Capítulo 13
Hobsbawm analiza en este capítulo el proceso por el cual se pasó de una época relativamente
pacífica para el escenario europeo, la que fue desde 1871 a 1914, a otra signada por la
persistencia de conflictos bélicos o su amenaza.
Desde fines del siglo XIX y principios del XX, las sociedades occidentales oscilaron entre la
certeza del estallido de una gran guerra y el escepticismo acerca de que eso realmente fuera a
ocurrir. Aún el creciente armamentismo y el servicio militar obligatorio a menudo parecieron
desempeñar más un papel dentro de la política doméstica de los países en el marco del
creciente nacionalismo y la política de masas, que como parte de los preparativos para un
conflicto bélico inminente.
El autor afirma que los conflictos realmente existentes se relacionaban con el mundo no
europeo, y la violencia colonialista de las misiones imperiales, en las que los ejércitos europeos
y norteamericano sumaron cuantiosas bajas.
La preparación para una futura guerra era preocupación de todos los gobiernos europeos, y los
embarcó en una carrera armamentística especialmente costosa a causa de las nuevas
tecnologías desarrolladas. Quedaba claro que la próxima guerra sería una guerra industrial, y
eso generó una simbiosis entre los estados y la industria armamentística destinada a perdurar
en el tiempo.
Luego de caracterizar la situación previa, Hobsbawm analiza el debate sobre los orígenes de la
PGM. ¿Qué desencadenó una guerra que nadie deseaba? Luego de descartar la utilidad de
buscar un estado “culpable”, el autor resalta la situación particular de una Europa que se había
ido alineando en dos bandos erosionando la Pax Britannica y el hecho de que, ante la
inevitabilidad aparente de la guerra, algunos gobiernos comenzaron a considerar la ventaja de
decidir cuándo estallaría el conflicto.
Pero además de estas cuestiones coyunturales, Hobsbawm afirma que el desarrollo particular
del capitalismo durante la Era del Imperio forzó la rivalidad entre estados en torno a mercados
y recursos, y que la creciente fusión entre economía y política del período convirtió a todas las
potencias en expansionistas y colonialistas. En ese contexto, las nuevas tensiones propias del
nacionalismo exacerbado y la política de masas terminaron desembocando en una guerra de
semejante tamaño.
CAPÍTULO 11
Desde Marx, el imperialismo era una fase del capitalismo que conllevaría a una guerra
ínterimperialista. Desde otro ángulo, la guerra era una adecuación de la balanza de
poder. Para ambas, la competencia debía tomar el camino de las armas. Los primeros
países industriales estaban siendo superados por nuevas naciones. Inglaterra había
quedado relegada en materia de innovaciones tecnológicas. Su flota comercial seguía
siendo de gran importancia y controlaba el comercio mundial. La jerarquía de Francia
como nación poderosa estaba más vinculada con su capacidad imperial que con su
poderío industrial. Estas viejas potencias habían convenido una alianza estratégica
ante el avance de los nuevos países industriales del continente: Alemania y Italia en
menor medida. Los roces entre Alemania y Francia que estallaron durante 1870 y
1871, habían dejado un sentimiento de humillación en Francia. Aunque Francia tomó
revancha en el momento del reparto final de los continentes africano y asiático. Las
más perjudicadas, Alemania, Italia y Austro-Hungría firmaron un compromiso de
asistencia mutua en 1882, el acuerdo se llamó la triple alianza.
La zona de los Balcanes eran desde hacía cincuenta años un re kilombo. Los
nacionalismos étnicos hicieron de esta región el epicentro del conflicto. Desde 1861
las luchas por la independencia que libraron algunas naciones allí habían enfrentado
a los imperios turco, austro húngaro y ruso, los cuales disputaban por la dominación
de estos territorios. En 1888, los búlgaros se unieron a las fuerzas rusas en contra
de los turnos y lograron la independencia bajo la tutela rusa.
El proyecto de los Eslavos libres del Sur tenía base en Serbia, pero sus ramificaciones
por todos los países balcánicos hicieron que el asesinato del archiduque Francisco
Fernando (Austro-Húngaro) fuera realizado por un agente bosnio de una organización
armada de serbia.
Un conflicto de mayor envergadura que involucraba a tres imperios y que por efecto
de las alianzas preexistentes se transformó en la Primera Guerra Mundial. El
problema de los Balcanes era mucho más dramático y profundo como para reducirlo
a un acontecimiento del asesinato, éste sólo fue un desencadenante.
Dieciocho millones de muertos fue el saldo de esta contienda. Necesitó tres puntos
de inflexión para que saliera del pantano en que se encontraba. Los tres en 1917. La
desintegración del imperio austro-húngaro, la revolución bolchevique y la inserción
de EEUU en la guerra.
Con la ayuda propiciada por Estados Unidos, los aliados comenzaron a avanzar sobre
territorios enemigos en forma cada vez más firme a partir del mes de Julio de 1918,
y en pocas semanas, con sus aliados destruidos, Alemania, se declaraba vencida.
Único enemigo que quedaba más o menos íntegro era Alemania. Las autoridades
europeas consideraron que la única manera de recuperar sus economías consistía en
imputarle a Alemania todos los gastos costos y sufrimientos de la guerra. Los
reclamos a Alemania eran imposibles de cumplir.
La conferencia de paz realizada por los países vencedores de acuerdo con la mirada
norteamericana. La paz debía ser lograda dotando de autonomía a los países con
reclamos de independencia, conservando las peculiaridades étnicas, históricas y
culturales. El segundo punto apuntaba a resquebrajar a Alemania. Las potencias
vencedoras dieron autonomía a los Estados Bálticos: Letonia, Lituania y Estonia.
Esta Conferencia de Paz era el prólogo para la realización de tratados de paz que se
firmaron en forma individual con cada país vencido.
Tratado de Saint-Germain
Las peticiones Italianas sobre territorios fueron denegadas, lo que representó a los
ojos italianos una ofensa a los acuerdos previos con los aliados. El tratado se dedicó
a fortalecer los territorios de Polonia, que tenía como último fundamento bloquear la
entrada de Rusia.
Turquía no ofreció resistencia. Perdió todas las zonas asiáticas que componían el
imperio otomano. Turquía estaba resignada a su reducción pero no así a la
eliminación completa de su identidad. Aparecieron movimientos de resistencia
nacionalista.
Tratado de Versalles
La descolonización
Una vez finalizada la guerra, las posesiones alemanas y buena parte de las turcas
fueron ocupadas por los aliados. Las potencias vencedoras realizarían un reparto de
los dominios de Turquía. Los aliados le habían prometido a los árabes que a cambio
de su ayuda les darían como recompensa la creación de un Estado de Palestina,
mientras que paralelamente se les prometió a los judíos que su compromiso con los
aliados sería retribuido con la creación del Estado de Israel. Todo en el mismo
territorio de Tierra Santa. Esta promesa recién se cumplió luego de la segunda guerra
mundial.
Francia obtuvo territorios, Inglaterra también, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Italia
muy poco, EEUU no obtuvo ni aceptó nada del reparto. La metrópoli debía
comprometerse a generar las condiciones para su independencia a corto plazo, pocos
años después, Arabia Saudita se independizó.