contra la normalidad
Percibir nuestros cuerpos como entes a moldear para que quepan en las estrechas categorías
de lo normal, vivir nuestra sexualidad desde un deseo encorsetado en lo moralmente
aceptable, entendernos como seres ajenos a lo animal, a la animalidad, son algunos de los
preceptos de lo que significa ser “normal”.
Esta manera de habitar la disidencia es una construcción desde el placer, una interpelación a
soltar las riendas de nuestros deseos, a desatar lo salvaje de nuestras lenguas y lenguajes.
Las experiencias monstruosas, gordas, animales pueden dialogar, las identidades disidentes
pueden tejer redes que las empoderen, relatos que recuperen el lenguaje y las prácticas de
otrxs y habiliten imaginarios donde quepan muchos mundos.