En estos materiales recopilamos materiales sobre las diferentes temáticas tratadas en el curso. Las
lecturas que se señalan como “material básico”, junto con los videos, serán la base de las discusiones
de cada sesión. Os recomendamos trabajar cada lectura cada sesión, para el mejor aprovechamiento
del curso. ¡Que las disfrutéis! (cualquier referencia sobre cualquier tema, no dudéis en pedírnosla en
aulavirtual@fundaciondeloscomunes.net, o en los foros del curso)
Material básico
• Espai en blanc (2017). La interioridad común del malestar. En Politizaciones del malestar.
Barcelona: Rayo Verde. (enlace)
• López, Petit, Santiago (2009). Capítulo 9. La nueva cuestión social: el malestar. En La
movilización global. Madrid: Traficantes de Sueños (enlace)
Material complementario
• Espai en Blanc (2009). La sociedad terapéutica, Barcelona: Bellaterra. (enlace)
• El Pressentiment No. 30. Fábricas de la impotencia (enlace)
• López Petit, Santiago (2014) Hijos de la noche. Barcelona: Bellaterra.
• Fernández Savater, Amador (2017). Una fuerza vulnerable: el malestar como energía de
transformación social. Eldiario.es (enlace)
Material básico
• Rendueles, Guillermo (2011). Extracto de entrevista El estado de malestar. Viento Sur. (entrevista
completa en enlace)
• Fernández Liria, Alberto (2002). De las psicopatologías críticas a la crítica de la psicopatología.
• Video-documental Bella mente (38’) (enlace)
Material complementario
• Rendueles, Guillermo (2016). Medicalización, psiquiatrización, ¿despsiquiatrización? En
Rodriguez, R. (ed.) (2016). Contrapsicología. Madrid: Dado.
• Audio El manicomio químico de Piero Cipriano y Sobre la locura de Fernando Colina (organiza:
Enclave) (enlace)
• Márquez, Soledad y Meneu, Ricar (2003). La medicalización de la vida y sus protagonistas.
Eikasia. Revista de filosofía (enlace)
• Berardi, Franco (2015). La ideología felicitista En La fábrica de la infelicidad. Madrid: Traficantes
de Sueños. (enlace)
1
SESION 3. Frente al estigma: el derecho radical a estar loco
Material básico
• Colina, Fernando (2013). Sobre el derecho a estar loco. En Sobre la locura. Valladolid: Cuatro.
• Colina, Fernando (2014). Entrevista. “¿Luchar contra el estigma? El mayor estigma lo provoca la
psiquiatría haciendo diagnósticos.” La casa de la paraula (enlace)
Material complementario
• Álvarez, J. M y Colina, F. (2016). Las voces de la locura. Xoroi ediciones (enlace)
• Entrevista a Cristina Martín, La Princesa Inca: “No existe la locura sino gente que sueña
despierta” (enlace)
• Martín López-Andrade, Laura. Subjetivismo crítico: una respuesta a los manuales diagnósticos
(enlace)
• Entrevista a José María Álvarez «El delirio de la locura es una defensa, un intento de
reequilibrio del sujeto» (enlace)
Material básico
• Laval C. y Dardot, P. (2010). Las clínicas del neosujeto (pp. 366-381). En La nueva razón del
mundo. Barcelona: Gedisa.
• Carabancheleando (2017). Buscarse la vida. En Diccionario de las periferias. Madrid: Traficantes
de Sueños (enlace)
Material complementario
• Crespo, Eduardo y Serrano, Amparo (2015). La psicologización del trabajo: la desregulación del
trabajo y el gobierno de las voluntades. Teoría y crítica de la psicología. (enlace)
• Berardi, Franco (2015). La fábrica de la infelicidad. Madrid: Traficantes de Sueños. (enlace)
• Briales, Alvaro (2017). Emprendeudores fracasados: individualización neoliberal en los
discursos sobre el desempleo. RECERCA. Revista de Pensament y Anàlisi. (enlace)
SESION 5. Dolores que no pueden ser nombrados: psicoterapia feminista y transformación social
Material básico
• Benjamin, Jessica (1997). Igualdad y diferencia: una concepción “sobreinclusiva” de la
constitución de los géneros. En Sujetos iguales, objetos de amor: ensayos sobre el reconocimiento
y la diferencia sexual. Buenos Aires: Paidós.
Material complementario
• Video de Margot Pujal Locas: la violencia sobre sí, o, la encarnación del patriarcado (video)
• García Dauder, S. y Pérez Sedeño, Eulalia (2017). Las ‘mentiras’ científicas sobre las
mujeres. Madrid: La Catarata.
• Hernando, Almudena (ed.) (2015). Mujeres, hombres, poder. Subjetividades en conflicto. Madrid:
Traficantes de Sueños. (enlace)
• López Gil, Silvia. El género de las enfermedades en el siglo XXI. (enlace)
2
• Gherovici, Patricia (2015). Please select your gender: from the invention of hysteria to the
democratizing of transgenderism. London: Routledge
• Gherovici, Patricia (2016). ‘Género en Tránsito’. Trivium: Estudos Interdisciplinares (enlace)
• Salud mental y género: activismo y apoyo mutuo. Flipas GAM (enlace)
Material básico
• #LosCuidados: un proyecto para mejorar la sanidad desde los barrios, Yorokubu (enlace)
• Manifiesto de FLIPAS-GAM (enlace)
• 37 propuestas de FLIPAS-GAM para la mejora de la atención a la salud mental. (enlace)
• La Colectiva - Salud entre pares: manos a la obra desde la experiencia. Boletín de la Asociación
Española de Neuropsiquiatría. (enlace)
• Cuando el apoyo mutuo te puede salvar la vida, Diagonal (enlace)
• Erro, Javier (2017). Recursos a utilizar. En Saldremos de esta: guía de salud mental para el entorno
de la persona en crisis. Granda: Primera Vocal. (enlace)
• Video-documental Los que se quedan (18’) (enlace)
Material complementario
• Renta básica y salud mental. Sin Permiso (enlace)
• La xarxa GAM: un ejemplo de autogestión de la salud mental. Diagonal (enlace)
• Radio Nikosia (2005). El Libro de Radio Nikosia: voces que hablan desde la locura. Gedisa.
Material básico
• Guattari, Felix (2006). (pp. 274 – 291). El esquizoanálisis. En Micropolítica. Cartografías del deseo. Madrid:
Traficantes de Sueños (enlace)
• Extracto de Hur, Domenico (2014). Esquizoanálisis y Esquizodrama, clínica y política: presentación de la
obra de Gregorio Baremblitt. Teoría y crítica de la Psicología. (enlace)
Material complementario
• Audio de la sesión 3 Esquizoanálisis del curso Las verdades nómadas. (enlace)
• Hur, Domenico (2012). O dispositivo de grupo na Esquizoanálise: Tetravalência e Esquizodrama. Vínculo
(enlace).
• Guattari, Felix y Deleuze, Gilles (2004). El Anti Edipo: capitalismo y esquizofrenia. Paidós Ibérica.
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culpabilidad: en torno a los efectos disciplinarios de la crisis económica. Cuadernos de Relaciones
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5
LECTURAS DE LA SESIÓN 1
El dispositivo neoli beral del emprendedor nos con- podamos hacer nada, que la voluntad no responde a
duce a concebimos como sujetos que deben gestionar las consignas de «tú puedes», «debes luchar para salir
sus vidas como una empresa. Debemos marcarnos de esto», «si no es por ti, hazlo por los tuyoS>> ... , nos
objetivos y metas claras y plausibles a los que aspi- encontramos frente a todo un laberinto terapéutico en
rar --«usted puede ser cualquier cosa, basta con que el que cada cual tiene su séquito de conversos. «Tienes
se lo proponga»- y dirigirnos a ellos con tesón. De- que probar este tratamiento», «a mí no me funcionaba
bemos calibrar las competencias de que disponemos, nada hasta que me topé con esto». Y vamos de una te-
nuestros recursos y también nuestras inversiones en rapia a otra, de un método a otro, de una nueva técnica
términos de capacidades, saberes, aprendizajes, pero a otra, pensando que quizás esta será la búena, la que
también de redes de afectos. Esas redes forman parte por fin nos proporcionará el alivio definitivo. De ese
hoy de nuestro capital, ya sea de modo cuantitativo: modo, pasamos de sentirnos como proyectos fracasa-
a más seguidores --en Facebook, en Instagram, en dos a enfermos con o sin diagnóstico en busca de algún
Twitter- , más capacidad de incidencia; o cualitativo: tipo de cura para ese dolor físico o no, clasificado o no.
con quién nos relacionamos, qué nuevos contactos nos Si bien ese marco terapéutico constituye el flotador
pueden facilitar, qué nuevas redes nos pueden abrir. al que asirse para seguir adelante, en el momento en
Y todas las trabas y las dificultades que encontramos que la pregunta por el malestar se aborda en términos
por el camino - porque no, porque en realidad uno no de cada cual, la batalla está perdida. El problema no
puede ser lo que quiera- se reinscriben en la lógica está en cuestionar la verdad o la eficacia de esas res-
de la resiliencia, de la superación de uno mismo. El puestas terapéuticas; el problema es que, sea cual sea
«Fracasa otra vez, fracasa mejor» de Beckett es hoy la "1 la terapia con que tratemos de curar ese malestar, este
máxima de Silicon Valley. Todo un suculento dispo- " debe pasar por la grilla de la individualidad. Cada cual
sitivo se pone al servicio de recomponer esos fracasos con su dolor. Ante una biopolítica que nos conduce y
empresariales reenviándolos a todo un conjunto de es- nos gobierna en términos de población, nos desarma-
trategias, tips, mandamientos del how to do it enun- mos en el momento en que nos asumimos como caso,
ciados una y otra vez por el gurú de turno en el libro porque este va a ser transcrito en un conjunto de tér-
de autoayuda del momento. Toda una mercadotec- minos que remiten a una subjetividad y a un cuerpo
nia de cómo transformar la infelicidad en felicidad, las .. cuya única historia es biográfica y biológica, pero no
crisis en oportunidades para crecer, para cambiar... r política. Un caso siempre será susceptible de algún
Y cuando pasa que quebramos, que nos rompe- diagnóstico, algún tratamiento, alguna respqesta que
mos, que no podemos, que nos caernos sin poder le- ·~ explique el por qué de nuestro dolor, de nuestro sufri-
vantarnos; cuando pasa que el cuerpo duele sin que " miento. Se nos brindarán entonces todo un conjunto
·1
.;'
54 55
de herramientas - técnicas, pastillas- que deben per- volver? ¿En sus historias de guerra y de hambre mez-
mitirnos encontrar el modo de seguir adelante a costa cladas con batallitas de supervivencia? ¿En aquello de
de borrar la pregunta sobre las condiciones comunes de que «en casa nos obligaron a estudian> porque ellos no
ese malestar. habían podido -exacto, no habían podido - ? ¿En los
Necesitamos una nueva gramática política del ma- amigos que ahora se van porque aquí no hay manera
lestar para poder nombrar los modos en que estas for- de encontrar trabajo, «pero trariquilos, que hablare-
mas de vida nos hieren. Pero eso pasa por romper ese mos mucho por Skype>>? ¿En las mujeres - sí, mujeres
circuito cerrado que nos lleva del emprendimiento a y migran tes- que cuidan de los abuelos o de los niños
la autoayuda y, en cuanto nuestra empresa quiebra, mientras el resto de la familia trabaja, quizás en preca-
a la terapia. Es necesario salir de ese bucle que reins- rio y sin contrato fijo, y a las que «quisiéramos pagar
cribe ese malestar en términos individuales e impide mejor, pero eso del contrato es muy caro y la cosa está
nombrar cuáles son las condiciones de vida comunes muy mal»? ¿En que te dé miedo pedir la baja porque,
que lo producen. Y para ello hay que volver contra sí como el contrato es temporal, a lo mejor no te renue-
misma esa biopolítica del malestar dejando de conside- van? ¿En la extraña cara que pone tu médico cuando le
rar los índices de suicidio, las estadísticas de depresión cuentas tus síntomas y médicamente no tiene respues-
o ansiedad o el aumento de las tasas de enfermedades ta porque las enfermedades raras - y todas las nuevas
raras como meras contingencias del sistema para de- son raras no se investigan y habrá que esperar has-
nunciar que son ellas las que revelan la verdad de unas ta que se muestren rentables para las farmacéuticas?
vidas que no se dejan vivir. ¿O en la sospecha sistemática de que todo lo raro, de
Tenemos que poder reinventar el relato de nuestras entrada, es mental? ¿En los niños que vuelven a casa
pequeñas historias, dejar de contar nuestras biogra- '. llorando porque en el cole les han pegado o perseguido
fías en términos de dónde nacimos, a qué nos dedica- : hasta casa con insultos de retrasado o empollón o gor-
mos, si tenemos o no pareja e hijos o si nos gusta o no , do o feo los clásicos , o marica o bollera o marima-
viajar para poder contar nuestra historia política. Sí, cho - «pero eso es de siempre, cuando yo era pequeño
política. Porque los límites de lo que puede una vida también pasaba»- . o sudaca o moro -bueno ya, sí, la
son políticos, porque ese miedo constante a no llegar a;' integración es difícil- , o <1mira qué tetas y qué culo»
todo es político. Y si lo intentamos, nos daremos cuen o «no tienes tetas y no tienes culo» --«cariño, tú no les
ta de que ni siquiera sabemos cómo empezar a haced .· hagas caso»-- , o porque no tienen el producto de moda
¿D~nde empieza una vida política? ¿Cuáles son l~ que tienen todos ~Nale mucho dinero, cielo», «pero
lín:i1tes de su relato? ¿Empieza en l~s abuelos quf es que sino, no me dejan jugar, mamá>>--? ¿En los gru-
dejaron la casa del pueblo a la que siempre soñaro4 Pos de WhatsApp de padres donde lo que sucede en
56 57
el aula y lo que hacen o dejan de hacer los maestros se de la ropa deliberadamente de baja calidad para que
convierte en un debate de La Sexta? ¿En la vecina que se desgaste en pocos lavados y tengas que volver a
subarrienda el piso ilegalmente en Aírbnb porque no comprar? ¿O en lo que sucede si miramos las etique-
llega a fin de mes y a la que no queremos denunciar tas y googleamos el país de origen? Sí, podríamos se-
pero «hasta el moño de que haya fiestas hasta las tan- guir ... porque desde cada vida, desde cada historia,
tas todos los fines de semana>>? ¿En la tienda de debajo se cuenta tan solo un pequeño fragmento de una his-
de casa que cierra -- «¡pero si era de toda la vida!»-- toria común. Pero es verdad, es difícil contar nuestra
porque le han doblado el alquiler y van a poner otro historia política, es mucho más fácil reducir esa histo-
Starbucks? ¿En lo complicado que resulta moverse en ria a una sola palabra: Orfidal.
la ciudad o simplemente ir a tomar algo en el momento
en que, por la razón que sea, tu cuerpo no se mide con
los parámetros de los demás cuerpos - sea porque es
demasiado grande o demasiado pequeño, porque se
mueve más lento, porque necesita de algún otro ele-
mento para moverse o porque está atado al carro de
un bebé- ? ¿En el briefing-sí, en inglés todo suena
menos dañino- donde se anuncia un recorte de plan-
tilla y tú miras a tus compañeros calculando a quién
debe ser más o menos caro echar por antigüedad? ¿O
en la sensación de imbécil que sientes en medio de una
nueva dinámica absurda de team building, pero sigues
sonriendo porque sabes que, si no lo haces, entrarás en
la lista de los poco motivados, los poco implicados o
los poco comprometidos con el proyecto de la empre-
sa? ¿En el asqueroso que en el metro se ha refregado
deliberadamente contra ti al pasar? ¡En el aire conta-
minado que respiramos todos los día~ solo por vivir en
una determinada ciudad? ¿En las sustancias puestas
de más en tantas comidas para generar adicción y que
comas más? ¿O en lo caro que resulta cuando te das
cuenta e intentas cuidarte y comer bien? ¿En los tintes
58 59
IX. La nueva cuestión social:
el malestar
97
98 La movilización global
verse para que sean reales. Tiene poco sentido hablar de grietas
en las estructuras sociales si no sale ruido alguno de ellas».7
Podemos describir con precisión minuciosa el espectro
del malestar social que comporta la movilización global,
Una vida rota no está sola. Tiene una alianza de amigos que
juntos desafían a la realidad, construyendo islas de autoorgani-
zación. En este punto, el heroísmo es soportar el día a día, tener
la capacidad de vaciar el vacío de cosas y llenarlo de lo común.
se permite la copia
se permite la copia
©
LECTURAS DE LA SESIÓN 2
El estado de malestar
Una conversación con Guillermo Rendueles.
Entrevista realizada por Fidel Moreno, con la participación de Borja Casani, para El
Estado Mental, 1, Madrid 2011.
Los pequeños malestares individuales suman una grave enfermedad social. Sobre una
realidad crítica y difícil, que pone en cuestión proyectos y esperanzas individuales y
colectivos, se superpone una opresiva debilidad moral. El psiquiatra y ensayista
Guillermo Rendueles (Gijón 1948), pionero en aplicar las tesis de la antipsiquiatría en
los años setenta, y que hoy sigue desempeñando su actividad en contacto directo con
los malestares cotidianos de los pacientes de un centro del Insalud en un barrio de
Gijón, diagnostica en esta entrevista el verdadero problema de nuestros días: la
escasez de vínculos serenos, de relaciones afectivas que proporcionen tranquilidad.
¿Qué es la fibromialgia?
Son quejas de dolores musculares completamente inverosímiles para la anatomía o la
fisiología, dolores que tienen una distribución que no se corresponde con los mapas
neurológicos y que, a su vez, son inmunes a los tratamientos. Constituyen, junto al
síndrome de fatiga crónica o las sensibilidades químicas múltiples, nuevas
enfermedades que se constituyen como la ciencia-ficción de la medicina. Hay
fibromiálgicos que están tomando morfina en dosis medio-altas porque no obtienen
ninguna mejoría con la escalada de tratamientos convencionales, pues obviamente no es
una enfermedad dolorosa sino un sufrimiento difuso que tiene relación con su mala vida
cotidiana y que se expresa como dolor porque es la única forma en que es escuchado.
Creo que en todo ello influye mucho el hecho de que los aparatos de formación de
identidad no reconduzcan todo ese sufrimiento contra las disfunciones de la vida
cotidiana, sino que se limiten a medicalizarlo. A mi juicio es la nueva histeria del siglo
XXI, una especie de simbiosis de pacientes que viven muy mal y que en lugar de expre-
sar esa queja en el lugar natural —sus matrimonios, sus relaciones vitales— van al
médico a ver si allí les escuchan. Como cuentan dolores, este lo interpreta en términos
médicos, les receta analgésicos y se va creando así una escalada asimétrica que luego se
politiza —que es otra de las claves— creando nuevos modelos: a falsas necesidades,
falsas respuestas. Como el caso de Manuela de Madre, parlamentaria del PSC, que
afirma su identidad como fibromiálgica y va creando hospitales y unidades
especializadas, y ya existe también la fibromialgia infantil.
2
Régimen FIES, siglas de Ficheros de Internos de Especial Seguimiento.
están construyendo no sé cuántas cárceles. Quiero equivocarme, pero me parece que
están construyendo cinco o seis prisiones más, con la crisis, que no hay perras para
nada, pero para esto.
Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 2001, vol XXI, n.º 80, pp. 57-69
(58) 1480 De las psicopatologías críticas a la crítica de la psicopatología
DEBATES
mueve, hoy por hoy, el negocio de la salud. 3.- Unos pacientes que acuden o
Lo que las propuestas psicopatológicas son llevados a ellos porque ellos o sus
que critican con éxito el empobrecimiento allegados consideran que padecen ese tipo
de la psicopatología contraponen a él son de sufrimiento.
ideologías de los psiquiatras y psicólogos
cl í n ic os que no se r e sig n a n a se r La función de estos constructos
prescriptores, y pretenden participar en la es servir a estos agentes para hacer
investigación sobre los remedios (los del predicciones sobre los resultados de sus
grupo de Cambridge, Fernando Colina y inter venciones. La distinción ent re
los neuropsicólogos cognitivos, por citar distintas enfermedades adquiere sentido
algunos con representación en la mesa de en la medida que sirve para poner en
Madrid, son buenos ejemplos). marcha distintos procedimientos y para
hacer predicciones sobre cuáles serán los
Una crítica de la psicopatología resultados obtenidos con estos. Los mayas
nos obligara a un cambio de objeto de y sus sanadores saben qué hacer y qué
interés. Mientras las psicopatologías se cabe esperar que suceda con los espantos
han ocupado de atrapar lo sustancial del y qué hacer con los males echados o el
síntoma, lo que la cr itica de la
k’ak’al ontonil. o ek ti’ol. Nuestras
psicopatología pondrá de manifiesto es
familias y médicos saben qué hacer y qué
que en el sí ntoma no hay nad a de
cabe esperar que suceda con la varicela y
sustancial (como resultó que no habría
qué hacer con el síndrome de Down, la
nada de sustancial en el dinero a la luz de
tuberculosis o los ataques de pánico. Por
la crítica de la economía política). Lo que
eso, aunque tengan el mismo agente
la crítica de la psicopatología habrá de
mostrar es el proceso por el que se produce causal, la varicela y el herpes zoster son
la aparente sustanciación del síntoma al enfermedades diferentes.
servicio de una organización social de las
relaciones de ayuda. Si esto es así, el síntoma, la
enfer medad es también f unción del
No hay en la naturaleza síntomas proceso de inter vención. Las
o enfer med ades esperando a ser psicopatologías tal y como las conocemos,
descubiertas por psicopatólogos (como no ocultan este hecho importante como
las hay esperando la mi rad a de ocultan que es un contexto cultural el que
anatomapatólogos, microbiólogos u otras). le otorga a los fenómenos el carácter de
Los síntomas, y las enfermedades, son morbosos.
constructos que ponen en juego al menos
3 elementos: Los nuevos instr umentos de
1.- Una cultura que define un intervención (las nuevas formas de ayuda)
sufrimiento como morboso. hacen surgir nuevas “entidades” morbosas
2.- Unos agentes (médicos, (la depresión “atípica” es la que no
chamanes o sacerdotes) a los que esta responde a antidepresivos). Como las
sociedad reconoce como capacitados para hacen surgir los nuevos consensos sociales
actuar sobre ellos. (la obesidad mórbida o la adición a
(60) 1482 De las psicopatologías críticas a la crítica de la psicopatología
DEBATES
Internet). Algunas han querido ver en esto al menos, saber sobre qué y con qué
una muestra de la debilidad de la ciencia i n st r u mentos hemos de act u a r si
psicopatológica (o de la patología en queremos inf luir en ese proceso de
general). Probablemente es mas sensato definición de los objetos morbosos, o sea
que consideremos que esto no muestra una de las condiciones que convierten a
debilidad, sino la naturaleza misma de la alg u nos sujetos en merecedores
disciplina. Porque aunque eso nos prive legitimados de nuestra actividad de ayuda.
de una romántica ilusión, nos permitirán,
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'
que en todo ~as? se vuelve evidente es que los exc de El psicótico queda embebido en una repetición que
poder_ del_ ps1qmatra, tan tentador y difícilmente controJa.. le atrae y que somete los síntomas a esa f~erza demo-
ble, d1smmuyen saludablemente si se acepta esta~ ' aca que cómodamente denominarnos puls1ón de muer-
que reduce mucho la importancia de su papel. sa m Pero esta vinculación, aunque sea moru'fera, no nos
te. . od 1
De?emos entend~r q~~ los psicóticos no rechazan el legitima para aplastarlos con el tratamiento, smo t º- ,º
tratamiento por obstmac1on o porque entiendan mal 1 contrario: nos exige adrrútirlos como una compama
fin que se les of~ece. En general, sucede que lo rec~ inseparable a pesar de su inaccesi?ilidad. Los síntomas
porqu~, desprecian su beneficio. No les compemil la del psicótico son dominios intran~itables que solo est~n
curacwn.
que
.
se les propone. Pesan más el delirio .qv su al alcance del propio individuo. instaurados en su mas
omnipotencia que la s?Jedad y el anonimato. Hay. por estricta intimidad, pero que aspiramos a tener como
~anto, un amor a .Jos smtomas y a la repetición qo,e se aliados.
impone a cualquier otra manifestación de deseo.1 Por Así pues, el derecho a estar loco, a mantener las
algo, el síntoma fue definido por Foucault como una defensas que se han forjado, entro~ca co~ nuestra fu~
mezcla de placer y poder, combinación que Freud ~qua ción terapéutica. que no estriba en mt~rf~nrlos o erradi-
ba d:I lado_ de la prohibición y la satisfacción, afirrn ndo carlos, sino que también puede consistir en colaborar
al mismo t1empo que nadie abandona con gusto s ·fn- para que el psicótico los potencie, regule y conduzca a la
t-0mas. Los síntomas son defensas con las que nos ptpte· excelencia. Este celo en pro del síntoma consta por lo
gemos. por lo que merecen nuestra interpretación qha.~ tanto de dos vertientes inseparables y condenadas .ª
quea~te cuando resultan una excusa o un pretexto, pero entenderse, una que nos afecta a nosotros y otra al psi-
también nuestro ~espeto cuando suponen el recurso opor- cótico directamente. .
tuno ante una msuperable debilidad. Recordemos. a Del lado del psicótico descansa la diligencia de deli-
estos . ~fectos. el regodeo con que el psicótico pqede rar lo mejor posible, es decir, si no lo más que quepa,
encarmarse con sus voces, o la convicción inquebranta- pues puede cegar con su resplandor, sí 1~ que, le sea más
ble con que sin t~pujos se aferra a sus ideas deliraJ\tes. útil e imprescindible. Si queremos definir ~as co~ecta
Pero su_cede Jo ~usmo con síntomas menos comproIÍleti- mente este propósito, diremos que debe delirar lo JUsto:
dos, mas ne~~óticos, como lo son la fobia o Ja depresión, ohjetivo que se aparta tanto de .del~rar en exceso, ?~n~e
que co_n fac1h~ad se convierten en un refugio que cdesta el delirio apenas dejaría espacio hbre e~ el mob1h_ano
desalojar: «M1 pena es mi castillo», afirmaron en ste representativo del enfermo, como de dehrar de~as1~do
sentido los románticos para dar cuenta de su afi ·oo poco, con lo que la angustia se apoderaría, d~ su mten?r,
melancólica. Con la salvedad de que la adhesión ap~10- anegándole bajo una suerte de terror ontolog1c?. Mane~ar
nada a los síntomas neuróticos puede entenderse sim le- bien el síntoma es aprender a pertilarse .a~te e~ lo T?eJ~r
mente como una resistencia psicológica más o m os posible, controlarlo para que cumpla su _función, 1~p1-
cómoda, mientras que en las psicosis, en cambio, los n- diendo que se desborde y pierda su cualidad d~~ens1va,
tomas emergen como una necesidad irreprimible e a convirtiéndose él mismo en un factor desequ1hbrante.
vcr~aú no admite tratamiento y se rebela contra las e~1- Destino sombrío y pernicioso, este último, que se impo-
cac1ones que les proponernos. ne con facilidad cuando los síntomas son graves, como
106 107
SOBRE LA SOBRE EL DERECHO A ESTAR LOCO
sucede en el caso de la locura. Las grandes defe · La redacción del artículo es muy clara y fácil de
como es notorio, son gigantes con pies de barro q : ~ adaptar a la realidad, sobre todo si nos imagina~os las
desmoronan .~e repente y dejan al loco a la intemPc(ne. 5jtuaciones de enfermedad física qu~ se acompa~an ?e
Son, como dIJO Remo Bodei, refugios que corren el es- desvanecimiento, confusión o pérdida de conc1enc1a.
go de convertirse en prisiones. · ·1 Pero en el caso de la alienación es más cuestion~ble
~or nuestra parte, respetar el derecho a estar . co :¡ identificar el momento en que podemos hacer la vista
empieza por reconocer este derecho y coincide e ' el gorda ante el rechazo del enfermo .sin pecar de a~torita
esfuerzo por no entorpecer la estabilización del enfi 0 rios o de imprudentes. Pese a la cmdada. formulac16n: se
en .un niv~l óptimo de locura, por debajo del cual no termina por entregar la voluntad del paciente, que O~Jeta
r~s1ste la. vida. _No se trat~, d~ ningún modo, de una ~c el tratamiento, a una serie de interpretaciones demasiado
t1ca evas1v~, ru. ~n refug1~ Clfcunspecto. sino de achijjtir subjetivas, con el riesgo consiguient~ ?~ convertir la
nuestra o~hgac1on de no rnterferir en la propia capacitlad reula en una mera formalidad. SubJetlv1smo que no
autocurat1va d~I enfermo, sin la cual nunca encontr;ara p:ede evitarse. como sucede con cualquier definició? de
ese p~nto medio del que depende su exiguo equili . ·0 legalidad de una conducta humana. ~ro qu~ ~onv1ene
desp~es de. cada exceso. ~ara elJo nuestro saber psicd{ia- conocer en sus estrictos límites y bajo sus d1hcultades
tolog1co, s1empre demasiado elaborado y teórico, y' el insoslayables, en vez de creer en las leyes a pies juntillas,
suyo, más directo y natural, deben aproximarse a un de forma ingenua y hasta temeraria.
lugar de encuentro, de manera que no invadamos m~de En el caso de un psicótico, por ejemplo, las opiniones
la cuenta su ya escasa i.ntimid~d, ni quedemos des n- en torno a la valoración de un «riesgo inmediato grave»
certados ante su pensarruento sm saber de qué cabo · ar. pueden ser muy variables y personales. Lo son, en
No obstante, a veces se producen detenninadas c'Jr- muchas ocasiones, en cuanto al ingreso involuntario de
cunstancias que concluyen aboliendo el derecho de fos determinados pacientes, y se revelan tanto más inciertas
locos a seguir estándolo. Esto puede suceder o porqu el cuando lo que se propone no es una medida puntual Y_~e
loco pierde los estribos o porque el psiquiatra se sal Cle corta duración sino un tratamiento prolongado. Tamb1en
sus cas~llas. La situación llega a ser tan frecuente, y es relativamente opaco el concepto de «integridad psí-
suscep~ble de abuso por ambas partes, que exige nna quica», que nos llevaría muy lejos ~efinir y 1'.1á~ aún
regula~1ón legal que proteja a los locos de la prerrogativa reconocer en la práctica. En este sentido, el arb1tno d~l
a segurr estándolo. La ley básica reguladora de la az4o- sentido común, con toda su riqueza y todas sus servi-
nomía del paciente se encarga de definir las condici<rl}es dumbres sociales e históricas, acaba siendo un instru-
que abren la posibilidad de renunciar al consentimiento. de mento más importante que la totalidad de elementos ~si
l~s pacientes a ser tratados: «Cuando existe riesgo mn;1e- copatológicos que incorporemos al mejor.?e lo.s estudios
diato grave para la integridad física o psíquica del e~r profesionales. Lo que, lógicamente. nos mantJene c.uer-
mo y no es posi.ble conse~uir su autorización, cons~ dos y sensatos pero deja la decisión bast~te en el aire.
do, cuando las crrcunstanc1as lo permilan. a sus familiad.s Aroumentos en pro y en contra para aphcar la ley sur-
e , 1
o a las personas vinculadas de hecho a él». Este es el redo aen ante cualquier situación dudosa. y la mayona o son.
de la ley que nos incumbe de forma panicular. Por ello, en el interior de este conflicto nadie está libre
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SOBRE LA
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5
LECTURAS DE LA SESIÓN 4 LA NUEVA RAZÓN DEL MUNDO LA FÁBRICA DEL SUJETO NEOLIBERAL
366 367
mayor rendimiento. La normalidad ya no es el dominio y la regulación de las recta de la sustitución general y abierta de la empresa por la institución, o, más
pulsiones, sino su estimulación intensiva como fuente energética primordial. exactamente, de la mutación de la institución, convertida en empresa. Ahora
Porque la fusión del discurso «psi» y del discurso económico se produce en es la empresa la que tiende a ser la principal institución dispensadora de reglas,
torno a la nonna de la competición entre empresas de sí -de este modo es categorías, interdicciones legítimas; es también como empresa que toda insti-
como se identifican las aspiraciones individuales y los objetivos de excelencia tución de otro tipo obtiene la legitimidad para fijar reglas e identidades socia-
de la empresa, como se hacen concordar, en suma, el «microcosmos» y el les; y como toda institución participa en la normativa es a la manera de una
«rnacrocosmos». empresa, de acuerdo con una lógica de eficacia y de competitividad.
Evidentemente, el management no es lo único que asegura esta conjunción. La paradoja en torno a la que gira toda la clínica es que las instituciones
El marketing constituye un incesante y omnipresente empuje a gozar, tanto más que distribuyen los lugares, fijan las identidades, estabilizan las relaciones,
eficaz cuanto que promete el imposible goce último mediante la simple po- imponen límites, están regidas, cada vez más, por un principio de constante su-
sesión de los signos y los objetos del «éxito». Una inmensa literatura de revis- peración de los límites, principio que el neomanagement, precisamente, se encar-
tas, emisiones permanentes, un teatro político y mediático non-stop, un in- ga de implementar. El «mundo sin límite» no corresponde a ningún retorno
menso discurso publicitario y propagandístico, no cesan en la escenificación a la «naturaleza», es efecto de un régimen institucional particular que consi-
espectacular del «éxito» como valor supremo, cualesquiera que sean los me- dera todo límite como potencialmente ya superado. Lejos del modelo de un
dios para alcanzarlo. Este «éxito» como espectáculo es válido por sí mismo. poder central que dirigiría a distancia a los sujetos, el dispositivo rendimien-
Lo único que todo ello pone de manifiesto es la voluntad de triunfar, a pesar to/ goce se distribuye en mecanismos de control, evaluación e incentivación
de los fracasos inevitables, y la satisfacción que proporciona haberlo logrado diversificados y participa de todos los engranajes de la producción, de todos
al menos por un momento en la vida. Tal es la imagen misma en la que se los modos de consumo, de todas las formas de relaciones sociales.
condensa el dispositivo de rendimiento/ goce. Desde este punto de vista, Nos proponemos establecer aquí un cuadro de conjunto de los diagnós-
responsables políticos de un nuevo género, como S. Berlusconi y N. Sarko- ticos que configuran la clínica en curso de desarrollo.
zy, emblematizan el nuevo recorrido subjetivo. 76
El sufrimiento en el trabajo y la autonomía contrariada
Los efectos del management por objetivos y por proyectos han sido objeto de
Las clínicas del neosujeto numerosos análisis sociológicos y psicológicos, algunos de los cuales han te-
nido mucha repercusión. 77 El «estrés» y el «acoso» en el trabajo son recono-
Un sujeto así sitúa su verdad en el veredicto del éxito, se somete a un <~uego
cidos en la actualidad, en relación con la multiplicación de los suicidios en el
de verdad» en el que pone a pmeba tanto su valor como su ser. La verdad
lugar de trabajo, como «riesgos psicosociales» dolorosos, peligrosos y espe-
queda completamente identificada con el rendimiento, tal como lo define el
cialmente costosos para los seguros colectivos. 78
poder gerencial. Este dispositivo de conjunto produce efectos patológicos de
Aunque estos síntomas a veces dependen de la intensificación del trabajo,
los que nadie se escapa por completo. En la abundante literatura clínica con-
ligada a su vez a los flujos tensos y los efectos perversos de la reducción del
temporánea se pueden distinguir cierto número de síntomas. Éstos tienen un
punto en común: todos ellos pueden relacionarse con el debilitamiento de los
marcos institucionales y de las estructuras simbólicas en las que los sujetos 77. Véase Chrístophe Dejours, Soi!ffeance en France. La Banalisatíon de l'ínjustice sociale,
encontraban su lugar y su identidad. Este debilitamiento es consecuencia di- Seuil, París, 2006.
78. Véase el «Rapport sur la détermination, la mesure et le suivi des risques psychoso-
ciaux au travail», remitido el 12 de marzo de 2008 por Philíppe Nasse, magistrado honorario,
76. Véase Michael Foessel y Olívier Mongín, «Les mises en scene de la réussite. Entre- y Patri.ck Légeron, médico psiquiatra, a Xavier Bertrand, ministro de Trabajo, Relaciones
prendre, entraí:ner, animen>, Esprit, noviembre de 2007, págs. 22-42. Sociales y Solidaridad de Francia.
LA NUEVA RAZÓN DEL MUNDO LA FÁBRICA DEL Sl.JJETO NEOLIBERAL
368 369
tiempo de trabajo en fimción de las exigencias de productividad, hay patolo- cho más vulnerable cuando el management ha exigido de él un compromiso
gías mentales como el «stress» que son puestas en relación con la individuali- total de su subjetividad. 81 Una de las paradqjas del nuevo poder empresarial,
zación de la responsabilidad en la realización de los o~jetivos. El asalariado, que exige este compromiso, es sin duda la deslegitimación del conflicto,
solo ante tareas imposibles u órdenes contradictorias, tiene más riesgo que debida a que las exigencias impuestas no tienen «s1~jeto», no tienen un autor,
antes de perder la consideración de sus jefes o de sus pares. El debilitamiento ni fuentes identificables, pues se dan como íntegramente objetivas. El con-
de los colectivos en el trab~jo refuerza este aislamiento del asalariado. El in- flicto social está bloqueado porque el poder es ilegible. Esto es, sin duda, lo
cremento de controles cuestiona el <~juego social» en la organización, o sea, que explica una parte de los nuevos síntomas de «sufiimiento psíquico».
el margen de libertad que deja la relación salarial y que da sentido al trabajo,
y del mismo modo, va contra la aspiración de los asalariados a una mayor La erosión de la personalidad
autonomía real. 79 El riesgo profesional, que ya se ha convertido en normal,
En la línea de las observaciones de M. Mauss sobre el carácter histórico y
sitúa al individuo en una constante vulnerabilidad que los manuales de ges-
cultural de la persona, muchos sociólogos han insistido en lo «líquido», la
tión interpretan positivamente como un estado que exalta y enriquece («una
«fluidez» o la «evanescencia» de las personalidades contemporáneas. Para Ri-
puesta a pmeba que te hace crecer»). Cuando el sujeto empresarial ha vincu-
chard Sennett, la organización flexible, a veces presentada como la oportu-
lado su narcisismo al éxito de la empresa y conjuntamente al suyo propio,
nidad de moldear libremente la vida de uno, menoscaba en realidad el carác-
dentro del clima generado por la guerra de la competencia, el menor «revés
ter y erosiona todo lo que la personalidad tiene de estable: los vínculos con
de la fortuna» puede producir efectos de una violencia extrema. La gestión
los demás, los valores y los puntos de referencia. 82 El tiempo de la vida es cada
neoliberal de la empresa, al interiorizar la exigencia del mercado, introduce
vez menos lineal, cada vez menos programable. Desde este punto de vista, el
la incertidumbre y la bmtalidad de la competición y hace que las soporten los
signo más tangible de la nueva normatividad es que «el tiempo largo no
sujetos bajo la fonna de fracaso personal, vergüenza y desvalorización.
existe». 83 El trabajo ya no ofrece un marco estable, una ca1Tera previsible, un
Las contradicciones de la nueva organización del trabajo, de las que testi-
conjunto de relaciones personales sólidas. Inestabilidad de los «proyectos» y
monian los oxímoron sociológicos ya evocados («implicación obligada»,
de las «misiones», variación continua de las «redes» y los «equipos»: el mundo
«coacción flexible», etcétera) no hacen más que reforzar las decepciones pro-
profesional se convierte en una suma de «transacciones» puntuales en lugar
fesionales y bloquear toda posibilidad de un conflicto abierto y colectivo.
de relaciones sociales que impliquen un mínimo de lealtad y de fidelidad. Lo
Una vez que el equipo y el individuo han aceptado entrar en la lógica de la
cual por fuerza tiene efectos en la vida privada, la organización familiar, la
evaluación y la responsabilización, ya no puede haber una verdadera protes-
representación de sí mismo: «El capitalismo del corto término amenaza con
ta, ya que el sujeto ha llevado a cabo lo que de él se esperaba mediante una
corroer el carácter, especialmente los rasgos de carácter que vinculan a los
coacción autoimpuesta. 80 El sujeto en el trabajo se muestra en todo caso mu-
seres humanos unos con otros y dan a cada cual un sentimiento duradero de
su propio yo». 84 En particular, el asalariado ya no puede apoyarse en la acu-
79. Como lo esciiben Michel Gollac y Serge Volkoff, «aparte de los modos y de las téc- mulación de experiencia a lo largo de su vida profesional.
nicas gerenciales, captar en provecho de la empresa la energía que los individuos pueden
invertir en actividades económicamente desinteresadas es una preocupación constante y con-
fesa de la gestión de recursos humanos: cuando se trata de aumentar la productividad, no 81. Véase Nicole Aubert y Vincent De Gaulc;:jac, Le Coiít de l'excellence, Seuil, París,
debe dc;:jarse de lado ninguna fuente, y tal es el sentido del "cero desprecio". Pero esto, cuan- 1991.
do la intensificación del trabajo lo vuelve más penoso, desvaloiiza la experiencia del cargo, 82. R. Sennett, Le Travail sans qualités. Les Conséquences humaines de la flexibílite, Albin
dificulta los aprendizajes, perturba a los colectivos, los términos de autonomía o de participa- Michel, París, 2000. El título en inglés es más elocuente: The Corrosion <?f Character, The Per-
ción cambian de sentido. El cero desprecio se combina entonces con una infinita duplicidad» sonal Consequences <?f Work in the New Capitalísm. [En español: La corrosión del carácter, Anagra-
(M. Gollac y S. Volkoff, «Citius, Altius, Fortius. L'intensification du travail», loe. cit., pág. 67). ma, Barcelona.]
80 . .J.-P. Durand, La Chaíne invisible. Travailler aujourd'hui: du.fl.ux tendu ala servitude vo- 83. !bid., pág. 24.
lontaire, op. cit., pág . .309. 84. !bid., pág. 31.
LA NUEVA RAZÓN DEL MUNDO LA FÁBRICA DEL SUJETO NEOLIBERAL
370 371
Esta tendencia a no considerar más que las competencias inmediatamente Al ser la «movilidad» la principal cualidad esperada del individuo contempo-
utilizables explica la rápida obsolescencia, así como la expulsión de los «se- ráneo, la tendencia al desapego y la indiferencia que de ello resultan entran
niors» fuera de la vida profesional. Tendencia que tiene una relación com- en contradicción con la exaltación del «espíritu de equipo» y la pretensión de
pleja con la representación de la vida como un «capital humano» que se soldar «la comunidad de la empresa». Pero esta valorización del teamwork no
conservaría a través del tiempo. Este último, en realidad, está sometido al tiene nada que ver con la constitución de una solidaridad colectiva: el equipo
mismo riesgo de desvalorización que el capital técnico, cosa que por fuerza de geometría variable es estrictamente operativo y actúa sobre los miembros
afecta profundamente a los individuos, quienes con la edad se enfrentan al como un mecanismo para realizar los objetivos asignados. En un sentido más
sentimiento deprimente de su inutilidad social y económica. Los principios amplio, la ideología del éxito del individuo «que no le debe nada a nadie», la
prácticos se enuncian claramente en la encuesta que R. Sennett llevó a cabo del se!f help, es destructiva para el vínculo social en la medida que este último
con asalariados: «Siempre hay que volver a empezar», «siempre hay que de- descansa en deberes de reciprocidad para con los demás. ¿Cómo hacer que se
mostrarlo todo», hay que «volver a partir de cero». Los efectos son múltiples: apoyen mutuamente sujetos que no le deben nada a nadie? Sin duda, la des-
un desgaste profesional acelerado y un «caos» relacional y psíquico. ¿La nue- confianza, incluso el odio, hacia los malos pobres, los perezosos, los viejos
va personalidad? «Un yo maleable, collage de fragmentos en perpetuo deve-- improductivos y los inmigrantes tiene efectos de «cola» social. Pero también
nir, siempre abiertos a la nueva experiencia» -según R. Sennett.s5 tiene efectos boomerang dado que cada cual siente la amenaza de volverse al-
gún día ineficaz e inútil.
La desmoralización
La depresión generalizada
Hemos visto más arriba hasta qué punto tendía el nuevo management a con-
trolar los comportamientos y actitudes solicitando un esfuerzo constante de El hombre del «flujo tenso», que vive al ritmo de la economía financiera, está
auto-exigencia. s6 Esta «ascesis» al servicio del rendimiento de la empresa, expuesto a crisis personales.ss Para A. Ehrenbert, el culto del rendimiento
combinada con una evaluación regular de los asalariados dentro de la cadena conduce a la mayoría a experimentar su insuficiencia y a padecer formas de
gerencial, nom1aliza las conductas anuinando, al mismo tiempo, los com- depresión a gran escala. Se sabe que el diagnóstico de «depresión» ha cono-
promisos de los sujetos unos con otros. Las relaciones, los sentimientos y los cido una multiplicación por siete entre 1979 y 1996. Se trata de una verda-
afectos positivos son movilizados en nombre de la eficacia. Eva Illouz desta- dera enfem1edad de «fin de siglo», como lo fue en su día la «neurastenia».s 9
ca el modo en que en el espacio de la empresa y del consumo está saturado La depresión es, en realidad, el reverso del rendimiento, una respuesta del
de sentimientos que serán instrumentalizados por las estrategias económi- sujeto a la obligación de realizarse y ser responsable de sí mismo, de superar-
cas. s7 La importancia del tema de las «emociones» en las formaciones y en los se cada vez más en la aventura empresarial. 90 «El individuo se ve confrontado
test («capital emocional», «inteligencia emocional», «competencias emocio- a una patología de la insuficiencia más que a una enfermedad de la falta, al
nales») remite a esta obligación de bienestar y de amor, que necesariamente universo del disfoncionamiento más que al de la ley: el deprimido es un
introduce una duda permanente acerca de los sentimientos expresados. hombre averiado». 91 El síntoma depresivo ya fom1a parte de la normatividad
La erosión de los vínculos sociales se traduce en el cuestionamiento de la
generosidad, de las fidelidades, las lealtades, las solidaridades, de todo aquello
que participa de la reciprocidad social y simbólica en los lugares de trabajo. 88. Nicole Aubert, Le Culte de l'urgence. La socíété malade du temps, Flammarion, «Champs»,
París, 2004. [Nota del T.: el flujo tenso es una forma de gestión de la producción destinada a
minimizar stocks, también llamada <0ust-in-time».]
85. Ibid., pág. 189. 89. Véase Philippe Pignarre, Comment la dépression est devenue une épidémie, La Découverte,
86. Véase Gabrielle Balazs y Jean-Pierre Faguer, «Une nouvelle forme de management, París, 2001.
l'évaluation», Actes de la recherdze en sciences sociales, nº 114, septiembre de 1996. 90. Véase Alain Ehrenberg, La Fatigue d'étre soi. Dépression et sodéte, Odile Jacob, 2000.
87. E. Illouz, Les Sentiments du capitalisme, Seuil, París, 2006. 91. Ibid., pág. 16.
LA NUEVA RAZÓN DEL MUNDO LA FÁBRICA DEL NEO LIBERAL
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como su elemento negativo: el sujeto que no soporta la competencia, a tra- dotarlo de las identidades y de los ideales que harían que dudara menos de su
vés de la cual -únicamente a través de ella- puede entrar en contacto con propio valor.
los demás, es un ser débil, dependiente, de quien se sospecha que no está «a
la altura». El discurso de la «realización de sí» y del «éxito en la vida» induce La desimbolización
una estigmatización de los «fallidos», de los «pasmados» y de la gente infeliz, El debilitamiento de los ideales de los que las instituciones son portadoras, la
o sea, incapaz de acceder a la norma social de la felicidad. El «fracaso social» «desimbolizacióm de la que hablan los psicoanalistas, da lugar, según algunos
es considerado, en el límite, como una patología. 92 de ellos, a una «nueva economía psíquica» que tiene cada vez menos que ver
Cuando la empresa se convierte en una forma de vida -una Lebens- con la clínica de los tiempos de Freud. 93
führung, hubiera dicho Max Weber-, la multiplicidad de las elecciones fren- La relación entre generaciones y la relación entre los sexos, en otra época
te a lo cotidiano, el estímulo a asumir riesgos constantemente, la incitación estructuradas y puestas en forma de relato por una cultura que distribuía los
permanente a la capitalización personal, pueden acarrear a la larga una «fatiga diferentes lugares, se han convertido, por lo menos, en inciertas. Ningún
de ser uno mismo». Un universo comercial cada vez más complejo hace principio ético, ninguna prohibición, parece sostenerse ya frente a la exalta-
potencialmente de cada acto el resultado de una colecta de información y de ción de una capacidad de elección infinita e ilimitada. Puesto en situación de
una deliberación que toman tiempo y suponen un esfuerzo: el sujeto neoli- «ingravidez simbólica», el neosujeto se ve obligado a fundarse a sí mismo, en
beral debe ser previsor en todos los dominios (seguros de todo tipo), debe nombre de la libre elección, para conducirse en la vida. Esta llamada a la
operar en todo como si se tratara de inversiones (en un «capital educación», elección permanente, esta solicitación de deseos supuestamente ilimitados,
un «capital salud», un «capital vejez»), debe elegir de forma racional entre una hacen del sujeto un sujeto flotante: un día es invitado a cambiar de automó-
amplia gama de ofertas comerciales para la compra de los servicios más sim- vil, otro de par<::ja, otro de identidad y otro, todavía, de sexo, en función del
ples (el modo de recibir su correo, sus accesos a las redes, sus proveedores de juego de sus satisfacciones e insatisfacciones.
electricidad y de gas). Pero, ¿habría que concluir que se trata de una desimbolización del mun-
Ante esta «enfem1edad de la responsabilidad», ante este desgaste provoca- do?94 Sería mejor decir que la estructura simbólica es objeto de una instru-
do por la elección permanente, el remedio más extendido es un dopaje ge- mentalización por la lógica económica capitalista. Tal es el sentido que se
neralizado. El medicamento torna el relevo de la institución que ya no apor- puede dar a lo que Lacan llamó el «discurso capitalista». Las identificaciones
ta sostén, que ya no reconoce, que no protege a individuos que están con empleos, funciones y competencias propias de la empresa, así como la
demasiado solos. Adicciones diversas, como dependencias a los medios vi- identificación con grupos de consumo, signos y marcas de la moda y de la
suales, constituirían algunos de estos puntales artificiales. El consumo de publicidad, funcionan como sujeciones sustitutivas frente a los lugares en el
las mercancías participaría también de esta medicación social, supliendo a las parentesco o en la ciudad. La manipulación de estas identificaciones por par-
instituciones debilitadas. te del aparato económico hace de ellas «ideales del yo volátiles en constante
Esta sintomatología se asocia a menudo a una demanda no satisfecha de reconfiguración». 95 En otras palabras, la identidad se ha convertido en un
reconocimiento dirigida a los empleadores. Lejos de ser simplemente igno- producto consumible. Si, como lo indicaba Lacan, el discurso capitalista lo
rada, esta dimensión de la dignidad, de la estima de sí, del reconocimiento es
sin embargo, como hemos visto, omnipresente en la retórica empresarial. Sin
duda, hay que ver en esta demanda la traducción de un fenómeno funda- 93. Véase sobre este punto las reflexiones de Charles Melman, L'Homme sans gravité. ]ouir
mental: la relación del sujeto con instituciones que ya no son capaces de atout prix, entretien avec ]ean-Pierre Lebrun, Denoel, París, 2002. . , . ,,
94. Dany-Robert Dufour, L' Art de réduire les tétes. Sur la nouvelle servttude de l homme libe~e
al'ere du capitalisme total, Denoel, París, 2003, pág. 13: «Hoy día, el intercambio mercantil
tiende a desimbolizar el mundo».
92. Véase las observaciones de Eva Illouz, Les Sentiments du capitalisme, op. cit. 95. Jbid., pág. 127.
LA NUEVA RAZÓN DEL MUNDO LA FÁBRICA DEL SUJETO NEOLIBERAL
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consume todo, y si consume tanto recursos naturales como material huma- los campos de lo simbólico con lo que ya he dicho que esto tiene como
no, también consume muchas formas institucionales y simbólicas, de acuer- consecuencia. ¿El rechazo de qué? De la castración». 98 Este mundo de la
do con la observación hecha por Marx en el Manifiesto comunista. Pero no omnipotencia en el que está atrapado el sujeto sin límite, ¿se caracteriza ya
para hacerlas desaparecer todas, sino para reemplazarlas por otras que ocupan por una psicosis de masa, con sus bordes esquizofrénico y paranoico, o bien
su lugar: las empresas y los mercados. 96 queda preservado todavía por modos de defensa de otro registro, por ejem-
La instrumentalización de lo simbólico por parte de las instituciones eco- plo, una perversión sistérnica? 99
nómicas introduce en el sujeto, no sólo esa «fluidez» de los ideales, sino igual-
mente un fantasma de omnipotencia sobre las cosas y sobre los seres. Se La «perversión ordinaria»1ºº
puede influir en todo: mediante palabras-herramienta a disposición de los Para algunos psicoanalistas, que se benefician, con respecto a Lacan, de una
individuos y sus intereses respectivos, palabras que se confunden con las cosas perspectiva adicional de treinta años, habríamos entrado tal vez en un uni-
mismas. El mundo de las prohibiciones y de las fronteras, que instituían la verso donde la decepción característica del neurótico -al tropezar con la
separación de los lugares sexuales y generacionales, ha sido sustituido por un inadecuación entre la cosa y su deseo- es sustituida por una relación perversa
universo de la cantidad, que es tanto el de la ciencia corno el de la mercancía. con el objeto, basada en la ilusión imaginaria del goce total. Todo equivale a
Discurso mercantil y discurso de la ciencia se completan el uno al otro para todo, todo es monetizado y se negocia. Pero, a la vez que todo parece posi-
constituir lo que el psicoanalista Jean-PierTe Lebrun llama un «mundo sin ble, todo se vuelve dudoso, sospechoso, porque nada es ley para nadie. El
lírnite». 97 El sujeto es remitido constantemente a sí mismo, conducido a una hecho de transformarlo todo en negocios 101 o la propensión a la apología
oscilación entre las tentaciones perpetuas, estinmladas éstas por las instancias constante de la transgresión como nueva nom1a, serían algunos de los índices
sociales de la avaricia, y las prohibiciones que él mismo se fommla a falta de de esta equivalencia general. Charles Melrnan ha mostrado hasta qué punto
una instancia interdictora creíble apoyada en un ideal social. La fonnación del el cuestionarniento de todas las representaciones que ponían trabas al trabajo
nuevo sujeto ya no se apoya en las vías normativas de la familia edípica. El de la perversión manipuladora directa es cómplice, hoy día, de una expan-
padre ya no es, a menudo, más que un extraño, condenado por no. estar al
corriente de la última tendencia del mercado o no ganar el dinero suficiente.
El punto neurálgico, para los psicoanalistas, sigue siendo la imposibilidad 98. En Lacan, la castración se entiende como una separación respecto del goce de la
de disponer de una figura del Otro -en el plano simbólico- para separar al madre debida a la entrada en el orden simbólico. Citado por D.-R. Dufour, L'Art de réduire
les tétes, op. cit., págs. 122-123 (Seminario «Üu pire», sesión del 3 de febrero de 1972 ; semi-
pequeño humano del deseo de la madre y hacerlo acceder, por la mediación nario en Sainte-Anne, «Le savoir du psychanalyste», sesión del 6 de enero de 1972). [En es-
del Nombre del Padre, a la condición de un sujeto de la ley y del deseo. pañol: J. Lacan, El Seminario, libro XIX, «Ü peor», Paidós, 2011.]
Ahora bien, con el debilitamiento de las instancias religiosas y políticas, ya no 99. Dentro del discurso del management, ciertas apologías sobre la producción de conduc-
tas paranoicas no carecen de interés. Andrew Grove, presidente de Intel Corporation, en su
hay en lo social otras referencias comunes aparte del mercado y sus promesas. libro Sólo los paranoicos sobreviven (Only the Paranold Survive, Doubleday, Nueva York, 1996),
En muchos aspectos, el discurso capitalista acarrearía una psicotización de preconizaba un método de dirección que vinculaba directamente la nomn de la competencia
masas mediante la destrucción de las formas simbólicas. Ésta era la tesis de G. con una gestión «psicotizante» del personal: «El miedo a la competencia, el miedo al fracaso,
el miedo a equivocarse, el miedo a perder, pueden ser poderosas motivaciones. ¿Cómo cul-
Deleuze y de F. Guattari, como hemos indicado más arriba. Pero también
tivar el miedo a perder en nuestros empleados? Sólo podemos hacerlo si nosotros mismos lo
era la tesis de Lacan, cosa que es menos conocida: «Lo que distingue al dis- experimentamos» (pág. 6). [Edición en español: Sólo los paranoides sobreviven, Granica, 2006.]
curso capitalista es esto: la Verweifimg, el rechazo, el rechazo fuera de todos 100. Tomamos esta fómmla de Jean-PieITe Lebrun, La Penmsion ordinaíre. Vivre ensemble
sans autrui, Denoel, París, 2007.
101. Acerca de los «negocios» (affáires) como modalidad de la relación perversa con el
96. Ibid., pág. 137. objeto, véase Roland Chémama, «Éféments lacaniens pour une psychanalyse au quotidien»,
97. Jean-PieITe Lebrun, Un monde sans límite. Essai pour une clinique psychanalytique du so- Le Discours psychanalytique, Éditions de l'Association freudienne internationale, 1994, págs.
cial, Éres, Toulouse, 1997, pág. 122. 299-308.
LA NUEVA RAZÓN DEL MUNDO LA FÁBRICA DEL SUJETO NEOLIBERAL
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sión económica que «tiene necesidad para alimentarse de romper las timide·- consumo de mercancías un goce último que se aleja cada vez que se agotan
ces, los pudores, las barreras morales, las prohibiciones. Esto con el fin de en su persecución.
crear poblaciones de consumidores ávidos de un goce perfecto, sin límite y Esta lógica implacable tiene un «coste» subjetivo muy elevado. Mientras
adictivo». 102 El debilitamiento del ideal haría que el deseo se deslizara hacia la que el vencido padece sus insuficiencias, el vencedor tiene tendencia a hacer
simple envidia de los bienes poseídos por los semt:jantes, en esa pleonexia que sufrir a los demás como objetos sobre los que asegura su dominio. La cosa no
Hobbes designaba ya como la marca de la sociedad de su tiempo. 103 Pero es nueva. Pero una vez instalada en un «mundo sin límite», la pequeña per-
cuanto más comprometido está el ser humano en esta adicción a los o~jetos versión cotidiana, o más exactamente lo que hay de incitación a la perversión
mercantiles, más tiende a convertirse él mismo en un objeto que sólo vale en la situación de competencia generalizada, encuentra un campo de expan-
por lo que produce en el campo económico, un o~jeto que, en consecuen- sión inédito. La perversión, que se manifiesta clínicamente en el hecho de
cia, será descartado entre los restos cuando haya perdido su «rendimiento», consumir partenaires como objetos que se descartan cuanto son considerados
cuanto esté en desuso. insuficientes, se habría convertido en la nueva norma de las relaciones socia-
De hecho, la subjetivación neoliberal se acompaña necesariamente de la les.104 El imperativo categórico del rendimiento se concilia así con los fantas-
introducción, cada vez más explícita, de una relación de goce obligada para mas de omnipotencia y la ilusión socialmente difundida de un goce total y
con todo otro individuo, relación que se podría llamar también una relación sin límite. Según C. Melman, de este modo se pasaría de una economía psí-
de objetalización. No se trata aquí simplemente de convertir al otro en cosa, quica organizada por la represión a una «economía organizada por la exhibi-
de acuerdo con un mecanismo de «reificación» o «cosificación», por retomar ción de goce». 1º5
un tema predilecto de la Escuela de Frankfurt; sino de la imposibilidad de
atribuir al otro, y a uno mismo como otro, algo distinto que su valor de goce, El goce de sí del neosujeto
o sea, su capacidad para «devolver» un plus. La objetalización, definida de esta
El psicoanálisis puede ayudarnos a considerar el modo en que los neosujetos
fom1a, se presenta en un triple registro: los sujetos, mediante técnicas empre-
funcionan de acuerdo con el régimen de goce de sí. De creer a J. Lacan, dicho
sariales, experimentan su propio ser como «recursos humanos» consumidos
goce de sí, entendido como la aspiración a la plenitud imposible -muy di-
por las empresas para la producción de beneficios; sujetados a la nom1a del
ferente en esto del simple placer- se da siempre como limitado y parcial en
rendimiento, se toman los unos a los otros, en la diversidad de sus relaciones,
el orden social. La institución es, de algún modo, lo que se encarga de limi-
por objetos que poseer, modelar y transformar para alcanzar mt:jor su satis-
tarlo y de dar sentido a este límite. La empresa, forma general de la institu-
facción; influidos por las técnicas de marketing, los sujetos persiguen en el
ción humana en las sociedades capitalistas occidentales, no escapa a esta regla,
salvo que ahora lo hace de una forma denegada. Limita el goce de sí rnismo
102. C. Melman, L'Homme sans gravite, op. cit., págs. 69-70
mediante la obligación del trabajo, la disciplina, la jerarquía, mediante todas
103. Hobbes había construido ya en el siglo XVII el edificio político sobre los mecanismos la renuncias que participan de cierta ascesis laboriosa. La pérdida de goce no
del deseo. Y, como observa Alasdair Maclntyre, «Hobbes es quizás el primer autor de lengua es menos acusada en las sociedades religiosas, pero se da de otro modo. En la
inglesa que explicó el término de pleonexía como deseo de tener más de lo que te correspon-
de (Leviathan, 15)» (A. Maclntyre, Quelle justíce? Quelle ratíonalité, PUF, «Léviathan», París,
actualidad, los sacrificios no son administrados y justificados por una ley con-
1993, pág. 120). Lo que así traduce Hobbes es un término de Aristóteles, designación de un siderada inherente a la condición humana, con sus diferentes variedades lo-
vicio que es a su vez una de las dos formas de la injusticia: la disposición a adquirir con la cales e históricas, sino a través de la reivindicación de una decisión individual
única finalidad de poseer más, sin ninguna clase de límite. A. Maclntyre advierte sutilmente
«que no le debe nada a nadie».
que la traducción de Hobbes, sin ser del todo errónea, induce a error, al ocultar la diferencia,
capital para Aristóteles, entre un simple deseo y una tendencia activa a buscar la posesión por
sí misma, y ve en ese punto un vuelco debido al cual la sed de posesión, considerada como
vicio por los antiguos, será en adelante la fuerza motriz del trabajo productivo moderno» 104. C. Melman, L'Homme sans gravité, op. cit., pág. 67.
(A. Maclntyre, Apres la vertu, PUF, «Léviathan», París, 1997, pág. 220). 105. Ibíd., págs. 18-19.
RAZÓN DEL MUNDO LA FÁBRICA DEL SUJETO NEOLIBERAL
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378
f~rmul~ elocuente que supuestamente da cuenta de la vida profesional y so-
Lo que hace posible una pretensión subjetiva semejante es todo un dis-
106 cial. Mientras que, en el viejo capitalismo, todo el mundo perdía algo -el
curso social de valorización a ultranza del individuo auto-construido que
capitalista, el goce seguro de sus bienes, debido al riesgo que asumía; el pro-
funciona corno una denegación: la pérdida no es verdaderamente una pérdi-
letario, la libre disposición de su tiempo y de su fuerza- en el nuevo capi-
da, ya que el propio sujeto la habría decidido. Pero este mito social, cuyos
talismo nadie pierde, todo el mundo gana. El sujeto neoliberal no puede
efectos sobre la educación familiar y escolar no se pueden seguir obviando,
perder, ya que él es al mismo tiempo el trabajador que acumula capital y el
es sólo uno de los aspectos del fi.mcionamiento del neosujeto. Hay que con-
accionista que goza del mismo. Ser tu propio trabajador y tu propio accionis-
sentir a entregarse al trabajo, plegarse a las exigencias ordinarias de la vida. Si
ta, «rendir» sin límites y gozar sin obstáculos, tal es el imaginario de la condi-
el sujeto es requerido a hacerlo, es corno empresa de sí, de tal manera que el
ción neosubjetiva.
yo pueda sostenerse en un pleno goce imaginario en un mundo completo.
La especie de desanclado (désarrimage) que se pone de manifiesto en la
Cada cual es el amo, o al menos cree poderlo ser. Goce de sí en el orden
clínica de los neosujetos, su estado de suspensión fuera de los marcos simbó-
imaginario y denegación del límite se presentan de este modo como la ley
licos, su relación flotante con el tiempo, sus relaciones con los demás redu-
misma de la ultrasubjetivación.
cidas a transacciones puntuales, no es disfuncional respecto de los imperati-
En las sociedades antiguas, el sacrificio de una parte de goce era produc-
vos del rendimiento y las nuevas tecnologías de red. Lo esencial aquí es
tivo. Las grandes construcciones religiosas y políticas, sus edificios dogmáti-
entender que la ilimitación del goce de sí es en, el orden imaginario, el exacto rever-
cos y arquitecturales, pusieron de manifiesto esta producción. En el primer
capitalismo, el capital acumulado era ciertamente, todavía, un producto de
so de la desimbolización. El sentimiento de sí se da en el exceso, en la rapidez,
en la sensación bruta que proporciona la agitación, lo cual expone al neosu~
esta clase, fruto de restricciones impuestas al consumo de las clases populares,
jeto a la depresión y a la dependencia, pero también le permite ese estado
pero también de la burguesía, por otra parte. Para la economía política clási-
«conexionista» del que extrae, a falta de un vínculo legítimo con una instan-
ca, la pérdida era interpretada corno un costo en previsión de un beneficio.
cia tercera, un sostén frágil y una eficacia esperada. La clínica de la subjetivi-
Hoy día no es así. Si la pérdida es denegada, la ilirnitación del goce puede
dad neoliberal nunca debe perder de vista que lo «patológico» participa de la
ser movilizada en el plano imaginario al servicio de la empresa, atrapada ella
misma norrnatividad que lo «normal».
misma en lógicas imaginarias de expansión indefinida, de valorización bursá-
til sin límite. Es cierto que habrá que pasar igualmente por una racionaliza-
ción técnica de la subjetividad, pero sólo para que «se realice». El trabajo no
El gobierno del sujeto neoliberal
es una penalidad, es un goce de sí mediante el rendimiento que hay que Como revela el cuadro clínico del neosujeto, la empresa de sí tiene dos ros-
realizar. No hay pérdida, puesto que si se trabaja es, inmediatamente, «para sí tros: uno, triunfante, del éxito desvergonzado; y el otro, deprimido, del
mismo». Lo que constituye el objeto de la denegación es el carácter heteró- fracaso frente a los procesos imposibles de dominar de las técnicas de norma-
nomo de la ultrasubjetivación, o sea, el hecho de que la ilimitación del goce lización.107 Oscilando entre depresión y perversión, el neosujeto está conde-
en un sí mismo más allá está sometida al orden de la ilimitación de la acumu- nadopa hacerse doble: maestro de rendimientos admirados y objeto de goce
lación mercantil. que se descarta.
Lo que distingue a la nueva lógica nom1ativa es que no reclama una re- Confrontada con este análisis, la presentación fatigosa que se hace dema-
nuncia completa al individuo en provecho de una fuerza colectiva invencible siado a menudo de un «individualismo hedonista» o de un «narcisismo de
y un porvenir radiante, sino que pretende conseguir una sujeción no menos
completa mediante su participación en un juego de «win-win», como reza la
107. ~n ~?ndívidu íncer:aín, A. Ehre.nberg observa con razón que el individuo conquis-
tador y el md1v1duo que sufre son «dos facetas del gobierno de sÍ» (Hachette «Pluriel» París
1996, pág. 18). ' ' '
106. Olivier Rey, Unejólle solitude. Lejantasme de l'homme autoconstruít, Seuil, París, 2006.
LA NUEVA RAZÓN DEL LA FÁBRICA DEL SUJETO NEOLIBERAL
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masas», revela ser una fonna disfrazada de apelar a fonnas tradicionales de la desviación y el malestar, los modos de resistencia y de fuga) y todas las formas
autoridad. Pero nada es más erróneo que considerar al neosujeto como lo de control y de vigilancia que se ejercen sobre ellos. Resulta pues perfecta-
hacen los conservadores. No hay nada en él de un hombre del goce anárqui- mente estéril deplorar la crisis de las instituciones que tenían una función de
co «que ya no respeta nada». Un error equivalente y simétrico es limitarse a contención, como la familia, la escuela, las organizaciones sindicales o polí-
denunciar la reificación mercantil, la alienación del consumo de masas. Cier- ticas, o llorar la muerte de la cultura y el saber, o también el declive de la vida
tamente, la obligación publicitaria a gozar participa de este universo de ob- democrática. Más vale tratar de captar el modo en que todas estas institucio-
jetos electivos que, mediante la estetización-erotización de la «cosa» y la nes, sus valores, sus actividades, se integran hoy día y son transfom1adas en el
magia de la marca, son constituidos como «objetos de deseo» y «promesas de dispositivo del rendirniento/ goce en nombre de su «modernización» necesa-
goce». Pero también es conveniente considerar el modo en que este neosu- ria; más vale examinar de cerca todas las tecnologías de control y de vigilan-
jeto, l~jos de ser librado a sus solos caprichos, es gobernado en el dispositivo cia de las poblaciones y los individuos, su medicalización, su fichaje, el regis-
del rendimiento/ goce. tro de sus comportamientos, incluyendo los más precoces; más vale ver cómo
Limitarse a ver en la situación presente de las sociedades el goce sin obs- algunas disciplinas médicas y psicológicas se articulan con el discurso securi-
táculos, identificado a veces como «interiorización de los valores de merca- tario y con el discurso económico para reforzar los instrumentos del manage-
do», otras veces como «la expansión ilimitada de la democracia», es olvidar la ment social. Porque nada en el dispositivo de gobierno de los neosujetos está
faz oscura de la normatividad neoliberal: la vigilancia cada vez más densa del todavía definitivamente ftjado. Hay fuerzas que empujan en diversas direc···
espacio público, la trazabilidad cada vez más precisa de los movimientos de ciones, no faltan ciencias candidatas y sus fusiones están todavía en curso o
los individuos en las redes, la evaluación cada más omnipresente de los siste- por venir. 108 La cuestión central que se plantea al gobierno de los individuos
mas fusionados de infonmción y publicidad y, quizás sobre todo, las formas sigue siendo saber cómo programarlos lo antes posible para que el imperativo
de la superación ilimitada de sí no derive hacia comportamientos demasiado
cada vez más insidiosas de autocontrol de los propios sujetos. Es, en suma,
violentos y demasiado abiertamente delictivos; consiste en saber cómo man-
olvidar la dimensión de conjunto del gobierno de los neosujetos, que me-
tener un «orden público» compatible con un empuje al goce, evitando los
diante la diversidad de sus vectores articula la exposición obscena del goce,
desmanes de la desmesura. El «management social del rendimiento» corres--
el imperativo empresarial del rendimiento y la reticulación de la vigilancia
ponde, precisamente, a este imperativo gubernamental.
generalizada.
Ciertamente, desde el punto de vista de los marcos de referencia antiguos,
muy bien puede parecer que el sujeto ya no es «sujetado». Esto fue ya el error
de perspectiva cometido por los conservadores del siglo xrx. Éstos veían en
los «derechos del hombre» el advenimiento de la anarquía social. La muta-
ción de las sociedades occidentales era así interpretada como una crisis de las
autoridades tradicionales, que sólo podría ser superada mediante la reslaura-
ción de los valores del Antiguo Régimen. Ello suponía desconocer las nuevas
forn1as de coacción que se ejercían sobre los sujetos de las sociedades indus-
triales, ligadas al trabajo y a su división técnica y social. En pocas palabras: lo
que así se desconocía era el nuevo régimen moral y político de las sociedades
capitalistas de la época.
108. Tras el auge de la «sociobiología», el nacimiento de una «neuroeconomia» no debe-
Un desconocimiento análogo actúa hoy día e impide comprender la re- ría pasar desapercibido. La fusión de la biología del cerebro con la microecononúa ofrece, sin
lación entre las conductas de los neos1~jetos (incluidas las manifestaciones de duda, perspectivas interesantes para el control de los comportamientos.
60 Buscarse la vida
Buscarse la vida
(Economía) (Gente)
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ciar a un lado de la polaridad para inclinarse hacia el otro. Lo so psíquico interno. Nada obliga a suponer que el proceso de
difícil es llegar a una idea de la diferencia, de que se es distin- identificación siempre cae en un mismo lado del eje de la
to, sin renunciar a un sentido de comunalidad, de que se es igualdad-diferencia. Ayudar al proceso de asimilar las dife-
un ser humano "igual". rencias y de aprender a conocer "la diferencia" no exige que se
Hace algún tiempo, Chodorow (1979) sostuvo que es típico privilegie "La Diferencia". Definir ese proceso como reflejo de
que los hombres sobrevaloren la diferencia y desprecien la co- la obra de la cultura -es decir como organizado por los siste-
munalidad debido a su sentido precario de la masculinidad y mas discursivos y no por los imperativos presociales, innatos,
al repudio de la madre. Conceptualizar una tensión entre la de la psique- no revela automáticamente la complejidad de
igualdad y la diferencia -y no una oposición binaria que valo- esa obra. El hecho de que señalemos la reificación del género
ra una y menosprecia la otra- es por lo tanto una parte de la sólo nos enfrenta con su persistencia misteriosa como demar-
crítica a la orientación masculinista del psicoanálisis. Pero, cación de la experiencia psíquica, una demarcación a la vez
para desconstruir la oposición binaria entre la igualdad y la firme y flexible, pero en extremo cambiante en su localización
diferencia -en lugar de limitarse a criticar la sobrevaloración y contenido (véase Harris, 1991); como las bacterias, las cate-
de la diferencia o a revalorizar la igualdad-, es preciso abor- gorías genéricas parecen a menudo capaces de mutar y produ-
dar también el problema de la identidad. El término "identi- cir linajes resistentes.
dad" está incorporado en la teoría contemporánea de la dife- Para iniciar una investigación sobre las identificaciones
renciación de los géneros, en cuanto equipara la diferencia que tome en cuenta la crítica feminista, pasemos revista a al-
con el límite entre las identidades. Esta concepción de la dife- gunas ideas psicoanalíticas corrientes sobre el desarrollo de
rencia ha sido criticada en el pensamiento feminista reciente, los géneros. Examinaré algunas posiciones destacadas de la
que prefiere una noción de diferencias múltiples e identifica- teoría contemporánea, desde la obra de Stoller sobre la iden-
ciones inestables. tidad genérica hasta el "modelo de la diferenciación" de Fast.
Para ir más allá de un discurso de opuestos se necesita con- Quiero utilizar esta teoría y criticarla, conservando al mismo
cebir algo más plural, descentrado, que lo implícito en el eje tiempo sus observaciones notables y llevándolas más allá de
simple de la igualdad-diferencia, en la idea de "una Diferen- la noción de identidad. Seguiré el eje de la igualdad-diferen-
cia". La noción de una Diferencia singular como línea divisoria cia, y subrayaré los cambios en la concepción contemporánea
sugiere que a uno y otro lado de ese límite hay identidades, del desarrollo temprano de las identificaciones genéricas.
que todo lo que está de un lado es homogéneo con lo demás Al presentar este bosquejo, reconozco que la teoría feminis-
que se encuentra en ese lado. Según esa lógica, la identidad es ta ha planteado tantas objeciones a la noción de un orden evo-
destino, lo igual tiene que identificarse sólo con lo igual, y re- lutivo como a la idea de identidad. Pero el relato evolutivo al
conocer la diferencia significa respetar el límite entre lo que que esas objeciones se refieren es un modelo edípico anticuado
uno es y lo que uno no puede ser. La idea de la identidad gené- (circa 1933) que constituye sólo una de las historias que dan
rica implica una inevitabilidad, una coherencia, una singulari- forma a la práctica psicoanalítica actual. Antes de someterlo a
dad y una uniformidad que contradice las concepciones psicoa- crítica debemos diferenciar el relato contemporáneo del desa-
nalí.ticas de la fantasía, la sexualidad y el inconsciente (May, rrollo genérico respecto de la concepción freudiana, o incluso
1986; Goldner, 1991, Dimen, 1991). de las revisiones ulteriores de Stoller. Además, como la cate-
Aunque es mi intención utilizar esta crítica de la identi- goría de la identificación sigue siendo central en toda teoriza-
dad, quiero en primer lugar clarificar una distinción esencial ción sobre el género, el relato contemporáneo sobre el modo en
entre identidad e identificación. Al renunciar a la noción de que las categorías genéricas se afirman en la psique continúa
identidad reificada como una cosa, no es necesario descartar siendo instructivo. Más o menos en los últimos diez años ha
(y no debemos arrojar) la noción de identificación como proce- habido algunas percepciones interesantes en la formulación
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de la diferencia sexual fuera de la estructura edípica. Estas ferenciación genérica de Fast (1984) sostiene que los niños son
percepciones amplían nuestra comprensión potencial de las inicialmente bisexuales; reinterpreta en tal sentido la idea de
múltiples identificaciones y experiencias, conscientes e incons- la bisexualidad, que ya no significaría un principio constitu-
cientes, que exceden la noción rígida de identidad. Y, final- cional, biológico, sino una posición de identificación con ambos
mente, es necesario conservar un vínculo, así sea elástico, con progenitores (1990). En la fase preedípica, los niños son "so-
el mundo de la observación, en el cual, sea lo que fuere lo que breinclusivos": creen que pueden tener o ser todo. No recono-
infiramos sobre el inconsciente, está claro que los niños real- cen todavía el carácter excluyente de la diferencia anatómica;
mente representan y asimilan algunas cosas antes que otras, quieren lo que tiene el otro sexo, no en lugar sino además de
se preocupan por ciertos conflictos más en un momento que en lo que tienen ellos.
otro, como lo sugiere la concepción de las fases. 1 Tal como lo Señalaré de qué modo la teorización actual ve la diferen-
examinaré, es el empleo normativo de esta noción lo que des- cia genérica como integrada en el desarrollo, uniendo mis
valoriza lo que ocurre primero y privilegia los procesos ulterio- propias observaciones a las ideas de Fast, a la obra de Stoller
res. Pero esta desvalorización no es lógicamente necesaria, co- y a la de algunos de sus críticos. Propondré una nueva perio-
mo tampoco lo sería la desvalorización de los sujetos y verbos dización, que establece cuatro fases principales en el desarro-
porque se aprenden antes que los adverbios, o la desvaloriza- llo temprano de los géneros: 1) la identificación genérica no-
ción del caminar porque precede al saltar. minal; 2) la diferenciación temprana de las identificaciones
Un aspecto del desarrollo de los géneros antes subvalorado, en el contexto de la separación-individuación; 3) la fase so-
cuando no negado, que quiero destacar, es la concomitancia de breinclusiva preedípica, y 4) la fase edípica. La premisa de
la igualdad y la diferencia: en particular, la identificación con esta perspectiva de la diferenciación, como resultará eviden-
el progenitor que se entiende que es de distinto sexo. La "iden- te, es prácticamente opuesta a la idea de que la diferencia ge-
tificación con la diferencia" (véase el capítulo 4), formulación nital constituye el motor del desarrollo del género y la identi-
deliberadamente paradójica, tiene la intención de postular dad sexual (véase Roiphe y Galenson, 1981). Se parte en
una identificación que atraviesa la línea demarcatoria de lo cambio de la posición claramente enunciada por Person y
que se supone que es igual a nosotros, el límite que encierra lo Ovesey (1983) de que las diferencias genéricas, que evolucio-
idéntico. Las recientes teorizaciones de Fast (1984) demues- nan a través de los conflictos de la separación, las pérdidas y
tran que los niños utilizan identificaciones sexuales cruzadas las identificaciones tempranas, definen y dan peso a la dife-
para formular partes importantes de sus autorrepresentacio- rencia genital, la cual asume a continuación una gran (si no
nes, y también para elaborar imaginativamente sus fantasías exclusiva) significación simbólica en la representación de la
sobre las relaciones eróticas entre los sexos. La teoría de la di- experiencia y las relaciones genéricas. No obstante, mi esque-
ma es "sobreinclusivo", y supone la relectura crítica y la inte-
gración de muchos aportes de la teoría psicosexual anterior.
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necer a uno u otro grupo. En lugar de denominarla "identi- mismo se identifica como perteneciente a un sexo no debe
dad", podríamos decir que se trata de una "identificación gené- equipararse con la idea de una identidad que no es ambigüa y
rica nominal". Quizá porque Stoller no contaba aún con las sí coherente. Por el contrario, el sentido nuclear de pertenen-
conclusiones de la investigación sobre la infancia cuando pos- cia no organiza toda la experiencia genérica. La identificación
tuló su concepción de la identificación genérica nuclear, no es- genérica nuclear o nominal sólo tiene sentido si la conceptua-
taba seguro acerca de cómo formular una especie de "represen- lizamos como un antecedente de la tensión y la ambigüedad
tación primordial" (Stoller, 1973) apropiada del primer año de genéricas futuras, una línea básica repetitiva con referencia a
vida. El pensaba que la identificación y la incorporación no la cual todos los otros instrumentos desplegarán líneas dife-
eran categorías adecuadas, pues suscribía la opinión entonces rentes, y a menudo conflictivas o discordantes. 2
corriente de que la madre no era aún considerada externa o En algún momento del segundo año de vida, en particular
separada, y por lo tanto susceptible de incorporarse. Pero des- con la llegada de la representación simbólica en la segunda
de que Daniel Stern (1985) presentó su concepción de un in- mitad de ese año, se inicia la fase siguiente de la constitución
fante que comienza a diferenciarse de la madre casi desde el del género, en el nivel de las identificaciones. Person y Ove-
nacimiento, y de una interacción presimbólica (representacio- sey (1983) hablan en este caso de identidad de rol genérico,
nes de interacciones generalizadas; véase también Beebe, para diferenciarla de la identidad genérica nuclear: una au-
1985), nosotros podemos proponer una identificación genérica toimagen masculina o femenina, y ya no designaciones de ma-
nominal, como proceso, más bien que una identidad genérica cho y hembra. (También en este caso, "identificación de rol
nuclear como producto; podemos describir esta identificación . genérico" sería una expresión más acertada.) La identidad de
como desarrollándose a través de las representaciones concre- rol genérico se define como un logro psicológico que se produ-
tas de la interacción entre el sí-mismo y el cuerpo, y el sí-mis- ce en el contexto conflictual de la separación-individuación.
mo y el cuerpo del otro, representaciones éstas retroactiva- Person y Ovesey disienten del teorema de Stoller según el
mente definidas como generizadas (Fast, 1984). cual los niños deben separarse más que las niñas, y sostienen
Stoller nunca sostuvo que la identidad genérica nuclear que el conflicto en torno a la separación tiene un marcador
era el logro final de la masculinidad o la feminidad. Reconocía genérico en los varones. El trabajo de Coates y colaboradores
que "el sentido de pertenecer a un sexo es complicado" por los sobre el desorden genérico (Coates, Friedman y Wolfe, 1991)
ulteriores conflictos y fantasías, la angustia y la defensa, respalda esta crítica a Stoller, cuestionando la idea de que los
complicaciones determinantes de que la condición de varón o transexuales tienen dificultad para separarse de la simbiosis
mujer sea mucho más ambigua que la de macho o hembra con la madre. Coates encontró, en cambio, que el repliegue
(1973). Por cierto, este autor sostenía que sólo si el niño varón
se separa de su madre en la fase de separación-individuación
(si se "desidentifica", según el término de Greenson) puede 2. Me doy cuenta de que considerar equivalentes a "nuclear" y "nominal"
desarrollar esa "identidad genérica no-nuclear que llamamos es muy contradictorio, pues estos conceptos arraigan en metáforas diferentes,
masculinidad". Pero Stoller no ofreció un cuadro completo del una geométrica y la otra lingüística. Puesto que esta identificación temprana
aparece como una incógnita prefiero la idea de "nominal", pero, desde luego,
período preedípico, y tanto él como Greenson emplean la no- esa misma identificación puede ser central, de modo que no deseo descartar
ción de desidentificación en el sentido de que el niño varón re- prematuramente la idea de "núcleo". Además, lo "nominal" como "denomina-
nuncia por completo a su identificación con la madre. Yo sos- ción asignada", y por lo tanto como superficie "falsa", suscita a veces el recha-
tengo en cambio que en ese punto el niño aún se identifica zo violento de quienes experimentan que su "núcleo" es ser otro (por ejemplo
con ambos progenitores, que sólo están comenzando a ser par- los transexuales), fenómeno éste demasiado imperativo como para resolverlo
con explicaciones que vayan más allá de observar que las identificaciones con
cial y concretamente diferenciados. En vista de esta persis- otros, las experiencias tempranas con otros, pueden ser igualmente constitu-
tencia de las identificaciones múltiples, la idea de que el sí- tivas del "núcleo" presimbólico.
84 85
materno puede inspirar una profunda identificación melancó- liza ni prohibe como el padre edípico. No representa tanto a la
lica, que se pone de manifiesto como una feminidad excesiva, persona que puede amar a la madre en exclusividad (como el
en varones y en niñas. El resultado de este análisis subraya niño todavía imagina que lo hace directamente), sino que en-
cuestiones dinámicas, como la angustia de separación o la en- carna el deseo que suscita el exterior excitante. Lo que quiero
vidia, en lugar de ver la desidentificación respecto de la ma- subrayar es la importancia de un segundo adulto, no necesa-
dre como un proceso intrínsecamente patógeno. riamente varón o padre, con el que el niño pueda constituir
Yo he propuesto que, en este mismo punto de la separa- una segunda díada. El rasgo clave de esta persona o posición
ción temprana, antes y al mismo tiempo que el amor objetal no es, sin embargo, que ame a la madre y selle el triángulo,
vemos algo que podríamos denominar amor identificatorio, sino que crea el segundo vector, que apunta hacia afuera y so-
un amor que convencionalmente aparece primero en la rela- bre el cual puede constituirse el triángulo. La identificación
ción con el padre del reacercamiento (Benjamin, 1986, 1988, con un segundo otro como "sujeto igual" le permite al niño re-
1991). Siguiendo a Abelin (1980), he subrayado que en los or- presentarse imaginariamente el deseo suscitado por el mundo
denamientos genéricos tradicionales, el padre (u otra repre- externo. 3
sentación masculina) desempeña una función crucial como re- Como consecuencia de esta representación del deseo, el
presentación de la separación, la agencia y el deseo en la fase nuevo rasgo asociado con esta fase, su legado a la vida erótica
del reacercamiento. No obstante, en contraste con Abelin, sos- adulta, es el amor identificatorio. El amor identificatorio si-
tuve que, idealmente, los niños de ambos sexos continúan gue asociado a ciertos aspectos de idealización y excitación
identificándose con ambos progenitores, y que el padre del durante toda la vida. 4 Esta identificación con el ideal tiene
reacercamiento es por lo tanto tan importante para las niñas
como para los varones. En esta fase, los progenitores comien-
zan a diferenciarse en la mente del niño, pero éste continúa 3. Mi concepción del padre preedípico tiene características coincidentes
elaborando ambas identificaciones como aspectos del sí-mis- con el padre imaginario que describe Kristeva (1987), el padre que ayuda al
mo. Tradicionalmente, la madre, fuente de lo bueno, como di- niño a "abyectar" (separarse de) la madre. Para Kristeva, este objeto metafó-
rico de idealización es una base de la transferencia distinta de la satisfacción
ce Klein, es experimentada como el otro complementario, pre- fusiona! o maternal. Pero el énfasis de esta autora en la estructura ternaria
cursor del objeto de amor externo, mientras que el padre es parece apartar la atención de la relación directa del niño con el padre. Aun-
buscado como un objeto al que hay que ser igual. La madre que hace propia la afirmación de Freud en el sentido de que la identificación
ha representado sostén, apego y cuidado, mientras que el pa- es el primer lazo con el objeto, una relación inmediata y no un efecto del
amor perdido, y además reconoce que amar y ser igual, el narcisismo y el oh·
dre representó el mundo externo, exploración y libertad: un
jeto, no son fenómenos tan distintos como lo parecen, no sigue estas ideas
"caballero con armadura reluciente", dice Mahler (citada en hasta sus últimas consecuencias. Para Kristeva, el padre representa primero
Abelin, 1980). Esta constelación parental le ha creado una po- el deseo que tiene la madre de alguien que no es el niño, y no el deseo que
sición estructural distinta para el padre del reacercamiento, tiene el niño de alguien que no sea la madre. La criatura es entonces menos
función que puede ser desempeñada por otras figuras que activa, sin deseo propio, salvo como reacción al deseo de la madre. Esta con-
dición, ¿no indica en sí misma una falta de separación?
también representen la subjetividad separada. Por cierto, yo 4. El amor identificatorio está relacionado con aquello a lo que Freud
sostendría que esta posición es tan importante desde el punto (1914) se refirió con su distinción entre la elección de objeto narcisista Yana-
de vista psíquico y cultural, tan diferente de la del padre edí- clítica. ¿Por qué no utilizar esa terminología? Surgen contradicciones porque,
pico, que persiste a pesar de las variaciones en el rol y el gé- como lo señala Borch-Jacobsen (1988), el narcisismo, estrictamente hablan-
nero de quienes la representan. do, no es amor a un objeto externo. La frase "amor objeta! narcisista" sería
un oxímoron, mientras que, desde el punto de vista terminológico, el amor
La función del padre en este punto, tal como Freud la for- identificatorio no excluye el amor objeta!. Si el amor identificatorio es amor y
muló originalmente (1921, 1925), y Blos (1984) y Tyson (1986) una relación con un otro externo, puede sostenerse que constituye una rela-
lo han reiterado, es diádica, no triádica, es decir que no riva- ción menos "narcisista" que la anaclítica, la cual se "inclina hacia" los instin-
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una función defensiva, enmascara la pérdida del control sobre la dependencia respecto de la otredad en el corazón del sujeto,
la madre, que de otro modo se experimentaría intensamente pero esto sólo constituye un problema si entendemos que el
en este punto. Es un modo de sostener la grandiosidad, que sujeto es de algún modo originalmente independiente, cerrado
de no ser así se vería cuestionada, en la fase de la práctica. e idéntico a sí mismo. (0 bien, podríamos decir, la prueba de
Pero no es sólo defensivo, en la medida en que el padre ideal esta dependencia sólo es digna de nota si uno está aún lanza-
sirve simbólicamente para representar anhelos que el niño do a una cruzada contra aspiraciones no resueltas de identi-
tiene la esperanza de realizar algún día, así como la libertad, dad independiente.) En caso contrario, aceptamos que la ac-
la agencia y el contacto con el mundo externo de otras perso- tividad de la identificación y el amor identificatorio puede
nas, que compensan parcialmente la pérdida del control. refutar la identidad pero hacer posible la posición de sujeto
La idea de que el niño representa su propio deseo identifi- de deseo.
cándose con una figura idealizada que imagina como sujeto A diferencia de Abelin (1980), Roiphe y Galenson (1981) y
del deseo, tiene repercusiones más amplias. Sobre la base de otros que han hecho hincapié en la "reacción de castración" de
esta formulación (de que el yo se constituye tomando como las niñas, estoy convencida de que el amor identificatorio al
ideal al Otro), Lacan (1977) sostuvo que el yo está necesaria- padre (o a la posición del "segundo") tiene importancia para la
mente alienado. Se reconoce erróneamente en el ideal, en la niña en su esfuerzo por definirse como un sujeto de deseo. Es-
imagen de la figura unificada del espejo; se toma por el otro o ta idea ejemplifica el carácter esencial de la "identificación
por un constructo imaginario. En este sentido, el sujeto es con la diferencia" (véase el capítulo 4). También la niña nece-
producido, "sujetado", en el mismo momento en que imagina sita utilizar una fantasía de poder que inspire sus esfuerzos
que se encuentra. Yo misma he sostenido (Benjamín, 1988) por alcanzar un sentido de autonomía en su propio cuerpo y
que, por cierto, la identificación del sí-mismo con el otro ideal la capacidad de entrar en un mundo más amplio. De modo
constituye el punto de alienación en el reconocimiento. Pero análogo, la identificación de la niña con la "masculinidad" re-
el acto de crear el ideal, de dar forma a un vínculo identifica- fleja primordialmente no una reacción al sentido de castra-
torio y perseguir activamente la relación con la figura amada, ción sino amor y admiración al padre.
son propios del sujeto. En la experiencia que denominamos Pero la relación con el padre no es idéntica en ambos se-
"sujeto del deseo", el sujeto lanza el sedal de la identificación xos. El amor identificatorio a la figura del padre en los varo-
y atrae hacia sí al otro enganchado en el anzuelo. El lanza- nes no sólo respalda la separación sino que también confirma
miento hacia afuera constituye el deseo, y el reconocimiento el logro de la masculinidad como un "destino de macho" natu-
de que tanto yo como el otro podemos hacer esto simétrica- ralizado. Esto impone a la relación con el padre una urgencia
mente, es lo que crea un vínculo identificatorio compartido: desesperada, a menudo visible en el encuentro analítico, como
"sujetos iguales". La ubicación del ideal en el otro -un proce- si fuera el baluarte de la representación, por parte del niño,
so destinado a evitar el conflicto de la dependencia- reinstala del género como identidad (su sentido de cohesión del sí-mis-
mo, como dice el modelo de Kohut [1977], alineando implícita-
mente al padre con el objeto que cohesiona al sí-mismo). En la
tos del yo, es decir hacia la figura original de apego, fuente de lo bueno, "la
convención patriarcal, los hijos no son sólo rivales edípicos, si-
mujer que lo alimenta", en las palabras de Freud (1914, pág. 88). En otros no también más importantes para el narcisismo del padre. A
términos, el amor identificatorio aparece no en la relación con "lo igual" sino menudo es el propio padre quien alienta una atracción mutua
con "quien es diferente del primero". Freud captó que las mujeres experimen- entre él y su hijo, y esto promueve el reconocimiento a través
tan un amor "narcisista" -es decir identificatorio- cuando aman en un hom- de la identificación, una relación erótica especial. Como he es-
bre al sí-mismo ideal que habrían querido ser. Pero, extrañamente, Freud no
advirtió que esto podría ser menos regresivo, más excitante, tener más de crito en otra parte, el "amor con el mundo" del deambulador
"amor objeta!", que amar a la persona que nos alimenta. en el período de la práctica se convierte en un amor homoeró-
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tico con el padre, que representa el mundo. El varón se ena- reflejando el deseo del otro, pero que abjura de la interpreta-
mora de su ideal. El amor homoerótico, identificatorio, sirve ción penetrante, la oposición o el conflicto, o del deseo por sí
como vehículo para el establecimiento de la masculinidad en mismo (véase Schachtel, 1986). Muchas tienen una dificultad
el varón, tanto defensiva como creativamente, confirma su enorme con el giro agresivo de la afirmación de la voluntad,
sentido de sí-mismo como sujeto de deseo. Desde luego, el legado del despiadado "¡Yo quiero!" o el insistente "¡No!" del
amor identificatorio debe encontrar reciprocidad para que la deambulador.
identificación "eche racíces"; no es la pérdida del amor ni la También tiene importancia reiterar que el varón no necesi-
asimetría sino la mutualidad lo que promueve este tipo de ta renunciar a su identificación con la madre tan temprana-
identificación. Su punto de referencia inicial es el propio orgu- mente, a menos que las dificultades de la separación lo lleven
llo narcisista del padre cuando se identifica con el hijo y dice a un repudio defensivo precoz. El niño no tiene ningún senti-
"Tú puedes ser como yo", o cuando la madre validadora co- do de lo mutuamente excluyente, no necesita escoger entre la
menta "Eres exactamente como tu papá". madre y el padre. Como señala Stoller (1973), el amor preedí-
Debo dejar en claro que el padre del reacercamiento es una pico del niño a la madre no es heterosexual, no es en sentido
especie de primer amor, pero no "el solo y único" paradigma estricto amor objeta!, amor a alguien diferente o externo. No
del amor identificatorio, particularmente en el caso de las ni- obstante, es más complementario que identificatorio: se basa
ñas. Más tarde, por ejemplo, la niña adolescente desarrolla a en roles asimétricos entrelazados que pueden invertirse. La
menudo este tipo de amor por una mujer que representa su madre y el niño se alternan en las funciones de dar y recibir;
ideal, una "segunda" madre. La novela de Godwin titulada no conforman un simétrico "amor de paralelas", como Dinesen
The Finishing School describe la pasión de una adolescente caracterizó su amor por Finch-Hatton (Thurman, 1981). En
por una mujer que representa la independencia y el acceso al este sentido, la madre ha sido tradicionalmente un objeto de
mundo, escogida como compensación a una madre sexualmen- amor y no un "sujeto igual" -una posición que, como he reite-
te dependiente. Y aunque el amor identificatorio a la figura rado, no es inevitable trasladar a los hombres y las mujeres
del padre, en los ordenamientos genéricos tradicionales ha reales del presente-.
tenido este especial significado representacional, por sup~es Existe, además, una diferencia entre el adentro y el afuera,
to la madre sigue siendo una importante figura de identifica- lo más familiar y lo más diferente, el amor a la seguridad de
ción para los varones y también para las niñas. Además, aun- lo cercano y el amor que apunta a la estrella resplandeciente.
que las niñas saben que son mujeres como la madre, llegar a Si el niño se identifica especialmente con el padre porque él es
ser féminas como ella exige esfuerzo. En la medida en que la "diferente" del objeto primario (un sujeto, no una fuente de
fase del reacercamiento enfrenta a los niños con la diferencia bondad), hay identificación con la madre como algo "igual",
entre el poder de la madre y su propio poder, entre las aspira- una especie de identificación "primordial", como dice Stoller
ciones grandiosas y la realidad, la "feminidad", lo mismo que (1973).
la "masculinidad", aparece como un ideal solo en parte alcan- En la medida en que el cuidador primario es la madre -o
zable, cuando no en conflicto con la afirmación del propio de- quizás incluso en la medida en que el cuerpo materno sea cul-
seo. En la situación analítica, es frecuente que las mujeres turalmente instituido como la metáfora esencial de esta pri-
busquen a analistas mujeres que precisamente encarnen al mera relación-, la asignación de la igualdad y la diferencia
sujeto de deseo con el que quieren identificarse, y con el cual debe ser inicialmente idéntica para ambos sexos. En esta
pueden integrar la competencia edípica y la agresión fálica. asignación tradicional, el padre ha significado el objeto exter-
Las analistas mujeres, a su vez, reiteradamente hablan de su no que representa "la diferencia". Esta representación de la
dificultad para ser ese sujeto: para separarse del ideal de la Diferencia ha sido tan importante, está tan enraizada en la
feminidad materna que goza dando, recibiendo, sosteniendo, cultura, que por lo general sigue siendo eficaz como ideal, in-
90 91
cluso cuando una persona no definida como padre ocupa la progenitores, incluso los fantaseados como parte de la intera-
posición estructural del "segundo otro". Por cierto, es tan ción madre-padre.
constitutiva de la masculinidad, que otorga a este segundo En la medida en que el niño se identifica imaginariamente
otro una cualidad paterna aunque se trate de una mujer. A lo sin comprender aún que ciertas aptitudes y órganos no están
sumo, la ausencia de una figura paterna definida o literal im- a su alcance, la envidia no es un motivo dominante. Pero poco
plica que se desarrolla una tensión más compleja entre la ex- a poco el período sobreinclusivo pasa a caracterizarse por la
periencia y el ideal cultural de las relaciones. envidia y la protesta constante contra la comprensión crecien-
Volvámonos ahora hacia la fase preedípica sobreinclusiva. te de la diferencia entre los géneros, según dice Fast (1984).
¿En qué se convierte el amor identificatorio, sobre todo si es En este punto, la castración representa para ambos sexos la
dirigido hacia el otro sexual? Como hemos visto, la elabora- pérdida de las aptitudes y los genitales del sexo opuesto. Esta
ción positiva de las características que ulteriormente pueden protesta no es completamente simétrica: para los varones, el
ser cedidas al otro diferente todavía procede mediante la foco está por lo general en la capacidad para dar a luz un be-
identificación con la diferencia. Estas características depen- bé, mientras que para las niñas la cosa codiciada es el pene
den en parte de la validación parental del amor identificato- (Fast, 1984). Pero ambos sexos son paralelos en su insistencia
rio que da forma a la identificación transexual. En la fase en serlo todo, en su elaboración de la complementariedad co-
preedípica sobreinclusiva, como lo señala Fast (1984), el niño mo constituida por opuestos contenidos en el interior del sí-
no sólo se identifica con ambos padres, sino que comienza a mismo, y en su protesta contra los límites.
simbolizar los significados genitales y a asimilar inconsciente- La fase edípica, que se inicia hacia el final del cuarto año,
mente el vocabulario gestual y conducta} proporcionado por la puede considerarse de diferenciación genérica propiamente
cultura para expresar masculinidad y feminidad. Reconocien- dicha: los opuestos complementarios se atribuyen al sí-mis-
do ya ciertas distinciones básicas entre la masculinidad y la mo y el otro. En otras palabras, la dinámica de la renuncia
feminidad, el niño continúa tratando de elaborar imaginaria- -abandonar la esperanza de satisfacer el amor identificatorio
mente ambas opciones dentro de sí, mediante la imitación a un progenitor- podría verse como el camino al amor obje-
corporal. Es posible que una niña de treinta meses imite el tal: amar al objeto como una figura externa que encarna lo
juego de su hermano mayor con figuras de acción, para asimi- que el sí-mismo no es, no es probable que sea o no puede ser.
lar la masculinidad simbólica, el repertorio fálico de chocar, Pero esta construcción plantea un serio interrogante sobre la
penetrar, invadir y bloquear. Un niño de veinticuatro meses generalizabilidad del modelo heterosexual. La separación
puede insistir en que tiene una vagina, pero a los tres años, edípica radical entre el objeto de amor y el sujeto igual, ¿es
más consciente de la anatomía externa, quizá pretenda que también característica de la elección de objeto homosexual, o
lleva un bebé en la barriga, elaborando una fantasía de reci- un rasgo específico de la heterosexualidad? Sí, como lo supo-
bir, contener y expulsar. En esta fase también encontramos ne la idea del complejo de Edipo negativo, todos los niños si-
una mezcla de identificaciones en rápida sucesión: una niña guen una pauta de identificación inconsciente con el progeni-
de tres años y medio, celosa de la amiguita con la que juega tor del sexo opuesto y amor al del mismo sexo, la separación
su hermano mayor, la enfrenta alzando los brazos con los edípica entre el amor y lo igual podría ser frágil o contradic-
músculos tensos, y le dice "Soy más fuerte que tú". Unos mi- toria (véase Borch-Jacobsen, 1988). En todo caso, tenemos
nutos más tarde, para dar otra impresión de fuerza, insiste que preguntarnos si la posición homosexual refleja una sim-
en que la madre le ponga su traje de bailarina. Entre los pri- ple "inversión" de la heterosexual: ¿se trata de que el padre
meros psicoanalistas, Klein (1928, 1945) fue quien más clara- del mismo género nominal es sencillamente experimentado
mente reconoció la necesidad del niño de usar simbólicamen- como menos igual, o se formula una relación diferente entre
te e identificarse con todos los órganos y aptitudes de los el amor identificatorio y el amor objetal? ¿No será el entrela-
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zamiento más complejo de las dos tendencias más común de mente en los varones. Sin embargo, como lo ha señalado Ma-
lo que suele suponerse? yer (1985), el miedo a perder los propios genitales es en este
El boceto que he ofrecido sirve primordialmente para re- punto también crucial para las niñas, y lo acompañan el chau-
formular el modo en que se concibe la adopción de las posicio- vinismo social, la insistencia en que "todos deben ser exacta-
nes heterosexuales. Pero podría decirse que la complementa- mente como yo", el miedo y el repudio al otro. Este chauvinis-
riedad pasa a ser la preocupación edípica de todos los niños, y mo se caracteriza por la actitud de que, parafraseando el
que la formulación culturalmente dominante de la comple- célebre lema sobre la victoria, "Lo que yo tengo no es todo, pe-
mentariedad genérica es internalizada como un ideal, por ro es lo único (que vale la pena tener)". La teoría freudiana
más que contradiga la complejidad de los deseos e identifica- del monismo fálico (Chasseguet-Smirgel, 1976) ejemplifica
ciones del individuo. La complementariedad introduce una perfectamente este lema. Como lo ha señalado Horney (1926),
distancia (tener más bien que ser) que implica una posible la teoría de Freud corresponde al pensamiento del niño varón
amenaza. Pues "ser" algo, actuarlo en el propio cuerpo, es to- edípico, quien cree que las niñas no tienen "nada". En este
davía un mecanismo esencial para conservar la proximidad. punto, la envidia, el sentimiento de pérdida y el resentimien-
En la fase temprana de la diferenciación edípica, un varón de to acicatean el repudio y también la idealización del sexo
tres años y medio que antes había expresado deseo de ser co- opuesto; a veces predominan el amor y el anhelo por el otro
mo la madre, comenzó a insistir en que él se llamaba Mickey perdido; otras veces, la rivalidad y el repudio.
y ella Minnie, como la célebre pareja de ratones. Le decía Según se admite convencionalmente, en la fase edípica
afectuosamente: "¿No es éste un hermoso día, Minnie?". Ex- tardía ceden la insistencia rígida en la complementariedad y
plicó esta conducta cierta noche, a la hora de acostarse: "Tú el repudio del otro (Fast, 1984), a medida que la fantasía del
eres una niña y yo un niño, pero los dos somos ratones; los amor objetal viene a compensar la pérdida narcisista. Pero el
dos somos pequeñitos". De modo que la complementariedad amor edípico es tanto una resolución como una perpetuación
no había abrogado totalmente la semejanza; la sensación de del duelo. Uno no puede aún encarnar el ideal de la femini-
pertenecer a la misma especie compensaba la pérdida de no dad o masculinidad que la madre y el padre representan, ni
compartir el mismo género. Otra interpretación posible es que tampoco puede todavía "poseer" el cuerpo del otro en el amor:
el niño, incapaz de aceptar la "doble diferencia", como la lla- no puede ser ni tener. A mi juicio, el duelo inaceptable por lo
ma Chasseguet-Smirgel, sólo podía incorporar la diferencia que uno nunca será -sobre todo la incapacidad del varón para
genérica negando la diferencia generacional. Otro enfoque enfrentar la pérdida que entraña no ser la madre, incluso pa-
consiste en postular que todas las identificaciones, en especial ra reconocer la envidia a lo femenino- tiene repercusiones
las que los psicoanalistas llaman exitosas, funcionan de este particularmente negativas, a menudo más profundas Y cultu-
modo. Hacia la edad de cuatro años, se acepta esta pieza de la ralmente difundidas, aunque menos obvias, que la clásica-
realidad y se generaliza la modalidad complementaria del te- mente conocida frustración edípica por no tener a la madre.
ner (dominio, posesión de objetos) como defensa contra una La manera de abordar esta pérdida es tanto una cuestión de
pérdida apenas tolerada. mediación cultural como de las relaciones objetales del indivi-
La fase edípica temprana (a los cuatro años e inmediata- duo. Puesto que las identificaciones con los progenitores son
mente antes) es, por lo general, más defensiva; se caracteriza ahora suplementadas por identificaciones secundarias, lamo-
por una definición rígida de la complementariedad de los gé- rigeración de la complementariedad y el repudio varia según
neros y (como Freud lo observó en los varones, pasándolo por la flexibilidad de la cultura y del grupo de pares acerca de las
alto en las niñas) por el repudio despectivo del sexo opuesto. identificaciones transexuales.
En esta fase, la angustia de castración se refiere a la pérdida Aquí quiero señalar una importante diferencia entre el
de los propios genitales, también reconocida por Freud sola- amor identificatorio temprano y las identificaciones amorosas
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edípicas tardías. El amor identificatorio ha sido erróneamen- postura que a juicio de este autor es necesario resolver para
te asimilado al complejo de Edipo negativo del varón, asocia- que los deseos heterosexuales puedan ser auténticos. La posi-
ción que mezcla el deseo homoerótico del niño de ser amado ción de Blos implica un importante desafío a una idea super-
por el padre como igual a él, con el deseo heteroerótico de ser ficial de heterosexualidad, que la coloca en oposición a las co-
para el padre lo que es la madre. En realidad, cada una de es- rrientes homoeróticas. El "hambre de padre" que demuestran
tas relaciones con el padre es el reverso de la otra. Sostengo los hijos de padres ausentes es primariamente una reacción a
que el complejo de Edipo negativo representa un movimiento la falta de amor homoerótico. En los hombres heterosexuales
desde la identificación hasta el amor objetal, paralelo al movi- se convierte en un impedimento para amar a mujeres, no sólo
miento del Edipo positivo desde la identificación hasta el porque haya faltado el "modelo de rol", sino porque la energía
amor objetal al sexo opuesto. 5 No obstante, en el Edipo nega- erótica está ligada al deseo frustrado de reconocimiento por el
tivo el varón renuncia a la identificación con el padre, no a padre. En las culturas dominadas por esta erótica frustrada
causa de los dictados ineluctables del género, sino por los im- entre padre e hijo, las mujeres son valiosas no como fuentes
pedimentos parentales al vínculo paterno identificatorio. En de satisfacción interior sino como significantes del valor mas-
otras palabras, el amor identificatorio contrariado se convier- culino, como moneda corriente en el intercambio de poder. A
te en amor ideal, un vínculo sumiso u hostil con un padre po- menudo la frustración del amor identificatorio paterno empu-
deroso y admirado que emascula al niño, en lugar de confir- ja al niño a negar su amor identificatorio a la madre, de la
mar su masculinidad. Este impedimento suele surgir cuando que depende demasiado exclusivamente, y acicatea un repu-
el padre está demasiado afuera de la díada madre-niño y, edi- dio exagerado de la feminidad.
pizando prematuramente su postura respecto del hijo, rivaliza De modo que el repudio de la feminidad por el niño varón
demasiado, o teme demasiado a sus propios impulsos sádicos puede también representar el movimiento siguiente en una
como para ser tierno. Entonces se presenta esta transforma- cadena que incluye la imposibilidad que experimentó lama-
ción, y a menudo se la analiza como el deseo edípico negativo dre para satisfacer el amor identificatorio a su propio padre,
de una relación pasiva con el padre. lo que la ha llevado a sacrificar el deseo y la grandiosidad
Blos (1984) también ha propuesto una reinterpretación de temprana. En su admiración por el hijo, ella inconsciente-
la postura edípica negativa como desear al padre diádico, una mente comunica sus sentimientos como la hija cuyo amor
identificatorio al padre se convirtió en un amor ideal a la per-
sona que ella misma no podía ser. Perpetuando este amor
ideal, proyecta su deseo y su grandiosidad en su hijo varón.
5. También en este punto se plantea la cuestión de si el sexo "opuesto" es
el del progenitor cuyo género nominal es diferente, o sí puede ser el progeni- La escisión de los géneros en el varón puede entonces estable-
tor percibido como igual. Esta cuestión no concierne sólo a la homosexuali- cerse antes de la fase edípica, en el reacercamiento, cuando
dad. Después de todo, el deseo edípico negativo de ser amado por el padre y un padre idealizado e inaccesible forma pareja con una madre
ser igual a la madre se denomina homosexual, pero es un deseo heteroeróti- que ve al hijo como su sí-mismo masculino ideal. Y entonces
co. A la inversa, el deseo de la niña de ser reconocida como sujeto igual por el
padre tiene un fuerte componente homoerótico: a veces la fantasía explícita
podemos reinterpretar el sentido de la afirmación de Freud
de ser el hijo varón se expresa ulteriormente en el deseo de ser partenaire de (1933) en cuanto a que el amor de la madre a su primogénito
un homosexual varón, o en un amor heterosexual en el cual la niña siente varón es el único amor no ambivalente. Freud dio a la madre
que ella es uno de los varones y ama a los varones. En este caso, la admira- un hijo que amar, en lugar del falo que no podía tener. La
ción a un hombre no se codifica como ser "femenina", no significa desempeñar madre veía asegurada la satisfacción del deseo de su amor
el rol especular opuesto al poder fálico de él. La cuestión real, como lo señala
Butler (1990), es si el psicoanálisis da en realidad alguna cabida a la homose- identificatorio no en relación con el padre sino en un amor
xualidad, a un amor que no signifique identificarse con la posición del sexo ideal a su hijo; al hijo se le otorgaba la grandiosidad reflejada
opuesto al delpartenaire. por la madre, quien renunciaba a ella. Pero la historia de
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conservar junto a las posiciones más diferenciadas y modifica-
Freud también le dejaba al hijo el legado de un amor ideal:
do por ellas.6 De modo análogo, el deseo de obtener comunali-
una búsqueda nunca correspondida del amor identificatorio al
dad en la forma de amor identificatorio debe alternar con el
padre, que lo expulsó como a un rival asesino. Éste podría ser
goce de la diferencia en el amor objetal. La identificación pue-
el gran triángulo del amor identificatorio, reescenificado in-
de entonces utilizarse para ratificar la igualdad o crear comu-
terminablemente en las historias de la sumisión y el sacrificio
nalidad, o ambas cosas, como un puente tendido por sobre la
de las mujeres a héroes que las dejan para proseguir la bús-
diferencia.
queda del grial paterno, el renocimiento del padre.
La idea de que en la fase edípica el niño renuncia a la pre-
rrogativa del otro parece interpretar erróneamente la identi-
dad genérica como un logro final, un sistema cohesivo y esta-
HACIA UNA CRÍTICA DE LA
ble, y no como un ideal edípico inalcanzable, con el cual el
COMPLEMENTARIEDAD DE LOS GÉNEROS
sí-mismo lucha constantemente. Como lo ha señalado Goldner
(1991), la relación entre la representación ideal del sí-mismo y
La primera conclusión que quiero extraer de lo anterior es
la experiencia real del sí-mismo es, en el mejor de los casos,
que, en la medida en que las características del otro han sido
una tensión incómoda, gravada por prescripciones rígidas y
incorporadas con amor a través de la identificación en la fase
contradictorias de complementariedad. La representación ge-
sobreinclusiva, la pérdida puede ser aliviada por la intimidad,
nerizada del sí-mismo se ve desestabilizada continuamente
y las secuelas de la fase edípica pueden ser más moldeadas
por mandatos e identificaciones conflictivos, que reclaman una
por el amor al otro que por la alternativa de repudio o ideali-
capacidad para convivir con la contradicción que la cultura no
zación. La aceptación de los propios límites y la capacidad pa-
respalda de ningún modo (Goldner, 1991). Una postura psicoa-
ra amar lo que es diferente en el otro no se ven comprometi-
nalítica tiene que reconocer tales contradicciones, tiene que
das por la integración previa de las identificaciones con el
ser capaz -como lo ha demostrado Harris (1991)- de imaginar
sexo opuesto. Por el contrario, como dice Fast, si el individuo
la multiplicidad de posiciones que hay debajo de la apariencia
no queda pegado a la complementariedad rígida de la fase
de singularidad en la elección de objeto o en las identifica-
edípica temprana, la tendencia a denigrar lo que no se puede
ciones, y de ver la experiencia genérica como tenaz y al mismo
tener puede dar paso ulteriormente a una familiaridad más
tiempo frágil, sustancia reificada e insustancialidad que se
cómoda con las características del sexo opuesto.
disuelve. Esta postura también implica, como dice Dimen
No obstante disiento de Fast cuando insiste en la necesidad
(1991), la desconstrucción de las dicotomías genéricas reifica-
de renunciar a lo que pertenece al otro y de abandonar el nar-
das, y pensar el género en términos transicionales, abando-
c~s~s~o de la bisexualidad. Yo más bien especularía que la po-
nando un mundo de límites fijos con fronteras inviolables, pa-
s1b1hdad de elaborar los sentimientos, las conductas y las acti-
ra entrar en un territorio transicional en el cual los opuestos
tudes del sexo opuesto bajo la cobertura del propio narcisismo
convencionales crean paredes móviles y tensión placiente.
es algo que persiste como una capacidad preconsciente o in-
Puede parecer que una trayectoria evolutiva implica un
consciente (Aron, 1995; Bassin, 1994), abarcando tanto identi-
ficaciones sexuales cruzadas como la capacidad para represen-
tar y simbolizar el rol del otro en la relación sexual. En la 6. En la teoría kleiniana, el concepto de posición permite un uso más fle-
mayoría de los individuos, esta capacidad puede ser una forma xible que el concepto de fase. Aron señala que la idea de las posiciones, que
relativamente benigna de omnipotencia. Aron dice que quizá pueden mantenerse simultáneamente, corre paralela con las recientes inter-
sea más útil pensar la aspiración grandiosa, narcisista, de pretaciones kleinianas que insisten en que la posición esquizoide debe per-
completud bisexual, como una posición que es fuente de creati- manecer en tensión dialéctica con la posición depresiva, en lugar de ser
reemplazada por ésta (véanse Eigen, 1985; Ogden, 1986).
vidad, como algo a lo que no hay que renunciar, sino más bien
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telos, y en tal caso podría pensarse que la identificación es oscilación flexible entre los diversos niveles de la experiencia.
sencillamente la base del amor objetal, que alcanzar una po- Cuando la integración se confunde con la asimilación reducti-
sición edípica es la meta final del desarrollo, que no es nece- va, cabe sospechar legítimamente que el desarrollo es una for-
sario mirar más allá. A pesar de mi argumentación en favor ma muy costosa de empobrecimiento, como lo es el desarrollo
de la integración de la sobreinclusividad con la complementa• económico, que ya ha arrasado con especies y paisajes comple-
riedad, el alineamiento de la inclusividad con el narcisismo tos así como con la riqueza y la belleza de diferentes culturas.
temprano podría interpretarse mal, y privilegiar la comple- Podemos decir de las identificaciones lo mismo que reflexionó
mentariedad sexual y el amor objetal ulteriores, por sobre la Bataille en su crítica de la cultura (1985): la heterogeneidad
inclusividad y el amor identificatorios tempranos. Una cons- es continuamente amenazada por la homogeneidad, que trata
trucción de ese tipo reflejaría las ideas peyorativas sobre el de asimilarla.
narcisismo implícitas en cierto pensamiento psicoanalítico. Si bien la crítica al desarrollo genérico homogéneo no tiene
Como alternativa, la concepción inclusiva podría llevar a re- por qué impedir las formulaciones dinámicas sobre el desarro-
conocer el amor identificatorio y el amor objetal como a me- llo de las identificaciones genéricas, sí exige desconfiar de las
nudo coincidentes y no mutuamente excluyentes; por cierto, teorías que conciben el desarrollo genérico como una trayecto-
podría determinar que la exclusión mutua pareciera cuestio- ria simple hacia la complementariedad heterosexual. Incluso
nable. De este punto de vista se desprende una reevaluación cuando la homosexualidad no es patologizada directamente,
positiva del narcisismo y un cuestionamiento de la comple- se la presenta como una condición que hay que explicar, una
mentariedad heterosexual como meta del desarrollo. elección de objeto cuya etiología requiere una investigación
De modo que, según he dicho antes, una concepción evolu- continua e intensa. En cambio, como lo señala Chodorow, la
tiva de la diferenciación no necesita postular una meta nor- elección de objeto heterosexual se da por sentada, y pocas ve-
mativa de identidad sexual, ni es necesario que para evitar ces se observa que la heterosexualidad convencional no exige
las posiciones normativas abandonemos todas las reflexiones ir más allá de las complementariedades rígidamente organi-
sobre el desarrollo que tienen una base empírica. Inferir posi- zadas de la polaridad genérica (véase Chodorow, 1992). Como
ciones normativas a partir de concepciones del desarrollo im- lo ha señalado Kernberg (1991), la insistencia en que el otro
plica aceptar supuestos no pertinentes e insostenibles: que lo sea la imagen heterosexual en espejo del sí-mismo, una insis-
anterior es fundamental pero lo posterior es mejor (más desa- tencia que incluye la intolerancia ante cualesquiera otros ele-
rrollado), que el desarrollo es unilineal, que es deseable que mentos sexuales, refleja una defensa contra la envidia, Y no la
todos los conflictos sean resueltos y desalojados, y que las ex- aceptación de la diferencia. Desde luego, ni las relaciones he-
periencias más tempranas subsisten como estratos geológicos terosexuales ni las homosexuales garantizan intrínsecamente
no modificados ni moderados por las elaboraciones simbólicas una postura particular con respecto a la complementari~dad o
inconscientes ulteriores. la igualdad; los dos tipos de relaciones pueden sucum~1r a l~
La teoría psicoanalítica no necesita abandonar los planteos fijeza o jugar superficialmente con la convenc_ión y ,1~s.1denti
evolutivos, sino descentrar su teoría del desarrollo: las inte- dades previamente fijadas. Es obvio que el ps1coanahs1s co~o
graciones posteriores no deben subsumir intactas las prime- institución padece una significativa laguna cultural. Podr1a
ras posiciones ni reemplazarlas sino refiguradas. Este postu- aprender algo del juego irónico y autoconsciente de la van-
lado sería análogo a la idea de Freud de la acción diferida, la guardia homosexual con las convenciones genéricas, que ~dop
retroacción o posterioridad: Nachtraeglichkeit (véase Laplan- ta una postura deliberadamente crítica con respecto a la iden-
che y Pontalis, 1973). Según este enfoque, las integraciones tidad homosexual o heterosexual, con lo cual se ha convertido
ulteriores conservan y refinan las primeras posiciones, modifi- en la'base para teorizar las subversiones de la identidad, co-
cando su aspecto pero no obliterándolas, y permitiendo una mo dice Butler (1990).
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MÁS ALLÁ DE LO EDÍPICO tariedad insistiendo en la polaridad: la exclusión mutua, blan-
co y negro, varón y mujer, puede y no puede. Empl~ando la
Estos desafíos a la complementariedad edípica indican la distinción de Kohlberg entre el pensamiento con~enc~?nal ~ ~l
necesidad de reconsiderar su función y significado. ¿Qué sig- convencional podríamos decir que esta polanzacion edip1-
nifica postular la integración de la primera posición sobreinp p Oscorresponde al' pensamiento convencional de la d"fi .
1 erencia,
elusiva con la ulterior complementariedad edípica de la fase ca 1 ·
ue es adecuado para esta etapa del desarrollo mora Y cogn1-
posedípica? ¿Qué significaría restaurar, en un nivel más alto ~ivo del niño. En la concepción de Kohlberg, el pen~amie,nto
de diferenciación, las capacidades excluidas por la rigidez edí- posconvencional no se desarrolla hasta la adolescencia, y este
pica? He propuesto que el amor objeta!, visto a veces como sería por cierto el período en el que podríamos esperar q~e ~l
opuesto a la identificación, excluyente de la identificación, o recrudecimiento del Edipo se resolviera con una forma mas di-
reemplazado por ella, puede también considerarse originado ferenciada y flexible de la complementariedad. Con este esp~
en el amor identificatorio. Pero, ¿cuál es la relación constante ritu Bassin (1991) ha utilizado los términos de la teoría gem-
entre el amor objetal y la identificación; en qué se convierte el tal ~ara proponer que la fase fálica, con sus opuestos "tener" Y
amor identificatorio al sexo opuesto en la vida ulterior? La "no tener" debe dar paso en la adolescencia a una verdadera
proposición de que la identificación da paso al amor objetal, fase genit~l, en la cual puedan reunirse los elementos an:ité-
¿es simplemente una especie de inversión del postulado de ticos. Esta autora propone que la trascendencia de la umdad
que el amor objeta! es reemplazado por la identificación en el escindida de la polaridad genérica se expresa en la f~rmaci~n
yo? De no ser así, ¿cómo conceptualizar el modo en que la simbólica, con su función tradicional de puente. A diferencia
identificación subsiste como parte de las relaciones amorosas de la identificación proyectiva, la simbolización reúne las ten-
durante toda la vida? dencias componentes antagónicas (Freedman, 1980, citado en
Estos dos conjuntos de interrogantes sobre el destino de la Bassin, 1994): por ejemplo, lo activo y lo pasivo, lo fálico Y lo
identificación y la integración de la fase sobreinclusiva están continente. 7 La simbolización no prohíbe sino que vincula la
relacionados. Mi respuesta es que el mantenimiento de las gratificación de ambas metas; no oculta sino que expres~ ~a
tendencias identificatorias junto al amor objetal crea un tipo oscilación inconsciente entre ellas. La clave de esta func10n
diferente de complementariedad, y una postura distinta res- simbólica es la recuperación de la identificación con la "mitad
pecto de las diferencias en oposición. Es posible diferenciar faltante" de la complementariedad: en la simbolización, "lo fa-
dos formas de complementariedad. La primera, edípica, es miliar se encuentra en lo no familiar" (Freedman, citado en
una oposición simple, constituida por escisión, que proyecta Bassin, 1994).
en el otro los elementos indeseados; de esa manera, lo que
tiene el otro es "nada". La forma posedípica está constituida
por el mantenimiento de la tensión entre elementos contras-
tantes, y en consecuencia no prohibidos sino potencialmente 7. Bassin, al emplear la expresión "verdaderamente genital", lle~a a con-
disponibles; la oscilación entre ellos puede ser placiente, an- fusión, por cuanto no hace justicia a los aspectos p~ege~itales ~e la VJda pree-
dípica que deben reintegrarse en esa especie de smtes1s de s1mbolos que es-
tes que peligrosa. Aunque la forma rígida de la complementa- ta aut~ra propone. Samuels ofrece una concepción junguiana de los símbolos
riedad sexual puede realmente utilizar una representación similar a la de Bassin, como conciliadores de opuestos, que por tal razón :x-
bien elaborada del rol del otro, derivada de identificaciones presan temor reverente y poder. Una paciente suya soñó. con una horquilla
previas, el sí-mismo repudia ese rol como una parte indesea- que tenía curvas femeninas y puntas fálicas, pezones hornbles conec~dos no
obstante con la fertilidad. En una comunicación personal, otro analista me
da, y se siente amenazado por él.
describió el sueño de una paciente en el cual un tampón parecía repr~s~ntar
Tal como está organizada nuestra cultura, el niño debe algo poderoso, al mismo tiempo fálico y contenedor de sangre, tanto fertil co-
atravesar un período edípico en el cual se logra la complemen- mo sucio.
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Lo familiar puede encontrarse "volviendo" a la posición so- Como he tratado de demostrar, la complementariedad
breinclusiva, en la cual todavía era posible usar el espacio posconvencional, que reconoce la multiplicidad y la m~tuali
transicional del juego comunicativo para conservar deseos ne- dad negadas por la forma edípica, no está fuera del sistema
gados por la realidad, como cuando un varón de tres años le de los géneros. Reelabora sus términos, quiebra su lógica bi-
dijo a la madre: "Mira, tengo un pezón en mi pipí, y el pis sale naria fragmentando y recombinando los opuestos, en l~gar
del pezón". Pretender que el pene es un pecho o que el ano es de descubrir algo totalmente distinto, no representado o irre-
una vagina no sirve para negar la diferencia, como lo han sub- presentable. Subvierte la compl~ment~eda~ ~d.ípica aprove-
rayado las teorías de la perversión; en respuesta a una versión chando su propia tensión negativa: la 1mpos1b1hdad de cons-
anterior de este ensayo, se me habló de pacientes varones en tituir un sistema complementario que pueda excluir del
quienes la recuperación de la fantasía de una vagina resolvió sí-mismo todas las identificaciones con la otredad. La com-
compulsiones sexuales indeseadas. Este juego de la fantasía plementariedad posconvencional se basa en la capacid.a~ psí-
puede también tender un puente simbólico sobre la diferencia quica para tender un puente simbólico sob~e las ~p?s1c10nes
reconocida y realzar la empatía sexual. De modo que el desa- escindidas, y también se funda en la sobremclus1v1dad pre-
rrollo no exige una trayectoria unilineal que se aleje de la po- edípica.
sición sobreinclusiva sino la capacidad para retomar sin per- Hasta hace poco tiempo, la teoría psicoanalítica había si-
der el conocimiento de la diferencia. La forma posconvencional do incapaz de ir más allá del nivel edípico. Esta fijación se
más diferenciada de la complementariedad simbólica, que ya refleja en las teorías prevalecientes que insisten en la co~
no es concreta y proyectiva, requiere el acceso a las capacida- plementariedad heterosexual, que equiparan la homose~uah
des identificatorias flexibles de la vida preedípica. dad con la perversión y las "relaciones objetales gemtales
Esta idea de recobrar las estructuras sobreinclusivas de la completas" con la heterosexualidad (véase Chodorow, 199~).
identificación y sublimar la omnipotencia tiene la intención de La afirmación de que el logro edípico de la complementane-
incorporar el aporte epistemológico de la teoría cultural con- dad representa una renuncia a la omnipotencia y la acepta-
temporánea, sobre todo de la teoría feminista, descentrando ción de los límites -ser sólo uno o el otro- pasa por alto otra
nuestra concepción del desarrollo y reemplazando el discurso dimensión, que da profundidad al perfil delineado de la di-
de la identidad por el de las identificaciones plurales. Al mis- ferencia. Sirve también para ocultar el narcisismo incons-
mo tiempo, esta perspectiva podría ofrecer un distinto tipo de ciente del chauvinismo edípico (ser "lo único"), del que era
respaldo evolutivo y empírico a la teorización feminista con- ejemplar la teoría freudiana de la niña como un "hombrecito"
temporánea acerca del género. La relación posconvencional manqué.
con las representaciones genéricas no es necesariamente un El movimiento edípico que bosqueja la posición de "yo soy
ideal utópico; no se infiere sólo de la especulación teórica sino uno (o una), y tú la otra (o el otro)", creando de tal modo la
que constituye una posibilidad material, siempre visible en los forma simple de la otredad, es organizador para ambos sexos.
intersticios del orden genérico. Desde la perspectiva de la teo- Resulta abiertamente hegemónico en la forma masculina, pe-
ría feminista contemporánea, el problema es que no puede ha- ro también está presente, aunque encubierto en su forma
ber ninguna posición que esté "fuera" de ese orden, fuera de la opuesta, el desprecio femenino, como lo ha señalado Dinners-
lógica de los géneros, que constituye la masculinidad y la femi- tein (1976). Podríamos especular (veáse el capítulo 3) que es-
nidad como opuestos binarios. Si uno postula alguna femini- te movimiento edípico representa una simple inversión del
dad esencial que aún no ha sido representada o definida, como preedípico, en el cual la madre parece ser todo, "genéricamen-
hace Irigaray, se limita a reforzar esa lógica (Rose, 1982); Bu- te humana" (Chodorow, 1979). En todo caso, la lógica de or-
tler (1990) ha propugnado, en cambio, una subversión. Pero den superior que subtiende este movimiento es de exch~sión
¿qué significa la subversión en términos psicoanalíticos? mutua, de "esto o aquello", y se instituye en el compleJO de
104 105
límite -un límite cuyas posiciones en realidad ayuda~ a ~~-
Edipo. Conocemos esta exclusión mutua, muy sencillamen~ arcar una frontera en relación con la cual los actos simboh-
co~o complementariedad heterosexual. En este sentido, la
: s adq~ieren su significado-. El conocimiento de las id~ntifi
caciones genéricas nucleares y de la compl~menta_ried,a~
u~10n. de la complementariedad heterosexual con la oposicióQ.
bmana (Goldner, 1991) en el momento edípico constitu~
edípica constituye el trasfondo de las transgr~s~ones simboh-
"La" Diferencia sexual. cas de la fantasía, de la fractura de las oposiciones comple-
Pero la constitución de diferencias sexuales en sentido
múltiple no se centra en un complejo psíquico. La realidad de mentarias y las identidades fijas.
La complementariedad posedípica tambi~n im~lica ~,na re-
las diferencias sexuales es mucho más multifacética que lo lación menos definida entre amor objetal e identificacion. En
que ~abe en la ló~ca bin~ria de la exclusión mutua. La psique un momento, Freud describió la identificación coro~ el primer
n? solo p~eserva mconscientemente las identificaciones repu- lazo emocional con el objeto, un modo de estar relacionado con
diadas, smo que también las expresa, consciente o inconscien- alguien que está allí, que es amado y no ne_cesariamente per-
temente, en las relaciones sexuales, entre progenitores e hijos
dido (1921). En apariencia renunció a esta idea en favor de la
identificación como un proceso interno, un precipitado d~ los
Y entre amantes, sean cuales fueren sus elecciones objetales
objetos abandonados, perdidos y a los que se ~a ~enunciado
aparentes, generando mucha más complejidad que la repre-
sentada por esta complementariedad. Las identificaciones
(1923). Este reemplazo, lo mismo que otros movimientos de la
edípicas, aunque impregnan el nivel de los ideales genéricos,
teoría edípica, representó tanto una pérdida como una ganan-
no e~cluyen otro desarrollo, otras identificaciones, aunque la
cia. Probablemente fue útil para apartar la atención del ªT?º.r
identificatorio, el legado más importante del período pree~pi
teona sostenga lo contrario; no forman una estructura sin fi-
suras, congruente, hegemónica, que suprima todo lo demás en
co, que contribuye a las relaciones siguientes. de amor'! sn~
~a psique (Goldner, 1991). Después de todo, son sólo un con-
patía. Una vez más, la idea de que el amor obJetal y la identi-
ficación se excluyen es un producto edípico, que no represent~
JUnto de fantasías organizadas y poderosas.
Por la misma razón no es posible trascender totalmente lo de modo adecuado las relaciones inconscientes del deseo m
edípico. Delinear la lógica binaria de la complementariedad ofrece una base particularmente útil para salvar la brecha
no es lo mismo que renegar de las estructuras edípicas 0 de-
entre el sí-mismo y el otro. No veo ninguna razón par~ que .no
sembarazarse~~ ,ellas: J?esembarazarse del aspecto omnipo-
podamos ser más inclusivos y recm~oc.er que. el am?r ide~tifi
tente de la posic10n edipica no es más posible que librarse de catorio y el amor objeta! pueden existir y existen si~ult~nea
la fantasía preedípica de la omnipotencia -o más bien sólo mente. ¿Por qué no ver los movimientos desde. la identifica-
sería p~si?le ~n ~n mundo totalmente omnipotente, sin ~érdi ción hasta el amor objeta!, desde el amor obJetal hast~ l~
da, envidia m diferencias-. Pero podemos subvertir la omni- identificación como alternancias constantes de toda la vida.
potencia oculta exponiéndola, así como reconociendo otro ám- El inconsciente, tal como lo hace con las oposiciones, puede
bito de libertad sexual que reelabore los términos edípicos. cambiarlos e invertirlos; la dificultad consiste en mantenerlos
como tensiones, en lugar de fragmentarlos en polarida~es e~
Desde luego, este ámbito depende del otro rostro de la omni-
pot~ncia: las capacidades sobreinclusivas para trascender la
cindidas. En la vida posedípica, el amor objetal puede mcl_uir
real.ida~ ~or medio de la fantasía, que pueden reintegrarse en
aspectos del amor identificatorio, y viceversa ..coro~ la dif~
la simbohca sexual de la fase posedípica. rencia y la igualdad, el amor objeta! y el amor identifi.catono
La tensión entre el deseo omnipotente de trascendencia y constituyen una tensión que no hay que pensar que muge una
la afirma~ió_n de los límites siempre ha encontrado expresión
en el domim~ ~el placer estético y erótico. Cualquier esfuerzo resolución. 1 l' ·
Los lados no son tampoco lo que parecían dentro de a o_gi-
por dese,s~abihzar las posiciones fijas de la complementarie- ca binaria de la complementariedad genérica. En esa lógica
dad genenca depende de la tensión entre la transgresión y el
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del Uno y ~l Otro no hay ningún lugar para Ambos 0 para los
Muc!1os. Si _el sexo y el género tal como lo conocemos son
3. LA MADRE OMNIPOTENTE: UN ESTUDIO
atra1dos hac~a _polos opuestos, estos polos no son la masculini- PSICOANALÍTICO DE LA FANTASÍA
dad Y la fem1mdad. Más bien, el bimorfismo genérico en sí só- Y LA REALIDAD*
lo r~pr~s.enta un polo; el otro polo es el polimorfismo de todo
los md1v1duos. s
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Somos un grupo de personas comprometidas en construir herramientas, espacios y
alternativas para afrontar el sufrimiento psíquico desde lo colectivo.
Desarrollamos nuestro activismo desde espacios seguros, diversos y libres, desde donde
nos pensamos, nos cuidamos y nos organizamos para la acción política en defensa de
nuestros derechos y la consecución de nuestra emancipación.
En los GAM nos reunimos personas que compartimos, en primera persona, la vivencia de
experiencias psíquicas inusuales, convencidas de que el sufrimiento que padecemos
aumenta cuando las condiciones vitales y la presión social producen incomprensión,
aislamiento y criminalización.
Activismo
Flipas GAM, colectivo madrileño de activismo y apoyo mutuo en salud mental
3. Introducir a todos los niveles (desde documentación o informes médicos hasta las
propias consultas con profesionales) un lenguaje menos estigmatizador y
desempoderante que no hable siempre de enfermedad mental crónica, trastorno
1
Los únicos cambios existentes entre el documento que se aportó en la reunión con la Consejería de
Sanidad y éste que hoy hacemos público, es el añadido de este paréntesis con el cargo de Dña.
Mercedes Navío (y esta propia nota al pie, que modifica la numeración de las notas al pie siguientes),
y la introducción de los números de página.
2
Actualmente el que esto sea posible depende de la mejor o peor disposición del responsable del
servicio o centro, y la respuesta es negativa en la inmensa mayoría de las ocasiones.
1
mental grave (TMG), etc... incluyendo términos como diversidad mental (que puede
o no traducirse en problemas de salud mental), sufrimiento psíquico, experiencias
psíquicas inusuales. Respetar la narrativa que cada persona hacemos de nosotros
mismos, en un proceso que suele evolucionar a medida que nos empoderamos y
cogemos las riendas de nuestra vida. Establecer los mecanismos y las garantías
necesarias para que esto se cumpla.
3
Adjuntamos un documento sobre este tema (“Estigma o Discriminación en la Atención en Salud
Mental”, ponencia presentada por Hernán María Sampietro en el XXIII Congreso Nacional de
Enfermería de Salud Mental en mayo del 2015), que recoge testimonios en primera persona de
pacientes que han vivido algunas de estas situaciones, a modo de ejemplo. También en este enlace
(http://madinamerica-hispanohablante.org/el-estruendoso-silencio-de-los-abusos-en-psiquiatria/) se
habla del caso del psiquiatra de Alcalá de Henares que se suicidó recientemente tras haber sido
denunciado por abusos a sus pacientes, y tras lo que haberse focalizado toda la atención sobre su
suicidio y apenas nada sobre sus víctimas abusadas.
2
a. Reconocer que estas situaciones están pasando y de manera cotidiana. No
son casos aislados o malas praxis particulares, son sistémicas.
b. Reconocer el trauma y sufrimiento extra e innecesario que nos generan estas
prácticas. Apoyar de forma especial a las personas que hemos sufrido
estigmatizaciones, discriminaciones, tratos vejatorios, maltratos y abusos en
momentos en los que además estábamos especialmente vulnerables, por
parte de personas que supuestamente velaban por nuestra salud y
seguridad. Facilitarnos mecanismos de denuncia ante estas situaciones.
c. Desarrollar -contando aquí también con la voz de los propios usuarios, sin
intermediarios- planes específicos que lleven a eliminarlas o reducirlas a su
mínima expresión, con posibles sanciones a sus responsables. ESTAS
PRÁCTICAS DEBEN SER ELIMINADAS EN SU TOTALIDAD.
11. Trabajar de forma conjunta con el resto de Consejerías que estén implicadas en los
procesos de facilitar nuestra inserción laboral (Empleo, Servicios Sociales a través
de sus CRLs, etc) de forma que cuando se persiga conseguir la inserción laboral de
personas del colectivo, sea en empleos de calidad, no de precariedad o explotación,
y que sean empleos significativos para cada persona concreta (según su propia
subjetividad). Esta NO es la práctica que conocemos ahora.
4
Más información sobre la petición que ya hizo el Foro Vasco de Salud en el Parlamento Vasco, en
este enlace:
http://www.diariovasco.com/sociedad/201705/11/foro-salud-pide-visitas-20170511014756-v.html
3
Además de recordar nuestra propuesta anterior (nº 3) sobre avanzar hacia un lenguaje
menos estigmatizador, queremos centrarnos en este punto en el objetivo estratégico 2
sobre mejorar la atención hospitalaria. En este sentido tenemos algunas propuestas para
incluir en el plan:
14. Obligatoriedad de que cada una de estas medidas coercitivas sea incluida en la
redacción de la historia clínica del paciente afectado, que debe ser fácilmente accesible al
usuario tras solicitud previa.
16. Establecer mecanismos para asegurar que DURANTE el proceso que dure cada
ingreso, sea este voluntario o involuntario, se nos permita siempre poner reclamaciones
presencialmente en atención al paciente del centro donde estemos ingresados el mismo día
en que lo solicitemos, y se dé respuesta a las mismas a la mayor prontitud.5
17. En los ingresos también habrá obligatoriedad de, al menos, informarnos siempre que así
lo solicitemos, sobre cuál es el tratamiento farmacológico que nos está siendo aplicado,
posibles aumentos de dosis, cambios de medicación, etc.6 Establecer los mecanismos y las
garantías necesarias para que esto se cumpla.
5
El proceso habitual actualmente en la mayoría de los casos, si no en todos, es que durante el
ingreso nos lo impiden, diciendo siempre que sólo podrás hacerlo una vez tengas el alta.
6
La práctica habitual en la actualidad es que, incluso en ingresos voluntarios, si preguntas por la
medicación que te está siendo administrada por el personal de enfermería, te respondan que “lo
tienes que hablar con el psiquiatra”, a quien puede que no veas hasta como mínimo el día siguiente o
con posterioridad, y aun sin saber qué pastillas son, te obliguen a tomártela, forzando incluso
tensiones con otros pacientes ingresados (por ejemplo, haciendo que nadie se pueda levantar de la
mesa hasta que tú no aceptes tomarte una medicación que desconoces qué es). Estas situaciones
son humillantes, no son terapéuticas, no favorecen el responsabilizarnos de nuestro proceso, y no
deben seguir dándose.
4
18. Diseñar e implantar desde la Consejería de Sanidad un cuestionario que evalúe la
calidad del servicio y del trato recibido en cada ingreso de cada centro hospitalario, que
deba ser obligatoriamente facilitado a cada paciente en el momento del alta, rellenado de
forma libre y devuelto a la Consejería después para su posterior evaluación como indicador
de calidad de los distintos centros y servicios, ayuda en la detección de problemas, etc. En
el diseño del cuestionario se tendrá en cuenta la voz directa y sin intermediarios de los
colectivos y agrupaciones de usuarios.
21. Las unidades de hospitalización no pueden ser meros “aparcamientos”, en las que la
única actividad del día sea una consulta de diez minutos con el psiquiatra, por lo que se
debe ofrecer en ellas actividades terapéuticas que puedan ayudarnos en esos momentos de
especial vulnerabilidad. Sin embargo, el asistir o no a estas actividades debe ser siempre
voluntario, y no convertirse la asistencia o no a las mismas en algo a premiar o castigar,
como sucede actualmente cuando alguna de esas actividades existe.
22. Tener en cuenta de manera vinculante la opinión de cada paciente ingresado sobre las
posibles visitas que recibimos, no entorpeciendo que estas visitas procedan de más allá del
entorno familiar si así lo deseamos, favoreciendo así el mantenimiento de los lazos con
nuestra propia red de apoyo y sin permitir vetos que provengan de profesionales o/y
familiares. Establecer los mecanismos y las garantías necesarias para que esto se cumpla.
También tenemos tres últimas propuesta dentro de esta misma línea estratégica, que
debería contemplarse tanto dentro como fuera de la atención hospitalaria:
7
Más información sobre unidades libres de medicación en Noruega, en este enlace:
https://www.redaccionmedica.com/secciones/psiquiatria/las-salas-libres-de-medicacion-llegan-a-los-h
ospitales-psiquiatricos-1296
8
Más información sobre la iniciativa “Open Doors” o “puertas abiertas” en Psiquiatría, en este enlace:
http://www.elmundo.es/baleares/2016/03/21/56efb389268e3ede088b456c.html
5
medicaciones, de sus posibles efectos secundarios no deseados a corto, medio y largo
plazo, de posibles interacciones, y ser nosotros quienes consintamos o no, siempre con el
correcto asesoramiento de nuestro profesional y pactando en su caso entre profesional y el
paciente el tratamiento farmacológico. Establecer los mecanismos y las garantías
necesarias para que esto se cumpla.
25. Al trabajar con y desde las “necesidades del usuario”, tener en cuenta de forma
determinante las necesidades que los propios usuarios explicitamos, y acompañarlas.
En esta línea, algunas propuestas para incluir en el plan referentes al objetivo 4, sobre salud
mental perinatal.
6
Y también una propuesta a incluir en el plan que hace referencia a los otros objetivos de la
línea estratégica en cuestión:
31. Trabajar en la reducción de las listas de espera para la primera atención en salud
mental (tanto en psicología como en psiquiatría y respetando la voluntad del paciente sobre
cuál de estos dos abordajes prefiere) tras ser derivados desde Atención Primaria.10
Al no reseñarse previamente ningún objetivo concreto dentro de esta línea solo incluimos
una propuesta concreta a añadir en el plan:
Algunas propuestas dentro de esta línea que pedimos incluir en el plan son:
33. Instaurar un teléfono gratuito de atención 24 horas, sin límite de tiempo por llamada,
llevado por especialistas y como un servicio público, para atendernos a las personas que
presentamos ideación suicida y otras que nos pongan en riesgo (autolesiones, etc).
9
La ponencia de Hernán Sampietro que adjuntamos y ya mencionamos antes, también muestra a
modo de ejemplo algunos testimonios que muestran cómo este estigma sin lugar a dudas existe
también entre profesionales sanitarios (desde atención primaria, especialistas, urgencias… hasta los
propios profesionales de salud mental) influyendo muy negativamente en la atención que recibimos.
10
Hay personas que quieren y necesitan ser atendidas en salud mental por un especialista, y desde
que el médico de cabecera las deriva (a veces tras aplazarlo, no siempre es fácil ser derivado
aunque lo solicitemos y aunque el propio médico de cabecera lleve meses recetándonos
psicofármacos) hasta que llega la fecha de la cita pueden pasar dos meses, tres en ocasiones. No
puede ser así.
7
34. Fomentar vínculos significativos entre iguales como estrategia de prevención del suicidio
y reincidencia en los intentos.11
Línea Estratégica 6. Atención a las personas con trastornos del espectro autista.
Por el momento no tenemos propuestas específicas para esta línea del plan.
Por el momento tenemos solo una propuesta concreta dentro de este área, para incluir en el
plan:
Por el momento tenemos solo una propuesta concreta dentro de este área, a incluir en el
plan:
36. Respetar las características propias de cada individualidad sin patologizarlas, y extremar
la precaución a la hora de diagnosticar para evitar el sobrediagnóstico innecesario.13
11
En nuestra experiencia, los sucesivos ingresos, la cronificación, la sobremedicación… no nos
ayudan a reforzar nuestro vínculo con la vida, a veces muy débil. Lo que nos ha ayudado ha sido, por
una parte, resolver situaciones psicosociales límite (riesgo de desahucio, precariedad extrema,
exclusión social, etc) y por otra, fomentar el establecimiento de relaciones personales significativas,
vínculos afectivos, el desarrollo de actividades también significativas, y recuperar el poder de la toma
de decisiones sobre nuestras propias vidas.
12
En nuestra experiencia, encontramos enriquecedor y terapéutico este contacto entre, a la vez,
iguales -personas que convivimos con problemas de salud mental, sufrimiento psíquico o
experiencias inusuales- y diversos -personas que compartimos distintas problemáticas y distintos
diagnósticos-. Si lo reseñamos de manera específica en esta línea es por la frecuencia con que los
TCA son tratados en unidades específicas, o incluso en secciones aparte dentro de la misma unidad
de ingreso psiquiátrico.
13
Realmente esta propuesta debería tenerse presente de manera general, pero desde nuestra
experiencia, los trastornos de personalidad es quizá una de las áreas donde más se incumple y por
eso la incluimos específicamente en esta línea.
8
Línea Estratégica 9. Humanización y lucha contra el estigma y la discriminación de
las personas con enfermedad mental.
Hemos ya hecho varias referencias a propuestas que también podríamos incluir en este
área aunque ya las hayamos mencionado (nº 3 sobre lenguaje menos estigmatizador; nº 7
sobre eliminar discriminaciones, tratos vejatorios, maltratos y abusos en los servicios de
salud mental; desde la nº 12 a la nº 22 referentes a la mejora -y humanización- de la
asistencia hospitalaria; nº 30 sobre formación autoestigma a los y las profesionales
sanitarios, etc) Las recordamos de nuevo por su importancia también dentro de esta línea
estratégica.
También, dentro del objetivo específico sobre “mejorar y optimizar la capacitación de todos
los profesionales implicados en la comunicación, atención y manejo de los pacientes con
problemas de salud mental”, tenemos una propuesta concreta a incluir en el plan:
37. Establecer sistemas y mecanismos para que parte de esa capacitación a los distintos
profesionales provenga de charlas y formaciones que les demos nosotros mismos, los
propios usuarios y usuarias, “expertos por experiencia”, desde la primera persona y la
experiencia propia en problemas de salud mental.
Mayo de 2017
Flipas GAM
Colectivo madrileño de apoyo mutuo y activismo en salud mental
9
AEN
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE NEUROPSIQUIATRÍA
PROFESIONALES DE LA SALUD MENTAL
Tras años de vinculación al ámbito de la salud mental, desde la práctica del activismo, el ejercicio
profesional y con formación en distintas disciplinas afines al ámbito de la salud mental, tres personas
con diagnóstico psiquiátrico ponemos en marcha “La Colectiva – Salud Entre Pares”, que nace como
un proyecto de autoempleo destinado a favorecer la puesta en práctica de los conocimientos adquiri-
dos tras haber transitado por experiencias extremas, inusuales, y en general de sufrimiento psíquico,
haciendo hincapié en aquellas que habitualmente se contienen en la etiqueta de “trastorno mental
grave”. Partimos para ello de la certeza de que, efectivamente, estas experiencias pueden ser de
utilidad tanto a la hora de realizar cualquier tipo de intervención, como para mejorar las prácticas y
garantizar el cumplimiento de los derechos humanos en salud mental. La existencia de “La Colectiva
- Salud Entre Pares”, se fundamenta también en la demanda de nuevas alternativas y recursos, tanto
de formación como de acompañamiento en las crisis o apoyo en los procesos de recuperación, que
hemos detectado a través de la escucha y el diálogo entre personas de nuestro colectivo y/o pro-
fesionales, amistades y familiares, que nos hemos ido encontrando en estos largos años de camino.
Abordamos esta tarea con la intención de promover una formación de calidad y colaborar en una
atención en salud mental como creemos y sentimos saber que debe ser: respetuosa con la experien-
cia y las vivencias de las personas y sus derechos, capaz de ofrecerles apoyo en su propio camino y
proceso de recuperación. Conscientes de la extrema relevancia del contexto, apostamos por un enfo-
que social y comunitario, tantas veces olvidado.
En cuanto a la red de atención existente y en lo concerniente a las relaciones con otras entidades,
públicas o privadas, sanitarias o sociales, del ámbito de la salud mental y otras áreas que la atravie-
san, nos gustaría sumar nuestras energías y lograr ser un catalizador más para la mejora del sistema,
aportando para ello nuestra ilusión, visión, trabajo y conocimientos. En base a las mencionadas
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PROFESIONALES DE LA SALUD MENTAL
experiencias de participación y el valor del saber en primera persona, pretendemos ser permeables a
personas, propuestas y proyectos que compartan nuestra visión y valores. Deseamos, en la medida de
lo posible, estimular la creación de empleo para nuestro colectivo sabiendo lo mucho que tiene que
aportar, una riqueza que actualmente multiplica el número de personas que además de haber supe-
rado experiencias de sufrimiento psíquico, se han formado en campos como la intervención social,
la sanidad, la psicología u otros, a menudo con especialización en la propia rama de salud mental.
Son aquellos a los que nos referimos como “perfiles dobles” y que en algunos casos son triples, ya
que además de ser profesionales y personas con diversidad mental, han ejercido o ejercen el cuidado
y apoyo de familiares próximos. En este aspecto, tenemos un ojo puesto en un proyecto en EEUU,
Parachute NYC, en el cual se ofrecen servicios que parten de una filosofía idéntica, con el trabajo de
una mayoría de pares y un porcentaje mínimo de profesionales.
Creemos que todo este capital humano puede contribuir añadiendo un valor inestimable a la hora
de trabajar en las necesidades del colectivo de personas que se enfrentan al sufrimiento psíquico y
queremos tenerlo presente como piedra angular de las actividades de “La Colectiva”.
Este esbozo se concreta en varias líneas de trabajo definidas hasta ahora y que pretendemos desa-
rrollar, sin ponernos límites en cuanto a otras que puedan surgir, pues tenemos intereses diversos,
inquietudes amplias, muchas esperanzas y creemos que “está todo por hacer”...
Formación
Dirigida a:
Personas que trabajen en el sector de la salud mental sea en contextos sanitarios o sociales.
Personas que pertenezcan a nuestro colectivo diverso mental, tengan o no perfil múltiple de pro-
fesional o familia cuidadora.
Familiares que quieran comprender o profundizar en las perspectivas “en primera persona”.
Con los objetivos de calidad y transversalidad, a través de recursos formativos y propuestas pro-
pias, también ofreceremos acciones formativas, facilitaciones y talleres a medida de los grupos o
entidades que nos las soliciten. Aunque nuestro objetivo más obvio es la atención social y sanitaria,
colegios y asociaciones profesionales, entidades del tercer sector, universidades, incluimos a todo
colectivo y entidad cuyo trabajo se relacione con el sufrimiento psíquico.
Uno de nuestros principales intereses en este campo es contribuir en la medida de nuestras posibili-
dades al avance, el cambio y la mejora de los dispositivos de salud mental, por lo que algunas de las
acciones formativas en las que nos centraremos principalmente, irán encaminadas a la consecución
del logro de objetivos que consideramos prioritarios como puede ser el cese de la aplicación de las
“contenciones mecánicas”, para lo que resulta necesaria más allá de otros recursos, una formación
adecuada al empeño.
6 Nos situamos, según la revisión de literatura “Personas con enfermedad mental grave que forman
a profesionales de la Salud Mental” , en los grados más altos de implicación de pares en esta tarea.
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PROFESIONALES DE LA SALUD MENTAL
Voluntades anticipadas, en el que las participantes podrán conocer, crear y gestionar este documento.
Derechos, para conocer y aprender a hacer efectiva la garantía de nuestros derechos, en las situa-
ciones comunes en las que son susceptibles de ser vulnerados.
Agentes de Apoyo Mutuo, mediante la que ofreceremos la cualificación para llevar a cabo las tareas
de las que se ocupa esta figura que esperamos contribuir a potenciar.
Creación y Facilitación de GAM, precedido de una charla sobre los grupos de apoyo mutuo y su rela-
ción y beneficios para la recuperación, diseñamos este taller que proporcionará los materiales y las
herramientas necesarias, así como los recursos y habilidades para afrontar la creación y facilitación
de grupos de apoyo mutuo.
Hasta aquí, pensamos que nuestro proyecto requiere de mucho más que esfuerzo y entusiasmo y de
un ejercicio de autoevaluación permanente que nos hemos propuesto sostener con la esperanza de
que lo que hacemos resultará de utilidad; precisa también de apoyos que afortunadamente estamos
recibiendo, por lo que aprovechamos para agradecer la buena acogida y el interés que está susci-
tando “La Colectiva”.
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PROFESIONALES DE LA SALUD MENTAL
Creemos que nuestra iniciativa puede permitirnos trabajar y vivir de forma digna y a través de una
actividad significativa en un campo que nos apasiona y en el que hemos decidido volcarnos por com-
pleto. Y aún más allá, que esta apuesta es coherente con nuestra trayectoria individual y colectiva,
pues nada más coherente con nuestra labor activista nos parece en este momento, que afrontar el
compromiso y la tarea que supone poner en pie un proyecto como el que hemos expuesto en estas
líneas. Esperamos encontrar las fórmulas para crecer y perseverar en nuestra intención de prestar
un servicio a la comunidad, colaborando en la construcción de tejidos sanos y ayudando a la trans-
formación social, cooperando a propiciar un cambio cultural que permita afrontar de una forma más
humana el malestar psíquico y que se traslade en la consecución de una igualdad real de derechos
para las personas que han vivido o viven con esta particular forma de estar en el mundo, tan válida y
respetable como todas las demás. Deseamos con toda nuestra fuerza ver y vivir estos avances y que
otras muchas personas puedan ver mejorada su situación. Poder realizar nuestra humilde aportación
para su materialización, es también, un regalo inestimable.
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Cuando el apoyo mutuo te puede salvar la vida
Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)
El paro, la dificultad para pagar la hipoteca o un posible desahucio son los factores, científica y
estadísticamente demostrados, que explican el aumento en los últimos años de personas que
acuden a las consultas de atención primaria con síntomas de depresión y ansiedad. La peor
consecuencia de una depresión es el suicidio. Un problema de salud pública de primera
magnitud que supone la primera causa de muerte externa en España, por delante de los
accidentes de tráfico.
Probablemente Nani Lema nunca imaginó que caminaría más de 2.000 km para llegar a Bruselas
hasta que lo hizo. Tampoco José Coy se hubiera creído hace años, cuando trabajaba como comercial
autónomo, que debería reinventarse en su trabajo y crear una cooperativa agrícola, sin haber
trabajado nunca antes la tierra.
Él lo hizo para luchar contra la depresión, ella para afrontar la muerte de su hermano, Francisco José
Lema, que meses antes se había suicidado tras un acoso constante a él y su familia por parte de su
banco y un largo historial de depresión y ansiedad causado por esta situación.
Ambos estaban haciendo frente a una de las consecuencias más invisibles de la crisis económica: el
deterioro de la salud mental. Ellos, como tantas otras personas, forman parte de ese grupo de gente
que, de una manera o de otra, han visto cómo sus vidas cambiaban radicalmente en los últimos
años.
Un estudio científico realizado por la Universidad de las Islas Baleares revela que los casos de
depresión y ansiedad aumentaron notablemente en las consultas de atención primaria entre 2006 y
2010. En el estudio se demuestra que este incremento se debe principalmente al desempleo. “Éste
es el factor que mejor predice que una persona tenga mayores probabilidades de tener una
depresión clínica”, según palabras de la doctora Margarida Gilli, coordinadora del estudio.
Después del desempleo son las dificultades para pagar la hipoteca o la amenaza de un
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Cuando el apoyo mutuo te puede salvar la vida
Publicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)
Algunos expertos coinciden en la necesidad de hacer una tercera parte de este estudio para ver lo
que ha ocurrido durante los años posteriores a 2010, ya que la problemática de los desahucios era
menor en el momento en que se realizó la investigación.
José Coy tiene 50 años y lleva más de cinco en el paro. Cuando su negocio empezó a ir mal, se
endeudó con el banco y, con el tiempo, éste intentó embargarle una parte de su casa. Luchó con
uñas y dientes para evitar que esto sucediera. Se puso en huelga de hambre y al final pudo con el
banco. Sin embargo, seguía desempleado y en la exclusión social. Al principio evitó medicarse, pero
los síntomas de depresión eran cada vez más evidentes, sentimiento de culpa, apatía e insomnio
entre otros, hasta que llegó un momento en que no pudo más y empezó a tomar medicación.
“Una depresión, si no es tratada, puede agravarse y conllevar un final trágico”, afirma Santiago
Durán, médico psiquiatra del Hospital Sant Pau de Barcelona, donde realiza asistencia dentro de un
programa pionero en España de prevención del suicidio. En más del 90% de los casos, el
suicidio es consecuencia o está ligado a una enfermedad mental, incluyendo las más
frecuentes: depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia, alcoholismo y trastorno de la personalidad
múltiple.
Hay muchos tipos de depresiones. Una de ellas es la que los especialistas llaman depresión
melancólica. Este tipo de patología es “puramente cerebral –según explica Durán–; el entorno puede
ayudar a contener al paciente, pero por mucho que mejore la situación, lo que necesita es un
tratamiento farmacológico que restablezca unos niveles de neurotransmisores que están alterados”.
Otro tipo de depresiones son los trastornos adaptativos, en los cuales si no se modifica el entorno o
la forma de percibirlo, no habrá mejoría por mucho que se receten medicinas y antidepresivos. “Hay
enfermedades puramente biológicas, y otras que están muy contextualizadas, donde la psicoterapia
y el abordaje social, tienen un papel igual o más importante que el puramente psiquiátrico”,
concluye Durán.
A Coy no lo salvaron las pastillas. “Lo que a mí me ha salvado la vida es luchar”. Coy es un
hombre grande y robusto, con un pasado notorio como activista sindical, acostumbrado a pelear por
sus derechos. Quizás por eso es tan demoledor oírle decir que entiende el proceso mental de una
persona que decide quitarse la vida. Él también lo ha pensado en algún momento. “Siempre digo
que sin la PAH yo ahora no estaría aquí”. Éste es un aspecto que muchos activistas de la Plataforma
de Afectados por la Hipoteca coinciden en señalar: el valor terapéutico de la lucha y la
colectivización del dolor y el sufrimiento.
“No me preguntes de dónde sacaba las fuerzas [para caminar hasta Bruselas], me aferraba sobre
todo al recuerdo de mi hermano”. Nani Lema perdió a su hermano de la forma más injusta, como
explicaba su amigo Rafael Blázquez, activista de la PAH de Córdoba: “Es como si vieras una persona
que está al borde de un precipicio y que al poquito que le toques se va a caer. Eso hizo el banco con
él”.Muchos activistas de
la PAH y otros grupos coinciden en señalar
el valor terapéutico
de la lucha
“Se fue apagando, perdiendo el interés por todo, hasta que un día ya no pudo más”. Nani recuerda a
su hermano y cómo llegó hasta ese punto con una entereza indescriptible. “No queda otra que
luchar”, dice. En el tiempo que he pasado con ella, hemos hablado mucho, de su vida, de su
hermano, de lo que queda y de lo que tiene por delante. Nunca le ha temblado la voz. Para ella,
luchar es probablemente la medicina para no derrumbarse, para combatir no sólo su propio dolor,
sino también con el banco en el que su hermano tenía –y tienen ahora sus padres–, la deuda que
acabó por matarle.
“Los suicidios son la punta del iceberg en salud mental”. James López Bernal, médico de salud
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pública del London School of Hygienics, ha participado en una investigación con la que que querían
demostrar si realmente hay una relación entre la crisis y los suicidios. Lo que encontraron fue un
incremento del 8% de los suicidios sobre la tendencia subyacente en España. Hallaron también que
los grupos que más han sufrido este incremento son varones en edad laboral, algo que nunca antes
había sucedido.
Al estudio, que ha sido publicado recientemente en la prestigiosa revista científica The Lancet, no le
falta polémica y algunos expertos se lanzaron a rebatir estos resultados basándose
fundamentalmente en el arco de tiempo que abarcaba su estudio, entre 2007 y 2010. Sin embargo,
las estadísticas del INE, publicadas este año, con datos que llegan hasta 2012, acompañan los
resultados del estudio de Bernal y hablan de un aumento del 11,3% en este tipo de deceso,
situándolo como primera causa de muerte externa en España, por delante de los accidentes de
tráfico.
Hoy por hoy, ningún científico, ni Bernal, ni Durán, ni Gilli, ni ninguno de los demás expertos
entrevistados, se atreve a establecer un vínculo directo entre suicidio y crisis. Por otro
lado, nadie se atreve a negarlo. Habrá que esperar algunos años para poder determinar si existe
una relación o no. Las estadísticas del INE sobre este asunto se recogen mensualmente, pero con un
desfase de dos años, por lo que es complicado hablar de incidencia directa cuando todavía faltan
datos.
Mas allá del debate de si han aumentado los suicidios con la crisis económica, la cuestión es que se
registran numerosos casos de depresiones demoledoras que afectan a personas en procesos de
desahucios, que no se curan simplemente con medicamentos o antidepresivos. En algunos casos, la
depresión termina en suicidio. En otros, son las distintas formas de apoyo mutuo, como en el caso de
Coy, las que permiten salir adelante.
“No hay acusación más directa que quitarse la vida, es una derrota del sistema político, evidencia
que hay ciudadanos que sufren hasta la muerte”, explica Juan Carlos Pérez, autor del libro La mirada
del suicida. Hablar del suicidio es un tema tabú, invisibilizado y silenciado deliberadamente a lo largo
de la historia. Sin embargo, numerosos expertos coinciden en la necesidad de entender el suicidio
como un fenómeno social y no como un hecho aislado para poder desestigmatizarlo.
Recuadro:
El corto documental Los que se quedan, próximamente online, se propone arrojar luz sobre el
deterioro de la salud mental en España y la vinculación entre crisis y suicidios, de la mano de
expertos y científicos entrevistados en lugares como Madrid, Barcelona y Londres. El vídeo es obra
de los fotoperiodistas freelance Gabriel Pecot, Eva Filgueira y Olmo Calvo.
"Los que quedan", vídeo sobre desahucios y suicidios estrenado el 28 de noviembre. Autoría
vídeo:
Olmo Calvo, Eva Filgueira y Gabriel Pecot.
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4. El esquizoanálisis
LECTURAS COMPLEMETARIAS SOBRE
ESQUIZOANÁLISIS Y ESQUIZODRAMA
Existe una concepción un poco clásica del deseo como algo individual,
según la cual lo social es algo que se va construyendo a partir de ese deseo
individual, por etapas sucesivas. Por supuesto que se puede intentar hacer
la cartografía de una situación a partir de esas nociones. No hay, desde mi
punto de vista, modelos universales y científicos para intentar comprender
una situación, y los propios modelos científicos se repelen, se intercambian,
se conjugan entre sí. No obstante, en esa concepción clásica del deseo sub-
yacen una serie de fenómenos, de los cuáles uno me parece muy importan-
te: el de la producción de subjetividad —más que el de su modelización— a
escala social y también mundial.
[Debate sostenido con un comité del PT de Río de Janeiro (RJ, 11/09/1982)].
[Debate promovido por el Curso de Psicoanálisis del Instituto Sedes Sapientiae (São Paulo, 31/08/1982)]
Otro abordaje de las formaciones colectivas del deseo se hace necesario para
pensar cuestiones como la del sentimiento amoroso y su creativa compleji-
dad de mundo y de universo; o la de los niños en aquella fase crucial de su
integración a los sistemas escolares, cuyas consecuencias son muchas veces
nefastas. Además, creo que para comprender fenómenos sociales más
amplios, para entender las grandes dimensiones históricas de lo que ocurre
hoy en Polonia, por ejemplo, hay que abordar de otra manera la problemá-
tica de las formaciones colectivas de deseo.
La problemática de un análisis de las formaciones del inconsciente se plan-
tea en contextos muy variados. Un primer ejemplo podría ser el análisis de
nuestras propias producciones semióticas —nuestro propio sueño al des-
pertar (en una especie de autoanálisis), una producción poética, en definiti-
va, cualquier producción creadora. Un segundo ejemplo sería el de una
situación dual, con la instauración de un lenguaje que se constituye en meta-
lenguaje en relación con los niveles de producción primaria. Esas diferentes
producciones semióticas, a su vez, son tomadas en grados de lectura, de
interpretación, de comunicación, que las hacen entrar en diferentes sistemas
de redundancia. Por lo tanto serán codificadas de distintas maneras en una
situación analítica, en una situación de pareja o en una situación madre/hijo.
Por ejemplo, los síntomas referidos a las producciones semióticas corporifi-
cadas serán remitidos a cierta trama de interpretación por la madre, la cual
no va a coincidir con la del profesor o la del asistente social. Si tomamos otro
nivel de lectura, el institucional, todos los niveles anteriormente citados van
a entrar nuevamente en un sistema de interpretación y decodificación, lo
que implicará elementos legales, reglas, reglamentaciones y algunas redun-
dancias dominantes. Tales elementos no van a situarse sólo como referencias
exteriores a los primeros niveles de producción: en todo momento habrá
efectos de retroacción. La ley, tal como es articulada, por ejemplo, en una
escuela o en un hospital psiquiátrico, va a volver a intervenir directamente
en el nivel del supuesto proceso primario. Es lo que vemos constantemente
en el análisis de los sueños, donde aparecen determinaciones de orden ins-
titucional, político o geopolítico.
Tales determinaciones de leyes, determinaciones de tercer, cuarto, enési-
mo nivel de metalenguaje, no se sitúan como metalenguaje, sino que inter-
vienen directamente en la sintagmática de la elaboración. Y como esos otros
niveles no responden a una lógica única del significante, podríamos decir
Deseo e historia 277
No existe receta alguna que garantice el desarrollo de un proceso auténtico
de autonomía, de deseo. Si es cierto que el deseo puede orientarse hacia la
construcción de nuevos territorios y de otras maneras de sentir las cosas, es
igualmente posible que, por el contrario, sea reorientado en cada uno de
nosotros hacia una dirección microfascista.
278 Micropolítica. Cartografías del deseo
Para comprender la proliferación de un fenómeno como el de las radios libres,
es preciso situarlo como una intervención que se produce en el nivel del
inconsciente social. Tal vez el término «inconsciente» no sea muy adecuado.
Lo utilizo por comodidad, pero sería más preciso hablar de un cuestionamien-
to del modo de semiotización colectiva en su relación con el habla, con la
información y con el interlocutor «medios de comunicación de masas».
Aquello que se está viviendo en las condiciones específicas de Brasil no va a
dejar de tener efectos en situaciones completamente diferentes. Creo pro-
fundamente en una suerte de sistema de interacción, que me atrevería a cali-
ficar como inconsciente a nivel social, a partir del cual debe, evidemente, ela-
borarse de otra forma el concepto de inconsciente. Lo que está ocurriendo en
Brasil interactúa con lo que pasa en Polonia, en el Líbano y —¿por qué no?—
en Europa también.
El inconsciente en la historia, por ejemplo en el Brasil de hoy, tiene que ver
con la manera en la que una serie de minorías viven su problemática referi-
da a la subjetividad, ya sea resistiendo a las producciones de la subjetividad
dominante, ya sea en una relación de dependencia o de contradependencia
de las mismas.
Deseo e historia 279
[Mesa redonda en la Folha de São Paulo (SP, 03/09/1982)].
MODESTO CARONE. Voy a intentar reproducir una experiencia que tuvo lugar
a partir de mi singularidad como escritor de ficción. Tal vez tenga algún
interés aquí, pues el profesor Guattari habló en su exposición no sólo de los
procesos de control social de la subjetividad, sino también de los orificios por
los cuales esa misma subjetividad a veces se cuela. Quiero decir, me voy a referir
a algo personal y singular que llegó a la generalización a través del lengua-
je. La experiencia se refiere a mi primer texto de ficción. Fue en 1975, época
realmente difícil en Brasil. Poco antes de escribir ese texto yo había vivido el
trauma colectivo de la muerte de Vlado.11 Es decir, me enteré de que había
sido apresada y asesinada una persona llamada Vladimir Herzog, y me con-
moví profundamente en el lugar del que partiría su entierro. Nada más lle-
gar al Hospital Albert Einstein me enteré de que se trataba de Vlado, un
viejo conocido mío desde hacía veinte años, de los tiempos en los que fre-
cuentaba la Biblioteca Municipal. Fue en ese instante de doloroso reconoci-
miento en el que un acto de solidaridad política se convirtió también en un
acto de solidaridad personal. En esa misma época viví otra experiencia difí-
cil, de orden institucional: mi concurso de libre docencia en la Universidad
de São Paulo. A partir de esas dos vivencias, a su vez asociadas al luto por
la muerte de mi padre ocurrida también en aquellos días, una noche —casi
sin dirigir mi acción— escribí el cuento que titulé «Las caras del enemigo».
Es un texto narrativo en primera persona, en el que el narrador-personaje
inspecciona implacablemente el crecimiento de los pelos en su cuerpo.
Dedica todas sus tardes y parte de sus noches a la tarea de verificar si sus
pelos están creciendo de forma ordenada. Cuando no lo están los extirpa, sin
dejar raíces o secuelas, pues los pelos rebeldes no se adaptan al rigor geomé-
trico que exige de sí mismo. Al mismo tiempo, el narrador-personaje tiene
miedo de perder la sensibilidad de los dedos de las manos que hacían posi-
ble esa tarea. Finalmente, después de una sesión de vigilancia realmente
exhaustiva, cuando ya está amaneciendo, se le ocurre una pregunta inesperada:
11 Vlado, apodo de Vladimir Herzog, fue un importante periodista brasileño que durante
la dictadura militar proponía y practicaba el concepto de «responsabilidad social del perio-
dismo», un periodismo profesional que no fuese «servil» al Estado. En 1975 fue citado por
la policía federal para prestar declaración acerca de su relación con el Partido Comunista
Brasileño. Fue brutalmente torturado y luego asesinado cuando rechazó firmar la declaración.
Su cuerpo fue arrastrado hasta una celda y colgado en una grada simulando un suicidio.
El asesinato de Herzog se transformó en un escándalo nacional y fue uno de los detonan-
tes del movimiento que llevó a la apertura política en el Brasil. En 1978 la justicia declaró
al Estado responsable de su muerte.
280 Micropolítica. Cartografías del deseo
¿qué pensarán los pelos de esto? Se asusta tanto con esa pregunta que acude
al espejo para verse desde fuera, y en ese momento constata, en su propio ros-
tro abismado, que es imposible controlar las manifestaciones espontáneas —en
este caso, los pelos que crecen rebelándose contra su propio portador.
Cuando rememoro lo que hice me doy cuenta de que escribí el cuento
desde el final hacia el comienzo. Es decir, partí de la expresión «manifesta-
ciones espontáneas», que circulaba por entonces en el país y describía el
fenómeno social del «rompe-rompe». Una parte de la oposición política a la
dictadura imaginaba que, por la rendija de «manifestaciones espontáne-
as» como ésa, existía la posibilidad de desarticular el control represivo
sobre las personas que exigían libertad. La expresión era catalizadora por-
que resumía, en un único instante verbal, muchas de las cosas que esta-
ban sucediendo en el país. De alguna forma fue ese hecho histórico, junto
con mis circunstancias personales, el que liberó en mí la energía para
escribir «Las caras del enemigo». El texto surgió como un desahogo y
pensando retrospectivamente creo que en aquel momento se formuló algo
que podría llamar «mi singularidad». Sin tener mucha conciencia de eso,
de algún modo me desviaba del control social sobre la vida de las perso-
nas y sobre la producción intelectual reinante en la época.
Noto que esa experiencia es interesante porque yo no creía —y aún tengo
dudas al respecto— que se pudiese llegar a una «manifestación espontánea»
en un contexto de tanta represión, no sólo objetiva sino también interioriza-
da. Lo curioso es que narrando el cuento en primera persona, en cierto modo
yo mismo me embutí en una «conciencia alienada» y me investí en ella. Es
decir, en lugar de quedarme fuera señalando lo que es una conciencia aliena-
da (como la del narrador-personaje del texto), entré en ella y al hacerlo —no
estoy hablando del resultado estético, sino del proceso—, percibí que inclu-
so en el interior de una personalidad represora existe algún tipo de conflic-
to, que se objetiva justamente en esa «manifestación espontánea». En otros
términos, parece que incluso en la conciencia alienada actúa, con energía, un
elemento contradictorio. A partir de ahí, tal vez sea posible generalizar un
poco y pensando en la génesis de ese cuento imaginar que el arte no se limi-
ta a decir lo existente: también lo contradice. En este sentido es libre y exige
la libertad como condición para existir —incluso cuando es regulado por
leyes que no son sino las que regulan la opresión en el reino de la necesidad
social. En la obra de arte —y en el impulso humano que conduce a ella—
hay un gesto libertario demoledor respecto del control que se articula den-
tro y fuera de cada uno de nosotros.
GUATTARI. Su intervención me parece crucial, pues muestra que una carto-
grafía, un modo de construcción singular, puede insertarse en un contex-
to de represión terrible y al mismo tiempo en un contexto infrapersonal
Deseo e historia 281
Encuentro muy ventajoso partir de una teoría del deseo que lo considere como algo
incrustado en sistemas maquínicos altamente diferenciados y elaborados.Y cuando
digo «maquínico» no me refiero a mecánico, ni necesariamente a máquinas
técnicas. Las máquinas técnicas existen, pero hay también máquinas socia-
les, máquinas estéticas, máquinas teóricas, etc. Es decir, hay máquinas terri-
torializadas (en metal, en electricidad, etc.), así como hay también máquinas
desterritorializadas que funcionan en un nivel de semiotización completa-
mente diferente.
282 Micropolítica. Cartografías del deseo
[Reunión en la Escuela Freudiana de São Paulo (SP, 26/08/1982)].
[Debate en la Escuela de Psicoanálisis del Instituto Sedes Sapientiae (São Paulo, 31/08/1982)].
[Reunión con filósofos en São Paulo (SP, 23/08/1982)].
12 En francés se utiliza la palabra «seguir» (suivre) para designar el «tratamiento» médico o psi-
coterapéutico.
Deseo e historia 285
conmigo, me insulta, diciendo que aquello no sirve para nada, y que para
él lo importante sería poder trabajar, conocer chicas, etc. No ocurre mucho
más allá de eso. Las sesiones se suceden de esa forma, hasta el día en que
el territorio familiar comienza a desintegrarse completamente, a perder
consistencia. La madre cae gravemente enferma. A la vez él sale de su cuar-
to, como un día que fue hasta París para intentar ver a una prostituta, lo que
acabó en una pelea con un rufián al que le rompió la cara y fue llevado a la
policía, donde lo amenazaron con una nueva internación.
En esa situación de impás total, mi intervención (y ahí dejo a criterio de
ustedes la apreciación de esta, desde el punto de vista de una teoría de la
interpretación) consistió esencialmente en hacerle una propuesta, partien-
do de la hipótesis de que podría ser eficaz. La propuesta consistía en que
saliera de su casa, encontrara un alojamiento e intentara hacer un mínimo
plan de vida. Es evidente que en ese tipo de situación tal actitud no es tan
obvia. El hecho de que él no tenga ningún tipo de apertura implica que no
tenemos garantía alguna de que esa proposición no desemboque en una
catástrofe total. Especialmente cuando las únicas referencias que tenemos
son temas conectados con la regresión, o fuertes identificaciones con los
polos familiares. Es importante en ese momento que sea absolutamente
consciente de ese riesgo y que él, a quien llamaré Jean-Baptiste, sepa de mi
incertidumbre. Es importante que él sepa muy bien que no estoy hacien-
do ni una prescripción terapéutica ni una interpretación psicoanalítica. En
ese momento, ¿cuáles van a ser los registros semióticos de mi interven-
ción? Primero convoco a la familia: utilizo las relaciones de fuerza institu-
cionales para negociar el mínimo de dinero que Jean-Baptiste va a preci-
sar, el armisticio de las hostilidades y la suspensión de las amenazas de
internación para intentar esa experiencia.
Lo que está entrando en juego para hacer viable ese agenciamiento no es
solamente mi autoridad, sino también una serie de flujos que me son com-
pletamente exteriores. Primer conjunto de elementos: si los padres pueden
dar a Jean-Baptiste un mínimo de dinero, si se puede capitalizar una serie
de cosas tales como el seguro social y la pensión por invalidez; si los proce-
dimientos para alquilar un apartamento en un edificio pueden ser razona-
blemente asumidos. Segundo tipo de elementos (que no es ya microsocial o
microeconómico sino infraindividual, de la naturaleza de lo que yo llama-
ría «componentes de agenciamiento», que son componentes de una sintag-
mática existencial): ¿esos componentes tendrán una consistencia suficiente
—lo que yo llamo una «transistencia»? Concretamente, cuando él se encuen-
tre en un cuarto más solo que nunca, ¿su modo de percepción del espacio,
de las relaciones sociales, de las relaciones de significación se va a destruir
totalmente, o al contrario va a permitir que se embarque en otro proceso?
286 Micropolítica. Cartografías del deseo
Para poder correr riesgos de esa naturaleza, tal vez no sea inútil disponer de
algunas referencias teóricas, que —repito— no poseen otro mérito que el
permitirnos desembarazarnos a tiempo de aquello que funciona como ante-
ojeras, provocando el desconocimiento de los diferentes campos de lo posi-
ble. De ahí que me resulta extremadamente importante considerar que la
intervención semiótica tiene que ser apreciada de la manera más precisa
posible en función de su nivel de eficacia potencial. Sería totalmente imbé-
cil pensar que un fenómeno de transferencia o de interpretación simbólica
puede transformar algo en esa suerte de economía libidinal con forma de
agujero negro que estaba operándose en el terreno familiar. Era preciso
intentar apreciar en qué sus propias máquinas de autoelaboración podían
encontrar consistencia suficiente, ya que hubiera podido suceder que esos
fenómenos de escritura o que esos nuevos tipos de conexión social no apa-
reciesen con una consistencia insuficiente, lo que hubiese obligado a una
reorientación inmediata.
Pero entonces, ¿qué son las «formaciones del inconsciente» en ese nivel?
No se trata de algo que se reduzca a la manera por la cual un significante
representa al sujeto para otro significante —retomando la fórmula de
Lacan—, ni de un proceso que se refiera sólo a ese individuo. El inconscien-
te está territorializado sobre un campo familiar trabajado, por ejemplo, por
cierto tipo de clase social. El hecho de que su padre fuera un arquitecto que
trabajaba en el Comité Ejecutivo Municipal es importante, pues una de las
ideas favoritas de Jean-Baptiste era que asesinaría al alcalde. A partir de ese
hecho no dudamos en restablecer un Complejo de Edipo, asumiendo que se
trata de un dislocamiento de su deseo de matar al padre. Sólo que, desde mi
punto de vista, no es eso lo que más interesa en este caso. Estamos frente a
una territorialidad subjetiva cuyos elementos estructurales están deshacién-
dose, independientemente de cualquier aprehensión interpretativa. Más allá
del territorio familiar y de clase existen otros componentes de ese agencia-
miento inconsciente, y son los procesos maquínicos que elige como sustitu-
tos, los que intenta tomar, por ejemplo, con ocasión de su admisión en el
club de judo. Incluso, en un nivel diferente, otro componente es el hecho de
que tiene cierto grado de comprensión de la problemática de la enfermedad
mental. Se trata de una dimensión del inconsciente completamente exterior
a la problemática familiar y a las problemáticas infraindividuales, ya que
depende de la manera en que las instituciones sociales difunden y semioti-
zan la enfermedad mental. Es cierto que a pesar de eso intenta presentarse
para trabajar, por ejemplo con un escribano, o que es recibido por el alcalde
(por intermediación de su padre). Pero obviamente es rechazado y no se
conforma con eso. En determinado momento tiene la idea fija de trabajar en
un banco y, más precisamente, sólo aceptando el cargo de director.
Obviamente, esto no funciona.
288 Micropolítica. Cartografías del deseo
[Reunión en el Instituto Freudiano de Psicoanálisis (Río de Janeiro, 10/09/1982)].
su existencia, pero de eso tampoco podemos tener certeza. Puede ser, tam-
bién, que para alguien la problemática analítica consista en forjar un medio de
expresión de sus singularidades, enteramente exterior a los sistemas que le
son propuestos: la familia, el hospital psiquiátrico, la psicoterapia, etc.
Como conclusión para el caso que usted ha evocado, creo que la función
de cualquier persona en posición de asistencia es desconfiar de sí misma en
tanto terapeuta, desconfiar de sus propios preconceptos teóricos. Tales pre-
conceptos pueden no sólo impedirnos comprender, sino que pueden, inclu-
so, invalidar las posibilidades de otra organización procesual en la existen-
cia del paciente, de otro modo de construcción de su subjetividad, de su
vida, de su territorio, esto es, pueden invalidar la posibilidad de constitu-
ción de modos singulares y disidentes. Lo cual significa que es preciso pre-
servar canales fuera de las normas, y no sólo de las normas de comporta-
miento dominante sino también de las psicoanalíticas o psicológicas, por
más abiertas que se las considere.
[Entrevista de Sonia Goldfeder para la revista Veja (São Paulo, 31/08/1982)].
Droga, psicosis e institución
En ese período Gregorio publicó muchos libros y fue colaborador asiduo de las
colecciones Saúdeloucura y Lo Grupal. Esta última fue una colección argentina de libros
que discutían psicoanálisis, política, análisis institucional, etc. Fue coordinada por
exmiembros de Plataforma que regresaban a Argentina después del exilio. Baremblitt
participó con temas como: ciencia y epistemología (1990), la problematización de
conceptos y de la institución psicoanalítica (1983a, 1987b), grupo y modelos grupales
(1987c, 1988) y el exilio (1983b). También, más allá de los ya citados, son publicados los
libros Grupos: teoría y técnica (1982), Acto psicoanalítico, acto político (1987), Cinco
lecciones sobre la transferencia (1991a) y la mayor referencia para las disciplinas de
psicología institucional de todos los cursos de grado de psicología en Brasil, Compendio de
Análisis Institucional y otras corrientes, ya reeditado varias veces y que fomenta los
procesos de autoanálisis y autogestión (Baremblitt, 1986). En este libro hay una revisión de
las principales teorías y autores del análisis institucional occidental, articulada con el
fomento de transformaciones deseantes, subjetivas, institucionales y (micro)político-
sociales. También hay que citar la participación de Baremblitt (1979) en el libro
Psicoanálisis, poder y deseo (Katz, 1979), y su obra Lacantroças (Baremblitt, 1991c),
crítica humorística del psicoanálisis de enfoque estructuralista.
El período de la llegada a Brasil y el trabajo con el IBRAPSI es un momento en que
Baremblitt tiene una producción exuberante en análisis institucional, tornándose uno de los
principales pensadores del campo. Es uno de los polos de articulación en Sudamérica con
pensadores como René Lourau, Gerard Mendel y Félix Guattari, entre otros. En sus
análisis, las obras de G. Deleuze y F. Guattari, R. Lourau, M. Foucault, etc., son
fundamentales. Sin embargo, me atrevo a sostener que todavía no es el apogeo de
Baremblitt, no es cuando alcanza su mayor grado de singularización. Se trata de una etapa
transicional para la creación de su más original invento, el esquizodrama.
3. Esquizodrama: transmutaciones
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que la psicología y el psicoanálisis, pueden tener esa función de bloqueo de las potencias
deseantes. Por ello los dispositivos klínicos del esquizodrama se configuran como una
“máquina de guerra” que busca deconstruir los “equipamientos con los cuales la maquinaria
represiva tiende a reprimir, eliminar o capturar las singularidades productivo-deseantes”
(Baremblitt, 1998, p. 55). La “máquina de guerra” es un concepto creado por Deleuze y
Guattari (1980) para expresar una máquina abstracta que adopta un potencial instituyente
de desterritorialización, teniendo “una independencia en relación con la captura, la
conservación y la sobrecodificación del aparato de Estado, estando más articulada con la
conformación de algo mutante, que en su camino se transforma y se metamorfosea” (Hur,
2012b, p. 56). Por tanto, concomitante al “raspaje” de las estructuras coercitivas, se
intensifican los procesos productivos-deseantes caósmicos, que Baremblitt (2004)
denomina “esquizoontes” (p. 248).
Si para Deleuze y Guattari (1992) la filosofía es el arte de crear conceptos, el
esquizodrama es el arte de crear múltiples dispositivos de intervención (Baremblitt, 2002b),
sean klínicos, educativos, sociales, etc. Baremblitt nos enseña que el esquizodrama
funciona como un conjunto heterogéneo de estrategias, tácticas y técnicas “que busca
actuar sobre los aspectos subjetivos, sociales, semióticos y tecnológicos de sus dispositivos
para proporcionar experiencias de desterritorialización de los agenciamientos instituidos,
para dar circulación y tránsito a los flujos (psíquicos, corporales, grupales, sociales)
codificados, fomentar procesos de creación y estéticos, efectuando así acontecimientos,
nuevos regímenes de signos y procesos de singularización” (Hur, 2013, p. 271). Baremblitt
busca así incitar y fomentar en los participantes del esquizodrama los actos dionisíacos y
creadores de pensamientos, afectos y acciones.
Hay distintos dispositivos de intervención utilizados con encuadres y consignas
móviles que emplean no sólo recursos verbales, sino también corporales, artísticos y
dramáticos. Hay referencias a distintas líneas teóricas, tal como el esquizoanálisis, el
psicodrama, la bioenergética, el psicoanálisis y hasta rituales como la Umbanda. Esta
última referencia inusitada se inspira en la experiencia de G. Lapassade en África y Brasil,
en la cual, desde su participación en rituales de Umbanda y Vudú, llevó las experiencias de
trance hacia la clínica, creando el Trance-análisis (Lapassade, 1980). Hay entonces
“distintos agenciamientos maquínico-corporales en los diferentes dispositivos, en que
puede haber la situación rostro-a-rostro grupal, o la performance psicodramática de los
actores en escena, o hasta una danza con tambores tribales, que aparentemente puede
parecer ser una experiencia caótica” (Hur, 2012a, p. 23). Baremblitt (2002b) nombra cinco
tipos de klínicas: a) de la producción, reproducción y antiproducción; b) del Caos, Cosmos,
Caosmos; c) de la diferencia-repetición; d) del acontecimiento-devenir y e) de la
Multiplicación dramática. Y tal como Pichon-Rivière (1986) con su dispositivo del grupo
operativo, Baremblitt sostiene que el esquizodrama puede ser trabajado en innumerables y
diversificados campos: intervención social, educación, psicoterapia, salud mental, artes, etc.
El esquizodrama es entonces como una caja de herramientas que potencializa los efectos
del esquizoanálisis. De acuerdo con Baremblitt (1998), “es una máquina fundamentalmente
energética, destinada a vibrar y a hacer vibrar a aquellos que a ella se aproximan, y a
implicarlos en un movimiento productivo, que no pasa exactamente por las ideas, tampoco
por las palabras; pasa por los afectos” (p. 14).
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punto que su nombre fue dado por uno de los usuarios del servicio. Para algunas reflexiones
klínico-institucionales que resultaron de la experiencia, sugiero el libro Recuerdos de la
locura (Bichuetti, 1999). El Instituto de Frutal también cuenta con un proyecto social
educativo, un curso preparatorio para ingreso en la universidad dirigido a alumnos pobres,
intitulado “Cursinho Popular Gregorio Baremblitt”, que tiene como finalidad democratizar
el acceso a la Universidad.
Consideraciones finales
En este ensayo he intentado presentar brevemente la trayectoria de Gregorio Baremblitt,
resaltando tres etapas principales por las que ha transitado: psicoanálisis y política, análisis
institucional y esquizoanálisis, y esquizodrama. El primer momento, cuando participó en
las reflexiones críticas entre psicoanálisis, marxismo y política con el colectivo argentino
Plataforma; el segundo, cuando se volvió uno de los protagonistas del análisis institucional
en Occidente; y el tercero, cuando ha elaborado el dispositivo más creativo relacionado con
el esquizoanálisis: el esquizodrama.
La invención del esquizodrama marca la obra de Baremblitt como el momento en el
que él realmente asume un “nombre propio”, tornándose un “autor” y hablando por su
nombre, pues crea un nuevo régimen original y singular de enunciados y prácticas. No se
restringe a reproducir o aplicar conceptos del esquizoanálisis, sino que produce nuevos
conceptos, instrumentos y máquinas abstractas que fomentan procesos de
desterritorialización y transformación. Seguramente el esquizodrama es el invento más
intempestivo y original producido dentro del campo del esquizoanálisis.
Baremblitt (2013) considera que el rescate y estudio de su obra “tiene sentido en el
seno de la lucha entre la difusión revolucionaria del esquizoanálisis y su recuperación por el
establishment” (p. 3). Denuncia que hay posiciones teórico-prácticas que apaciguan el
potencial disruptivo del esquizoanálisis con fines económicos y de captura de su
insurgencia, es decir, en definitiva, con propósitos que refuerzan la axiomática capitalista
(Deleuze & Guattari, 1972).
A lo largo de toda su carrera, Gregorio se mantiene crítico y cuestionador, aun con
respecto a experiencias en que participó: “Gregorio Baremblitt relata que fue invitado a
enviar un artículo destinado al libro conmemorativo de los 25 años del Grupo Plataforma.
La tonalidad demasiado crítica de su texto habría provocado la anulación de la publicación
como un todo” (Rodrigues, 2004, p. 30). Su texto no fue publicado para no cancelar la
colección de trabajos. Entonces, en lugar de jactarse de las glorias del pasado en relación
con tal acontecimiento, prefiere mantener su compromiso con la crítica de lo instituido.
Para finalizar, diré que Baremblitt, con sus teorías y con sus prácticas, aparece como
una máquina de guerra (Deleuze & Guattari, 1980). Gregorio es la expresión de un
pensador y klínico nómada, siempre en movimiento, comprometido con la transformación,
los flujos deseantes, un nuevo mundo, nuevos sujetos y la realización de una Utopía Activa.
Nos deja con una maquinaria conceptual y de intervención klínico-social, el esquizodrama,
que es una invitación para el ejercicio de la invención y de la potencia de nuestros
pensamientos y afecciones, para crear nuevas prácticas, nuevos regímenes de enunciados y
procesos de subjetivación.
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