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Deseo comentar con los lectores algunas ideas expuestas por el señor Carlos Alonso
Vargas en su artículo De la Ilustración al suicidio de Occidente, publicado en el diario
La Nación del 27 de octubre.
Para entender el problema se pueden plantear preguntas como las siguientes: Desde el
punto de vista de la fe cristiana, ¿nada tiene de positivo la cultura moderna? ¿Por qué
se ha alejado el mundo moderno del cristianismo? El distanciamiento y a veces incluso
rechazo ¿es al Evangelio de Jesucristo o a las pretensiones de dominio de una jerarquía
que se atribuye el derecho exclusivo de hablar en Su nombre? ¿Se rechaza el
Evangelio o la instrumentalización política de la fe del pueblo a favor de los sectores
dominantes?
1. Las guerras de religión entre católicos y protestantes, durante la segunda mitad del
siglo XVI, provocaron una decepción generalizada con respecto a la fe cristiana.
Fueron demasiado sangrientas y largas. Así avanzó la secularización, pues los filósofos
de la ilustración buscaron conceptos no religiosos sino meramente racionales para
fundamentar la convivencia social. Por eso las constituciones de los modernos estados
nacionales excluyen cualquier confesionalidad. La nuestra es una excepción y nadie
sabe por cuántos años más permanecerá.
5. Para confirmar tal tradición, la historia constata que la mayoría de los dictadores de
España o de Latinoamérica se han entendido demasiado bien con la jerarquía católica y
los laicos conservadores de las clases altas. La colaboración con el régimen de
Francisco Franco, tan estrecha y prolongada, figura en los libros de historia como la
etapa del nacional-catolicismo.
Otro caso lamentable ocurrió con la visita de Juan Pablo II a Chile en 1987. Mientras
la dictadura del general Augusto Pinochet era sancionada por el aislamiento
diplomático internacional, Juan Pablo II pronunció un sermón en el Estadio Nacional,
escenario de cruentas violaciones a los derechos humanos durante el golpe de estado
de 1973. Esa visita significó para Pinochet un baño de agua bendita.
En conclusión, no es solo que parte importante del mundo moderno se haya apartado
de la fe. Es también que determinados sectores de la Iglesia no pueden evangelizarlo
porque no lo entienden. Quieren imponerle sus moldes medievales, porque se resisten
a discernir en él lo que construye el Reino, de lo que lo destruye.
Los católicos conservadores deberían examinar con más rigor su desempeño en la
historia moderna y contemporánea. Impulsan un tipo de catolicismo en disonancia con
la mentalidad actual, sin futuro. Ya son un grupo situado al margen de la cultura
actual, una especie de iglesia retrógrada dentro de la Iglesia. Dichosamente, la Iglesia
auténtica optó por los pobres en las Conferencias del Episcopado Latinoamericano,
reunidas en Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992).
OPINIONES:
Ronal Vargas
La verdadera iglesia de Cristo no está en los templos y menos en las Curias Vaticanas
o diocesanas, sino allí, donde todavía existe esperanza, fe, pobreza y solidaridad.
Muchas jerarquías de las iglesias católicas y protestantes tienen muy claro el objetivo
fundamental de su afán misionero: EL DINERO Y EL PODER. Por eso se les hace
muy difícil dialogar con el mundo moderno (excepto sobre negocios, en lo que son
muy diestros. Por ejemplo, el caso SAMA-CECOR, el financiamiento de templos y
catedrales a cambio de compromisos poco evangélicos, etc.). Comparto las reflexiones
de Miguel Picado y pienso que en las mismas iglesias deberían abrirse espacios para el
debate y no sólo insistir en la doctrina del PENSAMIENTO ÚNICO promovido por el
sacerdote o el pastor, quienes se creen voceros indiscutibles e incuestionables del
Espíritu Santo... Sólo que ese no es el mismo Espíritu que sopló el aliento de
liberación en Jesús, cuando lo ungió para su vida pública....para anunciar BUENAS
NOTICIAS a los pobres (Lc 4,16) los mismos pobres que siguen siendo los últimos en
nuestras iglesias...
Por otra parte, desde la revolución francesa, pasando por el llamado "socialismo real",
los esfuerzos por dotar a la sociedad de una concepción laica o científica han caído en
la confrontación y el abuso al tratar el tema de la religiosidad. Las concepciones
fantásticas, místicas, mágicas, primitivas o como se quiera denominarlas no pueden ser
desarraigadas del ser humano de golpe y porrazo, ni por decreto ni represión, se puede
decir que son parte consustancial. A lo sumo serían atenuadas y finalmente
desarraigadas en un proceso educativo que puede tardar siglos como resultado de la
persuasión y no la confrontación o imposición.
Luis Rodos