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CONTENIDO
Ponencia del Magistrado Dr. D.A.M.M..
En la demanda de divorcio contencioso que incoara el ciudadano J.A. REYES PINO,
representado judicialmente por los abogados C.E.P. y M.N.M., contra la ciudadana MILEIDY
DEL CARMEN PÉREZ PEREIRA, representada judicialmente por el abogado J.J.M.R.; el
Juzgado Superior del Circuito Judicial de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la
Circunscripción Judicial del Estado Anzoátegui, mediante fallo publicado en fecha 19 de enero
del año 2016, declaró sin lugar el recurso de apelación interpuesto por la representación
judicial de la parte accionada, en contra de la sentencia publicada en fecha 26 de junio del año
2015, emanada del Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio de Protección de Niños,
Niñas y Adolescentes de la misma Circunscripción Judicial, que declaró con lugar la demanda;
confirmando así el fallo apelado.
Contra el fallo de alzada, anunció recurso de casación la parte demandada, el cual, una vez
admitido, fue oportunamente formalizado.
Recibido el expediente en esta Sala de Casación Social se dio cuenta el 12 de abril del año
2016 y en esa misma fecha, se designó Ponente al Magistrado Dr. D.A.M.M..
Por auto de fecha 11 de agosto del año 2016, se fijó la realización de la audiencia pública y
contradictoria para el día martes 29 de noviembre del año 2016, siendo diferida, conforme
auto de fecha 28 de octubre del año 2016, para el día 6 de diciembre del mismo año, a las
2:50 p.m.; a la cual compareció la representación judicial de la parte accionada recurrente y
expuso sus respectivos alegatos; la parte actora o su representante judicial no comparecieron
a dicho acto. En esa oportunidad se acordó diferir el pronunciamiento del dispositivo para el
día 13 de diciembre de 2016.
Concluida la sustanciación de esta causa, y siendo la oportunidad legal para decidir, pasa esta
Sala de Casación Social a pronunciarse en los siguientes términos:
CASACIÓN DE OFICIO
En aplicación del artículo 334 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y
en ejercicio de la facultad que confiere el artículo 489-H de la Ley Orgánica para la Protección
de Niños, Niñas y Adolescentes, de casar de oficio el fallo recurrido con base en las
infracciones de orden público o constitucionales que en ella encontrase, aunque no se las
haya denunciado, la Sala pasa a decidir, en los términos que a continuación se exponen:
Trata el asunto de autos de una demanda de divorcio contencioso, en la cual la parte actora
alega la configuración de la causal contenida en el ordinal 3° del artículo 185 del Código Civil,
es decir, “Los excesos, sevicia e injuria grave que hagan imposible la vida en común”. La
recurrida, acogiendo los términos de la pretensión la declara con lugar, y a tal efecto se
sustenta en lo siguiente:
En el caso bajo estudio el Juez que realizó el juicio oral y público presenció el debate de las
partes y la evacuación de las pruebas en la fecha pautada para la realización de la audiencia
de juicio el día 18 de Junio de 2015 oportunidad en la cual se dejo constancia de la presencia
personal de la parte actora debidamente representada por el Abogado en ejercicio C.P.,
inscrito en el inpreabogado bajo el Nº 82.821, asimismo la comparecencia de la parte
demandada debidamente asistida de las A.M.C. y Y.C., inscritas en el
inpreabogado bajo los números 173.052 y 175.518. y la comparecencia de las niñas de
marras; por lo que iniciado el mismo se procede a la evacuación de las pruebas incorporadas
y admitidas por el Tribunal Segundo de Primera Instancia de Mediación, Sustanciación de
Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de esta Circunscripción Judicial y por ende la
evacuación de las pruebas documentales y de la prueba de testigos a través de la cual el Juez
con el dicho de los mismos viene a corroborar los alegatos de las partes, por ser personas
contestes en sus dichos las cuales al ser comparados con los hechos alegados se configuran
bajo la figura de testigos hábiles y concordantes sus dichos con la demanda y la pretensión
interpuesta, cumpliéndose así con el principio de inmediatez establecido en la Ley. Igualmente
se configuro el principio de libertad probatoria a través del cual el proceso, las partes y el juez,
pueden valerse de cualquier medio de prueba no prohibido expresamente por la Ley y el Juez
lo apreciara según las reglas de la libre convicción razonada como ocurrió en el caso de la
sentencia bajo estudio toda vez que el juez del dicho de los testigos logra determinar que se
encontraba configurada la causal alegada en la presente causa. Y ASI SE DECLARA.-
Luego el ad quem expresa:
De la sentencia analizada dictada por el Juez A Quo señala en el dispositivo de la sentencia
lo siguientes:
De los hechos narrados por los testigos se evidencia una actitud A. por parte de la
demandada, que alteró la relación de pareja, aunado a ofensas verbales y psicológicas, en
efecto, fueron suficientemente acreditados por medio de la prueba testifical. En cuanto a la
actitud asumida durante el proceso por la misma, esta se abstuvo de alegar declaraciones de
defensas, tampoco ofreció ningún tipo de medio probatorio a su favor, de la misma manera, no
logro suficientemente invalidar por medio de las repreguntas realizadas a los testigos, por sus
Abogadas asistentes, la credibilidad y la certeza que produjeron las pruebas testimoniales en
su contra. Como resultado de dicho análisis, se arroja certeza jurídica en relación a los hechos
de maltrato y ofensas, alegados por la parte actora y acreditada con los medios de pruebas
ofrecidos y valorados. De acuerdo a la verdad procesal se evidencia la sevicia e injurias
graves que hacen imposible la convivencia conyugal y se evidencia que estamos frente a una
relación de pareja que está muy distante de los principios morales y jurídicos que fundamenta
a la unión matrimonial y el hogar. La actitud de la demandada encuadra con la causal de
excesos, sevicias e injurias graves que hacen imposible la convivencia conyugal, establecidas
en la causal tercera del Artículo 185 del Código Civil, alegado durante el proceso,
evidenciándose que la parte actora se muestra como victima de tal actitud. Por lo que
considera este operador de justicia, que concurre la necesidad de disolver el vinculo conyugal,
en protección a las familias involucradas y así queda acreditado, que la parte demandada,
esta incursa en excesos sevicias e injurias graves que hacen imposible la convivencia
conyugal. Se concluye que la pretensión está ajustada al derecho alegado, por lo que estima
la misma y así se decide.
De lo anteriormente señalado queda evidencia que con el dicho de los testigos C.W.J.C. y
J.E.M., el juez del A Quo logra conforme la afirmación de los testigos y comparándolas con los
alegatos de las partes y los hechos alegados, que no existe contradicción en sus dichos y
las pruebas documentales que cursan a los autos, es decir señala el a quo que estamos en
presencia de testigos hábiles y concordantes en sus dichos con la demanda, por lo que
merecen a este justiciable plena confianza, por lo tanto el tribunal lo valora y aprecia en todo
su valor probatorio, todo de conformidad con lo establecido en el articulo 98 y 99 de la Ley
orgánica Procesal del Trabajo, adminiculado con el Artículo 508 del Código de Procedimiento
Civil.- Asimismo queda evidenciada la actitud de la parte demandada y recurrente quien no
alegó defensas en el proceso en la oportunidad legal respectiva al no contestar la demanda y
no ofreció ningún tipo de medio probatorio, alegaciones o excepciones referidas al testigo a su
favor y con sus repreguntas no logro invalidar los dichos de los testigos, por lo que quedó
demostrada la causal alegada.- Y ASI SE DECLARA EXPRESAMENTE.-
Efectuada la transcripción que precede, se constata que el Juzgado Superior del Circuito
Judicial de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes de la Circunscripción Judicial del
Estado Anzoátegui, al dictar la sentencia objeto del presente recurso, confirma el fallo
emanado del Tribunal Primero de Primera Instancia de Juicio de Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes de la misma Circunscripción Judicial, declarando con lugar la presente demanda
de divorcio, por cuanto se demostró la causal alegada por el accionante contenida en el
ordinal 3° del artículo 185 del Código Civil.
Ahora bien, dicha causal la determinó la alzada en base a la prueba testimonial de los
ciudadanos W.J.C. y J.E.M. que narraron hechos que evidencian la sevicia e injurias graves
por parte de la accionada que hacen imposible la convivencia conyugal, así como por los
alegatos de la parte actora. Sin embargo, tales hechos no fueron establecidos como ocurrieron
en tiempo, modo y lugar, es decir, no se plasma en qué oportunidad, cómo y cuándo
ocurrieron las situaciones fácticas expuestas. El valor probatorio de estas testimoniales ha
sido determinante en el dispositivo de la recurrida.
De tal manera que la alzada al establecer la existencia de la causal de divorcio señalada en el
ordinal 3° del artículo 185 del Código Civil, sin determinar el modo, tiempo y lugar de como la
accionada incurrió en excesos, sevicia e injuria grave contra el demandante, se está en
presencia de una falsa aplicación de la referida norma.
En relación al vicio de suposición falsa, esta S. en sentencia N° 294 de fecha 13 de noviembre
de 2001, señaló:
Ciertamente, con respecto del comentado vicio, se ha indicado, que:
La falsa aplicación se constituye en el caso de que el sentenciador utiliza una determinada norma
jurídica a una situación de hecho no prevista por ella
En fecha 28 de enero de 2015, el ciudadano J.A.R.P., asistido por el abogado C.E.P., propone
demandada de divorcio contencioso contra su cónyuge, la ciudadana M.D.C.P.P..
Alegó la parte actora que contrajo matrimonio con la demandada en fecha 17 de marzo de
2009, y que de esa unión procrearon dos hijas.
Señaló:
al principio convivíamos de una manera armoniosa, en un ambiente de mutuo respeto y consideración.
Pero es el caso (…) que la prenombrada cónyuge comenzó a cambiar, causándome reiteradas
agresiones verbales e injurias graves, excesos de toda índole, situación que fue empeorando cada día
mas hasta llegar a los insultos delante de nuestros hijos y terceros, circunstancia que se volvió
constante, expresándose con malas palabras, soeces y denigrantes ofensas en mi contra (…) llegó al
punto de sacarme de la casa de manera agresiva, el día 25 de julio del año 2012, lo que hizo imposible
la vida en común, tomando la lamentable decisión de no volver a mi hogar.
.
Ahora, y visto la situación que se plantea en el presente asunto, se estima pertinente
señalar que esta S. en sentencia N° 661 de fecha 7 de agosto de 2015, expediente N° 14-
1185, en el caso J.G.P.M. contra R.E.M.R., con ponencia del Magistrado D.A.M., expreso:
Conforme a lo señalado por la doctrina existente de la materia, la familia desde el punto de
vista jurídico, es el conjunto de personas unidas por vínculo de matrimonio, parentesco o
adopción. Por su parte, el matrimonio es visto como la institución jurídica constituida por la
unión legal de un hombre y una mujer, basada en una relación de derechos y obligaciones
recíprocas, fundada en el afecto e instituido con el propósito de organizar la familia.
El divorcio es una sanción para el cónyuge culpable de una conducta contraria a la debida
dentro del matrimonio, pero es a la vez solución de los problemas que genera esa vida
comunitaria que se puede sostener solamente a base de afectos. Es una vía adecuada para
problemas que ningún beneficio pueden derivar, y es que con el matrimonio, que el hombre y
la mujer asumen obligaciones y deberes, pero conservan sus derechos. Cuando alteran o
vulneran el cumplimiento de esas obligaciones voluntariamente asumidas, parecieran incurrir
en culpa; así surge el divorcio para sancionar al cónyuge que se aparta de sus deberes.
Si no existiera el divorcio, si se mantuviera la solución canónica de la indisolubilidad del
vínculo, se repetirían situaciones de alarmante inmoralidad.
Es cierto que el divorcio representa una severa crisis para la familia, pero también es cierto
que el pretender mantener una unión con el argumento de que debe preservarse la familia
como célula social apreciable, en un ambiente de conflictos, es imposible una adecuada
formación.
Por otra parte, se debe tener en cuenta que el matrimonio surge como manifestación libre de
la voluntad de los cónyuges y de esa permanente afirmación de voluntad es que emerge la
estabilidad necesaria para una vida comunitaria adecuada y la proyección social apreciable de
esa unión.
En ese sentido, el matrimonio es una de las formas de crear familias; sin embargo, la familia
que interesa a la sociedad y a los propios individuos que la integran, es aquella que hace
posible la realización de los fines que señala la propia Ley, pero que a la par y
fundamentalmente, permite la realización de cada uno de los individuos que la integran.
Debiendo tomarse en consideración, que sin esa armonía y estabilidad necesarias, la familia
carece de adecuación a la procuración de tales metas y sus integrantes no podrían realizar
sus fines individuales.
Respecto al divorcio existen dos corrientes o tendencias legislativas fundamentales: Así para
una de ellas, la disolución del vínculo consiste en reconocer que se trata de un castigo; en
cambio para la otra, el divorcio es más bien un remedio. La primera de esas corrientes se
refiere por lo tanto, a la idea de divorcio-sanción; y la segunda, al concepto de divorcio-
remedio.
Así tenemos que la tendencia del divorcio-sanción, lo conceptúa como un castigo, en virtud del
cual el cónyuge inocente puede pedir sea declarado el divorcio, por cuanto el cónyuge
culpable ha incumplido gravemente con sus deberes matrimoniales. De ahí que éste último, no
pueda demandar el divorcio.
Por su parte, la tendencia del divorcio-remedio, se basa en la necesidad de liberar a los
esposos de un vínculo que de hecho, ya no tiene sentido o resulta intolerable,
independientemente de que esa situación pueda o no imputarse a alguna de las partes.
La finalidad del divorcio, ya se entienda como castigo o como remedio, es disolver el vínculo
matrimonial.
Ahora bien, las normas contenidas en los artículos 74 y 75 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, consagran la protección tanto a la familia como al matrimonio.
Así pues, respecto a los derechos y garantías constitucionales contenidos en los artículos
anteriormente citados de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, considera
la Sala conveniente referirse a la sentencia N° 446, dictada por la Sala Constitucional del
Tribunal Supremo de Justicia, en fecha 15 de mayo de 2014, expediente N° 14-0094, (caso:
V.J. de J.V.I., en la cual se estableció lo siguiente:
…La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en el Capítulo V (De los
Derechos Sociales y de las Familias) del Título III (De los Derechos Humanos y Garantías, y
de los Deberes), contempla la protección tanto a la familia como al matrimonio. Así, el artículo
75 constitucional expresa que:
(Omissis)
Por su parte, el artículo 77 de la Constitución señala:
(Omissis)
De las citadas disposiciones constitucionales y de su ubicación en el Texto Fundamental se
puede indicar que el Constituyente engrana al matrimonio dentro de la protección genérica a la
familia, a que se refiere el artículo 75 constitucional, otorgándole, además, protección propia
conforme al artículo 77. Debe precisarse que este desarrollo de la Constitución de 1999
contrasta con lo que la Constitución de la República de Venezuela de 1961 conceptualizaba
como familia y matrimonio. Así, el artículo 73 de ese derogado Texto Fundamental, disponía:
(Omissis)
En este sentido, el artículo 75 de la Constitución de 1999 considera a la familia una asociación
natural de la sociedad; pero así ella sea natural, toda asociación corresponde a una voluntad y
a un consentimiento en formar la familia. Igualmente, considera que la familia (asociación
fundamental) es el espacio para el desarrollo integral de la persona, lo que presupone -como
parte de ese desarrollo integral- la preparación para que las personas ejerzan el derecho al
libre desenvolvimiento de su personalidad, sin más limitaciones que las que derivan del
derecho de los demás y del orden público y social. Por su parte, el artículo 77 eiusdem
establece la protección al matrimonio, entre un hombre y una mujer fundada en el libre
consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes de los cónyuges, lo que
se concatena con los lineamientos del referido artículo 75.
De allí que, el matrimonio solo puede ser entendido como institución que existe por el libre
consentimiento de los cónyuges, como una expresión de su libre voluntad y, en consecuencia,
nadie puede ser obligado a contraerlo, pero igualmente -por interpretación lógica- nadie puede
estar obligado a permanecer casado, derecho que tienen por igual ambos cónyuges. Este
derecho surge cuando cesa por parte de ambos cónyuges o al menos de uno de ellos -como
consecuencia de su libre consentimiento-la vida en común, entendida ésta como la obligación
de los cónyuges de vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente (artículo 137 del
Código Civil) y, de mutuo acuerdo, tomar las decisiones relativas a la vida familiar y la fijación
del domicilio conyugal (artículo 140 eiusdem). En efecto, esta última norma del mencionado
Código prevé que el domicilio conyugal “será el lugar donde el marido y la mujer tengan
establecido, de mutuo acuerdo, su residencia”.
(…). Luego, para el derecho venezolano, el cese de la vida en común por voluntad de ambos
o de uno de los cónyuges es una causal de divorcio, de igual entidad en todos los anteriores
supuestos, ya que en la actualidad se adapta a la previsión del artículo 77 constitucional,
según el cual el matrimonio se fundamenta en el libre consentimiento. Adicionalmente, la Ley
Aprobatoria del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (artículo 23-3), como la Ley
Aprobatoria de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (artículo 17-3), establecen
que el matrimonio no puede celebrarse sin el libre y pleno consentimiento de los contrayentes;
derecho que también está contemplado en el artículo 16-2 de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Estos derechos, conforme al artículo 19 de la Constitución vigente, son
de goce y ejercicio irrenunciables, indivisibles e interdependientes y regidos por el principio de
progresividad y sin discriminación alguna.
Sobre este particular, la Sala de Casación Social de este Tribunal Supremo de Justicia, en
sentencia n.° 192 del 26 de julio de 2001 (caso: V.J.H.O. contra I.Y.C.R. declaró que “[e]l
antiguo divorcio-sanción, que tiene sus orígenes en el Código Napoleón ha dado paso en la
interpretación, a la concepción del divorcio como solución, que no necesariamente es el
resultado de la culpa del cónyuge demandado, sino que constituye un remedio que da el
Estado a una situación que de mantenerse, resulta perjudicial para los cónyuges, los hijos y la
sociedad en general”. (Resaltado de la Sala).
El criterio jurisprudencial vinculante de la Sala constitucional, transcrito ha sido ratificado en
sentencia de la Sala de Casación Civil Nª RC.000712 de fecha 17 de noviembre del año 2014,
con Ponencia de la Magistrada Yris Armenia Peña Espinoza, (caso: M.B.D.C. y J.F.A.I.,
adicionalmente estableciendo lo siguiente:
Conforme a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y a lo establecido por la
Sala Constitucional, la protección al matrimonio, entre un hombre y una mujer está
fundamentada en el libre consentimiento y en la igualdad absoluta de los derechos y deberes
de los cónyuges. Por tanto, el matrimonio debe ser entendido como institución que permanece
por el libre consentimiento de los cónyuges, como una expresión de su libre voluntad, por
ende, nadie puede ser obligado a contraerlo, lo cual significa que tampoco se puede estar
obligado a permanecer casado, derecho que tienen por igual ambos cónyuges. Cuyo derecho
nace cuando se extingue por parte de ambos cónyuges o al menos de uno de ellos -como
consecuencia de su libre consentimiento- la vida en común, la cual debe ser entendida como
la obligación de los cónyuges de vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente
(artículo 137 del Código Civil) y, de mutuo acuerdo, tomar las decisiones relativas a la vida
familiar y la fijación del domicilio conyugal (artículo 140 eiusdem). (Resaltado de esta Sala).
Ahora bien, considera esta S. oportuno mencionar, que la Sala Constitucional de este máximo
Tribunal en sentencia N° 693, expediente N° 12-1163, de fecha 2 de junio del año 2015, con
Ponencia de la Magistrada C.Z. De Merchán, (caso: F.A.C.R., estableció lo siguiente:
Es indiscutible para esta Sala Constitucional que quien se une en matrimonio aspira y se
compromete a las obligaciones que de tal institución derivan, definidas en el encabezamiento
del artículo 137 del Código Civil cuando establece: “Con el matrimonio el marido y la mujer
adquieren los mismos derechos y asumen los mismos deberes. Del matrimonio deriva la
obligación de los cónyuges de vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente”.
Asimismo, es indudable que el cónyuge, aun habiéndose comprometido moral y jurídicamente
a esa relación, puede con posterioridad y debido a innumerables razones sobrevenidas estar
interesado en poner fin al matrimonio. Ese interés debe traducirse en un interés jurídico
procesal, de acudir a los órganos jurisdiccionales e incoar una demanda donde pueda obtener
una sentencia que ponga fin al vínculo conyugal.
Desde luego que esa posibilidad no está negada y el ordenamiento jurídico ofrece como
mecanismo la demanda de divorcio, empero cuando se limita éste de manera irrestricta a una
tipificación que en la actualidad luce sumamente estrecha, nos encontramos frente a un vacío,
que hace nugatorio el núcleo central del derecho por lo menos en lo que al libre desarrollo de
la personalidad y a la tutela judicial efectiva se refiere, específicamente a obtener una
sentencia judicial favorable que tutele la libertad del individuo de decidir un importante aspecto
de su vida, a través del divorcio, frente a una regulación pre constitucional escasa, incapaz de
satisfacer las expectativas creadas frente a las vicisitudes de la vida y las nuevas tendencias
sociales.
De la tangibilidad de estos derechos debe concluirse que la previsión del artículo 185 del
Código Civil, que establece una limitación al número de las causales para demandar el
divorcio, deviene insostenible de cara al ejercicio de los derechos constitucionales ya
comentados devenidos de la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela,
esto es el derecho al libre desenvolvimiento de la personalidad y a obtener una tutela judicial
efectiva. Es decir, que en la actualidad resulta vetusto e irreconciliable con el ordenamiento
constitucional, el mantenimiento de un numerus clausus de las causales válidas para accionar
el divorcio frente a la garantía de los derechos fundamentales del ciudadano al libre desarrollo
de la personalidad y a la tutela judicial efectiva.
(Omissis)
(…) en aplicación directa e inmediata de los derechos fundamentales al libre desarrollo de la
personalidad y la tutela judicial efectiva, previstos en los artículos 20 y 26, respectivamente, de
la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, esta Sala Constitucional realiza una
interpretación constitucionalizante del artículo 185 del Código Civil, y declara, con carácter
vinculante, que las causales de divorcio contenidas en el artículo 185 del Código Civil no son
taxativas, por lo cual cualquiera de los cónyuges podrá demandar el divorcio por las causales
previstas en dicho artículo o por cualquier otra situación que estime impida la continuación de
la vida en común, en los términos señalados en la sentencia N° 446/2014, ampliamente citada
en este fallo; incluyéndose el mutuo consentimiento. (Resaltado de la Sala).
En razón de todo lo antes expuesto, cumpliendo con el deber de hacer justicia efectiva, el
Estado a través de los órganos jurisdiccionales competentes, debe disolver el vínculo
conyugal cuando quede demostrada la existencia de una causal que imposibilite la vida en
común, por resultar evidente la ruptura del lazo matrimonial, pues el matrimonio solo puede
ser entendido como institución que existe por el libre consentimiento de los cónyuges, ya que
nadie puede ser obligado a contraerlo e igualmente nadie puede estar obligado a permanecer
casado, derecho que tienen por igual ambos cónyuges; pues lo que se hace, de igual forma se
deshace. Así se declara.”
Conforme al criterio ut supra expuesto, es posible declarar la disolución de un vínculo
matrimonial como solución, aún y cuando no se configure la existencia de alguna de las
causales que señala el Código Civil, el cual dispone en su artículo 185 lo siguiente:
Artículo 185. Son causales únicas de divorcio:
1. - El adulterio.
2. - El abandono voluntario.
3. - Los excesos, sevicia e injurias graves que hagan imposible la vida en común.
4. - El conato de uno de los cónyuges para corromper o prostituir al otro cónyuge, o a sus
hijos, así como la connivencia en su corrupción o prostitución.
5. - La condenación a presidio.