II. Este segundo postulado plantea que los “Los reinos preislámicos se mantuvieron
desde la antigüedad al margen de la política de los grandes imperios de Oriente
Próximo. No obstante, dada su gran vocación comerciante, siempre apostaron
por facilitar las relaciones mercantiles entre Oriente y Occidente.” Ciertamente la
vida económica en la Arabia preislámica consistía fundamentalmente en las
actividades agropecuarias y comerciales. La agricultura estaba basada en el
cultivo de secano en aquellos lugares que contaban con lluvia suficiente, como
ocurría en el sur de Arabia, lo que se vio complementado con el alto grado de
desarrollo tecnológico que alcanzaron los habitantes de la región del Yemen. El
comercio fue una actividad de mayor relieve, no sólo por el volumen y valor de
las mercancías transportadas, sino porque en él van a entrar en rivalidad las dos
grandes potencias próximas a Arabia: Bizancio y Persia. Al este, el golfo Pérsico
era el vestíbulo de Mesopotamia y sus dos ríos estaban controlados por el
soberano persa. Los barcos provenientes del océano Índico paraban en el puerto
de Uballa, actual Abadan, y desde allí sus productos subían hacia el norte por el
Tigris o por el Éufrates. Al oeste, Bizancio deseaba acabar con los impuestos
que le exigían los persas, y por ello deseaba conservar en el mar Rojo una vía
de comercio hacia la India a través del estrecho de Al-Mandab, golfo de Aden,
con un puerto de escala en la costa de Eritrea donde llegaban los productos del
Extremo Oriente. A nivel económico todos los pueblos de Arabia eran
interdependientes; así, encontramos cómo nómadas y seminómadas dependían
en todos los tiempos de comunidades sedentarias por la necesidad que tenían
de artículos de primera necesidad, como eran dátiles, cereales, ropa y todos
aquellos productos de metal. A pesar de las relaciones establecidas por la
actividad comercial para las tribus el constituirse uno con el Estado dio paso a un
fortificar su estabilidad como civilización esto impidió una influencia significativa
proveniente de reinos o doctrinas foráneas; considerando fuentes alternas de
investigacion considero este postulado una verdad sesgada.
IV. Este curto postulado nos plantea que “La Reconquista es la larga lucha que los
hispano-cristianos mantuvieron contra los musulmanes para hacerse con el
dominio de la Península. Duró casi ocho siglos y se acompañó de la repoblación
de las tierras que se conquistaban”. traspasando los límites de lo inadmisible,
estoy en desacuerdo con la afirmación anterior, debido a la irregularidad de su
argumento y la anacronía de los hechos. La Reconquista de la península Ibérica
supuso el arrebato de los territorios hasta los entonces pobladores, los
musulmanes de Al-Ándalus. Esta empresa militar se llevó a cabo por los ejércitos
cristianos del norte de la península. Además, contaban con el apoyo, por un lado,
de caballeros franceses y de las órdenes militares, y por otro, de la Iglesia, quien,
a través del culto a Santiago Matamoros, sostuvo el proceso contra el «enemigo
musulmán». La Reconquista, desarrollada desde comienzos del XI y finales del
XIII, supuso una serie de cambios económicos, demográficos, militares,
ideológicos y políticos. Estos cambios, implantados a través de las cuatro etapas
que duró esta acción militar, configuraron de manera definitiva la península
Ibérica como un territorio cristiano.
V. Existe una influencia muy importante del árabe en la lengua y cultura españolas.
Encontramos pruebas arquitectónicas, científicas, sociales y sobre todo
lingüísticas que han recibido una influencia total por parte de los árabes. Esto es
debido a factores históricos, como ya hemos visto en el marco del contexto
histórico, los árabes eran un pueblo muy característico que convivió durante
ocho siglos con los habitantes de la península ibérica y que por lo tanto dejaron
una fuerte huella. Desde el punto de vista cultural, aunque muchos piensen que
no es evidente, ambas culturas comparten raíces. Por ejemplo, en el ámbito de
la música y el baile; como es el caso del "Flamenco oriental", un estilo que
fusiona el flamenco y la música árabe.
VII. El gran comercio a larga distancia era practicado por los mercaderes tipo tayir
(conviene distinguirlos nítidamente del simple tendero o del pequeño
comerciante del zoco urbano). En una palabra, los típicos representantes del
capitalismo comercial islámico. No vamos a insistir aquí en el papel, de sobra
conocido, desempeñado por el mundo islámico como intermediario comercial
entre tres grandes zonas de civilizaciones agrarias. Europa, Africa negra y Asia
monzónica. Recordemos sólo que el mercado mundial islámico alcanzó unos
niveles tales que únicamente serían superados por la burguesía occidental, bien
entrado ya el siglo XVI.
IX. Junto a la sociedad oficial existían unos grupos de personas que, por su origen,
su forma de vida o su propia condición, llevaban una existencia aparte, aunque
viviesen en la misma ciudad. En algunos casos la asimilación se producía
trabajasamente, en otros, la fusión con el resto de la sociedad se hacía
imposible. Se trata de los moriscos, los esclavos y los gitanos. Otro colectivo mal
visto pero sin embargo, integrados y poderosos, son los judeoconversos; las
claúsulas de "limpieza de sangre" fueron una auténtica persecución, aunque la
sorteaban con cierta facilidad. En una introducción al tema de los moriscos,
antes y después de la expulsión, puede ser útil el presentar algunos de los
elementos principales de su insipiencia en el campo de las ciencias. Por una
parte, esclarece el fundamento de nuestro conocimiento sobre los moriscos,
basado en la ciencia y la investigación actuales. Por otra parte, introduce al
estudioso en el entramado científico del trabajo de investigación que se realiza
en esta área científica, para que pueda eventualmente participar en la
investigación de nuevos temas, en alguna de sus parcelas.
XI. Mientras que, en el siglo XVI, los musulmanes se encontraban aún en España y
los moriscos sufrían la opresión y la persecución, éstos no dejaban de luchar y,
mientras que los africanos como ya lo he mencionado anteriormente mediante el
relato de Tol Happen Dalida, en 1969, quien demostró mediante el viaje que hizo
desde la ciudad marroquí de Asafi hasta el Caribe que, tal vez, los egipcios
habían estado antes.
XII. Sería ininteligible la dinámica política de AI-Andalus durante los siglos VIII y IX, e
incluso la peculiar repartición geográfica de los reinos de taifas sin tener en
cuenta la existencia y las características específicas de dicho mosaico étnico.
Por encima de las incidencias de cada uno de sus emiratos, que no vamos a
detallar con prolijidad, una serie de graves acontecimientos unifican la segunda
mitad del siglo IX hasta convertir AI-Andalus, al final de la centuria, en un
mosaico de señoríos independientes que preludia lo que, siglo y medio después,
serían los reinos de taifas. Tampoco en este caso la investigación ha avanzado
mucho a nivel de interpretación de los acontecimientos: poco ha añadido la
historiografía a la tediosa lista de rebeldes que nos proporcionan los textos
oficiales del Estado omeya.
XIV. En efecto, como es bien conocido, una gran narrativa sobre al-Andalus se
impone, de manera general, en la historiografía hispánica desde la propia Edad
Media y, desde luego, sobre la Edad Media. Tal narrativa responde a la lógica de
la «restauración», palabra cargada de distintos matices y significaciones, como
se sabe, pero que ineludiblemente acababa evocando una idea de relación con
el mundo preislámico, de vinculación legitimista y, en ocasiones, identitaria. Esta
lectura acabó formando un cuerpo historiográfico que, para la época que me
interesa en este artículo, se puede rastrear, con mayor o menor detalle, desde
Mariana o Garibay. Sin embargo, el problema de la «restauración» no agota los
sentidos de al-Andalus en la historiografía áurea española, por varias razones.
En primer lugar, la restauración no atañe sólo a un cierto goticismo, más o
menos profundo, sino que acaba refiriéndose a los orígenes de España y a su
relación con la historia sagrada del cristianismo. Es justo en esta perspectiva,
más larga y profunda, en la que los Plomos del Sacromonte acaban colocando la
cuestión de la lengua y la cultura árabes. Por otro lado, la concepción de la
«restauración» visigótica no permitía explicar del todo el problema, crucial, de la
continuidad y la ruptura.
Bibliografía y Referencias