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PONENCIA

HUGO WAST: LA EFICACIA NARRATIVA

EN VALLE NEGRO

Mariana Lourdes Manzanares Peralta

Introducción

El objetivo de este trabajo consiste en comprobar la hipótesis de cómo las


técnicas y/o recursos narrativos que Hugo Wast selecciona y utiliza en su novela Valle
Negro contribuyen no sólo a conquistar el interés de sus lectores, sino también en lograr
su eficacia narrativa. Para la lectura y el análisis de Valle Negro hemos elegido la
edición crítica de Didascalia del año 1994, con un estudio introductorio y comentarios
estilísticos del profesor Néstor Alfredo Noriega y las notas explicativas del profesor
Antonio José Ballari. Como marco teórico hemos seguido los lineamientos que nuestro
mismo autor da en su arte poética Vocación de escritor junto con el estudio La eficacia
narrativa de Valle Negro del profesor Noriega.

Presentación del autor y su obra

Hugo Wast (1883-1962) -pseudónimo de Gustavo Adolfo Martínez Zuviría- ha


sido el autor argentino más discutido por la crítica contemporánea. Sin embargo, de
algunas de sus novelas se han vendido más de 100.000 ejemplares y han sido traducidas
hasta en ocho idiomas. Es uno de los escritores de habla española más leídos en el
mundo entero1.

A grandes rasgos su estilo se distingue por su claridad, vitalidad, espontaneidad


y concisión. Por momentos domina el realismo costumbrista en la observación, por
otros, el idealismo romántico en lo imaginado. El autor se preocupa por los problemas
políticos, económicos y religiosos. Además pretende dar una visión integral de la
Argentina del presente, del pasado y del futuro. 2

1
Bompiani, V. S. Diccionario de autores: De todos los tiempos y de todos los países. Barcelona: Hora,
1998. Vol. V, p. 2965.
2
Bonet, Carmelo. “La novela” en Historia de la literatura argentina (dirigida por Rafael Arrieta)
Buenos Aires: Peuser, 1958, t. IV, pp. 269-274.
2

Presentación de Valle Negro

Con su novela Valle Negro nuestro autor conquistó en 1924 el Premio


Quinquenal de la Real Academia Española, como la mejor producción literaria de
Hispanoamérica. De ella dijo Don Miguel de Unamuno:

“(…) tomé en manos su “Valle Negro” y ayer sólo lo leí todo de una vez
(…), y con ello le quiero decir que volveré a leer algún día su “Valle
Negro” además de hacérselo leer a otros. Y volveré a leerlo porque el
interés que me despertó no es solo el de un argumento interesante (…)
sino que es el de un dramático juego de pasiones (…)3

Gracias a esta novela, se incorporaron numerosos argentinismos en el


Diccionario de la Real Academia Española. Martínez Zuviría alcanzó renombre
nacional e internacionalmente. Fue incorporado como miembro de la Real Academia y
luego como académico correspondiente. La crítica saludó con entusiasmo esta obra. El
lector se siente atrapado desde el comienzo por la compleja urdimbre de la trama que lo
sumerge en un estado de suspenso y tensión creciente a medida que se acerca al
desenlace final. No logra vislumbrar cómo acabará y, por ello, se sorprende con el
inesperado giro de la acción durante el último capítulo, que no por ser sorpresivo deja
de ser verosímil.

Valle Negro es una novela con una trama muy compleja, en la que se mezclan
historias de amores cruzados, hostilidades entre estancieros, recelos, odios y venganzas.
Trata sobre los conflictos de una familia encabezada por don Jesús de Vizcarra, un
hombre viudo, dueño de la estancia Valle Negro -denominación de la que se derivará el
título de la obra-. Don Jesús además de tener a una hija pequeña, Mirra, es tutor de un
niño huérfano llamado Gracián. Mirra y Gracián se enamoran. Junto a ellos vive Flavia,
hermana de don Jesús, quien ha tenido un romance con Pablo Camargo, principal
enemigo de su hermano. Fruto de ese amor, había concebido y dado a luz en secreto a
Victoria. Para no manchar su apellido, entrega la recién nacida a Camargo. Sin

3
Unamuno, Miguel de. Carta a Gustavo Adolfo Martínez Zuviría. Salamanca, 18-IX-18. Una copia de la
carta original me fue cedida por gentileza del Instituto Hugo Wast. Se desconocen los datos de edición del
diario en el que fue publicada.
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embargo, con el paso del tiempo Flavia se arrepiente y pretende que Gracián se case con
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su hija para poder acercarse definitivamente a ella. Para ello debe apartarlo de Mirra.

Técnicas narrativas

En primer lugar debe destacarse que, desde el comienzo, la novela marcha en


función del desenlace aún lejano. Hugo Wast introduce al lector en una atmósfera de
tensión e interés creciente mediante vagas expresiones que lo predisponen a imaginar
las posibles variantes del desenlace final. Estas expresiones aparecen a lo largo de la
novela.

En el primer capítulo, don Jesús no se inmuta ante las amenazas de muerte de


Pablo Camargo, sin embargo “algo de fatalismo en su sangre criolla le hacía creer que
las cosas vienen de lejos, sucediéndose como una cadena que los hombres no pueden
romper.” (p. 115) Si bien el asesinato de este personaje no constituye propiamente el
desenlace final, posee una importancia fundamental, ya que cambiará por completo el
rumbo de la historia.

Mirra le comenta a Gracián que su tía le ha enfriado notablemente su cariño


desde el día en que se peleó con Victoria. Más tarde, Gracián le contará a Flavia que ha
visto a Victoria y mientras le describe cada uno de sus gestos y le refiere todas sus
palabras porque ella se lo pide, súbitamente se detiene, mira fijamente a Flavia y
exclama: -“¡Tiene sus ojos! ¡Sus mismos ojos!” (p. 166). Una palidez de muerte se
apodera de su rostro. Ante estos fragmentos el lector se da cuenta de que evidentemente
hay algún tipo de parentesco entre Flavia y Victoria. En el capítulo X acabará por
comprobarlo.

Cuando Mirra escucha que Gracián se olvidará de ella por Victoria piensa que
“las palabras de Flavia, anunciando cosas que podrían ocurrir, le zumbaban en la
memoria y les hallaba un triste sentido de verdad.” (p. 300) Gracián, luego de
prometerle que ello jamás ocurriría, “pensó un momento y recordó que en sueños algo
le anunció que esas vacaciones serían las últimas que pasaría en Valle Negro. No
volviendo más se olvidaría de Mirra, como era su anuncio, y ella aguardaría vanamente

4
Wast, Hugo. Valle Negro. Santa Fe: Ediciones Didascalia, 1994. En adelante, se cita por esta edición y
se consigna solo el número de página entre paréntesis.
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su vuelta…” (p. 302) Gracián olvidará a Mirra por Victoria. Y cuando pretenda regresar
con Mirra, será muy tarde.

En segundo lugar, Martínez Zuviría busca lograr una narración dinámica.


Prioriza, por sobre todas las cosas, la acción, porque es la forma más eficaz para captar
la atención del lector, despertar su interés y conducir su curiosidad. Sus personajes
siempre se encuentran en acción, ya sea haciendo algo o sumergidos en profundas
meditaciones, pero nunca quietos. Por esta razón, para conseguir una narración
dinámica, prefiere el uso de verbos y sustantivos. Redacta en frases breves. No se
detiene en descripciones puntillosas. Suele dar conclusiones rápidas, certeras y abiertas
que mantienen el suspenso hasta el capítulo siguiente. Por momentos, su prosa se torna
rítmica, lírica y musical. Cuando se ve obligado a explicar algún acontecimiento que
influye en el desarrollo de la novela, realiza una escueta síntesis en los párrafos
narrativos iniciales de los capítulos correspondientes. A grandes rasgos, podemos
afirmar que su narración es precisa, rápida, clara y ágil:

“Sólo un deseo pudo borrar de su corazón la marca del odio, y fue el


amor que un día nació en él por Flavia de Vizcarra, a quien conociera en
Cosquín. La niña tendría en aquel tiempo diecisiete años y era
extraordinariamente hermosa, con una belleza de estirpe, que le venía de
lejos. Pero don Jesús de Vizcarra, jefe de la familia y tutor de Flavia, se
negó rotundamente a autorizar un noviazgo que reprobaba, más que todo,
porque Pablo Camargo tenía fama de calavera. El idilio iniciado se
rompió, y para alejar a la niña, don Jesús la mandó a un pueblo perdido
en la sierra, a casa de parientes que él apenas conocía, y donde ella vivió
algunos años sin verlo, guardándole un mudo resentimiento.” (pp. 114-
115)

En tercer lugar, nuestro autor se preocupa por realizar un buen retrato y un


profundo análisis psicológico de sus personajes. A la hora de presentarlos comienza por
una breve descripción física y luego se centra en determinados detalles exteriores que
nos dan un pantallazo sobre sus personalidades. A medida que crecen y actúan, nos
introduce en sus almas y nos muestra aquel mundo misterioso del pensamiento y del
corazón humano, por medio de monólogos narrativos. En la mayoría de los capítulos de
Valle Negro encontramos esos buceos psicológicos, hechos a veces intencionalmente,
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otras, mediante sus acciones. Hemos seleccionado el análisis psicológico de Flavia, ya


que es el mejor logrado de toda la novela.

“No debía tener treinta años, y era extraordinaria su figura, pálida su faz,
animada por el rasgo carmín de su boca cerrada y triste, como hecha para
el secreto, y por sus ojos alucinados, oscuros en la sombra, pero verdes a
la luz del día” (p. 70)

Ya en la presentación de este personaje, el narrador insinúa la tristeza en la que


se encuentra sumida y los secretos que guarda. Flavia prodiga todo su afecto a Gracián e
intenta ganarse su cariño para encadenarlo en sus planes. Vemos en ella a un personaje
atormentado por la culpa porque cuando su hija había nacido, sin dudarlo ni un
segundo, la había entregado a Pablo, pues era más importante mantener limpio el honor
de su nombre que la crianza de una hija ilegítima. Sin embargo, con el paso de los años,
se despierta en ella un tierno amor maternal. Camargo aprovecha estos sentimientos
para acercársele nuevamente. En un principio, ella rehúsa en asistir a las citas nocturnas
hasta que Pablo promete mostrarle a su hija. Entonces se decide y comienza a
encontrarse con su antiguo enamorado, quien no le muestra a la niña. En numerosas
ocasiones, intenta hablar con su hermano y explicarle su situación. No obstante, ante las
amenazas de muerte de Pablo, le falta el ánimo. A medida que se suceden sus
encuentros con Pablo:

“A veces le llegaba una vislumbre de aquella cruda verdad; sondeaba la


deshonra en que vivía, pero aplazaba sus buenas resoluciones para
tiempos que ella misma comprendía que no llegarían nunca. Porque nada
bueno podía venir por caminos tortuosos y vedados.” (p. 216)

Con la ayuda de Lázaro y a espaldas de Pablo consigue acercarse a Victoria y


decirle que ella es su madre. Flavia pretende que Victoria y Gracián se hagan amigos
durante el próximo verano. Teje un plan por el cual si Gracián se casa con su hija,
entonces podría acercarse definitivamente a ella. Pero ve en Mirra a una enemiga,
porque se da cuenta del amor naciente entre los niños. Una noche Camargo le confiesa
que está casado con una mujer en la Banda Oriental a quien había abandonado por su
infidelidad.
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“Repentinamente se incorporó, llena de valor y huyó. Sentía una fuerza


que no nacía de ella, puesto que contrariaba todos sus anhelos; y era
como un viento que la llevaba a través del monte (…) buscando el
refugio que había de salvarla.” (p. 327)

Pablo se lleva a Victoria a Córdoba. Flavia se resigna cristianamente a la


ausencia de su hija como un castigo divino para su propio bien. Cuando se entera de que
han regresado “ya que él no venía, ella, Flavia iría hasta él, y se rendiría como una
esclava, en cambio de su hija”. (p. 351) En una noche destruye toda la labor de tres
años. Cuando don Jesús es asesinado “el horror de los horrores sentíalo Flavia en su
conciencia envenenada por aquella funesta pasión”. (p. 382) Consigue que la nombren
maestra en una escuela de Cosquín y de este modo, huye de Valle Negro. Años más
tarde, cuando Gracián regresa y se reencuentran lleva a cabo sus antiguos planes:

“Y fue Flavia misma la que, impaciente por liberar a su hija de su hostil


soledad, la arrojó en sus brazos, sin pensar que podía reproducirse en ella
el propio doloroso romance de amor y de abandono.” (p. 408)

Cuando se enteran de que el joven anda rondando por Valle Negro y que se
casaría con Mirra “fueron los días más penosos de la vida de Flavia. Pasaba horas sin
cambiar una palabra con su hija (…), porque no supo guardarla y defenderla” (p. 455).
Finalmente se resuelve a ir a la estancia, le confía sus penas a Mirra y se refugia en su
misericordia.

En cuarto lugar Wast entreteje hábilmente los diálogos. Aparecen


constantemente a lo largo de toda la obra. Son construidos con frases breves e intensas.
Los personajes hablan con modismos argentinos típicos y se vosean. Nuestro autor
emplea este recurso, por un lado, para disminuir la tensión del lector, mediante la
introducción de conversaciones entre paisanos con sentido humorístico. Por otro lado
son usados en los momentos de mayor carga emotiva y para agilizar al máximo el
desarrollo de la acción. Suelen tener un tono emotivo, melancólico y nostálgico.

“(…)-¡Ah, usted es la Flavia! ¡Usted es la Flavia!-gritó con rencor.

-Sí, yo soy Flavia…-respondió ella con tristeza-¿Quién te ha dicho que


por mí entró en tu casa la desgracia?
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-¡Me lo ha dicho mi papá!

-Pero no es verdad.

-¡Sí! ¡Por usted se fue mi madre!

-¡No es verdad, no es verdad!

-¡Mi madre…!- fue a decir Victoria, y, como en la noche en que


Camargo le hablara de ella, sintió una emoción desconocida.

Flavia se le acercó.

-Tu madre…-le dijo dulcemente, casi al oído-, tu madre soy yo…” (p.
266-267)

Por último, Martínez Zuviría describe los escenarios de la acción con tal
realismo que pareciera que la misma se desencadenara ante nuestros ojos:

“Ahondábanse las arrugas de las cumbres lejanas, cuyas crestas eran las
primeras en recibir la caricia del día; se teñían de púrpura las nubes
deshilachadas que habían dormido sobre ellas, y en el valle se insinuaba
un vientecito tibio que venía del este, anunciando el incendio del Sol. Y
de pronto, sobre la áspera loma cubierta de carquejas y doradillas, donde
hacía un rato ardía, como el resplandor de un horno magnífico, apareció
el disco de brillante plata bruñida, haciendo chispear los millones de
diamantes que la noche desparramó sobre los pastos” (p. 135)

En general los críticos coinciden en que Hugo Wast es un excelente escenógrafo.


No necesita capítulos enteros para describir un paisaje, sino que posee la capacidad de
condensar sus observaciones en breves frases. Generalmente concentra en un breve
párrafo todo un panorama de amplio contenido. Suele ir de lo general a lo particular, del
conjunto al detalle. Con frecuencia intervienen los factores climáticos. La flora, la fauna
y los cuadros geográficos son descriptos con suma exactitud. El paisaje es un espejismo
del estado anímico de los personajes.
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Conclusiones

Partiendo de la crítica literaria de Valle Negro y de la exitosa recepción que tuvo


por parte del público, llegamos a la conclusión de que gracias a la selección y uso de
recursos narrativos que Hugo Wast lleva a cabo en esta obra, conquista el interés de los
lectores, los conduce a través de una lectura amena, ágil y fácil, los sumerge en una
atmósfera de misterio, suspenso y tensión creciente-dándole, por momentos, un respiro-
y cuando llega al punto culmen de la trama, nuestro autor le da un giro totalmente
inesperado y no deja lugar a dudas sobre el doloroso final de sus personajes. La unidad
episódica no se quiebra ni deja de ser verosímil.

Finalmente Valle Negro no se aparta de la cosmovisión cristiana de la vida de


nuestro autor. Esto podemos observarlo en el heroico perdón de don Jesús en su lecho
de muerte y su recomendación de no ajusticiar al asesino y en el sacrificio de Mirra, por
el que renuncia a su amor en aras del bien y del honor.

Bibliografía

Fuente

Wast, Hugo. Valle Negro. Santa Fe: Ediciones Didascalia, 1994.

Bibliografía específica

Bayona Posadas, Nicolás. Visión cinematográfica de Hugo Wast. Bogotá, 1944.

Martínez Zuviría, María Eugenia. “Recuerdos de una nieta” en: Gladius, a. vol nº 55.
Buenos Aires, dic., 2002.

Moreno, Juan Carlos. Genio y figura de Hugo Wast. Buenos Aires: Editorial
Universitaria de Buenos Aires, 1969.

Noriega, Néstor Alfredo. “La eficacia narrativa de Valle Negro” en: Valle Negro. Santa
Fe: Ediciones Didascalia, 1994.

Wast, Hugo. Vocación de escritor. Buenos Aires: Thau, 1946.

Bibliografía general

Arrieta, Rafael Alberto. Historia de la literatura argentina. Buenos Aires: Peuser, 1958.
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Bompiani, V. S. Diccionario de autores: De todos los tiempos y de todos los países.


Barcelona: Hora, 1998.

Bourneuf, R & Ouellet, R. La novela. Barcelona: Ariel, 1983.

García, Germán. La novela argentina. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1952.

Pinto, Juan. Panorama de la literatura argentina contemporánea. Buenos Aires:


Mundi, 1941.
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