Para que cualquier municipio se considere una ciudad inteligente, debe reunir
estas condiciones:
Desarrollo económico, social y medioambiental sostenible y en armonía.
Gestión óptima de los recursos naturales a través de la participación de los
ciudadanos.
Ciudadanos e instituciones comprometidas con el fin.
Infraestructuras e instituciones dotadas de soluciones tecnológicas para hacer la
vida de los ciudadanos más sencilla.
Pero la pieza clave para el funcionamiento de una ciudad inteligente es la
participación ciudadana. Si los ciudadanos no contribuyen activamente el uso y
fomento de estas alternativas, no se conseguirán los objetivos previstos en su
implantación. Es esencial la información, formación y difusión a los ciudadanos por
parte de las administraciones públicas.
Los sectores de aplicación de las ciudades inteligentes son muy amplios, así
destacamos:
“Se calcula que en el planeta Tierra ya hay más ingenios tecnológicos para
recoger datos que seres humanos”
Este concepto no es únicamente español, en el resto del mundo también se está
trabajando en este tipo de proyectos: Santiago de Chile, con prácticas del fomento
del transporte eléctrico o contadores inteligentes, Buzios (Brasil) con el uso de
tecnologías de alumbrado público LED, Bogotá (Colombia) con la implantación
pionera del sistema de transporte público masivo; el ‘Bus Rapid Transit’ o
Montevideo (Uruguay) que se ha convertido en el mayor exportador de software
libre de LATAM. En el ranking internacional, Tokio va a la cabeza en proyectos
Smart city, le siguen Londres, Nueva York, Zurich y París. En Noviembre de 2017
se celebrará en Barcelona el “Smart City Expo World Congress” donde se verán
las propuestas más innovadoras.