c) Las leyes generales del aprendizaje son las mismas para cualquier organismo,
sea cual sea su especie.
De acuerdo con el punto de vista de Skinner, en condiciones de refuerzo similar a
todos los organismos reaccionan de la misma manera. En una sus últimas
obrasTechonology
of
Teaching
(12)-,
escribe
<<Se
han
obtenido
resultados
comparable
en
palomas,
ratas,
perros,
monos,
niños
e
individuos psicóticos. A pesar de las grandes
diferencias que los distinguen desde el punto de vista filogenético, todos estos
organismo dan muestra de propiedades sorprendentemente similares en los procesos
de aprendizaje>>.
Para demostrar este principio se ha llegado a condicionar pulpos para que
accionen una palanca o a peces para eviten, periódicamente, una descarga eléctrica.
Que las leyes generales del aprendizaje sean las mismas para todas las especies
no significa, sin embargo, que las acciones concretas que ejecuta el pez tengan que
ser las mismas que las de la rata o el niño.
En este aspecto, son interesantes los trabajos de Bittermann en 1965 (13) que
muestran que, en los vertebrados, lo que evoluciona con el desarrollo del cerebro es la
aptitud para adaptarse a los cambios de valor condicional de respuesta fácilmente
discrimínales.
Es decir, un pez, por ejemplo, puede aprender a asociar la comida con el
accionamiento de un dispositivo tipo A discriminándolo de un dispositivo tipo B, pero si,
una vez condicionado, se intenta que invierta la discriminación y que, a partir de un
momento dado, solo obtenga comida si acciona el dispositivo B y no el A, el pez no
será capaz, probablemente, de modificar su conducta primitiva. Este cambio de
comportamiento, sin embargo, es fácil para la rata y mucho más fácil para el mono.
Este enfoque Skinneriano de las leyes generales del aprendizaje con
independencia de la especie, puede permitirnos hacer extensivos al campo humano
interesantes descubrimientos realizados en el laboratorio animal, en área-o
condiciones de control- que no podrían atacarse directamente por razones éticas o de
complejidad.
Por otra parte, este estudio sistemático de las especies inferiores para extrapolar
sus resultados al hombre no es nuevo ni revolucionario. Gran parte de los trabajos
efectuado para averiguar el funcionamiento del cerebro se han llevado a cabo con
animales a los cuales se les ha extirpado algunas zonas del mismo, se les han
implantado electrodos, se les han producido lesiones químicas o quirúrgicas, etc. En el
campo de la genética, algunas investigaciones solo pueden levarse a cabo con
animales de ciclos de vida muy corto, como la mosca; en un estudio genético, a un
investigador le resultaría imposible observar más de dos o tres generaciones de seres
humanos. En la inmunología, gracias al laboratorio animal se han logrado avances
espectaculares, luego aplicados con éxito al hombre, que no hubieran podido
conseguirse de otra manera.
La postura de Skinner se encuentra en la línea del famoso principio de economía o
navaja de Occam, enunciado a principios del siglo XIV, y del llamado Canon de
Morgan (1894); <<En ningún caso podemos interpretar una actividad como el
resultado de una actividad psíquica superior, si puede interpretarse como resultado de
otra facultad que se encuentra situada en lugar inferior, en la escala de la evolución
psicológica y el desarrollo>> (14).
En cualquier caso, como afirma el propio Skinner en la obra que nos ocupa –
Ciencia y conducta humana-; <<Sería temerario afirmar que no existe ninguna
diferencia esencial entre la conducta humana y la conducta de las especie inferiores,
pero, hasta que se haya intentado tratar con ambas en los mismos términos, sería
igualmente temerario afirmar que existe>>.
d) Desconfianza frente a las técnicas estadísticas.
Skinner cree que la estadística cubre, a menudo, los fallos de muchas
investigaciones experimentales. De acuerdo con su tesis, el error experimental es
debido, principalmente, a dos causas:
a) Las diferencias individuales entre los sujetos sometidos a experimentación.
Para combatirlas, Skinner propone, por una parte, utilizar un único sujeto en
edad experiencial y, por otra, establecer una condiciones de control
extraordinariamente rigurosas*.
Las experiencias de Skinner suelen ser de larga duración y las reacciones
del sujeto con registradas, habitualmente, durante cientos de horas. En el libro
Shedules of reinforcement (15), realizado en colaboración con Fester, se
informa sobre 70.000 horas de conducta registrada, lo cual supone cerca de un
cuarto de billón de respuestas.
Esto explica también, en parte, la dificultad para llevar a cabo este tipo de
experiencias con una muestra representativa.
En la práctica, una vez se ha comprobado en uno de estos experimentos
que determina manipulación de la variable independiente afecta a la frecuencia
de respuesta (generalmente, numero de picotazos o presiones de palanca por
unidad de tiempo), se efectúan experiencias similares con un corto número de
sujetos. Cuando, bajo condiciones de control rigurosas, se observan
alteraciones de conducta parecidas en diferentes sujetos, los resultados se
generalizan.
En opinión de Skinner, los cambios de conducta registrados en la situación
experimental normalizada-la caja de Skinner- son tan claros que hacen
innecesarias las pruebas estadísticas. En su artículo Reinforcement today (16)
llega a decir: <<La mayoría de lo que sabemos sobre los efectos de complejos
programas de refuerzo lo hemos aprendido en una serie de descubrimientos
ninguno de los cuales habría merecido la aprobación de un estudiante de
estadística elemental. Por fortuna, un enfoque estadístico es, precisamente,
equivocado. Las curvas que obtenemos no pueden ser promediadas o
suavizadas de otra forma, sin destruir propiedades que sabemos tiene
primordial importancia>>.
SKINNER Y LA ENSEÑANZA
En 1953, en el transcurso de una visita que efectúa Skinner a la escuela
de su hija menor, tiene ocasión de asistir a una clase de aritmética. En su
autobiografía (1), escribe. <<Súbitamente, la situación me pareció
completamente absurda. En el aula encontraba reunidos veinte organismos
extremadamente valiosos. Sin ninguna culpa de su parte, la maestra violaba,
uno tras otro, casi todo nuestros conocimientos sobre el proceso de
aprendizaje>>. Un año más tarde, en el transcurso de una conferencia
pronunciada en la universidad de Pittsburg, Skinner presenta una máquina
capaz de enseñar la ortografía y la aritmética.
Una serie de proyectos de este tipo conducen a la creación de un
Comité de Instrucción Programada. Aunque el invento de las máquinas de
enseñar puede ser atribuido a Pressey- el cual ya utilizaba un aparato de
respuestas múltiples hacia 19226 (17)-, Skinner es considerado como el
pionero de la programación y uno de los principales responsables de la enorme
corriente de interés existente en la actualidad por las máquina de enseñar. En
colaboración con Holland, publica, en 1961, uno de los mejores textos
programados existentes en el mercado (18).
Para Skinner, la enseñanza de un niño y el aprendizaje de una rata son
procesos similares: primero, se provoca la conducta que se desea instaurar; a
continuación, y de la forma más inmediata posible, se proporciona la
recompensa o refuerzo. El organismo aprende las respuestas que han sido
recompensadas.
En 1968 patenta un nuevo método de enseñar a escribir, llamado
<<Escribe y mira>>, que utiliza un cuaderno especial y una tinta que sólo es
visible si el niño escribe la letra o palabra apropiadas. Esta técnica asegura una
corrección instantánea y, por esta razón, un refuerzo positivo eficaz.
En una de sus obras más recientes (12), Skinner presenta una síntesis de
sus puntos de vista en el campo de la enseñanza. A continuación anotamos
algunos de ellos:
1) Considera como un fracaso un sistema escolar que sólo consigue que
los alumnos aprendan, a través de la amenaza (por ejemplo, el temor al
suspenso).
2) El fruto de la amenaza y el castigo –tal como se ha demostrado
experimentalmente- no es una actividad intelectual estimulante y
creadora, sino las estériles reacciones emotivas de ansiedad,
culpabilidad o terror, ante la simple visión de un silogismo o una integral.
3) Aunque a primera vista, a quienes lo acusan superficialmente de
<<mecanicista>> pueda parecerles paradójico, protesta contra las
modernas escuelas que sacrifican parte de los intercambios profesoralumno
en
aras
de
una
mayor
utilización
de
los
medios
audios
visuales,
destinados
únicamente
a
presentar
materias.
<<El
alumno-dice
Skinner-
se
transformará
en
un
receptor
cada
vez
más
pasivo>>.