T E S I S
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE
L IC E N C I A D O E N P S I C O L O G Í A
P R E S E N T A
“[…] siempre, desde el origen de la civilización, la gente no se ha contentado con ver los
acontecimientos como desconectados e inexplicables. Ha buscado incesantemente un
conocimiento del orden subyacente del mundo. Hoy en día, aún seguimos
anhelando saber por qué estamos aquí y de dónde venimos.”
“La fórmula s=1/2 gt2 no gobierna la conducta de los cuerpos que caen;
gobierna a los que predicen correctamente la posición de
los cuerpos que caen en momentos determinados.”
A Virginia Pacheco,
por aceptar ser parte de este proyecto, mi gratitud total.
A Franco Arana, Tamara Bravo, Luis Rivas y Daniel Juárez, la siguiente generación,
por su valiosa aportación en este trabajo y por las conversaciones
disciplinarias y personales, individuos estupendos.
1. RESUMEN ..................................................................................................................... 1
2. INTRODUCCIÓN ......................................................................................................... 2
4. MÉTODO..................................................................................................................... 75
5. RESULTADOS ............................................................................................................ 82
6. CONCLUSIONES ....................................................................................................... 96
Kuhn (1971) acuñó el término paradigma para referir al aglomerado de todos aquellos
trabajos en ciencia adscritos a una serie de principios teóricos y reglas de investigación, esos
1
En el presente escrito se empleará mayoritariamente la nomenclatura humanos y otros animales siguiendo
la recomendación de Poling (1984), quien argumenta que la distinción entre comportamiento humano e
infrahumano o animal, inadvertidamente coloca a la conducta humana como una forma especial de
comportamiento con lo cual se favorece la aparición de explicaciones no científicas sobre este último. No
obstante, se mantendrá la distinción en aquellos casos en los que se reseñe lo indicado por algún autor con
el objetivo de preservar el sentido original de su argumento.
3
En la misma línea de ideas, una noción recurrente al tratar con la distinción entre tipos
de comportamiento psicológico, llámense animal o humano, es el de complejidad. Sobre el
particular, Martínez y Tonneau (2002) señalan que, aunque no existe una definición universal
sobre el concepto complejidad, el uso de éste sólo tiene sentido si contribuye en la distinción
entre sistemas, es decir, es un término empleado para referir diferencias entre un sistema y
otro -u otros- en la medida en que uno contiene respecto de otro(s), componentes y relaciones
más variadas. En breve, la complejidad de un sistema, organismo, proceso, etc. siempre se
predica respecto de otro sistema, organismo o proceso. Por otro lado, en el lenguaje ordinario
al hablar del comportamiento humano es común el empleo de términos como razonamiento,
memoria, formación de conceptos, simbolización, solución de problemas, pensamiento, entre
otros tantos (Skinner, 1979; Pérez-Almonacid, 2012). Así, en Psicología, y en el caso
particular de los dos paradigmas antes referidos, el interés por entender lo que ocurre con
esas formas de comportamiento que se asume son únicas en los humanos llevó a la
conformación de un campo de conocimiento denominado Conducta Humana Compleja.
Así entonces, en el presente trabajo se abordan los tópicos descritos en líneas previas,
el mismo está organizado de la siguiente forma; en primera instancia, se presenta el rastreo
histórico de los modelos conceptuales que forman parte de los paradigmas operante e
interconductual. En este primer apartado se aborda a) el supuesto de la continuidad
conductual en el estudio científico del comportamiento psicológico, y b) la descripción de
5
los modelos teóricos -o tradiciones de investigación- que han supuesto diferencias entre
comportamiento humano y de otros animales al interior del paradigma del condicionamiento
operante y del paradigma interconductual. Los modelos teóricos identificados con el
paradigma del condicionamiento operante son: (1) la taxonomía de operantes verbales
(Skinner, 1981), (2) el control instruccional basado en la propuesta de conducta gobernada
por reglas (Skinner, 1979), (3) el de las relaciones de equivalencia, en dos de sus vertientes:
la teoría del primitivo (Sidman, 1971, 1994) y la teoría de la nominación (Horne & Lowe,
1996) (4) la teoría del marco relacional (Hayes, 1989a). En el caso del paradigma
interconductual se describen (1) la taxonomía funcional del comportamiento (Ribes & López,
1985) y una propuesta incipiente vinculada con la regulación lingüística del comportamiento
(Carpio 2014a, 2014b). Al final de la exposición de cada uno de los dos paradigmas se hace
una revisión panorámica de ellos.
2
Aunque vale la pena señalar que prácticamente todos los analistas del comportamiento han asumido la
existencia de diferencias entre la conducta de los organismos humanos y no humanos.
8
Considérese ahora uno de los aspectos resaltados de la cita previa, las diferencias de
complejidad. Sobre este particular puede asumirse, siguiendo a autores como Buskist,
Newland y Sherburne (1991), que paralelamente al análisis de la función del lenguaje en la
distinción entre la conducta de los organismos, es necesario esclarecer el tópico de las
diferencias entre la continuidad y la discontinuidad en la complejidad conductual. Por
supuesto, en este último análisis se incluye a lo lingüístico, pero al mismo tiempo se abre la
9
posibilidad de discutir en qué consiste, cuáles son los elementos que cualifican, entre otros
puntos implicados en este continuo conductual.
Algunas ideas relacionadas con el punto anterior son expuestas por Dymond, Roche
y Barnes Holmes (2003). Estos autores identifican tres grandes visiones sobre el supuesto
conductual, a saber, la procontinuidad, la anticontinuidad y el agnosticismo.
Así entonces, sobre el tema abordado en esta sección cabe resaltar algunos puntos:
Por ello, se puede señalar la legitimidad de asumir que a partir de cierta continuidad
filogenética se identifiquen semejanzas en los procesos conductuales estudiados. De manera
puntual, las semejanzas se dan en términos de la génesis de algunos comportamientos, aunque
esto tampoco supone contradicción con asumir diferencias en cuanto a la complejidad de
dichos procesos (Pérez-Almonacid & Peña-Correal, 2011).
En los siguientes apartados se describen algunos de los modelos con mayor arraigo
entre los analistas del comportamiento, modelos que se han erigido como auténticas
tradiciones en la realización de investigación en Psicología. Para dicha exposición, como se
mencionó líneas arriba, se empleará la noción de paradigma (Kuhn, 1971).
13
No obstante, una de las objeciones más recurrentes ha sido que, a pesar de su potencial
empírico y tecnológico, la teoría operante languidece cuando se le emplea en el análisis de
3
Incluso en aquellos casos de revolución científica los investigadores asumen estar trabajando desde un
paradigma, aunque, eventualmente, éste se transforme.
14
Sobre este último particular se considera que, más allá del posicionamiento que se
adopte respecto a ello, merece la pena ser señalado que, contrario a la creencia generalizada,
ni en el condicionamiento respondiente ni en el operante se excluyeron los aspectos verbales
en sus universos empíricos. Una revisión de la literatura permite observar cómo desde sus
inicios en distintos trabajos el interés principal consistió en observar la adquisición y el
mantenimiento de respuestas verbales.
eran empleados por otras disciplinas, entre las que se encuentran la lógica, la lingüística, la
semántica o la gramática.
De acuerdo con Ribes (2008), puede considerarse que más que una taxonomía, en
Conducta verbal existen dos taxonomías. Una en la que se agrupan las operantes de primer
orden, es decir, las distintas operantes verbales, y otra en la que se agrupan las operantes de
segundo orden, estas últimas se diferencian de las primeras debido a que con ellas se intentó
dar cobertura a la propia conducta verbal del hablante.
Sobre la taxonomía de operantes de primer orden se puede decir que sus ejes de
agrupación son: 1) las operantes verbales no discriminadas, 2) las operantes verbales
discriminadas o controladas por estímulos verbales, y 3) las operantes verbales discriminadas
o controladas por estímulos no verbales (Ribes, 2008). De manera similar, Peña-Correal y
Robayo (2007), indican que es la naturaleza de las variables antecedentes controlantes el
criterio que permite clasificar a las operantes verbales.
Las operantes verbales de primer orden propuestas por Skinner (1981), son: el mando,
la ecoica, la textual, la intraverbal y el tacto.
El mando es aquella operante verbal “en la cual la respuesta es reforzada por una
consecuencia característica y, por lo tanto, está bajo el control funcional de las condiciones
relevantes de deprivación o de estimulación aversiva.” (Skinner, 1981, p. 50). Una de las
características notorias de esta operante es la inexistencia de una relación específica entre la
emisión de la respuesta y un estímulo antecedente. Es por ello que la operante verbal mando
específica su “propio” reforzamiento.
Dentro de las operantes verbales de primer orden controladas por estímulos verbales
se encuentran la ecoica, la textual y la intraverbal. La primera, la conducta ecoica, es “la
conducta verbal […] bajo el control de estímulos verbales, la respuesta genera una pauta de
sonidos similar a la de los estímulos.” (Skinner, 1981, p. 69). La verbal ecoica se desagrega
17
Tal como se ha señalado, tanto la conducta ecoica como la textual se caracterizan por
su correspondencia uno a uno entre estímulos verbales y respuestas verbales. En la
descripción de los episodios verbales; sin embargo, es necesario contar con una operante que
aglomere todos aquellos episodios en los que la correspondencia no sea exacta. A manera de
ejemplo, considérese un episodio en el que se le solicitó al hablante que nombrara la capital
de Japón y la respuesta verbal fue Tokio, por definición no es una operante ecoica ni textual.
En cambio, este tipo de episodios son considerados casos de la operante intraverbal (Skinner,
1981).
La última operante de primer orden recibe el nombre de tacto la cual, en opinión del
propio autor y de varios otros (v. gr. Peña-Correal & Robayo, 2007, Ribes, 2008; Segal,
1983), es la más importante de todas por ser en la que se da cuenta de la semántica del
lenguaje. El término ‘tacto’ se acuñó para aproximarse a todos esos fenómenos en los que la
18
Las operantes de segundo orden son las autoclíticas, las cuales a diferencia de las
anteriores no se identifican con eventos antecedentes (verbales o no verbales) provenientes
de otros individuos u organismos. Por el contrario, el reconocimiento de estas operantes
proviene de la necesidad de comprender como se organizan los eventos pasados en la historia
de los individuos con el comportamiento actual; en palabras de Skinner (1981), para entender
“[cómo] parte de la conducta de un organismo se convierte a su vez en una de las variables
que controlan otra parte.” (p. 337). Estas operantes se clasifican en autoclíticos descriptivos,
cualificadores y cuantificadores.
sentido de las propiedades, pero nos consolamos porque una relación como
la del tacto abstracto puede estudiarse en el laboratorio.” (p. 122).
Ahora bien, con base en la propuesta de Skinner en Conducta verbal se han realizado
distintos trabajos experimentales y aplicados.4 (v. gr. Greenspon, 1955; Ayllon & Michael,
1959; Goldiamond, 1962). Sin embargo, tal como señalan Holz y Azrin (1980) las
investigaciones adscritas a la propuesta de esta obra se encontraron con múltiples problemas
metodológicos entre los que destacan: a) la delimitación de la clase de respuesta, b) el control
temático de las palabras seleccionadas, c) las unidades de respuesta apropiadas, d) el nivel
operante de la respuesta bajo estudio, e) la duración de las sesiones experimentales, f) la
idoneidad, la consistencia y la inmediatez del estímulo reforzante y, g) la influencia del
observador. En breve, se puede señalar que estos problemas metodológicos confluyeron en
la dificultad de especificar si las respuestas verbales podían aumentarse disponiendo cierto
tipo de consecuencias o viceversa.
4
Para una revisión más detallada del impacto de la propuesta de Conducta verbal en la comunidad
psicológica véase: De la Casa, Sánchez, y Ruíz (1993) o Pérez-Fernández (2016).
20
“No existe ninguna razón por la que una descripción de las contingencias de
reforzamiento deba tener el mismo efecto que la exposición a las contingencias. Rara
vez un sujeto puede describir precisamente el modo como ha sido reforzado en
realidad. Incluso cuando ha sido entrenado para identificar unas cuantas
contingencias simples, no puede luego describir una contingencia nueva, en especial
cuando es compleja. Por tanto, difícilmente podemos esperar que reaccione en forma
adecuada ante las descripciones del experimentador. Además, deben tomarse en
21
5
En abril de 1965 Skinner dictó una conferencia como parte de un simposio en el Instituto de Tecnología
de Carnegie, el contenido de esa conferencia se publicó al año siguiente en un libro editado por Benjamin
Kleinmuntz, el cual lleva por título Problem solving: research, method and theory. A su vez, dicho
material se recopilo en el libro Contingencies of reinforcement: a theoretical analysis, editado
originalmente en el año de 1969. Aquí se retoma este último material en su traducción al castellano dirigida
por editorial Trillas.
22
Sobre esta línea, en su trabajo Skinner comienza dedicando dos secciones a esclarecer
la manera en que los individuos modifican el ambiente construyendo y transmitiendo
estímulos discriminativos.
Ahora bien, sobre la conducta de resolver problemas se identifican dos formas en las
que este tipo de conductas llegan a ocurrir. En la primera un individuo se comporta
adecuándose a las contingencias que mantienen cierto tipo de respuestas después de la
23
A su vez, se señalaron dos tipos de reglas: a) los consejos, es decir, aquellas reglas,
máximas o leyes que controlan el comportamiento reforzado por consecuencias pero que, en
caso de haber estado ausente la regla, éstas podrían haber moldeado directamente la conducta
y, b) las ordenes, en este caso las reglas son efectivas porque reforzamientos especiales
fueron contingentes sobre ellas.
El área del control instruccional (CICH) es, en opinión de algunos autores (v. gr.
Catania, 1985; Cerutti, 1989), probablemente la más productiva en el análisis experimental
de la conducta. Entre las razones de esto se pueden señalar: la afinidad con los programas de
investigación previos a la noción de conducta gobernada por reglas, la posibilidad de realizar
investigación sobre la conducta verbal empleando programas de reforzamiento (Ferster &
Skinner, 1957) y el potencial alcance aplicado de la distinción entre CGR y CMC, lo que derivó
en una gran cantidad de analistas del comportamiento trabajando en esta área.
- Adquisición y control del programa. En esta se ubican los primeros trabajos que
reportaron el papel de las instrucciones en la adquisición del comportamiento humano
(Ader & Tatum, 1961; Ayllon & Azrin, 1964; Baron & Kauffman, 1966; Azrin, 1958;
Weiner, 1962).
- Interacciones instrucción-contingencia. Estudios en los que se compararon las
ejecuciones después de entregar distintos tipos de instrucciones (Kauffman, Baron &
Kopp, 1966; Lippman & Meyer, 1967). Estos trabajos indicaron que el control por
instrucciones interfiere con el control de las contingencias reales y que existen dos
tipos de instrucciones, las referentes al programa, con las que se adquiere la respuesta
acorde al programa y aquellas referentes a las respuestas con las que se pueden
establecen tendencias de respuesta acordes o contrarias al programa.
26
Por su parte, el análisis realizado por Schlinger (1993), también ser repara en la
inconsistencia de referirnos a las reglas como estímulos discriminativos. Schlinger, desarrolla
un ejemplo para evidenciar lo anterior: considérese a un grupo de personas que se encuentren
dentro de un cuarto y a quienes se les da la indicación ‘al sonar la campana levántense y
caminen fuera de esta habitación’. Aunque por su ubicación temporal (previo a la respuesta)
y por su clara vinculación con la actividad posterior de los individuos (levantarse y salir del
cuarto) puede inferirse que el enunciado constituye un estímulo discriminativo, dicha
instrucción no necesariamente es un ED. Las dos razones de no identificar a dicha instrucción
como ED son: a) asumir que la indicación haya ‘establecido la ocasión’ ante la cual había que
responder no es consistente, es decir, “no parece apropiado decir que la declaración estableció
la ocasión para pararse y salir de la habitación. Más bien, es el sonido de la campana el que
evoca (u ocasiona) el comportamiento.” (p. 10).
Con dicha línea de argumentación, Schlinger (1993) señala de manera aguda que,
“[…] un término especial para los ED verbales [i.e. regla] parece innecesario, especialmente
si los efectos de tales eventos no son diferentes de los de los ED no verbales. Si los ED verbales
no difieren en principio de los ED no verbales, entonces la investigación especial sobre los
efectos de tales estímulos también es innecesaria. Ya poseemos un cuerpo significativo de
conocimiento sobre los efectos de los ED, y si son verbales o no parece irrelevante.” (p. 10)
Así entonces, la distinción entre conducta gobernada por regla y moldeada por la
contingencia resulta incongruente dentro del sistema teórico skinneriano lo que en opinión
de algunos (Ribes, 1990a), la convierte en una propuesta insatisfactoria para el estudio del
comportamiento humano.
A principios de los años setenta del siglo pasado al interior de la comunidad del
análisis de la conducta comenzó a conformarse un modelo explicativo paralelo a las
propuestas skinnerianas de Conducta verbal y Conducta gobernada por reglas, con el cual
se intuyó podrían explicarse los fenómenos comportamentales relacionados con el lenguaje.
Uno de los avances más significativos en el área de control de estímulos provino del
hallazgo de que la conducta operante podía ponerse bajo el control no sólo de propiedades
29
de estímulo específicas, como la intensidad, sino también de las relaciones entre los estímulos
o propiedades de éstos (Catania, 1974). Estos hallazgos llevaron a los analistas de la conducta
a explorar sistemáticamente cómo adoptaban propiedades discriminativas las relaciones entre
eventos de estímulos y las respuestas. Así, los procedimientos de discriminación condicional
se posicionaron como ejemplares prototípicos en el estudio de este tipo de fenómenos
(Cumming & Berryman, 1961).
El interés por las relaciones de equivalencia, de acuerdo con Sidman (1994), proviene
de que las palabras pueden denotar objetos o eventos, a través de las palabras podemos
relacionarnos con ellos, podemos incluso actuar en ausencia de dichos objetos o eventos. No
30
obstante, los fenómenos comportamentales más fascinantes son aquellos en los que los
individuos “reaccionamos a las palabras u otros símbolos como si fueran las cosas o eventos
que refieren. Aunque no tratamos la palabra y el referente como iguales en todos los aspectos,
atribuimos algunas de las mismas propiedades a ambos.” (p. 3). El cómo ocurre esto es el
asunto central en la equivalencia de clases.
Más aun, Clayton y Hayes (1999), señalan que una de las razones por las que las
relaciones de equivalencia han despertado tanto interés entre los analistas de la conducta es
por su presunto nexo con el comportamiento humano complejo.
Los hallazgos de la investigación sugieren que es posible que las palabras y las
imágenes visuales (impresas), se conviertan equivalentes entre ellas, debido a que, de manera
independiente, cada una se hizo equivalente con las palabras auditivas. Sin embargo, en
opinión del autor, una lectura conexionista simple no parece satisfactoria para interpretar los
resultados.
El autor concluye señalando que, más allá de comprender cómo se dan las relaciones
entre los estímulos que permitieron el desarrollo de la habilidad de leer en el participante, el
experimento demuestra que igualar palabras auditivas con imágenes y palabras visuales son
requisitos suficientes para la emergencia de dos tipos de relación estímulo-respuesta, lectura
oral y comprensión de lectura. Una consecuencia práctica más importante es que las
equivalencias auditivo-visual pueden ser enseñadas sin la intervención de un entrenamiento
o de alguien que las entrene (Sidman, 1971).
Tal como se señaló en las líneas precedentes, en el trabajo de 1982 Sidman y Tailby
desarrollan ampliamente lo que ocurre en los procedimientos de igualación de la muestra. La
importancia de este trabajo consiste, entonces, en 1) la caracterización de las relaciones de
equivalencia siguiendo la lógica matemática de los conjuntos (reflexividad, simetría y
transitividad); 2) la realización de un trabajo empírico en el que se presentó una nueva
metodología en la que se remplazaban las palabras e imágenes usadas en estudios previos por
la dificultad de determinar si la emergencia ocurría como consecuencia del entrenamiento o
por la exposición previa de los individuos con dichas relaciones de estímulos. Así en
detrimento de éstas, se optó por el uso de estímulos que se intuían a priori con nula o escasa
familiaridad con los sujetos, con lo que a su vez se eliminaban las extensas pruebas iniciales
requeridas en otros experimentos.
32
Sin embargo, más allá de las contribuciones hechas desde la década de los setenta
hasta el final de la década de los años ochenta por Sidman y sus colaboradores, prevalecía en
la comunidad de analistas de la conducta ciertas dudas con la equivalencia de estímulos
debido en gran parte a dos asuntos: las relaciones de equivalencia no era un fenómeno
reconocido en el sistema teórico de Skinner, por lo que no quedaba claro el vínculo de éstas
con la teoría operante ni el porqué del empleo de nuevos términos y conceptos. Y segundo,
las interrogantes alrededor del origen de la equivalencia.
nombramiento, la pregunta que habría que hacerse es ¿de dónde provienen los nombres?
¿cómo se aprenden ellos? ¿existen antes de hacerlos explícitos oralmente?
Desafortunadamente, esto no se ha respondido cabalmente.
Sobre las reglas el argumento es muy similar, siguiendo a Skinner (1979), las reglas
especifican las contingencias, y, a pesar de que existe alguna evidencia (v. gr. Bush, Sidman
& de Rose, 1989) de que los sujetos pueden describir las redes de estímulos en
procedimientos en los que se evalúa la equivalencia de estímulos, es arriesgado aseverar que
las reglas permiten la emergencia de relaciones de equivalencia. El razonamiento es el mismo
que con el nombramiento, si las reglas explican la equivalencia ¿qué explica la formación de
reglas? Más aun, parece fútil, en opinión de Sidman, plantear lo anterior cuando se considera
la ambigüedad de lo que es ‘especificar’ una contingencia.
El punto de vista expuesto por Horne y Lowe (1996), sugiere que la equivalencia de
estímulos está mediada por el nombramiento en dos formas posibles. En la primera, al asignar
una etiqueta/nombre a dos o más eventos de estímulo estos se tornan equivalentes entre sí.
Así, se puede favorecer el desempeño de los individuos si, por ejemplo, en un procedimiento
de igualación se les pide que llamen con un mismo nombre a los pares de estímulos de
muestra y de comparación.
A pesar de la relevancia del trabajo de Horne y Lowe (1996), algunos autores han
señalado algunos puntos que no se esclarecen en la obra citada y de otros tantos que son
inconsistentes a lo largo del escrito. Clayton y Hayes (1999) plantean que:
36
Con todo ello, sin embargo, en distintos escritos varios autores han advertido de
algunas dificultades o de elementos incongruentes en las relaciones de equivalencia. Sin
duda, por su espíritu crítico los análisis de François Tonneau (2001a, 2001b) sobresalen de
entre muchos, aunque algunos otros como los de Minster, Jones, Elliffe y
Muthukumaraswamy (2006) también han tenido notoriedad. Otros análisis, como los de
Tonneau y Sokolowsky (1997) y Clayton y Hayes (1999), en conjunto con otros trabajos (v.
gr. Tonneau, Arreola & Martínez, 2006; Delgado & Medina, 2011; Delgado & Hayes, 2013),
han propuesto la noción de transformación de funciones en oposición al de equivalencia de
estímulos por su consistencia y congruencia para la explicación del comportamiento
complejo eliminando con ello la distinción entre condicionamiento operante y respondiente.
Pero si hay que señalar el posicionamiento más influyente en torno a las relaciones de
equivalencia ese es sin duda el trabajo de Steven C. Hayes y la Teoría del Marco Relacional.
37
El origen del trabajo de Steven C. Hayes sobre los marcos relacionales está
indudablemente relacionado con los trabajos reseñados a lo largo de este escrito. De hecho,
parece natural plantear que uno de los principales intereses del trabajo de Hayes y
colaboradores era desarrollar un modelo conductual que integrara desarrollos teóricos como
la taxonomía de conducta verbal (Skinner, 1981), la noción de conducta gobernada por reglas
(Skinner, 1979) y las relaciones de equivalencia (Sidman, 1971, 1994; Horne & Lowe, 1996),
así como los principios del trabajo de Kantor (1978) (cf. Hayes, Gifford, & Ruckstuhl, 2016).
La razón de esto proviene de la dificultad percibida por los autores de algunas de las
propuestas señaladas por generar un programa de investigación sustancioso y de lo
enrevesado que era aplicar el conocimiento psicológico (Biglan & Hayes, 1996). Con los
marcos relacionales se esperaba poder dar respuesta a todas estas inquietudes.
Aunque el propósito era construir un modelo que permitiera repensar lo hecho por
otros analistas de la conducta, el punto de partida de Hayes fueron las clases de equivalencia;
“[…] las relaciones de estímulos derivadas […] son el núcleo de lo que ha faltado en una
explicación conductual del lenguaje. Sin embargo, para que sirva como modelo, parecen ser
necesarios varios pasos. El propósito de este libro es describir estos pasos.” (Hayes, Barnes-
Holmes, & Roche, 2001, p. 19).
La teoría de los marcos relacionales (TMR) es, de acuerdo con sus autores, una teoría
de tipo analítico-abstracta dirigida a la explicación del comportamiento humano, el lenguaje
6
Los autores proponen que el término influencia es más apropiado que el de control en el estudio del
comportamiento debido a que este último implica la eliminación de la variabilidad de la conducta. El
asunto, según ellos, no es eliminar o no la variabilidad sino producir funciones de respuesta especificas
por lo que influencia se presenta como un mejor término (Biglan & Hayes, 1996).
38
y la cognición, una abstracción creada para explicar éstos basada en un conjunto de principios
de comportamiento interrelacionados (Hayes, Barnes, & Roche, 2001).
Los términos lenguaje y cognición no son términos técnicos, pero desde este modelo
el lenguaje se puede entender como “un conjunto convencional de palabras y reglas para
combinar palabras dentro de un grupo particular. Considerado de esta manera, el lenguaje no
es un evento psicológico, sino que se basa en un evento psicológico: la conducta verbal”
(Hayes, et al., 2001, p. 144). Por su parte, el término cognición puede entenderse desde la
psicología como sinónimo de “conocer a través de la mente”.7
Desde este modelo la conducta verbal es, por lo tanto, la acción de enmarcar eventos
relacionalmente mientras que los estímulos verbales son estímulos cuyos efectos están dados
por su participación en marcos relacionales.
7
Hayes y colaboradores señalan en su obra que la cognición no es un evento mental. En su opinión, “[la
cognición] es un evento comportamental, y no existe razón por la cual la psicología de la cognición no
pueda ser psicología conductual.” (p. 145).
39
Asimismo, autores como Boelens (1994), han señalado que durante el desarrollo
verbal humano los individuos son expuestos a múltiples discriminaciones condicionales y
sus contrapartes simétricas. Dicha exposición puede ser entendida como un doble
entrenamiento (como oyente y hablante) en el que los miembros de la comunidad verbal se
involucran lo que propicia el aprendizaje de la relación de control discriminativo.
de los autores, es más genérica y aplicable a todas las posibles relaciones de estímulos
derivadas; a saber, vinculación recíproca, vinculación combinatoria y transformación de
funciones.
C rel {A rx B /// B ry A}
Tonneau (2002) señala que a diferencia de lo que los autores de la TMR arguyen, la
precisión experimental no garantiza la claridad teórica. De las inconsistencias identificadas
43
por François Tonneau, resaltan la noción de historia como algo “traído para ejercer o aplicar”
lo que en opinión de él es particularmente difícil de reconstruir.
Como se señaló antes, en la TMR las claves contextuales son el término empleado para
identificar lo que ocurre en el responder relacionado y la historia. Tonneau argumenta que la
idea de que dichas claves "traen" una historia simplemente en el sentido de ser
discriminativas para la respuesta relacional no ayuda, ya que en algunos experimente la
"respuesta" relacional no puede definirse del todo. En su escrito, Tonneau (2002), concluye
que “[…] los conceptos principales de RFT parecen oscuros, si no incoherentes, y los
comentarios [posteriores de los principales autores de la teoría] no proporcionan ninguna
aclaración.” (p. 97).
emergencia del contexto por lo que o los autores afirman lo obvio, erran en distinguir
a la conducta verbal por la influencia del contexto, o emplean de una manera
“especial” dicho término.
- La naturaleza teórica del marco relacional. Los autores de la TMR plantean que su
propuesta es una teoría al entender a éstas como generalizaciones inductivas. Sin
embargo, José Burgos sostiene que en realidad la auto-otorgada licencia de los autores
de TMR por redefinir la noción de teoría pretende denotar al análisis experimental de
la conducta como un ejercicio teórico atendiendo a la acusación generalizada de que
éste es “anti-teórico”. Más aun, Burgos (2004), es enfático al decir que hay mucho de
hipotético-deductivo en TMR.
- La relación entre TMR, la teoría de conjuntos y la lógica simbólica. Es recurrente en
la TMR el empleo de términos como clase y vinculación en la descripción y
explicación de los fenómenos reconocidos en la teoría. El uso de estos términos
parece ser la razón por la cual los autores de TMR asumen que las diferencias entre
conductismo y cognitivismo se borran, o más bien, el lenguaje del segundo puede
analizarse bajo los principios del primero. Burgos (2003), comenta al respecto: “Nada
en teoría de conjuntos y en lógica simbólica permite distinguir entre conductismo y
cognitivismo. Tal neutralidad ontológica, pues, no elimina el desacuerdo central entre
ambas doctrinas: el estatus ontológico de las propiedades mentales […]. Por
consiguiente, y en contra de lo que los autores proclaman, el conductismo y el
cognitivismo no se acercan mutuamente por el mero hecho de que ambos puedan
utilizar la teoría de conjuntos y la lógica simbólica.” (p. 68).
- El carácter esencialista de las definiciones. Contrario a la postura ontológica neutral
proclamada por los autores, en varios momentos en su obra se identifican tintes
esencialistas (i. e. prescribir que los términos empleados adquieren significados
rígidos y únicos). Burgos (2003), repara en esto argumentando que ser esencialista
no implica en sí mismo algo erróneo, aunque sí que tiene implicaciones debido a que
sugiere que lo que se plantea recae en una autoridad superior y por lo tanto debe
tomarse en cuenta.
45
Hasta este punto se han descrito cuatro de los modelos más importantes en la literatura
operante en el estudio de la conducta, en general, y del comportamiento humano, en
particular. En este último apartado sobre el paradigma del condicionamiento operante se
harán algunos comentarios generales sobre los citados modelos.
Reparando en el primer punto cabe señalar que desde los primeros trabajos de B. F.
Skinner, el reflejo se estableció como un concepto general clave en el estudio del
comportamiento. La importancia de dicho concepto se observa en el intento de Skinner por
desfisiologizarlo (Skinner, 1931). Y, aunque posteriormente se abandonó al reflejo como
término éste persistió como concepto en el trabajo skinneriano ulterior (Ribes, 2016a).
Consecuentemente, el reflejo dotó a la propuesta operante de la lógica mecanicista, la cual
se caracteriza grosso modo por: a) la causalidad como contacto proximal (en tiempo y
espacio) entre los cuerpos; b) el punto como elemento analítico descriptivo de la extensión;
c) el orden geométrico como criterio de verdad (Ribes, 2016a; Carpio, 1994a).
Ahora bien, en línea con lo inmediato anterior y con el propósito de continuar con el
rastreo histórico de las explicaciones construidas para el estudio de la conducta humana,
46
Una exposición detallada sobre cada uno de los elementos del sistema científico
propuesto (metasistema, sistema, protopostulados, entre otros), puede ser encontrada en
diversos escritos del autor (v. gr. Kantor, 1978, 1980). Aquí se optará por señalar, lo que, con
base en lo reseñado por diversos autores, son las características principales del modelo
propuesto por Kantor (i. e. el modelo de campo), a saber, 1) es conceptualmente específico
para el análisis y explicación de los eventos psicológicos, b) presenta una definición no
reduccionista del comportamiento, c) posibilita un análisis causal no-mecánico de la
conducta (Carpio, 1994b). En el siguiente apartado se comentará lo que Kantor aportó a la
Psicología en torno a la definición, el análisis y la interpretación de un material de estudio
propio.
Por su parte, las interacciones psicológicas se definen por ser ajustivas, las
interacciones de este tipo se caracterizan por su flexibilidad, historicidad y desarrollo, es
decir, en contraste con las biológicas estas se adecuan momento a momento durante la
historia particular de los organismos. A su vez, los modos de interacciones psicológicos se
agrupan en: explorativos, manipulativos y orientativos, los cuales pueden considerarse como
formas de espontaneidad reaccional. Por último, las interacciones psicológicas se
49
Dado que las interacciones psicológicas son ajustivas, estas pueden entenderse como
un flujo ininterrumpido por lo cual es necesario realizar cortes analíticos para su estudio
científico. Los segmentos interconductuales (ver figura 1), nombre con el que se denominó
a dichos cortes, constituyen la unidad de análisis del objeto de estudio, la interconducta
(Kantor & Smith, 2015).
En este sentido, la obra de Ribes y López (1985), constituyó un primer intento por
construir un modelo anclado en los supuestos de Kantor -el cual, siguiendo la cita previa, nos
indicaría “qué y cómo hacer” en Psicología- como alternativa a las anomalías identificadas
en la teoría del condicionamiento (Cabrer, Daza & Ribes, 1975; Schoenfeld, 1983). Así, la
taxonomía propuesta por Ribes y López consiste, en palabras de sus autores, “[en] un sistema
de clasificación alternativo a la teoría del condicionamiento, aun cuando parta de los datos
generados por dicha teoría y pueda seguir utilizando, en algunos casos, los procedimientos
experimentales diseñados en su desarrollo.” (p. 18).
Así entonces, Ribes y López (1985) proponen cinco formas de función estímulo-
respuesta progresivamente más complejas e incluyentes como niveles cualitativos de
interacción las cuales denominan por la relación de contingencia que la mediación implica,
a saber: función contextual, función suplementaria, función selectora, función sustitutiva
referencial y sustitutiva no referencial.
52
Acerca de las diferencias entre la conducta animal y humana, Ribes y López (1985),
apuntan que:
mera disponibilidad de dicho sistema no signifique que los individuos participantes en una
interrelación de morfología lingüística se desenvuelvan en un nivel sustitutivo.” (Ribes &
López, 1985, p.185).
Por lo anterior, el estudio de la conducta humana compleja desde TC, se vincula con
el estudio de los niveles sustitutivo referencial y no referencial. No obstante, hay quienes han
precisado que esto no es posible, debido principalmente a que, a diferencia de lo que se ha
54
supuesto, las dificultades no están en el cómo hacerlo (Peña-Correal, Ordoñez, Fonseca, &
Fonseca, 2012), sino en la congruencia y coherencia de hacerlo (Rodríguez-Medina, 2014).
Dos elementos, sin embargo, resaltan del desarrollo empírico y conceptual de TC, el
primero tiene que ver con el ensamble de las extensiones conceptuales, lo que se relaciona
con lo que Moulines (2011) denomina la evolución teórica de las teorías en ciencia, y el
segundo se vincula con la generación de ejemplares metodológicos congruentes con los
planteamientos teóricos.
Sobre el segundo vale la pena señalar que, desde la publicación de TC, se enfatizó
que no era necesario contar con métodos o procedimientos nuevos de conformidad con la
taxonomía (Ribes & López, 1985; Ribes, 1994b). Así, se podía recuperar al conductismo
desde el interconductismo como ejemplar empírico (Ribes, 1994a). Más adelante, Ribes
55
El otro punto a considerar, quizá el más relevante de todos debido a que supraordina
la cuestión de los desarrollos metodológicos, es lo que se ha llamado anteriormente el
ensamble de las extensiones teóricas. Durante los 30 años que le han seguido a la publicación
de TC, en múltiples trabajos se han expuesto ideas que enriquecen los planteamientos
originales, las aportaciones de Carpio (1994a, 1999) y Mares y Rueda (1992), son claros
ejemplos de ello.
Asimismo, Emilio Ribes ha añadido una serie de ideas y nociones que permiten
“cerrar” -empleando la expresión que él mismo usa-, la organización funcional del
comportamiento. Ejemplos de ello son (1) la proposición de contingencias de función y de
ocurrencia (Ribes, 1997); (2) el post-sciptum (Ribes 2004), en el que se añade a los procesos
generales -mediación y desligamiento- y a los criterios de ajuste, el tipo de relación -o
estructura contingencial como posteriormente se denominó (Ribes, 2007)- que caracteriza a
cada función, a saber, isomorfismo, operación, permutación, transitividad y reflexividad; (3)
los estados conductuales (amoldabilidad, amalgabilidad, fisionabilidad, elasticidad y
fusionabilidad) y las interacciones funcionales (correlación, dependencia,
intercambiabilidad, correspondencia y equivalencia) de cada uno de los niveles funcionales
(Ribes, 2007); (4) los cinco tipos de contingencia de función en relación con cada nivel
funcional, a saber, de contacto, de alteración, de articulación, de extensión y de
transformación (Ribes, 2015a). Así entonces, con tantas nociones acuñadas a lo largo de los
56
años cabe preguntarse si todas ellas enriquecen o entorpecen los trabajos ceñidos en este
modelo taxonómico.
Finalmente, en un escrito Carpio, Pacheco, Flores y Canales (2001) han señalado una
serie de inconsistencias en la articulación de los casos intra-función en la jerarquía propuesta
por Ribes y López (1985). Carpio, et al (2001) identifican dos tipos de incongruencias en la
taxonomía: a) incongruencias caso-caso e b) incongruencias caso-función. En su conjunto
cada una de ellas manifiesta que el ejercicio realizado en Teoría de la conducta: un análisis
de campo y paramétrico representó un enorme paso en la conformación de una propuesta
derivada de la obra de J. R. Kantor, pero que, tal como lo indican Carpio y colaboradores, es
un ejercicio que no respeta a cabalidad todo lo que se propone, aunque cabe apuntar que esa
es la naturaleza de cualquier empresa científica, su carácter inacabado y su potencial
adecuación. Desafortunadamente, en la TC se han apuntado dolencias que hasta la fecha no
han sido reconocidas, por el contrario, parece ser que se han agudizado, particularmente en
lo relacionado con la sustitución extrasituacional (v. gr. Ribes, 2013), así lo hacen patentes
los señalamientos de Peña-Correal, Ordoñez, Fonseca y Fonseca (2012), Rodríguez-Medina
(2014) y Carpio (2017).
57
En principio habrá que decir que el trabajo que actualmente se desarrolla comparte
supuestos con el trabajo de diversos autores. Así, con la propuesta de J. R. Kantor y la
taxonomía funcional elaborada por Emilio Ribes, Francisco López y colaboradores, se
comparten la definición de lo psicológico como ciencia, la lógica conceptual y el interés por
construir explicaciones naturalistas sobre el comportamiento; los trabajos de L. S. Vigotsky
y los de A. R. Luria son especialmente relevantes en lo relativo al hincapié hecho por ellos
en torno al tránsito de lo cultural compartido a lo singular, o dicho de otra manera, del tránsito
de la heteronomía a la autonomía psicológica (Rodríguez-Medina, et al., en revisión).
Finalmente, la obra de W. N. Schoenfeld ha impactado en la forma en la que el trabajo
empírico debe realizarse, es decir, uno de corte paramétrico.
reconocen diferencias cualitativas pero suponen que éstas pueden abordarse con
adecuaciones y agregados ad hoc al modelo inicial; c) proponen elaborar modelos separados
para el comportamiento animal y el comportamiento humano (cf. Dymond, Roche & Barnes-
Holmes, 2003).
Tercero, se comparten las críticas hechas al paradigma operante. Entre las principales
críticas hechas al modelo del reflejo y sus derivaciones teórico-metodológicas
contemporáneas en el estudio del comportamiento humano (v.g. la distinción moldeada por
contingencias en oposición a la gobernada por reglas, la teoría de los marcos relacionales, el
control instruccional) sobresalen: a) la insuficiencia para evaluar propiedades no reductibles
a la frecuencia y la densidad temporal; b) la reducción, en última instancia a formas no
humanas de comportamiento; c) la violación sistemática de las definiciones básicas del
modelo base.
De manera adicional, Carpio (2014b) señala que el modelo base a partir del cual
muchas de las inquietudes e inconsistencias antes mencionadas adquieren sentido (i. e. el
modelo taxonómico de Ribes y López), parece incurrir en incongruencias de índole
conceptual (Carpio, 2017). Así, se indica que a pesar de la solidez argumentativa de las
críticas expuestas por los autores principales de este modelo a la teoría del condicionamiento
(v. gr. Ribes, 1982, 1999; Ribes & López, 1985), se observan en él expresiones sutiles de
problemas similares a los del modelo reflexológico. De manera puntual, los problemas
identificados por Carpio son: a) carencia de ejemplares metodológicos que procuren medidas
de ajuste no frecuenciales; b) violación de las definiciones básicas y la trasmutación
incorrecta del estatuto lógico de sus propios términos; c) preservación de los núcleos
paradigmáticos de las formulaciones que se rechaza (i. e. la relación estímulo-respuesta).
Asimismo, es posible reconocer una omisión conceptual sobre la contribución que hace el
propio individuo al proceso de constitución de su singularidad psicológica.
que se renuncia inadvertidamente a las premisas del conductismo con ‘C’ mayúscula
(Schoenfeld, 1983).
Así entonces, con el objetivo de construir una forma alternativa en la que se atienda
las inconsistencias descritas por Carpio (2014b, 2017), en la cual se reconozca y (re) organice
lo hecho por otros tantos analistas del comportamiento y en la que a su vez se le dé un
tratamiento analítico conductual a la contribución lingüística de los individuos; se han
reconocido preliminarmente cuatro formas de regulación del comportamiento psicológico, a
saber, regulación respondiente, regulación operante, regulación colectiva y regulación
lingüística.
regulatorio el cual modifica el ajuste verbal inicial por lo que al ser expuesto a una situación
contingencialmente similar el ajuste verbal modificado hace las veces de lo que en la
literatura se conoce como autoinstrucciones.
El carácter inédito del modelo descrito no permite realizar una exposición más
detallada y, por consiguiente, impide realizar un análisis exhaustivo del mismo. No obstante,
parece que en él se ubican una serie de elementos empíricos y teóricos de una manera
consistente y permite la observación de una serie de relaciones empíricas previamente
inadvertidas. La consolidación de un modelo como el referido requiere, sin embargo, explorar
dichas relaciones a través de múltiples investigaciones de tipo conceptual y experimental, ya
que sólo a partir de ellas se logrará conocer su alcance y riqueza analítica en el estudio
científico del comportamiento psicológico. Es en este tenor en el que en la siguiente sección
se presenta un trabajo empírico en el que se recuperan muchos de los elementos aquí
expuestos.
3. OBJETIVO DE INVESTIGACIÓN
Desde el paradigma operante algunos autores han descrito los retos teóricos y
metodológicos en la literatura operante sobre el estudio de la conducta humana (Baron,
Perone & Galizio, 1991). En particular, Shimoff (1986) reseña las características de los
procedimientos empleados en las investigaciones operantes para examinar el papel de la
conducta verbal en la adquisición y mantenimiento de repertorios de conducta no verbal en
humanos, las cuales son: a) variar sistemáticamente las propiedades de las instrucciones (v.
gr. Shimoff, Matthews & Catania, 1986), b) restringir la oportunidad de respuestas verbales
(v. gr. Lowe, 1979), c) manipular explícitamente la conducta verbal durante las sesiones
experimentales (v. gr. Catania, Matthews & Shimoff, 1982), d) solicitar a los participantes
elaborar reportes verbales posteriores a la sesión como forma de conocer su comportamiento
verbal durante la sesión. No obstante, sobre este último procedimiento el autor apunta que
no hay forma de saber si esos reportes verbales son los que acompañaron el desempeño de
los participantes en la tarea o son elaboraciones retrospectivas globales de la exposición total
a la tarea.
67
los estímulos antecedentes que controlan el comportamiento adquieren dicha función por su
participación en marcos relacionales. Así, Hayes, Gifford y Ruckstuhl, (2016) indican que
existe una distinción entre ‘comprender’ y ‘seguir’ una regla, por comprender una regla se
entiende “la derivación del modelo de relaciones de estímulo” (p. 19), mientras que para
seguir una regla se requiere, adicionalmente a la comprensión, “la transformación de las
funciones de estímulo en términos de la red subyacente de las relaciones de estímulo y las
contingencias que apoyan la actividad con respecto a estas funciones transformadas.” (pp. 19
y 20). Lo inmediato anterior se vincula con lo expuesto en el trabajo de Hayes, Zettle y
Rosenfarb (1989), en el que se propusieron tres categorías funcionales de seguimiento de
reglas, a saber: pliance -o cumplimiento-; tracking, -o seguimiento-; y augmenting -o
incremento.
De manera similar a la distinción entre seguir y comprender una regla, pero desde un
punto de vista interconductual, se encuentra la distinción funcional entre seguir y formular
una regla (Ribes, 2000b). De acuerdo con este autor formular una regla consiste en la
descripción verbal abstracta de las contingencias experimentadas previamente, mientras que
seguir una regla consiste en comportarse de conformidad con una regla sin haber
experimentado las contingencias que dieron lugar a la misma. Así entonces, “las reglas son
descripciones abstractas, pero cuando se aplican a una situación que se ajusta a la regla, éstas
funcionan como autoinstrucción” (Ribes, 2000b, p. 52).
Sobre el trabajo experimental conducido con base en esos dos supuestos, Ribes
(2000c) describe que en distintas investigaciones se han implementado tres tipos de pruebas
experimentales adicionales al entrenamiento con el objetivo de contar con situaciones
69
Con lo expuesto hasta este punto es posible señalar las características compartidas
entre los modelos teóricos al hacer investigación experimental sobre comportamiento
humano. La primera característica es que, independientemente de la definición que se
adscriba sobre lo qué es la conducta verbal y el rol que tiene ésta en la diferenciación entre
comportamiento humano y no humano, invariablemente en las investigaciones empíricas con
sujetos humanos se incorporan instancias verbales (orales o escritas) bajo la suposición de
71
que para analizar el comportamiento humano es necesario registrar dichos elementos. Esas
instancias verbales pueden: a) disponer condiciones iniciales de contacto (v. gr.
instrucciones); b) alterar el modo de contacto que está ocurriendo cuando hay componentes
que concurren, los cuales pueden ser parcial o totalmente independientes del desempeño (v.
gr. algunos casos de nombramiento), y/o presentarse como resultado de lo que se está
haciendo (v. gr. reforzamiento verbal, información o retroalimentación); c) establecer
condiciones posteriores de contacto (v. gr. retroalimentación general). En su conjunto todas
esas instancias verbales afectan los desempeños instrumentales en la resolución de
problemas.
introducidas por otros (i. e. lo que les dicen), pero también por las instancias verbales
introducidos por ellos (i. e. lo que dicen.).8
8
Es importante, enfatizar que no es lo que los individuos SE DICEN, sino lo que DICEN. Usar la primera
forma de referirse a esos episodios supone plantear un mecanismo interno y ya antes se han indicado los
riesgos de ello.
73
Atendiendo al interés analítico indicado, el objetivo del presente trabajo fue evaluar
los efectos de la presentación de instancias verbales concomitantes incorporadas por el
investigador (componentes verbales concurrentes independientes), por el participante (ajuste
verbal concomitante) o por ambos (instancias verbales concomitantes compartidas) sobre la
formulación de reglas y el desempeño efectivo en procedimientos de discriminación
condicional de segundo orden con estudiantes universitarios.
75
4. MÉTODO
Participantes
Tarea experimental
Diseño experimental
Los participantes fueron asignados de manera equiprobable a uno de los cuatro grupos
experimentales que conformaron el estudio (ver Tabla 1); a saber, grupo instancias
concomitantes incorporadas por el investigador (CI), grupo instancias concomitantes
incorporadas por el participante (CP), grupo instancias concomitantes incorporadas por
ambos, investigador y participante (CA), y grupo sin incorporación explícita de instancias
verbales concomitantes (CC). En consecuencia, cada grupo estuvo conformado por cinco
participantes.
Pruebas de
Grupos Prueba Inicial Entrenamiento Prueba Final
transferencia
Sesiones 1 3 1 1
Instancias
Enunciados elaborados por el Extrainstancial.
incorporadas por
investigador presentados después Instancia:
Investigador
de cada ensayo. nuevas figuras
(CI)
geométricas
Instancias Enunciados incompletos
incorporadas por Treinta y seis presentados después de cada Extramodal. Treinta y seis
Ambos ensayos con ensayo y completados por el Modalidad: ensayos con
(CA) dos criterios participante forma y tamaño dos criterios de
Instancias de igualación igualación
(identidad y Los participantes elaboraban Extrarrelacional. (identidad y
incorporadas por
semejanza) enunciados descriptivos después Relación: semejanza)
Participante
de cada ensayo. diferencia
(CP)
Sin instancias Extradimensional.
incorporadas Ningún enunciado se elaboraba o Dimensión:
explícitamente presentaba. grafémica
(CC)
Nota: Una sesión por cada una de las pruebas de transferencia (extrainstancial, extramodal,
extrarrelacional y extradimensional).
77
Procedimiento
1. Prueba inicial
2. Entrenamiento
“En la pantalla aparecieron siete figuras geométricas: las de arriba eran dos
cuadrados de color rojo, la del centro era un pentágono color magenta y tú
elegiste el círculo color magenta.”
Instancias
Sesión Consecue
# Ensayos Instancia concomitante Dimensión Relación Modalidad
(es) ncia
Segundo Orden De muestra y de comparación
Enunciado elaborado
Enunciado incompleto
Identidad y
Entrenamiento 3 36 Sí Geométrica Color y Foma
Semejanza
Enunciado a elaborar
Elaborar enunciado
Transferencia Identidad y
1 36 No tipo regla al concluir la Geométrica Color y Foma
Extrainstancial Semejanza
sesión.
Rosa, oro, marrón, azul oscuro y Azul claro, beige, rojo oscuro,
verde esmeralda verde azulado y verde
Elaborar enunciado
Transferencia Identidad y Forma y
1 36 No tipo regla al concluir la Geométrica
Extramodal Semejanza Tamaño
sesión.
Grande y pequeño Grande y pequeño
Elaborar enunciado
Transferencia
1 36 No tipo regla al concluir la Geométrica Diferencia Color y Foma
Extrarelacional
sesión.
Rojo, amarillo, azul, verde claro y Magenta, turquesa, negro,
púrpura naranja y gris
NCS/HLT/BMR/JDZ F G / X Ñ / W P / Y Q cada
Elaborar enunciado
Transferencia Identidad y Vocal y cada combinación de combinación de consonantes se
79
3. Pruebas de transferencia
4. Prueba final
5. RESULTADOS
Figura 6. Porcentaje de respuestas correctas por grupo experimental a lo largo de las cuatro
condiciones experimentales de la tarea.
Sobre las pruebas de transferencia habría que apuntar que, en lo general, los
porcentajes de respuestas correctas de todos los grupos en las pruebas extrainstancial y
extramodal se mantuvieron respecto de la última sesión de entrenamiento, siendo la prueba
84
Figura 7. Ajuste de rectas de los desempeños efectivos por grupo en cada una de las cuatro
condiciones experimentales de la tarea.
85
Con el objetivo de presentar de una manera más precisa los desempeños grupales, en
la figura 7 se muestran los mismos mediante un ajuste de rectas por el método estadístico de
mínimos cuadrados. Los valores de las pendientes de las rectas de cada grupo fueron: 1.31
(grupo CI), 3.26 (grupo CA), 1.6 (grupo CP) y 2.05 (grupo CC); y los valores de la
intercepción en y: 68.52 (grupo CI), 50.33 (grupo CA), 75.22 (grupo CP), 54.75 (grupo CC).
De lo anterior se deriva que las ecuaciones que describen las rectas de cada grupo son: y=
1.3167x + 68.528 (grupo CI), y= 3.2667x + 50.333 (grupo CA), y= 1.6x + 75.222 (grupo
CP), y= 2.05x + 54.75 (grupo CC).
A diferencia de lo ocurrido en las dos figuras previas en las que se mostraban los
porcentajes de respuestas correctas absolutos –o reales- en las gráficas, en la figura 8 dichos
porcentajes son relativos. Por ello, aunque en la prueba inicial todos los grupos tienen un
porcentaje de respuestas correctas igual a cero, este no es en realidad el punto desde el que
empezaron la tarea, sino el punto de referencia seleccionado arbitrariamente para la
presentación del avance en el estudio. El grado de cambio –o avance- se calculó al restar el
porcentaje de respuestas correctas por condición/sesión al porcentaje de respuestas correctas
obtenido en la prueba inicial. Por ejemplo, el grupo Participante obtuvo un porcentaje de
86
La figura 8 muestra, al igual que en las figuras anteriores, aunque de manera más
precisa, que en la fase de entrenamiento el grupo Participante tuvo la adquisición más rápida
de un responder diferenciado en la tarea, de un 45% en prueba inicial a 83% de respuestas
correctas absoluto en la primera sesión de entrenamiento, es decir, un grado de cambio del
38% en oposición al 26%, 29% y 30% de los grupos Investigador, Ambos y Control,
respectivamente, en las mismas condiciones. Contrario a lo observado en las figuras previas
en las que el grupo Investigador era el segundo en porcentaje de respuestas correctas
absoluto, con el análisis de la figura 8 se observa que este, junto con el Control, tuvieron los
desempeños relativos más bajos, incluso con una ligera ventaja del grupo Control en dos de
las tres sesiones de entrenamiento. El grupo Ambos, por su parte, es el que creció más entre
87
sesiones de entrenamiento llegando a tener un grado de cambio muy similar con el grupo
Participante en la sesión 3. Así, paso de un 28% de respuestas correctas en la prueba inicial
a un 79% en la última sesión de entrenamiento, lo que representa un 51% de grado de cambio
contra un 54% del grupo Participante, un 42% del grupo Control y un 39% del grupo
Investigador.
Dado que uno de los principales indicadores del grado de abstracción del responder
en una tarea es el desempeño efectivo en las pruebas de transferencia respecto del
desarrollado en el entrenamiento (Ribes, 2000b, 2000c). En la figura 9 se muestra la
comparación del grado de cambio en las pruebas de transferencias con respecto al porcentaje
de respuestas correctas obtenido en la última sesión de entrenamiento.
del resto, lo que se relaciona con lo mostrado en las figuras 6 y 7 en torno a que fue en esta
en la que tuvo un porcentaje de respuestas correctas absoluto más alto, sin embargo, el
margen de diferencia con el segundo (grupo Investigador) en la figura 9 es menor que el que
se observa en las figuras 6 y 7. En el segundo, el grupo Control tuvo el menor grado de
cambio negativo, al igual que pasa en la prueba extrarrelacional, los resultados en esta figura
permiten observar de manera más clara las diferencias entre grupos.
Una vez descritas y comparadas las ejecuciones de los participantes de manera grupal,
en los siguientes párrafos se analizarán los datos de los participantes de manera individual.
El interés de ello es observar la evolución del comportamiento intrasujeto durante las
condiciones experimentales del estudio.
experimentales. En la parte superior, de izquierda a derecha, se presentan el Grupo Investigador (CI) y Ambos (CA). En la parte
inferior, de izquierda a derecha se encuentran el Grupo Participante (CP) y Control (CC), respectivamente.
Figura 11. Ajuste de rectas de los desempeños efectivos por participante en cada uno de los cuatro grupos experimentales a lo largo
91
de todas las condiciones experimentales. En la parte superior, de izquierda a derecha, se presentan el Grupo Investigador (CI) y
Ambos (CA). En la parte inferior, de izquierda a derecha se encuentran el Grupo Participante (CP) y Control (CC), respectivamente.
Figura 12. Grado de cambio en el porcentaje de respuestas correctas por participante en cada uno de los cuatro grupos a lo largo de
92
todas las condiciones experimentales. En la parte superior, de izquierda a derecha, se presentan el Grupo Investigador (CI) y Ambos
(CA). En la parte inferior, de izquierda a derecha, se encuentran el Grupo Participante (CP) y Control (CC), respectivamente.
93
Antes se comentó que fueron dos los datos recolectados en la tarea, el porcentaje de
respuestas correctas y las verbalizaciones escritas. Por lo tanto, una vez analizados los
primeros se continuará con el análisis de las verbalizaciones (enunciados escritos).
Al respecto habrá que decir que las verbalizaciones requeridas en las pruebas de
transferencia se consideran las reglas de ejecución en la medida en que en estas pruebas se
le requerió a los participantes - al final de cada prueba de transferencia- elaborar un enunciado
de manera escrita con el que describieran lo que les era común a los arreglos de estímulos
que conformaban cada prueba, en otras palabras, se planteó que con esa verbalización escrita
los participantes hicieran contacto lingüístico con la tarea el cual les permitiera identificar
las regularidades –o lo que era común- entre los ensayos de la prueba y no sólo con un ensayo
en particular.
6. CONCLUSIONES
El objetivo del presente trabajo fue evaluar los efectos de la presentación de instancias
verbales concomitantes incorporadas por el investigador (componentes verbales concurrentes
independientes), por el participante (ajuste verbal concomitante) o por ambos (instancias
verbales concomitantes compartidas) sobre la formulación de reglas y el desempeño efectivo
en procedimientos de discriminación condicional de segundo orden con estudiantes
universitarios.
En lo general, los datos indican que la incorporación por parte del participante de
instancias verbales durante la tarea experimental favorece la formulación de reglas de
ejecución y desempeños efectivos altos. En contraste, cuando son otros o el participante en
colaboración con otros quienes incorporan esas instancias verbales concomitantes los efectos
antes referidos adoptan valores más bajos. No obstante, cuando se considera el grado de
cambio en las condiciones experimentales respecto del desempeño en la prueba inicial, se
observa que la colaboración investigador-participante generó el porcentaje de respuestas
correctas más alto en la tarea. Con el objetivo de analizar de manera más puntual estos
hallazgos en esta sección se discuten los principales resultados del estudio, considerando para
ello la formulación de la regla de ejecución, la extensión del desempeño efectivo en el
entrenamiento a las pruebas de transferencia y la adquisición de un responder diferencial en
la tarea.
Sobre la formulación de una regla de ejecución, Ribes (2000b) apunta a que ello
requiere responder de manera abstracta a las propiedades fisicoquímicas del ambiente (i. e.
un contacto meramente lingüístico). La abstracción implica que el desempeño efectivo se
ponga bajo el control no de las propiedades absolutas de los estímulos sino de las propiedades
relacionales de los eventos, sólo a partir de este tipo de desempeños es posible que un
individuo enuncie la regla con base en la cual se resuelve una tarea. En palabras del autor,
“una descripción verbal del comportamiento efectivo y de las contingencias relevantes es la
única forma en la que una regla puede ser formulada y aplicada a diferentes situaciones, en
caso contrario se identifica con una auto-instrucción o con una instrucción dada por otro
individuo.” (Ribes, 2000b, p.49).
En este orden de ideas, las pruebas de transferencia son situaciones diseñadas ad hoc
para evaluar qué tanto el desempeño se desliga de las propiedades absolutas y se define en
función del establecimiento de relaciones entre los objetos del ambiente. En otras palabras,
con el desempeño en las pruebas de transferencia se corrobora si se formuló o no una regla
de ejecución para la solución de la tarea.
98
Los resultados del estudio muestran que el grupo Participante (CP) fue en el que se
elaboraron un mayor número de reglas de ejecución en una mayor cantidad de pruebas de
transferencia y que este mayor número de reglas se correlacionó con un mejor desempeño
efectivo en la prueba en la que se formularon las reglas. Es decir, mejores desempeños
efectivos se correlacionaron con la elaboración de reglas de ejecución. En ese mismo sentido,
al considerar el porcentaje absoluto de respuestas correctas, el grupo Investigador (CI) es el
segundo en la formulación de la regla y en desempeño efectivo, dejando en tercer lugar al
grupo Ambos y en último al grupo Control.
El orden antes descrito supone un dato de alto interés para el presente trabajo debido
a que una suposición inicial era que los mejores desempeños se observarían en el grupo en el
que de manera conjunta el investigador y el participante incorporaban las instancias verbales
concomitantes en la tarea. Empero, el análisis de resultados indica la existencia de tres hechos
que relativizan los resultados generales. El primero tiene que ver con que al analizar el
porcentaje relativo de respuestas correctas (i. e. el grado de cambio) se observa que, respecto
al desempeño en la prueba inicial, el grupo CA presentó el salto/avance más alto tanto en el
entrenamiento como en dos de las cuatro pruebas de transferencia (ver figura 8); el segundo
se vincula con la homogeneidad o estabilidad del patrón de respuestas de los participantes
en los grupos CP y CI, en contraste con la heterogeneidad o variabilidad de los desempeños
individuales de los grupos CA y CC (ver figuras 10 y 12); el tercero se relaciona con los
desempeños en las pruebas de transferencia donde sobresale que el grupo Control tenga el
desempeño efectivo más alto en la prueba que paramétricamente es más compleja –prueba
extradimensional- (ver figuras 6 y 8). En las líneas subsiguientes se analizarán cada uno de
esos hechos.
99
En cuanto al primero de esos hechos, dos son las observaciones que deben realizarse,
una se relaciona con la adquisición del responder diferencial en la tarea cuando se incorporan
instancias verbales concomitantes, sobre lo cual habría que señalar que en distintos
manuscritos se han observado efectos diferenciales cuando se le pide a los participantes
verbalizar durante la tarea, ya sea eligiendo opciones de texto, hablando en voz alta o
completando enunciados. Así, por ejemplo, Torres y López (2004) concluyen que las
verbalizaciones concurrentes facilitan la adquisición más rápida del responder diferencial en
procedimientos de discriminación condicional lo que replica los datos de los estudios de
Ribes, Torres y Ramírez (1996), Ribes y Castillo (1998) y Ribes, Moreno y Martínez (1998)
en cuanto a que este tipo de verbalizaciones dificulta el desempeño efectivo. En breve,
algunas investigaciones reportan que la incorporación de instancias verbales concurrente
produce efectos de interferencia (Delgado, Medina & Soto, 2011; Ribes, Torres & Ramírez,
1996), en otros los efectos han sido de facilitador de la adquisición (Torres & López, 2004)
y en otros más el efecto es poco claro (Martínez, 1994).
En las figuras 10, 11 y 12 de la sección previa, es posible observar que en los grupos
CP y CI los patrones de respuesta se ajustan a un patrón muy similar al interior de cada grupo,
es decir, al dibujar el patrón de respuestas correctas de los participantes del grupo CI se
observan muchas similitudes entre participantes. En el grupo CP este hecho se acentúa aún
100
más, lo que permite suponer que las ejecuciones individuales en esos grupos se
homogeneizaron. En cambio, en los grupos CA y CC, aunque es posible distinguir una
similitud en el patrón entre algunos de los participantes, los patrones de respuestas
individuales en esos grupos pueden ser mejor descritos como heterogéneos.
Hasta este punto, los resultados del presente estudio suponen un avance en la
exploración de las instancias verbales de comportamiento sugiriendo, de manera coincidente
con otros (v. gr. Peláez, 2013), que un elemento crítico en la adquisición de un responder
diferenciado en procedimientos de discriminación condicional es la “fuente” de esas
instancias verbales y, por ende, subrayando el carácter eminentemente compartido de lo
psicológico (Vigotsky, 1979; Luria, 1984; Wittgenstein, 1988).
el asunto subyacente es el de si todo saber que (knowing that) requiere de un saber hacer
(knowing how) (Ribes, 2000b; Ryle, 2005). De acuerdo con lo planteado por Ribes (2000b)
con base en Ryle (2005), el ‘saber que’ se relaciona con la descripción de las contingencias
bajo las cuales ocurre comportamiento efectivo, mientras que el ‘saber hacer’ es la conducta
ajustada a la regla sin la necesidad de ser enunciada.
El hallazgo general sobre que los mejores desempeños observados en las pruebas de
transferencia, se dieron mayoritariamente en aquellas en las que variaron las instancias y las
modalidades de estímulo, en oposición, a aquellas en las que varió la relación y la dimensión,
concuerda con lo reportado en la literatura (Ribes, Serrano & Saldívar, 2015; Serrano, García
& López, 2006). Sin embargo, sobresale, como se ha señalado previamente, que el grupo
Control tuviera los mejores desempeños en la prueba extradimensional con una notable
diferencia con el resto de grupos. Este hallazgo es todavía más interesante cuando se
considera que fue ese grupo en esa prueba el que obtuvo el porcentaje de respuestas correctas
más alto. La pregunta entonces es en qué medida la efectividad desarrollada en el
entrenamiento se extiende a la desarrollada en las pruebas de transferencia. En un estudio
reciente, Rodríguez-Medina, Pacheco, Tonneau, Chaparro, Carranza, Chávez, Sánchez y
Carpio (en preparación) se ha planteado que la formulación de la regla de ejecución es
función tanto de la efectividad como de la inefectividad en la resolución de una tarea. De
acuerdo con eso, que el grupo Control superará al resto de grupos en la prueba
paramétricamente más compleja puede obedecer a que en ella se actualizó una condición
disposicional a elegir el estímulo de comparación correcto, condición desarrollada de los
aciertos y de los errores en los ensayos previos de la tarea (Rodríguez-Medina, et al., en
preparación).
Así también, los resultados sobre la regla de ejecución y el desempeño efectivo en las
pruebas de transferencia son consistentes con lo reportado en diversos estudios en los cuales
se concluye que verbalizaciones –concomitantes o iniciales- referidas a relaciones entre
estímulos se asocian con mejores desempeños que aquellas en las que se alude a las
modalidades de los estímulos (Ribes, Cepeda, Hickman, Moreno & Peñalosa, 1992; Cepeda,
et al, 2009; Wulfert, Dougher & Greenway, 1991). En este sentido cabe pensar que el
102
En el mismo orden de ideas, una vez identificado que las instancias verbales
concomitantes incorporadas por un individuo o incorporadas por otros producen efectos
diferenciales. En futuras investigaciones habrá que indagar si estos efectos se reproducen con
el resto de instancias verbales reconocidas en el MRL (Carpio, 2014a, 2014b).
De manera más puntual, dos cuestiones merecen ser comentadas por su potencial
exploración empírica, la primera tiene que ver con la restricción de las descripciones
verbales en las tareas y la segunda con la elaboración de descripciones verbales de manera
oral o de manera escrita. Sobre la primera habría que apuntar que la restricción consiste en
que la verbalización –inicial, concomitante o final- adopte la forma de textos, completos o
incompletos, elaborados premeditamente (casi siempre) por los investigadores y de los cuales
los participantes sólo pueden elegir uno o completar las partes faltantes de uno, en lugar de
incorporar en las descripciones tantos elementos como se consideren necesarios. La citada
restricción, como bien señala Martínez (1994), se estableció como un control metodológico
por las dificultades que entrañaba el análisis de cada una de las verbalizaciones por
participante. Sin embargo, resultaría interesante comparar lo que ocurre cuando se emplean
descripciones abiertas en oposición de cuando se emplean descripciones restringidas en el
desempeño efectivo y en la formulación de la regla de ejecución.
Por otro lado, a lo largo de este escrito se han reseñado distintos experimentos en los
que las instancias verbales son auditivas o escritas. En ese sentido, la segunda cuestión (i. e.
la elaboración de descripciones verbales de manera oral o de manera escrita) se presenta
como una natural área de exploración, ya que de acuerdo con algunos autores como Leontiev
(1969) y Pacheco (2010), la escritura es una etapa del desarrollo posterior al habla debido,
entre otras cosas, a que la primera supone la familiaridad con un sistema de referencia
9
Veáse Villamil, Peña-Correal & Quiroga-Baquero (2018) para una revisión reciente sobre el análisis
del contenido de las instancias verbales iniciales -o instrucciones- en la literatura.
103
humano compleja (cf. Martínez & Tonneau, 2002; Peña-Correal, Ordoñez, Fonseca &
Fonseca, 2012). En este sentido, es posible que en futuros estudios a) se explore el uso de
otro tipo de dominios como el gráfemico, númerico o el de los campos semánticos y otro tipo
de relaciones-criterio como lo son las de orden, inclusión, oposición ,exclusión, mayor que,
menor que, entre otras (Carpio, Silva, Landa, Morales, Arroyo, Canales & Pacheco, 2006;
Hayes, Barnes-Holmes & Roche, 2001), b) se realicen adaptaciones a los prodecimientos de
discriminación condicional como los propuestos por Torres y López (2004) o Rodríguez,
Ribes, Valencia & González (2011), c) se empleen procedimientos distintos (Hayes, Gifford,
& Ruckstuhl, 2016; Cabello, 2016).
Comentarios finales
Con los argumentos anteriores y con base en los resultados de este estudio, queda de
manifiesto que en la formulación de reglas y el desempeño efectivo asociado lo relevante no
es únicamente la incorporación de instancias verbales concomitantes en la tarea, sino el quién
incorpora esas instancias.
Lo anterior puede ser pensado con lo dicho por Ryle (2005), al tratar el tema de la
construcción de teorías o reglas a partir de las cuales las actividades de los individuos se
organizan. Gilbert Ryle reconoce diferencias entre construir un sendero a andar sobre él (p.
310), la distinción supone que en la construcción de un sendero las actividades y criterios son
diferentes a los empleados al caminar sobre él.
Justamente con ese último punto se regresa a lo que ha sido recurrente en el presente
trabajo, es decir, las diferencias entre el comportamiento psicológico de los humanos y el de
otros animales (Pérez-Almonacid & Peña-Correal, 2011; Poling, 1984). En la introducción
de este documento se expusieron una serie de modelos teóricos con lo que se ha dado
testimonio de que en el análisis de la conducta se reconocen diferencias y similitudes entre
el comportamiento de los animales humanos y el de otros animales. De manera preliminar,
se ha llegado a algunas conclusiones siendo la más relevante que, invariablemente los autores
106
Leontiev (1969) se pronuncia sobre lo anterior así: “[…] la actividad fundamental del
hombre [es] el trabajo. En su actividad [el trabajo], los hombres no se adaptan simplemente
a la naturaleza. La cambian en correspondencia a sus crecientes necesidades y los medios
para la producción de estos objetos, es decir, instrumentos […]” (p. 17). Más adelante,
establece que tanto los hombres como otros animales (especialmente chimpancés) se valen
del uso de objetos (instrumentos), sin embargo, existen diferencias entre unos y otros. Los
instrumentos animales, dice Leontiev, sólo tienen existencia cuando cumplen su función y
cuando esta termina el objeto “desaparece” para los animales, mientras que los humanos
preservan esas herramientas y enseñan a otros las operaciones que pueden hacerse con ellas.
En sus palabras “[…] los animales no guardan sus “instrumentos” y éstos no se trasmiten de
generación a generación. Por consiguiente, ellos, los “instrumentos”, no son capaces de
cumplir este desarrollo “acumulativo” de la función propia de la cultura. Por eso se explica
el hecho de que en los animales no exista el proceso de asimilación del instrumento; la
utilización del “instrumento” no forma en ellos nuevas operaciones motrices.” (p. 22).
Estas características han llevado a autores como Ribes (2000c) a argumentar que los
dos atributos que identifican al hombre como tal son el lenguaje y la división social del
trabajo, atributos que surgieron necesariamente juntos. No obstante, en distintos trabajos se
han reportado una serie de fenómenos que controvierten dicho argumento. En su obra Monos,
hombres y lenguaje Eugene Linden (1974), presenta las investigaciones realizadas con
primates en las que se muestran como éstos son capaces de usar símbolos e instrumentos para
107
comunicarse con otros, muestran también que los chimpancés pueden modificar las señas
que les han enseñado para decir algo nuevo y, más aún, son capaces de enseñarles a otros
algunos de esos signos.10
Por otro lado, Martínez y Tonneau (2002) al analizar la idea de complejidad detallan
que este es un término que siempre denota comparación entre sistemas. Así, el sistema X es
más complejo que los sistemas T y Z en la medida en que X se constituye por los elementos
X1, X2, X3, X4 y XA, mientras que el sistema Z sólo se compone de Z1 y Z2 y el sistema T de
TA y TB. Así, al ser más elementos los que componen un sistema se favorece el
establecimiento de un mayor número y tipo de relaciones al interior de él. No obstante, es
erróneo considerar que el sistema X es más completo que el resto por tener un mayor número
de elementos sin tener en cuenta que no todos los elementos entre sistemas pertenecen a la
misma ‘clase’ de elementos -en el ejemplo unos elementos están compuestos por letras y
números y otros únicamente por letras.
10
Es conveniente aclarar que no se pretende desacreditar el argumento discutido, por el contrario, la
descripción de hallazgos que, en principio, parecen ser contraintuitivos sobre el primer argumento
expuesto, invitan al ejercicio analítico recurrente para su comprensión.
108
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