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Áreas protegidas y ciudades

¿Es posible una simbiosis?

Urbº Luis E. Hernández-Ponce

Resumen

Se reflexiona sobre las implicaciones del contacto entre áreas protegidas (AP) y urbanas, incluso, sobre
la posibilidad de que existan áreas protegidas dentro de las ciudades. La presencia humana y sus
actividades económicas, plantea problemas relacionados con la restricción que imponen los límites de
un AP a la expansión urbana; y los impactos de la proximidad de áreas urbanas sobre las AP. Cabe
preguntarse, entonces, sobre la posibilidad de lograr una simbiosis entre ambos sistemas a través de
ordenamiento territorial, planificación urbana, toma de decisiones oportunas y un accionar sinérgico.

Abstract

The implications of contact between protected areas (PAs) and urban areas, including the possibility of
the existence of protected areas within cities, are discussed. The human presence and its economic
activities raise problems related to the restriction imposed by the limits of a PA to urban expansion; and
the impacts of the proximity of urban areas on PAs. It is worth asking, then, about the possibility of
achieving a symbiosis between both systems through territorial and urban planning, timely decision-
making and synergistic actions.

1
1. Áreas protegidas y asentamientos humanos: Paradigmas y conceptos

Santos (2009) ubica el surgimiento de la noción de área protegida (AP) a mediados del Siglo
XIX, en relación con la expansión de actividades económicas de países industrializados sobre
territorios naturales. El concepto implicó la “... gestión del territorio por parte de una autoridad
central (el Estado Nación) por un lado, y la propia noción de Parque, que supone una actitud
contemplativa y, sobretodo, externa al territorio.” (p. 629). El primer paradigma se refirió, por
lo tanto, a naturaleza pura y ausencia humana. Los parques nacionales de Yellowstone y
Yosemite, declarados por USA en 1872 y 1865, respectivamente, constituyen los primeros
ejemplos de esta manera de pensar. Otro ejemplo temprano, lo constituye el Parque Nacional
de Kruger, en la Sudáfrica colonial, el cual implicó el desplazamiento de la población nativa.
Luego de la segunda guerra mundial, la concepción de las AP como zonas libres de
intervención humana, se desplazó gradualmente hacia el aprovechamiento de los recursos en
su interior. En la década de los 60 existían en el mundo, aproximadamente, “... 1000 áreas
protegidas oficiales...”, mientras que en 2006 esta cifra superaba las “108.000”, lo cual
representa - sin contar las áreas acuáticas protegidas - más del 12% de la superficie
planetaria, es decir, unos “... 30 millones de kilómetros cuadrados” (Santos, 2009, p. 627).

La definición actual de AP, propuesta por la Unión Internacional para la Conservación de la


Naturaleza (UICN) es:

Un espacio geográfico claramente definido, reconocido, dedicado y


gestionado, mediante medios legales u otros tipos de medios eficaces para
conseguir la conservación a largo plazo de la naturaleza y de sus servicios
ecosistémicos y sus valores culturales asociados. (Dudley, 2010, p. 10).

En el desarrollo de este concepto, Sanz y Torres (2006) identifican dos momentos importantes
relacionados con eventos auspiciados por la UICN: 1) El IV Congreso Mundial de Parques
realizado en Caracas, Venezuela en 1992; y 2) el V Congreso Mundial de Parques,
«Beneficios más allá de las fronteras», convocado en Durban, Sudáfrica en 2003. En el
primero, se propusieron seis figuras de AP: “Reserva natural integral”; “Parque nacional”;
“Monumento natural”; “Área de manejo de hábitat o especies”; “Paisaje terrestre y/o marítimo
protegido”; y “Área protegida con recursos manejados” (pp. 142 y 143); mientras que en el
segundo, se abrió “... una nueva etapa en las estrategias de conservación de la naturaleza”
(p. 144), en la cual se reconoce el imperativo de innovación en la gestión de las áreas
protegidas.

2
Según Arias (2009) “Las áreas protegidas en conjunto representan cerca de un 21,85% del
área total de Venezuela.” (p. 20), cifra tomada de un informe del Ministerio del Ambiente y de
los recursos Naturales Renovables (MARNR) elaborado en 1997. Huber (2001) afirma que el
primer Parque Nacional de Venezuela fue Rancho Grande, declarado en 1937 en la cordillera
de la costa. Sin embargo, es en la década de los 70 cuando comienzan a proliferar AP en el
país, en parte, por la preocupación científica sobre los posibles efectos negativos del
Programa Conquista del Sur (CODESUR), impulsado por los gobiernos democráticos de los
60. La preocupación se focalizó en el Territorio Federal Amazonas elevado a la categoría de
estado en 1992. Allí, se han declarado desde 1978, cuatro parques nacionales, 17
monumentos naturales y una reserva de biósfera, con una superficie aproximada de “... 175
750 km2.” (p. 1627).

La presencia humana y sus actividades económicas asociadas, plantean problemas


relacionados con: a) la restricción que imponen los límites de un AP a la expansión urbana; y
b) los impactos de la proximidad de áreas urbanas sobre las AP. Cabe preguntarse, entonces,
sobre la posibilidad de lograr una simbiosis entre ambos sistemas a través de ordenamiento
territorial, planificación urbana, toma de decisiones oportunas y un accionar sinérgico.

2. Amenazas y conflictos o ¿Problemas y oportunidades?

A partir de la revisión de algunos casos que implican la relación entre AP y ciudades, se


identificaron algunas amenazas, conflictos y problemas típicos, cuyas variaciones dependen
de las características particulares de cada país, región y ciudad.

2.1. Pobreza, marginalidad y sobreexplotación de recursos. Yakarta, Indonesia

Fauzi y Buchari (2002) identificaron a la pobreza y la marginalidad como restricciones, a las


áreas marinas protegidas (AMP). Destacan que el modelo de desarrollo adoptado por un país,
necesariamente impacta a la naturaleza. Por lo tanto, es necesario aliviar la pobreza y la
marginalidad - situaciones concretas sufridas por la población -, antes de imponer una filosofía
abstracta de conservación de la biodiversidad. En su estudio del caso del Parque Marino
Kepulauan Sebiru (KSMNP), ubicado en el área de influencia de Yakarta, Indonesia,
encontraron que la zonificación del AMP no fue consultada con la población residente. Debido

3
a esto, la comunidad no se ha involucrado en la vigilancia ni en el manejo del parque. La
población local pobre subsiste con base en la pesca disponible en el AMP, y debe competir
con un modelo macroeconómico de explotación de recursos marinos promovido por el
Gobierno, cuyo principal mercado está en Yakarta. Además de las disputas sobre el manejo
del KSMNP, observaron factores que favorecen la sobreexplotación, entre ellos, vigilancia
limitada debido a la poca educación de los guardias y bajos salarios; desempleo de la
población pobre que la lleva a sobrevivir a partir de la pesca; poca productividad de la pesca
artesanal en contraste con métodos más agresivos que utilizan venenos y explosivos, y poca
identificación de los locales con el turismo, al cual ven con recelo debido a la inequidad
existente. La sobreexplotación ha acelerado el deterioro del KSMNP.

2.2. Comunidades cuya ocupación es previa al AP. Chiapas, México

Tejeda-Cruz (2009) analizó la instrumentación de la política conservacionista de México, en


la Selva Lacandona, estado de Chiapas, a la luz de los conflictos generados por la declaratoria
de siete áreas naturales protegidas (ANP), entre 1978 y 1998. Éstas cubren una superficie de
419.450 hectáreas, y afectan el 69,9% del área ocupada por comunidades de agricultores
formales, informales y grupos indígenas. Aunque los decretos no fueron expropiatorios, los
pobladores

...perciben la normatividad derivada de los decretos y programas de manejo


de las ANPs como restricciones para el desarrollo de sus sistemas de
producción y de aprovechamiento de recursos naturales, lo que ha derivado
en el rechazo a las políticas de ANPs y conflictos de diversos grados de
magnitud (p. 61).

La información cualitativa levantada a partir de entrevistas, mostró que durante la fase de


consulta, las comunidades recibieron información insuficiente sobre los objetivos, alcances y
restricciones implícitos en las ANP. Asimismo, consideran que la información suministrada fue
manipulada. A finales de los 90, la comunidad llevó a cabo diversos tipos de protesta,
exigiendo que los directores de las ANP fueran comuneros y que las oficinas estuviesen en
sus centros poblados, todo ello en rechazo a los funcionarios del gobierno central. También,
solicitaron la transferencia de la administración y de recursos financieros y materiales, para
llevarla adelante. A partir de la revisión del marco legal e institucional contextual de los
decretos, el autor destaca el predominio del paradigma de “naturaleza pura” (p. 80) que ha
prevalecido en México.

4
2.3. Un sistema de AP puede ser afectado por la presencia de ciudades. Kenya, 50 AP.

Kiringe, Okello y Ekajul (2007), entrevistaron a los encargados del manejo de 50 AP en Kenya,
África, con el fin de identificar la severidad de las amenazas, jerarquizar las AP según su grado
de vulnerabilidad y explorar las implicaciones de estos resultados sobre las estrategias de
manejo actuales y propuestas. Encontraron que la caza ilegal de subsistencia, la caza furtiva
de grandes mamíferos para tráfico, la invasión humana con propósitos de explotación o
asentamiento, la pérdida de corredores migratorios y la fragmentación de áreas, constituyen
las mayores amenazas a las AP. En este contexto, la extracción de recursos por parte de las
comunidades locales, puede comprometer a largo plazo la biodiversidad. Las AP más
vulnerables son las AMP, y las que se encuentran en la proximidad de ciudades, industrias y
zonas de agricultura. En estos casos, los impactos son más severos debido a la ocupación
humana, la contaminación y el turismo.

2.4. Diferentes percepciones entre habitantes urbanos y rurales. Karnataka, India.

Triguero-Mas et al (2009), llevaron a cabo una investigación en el Santuario de Vida Salvaje


de Dandeli Wildlife, en los Ghats occidentales1 de Karnataka, India. Su objetivo era comparar
las actitudes de residentes urbanos y rurales hacia el AP, y analizar correlaciones entre
percepciones de impactos económicos, sociales y ambientales. También, querían determinar
si el éxito en la conservación de la biodiversidad, implica la restricción de la subsistencia de
comunidades locales. Sus hallazgos indican que los residentes urbanos tenían actitudes más
positivas hacia el AP, mientras que los residentes rurales - cuya economía es afectada por la
presencia de la AP – tienen actitudes negativas. También, encontraron diferencias
significativas dependientes de género, edad y educación. Es relevante la identificación de
desigualdades en la distribución de costos y beneficios por parte de la población rural afectada
por la presencia de la AP: Prohibición de extraer productos forestales; ataques de animales
salvajes a las personas, al ganado y a las cosechas; desempleo; falta de pastos para ganado;
restricciones de acceso al bosque; poca compensación económica por reasentamiento;
restricciones a la agricultura; poca atención gubernamental y poca libertad para la vida salvaje.
Por otra parte, la población rural percibe como beneficios: el aumento del turismo; la

1
La meseta del Deccán define la forma de triángulo invertido del subcontinente Indio. Posee dos bordes de
cadena montañosas: El Ghat occidental y el Oriental.

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observación y protección de la vida silvestre; mejor calidad del aire y disfrute de las bellezas
naturales (p. 212). Los autores clasificaron estos costos y beneficios en económicos, sociales
y ambientales, y concluyeron que la integridad a largo plazo del AP de Dandeli, dependerá de
involucrar más activamente a las comunidades rurales en su vigilancia y protección, y lograr
un equilibrio con sus actividades económicas.

3. Ordenamiento territorial, planificación y procesos urbanos

El nuevo paradigma de gestión de AP implica el reto de integrar criterios ecológicos en el


ordenamiento territorial, la planificación urbana y la ejecución del urbanismo, con el fin de
evitar que la expansión urbana destruya los hábitats que se pretenden conservar en las AP.
El concepto de transición a través de corredores ecológicos y de la inversión en restauración
y reconstrucción de ecosistemas es fundamental.

3.1. Los criterios cuantitativos de OT son insuficientes. Italia, 21 regiones.

Los criterios de ordenamiento territorial influyen sobre la gestión de las AP. Battisti y Giappoliti
(2004) encontraron en Italia que la inconsistencia entre ecología urbana y la designación de
AP, tiene efectos negativos en la conservación de la biodiversidad a largo plazo. La Ley
italiana prohíbe que más del 30% de la superficie de cada una de las 21 regiones puedan ser
AP. Los esquemas regionales de distribución resultantes, dificultan tanto la integración de
sistemas como la asignación de recursos. En la región regida por Roma, las áreas con mayor
densidad urbana tienen un mayor porcentaje de AP, intra y periurbanas. Los habitantes
urbanos demandan más áreas verdes y, por lo tanto, se focalizan en ellos más recursos de
conservación, descuidando grandes aéreas menos densas pero con mayor biodiversidad. Los
autores destacan la necesidad de levantar data biológica fidedigna, tomando en cuenta los
procesos de los ecosistemas, con el fin de establecer sistemas regionales coherentes,
priorizando la asignación de recursos de acuerdo a esta información y no según la densidad
poblacional urbana. La incorporación de data biológica en la formulación de planes urbanos
es poco frecuente.

3.2. Desequilibrios en la distribución nacional de población y OT. Venezuela.

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Arias (2009) comenta la contradicción entre objetivos de desarrollo y conservación ambiental
en el caso venezolano. Es frecuente la discusión acerca de los desequilibrios implícitos en la
distribución de la población sobre el territorio nacional. Las regiones costeras del centro,
occidente y oriente del país se caracterizan por poseer la mayor cantidad de población.
Paradójicamente, es la zona de mayores riesgos geológicos y de menores recursos. En
contraste, el sur del país ha sido caracterizada como de mayores recursos, más estable
geológicamente y con menos densidad de población. Esto ha llevado a algunos entes
planificadores a proponer la desconcentración de las zonas costeras el norte, en especial del
eje central que abarca el sistema de ciudades de Puerto Cabello, Valencia, Maracay, Área
Metropolitana de Caracas, Altos mirandinos, Guarenas - Guatire y Valles del Tuy. Esta
desconcentración, supone la imposición de límites al crecimiento poblacional centro – norte –
costero, y el poblamiento del sur, ejes de desarrollo y nuevos sistemas de ciudades. Esta
hipótesis de desarrollo obvia lo más importante, que el desarrollo de Venezuela se ha dado,
principalmente, sobre la costa norte debido a las ventajas de accesibilidad que brinda su
localización geográfica. Varias iniciativas de ordenación territorial han tratado, sin éxito, de
lograr un mayor equilibrio en la distribución poblacional.

El ordenamiento territorial de las regiones costeras occidentales, centrales y orientales de


Venezuela, debería incorporar conceptos de eficiencia en la interrelación ecología, economía
y desarrollo social, en lugar de la mera distribución cuantitativa de población. La nueva teoría
urbana de mega - regiones (MR), propuesta por Florida, Gulden y Mellander (2007) va en esta
dirección. Los autores identifican 40 MR en el mundo. Cada una genera un Producto Interno
Bruto (PIB) igual o mayor a US $ 100 millardos, y entre ellas suman el 66% del producto
mundial, representando el 85% de la innovación tecnológica y científica global. Las MR son
“…conjuntos integrados de ciudades y suburbios que rodean zonas de influencia donde el
trabajo y el capital pueden ser reasignados a muy bajo costo” (p. 3. Trad. propia). Constituyen
una “… nueva unidad económica natural” (p. 5) cuyos límites no coinciden necesariamente
con la división político – administrativa convencional de cada país. Las MR trascienden la
noción de simples agregados de ciudades grandes, pues, conforman entidades complejas
policéntricas, con economías dinámicas, población de 10 millones de habitantes o más. Pero
no es la cantidad de población lo que define a una MR, sino su eficiencia productiva y su
capacidad para la innovación en un contexto global competitivo. El concepto de MR asume
que los límites entre lo urbano y lo rural son difusos, por lo tanto, el OT de una MR podría
incluir los criterios ecológicos de transición que mencionamos al principio: corredores,

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restauración y reconstrucción de ecosistemas. El desarrollo de métodos empíricos para
caracterizar a las MR constituye un territorio del conocimiento por explorar.

3.2. Planificación de las áreas de transición AP – ciudad.

Karim y Main (2009) afirman que la destrucción de hábitats y su fragmentación son las
principales causas mundiales de pérdida de biodiversidad. Otros autores incluyen en estas
causas los cambios en la cubierta de suelos, la pérdida de suelos autóctonos y la proliferación
de especies invasoras vegetales y animales (Clarkson et al, 2007; Figueroa et al, 2009). La
expansión de las ciudades - posible sólo a partir del trazado y construcción de nueva vialidad
urbana e interurbana - es en gran parte responsable de estos procesos destructivos (Karim y
Main, 2009; Xu et al, 2010). Por lo tanto, es necesario incluir criterios ecológicos

3.2.1. Criterios de seguridad y compatibilidad de usos interurbanos. Toronto, Canadá

Keil y Young (2009) encontraron en Canadá que el paisaje suscitado entre la centralidad
urbana y los suburbios (In-beetwen city) consiste en usos mezclados que no están planificados
adecuadamente. La explosión de una planta de gas Propano en Toronto en 2008, les permitió
identificar vulnerabilidades y riesgos asociados al paisaje urbano de transición. La explosión
ocurrió en una instalación aeroespacial de la empresa Candiense Bombardier, ubicada entre
el único Parque Nacional Urbano de Canadá (Downsview Park) y la Autopista 401 de tránsito
muy intenso. Los problemas de fragmentación de usos interurbanos, generan condiciones de
vulnerabilidad, en particular, en zonas residenciales y parques que coexisten con empresas
que manejan sustancias peligrosas. Su evaluación mostró que el modelo de planificación
anglosajona privilegia al espacio privado en lugar del público. Es necesaria una mejor
planificación de las zonas interurbanas, con corredores que respondan a la lógica de sistemas,
y la localización de actividades urbanas según criterios de compatibilidad y seguridad.

3.2.2. Gradiente de cubierta de suelos autóctonos. Nueva Zelanda (20 ciudades)

Clarkson, Wehi y Brabyn (2007) revisaron la posible contribución de la restauración urbana


para maximizar la biodiversidad, analizando patrones de cubierta de suelos de dos bases de
datos sobre gradiente rural - urbano en Nueva Zelanda, país que presenta un 78% de
urbanización. El estudio se justificó por la existencia de suelos que son representativos de

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hábitat naturales y que están presentes en zonas urbanas. Los investigadores creen que se
da poca importancia a la protección de biodiversidad en las ciudades, y que existe apatía en
relación con su pérdida. Al igual que otros autores, identifican a la destrucción de hábitat, la
fragmentación y las especies invasoras como las causas principales de la disminución de
biodiversidad. Considerando que el índice de riqueza de especies no discrimina entre
especies autóctonas y exóticas, y que no describe adecuadamente procesos cualitativos,
propusieron la evaluación del porcentaje de suelos que representan coberturas de especies
autóctonas. Determinaron que esta proporción es muy baja en los núcleos urbanos (2%) pero
que alcanza casi 9% en las zonas periféricas de las ciudades. Es decir, el gradiente es
directamente proporcional a la distancia al centro urbano. En relación con las especies
exóticas, consideran que se deben proponer formas adecuadas de control y manejo en lugar
del exterminio. En Nueva Zelanda, es necesario fortalecer la relación entre los gobiernos
regional y municipal, para el ordenamiento de las zonas periurbanas. El país tiene mucha
experiencia en la conservación de la vida salvaje, pero necesita reforzar sus conocimientos
en biodiversidad urbana, la cual es clave para la biodiversidad en general.

3.2.3. Escenarios de expansión urbana que impactan a las AP. Phoenix, Arizona, USA.

Berling-Wolff y Wu (2004) propusieron un modelo para simular el crecimiento urbano de


Phoenix, Arizona, USA. Para entender la ecología urbana fue necesario simular los patrones
urbanos y las tendencias de expansión, con base en usos del suelo y normas de crecimiento.
El modelo permite la intersección de factores ecológicos y sociales. Fue calibrado con base
en valores históricos conocidos, para luego proyectar tres escenarios: a) el tendencial hasta
el año 2029 (statu quo); escenario con manejo hasta 2028, y el ultra-manejado hasta 2033. El
escenario tendencial mostró gran crecimiento, zonas densamente pobladas y alta
fragmentación ecológica. Se encontró un umbral morfológico urbano, asociado a las zonas
intraurbanas y periurbanas, el cual evidenció la necesidad de conservar la conectividad a
través de corredores urbanos, coherentes con criterios ecológicos para vencer la
fragmentación. En este sentido, la política actual canadiense de sólo construir parques intra
urbanos es insuficiente. De los tres escenarios evaluados, sólo el ultra-manejado garantiza
niveles aceptables de conservación de las AP interurbanas y extraurbanas hasta el año 2033.
El concepto de manejo de los territorios dentro y fuera de las AP, y de los espacios planificados
de transición conduce, necesariamente, a las nociones de Gobernabilidad y Gobernanza.

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4. Gobernabilidad y Gobernanza

Conflictos ambientales entre AP y ciudades con implicaciones de política pública, ocurren en


el contexto de problemas de gobernabilidad y gobernanza, dentro y fuera de las AP. Para
Sanz y Torres (2006) el reto del siglo XXI consiste en garantizar la gobernabilidad de las AP.
Aunque el Congreso de Durban destacó la importancia de las AP “...para el desarrollo
sostenible, por la prestación de servicios ecológicos y por las oportunidades de sustento que
representan...” (p. 146), también reconoció su impacto negativo sobre las comunidades
cuando no participan y se desconocen sus derechos. La Gobernabilidad se refiere a tres tipos
de relaciones que pueden ser conflictivas: a) entre el gobierno central y los gobiernos
regionales y municipales; b) entre la división político administrativa y una delimitación rígida
de las AP; y c) falta de coordinación entre organismos públicos responsables del manejo de
diferentes tipos de AP (Arias, 2009). Estos conflictos dificultan la creación de sistemas de AP,
y de los corredores necesarios para preservar la integridad ecológica. Por otra parte, la
Gobernanza se refiere a la articulación de los diversos actores involucrados en los procesos
de las AP, tanto por su localización relativa (núcleo, buffer, límites, exterior), como por el tipo
de derechos perdidos, ganados y reasignados a cada actor a partir de la declaratoria (Mascia
y Claus, 2008).

4.1. Gobernabilidad. Caso Amazonas, Venezuela.

Generalmente, las declaratorias de AP encuentran una división político – territorial pre-


existente. En el caso de las AP en Amazonas, Venezuela, Huber (2001) aclara que éstas
fueron declaradas primero en la década de los 70 - cuando Amazonas era Territorio Federal
– el cual luego fue convertido en estado en 1992. Este nuevo rango exigió la delimitación de
nuevos municipios, y determinó la aparición de presiones políticas, económicas y sociales
para re-definir los límites de las AP pre-existentes. La ciudad capital del estado, Puerto
Ayacucho, fundada en 1928, constituye un centro urbano estratégico de 153.580 habitantes,
para gobernar una extensión de 177.000 Km2 que representan el 19,2% del territorio nacional.

Huber (2001) describe el desarrollo de los temas ambientales en el estado Amazonas, durante
el período 1981 - 2001, y analiza sus posibles tendencias en los contextos regional e
internacional. La creación de las AP en Amazonas, fue una respuesta - en parte científica - al
Programa Conquista del Sur (CODESUR) de 1969. En el marco del Programa “El Hombre y

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la Biósfera” (MAB), se llevaron a cabo estudios en San Carlos de Rio Negro y se descubrieron:
la baja fertilidad del suelo selvático, su vulnerabilidad ante la deforestación y la importancia
de los procesos naturales de reciclaje biológico que sostienen la selva. Tres aspectos positivos
de las AP en Amazonas se refieren a: su selección con base en criterios científicos para
garantizar su representatividad, el logro de zonas atractivas para el ecoturismo, y su carácter
propicio para atraer recursos multilaterales. Huber (2001) estimó que “25 millones de dólares
estadounidenses han sido destinados por completo al propósito de fortalecer algunas de las
áreas protegidas más importantes en el Amazonas venezolano”2 (p. 1638, Trad. propia). Sería
interesante indagar si actualmente existe inversión multilateral para la conservación de las AP
en Venezuela.

Otros problemas de gobernabilidad identificados por Huber (2001), se refieren a la falta de


coordinación entre autoridades de diversas categorías de AP. Por ejemplo, INPARQUES está
a cargo de los parques nacionales, mientras que el Ministerio del Ambiente y de los Recursos
Naturales Renovables (MARNR)3, es responsable de la Reserva de la Biósfera Alto Orinoco-
Casiquiare. El investigador identifica problemas de manejo de las AP de Amazonas,
relacionados con la poca gobernabilidad: a) limitaciones logísticas ante la gran extensión de
las AP en Amazonas; b) acceso costoso; c) demarcación imprecisa; d) problemas de
patrullaje; e) personal poco dispuesto debido a bajos sueldos y dificultades del territorio; e)
poca aceptación de las AP por parte de los indígenas y antagonismos debido a diferencias
religiosas (nuevas tribus); f) minería contaminante (mercurio) y deforestación; g) presencia de
la guerrilla colombiana; h) intensidad del turismo en contraste con las capacidades ecológicas
de soporte; e i) recolección científica de especímenes. A esto podría agregarse el riesgo de
extracción de recursos genéticos en territorios ricos en biodiversidad, poco poblados y sin
vigilancia (Febres, 2002).

4.2. Gobernanza: ¿Es posible una presencia humana ventajosa y no amenazante?

El paradigma de las AP como espacios aislados, destinados a la conservación de la


biodiversidad sin presencia humana, parece poco viable. Sanz y Torres (2006) hacen

2
Original: “US$25 million have been raised altogether for the purpose of strengthening some of the most
important protected areas in the Venezuelan Amazon.”
3
Actualmente, Ministerio del Poder Popular para el Ambiente (Minamb).

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referencia a una reflexión del ecólogo Domenech (1999) según la cual, las AP deben
orientarse a la protección de procesos y se debe trascender el pensamiento de límites rígidos.

...cualquier política de protección de espacios naturales debe tener en cuenta


dos principios fundamentales: a) las áreas protegidas no pueden consistir en
islas de protección, pequeñas y solitarias, en medio del mar de explotación,
abandono o degradación del resto del territorio; y b) todo el territorio es
merecedor de protección, porque la biosfera no hace distingos y se extiende
por todo el territorio. Lo que debe protegerse no son las cosas (determinadas
especies o comunidades), sino los procesos, y no es posible encasillar tales
procesos dentro de espacios limitados arbitrariamente. (pp. 143 y 144).

Sanz y Torres (2006) destacan cuatro preocupaciones acerca de AP y áreas naturales que no
han sido protegidas: a) la superficie de áreas naturales no protegidas ha disminuido; b) la
protección prevista en las leyes no se pone en práctica; c) los costos de las AP recaen sobre
las comunidades locales y, no se les compensa adecuadamente por los beneficios globales;
y d) hay poco financiamiento disponible para la gestión de las AP. Las implicaciones de
reconocer los derechos previos de las comunidades afectadas por declaratorias de AP, su
permanencia y el respeto o mejoramiento de sus actividades económicas, para hacerlas más
sustentables, requieren un examen más detenido.

En 1990, Ostrom señaló la importancia de las interrelaciones entre “...los arreglos


institucionales de manejo y tenencia colectiva de la tierra” (c.p. Arias, 2009, p. 46). El problema
radica en el reconocimiento de los derechos de tenencia, y otros derechos de las comunidades
afectadas por una declaratoria de AP, la cual constituye una limitación a la propiedad privada
y a otros tipos de tenencia. El tipo de limitación dependerá de las características particulares
del marco jurídico e institucional de cada país.

Díaz (2008) evaluó cuatro casos de AP de Colombia, desde la perspectiva de los conflictos
jurídicos generados por las declaratorias, estos son: 1) la expectativa de dominio por actividad
económica no es procedente en el caso de las AP; 2) muchas veces la declaratoria vulnera
derechos fundamentales; 3) inconsistencia administrativa; y 4) contraposición de los derechos
de diversos actores. En especial, si la declaratoria de AP implica la reubicación de
comunidades pre-existentes, se vulneran sus derechos ancestrales, entre ellos el acceso a
sus fuentes de subsistencia. En algunos casos, existe obligación de vender al Estado la tierra
que está en propiedad privada, pero no se encuentra respuesta debido a la ineficacia
gubernamental. Por estas razones, las comunidades se debaten en el dilema de dar

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cumplimiento a las normas que implican prohibición, y cumplir al mismo tiempo con la
participación como estrategia de manejo conservacionista. La autora distingue entre
comunidades dentro del AP y aledañas. En el contexto de la legislación colombiana, “aledaño”
(p. 59) se refiere la zona de amortiguación de los parques nacionales naturales, en la cual
procede el pago de mejoras, la indemnización y la reubicación.

Mascia y Claus (2008) analizaron casos de AMP en Australia, Filipinas, Islas Cook, Islas
Comores, Brasil y Belice, para identificar derechos perdidos, ganados y reasignados por la
población desplazada: derecho al acceso y a la extracción de recursos - los cuales configuran
el derecho de uso -; el derecho de manejo; el derecho de excluir a otros del propio territorio;
y el derecho de enajenar. En el contexto del desplazamiento, la exclusión se refiere al proceso
social entre los que ganan y los que pierden poder en el espacio protegido, esto lleva a una
definición de AP como construcción social de arreglos institucionales formales e informales.
Los autores concluyeron que los diferentes tipos de manejo de AP, deben fundamentarse en
la comprensión de la pérdida, ganancia y reasignación de derechos. Este conocimiento debe
formar parte de la evaluación de impactos sociales de las AP, un tema poco estudiado. Para
estos autores, los elementos de la gobernanza se refieren a los mecanismos de resolución de
conflictos, roles del género en la toma de decisiones, y la inserción en procesos políticos más
amplios (p. 19). La gobernanza depende de los derechos ganados o perdidos en relación con
aumento o disminución en el control de los recursos; derechos de propiedad perdidos o
ganados; derechos de uso perdidos o ganados; y si los mecanismos de resolución de
conflictos son débiles o fuertes.

Sanz y Torres (2006) señalan que “... la gobernanza ocupa un lugar central para la
conservación de las áreas protegidas.” (p. 146), y se logra a través de la aplicación de cinco
principios: “...legitimidad y voz, eficiencia, rendición de cuentas, equidad y dirección...” (p.
147). Estos principios deben aplicarse en el contexto de políticas públicas de orden superior,
orientadas controlar la sobreexplotación y las actividades ilegales, a través la superación de
la pobreza y la marginalidad (Fauzi y Buchari, 2002). De la experiencia de la Selva Lacandona
en México, comentada por Tejeda-Cruz (2009), se desprende que las comunidades deben
involucrarse antes de la creación de un AP. La información suministrada a las comunidades
debe ser veraz, oportuna y sin intenciones de manipulación. Es necesario crear canales
expeditos de comunicación entre las partes involucradas, e incluir a las comunidades en todas
las fases del proceso: fijación de objetivos, metas y estrategias en el diseño de los planes de

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manejo; incorporación en el manejo propiamente dicho, incluyendo reconocimiento de
derechos, y participación en vigilancia, control, monitoreo, seguimiento y evaluación. Las
autoridades deben estar dispuestas a compartir el poder con las comunidades, y éstas
requieren capacitación y asistencia técnica permanentes, para cumplir con nuevos roles y
actividades.

Cuando Colding, Lundberg y Folke (2006) compararon las superficies de áreas verdes
manejadas por particulares en Estocolmo, Suecia, con las AP extraurbanas manejadas por el
Estado, encontraron que las AP representaban un 8,1% del área total, mientras que las áreas
verdes urbanas y periurbanas abarcaban un 18%. La alta proporción de suelo verde en manos
privadas, condujo a reflexiones relacionadas con su potencial para la protección de la
biodiversidad, y con la necesidad de incorporar en su manejo a los propietarios y grupos de
usuarios. Las áreas verdes urbanas y periurbanas son de tres tipos: a) zonas adjudicadas a
familias para cultivos bajo la figura de allotment; b) campos de Golf y c) jardines domésticos.
Las AP extraurbanas consisten en a) reservas naturales; b) sitios "Natura 2000" establecidos
según normas de la Unión Europea (UE); y c) bosques hábitat que protegen a especies en
peligro incluidas en una lista roja. Esto, considerando que existe poco conocimiento científico
comunicado acerca del manejo de áreas verdes por particulares con fines ecológicos. Estas
áreas se distribuyen en diferentes escalas a lo largo del gradiente de transición rural – urbano,
por lo tanto, constituyen un sistema que debe ser integrado a las AP extraurbanas. Además
pueden servir de áreas de transición (buffer) y cumplir un rol importante en la resistencia de
los ecosistemas urbanos. Estos potenciales deberían ser comprendidos por los planificadores,
para compatibilizar el desarrollo urbano con las políticas ambientales, y lograr una mayor
Gobernanza. La estrategia sería de utilidad en la aplicación de la Agenda 21 Local. Asimismo,
la planificación urbana debe contemplar los conceptos de restauración y reconstrucción de
ecosistemas, es decir, las inversiones para restituir los elementos bióticos y abióticos de un
ecosistema deteriorado, de manera que pueda seguir su desarrollo, y su integración con otros
ecosistemas a través de corredores biológicos.

Finalmente, considero que la psicología social - comunitaria y ambiental son disciplinas


necesarias para identificar actitudes positivas y negativas hacia las AP. La comprensión de
estas actitudes puede orientar la formulación de políticas públicas, facilitar la focalización
adecuada de recursos para educación ambiental, y sustentar estrategias institucionales para
una mejor gobernanza de las AP y de su relación con las ciudades.

14
La realización de estudios psicosociales en campo, debería vincularse con la utilización de
métodos y técnicas de percepción remota - tipo SIG - para evaluar la pérdida de biodiversidad
y tomar decisiones relacionadas con ordenamiento territorial, planificación urbana,
gobernabilidad y gobernanza. Seguidamente, se analiza la importancia del monitoreo, el
seguimiento y la evaluación de la relación entre AP y expansión urbana.

15
5. Monitoreo, seguimiento y evaluación de la expansión urbana y sus impactos sobre APs

Las decisiones de política pública sobre AP, deberían basarse en el monitoreo, seguimiento
y evaluación de los procesos urbanos. Por esta razón, los sistemas de información geográfica
(SIG) desempeñan un papel cada vez más importante en el ordenamiento y la planificación
urbana. Un aspecto crítico es la evaluación estratégica e integrada de impactos ambientales
(Nooteboom y Wieringa, 1999; Partidário y Arts, 2005). Para que las decisiones sean
oportunas, lo ideal sería disponer de información en tiempo real. Seguidamente, se comentan
tres estudios transversales (Clarkson et al 2007; Colding et al 2006; Turkyilmaz et al, 2007), y
cuatro longitudinales (Aguilar, 1999; Figueroa et al, 2009; Karim y Main 2009; Xu et al 2010),
en los cuales se destaca la importancia de la utilización de los SIG, en combinación con otros
métodos y técnicas, con el fin de evaluar la pérdida de biodiversidad debido a procesos
urbanos.

5.1. Estudios transversales

Turkyilmaz et al (2007) utilizaron un SIG para identificar situaciones críticas, a partir de la


intersección de suelo natural con suelo cultural. Los polígonos resultantes de la intersección,
fueron evaluados para planificar AP en Izmir, Turquía.

Clarkson et al (2007) analizaron patrones de cubiertas de suelos en las 20 ciudades más


grandes de Nueva Zelanda. Los datos se obtuvieron de tres bases de información, ambiental,
suelos clasificados a partir de imágenes Landsat y datos censales. Encontraron que la
cobertura autóctona en núcleos urbanos es de 2%, y aumenta hasta 8,9% en un radio de
acción 20 Km.

Colding et al (2006) compararon la superficie de AP extraurbanas manejadas por el Estado,


con áreas verdes en el Área Metropolitana de Estocolmo, Suecia, encontrando que el
porcentaje de áreas manejadas por particulares (18%), es mayor que las áreas manejada por
el Estado (8,1%). Como se señaló al final de la sección 4.2, estos resultados tienen
implicaciones sobre la gobernanza de AP.

Los objetivos, métodos y resultados de las tres investigaciones se presentan en la Tabla 2.

16
Tabla 2. Comparación de estudios transversales

Investigadores Objetivo Método / Indicadores Resultados

Turkyilmaz et al , 2007 Planificar AP en Izmir, Turquía. SIG. Suelo cultural y natural, Nuevos polígonos por
hidrología, geología, intersección de suelo
geomorfología; imágenes cultural y natural
satelitales Landsat e Ikonos de
2003 y 2004. Datos de campo.

Clarkson et al, 2007 Analizar patrones de cubiertas 2 bases de datos ambiental y Gradiente: Cobertura
de suelos autóctonos en 20 de suelos. Imágenes Landsat. autóctona en núcleos
ciudades más grandes de Datos censales. urbanos = 2% aumenta
Nueva Zelanda. hasta 8,9% en radio de 20
Km.

Colding et al, 2006 Comparar superficie de AP SIG con datos urbanos del Área Áreas verdes en el AM de
extraurbanas manejadas por el Metropolitana de Estocolmo y Estocolmo, manejadas
Estado con AV intra y SIG con datos de AP en la por particulares (18%) vs.
periurbana manejadas por región. AP regional (8,1%).
particulares en Estocolmo,
Suecia.

Fuente: Elaboración propia con base en artículos revisados

5.2. Estudios longitudinales. Pérdida de ecosistemas por expansión urbana

Aguilar (1999) utilizó el Indicador holístico de salud de ecosistemas (HEHI-WHI), para explorar
las interrelaciones entre sostenibilidad y salud de ecosistemas, en 7 AP de Costa Rica, través
de la medición de productividad, organización y resistencia de ecosistemas. El período
analizado fue de tres años (1995 – 1998). Los indicadores sociales resultaron relativamente
altos (56,03% - 61,47%), mostrando el impacto positivo de las inversiones públicas en
educación, salud y recreación, pero los indicadores interactivos resultaron bajos en las 7 AP.
Esto refleja que las políticas públicas no coordinan los aspectos sociales, económicos y
ambientales, y que existe poca participación y poca conciencia ambiental ciudadana.

Figueroa et al (2009) evaluaron los cambios en las cubiertas de suelo en 17 reservas de


biósfera (RB) y sus eco-regiones en México, asociados a procesos socioeconómicos. Se
analizó un período de diez años (1993 – 2002), utilizando un SIG. Las variables
independientes se refirieron a 10 aspectos socioeconómicos, y la variable dependiente fue el
Indicador “Uso del Suelo/Cambio de cubierta” (Indicador LULC), calibrado para cuatro
parámetros. Se realizaron correlaciones no paramétricas ajustadas por análisis de

17
correspondencia canónica. Se encontró que el 60% de las RB reportaron disminuciones de
5%, lo cual las caracteriza como resistentes al cambio, y que los factores socioeconómicos
explican el 87% de la variación del Indicador LULC.

Xu et al (2010) analizaron los cambios en humedales urbanos de Wuhan, China, para


comprender la fragmentación de estos hábitats y proponer soluciones de sustentabilidad. El
período estudiado fue de 18 años (1987 – 2005). Se utilizó un SIG para relacionar información
sobre usos del suelo, a partir de imágenes TM (Landsat) y datos de campo. La variable
dependiente fue el Índice de fragmentación. A través de una Regresión Lineal Canónica, se
identificaron tendencias en el decrecimiento de áreas naturales; aumento de áreas artificiales;
división artificial de los grandes lagos en unidades más pequeñas (fragmentación); y
disminución de los índices de biodiversidad.

Karim y Main 2009, estudiaron los ecosistemas de hamacas (hammocks) en los cayos de
Florida, USA. Las “hamacas” son hondonadas húmedas y boscosas que sirven de refugio a
las aves migratorias. Estos ecosistemas se han perdido progresivamente debido a la
destrucción y fragmentación del hábitat. Se analizó un período de trece años (1991 – 2004),
mediante los datos de un SIG referidos a cobertura, distribución y status (protegido y no
protegido) de los parches de hamacas en cayos altos y bajos. Se encontró una pérdida del
31% del hábitat. Los parches muy fragmentados, con superficies inferiores a las 20 Has.,
representan ecosistemas muy deteriorados y difíciles de restaurar. Los parches con
superficies superiores a 20 Has. tienen potencial de restauración y ampliación, por lo que
deben ser protegidos. Las características y resultados de cada estudio se comparan en la
Tabla 3.

18
Tabla 3. Estudios transversales. Pérdidas de ecosistemas por expansión urbana
Investigadores Objetivo Método / Indicadores Resultados
Período

Aguilar , 1999 Relaciones entre Productividad, Indicadores sociales altos (56,03%-


sostenibilidad y salud de organización y resistencia 61,47%).
ecosistemas. de ecosistemas. Indicadores interactivos bajos .
[7 AP, Costa Rica] Indicador holístico de Pocas participación y conciencia
1995 – 1998. (3 años) salud de ecosistemas ambiental ciudadana
(HEHI-WHI). .

Figueroa et al, 2009 Cambio de cubiertas de GIS. Uso del Suelo/Cambio 60% de las RB reportaron
suelo asociado a de cubierta (LULC). disminuciones de 5%. (Resistentes).
procesos 10 variables Factores socioeconómicos explican
socioeconómicos. socioeconómicas. 87% de la variación LULC.
[17 RB y eco-regiones, Correlaciones no
México] paramétricas Regresión
1993 – 2002. (10 años). Lineal Canónica.

Xu et al, 2010 Cambios en humedales GIS. Uso del suelo, Decrecimiento de áreas naturales;
urbanos. Fragmentación imágenes TM (Landsat) y aumento de artificiales; fragmentación
y soluciones de datos de campo. Regresión de grandes lagos en pequeños;
sustentabilidad. Lineal Canónica. Índice de disminución de índices de
[Wuhan, China ] fragmentación. biodiversidad.
1987 – 2005. (18 años).

Karim y Main , 2009 Pérdida de “hamacas” en GIS. Cobertura, Vialidad ppal. Amenaza.
Cayos de Florida distribución y status Pérdida 31% del hábitat . Parches
1991 – 2004. (13 años) (protegido/no protegido) muy fragmentados < 20 Ha. Parches >
de los parches de bosques 20 Ha. deben ser protegidos.
de hamacas en cayos altos
y bajos.

Fuente: Elaboración propia con base en artículos revisados

6. Conclusiones

6.1. Avanzar hacia nuevos paradigmas de AP

El nuevo paradigma de AP implica que éstas no son islas y que es necesario enfrentar la
presencia humana. Esto implica el desarrollo de enfoques, métodos y técnicas que integren
los conceptos de la ecología urbana, con el ordenamiento territorial, la planificación urbana y
la ejecución del urbanismo. Los conceptos más importantes a ser considerados en dicha
integración son la transición, los corredores ecológicos, la restauración y re-construcción de
ecosistemas en función de la proximidad urbana. Asimismo, es necesario incluir políticas
urbanas y rurales para proteger las áreas naturales “no protegidas”. En cuanto a la definición

19
de las AP, es posible que la integración de los conceptos de núcleo, zona de amortiguación
(buffer), límites difusos y exterior determinen que el concepto de AP en general, evolucione
hacia figuras similares a las reservas de biósferas actuales (Arias, 2009).

La revisión del conocimiento comunicado en publicaciones científicas - en relación con AP y


ciudades - muestra que existen campos poco investigados. Entre ellos destacan la necesidad
de evaluar evidencia empírica sobre el potencial de las zonas de transición (amortiguación)
para prevenir el deterioro de los núcleos. Este deterioro puede tener causas externas e
internas. Las causas externas requieren investigación sobre los impactos económicos y
sociales asociados a procesos urbanos (Arias, 2009; Fauzi y Buchari, 2002). El tema de los
derechos perdidos, ganados, reasignados y ancestrales es fundamental para comprender los
impactos sociales y económicos generados por la declaratoria de un AP (Díaz, 2008; Mascia
y Claus, 2009). Otras posibilidades de investigación se refieren a la relación entre
biodiversidad y áreas verdes urbanas con fines de conservación (Clarkson et al, 2007; Colding
et al, 2006); y la definición de corredores ecológicos para prevenir destrucción de ecosistemas,
fragmentación, cambios no compensados de cubiertas de suelo y pérdida de suelos
autóctonos. Las formas de producción inadecuadas tienen un mayor impacto negativo sobre
las AP, que la mera presión demográfica (Figueroa et al, 2009; Karim y Main, 2009; Kiringe et
al, 2007).

El ordenamiento territorial, la planificación urbana y la planificación económica deben ser


coherentes con el desarrollo sustentable. Cada relación AP - ciudad, tiene hábitats y
características particulares, por lo que no existen recetas de planificación y gestión. Es
necesario hacer proyecciones y simulaciones de la expansión urbana para identificar de
antemano posibles impactos negativos de las ciudades sobre las AP (Berling-Wolf & Wu
2004). Cada país, región y localidad debe encontrar las vías más apropiadas según principios
de gobernabilidad, gobernanza y participación ciudadana (Battisti y Giappoliti, 2004; Díaz,
2008; Mascia y Claus, 2008; Sanz y Torres, 2006; Colding et al, 2006). Es necesario que las
políticas públicas orientadas a aumentar la gobernabilidad y la gobernanza urbana, rural y de
AP, sean diseñadas de manera multidimensional e integral, en contraposiciones a las visiones
centralistas y sectoriales de la administración pública.

Los SIG, combinados con otros métodos y técnicas, facilitarían la evaluación de series
históricas de pérdida de biodiversidad, y la identificación de restricciones y oportunidades

20
actuales. Esto, para el ordenamiento territorial, la planificación urbana y la toma de decisiones
en tiempo real (Aguilar, 1999; Clarkson et al, 2007; Colding et al, 2006; Figueroa et al, 2009;
Karim y Main, 2009; Turkyilmaz et al, 2007).

Son necesarios estudios psicosociales para conocer las actitudes de habitantes urbanos y
rurales ante las AP. Estas investigaciones pueden alimentar la formulación de políticas para
compatibilizar el desarrollo urbano con el desarrollo sostenible, la focalización de inversiones
para educación ambiental y el fortalecimiento de la participación comunitaria (Battisti y
Giappoliti, 2004; Kiringe et al, 2007; Triguero-Mas, 2009).

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Elaborado en el contexto de una asignatura del Doctorado en Desarrollo Sostenible


Universidad Simón Bolívar, Venezuela.
2011

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