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27 DE ABRIL DE 2019

FILADELFIA EN 100 PALABRAS


65 AÑOS DE FIDELIDAD DEL SEÑOR

SOCIEDAD DE JÓVENES
IGLESIA PRESBITERIANA FUNDAMENTALISTA BÍBLICA FILADELFIA
La presente recopilación corresponde

al trabajo y elaboración de cinco

hermanos(as) de la congregación

evangélica Filadelfia, perteneciente

a la Iglesia Presbiteriana

Fundamentalista Bíblica en Chile

que, a propósito de la celebración

del 65° aniversario de la presente

iglesia, han plasmado por escrito su

gratitud, memorias, ruta de viaje

hasta nuestro seno, o el trabajo

realizado por Filadelfia,

glorificando a Dios en todo ello.

Alabamos al Padre por conformarnos

como su Iglesia, y darnos un año más

de servicio activo y devoto a él. A


FILADELFIA EN 100 PALABRAS

Yo nací en la iglesia Belén, pero en la escuela dominical había muy pocos


niños. Así que mis papás decidieron que mejor era cambiarnos de iglesia
para que estuviéramos con más niños en la iglesia, y en 2014 llegamos a
Filadelfia.

Me gusta mucho la iglesia porque es muy entretenida y hay muchas


actividades, como los congresos, el coro de niños, la sociedad de niños, y el
paseo de la iglesia. También me gusta que en la escuela dominical haya que
decir los versículos y los premios son muy lindos.

Y así, termino esta reseña con la palabra número cien.

Isidora Rivas Rozas


¿FILADELFIA EN 100 PALABRAS?

Año 1975. Terminado el congreso de ALADIC en Puerto Montt, el pastor Luis


Quezada, alojando en casa de los hermanos Hugo y Sonia Cárcamo, después de
un jugoso, suculento y delicioso curanto, conversa con Sonia sobre su abnegado
y solitario trabajo evangelístico con niños del sector. Muy atento a la fidelidad de
Sonia, y en un arranque de fervoroso entusiasmo, el pastor Quezada da un
puñetazo en la mesa y exclama “¡Aquí hay que empezar una obra!” (Inolvidable
en la memoria del hermano Hugo Cárcamo.)

Año siguiente. Los hermanos Gabriel Ramírez, Letty Navarrete, Pablo Quezada
(jovencito y con acordeón) y Juan Garrido hacen un viaje misionero a Ancud,
Puerto Montt y Puluqui. A la isla Puluqui viajan con los hermanos Hugo Cárcamo,
Pablo, Letty y Juan. No fueron bien recibidos por el predominio católico en la isla.
Les cedieron una destartalada casa que se llovía, y el viento se colaba por todas
partes.

Sin desanimarse, visitaron a lugareños e hicieron un reconocimiento de la isla.


Efectivamente, fueron jóvenes de Filadelfia los que hicieron de punta de lanza
para la obra misionera en Puluqui.

Año 1977 y siguientes. Se consolida y profundiza el trabajo allí, con visitas del
pastor Nadir Carreño, hermana Ruth, Ángel Calderón, hermana Elba, siempre
acompañados por el hermano Hugo. Más adelante, de manera permanente, es
atendida la obra por los hermanos Emilio Matamala, pastor Rubén Aravena y
misionero Eugenio Faucette.

Para la familia Arriagada Pinto, residente en Ancud, fue de mucho aliento las
visitas de estos jóvenes, además de hermanos de Chillán y Santiago. Todos fueron
influyendo para empezar una obra en Ancud.

Nuestro reconocimiento al pastor Quezada por las visitas que en aquellos años
realizó a Ancud.

Este apretado resumen fue obtenido de los hermanos Hugo Cárcamo, Gabriel
Ramírez, Ángel Calderón y Sergio González.

Sonia Pinto Alvarado


Queridos hermanos:

En este día especial en que la iglesia se regocija y agradece al Señor por


este nuevo aniversario, quiero contarles algunos de los recuerdos que
guardo en mi mente de los años que Dios me ha dado.

Agradezco al Señor por la gran bendición de haberle conocido a temprana


edad, cuando la iglesia se reunía en el colegio Hispano Americano (en
calles Arauco esquina con Arturo Prat), del que fuera dueño el pastor
Baudilio Saavedra.

Desde el día lunes a viernes, era sala de clases. Martes y viernes en la


noche, y domingo, era templo donde se reunía la iglesia para alabar y
bendecir al Señor, y para aprender de Él.

“Quisiera yo poder cantar, cual bello pajarito, y por su amor a Dios loar…”

“Aunque soy pequeñito…”

Cierro mis ojos y me parece escuchar las voces de los muchos niños que
asistían a la escuela dominical. Como el templo era pequeño, todos los
niños y profesores se reunían en otra sala donde cantaban y les enseñaban
con lecciones objetivas, para luego dividirse e ir a sus respectivas clases.

También recuerdo cuando el pastor Saavedra volvía de sus viajes


misioneros. El templo se llenaba para escuchar las experiencias y lo vivido
en sus viajes, cómo el Señor lo bendecía y protegía al llevar el evangelio a
tanta gente hambrienta de recibir las buenas nuevas de salvación.

También quiero contarles de los paseos a fin de año. Nuestro pastor


Quezada, con todo su entusiasmo, buscaba hasta encontrar algún lugar
donde su iglesia pudiera ir al día de año nuevo a disfrutar. Ese día,
recuerdo, nos juntábamos tempranito en la Quinta Agrícola (ahora
Universidad de Concepción). Las hermanas llevaban un fondo de mote con
huesillo para todos los que quisieran. No recuerdo por cuántos años fuimos
a ese lugar, pero sí recuerdo aquellos paseos aún más lejanos: todos los
hermanos cargando sus cositas, caminábamos hasta la estación donde el
tren nos llevaba hasta Nueva Aldea. Allá nos bajábamos del tren para luego
caminar hasta el Río Itata, donde nos subíamos a una balsa que nos llevaba
para el otro lado del río, donde nos esperaba mucha sombra que nos
protegía del calor. El día se nos hacía corto. Algunos caminaban, otros se
bañaban, otros dormían o comían. Al acercarse la hora del tren de regreso,
nos reuníamos para tener una pequeña reunión, agradeciendo al Señor por
su compañía y protección.

En esos tiempos el día domingo se ocupaba por completo en la obra de


Dios. En la mañana: escuela dominical en el templo. En la tarde: locales. A
las 5 p.m.: reunión de jóvenes. Terminábamos en la noche con un culto
solemne. No había locomoción, ni colectivos, ni micros, mucho menos
pensar en autos particulares. Sólo se necesitaba amor al Señor, y buenas
piernas para caminar.

Hermanos, estos son mis más antiguos recuerdos. Los he querido


compartir con ustedes en este nuestro aniversario n° 65 en que el Señor
me permite participar.

Dios bendiga a los jóvenes y a toda mi querida Iglesia Filadelfia. ¡Feliz


aniversario!

Gracia sea a vosotros, y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo
Filipenses 1:2

Ema Fuentes
Mi familia

El hermano Ortiz y su cordial saludo, la hermana Feyita y su cálido abrazo,


la hermana Gladys y su sonrisa alegre, el hermano Humberto y su fuerte
apretón de manos, Panchito con su violín, la hermana Eli y sus coritos, el
hermano Rafa y el micrófono, el Pastor y su bigote, la hermana Paula y sus
recuerdos, el hermano Braulio y sus tratados, el hermano Carlos y los
diezmos, Nuri y su cintillo, Naira y sus abrazos. Llego a mi casa y ya los
extraño, ojalá viviéramos todos ahí.

Mi familia, no DE sangre, por SU sangre.

Anónimo

¿Qué es Filadelfia para que tengas de ella memoria?

Señor, nos conoces. No solo somos polvo de la tierra: somos pecadores.


Inconstantes, ignorantes, indignos de ti. Oh Padre, ¿Por qué nos amas y
adoptas como hijos? ¿Por qué perdonas nuestra maldad eternalmente?
¿Por qué en vez de olvidarnos, nos confirmas y corroboras en Jesús? ¿Por
qué tal honor y gracia con nosotros? Tu eres nuestro Señor, nuestra
fortaleza, y cuando todo lo demás falla tú permaneces fiel. Por eso
acudimos a ti en nuestra necesidad, y en tu presencia encontramos solaz.
Pues nos sostendrás hoy y siempre, gracias Padre. Amén.

E. Rodrigo Anavalón Q.

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