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Recordando a los muertos.

Sociedad civil y Estado desde Hobbes


hasta Marx y más allá.
KEANE, John

Keane intenta plantear la posibilidad de existencia de una sociedad civil socialista. Esta idea dentro
de la tradición marxista es considerada como contradictoria, ya que el concepto de sociedad civil
desarrollado por Marx se refiere al “mundo de necesidades” de la economía burguesa de
“individuos”.
Keane entiende que la teoría marxista devalúa la distinción entre sociedad civil y Estado por su
tendencia a reducir el Estado a forma de organización política de la burguesía, olvidando que el
término “sociedad civil” es anterior a la emergencia de la burguesía.
Keane propone que el socialismo sea redefinido como sinónimo de permanencia democrática y
transformación de la visión entre Sociedad Civil y Estado, desarrollando y renovando una nueva
preocupación sobre la sociedad civil y los límites de la acción estatal. Entiende esto como
comprometerse con un tipo de memoria orientada al futuro.

Para esto, comienza realizando un recorrido teórico donde distingue cinco versiones (o modelos)
del intento por diferenciar el aparato estatal de una situación preestatal o no estatal.

● El Estado de seguridad
El primer modelo que desarrolla hace referencia al modelo de Hobbes en el Leviatán. Hobbes
subraya que no puede haber paz y conforto material en la tierra a menos que los individuos estén
sometidos a un Estado soberano visible y muy armado. Este orden pacifico reforzado por la
seguridad estatal se llama Sociedad Civil.
Keane señala que el precio de la paz, en este modelo, es elevado debido a que los súbditos
individuales se envuelven en una red de poderes estatales de la que no podrán volar a escapar.
Hobbes justifica esta pérdida de libertad en el contraste dramático entre sociedad civil y guerra de
todos contra todos.
En este primer modelo, Estado y Sociedad Civil son sinónimos.

● El Estado constitucional
El segundo modelo está representado por la obra de Locke. Al igual que en el Estado de Seguridad,
la final del Estado constitucional es moderar los conflictos, con frecuencia violentos, generados
entre individuos que bien juntos en la tierra. Ambos modelos se refieren a esta situación de
tranquilidad políticamente impuesta como Sociedad Civil o política.
Keane distingue aspectos donde la imagen del Estado Constitucional se diferencia del Estado de
Seguridad, contribuyendo a formular el problema de cómo y hasta qué punto el poder del Estado
moderno debería limitarse en favor de la Sociedad Civil.
La teoría del Estado Constitucional admite la posibilidad de una solidaridad social “natural”. Difiere
de la idea hobbesiana del estado de naturaleza como un estado de guerra permanente. Locke
argumenta que el hogar paternal es el origen y la forma más básica de solidaridad natural. El
hombre se inclina de forma natural a unirse para formar colectividades mayores con objeto de
defender contra sus enemigos comunes. El Estado, entonces, se contempla como un remedio a
una sociabilidad imperfecta, visto como un instrumento encargado de la doble función de
conservación y rectificación, y por tanto, de consumación de la Sociedad Civil.
Quienes gobiernan la sociedad civil por medio del Estado constitucional son delegados de los
gobernados y por esta razón quienes en el Estado tomen decisiones contrarias al mandato
otorgado están condenados a guerrear contra sus subidos.
Por eso la teoría del Estado constitucional se basa en la crucial distinción entre Estado y Sociedad.

● El Estado mínimo
Este tercer modelo se basa en el liberalismo anárquico de la obra de Thomas Paine, donde el tema
de restringir la acción estatal se lleva casi al límite. Keane explica que según este modelo, cuanto
más perfecta sea la sociedad mejor regulará sus asuntos propios y menor necesidad tendrá de
gobierno. Paine dice que el mundo es incivilizado porque está gobernado en exceso. Al contrario
de lo que suponen las teorías de Locke y Hobbes, los individuos se hacen enemigos los unos con
los otros a causa de un excedente de poder estatal.
Paine hace hincapié en que el poder de los Estados sólo se delegado por consentimiento de
individuos que pueden legítimamente recuperar su poder en cualquier momento retirando su
consentimiento. Estos Estados no tienen derechos sino sólo obligaciones ante sus ciudadanos que
son permanentemente soberanos.
Paine, distinguiendo explícitamente entre Sociedad Civil y Estado, señala que los individuos se
hallan dispuestos naturalmente a formas cooperativas de la vida social debido a que las
necesidades naturales exceden sus poder y son incapaces de satisfacer sus diversas necesidades
sin los esfuerzos y ayuda de otros.

● El Estado universal
Este modelo se encuentra expresado en la obra de Hegel. Este concibe a la Sociedad Civil como
una esfera de vida ética producida históricamente. Es un mosaico de individuos privados, clases,
grupos e instituciones cuyas transacciones están reguladas por la ley civil y que, por tanto, no son
dependientes directamente del propio Estado político.
Hegel subraya que la sociedad civil moderna es incapaz de superar su propia fragmentación y
resolver por sí misma sus conflictos internos, sólo una autoridad pública suprema puede remediar
eficazmente sus injusticias y sintetizar sus interés particulares en una comunidad política
universal.
El Estado político es concebido por Hegel más bien como un momento nuevo que representa a la
sociedad en su unidad.
Hegel alude a dos situaciones en las que resulta legítima la intervención estatal. El primer lugar, el
Estado puede intervenir para remediar injusticias y desigualdades en la Sociedad Civil. En segundo
lugar, cuando se trate de proteger y mentar los intereses de la población.
● El Estado democrático
Este modelo fue defendido por Tocqueville. Este argumenta que el principal problema al que se
enfrentan las naciones modernas no son los conflictos y desórdenes provocados por intereses
particulares, sino más bien esa nueva forma de despotismo estatal electo. El poder invertido por la
sociedad civil en este aparato político se vuelve contra la sociedad civil misma.
Sin embargo, Tocqueville insiste en que la igualdad con libertad no puede asegurarse aboliendo las
instituciones estatales o reduciéndolas a mínimos. Instituciones políticas activas y fuertes son dos
condiciones deseables y necesarias de libertad democrática e igualdad. Tocqueville argumenta que
deben fortalecerse mecanismos preventivos contra monopolios de poder en las esferas del Estado
y en la Sociedad Civil. Está seguro que este tipo de controles sobre el despotismo deben reforzarse
con el crecimiento y desarrollo de asociaciones civiles situadas más allá del control inmediato de
las intuiciones estatales.
Tocqueville entiende que quien promueva la unificación de la Sociedad Civil y el Estado pone en
peligro la revolución democrática. Un poder estatal sin obstáculos sociales es siempre peligroso e
indeseable porque estimula el despotismo.

A continuación de esto, Keane explica que desde la segunda mitad del siglo XIX el pensamiento
político y social europeo comienza a abrazar la suposición mítica de que sistemas sociales
complejos pueden ser ordenados, pacificados y emancipados de conflictos anulando la división
entre poder político y social. Guiada por este mito de armonía colectiva, la teoría política y social
se marca el objetivo de deshacer y revertir un logro importante de la modernidad europea: la
diferenciación entre instituciones estatales y vida social.
Se argumenta por un lado que formas de la vida social podrán emanciparse del poder estatal ya
que los elementos interdependientes del orden social futuro tenderían hacia un equilibro
relativamente estable pacífico y ordenado. Se parte de la suposición de que todos los conflictos de
poder se retrotraen a antagonismos derivados de la propiedad o clase, por lo que se da por hecho
que en circunstancias de socialismos no habría ningún conflicto de interés entre individuos o
grupos.
Por otro lado, se desarrolla una versión del mito de la armonía colectiva diametralmente opuesta a
la primera suponiendo que el Estado puede y debe integrar la sociedad completamente o bien
abolirla. Se considera a la sociedad civil existente como un reino de desorden, dominación y
corrupción.
Ambas variantes han tenido gran influencia en la tradición socialista. Se reconoce como socialismo
autogestionado y socialismo estatal respectivamente.
Desde la revolución bolchevique la tradición del socialismo estatal ha ejercido una influencia
mayor en la política de las izquierdas. Se subraya la necesidad de incorporar y regular la sociedad
civil desde arriba con instrumentos políticos. El Estado se ubica como responsable de la creación
de una comunidad ordenada éticamente, que no esté basada en el conflicto y el egoísmo.
Keane observa que en el análisis hecho por Marx de la sociedad civil, señala que la “liberación del
yugo político” es una marca distintiva de los órdenes burgueses modernos. Entiende a la Sociedad
Civil como el reino de las necesidades e interese privados, del trabajo asalariado y el derecho
privado, emancipada del control político y se convierte en base y presuposición del Estado. En
contraste con los modelos de Hobbes, Locke y Paine, Marx presenta la sociedad civil como un
fenómeno histórico contingente y no como un estado de cosas naturalmente dado. Marx
contempla la Sociedad Civil como aquella forma económica en la que la burguesía crea un mundo
a su propia imagen, pero no sólo las sociedades civiles burguesas son un producto de los tiempos
modernos sino también el proletariado, entendido como la clase de la sociedad civil que no
pertenece a ella y es considerada potencialmente universal que señala la disolución de todas las
clases.
Keane señala que Marx ignoró el potencial democrático de las organizaciones ciudadanas
elogadias por Paine y Tocqueville.
Marx supuso que la lucha triunfante de la clase trabajadora por controlar a la sociedad civil
permitiría la abolición del Estado, supuso que los aparatos estatales podrían ser abolidos y
reemplazados por simples servicios administrativos.

Keane concluye que una teoría contemporánea de la Sociedad Civil y el Estado deberían evitar el
doble peligro de glorificar el poder estatal y de sobreestimar su eficacia. Pretende entender el
“camino al socialismo” como un proceso de mantener y transformar democráticamente la división
entre la sociedad civil y el Estado.

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