Las
mujer
“otras”
contra la
violencias
N°27
Psicología Hoy
EDITORIAL
Las “otras”
violencias
contra la mujer
Por Evelyn Hevia J., académica Facultad de Psicología, UAH.
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En junio de 2016 entró en vigencia el Ministerio de la Mujer y
Equidad de Género, institucionalidad cuyo principal objetivo es
promover y resguardar los derechos de mujeres y la igualdad de
género. Este es un gran paso, pero también nos señala que aún hay
largo camino por recorrer. Por otra parte, hay un importante
debate social en cuanto a la legislación vigente en esta materia; el
caso de Antonia Garros ha vuelto a poner en el tapete que nuestra
legislación es insuficiente e invisibiliza esta problemática bajo el
alero de la violencia intrafamiliar. En Chile, actualmente se recono-
cen 4 tipos de violencia contra la mujer: física, sexual, económica y
psicológica, sin embargo hay otras expresiones de la violencia que
requieren ser pensadas y visibilizadas. En este sentido, la psicología
tiene una potencial contribución que no ha desplegado del todo,
aun cuando se trata de una disciplina que pareciera ser mayorita-
riamente ejercida por mujeres: ¿por qué? Para ir en contra de esta
tendencia, como verán nuestras lectoras y lectores, presentamos un
número escrito sólo por psicólogas mujeres, quienes desde esa
“experiencia encarnada” nos atrevemos a pensar las otras violen-
cias que circulan, se institucionalizan, se naturalizan en nuestros
ámbitos de acción profesional y académico, pero sobretodo en
nuestras vidas cotidianas.
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A todas nos discriminan por
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A todas nos discriminan por gorda
esto, no sorprende que socialmente se estime que el cuerpo debe ser por una menor presencia física. Si bien este argumento puede ser
un asunto central en la existencia femenina (basta hojear cualquier discutible, lo que parece menos debatible es que la gordura trasgre-
revista femenina para encontrar infinitos artículos sobre el cuidado de la norma de que las mujeres no debemos usar mucho espacio. La
del cuerpo o cualquier de sus partes como el rostro, el cabello, la delgadez se asocia con lo frágil, lo débil, lo pasivo; lo pequeño puede
silueta o la piel). No ocurre así con los hombres, en general el yo usar un lugar secundario visualmente. Lo grande irrumpe, se vincu-
masculino tiende a articularse en el trabajo. Tomando la división la con la fuerza, el movimiento y, por tanto, lo masculino. La mujer
cartesiana mente – cuerpo, donde la primera se asocia a procesos delgada representa a la dama, es quien come poco, quien alimenta
superiores, como el pensamiento, y el segundo a asuntos inferiores a otros antes que a sí misma, y que generalmente no pide mucho
como los deseos y las necesidades, articular lo femenino como una para sí (4). Es figura de suavidad y sutileza.
preocupación por el cuidado del cuerpo establece la siguiente
asociación: los hombres a lo público, al trabajo, el lugar social del De esta manera, la norma de género que idealiza lo esbelto y conde-
privilegio, mientras que a las mujeres nos corresponde el espacio de na lo gordo, también afecta a la mujer delgada. La sitúa en un lugar
lo privado, del cuerpo, de la apariencia, la moda y la frivolidad. secundario, junto a lo delicado y lo débil. La ley sobre el tamaño del
cuerpo, por tanto, es una forma de discriminación de género donde
a las mujeres nos caben dos posibles posiciones, ambas desventajo-
“Para el sexo femenino el cuerpo sas: mujer frágil y pasiva o no ser del todo mujer. En este sentido, la
funciona como la exteriorización discriminación hacia la mujer gorda, no es un asunto que afecta a
del carácter moral. Es decir, el un grupo minoritario, sino la reproducción de una regla social del
tamaño del cuerpo que afecta la noción misma de lo femenino y por
cuerpo de la mujer se considera tanto, es asunto de todas.
como el reflejo de sus atributos
internos, constituyéndose como una A esto se agrega una última arista. De acuerdo a Judith Butler (5),
lo abyecto, esto es, lo rechazado o considerado socialmente como
metonimia del yo” inferior y repugnante, es fundamental para la constitución del
sujeto: “Esta zona de inhabitabilidad constituirá el límite que
Ello implica que la mujer gorda fracasa en un asunto central para la define el terreno del sujeto; constituirá ese sitio de identificaciones
constitución de su feminidad. Como consecuencia, se vale de temidas, contra las cuales – y en virtud de las cuales- el terreno del
atributos como indisciplinada, perezosa y quien carece de voluntad sujeto circunscribirá su propia pretensión a la autonomía y a la
y autocontrol. Es, en definitiva, menos mujer. En los grupos de vida” (p. 20). Para el cuerpo esto implica que todas, gordas y delga-
discusión esto aparece descrito sobretodo para las mujeres jóvenes. das, tenemos a una gorda interior a la cual tememos profusamente.
Esto, por otra parte, agrega una complejidad a la identificación de En este sentido, la discriminación hacia la gordura no es solamente
lo femenino con la maternidad, ampliamente descrita en la teoría social, sino que se vuelve una regla interna, una norma para la
feminista. Si bien la fórmula de “quien es madre es verdaderamente relación con sí misma. No es únicamente que se nos categorice
mujer” es cierta para las mujeres adultas, para las jóvenes, que aún como más o menos mujer por nuestro tamaño, sino que nosotras
no se encuentran en edad para ser madres, su feminidad se juega en mismas estimamos nuestra valía en razón de nuestro peso. Ello lo
lograr y mantener un cuerpo delgado. De acuerdo a estas reglas, hace un dispositivo de dominación complejo, difícil de identificar y
quien conquista la maternidad y un cuerpo delgado es emblema de desarticular.
feminidad y juventud (piénsese por ejemplo en las fotografías de
actrices y modelos que a pocos días de dar a luz exhiben un cuerpo A todas nos discriminan por gorda, pero peor aún, todas nos discri-
que no parece haber pasado por un embarazo). minamos por gorda.
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Por Claudia Calquín Donoso,
profesora colaboradora Facultad de Psicología UAH.
Mujeres
suele aparecer es la violencia física de hombres hacia sus parejas
mujeres jóvenes. Sin embargo, sabemos que la violencia de género
es un fenómeno que atraviesa la trayectoria social, inscribiéndose
en la biografía de hombres y mujeres y en su relación, abarcando
todo el arcoíris de posibilidades y dimensiones.
mayores
En el caso de las mujeres viejas (1) las dimensiones de la violencia
de género más ocultas son: la precarización de la protección, en el
plano social, y, la mistificación de las labores de cuidado de otros,
en el plano personal.
y otras violencias: Las mujeres tienen una expectativa de vida mayor que los hombres,
generalmente sobreviven a sus parejas, y ese tiempo de sobrevida
de viudez lo sostienen en condiciones de mayor precariedad econó-
entre el amor y los cuidados mica y social que la que tenían con anterioridad a la muerte de la
pareja (2). Habitualmente las mujeres que han tenido trabajo
remunerado cuentan con mayores lagunas previsionales que sus
compañeros hombres, debido fundamentalmente al tiempo que
han dedicado al cuidado de otros, tales como hijos, hermanos,
Por Marisol del Pozo S., padres, hijos de otros, etc. Por otra parte, aquellas que han trabaja-
académica Facultad de Psicología, UAH. do en estas mismas labores sin una remuneración a cambio, a
tiempo completo, no tienen previsión.
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bilidades de cuidado de los nietos, conjuntamente con otras quienes lo necesitan se transa al interior de la red familiar. De esta
labores, llegando a producirles una sobrecarga de trabajo físico y forma, la relación que establece la “mujer mayor” con la familia,
emocional, que se expresa muchas veces en cuadros clínicos más más que por opción, depende de las estrategias de subsistencia
complejos, tales como depresión o trastornos ansiosos. posible en los distintos estratos sociales.
El reverso de este fenómeno, es la abnegación con que estas abuelas Los datos que proporciona dicho estudio permiten sostener que en
asumen la señalada labor de cuidado maternal, vivenciándola como la población mayor en Chile, los viejos y viejas, pudiendo elegir,
gratificante, como una forma de reconocimiento social y una prefieren vivir solos e intercambiar apoyos con su familia de
oportunidad de darle continuidad identitaria a su biografía. O bien, manera recíproca, pudiendo restarse de una relación emocional si
en los casos extremos, como única posibilidad de intercambio esta no les satisface, situación que no es posible cuando el temor a
afectivo, a modo de retribuir el afecto y cuidado de quienes les la pérdida de la o las figuras de quienes dependen emocional y, a
confían la crianza total o parcial de aquellos pequeños. Este manda- veces económicamente, cruza la relación.
to de ‘súper abuela/súper cuidadora’ contiene ocasionalmente,
también, el temor de perder el reconocimiento, afecto y aprecio de La situación de las mujeres mayores en Chile, nos invita a proble-
la descendencia. matizar sobre formas de violencia en lo público y lo privado, que
aparecen vestidas de cuidados, protección y cariño.
Cuando adquiere esta forma, podemos reconocer la violencia
emocional contendida en esa relación. La mujer que experimenta
de esta manera la abuelidad dista mucho de disfrutar, participar y Referencias
(1) El vocablo viejo/vieja, en el caso de los seres humanos, y desde la
contribuir libremente en el cuidado de los nietos.
perspectiva de la Teoría del Ciclo Vital. Baltes, Linderberger y Staudinger
(1998), denomina al periodo del ciclo vital que transcurre posterior a los
En Chile, un estudio relativamente reciente de caracterización 60/65 años hasta la muerte. La connotación negativa asociada al vocablo se
sociodemográfica y económica de la población mayor (3) señala refiere más bien al “viejismo” o conjunto de prejuicios, estereotipos y
que las relaciones de dependencia intergeneracional tienden a discriminaciones que se aplican a los viejos en función de su edad.(Butler,
desdibujarse en los sectores de más altos ingresos, donde la mayo- R., 1969)
ría de los adultos mayores optan por vivir solos, valorando su (2) Estamos haciendo referencia al amplio grupo social que en Chile no
autonomía, y manteniéndose vinculados con su familia. En estos tiene asegurado el soporte durante la vejez, ni desde las instituciones de
casos, las familias prefieren contratar cuidados. Por el contrario, en protección social, ni desde la tradición familiar.
sectores desfavorecidos socioeconómicamente predomina un (3) Pontificia Universidad Católica de Chile [PUC] & Servicio Nacional del
Adulto Mayor [SENAMA] (2010). Segunda encuesta nacional: Calidad de
modelo de familia tradicional extendida, donde el cuidado de
vida en la vejez. Chile y sus mayores. Santiago, Chile.
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Discriminación de género
en el contexto organizacional:
la antesala de la violencia en el trabajo
Por Pamela Frías C., académica Facultad de Psicología, UAH.
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Queramos o no, formamos parte de una sociedad con una marcada planificación personal y familiar. Por otra parte, están las
cultura patriarcal, ampliamente instalada en las organizaciones mujeres que han internalizado la creencia de que por su condición
chilenas, que propicia la violencia de género. El piropo en el traba- de género, son un potencial problema para las organizaciones y, en
jo, el extendido uso de lenguaje machista y descalificador, el procesos de selección resaltan su soltería como un atributo que da
chantaje, el acoso laboral y sexual son situaciones que vulneran los ventaja. Ponen clara y visiblemente en su curriculum vitae: “Soltera
derechos fundamentales de las trabajadoras, las que suelen callar y sin hijos”. Aprendieron, lamentablemente, que dicha condición
estos actos por temor al conflicto o a la pérdida del trabajo, lo que puede abrir una puerta hacia la empleabilidad.
en parte se explica por el bajo poder formal que tienen las mujeres
en la estructura organizacional unido al bajo poder social emanado Por otra parte, se ha estudiado que en las pequeñas y medianas
de relaciones de género que discriminan y exponen a la violencia empresas, muchas decisiones de contratación están sujetas a la
laboral. recomendación que alguien puede hacer de un determinado postu-
lante, pese a la existencia de procedimientos ligados a la selección.
En el mercado de trabajo se observa una escasa representación
femenina en puestos de jerarquía, así como la concentración de
mujeres en ciertas ramas de la actividad. Más que un asunto de falta
de competencias, esta segmentación del mercado parece responder
a las clásicas imágenes de género, donde las mujeres parecen ser
buenas sólo para algunas tareas. El problema está, precisamente,
en las imágenes de género, en estas creencias fuertemente arraiga-
das tanto por hombres como mujeres. Ejemplos abundan. Entre las
discriminaciones clásicas está el hecho de que las mujeres serían
menos comprometidas por privilegiar el rol de madre por sobre el
de trabajadora, prejuicio que favorece que algunos empleadores
diseñen políticas de restricción o negación de contrataciones feme-
ninas por los costos laborales que implicarían para el negocio. Esta
discriminación, podría mitigarse si los empleadores se informaran
respecto de la poca evidencia científica que respalda que dichos
costos sean significativos.
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Por lo general, las recomendaciones son solicitadas a quienes (re)producen desventajas y arbitrariedades, exacerbando la
ostentan puestos de jerarquía. Ya sabemos que son los hombres los desigualdad y la exclusión injustificada de ciertos grupos, lo que
que ocupan mayoritariamente puestos de mayor responsabilidad, y constituye un acto de violencia que socava la integridad y salud
existen estudios que dan cuenta de que la tendencia es recomendar mental de las personas. Hay que preguntarse menos por cuánto
a alguien del mismo género. Por lo tanto, la recomendación como cuestan las políticas de igualdad y preguntarse más por cuánto nos
estrategia de selección se vuelve una cara menos conocida de la cuesta la discriminación de género en las organizaciones.
discriminación de género.
Facultad de Psicología UAH ● Psicología Hoy N° 27/abril 2017 ● ISSN 0719-854X ● Decana: Elizabeth Lira K.
Fono Facultad: +56 22 8897437 ● psicologia.uahurtado.cl ● Edición: Evelyn Hevia J. ● e-mail: ehevia@uahurtado.cl ● Diseño: claudiocrea.cl