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No obstante, la Palabra de Dios nos presenta otra alternativa de
aprendizaje. Dios nos ofrece por medio de las Escrituras una mejor forma
de aprender las cosas. Así como estos confinados aprendieron que
desobedecer la ley trae malas consecuencias, nosotros podemos aprender
que obedeciendo la ley tendremos buenas consecuencias.
Ahora bien, en la vida hay muchas leyes que desconocemos. Sin embargo,
como me dijo una vez una fiscal federal, el no conocer la ley no nos hace
inocente de ella. En las cárceles del mundo hay mucha gente que está
presa porque estaban haciendo cosas que sabían que eran contrarias a la
ley. Pero también hay muchas personas que están confinadas en una
prisión porque no sabían que lo que estaban haciendo constituía un delito.
Por lo tanto, desconocer la ley puede convertirnos en delincuentes sin
quererlo. Yo pienso, entonces, que lo primero que debemos hacer, si
queremos respetar y obedecer la ley, es conocerla. No es posible respetar
y obedecer una ley que desconocemos.
Ser sabio no es, sin embargo, saberlo todo. Querer saberlo todo es, en
muchas ocasiones, aflicción de espíritu, pues realmente nunca tendremos
esa capacidad. Ser sabio es, más bien, saber dónde voy a buscar lo que
necesito buscar.
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En ese sentido, y porque Dios conoce la realidad de nuestras limitaciones,
es que Dios ha procurado en todo tiempo simplificar las verdades de Reino.
- Note bien que Jesús siempre enseñó por parábolas, para que la gente
pudiera entenderlo.
- Dios hizo simple el plan de salvación. Para ello, logró con la muerte de
uno la restauración y la salvación de muchos.
- El yugo, o la servidumbre en el Señor, no es una molestia. No requiere
de sacrificios imposibles o de imponerse metas inalcanzables.
¿De qué manera, entonces, Dios simplifica su ley para que nosotros
podamos cumplirla?
Jesús enseña que guardar toda la ley y los profetas se concentra en amar a
Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. No
obstante, podemos hacer una importante distinción en este punto. Dios es
uno, y amar a Dios no admite otra consideración que no sea amar al
verdadero Dios. Nada puede ocupar el lugar de Dios en nuestra adoración
y reconocimiento. El prójimo, por otra parte, podemos decir que son tanto
aquellos que son nuestra familia como aquellos que no lo son. Siendo así,
la enseñanza de Jesús es más específica y más fácil de entender. Lo que
Jesús está enseñando realmente es que amemos a Dios, a nuestra familia
y al resto de las personas.
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1. La ley de la casa.
Hay un refrán que dice: “La justicia comienza por casa”. Este refrán nos
recuerda de una manera práctica que el hombre nace en una familia
porque desde su nacimiento Dios ha procurado que el hombre aprenda a
vivir en un contexto social. Entonces, la familia se convierte en ese
ambiente social primario de todos los seres humanos. La familia es esa
primera escuela en la que aprendemos a comportarnos. Eso quiere decir
que el hombre va a aprender dentro el hogar el comportamiento que
mostrará fuera del mismo.
Siendo así, una de las verdades prácticas fundamentales para la vida del
ser humano es que ese patrón de conducta que lo caracteriza está definido
por la forma en la que fue criado en el hogar. Comportarnos, pues,
significa, conducirnos de acuerdo a la manera propia que nos enseñaron en
el hogar de origen.
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En primer lugar, el llamado inicial es a que los padres sean quienes
establezcan las reglas del hogar. Esta es una responsabilidad ineludible
porque, de acuerdo a lo que hemos mencionado, no establecer reglas en el
hogar es establecer un hogar sin reglas. Son los padres y las madres los
que, en consenso, tienen el deber de determinar lo que es aceptable o
inaceptable en el hogar. Esto es:
Las leyes no son únicamente para controlar. Las leyes también protegen.
Las leyes aseguran el derecho a disfrutar de las cosas buenas que ellas
mismas contemplan. Por tanto, cada uno de nosotros, desde nuestro
hogar, debe entender que las leyes procuran que hagamos buen uso de los
privilegios, y a su vez impiden que alguien pueda hacer mal uso de esos
privilegios.
Eso es justicia, tanto para los que respetan la ley como para los que no la
respetan. Este es un principio de vida fundamental para todos. Esta es la
primera etapa legal y de conducta de los seres humanos.
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No cumplir con esta primera etapa de la vida puede traer complicaciones
en la observación y cumplimiento de las leyes en nuestro siguiente
componente básico en la vida.
2. La ley de la sociedad.
3. La ley de Dios.
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El principio práctico de las leyes del hogar y de las leyes de la sociedad es
que ellas tienen la misma aplicación para las leyes divinas.