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Caratula

Facultad de Humanidades
Departamento de Letras y Filosofía
Profesorado de Enseñanza Media en Filosofía

Curso: Estrategia de Comunicación Lingüística

Lic. Calos Gallardo

Nombre del Alumno: Mauricio Isael García García


Preguntas previas
¿De qué trata el texto?
¿Cómo comprendemos el texto?

Lluvias de idea
Se trata de una mujer que habla de las mujeres.
Que está dando valor a las mujeres.
Que la mujer debe ser centro en el mundo más de lo
que ahora lo tenemos.
Respetar los derechos de las mujeres.
Belleza de mujer: ensayo de Susan Sontag para
Vogue

Susan Sontag —escritora, cineasta, profesora, ícono


literario y activista política— se dedicó a diversas
actividades a lo largo de su carrera. Probablemente
será mejor recordada por su contribución a la teoría
estética, pero también demostró su habilidad para
hablar de la realidad política y social con la misma
agudeza con la que se aproximaba a los fenómenos
artísticos. En Belleza de mujer (Women’s Beauty) Commented [H1]: Introducción

—publicado por primera vez en revista Vogue en


1975—, la escritora aborda el concepto de belleza
desde una interpretación feminista, develando los
usos y “mal usos” de la belleza a través de la
historia, en un ensayo que consta de 10 partes.
1. Para los griegos, la belleza era una virtud: un tipo
de excelencia. En aquel tiempo, las personas
trataban de ser lo que ahora llamamos —sin
convicción, con envidia— personas completas.
Aunque se les ocurrió a los griegos distinguir entre
el “interior” y el “exterior” de una persona, ellos
esperaban que la belleza interior tuviera un correlato
en otro tipo de belleza. Los atenienses bien nacidos
que se reunían alrededor de Sócrates encontraban
paradójico que su héroe fuese tan inteligente,
valiente, honorable y seductor—y tan feo. Uno de
los principales actos pedagógicos de Sócrates era ser
feo—y enseñar a esos inocentes discípulos, sin duda
muy atractivos, sobre cómo su vida estaba llena de
Commented [H2]: Desarrollo
paradojas.
2. Ellos pueden haberse opuesto a la lección
socrática. Nosotros no. Varios millones de años
después, somos más cautelosos con los
encantamientos de la belleza. No solo dividimos —
con gran facilidad— el “interior”(carácter, intelecto)
del “exterior” (aspecto), sino que además nos
sorprendemos cuando alguien que es hermoso
también es inteligente, talentoso y bueno.
3. Principalmente, la influencia de la Cristiandad
privó a la belleza del lugar central que había tenido
en los ideales humanos clásicos de la excelencia.
Limitando la excelencia (virtus en latín) solamente a
un valor moral, la Cristiandad tiró la belleza a la
deriva—como un encanto alienado, arbitrario y
superficial—. Y la belleza ha continuado perdiendo
prestigio. Por cerca de dos siglos, se ha vuelto una
convención atribuir la belleza solamente a uno de los
dos sexos: aquel que, aunque oficial, siempre es
segundo. Asociar la belleza con la mujer ha puesto a
la belleza aún más a la defensiva, moralmente.
4. En inglés se dice “a beautiful woman”, pero “a
handsome man”. “Handsome” es el equivalente
masculino —y en contra de— un cumplido que ha
acumulado ciertas connotaciones degradantes, al ser
exclusivo de las mujeres. Que se pueda llamar a un
hombre “hermoso” en francés e italiano —y
ciertamente en español— sugiere que los países
católicos —a diferencia de aquellos países formados
por la versión protestante del cristianismo— aún
mantienen ciertos vestigios de la admiración pagana
por la belleza. Pero la diferencia, si existe alguna, es
solo de gradaciones. En cada país moderno que es
cristiano o postcristiano, las mujeres son el sexo
hermoso—para detrimento de la noción de belleza y
también de mujer.
5. Ser llamada hermosa implica señalar algo esencial
Commented [H3]: Durante la lectura
del carácter y las preocupaciones de la mujer. (Al
contrario de los hombres—cuya esencia es ser
fuertes, efectivos y competentes.) No hace falta ser
alguien consciente de la agonía de la conciencia
feminista avanzada para percibir que la forma en la
que las mujeres son educadas para relacionarse con
la belleza fomenta el narcisismo, refuerza la
dependencia y la inmadurez. Todos (hombres y
mujeres) saben eso. En tanto son “todos,” una
sociedad entera, los que han identificado el ser
femenino con preocuparse por las apariencias. (En
contraste con ser masculino—identificado con lo que
uno es y hace, y solo segundariamente, si acaso, con
cómo uno se ve.). Dados estos estereotipos, no es
raro que la belleza goce, en el mejor caso, de una
reputación mixta.
6. No es el deseo de ser bella lo que está mal, claro,
sino la obligación de serlo—o tratar de serlo. Lo que
es aceptado por la mayoría de las mujeres como una
idealización halagadora de su sexo es una manera de
hacer sentir a las mujeres inferiores a lo que
Commented [H4]: Durante la lectura
realmente son—o normalmente crecen para ser.
Porque el ideal de belleza es administrado como una
forma de auto-opresión. Las mujeres son educadas
para ver sus cuerpos en partes, y para evaluar cada
parte de forma separada. Senos, pies, caderas,
cintura, cuello, ojos, cutis, cabello, y así—cada uno
es sometido a menudo a un irritable y desesperado
escrutinio. Incluso si algunos pasan la prueba,
siempre serán encontrados defectuosos. Nada menos
que la perfección.
7. En los hombres, verse bien es un todo armónico,
algo captado de un vistazo. No necesita ser
corroborado por medidas exactas de las diferentes
regiones del cuerpo. Nadie anima a los hombres a
seccionar su apariencia, rasgo por rasgo. La
perfección es considerada trivial—poco masculina.
En efecto, en el hombre atractivamente ideal, una
pequeña imperfección o defecto es considerado
positivamente deseable. Según una crítica de cine
(mujer), fan declarada de Robert Redford, tener
aquel grupo de lunares en la mejilla ha salvado al
actor de ser considerado una mera “cara bonita”.
Piénsese en la devaluación de las mujeres —así
como de la belleza— que está implícita en dicha
sentencia.
8. “Los privilegios de la belleza son inmensos”, dijo
Cocteau. Para estar seguros, la belleza es una forma
de poder. Y con razón. Lo lamentable es que es la
única forma de poder que la mayoría de las mujeres
son alentadas a perseguir. Este poder siempre es
concebido en relación al hombre; no es el poder para
hacer, sino para atraer. Es el poder que se niega a sí
mismo. Porque este poder no es aquel que puede ser
elegido con libertad—al menos, no por las
Commented [H5]: Durante la lectura
mujeres— o renunciado sin alguna censura social.
9. Arreglarse, para las mujeres, nunca puede ser solo
un placer. También es un deber. Es su trabajo. Si una
mujer trabaja realmente —e incluso si ha escalado a
una posición líder en política, leyes, medicina,
negocios, o lo que sea— ella siempre estará bajo la
presión de confesar que trabaja en ser atractiva. Pero
en la medida en que se mantiene como uno de los
sexos oficiales, ella despierta sospechas acerca de su
capacidad de ser objetiva, profesional, autoritaria y
atenta.
10. Uno podría a duras penas preguntarse por
evidencia más relevante acerca de los peligros de
considerar a las personas divididas entre lo que está
en el “interior” y lo que está en el “exterior”, en
lugar de aquel interminable —medio cómico, medio
trágico— cuento de la opresión de la mujer. Qué
fácil es empezar definiendo a las mujeres como
cuidadoras de su apariencia, para luego
menospreciarlas (o encontrarlas adorables) por ser
“superficiales”. Es una cruda trampa, y ha
funcionado por mucho tiempo. Pero salir de la
trampa requiere que la mujer tome cierta distancia
crítica de aquel privilegio y aquella excelencia que
significa la belleza, suficiente distancia para ver
cuánta belleza en sí ha sido limitada para apoyar el
mito de lo “femenino”. Debe haber alguna manera
Commented [H6]: Conclusión
de salvar la belleza de las mujeres—y para ellas.
Des pues de la lectura

La lectura nos habla sobre el tema de las mujeres. En


tanto son todos, una sociedad entera, que no hay que
criticar a las mujeres, que también son una belleza.
Y también para las para las mujeres, nunca puede ser
solo un placer y si también para salvar la belleza.

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