E N S AY O S
El microcrédito: una herramienta
para el desarrollo humano
ANDRÉS OCAMPO
Introducción
La situación actual que atraviesa nuestro país con
respecto a la pobreza pone al estudio de la misma y, so-
bre todo, al análisis de herramientas eficaces para com-
batirla en una posición principal dentro de la escala de
valores. El microcrédito se alza en el siglo XXI como
una herramienta novedosa para combatir la pobreza y
promover el desarrollo de los sectores más desposeídos
de las economías subdesarrolladas. Uno de sus máximos
impulsores, el Profesor de Economía Muhammad Yu-
nus1, comenzó una experiencia en Bangladesh en el
año 1976 otorgando créditos de muy bajos montos en-
focados exclusivamente a la producción en los sectores
de menores recursos de aquel país. Además de su pro-
bado éxito con la creación del Grameen Bank en Ban-
gladesh, puede decirse que su aporte a la lucha contra
la pobreza en el mundo va más allá: esparció alrededor
del planeta la cultura del microcrédito y mostró el éxito
del sistema en su libro “Hacia un mundo sin Pobreza”
en donde describe las características, objetivos, forma
de trabajo y logros del ya mencionado “banco”.
Podría decirse, tal vez, que sin la publicación de di-
cho libro o sin la “peregrinación” de Yunus a través del
mundo llevando su “mensaje”, el Banco o sus réplicas se
habrían limitado sólo a algunos países de Asia, quedan-
do fuera del alcance de muchos otros, sobre todo en La-
tinoamérica. Afortunadamente, existen muchas organi-
zaciones dentro del país que ya están poniendo en prác-
tica este sistema desde hace algunos años. Sin embargo,
dada su novedad, este tema no ha sido estudiado en
profundidad, lo cual hace interesante y desafiante in-
tentar un resumen de los principios de este tipo de ini-
ciativa y una evaluación de sus resultados. Si bien haré
mención de algunas de varias de estas iniciativas a lo lar-
go del trabajo, me centraré principalmente en una de
las más grandes que aún está en actividad. Hablo de la
Fundación Protagonizar, organización a la cual perte-
nezco desde su inicio en 1999. Esta organización surge
del seno de la Iglesia Católica, ya que fue fundada por
54 Año XIX • Nº 55 • Noviembre 2002
un grupo de sacerdotes Jesuitas. En este emprendimien-
to la implementación del microcrédito está orientada
por su cercanía a varios de los principios de la Doctrina
Social de la Iglesia por lo que parte del artículo intenta
poner en contacto ambos enfoques.
Sistema financiero formal e informal
Muchas veces, las personas no consumen la totalidad
de sus ingresos al mismo tiempo en que estos se generan,
es decir, tienen un sobrante, llamado comúnmente “aho-
rro”. Por otro lado, las empresas generalmente no poseen
los ingresos que necesitan en el momento indicado para
poder producir o aumentar su escala. Es decir, demandan
más dinero del que disponen para poder “invertir”. Este
defasaje entre ahorro e inversión se soluciona transfirien-
do el sobrante del consumo personal hacia las empresas
transformando los recursos ociosos en inversión producti-
va. Para facilitar dicha transferencia es que existe dentro
de cada país lo que se llama “sistema financiero”. Los ban-
cos son creados, entonces, para transformar el ahorro en
inversión productiva que acarree crecimiento económico
y empleo. Pero, ¿qué ocurre en un país cuyo ahorro no es
suficiente para satisfacer su demanda de inversión? Este
deberá, de ser posible, endeudarse en el mercado finan-
ciero internacional. Los bancos obtienen su ganancia al
cobrar sobre los créditos que otorgan una tasa mayor a la
que pagan por los depósitos de ahorros que reciben. Al
otorgar un crédito -enfocándonos solamente en créditos
productivos, dejando de lado el consumo- los bancos rea-
lizan un análisis del proyecto a financiar y según sus ries-
gos y su rentabilidad, fijan un precio por el dinero a otor-
gar, llamado tasa de interés.
Esto no es tan simple como parece: las personas/em-
presas candidatas a recibir un crédito deben cumplir
una serie de requisitos para acceder al mismo como así
también deben presentar algún tipo de garantía que cu-
bra aunque sea en parte los costos del banquero en caso
de que los pagos pactados no se cumplan. Esto también
beneficia en parte al cliente ya que disminuye el riesgo
lo que hace que éste deba pagar una tasa menor. Es
aquí donde el problema se presenta: la demanda de cré-
dito se presenta muchas veces en personas o empresas
que no cumplen, o mejor dicho, están muy lejos de
cumplir la mitad de los requisitos necesarios para acce-
der al sistema financiero formal 2. Es similar al caso men-
cionado del país que no genera ahorro suficiente, con
la salvedad de que éste tiene la oportunidad de acceder
al mercado internacional. En cambio, aquellos están di-
rectamente excluidos del sistema. Es aquí donde apare-
ce la necesidad de una respuesta diferente a este pro-
blema.
Una pregunta muy común que se plantea a partir
del éxito de las organizaciones de microcrédito es:
¿por qué si sus tasas de recupero son tanto más altas
que las de los bancos, estos últimos no consideran a
los excluidos como “nichos de mercado” y los abordan
directamente? Es decir, ¿por qué no incluyen a los ex-
cluidos si ya ha sido probado mundialmente que no
existen razones para que éstos no tengan acceso al
mercado financiero? La respuesta no es tan simple co-
mo parece. La base de la misma recae en una visión
diametralmente distinta de lo que un crédito repre-
senta para cada uno de los dos tipos de instituciones fi-
nancieras mencionados:
• La base de la palabra créditoes confianza, creer
en el otro. Esta es la visión de las instituciones
informales: se basan en la confianza mutua, es
decir, otorgan un crédito confiando en las ca-
pacidades de quien lo recibe. Abordaremos este
tema más adelante.
• Por otro lado, el sistema bancario tradicional se
construye sobre la base de la falta de confianza
mutua. Los bancos propenden a sospechar que
sus clientes quieren huir con su dinero y los
controlan con formularios jurídicos, abogados,
garantías, etc.
Esta diferencia, si bien no responde por com-
pleta nuestra cuestión, marca la base de la cual surgen
todas las diferencias que sí lo hacen. El lector podrá ir
reconociéndolas a lo largo del presente texto.
Instituciones de microcrédito
Aclaremos cuáles son las características que definen
a un microcrédito, ya que no se trata simplemente de
un crédito “pequeño” como estaría indicando la pala-
bra “micro”. Además del tipo de institución que lo otor-
ga, tema ya tratado, hay algunas diferencias más:
• Los montos suelen ser muy bajos, generalmente
inferiores a $500.
• Se pagan en plazos largos y cuotas semanales de
montos bajos, lo que facilita el pago.
• Se cobran tasas de interés muy bajas (profundi-
zaremos este tema más adelante).
• La relación institución-cliente es muy personal.
El oficial de crédito conoce al cliente, su casa,
su familia, como vive, etc. Logra esto a través de
sucesivas reuniones y visitas a los hogares.
Existen miles de instituciones en el mundo de-
dicadas a otorgar crédito a las personas que no tienen
acceso al mercado formal, y todas tienen formas y filoso-
fías diferentes de trabajo. Expondremos la forma de tra-
bajo más común de todas ellas, que es la propuesta por
Yunus y seguida por la Fundación Protagonizar.
Una expresión muy trillada pero que resume
bastante bien la labor de estas instituciones es aquella
que dice que “no hay que darle a la gente el pescado si-
no enseñarles a pescar”. Las instituciones de microfi-
nanzas parten de la base de que las personas ya saben
cómo “pescar” y lo único que necesitan es la “caña”. To-
das estas instituciones tienen como objetivo la reduc-
ción de la pobreza, pero no mediante donaciones, sub-
sidios, entrega de comida, etc. sino mediante la provi-
sión de una herramienta que permita a las personas to-
mar las riendas de su propia vida y salir por si mismas
de su situación de emergencia. En este sentido parten
de la convicción de que son las mismas personas las que
deben realizar su propio desarrollo y ser dueñas de su
propio destino. Del mismo modo se pronuncia la Iglesia
en la Encíclica Populorum Progressio:
“La tarea podría parecer imposible, en re-
giones donde la preocupación por la sub-
sistencia cotidiana acapara toda la existen-
cia de familias incapaces de concebir un
trabajo que les prepare para un porvenir
menos miserable. Y sin embargo es precisa-
mente a estos hombres y mujeres a quienes
hay que ayudar, a quienes hay que conven-
cer que realicen ellos mismos su propio
desarrollo y que adquieran progresivamen-
te los medios para ello”, n° 55.
O en una forma más directa, aparece este pá-
rrafo increíblemente sugerente en la Encíclica Mater et
Magistra:
“Estamos convencidos que los protagonis-
tas del desarrollo económico, del progreso
social y de la elevación cultural de los am-
bientes rurales, deben ser los mismos inte-
resados, es decir, los obreros”, n° 151.
Si bien estos párrafos aparentan fomentar una forma
de accionar “individualista” por parte de las personas,
las instituciones de microfinanzas van más allá: intentan
acercar a las personas una herramienta que les permita
lograr lo expuesto en la Encíclica pero no individual-
mente, sino mediante la formación de lazos horizonta-
les y verticales y con la formación de un sistema de apo-
yos y dependencias bajo la forma de grupos solidarios.
Cada persona que desea obtener un préstamo debe
cumplir ciertos requisitos: debe ser pobre, debe tener la
convicción personal de que con su esfuerzo puede salir
adelante si le son provistas las herramientas necesarias,
debe tener alguna idea o negocio que sea rentable y
convencer a la institución de que “vale la pena” y, por
Revista Valores en la Sociedad Industrial 55
último, debe conseguir otras personas que cumplan los
mismos requisitos para formar un grupo solidario. La
palabra “solidario” no implica aquí que los miembros
del grupo son “garantes” es decir, que deberán hacerse
cargo de las deudas de los otros en caso de que ellos no
cumplan. Destaca más bien el apoyo que habrá entre las
personas que lo forman, la confianza que deberán tener
entre ellos, dado que la posibilidad que tiene cada uno
de recibir un crédito dependerá del cumplimiento de
los demás. De este modo la confianza es necesaria en
dos sentidos: la institución deposita su confianza en la
persona y “enseña” de este modo a que ella misma debe
confiar en los demás para poder lograr su cometido.
Debe asociarse en torno a un fin común: la obtención
de un instrumento que le permita mejorar su situación
y la de sus compañeros. En este sentido podemos citar a
la Encíclica Centesimus Annus, que invita a la promo-
ción del cooperativismo en la producción y el crédito:
“...la aplicación de instrumentos eficaces de
solidaridad, idóneos para sostener un creci-
miento económico más respetuoso de los
valores de la persona: Hay que recordar
aquí su múltiple actividad, con una notable
aportación de los cristianos, en la funda-
ción de cooperativas de producción, consu-
mo y crédito”, n 8.
Como se dijo repetidas veces, el papel de la confian-
za es fundamental, y en este sentido falta resaltar un as-
pecto más: la confianza dignifica. Las personas-objetivo
del microcrédito son los marginados, los desposeídos,
los que guardan pocas esperanzas. Para ellos, sentir que
alguien confía, tal vez por primera vez, en ellos y sobre
todo en su capacidad de realizar un trabajo tiene un
efecto positivo muy fuerte su dignidad, en su autoestima
y en su sentimiento de auto superación.
En este sentido, nuevamente citaremos a la Encíclica
Centesimus Annus:
“El hombre, en efecto, cuando carece de
algo que pueda llamar «suyo» y no tiene
posibilidad de ganar para vivir por su pro-
pia iniciativa, pasa a depender de la máqui-
na social y de quienes la controlan, lo cual
le crea dificultades mayores para reconocer
su dignidad de persona y entorpece su ca-
mino para la constitución de una auténtica
comunidad humana”, n 13
Aquí se resalta la importancia que tiene para la dig-
nidad de una persona un trabajo mediante el cual pro-
veerse de los bienes necesarios para su vida. Este princi-
pio se halla en toda la Doctrina Social de la Iglesia, y
con respecto a él podemos citar a la Encíclica Laborem
Exercens:
“...problema particularmente doloroso,
cuando los afectados son quienes después
de haberse preparado mediante una ade-
56 Año XXI • Nº 56 • Mayo 2003
cuada formación...no logran encontrar un
puesto de trabajo y ven así frustradas su sin-
cera voluntad de trabajar y asumir la propia
responsabilidad para el desarrollo econó-
mico y social de la comunidad” n 18.
Cuando una persona siente que posee todas las capa-
cidades para salir adelante, pero carece de las posibilida-
des de encontrar un trabajo o, más específicamente, ca-
rece de las herramientas que le generen un empleo: es
aquí donde la obligación de las microfinanzas aparece.
Todos los requisitos mencionados anteriormente
son necesarios para que, en palabras de Yunus, “...sólo
los más desesperados y los más tenacesformen parte del
Grameen” (M. Yunus, 1998). Es importante que cual-
quier institución que se jacte de tener objetivos de largo
plazo, no dilapide sus recursos en préstamos que no
cumplen los requisitos. Es decir, no se debe confundir
con la beneficencia: no se trata de regalar dinero. Sim-
plemente se trata de acercar una herramienta que se
encuentra fuera del alcance de determinadas personas;
y esas determinadas personas deben calificar para obte-
nerla. Deben merecerla.
Una vez que es verificado el cumplimiento de todos
los requisitos, los créditos se hacen realidad de la si-
guiente forma: el primero que se acercó a la institución,
nombrado “capitán” del grupo, será el último en recibir
el dinero, y el último en incorporarse será el primero.
Una vez que éste ha pagado la mitad de su crédito, el se-
gundo recibe el suyo, y así sucesivamente hasta llegar fi-
nalmente al último (el primero). Una vez que el grupo
ha cumplido su ciclo, éste puede renovar sus préstamos
casi automáticamente. Es decir, que se toma el primer
crédito como un simple requisito para acceder a más
créditos y, generalmente, de mayores montos. Este me-
canismo de otorgamiento de créditos refuerza los lazos
del grupo y además asegura a la institución el recupero
de los créditos.
La cuestión acerca de la tasa de interés
Hay dos preguntas que suelen hacerse con respecto
a la tasa de interés cobrada por estas instituciones. La
primera es si debe o no cobrarse una tasa de interés. La
segunda es, cómo se justifica una tasa tan baja, si cual-
quier institución financiera cobraría por esos créditos
tasas del 60% y hasta el 200% en caso de mora.
Con respecto a la primera pregunta, debe decirse
que la tasa de interés tiene dos objetivos fundamentales
y distintos:
1. Se trata de un crédito y no de un subsidio, por
lo tanto, no hay razón aparente a priori para
que no se cobre una tasa, siempre que ésta sea
razonable. Por otro lado, como ya se mencionó
anteriormente, las instituciones que tengan ob-
jetivos de largo plazo (de permanencia) no de-
ben descapitalizarse. Por lo tanto, mediante la
tasa de interés cubren sus costos e incobrables,
manteniendo así su capital prestable.
 2. Por otro lado, el cobro de una tasa tiene un
efecto en el beneficiario: siente “que no le es-
tán regalando nada”, es decir, que se le cobra
por el servicio que se le brinda, lo que hace que
se sienta menos “subsidiado”.
Por un lado se puede afirmar que la tasa de interés
de las instituciones de microfinanzas no debe dejarse li-
brada al mercado dada la incapacidad del mercado y de
la “mano invisible” para resolver problemas de distribu-
ción y pobreza.. En este sentido, hace su aporte la Doc-
trina Social de la Iglesia con la Encíclica Sollicitudo Rei
Socialis:
“No obstante, es necesario denunciar la exis-
tencia de unos mecanismos económicos, fi-
nancieros y sociales, los cuales, aunque ma-
nejados por la voluntad de los hombres, fun-
cionan de modo casi automático, haciendo
más rígidas las situaciones de riqueza de los
unos y de pobreza de los otros”, n 16.
Pero tampoco es realista eliminar simplemente la ta-
sa de interés. Deben buscarse mecanismos que la trans-
formen en un precio “razonable” sin que peligre la per-
durabilidad de las organizaciones. Podría citarse final-
mente un párrafo de la Encíclica Mater et Magistraque
parece resumir en pocas palabras estos conceptos:
“Se precisa, por tanto, por razones de bien
común, establecer una política crediticia y
crear además instituciones de crédito que
aseguren los capitales a un tipo de interés
razonable”. n° 134.
Es decir que se hace presente nuevamente la necesi-
dad de una solución distinta.
Con respecto al porcentaje del interés que se cobra,
éste tiene una explicación económica: las tasas altísimas
mencionadas anteriormente harían completamente im-
productivo un proyecto que se financiase pagando las
mismas, es decir, es muy difícil encontrar un proyecto
que tenga TIR3s de, digamos, el 100%. Claramente ese
porcentaje tan elevado es en la mayor parte debido al
riesgo. La instituciones de microcrédito simplemente lo
que hacen es eliminar ese riesgo mediante otros meca-
nismos que, si bien requieren más trabajo, cumplen
perfectamente su objetivo.
Aclaremos un poco más. Cuando una persona se
acerca a solicitar un crédito, se produce una situación
que en Teoría de los Juegos se denomina un caso de
Principal-Agente en el que existe un cierto grado de
“moral hazard”, es decir, que el Principal (el prestamis-
ta) no puede observar lo que hace el Agente (el clien-
te). Obviamente esta situación no es reversible por com-
pleto, pero sí puede reducirse mediante algunas accio-
nes a tomar por el Principal: lo primero, como explica
la mencionada Teoría, es generar incentivos para que la
persona cumpla, es decir, que su ganancia dependa de
su desempeño: los grupos solidarios y la forma sucesiva
en que se otorgan los préstamos.
Además, un conocimiento personalizado de la perso-
na y su familia hacen que se entable una relación entre
el Principal y el Agente que dificulta el no cumplimien-
to del segundo. Junto con ello, se fomenta un sentido
de pertenencia a la institución, donde los beneficiarios
entienden que entre todos deben velar por la supervi-
vencia de la misma, ya que es muy difícil que puedan
gozar de sus beneficios de alguna otra forma. Esto redu-
ce enormemente las tasas de incobrabilidad (que suelen
rondar el 5-10% en la mayoría de estas instituciones) lo
que se traduce en una disminución enorme del riesgo,
lo que termina finalmente disminuyendo la tasa de inte-
rés que es necesario cobrar.
Presentación de un caso: la Fundación Protagonizar
A lo largo de todo el trabajo fuimos mostrando la
postura de la Iglesia ante cada una de las características
salientes de las instituciones de microcrédito y del pro-
blema de la pobreza. Puede resumirse entonces, en ba-
se a los párrafos citados, que el microcrédito cumple
con la Doctrina de la Iglesia según cuatro puntos funda-
mentales:
• El trabajo dignifica. El hombre fue creado por
Dios y fue puesto en la tierra en un lugar de
privilegio, y debe trabajarla y mejorarla para de -
sarrollarse (parábola de los talentos). El crédito
brinda a las personas la herramienta necesaria
para ello.
• Dios pone al hombre como protagonista de su
propio desarrollo, y es aquí donde la propuesta
de “promoción social” en lugar del asistencialis-
mo se hace presente. Las instituciones de mi-
crocrédito toman este principio para desarro-
llar su actividad.
• La necesidad de lazos de solidaridad y confian-
za dentro de la comunidad para el desarrollo
de la misma a través del desarrollo individual
de cada uno de sus integrantes.
• El derecho de las personas a obtener un ingre-
so justo por su trabajo.
Es en base a estos conceptos que vamos a anali-
zar el funcionamiento y desempeño de un caso particu-
lar en la Argentina para mostrar empíricamente que
ellos se cumplen. Cabe mencionar que esta Fundación
no es la única o la “pionera” en este sector. Se hará hin-
capié en su experiencia por razones de tamaño y dispo-
nibilidad de información. Algunas otras organizaciones
que se hallan trabajando en el país son:
• Préstamos Para Crecer , en Pilar; que es un em-
prendimiento conjunto entre la Fundación Por
Pilar y jóvenes estudiantes y recién graduados
de las universidades Di Tella y Universidad Ca-
tólica Argentina.
• Proyecto mujeres 2000 en Moreno , lanzado por el
centro de estudiantes de ciencias políticas de la
Universidad Católica Argentina.
• El Fondo de Inversión Social (FIS) en Santiago del
Revista Valores en la Sociedad Industrial 57
 Estero, y es una de las pocas organizaciones que
está en busca de la auto sostenibilidad median-
te la captación de capitales en el mercado.
• Fundación Grameen Argentina , que es el brazo en
Argentina del banco creado por Yunus en Ban-
gladesh. Sus centros de crédito se ubican sobre
todo en el norte del país.
La Fundación Protagonizar , “un crédito para los sin
crédito” abre sus puertas en septiembre de 1999 en el
barrio Mitre, en el partido de San Miguel, Provincia de
Buenos Aires. La idea surge del licenciado en ciencias
políticas y sacerdote jesuita Rodrigo Zarazaga, quien to-
mó contacto con una institución de microcréditos en
Colombia ese año. En base a esa experiencia, junto con
el libro de Yunus, y con la colaboración de un grupo de
15 voluntarios (algunos de ellos también jesuitas)
miembros de la comunidad de San Miguel, se formó la
institución.
La primera acción tomada fue la realización de una
encuesta al estilo EPH4 en el barrio para conocer las
condiciones de vivienda, ingresos, habitantes, etc. Los
resultados fueron escalofriantes y mostraron la urgencia
de una pronta respuesta. Estos resultados se resumen a
continuación:
• Se trata de una de las tres villas de emergencia
más grandes del conurbano bonaerense. Habi-
tada por unas 1.500 familias (alrededor de
12.000 personas), con una importante presen-
cia de inmigrantes de países limítrofes y del
norte argentino.
• El 68% de los hogares vive bajo la línea de po-
breza.
• El 41% bajo la línea de indigencia.
• Un 80% de su población posee sus necesidades
básicas insatisfechas.
• Un 60% de los jefes de hogar se encuentran de-
socupados o subocupados.
Cabe mencionar también que dicho barrio no figura
en los mapas como tal sino como un espacio en blanco.
La Fundación Protagonizar comenzó otorgando micro-
créditos siguiendo la metodología anteriormente descri-
ta en ese barrio y con el tiempo fue aumentando su ta-
maño mediante la apertura de nuevos centros de crédi-
tos en otras locaciones: cuenta hoy con cinco centros
ubicados tres en San Miguel (Barrio Mitre, Barrio Santa
Brígida y Colegio Máximo), uno en Córdoba en el ba-
rrio Malagueño y uno muy nuevo en Mendoza5.
Lleva otorgados unos 400 créditos lo que representa
un capital de $150.000 con una tasa de recupero del
93%. Cobra por los préstamos una tasa de interés del
15% anual sobre saldos (sistema francés de cuota fija).
A diferencia del Grameen Bank, los grupos son forma-
dos por tres personas (en vez de cinco) y no se da una
preferencia a las mujeres. La mitad de los clientes son
hombres y las tasas de morosidad e incobrabilidad de
ambos géneros son similares. Es decir que en este caso
no se cumplen las palabras de Yunus de que “las muje-
res son mejores pagadoras que los hombres”.
Cada dos años la Fundación realiza una evaluación
de desempeño para verificar el cumplimiento de los ob-
58 Año XXI • Nº 56 • Mayo 2003
jetivos fijados. Dicha evaluación se realizó mediante el
análisis de datos recabados a lo largo del trabajo diario
sumado a una encuesta realizada a los clientes. Cuatro
puntos fundamentales se decidieron evaluar, siendo es-
tos coincidentes con los cuatro puntos fundamentales
mencionados al inicio de esta sección (dignidad a través
del trabajo, el hombre como protagonista, lazos solida-
rios y derecho a un ingreso justo):
1. Impacto sobre aspectos humanos del
cliente: ánimo, esperanza, dignidad.
2. Impacto sobre la calidad de vida del
cliente y su familia.
3. Impacto sobre el capital social y el fun-
cionamiento del grupo
4. Impacto sobre la unidad de negocios y
el ingreso del cliente.
Los resultados de esta evaluación muestran algunas
características generales de los clientes de la Fundación:
sólo el 56% son mujeres. El 80% tiene entre 30 y 60
años, un 45% tiene entre 4 y 6 personas que dependen
de su trabajo mientras que otro 10% tiene más de 6 per-
sonas a su cargo. La mayoría sólo tiene el primario com-
pleto (44%) o el secundario incompleto (25%). Sólo un
13% terminó el secundario y un 5% accedió a algún ti-
po de educación terciaria.
Las actividades de mayor demanda de crédito han si-
do: textiles (tejedoras y modistas) un 22,7%, gastronó-
micos 8,3%, y los apicultores, kioscos y revendedores
de ropa 7,1%. En términos genéricos, predominan las
actividades de producción (45%), luego el comercio
(16%) y los servicios (14%). La mayoría de estas “em-
presas” no poseen empleados (94%). Una característica
a tener en cuenta de estos emprendimientos es el mer-
cado donde colocan sus productos: la mayoría (66%)
cierra su economía dentro del mismo barrio, y sólo un
18% vende en otros lugares. Este es un aspecto impor-
tante porque el barrio funciona como una economía ce-
rrada debido a los altos costos de transporte (y, a veces,
hasta ausencia de los mismos) o la falta de infraestructu-
ra en la zona, que impiden la salida del mismo para co-
locar la producción. Respecto a las ganancias declara-
das por los clientes antes del crédito, el 72% se hallaba
por debajo de los $200 mensuales y sólo el 11% tenía in-
gresos superiores a los $400 mensuales.
Queda claro cuál es el tipo de personas-objetivo a las
que se apunta mejorar con el crédito. Veamos si se logró:
el 65,1% de los encuestados mejoró ampliamente sus in-
gresos gracias a la provisión del crédito, y un 26,5% per-
maneció igual pero en “tiempos peores” (es decir, el cré-
dito les permitió frenar una caída de sus ingresos por ra-
zones exógenas). Se deduce entonces que el objetivo de
mejorar o proveer un ingreso digno queda cumplido.
Con respecto al impacto sobre la calidad de vida, el
98% de los encuestados asegura que fue muy importan-
te recibir el crédito aunque le resulta difícil indicar las
razones: un 47% mejoró su calidad de vida y la de sus
hijos sobre todo en alimentación, salud y educación. Un
38% asegura que les permitió “pasar tiempos más difíci-
les”. El 93% quiere repetir la experiencia, y éste es tam-
bién un indicador positivo.
 Con respecto a los lazos horizontales y al funciona-
miento de los grupos hay dos resultados a tener en
cuenta: por un lado, las respuestas fueron en general
positivas ya que un 43% expresó que su grupo funcionó
muy bien y un 39% bien, más un 63% que dijo que re-
petiría la experiencia con la misma gente; por el otro,
existe un dato curioso: hay un 31% que no repetiría la
experiencia grupal. Una explicación que puede darse es
que el sistema de grupos hace que el que primero que
solicitó el crédito tenga que esperar un tiempo hasta re-
cibirlo cuando sus compañeros no. Esto produce un
sentimiento de “enojo” o de injusticia por parte del
cliente. Igualmente esto no se da en la mayoría de los
casos, como ya se dijo.
Puede verse claramente en los resultados de esta eva-
luación que en la experiencia de 2 años de la Funda-
ción, ésta logró los objetivos propuestos junto con una
muy baja tasa de incobrabilidad y una alta tasa de creci-
miento de volumen. Si bien la masa muestral no es tal
vez lo suficientemente grande (200 créditos), sirve para
tener, por lo menos, una percepción de si el esfuerzo
de la organización y sus voluntarios vale la pena.
Conclusiones
El problema de la pobreza en nuestro país es grave.
Es un deber de toda la Comunidad Cristiana intentar
modificar esta situación disponiendo de las herramien-
tas necesarias. Esto puede ser mediante el asistencialis-
mo directo (herramienta fundamental y absolutamente
necesaria para la supervivencia de miles de argentinos),
o desarrollando instituciones de microcréditos que pro-
vean de “cañas de pescar” a aquellos que no pueden
hacer más que “mirar los peces desde la orilla”.
La experiencia mundial en este tema está más que
probada: miles de instituciones exitosas han dado mues-
tras más que satisfactorias de ello. El acceso al crédito
para personas que carecen de él tiene un efecto econó-
mico pero, sobre todo, tiene un efecto psicológico que
permite combatir una pobreza mucho más extrema,
grave y difícil de erradicar: la pobreza que resulta de la
pérdida del sentido de la dignidad propia.
El siglo XXI que recién comienza muestra ciertos in-
dicadores dentro del país que son alentadores y favore-
cen el desarrollo de las mencionadas instituciones: ha
crecido el voluntariado, se han multiplicado las organi-
zaciones no gubernamentales cuya preocupación social
las lleva a trabajar por el bien común, se percibe una so-
ciedad con mayor conciencia de ser un todo (de alguna
manera, “nos sentimos todos en el mismo barco”), una
sociedad más realista en cuanto a sus posibilidades y
más conciente de la necesidad de reconstruir sus institu-
ciones. Del otro lado, en las clases más bajas se percibe
un espíritu de resistencia y solidaridad enormes: clubes
del trueque, créditos solidarios grupales, cooperativas
de producción etc. Es decir que los recursos están dis-
ponibles, y también lo está la voluntad, lo único que fal-
ta es la incorporación de una buena idea: el microcrédi-
to puede ser esa idea.
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Milenaria.
Yunus, Muhammad (1998): Hacia un mundo sin pobreza
,
editorial Andrés Bello.
Zarazaga Rodrigo s.j. y Matta Andrés (2001): “El papel
de la confianza en la experiencia de la Fundación Prota-
gonizar”, artículo revista del Centro de Investigación y
Acción Social (CIAS), diciembre de 2001, año L, n°
509.
1
Cabe aclarar que aunque éste no sea su creador, sí es tal vez el
máximo exponente y gracias a quien se dio la reciente explosión
del microcrédito alrededor del mundo.
2
En adelante nos referiremos al sistema financiero como “formal”
y a las instituciones de microcrédito como “sistema financiero in-
formal”. Esta terminología es muy utilizada en toda la bibliografía
referida al tema.
3
Tasa Interna de Retorno. Es la tasa que hace que el valor actual
neto de un proyecto (VAN) sea cero. Breley Meyers 1993.
4
Encuesta Permanente de Hogares.
5
Cabe aclarar que el autor del presente ensayo es actualmente el
director del centro de créditos del barrio Mitre, con lo cual, ha si-
do partícipe y co-autor de todas las encuestas e informes mencio-
nados.
Revista Valores en la Sociedad Industrial 59