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Romero Vazquez Andrés Textos filosóficos II

Comentario de la Apología de Sócrates


“Mi buen amigo, siendo ateniense, de la ciudad más grande y más prestigiada en sabiduría
y poder, ¿no te avergüenzas de preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor
fama y los mayores honores, y, en cambio no te preocupas ni interesas por la inteligencia,
la verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible?” >>. Y si alguno de vosotros discute
y dice que se preocupa, no pienso dejarlo al momento y marcharme, sino que lo voy a
interrogar, examinar y a refutar.1
En este fragmento de la apología, Sócrates hace ver de la manera más clara el objetivo que
tiene su filosofía, casi como una acción pedagógica, de buscar la verdad. Se puede decir
que en este fragmento que Sócrates se vuelve la conciencia de la polis. Más adelante,
Sócrates declara el porqué de su vocación: “Al ordenarme el dios, según he creído y
aceptado, que debo vivir filosofando y examinándome a mí mismo y a los demás”2, este el
sentido de la filosofía y el deber que le impone cuando la entiende como “filosofar” y no
como un adoctrinamiento, instrucción o doctrina. Esta acción se ejerce por medio de la
mayéutica, del logos que tiene como objetivo la formación. Sin embargo, no es un logos
con poder, bien señala Eduardo Nicol que: “El intento capital que lleva a cabo Sócrates
es el de despojar a la razón de su vinculación con el afán de dominio”3, el logos como un
instrumento musical, tiene que ser suficiencia sin soberbia.
Sócrates no solo se investiga así mismo en soledad, sino que, en compañía del otro,
así para que pueda reconocerse, saber sus límites de lo que sabe y lo que no, y en el proceso
conjunto hacer reconocer al otro lo mismo, hasta donde están los límites de su saber. Esta
forma de vida lleva a Sócrates a conocerse así mismo, y con esta misma no educa a los
demás, sino que ofrece su propia forma, no para reproducirlo ya que se perdería el carácter
vocacional, sino para que los demás lo hagan por sí mismos con ayuda del otro, procurando
ser ellos mismos, tratando de ser lo mejor posibles, dando cuenta de uno mismo ya que
debe ser responsable de su propio ser. ¿Cuál es la fuente que nos lleva a pensar a
reflexionar esto último? En el diálogo del Teeteto se da una respuesta “experimentar eso
que llamamos la admiración es muy característico del filósofo. Éste y no otro,
efectivamente es el origen de la filosofía.4” Está capacidad de asombro es la que da paso
a la investigación de uno mismo, que tal como el dios le dijo a Sócrates es llamado a
vivirla, pero con la libertad de desenvolverla, ya que la vida no se recibe ya hecha, sino

1
Platón, Apología de Sócrates., 29d-e.
2
Ibid., 28e- 29a
3
Eduardo Nicol, La idea del hombre, p. 311
4
Platón, Teeteto, 155d.
como una posibilidad que todo ser humano tiene la libertad de hacerse así mismo. Aquí
radica el carácter de formación (paideía) de la filosofía de Sócrates, como una vocación.
De esta forma cada ser debe “ser lo que se es con lo que hay” este acto de ser uno
mismo es actuar conforme a la naturaleza, de saber ser feliz. Pese a que el hombre es finito,
nunca acabara de ser el mismo, por lo que uno tiene que procurar ser lo mejor que pueda
en cada momento de su vida, fondearse así mismo preguntándose constantemente sobre
“¿cómo soy yo?”, de ser así la vida filosófica, entendida después por Platón y expuesta de
manera clara en el Fedón, es una purificación a la que, si se llega correctamente:

Debe estar confiado respecto de su alma, todo hombre que en su vida a enviado a paseo los demás
placeres del cuerpo y sus adornos, considerando que eran ajenos y que debía oponerse a ellos,
mientras que se afano por los del aprender, y tras adornar su alma no con un adorno ajeno, sino con
el propio de ella, con la prudencia, la justicia, el valor, la libertad y la verdad, así aguarda el viaje
hacia el Hades, como dispuesto a marchar en cuanto el destino lo llame 5

BIBLIOGRAFÍA

Nicol Eduardo, La idea del hombre. Herder, México, 2004


Platón, Diálogos I. Trad. C. García Gual, et. al., Gredos, Madrid, 2008
Platón, Diálogos III. Trad. C. García Gual, et. al., Gredos, Madrid, 2008
Platón, Diálogos V. Trad. C. García Gual, et. al., Gredos, Madrid, 2008

5
Platón, Fedón. 114d- 115a

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