En el Virreinato del Perú, en el puerto del Callao, los comerciantes subastaban a los negros al mejor postor,
los nuevos dueños los llevaban a sus predios para ser utilizados en los diversos servicios y faenas. Más
adelante, en los repartos y encomiendas de los conquistadores y herederos. En las haciendas se requería mano
de obra por lo que se importó mano de obra negra, los que fueron utilizados como fuerza laboral en las
extensiones y plantaciones de la costa, dado que la población indígena peruana, casi fue exterminada por la
explotación inhumana y salvaje en los obrajes y en las minas, además disminuyó por efecto de nuevas
enfermedades que vinieron del mundo europeo.
A mediados del siglo XIX, se produjo la inmigración asiática, se “importó” mano de obra china, los “coolíes”
fueron traídos al Perú, para reemplazar a la fuerza laboral negra, dada la abolición de la esclavitud se requería
fuerzas para las labores del campo, en los cultivos de la caña de azúcar, el algodón, etc. Aquellos terminarían
enraizados al país, junto a la comida oriental, “entre 1850 y 1874 se permitió el ingreso al país de 87,952
chinos. La inmigración extranjera al Perú, europea, americana, asiática, si bien no representó grandes
volúmenes de inmigrantes, como en otros países vecinos, se dejó sentir al concluir la guerra de la
independencia, por los años 1830. Se dinamiza con el boom guanero y explotación del salitre, que generó un
importante auge económico al país y fue polo de atracción para los inmigrantes italianos, ingleses, franceses,
alemanes, suizos, polacos, belgas, yugoslavos, norteamericanos, palestinos y japoneses, arribaron a nuestras
costas y se formaron las colonias extranjeras en el Perú, que más tarde se enraizaron con las familias peruanas.
La colonia italiana fue la más numerosa y pujante, en su mayoría provenían de Liguria, de la región central de
Génova.
Para el año 1863 ya existían 341 negocios italianos en la capital. Inicialmente participaron en los negocios de
bodegas, para ir proyectándose a fines del siglo XIX y principios del XX, en otros negocios: industria textil,
curtiembre, molinos, fábricas de fideos, tabaco, bebidas alcohólicas, producir vino, hoteles y la banca. De igual
forma, se asentaron ingleses, franceses, alemanes y otros europeos. La inmigración japonesa se manifestó por
los años 1899 y 1923 “llegaron como obreros para las grandes haciendas agro exportadoras cerca de
18 mil japoneses.
Una segunda oleada se produjo entre 1924 y 1936. Esta fue una inmigración libre más numerosa que la
anterior. Sus miembros tenían intención de abrir negocios e invertir en nuestro país”. En el siglo XX,
especialmente en la primera mitad la inmigración europea y japonesa se dejó sentir, fruto de la violencia de la
primera y segunda guerra mundial, que desbastó Europa y también Japón. Muchos inmigrantes terminaron
integrados a la cultura peruana, aportando sus rasgos propios en un espacio multicultural. El censo del año
1981 registró 66,925 extranjeros residiendo en el Perú, en el año 1993 la cifra fue de 52,725 extranjeros. “Para
el año 2005, se tuvo un saldo migratorio positivo cercano a 100 mil extranjeros residiendo en el Perú”
Los dos últimos decenios han sido un periodo de profundas transformaciones en el mundo. Se ha
experimentado un cambio económico, demográfico, político y social a un ritmo y a una escala casi sin
precedentes históricos. Uno de los elementos más significativos de este cambio ha sido el sustancial aumento
de movilidad de las poblaciones. El fenómeno migratorio se ha transformado de un problema focal a uno de
espectro nacional e internacional, ya que no sólo afecta a los familiares de los migrantes, como era antes, sino
que ahora sus efectos y consecuencias afectan las finanzas, la política, la economía, el comercio, la seguridad,
etc., de amplias zonas del globo terráqueo.
El Perú no ha sido ajeno al movimiento migratorio mundial, desde 1940 Lima y las principales ciudades
costeras han registrado una permanente migración del
campo a la ciudad, transformando radicalmente las estructuras políticas, sociales y económicas del país. Más
tarde, en los años sesenta, empieza con fuerza la migración de peruanos al exterior. En el Perú actual, dos
procesos fundamentales han afectado su configuración y modernización. El primero, es el acelerado proceso
de urbanización que ha transformado radicalmente a la sociedad nacional. El otro, es la propagación de una
dinámica insólita que afecta toda su estructura social, política, económica y cultural; es decir, el desborde de
la sociedad de masas frente al Estado. Ambos procesos están estrechamente articulados.