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Estoicismo Antiguo, medio y nuevo.

Con la muerte de Crisipo, se dio por concluida la primera fase del estoicismo, llamada Estoicismo
antiguo. Esta primera etapa se caracterizó sobre todo por el establecimiento formal de la doctrina.
Tras Crisipo, dirigieron la escuela Diógenes de Babilonia y Antípater de Tarso, comenzando la
época denominada Estoicismo medio. Durante la misma se da la expansión del estoicismo por
todo el mundo mediterráneo, aprovechando el impulso del mundo helenístico y las redes
comerciales surgidas con el auge de Roma. Sus principales figuras fueron Panecio de Rodas (185–
109 a. C.) y, sobre todo, Posidonio de Apamea. Quizá el hecho más destacado de este período fue
la introducción del estoicismo entre las élites romanas. La sociedad aristocrática romana de los
siglos II y I a. C. valoraba en mucho los tiempos de «nuestros padres», refiriéndose a los siglos
anteriores en que la relevancia económica y militar de Roma todavía era escasa. Se idealizaba y
exaltaba la sencillez y la sobriedad de la vida de aquellos tiempos y, como en todo el mundo
griego, se miraba con desconfianza los lujos y las costumbres modernas, más sofisticadas, que se
habían ido introduciendo conforme la República Romana ganaba preeminencia. La doctrina
estoica, muy favorable a esos puntos de vista, fue introducida con éxito, y ganó adeptos tan
conocidos como Catón el Viejo, Escipión el Africano y Catón el Joven; la notable fama de estos
favoreció todavía más al estoicismo, que pronto fue la escuela filosófica más admirada por los
romanos.

Busto de Séneca, parte de una doble herma (Antikensammlung, Berlín).

De los escritos del período medio apenas se conservan, de nuevo, más que unos pocos textos
fragmentados. Usualmente, se considera que tras la muerte de Catón el Joven y la resolución de
las guerras civiles que condujeron al establecimiento del Imperio romano, surge la última etapa
del estoicismo, el llamado Estoicismo nuevo o Estoicismo romano. Los filósofos de esta etapa han
llegado a ser mucho más famosos y conocidos que los estoicos antiguos (y sus obras se conservan
en mayor número), y materializaron la implantación del estoicismo como la principal doctrina de
las élites romanas. El estoicismo romano destaca por su vertiente eminentemente práctica, donde
las consideraciones lógicas, metafísicas o físicas del estoicismo antiguo pasan a un segundo plano
para desarrollar, sobre todo, la vertiente ética de la escuela. Los principales exponentes de esta
etapa, y posiblemente los estoicos más famosos, fueron Lucio Anneo Séneca (4 a. C.-65 d. C.), uno
de los escritores romanos más conocidos y quizá el estoico mejor conocido, Epicteto (50-130 d. C.),
nacido esclavo, y el emperador Marco Aurelio (121-180 d. C.). La obra de Séneca, Marco y Epicteto
permite acercarse, de manera sencilla y didáctica, a los principales aspectos del estoicismo, si bien
no introdujeron ningún elemento esencialmente original en la doctrina.

Tras la muerte de Marco Aurelio, se considera que el estoicismo entra en decadencia. Las
sucesivas crisis políticas, económicas y militares que asolan el Imperio romano durante el siglo III,
tienen como consecuencia una revalorización de la espiritualidad que el estoicismo no puede
afrontar, surgiendo el neoplatonismo, que, a partir de 250 d. C., desplazará al estoicismo como
principal doctrina de las élites. El giro cultural de esta época provoca que el plan de vida estoico
pase a ser negativamente considerado; en esta época, esencialmente, el estoicismo ganará su
fama de envarado y rígido. Igualmente, el auge del cristianismo afecta negativamente a todas las
escuelas filosóficas helenísticas, al ser rechazadas muchas de sus enseñanzas por contrarias a la
doctrina cristiana. Para el año 300, la única de estas capaz de objetar algo al cristianismo es el
neoplatonismo, y el triunfo de aquél sentencia definitivamente al movimiento helenista en
general, que formalmente concluye en el 529, cuando Justiniano cierra las escuelas filosóficas de
Atenas (el Liceo, la Academia, la Stoa).

Influencia posterior[editar]

El estoicismo influirá en numerosas corrientes filosóficas posteriores, desde los primeros padres
de la Iglesia hasta Descartes y Kant. Como se ha dicho, los primeros padres de la Iglesia admiraron
la ética del estoicismo, que consideraban especialmente cercana a la suya propia; su calma, su
serenidad, así como su posición frente a las adversidades hicieron que algunos cristianos
como Tertuliano trataran a estoicos como Séneca en los términos de «saepe noster» («a menudo,
uno de los nuestros»), mientras que San Jerónimo lo incluyó en su catálogo de santos. Incluso se
difundió la leyenda de que Séneca había sido bautizado antes de morir por San Pablo, con quien
además habría mantenido correspondencia, y que Marco Aurelio habría igualmente mantenido
correspondencia con el papa y algunos cristianos romanos. Durante el Renacimiento, el estoicismo
ganó difusión entre las corrientes humanistas y universitarias: la primera obra de Calvino fue una
edición de De clementia de Séneca, y las referencias al estoicismo nuevo son constantes
en Erasmo, Juan Luis Vives y Michel de Montaigne. En esta época se revalorizó la actitud vital
estoica; en la actualidad, se utiliza cotidianamente el término «estoicismo» para referirse a la
actitud de tomarse las adversidades de la vida con fortaleza y aceptación.

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