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FACULTAD DE DERECHO

ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE DERECHO

Ensayo

“Derecho de seguros y su problemática en accidentes de


tránsito”

Autores:

Asesor:

Chiclayo-Perú

2018
Introducción

Día a día ocurre cien accidentes de tránsito a nivel nacional, los cuales pueden
ocurrir por diferentes factores, sea a causa del conductor o del peatón, mas
allá de eso que puede realizar una persona a fin de poder amparase ante
aquella situación, si bien es cierto en nuestro país existe el SOAT el cual es de
cumplimiento obligatorio para todos aquellos que tiene cualquier vehículo a fin
de proteger aquellos daños que se protegen a causa del accidente de tránsito,
pero es necesario preguntarse ¿es suficiente el SOAT?, pues no, por ello
existen diversas aseguradoras que se encargan de proteger a las personas
ante un hecho incierto (aquel que no es predecible), por lo que tiene
vinculación con el derecho de seguros, es decir que ante el contrato que puedo
realizar con una aseguradora a fin de poder realizar ciertos aportes económicos
a fin de que me ampare cuando me suceda dicho hecho incierto, a fin de prever
a futuro aquellas posibles consecuencias que se puede ocasionar.

Cabe recalcar que si bien es cierto existen aseguradoras que se encargan de


brindar dicho servicio, ser posible que lo hagan de manera adecuada o que
protejan realmente mi derecho de seguro. Ante ello es necesario plantearse
como objetivo general identificar el desarrollo del derecho de seguros a lo largo
de la historia fin de dilucidar que su importancia radica desde épocas remonta;
como objetivo específico determinar el concepto de derechos de seguro a nivel
doctrinario, jurídico y jurisprudencial, y por ultimo Conocer la vinculación que
existe entre derecho de seguros y los accidentes de tránsito en relación a la
problemática que surge.
Argumentación

El Derecho de seguros, es un derecho poco conocido pero no de menor


importancia, al realizar una definición individual de la palabra seguro se puede
diferir desde una primera perspectiva que es todo aquello que protege mi
esfera patrimonial ante un hecho incierto que puede afectarme, ante ello la
entidad aseguradora se encargara de realizarlo, siempre que exista un contrato
entre ambos. El seguro no ha estado ajeno en la historia humana así tenemos
a las antiguas civilizaciones griega, romana, probablemente a los babilonios e
hindúes quienes efectuaban contratos a la gruesa financiando pérdidas. Así
como la edad media donde era acostumbrado por las asociaciones religiosas,
colectar y distribuir fondos entre sus miembros en caso de muerte de alguno de
ellos, hasta el moderno sistema actuarial y legal que rige todos los contratos de
Seguros en sus diferentes ramos y coberturas.

Ante ello podemos decir que desde a inicios de la civilización, el ser humano
descubrió que en grupos era más fácil hacer frente a diferentes situaciones,
como encontrar alimento, combatir animales, inclusive, las desgracias de la
vida cotidiana eran más fáciles de sobrellevar, por ejemplo: cuando un hombre
moría otro adoptaba a la familia que quedaba desamparada y adquiría la
responsabilidad total de protegerla, esto representa una noción muy primitiva
de protección y seguridad pública que da origen al riesgo compartido, y una vez
que la unión y solidaridad entre varios individuos demostró fortaleza se fueron
eliminando algunos elementos de incertidumbre y de riesgo.

Así mismo en la Edad Antigua, en civilizaciones tan antiguas como la Fenicia,


los mercaderes babilónicos, asumían la pérdida de las caravanas que cruzaban
la antigua Babilonia, ya que continuamente eran víctimas de piratería,
concediendo prestamos de elevado interés, que eran reembolsables a la feliz
terminación del viaje. Se crearon y utilizaron con frecuencia el préstamo a la
gruesa así como también una primitiva forma de seguro de vida. El préstamo a
la gruesa, es una modalidad de préstamos empleada antiguamente en el tráfico
marítimo y definida como “un contrato por el cual una persona presta a otra una
cierta cantidad de dinero sobre objetos expuesto a riesgos marítimos bajo la
condición de que, pereciendo esos objetos, devuelva el tomador la suma con
un premio estipulado”. Este préstamo lo tomaban el naviero o el capitán del
barco para hacer frente a las necesidades del tráfico condicionando el
reembolso al buen éxito de la operación, de donde procede su nombre de
préstamo a la gruesa “a la gruesa aventura que supone el viaje por mar”.

También en Grecia se encontraba una asociación llamada Eranoi que tenía


como fin socorrer a sus socios desvalidos mediante una cotización de todos
sus asociados. Asimismo, Grecia regula en su derecho unos 1000 años antes
de Jesucristo la echazón avería gruesa, esta implica que, cuando se lanza por
la borda parte de la carga a fin de aligerar la nave en peligro de hundirse, la
pérdida debe repartirse proporcionalmente entre todos los comerciantes
interesados en el embarque. “Los primeros seguros sobre la vida humana
aparecen en razón de los viajes a través de los océanos. Los piratas vagaban
por los principales mares capturando a menudo capitanes y a las tripulaciones
de los barcos para cobrar rescate. Los capitanes comprendieron pronto que
debían garantizar rápido pago del dinero de su rescate para que sus propias
vidas y la de su tripulación fueran salvadas; aquellos que no pudieran prometer
el rescate eran obligados a arrojarse al mar. Así que se estableció un seguro
para garantizar su rescate y más tarde también se les aseguró contra muerte
derivada de otras causas durante los viajes”.

Luego de haber realizado una breve descripción sobre la remonta historia de


seguros, a partir de dichas descripciones se puede definir lo que es el derecho
de seguros, Sánchez, O. (2000), menciona que a través de este derecho el
interesado busca proteger sus intereses personales como los comunes a la
sociedad en que se encuentra, nos remonta a la antigüedad cuando nuestros
antepasados vivían en pequeños grupos que aprendían a soportar y hacer
frente a las consecuencias de las desgracias a las que se encontraban
expuestos constantemente, este principio de fraternidad en el que se apoyaban
mutuamente, constituye uno de los primeros vestigios que dan origen al
Seguro, como medida de protección ante los riesgos sociales y naturales que
atentaban contra sus vidas.
Por otro lado Montoya, U. (1986), expresa que éste es un contrato por el cual
una persona (asegurador) se obliga, a cambio de una suma de dinero (prima),
a indemnizar a otra (asegurado), satisfacer una necesidad de esta o entregar a
un tercero (beneficiario) dentro de las condiciones convenidas, las cantidades
pactadas para compensar las consecuencias de un evento incierto, cuando
menos en cuanto al tiempo (riesgo). Desde la misma línea contractual Bruck
citado por Isaac Halperin, I. (1966), señala que el derecho de seguros es un
contrato oneroso por el que una parte (asegurador) espontáneamente
(selbstanding) asume un riesgo y por ello cubre una necesidad eventual de la
otra parte (tomador del seguro) por el acontecimiento de un hecho
determinado, o que se obliga para un momento determinado a una prestación
apreciable en dinero, por un monto determinado o determinable, y en el que la
obligaciones, por lo menos de una de las partes, depende de circunstancias
desconocidas en su gravedad o acaecimiento.

Una conceptualización breve y espontánea, es la referida por Donati, quien


menciona que es un ese negocio en que el asegurador, contra el pago u
obligación a pagar una prima, se obliga a resarcir al asegurado de las
consecuencias del hecho dañoso incierto, dentro de los limites convenidos; es
decir viene a ser aquel negocio jurídico por el cual ambas partes acuerdan en
que tras la realización un hecho incierto (aquel que no se puede prever),
ocasiona que el asegurador pueda resarcir dichos daños producto de un
dinero otorgado por el asegurado, a cambio de que se le proteja ante dicha
situación que surge como consecuencia del hecho incierto,

Lo expuesto precedentemente es lo que la doctrina global hace referencia en


relación al derecho de seguros, en nuestro país en el ordenamiento jurídico se
encuentra la Ley del Contrato de Seguro – Ley N° 29946, en la que define el
contrato de seguro como aquel por el que el asegurador se obliga, mediante el
cobro de una prima y para el caso de que se produzca el evento cuyo riesgo es
objeto de cobertura, a indemnizar dentro de los límites pactados el daño
producido al asegurado o a satisfacer un capital, una renta u otras prestaciones
convenidas.
A partir de dicho concepto existen otras definiciones, tal como la de Ruben
Stiglitz, quien define al seguro como un contrato por adhesión por el cual una
de las partes, el asegurado, se obliga, contra el pago o la promesa de pago del
premio efectuado por el asegurado, a pagar a este o a un tercero la prestación
convenida, subordinada a la eventual realización (siniestro) del riesgo, tal como
ha sido determinado, durante la duración material del contrato.

Por lo que se puede dilucidar que en el contrato de seguro existe una


obligación de asunción del riesgo por parte del asegurador, y en caso éste
hecho futuro e incierto se materialice (siniestro), activará la obligación de
indemnizar al asegurado en proporción al daño ocasionado por el siniestro
dentro de los límites pactados, es así que el titular de los derechos
indemnizatorios (beneficiario) verá éste derecho supeditado a la ocurrencia de
la materialización del riesgo (siniestro), es por ello que el contrato de seguro no
necesariamente representa o incorpora derechos patrimoniales, a diferencia de
los Títulos Valores que son documentos creados para probar la existencia de
un compromiso, por el cual una persona se obliga a pagar una suma de dinero
a otra, vale decir un documento que contiene derechos económicos y que es
susceptible de ser endosado para su transferencia a una tercera persona.

No solo la doctrina ni el ordenamiento jurídico hace referencia al derecho de


seguros, sino también parte de nuestra Jurisprudencia, en la que los máximos
órganos reguladores de justicia de nuestro país han hecho referencia a este
derecho, así tenemos a la Corte Suprema ha establecido que procede la
nulidad del seguro por vicios en el consentimiento, así como por haber ocultado
el padecimiento de dolencia crónica e incurrido en falsedad al declarar la
profesión u oficio, lo cual implica la devolución de las primas pagadas por el
asegurado; en la que trata de proteger los intereses de la seguradora quien
puede salir perjudicado ante declaraciones falsas por parte del asegurado
quien con mera voluntad de obtener una ventaja económica realiza dichas
acciones.

Así mismo la Corte Suprema en la Casación N° 4358-2010-Lima (30/06/2011),


la Corte Suprema señaló: “la Sala Superior ha establecido que la solicitud de
declaración de salud del asegurado, no puede tomarse como inexacta, en
razón que el asegurado al haber sido sometido a una intervención quirúrgica
sobre una deficiencia congénita, no constituiría una omisión u ocultamiento de
hechos, estableciéndose que su declaración es auténtica, y que no puede
influir en la estimación de riesgo y en la celebración de un contrato”; con
relación a esta resolución siendo totalmente distinta a la regulada en la
casación anterior, en ésta se trata de proteger el derecho que tiene el
asegurado de ser amparado pese a ciertas situaciones que de manera
aparente hagan notar hechos supuestamente falsos lo cual es evidenciado a
través de los distintos documentos que pueda presentar el asegurado, en que
demuestre que son hechos que se escapan de su voluntad.

En nuestro país existen varias aseguradoras que tratan de proteger y de


prestar un servicio a través de la celebración de un contrato entre ésta y
aquellas personas que requieren sus servicios, por las labores que puedan
realizar sean riesgosas o no, pero que a su decisión personal consideran
convenientes contratar el servicio de una aseguradora, no con el fin de que lo
proteja ante cualquier accidentes, es decir que esta persona nunca va a sufrir
un accidente, pues no es así lo que se va a proteger es el estado de
vulneración que puede tener esa persona a causa de un hecho incierto es decir
aquello que no se pudo prever y que ocurre en cualquier momento, es por eso
que se decide contratar un servicio, para que ante la situación de sufrir
cualquier accidente el asegurado no se encuentre en un estado e desamparo,
todo lo contrario el dinero que pudo haber otorgado sea de vuelto de manera
diferente.

Por otro lado en el 2004 la Defensoría del Asegurado de APESEG ha realizado


un informe en el que ha destacado que una de las causales de mayor
utilización por las compañías aseguradoras para fundamentar el rechazo de
siniestros ante la Defensoría del Asegurado, es la invocación del Artículo 376º
del Código de Comercio, referido a la nulidad del contrato de seguro. Cabe
señalar con respecto a este Artículo del Código de Comercio, que su
invocación no puede estar referida exclusivamente a la sustentación de falta de
cobertura en un determinado siniestro; la invocación de alguna de las causales
contenidas en el mismo, conlleva la necesidad de proceder efectivamente con
la anulación del contrato de seguro.

La misma instancia ha señalado otros importantes principios en la protección


del usuario de seguros en el Perú. Por sus implicancias y los efectos que
probablemente tendrá en la aplicación de la nueva Ley del Contrato de Seguro,
cabe destacar, que existe un deber claramente definido del asegurado, de
informar al asegurador en los términos establecidos por el Código de Comercio
y demás disposiciones aplicables, sobre las características y la naturaleza de
los riesgos a ser asegurados, consideramos que existe también un deber del
asegurador de ser diligente en la suscripción del riesgo, e inquirir al asegurado
adicionalmente respecto de información proporcionada por éste que pueda ser
deficiente en cuanto a su alcance, que no responda adecuadamente y con
claridad a preguntas contenidas en la solicitud de seguro, o que a juicio del
asegurador haga falta para una adecuada apreciación de los riesgos a ser
cubiertos.

Desde el contexto mundial varios países latinoamericanos han introducido


recientemente modificaciones sustanciales a sus regulaciones legales del
derecho de seguros, tanto en el plano del derecho privado como en el plano del
derecho público, acogiendo tendencias muy modernas de la doctrina y de la
legislación extranjera, particularmente europea, en esta materia.
Es oportuno entonces que países como Colombia, con regulaciones que datan
de hace varias décadas, miren con detenimiento estos nuevos desarrollos y
comiencen a plantearse la necesidad y conveniencia de hacer, por su parte
modificaciones integrales o específicas a sus propias legislaciones sobre la
materia, particularmente dentro del contexto de la aspiración, tantas veces
expresada, de alcanzar unas reglas uniformes de carácter regional al respecto.

Siendo indudable ante lo referido que el motivo fundamental que ha inspirado


los modernos desarrollos del derecho de seguros es la voluntad manifiesta de
los legisladores en el sentido de proteger al asegurado, dentro del movimiento
universal de la doctrina jurídica en el campo de los contratos, en medio de los
inusitados desarrollos que viene presentando el comercio global, a fin de
proteger a los consumidores y, en general, al público frente a las grandes
empresas, entre las cuales las aseguradoras son paradigmáticas exponentes.

Un concepto o documento importante en la celebración de este contrato es la


póliza, la ley del Contrato de Seguro - Ley N° 29946 establece que la Póliza, es
justamente el nombre que recibe el documento en que se plasma el contrato de
seguro y en el que se establecen las obligaciones y derechos tanto del
asegurado como del asegurador y donde se describen las personas u objetos
que se aseguran, las garantías e indemnizaciones en caso de siniestro. La
Póliza sirve de instrumento de prueba, así como de guía de interpretación del
contrato de seguro. Ahora bien, la misma Ley (Artículos 32° y 33°) señala que
las pólizas son nominativas, excepto en los seguros de transporte en que
pueden ser emitidas a la orden o al portador. Asimismo en esta última norma
se hace referencia a la transmisión de derechos lo que es factible mediante la
transferencia de las pólizas a la orden o al portador y se transmiten los
derechos del asegurado y/o beneficiario contra el asegurador. Sin embargo,
pueden oponerse al tenedor las mismas defensas que pueden hacerse valer
contra el asegurado, referentes al contrato de seguro, salvo la falta de pago de
la prima, si su deuda no se infiera de la póliza.

Ahora bien luego de haber definido el derecho de seguros desde una manera
conceptual, conviene describir que es el accidente de tránsito, que vendria ser
aquel hecho incierto que le sucede al asegurado; en la actualidad sabemos por
los diferentes medios de comunicación que existen cada día cien accidentes a
nivel nacional es decir al mes ocurre más de tres mil accidentes de tránsito,
sean por diferentes razones sean por accidentes motovilisticos, atropellos,
entre otros, pero que se debe hacer ante dicha situación, como las personas
pueden enfrentar aquellas circunstancias en la que colocan su vida en una
cuerda floja en que cualquier momento se puede cortar, es por ello que tiene
gran relación con el derecho de seguros, por lo que podría ser como causa y
efecto ante dichas situaciones, si no existe un accidente de tránsito no ocurre la
ejecución del derecho de seguros.
La doctrina señala al Accidente de Tránsito, como aquel evento súbito,
imprevisto y violento (incluyendo incendio y acto terrorista) en el que participa
un vehículo automotor en marcha o en reposo en la vía de uso público,
causando daño a las personas, sean ocupantes o terceros no ocupantes de
vehículo automotor, que pueda ser determinado de una manera cierta; en
nuestra país existe el SOAT como aquel seguro obligatorio de accidentes
personales que el Estado crea con un fin de amparo social, cuyo objetivo es
cubrir los riesgos de muerte y lesiones corporales causados por un vehículo
automotor y no por otras causas; por lo tanto si el daño de muerte o lesión no
es causado por el vehículo automotor se debe concluir que el accidente no
califica como de “tránsito”.
Conclusiones

1. El derecho de seguros desde épocas remontan era la celebración de un


contrato, por ejemplo en Grecia cuando habían personas que saqueaban los
barcas es decir los piratas, los marineros le otorgaban a una persona a una
cierta cantidad de dinero sobre objetos expuesto a riesgos marítimos bajo la
condición de que, pereciendo esos objetos, devuelva el tomador la suma con
un premio estipulado, con el objetivo de poder proteger su mercadería; por lo
que se puede diferir que el derecho de seguros siempre ha estado presente.

2. Por otro lado la doctrina ha definido al derecho de seguros como aquel


contrato oneroso por el que una parte (asegurador) espontáneamente
(selbstanding) asume un riesgo y por ello cubre una necesidad eventual de la
otra parte (tomador del seguro) por el acontecimiento de un hecho
determinado, o que se obliga para un momento determinado a una prestación
apreciable en dinero, por un monto determinado o determinable, y en el que la
obligaciones, por lo menos de una de las partes, depende de circunstancias
desconocidas en su gravedad o acaecimiento.

3. Y por último el accidente de Tránsito, es aquel evento súbito, imprevisto y


violento (incluyendo incendio y acto terrorista) en el que participa un vehículo
automotor en marcha o en reposo en la vía de uso público, causando daño a
las personas, sean ocupantes o terceros no ocupantes de vehículo automotor,
que pueda ser determinado de una manera cierta, por lo que se tratara de
proteger aquellas personas cuando hayan realzado una contratación con una
aseguradora, y por la vigencia del SOAT que puedan tener.
Referencias Bibliográficas

 Defensoría del Asegurado de APESEG. “Informe Final 2008”. Dirección


Web: www.defaseg.com.pe. Fecha consultada: 29 de agosto de 2012.
 Durvan, S. (2001).“Antecedentes Históricos del Seguro” Gran
enciclopedia del mundo. Ediciones Bilbao.
 Halperin, I. (1966). “Contrato de Seguro”. Ediciones Depalma, Buenos
Aires.
 Maclean, J. (2001). “El Seguro de Vida”. Editorial Continental, S.A. de
C.V., México.
 Montoya, U. (1986). “Derecho Comercial” Tomo II, Cultural Cuzco S.A,
Lima, 1986.
 Sanchez, O. (2000). “La institución del Seguro en México”. Editorial
Porrúa, México, 2000 pg.1

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