Una jaula que no deja salir a ninguno de l@s que creen haber trabajado
voluntariamente en su construcción. Pero a la vez deja afuera, caso Palestina, o expulsa,
caso Cuba, a quienes considera peligrosos y contaminantes. En fin, que la jaula de hierro
tiene un sello “Made in USA” y tanto te cuida “humanitariamente” como te aniquila también
“humanitariamente”.
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Nagasaki, quedaron fulminadas por una bomba de Plutonio, de nombre Fat Man (hombre
gordo). De esta manera, tan científica, estaba comprobado, en tierras y carnes ajenas, el
poder destructor que poseía el país que se erigía en primera potencia del mundo de
posguerra.
Tres años más tarde, 1948, EU también se convertía en el adalid político de los
países democráticos de Occidente, no ya con Franklin D. Roosevelt de actor principal,
porque había fallecido antes de ver caer las dos bombas atómicas, sino con su viuda,
Eleanor Roosevelt, quien asumió las riendas de la comisión redactora de la Declaración
Universal de los Derechos del Hombre (DUDH), creada por la ONU, en 1944. Fue
“Derechos del Hombre” hasta 1952, cuando cambió a Derechos Humanos, por presión de
las mujeres organizadas en ONG.
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3ª) En la industria cultural estadounidense, conformada por las más poderosas
empresas de producción y difusión de información en cine, radio, televisión, medios
impresos y digitales del mundo que, dirigidas y adiestradas por la CIA, han logrado
posicionar el modo de vida estadounidense como el mejor para la humanidad.
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Un dato adicional, que robustece nuestra tesis del miedo a la destrucción total y
violenta como atmósfera creada por EU para lograr su hegemonía cultural y política, es
que el 30 de abril de 1948, el mismo día que en Bogotá se crea la OEA, con la firma de la
Carta de la Organización de los Estados Americanos y la Declaración Americana de los
Derechos y Deberes del Hombre, explota en el islote Enewetak, en el Pacífico, la séptima
bomba atómica, de 46 kilotones (la de Hiroshima era de 16 y la de Nagasaki de 25),
construida por los estadounidenses. Interesante esta coincidencia entre actos políticos y
militares que reafirman el particular “humanismo yanqui” y la demostración fáctica de su
poderío nuclear. Como buenos seguidores de Karl von Clausewitz, saben que la guerra es
la política por otros medios…
“Como dice José Antonio marina <Lo de muerto el perro se acabó la rabia>
no vale ni para los perros. Lo importante es que desaparezca el bacilo de la rabia.
Un problema sólo se resuelve cuando se termina dejando a salvo los valores para la
convivencia. De lo contrario, retoñará, volverá” (p.130).