Su rostro y actitud dejaban ver la profunda tristeza y enojo que abrigaba en el
corazón. Actividades que para unos eran un motivo de celebración, para ella resultaban ser una penosa e insoportable carga. Había espacios en que solo lloraba y se negaba a comer. Aunque su esposo la amaba y hacia lo que estaba a su alcance para demostrarle su amor, alegrarla o por lo menos atenuar su aflicción, era evidente que llevaba un dolor tan profundo que no le dejaba ver las cosas buenas que si poseía y podía disfrutar. Sus ojos solo podían ver aquello que tanto deseaba y no podía obtener. Ana deseaba con todo su corazón un hijo nacido de su vientre, no tenerlo le había acarreado, desdicha, vergüenza, ira; además de burlas, comentarios y miradas maliciosas que solo añadían más pesar a su alma. Como expresa el proverbista: “La esperanza que se demora es tormento del corazón; Pero árbol de vida es el deseo cumplido” (Proverbios 13:12). El deseo frustrado es un tormento al corazón, sea que el deseo sea un hijo, una casa, un trabajo, amor, una pareja, una profesión, un hogar, dinero, éxito, importancia, fama, etcétera. No poder tener lo que tanto se desea, conlleva un sinsabor difícil de superar, es más, parecería que lo único que puede sacarnos de ese estado de aflicción, es alcanzar el deseo del corazón. Sin embargo, Ana pudo superar su dolor incluso antes de obtener su deseo, ¿Cómo lo hizo?, el relato bíblico nos explica su camino de la agitación a la paz interior. La Escritura nos deja ver que ella llevo su dolor al Señor en oración, dice que Ana se levantó y trajo su amargura y sus lágrimas al Señor en oración (1 Sam. 1:9,10), Ana pudo abrir su corazón al Señor para confesarle todo su dolor, frustración, enojo y amargura. Podemos ser sinceros con el Señor, podemos descubrir nuestro corazón delante de Él, podemos reconocer nuestras emociones y condición porque Él nos ama, está dispuesto a escucharnos y cuidar de nosotros. Reconocer nuestra condición y acudir al médico divino es el primer paso para ser sanados. Ana dejo sus sueños en las manos del Señor, ella oró dedicando a su hijo al Señor, si Él se lo concedía (1 Sam. 1:11). En otras palabras, ella dejo en las manos del Señor, sus sueños, expectativas y deseos. Al hacerlo, ella dejo la realización de su deseo en la voluntad del Señor, y por otro lado, decidió que de cumplirse el anhelo de su corazón, ello sería para glorificar a Dios. Eso nos muestra un cambio de dirección en su modo de ver las cosas. Tal vez su deseo de tener un hijo inicialmente significaba recuperar su sentido de valía, quitar su vergüenza, y callar la voz de sus adversarios. Pero a solas, en la presencia del Señor, llegó a comprender que su vida y sueños sirven a un propósito más alto y glorioso, Dios nos hizo para glorificarle y cumplir su glorioso propósito en esta tierra, ¡que emocionante!. Ana pasó un buen tiempo en la presencia de Dios, El escritor bíblico nos dice que “ella oraba largamente delante de Jehová” (1 Sam. 1:12). Es en la presencia de Dios, a solas con El, en oración, “derramando nuestro corazón”, y exponiendo nuestro corazón a su Palabra, que nuestra mente es renovada y recibimos una visión más correcta de la vida y de los planes de Dios. El mundo y los deseos egoístas de nuestra carne, suelen empañar nuestra visión, pero en su Presencia nuestras lágrimas son enjugadas para que podamos ver como el Señor ve y podamos unirnos a sus propósitos. ¿Cómo cambió Ana después de su tiempo con Dios? Cambió su actitud. Antes se la veía irritable, pero ahora ante un reproche injusto del sacerdote ella no reacciona con enojo sino con una respuesta amable y coherente (1 Sam. 1:14- 16). Ella empezó a comer, “y no estuvo más triste” (1 Sam. 1:18), lo cual nos dice que estaba en paz, descansando en la voluntad de Dios. Finalmente empezó a disfrutar de las experiencias que antes no podía disfrutar, antes no podía ni siquiera ir adorar con gozo, ello representaba una experiencia incomoda, pero ahora puede adorar con libertad al Señor. (1 Sam. 1:19). ¿Existe algún deseo no realizado que es motivo de aflicción y enojo en tu corazón? ¿Piensas que la única salida es el cumplimiento de tu sueño? ¿Piensas que de no obtener lo que anhelas no podrás ser feliz como deseas?. Recuerda, Ana fue mucho tiempo infeliz por un deseo no cumplido, y aunque Dios le concedió el deseo de su corazón, la gran verdad es que ella obtuvo paz y felicidad en su corazón mucho antes de que Dios concediera su petición, y esto fue posible porque encontró un manantial de paz y sanidad en la presencia del Señor. Este manantial de paz y sanidad está abierto hoy para ti también en Cristo Jesús. Dios te Bendiga. Ptr. José Torres