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Derechos humanos, racismo y xenofobia

F. Javier BLAZQUEZ RUIZ

1. INTRODUCCION no es preciso esperar a que lleguen hic et nunc de


afuera.
Inicialmente es preciso señalar que el fenómeno Lamentablemente abundan por exceso los bárba-
de la xenofobia no puede cirsunscribirse a un espa- ros dentro, que precisamente por serio, no son ca-
cio determinado ni tampoco a un tiempo preciso. Es paces de reconocerse como tales4. Bárbaros que ig-
un fenómeno universal, a modo de constante, que noran la historia y cultura, no solo la ajena sino in-
se manifiesta intermitentemente, que ha estado pre- cluso también la propia, y cuya actitud irracional
sente en diversas épocas y lugares de la historia. eclipsa y reniega de la propia condición humana. Su
Sin embargo, tal y como señala María Zambrano actitud delata la eclosión impetuosa e irreflexiva de
«cada época se justifica ante la historia por el en- la biología más instintiva y ciega, que manifiesta y
cuentro de una verdad que alcanza claridad en exalta, como veremos más adelante, su más íntima
ella" 1. De ahí nuestro objetivo de intentar elucidar y naturaleza animal.
desvelar, en estas páginas que siguen, algunas cla- 2. Por una parte es un hecho constatable y difí-
ves de la lógica propia del discurso xenófobo y ra- cil de refutar que actualmente la sociedad occiden-
cista, con su consiguiente produción de verdad. tal se encuentra, en la situación de hacer frente a
Todo ello en el contexto de la violación de derechos una evidente crisis económica y social, que no pue-
humanos en los países industrializados de Occi- de calificarse de irreal. Pero al mismo tiempo tiene
dente. lugar una particular percepción, en cierto modo co-
1. Al igual que el racismo, la xenofobia merece loreada de esa realidad, que provoca, podría decir-
ser conceptualizada, desde un principio, como resul- se, unos efectos ópticos, a veces deformantes.
tado del «fracaso de la relación" humana2. Y tanto Sociológicamente hablando, los problemas irrum-
uno como otro, emergen a veces intempestivamen- pen y se manifestan a veces de forma acuciante, al
te, en situaciones y contextos condicionados por fac- tiempo que la falta de horizonte próximo añade una
tores de diversa naturaleza, principalmente críticos, preocupación más a la realidad vivida. Y en ese con-
de debilidad, ante la clara dificultad, v.g., de esta- texto la presencia del otro, del extraño o extranjero,
blecer principios armónicos o estructurales de la or- diverso por su color, raza, cultura, religión, costum-
ganización de la respectiva sociedad, etc. bre, hábitos, etc. se percibe de una u otra forma,
A este respecto en buena medida la situación que como una cierta amenaza o peligro potencial. A par-
ha vivido secularmente Europa podría caracterizar- tir de ahí los discursos de explicación y justificación
se en buena medida de paradigmática. Teóricamen- de la desigualdad, diferenciación, discriminación o
te la cultura occidental ha venido forjándose en la segregación, seguirán una lógica irreversible. Tal y
defensa de la universalización de los valores. Lo como denunciaba Sartre en sus Reflexions sur la
cual implicaría que el respeto a la alteridad conlleva question juive, el judío estaba definido principalmen-
históricamente que es preciso acoger al otro. Pero te por la mirada del otro, ya que «Es el antisemita
¿a qué otro? podemos preguntar, ¿qué alteridad?, quien crea al judío»5.
y en definitiva ¿a qué precio? O lo que es lo mismo, Curiosamente, sin embargo, en países europeos
traducido en un lenguaje más preciso, se acoge al como Francia, Inglaterra o Alemania, hasta épocas
otro, pero sólo a aquel que acepta, como señala Gui- relativamente recientes, ha estado más presente la
lIaume, esta «universalización reductora,,3. preocupación por el problema de la emigración que
De este modo la estrategia e imposición, tácita o por el de la inmigración. En Irlanda, v.g., como con-
explícitamente, del tradicional etnocentrismo se con- secuencia de la explotación ejercida por Inglaterra,
vierte en moneda común, pero no de mediación o in- la pOblación decreció ostensiblemente a causa de la
tercomunicación, sino aplicada en sentido unidirec- emigración. Hasta el punto de que, como recuerda
cional: inintercambiable. Y es que, desde tiempos in- Enzensberger, entre 1851 y 1901, es decir en cin-
memoriales los bárbaros han existido permanente- cuenta años, abandonaron el país aproximadamen-
mente, pero siempre han sido identificados como los te el 70 por 100 de los irlandeses6.
otros, y por consiguiente, tal y como señala Enzens- En lo que respecta a la inmigración, en tiempos re-
berger en su lúcido ensayo sobre La gran migración, cientes de crecimiento y desarrolo económico, el ín-

1 Hacia un saber sobre el alma, Madrid, Alianza, 1987, pág. 19. 4 Enzensberger, H. M., Die GroBe Wanderung. DreinddreiBiz
2 Según la acertada ex¡¡resión de Albert Memmi, cf. Wievior- Markierungen I La gran migración, Barcelona, Anagrama, 1992,
ka, M., L'espaceduracismelElespaciodelracismo, Paidós, Bar- pág. 74.
celona, 1992, pág. 180. 5 Sartre, J. P., París, Gallimard, 1954, pág. 173. Cf. Wiviorka,
3 «El otro y el extraño» en Revista de Occidente, El otro, el ex- M., op. cit., pág. 70.
tranjero, el extraño, Madrid, enero 1993, pág. 47. 6 Ibídem, pág. 39.

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dice de inmigrantes ha sido, como es bien sabido, Claro que si bien la noción de racismo es, como
considerable. Así Estados Unidos en los últimos decimos, de reciente aparición, así como su trata-
años había recibido la llegada de diez millones de miento sistemático, fechado en la primera mitad del
mexicanos. Francia, tres millones de magrebíes y siglo XIX, sin embargo no sucede así con el hecho
Alemania hasta cinco millones de extranjeros, de los del fenómeno del racismo 11. Este se había manifes-
que unos dos millones eran turcos. Y puede decirse tado en nuestra cultura, como consecuencia de la si-
que al menos en términos generales y en esos mo- tuación de dominación ejercida por Europa, a partir
mentos, precisamente por ser necesarios, fueron ad- del encuentro con el Otro. Las experiencias de con-
mitidos, tolerados y aceptados. Otra cosa es la in- vivencia tanto por parte de Gran Bretaña, Francia o
tegración y sus implicaciones, de la que hablaremos España pueden ser ilustrativas.
después. Tal y como señala H. Arendt, la experiencia colo-
Desde hace tiempo los demógrafos vienen advir- nial británica y su proyecto político de construir un
tiendo, que las migraciones de los países del sur ha- imperio conlleva el desembarco en un país extran-
cia el norte van a ser una constante permanente y jero con el objetivo de gobernar, pero no propiamen-
progresiva en número. Y según dichos estudios, te de colonizar, y para ello se sirve de castas cerra-
hasta el momento presente, tan sólo se han puesto das12. Así el racismo colonial británico puede ser
en movimiento una pequeña cantidad de potencia- considerado como biológico en la medida en que ex-
les migratorios. De ahí que en un futuro próximo, el cluye la relación de contacto directo con las pobla-
número de personas itinerantes sea extraordinaria- ciones autóctonas. La estrategia biopolítica era cla-
mente mayor. De otra forma sería difícil, previsible- ra: para dominar vastas extensiones de terreno y
mente, paliar los peligros que pueden producirse a controlar una población tan numerosa precisaba
corto plazo debido al envejecimiento progresivo de economizar y rentabilizar al máximo sus recursos
la población y al bajo índice de natalidad. Los infor- humanos. Para lo cual se sirvió de controles indirec-
mes técnicos indican que será preciso incorporar tos y de mediaciones entre castas. El Panóptico de
gente joven para restablecer el cuadro ajustado de Bentham no había sido escrito todavía, pero sus ob-
edades7. jetivos se habían cumplido ya previamente, al mar-
Claro que ese sentimiento y percepción de movi- gen de la diversidad de contextos, con la experien-
lidad, de apertura, de necesidad del otro de fran- cia de control y dominación británica.
quear límites, provoca al mismo tiempo una reacción Existía cultural mente entonces un gran interés por
que se traduce a veces en una especie de respues- conocer, comprender y explicar las creencias, com-
ta alérgica xenófoba, de miedo más o menos racis- portamientos y hábitos de las nuevas comunidades.
ta, que pretende en última instancia servir de escu- Pero el propósito era preciso e inequívoco: el cono-
do y coraza para proteger el inconfesable e irreden- cimiento posibilita y facilita el ejercicio del poder. Po-
to egoísm08. der para gobernar sin necesidad de mezclarse bio-
lógicamente13•
3. A este respecto, conviene precisar que el tér-
Distinta era la práctica colonialista ejercida por
mino "racismo» es en cierto modo reciente y nove-
Francia. Puede decirse que los galos «abrazaban»
doso. Históricamente el concepto de raza se intro-
en términos abstractos el color diferente; la discrimi-
dujo en el vocabulario europeo a fines del siglo XV,
nación era de otra naturaleza y gradualmente me-
pero tarda en imponerse como categoría conceptual
nor que la ejercida por otras potencias coloniales,
hasta el siglo XIX. Así los historiadores señalan aunque, como indica Basteiner, personalmente se le
cómo la idea de racismo emerge en el siglo pasado, trataba también como «autre» en la relación más di-
con motivo de la combinación y mezcla de factores rectta o personal14.
políticos, sociales y económicos diversos, tales En cuanto al colonialismo español, cabe señalar
como colonialismo, auge de la ciencia e industria, que tras el contacto y la convivencia histórica de tres
desarrollo de las ciudades, inmigración, encuentro culturas y religiones distintas, y por razones de po-
de poblaciones, y finalmente irrupción de los nacio- lítica territorial, podríamos decir, el racismo practica-
nalismos9. De hecho como señala Wiewiorka, el tér- do no es de carácter biológico como el inglés. La
mino "racismo» es acuñado propiamente en pleno apropiación de la tierra en nombre de la corona, la
siglo XX, en el período comprendido entre las necesidad de extender la población requería mez-
guerras mundiales, aunque sólo después de los clarse con el indígena. Se apropia la tierra del abo-
horrores del nazismo «empezó a cobrar plena va- rigen, lo expropia y exclaviza. Al tiempo que como
Iidez10». el francés nacionaliza al pueblo colonizado15.

7 Según Enzensberger en EE.UU. será precisa la incorpora- Durkeim, en 1894 aportará igualmente elementos de indudable in-
ción de cuatro a diez millones de jóvenes anualmente y en Ale- terés sociológico, al responder explícitamente ante un cuestiona-
mania un millón aproximadamente. op. cit .. pág. 66. rio sobre el antisemitismo ••Cuando la sociedad sufre, experimen-
B En palabras de Bataille ••Nunca el vasto despojo del naufra- ta la necesidad de encontrar a alguien a quien imputar el mal, y
gio humano deja de derivar a lo largo de un río sordo al ruido de sobre él se venga de su decepción» Cf. Wieviorka, pág. 36.
nustros discursos» Le coupable. L 'Alléluiah I El culpable, Madrid, 12 The Origins of Totalitarism I Los orígenes del totalitarismo.
Taurus, 1986, pág. 29).
Madrid, Alianza, 1987, Cf. Wieviorka, M., op. cit., pág. 79.
9 Wiewiorka, M., op. cit., pág. 30.
13 Basteiner, M. A., ••Un racismo de servicio», Revista de Oc-
10 Wieviorka, M., op. cit., pág. 27.
11 A. de Tocqueville y Max Weber contribuyen con sus traba- cidente. El Otro, el extranjero, el extraño, Madrid. enero, 1993,
jos a elaborar la primera sociología del racismo, si bien sus tesis pág. 144.
eran contrarias a considerar a la raza como un principio satisfac- 14 Ibídem.

tOriO de explicación de las relaciones sociales. Posteriormente 15 Ibídem., pág. 145.

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11. LA JUSTIFICACION DEL RACISMO Y LA taciones O estar dispuestos a corregir errores y asu-
XENOFOBIA mir responsabilidades.
A partir de ese momento surge la exclusión, dis-
1. Tal y como señala Enzsberger, toda migración criminación, segregación o agresión, llegado el
provoca conflictos, al margen de la causa inicial que caso. La xenofobia se centra entonces en el extra-
la haya causado. Esa realidad migratoria se encuen- ño al que advierte como un intruso, pero no tanto
tra frente a frente con el egoísmo de grupo y la res- por la diferencia, cuanto por la desigualdad, por su
pectiva xenofobia excluyente. Y es que si bien, como indigencia y pobreza, hacia las que genera actitu-
señalábamos al principio, es muy posible que todas des de hostiidad. Ese rechazo del inmigrante pobre,
las culturas sean más o menos racistas, sin embar- sin trabajo, se ve especialmente encarnado si lleva
go, «lo esencial para diplomarse en racismo es marcados 105 rasgos de otra raza considerada como
siempre la oportunidad» 16. inferior.
Como es bien sabido las migraciones son conse- El trasfondo de esa actitud es claramente estra-
cuencia de factores diversos. Unas veces como re- tégico y particularmente defensivo. Tanto la xenofo-
sultado de guerras civiles y enfrentamientos bélicos bia como el racismo son utilizados como móvil, coar-
o persecuciones políticas. Otras por razones de po- tada y en última instancia justificación del compor-
lítica económica, ahora también por el elevado cre- tamiento excluyente. Uno y otro devienen así una
cimiento demográfico. De cualquier modo y como pócima o media mentis que, como señala Basteiner,
consecuencia de todas esas variables, la movilidad pretende explicamos a nosotros mismos «por qué
ha aumentado progresivamente en los dos últimos hacemos lo que hacemos» 17.
siglos. Aunque como señala explícitamente D. Bell, y el denominador común de estos comportamien-
el principal problema de un futuro próximo, tendrá tos remite a una dimensión inequívoca, como ·es la
que ver más precisamente con el desequilibrio en- económica. El extraño es tanto más extraño cuanto
tre poblaciones jóvenes y viejas, y sus implicacio- más pobre. Por el contrario el dinero es incoloro y
nes prácticas. no sabe de fronteras ni límites. Como señala Enzs-
Conviene recordar retrospectivamente, en el pa- berger, una respetable cuenta corriente acaba,
sado reciente, cómo desde un punto de vista eco- como por arte de magia, con la xenofobia. Su'preg-
nómico, la expansión y crecimiento que venía mani- nación no solo no les impide ser respetados, sino a
festándose hasta 105 años setenta, se vio afectada su vez les convierte en personas respetables para
negativamente por la crisis desatada tras la gurra la comunidad en la que se asienta. El dinero no ne-
del petróleo entre 1973 y 1976, lo cual provocó una cesita pasaporte y a diferencia del hambre sabe sor-
actitud de retraimiento y contención. Sin embargo tear obstáculos y franquear barreras.
hasta cerca de 105 noventa no se había producido Por todo lo cual el Otro se representa como una
una ruptura tan drástica hacia 105 movimientos mi- amenaza, no tanto por su color, o sus diferencias,
gratorios, como es el caso de Alemania, Francia, sino porque aspira a compartir cuotas de bienestar
EE.UU., etc. pues pretende participar en el reparto. Y para justi-
La explicación no parece ofrecer mayor compleji- ficar ese comportamiento excluyente se pretende
dad. El declive económico afecta directamente a la evocar el fantasma de imaginar que en el caso de
población en su vida diaria y expectativas de futuro. ampliar el número de inmigrantes «el bote» se hun-
Los recursos son manifestamente menores, y ade- dirá también para 105 moradores que ya estaban
más es preciso compartirlos con otros huéspedes dentro.
que, por otra parte, no han sido invitados. A partir Paradójicamente se invierte así en sentido meta-
de ahí la escasez va a construir barreras infranquea- fórico, la realidad, v.g. de 105 magrebíes que atra-
bles, que cierran las vías antes abiertas en las épo- viesan el estrecho de Gibraltar conocidos como «pa-
cas pretéritas de desarrollo. Como consecuencia, teras». Ese es todo el interés por aproximarse y
tanto 105 subsidios sociales, asistencia sanitaria o abordar el problema del extranjero. Es decir, se uti-
seguridad social, sean examinados y medidos con liza su situación para obtener el máximo beneficio.
criterios distintos a 105 precedentes. Por lo que tanto xenofobia como racismo pasan a
En ese contexto tanto la xenofobia como el racis- ser aviesos instrumentos de maquillaje que preten-
mo muestran su sentido funcional, al erigirse como den ocultar una realidad, y puedan erigirse, como
medios o instrumentos de choque para evitar el re- señala Basteiner en «razones para proteger su sa-
parto o acceso a participar en nuestro sagrado e in- grado egoísmo» 18.
tocable bienestar. No a de extrañar por ello, que Otra cosa bien distinta es lo que acontece una vez
como ya advirtiese Durkheim, la teoría del mecanis- que 105 extraños se instalan en el país. A partir de
mo del chivo expiatorio vaya tomando carta de na- entonces incluso 105 principios de la economía se
turaleza a medida que se acrecienta la crisis o el fun- transfiguran y sufren una asombrosa metamorfosis.
cionamiento anómalo de la sociedad. La identifica- Ya que como indica Enzsberger, habitualmente el
ción del mal, encarnado en el otro, diverso por su co- mercado negro se caracteriza por imponer unos pre-
lor, o proveniencia, sirve de catalizador de frustra- cios más altos que en el comercio legal. Sin embar-
ciones, temores, miedos y decepciones. Siempre es go en el mercado laboral negro, se invierte la rela-
más fácil exculparse que reconocer las propias limi- ción, debido a que prevalece no ya la ausencia o ca-

16 Basteiner, M. A., «Un racismo de servicio» Revista de Oc- 18 Concretamente respecto al caso español que analiza en és-
cidente, enero 1993, pág. 144. tas, sostiene que «el racismo español es la aplicación directa de
17 Basteiner, M. A., «Un racismo de servicio», pág. 147. la forma política que adopta la crisis». Ibídem., pág. 146.

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restía, sino por el contrario la abundancia de exce- sino que genera actitudes y comportamientos discrí-
dentes; y de ahí que el puesto de su trabajo se aba- minatorios, que gradualmente constituyen la base o
rate19. El efecto obviamente remite a su causa. El punto de partida de una línea ascendente que cul-
paciente es el inmigrante. Pero el agente que es mina con el racismo político y la violencia, como ve-
quien contrata, paga, e impone el precio, es el nati- remos a continuación.
vo que actúa fuera de la ley y se aprovecha de la Sucede a veces, como señala Allport, que la con-
situación de desigualdad de condiciones e injusticia, ciencia moral rechaza ciertos comportamientos por
provocando e incurriendo en delito legal, así como ser claramente contrarios a los códigos morales más
en inefable infracción moral. elementales. Sin embargo, en esos casos incluso
Se intenta legitimar las actitudes endogámicas, cuando se produce oposición o conflicto entre esos
egoístas y beligerantes que se orientan y giran, bajo preceptos de un lado, y la costumbre y el prejuicio
las más diversas modalidades y apariencias, en tor- por otro, la discriminación no es excluida sino, por
no a un mismo eje: la defensa y exaltación de los el contrario, practicada a través de vías indirectas y
intereses individuales. El grupo es útil y sirve para ocultas, evitando la manifestación directa para elu-
defender y exigir derechos; hasta ahí llega el límite dir así situaciones que pudieran devenir emba-
de esa unión, cooperación y solidaridad: ad intra. Sin razosas22.
embargo, la otra cara de esa misma moneda es jus- En el racismo pueden distinguirse básicamente
tamente el desinterés interesado, y la insolidaridad. dos lógicas operativas. Una que subraya la desigual-
dad, y otra que incide sobre todo en la diferencia. El
primer tipo de racismo no precisa que el Otro sea vi-
111. MANIFEST ACION DEL RACISMO Y sible, ni que la dominación o explotación lo mues-
XENOFOBIA tren permanentemente en su inferioridad. Como
acontecía, o sigue pasando tradicionalmente en de-
Históricamente el mundo occidental se ha visto terminados lugares de EE.UU, basta con que el ne-
impregnado considerablemente por la cultura y reli- gro realice su trabajo, es decir, tareas sucias, duras,
gión cristiana, y sin embargo, como señala Foucault, penosas. Su indigencia es respetada, tolerada y
el cristianismo se ha interesado siempre mucho más querida. Precisamente a este respecto, una de las
por la historia de sus creencias que por la historia reivindicaciones y denuncias más insistentes de los
de sus prácticas2o. negros norteamericanos, se basaba en desocultar
Las prácticas xenófobas y racistas, a través de las su in visibilidad cuando no su caricatura.
diversas modalidades: discriminación, segregación y Muy distinto a ese respecto, el racismo que su-
violencia entre otras, son un hecho cada vez más braya y fomenta la diferencia, ya que en éste la víc-
preocupante en este fin de siglo, y es difícil que la tima debe ser identificada y reconocida. Así en Ale-
década de los noventa, que ha asistido ya a su ines- mania, v.g. el antisemitismo emerge en una situa-
perada irrupción, pueda permanecer ajena tanto a ción histórica en la que los judíos estaban amplia-
la extensión y expansión geográfica de sus actos mente integrados, y participaban activamente en el
como a la cruda intensidad de su manifestación. desarrollo del país, renunciando incluso, como se-
Actualmente la situación, lamentablemente, es ñala Wieviorka a los aspectos más representativos
clara: la actitud de discriminación y segregación ge- y visibles de su religión o cultura específica23.
neran una respuesta constante de refuerzo de los Claro que la expresión de discriminación adquie-
factores que por su origen diferenciaban a los inmi- re modalidades muy diversas, respecto de las cua-
grantes, al tiempo que de rechazo hacia el nuevo há- les cabe establecer diferencias de grado. Así la dis-
bitat. De esta forma la dialéctica identidad-diversi- criminación puede aparecer velada y sutilmente a
dad aparece irremisiblemente, sin posibilidad inicial través de los medios de comunicación, que sólo tra-
de atisbar vías de superación o síntesis. El desco- ta sobre los Otros grupos aportando una imagen de
nocimiento y la falta de aproximación al otro, gene- pobreza, alienación, violencia, etc. Así se alimentan
ran así mecanismos de complejo tratamiento y so- los prejuicios que pretenden después confirmar en
lución. la práctica dichas imágenes mentales.
Claro que analizando su etiología, y particular- Desde una perspectiva psicológica es preciso se-
mente respecto al racismo, es preciso señalar que, ñalar que el rechazo del Otro, manifiesta la incapa-
como señala Wieviorka, éste no se basa en modo cidad de determinadas personas para aceptar la di-
alguno en el conocimiento del otro, sino más bien 1 ferencia, y en otros casos la semejanza con el otro
justamente en «la ignorancia acerca del mismo,,2 . o extraño. Incapacidad que como señalan los psi-
De hecho una de las formas elementales del racis- coanalistas se aloja también en el inconsciente y que
mo es el prejuicio, que como ya señalara explícita- se expresa de formas muy diversas.
mente Voltaire se basa precisamente en la falta de y es que desde un punto de vista personal, y por
conocimiento apropiado y por consiguiente en la au- extensión de grupo, quien no se acepta a sí mismo
sencia de juicio fundado. por frustraciones, o miedos o expectativas incumpli-
Sin embargo, el prejuicio no permanece inactivo das, tiene más dificultades para aceptar, compren-

19 Op. cit., pág. 45. 23 Una y otra lógica están relacionadas en diversas situacio-
20 Technologies of the Self - Truh, Power, Self / Tecnologias nes, pero habría que decir que en los casos en los que la dife-
del (0, Barcelona, Paidós, 1990, pág. 47. rencia está subordinada a la desigualdad, «la estabilidad es ma-
2 El espacio del racismo, op. cit., pág. 63. yor que en el caso inverso ••. Wieviorka, op. cit., pág. 174.
22 Gordom, W. Allport, The Nature of Prejudice, Cf. Wieviorka,
op. cit., pág. 107.

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der e integrar a los demás. La personalidad autori- dente y articulada, la violencia racista y xenófoba
taria, tal y como Adorno ponía de manifiesto en The siempre se ampara y guarda una estrecha vincula-
Autoritarian Personality, conlleva un grado mínimo ción con el hábitat político en el que se expresa. En
de auténtico amor vivido, al tiempo que un~ especie el primer caso será más espontánea, impulsiva, de-
de glorificación esteorotipada, impregnada de resen- sorganizada y aparece principalmente en momentos
timiento e «invadida por la sensación de haber sido y lugares de relajamiento en los controles sociales
su víctima». La hostilidad queda reprimida; la obe- y políticos27. En el caso de la violencia racista polí-
diencia y disciplina padecida en su relación paren- tica se advierte cierta articulación, no es aleatoria
teral es proyectada y vertida hacia el exterior. De ahí sino estructurada, ordenada ideológicamente, cana-
que la personalidad autoritaria sea por una parte lizada e instrumental. Afortunadamente no siempre
muy conformista, incapaz de reconocer en gran nú- tiene lugar continuidad entre ambas, y la distancia
mero de ocasiones sus tendencias impulsivas y de- o cesura, a pesar de sus lamentables manifestacio-
bilidades, pero al mismo tiempo autoritaria ~ violen- nes, en u~o y otro caso, es ostensible28.
ta hacia los que representa como amenaza 4.
Lo determinante, sin embargo en el rechazo del
Otro, es el tipo de exclusión existente en cada mo- IV. PROPUESTAS DE RACIONALIDAD ETICA
mento. No es lo mismo un racismo fragmentado,
v.g., tanto en la dimensión cuantitativa como cuali- Si queremos evitar que la maldición bíblica caída
tativamente, que el racismo que alcanza las instan- sobre Caín «errante y vagabundo vivirás por la
cias políticas y cuenta con su anuencia y apoyo. tierra» se extienda cada vez a quienes sin ser caí-
En su vertiente fragmentaria, el racismo puede in- nes se ven en la necesidad de alejarse de las som-
ducir y originar actos violentos, acceder y hacer acto bras que viven y amenazan su país en busca de luz
de presencia en las instituciones, así como penetrar y calor que les permita cuando menos sobrevivir,
y hacer fuerza en las ideologías. Principalmente pue- probablemente deberemos ser conscientes con Fou-
de contribuir a ampliar el espacio y la virtualidad de cault que Occidente ha elaborado y vivido tradicio-
los prejuicios. Pero cuando realmente se manifiesta nalmente una moral humanista cuyo discurso gira-
en su crudeza y descarnado el racismo o la xenofo- ba verbalmente sobre el hombre, como uno de los
bia, es cuando acceden al plano político. Sin el apo- ejes centrales de su cosmovisión. Sin embargo, tal
yo institucional y la implicación de movimientos po- y como advierte explícitamente «Lo que me asusta
líticos, podría decirse que en términos generales no del humanismo es que presenta cierta forma de
llega a ser una auténtica fuerza movilizadora25. nuestra ética como modelo universal para cualquier
y es que el racismo y la xenofobia políticos lega- tipo de libertad. Me parece que hay más secretos,
lizan actos y prácticas que antes podían existir, sub- más libertades posibles y más invenciones en nues-
sistir, pero ahora se ven albergadas y protegidas por tro futuro de lo que podemos imaginar en el hu-
un hábitat que permite, posibilita y facilita su de- manismo»29.
sarrollo impunemente. Y es que la dimensión políti- Foucault en sus obras últimas sobre la genealo-
ca permite superar la distancia que en el racismo gía del poder, ha puesto al descubierto con desa-
fragmentado, separa al universo del pensamiento, fiante e inequívoca claridad, la aviesa instrumentali-
ideas y creencias, del mundo práxico de la realiza- zación política del poder y sus ilimitados recursos
ción, acción y respectivas. Como señala Wieviorka, para trazar las líneas que delimitan lo normal de lo
«al eliminarlas crea las condiciones para una nueva anormal, así como para producir los correspondien-
dinámica ... el fenómeno puede convertirse en una tes procesos de normalización. También la moral re-
fuerza irresistible, una lógica de acción ilimitada y quiere explicitar su singular genealogía para mostrar
sin fronteras»26. quienes pueden conformar el bien y establecer la lí-
En ese contexto la aparición de la violencia, es un nea divisoria sobre el mal.
efecto inmediato, que se considera a sí mismo in- De ahí que el problema de la xenofobia y racis-
cluso legitimado. La motivación en cualquier caso es mo, una vez determinado, y precisado, requiere en
siempre clara: la esperanza de obtener algún bene- un segundo momento iniciar los procesos de desac-
ficio para los protagonistas, ya sea a corto o largo tivación, o deconstrución. Y en ese contexto a falta
plazo. Es la percepción de la amenaza, representa- de iniciativa, la pasividad corre el riesgo, o mejor in-
da en el chivo expiatorio. Y todo ello en un contexto curre, en complicidad por omisión. Sería por todo
deficitario respecto a puntos de referencia sociales ello deseable que tanto pensadores, escritores, do-
y culturales. centes, así como organizaciones independientes y
Sin embargo ya sea fragmentada o más contun- poderes institucionales se planteen la conveniencia

24 Adorno, pág. 68. siva. A lo que hay que añadir la capacidad seductora de deter-
25 Wieviorka, pág. 105. minados grupos que son capaces de imantar esa energía en una
26 Ibídem. dirección determinada. Además el refuerzo psicológico por el áni-
27 Ibídem, pág. 162. Cuando se desata la violencia racista, tal mo y apoyo que perciben al advertir que sus pautas justifican la
como señala Allport, previamente se han dado ya una serie de acción. Por último solo falta la ocasión, es decir, la oportunidad
pasos previos, que sintéticamente podrían describirse como si- o circunstancia de un evento, real o inventado, en el que el ru-
gue: en primer lugar enjuiciamientos a priori sobre el grupo victi- mor desempeña un papel fundamental. Gordon, W. Allport, The
ma. Un segundo momento de quejas, críticas, sospechas, etc., Nature o Prejudice, op. cit., págs. 57-58. Cf. Wieviorka, op. cit.,
sobre dicho grupo. A continuación una manifiesta discriminación
pág. 164.
en el plano no ya teórico, sino práctico, de acción. A lo cual si-
gue un incremento de la insatisfacción que va generando cuotas 28 Ibídem.
de irracionalidad y exasperación, que preludian una fase explo- 29 Tecnologías del yo, op. cit., pág. 150.

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y necesidad de sacudirse la indolente indiferencia Para lo cual será preciso evitar edificar, como
que a veces puede ser interpretada como pusiláni- apunta claramente Deleuze, espacios cerrados en
me complacencia. los que a veces se constituyen las escuelas, y que
En última instancia se trata de superar el ámbito derivan directa o indirectamente de un modelo edu-
de lo privado y evitar quedarse en discurso argu- cativo disciplinar. La necesaria plasticidad que debe
mentativo, descalificatorio y crítico verbal. Es preci- ser un factor decisivo en el proceso educativo, ha
so invertir la lógica de la acción-inacción. Y en lugar de posibilitar la adaptación de los respectivos cen-
de limitarnos simplemente a no sentimos culpables tros al ritmo de cambios que actualmente impone la
en la medida en que no discriminamos, se trataría sociedad intercultural de finales de siglo. De otro
además y principalmente de obrar responsablemen- modo la falta de respuesta adecuada y en el mo-
te poniendo los medios a nuestro alcance para obli- mento preciso, puede provocar lamentablemente
gar e impedir que otros realicen o puedan ejercer que ya desde la base «la más mínima irrupción de
discriminación. un fenómeno de alteridad radical los desequili-
No podemos dejar de ser conscientes, que como bre»32.
señala Aranguren la otredad, entendida con el sen- Claro que el esfuerzo de integración no debe re-
tido de alteridad, «también puede y debe enrique-
caer sólo sobre una de las partes afectadas. Inte-
cernos»30. y es que desde una perspectiva social y
gración implica compromiso y aproximación de am-
cultural, no cabe pensar que la respectiva identidad
bos lados, para evitar cualquier polarización. Así tras
pueda constituirse y desarrollarse de espaldas a una
la escuela debe proseguir la adecuada incorporación
dialéctica de la alteridad31. Se trata de saber apre-
al mundo laboral y social. En el mercado del trabajo
ciar y valorar la diferencia. Aunque quizás conven-
compitiendo en iguales condiciones y sin discrimina-
ga reparar en que ese conocimiento presupone tam-
bién una educación en diversidad que permita y pro- ción. En el espacio social, evitando endogamias o
picie actitudes de respeto, flexibilidad, y en definiti- segregación a uno y otro lado, de movimientos de
va tolerancia. instinto gregario.
También los hábitos culturales se aprenden, se Las palabras de P. Neruda en Navegaciones y re-
adquieren y se practican. Y quizás nos falta en el gresos pueden ser elocuentes también a este res-
presente siglo por nuestras experiencias de emigra- pecto «Sin mesa dónde vamos a comer, ¿dónde nos
ción hacia otros países, hábitos o tradición histórica sentaremos ni no tenemos silla? Si es una broma
de acogida y generosidad. De ahí la relevante fun- triste, decídanse, señores, a terminarla pronto, a ha-
ción social que puede desarrollar, en este terreno, blar en serio ahora. Después el mar es duro. Y llue-
el ámbito educativo. ve sangre»33.

30 •• El Yo, el sí mismo, el otro y El Otro» en Revista de Occi- 32 Guillaume, M., ••El otro y el extraño". Rev. Occidente, 1993,
dente, op. cit., pág. 11. op. cit., pág. 56.
31 Imbert, G., ••El descubrimiento de la alteridad en la socie- 33 Barcelona, Bruguera, pág. 21.
dad europea", Rev. Occidente, op. cit., pág. 7.

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