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Reseña: José María Ruano de la Haza, “Los textos dramáticos”, La puesta en

escena en los teatros comerciales del Siglo de Oro, España: Castalia, 2000.

El teatro del Siglo de Oro se construye a partir de un texto literario al que se le da

vida en su representación en escena. Ruano de la Haza analiza cómo pensar una

reconstrucción de la puesta en escena original de una obra teatral a partir del

estudio tanto del texto literario como de los documentos contemporáneos que dan

información sobre tal puesta en escena. En el capítulo Los textos dramáticos aborda

y explica el texto literario considerándolo un texto cambiante dentro de una

estructura compleja: el teatro.

El capítulo se desarrolla en torno al siguiente eje: el texto dramático de la

comedia del Siglo de Oro no es siempre el mismo, único e inmutable. Es cierto que

existe o existió un original, llamado texto autógrafo, escrito por el dramaturgo; pero

este texto no se mantiene fijo a la hora de llevarlo a escena. En el proceso de

representación de la obra dramática intervienen más personas de cuyo trabajo en

conjunto resulta la representación teatral: el autor de comedias, los copistas, los

actores, los memoriones y los censores. Todos ellos intervienen en las copias del

texto dramático en función del papel que les toca desempeñar en la producción

teatral.

Ruano de la Haza parte por diferenciar la naturaleza de las obras dramáticas

que leemos ahora, las cuales pueden ser manuscritas o impresas. Los manuscritos

incluyen los textos autógrafos y las copias de quienes intervienen en el proceso de

escenificación antes mencionados. Se conservan gran cantidad de originales

porque eran guardados por los autores de comedias. Por otro lado, los impresos
pueden reproducir el manuscrito autógrafo o una de las versiones que se llevó a la

escena.

Para comprender cómo se realizan las diferentes versiones de un texto

dramático se hace un recorrido por las intervenciones que pueden tener los

diferentes integrantes del proceso teatral. Gran importancia tienen los autores de

comedias, quienes equivalen a lo que conocemos hoy como directores de escena,

tales autores elaboraban una copia del texto autógrafo y sobre ella trabajan. Las

anotaciones, adiciones y modificaciones que los autores de comedias hacen a la

copia del texto dramático responden a la necesidad de adaptarlos para ser

representados en un escenario específico o por una compañía particular.

También nos habla de los memoriones, quienes se encargaban de asistir a

las representaciones y memorizar los versos para después escribirlos y así hacer

su propia copia. Los mismos dramaturgos criticaron las deficiencias y la poca

legitimidad de estas copias. Incluso los actores determinaban parar la

representación hasta que el memorión presente en el público dejara el lugar de

escenificación.

Ruano de la Haza explica de manera más amplia, añadiendo interesantes

ejemplos, las intervenciones de los censores en el texto dramático. Las obras debían

ser revisadas por un consejo para autorizar su representación, este trabajo estaba

en manos de los censores. La censura abarca proposiciones doctrinales falsas,

ofensas a la memoria de personas ilustres, versos o escenas indecentes, acciones

poco morales y muestras de una armonía social perturbada. Este último caso se

resolvía cambiando finales completos para recuperar tal armonía.


Las diferentes versiones del texto dramático también se explican por la

intervención de los mismos dramaturgos. El dramaturgo revisa su obra y lleva a

cabo un proceso de reelaboración del texto dramático. Ruano de la Haza lo

ejemplifica con Calderón: la reelaboración del texto dramático por parte de su autor

responde a que su concepción del teatro ha cambiado.

Ruano de la Haza da el mismo peso a los originales y a las copias del texto

dramático. El valor de ambos se define por lo que de cada uno se puede extraer y

deducir. Por un lado, las copias de los autores de comedias o los manuscritos

memoriales revelan cómo se representó una obra dramática en la realidad; mientras

que los manuscritos autógrafos muestran cómo la concibió el propio dramaturgo.

Se plantea la importancia que tiene para el crítico literario la identificación de

las adiciones y cambios en las comedias del Siglo de Oro. Para Ruano de la Haza,

además de encontrar las marcas que nos den pistas de cómo fueron las puestas en

escena de tales obras, es pertinente saber si esas marcas son parte del texto

autógrafo o si son adiciones. Este capítulo da herramientas para empezar a realizar

un análisis de los textos dramáticos que permita definir tales adiciones.

Además, Ruano de la Haza expone, en una nota al final del capítulo, la

importancia de la división del texto dramático en cuadros. Un cuadro corresponde a

una acción escénica ininterrumpida que se desarrolla en cierto espacio y tiempo.

Esta división no se hacía en el Siglo de Oro y tampoco coincide del todo con la

división en escenas del siglo XIX. Sin embargo, tiene bastante utilidad a la hora de

estudiar la estructura de la obra dramática y, como lo destaca Ruano de la Haza, su

escenificación.

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