Aunque no lo creas, es posible hacerlo. El truco es entender las lecciones que se recogen
en el camino.
Yo lo logré en un tiempo menor, pero no fue sencillo. Tuve que hacer miles de sacrificios y
superar decenas de obstáculos, pero estaba determinado a lograrlo. Enfrentar la
adversidad fue mi mejor maestra y me ayudó a generar el tipo de resiliencia que me
permitió “caminar a través del fuego”.
Si logré ser millonario en menos de un lustro, es porque aprendí las siguientes lecciones:
Hacer sacrificios
Esas experiencias fueron difíciles. La noche anterior a recibir mi primer pago por US$10,000
por hablar ante una audiencia, tuve que dormir en mi coche, congelándome. En ese
momento no podía ni costear un hotel. Pero gracias a esas vivencias sé darle al dinero su
justo valor.
Enfrentar humillaciones
Una vez estaba formado en el supermercado con US$100 en productos, pero cuando
pasaron mi tarjeta, me la rechazaron. Mientras trataba de sacar algún otro plástico que
no estuviera sobregirado me di cuenta de que atrás de mí había una fila de 10 personas
molestas. Esa noche llegué triste y humillado a mi casa a comer una lata de atún, así, sin
nada.
Pedir ayuda
En cierto momento mi negocio llegó al punto en el que no podía crecer más a menos que
contratara a las personas correctas. Pedir ayuda jamás fue mi fuerte, pero tenía que
hacerlo a pesar de que me sentía todo poderoso. En meses ya tenía un abogado, editor,
entrenador personal, chef y demás personal. Al principio tener este apoyo me salió en un
ojo de la cara, pero fue gracias a él que superé la barrera del millón de dólares. Muchas
personas no piden ayuda porque su ego se los impide.
Cambiar mi actitud
Crear excusas era uno de mis peores hábitos. Solía culpar a mi educación, a mis padres y
hasta al medioambiente por todo lo que no había logrado, en lugar de tomar el control
de mi vida. Eventualmente tuve que aprender a dejar atrás estas limitaciones. Muchas
veces debí sentarme frente al espejo y “regañarme” por tener esa mala actitud. Esto me
ayudaba a cambiar mi manera de pensar y mejorar mi perspectiva.
Confiar en otros
En mi proceso de forjar riqueza, existieron tiempos increíblemente difíciles en los que me
ponía emocionalmente mal y debía acercarme a mis amigos. Esos momentos de
vulnerabilidad me ayudaron a manejar mi ansiedad y a liberar las presiones. Al compartir
mi vida con otros fui capaz de maximizar mis esfuerzos y hacer los grandes cambios
necesarios en mi vida.
Correr riesgos
Antes de llenar de ceros mi cuenta de banco tuve que atreverme a hacer muchas cosas.
Tener ese valor requiere de fe en ti mismo y en los demás. La auténtica fe consiste en
saber que las cosas se van a dar eventualmente mientras lo creas con todo tu ser. Hay
veces en las que deberás dar un salto sin saber en dónde vas a caer. ¿Da miedo? ¡Por
supuesto! Pero una vez que estés del otro lado verás que todo valió la pena.
Presentarse (a tiempo)
Antes solía llegar a mis compromisos “elegantemente tarde”. Sin embargo, descubrí que
debía corregir ese mal hábito cuando perdí un vuelo internacional (cuyo boleto me costó
mucho dinero que en ese momento no tenía). Desde entonces jamás llego tarde a mis
compromisos, porque recuerdo lo mucho que me dolió perder ese vuelo.
Volverme profesional
Hay una gran diferencia entre ser aficionado y ser experto. Cuando comenzaba, yomismo
diseñaba mis sitios web, me cortaba el pelo y hasta le cambiaba el aceite a mi coche.
Todas actividades que no sabía hacer bien, lo que me llevaba a perder tiempo y a
frustrarme en el proceso.
Hoy en día sé que es mejor dejarles estas labores a profesionales. De esta manera, puedo
concentrarme en lo que realmente hago bien, lo que me permite alcanzar mi
potencial. Me rodeo de los mejores en mi negocio. Sí, cuesta un poco más, pero he
aprendido que de verdad “lo barato, sale caro”. Eso es lo que te hace profesional.
Pensar diferente
Una de las grandes decisiones de mi vida fue cambiar mi pensamiento de consumidor a
productor. Aquí la diferencia: los consumidores comen pizza, mientras que los productores
ganan con la pizza. En lugar de cumplir todos mis caprichos busqué maneras de generar
valor y ayudar a otros.
Seguir mi propósito
Está bien tener un sueño, pero el verdadero éxito y plenitud llegan cuando ese propósito
se vuelve más importante que tú, cuando das el mejor esfuerzo para que tu obra cambie
al mundo. Si tus metas son más grandes que la riqueza personal, lograrás lo que te
propongas.