FORMACIÓN DE LA PLACENTA
Una tercera capa más interna de mesodermo de tejido conjuntivo se desarrolla en las
vellosidades coriónicas, lo que da lugar a las vellosidades de anclaje. Estas vellosidades
forman finalmente los tabiques (divisiones) de la placenta. Los tabiques dividen la
placenta madura en 15 a 20 segmentos denominados cotiledones (subdivisiones de la
placenta constituidas por vellosidades de anclaje y tejido decidual). En cada cotiledón, las
vellosidades ramificantes originan un sistema vascular muy complejo que permite la
compartimentación de la circulación placentaria del útero. El intercambio de los gases y
los nutrientes tiene lugar a través de estos sistemas vasculares. El intercambio de
sustancias a través de la placenta es mínimo durante los 3 a 5 primeros meses del
desarrollo debido a la limitada permeabilidad. La membrana de las vellosidades es
inicialmente demasiado gruesa. A medida que adelgaza, aumenta la permeabilidad de la
placenta hasta casi el último mes de gestación, cuando comienza a disminuir según
envejece la placenta. En una placenta totalmente desarrollada, la sangre fetal en las
vellosidades y la sangre materna en los espacios intervellosos están separadas por tres o
cuatro capas delgadas de tejido.
- Anatomía Placentaria
- Funciones de la placenta
Las funciones del intercambio placentario sólo tienen lugar en los vasos fetales que están
en contacto íntimo con la membrana sincitial de revestimiento. Las vellosidades sincitiales
tienen un borde en cepillo constituido por muchas microvellosidades, que aumentan
notablemente la velocidad de intercambio entre la circulación materna y la fetal
(Benirschke, 1999b).
Función de transporte
Las membranas placentarias controlan activamente la transferencia de una amplia
variedad de sustancias mediante cinco mecanismos principales:
También existen otros medios de transferencia. Por ejemplo, los hematíes pasan a la
circulación materna a través de aberturas en la placenta, especialmente durante el parto.
Algunas células, como los leucocitos maternos, y microorganismos, como los virus (p. ej.,
el virus de la inmunodeficiencia humana [VIH] que causa el síndrome de
inmunodeficiencia adquirida [SIDA]) y la bacteria Treponema pallidum, que provoca la
sífilis, pueden atravesar también la placenta por sus propios medios (Moore, Persaud y
Shiota, 2000). Algunas bacterias y protozoos infectan la placenta al originar lesiones y
luego entran en el sistema de sangre fetal.
Cuando la sangre materna retira los productos de desecho del feto y el dióxido de
carbono, regresa a la circulación materna por las venas de la placa basal.
Comparativamente, la sangre fetal es hipóxica; en consecuencia, atrae el oxígeno de la
sangre materna. La afinidad por el oxígeno se eleva a medida que la sangre fetal se
desprende del dióxido de carbono, que disminuye también su acidez.
Funciones endocrinas
La placenta sintetiza hormonas vitales para la supervivencia del feto, como la
gonadotropina coriónica humana (hCG) el lactógeno placentario humano (hPL) y dos
hormonas esteroideas, estrógenos y progesterona.
La hCG es similar a la hormona luteinizante (LH) y evita la involución normal del cuerpo
lúteo al final del ciclo menstrual. Si el cuerpo lúteo deja de funcionar antes de la undécima
semana de gestación, se produce un aborto espontáneo. La hCG provoca también que el
cuerpo lúteo secrete una cantidad mayor de estrógenos y progesterona.
A las 7 semanas, la placenta libera más del 50% de los estrógenos a la circulación
materna. Los estrógenos tienen principalmente una función de proliferación, causando un
incremento de tamaño del útero, las mamas y el tejido glandular mamario. Los estrógenos
desempeñan también un papel importante en el aumento de la vascularización y la
vasodilatación, particularmente en los capilares vellosos, hacia el final de la gestación.
Los estrógenos placentarios aumentan notablemente al final de la gestación, hasta 30
veces la producción diaria en la mitad de un ciclo menstrual normal. El estrógeno primario
secretado por la placenta es diferente del producido por los ovarios. La placenta secreta
principalmente estriol, mientras que los ovarios producen fundamentalmente estradiol. La
placenta no puede sintetizar estriol por sí misma. Los precursores esenciales son
proporcionados por las glándulas suprarrenales del feto que se transportan a la placenta
para su conversión final a estriol.
Propiedades inmunológicas
La placenta y el embrión son trasplantes de tejido vivo de la misma especie y, en
consecuencia, se consideran aloinjertos. Al contrario de otros aloinjertos, la placenta y el
embrión están excluidos de la reacción inmunitaria del huésped. La mayor parte de los
estudios recientes indican que durante la gestación existe una supresión de la inmunidad
celular por las hormonas placentarias (progesterona y hCG). Una teoría indica que el
tejido trofoblástico es inmunológicamente inerte. Puede contener una cubierta celular que
oculta los antígenos de trasplante, repele los linfocitos sensibilizados, y protege frente a la
formación de anticuerpos.
LÍQUIDO AMNIÓTICO
1. PRODUCCION Y CIRCULACION
La composición es cada vez más parecida a la orina fetal, ya que ésta es la que
contribuye en mayor parte de su producción.
La mayor parte del líquido pulmonar no llega al espacio amniótico sino que es deglutido
por el feto por lo que sí forma parte de la circulación.
2. VOLUMEN
Tanto la diuresis como la deglución aumentan hasta la 40ª semana, para disminuir de
forma moderada posteriormente. El compartimiento amniótico está conectado con las
circulaciones fetomaternas existiendo un intercambio continuo y constante.
− Rotura de la bolsa.
− Alteraciones estructurales que cursan fundamentalmente con anuria y falta de
producción pulmonar.
− Situaciones de insuficiencia placentaria por déficit en la perfusión renal.
El polihidramnios se asocia a:
3. COMPOSICION
Inicialmente la composición y la osmolaridad del líquido amniótico son similares a las del
suero materno fetal, es un dializado. Al finalizar el 1er trimestre su composición se parece
cada vez más a la orina fetal, lo que condiciona que en la mitad del 2º trimestre sea cada
vez mas hipotónico con respecto al suero materno y fetal, disminuyendo el cloro y el sodio
y aumentando la creatinina y la urea lo que refleja la evolución del sistema renal fetal.
− 1 art. Coriónica
− 1 vena coriónica
Hay que destacar dos fenómenos importantes que ocurren en este sistema úteroplacentario. En
primer lugar, decir que las arterias helicinas son perpendiculares a la pared uterina, pero las venas
son paralelas, disposición que facilita el cierre de las venas durante un contracción uterina y evita
que se “exprima” la esencial sangre de la madre del espacio intervelloso a través de las arterias.
En segundo lugar, comentar que la sangre de la madre ingresa en el espacio intervelloso en forma
de chorros producidos por la presión arterial, por lo que la sangre ingresa en corrientes discretas
hacia la placa coriónica hasta que el pico de presión se reduce. En este momento se produce una
dispersión lateral de la sangre. El ingreso contínuo de sangre arterial ejerce presión sobre el
contenido del espacio intervelloso, e impulsa la sangre hacia puntos de salida en la placa basal,
desde donde se drena por las venas uterinas.
Las arterias espirales del ˙tero penetran en el espacio intervelloso. Estas arterias se denominan
ahora ˙tero-placentarias e inyectan la sangre oxigenada materna en el espacio intervelloso, de ahí
va a la placa coriónica y sale por las venas de los tabiques intercotiledones. La presión arterial a
este nivel es de 70mmHg y la presión venosa de 8mmHg.
A las 20-24 semanas empiezan a aparecer los conductos alveolares y a las 24-28
semanas se forman los alvéolos primitivos. Durante ese período, las células epiteliales
alveolares empiezan a diferenciarse en células de tipo I (estructuras necesarias para el
intercambio gaseoso) y células de tipo II (estructuras encargadas de la síntesis y el
almacenamiento del surfactante). El surfactante es una mezcla de fosfolípidos
tensioactivos que reduce la tensión superficial de los líquidos pulmonares y contribuye de
manera esencial a la elasticidad del tejido pulmonar.
A las 28-32 semanas de gestación sigue aumentando el número de células de tipo II, que
empiezan a sintetizar surfactante en su interior a través de una vía de la colina. La
síntesis de surfactante a través de esta vía alcanza su nivel máximo hacia las 35 semanas
de gestación y sigue siendo elevada hasta el término de la misma, en relación directa con
el desarrollo tardío de los pulmones fetales. En ese momento, los pulmones han
alcanzado ya un desarrollo estructural que permite la expansión pulmonar y un
intercambio gaseoso adecuado.
Desde el punto de vista clínico, la síntesis máxima de lecitina coincide con una
disminución marcada de la incidencia del síndrome de dificultad respiratoria en los niños
nacidos después de la semana 35 de gestación. La producción de esfingomielina (otro
componente del surfactante) se mantiene constante durante toda la gestación.
Los niños que nacen antes de que el cociente lecitina/ esfingomielina (L/S) haya llegado a
2:1 presentan diferentes grados de dificultad respiratoria.
El desarrollo pulmonar ocurre como una serie de eventos dinámicos que se relacionan
estrechamente entre sí. Para efectos de su comprensión, se han descrito varias etapas en
el desarrollo prenatal del pulmón humano, que se basan en su morfología. La relación
entre el desarrollo de la vía aérea y la vasculatura pulmonar se demuestra en la figura
El mesénquima que rodea los brotes pulmonares contiene un número de células que se
tiñen positivamente para un marcador de células endoteliales (CD31), indicando así el
origen de los futuros capilares. Para el día 34 de gestación, ya se ha formado una red de
capilares alrededor de cada futuro bronquio principal y este plexo se comunica en
dirección cefálica con el saco aórtico mediante las arterias pulmonares y hacia caudal con
el seno venoso (futura aurícula izquierda) mediante las venas pulmonares. En este
momento ya hay evidencia de células sanguíneas circulantes. Los primeros vasos
pulmonares se formarían entonces “de novo” desde el mesénquima subyacente por el
proceso de vasculogénesis: diferenciación celular para formar células endoteliales únicas
que se organizan en tubos capilares. Estos capilares coalescen para formar pequeños
vasos sanguíneos a lo largo de la VA.
En este período, la vasculatura se ramifica siguiendo a la VA, que actúa como un molde.
En la medida que cada nuevo brote penetra el mesénquima, un nuevo plexo capilar lo
rodea como un halo para unirse luego con los vasos preexistentes, extendiendo así los
vasos arteriales y venosos. La vasculogénesis continúa hasta la semana 17, al cabo de la
cual todas las VA preacinares y sus respectivas venas y arterias ya se han formado, con
poco mesénquima indiferenciado remanente entre estas estructuras
Etapa canalicular: 17-27 semanas
Los bronquiolos terminales se dividen para formar los bronquiolos respiratorios y ductos
alveolares en forma de sacos, los que constituyen las estructuras acinares. Ocurre un
progresivo adelgazamiento del epitelio, con aproximación de los capilares los que yacen
justo por debajo de este. El epitelio cuboidal se diferencia y los ductos alveolares están
revestidos de células alveolares (neumocitos) tipo II -las que darán originen a los
neumocitos tipo I- que recubrirán los sacos distales adelgazándose en la medida que se
relacionan estrechamente con los capilares.
En este período tiene lugar una marcada proliferación de todos los tipos celulares. Las
células mesenquimáticas proliferan, depositando la matriz extracelular necesaria y los
neumocitos tipo I y II aumentan su número para delinear las paredes alveolares, donde
aproximadamente un 85-90% de la superficie estará recubierta de neumocitos tipo I. En la
medida que se forman nuevos alvéolos, también se forman nuevos capilares por
angiogénesis. Por otra parte, se incrementa el tamaño de las venas y arterias proximales,
acomodando así el aumento de flujo y volumen sanguíneo al lecho capilar en crecimiento.
Los procesos mencionados tienen como resultado un aumento en la superficie de
intercambio gaseoso y una preparación de las células de la VA que responderán al
ambiente extrauterino
DESARROLLO CARDIOVASCULAR FETAL
El feto no respira, pues los pulmones contienen líquido amniótico y, por tanto, la pequeña
cantidad de sangre circulante no tiene las condiciones de ser oxigenada, es por esto la
placenta el órgano que debe sustituirla para que el feto reciba así un adecuado suministro
de sangre saturada.
Esta sangre, rica en oxígeno, retorna de la placenta por la vena umbilical que penetra en
el abdomen a través del ombligo y se dirige hacia el hígado. En el hilo hepático, esta vena
se divide en dos ramos: el mayor es alcanzado por la vena porta y penetra en el lóbulo
derecho, donde se divide en dos o tres ramos, uno para el lóbulo izquierdo y otro para el
lóbulo cuadrado y caudado, y otro menor que continúa cefálicamente con el nombre de
ducto venoso, uniéndose a la vena cava inferior. Cerca de la mitad de la sangre
proveniente de la placenta se dirige al sistema venoso porta-hepático; la mitad restante se
dirige directamente a la vena cava inferior por el ducto venoso. En la entrada del ducto
venoso existen unas fibras musculares que pueden funcionar como esfínter, regulando la
distribución del flujo de la vena umbilical entre la circulación hepática y la vena cava
inferior. Este mecanismo protege la circulación fetal de variaciones de presión por la
contractilidad uterina, además de contribuir a la aparición funcional del ducto, con ocasión
del nacimiento.
El volumen que pasa al atrio izquierdo se combina con un pequeño flujo de sangre poco
oxigenado proveniente de los pulmones. Este volumen de sangre se dirige al ventrículo
izquierdo, de donde es expulsado hacia la aorta, irrigando el cerebro y el miocardio,
tejidos que exigen mayor aporte de oxígeno.
El débito del ventrículo derecho, cuya inflamación se realiza a costa del retorno venoso de
la vena cava superior, seno coronario y parte del retorno de la vena cava inferior que no
pasa por el foramen oval, es expulsado al tronco pulmonar. La alta resistencia flujo
sanguíneo pulmonar determina que apenas una pequeña cantidad de sangre circula a
través de las venas pulmonares en los pulmones; el resto es dirigido por el canal arterial,
hacia la aorta descendente, donde se irá a mezclar con la sangre proveniente del
ventrículo izquierdo.
En el pulmón fetal no hay intercambio gaseoso, pero los alvéolos presentan otras
funciones, como la producción de surfactante que impedirá el colapso de los alvéolos en
el recién nacido.
Cerca del 40 - 50% de la sangre de la aorta descendente pasa por las arterias umbilicales
y retorna a la placenta para su oxigenación. El resto de la sangre va a irrigar las vísceras
y la mitad inferior del cuerpo. Varios estudios sobre la circulación fetal en los humanos
demuestran la similitud con la fisiología experimental en animales, aunque tiene
importantes diferencias. En los fetos humanos parece circular menos sangre a través de
la placenta, ducto venoso y foramen oval, aunque hay más sangre a través de los
pulmones que en los fetos de las ovejas. Existen importantes variaciones individuales y el
patrón varía de acuerdo con la edad gestacional. El flujo sanguíneo normal disminuye con
la edad gestacional, y entre las semanas 28 y 32, un nuevo nivel de desarrollo parece ser
alcanzado. En este estadio, el flujo a través del ducto venoso y el foramen oval alcanza su
mínimo, y el flujo a través de los pulmones, su máximo. El ducto venoso y el foramen oval
son funcionalmente muy parecidos y representan una importante unidad de distribución
para el retorno de sangre venosa. El ramo portal izquierdo representa una línea divisoria
venosa y, de forma similar, el istmo aórtico representa una lí- nea divisoria arterial.
Entonces, la circulación central del feto es mucho más flexible y adaptada a la circulación
sistémica.
DESARROLLO INMUNOLÓGICO
Las IgG son muy activas frente a las toxinas bacterianas. Dado que la IgG materna pasa
al feto sobre todo durante el tercer trimestre, los neonatos prematuros (especialmente los
nacidos antes de las 34 semanas de gestación) pueden ser más susceptibles a las
infecciones. En general, los neonatos son inmunes al tétanos, la difteria, la viruela, el
sarampión, la parotiditis, la poliomielitis, y algunos otros procesos bacterianos y virales. El
período de resistencia varía: la inmunidad frente a las infecciones virales comunes, como
el sarampión, puede durar 4-8 meses, mientras que la inmunidad frente a algunas
bacterias puede desaparecer en 4-8 semanas. Un neonato normal sintetiza anticuerpos
en respuesta a un antígeno, pero no con tanta eficacia como un niño