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Discriminación a las mujeres

La igualdad entre los sexos es esencial para el logro de los derechos humanos para todos. No
obstante, las leyes que discriminan contra la mujer prevalecen en todos los rincones del planeta.
Muchas de esas leyes de hecho conceptúan a las mujeres y a las niñas como de segunda clase en lo
que respecta a la nacionalidad y la ciudadanía, la salud, la educación, los derechos conyugales, los
derechos al empleo, los derechos parentales y los derechos de herencia y posesión de bienes.

En algunos países, las mujeres, a diferencia de los hombres, no pueden vestirse como desean,
conducir un vehículo, trabajar de noche, heredar bienes ni prestar testimonio ante un tribunal. La
inmensa mayoría de las leyes discriminatorias vigentes guardan relación con la vida en familia,
incluso limitan el derecho de la mujer al matrimonio (o el derecho a no contraer matrimonio en
casos de matrimonio precoz y forzado), así como el derecho al divorcio y a volver a casarse.

La violencia contra la mujer prevalece en todas las culturas a una escala inimaginable y, a menudo,
el acceso de la mujer a la justicia tropieza con obstáculos como leyes discriminatorias, y actitudes y
prejuicios sociales.

El derecho internacional relativo a los derechos humanos prohíbe la discriminación basada en el


sexo e incluye garantías para los hombres y las mujeres al disfrute de sus derechos en pie de
igualdad. En el párrafo 1) del artículo 15 de la Convención sobre la eliminación de todas las formas
de discriminación contra la mujer se dispone explícitamente que los Estados que hayan ratificado la
Convención reconocerán al hombre y a la mujer los mismos derechos y en el artículo 2 se establece
la obligación de los Estados que hayan ratificado la Convención de «adoptar todas las medidas
adecuadas, incluso de carácter legislativo, para modificar o derogar leyes, reglamentos, usos y
prácticas que constituyan discriminación contra la mujer.»

A treinta años de la entrada en vigor de la Convención, el reconocimiento y el disfrute de la


igualdad de derechos con los hombres sigue estando fuera del alcance de un gran número de
mujeres en todo el mundo. La Convención ha sido ratificada por 186 Estados, sin embargo cuenta
con una cifra récord de reservas a artículos básicos, como los artículos 2 y 6, que versan sobre la
vida personal y familiar de las jovencitas y las mujeres.
Síndrome de Down Core de hutington

Galactsemia

Síndrome de Turner

Síndrome de rlincfelter

Fenilcetonuria
mi madre unción;
Tus ojos son como la luna ¡Son las únicas manos que tienen
tus labios como una fresa corazón!
quien es esa linda belleza (Rosal de rosas blancas de tersuras
que se esconde tras esa puerta eternas:
es mi mama la princesa aprended de blancuras en las manos
maternas).
Tu me has dado todo
y ahora dejame escribir Yo que llevo en el alma las dudas
este poema recitado escondidas,
solo para ti cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternales aquí en mi pecho
Tu hueles a rosas son
como lindas mariposas como dos alas quietas sobre mi corazón!
eres mi sandia ¡Las manos de mi madre saben borrar
quiero estar contigo todo el dia tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con
LAS MANOS DE MI MADRE terneza!
Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
tan de seda, tan de ella, blancas y
bienhechoras.
¡Sólo ellas son las santas, sólo ellas son ¡MADRE MIA!
las que aman, Cuando los ojos a la vida abría,
las que todo prodigan y nada me al comenzar mi terrenal carrera,
reclaman! la hermosa luz que vi por vez primera
¡Las que por aliviarme de dudas y fue la luz de tus ojos, ¡madre mía!.
querellas,
me sacan las espinas y se las clavan en Y hoy que, siguiendo mi escarpada vía,
ellas! espesas sombras hallo por doquiera,
la luz de tu mirada placentera
Para el ardor ingrato de recónditas penas, ilumina mi senda todavía.
no hay como la frescura de esas dos
azucenas. Mírame, ¡oh madre!, en la postrera hora,
¡Ellas cuando la vida deja mis flores cuando a las sombras de mi noche oscura
mustias avance ya con vacilante paso.
son dos milagros blancos apaciguando
angustias! Quiero que el sol que iluminó mi aurora
Y cuando del destino me acosan las sea el mismo sol que con su lumbre pura
maldades, desvanezca las brumas de mi ocaso.
son dos alas de paz sobre mis
tempestades.
MADRE
Ellas son las celestes; las milagrosas, Madre, desde la lejanía de tu gloria
ellas, me llegan con frecuencia bendiciones,
porque hacen que en mi sombra me e infantiles fragmentos de oraciones
florezcan estrellas. que suavizan la piel de la memoria.
Para el dolor, caricias; para el pesar,
Tu espíritu es un ave migratoria DIVINA MADRE MÍA
que abandona las plácidas regiones,
para cubrir de aladas protecciones Divina madre mía
al hijo, que tropieza con su historia. tu amor es sacrosanto
pues tiene el dulce encanto
Así, como hace tiempos, de pequeño de excelsa melodía.
con mis lamentos perturbé tu sueño
y lo sacrificaste todo por mi suerte; Tú me diste la vida
con tierno amor profundo.
igual que cuando al mundo me trajiste: Eres Reina del mundo,
¡bésame tiernamente si estoy triste ¡Madrecita querida!
y arrúllame en la hora de la muerte!.
En tus brazos me acunaste,
me abrigaste con tu pecho,
me dormiste en el lecho,
tu esencia me entregaste.

Eres mi Reina divina.


arrullo que me encanta,
mi Madrecita Santa,
tu pasión me fascina.

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