Entendemos por personalidad anancásticas aquel tipo de personalidad que se caracteriza por una
preocupación patológica por el orden y el perfeccionismo. De la misma manera estas personas se
distinguen por la necesidad de control tanto propio como del entorno y una falta de flexibilidad y
apertura mental, aunque todo esto interfiera en su día a día o en su eficiencia laboral y social.
Para estas personas, la toma de decisiones puede convertirse en un proceso lento e, incluso,
doloroso. El motivo radica en que poseen tal dificultad para decidir la prioridad de sus tareas o
cómo es la mejor manera de organizarse que pueden llegar a no iniciar la tarea en absoluto,
debido a la necesidad de realizarla de manera perfecta.
En cuanto a las relaciones interpersonales, los individuos con personalidad anancástica expresan
sus afectos de una manera altamente controlada y forzada, y pueden sentirse muy incómodos en
presencia de otras personas emocionalmente expresivas. Sus relaciones cotidianas se caracterizan
por ser formales y serias, lo que puede dar lugar a situaciones incómodas para las otras personas
que los perciben como rígidos y excesivamente hoscos.
Este tipo de personalidad puede llegar a considerarse como un trastorno, ya que se trata de un
patrón perdurable de experiencia interna y conducta que se aparta de las normas culturales de la
persona. Dicho patrón es perdurable e inflexible, así como constante a través de las situaciones
personales y sociales.
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relaciones)"
Preocupación excesiva por los detalles, las reglas, las listas, el orden, la organización y/o
los horarios hasta el punto de afectar a la actividad o tarea principal.
Se muestran reacios a trabajar con otras personas y a delegar tareas a menos que el resto
haga las cosas tal cual ellos lo desean.
Perciben el dinero como un bien que debe ser acumulado, no gastado; por lo que tienden
a resultar avaros o tacaños a la vista de los demás.
En muy pocos casos se percibe en la infancia o adolescencia debido a los constantes cambios en
el desarrollo y la personalidad propios de la maduración. No obstante, en aquellos casos en los
que se perciban síntomas parecidos a los anteriores estos deben de perdurar, al menos, durante
un año para que pueda considerarse un trastorno como tal.
Finalmente, este suele aparecer con mayor incidencia en hombres que en mujeres y se estima que
se encuentra presente, de manera aproximada, en entre un 2,1 y 7,9 por ciento de la población
general.