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Características del lenguaje escrito y el lenguaje oral.

Lenguaje escrito
La existencia de la escritura se basa en la capacidad del hombre para hablar, pero se origina no
con la intención de representar gráficamente el habla sino que, según la mayoría de los estudios,
se concibió como sistema para almacenar información, por lo que no puede entenderse el código
escrito ni la comunicación por escrito como una simple representación del código oral o de la
comunicación hablada.
Hablar y escribir constituyen dos formas o modos de comunicación distintos, y que las
manifestaciones escritas expresan o comunican independientemente de la lengua oral. Además el
hecho de ser dos sistemas de comunicación autónomos con propiedades diferenciadas, hace que
tengan funciones sociales diferentes y complementarias.

Evidentemente, ambos modos de comunicación utilizan o tienen como soporte el mismo sistema
lingüístico, pero se producen y manifiestan de distinta manera.

Partiendo de la base de que la oralidad-al contrario que la escritura-es universal porque se


encuentra e todas las civilizaciones y que, en consecuencia, puede tener alguna base natural o
genética, nadie duda que lo escrito es un hecho claramente cultural, un artefacto inventado por las
personas para mejorar su organización social: para comunicarse a distancia, establecer formas de
control grupal o acumular los saberes e inaugurar la historia en el sentido actual. (Cassany. 1999.
Construir la escritura. Pág 23).

Escribir es una forma de usar el lenguaje que, a su vez, es una forma de realizar acciones para
conseguir objetivos. Es una forma de conseguir objetivos en las comunidades alfabetizadas. Op cit
p.26 Consiste en aprender a utilizar las palabras para que signifiquen lo que uno pretende que
signifiquen en cada contexto.

En definitiva, quizás la escritura no se pueda considerar como la causa única de las civilización
moderna, pero es indudable que ha desempeñado y desempeña un papel de primer orden en ella.
Op cit p.47.

Con respecto a las funciones del emisor y el receptor, las mismas serán diferentes según sea el
lenguaje oral o escrito ya que en ambos el soporte físico que los sustenta no es el mismo, el
lenguaje oral se produce mediante sonidos y se percibe por el oído; el lenguaje escrito por su lado
se produce mediante signos y se percibe por la vista.

El hecho de que los sonidos se emitan de forma sucesiva, ordenados en el tiempo y que
prácticamente es imposible producir más de un sonido a la vez, hace que el hablante deba
producir su discurso de una manera tal, que permita al oyente la percepción auditiva, si hablamos
en voz muy alta, baja, o si hablamos muy rápido, es posible que no nos entiendan. Mientras que
en la escritura es el lector quien establece el ritmo de la lectura, es decir, el lector escoge cuándo,
dónde y cómo quiere leer; a qué velocidad, qué párrafos, volver atrás y releer o darle una ojeada
general al texto.

Vista desde la perspectiva de que la escritura es tanto el resultado como la condición de


civilización, es decir, es un producto moldeado por la civilización y una herramienta para moldearla,
aprender a escribir adopta una dimensión muy superior a la idea simplista de conocer la
correspondencia entre alfabeto y sistema fonológico. Aprender a escribir implica la transformación
de la mente del sujeto; el escribir supone el desarrollo de nuevas capacidades intelectuales: el
análisis, el razonamiento lógico y la distinción entre datos. A continuación se presentan algunas
características, las más importantes, que se piensa posibilitan el desarrollo intelectual.
.
Descontextualización:
En la mayoría de comunicaciones escritas, los tres elementos fundamentales de la misma
(emisor/producción, texto y destinatario/recepción) no coinciden en lugar y tiempo. Esto provoca
que el escritor deba especificar estos datos, a diferencia de la comunicación contextualizada (cara
a cara, teléfono, notas durante una reunión o charla, en la que son implícitos o se transmiten por
códigos no verbales (cara, mirada, gestos, proxémica) o paraverbales (entonación, pausas, ritmo)
Op cit. p. 48.

Interacción diferida.
La descontextualización anula la posibilidad de interacción simultánea entre emisor y destinatario,
lo cual imposibilita que ambos negocien significados. En la comunicación descontextualizada no
hay respuesta del destinatario, o ésta llega al emisor bastante después de que acabe su texto, por
lo que éste no puede utilizarla para mejorarlo. Por esta razón, el autor no sólo debe aprender a
elaborar discursos sostenidos, sino también a calcular las posibles reacciones del lector para evitar
los errores antes de que ocurran. Op cit. p. 49.

Cosificación.
La escritura da corporeidad a la oralidad evanescente, la convierte en un objeto visible al ojo
humano y tangible a las manos.

Bidireccionalidad
La escritura permite que el redactor y el lector se muevan libremente por el escrito, avanzando y
retrocediendo a su antojo, también esta característica se relaciona con la planificación. Al poder
avanzar y retroceder por el discurso, el redactor-lector puede componer su texto indefinidamente,
p 51

Lenguaje oral.

Así como la escritura posee rasgos distintivos, la oralidad o lenguaje oral, también presenta
rasgos o características que le son propios. De esta manera son fundamentales en el habla y
exclusivos de ella los rasgos prosódicos, los paralingüísticos y los extralingüisticos.
Los rasgos prosódicos – la entonación, el acento, las pausas - son un mecanismo básico en la
oralidad para organizar coherentemente el discurso y para reforzar las intenciones comunicativas.
Con relación a los efectos paralingüísticos, estos aportan mucha información. La cualidad de la
voz, el ritmo o el tono pueden informar acerca del estado físico o emocional del hablante, o bien de
la intención con la que se habla. “pensemos que los enunciados pueden se dichos, murmurados,
gritados, etc., y en ocasiones nos puede molestar o gustar una expresión no por su contenido sino
por cómo ha sido dicha” (Tusón, 1977: 22 en Alcoba, 1999). Otro rasgo paralingüístico importante
son las vocalizaciones – risa, soplidos, suspiros, aspiraciones, o expresiones como hum, ah, ajá,
uf, etc,- , indicadores de que se está escuchando y de cómo se va reaccionando ante lo que se
dice (con incredulidad, extrañeza, asentimiento). Son señales que envía el oyente y que sirven al
hablante para estructurar su discurso en función del desarrollo de la comunicación. Los gestos, la
postura, la distancia, denominados elementos cinésicos los primeros y proxémicos los dos últimos,
también contribuyen a la formación del significado lingüístico, apoyando o contradiciendo
informaciones, en el caso del gesto, o bien señalando distintas actitudes en los interlocutores, en el
caso de la proxemia (dependiendo de la postura que se adopta, se pueden expresar diferentes
actitudes, como timidez, inseguridad, osadía, seguridad, solidaridad, etc,)

Tomado de: Cassany, Daniel. (1999) Construir la escritura. Paidos. Barcelona


(Alcoba, S. (1999) La oralización. Ariel practicum. Barcelona.)

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