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UNIVERSIDAD SANTO TOMAS

ECLESIOLOGIA
Nombre: Diego José Rentería Lascano

Sacramentum Unitatis Ecclesiasticae: The Eucharistic Ecclesiology of Henri de


Lubac.

El primer gran trabajo teológico de Lubac, es el estudio del dogma en relación con el
destino de la humanidad. Pretendía, en su énfasis sobre la naturaleza social del cristianismo,
abordar lo que él percibía como la desafortunada tendencia, en las actitudes religiosas de su
tiempo, hacia la individualización en lugar de un enfoque en la comunidad. Para Lubac,
existe un aspecto unitivo de los sacramentos, un rasgo característico de su naturaleza como
sacramentos, el cual es que no trabajan de forma aislada, en individuos solitarios, pues su
misma naturaleza es unir a aquellos, en quienes actúan de manera efectiva, en una unión
más cercana entre sí en Cristo. Y en este sentido la eucaristía tendrá un valor importante
para la vida del creyente y de la comunidad, puesto que Cristo al compartir su vida divina, a
través de los sacramentos y en especial en la eucaristía, provee una unidad en sus
miembros. “It is in this context that de Lubac, in Catholicism, introduces one of the abiding
themes of his eucharistic theology: since the sacraments are the means of salvation they
should be understood as instruments of unity.”1

La insistencia de Lubac, en la eucaristía como sacramento de la Iglesia, y por lo tanto


efectiva solo dentro de este contexto, inevitablemente plantea cuestiones de naturaleza
ecuménica. Los sacramentos realmente constituyen la asamblea, y por esta razón, está en
contra de todo individualismo. La eucaristía, que renueva en cada comunidad cristiana y en
cada vida cristiana, la reconciliación dada por Dios para nuestra redención, suscita en
nuestra vida la vida resucitada de Cristo Jesús. “Through each one of us this one church
ever appears as the chief object as well as the chief minister of all the sacraments.
Sacramenta faciunt ecclesiam.”2 Es por esto que, Lubac pide un regreso a la comprensión
de que somos aquello en lo cual participamos: el cuerpo de Cristo. Y que por tal motivo,
debe haber una apertura y flexibilidad del discurso eucarístico si se quiere preservar una
rica comprensión de lo que se nos da en este sacramento. La eucarística es una realidad de
comunión, de unidad, y aunque se puede estar viviendo bajo un régimen fascista, y una
religión divorciada de la vida pública, social y política, la fe no se puede convertir en una
mera cuestión de conciencia personal, o de ninguna referencia a la comunidad. Lubac
intenta recuperar para la Iglesia una comprensión de su misión y mensaje como
inherentemente social, pues si la Eucaristía es el sacramento de la unidad de la Iglesia, se
debe discernir que se esté realmente formado parte del cuerpo de Cristo, porque, como nos
dirá Lubac, si no somos capaces de reconocer la unidad de la vida que todos compartimos

1
Wang, L. (2003). Sacramentum Unitatis Ecclesiasticae: The Eucharistic Ecclesiology of Henri de Lubac. Anglican
Theological Review, 85(1), p. 146.
2 Ibíd., 146
como un solo cuerpo, estamos fallando a ser que la comunidad de fe pueda participar en la
vida auténtica que se nos ofrece en este, el misterio de la unidad eclesiástica y sacramental.
Es decir, que la Iglesia y su misión concurren siempre para actualizar la obra de la
salvación, el cuerpo salvífico de Jesús. Por eso toda la humanidad y toda su historia puede
reunirse como una sola comunión alrededor de la Mesa del Señor hasta el fin de los
tiempos. Todos los cristianos después de dejar la mesa eucarística, deben vivir el servicio,
para que el cuerpo eclesial-sacramental, que es la Iglesia, pueda cumplir con su destino, que
es el de hacer que toda la humanidad se transforme en el cuerpo vivo de Cristo.

Lubac intenta mostrar a la Iglesia no como algo ajeno a la vida del mundo y de los
hombres, sino mostrarnos a Cristo, llevarnos a Él y comunicarnos su gracia. Es Cristo,
quien restaura el orden interior de los hombres, y es precisamente esta restauración en y por
Cristo, la misma Iglesia, que atañe la estructura social de la humanidad, ya que el creyente
no es, sino incorporándose a Cristo en la Iglesia. La unidad de la Iglesia, de la humanidad
en Cristo, es distinta de la de un todo, ya que sus miembros no pierden ni su libertad ni su
responsabilidad personal. La Eucaristía hace a la Iglesia, y la Iglesia hace la Eucaristía.
Lubac reacciona contra cualquier intento de quebrar la unidad intrínseca de la Iglesia.
Lubac menciona que la unidad de la Iglesia se fundamenta en la obra salvífica de
Jesucristo. Para fundamentar la unidad de la Iglesia Lubac apela mucho al testimonio vivo
de los Padres. Así, con San Juan Crisóstomo, dirá que Cristo hace de unos y otros un solo
cuerpo. La Iglesia es una, es Católica, pero no es católica por estar extendida y tener gran
número de fieles, la catolicidad como la santidad, es algo intrínseco a la Iglesia. Y por ello
todos, son llamados a ser uno con Cristo, y la Iglesia es principio de esta unidad. “Lubac
argues that the very sacrificial nature of the eucharist itself is what contributes to its role as
the sacrament of the unity of the church.”3 Para Lubac, la unidad de la Iglesia, cuyo
fundamento esta dado en la obra salvífica de Jesucristo extendido y comunicado.
Manifiesta tanto una santidad, como su catolicidad, pues le es intrínseca; y así está llamada
a la unidad fundada en la caridad. Por esta razón, la ruptura de la unidad en el cisma es una
ruptura de la caridad, y atenta contra lo más querido por Cristo. De esta manera, ser
partícipes, mediante la Eucaristía, de la muerte y resurrección de Cristo, en obediencia al
Padre, por gracia del Espíritu Santo, nos injerta en el dinamismo más radical y total que
conmueve el corazón de la persona, que atraviesa y guía la historia humana. Se trata de un
acontecimiento, pues, que abraza todas las dimensiones de nuestra existencia. Por eso, la
dimensión personal, social, histórica y cósmica del evento son inseparables. La comunión
eucarística realiza la comunión eclesial, como un don recibido. Y sin comunión eucarística,
es imposible que pueda darse la comunión eclesial, porque entonces la Iglesia sería una
simple agregación humana, de matiz moral, con compromisos estables que los miembros se
darían a sí mismos y que se remitirían para justificarse, a un principio mayor.

3 Ibíd., 149
Finalmente, el texto nos señala la importancia de volver a las fuentes, de recobrar el sentido
más hondo de la realidad comunitaria del cristianismo, volver a las obras, acciones,
palabras y vida de Cristo, una vida que se entrega, que repercute en el bien de sus
discípulos, en el bien de las futuras comunidades, y sobre todo un vida que se comparte.
Esta dimensión comunitaria, de la Iglesia, debe plasmarse en la vida delos fieles, y debe
llevarnos a profundiza en el misterio de Cristo. “The essence of the eucharist, then, is that it
is an act of communion—the creation of a community, by the power of the Spirit, which
draws fife from the body so that it might become that body. Thus corpus mysticum is a way
of expressing and understanding the mutual interrelation of the eucharist and the church, a
relation which is an active principle, constantly forming the reality of which it is the
evidence. As de Lubac succinctly puts it, "présence réelle, parce que réalisante" (p. 284).”4
Según lo menciona Lubac, es fundamental comprender que La Iglesia es un misterio, es
sacramento, la depositaria de los sacramentos y de la fe, ella es unida a Cristo, el gran
sacramento que vivifica a todos los demás. Ella es en el mundo el sacramento de Jesucristo,
por lo que, Lubac concluye afirmando esta característica como propia de la Iglesia, su
carácter de sacramento y de comunión, que nos une con Dios. Cuando la Iglesia celebra la
eucaristía, vive el misterio pascual, y permite que el creyente y ella misma, desde su
libertad e identidad, sea una con Cristo.

Bibliografía

Wang, L. (2003). Sacramentum Unitatis Ecclesiasticae: The Eucharistic Ecclesiology of


Henri de Lubac. Anglican Theological Review, 85(1), pp. 143-158. (Base de Datos Ebsco-
Academic Search Complete- Recursos electrónicos Biblioteca USTA).

4
Ibíd., 154

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