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21 de mayo de 2017

APORTE DEL DIÁLOGO ENTRE DIOS Y SANTA


CATALINA DE SIENA PARA NUESTRA VIDA

SI UNO DE MIS OBJETIVOS COMO JOVEN CATÓLICO DOMINICO ES


SALVAR ALMAS ¿COMO PUEDO SER ÚTIL EN LA SALVACIÓN DE
MUCHAS DE ELLAS?

1. Eliminando la culpa que brota de los pecados propios y ajenos

i. El amor que acompaña al sacrificio es lo que satisface por los pecados propios o
ajenos. El ideal: La verdadera contrición y el horror de pecado tienen valor
reparador y expiatorio, no por la intensidad del sufrimiento (que siempre será
limitado), sino por el deseo infinito con que se padece, puesto que Dios es
infinito quiere infinito el dolor del alma por la ofensa cometida. La realidad:
En la vida se comete muchas veces el error de ofrecer los sufrimientos que se
soportan por las ofensas que hacen las criaturas a Dios, pero careciendo del
dolor del alma.

ii. La humildad y la caridad son las virtudes que hacen posible el valor expiatorio
del sufrimiento. El ideal: Para conocer y amar a Dios es indispensable conocer
la propia miseria; y una vez hundida el alma en el valle de la humildad
reconocer que Dios creó de nuevo el alma con amor inefable sacándola del
pecado a la vida de la gracia. El alma que se conoce a sí misma y conoce la
bondad de Dios, se enciende tanto en amor hacia a Dios que está en continua
pena porque reconoce su propia culpa y su ingratitud y la de los que no aman
a Dios. La realidad: En la vida no siempre hay deseo de hundirse en el valle
de la propia humildad y mientras eso no se haga no habrá auténtica caridad y
por ende no habrá valor expiatorio del sufrimiento.

2. Asumiendo que mi pecado y mi virtud repercuten en el prójimo

i) Quien peca y no hace el bien, se daña a sí mismo y daña al prójimo. El ideal:


Cuando el alma realmente ama a Dios esto repercute en el prójimo de manera
tal que este se ama como se ama a Dios. Así también, cuando el alma rechaza
a Dios esta ofensa tiene repercusiones negativas en sí mismo (porque se priva
de la gracia) y en el prójimo (porque el afecto hacia aquel parte del amor que
se tiene a Dios). La realidad: Cada vez que un alma no hace el bien, se sigue
que hace el mal y obrando el mal se daña a sí misma y daña al prójimo. Nunca
a Dios porque ningún daño como tal puede hacerle la criatura a su creador. Lo
que si ocurre es que Dios considera el daño hecho al prójimo como hecho a Él.

ii) Todas las virtudes se reducen a la caridad, y no se puede ayudar al prójimo, sin
haber reconocido la bondad de Dios en la vida misma. El ideal: El que ha conocido
la bondad de Dios en su vida jamás deja de ser útil a todo el mundo y procura
atender las necesidades concretas de su prójimo. Lo socorre según de los dones
que ha recibido de Dios especialmente con sus consejos y con su testimonio de
vida santa. La realidad: Resulta difícil no solo reconocer la bondad de Dios en la
propia vida, sino también retribuirla desde la ayuda desinteresada al prójimo. Por
dicha dificultad, en la mayoría de situaciones la ayuda al prójimo no se da por un
amor surgido del reconocimiento de la bondad de Dios en la propia vida, sino por
otros sentimientos humanos (lastima, gusto, interés, reconocimiento, reparación,
etc) lo cual hace que dicha ayuda carezca de todo valor sobrenatural.

3. Entendiendo que no todas mis virtudes y todos mis sacrificios son


aceptables a Dios

i) La penitencia exterior no es el fundamento sino instrumento de la santidad. El


ideal: Dios quiere de sus criaturas obras abundantes de un sufrir recio efecto de
la paciencia y de las otras virtudes interiores del alma. De ningún modo el
principio y fundamento de la santidad debe ponerse en la penitencia o en
cualquier otro acto corporal exterior puesto que no pasan de ser operaciones
finitas (no esenciales). La realidad: En muchas ocasiones la penitencia se ha
convertido en el fin a través del cual la persona busca alcanzar la virtud sobre
aquellas situaciones de pecado que le esclavizan. Lo que aquí interesa es que esa
penitencia vaya acompañada de los sentimientos de humildad y amor que el alma
siente por Dios.

ii) De poco sirve mortificar el cuerpo si no se mortifica el amor propio. El ideal: El


apóstol San Pablo dice mortificad el cuerpo y matad la voluntad propia, ósea,
tened a raya el cuerpo, domando la carne cuando quiera luchar contra el espíritu.
La voluntad debe estar en todo muerta y abnegada y sometida a la de Dios. Esta
voluntad se adquiere con el aborrecimiento del propio pecado y de la propia
sensualidad que se adquiere por el conocimiento de sí. La realidad: Es común que
en nuestra vida se juzga de manera más perfecta al que hace penitencias con las
que procura matar el cuerpo que al que hace menos. Es de recordar que allí no
está la virtud ni el mérito, sino está en quien practica la virtud de la caridad.

Conclusión: En la caridad de Dios concebimos las virtudes, y en la caridad del prójimo las
damos a luz. Si así lo hacemos seremos fieles discípulos del Señor.

21 de mayo de 2017

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APORTE DEL DIÁLOGO ENTRE DIOS Y SANTA
CATALINA DE SIENA PARA NUESTRA VIDA

SI UNO DE MIS OBJETIVOS COMO JOVEN CATÓLICO DOMINICO ES


DAR GLORIA A DIOS CON MI VIDA ¿COMO PUEDO ENTENDER SU
PROVIDENCIA?

1. Ceguera de los que no ven la providencia de Dios en las adversidades.

i) Dios permitió que el mundo produjera espinas de muchas tribulaciones y que al


hombre se le rebelasen las cosas. El ideal: Dios hizo esto con miras al bien del
hombre, para que este dejara de esperar en el mundo y para que se dirigiese
hacia Dios que es su fin; para que por lo menos por las fastidiosas molestias
levantase su corazón hacia Dios. La realidad: El hombre es tan torpe en el
conocimiento de la verdad y tan frágil en su inclinación a los deleites del
mundo, que a pesar de todas estas fatigas y espinas que encuentra parece no
querer levantarse ni procurar volver a su patria. Si esto hace estando así ¿qué
sería, si en el mundo encontrase deleite perfecto y reposo sin pena alguna?

ii) Dios ha dado al hombre muchas cosas, porque es rico y se las pueda dar. El ideal:
Si el hombre ve que Dios alimenta a todos los animales del mar, de la tierra y
del cielo; que envía sobre las plantas el sol y el rocío que empapa la tierra,
¿cómo puede creer que no le sustente a él, que es la criatura hecha a su imagen
y semejanza? La realidad: El hombre no lo ve, porque se ha privado de la luz
de Dios y por no verlo se escandaliza. Restringe y limita su caridad para con
su prójimo y piensa con avaricia en el día de mañana, cosa que la verdad de
Dios prohibió con aquellas palabras: No queráis pensar en el día de mañana;
bástale a cada día su afán (Mt. 6, 34)

2. La providencia de Dios, al servicio de buenos y pecadores.

ii) Dios es providente con los pecadores al atraerlos por medio del remordimiento,
el perdón o las oraciones de sus siervos. El ideal: A los que viven en pecado
mortal, Dios los despierta con remordimientos de conciencia y con la congoja
que experimentan en su corazón de múltiples modos. O también sobre
aquellos que han concebido amor al pecado mortal, hace que le falten el lugar
o el tiempo para realizar su propósito. La realidad: Cada pecador hundido en
su propia miseria, envuelto en tinieblas, va cantando y riendo, gastando su
tiempo en vanidades, delicias y obscenidades. Lascivos, bebedores y
comedores hasta hacer un Dios de su vientre; con odio, con rencor, con

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soberbia y con toda clase de maldades, sin conocer el estado en que se hallan,
van cantado por el camino que va derecho a la muerte eterna.

iii) Dios es providente a manos llenas con las almas de los justos. El ideal: El alma
del justo por amor a Dios se ha despojado de las riquezas materiales, ha
renunciado al mundo, a sus delicias y a su propia voluntad. Dios entonces le
provee, tanto en lo espiritual y en lo temporal, teniendo para con él una
particular providencia. La realidad: Es común que muchas de las almas de
los justos duden de la caridad permanente y eterna de Dios, prefiriendo
buscarse a sí mismos y preocupándose por las riquezas mundanas y de sus
propias personas.

3. La falta de fe en la providencia de Dios provoca la ambición que a su vez


arrastra a la soberbia.

i) Todo mal procede del desordenado deseo y afición a las riquezas. El ideal: Los
hombres que para poder andar el camino de Dios y entrar por la puerta estrecha,
se desprenden del peso de las riquezas. Algunos lo hacen espiritualmente y, de
hecho. Otros solo en espíritu, despojándose del afecto de la riqueza. La realidad:
Cuantos homicidios y crueldad para con el prójimo nacen de la ambición del
hombre. Cuanta ingratitud para con Dios, pues presumen de sus riquezas como si
lo hubieran adquirido por mérito propio y no de Dios. De esta forma, los hombres
que así piensan dejan de esperar en Dios y sólo esperan en sus riquezas.

ii) La ambición del hombre empobrece y mata al alma y hace al hombre cruel
consigo mismo. El ideal: En vez de la ambición, el amor del hombre debería estar
puesto en Dios que es el bien infinito que nunca se acaba. La realidad: El hombre
muy comúnmente pone su amor en la cosa finita. Esto lleva a que pierda el gusto
por la virtud de la pobreza; pierda el dominio de sí mismo y se haga esclavo de las
riquezas; pierda su capacidad de saciarse, porque ama las cosas que son menos
que él.

Conclusión: Estas enseñanzas sirven para entender como la providencia de Dios


envuelve a toda clase de personas desde el principio hasta el último momento,
siempre con el objetivo de que todos los seres humanos alcancen la santidad.

21 de mayo de 2017

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APORTE DEL DIÁLOGO ENTRE DIOS Y SANTA
CATALINA DE SIENA PARA NUESTRA VIDA

DOS SON MIS OBJETIVOS COMO JOVEN CATÓLICO DOMINICO: DAR


GLORIA A DIOS CON MI VIDA Y SALVAR ALMAS. ¿QUÉ DEBO HACER
PARA EMPEZAR A CUMPLIR ESTOS DOS PROPÓSITOS?

1. Debo disponerme para hacer continuamente el bien (la virtud)

i) La persona se convierte en lo que ama y eso muchas veces le impide hacer


continuamente el bien. El ideal: Cuando la persona fija su mirada en el creador y
considera tanta bondad infinita, no puede menos que amar, e inmediatamente
ama lo que Él ama, ya que por amor ha sido hecho otro Él. La realidad: La regla
general es que la persona no fije su mirada en Dios, sino en otras creaciones que
a la vista resultan más atractivas y con las cuales va generando un amor tan
profundo, que la hace convertirse a ellas y alejarse de Dios.

ii) La persona que no logra conocerse a sí misma no logra conocer la bondad de Dios y
por ende no puede disponerse a hacer el bien. El ideal: Después de un ejercicio de
conocimiento de sí mismo, el ser humano descubre que entre el gran universo
creado es algo muy pequeño y entiende que todo logro alcanzado en su vida no es
por sus propios méritos, ni por sus capacidades reales, sino por la infinita bondad
que Dios obra dentro de él. Al conocer esta bondad divina no hay otro camino que
ofrecerla a los demás. La realidad: El ser humano se desconoce cada vez más y
por ello no puede valorar la bondad de Dios en su vida que se manifiesta a través
de los talentos concedidos. Esto lleva a desear ser como otros, resquebrajando así
el propio valor de persona e indisponiendo consecuentemente la voluntad para
hacer siempre el bien a los demás.

2. Debo aceptar a Jesucristo como el puente entre Dios y la humanidad

i) El pecado de Adán como río impetuoso cortaba el camino hacia Dios. La realidad:
Por el pecado y la desobediencia de Adán nadie podía llegar a la vida eterna.
Ningún ser humano daba gloria a Dios como debía, puesto que el pecado había
cerrado el cielo y la puerta de la misericordia divina. Esta culpa hizo germinar
muchas espinas, tribulaciones y contrariedades. El ser humano entró en rebelión
consigo mismo. Al rebelarse contra Dios se rebeló contra sí mismo. La carne se
rebeló inmediatamente contra el espíritu, perdiendo el estado de inocencia; y vino
a convertirse el hombre en un animal inmundo. Igualmente, se le rebelaron todas
las cosas creadas, las cuales le habrían permanecido obedientes si se hubiera

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conservado en el estado en que Dios lo puso en la Tierra. Y empezó a correr en
cuanto hubo pecado, un río impetuoso que le combate de continuo con sus olas,
acarreándole fatigas y pesares que provienen de parte de él mismo, de parte del
demonio y del mundo. Todos se ahogaban en este río, porque ninguno a pesar de
sus obras justas podía llegar a la vida eterna.

ii) Dios tiende con su hijo un puente, que une entré sí tierra y cielo. El ideal: Jesucristo
que viene del cielo a la tierra, ha rehecho el camino interrumpido, para que todo
ser humano llegue a la vida y atraviese la amargura del mundo. Partiendo de la
tierra solamente, no se podía hacer este puente con la dimensión suficiente para
pasar el río y dar la vida eterna, porque la naturaleza del hombre no era suficiente
para satisfacer la culpa y quitar el pecado de Adán. Convenía pues unirla con la
excelsitud de la naturaleza divina para que unidas ambas naturalezas se aceptara
el sacrificio de Jesucristo como ofrenda por todo el género humano, a fin de
destruir la muerte y dar la vida eterna. Gracias a este puente es posible que la
criatura humana de gloria a Dios y transite hacia la vida que nunca acaba.

3. Debo entender que no basta con que Jesucristo haya tendido el puente
pues es necesario que yo pase por él.

i) El puente de Jesucristo está construido sobre las virtudes. El ideal: Las piedras
sobre las cuales está construido el puente son las virtudes. Todas las virtudes son
edificadas en Él mismo, pues no existe virtud que sea probada en Él y que de Él
reciba su fundamento. Él ha edificado las virtudes y las ha puesto como piedras
vivas ajustadas con la cal de su propia sangre. Por ende, quienes deseen pasar por
este puente deben ser hombres y mujeres virtuosos. La realidad: La gran mayoría
de seres humanos van por debajo, por el río, camino hecho no con piedra, sino con
agua. Y como el agua no tiene consistencia nadie puede andar por ella que no se
ahogue. Como el agua son los placeres y los honores del mundo. Y, porque el afecto
no está puesto sobre la piedra, sino que con amor desordenado descansa en la
criatura y en las cosas creadas, amándolas y reteniéndolas fuera de Dios y ellas no
son más que agua que corre incesantemente hacia el término de la muerte.

ii) La Iglesia es la tienda de campaña que se erige sobre el puente. El ideal: La Santa
Iglesia Católica posee y administra el pan de la vida y da a beber la Sangre de
Jesucristo para que las criaturas caminantes y peregrinos que transitan por el
puente, cansados del camino no sucumban. La realidad: Muchos que han
emprendido el tránsito hacia la vida por el puente de Jesucristo, prefieren
continuar antes que detenerse a alimentarse en la tienda de la Iglesia y por ende
perecen más adelante en el intento de llegar a la otra orilla del puente.

21 de mayo de 2017

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PRIMER RETIRO PERSONAL CHANGE: ME
CONOZCO, ME ACEPTO Y ME AMO.

UNA PROPUESTA TEOLÓGICA A PARTIR DEL DIÁLOGO ENTRE DIOS


Y SANTA CATALINA DE SIENA

1. Horario

9.00 am. Instalación


9.10 am. Oración inicial
9.25 am. Video: Espíritu y Doctrina de Santa Catalina de Siena
9.35 am. Primer momento: Dos son mis objetivos como joven católico dominico:
Dar gloria a Dios con mi vida y salvar almas.
10.10 am: Desierto (Juan 15, 12-17)
10.30 am: Refrigerio
10.45 am: Segundo momento: Si uno de mis objetivos como joven católico
dominico es salvar almas ¿cómo puedo ser útil en la salvación de muchas de ellas?
11.20 am: Desierto (Rom 6, 12-16)
11.40 am: Tercer momento: Si uno de mis objetivos como joven católico dominico
es dar gloria a Dios con mi vida ¿cómo puedo entender su providencia?
12.15 m: Adoración al Santísimo y meditación del Rosario
1.00 pm: Finalización del retiro

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