Los enfoques que animan a ver las organizaciones como mecanismos artificiales, las
enmarcan por su capacidad autoorganizativa. Esta capacidad lleva a tener en cuenta que las
organizaciones se ven inmersas en un sistema dinámico permeado por el exterior, en el que
adquieren articulaciones nuevas en el marco de comportamiento, identidad y autonomía que
permite desarrollar la capacidad de adaptación y orientación hacia el cumplimiento de propósitos,
por lo tanto, se deduce que una organización logra sus objetivos al adaptarse a las condiciones del
sistema (Etkin et al., 1989, pp. 67 -69); sin embargo, el concepto de autoorganización va más allá
de la simple adaptación. Al adaptarse, la organización lleva sus mecanismos a la transformación
de sus elementos y la generación de valor al sistema pero según Etkin y Schvarstein (1989) “la
noción de propósitos ya no es necesaria para explicar la racionalidad de las organizaciones”, por
lo tanto no es un factor que se considere para que se logre en su totalidad está capacidad. No
obstante, de ahí parte la autoorganización. La diferencia entre autoorganización y adaptación
nace en que la primera, se da dentro del sistema casi que automáticamente, se da como una fuerza
que ante cualquier fenómeno intenta regular sus elementos internos para que se mantengan en un
rendimiento y desempeño eficiente, además de responder ante al ritmo de adaptación que el
sistema determina inesperadamente durante el tiempo (Etkin et al., 1989, pp. 67 -69). Por otra
parte, esta capacidad fortalece el orden a partir de la coordinación de las interrelaciones de los
elementos que componen la organización, llevando a adoptar un comportamiento que infiere en
la modificación de sus propias estructuras ya que suministran autonomía para interactuar con
otros sistemas y conforman una estabilidad que permite su funcionamiento en la dinámica del
sistema en sí; esto lleva a que las propiedades de los sistemas, no solo puedan describirse
significativamente en términos de sus elementos separados sino que también se deban estudiar
globalmente todas las fuerzas que modifican las partes que lo componen pues según Etkin y
Schvarstein (1989) “ estas fuerzas son una trama de relaciones internas y de acoples con el
exterior”.
Reseña critica: Identidad de las organizaciones (Invariancia y Cambio) Capítulos I – II
Referencias
Etkin, J. Schvarstein, L. (1989). Identidad de las organizaciones: Invariancia y cambio. Buenos
Aires, Argentina. Paidos. (pp. 87 -11).