El veinticuatro de Noviembre del año dos mil once, aproximadamente a las diez y treinta
minutos de la noche, el occiso José Teodoro Esquén Ordóñez en compañía de su hermano
Felipe Eleodoro Esquén Ordóñez, se encontraban en el frontis del domicilio de su otro
hermano Benjamín Esquén Ordóñez, ubicado en la manzana M, lote 07, barrio III-A, del
asentamiento humano Alto Trujillo del distrito de El Porvenir, a donde acaban de llegar
a bordo de la motocicleta lineal con placa de rodaje Nº NI-22754, en estas circunstancias
aparecieron dos sujetos identificados como el ya fallecido Leónidas Enrique
Ledesma Briseño (a) “Leo” y el acusado José Luis Rodríguez Gómez (a) “Piña”,
de los cuales el primero se acercó al occiso José Teodoro Esquén Ordóñez para exigirle
las llaves de la motocicleta, respondiendo éste que estaban en la motocicleta, pero al
cerciorarse el acusado José Luis Rodríguez Gómez que no se encontraban en el vehículo,
golpeó al agraviado con la cacha de su arma de fuego exigiéndole que se tire al piso, una
vez en el suelo boca abajo el indicado agraviado, el acusado se dirigió a él e hizo un
disparo al piso insistiendo en la entrega de las llaves de la motocicleta, en esos momentos
interviene Felipe Eleodoro Esquén Ordóñez para decirle a su hermano agraviado que
entregue las llaves, por lo que dicho agraviado sacó las llaves del bolsillo de su pantalón
y las arrojó hacía el lugar donde se encontraban los asaltantes, una vez con las llaves
de la motocicleta el ya fallecido Leónidas Enrique Ledesma Briseño se retiró en el
indicado vehículo, en esos momentos se acercó un vehículo color amarillo
deteniéndose junto a la acera donde se encontraba el acusado José Luis Rodríguez
Gómez, quién antes de subir a ese vehículo le disparó al occiso José Teodoro Esquén
Ordóñez y además le pateó la cara y después abordó el vehículo y se dio a la fuga, el
occiso fue conducido al Hospital Belén de esta Ciudad a donde llegó cadáver.
FIJA por concepto de reparación civil que debe abonar el condenado en favor de los
herederos legales de la víctima, la suma de MIL QUINIENTOS nuevos soles por el
delito de Robo Agravado, y la suma de TREINTA MIL nuevos soles por el delito de
Homicidio Calificado por Ferocidad.
III.- DOCTRINA
El asesinato por ferocidad se define como el realizado en absoluto desprecio y desdén por
la vida humana. En doctrina existe aceptación mayoritaria en afirmar que en la realidad
se presentan hasta dos modalidades que dan a entender el actuar por ferocidad, a saber:
a) Cuando el sujeto activo concluye con la vida del sujeto pasivo sin motivo ni móvil
aparentemente explicable. El agente demuestra perversidad al actuar sin tener un objetivo
definido. Falta un móvil externo. Al final, cuando cualquier persona, ya sea operador
jurídico o común, pretenda encontrar una explicación sobre los motivos y móviles que
hicieron nacer en el agente la intención de poner fin a la vida de una persona, incluso
desconocida por aquel, no puede encontrarlo razonablemente, sino recurriendo a pensar
que aquel sujeto muestra un desprecio por la vida humana. Nada le importa ni le inmuta.
Le da igual matar a una persona que un animal.
b) Cuando el agente actúa con ferocidad brutal en la determinación del agente, es decir,
inhumanidad en el móvil. Vale hacer anotación de que no se trata de la ferocidad brutal,
cruel e inhumana en la ejecución del homicidio, pues este vendría a constituir una
modalidad más del asesinato como es matar con crueldad, si no que la ferocidad se
evidencia en la determinación del agente para poner fin a la vida del sujeto pasivo. Aquí
se trata de una ferocidad cruel entendida desde un aspecto subjetivo.
Los dos supuestos expuestos previamente por fines didácticos, son separados en la
doctrina y en las diferentes legislaciones, pero hay ocasiones en las que son empleados
como sinónimos, pues al final de cuentas, ambas modalidades muestran la perversidad
del asesino.
Roy Freyre, citando al italiano Francesco Carrara, sostiene que frente al individuo que
mata sin odio, sin pasión, sin provecho, por la sola sed de sangre, no hay nadie que pueda
considerarse seguro, pues no basta para evitar la brutal 'agresión con ser pobre, o ser
prudente, o no tener enemigos. En este homicidio existe el máximo grado difusivo del
daño mediato y también el ínfimo grado de defensa de la víctima. Carece de importancia
que este malvado nada tenga que ganar con su delito y también que nada tenga que le
impulse a su comisión con vehemencia. De ahí surge el fundamento para su mayor
reprochabilidad, debido que el sujeto activo se desenvuelve frente a su víctima sin tener
un interés identificable y razonable o, mejor dicho, sin tener como objetivo el obtener
alguna ventaja cierta con su actuar homicida.
La jurisprudencia peruana pareciera que tiene claro estas diferentes modalidades de actuar
por ferocidad, como son matar con ausencia de móvil y matar por móvil fútil e
insignificante; no obstante, al aplicarlos al caso concreto, los utiliza como sinónimos.