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Las políticas culturales y el consumismo cultural: Canclini, Yudise y otros

En los últimos años el estudio del consumo cultural ha cobrado una importancia en
América Latina y se ha trasformado en un terreno desde donde pensar los procesos culturales
que actualmente atraviesan las sociedades (Quevedo, 2003). El análisis del consumo cultural
se transformado en una importante área de análisis en lo académico.

Por otra parte el campo del consumismo ha recibido los aportes de investigaciones
que provienen de la antropología, sociología, economía, comunicación, ciencia, política, etc.
lo que significa que tiene un campo interdisciplinario. En este sentido los territorios del
consumismo y prácticas culturales ha encontrados distintas definiciones en los diferentes
países y en los investigadores responsables de los estudios locales, nacionales y regionales.
En América Latina los investigadores del consumo cultural han trabajado siempre en
repertorios complejos de prácticas y hábitos culturales como medios de comunicación e
industrias del entretenimiento, pero también de la concurrencia a museos, fiestas populares,
exposiciones, bibliotecas, centros culturales. También sobre expectativas y opiniones de los
ciudadanos sobre oferta cultural pública y privada.

Las investigaciones también han trabajo para mostrar todas las aristas del vínculo
entre los públicos y ofertas culturales, también se ha comenzado a analizar la estructura del
gasto, por ejemplo; canasta de bienes y servicios o cuentas culturales en cultura y
comunicación que realizan las familias en relación a sus ingresos. Según Quevedo (2003)
para las investigaciones de este campo se señalan dos factores que impulsan estos estudios:
el primero un giro teórico en las investigaciones que se venían realizando en el ámbito
académico durante la década de los setenta y ochenta, donde pesaron más las investigaciones
sobre los efectos de los medios y los procesos de mediación social, así como el análisis sobre
las industrias culturales y también sobre géneros que llevó a los investigadores a realizar otro
tipo de estudios ligándolos más al campo que vincula cultura, política y democracia

El segundo, el apoyo que encontraron los análisis sobre consumos en muchos


organismos de cooperación internacional y también de gobiernos que entendieron que este
tipo de conocimiento podía ser un insumo de importancia para el diseño de políticas públicas
y también para quienes desarrollan tareas desde las organizaciones de la sociedad civil. Sin
embargo en este aspecto no solo de debería apoyar algunas iniciativas puntuales en materia
de investigación sino que los estados municipales o nacionales debieron pensar estos estudios
de consumo cultural como una actividad sostenida en el tiempo que garantice una
actualización permanente a fin de transformarla en una herramienta estratégica para la
gestión.

Con respecto a estos estudios en varios países de la región lo han realizado por
ejemplo Chile, Argentina, Colombia, Uruguay, Venezuela, México en donde varias
instituciones pasan encuestas sobre consumos y prácticas culturales. En estos últimos años
se ha verificado algunos trabajos de German Rey, García Canclini y Guillermo Sunkel entre
otros. Todos ellos contribuyeron a formalizar este campo de investigación, reuniendo
especialistas y publicando algunos textos que se encontraban dispersos en America Latina.
Por ejemplo El consumo cultural en America Latins (1999) de Sunkel que se constituyó en
un lugar de encuentro de reflexión de una serie de investigaciones que se realizaron en este
terreno (Quevedo, 2003, pág. 11).

Las políticas culturales están atravesadas por interacciones singulares entre estado,
sociedad civil, campo cultural, economía, así también por los significados prevalecientes de
cultura tanto en el país donde se implementan como en el clima de época y las instituciones
que intervienen en la producción de conocimiento en la gestión académica, institucional
(Yudice, 2004, pág. 142).

Analizar el concepto de políticas culturales supone no solo abordar una cuestión


intelectual sino también tener en cuenta una dimensión práctica, en términos de acciones que
le van imponiendo sentido. A finales del siglo XX se generan formas de pensar, nuevas
políticas culturales a las concepciones de cultura. Los procesos de globalización cultural y la
crisis de los Estado Nación coincidieron con un conjunto de eventos internacionales en los
que se comenzó a reivindicarse el tema de los derechos humanos, en consonancia con los
derechos culturales a la par de la crisis de los estados nación y la emergencia de
nacionalidades plurales (Ortiz, 1994, pág. 56)
George Yudice (2003) ha transitado el concepto de cultura, quien propone abandonar
su significado tradicional asociado a la distribución de aquello que estaría lejos de las clases
populares, para pensar, probablemente atravesado por las teorías políticas fundadas en los
conceptos de confianza y capital social, acerca de las propias capacidades de los sujetos
derivadas de las experiencias de vida y del entorno: se trata ahora en sociedades post
neoliberales de cómo fortalecerse a partir de lo que se sabe y se vive por la práctica. Allí
aparece el concepto de cultura como recurso el cual se entronca con una mirada renovada
sobre el desarrollo y que tiene implicancias en las nuevas formulaciones de políticas
culturales tanto en Brasil, como Argentina y Uruguay orientados a valorizar la cultura en
términos de identidades.

Ortiz, R. (1994). Mundialización y cultura. Buenos Aires:: Alianza.

Quevedo, L. A. (2003). Consumos y prácticas culturales en América Latina. sociólogía, 109.

Yudice, G. (2004). Toby Miller: Política Cultural. Buenos Aires: Gedisa.

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