases apropiadas. La memoria consiste en retener con seguridad
en la mente las ideas y palabras y su disposición. La representación es la
capacidad de regular de ma- nera agradable la voz, el rostro y los gestos.
Cicerón, en su Invención retórica, hace alusión al tema en términos casi
idénticos a los apuntados, pero señala que son partes de la retórica y que de
éstas la invención es la más importante de todas. A continuación
expondremos algunas reflexiones sobre la sustancia y finalidad de cada una de
las etapas o fases de elaboración del discurso.
La inventio

La inventio es la fase de concepción del discurso, de las ideas generales que


lo conforman, los argumentos principales y los recursos persuasivos a
utilizar. Consideramos que la inventio es la parte de mayor carga creativa por
parte del retor, que a su vez “examina cada una de las otras operaciones
(dispositio, elocutio y actio), desde el punto de vista del emisor, del receptor
y del mensaje mismo”.
Así, se trata de la etapa del discurso con mayor carga inventiva, y de ahí su
denominación. Siendo la clave en esta fase la creatividad del retor u orador,
su objeto es darle contenido al discurso; podríamos equipararla como una
especie de lluvia de ideas personal, en la que el retor reflexionaba sobre qué
es lo atinente y más efectivo que se podía predicar acerca de la causa objeto
de su discurso para lograr la persuasión.
A efecto de que se comprenda mejor esta etapa, a manera de ejemplo,
imaginemos un discurso o mensaje acerca de la necesidad de erradicar las
armas nucleares. En la etapa de invención, cabría pensar todas aquellas
razones a favor de la eliminación de tales armas de destrucción masiva; por
ejemplo, la necesidad de valorar la vida misma; el sufrimiento que producen
tales armas; la cantidad de víctimas inocentes que han muerto por ellas; el
costo de su producción, y que podría servir para otros fines, como puede ser
hallar la cura para alguna enfermedad, entre otros muchas razones y
perspectivas.

La dispositio

A través de la dispositio se organiza lo hallado en la inventio, lo que per-


mite fijar el orden más apropiado del discurso en pro de la efectividad de la
persuasión.En esta fase se distribuye el contenido del discurso en diversos
apartados, tales como exordio, la narración, la división, la demostración, la
refutación y la conclusión, sobre los cuales abundaremos párrafos adelante.
La clave que guía a esta etapa es la estrategia, y su objeto es diseñar el
orden del discurso que resulte más eficaz. Entre las diversas razones halladas
en la invención habrá algunas que se distingan por su fuerza o contundencia,
o que las haga más o menos vulnerables a la crítica; habrá otras que tengan
relaciones cronológicas entre sí, o de causa-efecto; unas servirán más para
atraer la atención inicial de los oyentes, en tanto otras serán más adecuadas
como conclusión.
La disposición es similar a mover estratégicamente las piezas de ajedrez,
para lo cual habrá que decidir si se inicia con las piezas más poderosas o si
éstas se reservan para un momento posterior.

La elocutio

La elocución es la etapa subsecuente, en la cual se perfeccionan las frases


y se eligen las palabras adecuadas para generar convicción en los oyentes.
En esta etapa la clave es el estilo, y el objeto es impactar a la audiencia, con
las palabras y construcción apropiada de las frases.
Recuérdese que al llegar a la elocutio ya se cuenta con las ideas derivadas
de la inventio, las cuales están dispuestas en un determinado orden, por lo
que se busca maximizar los efectos de lo que queremos comunicar a través
de la elección adecuada de los términos y la estructura más apropiada de las
frases.
De esta manera, la elocutio se enfoca al perfeccionamiento gramatical de
las oraciones que conforman la argumentación. Las oraciones deben ser
claras, precisas y convincentes, sin perder elegancia, pero todo dirigido a
causar el mayor impacto psicológico que conduzca finalmente a la persuasión.
La elocutio está integrada por dos actividades, que se denominan electio
(elección de expresiones y figuras pertinentes) y compositio (redacción o
construcción del texto). Helena Beristáin señala que, en la actualidad suele
llamarse retórica a la elocutio, y en específico a “la parte denominada electio
que normaba la elección de los giros verbales que individualizan el discurso
y determinan la producción de efectos estilísticos”
Cabe señalar que muchas palabras tienen una especie de carga positiva o
negativa, aunque lo que designen sea en esencia lo mismo. De igual manera, a
las frases que conllevan un significado similar se les puede dar diversos giros o
variantes que amplifiquen su impacto en el oyente.
La actio

También conocida como hipócrisis o pronuntiatio, era “la puesta en escena


del orador al recitar su discurso”. Esta constituye la expresión práctica del
resto de las fases, la entrega del discurso del retor a la audiencia, el acto
mismo de persuadir. Cabe señalar que hay quienes consideraron que
después de la elocutio venían como fases la memoria y, finalmente, la
pronuntiatio. Éstas no forman parte de la elaboración del discurso, pero sí de
su eficacia suasoria.

La pronuntiatio es la realización verbal del discurso, en tanto que la memoria


tiene que ver con la formación misma del orador, “pues la memoria propone
métodos mnemotécnicos de aprendizaje de la pieza oratoria y de los
recursos en general, y la pronunciación (o actio) recomienda procedimientos
para modular y hacer la voz combinándola con los gestos, durante el tiempo
en que el discurso se profiere”.
En este sentido, la memoria es la actividad por la cual el retor hacía
mentalmente suyo el discurso, de manera que pudiera recordarlo y
reproducirlo oralmente ante el auditorio. Dicha fase involucra diversas
técnicas de asociación a fin de poder entregar al público el mensaje,
conservando las particularidades impresas en las etapas de su elaboración.
La pronunciación, por su parte, es una actividad en la que el retor determina
la entonación, el volumen de la voz, la velocidad del habla, así como los
gestos y ademanes, que enfatizan y magnifican el impacto del discurso en el
auditorio. En la actualidad, esta fase o etapa estaría relacionada con el
llamado lenguaje corporal, cuyo estudio ha crecido en importancia en las
últimos años a partir de la idea de que un alto porcentaje de lo que queremos
comunicar lo hacemos a través de nuestra postura, gestos, mira- das o
ademanes.
Como puede apreciarse, las fases o partes de la oratoria, tal como fueron
concebidas en la antigüedad, abarcaban plenamente el tránsito del mundo
de las ideas, en las que el discurso era concebido por el retor, hasta el acto
mismo de persuasión a través de su presentación, oral o escrita, ante la
audiencia.
Los actuales estudios sobre retórica son más modestos en sus alcances,
pues incluso autores modernos que han pretendido elaborar obras generales
con pretensiones de completitud, como Chaim Perelman y su Teoría de la
argumentación, aceptan tácitamente su propia limitación al dejar fuera las
fases de memoria y de pronuntiatio.
Esto confirma el gran desarrollo y la importancia que llegó a tener la retórica en
la antigüedad, y la grave situación que atravesó posteriormente en la que
erróneamente se le fue despojando de varios de sus elementos constitutivos,
que, afortunadamente, están volviendo a ser objeto de preocupación y
reflexión desde distintas disciplinas, incluyendo también la ciencia del derecho.

LAS PARTES DEL DISCURSO CON FINES DE PERSUASIÓN


Las denominadas partes del discurso, estrechamente vinculadas a las
diversas etapas por las cuales atraviesa su elaboración, tienen un
tratamiento con variantes según los diversos autores, pero a ellas dedican
una buena parte de sus respectivas obras.
A lo largo de la Retórica a Alejandro se identifican el proemio, la narración, la
confirmación, la anticipación y la recapitulación. Aristóteles, en la segunda parte
del libro III de la Retórica, señala en principio únicamente como partes la
exposición y la persuasión; esto es, de lo que se habla y la demostración de
aquello que se afirma, pero también admite el exordio, la exposición, la
persuasión y el epílogo, que varían según el género retórico de que se trate.
En la Retórica a Herenio, libro I, se hace un extenso estudio del exordio, la
narración, la división y la confirmación y refutación. Cicerón, en el libro I de
su Invención retórica, aborda el exordio, la narración, la división, la
demostración, la refutación y la conclusión; Quintiliano, en su Institución
oratoria, libro IV, analiza el exordio, la narración, la digresión, la proposición
y la división.
El exordio

Para dar un panorama general de las partes del discurso, seguiremos a


Cicerón, quien recoge gran parte de la tradición e identifica el mayor número
de ellas. En este sentido, el exordio “es la parte que dispone favorablemente
el ánimo del oyente para escuchar el resto de la exposición”, se busca que el
oyente se muestre ya sea “favorable, atento e interesado”.
La obra de Cicerón es una muestra de la complejidad y profundidad que
adquirió el estudio de las partes del discurso, al señalar que existen dos tipos
de exordio: directo y por insinuación, que corresponden a su vez a cinco tipos
de causas distintas: digna, extraordinaria, insignificante, dudosa y oscura.
El exordio directo “busca conseguir abierta y claramente que el oyente se
muestre favorable, interesado y atento”. El exordio por insinuación, en
cambio, “se introduce en la mente del oyente mediante el disimulo y el rodeo,
sin que éste se dé cuenta”.
Con relación a los tipos de causas, Cicerón expone:

La causa es digna, cuando desde el principio, antes de tomar la palabra, el


ánimo del oyente se muestra favorable a nuestra causa; es extraordinaria,
cuando el ánimo de los que van a escucharnos está en contra nuestra;
insignificante es aquella que los oyentes desprecian y no consideran digna
de gran atención; es dudosa cuando el punto a juzgar es incierto o la causa,
que es en parte digna y en parte deshonrosa, suscita a su vez simpatía y
hostilidad; es oscura cuando la causa está por encima de la inteligencia de
los oyentes o comporta circunstancias difíciles de comprender

La narración

Esta consiste en la narración de los hechos tal cual han ocurrido o como
se supone que han ocurrido. Se trata de la exposición de la causa. Para
Cicerón, existen tres clases de narración:

La primera incluye la propia causa y el fundamento de la controversia. La


segunda contiene una digresión externa a la causa y tiene como finalidad
acusar, comparar, divertir de manera acorde con el tema que se discute o
amplificar. La tercera clase es totalmente ajena a las causas civiles; su único
objetivo es agradar pero sirve también como útil ejercicio para adiestrarse en
el hablar y en el escribir

Las características o requisitos de toda narración es ser breve, clara y


verosímil, según se inicie con el punto preciso o con aspectos generales sin
entrar a los detalles; si se presentan los acontecimientos en el orden
cronológico en que ocurrieron o como se considera que ocurrieron; y si
aparecen reflejadas las cosas lo más cercano posible a la vida real o a lo que
resulta más familiar o conocido, o si el tiempo y circunstancias fueron
favorables a los hechos, entre otros detalles.

Al igual que en el exordio, Cicerón previene de no incurrir en una narración


que nos perjudique, que resulte inútil, fuera de lugar, o que no se presente
de manera adecuada; esto es, que al hacer alusión a la posición del contrario
resulte más clara y brillante que la propia causa.

La división
Esta tiene por objeto dar al discurso brillantez y claridad; consta de dos
partes dirigidas a explicar la causa y centrar el contenido del debate:

La primera determina aquellos puntos en los que estamos de acuerdo con


los adversarios y aquellos en los que disentimos; con ella señalamos al
oyente el punto específico al que debe prestar atención. La segunda consiste
en exponer breve y ordenadamente los asuntos que nos disponemos a tratar;
esto lleva al oyente a retener en su mente puntos concretos y le hace ver,
una vez que éstos han sido ya discutidos, que el discurso ha terminado.

Cuando se trata de la división en su primer aspecto, al exponerse los


puntos de acuerdo y desacuerdo, Cicerón aconseja que habrá que lograr que
los primeros resulten a nuestro favor y centrar por supuesto la cuestión en el
punto o puntos concretos de digresión.
Con respecto a la división en su segundo aspecto, Cicerón recomienda que
debe ser breve, completa y concisa. Sin distraer la atención del oyente a
cosas superfluas, sin omitir cuestiones útiles, y sin mezclar el género propio de
los hechos con las especies de los mismos; no mencionar que se va a probar
más de lo necesario; o de plano no utilizarla cuando la causa consiste en un
solo punto.
Sobre este tema, Cicerón advierte que “el orador deberá recordar a lo
largo de todo el discurso estas reglas sobre la división, de manera que pue-
da respetar en cada punto el orden establecido en la división y termine el
discurso habiéndolos tratado todos, sin tener que añadir nada, excepto la
conclusión”.

La demostración

Con relación a ésta, Cicerón afirma que “es la parte del discurso en la que
nuestra causa obtiene credibilidad, autoridad y solidez por medio de la
argumentación”.
La demostración es tal vez la parte más nutrida de la exposición de
Cicerón con respecto a las partes del discurso. Él mismo señala que tiene
reglas precisas según los diversos tipos de causas, pero también hay
lineamientos generales, que exponemos a continuación, siguiendo su
pensamiento.
Para Cicerón, es posible probar toda argumentación haciendo alusión a
los atributos de las personas o a los de los hechos. Entre los atributos de la
persona se encuentran: el nombre, la naturaleza, la clase de vida, la
condición, la manera de ser, los sentimientos, la afición, la intención, la
conducta, los accidentes y las palabras.
En cuanto a los atributos de los hechos, unos lo son intrínsecos o
inseparables de la acción, circunstanciales (lugar, tiempo, modo, ocasión y
posibilidad), accesorios a la acción misma (lo que es mayor, menor, igual o
semejante al hecho, su opuesto y su contrario, el género, la especie y el
resultado), y otros consecuencia de su realización (denominación del hecho,
los inspiradores, promotores y autores de su realización, si hay algún
estándar de ley, costumbre, decisión judicial sobre la acción, si es común o
excepcional, etcétera). Algunos de los atributos generan a su vez
subcategorías, que son objeto de explicación por parte de Cicerón.
Mediante la argumentación, cuando se utiliza la alusión a alguno de los
atributos señalados, se prueba que algo es necesario o que no puede ser de
otra manera, o se demuestra que algo es probable.
Para probar que algo es necesario se utilizan como formas el dilema, la
enumeración y la inferencia simple. El dilema es “un razonamiento en el que
el contrario es refutado sea cual sea la proposición que haya admitido”; en
la enumeración “se mencionan diferentes hipótesis de manera tal que se
refutan todas excepto una cuya validez queda necesariamente demostrada”;
la inferencia simple “deriva de una deducción necesaria”, se trata de una
consecuencia de un razonamiento irrefutable.
Para demostrar que algo es probable, esto es, que “suele ocurrir
habitualmente, forma parte de la opinión común”, o presenta “alguna
analogía con la realidad, sea verdadera o falta”, se utilizan argumentos a
manera de indicios, algo digno de crédito, algo prejuzgado o algo
comparable.
Se denomina “indicio a todo lo que es aprehendido por los sentidos e
indica algo que parece seguirse lógicamente como resultado del hecho
mismo”; es “digno de crédito lo que sin necesidad de evidencias coincide
con la opinión de los oyentes”; lo prejuzgado se basa en “la aprobación, en la
autoridad o en el juicio de una o varias personas”, y se puede basar en la
sanción religiosa, en la práctica común o en algún acto especial de
aprobación; por último, lo comparable implica establecer algún tipo de
relación entre cosas diferentes, y tiene una subdivisión en imagen, que pone
de relieve las semejanzas entre personajes y caracteres; la comparación, por
la cual se confrontan dos cosas señalando sus semejanzas, y el ejemplo, que
confirma o atenúa un hecho recurriendo a la autoridad o a la experiencia de
personas o al resultado de algo.
Desde otro ángulo, toda argumentación se lleva a cabo mediante
inducciones y deducciones. En opinión de Cicerón, la inducción es un
razonamiento que mediante proposiciones no dudosas logra la aprobación
de la persona con la cual se discute. Al admitir éstas se consigue que una
persona dé su aprobación a unos hechos dudosos que presentan alguna
analogía con las proposiciones que ha admitido.
El razonamiento inductivo tiene tres partes, la primera de las cuales está
integrada por una o más analogías; la segunda, es una proposición que
queremos sea admitida, y la tercera es la conclusión que refuerza lo admitido.

El razonamiento deductivo “tiene por objeto una conclusión probable a


partir de los propios hechos considerados, conclusión que, expuesta y
considerada en sí misma, se impone por su propia evidencia”.
Cicerón alude a una discusión teórica acerca de las partes (premisas) que
integran el mencionado razonamiento, pero señala que los hay de una, que
califica de dudosa, hasta máximo cinco. El mayor de los argumentos, de
acuerdo con sus partes, se integra de la siguiente manera:
La proposición con la cual se expone brevemente la idea de la que debe surgir
toda la fuerza de la deducción; su demostración, por medio de la cual se hace
creíble y evidente la premisa mayor y a la se corrobora mediante pruebas; la
premisa menor, en la cual se introduce el punto que, a partir de la premisa
mayor, sirve para la demostración; la prueba de la premisa menor, en la que
se apoya con pruebas lo que está establecido; la conclusión, donde se
expone en pocas palabras lo que se deduce de toda la argumentación.

Cicerón culmina su exposición acerca de los argumentos admitiendo que


no los ha estudiado de manera completa, pero afirma que lo pretendido hacer
con más cuidado y exactitud haciendo alusión a quienes también se han
ocupado del asunto.

La refutación

Esta parte del discurso consiste en atenuar, rebajar o debilitar con nuestros
argumentos las pruebas presentadas por el adversario. En virtud de lo anterior,
en esta etapa tienen aplicación las reglas y técnicas exploradas en la
demostración, pero con la finalidad señalada.
La refutación de una argumentación se da cuando “no aceptamos una o
varias de las premisas; o si, aceptándolas, negamos que se pueda extraer
esa conclusión; si mostramos que la forma del razonamiento es errónea; o si
oponemos a su sólida argumentación otra igual o más sólida”.
Cicerón señala cómo cada uno de los aspectos abordados en la
demostración es susceptible de refutación, y cómo llevar esto a cabo. En
general, apunta, una argumentación puede ser errónea, ya sea porque existe
algún fallo en ella o porque no se adecua al fin propuesto.
Es defectuosa la argumentación que es completamente falsa, común, banal,
intrascendente, remota, mal definida, controvertida, evidente, in- aceptable,
deshonesta, ofensiva, perjudicial, inconsistente o favorable al contrario.
La argumentación resultará inadecuada al fin propuesto si se incurre en los
siguientes errores: cuando el orador prueba menos de lo que había prometido;
cuando debe formular conceptos generales y sólo habla de casos individuales;
cuando se defiende de una acusación que no se le ha formula- do; o si una
actividad es censurada por culpa de una persona; o si queriendo elogiar a alguien
se hablara de su suerte y no de sus méritos; o si al comparar dos cosas se
pensara que no es posible alabar una de ellas sin menospreciar la otra; o se
alaba a una sin mencionar a la otra; o si al discutir sobre un hecho concreto
comenzara a hablar en términos generales; o si la explicación de un hecho es
falsa; o la explicación es débil; cuando se expresa la misma idea con diferentes
palabras; o las razones son poco adecuadas.
El último método para llevar a cabo la refutación consiste en oponer a una
argumentación sólida otra igualmente sólida o más sólida aún.

La conclusión

Cicerón apunta que algunos, como Hermágoras, consideran como etapa


previa a ésta la llamada digresión, que consiste básicamente en el elogio o
censura del adversario o en enfatizar aquello que confirme nuestra postura
mediante la amplificación. No obstante lo anterior, el primero de los
señalados no la considera como parte del discurso, sino en todo caso como
incluido en la demostración.
Con la conclusión culmina el discurso, y se compone de tres partes: la
recapitulación, la indignación y la compasión. A través de la recapitulación,
que se puede realizar de diversas maneras, se reúnen los temas dispersos a
lo largo del discurso, a fin de puedan ser recordados en su conjunto. La regla
general es que se permita a los oyentes recordar lo tratado, mas no repetir
el discurso, de ahí que se debe privilegiar la brevedad.

Queda por demás de manifiesto, la importancia que en los tratados sobre


retórica se daba a cada una de las partes del discurso, y que a su vez
muestra la complejidad que fue adquiriendo la disciplina, y que no ha dejado
de tener actualidad, como lo hemos tratado de evidenciar siguiendo el
pensamiento de Cicerón.

LA RELACIÓN ENTRE RETÓRICA Y ARGUMENTACIÓN EN LA


ACTUALIDAD

En la actualidad, parece que se ha generalizado el término


“argumentación” como una forma de significar lo que antes se entendía por
retórica, sobre todo por la carga emotiva adversa que genera el uso de este
último término, que, como señalamos, evoca erróneamente engaño, trampa
o una falta de correspondencia entre lo que se expresa y las verdaderas
intenciones de quien lo expresa.
En el presente apartado abordaremos en primer término algunas reflexiones
sobre la distinción entre retórica y argumentación de la que pocas veces se ha
ocupado la doctrina, lo cual permitirá justificar la existencia de dos disciplinas
distintas, pero estrechamente relacionadas, como son la retórica jurídica y la
argumentación jurídica.
Si bien la retórica ha rebasado los géneros que de forma tradicional la
componían deliberativo, forense y epidíctico, las disciplinas que se sirven
de ella y los ámbitos en los que se aplica, hay sin duda un factor común que
la caracteriza: la persuasión. La retórica tiene por objeto que el orador
consiga influir a favor de su causa en aquellos a quienes se dirige a través de
su mensaje; esto es, no se trata en última instancia de elaborar discursos
conformes con reglas gramaticales o de estilo, que los hagan correctos o
estéticamente atractivos, sino que, ante todo, logren su finalidad suasoria.
La persuasión, en términos generales, es la habilidad de inducir creencias
y valores en otras personas influenciando sus pensamientos y acciones
mediante estrategias específicas, como puede ser a través del discurso,
imágenes, mensajes, sonidos, etcétera; persuadir involucra la interacción
compleja de diversos factores, como son premisas, intenciones, creencias,
presunciones, y experiencias.
La persuasión ha sido estudiada principalmente a través de dos
disciplinas: la psicología y las ciencias de la comunicación; para la primera,
la persuasión formaría parte del estudio más amplio de la teoría de la
motivación humana; esto es, qué tipo de impulsos y procesos operan en la
mente de un sujeto y lo lleva a actuar de una manera o de otra. Desde el
ángulo de la comunicación, la persuasión es analizada dentro de los aspectos
funcionales y pragmáticos de ésta, y constituye la base de un cierto tipo de
discurso que se basa en la propaganda y la publicidad, en el que se recurre,
entre otros, a emociones, deseos e intereses, más que a evidencias, datos
objetivos y razonamiento lógico (éstos últimos propios de los discursos
convincentes).
El modelo argumentativo de Toulmin

La lógica tradicional sobrevivió casi sin alteración por aproximadamente dos mil
años. Junto a ella, se continuó viendo al lenguaje como una manera fidedigna
de reflejar la realidad. Serán estos, precisamente, los moldes que dirigirán toda
la actividad argumentativa durante muchos años. Sin embargo, es en años más
recientes cuando podemos encontrar nuevos enfoques del estudio
argumentativo. De ellos se ha seleccionado el modelo argumentativo planteado
por Stephen Toulmin, en 1958, para llevar a cabo este análisis.

Stephen Toulmin fue un matemático y filósofo de la ciencia, estudioso del


discurso argumentativo que condensó en un modelo los componentes básicos
de un buen argumento, no sólo los de orden lógico, sino los de orden social y
pragmático y los persuasivos considerados por Perelman y Olbrech. Estos
componentes son: la hipótesis, las evidencias, las justificaciones, los respaldos
o fundamentos y los refutadores que, a su vez, dan lugar a los calificadores
modales o términos moderadores.

El método toulmin es un modelo de argumentación que permite organizar y de


analizar de carácter argumentativo que le permite generar cinco elementos
importantes que acompañada la tesis “la tesis es la idea principal clara y precisa,
con sentido completo”; es decir que acompaña a la tesis, el modalizador “que da
el nivel de valides a la tesis, que permite mayor credibilidad a la tesis; los datos
“que permite generar una prueba tangible a la tesis y que permite demostrar que
la tesis es verdad.”; respaldo “son las opiniones de expertos que avalen a la tasis
y que asu vez la tesis tiene una mayor nivel credibilidad y una base más serio.”;
garantías “son los saberes populares o universal”, reserva “es el como el grado
de no probabilidad, es decir, que hay opciones de la tesis, sino que también la
reserva se convertiría en un contra argumento, ya que su fin en ponerse delante
de los contra argumentos que puedan surgir.

El acercamiento del hombre a la actividad argumentativa es de antigua data. El


primer método sistematizado del que se tiene registro es la lógica aristotélica,
llamada durante mucho tiempo lógica tradicional o lógica clásica. Aristóteles le
da a la argumentación y, por extensión, al lenguaje dos propósitos
fundamentales: primero, responder al uso que los sofistas le dan a la
argumentación, quienes sólo se preocupaban de ganar discusiones; y, segundo,
conocer el mundo (la realidad) mediante el correcto uso del logos (palabra,
lenguaje).

Es la idea de que la lógica es algo que el argumentador presenta y explica una


serie de sus argumentos o razones lógicas se buscar a una conclusión de la tesis
o situación planteada. Ya que la estructura del modelo toulmin que son los
siguientes:

Tesis: es el punto de visa de que se desea exponer sobre un tema y que se


quiere defender o mantener.

Evidencias: es el sustento, la información (o los datos) en los que se basa la


conclusión.

Garantías: son aquellas que justifican la relevancia de la evidencia y responden


a la pregunta ¿porque?

Respaldo: asegura que las garantías sean fidedignas y conformes al contexto en


el que se predican.

Reserva: se refieren a las salvedades u objeciones a la tesis planteada.

Un argumento de D a C se llamará analítico si y solo si el respaldo para la


garantía que autoriza el paso de D a C, incluye explícita o implícitamente
información dada en la conclusión.

Esto quiere decir, en palabras simples; que si una de las premisas (el respaldo
de la garantía) contiene tacita o expresamente la conclusión, el argumento será
analítico. Las premisas (o al menos una de ellas) necesariamente llevan a la
conclusión. La conclusión es un explicitación del contenido de las premisas.
Cuando el respaldo tiene información probable o no contiene información sobre
la conclusión es substancial.

Conducen a una tautología, la mayor parte de los argumentos que se efectúan


en la práctica son argumentos substanciales, cuya validez no deriva, pues, del
hecho de que la conclusión no sea más que un explicitación de lo contenido en
las premisas. En los argumentos formales, dice, la conexión entre la garantía y
el respaldo es formal en el sentido de que no depende de la experiencia, sino de
los axiomas, postulados y definiciones de una determinada teoría. Lo que es el
hecho de que en los argumentos formales lo únicos que interesa es su estructura
interna, esto es, si las conexiones entre los diversos enunciados son o no
impecables.

En los argumentos no formales, por el contrario, interesan tanto las cuestiones


de estructura interna, como las que tienen que ver con la relevancia externa.
Como es obvio, la maorparte de los argumentos que se efectúan en la practica.

El modelo de Toulmin trata de mostrar que todo argumento tiene una conclusión
o pretensión y esta debe estar apoyada en evidencia(datos), pero para que esta
evidencia tenga la capacidad de apoyar realmente a la conclusión o pretensión
debe ser usada conforme a ciertas garantías o justificaciones. Estas
justificaciones, en ciertas ocasiones pueden necesitar de un respaldo que
autorice su uso. El argumento también debe tener en cuenta las refutaciones
posibles y el argumentador debe mostrar cuál es su evaluación del peso que
tienen todos los elementos aportados para apoyar a la conclusión.

La estructura del modelo da cuenta de: 1) los componentes que son necesarios
en un buen argumento, y 2) el orden en el que deben ir estos componentes
dentro del discurso. El modelo debe comprenderse de la siguiente manera. A
partir de un conjunto de hechos, evidencias y datos (los primeros componentes,
data), nuestra mente puede realizar una inferencia (segundo elemento del
modelo, claim). A esa inferencia, dentro de los procesos metodológicos de la
investigación, también se le conoce como hipótesis o supuesto. Esa inferencia
es una construcción mental de “algo” que revelan los datos. Puede concebirse
como una abstracción de cualidades intrínsecas a ellos, de relaciones implícitas,
ocultas o difíciles de percibir, de manera que debemos comprometernos a
probarlas. Realizada la inferencia es necesario justificarla, dar las razones que
permiten considerar que es cierta. En el tercer elemento del modelo, warrants
(garantías), es el momento en el que se hacen explícitas las razones, reglas y
principios que permiten percibir a la hipótesis como un enunciado cierto o
plausible. Dentro de la argumentación, esta tarea es una de las más arduas
porque no sólo exige buscar evidencias sino hacer explícitas las razones teóricas
que explican el contenido y las relaciones involucrados en la inferencia inicial.

Según Cros (2003), desde la retórica clásica hasta la actualidad, se han dado
muchas definiciones sobre el significado de la palabra argumentar. Así, tenemos
que los estudios de retórica clásica consideraban la argumentación como una
parte del discurso retórico donde se presentan las pruebas y se refutan las tesis
del adversario; creían también que la argumentación es la base del discurso cuya
finalidad es persuadir al destinatario. Asi mismo el método toulmin busca una
idea lógica de algo que tiene que ver con la manera como los hombres piensan,
argumentan e infieren de hecho y constata, al mismo tiempo, que la ciencia de
la lógica se presentan según Aristóteles “como una disciplina autónoma y
despreocupada de la práctica.

La argumentación inductiva se fundamenta a partir de observaciones o


evidencias específicas, de las cuales se deriva una conclusión, reafirmación, o
prueba de “verdad” con la que se aspira convencer al lector u oyente. Asociar
aserción con conclusión no siempre resulta convincente, por ello se cita la
definición que aporta el Diccionario de Lengua Española de la Real Academia
Española del término conclusión, con el fin de mostrar que la asociación es
tradicional en el marco de los estudios retóricos y filosóficos: “Proposición que
se pretende probar y que se deduce de las premisas”.

Aristóteles, sin obviar otras partes del proceso argumentativo inductivo,


considera que dos son necesarias, la premisa y la prueba (evidencia). Existen
otros modelos, la mayoría de los cuales reconstruye el aristotélico, al cual se le
superponen otras visiones contemporáneas que, no obstante, siempre invocan
su prototipo. El de Stephen Toulmin es uno de ellos, objeto de atención de este
artículo.
Toulmin (1958) y Toulmin, Rieke and Janik (1979), quienes conciben a la retórica
epistémicamente como una forma de conocimiento que genera conocimiento,
acuerdos y cambios conceptuales, señalan que la creación de nuevos
paradigmas no surge de revoluciones que ignoran las antiguas creencias y
concepciones. El paradigma involucra la lectura crítica de la realidad en un
ambiente de competición en el que la verdad no se concibe como algo inmutable,
sino contingente y creada tanto en un contexto retórico argumentativo como en
uno histórico cultural:

aquellos que ignoran el contexto en que se hallan las ideas, están destinados a
malentenderlas. En muy pocas y autosuficientes disciplinas teóricas –por
ejemplo, las partes más puras de las matemáticas- uno puede quizá desgajar
conceptos y razonamientos de los medios histórico-culturales en los que se
introdujeron y usaron, y considerar sus méritos y defectos fuera de tales medios.
(Janik y Toulmin, 2001, p. 31.)

Toulmin (1992) distingue entre argumentos substanciales y analíticos. En éstos


la conclusión no trasciende el contenido de premisas universales. En aquéllos
se infiere a partir de los datos del contexto. El razonamiento analítico es el formal
y lógico usado por matemáticos y hombres de ciencias, basado en tesis
preexistentes. El práctico, substancial, no se mide con base en criterios de
corrección o validez, sino de relevancia o irrelevancia, fortaleza o debilidad.

El esquema de Toulmin es efectivo a la hora de planificar la escritura. Posibilita


el encuentro y la delimitación de una aserción, parte medular del proceso de
generación de un conocimiento nuevo. Obliga a una actividad cognitiva por
medio de la cual es posible relacionar y evaluar la evidencia y la aserción en
función de una garantía, actividad que torna activo y recursivo el proceso de
planificación. En efecto, no son suficientes los datos recopilados. Hace falta
verificar su correspondencia con la meta trazada, es decir, con la aserción a
demostrar. Por lo tanto, urge el enriquecimiento constante del proceso de
inventio pues muchos pasos o categorías deben estar razonados: la aserción se
basa en una evidencia, la relación entre aserción y evidencia se basa en una
garantía, y la misma garantía se fundamenta en el respaldo. Por lo tanto, el
proceso de planificación, per se, asegura la coherencia, preserva el sentido del
texto.
El modelo de Toulmin funcione como un heurístico. Los heurísticos, desde las
psicologías cognitivas, son considerados mecanismos, instrucciones o reglas
mentales que permiten solucionar problemas específicos y hacen más eficientes
los procesos cognitivos, sobre todo aquellos que parecen ser
computacionalmente costosos. No necesariamente llevan a soluciones correctas
o son garantías de obtener la solución, pero es como racionalmente actuamos
(Eraña, 2003): “son sistemas de instrucciones que nos permiten solucionar un
problema, no de manera exacta ni en todos los casos, pero sí de manera que no
sea necesaria una computación excesiva de los recursos cognitivos que
tenemos disponibles”. Eraña (2003) considera que la competencia racional está
constituida por reglas heurísticas. Otro aporte interesante es el de Pérez (1990),
quien los considera mecanismos por los que reducimos la incertidumbre que
produce nuestra limitación para enfrentarnos a la complejidad de estímulos
ambientales. Son de naturaleza psicológica y lingüística y no matemática,
basados en la actuación humana frente a la resolución de problemas (De Gracia
y Castelló, 2002).

Toulmin hizo explícita la estructura del heurístico de la argumentación. Hizo


externo lo que ocurre en el plano interno cuando estamos en esta empresa
epistemológica. Estando ahora el modelo interno en el plano externo se convierte
en un andamio vigotskiano que requerimos para que los estudiantes hagan uso
de esta estructura en su plano interno.

Ejemplo No. 3 del modelo de Toulmin

Aserción: - José Martí propicia una identificación, por vía afectiva y estética, con
el indígena latinoamericano en el texto: “Las ruinas indias”.

Evidencia (datos): La evidencia está en el texto citado: Las ruinas indias, en el


cual el Apóstol cubano para atrapar al lector niño:

a) Asocia la historia y los productos culturales de los indígenas con objetos


estéticos como el poema, el cuento y la novela. -No habría poema más triste y
hermoso que el que se puede sacar de la historia americana. No se puede leer
sin ternura…” - Se leen como una novela las historias de los nahuatles y mayas
de México, de los chibchas de Colombia, de los cumanagotos de Venezuela, de
los quechuas del Perú, de los aimaraes de Bolivia, de los charrúas del Uruguay,
de los araucanos de Chile. - “¡Qué hermosa era Tenochtitlan, la ciudad capital
de los aztecas, cuando llegó a México Cortés! Era como una mañana todo el día
y la ciudad parecía siempre como en feria.”

b) Magnifica la grandeza de las obras: - Allí se describen pirámides mas grandes


que las de Egipto; y hazañas de aquellos gigantes que vencieron a las fieras; y
batallas de gigantes y hombres; y dioses que pasan por el viento echando
semillas de pueblos sobre el mundo; y robos de princesas que pusieron a los
pueblos a pelear hasta morir; y peleas de pecho a pecho, con bravura que no
parece de hombres; y la defensa de las ciudades viciosas contra los hombres
fuertes que venían de las tierras del Norte; y la vida variada, simpática y
trabajadora de sus circos y templos, de sus canales y talleres, de sus tribunales
y mercados.

c) Exalta la belleza de las ruinas indias: - Y ¡qué hermosa era Tenochtitlán, la


ciudad capital de los aztecas, cuando llegó a México Cortés! Era como una
mañana todo el día, y la ciudad parecía siempre como en feria. -Pero las ruinas
más bellas de México no están por allí, sino por donde vivieron los mayas, que
eran gente guerrera y de mucho poder, y recibían de los pueblos del mar visitas
y embajadores. (…). Pero ni el Palenque se puede comparar a las ruinas de los
mayas yucatecos, que son más extrañas y hermosas. -Pero de lo que queda en
pie, de cuanto se ve o se toca, nada hay que no tenga una pintura finísima de
curvas bellas, o una escultura noble, de nariz recta y barba larga….

Garantía - La identidad se construye socialmente por medio del discurso y la


cognición.

Respaldo -Los recursos discursivos están dirigidos a que lector simpatice con el
mundo presentado por el autor medio de sentimientos de admiración o
compasión. -El uso de un estilo hiperbólico está dirigido a causar asombro en el
lector. -Al comparar la historia de América con un poema o novela Martí la define
como portadora de belleza y admiración, la representa estéticamente. -Retamar,
Tedesco, Cintio Vitier afirman la visión indigenista de Martí. (En este caso deben
citarse directamente las palabras de estos críticos).

Reserva - A menos que la persona no comprenda el texto.


Cualificador modal “siempre”.

Se opone a la tradición que pretende hacer de la lógica una ciencia formal


comparable a la geometría —que data desde Aristóteles— y, en cambio, propone
desarrollar una lógica operativa o aplicada (working logic). Elige como modelo a
la jurisprudencia y compara los argumentos cotidianos y las pretensiones que
hacemos valer en contextos extrajurídicos, con los propios de los litigios
judiciales.

Es así que el modelo de Toulmin permite identificar y utilizar argumentos y


enunciados no categóricos83, que son los más usuales, además que explica,
como en un esquema dialéctico, se pueden ir construyendo dialécticamente y, a
la postre, se consiguen o se frustran pretensiones. Es una representación que
refleja lo dinámico, contingente, razonable y plausible de las prácticas
argumentativas reales de lo que ocurre, día con día y no una teoría, distante de
lo cotidiano y convencional.

Se integra bajo el criterio de la pretensión cuyos elementos —especialmente los


relativos a la causa de pedir— deben verse encadenados y relacionados tanto
en un aspecto estructural —estático— con un orden y secuencia, como en otro
de funcionalidad —dinámico—.

Un prerrequisito que no debe ser ignorado es el interés jurídico, presupuesto y


condición de legitimación y eficacia de la acción judicial90 y de la pretensión.
Este concepto incluye la existencia de: a) un derecho subjetivo o interés legítimo
lesionado o desconocido, b) un agravio o perjuicio, y c) la obligación del tribunal
de declarar o constituir un derecho o imponer una condena, para el caso de
resultar fundada la pretensión deducida.

Colomer (2003: 187) dice que el trabajo del juez es dinámico, por lo que tomando
como punto de partida la realidad fáctica alegada por las partes (causa petendi)
y conforme con las pruebas propuestas o practicadas de oficio, deduce un relato
o relación de hechos probados, que es el resultado del juicio de hecho91. El
discurso de la quaestio facti es el parangón para controlar la racionalidad de la
decisión sobre el thema decidendi, según la alternativa elegida respecto al
factum probandum. El discurso resultante no es libre, debe mostrar la
racionalidad, razonabilidad y coherencia de los momentos del procedimiento,
mencionando y justificando cada fase —tanto de selección como de valoración
de los hechos— en las que el juez tiene poder de decisión.

Reglas de la lectura critica

Antes de entrar en materia es necesario definir o precisar a qué nos estamos


refiriendo cuando hacemos alusión a la lectura crítica. De la lectura crítica
podemos conceptualizar que es aquella técnica de análisis de la información de
un texto y cuya finalidad es generar la práctica de evaluar la información que
contiene un determinado texto. Sin lugar a dudas la lectura crítica en el campo
jurídico, es una herramienta de gran ayuda ya que nos permitirá tener un análisis
más profundo y adecuado respecto a textos jurídicos, sin importar cual fuera su
tipo. (Guerra, 2011,P. 3)

Es importante y de suma relevancia usar a nuestro favor los beneficios que nos
brinda la lectura crítica. Podemos mencionar estos por ejemplo:

 El o los llamados a tomar decisiones (los jueces o magistrados en el


campo jurídico) obtendrán una información muy bien procesada por
parte de terceros, y cuya información les ayudara a no caer en el error
 En múltiples ocasiones escribimos como leemos y leemos como
escribimos, por lo que al utilizar la lectura crítica nos ayudara a
desarrollar muchas cualidades que en la actualidad se han perdido
 Finalmente podemos decir que el uso de una lectura crítica nos ayudara
en gran manera en la oralidad de nuestros argumentos, así como a
detectar errores en los de los demás

Ejercer la lectura crítica es pues fundamental para mejorar la calidad de nuestras


NBdecisiones y para ejercitarnos en la comunicación de información de alta
calidad.
Bibliografía
Dionicio, G. l. (2015). Tecnicas de Litigacion Oral. Obtenido de
https://es.scribd.com/doc/289509485/Tecnicas-de-Litigacion-Oral

Guerra, J. U. (2011). LA LECTURA CRÍTICA DE TEXTOS JURÍDICOS. Obtenido de


https://es.scribd.com/document/72507546/Lectura-Critica-de-Textos-Juridicos

Tinoco, J. U. (30 de Marzo de 2015). Bibliojuridicas.unam. Obtenido de


www.juridicas.unam.mx

Pinto, F. J. A. (2005). La teoría de la argumentación jurídica en robert alexy. Retrieved from


https://ebookcentral.proquest.com

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