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UN CEREBRO EN LAS ENTRAÑAS

Tus intestinos también piensan por ti


Su función es muy parecida a la actividad cerebral de la cabeza. Nos avisa
de peligros, nos defiende y nos ayuda a tomar decisiones. ¿Cómo
cuidarlo para que cumpla su función?

Tomás Álvaro

https://www.cuerpomente.com/salud/segundo-cerebro-intestinos-piensan-intuicion_4510

Tenemos más de 100 millones


de neuronas distribuidas por el
sistema digestivo, más que en
toda la médula espinal, aunque
donde realmente se concentran
es en el intestino delgado.

A pesar de lo llamativo de la cifra,


la ciencia creía que su única
función era controlar la digestión
de los alimentos y le ha prestado
poca atención. Solo en los
últimos años se ha constatado que existe un intercambio constante de
mensajes entre el sistema nervioso central, del que forma parte el cerebro, y
esta segunda red neuronal.De ahí que en medicina se hable ya de un
segundo cerebro.

El sistema digestivo es un importante centro de procesamiento y decisión a


nivel emocional. Cuántas veces hemos sentido “mariposas en la barriga” o
una mala noticia nos ha producido “un vuelco en el estómago”. El lenguaje
siempre ha tenido clara la relación estrecha entre nuestra mente y el
sistema digestivo.

¿Por qué si no un problema nos hace correr al lavabo o una comida


deliciosa nos llena de felicidad?

Es el lugar desde el que se discierne lo que es peligroso de lo que no.


Nuestros sistemas nervioso e inmunológico intestinal se encargan de reconocer
la diferencia y seleccionar la respuesta oportuna, que luego transmiten al
cerebro superior. Esas “reacciones viscerales” influyen en todo lo que
hacemos y pueden ayudarnos a calibrar bien la situación.

De una fuente común

El sistema digestivo comparte origen con el cerebro, al que sigue


íntimamente ligado.
En las primeras etapas de nuestro desarrollo embriológico, en la zona
donde se acabará desarrollando la cabeza, se forman dos cavidades. Sin
embargo, una de ellas irá evolucionando “hacia abajo”, dando lugar a las
diferentes partes del intestino.

En el tubo digestivo embriológico se distinguen al menos cuatro partes con


funciones y destinos evolutivos diferentes que se originan a partir de esa
rama común unida al sistema nervioso central.

Memoriza experiencias

Las neuronas que inervan el tubo digestivo forman un cerebro propio.

Este recibe y envía impulsos de manera autónoma, memoriza y recuerda


experiencias vividas y responde vibrando de forma inmediata con los
acordes del sistema nervioso central. Sus “notas” son los cambios de ritmo
ante un examen o su desorganización ante un cambio vital.

Es un especialista en responder a las emociones, y reacciona a la vez que


el sistema nervioso central.

Trata de tú a tú al cerebro

El sistema digestivo produce y utiliza los mismos neurotransmisores que el


cerebro, como la serotonina y la dopamina, neuropéptidos... Son más de
treinta moléculas que transmiten información, similares o idénticas a las que se
encuentran en el sistema nervioso central.

Una situación de estrés impacta en nuestro cerebro superior y, a través de


estas moléculas, llega al digestivo, donde producirá respuestas. Emociones
de preocupación, miedo o angustia resuenan inmediatamente en todo el tubo
digestivo en forma de dolor, movimientos intestinales o vómito. Es la
manera física de manifestar noticias o hechos que no podemos tragar, digerir o
evacuar.

Vamos aprendiendo que para el tratamiento de cualquier caso de depresión o


ansiedad, debemos comenzar por afinar el aparato digestivo, regular el
tránsito intestinal y repoblar la flora bacteriana que contiene.

La flora bacteriana es la clave

El tubo digestivo es un rico y complejo ecosistema que alberga una ingente


cantidad de bacterias, virus, hongos y parásitos –beneficiosos si están
dentro de los parámetros normales–.

Las funciones de este auténtico órgano adicional son esenciales para la


digestión y absorción de nutrientes y para la salud intestinal, pero también la
salud cardiovascular, el estado inmune, el asma o la obesidad, así como el
sentido del humor, el estado emocional y la salud mental.
Los cambios en la microbiota, término con el que se denomina a los millones
de bacterias que colonizan nuestro cuerpo, también comportan cambios en
el sistema nervioso. Los problemas de memoria o de ansiedad, por ejemplo,
dependen en parte de su composición.

A su vez, el estrés y las emociones pueden alterarla. Hay enfermedades


intestinales que tienen efectos en el cerebro. Por ejemplo, la infección por la
bacteria Helicobacter pylori produce inflamación gástrica, pero también
depresión y migraña.

Donde reside nuestra intuición

Saber que llevamos un cerebro en las tripas es una invitación a conectar con
él. Nuestra intuición reside allí y su contribución en la toma de grandes
decisiones es bien conocida.Lo irracional sería no escucharla.

Las personas que acostumbran a tomar decisiones, como directivos y


empresarios, son capaces de completar la información del cerebro
superior con la del cerebro digestivo, asiento de esta reserva interna de
conocimiento inconsciente.

Resulta que el viejo consejo de “no te dejes influir por las emociones” lleva a la
decisión equivocada. Si no la equilibramos con el cerebro intestinal, la
decisión se queda coja. El principal motivo es que el intelecto busca
básicamente actos cómodos.

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