cultural
”En todo el vasto y sombrío mundo de los fantasmas y demonios no existe
una figura tan terrible, abominable y temida pero llena de tanta temible
fascinación como el vampiro, que no es fantasma o demonio, pero que
practica las naturalezas oscuras y posee las misteriosas y terribles
cualidades de los dos".
Los pueblos de estas regiones, creían que existían personas maldecidas que,
una vez muertos, salían de sus tumbas durante la noche, para alimentarse de
sus propios familiares o cualquier transeunte de la localidad, su alimento por
supuesto, era la sangre de los vivos.
El "Vampíro" más famoso del mundo por obra de la literatura de horror, proviene de
Rumania y allí, los mítos son variantes de los vampíros eslovacos, a estos se les llamaba
Strigoi, los cuales se dividían en 2 tipos, los Vii y los Mort, los Vii eran brujas y hechiceros
que eran capaces de separar sus almas de su cuerpos para encontrarse con las almas de otros
Vii o Mort, algo similar al pandemonium de las brujas inglésas. Al morir estás brujas y
hechiceros, eran llamados Mort y volvían de la muerte para alimentarse de la sangre de los
vivos hasta vaciarlos, eran entonces Vampíros. Según el mito rumano, una persona se
convertiría en vampíro si nacía con alguna deformidad física, si había sido mordido por un
vampíro hasta casi vaciarlo de sangre, al morir se transformaría en uno de ellos, los que
habían sido maldecidos por uno y aquellos que jugaban con la magia negra corrían el riesgo
de ser un vampíro al morir, igualmente aquellos que sufrieran de una muerte no natural,
serían vampiros.
En realidad, los gitanos se originaron como tribus nómadas en el norte de India, pero
obtuvieron su nombre de la antigua creencia de que venían de Egipto. Para el año 1000 dC
comenzaron a esparcirse hacia el oeste y se establecieron en Turquía por un tiempo,
incorporando muchas palabras turcas a su idioma Romany.
Para el siglo XIV estaban en los Balcanes, y dos siglos después ya se habían esparcido por
toda Europa. Los gitanos llegaron a Rumania poco tiempo antes del nacimiento de Vlad
Drácula en 1431.
El antiguo hogar de los gitanos, la India, tuene muchas figuras vampíricas míticas. El Bhuta
es el alma de un hombre que muere antes de su tiempo. Merodeaba animando cuerpos
muertos de noche y atacaba a los vivos como un ghoul. En el norte de la India se podía
encontrar al brahmaparusha, una criatura cuasi-vampírica con un cuerpo rodeado de
intestinos y una calavera de la que bebía sangre.
El vampiro Indio más famoso es Kali que tenía colmillos, usaba un collar de cadáveres o
calaveras y tenía cuatro brazos. Sus templos se hallaban cerca de los crematorios. Ella y la
diosa Durga combatieron al demonio Raktabija que podía reproducirse a si mismo de cada
gota de sangre derramada. Kali bebió toda su sangre para que nada se derramara, y así ganó
la batalla y mató a Raktabija.
En primer lugar, sería necesario buscar la base histórica que dio lugar a este
mito, presente en tantas culturas alrededor del mundo. Muchos la sitúan en la
Europa central en el siglo XIV, cuando la peste obligaba a enterrar a los
cadáveres con rapidez para evitar los contagios. No pocos eran enterrados
vivos, y cuando posteriormente se abrían los mausoleos, los encontraban
llenos de sangre por haber intentado escapar. A pesar de que hay diversidad de
opiniones sobre dónde nace el mito del vampiro clásico, si existe acuerdo en la aparición
del término vampiro: fue acuñado por Agustín Calve en un tratado del siglo XVIII.
Diversos personajes históricos han sido relacionados con el vampirismo, destacando dos
de ellos: Elisabeth Bathory y Vlad el Empalador.
Sin duda, los vampiros son una figura atrayente para el público, por aunar la dicotomía
infalible: Eros y Thánatos, sensualidad y muerte, las dos pasiones más viscerales. El boom
vampírico que está teniendo lugar continúa enfrentando a los defensores del vampiro
clásico contra los seguidores de los nuevos vampiros, más humanos y cercanos. El vapiro
es un ser que aún tiene mucho juego que dar.
Fuentes:
http://1.bp.blogspot.com/_hbgZAwxvTio//vampiro6.jpg
http://t3.gstatic.com/images?…&t=1
http://4.bp.blogspot.com/…/s1600/dracula.jpg
http://images.wikia.com/laenchiclopedia/es/images/9/9e/BeowulfGrendel.jpg
http://t2.gstatic.com/images?q=…&t=1
http://www.tusfamosos.com/i/502x.jpg
http://imagenes.sensacine.com/r_760_x/medias/nmedia/18/65/35/09/18855216.jpg
http://img.pctestrenos.com/banco-de-imagenes/….-al-chico-en-la-primera-cita.jpg
http://www.twilightsweden.se/bilder/TwilightSaga.jpg
http://www.draculas.info/_img/gallery/nosferatu_83.jpg
El mito del vampiro une el mundo de la muerte con el de los vivos. Ambas experiencias,
cosmogónicas, están íntimamente unidas a los temores colectivos ante el sufrimiento, la
oscuridad, el vacío y la sombra, sentimientos propios de los seres humanos de todas las
culturas y épocas, lo que hace que el folclore sobre vampiros vaya evolucionando y
releyéndose simbólicamente.
En casi todas las culturas y mitologías alrededor del mundo han aparecido mitos acerca de
no muertos consumidores de sangre. Mientras que hoy en día se asocian a la figura del
vampiro, en la Antigüedad los elementos mitológicos como el consumo de sangre y la
vuelta de la muerte se atribuían a demonios o espíritus, dependiendo de la cultura, que
también consumían carne fresca o de cadáveres, como los necrófagos y causaban plagas o
desgracias naturales.
Probablemente, los hombres creen en los vampiros desde que comenzaron a pensar en la
relación entre el cuerpo y el alma. La división de estos dos que sucede cuando dormimos y
cuando morimos. La muerte, desde la antigüedad, se conviertió en tema de filosofía y en el
mayor de los misterios. La gente comenzó a pensar que la muerte era el paso a otro mundo.
Así fue como las personas comenzaron a darle valor a la muerte, y por consecuencia, a los
muertos. Se comenzaron a adorar a los padres fallecidos, como comienzo a la adoración de
ancestros. Después las tribus comenzaron a adorar a sus antiguos reyes. Se adoraba a los
grandes hombres, a los jefes, a los héroes después de morir. Sin embargo, no todas las
personas eran dignas de ser adoradas al morir. Algunas eran temidas. Se creía que si la
persona fallecida no recibía el entierro apropiado, ella causaría enfermadad y cualquier
poder maligno sobre lo vivos. En algunas partes de África, se creía que cada persona dejaba
atrás un fantasma que después de la muerte continuaba un estilo de vida. En otras tribus la
gente temía los espíritus de hechiceros muertos. Así fue como el concepto de los muertos
acechando a los vivos comenzó a nacer.
La figura del vampiro forma parte, para algunos autores, del conjunto de arquetipos
universales, relacionado con la Muerte, si bien en la obra de Jung no se hace mención
expresa al vampiro, algunos autores lo consideran una de las imágenes ancestrales
constituyentes del inconsciente colectivo. Las criaturas sedientas de sangre como espectros
nocturnos, íncubos, aparecidos, nigromantes no muertos y hombres lobo emergen de la
oscuridad de la sociedad primitiva, transformándose en recuerdo en el presente. Entre
ellos, el vampiro es quizás la criatura más universal
A través de este origen, que puede remontarse a la caza y el miedo a la oscuridad en las
sociedades neolíticas, se explica que aparezcan entidades «vampíricas» en tradiciones tan
separadas geográficamente. Estas entidades mitológicas, si bien son diferentes en algunos
de sus aspectos, mantienen una remarcable unidad en su esencia: una criatura que vuelve
de la muerte para alimentarse del elixir de la vida, la sangre.
De acuerdo al mandamiento divino Levitico XVII 10-14: “Si cualquier hombre de la casa de
Israel, y de los forasteros que viven entre ellos, comen sangre pondré mi cara sobre su
alma, y lo libraré de toda su gente: porque la vida de la carne está en la sangre: y se las he
dado a ustedes para que hagan expiación de ella en el altar para sus almas, y la sangre
puede ser para la expiación del alma. Por lo tanto, les he dicho a los hijos de Israel: ningún
alma de ustedes, o de los forasteros que viven entre ustedes comerán la sangre de ninguna
carne, pues la vida de la carne está en la sangre, y quien se la coma, será abandonado".
Esto puede explicarnos el por qué y la aberración que es el concepto de beber sangre,
puesto que es donde el alma descansa, entonces el punto de una criatura como al vampiro
es beberse el alma de la gente. No sólo quitarle la vida, sino quitarle el alma. Aunque hayan
diferentes culturas que no sigan este mandamiento, sigue siendo una verdad universal que
la sangre es la vida de una persona. Tiene sentido que cuando una criatura como el
vampiro busca la sangre de alguien no sólo busca revitalizar y rejuvenecer su cuerpo, sino
también su alma y de ella vivir eternamente.
La imagen del vampiro me parece incluso más cercana a las primeras formulaciones de
Freud. Fue en una reunión de la Sociedad Vienesa, el 10 de Noviembre de 1909, donde
Freud declaró que el narcisismo era un estadio intermedio; necesario, entre el
autoerotismo y el amor de objeto. En mi tesis, el individuo atrapado en las redes de las
formas arcaicas del Narcisismo, el vampiro que flota entre la vida hay la muerte, está
perdido en ese espacio vacío entre autoerotismo y relación de objeto. Espacio que debe ser
atravesado por lo que Resnik llama la “función póntica” del padre: puente el cuerpo y el
Objeto.
El narcisista arcaico se apropia, oralmente, de lo que contiene el espacio que le rodea y que
él necesita para sobrevivir de la misma manera que el vampiro vacía de sangre las venas de
su víctima.
El Vampiro
La imagen del Vampiro tiene una larga genealogía que se remonta en mitología a Keres,
hijo de la noche. Keres es hermano de Tánatos, espíritu de los muertos, y representante en
el discurso de Freud de la pulsión de la muerte. Así en un nivel inconsciente de su discurso,
Freud introducía la “hermandad” de los aspectos arcaicos del narcisismo y de la pulsión de
muerte.
En la iconografía mitológica Keres es representado por un ser alado y negro, con grandes
dientes blancos y largas uñas como en las representaciones contemporáneas de vampiros
(i.e. el “Nosferatu” de Murnau). Históricamente los antepasados de Drácula se remontan a
Vlad Tepés Señor de Valaquia, que gobernó en 1448, de 1456 a 1462, y en 1476. Vlad Tepés
fue un tirano sangriento, de crueldad legendaria. Esa crueldad sangrienta es el elemento
primordial en la figura Transilvana del Nosferatu, el muerto-vivo, que arranca del cuerpo
de sus víctimas humanas la sangre con la que se alimenta.
De acuerdo con Florescu y McNally en “In Search of Dracula”, Tepés mando ejecutar a
unas 30,000 personas. Es importante también notar el método de tortura favorito de Vlad
Tepés: empalamiento, junto con mutilación de pechos y órganos sexuales, método que
significa una fusión psicótica de sexualidad y pulsión de muerte de un sadismo extremo.
Estamos en el terreno del proceso primario puro y de la falta de discriminación entre la
pulsión libidinal y la agresiva, de ahí el miedo que inspira el carácter floklórico del
Nosferatu.
Me parece que cada una de estas interpretaciones nos marca aspectos importantes de
significación, consciente e inconsciente, de la imagen del vampiro. Sin embargo, debo
insistir que si no centramos nuestra atención en la “congelación” del vampiro en un Edipo
temprano, percibido como una escena primaria de un sadismo extremo, la figura del
vampiro no tiene sentido clínico. Esta congelación en el Edipo temprano es el producto de
la combinación de déficits muy considerables, tanto en la función continente de la madre,
como en la función estructurante del padre, funciones que, cuando son proveídas de
manera armónica por el “holding enviroment” (Winnicott), aseguran la posibilidad de
metabolizar las angustias, terrores y defensas radicales que acompañan a las fantasías más
arcaicas del bebé al principio de su vida.
En esta presentación, sugiero el cambio de la imagen axiomática de las formas arcaicas del
narcisismo patológico, del Narciso de la mitología clásica, al vampiro importalizado por Bram
Stoker”, en su novela Drácula.
El vampiro, inmovilizado en una “muerte en vida”, congelado en una “sueño sin sueño”, es incapaz
de “alejarse” de una oralidad dominante, dados los déficits muy considerables tanto en la función
continente de la madre, como en la función estructurante del padre, como en la función
metabolizante de los padres combinados “suficientemente buenos” si parafraseamos a Winnicott.
Dos viñetas se presentan, una del primer vampiro que tuve en tratamiento, la otra de un vampiro en
análisis desde hace siete años, para ilustrar algunos de estos puntos, necesariamente presentados de
manera muy esquemática.
DE TODAS LAS CARACTERÍSTICAS de este personaje, una de ellas nos atrapa y nos
deslumbra. El espejo, aquel que usan los humanos (el de Narciso), no atina a devolver
aquello que nunca ha poseído: la imagen de una no-imagen, esto es, de un vampiro. La
muerte del vampiro, jamás consumada del todo, ha devenido no-muerte. Su patética y a
la vez formidable existencia transcurren en el país de la sangre, allá donde únicamente
los "románticos" alcanzan a llegar. Allá donde los muertos vivientes ─condenados a
presenciar nuestro fin de mortales ─habitan y lloran su existencia con gotas de esa
misma sangre rediviva.
Acabada la noche, cuando amanezca, nosotros volveremos a ser, pero aquél, nuestro
antihéroe, aquél volverá a su féretro para soñar su propia muerte. Ya sólo esto le queda.
Soñar, soñar que ha muerto, o que vuelve a nacer.
El Vampiro es tan bello que el azogue se niega a reflejarlo. Si su sombra te alcanza,
olvidarán tu nombre los espejos, pero hallarás un eco en la hermosura de quien has
elegido como doble [p. 47*] Su "cruz" ─sobra decirlo, insufrible─ , hecha de astillas
henchidas de tiempo a partir del penúltimo trozo de bosque encantado, su cruz le pesa
más con cada nuevo siglo que adviene. (La vejez no le sienta bien a quien ha prometido
un goce eterno a cambio de acusar de recibido un cuerpo, para entonces acaso nada más
que carne.)
Por supuesto, no todo es placer en la existencia del amo de las criaturas de la noche. En
verdad, lo sabemos, el vampiro tiene una vocación sufriente. Conforme se acerca al espejo,
a la mirada de ese otro que asombrado le contempla, este sujeto/espejo ─lo mismo que
cualquier otra ilusión, según nos advierte Freud ─mira su porvenir al romperse en mil
pedazos, si acaso no desaparece. En efecto, nuestro ya héroe, con todo y su supervivencia a
los veinte mil millones de años de aburrimiento en la Tierra, está completamente solo.
(¿Cómo no compadecerle si ni siquiera tiene una sombra con quien lidiar?) La soledad, su
gloria y su infortunio.
Es el Otro, el Ajeno, el Exiliado y habla en un lenguaje incomprensible para el que no ha
probado sus colmillos [p. 51*] Es "lo siniestro", lo terrible. Su ser no cabe en el espejo, al
menos no en ese que es el mismo de la metáfora del mito lacaniano; siempre lo desborda.
Su belleza, sí, su belleza es angélicamente rilkeana: [...] Pues lo bello no es nada más que el
inicio de lo terrible en un grado en el que todavía apenas podemos soportar y si lo
admiramos tanto es porque, sereno, indiferente, desdeña destruirnos. Todo ángel es
terrible. 11
(Madrid, Hiperión, 1999) a la obra de Rainer Maria
Rilke, "Primera" de las
Elegías de Duino (1912/1922).
Ley de prohibición del incesto: .- Freud supone que todos los seres humanos de toda s las
épocas, regiones y culturas, estamos sometidos a la prohibición del incesto como Ley
fundamental de toda experiencia posible de civilización. Incluso Drácula está sometido a
ciertas leyes:
«No puede ir donde quiera; aunque no pertenezca a la naturaleza, tiene que obedecer
algunas de sus leyes... no sabemos muy bien por qué . No puede entrar en ningún sitio en
principio, a menos que alguien de dentro le invite a pasar; aunque después puede volver
cuando quiera. Su poder cesa, como el de todas las fuerzas malignas, con la llegada del día.
Sólo en determinadas ocasiones goza de una cierta libertad» (p. 432*).
Obsesiones (¿sólo de esa época?) .- Drácula convoca a voluntad a los lobos y a las ratas
en contra de sus adversarios. (¿Alguna resonancia con los famosos casos clínicos de
Freud?) «Una de las diversiones de la época victoriana [recreada en la película Pandillas de
Nueva
York] era la lucha de un perro contra un número determinado de ratas, que solía
suministrar
el famoso Jack Black, quien se autoproclamaba cazador de ratas del Imperio Británico». Se
hacían apuestas contra reloj en favor del perro (un terrier) que lograse cazar y matar más
ratas, dentro de un espacio cercado, y que al finalde cierto lapso era sacado para contar el
número de cadáveres. Se sabe que una vez un perro llamado "Billy" acabó con 500
roedores en tan sólo 5 minutos y medio (pp. 451-452, nota 187*)
El espejo .- Nos muestra lo que uno es y lo que uno nunca podrá ser (lo que en
psicoanálisis se denomina el "yo-ideal"). Es una metáfora de la Ley de prohibición del
incesto, de la muerte, porque es lo que nos aleja de nuestra imagen completa (aquella tras
la cual Narciso fue y se ahogó en su búsqueda). El espejo proyecta la fantasía o fantasma de
la aparente unificación del Ser, que es la imagen que cada quien tiene de sí mismo.
Recobrar nuestra platónica mitad perdida. Drácula, que no tiene reflejo, tampoco tiene un
fantasma. El es un fantasma, o más bien, es El fantasma. Es la fantasía de todo sujeto.
«El profesor sonrió y siguió hablando. ─Entonces está usted convencido de eso, ¿no? Y por
supuesto comprende cómo actúa, y es capaz de captar las intenciones del gran Charcot -
¡lástima que ya no esté entre nosotros!- cuando penetra en el alma del paciente al que
hipnotiza, ¿verdad?» (p. 363*).
La Pulsión.- Este concepto es fundamental para el psicoanálisis, pues nos distingue de los
demás animales en cuanto que funda el deseo y lo separa de una "necesidad" como el
hambre o la sed. La pulsión es un anhelo que, a diferencia de las necesidades cotidianas
(fisiológicas), no se satisface nunca y nos empuja siempre a ir tras de un objeto
inalcanzable (como la liebre en un galgódromo).
«Le gusta experimentar, y lo hace bien [dice Van Helsing en alusión a Drácula]; y de no
habernos cruzado nosotros en su camino, ahora sería (y todavía puede serlo si fracasamos)
el padre y propagador de una nueva clase de seres, nacidos para la Muerte, no para la
Vida» (p. 521*).
¿Existe relación entre esto y un "Más allá del principio del placer" del que habla Freud en
uno de sus textos más famosos (escrito en 1920)? .Los seres de los que habla Freud son los
mismos seres de los que habla Stoker, pues la pulsión que nos mueve a actuar es la de
muerte, Thánatos , mientras que a los demás animales y vegetales los anima la pulsión de
vida, aquella que es objeto de estudio de la Biología.
Tal vez nosotros seamos esos seres "nacidos para la Muerte". Quizás, en realidad, nosotros
mismos somos los vampiros, esos que pasan su vida escribiendo historias sobre cómo
convertirse en humanos.
EL VAMPIRISMO, EN EL IMAGINARIO CRIMINAL
Un año después de salir de ese ambiente familiar, con 9 años, una prostituta
adentró a Kürten en el mundo de la zoofilia. Kürten empezó a sentir gusto,
descubrió un placer insospechado. La zoofilia es una parafilia que consiste en
la atracción sexual de un humano hacia otro animal distinto de su especie.
Otro rasgo que define a Peter es la piromanía. La piromanía es un trastorno psicológico del
control de los impulsos que produce un gran interés por provocar el fuego y observarlo. En
algunos asesinatos cometidos, Kürten provocaba incendios –como vimos ayer, a una de
sus víctimas la roció con gasolina y luego le prendió fuego- de esta manera saciaba su
instinto sexual. Kürten necesitaba saciar su apetito sexual. Siempre terminaba su ritual
llegando al orgasmo, pero una vez lo conseguía ya no tenía sentido continuar. Es por ese
motivo que algunas de sus víctimas no murieron, porqué Kürten no se aseguró de que
estuvieran muertas, se alejaba de sus víctimas exclamando “Así es el amor”.
Y por último, otro rasgo que ya hemos visto en asesinos en serie anteriores, es
que Peter Kürten tenía la necesidad de alcanzar la notoriedad. Sus crímenes la alcanzaron,
ya que los habitantes de la ciudad de Düsseldorf vivían aterrorizados por esas violentas
muertes. Durante el juicio, los psiquiatras afirmaron que Peter Kürten no tenía ningún tipo
de enajenación. Por lo tanto, se afirmó que era un psicópata y nunca mostro
arrepentimiento alguno. Como hemos podido leer, Peter Kürten, más conocido como El
Vampiro de Düsseldorf, cumple con los rasgos del psicokiller.