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20 de junio de 2017 – día de la Bandera.

Todos los 20 de junio los argentinos recordamos “el día de la Bandera”. Es feriado nacional, desde 1938. No se
trata del día en que se creó la bandera, ni de la primera vez que fue izada, sino del aniversario de la muerte de
su creador: Manuel Belgrano. Ante esto, entonces, además de preguntarnos por la Bandera y su historia, esta es
una fecha (y una época) apropiada para preguntarnos por ese prócer que sobrevive en innumerables calles,
plazas, barrios, ciudades, monumentos y billetes y que cuenta, acaso, con la unanimidad en el reconocimiento
histórico, político y social con que sólo cuena San Martín. Pero del cual, paradójicamente, tal vez sepamos
poco.

¿Quién fue? ¿Qué hizo?

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González nació el 3 de junio de 1770, en Buenos Aires.
Era hijo de una de las familias más ricas de la Buenos Aires de la época, una familia de comerciantes. Estudió
Derecho en la Universidad de Salamanca, pero su principal interés intelectual fue la economía. De hecho, se lo
considera “el primer economista argentino”. Volvió a Buenos Aires en 1794, fue designado funcionario público
(Cónsul y secretario de comercio), cargo que ocupó hasta 1810. Desde ese lugar fue un infatigable defensor y
promotor de la educación, la instrucción y la formación popular.

Como parte de las milicias voluntarias (patricios, conformada por nacidos en Buenos Aires), en 1807 participó
de la defensa contra la Segunda Invasión inglesa. En mayo de 1810, formó parte del grupo revolucionario y fue
nombrado Vocal de la Primera Junta de Gobierno. En 1811 lo designaron Jefe del Regimiento de Patricios. El
27 de febrero 1812, en Rosario, a la vera del Paraná, iza por primera vez la bandera nacional, que era un
pabellón que había diseñado para sus tropas, tomando los colores de la escarapela (también diseñada por él). El
Triunvirato (gobierno, con Rivadavia a la cabeza) se oponía a ese acto, por considerarlo una ruptura política con
la Monarquía española. Le ordenó destruirla, pero Belgrano la conservó.

En el marco de las guerras de la Indepedencia, se le asignó la reorganización del Ejército del Norte. Es para ese
entonces que ordenó a las poblaciones de Jujuy y Tarija abanondar las viviendas y bienes para no dejar
provisiones al ejército español, que bajaba desde la actual Bolivia. Como general del ejército aplicó entonces la
política de “tierra arrasada”, incendiando campos sembrados en su retirada. Este movimiento pasó a la historia
como el “éxodo jujeño”.

Belgrano logró reorganizar el ejército en Tucumán y allí, contra la voluntad de las autoridades en Buenos Aires
(Rivadavia), se enfrentó a los contrarrevolucionarios españoles, derrotándolos, en la batalla más importante de
la guerra de la independencia: la batalla de Tucumán, en septiembre de 1812. Ascendió y triunfó en Salta, en
febrero de 1813. Subió al Alto Perú (Bolivia), pero allí fue derrotado en Vilcapugio y Ayohuma. Le entregó
entonces el mando a San Martín, que venía envíado desde Buenos Aires.

Belgrano volvió a Buenos Aires y decidió donar el dinero que el Estado le otorgó por las victorias de Tucuman
y Salta para la construcción de escuelas en Tarija (Bolivia), Jujuy, Salta, Santiago del Estero y San Miguel de
Tucumán. Dichas escuelas jamás se construyeron.

Tras un viaje a Europa propone la creación de una Monarquía constitucional en el Río de la Plata, considerando
que dicha propuesta sería mejor aceptada en Europa. Expuso sus ideas en 1816 ante el congreso de Tucumán,
que declaró la Independencia. Su propuesta era entronizar a un descendiente de los Incas, Juan Bautista Tupac
Amaru, sobrino del Tupac Amaru, que había sido descuartizado tras rebelarse contra el dominio español en los
Andes. Pretendía ganar la simpatía de las comunidades originarias andinas y darle legitimidad americana a una
monarquía. Su propuesta no tuvo eco. Tras la independencia, volvió a hacerse cargo del ejército del Norte. Se
enfermó, regresó en malas condiciones y muy pobre a Buenos Aires, y murió el 20 de junio de 1820, en
soledad.

Su legado

Cómo hacer para que un acto escolar sobre el 20 de junio y la figura de Belgrano sea un acto significativo, y no
una formalidad. Se me ocurre que el camino más directo es a través de la relación de Belgrano con la
educación. Desde que asumió como Cónsul en 1794, hasta su muerte en 1820, es decir, durante 26 años peleó
activamente (no sólo de palabra) por que se aumentaran las partidas presupuestarias (primero del virreinato,
luego de los primeros gobiernos patrios) destinadas a la educación. Para asegurar la financiación de la
educación, propuso siempre la creación de fondos, para que los institutos tuviesen asegurados su
financiamiento a perpetuidad. Siempre asoció la grandeza o la mediocridad de una nación al papel que
ocupa la educación en ella: las grandes naciones son aquellas en las que la educación es el valor social más
importante. Casi 100 años antes que Sarmiento propuso en todo el territorio nacional la educación pública
primaria gratuita y obligatoria para hombres y mujeres, como única posibilidad de desarrollo nacional, para que
las futuras generaciones de argentinos tuvieran “un espíritu nacional que les haga preferir el bien público al
privado, y estimar en más la calidad de Americano que la de Extranjero.”

Como vimos, con el premio por los triunfos de Tucumán y Salta, la Asamblea del Año XIII (el gobierno) le
otorgó a Belgrano 40.000 pesos oro. Él quiso destinarlo a la construcción de cuatro escuelas públicas ubicadas
en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero. Pero, además, para dicho propósito Belgrano redactó un
moderno reglamento para estas escuelas que decía, por ejemplo, en su artículo primero que el maestro de
escuela debe ser bien remunerado por ser su tarea de las más importantes de las que se puedan ejercer .
Pero lamentablemente, el dinero donado por Belgrano fue destinado por el Triunvirato y los gobiernos
sucesivos a otras cosas y las escuelas nunca se construyeron.

En síntesis, la decisión personal y de vida de Belgrano, por la cual merece la pena recordarlo, fue aquella que lo
llevó a dejar de lado todo interés personal, en beneficio del interés público
Por volverse revolucionario, Belgrano dejó su ascendente y privilegiada carrera de lado y se entregó de lleno a
la causa en la que creía: la independencia nacional. El hombre se volcó activamente a conseguir una
transformación de su realidad.

Belgrano murió en la pobreza total el 20 de junio de 1820 en una Buenos Aires asolada por la guerra civil que
llegó a tener ese día tres gobernadores distintos. Sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico se ocupó de la
muerte de Belgrano. Para los demás no fue noticia.
¿Cómo es que alguien es un prócer? ¿A qué se debe ese título? Y además, esa condición, la de prócer, ¿es sólo
posible en el pasado? ¿no es pensable un prócer o una prócer entre nosotros, en la actualidad?

La nación necesitó, en sus origenes, mitos fundadores. Algunos, muy destacados, ocuparon el lugar del bronces
en el panteón de los próceres, de los héroes.

Para sintetizar, cabe acaso subrayar que la historia grande de la Patria aparece cuando se dan los grandes gestos
de insubordinación ante la autoridad.

Frases:

“Sin que se ilustren los habitantes de un país, o lo que es lo mismo, sin enseñanza, nada podríamos adelantar.”

“La patria necesita de ciudadanos instruidos”

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