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EL DESARROLLO HUMANO COMO MARCO DE ANALISIS DEL OCIO EN

LA ACTUALIDAD
Fecha Viernes, 6 de Agosto del 2004 (7:58:48)
Tema Desarrollo Humano e Institucional

EL DESARROLLO HUMANO COMO MARCO DE ANALISIS DEL OCIO EN


LA ACTUALIDAD

José Fernando Tabares Fernández

Introducción

Me llamó mucho la atención, que un artículo referente de la investigación de ocio[1],


empezará de la siguiente manera: "Recientemente recibí un e-mail con las siguientes
reflexiones. La paradoja de nuestra historia actual es que… gastamos mucho más dinero,
pero hay menor calidad en las cosas que nos ofrecen por él. Tenemos más comodidades
pero menos tiempo …más expertos y más medicamentos pero menos bienestar. Hemos
multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores; hablamos demasiado,
amamos muy raras veces y odiamos muy fácil y frecuente. Hemos aprendido como
ganarnos la vida pero no, como tener una vida; agregamos años a la vida pero no vida a los
años …hemos aumentado en cantidad pero disminuido en calidad. Tenemos más tiempo
para nuestros propósitos de ocio pero los disfrutamos menos. Comemos más comidas
diferentes, pero nos nutrimos menos. Este es un tiempo en que la tecnología le puede traer
este mensaje y es un tiempo en que usted puede elegir entre hacer una diferencia al tomarlo
o simplemente botarlo a la basura (autor desconocido).

Cuáles son entonces las preguntas que en la actualidad y hacia futuro tendrán que resolver
las reflexiones y análisis frente al ocio. Cuál debe ser el eje aglutinador para un desarrollo
adecuado del trabajo de investigación no sólo en Colombia sino en el resto de países de
América Latina, en la perspectiva del desarrollo humano.

En el informe de la misión de sabios Colombia al Filo de la Oportunidad, se puede leer en


el tomo I dedicado a la ciencia, la educación y el desarrollo, que el 94% del número total
de científicos pertenecen al primer mundo, que a su vez representa el 23% de la población
humana y que el tercer mundo que representa el 77% de la población mundial, sólo
contribuye con el 6% de los científicos. Sólo el 1% de los científicos del mundo son
Latinoamericanos y de estos sólo el 1% son Colombianos. Colombia cuenta en la
actualidad con 5000 científicos (180 por cada millón).

Si tenemos en cuenta que la perspectiva de este informe se dirige fundamentalmente hacia


las ciencias duras, no sería un despropósito considerar que el área del ocio, la recreación y
el tiempo libre carecen en Colombia, de un grupo consolidado de personas trabajando por
un adecuado desarrollo, que permita la construcción y consolidación de líneas de trabajo
hacia la interpretación de las manifestaciones del ocio y su relación con la calidad de vida
de las personas. De igual manera, las características de nuestra sociedad Colombiana,
requieren a mi parecer de modelos y propuestas que apuesten más allá de las líneas
tradicionales de investigación del ocio, creadas para hacer interpretación en sociedades,
que las más de las veces, no responden a las regularidades de nuestra sociedad.

EL CONTEXTO DEL OCIO: UN REFERENTE DE VITAL IMPORTANCIA

La tradicional relación del ocio con el desarrollo y de este con el desarrollo económico, ha
conducido también a que no sólo en Colombia sino en la mayor parte de América Latina,
el ocio no haya sido considerado como un fenómeno con suficiente impacto, como para ser
estudiado en la perspectiva de su aporte a la calidad de vida de las personas, es decir,
nuestros países al ser considerados tercer mundo, no cuentan con las condiciones
presupuestadas como necesarias para la aparición del ocio. Quizás hoy se siga pensando
que el ocio y las condiciones necesarias para su aparición, no sea pertinente sino para
ciertos sectores de la población, aquella con suficientes recursos para participar como
consumidor en la industria del ocio.

Hablar del desarrollo económico y del desarrollo humano lleva a pensar en un análisis de
su relación y complementariedad. Se podría decir incluso, que el crecimiento económico
conlleva al desarrollo humano, entendido este como la plena existencia de los seres
humanos. Al menos este debería ser el objetivo de un adecuado desarrollo económico. Dos
conceptos complejos, que encierra cada uno de ellos una amplia posibilidad de puntos de
vista e interpretaciones y que, en la realidad, no han tenido la relación que se hubiera
esperado. Una simple mirada retrospectiva, permitirá hacer un sencillo recorrido.

El Informe de la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo de la Unesco, presenta, una


interesante definición de desarrollo: ‹‹Cultura y desarrollo se han convertido en dos
conceptos fundacionales que cubren una variedad de significaciones ambiguas y a veces
confusas. Sin embargo, para los propósitos de este informe bastará limitarnos a dos
concepciones distintas de desarrollo. Según la primera, el desarrollo es un proceso de
crecimiento económico, una expansión rápida y sostenida de la producción, la
productividad y el ingreso por habitante (algunos matizan esta definición insistiendo en
una amplia distribución de los beneficios de este crecimiento). De acuerdo con la segunda,
adoptada por el informe sobre desarrollo humano publicado anualmente por el Programa
de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, y asumida también por un gran número de
distinguidos economistas, el desarrollo se concibe como ‹‹un proceso que aumenta la
libertad efectiva de quienes se benefician de él para llevar adelante cualquier actividad a la
que atribuyen valor››[2].

El planteamiento frente a esta situación es si el ocio como fenómeno está influenciado por
el modelo de desarrollo que impera en una sociedad, y, a su vez, la economía como
disciplina central en la organización de las condiciones para dicho desarrollo presenta
posiciones sobre la diferenciación de su estudio según las sociedades que se analicen, ¿no
se debe pensar que igualmente el ocio como manifestación de tal sociedad debería asumir
algunos referentes propios para su estudio en esas mismas sociedades? Y si es así qué otros
posibles referentes además de los ya existentes pueden ser agregados para que se pueda dar
cuenta de la realidad de este fenómeno en sociedades cuyas características son diferentes a
las de las sociedades de referencia.

En palabras de Kelly "Quizá el cambio más significativo sufrido por los estudios de ocio
durante la última década haya sido considerar el ocio como algo refutable. Este cambio
esta relacionado con otras perspectivas: el ocio como algo socialmente imbricado en lugar
de como algo separado o especial; el ocio que incluye una diversidad de actividades que
suponen una multiplicidad de resultados; el ocio como aspecto culturalmente situado; el
ocio como aspecto político y el ocio como aspecto basado en los esquemas de producción
y distribución de una economía mundial capitalista. La naturaleza refutable del ocio
suscita, asimismo, los antiguos aspectos sociológicos de género y clase social y los asuntos
culturales de raza y etnia. El ocio no es un ideal filosófico, sino un complejo conjunto de
comportamientos, significados, estructuras e ideologías socialmente construidos"[3].

Puede entonces afirmarse que hoy más que dar cuenta de las diferentes manifestaciones de
ocio, aunque importante también, se debe plantear a la manera de Manuel Cuenca Cabeza,
la pregunta sobre ese tipo de ocio que en principio puede ser justificado como necesidad y
del cual dice: ‹‹ Cuando hablo de ocio no me refiero a la mera diversión, el consumo
material, el ocio pasivo o la simple utilización del tiempo libre. Aludo a un concepto de
ocio abierto a cualquier perspectiva presente y futura, pero al mismo tiempo, entendido
como marco de desarrollo humano y dentro de un compromiso social››[4].

Así entendido el ocio y bajo la actual perspectiva de la relación entre ocio y desarrollo
humano, será necesario que gran parte de los esfuerzos se ubiquen en las reales necesidades
de nuestros ciudadanos, intentando identificar e interpretar las regularidades que subyacen
en los hábitos de la gente y su relación con la construcción de mejores vidas humanas.
Temas como ocio y pobreza, ocio y economía informal, ocio y violencia, ocio y
poblaciones desplazadas, etc., deben empezar a ser analizados para allegar suficientes
elementos que nos permitan aspirar a desarrollar líneas de investigación, formación y
gestión que respondan a las condiciones de esta Colombia.

Hoy es posible afirmar que la industria del ocio no garantiza o mejor, no tiene una relación
directa con mejores condiciones de vida para las personas. Igualmente la afirmación de que
el ocio no es bueno en sí sino que sus diferentes manifestaciones pueden ser claramente
identificadas y ubicadas dentro de una categoría de mayor o menor aporte a la calidad de
vida nos debe prevenir contra análisis demasiado simples.

EL OCIO Y SU RELACIÓN CON EL DESARROLLO HUMANO:

EL ENFOQUE DE LAS NECESIDADES.

El ocio o alguna de sus manifestaciones han sido justificados como necesidad humana, por
ejemplo Joaquim Sempere citado por Riechmann[5] la plantea desde el juego. Para otros
autores, que se pueden entender como estudiosos del desarrollo, como Marta Nussbaum[6]
y Manfred Max-Neef[7], el juego y la recreación para la primera y el ocio como necesidad
humana para el segundo, parecen justificar ese planteamiento de mirar al ocio como algo
importante a la hora de analizar la riqueza de una vida humana, o mejor, del bienestar
humano. Autores mucho más relacionados con el tema específico del ocio como Manuel
Cuenca Cabeza afirman incluso la relación de la experiencia de ocio con la naturaleza
humana: ‹‹Me interesa la vivencia del ocio en cuanto experiencia enriquecedora, gratuita
y solidaria. Experiencia necesaria de la naturaleza humana, que nos permite restablecer el
equilibrio físico y psíquico y nos abre las puertas a la creatividad, la imaginación, la utopía,
la contemplación y el altruismo››[8]. Esto muestra que, a través del tiempo, el ocio ya ha
sido mirado desde la perspectiva de las necesidades.

Para el cometido de encontrar una adecuada justificación del ocio como necesidad humana,
el planteamiento de Manfred Max-Neef, en su enfoque de necesidades humanas, aparece
como valioso. Partiendo de la definición planteada anteriormente, sí el ocio es un ámbito
de la experiencia humana, tendrá que tenerse en cuenta una serie de aspectos que
condicionan de una u otra manera dicha experiencia humana.

Un ejercicio de imaginación, al modo de Marta Nussbaum[9], puede servir de marco para


desarrollar un ejemplo. Así pues, piénsese en un ser humano o una sociedad en donde las
manifestaciones de ocio, cualquiera que ellas sean, no existen. Se pensará que dicho ser
humano o dicha sociedad no son normales. Para apoyar este ejemplo en algún enfoque,
dígase el de Dumazedier[10] de las funciones, pensar una vida humana sin actividades y
espacios para el descanso, la diversión o el desarrollo, parece prácticamente imposible.
Igualmente si lo que se utiliza son las dimensiones de Manuel Cuenca[11], siempre se
encontrarán actividades que podrán ser ubicadas en alguna de ellas. Es más, si se analizara
cualquier sociedad, grupo humano o vida personal, se encontrarían siempre actividades
relacionadas con el ocio. Desde este planteamiento, parece posible pensar que el ocio a
través de sus diferentes manifestaciones puede ser asumido como una necesidad humana,
dado por supuesto que aquellas experiencias vividas como libres, placenteras y
gratificantes son necesarias para una buena vida humana.

Un breve recorrido por las diferentes declaraciones que tienen que ver con los derechos
humanos parece confirmarlo, con la presencia del ocio como derecho humano. Lo
interesante de esto, al parecer, es el hecho de que cuando se llega a un consenso sobre un
determinado aspecto para ser considerado derecho humano, subyace el pensamiento sobre
su carácter imprescindible para la vida humana.

Es importante considerar que si bien definir el ocio como una necesidad humana es apenas
un primer paso para su análisis, este debe ir acompañado de una relación entre una serie de
variables que marcan su existencia y la particularidad de sus manifestaciones.

En este punto se recurre a la diferencia que hace Max-Neef entre necesidades y


satisfactores: Para este autor es un error el hecho de que tradicionalmente se haya creído,
que las necesidades humanas tengan una tendencia a ser infinitas, a estar permanentemente
cambiando, que varíen entre culturas y de acuerdo al periodo histórico. Según Max-Neef
estas suposiciones no son correctas y son el resultado de un error conceptual.
‹‹El típico error que se comete en la literatura y análisis acerca de las necesidades humanas
es que no se explicita la diferencia fundamental entre lo que son propiamente necesidades
y lo que son satisfactores de esas necesidades››[12]. Este planteamiento parece de vital
importancia a la hora de decir que si bien el ocio puede ser considerado como una necesidad
humana universal, los satisfactores necesarios para su realización pueden ser diferentes de
acuerdo con las particularidades de cada sociedad.

Para Max-Neef: ‹‹Son los satisfactores los que definen la modalidad dominante que una
cultura o una sociedad imprimen a las necesidades. Los satisfactores no son bienes
económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que, por representar formas
de ser, tener, hacer y estar, contribuye a la realización de necesidades humanas››[13].

Esta definición contiene además un aspecto de suma importancia en lo que se refiere a los
satisfactores que pueden coadyuvar a que una necesidad humana como el ocio pueda ser
garantizada. Es el hecho de la particularidad de cada sociedad para adoptar las formas como
se intentan satisfacer las necesidades.

En palabras de Max-Neef: ‹‹cada sistema económico, social y político adopta diferentes


estilos para la satisfacción de las mismas necesidades humanas fundamentales. En cada
sistema, éstas se satisfacen (o no se satisfacen) a través de la generación (o no generación)
de diferentes tipos de satisfactores (...) Uno de los aspectos que definen una cultura es su
elección de satisfactores. Las necesidades humanas fundamentales de un individuo que
pertenece a una sociedad consumista son las mismas de aquel que pertenece a una sociedad
ascética. Lo que cambia es la elección de cantidad y calidad de los satisfactores, y/o las
posibilidades de tener acceso a los satisfactores requeridos(...) Lo que está culturalmente
determinado no son las necesidades humanas fundamentales, sino los satisfactores de esas
necesidades. El cambio cultural es —entre otras cosas— consecuencia de abandonar
satisfactores tradicionales para reemplazarlos por otros nuevos y diferentes››[14].

Este planteamiento aporta a la claridad, en un fenómeno como el ocio, que muchas veces
confunde su existencia como derecho y necesidad humana con la forma como se satisface.
Es decir, cuando se plantea que los mismos satisfactores sirven para todas las sociedades y
grupos humanos, independiente de sus condiciones sociales, económicas, políticas y
culturales.

En el camino de la explicación de los satisfactores, se encuentra otro punto clarificador en


lo que respecta al ocio. Este tiene que ver con la tendencia del mundo del ocio a relacionar,
muchas veces de forma exclusiva, la posesión de bienes y servicios con la satisfacción de
la necesidad. Es decir, el pensamiento de que las cosas por sí mismas garantizan la
satisfacción de la necesidad humana. Y no sólo se hace referencia a objetos, sino a
actividades y en muchos casos a actitudes.

Sobre la manera como funcionan los satisfactores, dice Max-Neef que la necesidad puede
ser satisfecha a niveles diferentes y con intensidades distintas. Estas necesidades pueden
ser satisfechas en tres contextos: en relación con uno mismo, en relación con el grupo social
y en relación con el medio ambiente. Anota además que factores como el tiempo, el lugar
y la circunstancia condiciona la calidad e intensidad de los contextos[15]. En este sentido
será necesario intentar ubicar referentes generales que den cuenta no sólo de la circulación
de bienes y servicios sino además de otros elementos que permitan identificar aspectos
básicos necesarios para el desarrollo del ocio en una determinada sociedad.

Diferentes autores hablan hoy de conceptos de ocio que podríamos asociar con su calidad,
es decir, que ninguna actividad de ocio garantiza por si misma experiencias gratificantes y
que incluso hay algunas que se asocian con estados de aburrimiento. Csikszentmihalyi,
habla del flujo como un estado óptimo de experiencia, incluidas las actividades que pueden
considerarse de ocio. Para Stebbins, el concepto de ocio serio y ocio casual nos da cuenta
de una mirada que reconoce que no toda actividad de ocio potencia el desarrollo personal
y social. Para Cuenca, el ocio tiene una direccionalidad ya bien sea positiva o negativa en
términos tanto individuales como colectivos. De otra parte este mismo autor menciona el
ocio autotélico del cual afirma " el ocio autotélico es el verdadero ocio, es, en realidad, el
único ocio que existe, el único que se hace realidad en la vivencia de cada uno de nosotros.
A todos los demás ocios a los que se ha ido haciendo referencia se les puede denominar de
otro modo: vicio, ociosidad o mundo laboral del ocio. El ocio autotélico es el núcleo
esencial, la luz que ilumina el quehacer o la ausencia de los ocios. El ocio autotélico es,
según se ha visto, una experiencia vital, un ámbito del desarrollo humano, es aquella acción
interna o externa que, partiendo de una determinada actitud ante el objeto de acción,
descansa en tres pilares esenciales: percepción de elección libre, autotelismo y sensación
gratificante".

Nuestras propuestas no sólo de investigación, sino de formación y gestión deberán tener


en cuenta esta perspectiva, no desde una posición de mera aplicación sino de lectura atenta.
Al final el desarrollo del ocio se evaluará en términos de calidad de sus formas y del aporte
a mejores vidas humanas y mejores sociedades. Es decir, no importará tanto el número y
cantidad de ofertas, sino la calidad de las mismas en términos de libertad y posibilidad de
desarrollo humano.

Llegados a este punto, la afirmación se dirige hacia el planteamiento de que la investigación


que hoy debe ser impulsada desde nuestros trabajos, deberá dirigirse además de a los
sectores de análisis que necesariamente influyen en una mayor o menor calidad de la
experiencia de ocio (tiempo disponible, participación, hábitos, etc.), al análisis e
interpretación de lo que la gente hace y de como a través de la formación se puede construir
formas más dignas y favorecedoras del bienestar humano.

Se reconoce la enorme dificultad que se presenta a la hora de pensar en la elaboración de


indicadores para evaluar el aporte del ocio al bienestar humano. Y es difícil porque no es
sólo el desarrollo del ocio lo que queremos evaluar, también se pretende mirar de que
manera este favorece o no el bienestar humano.

LA IMPORTANCIA DE LOS SATISFACTORES

EN EL DESARROLLO HUMANO
En este sentido encontramos referentes muy importantes en el Informe Mundial sobre la
Cultura presentado por la UNESCO en 1998. En primer lugar se puede leer en este sentido
a Terry McKinley cuando para presentar su propuesta de indicadores culturales dice:
‹‹Partimos de la hipótesis de que el verdadero banco de pruebas de una cultura consiste en
determinar si favorece o no el fortalecimiento de las cualidades humanas y si contribuye a
ampliar el abanico de elecciones que se ofrecen a cada individuo. Una evaluación de estas
características tendría que incluir varias dimensiones importantes. No se trata de evaluar el
‹‹desarrollo cultural›› o, dicho de otra manera, no se busca determinar sí una cultura esta
más ‹‹desarrollada›› que otra. Puesto que admitimos que las culturas son únicas y diversas,
sería ilusorio tratar de medirlas con un único rasero. Lo que queremos evaluar es su
contribución al bienestar humano, el cual posee las suficientes características comunes a
todas las culturas para que sea posible comparar la situación entre los diferentes
países››[16].

En este mismo Informe y dirigido al mismo aspecto, encontramos el aporte de Prasanta


Pattanaik quien elige el enfoque de los funcionamientos de Amartya Sen para hacer su
propuesta de indicadores culturales: ‹‹Por ejemplo puede afirmarse que la pintura de un
periodo histórico es superior a la de una etapa precedente, o que el ballet clásico posee un
nivel cultural superior al de los bailes populares. No obstante, no nos ocuparemos aquí de
juicios estéticos ni de la evaluación de los niveles culturales.(...) Lo que nos ocupa es la
evaluación de los logros de las sociedades en lo que se refiere al bienestar humano y, por
tanto, nos interesaremos por factores sociales, políticos, intelectuales y estéticos sólo en la
medida en que sean partes integrantes del mismo››[17].

Igualmente es importante la propuesta de Manfred Max-Neef y su concepto de


satisfactores, porque además de plantear su apuesta por la posibilidad de ubicar el interés
en las necesidades humanas, propone un concepto como el de satisfactores que va más allá
de la sola posesión de bienes y servicios, para buscar su aporte al bienestar humano. Su
propuesta de valorar los satisfactores en términos de su aporte o no a mejores vidas
humanas es interesante.

Para el caso particular del ocio, la búsqueda de indicadores debe servir para conocer las
aportaciones que él y sus diferentes manifestaciones hacen al bienestar humano. Es decir,
aunque es posible y de hecho así ha sido, evaluar el mayor desarrollo del ocio a través de
determinados criterios, por ejemplo el acceso al consumo y posesión de ciertos bienes, lo
cierto es que lo que interesa no es tanto si las manifestaciones de ocio de ciertas sociedades
son mejores que otras, sino su aporte al bienestar humano.

Como por ejemplo pensar algunos referentes que permitan conocer los aportes del ocio al
bienestar humano en un grupo poblacional que no accede a la industria del ocio a través
del consumo. Si como plantea Pattanaik la identificación de los economistas entre el
bienestar de las personas con la felicidad y la satisfacción de los deseos y la posesión de
bienes como la principal forma de conocer dicho bienestar, como mirar esto en quienes no
tienen dichos bienes.
Parece por tanto importante asumir que cuando lo importante es el bienestar humano y el
aporte que a éste hace el ocio, el desarrollo del ocio por sí mismo no es garantía de ese
aporte.

LOS SATISFACTORES: UN REFERENTE HACIA LA CALIDAD DE LAS


EXPERIENCIAS DE OCIO

Una primera relación del concepto de satisfactor con el mundo del ocio, es necesaria. Si
bien Max-Neef, dentro de su matriz de necesidades y satisfactores presenta al ocio como
una necesidad asociada con satisfactores (formas de ser, hacer, tener y estar), una más
explícita relación con formas de ocio, parece ineludible.

Para esta primera relación, la propuesta de Manuel Cuenca[18], de las dimensiones del
ocio, puede ser un referente de gran ayuda pues permite, a través de las definiciones de
cada dimensión, ubicar actividades con sus respectivas finalidades permitiendo una mayor
claridad al momento de dar cuenta de una actividad como satisfactor de lo que en este
trabajo se ha considerado como una necesidad humana.

Cuenca presenta cinco dimensiones: lúdica, ambiental-ecológica, creativa, festiva y


solidaria; que a su vez pueden ser relacionadas con ciertas clases de satisfactores
propuestos por Max-Neef. Igualmente el planteamiento de Cuenca sobre la direccionalidad
del Ocio, puede ser un elemento importante cuando se mira el carácter endógeno o exógeno
de los satisfactores.

Un primer ejercicio, permitiría por ejemplo relacionar las dimensiones lúdica y ambiental-
ecológica con la forma de un satisfactor singular (satisfactor simple), que podría ser
ubicado en una direccionalidad positiva, pero que por tener una finalidad muy específica,
en este caso descanso y diversión, se debe desde el análisis, evitar presentarlos como
satisfactores de otras necesidades mucho más complejas. Dicho de otra manera, una
satisfactor singular que satisface la necesidad de subsistencia (descanso fisiológico), no
debería ser presentado como satisfactor de otras necesidades como identidad, libertad o
creación. Igualmente una actividad cuya finalidad puede ser ubicada en la diversión, no
puede ser propuesta, o al menos no debería serlo, como satisfactor de otras necesidades
como libertad, creación o participación pues se corre el riesgo de caer en una situación
como la que se lee en el mismo Cuenca ‹‹que la diversión es algo positivo en cuanto
procedimiento de descanso. El problema surge cuando la diversión, como única referencia
de ocio, se transforma en medio de manipulación y enajenación››[19]. Una situación como
esta puede hacer que una actividad pase de ser un satisfactor singular a ser seudo-satisfactor
o incluso inhibidor.

La dimensión creativa tiene una clara relación con los satisfactores sinérgicos (satisfactor
complejo) y endógenos. Este tipo de actividades y la forma como se realizan, garantizan
que además de satisfacer la necesidad de ocio, otras necesidades como el entendimiento,
la creación y la libertad se vean estimuladas. Igualmente la dimensión solidaria aparece
como una dimensión que se relaciona directamente con satisfactores de tipo sinérgico y
endógeno, que además de satisfacer la necesidad de ocio, genera el desarrollo de otra como
la participación.

SÍNTESIS

El ocio como manifestación de lo individual y lo colectivo, debe estar en estrecha relación


con la realidad a la cual pertenece, buscando la identificación y potenciación de mejores
formas en la perspectiva de una mayor calidad de vida de las personas. Lo más importante
hoy es definir qué queremos investigar, la forma o el cómo será un resultado de la respuesta
a la pregunta. Reconociendo que el número de manifestaciones de ocio ofertadas no
garantiza su relación con los beneficios que en términos de desarrollo humano, una buena
parte de nuestros esfuerzos deberán derigirse hacia la calidad del ocio, entendida como su
relación coherente con mejores formas de vida.

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