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[TRADUCCIÓN] BTS LOVE YOURSELF 承 ‘Her’: 花樣年

華 The Notes
POSTED ON OCTUBRE 5 , 2017 W RI TTE N BY I ONE W I TH 4 COMM ENTS

A continuación encontraréis las notas traducidas al español que aparecen en los álbumes
de LOVE YOURSELF: HER de BTS.

Están organizadas cronológicamente, ya que muchas se repiten en las diferentes


versiones. No obstante, entre paréntesis tenéis la versión o versiones en las que podéis
encontrar dichas notas.

TAEHYUNG

29 de diciembre. Año 10 (en versiones L, O y E)

Me quité los zapatos, lancé mi mochila lejos de mí y entré en el salón. Mi padre estaba allí,
como era de esperar. Ni siquiera pensé cuánto tiempo había pasado sin verle o de dónde
había venido. En un abrir y cerrar de ojos me encontré con los brazos de mi padre. No
recuerdo exactamente qué ocurrió después. No recuerdo qué me golpeó primero; si fue el
olor a alcohol, sus insultos o la bofetada en la cara. Ni siquiera pude entender qué había
ocurrido. Su respiración era entrecortada y su malaliento se mezclaba con el olor a alcohol.
Sus ojos estaba inyectados en sangre y su cara estaba cubierta por una barba mal cuidada.
Me abofeteó con su enorme mano. Mientras se impacientaba por saber qué estaba mirando,
me volvió a abofetear. Después, me elevó en el aire. Aunque sus furiosos ojos rojos
infundaban miedo, el terror que ya dominaba mi cuerpo me impidió llorar. Ese no era mi
padre. Sí, era él; y a la vez no era él. Mis pies temblaron en el aire. Lo siguiente que recuerdo
es mi cabeza golpeando con fuerza la pared y cayendo al suelo. Parecía que mi cabeza iba
a explotar. Empecé a ver borroso y después sólo había oscuridad. Lo único que llenó mi
cabeza fueron los jadeos de mi padre intentando respirar.

SEOKJIN

2 de marzo. Año 19 (en versiones L, O y V)

Un olor húmedo nubló mi olfato mientras entraba con mi padre en el despacho del director.
Hacía 10 días que había vuelto de Estados Unidos y el día anterior me enteré de que
repetería curso debido al cambio en el sistema educativo. “Por favor, cuide bien de él”, dijo
mi padre mientras descansaba su mano sobre mi hombro, haciendo que me encogiera
inconscientemente tras notar su firme tacto. “El colegio es un lugar peligroso. Las normas
son imprescindibles”, dijo el director mientras me observaba directamente a los ojos.

Cada vez que el poderoso señor hablaba, sus arrugadas mejillas y las comisuras de su boca
temblaban dejando entrever el oscuro color rojizo que se escondía en el interior de sus
negruzcos labios. “¿No es cierto, Seokjin?”. Dudé en responder ante esa inesperada
pregunta, haciendo que mi padre apretase con más fuerza mi hombro. Me apretaba con
tanto ímpetu que noté cómo se contraían los músculos de mi cuello. “Confío en que lo harás
bien”, dijo el director mientras sus ojos amenzaban a los míos sin piedad y mi padre
aumentaba cada vez más su fuerza sobre mi hombro. Cerré mis puños con fuerza – la
presión que ejercía su mano era tan intensa que pensé que los huesos de mi hombro no
aguantarían intactos por mucho tiempo. El sudor frío y los temblores incontrolables tomaron
el control de todo mi cuerpo. “Tienes que responderme. Seokjin, tienes que convertirte en
un buen estudiante”, dijo el director mientras me observaba con cara de pocos
amigos. “Vale”, balbuceé con gran dificultad a modo de respuesta.

Mi agonía se esfumó en un segundo. Escuché el intercambio de risas entre mi padre y el


director. Era inacapaz de levantar la cabeza y lo único que podía hacer era observar los
zapatos marrones de mi padre y los negros del director. Sus zapatos brillaban, a pesar de
desconocer de dónde provenía esa luz. Aquel brillo me inundó de miedo.

JIMIN

30 de agosto. Año 19 (en versión L)

Mientras Hoseok hyung hablaba por teléfono yo me dediqué a jugar con el polvo del suelo
que cubría con su sombra. Él me sonrió con una expresión que decía, “Park Jimin, has
crecido mucho”. La distancia desde casa hasta el colegio era sobre 2 horas caminando. En
autobús no llegaba a la media hora, y si caminábamos por la calle general tardábamos
únicamente 20 minutos. Aun así, hyung siempre insistía en caminar por rutas que nos
obligaban a atravesar callejuelas sinuosas, escalar leves pendientes y cruzar pasos
peatonales. El año pasado me cambiaron de colegio tras salir del hospital. El colegio estaba
lejos de mi casa y era un lugar donde no conocía a nadie; pero pensé que estaría bien, sobre
todo porque estaba acostumbrado a cambiar de colegio y porque tampoco sabía si tendría
que volver al hospital. Pensé que no sería un gran problema.

Pero entonces conocí a hyung. Fue poco después de comenzar el nuevo


trimestre. Hyung se acercó despreocupadamente a mí y caminamos juntos durante dos
horas. Fue mucho más tarde cuando descubrí que su casa estaba en dirección opuesta a la
mía. No tuve el valor de preguntarle por qué me acompañó aquel día. Únicamente deseé
que, aunque fuera sólo un día más, estuviéramos así durante otras dos horas, donde
nuestras sombras fueran fieles compañeras, caminando juntos bajo la luz del sol.

Hyung seguía hablando por teléfono y pisé una vez más su sombra justo antes de salir
corriendo. Hyungcolgó el teléfono y comenzó a perseguirme. El helado comenzó a derretirse
lentamente bajo los calurosos rayos de sol y el sonido de las cigarras sonaban en mis oídos.
De repente, el miedo invadió mi cuerpo. ¿Cuántos días como este me quedarían por vivir?

NAMJOON

15 de mayo. Año 20 (en versiones L, O y E)

Mientras atravesaba el almacén del instituto, que alguna vez fue el refugio para aquellos
adolescentes sin rumbo fijo, coloqué un par de sillas en el suelo. Coloqué también un
polvoriento pupitre que limpié con mis propias manos. La gente siempre se emociona
cuando las cosas llegan a su fin. Hoy es mi último día de instituto. Hace dos semanas se
decidió que me iría de allí. No sé si podré volver. Puede que nunca vuelva a ver a
mis hyungs y dongsaengs.

Doblé un trozo de papel por la mitad, lo dejé en el pupitre y empuñé un lápiz. Me di cuenta
de que no sabía qué escribir. El tiempo pasó sin despedirse. Mientras garabateaba palabras
vacías en el papel, la punta del lápiz se rompió emitiendo un breve chasquido. A su vez, la
punta se rompió en más fragmentos que emborronaron parte del papel; un papel que había
decorado vaga e inconscientemente con la frase “Por favor, sobrevive”. Entre el polvo de
grafito y los garabatos se leían cuentos dispersos sobre pobreza, padres, dongsaengs y
mudanzas.

Arrugué el papel, lo guardé en mi bolsillo y me levanté. Una nube de polvo rosáceo alzó el
vuelo mientras empujaba el pupitre lejos de mí. Antes de emprender el camino hacia la
puerta, empañé el cristal de la ventana con mi aliento y dejé grabadas tres palabras. Ninguna
palabra de despedida sería suficiente y este fugaz mensaje transmitiría mis pensamientos
sin decir nada más. “Encontrémonos otra vez”. Más que una promesa fue un simple deseo
de mi parte.

JUNGKOOK

25 de junio. Año 20 (en versión O).

Acaricié las teclas del piano y mi mano se llenó de polvo. Las pulsé haciendo fuerza con la
punta de mis dedos, no sonaban igual que cuando tocaba hyung. Hace 10 días
que hyung no viene al colegio. Se rumorea que le han expulsado. Namjoon y
Hoseok hyung prefieren no hablar de ello y yo estoy asustando, pero no puedo decírselo.
Hace dos semanas, cuando el profesor abrió la puerta de la clase, solo estábamos hyung y
yo. Fue el día en que los padres visitaron la escuela. No quería estar en clase, así que me
fui de allí. Hyung no me prestó atención, simplemente siguió tocando el piano mientras yo
junté un par de mesas y me dispuse a dormir. Aunque sé que hyung y el piano son dos
entidades distintas, siempre los veo como si fueran uno solo y no sé por qué. Sea como
fuere, siento ganas de llorar cuando oigo a hyung tocar el piano.

Mis lágrimas estaban a punto de salir, cuando la puerta se abrió con un estruendo y el sonido
del piano cesó. Me caí hacia atrás y aterricé sobre mi mejilla, agazapado. De repente la voz
cesó y lloré, tragándome mis palabras. Miré hacia arriba y vi a hyung, que empujó el hombro
de esa persona y se quedó de pie frente a mí. Por encima del hombro de hyung pude ver
que esa persona se parecía a su profesor.

Toco las teclas del piano intentando emular la melodía que hyung tocaba aquel día. ¿Le han
expulsado de verdad? ¿No podrá volver? Si yo no hubiera estado allí, hyung no le hubiera
hecho nada al profesor ¿verdad? Si no fuera por mi culpa ¿hyung podría seguir tocando el
piano aquí?

YOONGI

25 de junio. Año 20 (en versiones L, V y E)

Después de empujar la puerta abierta y entrar en mi habitación, saqué la mochila que


descansaba en el último cajón de mi escritorio. Mientras la vaciaba por completo encontré
una tecla de piano. La lancé con ira hacia la papelera y me tumbé en la cama. No era capaz
de enfriar mi furioso corazón ni calmar mi entrecortada respiración y, sin darme cuenta, mis
dedos estaban manchados de ceniza.

Después del funeral, volví con mi soledad a la casa que el fuego consumió sin piedad. Al
entrar en la habitación de mi madre vi el piano completamente calcinado. Me dejé caer a su
lado y allí me quedé, mientras la luz de aquella tarde atravesaba las ventanas hasta que la
noche comenzó a apagarla lentamente. Los vestigios del sol iluminaron varias teclas del
piano. Me pregunté qué sonido emitirían y cuántas veces habrían sentido el tacto de las
manos de mi madre. Después de recoger una de esas teclas y guardármela en mi bolsillo,
salí de la habitación.
Han pasado casi cuatro años desde aquella visita. El silencio reinaba en la casa. Un
terrorífico silencio. Si eran más de las 10 de la noche y mi padre ya estaba durmiendo, no
se podía hacer el más mínimo ruido. Esas eran las normas de la casa. Para mí era muy
dificil soportar ese sliencio. Tampoco era sencillo acatar todos esos estrictos horarios,
normas y formalidades. Pero lo más insoportable para mí, a pesar de todo, era seguir
viviendo en esa casa. Mi padre me seguía dando dinero, cenaba con él y escuchaba sus
broncas. En vez de rebelarme, huir o meterme en problemas, me quedaba en casa. No tenía
en valor suficiente para abandonar a mi padre e irme de casa para experimentar por mí
mismo aquella verdadera libertad de la que tanto hablaba.

Me levanté de la cama de un salto y recuperé la tecla de piano que había tirado a la papelera
debajo de mi escritorio. Abrí la ventana y el fuerte viento nocturno invadió mi habitación.
Sentí cómo el viento abofeteaba mi cara y todo lo que hoy había vivido caía sobre mí como
una rebosante cascada. Lancé la tecla del piano con todas mis fuerzas a través del furioso
manto de aire. Hacía 10 días que no iba al colegio. Me enteré de que me habían expulsado.
Y ahora, aunque no quería irme, me sentía obligado a abandonar esta casa. No importa lo
mucho que afiné mis oídos, no fui capaz de escuchar el sonido de la tecla al chocar contra
el suelo. No importa las veces que pensé en ello, supe que nunca conocería el sonido de
aquella tecla. No importa cuánto tiempo pase, esa tecla nunca volverá a sonar.

Nunca volveré a tocar el piano.

HOSEOK

15 de septiembre. Año 20 (en versión L)

La madre de Jimin apareció en la sala de Urgencias. Después de comprobar el nombre


escrito sobre el cabecero de la cama y verificar la posición del suero intravenoso, quitó una
hoja que descansaba en el hombro de Jimin. Pensé que debería contarle por qué Jimin
estaba en Urgencias – sobre las convulsiones que tuvo en la parada de autobús – así que
di un par de pasos hacia delante. Fue entonces cuando la madre de Jimin detectó mi
presencia por primera vez y se quedó mirándome mientras me evaluaba durante bastante
tiempo. No supe cómo responder a esa mirada, así que dudé. Ella balbuceó un “Gracias” y
se giró. La siguiente vez que me miró fue cuando los médicos y enfermeras empezaron a
mover la cama y yo les intenté ayudar. Mientras decía “Gracias” de nuevo, la madre de Jimin
me rozó el hombro. Más que un roce, fue un contacto muy ligero antes de retirar su mano.
Sin embargo me dio la impresión de que una línea invisible se había interpuesto entre ella y
yo. Una fuerte y firme línea. Una fría y robusta línea. Una línea que nunca sería capaz de
cruzar.

Yo había vivido más de 10 años en un orfanato. Lo suficiente para poder entender esos
sutiles gestos, esa mirada y ese ambiente. En un momento de confusión, tropecé y caí al
suelo. La madre de Jimin me observó con una mirada vacía. Aunque era una mujer pequeña
y muy guapa, su silueta era enorme y fría. Cuando levanté mi cabeza, la cama de Jimin ya
no estaba en la sala de Urgencias y no la volví a encontrar. Desde ese día Jimin nunca más
volvió al Instituto.

JIMIN

28 de septiembre. Año 20 (en versiones O, V, E)

He dejado de contar cuántos días llevo en el hospital. Solía contarlos cuando tenía
esperanzas y me quería marchar. Por la ventana puedo ver árboles, hierba y gente a lo lejos;
hacía mucho que no los veía. Como mucho, ha pasado un mes. A veces los veo de uniforme,
pero ya no siento nada especial. Debido a las pastillas, todo se ha vuelto aburrido y borroso.
Así que hoy es un día especial. Un día sobre el que escribir en tu diario, pero yo no tengo
diarios. Hoy voy a mentir por primera vez. Miraré al médico a los ojos y fingiré estar triste.
“No me acuerdo de nada”.

HOSEOK

25 de febrero. Año 21 (en versiones O, V, E)

Bailo sin dejar de mirarme en el espejo. Aquí puedo sentir que mis pies no tocan el suelo y
me libero de las exigencias y las miradas del mundo. Lo único que importa es cómo mi
cuerpo se mueve al compás de la música.

Empecé a bailar con 12 años. Creo que fue en un concurso de talentos. Me subí al escenario
delante de los chicos de mi colegio. Lo mejor de todo fueron los vítores, los aplausos y la
seguridad en mí que sentí por primera vez. Me di cuenta de que disfrutaba bailando.
Conseguía disociarme y eso no era fruto de los vítores y los aplausos; no, era algo que
provenía de mi interior.

Fuera de este espejo, estoy atrapado. No puedo sentir que floto e incluso, aunque no me
guste, sonrío. Aunque esté triste, sonrío. Cuando me tomo las pastillas que no necesito, todo
se viene abajo. Así que cuando bailo, no puedo dejar de mirarme en el espejo. En ese
momento me siento en paz y seguro. En ese momento puedo dejar ir todo, olvidar lo doloroso
y creo que puedo ser feliz. Atesoro ese momento.

YOONGI

7 de abril. Año 22 (en versión O)

Me detuve al escuchar a alguien tocando mal el piano. Había alguien quejándose por culpa
del borracho que caminaba entre los puestos del mercado ya vacío. La canción me sonaba
pero no sabía de qué. Mis pasos ebrios se vuelven erráticos. Cerré mis cojos a propósito y
anduve un poco más. El calor del fuego era abrasador y el sonido del piano, la brisa nocturna
y el hedor se desvanecieron.

Abrí los ojos cuando noté pasar una luz repentina. Los faros del coche eran cegadores y
levantó un poco de aire al pasar. Entre el caos y el hedor, me tambaleé sin poder evitarlo.
Oí maldecir al conductor. Dejé de andar, maldije también y, de repente, ya no pude oír el
sonido del piano. Escuché fuegos artificiales, el sonido del viento y el del coche al marcharse,
pero no podía oír el piano. Creo que dejó de sonar. ¿Por qué paró? ¿Quién estaba tocando?

Tras un sonido ensordecedor, los fuegos artificiales dieron paso a la oscuridad. Durante un
tiempo miré sus restos aturdido. Empecé a sentir calor en mi rostro y, en ese momento,
escuché el sonido de las teclas del piano. Como un acto reflejo, miré hacia atrás y, de
repente, mi respiración se volvió errática. Las pesadillas de mi infancia. Creo que el sonido
es igual al de ese lugar.

En un instante, eché a correr. Inconscientemente, mi cuerpo se dirigió rápidamente a la


tienda de música. Me siento como si repitiera un patrón. No sé por qué lo hago.

La tienda de música con el cristal roto. Hay alguien sentado delante del piano. Han pasado
años, pero creo que puedo intentarlo una vez. Estaba llorando. Apreté mi puño. No es fácil
involucrarse en la vida de alguien. No es fácil ayudar a quien está solo. No quiero
convertirme en alguien importante para otra persona. No estoy seguro de ser capaz de
proteger a alguien. No sé si sería capaz apoyar a esa persona hasta el final. No quiero hacer
daño a nadie y no quiero que me hagan daño.

Me moví despacio. Pensé en darme la vuelta, pero no sabía qué hacer. Me giré y vi a
Jungkook. “Hyung”.

Es la primera vez que nos vemos después de que le pegara en el instituto.

SEOKJIN

11 de abril. Año 22 (en versión E)

Fui solo a ver el mar. El océano estaba más azul y profundo que nunca. La luz del sol se
reflejaba en la superficie del agua y el viento soplaba a través de los árboles. Lo único que
había cambiado era el hecho de que estaba realmente solo. Cuando presioné el obturador,
la escena cambió. Volví a aquel día hace 2 años y 10 meses, pero pronto se desvaneció.
Ese día estábamos juntos, uno al lado del otro, frente al mar. Siempre estaba cansado y no
tenía nada, pero, al menos, estábamos juntos.

Di la vuelta con el coche y pisé el acelerador. Pasé el túnel y paré. También pasé de largo
el colegio al que fuimos juntos y abrí la ventanilla. Hacía una noche primaveral. La brisa era
cálida y los árboles de cerezo se alineaban junto a la valla del colegio. Después, pasé
algunos cruces hasta que vi las luces de la gasolinera donde trabaja Namjoon.

NAMJOON

11 de abril. Año 22 (en versión V)

Estaba buscando alguna camiseta que fuera barata cuando Taehyung alzó un brazo por
detrás de mí y cogió una. La camiseta tenía el mismo diseño que la que yo llevaba puesta.
Taehyung me sonrió y se quitó la camiseta rota. Pude ver los moratones en su espalda
gracias a la luz de mi camioneta. Hoseok me miró sorprendido. Taehyung se puso mi
camiseta y se miró en el sucio espejo; entonces se rió.

“Llegué tarde porque él quería pintar algunos graffitis y la policía nos pilló, tuve que sacarlo
de allí” fingí estar enfadado con Taehyung y éste, a su vez, fingió estar muy arrepentido.
Yoongi hyung, que estaba sentado en la esquina de mi camioneta, se acercó lentamente a
nosotros y pegó a Taehyung en el hombro.

JUNGKOOK

11 de abril. Año 22 (en versiones L, V, E)

Poco a poco las cosas evolucionaron de la manera que yo había deseado. Golpeé con ganas
a los gamberros que me encontré en la calle y me dieron una paliza hasta destrozarme el
corazón. Alcé la vista hacia el cielo mientras me apoyaba en la persiana metálica que
protegía a un negocio cualquiera. Ya era de noche. Nada conseguía deslumbrar el oscuro
cielo nocturno. Vi un montículo de hierba a lo lejos. Permanecía inmóvil en el suelo mientras
el viento soplaba. Me recordó a mí mismo. Comencé a reír para evitar que mis lágrimas
brotaran sin remordimientos.
Cerré los ojos y apareció la imagen de mi padrastro aclarándose la garganta. Mi hermanastro
me había pegado y se reía. El resto de mi familia apartaba sus ojos y hablaban sobre temas
sin sentido. Se comportaron como si yo fuera invisible, como si mi existencia no valiera la
pena. Mi madre se sentía perdida cuando estaba con esa gente.

Mientras me apoyaba en el suelo para conseguir levantarme, una nube de polvo rosado se
dispersó por mi cabeza y comencé a toser. Dolía igual que un puñal en el estómago. Me
dirigí hacia el tejado de un edificio en construcción. Los terribles colores del cielo nocturno
de la ciudad se extendían sin fronteras. Me subí a la barandilla y caminé con mis dos manos
extendidas. Por un momento tambaleé y casi pierdo el equilibrio. Me invadió el pensamiento
de que podría morir si daba un paso más. Todo esto terminaría con mi muerte. Nadie lloraría
si decidiese dar un paso más.

TAEHYUNG

22 de mayo. Año 22 (en versión V)

Iba caminando entre la arbolada, cuando hyung me llamó por teléfono. Han pasado muchas
cosas estos días. Me alejé para que otros no pudieran oírme. Ralenticé deliberadamente mi
paso y me giré hacia el mar. Hyung no me vio y pasó de largo “Eres solo un año más joven
que yo. Ah no, no me importa. No es algo de lo que me tenga que hacer cargo”.

Un escalofrío me recorrió la columna y el mundo pareció detenerse. Me sentía como si


estuviera luchando por no ahogarme en un mar profundo, solo. Me sentía asustado,
miserable y desgastado. Enfadado, tan enfadado que no podía soportarlo más. Quería hacer
algo, lo que fuera. Que todo terminase, pegarle. Pero siempre he tenido miedo. Tengo la
sangre de mi padre. Quizá he heredado su violencia. Creo que algo ha atravesado el escudo
que construí para defenderme.

HOSEOK

31 de mayo. Año 22. (versiones L, O, V, E)

Evité intuitivamente el encuentro con sus ojos mientras notaba cómo me quedaba sin aliento.
Aunque esa incómoda sensación de asfixia me resulte familiar, sobre todo tras bailar durante
bastantes horas, en aquel momento el contexto era totalmente diferente. En aquel momento
me parecí a mi madre. No, no era un síntoma de haber estado pensando en ella, pero
tampoco encuentro otra forma de explicarlo o describirlo. No pude mirar bien la cara de mi
amigo, a quien conozco desde hace 10 años. Mientras aprendíamos juntos a bailar, a caer
y a perder la esperanza, conseguía esa fuerza para seguir adelante. Tumbados en el suelo
después de empaparnos de sudor, bromeábamos y nos lanzábamos las toallas.

Sentí cómo se despertaban ciertas emociones en mi interior que hacía tiempo que no sentía,
así que me levanté precipitadamente. Después de girar la esquina, apoyé mi espalda en la
pared. Mientras intentaba con todas mis fuerzas acompasar mi respiración escuché
algo, “Hoseok-ah, ¿a dónde vas?”. Una voz. Creo que era una voz. Esa voz me
llamó “Hoseok-ah.” Una voz que ahora no puedo recordar claramente, una voz que me
transportó a la época en la que yo tenía siete años.

YOONGI

8 de junio. Año 22 (versiones L, O, V, E)


Me volví a quitar la camiseta. El reflejo que me observaba desde el espejo era
completamente diferente a mí. La palabra “DREAM” escrita en aquella camiseta no era mi
estilo. El color rojo, la palabra “DREAM” y su corte ajustado no me gustaba lo más mínimo.
Lleno de frustración saqué un cigarro y empecé a buscar mi mechero. Palpé los bolsillos de
mi pantalón sin éxito, así que comencé a hurgar dentro de mi mochila. Entonces la realidad
me golpeó con fuerza. Me lo quitaron. Me lo arrancaron sin remordimientos de mis dedos y,
a cambio, recibí un chupa-chups y esta camiseta roja.

Me levanté con mi pelo despeinado cuando mi teléfono me avisó de que había recibido un
mensaje. Cuando vi las tres letras en la pantalla mi habitación se llenó de luz y mi corazón
se hundió. Mientras leía el mensaje mi cigarro se rompió por la mitad. Justo después mi
reflejo me sonrió desde el espejo. Allí estaba yo, con la palabra “DREAM” estampada en mi
pecho, el color rojo, su corte ajustado y sonriendo tontamente como si algo bueno hubiera
ocurrido.

SEOKJIN

13 de junio. Año 22 (teaser de LOVE YOURSELF 承 ‘Her’)

Después de volver de ese mar, estábamos todos solos.

No contactamos los unos a los otros, como si hubiéramos planeado no hacerlo. Solo
podíamos adivinar la existencia del otro a través del graffiti que quedaba en las calles, la
estación de servicio con sus luces brillando aún, y el sonido del piano que venía del viejo
edificio. Todos esos momentos, la imagen de esa noche que volvería como un fantasma.
Los ojos de Taehyung que brillaban como una llama, la forma en que me miraban como si
hubieran escuchado algo que no podían creer, la mano de Namjoon que paró a Taehyung,
yo que no pude soportando y acabé desestabilizando a Taehyung con mi puño.

No podía encontrar a Taehyung, que había huido, y cuando regresé a nuestro alojamiento
en la playa, no había nadie allí. Los únicos atisbos de los eventos de hacía unas horas eran
un vaso de cristal roto, sangre que empezaba a dejar mancha y aperitivos aplastados. Allí
había una foto que había caído. En la foto con el mar de fondo, estábamos juntos y riendo.

Acabo de pasar por la estación de servicio de nuevo hoy. Llegará el día en el que nos
volvamos a ver de nuevo. Llegará el día en el que riamos como reíamos en la foto. Llegará
el día en el que tenga coraje a enfrentarme a mí mismo. Pero por ahora, sigo sin hacerlo.
Una brisa húmeda soplaba hoy también, como ese día. Y luego, al momento, como una
advertencia, sonó mi teléfono. La foto colgada en el retrovisor se movió. El nombre de
Hoseok apareció en la pantalla.

“Dicen que Jungkook sufrió un accidente de coche esa noche.”

TAEHYUNG

25 de junio. Año 22 (versiones L, O, V, E)

Ralenticé mis pasos a propósito cuando noté que alguien se acercaba detras de mí. Hoy era
la tercera vez que nos encontrábamos en la tienda. La única diferencia es que hoy salieron
corriendo nada más verme. Huyeron hacia una zona desierta detrás de la tienda y cuando
aparecí, intentaron esconderse. Pensaron que estaban bien ocultos pero podía ver sus
grandes sombras moviéndose por su aparente escondite. Me reí conmigo mismo y me fui
fingiendo desconocer todo lo estaba ocurriendo. Nada más comenzar mi camino, empezaron
a seguirme desde la distancia.

Giré hacia un amplio callejón. Era el único lugar de todo el barrio donde las farolas
iluminaban la calle. El callejón era largo y la farola se encontraba a medio camino. Cuando
la luz me alcanzó, una sombra apareció detrás de mí. En ese momento mi sombra se habría
extendido ampliamente a mis espaldas. Es posible que se extendiera hasta los pies de la
persona que me perseguía aguantando su respiración. Mi larga sombra desaparecíó bajo
mis pies a medida que caminaba bajo la farola. Empecé a caminar más rápido. A medida
que la farola se alejaba de mí, mi sombra comenzaba a extenderse delante de mí. Poco
después, una sombra desconocida apareció lentamente en el polvoriento asfalto de la
carretera. Me detuve y la presencia a mis espaldas también. Dos sombras de diferente
tamaño se quedaron inmóviles sobre el asfalto, una al lado de la otra.

“Esperaré hasta que vengáis aquí”, dije. La sombra saltó, como si se hubiera asustado. Aun
así, continuaron aguantando sus respiraciones, paralizados, como si no estuvieran
allí. “Puedo verlo todo, lo sabéis”, dije mientras señalaba la sombra. Instantes después
escuché los el sonido click-clack de unos pasos aproximándose hacia mí. Me reí.

NAMJOON

30 de junio. Año 22 (versiones L, O, V, E)

Me observé a mí mismo con cierto asombro. Observé a mi mano que, como si tuviera
voluntad propia, se estiró para pulsar el botón que permitía al ascensor abrir sus puertas.
He experimentado momentos como este. Momentos que vivo por primera vez pero que, por
alguna extraña razón, me parecen a la vez viejos conocidos. La puerta del ascensor, a punto
de cerrarse por completo, volvió a abrirse y la gente comienzó a agruparse en su interior.
Entre toda esa multitud busqué a una persona que había decidido ese día recoger su melena
negra con una cinta amarilla. No pulsé el botón porque sabía que esa persona estaba aquí,
en el ascensor; pero entonces pensé que no era ningún milagro. Paso a paso comencé a
caminar hacia atrás hasta que mi espalda tocó la fría pared del ascensor. Levanté la cabeza
y vi la cinta amarilla.

La gente de espaldas transmite muchas historias. De todas ellas apenas pude comprender
un par. De algunas únicamente podemos atisbar gruesas pinceladas, mientras que otras
permanecen inescrutables hasta el final. Entonces pensé que a veces es posible
comprender a una persona sólo con leer la sinopsis de su vida en su espalda, como si de
un libro se tratara. Si eso es cierto, ¿alguien podría entenderme con sólo mirarme de
espaldas?

Nuestros ojos se encontraron cuando levanté mi cabeza y miré al espejo. Ella evitó mis ojos
al momento. No era la primera vez que vivía una situación como esta. Cuando volví a
levantar mi cabeza lo único que pude ver en el espejo fue el reflejo de mi cara. No fui capaz
de verme de espaldas.

JIMIN

3 de julio. Año 22 (versiones L, O, V, E)

Poco a poco me estiré en el suelo. Después de apagar la música, el silencio invadió la


habitación y no pude escuchar nada salvo mi propia respiración y los latidos de mi corazón.
Saqué mi teléfono y empecé a ver un vídeo de la coreografía que había estado aprendiendo
esa misma mañana. En el vídeo, los movimientos de hyung eran fluídos y precisos. Sabía
que esa perfección era el resultado que hyung había conseguido después de sacrificar
infinitas horas, sudor y ensayos; y yo, que prácticamente no dominaba nada, era egoísta y
deseaba llegar a su nivel. Sin embargo, compresión y esperanza son dos cosas diferentes
y lo único que podía hacer era suspirar.

Reuní todas mis fuerzas y me levanté del suelo. Intenté imitar los pasos pero lo único que
conseguía era tropezarme con mis propios pies. Seguí equivocándome en la parte donde
tenía que coordinar los movimientos mientras cambiaba las posiciones. Conseguí
solucionarlo al día siguiente, pero antes de eso quise asegurarme de que estaba haciendo
las cosas bien. En vez de escuchar frases de ánimo como “Lo haces mejor de lo que
esperaba”, cuando conseguía acompasar mi respiración con la de hyung lo único que
deseaba fervientemente era que me reconocieran como el compañero de hyung, como
alguien que logró llegar a su mismo nivel.

JUNGKOOK

16 de julio. Año 22 (versiones L, O, V, E)

Estaba al lado de la ventana escuchando música con mis auriculares, cantando al son de la
canción. Ya había pasado una semana. Ahora podía cantar la canción sin mirar la letra. Me
quité un auricular y practiqué mientras escuchaba mi propia voz. Los demás decían que les
gustaba la letra porque era bonita, pero yo no lo entendía – para mí era vergonzosa. Los
rayos de luz de julio atravesaron con fuerza la gran ventana. Las hojas comenzaron poco a
poco a crujir y brillar, quizás por culpa del viento. Cada vez que ocruría eso, la luz del sol
que acariciaba mi cara también comenzaba a parecer diferente. Cerré los ojos. Canté
mientras observaba los diferentes colores – amarillo, rojo y azul – que florecían bajo mis
párpados cerrados. Puede que fuera por la letra o por la luz del sol, pero algo comenzó a
ebullir dentro de mi pecho; un sentimiento que me provocó cosquillas y picor a la vez.

SEOKJIN

15 de agosto. Año 22 (versiones L, O, V, E)

Después de abandonar la caótica intersección me detuve abruptamente sin pensarlo, a


pesar de que en aquel momento la mejor elección era acelerar el paso. El coche que
circulaba a mis espaldas me sobrepasó mientras su conductor hacía sonar la bocina
impacientemente y oía a alguien maldecir mi existencia; pero todos esas quejas quedaron
acalladas por el fervor rugido de la ciudad. Detecté una pequeña floristería que hacía
esquina en un callejón situado a mi derecha. La razón por la que mis pies se detuvieron no
se debió a esa tienda; de hecho la descubrí justo después de deternerme.

El interior de la humilde floristería aún estaba en construcción. Contuve mi respiración


mientras me acercaba al propietario que organizaba documentos en una esquina del local.
Hasta ese momento había visitado numerosas floristerías sin éxito, ya que ningún florista
conocía la existencia de aquellas flores y únicamente se dedicaban a enseñarme otras de
colores similares. Pero mi búsqueda no se basaba en similitudes. Tenían que ser las
auténticas. El dueño del negocio me observó durante un largo periodo de tiempo tras
escucharme nombrar las flores. Mientras me confirmaba que podría enviar mi pedido a pesar
de que la tienda todavía no estaba inaugurada, me preguntó, “¿Por qué necesitas esas
flores en concreto?”.
Su pregunta siguió revoloteando en mi cabeza mientras empujaba la puerta para salir de la
floristería y volver a la acera. Busqué dentro de mi mente una razón que justificase mi
necesidad imperiosa por encontrar esas flores. Sólo encontré una. Quería hacer feliz a esa
persona. Quería verle sonreír. Quería verle disfrutar de las flores. Quería convertirme en una
buena persona.

Trad. Ing: Bulletproof_SG, snowflake_dee, venezuelawings, rosoidae

Trad. Esp: BTS Spain

**Si tomas la traducción, por favor, respeta TODOS los créditos**

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[THE NOTES] Love Yourself 轉 ‘Tear’


P OSTED ON M AYO 20 , 20 18 WRI TTEN B Y CRI ESI NMOCHI WI TH 0 COMM ENTS

HOSEOK – 23 de Julio, año 10


Cuando conté hasta 3, escuché el sonido de su risa como una alucinación y, al rato vi
pasar a un niño de la mano de alguien. Miré hacia atrás rápidamente, pero allí no había
nadie, excepto mis compañeros de clase mirándome. “Hoseok-ah”. La profesora me llamó
por mi nombre. En ese instante me di cuenta de donde estaba. Era una excursión al
campo, estaba contando los frutos que estaban en el libro de texto. 5,6, seguí contando
pero cuando continué, mi voz comenzó a temblar y mis manos empezaron a sudar. Los
recuerdos de esa época seguían cada vez más presentes.

Ese día no era capaz de recordar la cara de mi madre, solo me acordaba de la chocolatina
que me dio mientras mirábamos el parque. “Hoseok-ah, cuenta hasta 10 y abre los ojos”.
Cuando terminé de contar y abrí mis ojos, mi madre no estaba allí. Estuve esperando
durante mucho tiempo a que ella regresase, pero eso nunca pasó. Únicamente pude
contar hasta 9, hubiera podido contar uno más, pero la voz no me salía. Me empezaron a
pitar los oídos y mi entorno se nubló. La profesora siguió señalándome, exigiéndome que
siguiera contando y mis compañeros no paraban de mirarme. No era capaz de recordar la
cara de mi madre, pensaba que si contaba hasta 10, mi madre nunca más volvería a
buscarme.

Y me desmallé.

JIMIN – 6 de abril, año 11


Estaba a las puertas del Jardín Botánico de flores solo. El tiempo era gris y un poco frío,
pero me encontraba de buen humor. Era el día del picnic, pero mi madre y mi padre
estaban ocupados. Me sentía algo decepcionado al principio. Sin embargo, en el concurso
de dibujar flores fui alabado y uno de los amigos de mi madre dijo: Wow, Jimin es muy
maduro. En ese momento me sentí bastante guay.
“Jimin, espera ahí. La profesora vendrá pronto” fue lo que me dijo mi profesora cuando el
picnic terminó, pero no esperé. Estaba seguro de que podría volver solo. Cogí las asas de
mi mochila con las dos manos y anduve intentando aparentar madurez. Parecía que los
otros me estaban mirando, por lo que mantuve los hombros incluso más alto. Poco tiempo
después, empezó a llover. Mis amigos y sus madres se marcharon, y no había nadie que
hubiese venido a buscarme; me dolían las piernas. Me cubrí la cabeza con la mochila y me
resguardé al cobijo de un árbol. La lluvia empezó a caer con más fuerza. No era capaz de
ver ninguna casa o tienda. El lugar al que había llegado era la parte trasera del jardín
botánico. La puerta lateral estaba abierta y por el hueco a través era capaz de ver una
especie de lugar de almacenaje.

YOONGI – 19 de septiembre, año 16


El fuego ardía en un rojo carmesí. La casa en la que había vivido hasta esa mañana fue
devorada por las llamas. La gente que me conocía corrió, gritando algo. Los vecinos
caminaban con pasos cortos. Habían dicho que la entrada no era segura por lo que el
camión de bomberos no podía entrar. Se paró ahí donde estaba.

Era el final del verano. Era el principio del otoño. El cielo estaba azul y el aire era húmedo.
No sabía qué pensar, qué debía de sentir, qué debía de hacer. Entonces un pensamiento
llegó a mi cabeza: “oh, mamá”. Al momento, la casa se vino abajo con un estruendoso
ruido. La casa fue engullida por las llamas—no, la casa se había convertido en llamas; el
techo, los pilares, incluso mi cuarto se deshacía como si la casa fuese de arena. Con un
aspecto de atontado, me quedé ahí y lo vi todo.

Alguien me empujó. Estaban diciendo que el camión de los bomberos había entrado. Otra
persona me cogió y pidió una respuesta. Aquella persona me miró a los ojos y gritó la
pregunta, pero no pude oír nada.

“¿Hay alguien dentro?”. Miré en silencio a esa persona. “¿Está tu madre dentro?”. Me
cogió de los hombros y me zarandeó. Inconscientemente, respondí. “No. No hay nadie”.
“¿De qué estáis hablando?”, preguntó una vecina. “¿Qué pasa con tu madre? ¿Se fue a
algún sitio?”

“No hay nadie”. Dije incluso sin ser consciente de mis propias palabras. Alguien me
empujó otra vez.

YOONGI – 12 de junio, año 19


Me marché de la escuela sin pensarlo, pero realmente no tenía a dónde ir. Hacía calor, no
tenía dinero, y no tenía nada que hacer. Había sido Namjoon que había propuesto ir a la
playa. El más joven de los chicos parecía emocionado; pero yo no me sentía así, aunque
tampoco me desagradaba la idea. “¿Tenemos dinero?”. Ante mi pregunta, Namjoon hizo a
todos vaciar sus bolsillos. Unas pocas monedas, unos pocos billetes. “Así que no podemos
ir”. Con toda probabilidad, quien dijo que podíamos ir caminando fue Taehyung. Namjoon
nos suplicó con la mirada que lo pensáramos una vez más, pero los chicos comenzaron a
alejarse, riéndose y pretendiendo dar la vuelta a la calle antes de empezar a caminar. Yo
no tenía ganas de hablar, así que me quedé atrás. Era medio día, los árboles ginkgo no
podían darnos sombra y los coches levantaban el polvo de la carretera cuando pasaban a
nuestro lado.

“Vayamos allí”. Fue Taehyung quien habló esa vez. ¿O había sido Hoseok? No me
importaba por lo que no presté demasiada atención, pero habría jurado que había sido uno
de ellos dos. Había estado caminando sumido en mis pensamientos, haciendo levantar el
polvo del suelo, pero cuando casi me choqué con alguien ladeé la cabeza. Jimin estaba
ahí parado, como si se hubiera quedado congelado. Los músculos de su cara temblaban
como si hubiese visto algo aterrador. Estaba mirando el cartel que decía “Jardín Botánico
de flores, 2.2 kilómetros”.

“No quiero andar”. Escuché decir a Jungkook. El sudor caía por la cara de Jimin, que se
había quedado pálido, como si fuese a colapsar en cualquier momento. ¿Qué estaba
pasando? Tenía una sensación extraña. “Park Jimin”. Lo llamé, pero tal y como me había
imaginado, no se percató de nada. Volví a ladear la cabeza para mirar el cartel.

“Oye, hace mucho calor. ¿Por qué íbamos a ir al jardín botánico? Vamos a la playa”.
Mientras lo decía, arrastré mis piernas. No sabía qué clase de lugar era ese jardín
botánico, pero no parecía que se trata de un lugar al que debíamos ir. Fuera cual fuese la
razón, la expresión de Jimin era extraña. “Ni siquiera tenemos dinero…”, dijo Hoseok. “Por
eso estamos andando”. Y Taehyung añadió, “Si andamos hasta la estación de tren,
probablemente lo conseguiremos”. Entonces, Namjoon añadió “Y por eso nos moriremos
de hambre en la cena”. Jungkook y Taehyung parecían a punto de echarse a llorar, y
Seokjin hyung se rio. Jimin solo comenzó a moverse cuando decidimos caminar hasta la
estación de tren. Caminaba con la cabeza agachada y los hombros temblando. Jimin
parecía un niño pequeño. Volví a mirar el cartel. Las letras que decían “Jardín Botánico de
flores” se iban difuminando conforme nos alejábamos.

TAEHYUNG – 20 de marzo, año 20


Me deslicé por el pasillo, haciendo un gran ruido con mis pies. De golpe paré. Podía ver a
Namjoon delante de “nuestra clase”. Nuestra clase. Nadie lo sabía, pero llamaba a esa
habitación nuestra clase. Yo y mis hyungs y Jungkook, era nuestra. Aguanté la respiración
y seguí adelante. Iba a seguirlo.

“¡Director!”. No había ni cinco pasos cuando escuché una voz, que denotaba urgencia, a
través de una ventana abierta de la clase. Parecía que era la de Seokjin hyung. De golpe
me paré. ¿Estaba Seokjin hyung hablando en ese momento con el director? ¿En nuesta
clase? ¿Por qué? Entonces, escuché mi nombre y el de Yoongi hyung, y entonces vi a
Namjoon hyung sobresaltarse. Tal y como había sospechado, Seokjin hyung abrió la
puerta de golpe. Había un teléfono en su mano. El shock y la confusión se podían leer en
su cara. No pude ver la expresión de Namjoon hyung. Me escondí y los espié. Seokjin
hyung abrió su boca, y puede que para decir cualquier excusa, pero Namjoon hyung movió
una mano y habló. “Está bien”. Seokjin hyung parecía confuso. “Hyung debe de tener
alguna razón”. Después de que él hablara, Namjoon hyung pasó al lado de Seokjin hyung
y entró a la clase. No podía creerlo. Seokjin hyung le contó al director lo que Yoongi hyung
y yo habíamos estado haciendo días atrás. Le contó todo, sobre saltarnos las clases y
escalar por el muro para luchar con otros chicos. Pero Namjoon hyung dijo que todo
estaba bien.
“¿Qué estás haciendo aquí?”. Me di la vuelta sobresaltado. Eran Hoseok hyung y Jimin.
Hoseok hyung parecía estar más sorprendido y apoyó su brazo en mi hombro. En un
momento de confusión, dejé que Hoseok hyung me llevara a clase. Namjoon hyung y
Seokjin hyung estaban hablando y levantaron la mirada. Seokjin hyung se levantó con
velocidad y dijo algo sobre que se tenía que marchar mientras salía de la clase. Me fijé en
la expresión de Namjoon hyung. Había mantenido la vista clavada en la espalda de
Seokjin hyung, pero ahora se reía como si no hubiese pasado nada malo. En ese
momento se me ocurrió algo. Namjoon hyung debía de tener una razón. Porque hyung
sabía más que yo, y era más listo y mayor. Y por eso era nuestra clase. Fui a nuestra
clase, poniendo la falsa sonrisa que todos habían llamado mi “sonrisa ensayada”. Pensé
que no le podía decir a nadie el contenido de aquella conversación.

SEOKJIN – 17 de julio, año 20


Una vez cruzo las puertas del colegio, el sonido de las cigarras llena mis oídos. El jardín
del colegio está lleno de niños riéndose, jugando y echando carreras. Empezaban las
vacaciones de verano y todo el mundo hablaba. Cubro mis orejas y camino entre ellos.
Quería irme lo más rápido que pudiera.

“Hyung”. Levanto mi cabeza, sorprendido por la repentina aparición de una sombra. Son
Hoseok y Jimin. Me miran, con amplias sonrisas y sus ojos llenos de malicia. “Hoy
empiezan las vacaciones ¿te vas a ir?” Añadió Hoseok, tirando de mi brazo. Murmuro un
“claro, claro” y otras palabras sin sentido antes de girar la cabeza. Lo que ocurrió ese día
fue un accidente, no fue intencional. No sabía que Jungkook y Yoongi estarían en el cuarto
de almacenamiento en ese momento. El director sospechó que estaba encubriendo a mis
donsaengs. Dijo que le diría a mi padre que no estaba siendo un buen estudiante, así que
tuve que responder. Mencioné el escondite porque creí que estaría vacío. Pero, al final,
han expulsado a Yoongi. Y nadie supo que yo tuve parte de culpa.

“¡Pasa un buen verano, hyung! Te llamaré”. Hoseok quita su mano de mi brazo, leyendo mi
expresión y me despide de forma aún más alegre. No puedo decirle nada. Mientras cruzo
la vaya del colegio, pienso en el primer día que vine a la escuela. Nos castigaron a todos
juntos por llegar tarde y nos reímos de ello.

He arruinado todo.

JUNGKOOK – 30 de septiembre, año 20


“Jeon Jungkook. No vas a ir ¿no” No contesto. Me quedo de pie, mirándome los dedos de
los pies. Como no contesto, me da en la cabeza con la carpeta, pero incluso entonces, no
abro la boca. Estoy en el aula que utilizaba con mis hyungs, la descubrí un día que les
seguí y, desde entonces, fui allí todos los días. Quizá los hyungs no lo sabían. A veces no
iban porque tenían otros planes o estaban ocupados por sus trabajos a media jornada.
Llevo días sin ver a Seokjin hyung ni a Yoongi hyung, pero yo no he faltado un solo día.
Hay días en los que nadie viene, pero está bien. Si no vienen hoy, ya vendrán mañana. Si
no, vendrían al día siguiente, así que estaba bien.
“Solo aprendes cosas malas cuando te juntas con ellos”, me pega otra vez. Alzo la vistas y
le miro. Me pega otra vez. Recuerdo a Yoongi pegándome. Aprieto los dientes y lo
aguanto. No quería mentir y decir que no había ido.

Ahora estoy otra vez frente a esa clase. Siento que los hyungs están tras la puerta. Siento
como si fueran a levantar la cabeza del videojuego que están jugando para preguntarme
por qué he tardado tanto. Seokjin hyung y Namjoon hyung estarían leyendo algún libro,
Yoongi hyung estaría tocando el piano y Hoseok hyung y Jimin hyung estarían bailando.

Pero cuando abro la puerta, solo está Hoseok hyung. Está recogiendo la clase y todo lo
que dejamos atrás. Sujeto el manillar de la puerta y me quedo allí plantado mientras hyung
se acerca y me rodea el brazo con los hombros. Me lleva fuera del aula “vámonos”. La
puerta se cierra detrás de nosotros y, de repente, me doy cuenta de que esos días ya no
volverán nunca más.

NAMJOON – 17 de diciembre, año 21


Las personas que esperaban al primer autobús intentaban calentarse las manos ante el
frío. Miré el polvo que había en el suelo mientras agarraba la correa de mi mochila.
Intentaba no hacer contacto visual con nadie. Era un pueblo a las afueras donde solo
pasaban dos autobuses al día. Desde la distancia, vi aparecer al primer autobús.

Me subí detrás de todo el mundo. No miré atrás. Cuando me apasionaba algo, cuando no
tenía nada a lo que agarrarme, cuando no tenía nada que dejar salvo cosas de las que
escapar—tenía condiciones. No iba a mirar atrás. En el momento que lo hiciese, todos los
esfuerzos que había puesto hasta ahora se convertirían en menos que espuma de mar.
Mirar atrás. Era una especie de superstición, una especie de promesa, algo a lo que temer.
Solo cuando fuese capaz de superar esas cosas podría escapar.

El bus arrancó. No tenía ningún plan. No tenía nada que me apasionara sobre ello, nada a
lo que agarrarme, ninguna razón en particular por la que escapar. Estaba cerca de pensar
en huir. El rostro cansado de mi madre. Mi hermano vagabundo. La enfermedad de mi
padre. Empezando por la situación que vivíamos en casa, la cual había ido empeorando
cada día. Desde mi familia, que imponía el sacrificio y la tranquilidad; y desde mí mismo,
que había pretendido no saber nada y me había contenido, tratando de hacerme a la
situación y crecer resignado. Y, sobre todo, lejos de la pobreza.

Si alguien preguntaba si ser pobre era un crimen, todos dirían que no. Pero, ¿cuál era la
verdad? La pobreza roe muchas cosas. Cosas que son preciadas se convierten en algo sin
significado. Te das por vencido en cosas a las que no te puedes dar por vencido. Creces
desconfiado, asustado y resignado.

El bus llegó a la parada que tan bien conocía en unas pocas horas. Cuando abandoné
aquel lugar hace un año, no dejé ningún mensaje atrás. Y ahora estaba volviendo sin dar
ninguna señal o advertencia de que iba de nuevo allí. Traté de recordar las caras de mis
amigos. Había cortado todo contacto con ellos. ¿Qué estarían haciendo? ¿Estarían
orgulloso de verme? ¿Seríamos capaces de juntarnos y reír como hacíamos antes? Había
escarcha en las ventanas y no podía ver el paisaje que me rodeaba. Sobre la escarcha,
moví mi dedo con lentitud.
“Tienes que sobrevivir”.

SEOKJIN- 11 de abril, año 22


Con un estridente sonido, freno el coche. Estaba tan distraído con mis propios
pensamientos que ni siquiera he visto cómo cambiaba el semáforo. Algunos estudiantes,
en un uniforme que reconozco, me miran a través del cristal, algunos me señalan. Me
disculpo e inclino la cabeza con una sonrisa forzada.

Sé lo que tenía que hacer, pero estaba asustado. ¿Realmente podía acabar con todo ese
dolor? ¿Repetir los mismos fallos una y otra vez no es la prueba de que conseguirlo es
imposible? ¿No es esto una señal para que me rinda? ¿No será que, en realidad, estamos
condenados a ser infelices? Incontables pensamientos llenan mi cabeza.

En algún punto llego a la intersección con la gasolinera y puedo ver a Namjoon surtiendo
algunos coches. Respiro profundamente. Intento recordar sus caras una a una: Yoongi,
Hoseok, Jimin, Taehyung, Jungkook. Entonces cambio de carril y me meto en la
gasolinera. No puedo rendirme. Si hay, aunque sea, un 1% de probabilidades de tener
éxito, no puedo rendirme. Por mi ventanilla, a Namjoon acercándose.

JUNGKOOK – 2 de mayo, año 22


Cuando alzo la cabeza, estoy frente al contenedor de Namjoon hyung. Abro la puerta y me
meto. Recojo las prendas que están dispersas, me cubro con ellas y me acurruco. El frío
me abraza. Me tiembla todo el cuerpo y quiero llorar, pero las lágrimas no acuden a mí.

Cuando abrí la puerta y entré, Yoongi hyung estaba de pie en la cama. Las llamas
ascendían desde el borde de la sábana. En ese momento, se me llenó todo el cuerpo de
rabia y miedo que ni siquiera pude contener. No tengo el don de la palabra, no sé expresar
bien mis sentimientos o persuadir a los demás. Las lágrimas fluyeron y solo podía toser,
mis palabras seguían sin salir. Mientras corría hacia las llamas, las únicas palabras que
pude pronunciar fueron: “prometimos ir juntos al a playa”.

“¿Por qué estás así? ¿Tuviste una pesadilla?” Alguien me sacude por el hombro y abro los
ojos, es Namjoon hyung. Por alguna razón, me siento aliviado. Hyung me toca la frente y
me dice que tengo fiebre; parece que está en lo cierto. El interior de mi boca está ardiendo,
pero en realidad siento mucho frío. Me duelen la cabeza y la garganta, apenas puedo
tragar la medicina que hyung me trae. “Duerme un poco, hablaremos luego”. Asiento,
entonces hablo “¿algún día seré un adulto como tú, hyung?” Namjoon hyung aparta la
mirada.

JIMIN – 19 de mayo, año 22


Al final, tuve que ir al Jardín Botánico de flores. Tenía que parar de repetirme a mí mismo
la mentira de que no recordaba nada de lo que había pasado allí. Tenía que parar de vivir
escondido en el hospital y dejar de tener convulsiones. Si quería hacer eso, tenía que
volver a aquel lugar. Con esa intención, fui hasta la parada del bus cada día, pero nunca
fui capaz de cogerlo hasta el jardín botánico.

Yoongi hyung vino y se sentó a mi lado incluso después de haber dejado pasar tres
autobuses. Le pregunté qué hacía y hyung dijo que estaba aburrido y no tenía nada que
hacer. Entonces él me preguntó qué era lo que estaba haciendo sentado allí. Ladeé la
cabeza y golpeé el suelo con las suelas de mis zapatos. Estaba pensando por qué estaba
sentado allí. Era porque no tenía coraje alguno. Porque quería fingir estar bien, que lo
sabía un poco, que era capaz de superarlo por mi propia cuenta, pero la verdad era que
estaba asustado, que tenía miedo de la posibilidad de encontrarme con algo, de que no
pudiera superarlo y que tuviese otra convulsión.

Yoongi hyung me miró relajado. Se recostó en el asiento como si nada en el mundo le


preocupase y dijo que el tiempo era bueno, dijo toda esa clase de cosas inútiles que se
dicen. Después de escuchar aquello, me di cuenta de que el tiempo era realmente bueno.
Estaba tan preocupado que no me había dado cuenta de lo que había a mi alrededor. El
cielo estaba azul. Una brisa caliente soplaba en alguna ocasión. A lo lejos, el autobús que
iba hacia el jardín botánico estaba llegando. El autobús paró y abrió la puerta. El conductor
me miró. En un impulso, hablé:

“Hyung, ¿quieres venir conmigo?”.

TAEHYUNG – 20 de mayo, año 22


Miré mi mano. Estaba llena de sangre. De repente toda la fuerza abandonó mis piernas.
Empecé a colapsar, pero alguien em cogió por detrás. La luz difuminaba entraba por la
ventana. Alguien estaba llorando y Hoseok hyung estaba de pie sin palabras. Los
productos domésticos viejos y la manta estaban esparcidos tal y como lo estaban siempre.
No había nadie donde mi padre se encontraba. No era capaz de recordar cuándo o cómo
había dejado la habitación.

La rabia y la tristeza que había sentido en el momento en el que lo ataqué seguían intactos
dentro de mí. No sabía qué era lo que me había impedido apuñalarlo. No sabía cómo
podía darle consuelo a mi corazón y parecía que iba a volverme loco. No quería matar a mi
padre, quería morirme. Si hubiese podido, me habría muerto en ese mismo momento. No
lloré. Quería llorar, quería gritar, quería golpear y destruir y arruinar todas las cosas, quería
crear un caos, pero no fui capaz de hacer nada de eso.

“Hyung. Lo siento. Estoy bien, vámonos”. Mi voz sonó seca, y en discordancia con la
locura de mi corazón. No me veía como mi voz. Empujé a hyung, quien no parecía querer
marcharse, y miré mis manos. La sangre estaba empapando la venda blanca. En lugar de
apuñalar a mi padre, había golpeado el suelo con una botella de alcohol. La botella se
había roto y el cristal había cortado mis manos. Cuando cerré mis ojos, el mundo se
distorsionó. Qué debo de pensar, qué debo de hacer, cómo puedo vivir. Incluso en esta
situación—no, porque estaba en esta situación, comencé a alorar mi existencia aún más.
Quería decírselo a él. Hyung, yo, yo casi maté a mi padre, el padre que me crio, el padre
que me golpeó como si viviera en un infierno día tras día. No, realmente lo maté. Lo maté
tantas veces. En mi corazón lo maté tantas veces que no sería capaz de empezar a
contarlas. Quiero matarlo. Tengo la necesidad de matarlo. No sé qué hacer, no sé nada.
Hyung, quiero verte ahora.

HOSEOK – 20 de Mayo, año 22


Tomé a Taehyung y me enfrenté al oficial de policía. “Has trabajado duro”. Aunque mi
cabeza estaba inclinada, pude hablar con firmeza, lo que no es normal en mí. La comisaría
no estaba lejos de la casa de Taehyung, si viviera más lejos, no hubiera tenido la
necesidad de estar tan a menudo en la comisaría. Me pregunto, por qué los padres de
Taehyung se fueron a vivir a una casa tan cerca de la comisaria. El mundo era muy injusto,
y más para una persona tan amable y tierna. Pasé mi brazo por los hombros de Taehyung,
y le pregunté si había comido, intentando actuar como si nada hubiera pasado. Taehyung
únicamente negó con la cabeza. Le pregunté que si el policía, al verlo, se puso tan
contento que le dio comida, pero él no me respondió.

Caminamos hacia el sol, pero en mi corazón soplaba un viento frio. Si yo me sentía así,
entonces ¿Cómo se sentiría él?, ¿Qué tan roto y destrozado estaría internamente? ¿Le
quedaría algo de corazón?, ¿Cuán atormentado tendría que tener su corazón?, Todas
esas preguntas rondaban mi cabeza, por lo que no era capaz ni de mirarlo, y opté por
mirar únicamente al cielo. En esos instantes pasó un avión por la luz del sol. La primera
vez que vi las heridas en la espalda de Taehyung, fue la primera vez que me lo encontré
en la guarida de contenedores de Namjoon. No le dije nada a Taehyung, quien estaba
contento por haber conseguido una camiseta, pero un lugar de mi corazón colapsó en ese
momento.

No tenía padres, no recordaba a mi padre y los recuerdos de mi madre duraban hasta


cuando yo tenía 7 años. Cuando se trataba de dolor en el tema familiar, nadie me tendría
envidia. La gente me solía decir que tenía que superar el dolor, aceptarlo y acostumbrarme
a él. Tenía que reconciliarme conmigo mismo y entonces sería cuando podría vivir, pero
con eso únicamente no se consigue; no es porque no lo hubiera intentado o me hubiera
negado, pero únicamente con las intenciones no se consiguen las cosas, y nadie me dijo
como tenía que hacerlo. El mundo me dio nuevas heridas, antes de que hubiera podido
sanar las antiguas. ¿Por qué alguien tiene que tener tantas heridas?, ¿Eran necesarias?,
¿Por qué me sucedieron esas cosas a mí?

“Estas bien, Hyung, me voy solo”, Taehyung me dijo que teníamos que ir por la bifurcación
del camino, por lo que le contesté que ya lo sabía. Taehyung tomó la iniciativa, él me decía
que se encontraba bien, e intentó sonreír como si nada pasase, pero no pude responder;
yo sabía internamente que era imposible que él se encontrase bien y no lo quería
reconocer, cada vez se alejaba más. Tenía el hábito de ponerse la capucha y hacer como
si nada hubiera pasado. “¿Realmente no tienes hambre?”, le pregunté, acercándonos al
camino que conducía a la casa de Taehyung. Él me sonrió adorablemente y asintió con la
cabeza. Él se colocó a mi lado, los dos estábamos solos pero de repente mi teléfono sonó
y volví la mirada detrás de mí.

NAMJOON – 22 de mayo, año 22


“Es apenas un año de diferencia. No, nadie diría eso. Soy su hyung, lo sé. Pero nunca
será un niño pequeño. Estoy preguntando si sólo es cuestión de tiempo para que lo sepa.
Vale. Lo entiendo. No estoy cabreado. Lo siento”.

Colgué el teléfono y miré alrededor. Una brisa marina barrió el bosque de pinos. Mi pecho
estaba tan sofocado que parecía a punto de explotar. En el suelo, mitad arena y mitad
polvo, algunas hormigas habían formado una línea e iban a cualquier parte. Para alguien
mejor que yo, tanto física como simbólicamente, sería obvio que me dirigía a alguna parte,
¿por qué iba y cómo sería capaz de volver?

No se trataba de que no quisiera a mis padres. No era que no me preocupara por mi


hermano. Quería volver si hubiese podido, pero desde que no era capaz de ayudarme a mí
mismo, obvio que no era capaz de hacerlo. Y en ese caso, ¿cuál era el punto entre la
lucha y el enfado, entre la frustración o querer irse?

A lo lejos pude ver la espalda de alguien petrificado tal y como yo lo estaba. Era Jungkook.
En algún momento había dicho algo como: “Quiero ser un adulto como hyung”. No se lo
podía decir, entonces. Que no era ese gran adulto, no, no era ni siquiera un adulto. Decir
algo así me habría parecido demasiado cruel. Para alguien que todavía no había recibido
el amor, la confianza y el interés que naturalmente tenía, ¿cómo podría haber dicho que
hacerse mayor, crecer y vivir un poco más no hacía a alguien adulto? Esperaba que el
futuro de Jungkook fuese un poco mejor que el mío, pero no podía prometerle que le
ayudaría en el proceso. Me acerqué a él y puse mi brazo sobre sus hombros. Jungkook
movió sus ojos y me miró.

YOONGI – 15 de junio, año 22


No era consciente de nada de lo que había a mi alrededor salvo de la música que sonaba
en mi cabeza. No se trataba de todo lo que había bebido, ni siquiera de dónde estaba o
qué estaba haciendo. No lo sabía, y no era importante. Cuando salí afuera, tropezando
conmigo mismo, ya era de noche. Me balanceaba mientras iba caminando; incluso me
chocaba con algunos transeúntes, quioscos, paredes. No me importaba. Sólo quería
olvidar todo.

La voz de Jimin seguía sonando en mis oídos. “Hyung, Jungkook…”. Mi siguiente recuerdo
era que estaba corriendo como loco por las escaleras del hospital. El hall del mismo era
extrañamente largo y oscuro. Pasé a todas las personas que llevaban mascarillas. Mi
corazón parecía estar a punto de estallar. Las caras de todo el mundo eran pálidas. No
tenían expresión. Todos parecían estar muertos. El sonido de mi respiración era
demasiado fuerte en mi propia cabeza.

Tras la puerta a medio abrir de la habitación, Jungkook descansaba. Volví la cabeza sin
darme cuenta. No era capaz siquiera de mirarlo. De repente, escuché el sonido de un
piano, de las llamas, de un edificio reduciéndose a nada. Me cogí la cabeza y me dejé
caer. “Esto es tu culpa. Si no fuera por ti…”, era la voz de mi madre—no, mi voz—no, la
voz de alguien. Eran esas las palabras que me atormentaban tantas veces. Quería creer
que no había sido así. Pero Jungkook estaba ahí tumbado. Jungkook estaba tumbado en
mitad del hall lleno de pacientes que parecían muertos. No era capaz de entrar. No podía
comprobarlo por mí mismo. Cuando me levanté, mis piernas temblaban con la amenaza de
rendirse. Dejé que cayeran las lágrimas. Era gracioso. Ni siquiera era capaz de recordar la
última vez que había llorado.
Corrí a través de la calle, pero alguien me cogió del brazo me sobresalté. ¿Quién era? No,
no me importaba. No importaba quién era, era todo lo mismo. Que no se acercara. Vete.
Déjame. No quiero hacerte daño a ti también. No quiero resultar herido. Por favor, no te
acerques más.

JIMIN – 4 de julio, año 22


Para cuando recuperé mis sentidos, me había lavado el brazo tanto que estaba
arrancándome la piel. Mis manos no paraban de temblar y me faltaba el aire. Mis ojos en el
espejo estaban rojos. Lo que acababa de pasar me llegaba a la mente en forma de
fragmentos.

Por un momento, perdí el control. Estaba bailando con una chica del club de danza, era
una coreografía colaborativa, pero había perdido mi ritmo y nos habíamos chocado. Caí al
suelo y mi brazo empezó a sangrar. En ese momento me acordé de lo que pasó en el
Jardín Botánico de flores. Pensaba que lo había superado; pero no era el caso. Tuve que
salir corriendo. Tenía que lavarme rápido. Tenía que mirar a otro lado. El yo que había en
el espejo era exactamente el chico de ocho años que había huido de la lluvia. Entonces
encontré el sentido a todo. La chica también se había caído.

No había nadie en la sala de prácticas. A través de la puerta abierta solo podía ver que la
lluvia caía con fuerza. En la distancia vi a Hoseok hyung corriendo. Estaba empapado.
Cogí una sombrilla y corrí también. Corrí y entonces paré.

No había nada que pudiera hacer. Todo lo que hacía era caerme y hacer daño a los
demás, dejarlos atrás y temblar con mi propio dolor, después correr con una sombrilla
hacia ellos demasiado tarde. Cada vez que daba un paso, la lluvia calaba mis zapatillas.
Los coches pasaban corriendo a mi lado. No estaba bien. No, estaba bien. No dolía. No
era tan serio. De verdad que estaba bien.

HOSEOK – 4 Julio, año 22


Me quedé en el pasillo todo el tiempo que ella estaba recibiendo primeros auxilios. A pesar
de que era de noche, el pasillo del hospital estaba lleno de gente. El agua goteaba de mi
pelo, mojado por el sudor y la lluvia. Dejé caer la mochila que le había quitado y de ella
salieron muchos objetos. Algunas monedas robadas, un bolígrafo y una toalla, pero entre
todo ello había un billete de avión, lo cogí y lo escaneé.

En ese instante el médico me llamó. Me dijo que había sufrido una conmoción cerebral
leve y que no me tenía que preocupar, al rato ella salió. “¿Te encuentras bien?” Ella me
contestó que solamente le dolía la cabeza y cogió su mochila. Ella se dio cuenta de que el
billete de avión asomaba y me miró. Únicamente pude cambiarme la mochila de hombro e
hice como si nada sucediese. Estaba lloviendo cuando dejamos el hospital, por lo que nos
tuvimos que quedar fuera uno al lado del otro.

“Hoseok-ah”, dijo ella. Parecía que tenía algo que contarme. “Espera un minuto” le dijo, iré
por un paraguas. “Corrí sin pensar que estaba lloviendo”. A lo lejos había una tienda.
Sabía que ella había hecho, hace tiempo, una prueba para un estudio de baile en el
extranjero. El billete de avión significaba que ella lo había logrado, pero internamente no
quería escuchar lo que ella iba a decirme, no tenía los suficientes ánimos como para
felicitarla.

NAMJOON – 13 de julio, año 22


Apoyé la cabeza en la ventana del autobús. Desde la biblioteca hasta la gasolinera. La
vista a través de la ventana me era terriblemente familiar desde que cogía este autobús
cada día. ¿Llegará el día en que pueda dejar este lugar atrás? Sentía que era imposible
predecir qué sería lo que el futuro me iba a traer, esperanza o cualquier otra cosa.

Podría ver a una mujer sentada delante de mí, su pelo recogido con una goma amarilla.
Sus hombros se levantaron para volver a caer, como si estuviera suspirando. Entonces
apoyó la cabeza en la ventana. Desde hacía ya un mes, habíamos estudiado en la misma
biblioteca y cogido el mismo autobús en la misma parada. No habíamos hablado aún, pero
ambos mirábamos el mismo paisaje y vivíamos al mismo tiempo, incluso suspirábamos a
la vez. El coletero seguía en el bolsillo de mis pantalones.

La mujer siempre se bajaba del autobús tres paradas antes que la mía. Cada día la veía
bajarse, preguntándome si se dedicaba a repartir flyers. ¿Qué momento de su vida estaba
viviendo, qué era a lo que hacía frente? ¿Cómo de fuerte se sentía ante el pensamiento de
que podría no llegar el mañana, o que desde el principio no habría nada tal como “el
mañana”? Pensaba cosas como esa.

La parada de la mujer se acercaba. Alguien presionó el botón de parada y otros pasajeros


se levantaron de sus asientos. Pero en medio de todo eso, la mujer ni siquiera se inmutó.
Se quedó en su asiento, con la cabeza apoyada en el cristal. Parecía que se estaba
quedando dormía. ¿Debía de levantarme para despertarla? Luché conmigo mismo durante
un momento. El bus llegó a la parada. La mujer no se movía. La gente se bajó. La puerta
se cerró y el bus siguió su camino.

La mujer no se levantó, incluso después de haber pasado las tres paradas siguientes.
Conforme me acerqué a la puerta, volví a luchar conmigo mismo. Estaba claro que una
vez me bajase del autobús, nadie más se fijaría en ella. Acabaría despertándose en
cualquier lugar alejado de su parada, y era imposible de saber cuán cansada podía estar
hoy.

Dejé el autobús y comencé a caminar hacia la gasolinera. El autobús salió y no miré atrás.
Había dejado el coletero encima de su mochila, pero eso fue todo. Ni siquiera se trataba
de un comienzo, o algo parecido a un final. No era nada con lo que empezar y no había
ninguna razón para que fuese algo. Así que pensé que realmente no importaba.

TAEHYUNG – 17 de julio, año 22


Me dolía el costado tanto que parecía que estaba agonizando. Incluso podía notar las
gotas de sudor cayendo. En los rincones y las grietas de la carretera, en un lugar vacío de
la tienda, debajo de un paso de vehículos—la chica no tenía lugar donde poder
encontrarla. Incluso había corrido hasta la parada del autobús, pero como ya esperaba, no
la vi. La gente que estaba esperando a sus autobuses me miraron con rareza en sus ojos.
¿Qué había pasado? No nos habíamos prometido encontrarnos, pero incluso así era
extraño. LA chica siempre había aparecido de la nada y me había seguido. Incluso si le
decía que era extraño, no tenía ningún sentido decírselo. Pero ahora no era capaz de
encontrarla, ni siquiera en los lugares a los que habíamos ido juntos.

Vine a un lugar familiar y ralenticé mis pasos. Había un grafiti allí donde habíamos
dibujado juntos. Había sido la primera vez que ella había dibujado. Encima de él había una
gran X pintada. Era suya. No la había visto hacerlo, pero lo sabía. ¿Por qué? No tenía
respuesta. Sobre ella, había muchas imágenes en la pared.

Su risa detrás de mi me había perseguido a lo largo de la carretera y no dejaba de sonar


en mi cabeza. La ayuda que recibí por su parte cuando me caí intentando ayudarla a
correr, y la cara de enfado que puso después de que le robara y me comiese su pan. La
expresión taciturna que había puesto cuando pasamos por delante de una foto familiar en
un escaparate. Su mirada siguiendo a los estudiantes que pasábamos, desconocidos
incluso para ella. Cuando habíamos pintado esta pared juntos, le dije “Si tienes un
problema, cuéntamelo, no te lo guardes para ti”. La X ahora estaba dibujada encima de
todos esos recuerdos. Parecía que me quería decir que todo era mentira. Parecía que todo
lo que habíamos dicho era mentira. Sin darme cuenta, había cerrado los puños. ¿Por qué?
Por supuesto, tampoco tenía una respuesta. Seguí andando. Estábamos solos otra vez.
Yo, y ella.

JUNGKOOK – 26 de julio, año 22


A escondidas, corto una flor del jardín del hospital. Me río mientras inclino mi cabeza para
esconder mi risa. El sol de mediados de brilla de forma cegadora. Llamo a la puerta de la
habitación de hospital, pero nadie me responde. Llamo otra vez y la abro, una rendija.
Extrañamente, hace frío dentro de la habitación… y no hay nadie. Solo está llena de una
oscuridad silenciosa.

Salgo de la habitación. Ahí fue donde la conocí. Estaba aburrido y empujaba mi silla de
ruedas como un loco por el pasillo. Apareció de repente y por poco no pude parar. Y ahí
estaba, una chica con el pelo recogido en una colega. Cuando dejo el hospital, veo un
banco. Recuerdo aquella vez que escuchamos música juntos mientras dibujaba, a su lado.
En el tejado compartimos leche de fresa… sigo con la flor en la mano, pero ahora no tengo
a quién dársela.

SEOKJIN – 30 de agosto, año 22


¿Puede alguien recordar el momento en que se enamoró? ¿Puede alguien predecir
cuándo terminará ese amor? ¿Por qué los humanos no podemos reconocer esos
momentos? ¿Por qué tengo yo el poder de restaurar todo eso?

El coche se detiene de repente, las luces parpadean, se apagan. Solo podía quedarme
quieto, indefenso, enfrentándome a ese momento. No escuché ningún sonido, no sentí
nada. Era verano, pero el aire era frío. Escuché algo caía en la calle y, entonces, olí el
aroma de las flores. Solo entonces volví a la realidad. El ramo de Smeraldo se cayó de mi
mano. Estaba ahí, yacía en medio de la calle. Había sangre fluyendo a través de su pelo.
El rojo oscuro fluía por la calle. Pensé: si pudiera volver el tiempo atrás…

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