“Ustedes saben cómo me comportaba cuando pertenecía a la religión judía y cómo perseguí
con violencia a la iglesia de Dios.” El apóstol Pablo en el primer capítulo de su carta a la iglesia
de los Gálatas abre un poco de su corazón para contar una porción de su vida antes de conocer
a Dios. Pablo era un hombre muy religioso, tenía un celo tan grande por sus tradiciones
religiones al grado que dedicaba parte de su vida en perseguir a los que tenían una fe
diferente, incluso tenía permisos del gobierno que le permitían matar a aquellos que se
resistían. Porque esto es lo que hace una religión, te da un conjunto de normas de lo que
debes o no hacer, te enseña tradiciones humanas bien intencionadas pero olvida por completo
que todo se trata de Dios, todo se trata de conocer el amor del Señor y entrar en una relación
con Él, ¡Pablo defendía con poder humano a un Dios todopoderoso que no necesitaba ser
defendido! Estaba tan concentrado en cumplir con las tradiciones que no se daba cuenta que
su vida entera iba en contra de la voluntad de Dios. Es más fácil de lo que creemos tener una fe
solamente por ser parte de una religión que tenerla como resultado de una relación personal
con el Señor. Ser parte de una religión es relativamente sencillo, aprendes comportamientos,
vas a eventos, cumples con algunos rituales y reglas ¡y listo! Generalmente se adaptan a tus
horarios y recursos. Pero tener una relación personal con Dios irá contra toda tu comodidad y
tu lógica, seguir a Jesucristo cada vez es más impopular, conocerlo demandará un compromiso
real y total de nuestra parte porque Dios no quiere ser una parte de tu vida, un accesorio más
que cargas, una reunión dominical o una creencia más en tu mente, ¡Él quiere ser el Señor de
todo lo que eres! Quiere entrar en una relación de amor total, constante y permanente
contigo.
Conclusiones
“Pero aun antes de que yo naciera, Dios me eligió y me llamó por su gracia maravillosa. Luego
le agradó revelarme a su Hijo para que yo proclamara a los gentiles la Buena Noticia acerca de
Jesús.” Desde antes de que nacieras Dios ya sabía de ti, sabía cómo serías, qué decisiones
tomarías, qué nombre tendrías y en qué época de la historia te tocaría vivir. Dios te creó para
que fueras parte de sus propósitos y planes eternos, te creó para que conocieras su amor y
vivieras con Él por la eternidad. No fuiste creado para seguir un conjunto de normas o reglas
religiosas, la Biblia es clara al mencionar que aquellos que irán al Cielo no son los que hicieron
más buenas obras o los mejores intencionados sino los que le pidieron a Jesús que entrara a
vivir a su corazón para ser su Señor y Salvador personal. No se trata de cuántas veces vas a la
iglesia, cuántos sacrificios haces, cuántos rezos repites o de si crees o no en la existencia de
Dios, ¡se trata de entregarle tu vida al Señor para que Él tenga el control! Nuestra fe debe ser
el resultado de una relación real y personal con Dios. Pablo lo explicó bastante claro y sencillo
a los Gálatas: Dios te eligió antes de que nacieras, luego te ha estado llamando en diferentes
momentos y etapas de tu vida para que le conozcas, quiere revelarte la Salvación que hay en
su hijo Jesucristo para que una vez conociendo su amor vayas y compartas las buenas noticias
de libertad y restauración a todas las personas.