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Edición original:

Copyright 1992 Convention Press


Todos los derechos reservados
5427-93

Este es un libro de texto del curso en el área de Doctrina


en el Curso de Estudios de la Iglesia

Clasificación Decimal Dewey: 230

Subdivisión: Salvación

Impreso en los Estados Unidos de Norteamérica

Edición electrónica, 1999

LifeWay Press
127 Ninth Avenue, North
Nashville, Tennessee, 37234
ACERCA DEL AUTOR

Rolando Gutiérrez Cortés ha hecho su carrera en el área de la


filosofía, las letras y la teología.

Dentro de sus actividades académicas está la de enseñar a nivel.

Al ofrecerle al pueblo evangélico este volumen, de este varón de


Dios, lo hacemos con la oración que el estudio de la doctrina de la
salvación nos ayude a comprender, a vivir y a celebrar la vida que
tenemos en Cristo nuestro Señor y Salvador. ¡Para Él sea toda la
honra y la gloria! Amén.

Nota Editorial:
Hemos mantenido en lo posible este libro de la manera que fue
impreso originalmente en el año 1992 para ser fieles al manuscrito
original. Igualmente hemos tratado de eliminar cualquier símbolo
que pudiera haber sido introducido cuando escaneamos el libro.
También se respetaron las normas editoriales en uso en el
momento de la publicación original en el año 1992.

Sección Editorial
Departamento Multicultural de Liderazgo
Recursos Cristianos LifeWay
Nashville, Tennessee, 1999

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CONTENIDO

Acerca del Autor ..........................................................................3

Prefacio ........................................................................................5

Capítulo 1
La necesidad del hombre . ............................................................6

Capítulo 2
La iniciativa divina . ...................................................................22

Capítulo 3
La respuesta requerida . ..............................................................39

Capítulo 4
El nuevo nacimiento ..................................................................56

Capítulo 5
La vida santificada .....................................................................70

Capítulo 6
La vida glorificada .....................................................................82

Capítulo 7
La vida corporativa ....................................................................94

Capítulo 8
La vida compartida ..................................................................106

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PREFACIO

La doctrina cristiana de la salvación atiende a la vida


abundante, tanto para los creyentes en lo personal, así como para
la iglesia como comunidad redentora. La iglesia así cumple la
gran comisión de anunciar el evangelio a toda criatura por todo el
mundo.
La doctrina de la salvación enfoca la necesidad fundamental
del hombre, consciente que la naturaleza del hombre no debe ser
el pecado, sino la vida plena. Jesucristo afirma: Yo he venido para
que tengan vida, y para que la tengan en abundancia (Jn. 10:10).
La salvación se recibe como respuesta personal y como
comunidad de redimidos. Como personas y como iglesia se da una
manifestación de vida nueva, puesto que en lo individual y en la
comunidad hay progreso en el proceso de la salvación. Y en
ambos casos se da el propósito común de glorificar a Dios, como
miembros del cuerpo de Cristo y como miembros en cada iglesia
local que se ha constituido para compartir la noticia salvadora en
forma redentora con el mundo.
El mundo necesita el amor de Dios en la dimensión en que se
revela en la Biblia: con espíritu de sacrificio redentor. El amor
sacrificial se señala como mandamiento fundamental del amor a
Dios y del amor al prójimo, el cual se ha de enseñar a todos como
lo ordena Jesucristo.
La iglesia de Jesucristo ha de vivir con manifestaciones de una
vida plena, como lo propio de quienes conocen el significado de la
salvación. Admirable es vivir la salvación en medio de tantas
evasiones humanistas de la realidad espiritual a través de
diversiones obsesivas que apartan el sentido de la existencia hacia
fines trágicos, a causa de un tremendo vacío, confusión, miedo y
múltiples desatinos. Cada iglesia local es vocera de la salvación
que trae la justicia y la paz de Dios que sobrepuja todo
entendimiento.
Hoy vivimos ante el cuadro triste de tanta forma de injusticia
sobre el prójimo, a pesar de los diversos disfraces con que se
quieren ocultar sus manifestaciones. La injusticia se ha tornado en
experiencia cotidiana en los habitantes de nuestro siglo. Por esto
ahora nos avocamos para pensar juntos sobre la salvación con
sentido personal y comunitario, que es posible por la fe en
Jesucristo.

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Porque sabemos que la ley es espiritual;
mas yo soy carnal, vendido al pecado.
Porque lo que hago, no lo entiendo; pues
no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.
Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo
que la ley es buena.
De manera que ya no soy yo quien hace
aquello, sino el pecado que mora en mí.
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no
mora el bien; porque el querer el bien está
en mí, pero no el hacerlo.
Porque no hago el bien que quiero, sino el
mal que no quiero, eso hago.
Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago
yo, sino el pecado que mora en mí.
Romanos 7:14 - 20

DE CREER
Si la naturaleza del hombre no es para el pecado sino para la
vida plena, necesita creer. Tiene que creer en Cristo, creer en
Dios. Creer se destaca como palabra clave del evangelio según el
testimonio del apóstol Juan.
Sabemos que la fe viene por el oír la palabra de Dios (Ro.
10:17) y porque oímos proclamamos la revelación que Dios nos
ha dado en Jesucristo. Llamamos a todas las personas sin distingos
de ninguna índole, para que confiesen su fe en Cristo. Confesamos
nuestra fe con regocijo, diciendo: Creo en Dios Padre
Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo, su
único Hijo, Señor nuestro; que fue concebido del Espíritu Santo,
nació de la Virgen María, padeció bajo el poder de Poncio Pilato;
fue crucificado, muerto y sepultado; al tercer día resucitó de entre
los muertos; subió al cielo, y está sentado a la diestra de Dios
Padre Todopoderoso; y desde allí vendrá al fin del mundo a juzgar

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a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa
Iglesia Universal, la comunión de los santos, el perdón de los
pecados, la resurrección del cuerpo y la vida perdurable. Amén.
Confesar diciendo: Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador
del cielo y de la tierra, incluye creer que Él hizo el universo y que
lo gobierna y lo preserva por medio de las leyes que lo rigen como
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz
(Is. 9:6).
Claro está que somos cristianos. Creemos en Dios porque
creemos en Cristo, tal cual Él lo manifestó al declarar: El que me
ha visto a mí, ha visto al Padre (Jn.14:9). De modo que al confesar
que creemos en Jesucristo, su único Hijo, Señor nuestro, significa
creer con toda el alma a quien cantamos Cristo adorado, rey de lo
creado. Aceptamos, además que todas las cosas por él fueron
hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (Jn. 1:2).
Confesamos que se revela a nosotros no solamente como
Admirable, Consejero y Padre Eterno, sino también como
Príncipe de Paz.
Testificamos que como pueblo de fe cristiana articulamos
nuestra fe basados en la Biblia, confesando a Jesucristo como el
único y suficiente Salvador, que fue concebido del Espíritu Santo,
nació de la virgen María. Esto significa que creemos en el
misterio de la encarnación porque la Deidad se humanó en el
vientre de una virgen nazarena revelándonos Su voluntad de
ofrecemos salvación. En Cristo, Dios amorosamente nos llama a
vivir una entrega de buena fe para con Él y para con los hombres.
Asentar la verdad de que Dios nos da vida nueva la cual debe
crear una nueva realidad, nos lleva a preguntarnos ¿cómo se
entiende esta verdad en la presente situación de tantas injusticias?
ya que los hombres se comportan ignorando la justicia de Dios, y
procurando establecer la suya propia (Ro. 10:3).

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DE LA JUSTICIA QUE ES POR LA FE
A muchos les puede parecer extraño hablar, a estas alturas de
nuestra historia, sobre la justicia de Dios. Sin embargo, Pablo
habló de la justicia de Dios frente al derecho del imperio de su
época. La presentó como el gran tema de la Epístola a los
Romanos. Propuso que ser justo significa ser hallado en
perfección delante de Dios. Hay la imperiosa necesidad de insistir
en el regreso a la justicia de Dios, pues es lo que hace tanta falta
hoy.
No se trata solamente de considerar al hombre como alguien
que en tiempos remotos perdió el tesoro de la perfección por el
pecado cometido en el Edén. El asunto es hacer notorio que desde
la caída en el pecado el hombre ha buscado ser perfecto por
esfuerzo propio, pero sin poder conseguirlo. Y a menos que
enfrente radicalmente la imposibilidad del autoperfeccionamiento,
no resolverá su trágica condición pecaminosa.
El intento de este esfuerzo de autoperfeccionamiento la
historia lo ha escrito con luchas, sangre y angustias de alcances
devastadores en extremo. Todos sabemos particularmente el
fracaso de Israel en su intento de alcanzar la justicia de Dios. La
experiencia de fracaso en este mismo intento se ha universalizado,
pues nadie ha logrado alcanzar la justicia de Dios por esfuerzo
personal. Esta imposibilidad es de todos: judíos y gentiles. El
pecado es realidad sin remedio humano. De esto atestiguan
profetas como Jeremías (2:13, 22 y 13:23), o apóstoles como
Pablo cuando escribe a los romanos (9:303 2) en forma tan clara.
La iglesia cristiana, a la que pertenecieron apóstoles como
Pablo y a la que nosotros también pertenecemos, enseña que no
hay otra solución para el hombre pecador que la de aceptar la
justicia de Dios por Jesucristo que se revela en el evangelio (Ro.
1:17; 3:22, 25-27). Esto involucra un método: el de la fe.

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El método de la fe es tan antiguo como eficaz. Esto queda
demostrado en personas como Adán y Eva al ser vestidos, Abel al
ofrendar, Abraham al creer y David al arrepentirse.
El evangelio señala una necesidad imprescindible de
arrepentimiento necesario. La sinceridad religiosa como mera
actitud hacia el bien es insuficiente. Se trata de un regreso a Dios
en dolor por haberlo ofendido, en la resolución de abandono del
mal y en compromiso de entrega personal a Su voluntad. Este
arrepentimiento se efectúa desde lo más íntimo y secreto del ser, y
con la garantía de haber fe en el corazón en la obra de Cristo. Así
lo pidió Jesús de sus seguidores como lo demuestra el tipo de
demanda que le hizo a Nicodemo y al joven rico.
¿Hemos hallado en Cristo plena salvación? es la pregunta que
no se hace esperar. La respuesta es un SÍ contundente frente al
hecho de la eficacia de la justificación divina. Por el sacrificio de
la sangre de Cristo Dios nos adopta como hijos justificados en el
Hijo. Esto nos queda bien claro desde la revelación bíblica que
afirma que sólo por el Hijo es que somos adoptados como hijos.

DE LIMPIEZA EN LA SANGRE DE JESUCRISTO


Sin ninguna duda, hablamos todo un lenguaje de fe. Porque
por gracia somos salvos, por la fe, y esto no es de nosotros sino
que es un don de Dios. La salvación es producto de Su bondad.
Sin méritos de nuestra parte recibimos la salvación como precioso
don de la gracia divina inestimable (Ef. 2:8-9). No solamente
calificada así por la revelación del Espíritu al apóstol Pablo, sino
revelada también al apóstol Pedro, en virtud de que nuestro Dios y
Salvador Jesucristo es el justo que nos justifica (2 P L1).
Así, nos planteamos que la sangre de Jesucristo es lo que el
hombre urgentemente necesita para obtener el perdón y la
redención de sus pecados. Y por eso el evangelio se toma en la

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palabra de fe que proclamamos: esa palabra de fe a la que alude
Pablo que está muy cerca de cada uno, en la boca y en el corazón
lista para ser pronunciada (Ro. 10:8). Es la palabra de fe
anunciada también a la mentalidad griega en la carta a los
Corintios cuando dice: Creí, por lo cual hablé (2 Co. 4:13). Esta es
una actitud que se posee y que mueve a pronunciar esa palabra de
fe.
Hay otras necesidades humanas subsecuentes, que no
podemos ignorar desde el punto de vista del cuidado pastoral,
cuando surgen pruebas dolorosas que se experimentan. Estas
ocasiones penosas sirve para aprender a soportar con fortaleza el
sufrimiento. Además, estas son las necesidades a que hace
referencia Santiago como pastor de la iglesia de Jerusalén (Stg.
1:2-3). Resulta que como se refina el oro mediante el fuego, que
quita escorias e impurezas y deja el metal puro, así mismo se
refina la fe del creyente en el caso de persecuciones tal como se
sufrieron en los tiempos del imperio romano (1 P. L6-7).
Creo que frente a la necesidad del ser humano en la situación
en que nos encontramos hoy, requiere plantearnos la necesidad de
cada creyente. Al creyente le está dado el andar en la fe por la que
vivimos sostenidos en una nueva vida (2 Co. 5:17). Por la fe Dios
nos conduce a echar raíces profundas en nuestro Señor Jesucristo
para que así, no sólo nos cimentemos espiritualmente sino que
aprendamos a darle gracias desde lo profundo de nuestro ser (Col.
2:6-7).
Es menester tomar conciencia de la obra de la fe que actúa en
forma activa en cada creyente. Esta se manifiesta a través del
servicio de amor y de la fortaleza que nuestro Señor Jesucristo nos
da en los sufrimientos a través de la esperanza (1 Ts. 1:3). La fe se
muestra con hechos, como lo advirtió desde el principio de la era
cristiana el pastor de Jerusalén (Stg. 2:18). Al plantear la
necesidad de la comprensión de lo que entraña la fe, se hace ne-

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cesario plantear enseguida que la f e se presenta como pelea. He
peleado la buena batalla, lo señala Pablo a Timoteo (2 Ti. 4:7).
Incluso Pablo insta a Timoteo a que sepa decir que había acabado
la carrera, porque había guardado la fe, tanto obedeciendo el
mensaje como transmitiéndolo intacto (1 Ti. 6:14). Esta es la fe
que se traduce en la victoria que vence al mundo (1 Jn. 5A).
Con el entendimiento de estas necesidades planteadas, ahora
es posible entender la certeza con la que Pablo exclama que le
esperaba la corona que el Señor, Juez justo, le habría de dar por
puro amor en aquel día; no solamente a él, sino también a todos
los que con amor esperan su venida gloriosa (2 Ti. 4:7-8). Porque
todo el que es hijo de Dios vence al mundo; y esta es la victoria
que ha vencido al mundo, nuestra fe (1 Jn. 5:4).
Así entendemos que en última instancia fe es confiar en la
obra de Jesucristo en favor de los pecadores arrepentidos. Fe es
creer en el corazón que Dios le levantó de los muertos y que Su
sangre fue derramada en sacrificio para nuestra salvación. Pero
hay que enfatizar que la fe es acto que se vive consciente y
libremente con lealtad y fidelidad insobornables para con Él como
nuestro Señor y Salvador.

DE LA IGLESIA DE JESUCRISTO
Cuando Jesús lloró sobre Jerusalén se hizo claro el valor de Su
declaración profética para el mundo cuando dijo, He aquí vuestra
casa os es dejada desierta (Mt. 23:38). Y al haber fundado Su
iglesia y luego al diseminarla el Espíritu Santo en medio de toda
lengua y nación en todo el mundo, hizo patente la ineludible
función de la iglesia dentro del plan de salvación de Dios para la
humanidad. Claro que hablar de la necesidad del hombre, cuando
nos ocupamos de él en el marco de la doctrina de la salvación en
nuestras iglesias, es enfocar fundamentalmente el pecado. Y esta
consideración es correcta hacerla.

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Como pueblo de Dios somos llamados a considerar nuestra
responsabilidad ineludible de la proclamación del evangelio. A la
vez identificamos la urgencia de reconocer nuestras carencias
negligentes. Tenemos que confesar, arrepentirnos y suplicar el
perdón por nuestras ineptitudes y omisiones. Sólo así nos
gozaremos en la reconciliación divina. Dios nos ofrece esa
oportunidad con la posibilidad de restauración. La reconciliación
con Dios nos da nuevas oportunidades para servirle con alegría,
plenos de gratitud con temor y reverencia (He. 12:28).
¿Qué podemos responder a Dios como creyentes responsables
de la proclamación del evangelio, como congregación local, o del
ejercicio que hacemos de nuestra mayordomía misionera? Es con
esta conciencia que debemos acercarnos a considerar la necesidad
del hombre al presentarnos ante el Señor, en esta hora de
oportunidades.

DE SABER LAS CONSECUENCIAS DEL PECADO


La Biblia es clara al decir que La paga del pecado es muerte
(Ro. 6:23). De manera que, si es inexcusable no ocuparnos de
cualquier situación de peligro en que nos hallemos, mucho menos
lo será si nos descuidamos cuando la amenaza venga a situaciones
que tienen que ver con las dimensiones de la eternidad.
Pensemos con cuidado. Hay enfermos necios que tienen
necesidades físicas, morales o espirituales y se niegan a
reconocerlo. Pero una vez que se da el reconocimiento de una
carencia se tiene la posibilidad de pedir auxilio, resolverla y salir
adelante. No hay forma de resolver nuestras emergencias cuando
no queremos darnos por enterados de su existencia. Esto es trágico
a nivel individual.
Ahora consideremos las dimensiones que van más allá de las
situaciones individuales. Recientemente hemos sabido que los
países de Europa Oriental y los que formaban la antigua Unión
Soviética tienen abundancia de necesidades financieras.

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Todos buscan nuevas negociaciones para desarrollar su agricultura
y los medios de su subsistencia. Muchos están recibiendo ayuda
oportuna. Pero cuando la antigua Unión Soviética existía su
arrogancia era demasiado grande para admitir ayuda económica
del occidente.
Volvamos a estimar lo que nos concierna a niveles personales,
estableciendo que en todos nosotros hay también carencias
afectivas, morales y espirituales que requieren ser identificadas.
Admitamos algunas de éstas. Hemos rechazado al Dios que se nos
ha revelado a través de la Ley y los profetas. Guardamos
resentimiento ante el Dios personal que nos hace responsables de
nuestras rebeliones. Somos rencorosos ante el Dios redentor que
nos pide cuentas de nuestra mayordomía misionera. Permitimos la
presencia del odio. Y aun pretendemos deshacernos de los
imperativos que entrañan una vocación cristiana irrevocable.
Examinemos con la seriedad debida que cuando la Biblia
declara que todos hemos pecado, hay que incluir las situaciones de
pecado que como personas, parejas, familias, iglesias locales,
naciones o en términos de generación estamos viviendo.
Consideremos que el pecado son carencias humanas que nos
afectan a todos por igual, sea varones o mujeres, ancianos o niños,
casados o solteros, porque son necesidades para las que no hay
sexo, edad ni estado civil. De modo que identificar nuestras
carencias espirituales es un primer paso necesario, aunque no
suficiente, para solucionarlas. La Biblia nos afirma que la
consecuencia última del pecado es que estamos destituidos de la
gloria de Dios (Ro. 3:23).

DE RECONOCER EL SEÑORIO DE CRISTO


Como los apóstoles, hemos de dirigirnos a Jesucristo
preguntando con humildad, Señor: ¿a quien iremos? Es necesario
que vayamos a la Biblia y enfoquemos el caso de la historia

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de Israel alrededor del siglo VIII a.C. Aprendemos que los
privilegios conllevan responsabilidades ineludibles. Además,
estimamos el por qué Amós 3:14 da por sentado que Dios, el
Creador en el principio, había dado promesa a Abraham y
escogido a su descendencia, culminando con la declaración de
haberle elegido como pueblo Suyo en forma soberana. Por eso les
dice: A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la
tierra. Era un claro privilegio para Israel como nación ser
adoptado por Dios. Y como Israel, también nosotros gozamos de
ese privilegio, pues hemos sido elegidos por Él y le
responderemos por cada uno de nuestros hechos como individuos
en nuestros hogares o como iglesias locales. Él nos conoce por
nombre.
Si conocemos cuales son las consecuencias del pecado, hemos
de buscar cómo librarnos de ellas por el arrepentimiento y la fe;
pero, además, tener la disposición radical de mejorar las
condiciones humanas haciendo todo lo que depende de nosotros.
Alguien puede pensar que Israel simplemente le dio la espalda
a Dios, sin calcular las consecuencias de juicio que Dios tiene
sobre las relaciones que establece. Pero el rechazo inicial se tornó
en indiferencia que desembocó en resentimientos y rencores que
hacían difícil la experiencia de un encuentro feliz con su Señor.
No se le puede dar la espalda a Dios e ignorar las consecuencias
dolorosas de Su juicio sobre el pecador. Por esta consecuencia el
sufrir el castigo por haber fallado al pacto con Él hace más
oportuna la pregunta: ¿Andarán dos juntos si no estuvieren de
acuerdo? No es posible andar con Dios y seguir pecando
deliberadamente.
Para nuestra edificación ocupémonos, a la luz de la Biblia, en
analizar cómo es que la relación de Israel con Dios se había
deteriorado lastimando la comunicación. El rechazo del hombre
no coincidió con la elección divina, ni la traición armonizaba con
la fidelidad de Dios, ni el resentimiento con Su amor, ni el rencor
con Su misericordia.

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DE SABER A QUIEN SOLICITAR AYUDA
La confianza en que nos movemos, de haber sido creados por
Dios a su imagen y semejanza, nos hermana con Israel en nuestra
confesión de fe, declarándonos criaturas Suyas. El apóstol Pablo
nos dice que hemos sido escogidos en Cristo desde antes de la
fundación del mundo (Ef. 1A). Al leer las cartas de Pablo sabemos
que también somos hijos de la promesa por medio de la fe (Gá.
3:16), de tal manera que somos escogidos y elegidos por Él en
forma soberana. Cuando nos acercarnos a Dios lo hacemos como
nuestro Padre Creador y amoroso Redentor, cuya compasión
estimamos agradecidos. Jamás se nos ocurriría menospreciar o
rechazar la compasión divina tan llena de gracia salvadora.
Dios nos ama como Su pueblo con dimensión sublime y
eterna, como dice el himno que cantamos. Él nos demanda
aborrecer lo que aborrece, rechazando lo malo y sin andar
coqueteando con las tentaciones de Satanás. Hay que resistir al
diablo para que huya de nosotros.
Dios requiere amar lo que El ama, ser justos y
misericordiosos. Al reconocer que le hemos fallado en este
particular, consciente o inconscientemente, con personas tan
cercanas como padres, esposas, hijos, yernos, nueras, nietos,
amigos, enemigos o vecinos, nos compete tomar las medidas
necesarias para la reconciliación. Dios desea darnos ayuda para
que la reconciliación se efectúe. ¡Bendigamos Su nombre al oír
que Él quiere que andemos de acuerdo con Él, como lo deseó en
el tiempo de Amós al llamar a cuentas a Su pueblo rebelde!
Un convencimiento mental no es suficiente para confesar o
afirmarnos como Su pueblo. Para estar de acuerdo con Dios
tenemos que oírlo. Dios quiere que nos sintonicemos con Su
revelación y que enfilemos nuestra vida practicando Su voluntad.
Al considerar Su palabra, que revela nuestra situación de
carencias como Su pueblo y el poder de las tentaciones del mundo
que nos rodea, tenemos que acudir a Él por ayuda para ser
victoriosos.

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Sólo al percatarnos que nuestra mente divaga fuera de sus
cánones, se entiende la intensidad con que desea que tengamos la
mente de su Hijo. Sólo al identificar que nuestros sentimientos no
están identificados con los de la obediencia de Quien le obedeció
hasta la muerte, y muerte de cruz, es que averiguamos que
nuestras disposiciones no son precisamente las de que se haga Su
voluntad y no la nuestra. Es necesario darnos cuenta que cada
decisión que pretendemos intachable, se debate en graves
desatinos, si es que confesamos que Pueblo suyo somos, y ovejas
de su prado (Sal. 100:3).

DE AUXILIO
Si la gran necesidad del ser humano se identifica como
carencia del Dios de gracia y de gloria, de amor y de justicia
¿cómo logramos acuerdo con Él? Se requiere el cambio radical
con el poder, acción y consolación de Su Espíritu Santo en
nuestras vidas.
Como Dios de gracia nos invita a actuar dejando atrás toda
malicia, pues entraña ingratitud, al creernos merecedores de todo,
sin darnos cuenta que todo se lo debemos a Él. Como es Dios de
gloria se ha de incorporar en el cambio la disposición de cumplir
Sus designios con docilidad, temor y reverencia. Como es Dios de
amor se ha de considerar Su justicia aceptando que, si el Padre al
que ama castiga, hay que saber que por duro que sea el castigo
que Él nos aplique, será para nuestro bien.
Se necesita estar de acuerdo con Dios y saber lo que ello significa,
para lograr sus bendiciones. Por que es claro que es
Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

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Ni estuvo en camino de pecadores,
Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en
la ley de Jehová
está su delicia,
Y en su ley medita de día y de noche.
Será como árbol plantado junto a
corrientes de aguas, Que da su fruto
a su tiempo,
Y su hoja no cae;
Y todo lo que hace, prosperará. (Sal. 1: 1-3)

Se necesita estar de acuerdo con Dios para gozar de Su


compañía que proporciona una relación saludable y salvadora: con
protección de cielo real, palpable, plausible, mensurable e incluso
inconmensurable. Estar de acuerdo con Dios es bendición
personal que se extiende a hijos y nietos, para alabarle de
generación a generación, de tal modo que hasta los que aún no
nacen en nuestra familia se gozarán en Su alabanza (Sal. 145A).
Cuando el Señor nos anima a que nuestra gentileza sea
conocida de todos los hombres, porque el Señor está cerca (Fil.
4:5), hemos de entender Su cuidado para que tratemos sin
asperezas a nuestros seres amados (Col. 3:19), cuidando que
ninguna palabra torpe salga de nuestra boca, sino que nuestra
palabra sea siempre con gracia y sazonada con sal (Col. 4:6), pues
todo lo que el hombre sembrare, eso también segará (Gá. 6:7). Por
ello se entiende que a veces se dan incomodidades como la
tendencia que tiene un marido que veja a su esposa de quejarse
que Dios no le oye, sin cerciorarse de lo revelado en 1 Pedro 3:7
como medida preventiva, señalando: Vosotros, maridos,
igualmente vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer
como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la
vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.

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DE ACTUAR PRONTAMENTE
El mundo tiene que reconocer que tiene hambre, y nosotros
llevarlo al Pan de Vida. El mundo ha de confesar su pecado, y
nosotros invitarlo diciendo, Deje el impío su camino y el hombre
inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová (Is. 55:7).
La gran necesidad de la humanidad es darse cuenta que puede
buscar a Dios y hallarlo, porque: Cercano está Jehová a todos los
que le invocan, a todos los que le invocan de veras (Sal. 145:18).
Y la nuestra recordar que, ¿Cómo oirán sin haber quien les
predique? (Ro. 10:14). Anunciar el evangelio es responsabilidad
nuestra.
Israel es responsable ante Dios, en forma singular. Como
pueblo que no sólo fue creado, escogido, elegido, liberado y
sostenido por Jehová, Israel estaba obligado con Dios por medio
del pacto eterno. Por otra parte, la iglesia también es responsable
en forma inescapable porque ha sido creada y recreada; escogida y
rescatada; elegida, y salvada de la muerte eterna por la bendita y
santa sangre del Cordero de Dios; liberada y privilegiada con la
encomienda de ministerios específicos de amor, perdón,
reconciliación, restauración en todo el mundo para que busquen a
Dios ' si en alguna manera, palpando, puedan hallarle (Hch.
17:27). Y esto lo hacemos con la seguridad de que, Cercano está
Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de
espíritu (Sal. 34:18). Pero frente a nuestra responsabilidad Su
amor eterno nos alcanza para que renovemos votos con Él,
confiando en Su palabra que dice: Si vuestros pecados fueren
como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren
rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana (Is. 1:18).

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CONCLUSION
Dios quiere llenar la necesidad humana que no tiene edad ni sexo,
estado civil ni religioso. ¡Sea bendito Su nombre porque nos ama
y quiere nuestra restauración, porque Él perdona a los que le
buscan de veras, nosotros entre ellos, al enfrentarnos con las
encomiendas en que le hemos fallado, para responder con toda
propiedad a Su vocación de vida eterna!

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EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 1

1. A la luz de lo explicado en este capítulo diga cual es la mayor


necesidad del hombre.
___________________________________________________
___________________________________________________

2. Explique lo que afirmamos cuando confesamos: Creo en Dios


Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra.
___________________________________________________
___________________________________________________

3. Defina justificación como se presenta en este capítulo.


___________________________________________________
___________________________________________________

4. Defina lo que el autor entiende por fe.


___________________________________________________
___________________________________________________

5. Responda por qué es importante saber las consecuencias del


pecado.
___________________________________________________
___________________________________________________

6. Dé dos razones por las cuales se debe arrepentir pronto.


___________________________________________________
___________________________________________________

21
Pues mirad, hermanos, vuestra
vocación, que no sois muchos sabios
según la carne, ni muchos poderosos,
ni muchos nobles; sino que lo necio
del mundo escogió Dios, para
avergonzar a los sabios; y lo débil del
mundo escogió Dios, para avergonzar
a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo
menospreciado escogió Dios, y lo que
no es, para deshacer lo que es, a fin de
que nadie se jacte en su presencia. Mas
por él estáis vosotros en Cristo Jesús,
el cual nos ha sido hecho por Dios
sabiduría, justificación, santificación y
redención; para que, como está escrito:
El que se gloría, gloríese en el Señor.
1 Corintios 1:26-31

Jesús vino para darnos vida, y vida en abundancia (Jn. 10:10).


Así lo reveló y así lo experimentamos. La naturaleza humana
como imagen de Dios emerge, desde las formas más inconscientes
de la persona en el anhelo vehemente de hallar iniciativas
creadoras alrededor, hasta la búsqueda vehemente de Dios. Así,
aunque muchas veces no logre definirlo, el hombre tiene sed de
Dios, del Dios vivo, porque el alma no está tranquila hasta cuando
encuentra su reposo en Dios. Y no se trata sólo del hombre sino
del mundo entero que está sediento de iniciativas creadoras y
sobre todo, redentoras. Esto es posible palparlo tanto a niveles
personales como comunitarios, por las noticias que de tantas
fuentes se reciben de todo el mundo. Esta sed se nota aun en la
creación misma que espera la manifestación gloriosa de los hijos
de Dios (Ro. 8:19). Hay tanto cansancio por la negligencia de
generaciones enteras, y la contaminación ambiental de finales del
siglo XX es una parte de ella, que la iniciativa divina hace falta en
forma sensible.

23
Sí, claro que hay iniciadora creativa y redentora de parte de
Dios. Su iniciativa se plasma en la Biblia desde el primer
versículo del Génesis. Basta abrir solamente su inicio para
constatarlo. Pero Su iniciativa se hace patente en la redención
donde el poder de la gracia se manifiesta por la resurrección de
Jesús de entre los muertos. Más ¿qué se puede decir del sostén de
la vida cristiana en la lucha cotidiana por serle fiel, en donde
también la iniciativa se da a través del Espíritu y la Palabra?
Cuando se afirma que en el principio Dios creó los cielos y la
tierra, se afirma que también creó al hombre. Y que justamente
cuando el hombre le falló a Dios, Él le buscó por Su cuenta
destacándose la iniciativa en la que le dio una promesa de
redención.
En cada historia de los patriarcas se hace énfasis sobre el trato
de amor de Dios. Dios actuó amorosamente con el pueblo de
Israel desde su llamamiento hasta su liberación. En cada paso los
sostuvo con maná, codornices y agua, añadiéndole su sombra
durante el día o su calor por las noches. Además Dios les reveló
Su voluntad para que mantuvieran su vitalidad espiritual.
Es palpable que cada historia de la Biblia testifica sobre la
actividad generosa y salvadora de Dios. Dios por Su favor nos
redime para que gocemos del privilegio de servirle. Pero son estos
favores los que hace falta examinar a fondo para estimar en todo
lo que vale la iniciativa que Dios ha ejercido y que sigue
ejerciendo hacia el hombre.

DE AMOR
Esta es la hora de dar testimonio de nuestra fe; que hoy la
gente más pobre de los pueblos está viviendo estas expectativas de
creatividad y redención que sólo se pueden mostrar por lo que
Dios hace en y por el mundo. Tenemos la oportunidad para hablar
de los hebreos, como quien se ocupa de un pueblo pobre

24
y nómada. Ese pueblo viene de la simiente de Abraham, el héroe
de la fe que salió de su tierra y su parentela. Los descendientes de
Abraham se convirtieron en el pueblo de la promesa,
identificándose posteriormente con Israel, que culminó
constituyéndose en una nación.
Es hora de dar testimonio de la iniciativa de amor de Dios:
porque en cada caso bíblico que narremos, se puede identificar la
existencia y experiencias concretas que hayamos tenido con Dios.
Estas vivencias han sido posibles por Su iniciativa de amor. En
cada caso bíblico hemos de hablar claramente de cómo actuó Dios
en cada uno de los casos, a pesar de que fueron débiles como
nosotros. E inspirará saber que cada uno fue bendecido cuando
gozaron del alcance de la misericordia de Dios de manera
personal (He. 1: l).

DE SALVACION
Hablar de la doctrina de la salvación es enseñar lo que la
Biblia establece sobre ella, y que se ha corroborado en nuestra
propia experiencia. Hablar de nuestras fallas personales,
comenzando con nuestra propia conducta en el hogar, en donde
muchas veces ya nuestros hijos no forman parte de nuestra
agenda. Todos reconocemos que, en mayor o menor medida,
hemos sido falsos con nuestros amados, incluyendo lo que
queremos y creemos que podemos esperar de nosotros mismos.
Esto ha sido la falla, que la Biblia llama pecado. Y Dios lo sabe y
conoce que por nosotros mismos jamás podemos salir de esta
catastrófica realidad. Por eso envió a Cristo, para reconciliarnos
con Él con acceso a Su gracia por medio de la fe.

DE ACERCAMIENTO
Dios se acerca a nosotros; nos quiere y mira bien que le amemos.
Más la realidad ha sido distinta de Esto es una verdad histórica,

25
pero nos interesa que se considere con los ojos de la fe; porque
quien cree en Dios ha de creer que lo hay. Así entendemos cómo
Dios ha actuado con intento redentor en cada situación particular
en donde estemos: afectándonos en forma íntima, personal y
afectiva, trastornando todos nuestros sentimientos para volcarnos
con gratitud hacia Él. Y lo encontramos en la vida, el orden, la
perfección, la belleza del gran amor sublime eterno con que nos
apela en forma personal, habiendo efectuado la purificación de
nuestros pecados por medio de sí mismo (He. 1: 3).

DE INSPIRACION
La gente está lastimada por tantas iniciativas con resultados
aplastantes de sus derechos y libertades. Son iniciativas carentes
de la naturaleza divina, que alienta e inspira creativa, redentora y
restauradoramente. Y la iglesia cristiana ha sido creada en
Jesucristo para que cuando el Señor se nos revela por lo que
vemos, le adoramos. Cuando lo hace por cualesquiera de nuestros
sentidos, le magnificamos. Pero cuando se revela a nosotros por
medio de Su palabra, que nos permite entender, nos mueve a una
convicción profunda que nos torna en testigos de cómo Dios se ha
revelado a Sí mismo a cada uno de los hombres en hechos
concretamente históricos (He. 1:1-3).

DE RECONCILIACION
Es de todos sabido que muchas veces la iniciativa divina se
topa con la soberbia humana que la rechaza, desconoce, blasfema
y pisotea por medio de formas necias. Pero Dios ejerce Su señorío
de diferentes maneras, como particularmente lo ates tigua la

26
historia de Israel, actuando con él como elegido, escogido,
favorecido. Aquí nos cabe orar para que Su iniciativa salvadora
sea hecha manifestando Su voluntad entre nosotros como se
manifiesta en los cielos.

DE SEGURIDAD
Hay que ser definitorios en el tipo de iniciativa redentora que
Dios toma, al destacar la seguridad que nos significa. Porque Dios
no es espectador que se haya quedado contemplándonos sin entrar
en nuestra historia. Nosotros tampoco nos conformamos con
quedarnos observando el avance de Su Reino sin participar en el
mismo. Nos hemos involucrado con Dios a través de un amor
recíproco. Le amamos a Él porque Él nos amó primero. Por lo
tanto la iniciativa salvadora Suya, como la que ejercemos en Su
nombre, es iniciativa amante. Por el encuentro y la participación
de Dios con los hombres se entiende cómo actúa íntima, personal
y amorosamente.

DE PODER VIVIFICANTE
El mundo necesita presentarse ante Dios, sentir Su influencia
vivificante de salvación que transforma la mente y los
sentimientos, las actitudes y la disposición de acatar Su voluntad.
Exponerse para experimentar la vida regenerada que, al fin de
cuentas, es el mejor argumento que alguien puede tener para
proclamar el evangelio redentor de Dios. Es con la entrega total de
cada vida consciente de su pecado en busca de su perdón, que se
entiende cómo Dios promete nuevos comienzos por la
regeneración. Esta fue la experiencia de Pablo que, de perseguidor
de la iglesia, se tornó en apóstol para gloria de Su nombre, a fin de
interesar y convencer a otros judíos.

27
DE APOYO
Todos necesitamos apoyo. Estamos necesitados en cada
circunstancia en que nos movemos en el mundo. Esto se entiende
muy bien cuando uno se convence que ha sido el primero de los
pecadores, como lo confesó el apóstol Pablo. Hay el sentimiento
de agradecimiento por la gracia de Dios que nos ha alcanzado. La
maravilla es que Dios obra nuevos comienzos en blasfemos,
perseguidores e injuriadores. El ejemplo claro es Pablo quien,
después de odiar a los cristianos, fue perdonado y constituido en
apóstol de la gracia en favor de los gentiles. Esta es la prueba
viviente del poder de Dios para perdonar, santificar, sostener en la
hora de las pruebas más duras, y preservarnos del maligno. Se
evidencia que Dios es nuestro apoyo.

DE PERDON
¡Quién ha vivido el descanso insondable de un perdón
auténtico y sabiéndose indigno de él, sabe lo que es gratitud! Es
por ello que para Pablo era difícil entender la paciencia
misericordiosa de Dios al sufrirlo como perseguidor de la iglesia
de Su Hijo. Sin embargo, lo perdonó, salvó y llamó, poniéndolo
en Su ministerio en forma notable, fuera de toda duda, por el
poder de Su Espíritu Santo. Con este ejemplo entendemos cómo
Dios se ha revelado en Cristo por medio de la glorificación en la
que ama a los Suyos hasta el fin.
Nos queda el reto hecho a los apóstoles cuando Jesús les lavó
los pies, después de lo cual Jesús fue traicionado por Judas y
virtualmente negado por Pedro. Como humanos somos semejantes
en la indignidad del pecado, pero por la gracia de Dios también lo
seremos en la conversión de nuestras vidas hacia Su amor
perdonador.

28
DE INVITACION
La invitación de Dios para la salvación es amplia, para que
todo aquél que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna (Jn.
3:16). Dios quiere que le glorifiquemos obedeciéndole con
abnegación gozosa. Es un llamado tan amoroso que nos doblega
dentro del alma. Quiere que sigamos con valor decidido las
huellas de Jesús muy de cerca, cerquita; no de lejos y medrosos.
Dios desea que superemos cualquier especie de idolatría que se
traiga enquistada en el corazón, que nos impida adorarle
libremente, en espíritu y en verdad. Anhela que seamos discípulos
Suyos, como lo fueron Sus primeros seguidores, que abandonaron
aun sus familias y trabajos cotidianos para obedecer Su invitación,
con toda seguridad que nos premiará al ciento por uno. Así
entendemos cómo Cristo es el cumplimiento de las promesas de
Dios en favor nuestro cuando glorificado, nos glorifica por
glorificarle, pues Su llamamiento es para trabajar por Él.
Este héroe de la fe es alguien a quien conocí personalmente y
que ha sido de gran inspiración para mi vida. Don Alfredo Colón
Maldonado fue un borracho consuetudinario en su país natal,
Guatemala. Mas Dios le esperó con toda paciencia, hasta que un
buen día en medio de delirios incontrolables, alzó sus ojos al cielo
implorando misericordia. Cuando tuve el privilegio de oír su
testimonio personal por el año de 1954, era predicador del
evangelio. Proclamaba las verdades de Dios al aire libre y con
acordeón en mano. Sus melodías espirituales son muchas y
algunas están en el Himnario Bautista. La letra de sus cantos e
himnos es ternura con la cual expresa su profunda gratitud al
Señor por su salvación perfecta. Todo en Dios es elocuente, pero
sus iniciativas de redención van más allá de lo admirable, porque
lo ha sido, y será siempre, en forma que conmueve hasta las
lágrimas.

29
DE OPORTUNIDADES
Algunos conocen la iniciativa salvadora divina al considerar
que en el principio creó Dios los cielos y la tierra (Gn. 1:1). Desde
esa iniciativa creadora se puede considerar el poder de Su palabra
creadora. Lastimosamente, pocos estiman la importancia del
silencio de Dios y lo que significa a niveles de perdón. Pero no
hay que tomar en poco la paciencia de Dios al callar ante el
pecado del hombre. La Biblia enseña que, en la palabra, el
silencio, la compasión y el perdón, la misericordia de Dios es para
siempre. Esta es la maravilla de las oportunidades, porque su
iniciativa salvadora es eterna.
En el estudio de nuestras Biblias aprendemos a amar a Dios al
repasar muchos de Sus actos de misericordia, de los cuales
podemos aprender en abundancia. Hay muchos que, porque pecan
y no son castigados al momento, coligen que no hay Dios. Es
preciso enseñarles la verdad, que Dios espera con paciencia. Si se
preguntan, ¿es que no ve Dios?, debemos hacerles leer con cariño
lo que dice el Salmo 94:7-9. 0 si se inquietan preguntándose, ¿es
que Dios no lo conoce todo?, les sugerimos que lean el Salmo
139:1-12.
Claro que muchas veces la paciencia de Dios es severo
castigo. Baste recordar el triste lamento de Saúl que se narra en
Samuel 28:15. Al leer este pasaje desde el comienzo se puede
identificar cómo hay procesos en el alma humana en que por
causa del pecado se pasa de la indiferencia a la desvergüenza,
culminando con un endurecimiento fatal. Luego se puede
continuar considerando la pifia de Herodes en Lucas 23:9. 0 se
aprende de la manera en que Pilato se maravillaba al enfrentarse
con el silencio de Jesús (Mt. 27:12-14). Y no tenemos ni que
mencionar nada de las enseñanzas que se desprenden a este
respecto del ruego de David en el Salmo 28:1.
Eduquemos el entendimiento para ver la inicia tiva salvadora

30
de Dios cultivándonos en la gratitud que emerge en alabanzas
permanentes. Porque si consideramos a Jesucristo como la clave
del entendimiento de la revelación bíblica, nos daremos cuenta
que el callar de Dios en el pasado y en el presente se debe a la
mediación de Cristo. Aunque es importante recordar que Su
sacerdocio es eterno. De modo que se puede apreciar cómo es que
la cruz de Cristo tiene alcances eternos en favor de los pecadores
de acuerdo con lo que escribe Pablo en Romanos 3:25.,
hubiéramos tenido la misma suerte de los ángeles caídos.
Esto suena a súplica personal. Pero hay que plasmarla como
un ruego: hay que leer la Biblia y entender agradecidos los
misterios salvadores de la gracia del Señor. Por ejemplo: hacer ver
cómo en la parábola de la higuera que se narra en Lucas 13, se
destaca que los tesoros de la paciencia y la misericordia del Señor
no tienen fin; que cuando Cristo calló ante Caifás, fue para morir
y salvar al mundo, como se registra en Mateo 26:63 y en Isaías
53:7. Hay que enfatizar que la mediación de Cristo es oportuna
hoy. La iniciativa salvadora de Dios, aun en Su paciencia ante un
pecador, ha provisto desde antes de la fundación del mundo la
salvación en favor del hombre pecador.
Quien hace volver la mirada en fe de un pecador hacia lo que
Dios hace en Su paciencia, puede hacerle entender con gratitud
que Dios calla para poder sacar a los que han de formar Su iglesia;
iglesia que, de acuerdo con lo que se nos dice en Efesios 5:25-27,
todavía no está completa. Así también se corrobora en Apocalipsis
6:9-10.
Importante es presentar la bondad de Dios a los pecadores que aún
no conocen la paciencia de Dios. También es útil llamar a la
responsabilidad a los creyentes. La Biblia nos enseña la
importancia de la oración, cuando indica que los pocos justos que
hay detienen el juicio de Dios (Is. 1:9).

31
Así actúa Dios. Hay ejemplos de que Su paciencia ha
resultado en el ministerio de hombre rectos. Los casos que se
pueden citar son los de Ezequías y Josías que fueron hijos de
padres malvados. Si Dios hubiera destruido a esos reyes por las
maldades que cometieron, Ezequías y Josías no hubieran existido.
Ya mencionamos el caso de la paciencia de Dios con Saulo, el
perseguidor de la iglesia, que si hubiera sido destruido por Dios a
causa de su pecado, no habríamos tenido la bendición de su
apostolado.
Ahora conviene que nos preguntemos ¿por qué el Señor ha
callado cuando nos encontramos en la condición de rebeldía y de
pecado? La respuesta es, por Su inmenso amor y paciencia para
con nosotros, por Su bondad y gracia no hemos sido consumidos.
Frente a esta realidad quedamos comprometidos con Dios para
decir sinceramente: ¡Que Dios, en su gran sabiduría, cumpla Su
santa voluntad en cada una de nuestras vidas en lo personal, como
parejas, como familias, como iglesias locales, como Su pueblo y
en todo el mundo!

DE SUSTITUCION
Quien ve la televisión, escucha la radio, conversa en su trabajo
o en la escuela, se da cuenta que la degradación moral es tal que
se llega a pecar con todo descaro ante los hombres. Pero el mayor
cinismo se da al enorgullecernos en nuestra rebeldía contra Dios.
Se peca en forma visible. Se peca a plena luz del día y a campo
descubierto. No podemos ocultarlo. Somos pecadores a sabiendas
y por lo tanto, no podemos alegar inocencia. De hecho, no hay
justo, ni aun uno (Ro. 3: 10).
Sabemos de nuestro pecado y que somos merecedores de castigo.
Y es por eso que en Romanos 3:19 se declara que estamos sujetos
a la condenación. Sé 32 que las culpas son claramente mías. Como
Adán o en la persona en que me conozco, la actitud de rebeldía es
la misma.

32
Es hora de considerar que si pecamos y nos obstinamos en
pecar ¿qué coartada proponemos? De darnos cuenta que si
pecamos y nos obstinamos descaradamente ¿qué excusa queda?
Al ser conscientes que si pecamos a sabiendas de la verdad y la
justicia con posibilidades de distinguir entre lo bueno y lo malo
¿qué argumento presentamos?
Soy culpable, y tengo que aceptar que mis pecados son
descaradamente míos; que si cedo a la tentación, elijo pecar por
mi propia voluntad y actualizo mi pecado. Puedo leer con mayor
entendimiento la Biblia en Romanos 1: 18, 2 1 y 2 8. Porque
reconozco que ni respeto a Dios, ni le glorifico cumpliendo Su
voluntad en mí, mucho menos que le agradezca y adore. De modo
que las culpas son de hecho corrupción de mi irresponsabilidad,
malicia y concupiscencia.
Y ¿qué con respecto a mi relación personal? Porque sé que
Dios me habla, pero no quiero oírle; sé que es digno de toda mi
confianza pero no quiero obedecerle. Además de saber lo que es
bueno y es malo, conozco la voluntad específica de Dios para mi
vida; pero mi concupiscencia es más fuerte y me impide
cumplirla.
Las conclusiones a que se puede llegar son muy sencillas:
Primera, si peco conociendo la ley, soy culpable de transgresión.
Segunda, si peco sujetándome al poder maligno que subyuga mi
naturaleza, soy culpable de anular mi razón, mi voluntad, mi
espíritu y la vida con lo que ella signifique para el mundo que me
rodea. Y es de tal manera claro que la única liberación posible es
aceptar el testimonio del Padre que me anuncia que en Su Hijo ha
querido asumir mi culpa tomando mi lugar y en Su amor me llama
a creer y aceptar Su provisión salvadora.

33
DE ARREPENTIMIENTO
El significado de la sangre de Cristo requiere ser apreciado al
estimar la idea de sacrificio en la cual actitudes y acciones se
contemplan en el estudio de pasajes bíblicos como Job 38,
Deuteronomio 33:27 y Lucas 15:3-32. Con estos pasajes se
atestigua en forma vívida lo que identificamos como la iniciativa
divina de salvación en forma palpable.
Como pueblo de Dios entendemos que contamos con el
increíble amor del Padre, que es claro, completo e inmortal y que
hace volver en sí al más perdido de los pecadores. Así fue como lo
hizo con el hijo, de la parábola de Lucas 15, el cual desperdició su
hacienda viviendo perdidamente. Ese hijo era más valioso que una
oveja perdida o una moneda confundida, y por eso recibió del
amor perdonador y restaurador del padre que lo esperaba con los
brazos abiertos.
Sabemos que Dios está presente con Su pueblo y que se
compadece de su necesidad. Su palabra es fuente y origen del
mundo, promesa de redención que sostiene, escritura que le guía
en su vida como herencia que elige para Sí, carne y sangre que
constituye fundamento de Su iglesia de creyentes redimidos.
Pero ¿qué tanto estimamos el valor de la sangre de Cristo?
Porque por ella Dios mismo se da en ofrenda, en sacrificio
redentor para preservarnos para Sí en medio del pecado. Nos
alcanza como propósito eterno que por nada ni por nadie puede
ser cambiado en nuestro favor.
Dios es todo amor por nosotros. Hace que se regocijen Sus
ángeles por Su creación como leemos en Job 38, y que haya fiesta
en los cielos por un pecador que se arrepiente, pues estima la
conversión como la estupenda obra de Su gracia.
Cuando se estima el alto valor de la sangre de Jesucristo nos
damos cuenta que se derrama para darse como seguridad y

34
confianza como el sacrificio perfecto, eterno y suficiente por el
hombre pecador. Dios nos perdona con el poder de Su gran amor,
sublime, eterno. Sin merecerlo Dios nos considera con la escala de
honor y valía que Él tiene en su corazón desde la eternidad en
favor de hombres comunes y ordinarios como el pródigo, los
apóstoles o nosotros. Agradecidos entendemos que la historia de
la salvación del hombre es como la historia del Padre que ve,
corre, abraza, viste, adorna y hace fiesta por el que estaba perdido
y por quien sus más cercanos no harían nada.
La iniciativa divina, vista desde la perspectiva del Calvario,
significa la exaltación del pueblo de Dios en virtud de Su
misericordia. Nos bendice con la inmutabilidad del cuidado eterno
de Sus brazos llenos de poder (Dt. 33:27). Esta salvación es el
evangelio de Dios como palabra que se ha pronunciado en nuestro
favor. Dios es la presencia espiritual viviente en cada día de
nuestra existencia.
El sacrificio de Cristo nos mueve al arrepentimiento, por eso
Él es el fundamento de nuestra fe. Por Cristo la creación subsiste,
pues Él es el apoyo firme de Su creación. Cristo sana por el
influjo de Su palabra fiel y que es la guía para andar santamente
por Su Espíritu.

DE JUSTIFICACION
La Biblia enseña que Toda buena dádiva y todo don Perfecto
desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay
mudanza, ni sombra de variación (Stg. 1:17). En la iniciativa de la
salvación de parte de Dios se ve palpablemente que es por Su
justicia que nos acredita como hijos. Así, Dios nos revela Su amor
sacrificial que se ha hecho carne en el Hijo unigénito que llevó
nuestros pecados en la cruz del Calvario.
Al tratarse de un tema como la justicia su amplitud es tal que
ni siendo expertos en derecho podemos explicarla plenamente.
Pero cuando hablamos de la justicia de Dios estamos ante el gran

35
tema de la Epístola a los Romanos. La justificación significa
simplemente ser hallado en perfección delante de Dios. Esto hay
que explicarlo así: Primero, el hombre perdió en la caída el tesoro
de la perfección; segundo, desde el momento de su caída el
hombre ha querido buscar sin poder encontrar la manera de llegar
a Dios por sus propios méritos.
El fracaso de Israel en alcanzar la justicia de Dios por sus
propios medios ha sido el mismo de todos los que lo han
intentado. La imposibilidad que el hombre llegue a satisfacer a
Dios por sus propios esfuerzos es universal. La maldad no tiene
remedio humano, como se registra en Jeremías 2:13, 22; 13:23 y
Romanos 9:30-32.
Cuando Pablo habla de la gracia de Dios en favor de los
hombres, entraña la justicia de Su parte en donde no hay más que
hacer sino aceptarla. La justicia que Dios ofrece por Jesucristo se
revela en el evangelio. Por la justicia de Cristo, aplicada a nuestra
vida, somos acreditados por Dios como dignos de llamarle Padre
con la íntima confianza que nos da Su misericordia (Ro. 1:17;
3:22, 25-27). Dios nos ha dado el procedimiento para alcanzar la
justificación: ¡la fe! Y se trata de algo tan antiguo como Adán y
Eva al vestirse, o de Abel al ofrendar, o de Abraham al creer o de
David al arrepentirse.
Consideremos los mejores intentos humanos para lograr la
justificación de Dios. Por una parte está el sentido de
autosuficiencia del hombre, que cree que sus buenas obras o una
vida moral intachable son dignas de mérito. Por otro lado hay
también quienes consideran sus actitudes, y creen que su
sinceridad vale todo el oro del mundo. Pero aquí aun la sinceridad
es insuficiente. Recuérdese que Pablo fue sincero en lo que hacía,

36
mas Dios le llamó a creer en Él con todas las fuerzas de su vida.
El esfuerzo humano por sí solo ha fracasado; porque ha de haber
fe en el corazón, como la que se le demandó al joven rico en los
relatos del evangelio.

CONCLUSION
La conclusión es sencilla, pues debemos preguntarnos como
dice el himno que se canta en nuestras congregaciones
evangélicas: ¿Has hallado en Cristo plena salvación? La salvación
es la que por la fe en Cristo produce la justificación. La
justificación fue afirmada por la resurrección del Hijo de Dios, por
cuyo poder nos acredita como hijos. Y nuestra fe nos ha dado la
victoria sobre el mundo de pecado y maldad (1 Jn. 5A).
Entendamos que fe es, en última instancia, responder al plan
salvador de Dios en Jesucristo. Fe es creer en el corazón que Dios
le levantó de los muertos y que Su sangre fue derramada para
nuestra salvación en sacrificio. Esto hay que subrayarlo: la
fidelidad a Dios no es negociable; porque la fe es acto que se vive
con lealtad insobornable, consciente y libre.

37
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 2

Escoja la respuesta más acertada de acuerdo con el texto de


estudio.
1. Jesús se encarnó para
a. Condenar al mundo
b. Enseñar grandes verdades
c. Darnos vida abundante

2. Dios nos redime para que


a. No vayamos al infierno
b. Gocemos el privilegio de servirle
c. La iglesia pueda existir

3. Dios busca al hombre para


a. Demostrar Su amor por nosotros
b. Atemorizarnos por su grandeza
c. Decirnos que nos juzga

4. Dios nos invita a que


a. Creamos en Jesucristo
b. Nos esforcemos por dejar de pecar
c. Nos perdonemos a nosotros mismos

5. El Calvario significa
a. Una terrible muerte para Jesucristo
b. La ira de Dios por el pecado
c. El sacrificio por el cual Dios justifica al pecador

6. La justificación significa
a. Los méritos de las buenas obras
b. Ser perfecto en todo sentido
c. Que por la obra de Cristo Dios nos declara justos.

38
Mas ¿qué dice? Cerca de ti
está la palabra, en tu boca y
en tu corazón. Esta es la
palabra de fe que predicamos:
que si confesares con tu boca
que Jesús es el Señor, y
creyeres en tu corazón que
Dios le levantó de los
muertos, serás salvo. Porque
con el corazón se cree para
justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación. Pues
la Escritura dice: Todo aquel
que en él creyere, no será
avergonzado. Porque no hay
diferencia entre judío y
griego, pues el mismo que es
Señor de todos, es rico para
con todos los que le invocan;
porque todo aquel que
invocare el nombre del Señor,
será salvo.
Romanos 10:8-13

POSITIVA
El ser humano para ser salvo tiene que responder
positivamente a la iniciativa divina. El Padre ha provisto el
camino en el Hijo; y por el Espíritu Santo, el convencimiento de
pecado. Así manifiesta Su gracia. Dios nos invita a aceptar la
salvación a través de la proclamación de Su evangelio. La iglesia
goza el privilegio de ofrecerlo, como fieles administradores de su
gracia en el mundo. Esto constituye su mayordomía misionera en
forma responsable. Esta misión es ineludible e incluye
proclamación y enseñanza, conociendo que la fe viene por el oír la
palabra de Dios (Ro. 10:17).

40
INDIVIDUAL
La respuesta es personal. A cada cual le compete responderle.
El anuncio profético lo atestigua cuando invita a todos los
sedientos que vengan a abrevar en la fuente de vida eterna. El
pecador tiene que acercarse y tomar en forma gratuita la vida
eterna, sin dinero y sin precio.

41
CON FE
Así como Dios da el ser o la vida, por gracia también nos da la
fe. Por esto la salvación es mensaje que se presenta al hombre,
aunque la salvación no depende de él. Por la Biblia sabemos que
es por gracia que somos salvos por la fe, y esto no es de nosotros
sino que es don de Dios (EL 2:8).

CON ENTREGA TOTAL


Hay que entregarle a Dios totalmente el pasado, presente y
futuro. Dios invita y ofrece salvación, pero el pecador debe dejar
su camino de maldad volviéndose a Dios (Is. 55:6-7). Dios ofrece
Su misericordia, pero el hombre inicuo debe rechazar sus
pensamientos corrompidos, para volverse a él con la seguridad de
aceptación. Dios es muy amplio en perdonar que nos aleja de
nuestros pecados. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo
alejar de nosotros nuestras rebeliones (Sal. 103:12).

ACEPTANDO NUESTRA CONDICION


Dios invita personalmente a los Suyos para hacer cuentas.
Isaías, el profeta evangélico, anuncia que Dios invita a razonar
juntos sobre el pecado (Is. 1:18). Hay que reconocer que en un
encuentro de esta naturaleza con Dios no saldremos bien librados,
porque nuestro pecado es evidente. Hoy, por la obra de nuestro
Señor Jesucristo, se declara la seguridad que aunque nuestros
pecados fueren como grana, serán emblanquecidos como la nieve;
y que aunque sean rojos como el carmesí, vendrán a ser como
blanca lana. Dios no fuerza a nadie a amarlo, pero si nos invita a
responder a Su amor.

PIDIENDO PERDON
Dios está a la disposición regeneradora para quien cree a Su
palabra. Quien cree de corazón, para pedir de Dios el perdón de
sus pecados, convencido que Él quiere perdonar la iniquidad de
Su pueblo, experimentará la anhelada redención.

42
CON CORAZÓN SENSIBLE
Por medio del profeta Ezequiel Dios prometió poner un
corazón nuevo y crear un espíritu recto dentro de los Suyos. Dios
es fiel a Sus promesas y quita de nuestra vida el corazón de
piedra, y nos da la posibilidad de una nueva naturaleza regenerada
en virtud de Su misericordia. Pero para que eso suceda tenemos
que volvernos a Los arrepentidos con la actitud de fe que El
mismo alienta a nuestras almas.

DE VIDA NUEVA
La oferta de salvación es personal. Con la experiencia de
perdón también ofrece vida nueva, pues no depende del hombre.
Dios requiere respuesta positiva razonada y libre a Su iniciativa
divina. La persona consciente de sí y que reconoce en sus deseos
de vida eterna el origen divino de su vida, siente el anhelo de
responder positivamente al amor de Dios, en todos los aspectos de
su vida. Aunque Dios nos esté dando estas posibilidades de
salvación, reconocemos que cuando alguien no quiere encontrarse
con Él en estos términos, por respeto a la libertad humana El no
nos fuerza a aceptar Su salvación. Pero a los creyentes les ofrece
la capacidad de olvidar las cosas viejas porque en Él son hechas
totalmente nuevas.

BUSCA LIBERTAD
Dios sabe que la libertad da significado a la existencia y le ha
dado al hombre la opción de aceptarla. Así éste afirma su
capacidad de escoger por sí mismo. Y Dios le presenta la
oportunidad de experimentar el porqué, el cómo y él para qué de
la salvación que Él le ofrece. Pero Dios en Su soberanía decidió
que el que quiera puede aceptar la verdad de Su amor que da
libertad. Lo mismo hace la iglesia con el privilegio recibido al
proclamar la salvación en nombre de Cristo. La salvación y
regeneración es un regalo recibido no sólo para sí misma sino para

43
administrarlo a otros en forma responsable. Dios no obliga a
nadie. Pero quien desea ir al cielo tiene oportunidad de
responderle en fe. Este ha sido el testimonio que desde los
profetas bíblicos se ha recibido, y que se comparte con plena
conciencia de la urgencia que impone el "ahora" de Dios. Dios
desea que todos los hombres tengan la libertad que Él ofrece del
pecado.

PIDE VIDA DE VICTORIA


La victoria es dependiente de nuestra entrega a Dios. La
victoria es posible porque Cristo triunfó sobre la muerte y el
pecado. Dios nos demanda a venir a cuentas con él. Es una
realidad la posibilidad de amarle y responderle sí con corazones
agradecidos. Dios nos ama y quiere que le amemos. Sin embargo,
ninguno de nosotros puede decir que nos fuerce a hacerlo. En esto
consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados (1 Jn. 4:10). Es lo único que podemos
responder. Justamente se debe, no porque Él tuviera en Su
omnipotencia esta posibilidad, sino porque en ella quiso darnos de
antemano ser libres para amarle, oírle y responderle. En Cristo
somos libres para elegir lo bueno que Él nos ofrece y permanecer
en Su voluntad. El rechazar lo malo, a lo que podamos inclinarnos
de acuerdo con nuestras tendencias carnales, es también parte de
la libertad que tenemos en Cristo.

NECESIDAD DE ARREPENTIMIENTO
El perdón de pecado se experimenta mediante el
arrepentimiento. La realidad pecaminosa del ser humano demanda
arrepentimiento. La idea es de dejar la dirección equivocada que
el pecador llevaba, y de volverse a Dios. El anhelo del perdón de
Dios se manifiesta, primero, en un deseo ardiente para que la
fuerza poderosa de Su misericordia remueva todo obstáculo

44
que impide disfrutar de Su amistad. Segundo, por una disposición
de obediencia a Dios como agente humano libre para elegir entre
lo santo y lo pecaminoso, lo bueno o lo malo, y particularmente lo
que le glorifica. En el arrepentimiento se experimenta el perdón.
Cuando hemos pecado hemos ofendido a Dios al transgredir Sus
mandamientos. Al reconocer y confesar la pecaminosidad, la
gracia Dios remite nuestras culpas en virtud del sacrificio redentor
de Jesucristo.

EN LIBRE ACCESO A DIOS


Es en fe que tenemos libre acceso a Dios. La Biblia testifica
que el hombre tiene libre acceso a Dios. Lo afirma en cada
narración del trato de Dios con los Suyos. Así fue con Abraham
que aceptó la voluntad divina para conducir su vida, y como dice
el himno: "esperar en sus promesas y en su senda serle fiel."
También fue así con los profetas que llamaron al reconocimiento
de Jehová como el único Dios a quien debían lealtad y obediencia.
Así sucedió con los apóstoles al anunciar que no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos [sino
el de Jesucristo] (Hch. 4:12) De manera que para ser salvo es
necesario, además del cambio de actitud y propósito en la vida, la
fe que se entrega a Cristo en respuesta a Su sacrificio eterno y
suficiente. Porque Él nos presenta Su gracia como salvación,
como un regalo donde el hombre, para poder hacer uso de él, tiene
que responder positivamente a Su iniciativa salvadora. De modo
que es un regalo puesto al alcance del pecador, por medio de la fe
que está a la disposición de todo aquél que cree y la ejerce con
todo el corazón.

DE GRACIA
Gracia es la vida en Cristo que le da vida eterna a nuestra vida
aquí. Jesucristo dijo, Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;

45
nadie viene al Padre, sino por mí (Jn. 14:6). Y entendemos este
misterio, porque quien es la Vida se hace accesible a nuestra vida
para que la tengamos como la herencia para los santos.
Cuando nos enteramos de esta verdad entendemos por qué la
vida cristiana no consiste en guardar Sus mandamientos, no
importa cuánto nos esforcemos por ser fieles y rigurosos en
nuestro intento. Tampoco es por seguir principios fundamentales,
no importa que tan bíblicos sean; ni es por elogiar valores morales
cristianos, por excelsos que se manifiesten; y ni siquiera es por ser
imitadores de Cristo; sino que es una vida rendida a la gracia, en
gracia y de gracia. Es la vida de gracia que se disfruta a través de
la oración, que se deleita en la dependencia cotidiana en Dios. La
vida en la gracia de Dios es gozo que se experimenta hora a hora y
minuto a minuto. La gracia es poder de lo alto para ejercer una
vida conjugada dentro del contexto de una comunidad que le
adora y que le sirve.
Compenetrados de la gracia se juntan nuestros corazones,
llenos de Su influjo, y se elevan unidos para bendecirle. La gracia
nos permite gozarnos en Su esperanza, glorificar a Dios
basándonos en la fe de los grandiosos actos que tenemos de Su
parte. Los actos poderosos de Dios en Cristo han quedado
registrados en la Biblia para nuestra edificación.

EN COMUNION
Dios quiere nuestra respuesta en comunión de Su iglesia. La
iglesia la componen todos los que han tenido esta experiencia
común de la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Respuesta de
vida, porque es vida la que recibimos de Su parte. La iglesia es el
compañerismo de vida en comunidad, en donde cada cual
reconoce la actitud generosa y amorosa de Dios hacia el hombre
rebelde y pecador. La respuesta en comunión está consciente de
Su identidad de Creador y de Su disposición redentora.

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Dios quiere nuestra respuesta fiel en todo tiempo dentro de la
comunión de los santos. Así, como lo reconoce el apóstol Pedro
en medio de las persecuciones, al escribir; Mas el Dios de toda
gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que
hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione,
afirme, fortalezca y establezca (1 R 5: 10).

EN ADORACION
Dios quiere respuesta de adoración. Porque los Suyos
componen una comunidad necesariamente corporativa, pues por
Su gracia nos permite conocerle en la vida, pasión, muerte,
resurrección, ascensión, intercesión y expectación de Jesucristo Su
Hijo eterno. Dios quiere respuesta del cuerpo, la iglesia. Porque es
en el cuerpo de Jesucristo donde se da esta obra redentora. Porque
es en Cristo que Su gracia tomó cuerpo concreto y encarnado, y
que en nosotros sigue incorporándose por esa gracia admirable
que revela el apóstol al decir: Y aquel Verbo fue hecho carne, y
habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito
del Padre), lleno de gracia y de verdad (Jn. 1:14). Juan dio
testimonio de Él y clamó diciendo: Este es aquel de quien yo dije:
Después de mí viene un varón, el cual es antes de mí; porque era
primero que yo (Jn. 1:30). Porque de su plenitud tomamos todos,
y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada,
pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo (Jn. 1:
16, 17).
Dios quiere respuesta dentro de la iglesia, el cuerpo de Su
Hijo. Espera respuesta a Su iniciativa de salvación. Anhela
respuesta a Su gracia que se ha revelado en Su encarnación. Busca
respuesta consciente de que El vino en Su encarnación a
manifestarnos la dimensión de su misericordia. Esta es una
respuesta que nos congrega con celo espiritual para superar
nuestras debilidades. Pues ¡ay de nosotros si dejamos que una sola
de nuestras debilidades nos domine!

47
Sin este celo nos debilitamos y nos resbalamos, traicionando la
herencia que ha querido ofrecer en Él: siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús (Ro. 3:24).
Dios quiere una respuesta que incluya nuestros cuerpos. Ha de
ser la respuesta de la aplicación práctica de la salvación a la vida
ahora y aquí. Pues al ser justificados gratuitamente, por su gracia
mediante la redención con el precio de la sangre de Cristo, somos
llamados a la nueva vida en Cristo. Dios nos ha amado en forma
tan concreta y generosa, que demanda de nosotros respuesta
concreta y sensible en la vida santificada de una iglesia local. Y si
hasta aquí no tenemos esta experiencia de vida santificada la
hemos de comenzar en la comunión con los hermanos de una
iglesia local al unirnos a ella.

EN LO INTIMO
La revelación de Dios es clara al llamarnos en forma
corporativa, que podría aparecer como algo únicamente
comunitario y excluyente. Pero Dios llama en forma íntima y
personal. Cuando el apóstol Pablo escribe personalmente a sus
compañeros y colegas en el ministerio, les declara que él conocía
el propósito de Dios, tan cierto como que para que justificados por
su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de
la vida eterna (Tit. 3:7). ¡Con cuánto celo hemos de cuidarnos de
nuestras debilidades! No nos excusemos, ni nos damos permiso
para pecar, sino seamos vigilantes atendiendo la gracia, estimando
la gracia y valorando la gracia de Cristo que se manifestó
históricamente en Su encarnación. Con todo celo hemos de ser
capaces de darle, en lo íntimo y en lo secreto, la respuesta de
entrega que Dios requiere de nosotros dentro de una comunidad
de fe que por gracia ha querido constituir para nuestro progreso
espiritual.

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Pero esta respuesta requerida de parte de Dios en cada uno de
nosotros, cuando demanda celo espiritual, es porque en la gracia
se revela la esencia del evangelio. Como Lucas registra en Hechos
20:24 la palabra de Pablo: Pero de ninguna cosa hago caso, ni
estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi
carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para
dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios. Al dar
testimonio del evangelio de la gracia de Dios estamos hablando de
la reconciliación que Dios ha querido hacer por medio de la cruz;
porque en la cruz Él pagó todo, y la respuesta que demanda es
amorosa y libre.
En la tumba vacía, hay un elocuente mensaje de Su parte en
que nos invita a responder a Su amor, como lo indica Pablo
cuando nos habla en la Segunda Epístola a los Corintios 5:14-2 1:

Porque el amor de Cristo nos constriñe,


pensando esto: que si uno murió por todos,
luego todos murieron, y por todos murió,
para que los que viven, ya no vivan para
sí, sino para aquel que murió y resucitó
por ellos.
De manera que nosotros de aquí en
adelante a nadie conocemos según la
carne; y aun si a Cristo conocimos según
la carne, ya no lo conocemos así.
De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es; las cosas viejas pasaron;
he aquí todas son hechas nuevas.
Y todo esto proviene de Dios, quien nos
reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos
dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en
cuenta a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra de la
reconciliación.

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Así que, somos embajadores en nombre de
Cristo, como si Dios rogase por medio de
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios. Al que no conoció
pecado, por nosotros lo hizo pecado, para
que nosotros fuésemos hechos justicia de
Dios en él.

RESPUESTA A SU GRACIA
¡Ah respuesta, la que Dios quiere de nosotros ante la tumba
vacía, manifestación excelsa de Su poderoso amor! Es una
respuesta en vida de comunidad proclamadora del evangelio de la
gracia de Dios. Hay que tomar conciencia que somos una
comunidad que vive por gracia. Por esta relación espiritual con
Dios hemos de comunicar los alcances de una vida comunitaria en
gracia. En la comunidad de gracia la restauración es cara a cara y
pública, no importa en qué condición se encuentre el pecador.
Porque del Señor hemos aprendido a invertir lo que somos, y a dar
la cara por el que ha de ser redimido.
Una vida comunitaria en gracia produce compañerismo.
Después de una simple koinonía de amistad y camaradería viene
un compañerismo de oración. Somos impulsados a orar dentro de
la iglesia, y lo hacemos los unos por los otros y por todos. Oramos
en intercesión por otros en compromiso entrañable. ¿De qué
serviría restaurarnos cara a cara, el orar unos por otros y unos con
otros, sin ese compromiso de servicio misionero concreto?
Resultaría en una situación como pasa con las aves de paso.
Seríamos visitantes esporádicos y no incorporados a la iglesia, que
es a la cual el Señor nos llama para que vivamos en comunidad
llena de gracia.

RESPUESTA DE INTERCESION
La respuesta de intercesión es el boleto, o contraseña, que
recibimos de parte de Dios y que Él pone a nuestro alcance.

50
Así no sólo reconocemos a la iglesia como comunidad por gracia,
sino que respondemos con vida comunitaria en gracia. En la
iglesia, confesamos como una comunidad que proclama al Dios de
gracia y Dios de gloria. La gracia viene de Él. Él es la fuente
inagotable que se da donde dos o tres están congregados en su
nombre: en ese nombre que es sobre todo nombre, en el cual nos
quiso llamar para ser salvos.
Es el Dios de gracia y de gloria que nos conoce por la
respuesta que en fe le hemos dado. Ahora somos Sus embajadores
en nombre de Cristo, e invitamos al pecador a la reconciliación
con Dios en Su santísimo Nombre. Ante la gracia de Dios
reconocemos que somos sacerdotes que ejercemos una intercesión
transparente. Nos comprometemos a la intercesión, dentro de la
iglesia, por la redención por Su gracia, pues en Su gracia nos
restauró. Por nuestro Dios de gracia estamos intercediendo juntos,
como santos, por el mundo.

RESPUESTA DE RECONOCIMIENTO
La gracia es ofrenda divina, aunque la palabra ofrenda hoy se
ha manoseado y comercializado tanto. Sin embargo, ofrenda es el
término que usa la Biblia. Dios ha hecho esta ofrenda, aunque el
hombre no la merece; Cristo se ha querido dar en ofrenda y
sacrificio por el pecador. Lo menos que debemos hacer es
ofrendar lo que a Dios le pertenece, el diezmo.
Los que no entregan el diezmo al alfolí del Señor la Biblia los
denomina robadores. Yo conozco algunos de ellos. También
conozco a gente que no se presenta como ofrenda al Señor. En
buen castellano el calificativo es ingratos y el adjetivo se torna
substantivo, ingratos. Porque aunque hasta los perros mueven la
cola cuando les dan un hueso, nosotros ni pagamos el diezmo, ni
ofrendamos la vida; por lo tanto nos convertimos en ladrones e
ingratos.

51
La Biblia denomina la gracia de Dios como ofrenda. La gracia
es la ofrenda inmerecida en favor del hombre. El hombre, sin
embargo, vive por gracia del Señor y le sirve por Su gracia
inefable. Cuando Pablo está hablando a los corintios en su
segunda carta, en el capítulo 8:19 en donde las ofrendas son el
tema, dice: y no sólo esto, sino que también Tito fue designado
por las iglesias como compañero de nuestra peregrinación para
llevar este donativo, que es administrado por nosotros para gloria
del Señor mismo, y para demostrar vuestra buena voluntad.
Nuestra respuesta a Dios por la ofrenda que nos ha dado en Cristo
se demuestra en nuestros diezmos como señal de reconocimiento.
Nuestra ofrenda declara el deseo y esfuerzo de que los que aún no
han sido alcanzados por el evangelio de la reconciliación, lo sean.
En nuestra respuesta dentro de la comunidad de fe por gracia, en
gracia y ante Dios, damos, cumplimos, y ofrendamos.

RESPUESTA DE GRATITUD
Era interesante la percepción que el apóstol tenía de esta
gracia, pues cuando les habla a los hermanos de Galacia los
encuentra muy carnales. Los gálatas habían labrado en su
imaginación tantas incertidumbres, preguntas e inquietudes, que
en un momento les dice: No desecho la gracia de Dios; pues si por
la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo (Gá.
2:21). La gracia de Dios es fundamental para el entendimiento de
la vida cristiana. ¿Cómo podría ser de otra manera, al caer en la
insensatez de menospreciar la gracia o tenerla en poco? Hay que
reconocer que la justicia nos ha sido dada por gracia, no por la ley.
Como dice el apóstol: la gracia me fue dada en Cristo porque Él
murió por mí, no la ley.
Esta es la respuesta que Dios requiere, donde haya una
estimación total de parte nuestra en cuanto al sacrificio de Su Hijo

52
Jesucristo. Entonces es la acción de gracia, y no solamente la
actitud, de Dios lo que nos transforma. La acción de Dios facilita
que nosotros le respondamos. Su acción posibilita nuestra fe con
una respuesta agradecida a Su iniciativa salvadora, como dice
Pablo: Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de
desecharse, si se toma con acción de gracias (1 Ti. 4A). Si todo es
bueno y nada es de desecharse, ¡qué sería de mí si desecho la
gracia de Dios! Todo lo contrario: he aprendido a vivir, no digo en
una lámpara votiva permanente, sino como holocausto vivo de
acción de gracias. La respuesta afirmativa que Dios quiere a Su
iniciativa de amor en gracia, en el cuerpo de Jesucristo, se ha
manifestado para que nosotros le conociéramos.

RESPUESTA DE SERVICIO
El autor de Hebreos habla diciendo: Así que, recibiendo
nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante
ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia (He.
12:28). La respuesta que el Rey del reino quiere es que tengamos
gratitud, y mediante esa gratitud sirvamos. Por eso es que todo lo
que hagamos, de palabra o de hecho, tiene que venir envuelto en
nuestra gratitud, agradándole con temor y reverencia a Dios, y
sólo a Él. Porque más allá de los servicios sociales, o de los actos
filantrópicos en el servicio de gracia, no se desecha la gracia, sino
que se sirve con gratitud al Dios de gracia con temor y reverencia.
Me llama la atención la palabra reverencia, porque últimamente
he andado preocupado por una mayor reverencia. Siempre me ha
impresionado la palabra: Servid a Jehová con alegría; Venid ante
su presencia con regocijo (Sal. 100:2). Pero en Hebreos el
llamamiento es a servirle con reverencia; porque si yo le sirvo, y
le amo, no tengo otra alternativa, sino la de servirle con
reverencia. Y cuando otro hermano le está respondiendo de la
misma manera al Señor, he de ver ese servicio con reverencia,
porque lo está haciendo para el Señor.

53
RESPUESTA ABRAHAMICA
Creemos que por la gracia del Señor Jesús somos salvos.
Justamente es lo que Lucas registra: Antes creemos que por la
gracia del Señor seremos salvos, de igual modo que ellos (Hch.
15:1 l). La gracia de Dios es la que nos ha dado esta salvación,
porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la
promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la
fe. Porque si los que son de la ley son herederos, vana resulta la fe
y anula la promesa.
Sabemos que la ley produce ira; pero donde no hay ley,
tampoco hay transgresión. Por tanto esta promesa y esta herencia
es por fe, para que sea por gracia (Ro. 4:3-16). A fin de que la
promesa sea firme, para que toda su descendencia, en este caso la
de Abraham, y no solamente para la que es de la ley, sino también
para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos
nosotros.

CONCLUSION
La respuesta que quiere Dios es la de gratitud plena. Es la
respuesta para nuevo nacimiento, como se lo reveló claramente
Jesús a Nicodemo cuando platicó con él. Es la respuesta
consciente del valor de la salvación, porque tenemos redención
por la sangre de Cristo. Y ahora no solamente conscientes de la
redención, sino disfrutando del perdón de pecados, según las
riquezas de Su gracia (Ef. 1:7); Adorándole agradecidos porque
por gracia somos salvos por la fe, y esto no es de nosotros, es don
de Dios (Ef. 2:8, 9); y en esa riqueza nos movemos y le
respondemos con gratitud para servirle con temor y reverencia.

54
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 3

1. Dé tres características de la respuesta que Dios requiere del


pecador.
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2. Es más fácil perdonar que pedir perdón. Diga por qué está de
acuerdo o en desacuerdo con esta declaración.
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___________________________________________________
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3. ¿Cuándo y bajo qué condiciones tenemos acceso a Dios?


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4. Dé tres razones por las cuales la adoración es necesaria.


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5. Presente tres maneras en que el hombre responde a la gracia de


Dios.
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6. ¿Qué urgencia tenía Nicodemo para venir a Jesús de noche?


¿Qué efecto tuvo su reunión con Jesús en su vida?
___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

55
Había un hombre de los fariseos que
se llamaba Nicodemo, un principal
entre los judíos. Este vino a Jesús de
noche, y le dijo: Rabí, sabemos que
has venido de Dios como maestro;
porque nadie puede hacer estas
señales que tú haces, si no está Dios
con él. Respondió Jesús y le dijo: De
cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de nuevo, no puede ver el
reino de Dios. Nicodemo le dijo:
¿Cómo puede un hombre nacer
siendo viejo? ¿Puede acaso entrar
por segunda vez en el vientre de su
madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto
te digo, que el que no naciere de
agua y del Espíritu, no puede entrar
en el reino de Dios. Lo que es nacido
de la carne, carne es; y lo que es
nacido del Espíritu, espíritu es.
Juan M-6

POR EXPERIENCIA PERSONAL


La vida que se experimenta como la vida abundante que
ofrece Jesucristo entiende que la mera religiosidad no basta. Es
por eso que hacemos énfasis en la fe verdadera en un Dios
personal. Así nos lo ha revelado Jesucristo en forma
incuestionable. Esta nueva calidad de vida se constata en el
conocido pasaje del Evangelio de Juan M-21. Es necesario leerlo
personalmente, y estar atento al mensaje que Dios ofrece a cada
persona honesta que le busca.
Cuando Jesús le dijo al rabino Nicodemo que le era necesario
nacer otra vez, a éste le pareció absurdo. Y a lo mejor así nos
parece a nosotros. Como Nicodemo, también deseamos decirle
que no podemos entenderlo. Tal vez sea imposible pensar que se
pueda volver al vientre de nuestra madre para volver a nacer.
Porque no se puede volver al vientre de nuestra madre.

57
Hay que acercarse a Dios en actitud de fe, de tal manera que la
mente y el alma nos sean alumbradas por Su Espíritu y Su palabra.
Hay que acercarse a Dios para discernir sobre los designios
eternos de Su santa voluntad, acercarse sabiendo que la Biblia
tiene enseñanzas distintas a lo que estamos acostumbrados a
considerar en la vida de cada día. Un ejemplo de ello es que Dios
llama a las estrellas por nombre (Sal. 147A), y a los seres
humanos por nombre, oyendo sus súplicas y asistiéndolos en sus
necesidades.
¿Cómo imaginarnos que Dios se ocupe de cada una de las
estrellas y que atienda día a día las necesidades que le plantea
cada persona en oración, y aun las peticiones que no llegan a
formularse como oración? Para Nicodemo no fue fácil entender la
conversación de Jesús. No entendía, a pesar que era un miembro
prominente de la corte suprema de los judíos llamada Sanedrín.
Sin embargo, aunque es difícil entender esto a niveles de
conocimiento, es mucho más difícil entenderlo a niveles de Su
amor. La Biblia enseña que Dios ama sin límite. Enseña que Dios
quiere que cada alma se vuelva a El en respuesta al evangelio que
ha hecho claro en la encarnación del Hijo.
Nicodemo era testigo que Jesús hacía muchas señales y
milagros. Tales actividades lo tenían azorado. Nicodemo se acercó
a Jesús sinceramente. Confesó que reconocía que nadie podría
haber hecho las señales que Jesús hacía si no fuera por el poder de
Dios. Nicodemo estaba confrontando los milagros y las señales,
pero éstos no eran suficientes para entender y captar los misterios
del Reino que sólo Jesús podía revelarle. Nicodemo entendía no
solamente que Dios tiene cuidado de Su creación, sino que se
ocupa de atender el vacío de una vida sin Él, al hacer evidente Su
amor por Sus criaturas.

58
POR OBRA DEL ESPIRITU SANTO
Dios ciertamente conoce lo triste que es vivir sin esperanza.
Pero también tiene solicitud regeneradora. Dios da atención
personalizada a través del Espíritu Santo a cada individuo. La
atención que ofrece es para cuidar, conocer y revelarse a cada uno
individualmente. Disposición misericordiosa de pasar por alto los
pecados en virtud de la fe. La fe es Su regalo a través de Su
gracia, fe que produce una vida nueva para cada corazón contrito
y humillado que le reconoce como su Dios por medio* de Su Hijo
Jesucristo.

POR LA LIBERACION ESPIRITUAL


Se constata que Jesucristo, como el enviado de Dios, atiende a
Nicodemo como el rabino que se le acerca secretamente con un
clamor que le brota de lo más profundo de su corazón. Jesús le
habla de un nuevo nacimiento. Ante las sorprendentes respuestas
de Jesús, Nicodemo piensa y responde. Él, como todos los de su
raza, había esperado el reino mesiánico a través de los años.
Esperaban un Mesías político y guerrero. El que viniera sería un
libertador nacional, un líder a quien seguir. Y de pronto Jesús le
hace ver que Dios está más interesado en cada persona que en las
conquistas militaristas o políticas. Dios quiere que le amen en la
vida íntima. Su interés está en la comunidad de creyentes
constituida por los que tienen el conocimiento previo y personal
de Dios.
Jesús le revela que el Padre da un nuevo corazón. Le hace ver
que puede ofrecerle una fuerza nueva tal que se manifiesta en un
cambio tan radical que resulta una vida nueva en el mundo. Claro
que es una experiencia íntima, de auténtica vivencia personal con
Dios. Esta experiencia de vida es la que vence el pecado, y por la
que se obedece prestamente la voluntad del Padre.

59
POR LA ENTREGA PERSONAL
Jesús le habló de nacer de arriba. Con este nacimiento se
experimenta un nuevo principio en Dios. Así se conocen
personalmente los alcances del toque divino. El nuevo nacimiento
es vivir el milagro de la transformación. Mediante este nuevo
nacimiento se disfruta de la entrega personal del Padre en la
bendición del Hijo. Finalmente, nacer de nuevo es Ser consciente
de la vida espiritual. Jesús habló del nuevo nacimiento como
experiencia que emerge en conversión, instantánea o lenta, pero
de verdadero arrepentimiento y fe.

POR REQUISITO DIVINO


Nacer de arriba trata de un rendimiento de vida que Jesús
exige como condición indispensable para ver el Reino de Dios.
Vida nueva es vida redimida para expresarse sin sentimientos de
culpabilidad que nublen la vista para contemplar las perspectivas
del Reino para los hombres. Vida que comprenderla sólo es
posible en la verdad que liberta de las amarras del pecado. Vida de
experiencia sensible que permite seguridad definitoria de la
repugnancia por las obras de la carne y deleite por las cosas del
espíritu; para pertenecer al reino de actitudes y acciones, recursos
y esperanzas que son alumbradas por el resplandor de su gloria.
Es comprensible que el nuevo nacimiento que le plantea Jesús
a Nicodemo se torne en tropezadero para muchos cuando traten de
entenderlo. Porque para la mente natural se da la pregunta de
¿cómo explicar este cambio cuyos resultados son tan evidentes?
Sin embargo, para la vida agradecida del creyente esto es algo que
se torna naturalmente en alabanza permanente.
Se reconoce el nuevo nacimiento en el que se está dispuesto a
hacer frutos dignos de arrepentimiento (Le. 3:8), propios de todo
aquel que es nacido del Espíritu (Jn. 3: 8). Es el hecho que se
identifica como el comienzo de la vida cristiana.

60
POR LA NECESIDAD DE PAZ
La religión de Nicodemo no le podía resolver el vacío que
traía en su alma. Y esto tiene una explicación sencilla. La paz del
perdón de Dios, no se la da ninguna religiosidad humana. No lo
concede ningún esfuerzo piadoso. No la alcanza ninguna
penitencia, por dura que parezca. Sólo se disfruta como don de
Dios y como seguridad que Él ofrece por medio del señorío del
Espíritu Santo.
Ciertamente las señales que hacía el Señor despertaban
admiración en unos, e inquietudes en muchos. Nicodemo, quien
admiraba a Jesús, vino a verle, y encontró la respuesta correcta
para el mal que padecía. Esto es lo que se conoce en términos
jurídicos como justificación; así se lo explica el apóstol Pablo a
los romanos. Sabemos que la justificación por la fe cambia nuestra
relación con Dios. La experiencia de la regeneración la señala el
apóstol Juan en la conversación de Jesús con este rabino judío,
Nicodemo. El cambio de la naturaleza moral queda evidenciado
en nuevos valores, anhelos, deseos, impulsos y necesidades que
surgen en el creyente por la actividad regeneradora del Espíritu
Santo en su vida.

POR LA LIMITACION CARNAL


Es imposible entender los misterios del reino de Dios sin
formar parte de él. Por eso es que para Nicodemo era
indispensable que supiera que era necesario nacer otra vez. Jesús
le advierte que no se maraville por esto; y le distingue en forma
precisa esta vida nueva enseñando que lo que es nacido de la
carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (Jn.
3:6). Es legítimo hacer un esfuerzo por entender el nuevo
nacimiento, pero lo que es imprescindible es experimentarlo
personalmente.
La voluntad de Dios se hizo muy clara aquella noche; porque
el Hijo del hombre no venía para condenar al mundo, sino para
que el mundo fuera salvo por Él (Jn. 3:17).

61
Dios quiso que el pecador viviera personalmente Su amor. Su plan
era que, en lo íntimo de su ser, experimentara el poder de la luz de
Su Palabra eterna, y que saboreara el sentido de vida eterna. He
ahí los valores del Reino que Nicodemo debía saborear, gustar y
paladear, experimentándolos al máximo.

POR EL AMOR DE DIOS


La armonía del mensajero y del mensaje se hizo clara para
Nicodemo. Y también lo es para nosotros. El testimonio que cada
uno tiene como redimido, confirma esta verdad. Jesús habló de un
amor redentor que vivió y que demostró al morir por los
pecadores. Cada cristiano puede identificar el cambio de la
naturaleza moral que se opera en sí mismo día a día con nuevos
valores, anhelos, deseos, impulsos y necesidades.
En el creyente se despierta un apetito de fácil identificación.
Este apetito se nutre con las enseñanzas de Cristo. Entonces el
creyente le adora en la hermosura de Su santidad, codicia los
atrios del Dios vivo, proclama Su evangelio y agoniza por la
salvación de los amados para que gocen del Reino.

POR LA VIDA ETERNA QUE OFRECE


La Biblia dice que el hombre, muerto en el pecado, nace y
vive en el Espíritu. El que oye Su palabra y cree al que le envió
tiene vida eterna (Jn. 5:24). La vida divina sobrepuja la muerte,
los delitos y pecados (Ef. 2A). En virtud del perdón de los
pecados el cristiano ha sido vivificado con su Señor (Col. 2:13). Y
en cada caso se habla de cuerpos, nuestros cuerpos, que
alcanzados por el Espíritu de Dios viven la realidad de la
regeneración. Tanto la justificación que cambia nuestra relación
con Dios, como la regeneración, que cambia nuestra naturaleza
moral, son experiencias simultáneas que proceden de la gracia
divina.

62
Así, la salvación, más que una doctrina, es una experiencia
fundamental al considerarse como el evento que se vive,
iniciándolo la conversión. Esto lo enseña Jesús como el nuevo
nacimiento. En la regeneración nacemos, y en la santificación
crecemos, por la nueva vida en Cristo. Como regenerados somos
tabernáculo del Padre, morada de Cristo y templo del Espíritu
Santo. Somos salvos para desarrollarnos a través de la
santificación hasta llegar a la glorificación que habrá de
manifestarse el día de la redención final. He aquí, pues, la
salvación como regalo de Dios que se inicia con el perdón
inmediato por la fe en la sangre de sacrificio del Cordero de Dios.
Es evidente que el Señor, además del perdón, quiere dar un
nuevo corazón a cada uno de los redimidos en la sangre de
Jesucristo. Esto hay que recordarlo permanentemente, pues
sabemos que como Dios es amor, también permanece fiel.
Además Dios es amante y fiel, pues cumple Sus promesas como
lo han testificado a través de los siglos sus profetas, (Jer. 24:7;
31:31-33; y Ez. 11:19).
Dios contestó el ruego que le hizo David cuando, arrepentido
hasta el polvo, le pidió que le cambiara su naturaleza pecaminosa
(Sal. 51:5). David oró suplicante que le diera un nuevo corazón
(Sal. 51:10) y Dios se lo concedió. Dios revela lo que es el nuevo
hombre en cada uno de Sus redimidos, al constituir la iglesia local
que se yergue como testigo fiel en medio de una sociedad idólatra.

POR LA INICIATIVA DIVINA


Ni David, ni los efesios se enorgullecieron de esto. Sabían que
ser salvos es don inmerecido, porque quien nos justifica y nos da
nuevo espíritu que viene a ser facultad dominante del cristiano, lo
hace por pura gracia. La iniciativa salvadora divina se efectúa, por
el Espíritu Santo, en los que experimentan el nuevo nacimiento,
quienes no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni
de voluntad de varón, sino de Dios (Jn. 1:13).

63
Y esto se lleva a cabo en el momento que una persona recibe a
Cristo en el corazón (Jn. 3:5-8).
El evangelio que anunciamos es que todo pecador puede ser
liberado de la condenación del pecado, de la naturaleza
pecaminosa y, finalmente, de la presencia del pecado. Esta
libertad del pecado no tiene dimensiones temporales solamente,
sino que sus efectos son duraderos y eternos. La ley del espíritu de
vida en Cristo Jesús salva del pecado y de la muerte (Ro. 8:2);
porque quien está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas
quedaron atrás y se anda en novedad de vida (2 Co. 5:17).

POR INTERES DIVINO


Por el nuevo nacimiento entendemos que Dios personalmente
nos ha salvado de la vida de pecado que subyuga al ser humano a
una vida ficticia. Dios es tan personal como un Padre amoroso
(Mt. 10:29-31; 18:12-14).
En Jesús, Dios ha hecho posible la restauración humana por
Su gracia. Se ha hecho accesible de modo que cada persona puede
hablar con Él. Hay vínculos abiertos de tal manera que el milagro
de la comunión con Dios se puede dar en una experiencia tan
comúnmente conocida como la oración. En la oración íntima es
claro que el Señor nos ama en lo individual, como para no
sentirnos solamente amados en la comunidad como tal. Su gracia
alcanza para toda la humanidad y la totalidad del universo.
Es maravilloso saber que Dios nos crea, recrea y atiende con
solicitud personal. Dios nos atiende personalmente y nos conoce
por nombre. Dios nos ama de tal manera que ha dado a su Hijo
unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda más
tenga vida eterna (Jn. 3:16). Le importamos tanto que tiene
contados nuestros cabellos (Mt. 10:30), tanto como el brinco de
los pajarillos (Mt. 10:29). Mas su atención es tan personal que nos
busca como el buen pastor a una oveja perdida (Lc. 15:2-4), o una
buena ama de casa una moneda per dida (Lc. 15:64), o como un
padre amoroso que se interesa por un hijo extraviado (Le. 15:11-
32).

64
Confiamos que Dios es Padre de trato personal, y si alguien lo
duda, debe considerar las causas seriamente. El amor de Dios es
tan inmenso que nos ama a pesar de ser tan pequeños e
insignificantes cuando se nos compara con los cielos (S . 8:3-4) y
con el incontable número de astros que controla. Atendamos, de
tal manera, a Su amor porque si el telescopio llegare a
desalentarnos, el microscopio nos animará. Porque Dios, que
cuida los soles, ve y controla también los electrones y las
partículas nucleares. Dios no aprecia el valor de sus criaturas en
proporción a su tamaño.
Creamos que Dios, como Padre, nos ama personalmente en
Jesucristo y nos evalúa como personas. Su omnisciencia se fija en
detalles, cuando se considera ¿qué valor tienen una buena
biblioteca para alguien ignorante y qué valor para el bibliotecario
o bibliófilo instruido? o ¿qué aprecio tiene una maquinaria para
alguien común y corriente y qué para un ingeniero?
La gloria de la presencia de Dios la conocemos por Jesucristo.
Y aunque aceptemos que quizá son muy pocos los que nos
conocen o muy pocas personas a las que nosotros conocemos,
sepamos que Cristo nos conoce. Dios es personal como el Padre
amante a quien debemos acercarnos confiadamente en oración
íntima y secreta. Dios nos ama y ha provisto el medio para nuestra
salvación a costa de Su propio sacrificio.

POR VER SU GLORIA


Por el nuevo nacimiento entendemos que Dios es
personalmente paternal de modo que permite entender que es
posible mirarle cara a cara, seguros de Su misericordia (Is. 45:22).
Quienes le han mirado fueron alumbrados y sus rostros no se
avergonzaron (Sal. 34:5). Hay que mirarle, creyendo en Su
misericordia. Israel, deambulando en el desierto, para evitar la
muerte miró la serpiente (Nm. 21:8), la cual es el símbolo de la
crucifixión de Cristo, a quien miramos para evitar la muerte
eterna.

65
Hay que mirarle dispuestos a obedecerle, tal cual lo miraron los
discípulos, que al entender el propósito del Maestro para sus
vidas, pudieron decir: Porque han visto mis ojos tu salvación (Lc.
2:30).

POR LA TERNURA REVELADA EN JESUCRISTO


Por el nuevo nacimiento que hemos experimentado nos
preguntamos ¿quien no se conmueve ante el rostro de Dios en
Jesucristo y el amor de ternura paternal con que responde a
nuestra recepción de fe? No hay que resignarse a vivir en el
pecado como condenados a ser esclavos de los apetitos de la carne
e impotentes antes las sutilezas y seducciones de Satanás. Hemos
de descubrir la verdad que Dios encierra en favor nuestro y que
transforma radicalmente nuestra vida total. Dios ofrece en Jesús
vida abundante. Así entendemos la regeneración como acción que
obra el Espíritu Santo, revelando en nosotros el espíritu de hijos
amados hasta lo sumo. La regeneración es real y produce en cada
vida las relaciones concretas en que nos movemos. Hablar del
nuevo nacimiento, al que Jesús aludió en la conversación con
Nicodemo, es referirse a la obra que Dios hace en lo más secreto
de la vida, pero que se manifiesta en público y revela los alcances
del toque divino. Hablar de lo más secreto es indicar que Dios
atiende en lo íntimo nuestra convicción de pecado, como urgencia
humana fundamental. Aquí cabe la pregunta, ¿qué significa eso de
que atiende en lo íntimo nuestra convicción de pecado, sino que
produce un instantáneo arrepentimiento hacia Dios como
bendición y que produce en nosotros el anhelo de compartirla?
Pero la convicción de pecado y el movimiento para
arrepentimiento, produce humildad. La convicción de pecado
arranca de tajo la soberbia. Expone el alma al poder de Dios de
modo que permite glorificar Su obra bienhechora, en fe y
adoración. Y sigue la compasión como consecuencia natural de la

66
nueva creación que el Espíritu Santo opera en el corazón del
hombre. De modo que estamos aquí ante la verdad central: la vida
en Dios es cambio de corazón. El cambio es total, en el cual los
redimidos se tornan en personas con corazones que Dios ha
tocado. Porque así como todos somos pecadores, todos somos
movidos al arrepentimiento y a la fe por el Espíritu y la Palabra de
Dios, y alcanzamos la redención de nuestros pecados en virtud de
la sangre bendita del Cordero de Dios sin mancha ni
contaminación (1 P. 1: 19).

POR LA NUEVA RELACION


En ocasiones es saludable decir lo que no es para que se pueda
destacar claramente lo que es. Y en este caso hay que insistir que
a veces se confunde nuestra fe con tradiciones que no tienen nada
que ver con la fe ineludible de confesión personal que proclama a
Jesucristo como Señor y Salvador. Hay que señalar el nuevo
nacimiento con claridad y distinción, porque esto es lo que nos
identifica. Por el nuevo nacimiento proclamamos, enseñamos,
sostenemos como creyentes que la iglesia de Jesucristo es de
gente que ha renacido en virtud de la gracia de Dios. Es por el
milagro de la regeneración que la Biblia enseña sobre el nuevo
nacimiento como experiencia que nos define. Este milagro lo
afirma nuestra identidad de redimidos por la sangre del Cordero
de Dios.
Aunque esta doctrina es característica de la tradición cristiana
evangélica, sabemos que el nuevo nacimiento no es asunto
eclesiástico, porque nadie puede garantizar que porque alguien se
congrega en una de nuestras iglesias ha nacido de nuevo, como si
sucediera por cumplir un rito, o como por algo hereditario o por
contagio.
Bien puede ser que hayamos nacido en una familia evangélica
cristiana, como ha sido el caso con muchos de nosotros. El nuevo
nacimiento tampoco es asunto familiar, de tal manera que se
garantice que por vínculos familiares ya seamos nuevas criaturas

67
en Cristo Jesús. Y es por eso que en la hora del bautismo
confesamos personalmente que Jesucristo es nuestro Salvador
personal, ya que es en virtud de esa fe que somos bautizados en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Hay quienes alegarían que porque nacieron en una
determinada nación ya se pueden considerar cristianos. Pero no es
por una herencia de nacionalidad que somos nuevas criaturas. Ni
hemos nacido otra vez por alguna situación social privilegiada en
que nos hayamos movido. El nuevo nacimiento es, en resumen,
una experiencia sensible y consciente de una nueva creación en lo
íntimo del ser humano, que puede ser detectado por el mundo que
nos rodea. Porque el árbol se conoce por sus frutos. Dios me dio la
gran dicha de tener un pastor de convicciones tan claras que en mi
mente de joven marcaba indeleblemente sus convicciones
personales. Y sobre el nuevo nacimiento enseñaba en forma
concluyente que era en Jesucristo. En Cristo es que Dios ve nuevo
al hombre; el hombre ve claramente a Dios; el mundo ve nuevo al
creyente y el redimido ve nuevo al mundo con el cual quiere
compartir fervorosamente la gran verdad del evangelio para
salvación de todo aquél que cree en Jesucristo.

CONCLUSION
Al renacer, el nuevo espíritu del Señor nos anima y viene a ser
facultad dominante en el cristiano. Al renacer, nuestros cuerpos
son templo de la santísima Trinidad. Nuestros cuerpos se
transforman en el sitio donde el espíritu nuevo crece. Al renacer
se encuentra la vida. Nuestras vidas se deleitan en la obra del
Espíritu y en la Palabra de Dios. Al renacer, nuestra vida en Cristo
se desarrolla y engrandece con todas las posibilidades de la vida
eterna con que Dios nos ha creado y regenerado. Esto es lo que
hemos de considerar en el siguiente capítulo cuando estudiamos
los alcances de la vida santificada.

68
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 4

Conteste V= verdadero y F= falso


1. _____ Nicodemo, desde el principio, entendió plenamente lo
que Jesús quería decir por nuevo nacimiento.

2. _____ Nacer de nuevo es olvidarse del pasado y procurar vivir


una vida decente.

3. _____ Es más importante entender cómo se opera el nuevo


nacimiento que experimentarlo personalmente.

4. _____ El nuevo nacimiento proclama a Cristo como Señor y


Salvador de la vida.

5. _____ Ser cristiano se hereda pero nacer de nuevo requiere la


intervención divina.

69
¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no
estamos bajo la ley, sino bajo la
gracia? En ninguna manera.
¿No sabéis que si os sometéis a
alguien como esclavos para
obedecerle, sois esclavos de aquel a
quien obedecéis, sea del pecado para
muerte, o sea de la obediencia para
justicia?
Pero gracias a Dios, que aunque
erais esclavos del pecado, habéis
obedecido de corazón a aquella
forma de doctrina a la cual fuisteis
entregados; y libertados del pecado,
vinisteis a ser siervos de la justicia.
Hablo como humano, por vuestra
humana debilidad; que así como para
iniquidad presentasteis vuestros
miembros para servir a la inmundicia
y a la iniquidad, así ahora para
santificación presentad vuestros
miembros para servir a la justicia.
Porque cuando erais esclavos del
pecado, erais libres acerca de la
justicia.
¿Pero qué fruto teníais de aquellas
cosas de las cuales ahora os
avergonzáis? Porque el fin de ellas es
muerte.
Mas ahora que habéis sido libertados
del pecado y hechos siervos de Dios,
tenéis por vuestro fruto la
santificación, y como fin, la vida
eterna.
Porque la paga del pecado es muerte,
mas la dádiva de Dios es vida eterna
en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 6:15-23

71
PROCESO DE LA SALVACION
La primera etapa de la salvación, la conversión, nos libra de la
pena por el pecado. La segunda etapa del proceso de salvación es
la santificación. Esto es lo que vamos a considerar en el presente
estudio. La santificación es el proceso que nos ayuda a liberarnos
del poder del pecado mientras estamos en el mundo. Es el proceso
progresivo de transformación de principios, valores y
comportamiento que se van formando en la vida del creyente en
virtud de la acción conjunta del Espíritu Santo y la Palabra. La
santificación es vida que crece, se desarrolla y avanza en medio de
pruebas y luchas bajo el auxilio del Espíritu Santo. La
santificación es la experiencia de victorias parciales y de
conquistas temporales sobre el poder del pecado, que ayuda al
creyente a avanzar hacia la perfección que se alcanza en el día de
la redención final.

COMIENZO
La santificación se inicia desde el momento que, con espíritu de
entrega incondicional, recibimos y aceptamos el señorío de Dios
sobre nuestra vida, y que culminará en el día de la redención final.
La santificación es el proceso de la vida que se da en nuestros
cuerpos, que en Dios se constituyen en templos del Espíritu Santo.
Este es el proceso en el que Cristo es el Señor de cada instante de
la existencia. Es mediante la santificación que la verdad de Dios
actúa para libramos de las tendencias de la carne o los embates
seductores de Satanás, que desea doblegarnos hacia el pecado.
Nuestro testimonio es que la palabra de Jesús se ha cumplido
porque no deja sola a su iglesia, lo cual significa que ninguno de
los Suyos está huérfano de Su cuidado. La vida santificada se
manifiesta en mentes santificadas que reconocen en la santidad de
Dios el objeto de culto y adoración. La santificación se revela en
la reverencia con que alabamos a Dios, y a través de la honra que
se le tributa en las diferentes manifestaciones de nuestra fe.

72
MADRUGANDO
La vida santificada se manifiesta en actitudes permanentes
desde el interior del corazón. Pero también se manifiesta en actos
de consagración en los que se expresa con profundo sentido de lo
santo, cualquier especie de culto en donde se presentan los
cuerpos mismos como sacrificio vivo, agradables a Dios. He aquí
un caminar de fe en la gracia del Señor. Alabamos a Dios por ello.
Y le agradecemos que tiene preparado banquete siempre para
nuestras almas, de tal manera que podemos adorarle, y recibir
fuerzas e inspiración para servirle. Todos los cristianos
conjuntamente sentimos que el Señor nos tiene puesta la mesa
para que pensemos en Él, le elevemos nuestras almas y le
cantemos. Así es Su gracia; nos sale al encuentro, nos da
seguridad con mucha ternura y con gran firmeza. Esta es
experiencia que tenemos todos los días, cuando estamos
sintonizados con Dios, de tal manera que podemos reconocer Su
presencia hasta en el movimiento de las hojas.

ACCION DE DIOS EN NOSOTROS


La vida santificada es obra de Dios, que contrasta con lo
profano. Es vida que se está perfeccionando todos los días, para
dedicarse primeramente al servicio de Dios, con la disposición
clara de que Él disponga de todo cuanto somos y tenemos. De
hecho, es para presentarse a Sí mismo Su iglesia de redimidos,
como una iglesia gloriosa, inmaculada y preciosa para alabanza de
Su gloria.

73
Hay cosas de las cuales no se requiere hablar. Una es la vida.
Pues ¿para qué hablar de la vida si se tiene, se impone, se siente,
la sienten, la sentimos? No obstante, es bueno percatarnos de la
bondad de la vida porque el Señor nos la da; nos permite día a día
experimentarla porque vivimos, y particularmente porque vivimos
en Él, por Él y para Él.
Pero si pudiese resultar sobrante hablar de la vida cuando se
tiene la vida, pareciera igual hablar de la vida santificada cuando
el Espíritu Santo está obrando en nuestras mentes, en nuestros
corazones, en nuestras relaciones, en nuestras proyecciones, y nos
percatamos que nuestra vida es distinta, e incluso diferente, de
otras vidas que están a nuestro alrededor, porque no han conocido
n~. El amor del Padre, ni la gracia de Jesucristo el Hijo, ni la
santificación del Espíritu Santo. Esto nos permite tener una
seguridad en Él y movernos dando de gracia lo que de gracia
hemos recibido, con la disposición de que toda nuestra existencia
se torne en instrumento del Espíritu Santo de nuestro Dios.
Cuando hablamos de la vida santificada, es porque creemos en
Dios que la santifica, además de habérnosla dado. Creemos, como
dice la carta a los Hebreos, que le hay (He. 11:6), y que está con
nosotros y en nosotros, y que nos movemos y somos justamente
por Él. Por eso no nos avergüenza vivir atentos a Su voluntad para
obedecer Sus designios y cumplir lo que Él quiere que nosotros
hagamos para honrarle.

DISEÑO DIVINO
Sabemos que Dios tiene designios para cada uno de nosotros,
diseño para nuestro vivir, diseño para nuestro convivir en tanto
que somos miembros de Su cuerpo; porque nos está estructurando,
haciéndonos claro que somos participantes de la naturaleza divina
por esa presencia Suya en nuestra vida.

74
Por eso nos es propio presentarnos en convocación,
reconociéndonos como pueblo Suyo, diciendo a través de los
siglos, juntamente con los que han dicho antes que nosotros,
Pueblo suyo somos y ovejas de su prado (Sal. 100:3).
Por eso entramos por Sus puertas con acción de gracias y por
Sus atrios con alabanza. Nos gozamos en ello. Nos percatamos
que mientras nos vamos adentrando en nuestra adoración
compartida, comunitaria, se da todo un proceso de gozo intenso
que va formando parte de nuestras vidas, y constituyéndose en una
experiencia que no es solamente personal sino de todos, en donde
no solamente yo voy recordando las notas que escucho o las que
canto, o la Palabra del Señor que considero. Nos damos cuenta
que es una experiencia común, experiencia de vida que se
comparte con alegría y con gozo. Compartimos esta experiencia
aun en silencio, pues no le tememos al silencio porque tenemos la
compañía del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la compañía de
Su presencia santísima en lo más íntimo del ser. Y podemos
adorarle con solicitud. En la adoración volcamos nuestro
sentimiento y disposición espiritual para alabarle y bendecir Su
santo nombre. Incluso, hay toda una entrega de nuestra visión para
la misión a la cual Él nos está llamando.

EXPERIENCIA ESPIRITUAL
Esta es una experiencia que algunos sociólogos que estudian
lo que ocurre es de la sociedad, le llaman experiencia religiosa.
No podemos eludir que lo sea y que para ser entendida por otros
tengamos que añadirle ese término de religiosa.

75
No obstante, para nosotros es todo un sabor espiritual en donde el
Señor se manifiesta en cada uno de nuestros cuerpos y en cada
uno de nosotros como miembros de Su cuerpo, en el cual
compartimos la fe común. Fe que no solamente me permite saber
que me estoy entregando yo, sino que no dudo que mi hermano se
esté entregando también.

FORMACION PERSONAL
Cuando nos reunimos en convocación de pueblo de Dios, lo
hacemos porque sabemos a qué vamos. Hay en cada uno de
nuestros corazones todo un anhelo de entregar nuestra vida total al
Señor. Eso nos hace no solamente copartícipes de una entrega
incondicional para servirle, sino que nos permite saborear los
elementos de la regeneración que cada nuevo año de vida nos
permite vivir y experimentar, haciéndonos perfilar hacia dónde
vamos, sintiendo que nos está formando como Alfarero e incluso
informando con Su Espíritu, porque está en nosotros actuando de
tal manera que comenzamos a sentirnos movidos a responderle.
Por tanto, somos responsables ante Dios que nos llama y nosotros
con gusto, con gozo, con cariño, con disposición, nos entregamos
a Él.
Recuerdo a un sacerdote jesuita español que tenía por tarea
contrarrestar el protestantismo hispano: el doctor Padroza. La
persona que tenía que responder a los ataques del doctor Padroza
era un pastor protestante sencillo, que conocía su Biblia: no tenía
los argumentos lógicos, epistemológicos, históricos ni otros
recursos que tenía ese extraordinario erudito jesuita, el doctor
Padroza. Sin embargo a través de los periódicos comenzaron a
polemizar de tal manera que todo el mundo se enteró de lo que
estaba pasando.

76
Un buen día, llegó el sacerdote Padroza en su carro a la casa
del pastor protestante. El pastor salió a recibirle con cierto temor,
porque el sacerdote era un hombre fuerte, capaz, firme, e incluso
era conocido por cierta actitud de violencia con que actuaba a
veces en la ciudad. Pero lo que llama la atención es que, cuando el
doctor Padroza llegó con el pastor evangélico español, llevaba un
solo mensaje y era, "Vengo a entregarme".
Padroza se había convencido que el mensaje sencillísimo de
que sólo Cristo salva, que el pastor evangélico estaba manejando
en toda su argumentación y del cual no se salía, era el mensaje
fundamental.
Esta anécdota no tiene la intención de apologizar sobre la
razón que uno u otro pudo haber tenido, sino la de destacar las
palabras "vengo a entregarme"; porque hay un momento cuando
nosotros nos damos cuenta que la relación con Dios es de entrega.
Es la relación de darnos por entero a Dios, tal cual somos y lo que
somos. No podemos darle otra cosa. Dios hace luego de nosotros
lo que Él quiere, y nos transforma, nos regenera, nos cambia a su
gusto, para servirle de tal manera que lo que no era, viene a ser
para Él; o lo que era despreciable para el mundo, viene a ser
apreciable para Él; o lo que el mundo tenía por grande, viene a ser
en sus manos instrumento dócil para Su servicio.

VIVIR EN CRISTO
Es esta la experiencia de vida santificada, en la que la
presencia de Dios nos atrae de una manera fuerte como el campo
de un imán irresistible, y no nos queda más posibilidad que
entregarnos responsablemente. Sabemos que tenemos que darle
cuentas, porque El toma señorío sobre nuestro ser y comienza
entonces a ser lo que fue para Pablo.

77
Para mí el vivir es Cristo (Fil. 1: 2 l), fue la razón de vivir para
Pablo. Comenzamos diciendo como el apóstol, repitiendo sin
ninguna capacidad de ser más originales: Para mí el vivir es
Cristo; pero afirmando nuestro compromiso con Él.
Así se explica que ahora nos hayamos convertido en
enajenados, porque vivimos no ya nosotros sino que Cristo vive
en nosotros; y lo que ahora vivimos en la carne, lo vivimos en la
fe del Hijo de Dios que nos amó y se entregó a Sí mismo por
nosotros (Gá. 2:20).

VIVIR LA VIDA DE DIOS


Nuestra vida, en esta experiencia gloriosa, comienza a
desenvolverse en Él. Él nos comienza a transferir todas Sus
posibilidades. Esta es una transferencia de vida, no de conceptos.
Es un cambio de vida, sentimientos y entrega, no de ideas; todo lo
cual nos permite comenzar a actuar en el poder del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo domina. El Espíritu Santo ejerce Su señorío
desde lo más íntimo de nuestro ser, para que podamos actuar en
correspondencia, cumpliendo los propósitos que Dios tiene
ocultos hasta ahora para nosotros. Su voluntad en nosotros
comienza a manifestarse con nuevos derroteros que nos conducen
al sentido que Dios tiene preparado para nosotros en la vida.

CAPACITACION DEL ESPIRITU SANTO


Nuestra vida en estos cuerpos mortales comienza a tornarse en lo
que se conoce en la Escritura como el templo de Espíritu Santo;
por eso es vida santificada. El Espíritu Santo habita en este
tabernáculo en una capacitación permanente, en un
perfeccionamiento latente que nos comienza a impulsar para
alcanzar a otros a que se unan con nosotros, y que como
discípulos puedan seguir también las pisadas del Maestro.

78
Es toda una experiencia en donde nuestra responsabilidad a
Dios nos incorpora a un discipular ineludible. No nos podemos
quedar tranquilos con recibir tanto de Dios y sentirnos tan felices
en la entrega, sin anhelar que otros también tengan como nosotros
la misma tierna felicidad de dependencia absoluta de Su gracia
admirable.
Por eso resulta toda una urgencia que libera en nosotros
nuevas ideas, nuevos propósitos. Somos renovados por su gracia,
para renovar nuevos quehaceres en nuestra acción cotidiana.
Nuestra presencia se torna en una presencia anhelada por otros.
Esta es presencia sana, presencia que santifica, presencia que
inspira para glorificar el nombre de Dios porque somos una nueva
creación que se mueve como vidas santificadas.

INSTRUMENTO DE LA GRACIA DE DIOS


Así somos instrumentos de la gracia de Dios para crecer y
desarrollarnos en ella. No se trata de una vida estática. Es una vida
en constante crecimiento y desarrollo. De acuerdo con el apóstol
Pablo es una vida que va de triunfo en triunfo, de victoria en
victoria. Porque esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe.
Esa confianza que nos ha permitido rendirnos en entrega
completa. Resulta que al rendirnos así crecemos en un espíritu de
parte de Dios, que permanentemente nos consuela, nos conforta,
nos alienta y nos auxilia.
Tenemos como modelo al mismísimo Hijo de Dios. A Él le
hemos conocido revelado en la Escritura y en nuestro corazón, en
alabanza, en medio de las lágrimas y en aleluyas. En medio de las
limitaciones de nuestro pensamiento seguimos conociéndole, aun
cuando ya no tenemos más palabras para expresar todo lo que le
agradecemos al Señor. Así la vida santificada se torna en una
realidad permanente, ineludible y gozosamente bella.

79
CONCLUSION
La experiencia de entregarnos todos los días al Señor resulta
una experiencia inefable. Sabemos que el pintor hace un cuadro;
que el escultor produce una escultura; el músico compone una
canción; o el poeta crea un poema. Cuando la persona es un
cristiano sencillo, tal vez sin muchos dones, lo que uno puede
ofrecer es tal vez una lágrima de gratitud; con todo, la experiencia
de santificación es tan real como lo son las obras de arte.
Presentemos como ofrenda a Dios nuestras vidas santificadas
que inviten a otras vidas a entregarse, como nosotros lo hemos
hecho, sin tardanza. Presentémonos de tal manera que día a día
haya respuestas a la palabra de Dios a través de nosotros, para que
otros vengan a ser hijos en virtud de la gracia de Dios en el Hijo.
Nuestro mensaje elocuente, sensible a través de nuestro
testimonio, a cada persona que nos rodea, es: A Jesucristo ven sin
tardar para glorificarle.

80
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 5

1. Mencione los tres pasos en el proceso de la salvación.


a. ________________________________________________
b. ________________________________________________
e. ________________________________________________

2. Diga cuándo empieza y cuándo termina el proceso de la


santificación
a. Empieza cuando...
________________________________________________
________________________________________________

b. Termina cuando...
________________________________________________
________________________________________________

3. Escriba cómo se manifiesta la vida santificada en el creyente.


___________________________________________________
___________________________________________________

4. Hay diferencia entre una experiencia religiosa y una


experiencia espiritual. Diga si es correcta tal diferenciación.
___________________________________________________
___________________________________________________

5. ¿A quién tomaría usted como modelo de una vida santificada y


por qué?
___________________________________________________
___________________________________________________

81
Después de esto oí una gran voz de gran
multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya!
Salvación y honra y gloria y poder son del
Señor Dios nuestro; porque sus juicios son
verdaderos y justos; pues ha juzgado a la
gran ramera que ha corrompido a la tierra
con su fornicación, y ha vengado la sangre de
sus siervos de la mano de ella.
Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella
sube por los siglos de los siglos.
Y los veinticuatro ancianos y los cuatro seres
vivientes se postraron en tierra y adoraron a
Dios, que estaba sentado en el trono, y
decían: ¡Amén! ¡Aleluya!
Y salió del trono una voz que decía: Alabad a
nuestro Dios todos sus siervos, y los que le
teméis, así pequeños como grandes.
Y oí como la voz de una gran multitud, como
el estruendo de muchas aguas, y como la voz
de grandes truenos, que decía: ¡Aleluya,
porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso
reina!
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria,
porque han llegado las bodas del Cordero, y
su esposa se ha preparado.
Y a ella se le ha concedido que se vista de lino
fino, limpio y resplandeciente, porque el lino
fino es las acciones justas de los santos.
Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados
los que son llamados a la cena de las bodas
del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras
verdaderas de Dios.
Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me
dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo
tuyo, y de tus hermanos que retienen el
testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el
testimonio de Jesús es el espíritu de la
profecía.
Apocalipsis 19:1-10

83
La vida plena suplica y ora con vehemencia porque el Señor
sea magnificado en toda instancia al presentarle nuestros cuerpos
en sacrificio vivo, santo y agradable a Él. He aquí la iglesia ante
su Señor. Jesús habla personalmente a quienes escuchan Su
palabra eterna a través de las generaciones. Los que han oído se
deleitan al saber que son eco vivo de Su voz al manifestar el gozo
de obedecerle y glorificarle. La vida en El se vincula con la de
obediencia a la voluntad del Padre, habrá de manifestarse
plenamente en Su retorno en gloria cuando cumplirá la palabra
dicha a sus apóstoles, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo,
para que donde yo estoy, vosotros también estéis (Jn. 14:3).
Entonces la vida glorificada tomará el significado que Él
quiere, en la cual los muertos ya no están destinados a seguir en la
tumba, sino serán levantados, como está previsto, He aquí, os digo
un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la
final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.
Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción,
y esto mortal se vista de inmortalidad (1 Co. 15:51-53). Jesús
vendrá real y visiblemente, con poder en gloria para que estemos
juntamente con él, Porque el Señor mismo con voz de mando, con
voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y
los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire,
y así estaremos siempre con el Señor (1 Ts. 4:16-17). Vivamos,
pues la dimensión de eternidad que tenemos porque Él nos la ha
querido dar para vivir, desde ahora, las dimensiones de una vida
auténtica y glorificada por Él.

84
EXPERIENCIA POSIBLE
A. Se da por el ejercicio de una vida responsable.
Hay que leer el capítulo 19 del Apocalipsis comparándolo con la
parábola de las diez vírgenes que registra Mateo 25:1-13. Se
advierte que la narración evangélica esta precedida y seguida por
pasajes de mayordomía cristiana. Ese es su contexto. Esa es la
importancia que Jesús da a la tarea de cada cristiano para estar
preparado para la venida del Hijo del Hombre. Se ejerce la
prudencia propia de un siervo fiel que sabe ejercer buen gobierno
sobre lo que posee y le ha sido encomendado. La exhortación
invita a estar preparados atendiendo el aceite de nuestras lámparas
a tiempo, la unción del Espíritu Santo en nuestras vidas, la
disposición de nuestras almas para el Señor. Tenemos que cuidar
la santidad que, como cuerpo de redimidos hemos de cultivar, y a
la vez de las buenas obras que hemos de ofrendarle.
B. Se da en el ejercicio de la fe.
Si creemos que Dios ha dispuesto las cosas que hemos de hacer u
omitir en nuestra vida, oremos porque queremos que la perfección
de Sus designios se manifieste en nuestras vidas. Tenemos que
obedecerle con gozo. Nos gozamos en glorificar Su nombre al
ejercer cada ministerio que nos encomienda. Nos postramos
anonadados asumiendo la forma de siervo aunque tuviéramos que
sufrir la muerte de cruz. Esta es la lección que se desprende de la
oración de Jesús que encontramos en Juan 17. Así es como se vive
la experiencia de la glorificación.
C. Se da en el cuidado de nuestro andar con Dios.
Aquí la prudencia nos dicta que hay que evitar locuras de tristes
consecuencias. Porque como dice el poeta; "La vida es grave y su
destino es serio, y no es su fin en el sepulcro hundirse, ni ser
polvo y en polvo convertirse". La vida glorificada nos afecta
personalmente como familia y como iglesias en la experiencia que
vivimos cada día.

85
POR AMOR ETERNO

A. Para vida eterna


La vida glorificada se goza al confiar en Dios, porque creemos
firmemente que Dios nos ama. Sabemos que Dios habita por la fe
en cada corazón de los redimidos. Puede gozarse diciendo
"Emanuel," que significa testificar ¡Con nosotros Dios!, de tal
manera que al considerar que nos ama con amor eterno, implica
entender que Su actividad salvadora va más allá de las fronteras
que se vive aquí y ahora; que nos ama con amor eterno para vida
eterna.

B. Por su salvación eterna


En Su gloria, Dios no admite colados ni advenedizos. Cada
participante entra por la fe, en la experiencia de conversión
personal a Dios, con corazón contrito y humillado, confesando los
pecados, y por la experiencia de ser lavado por la sangre del Hijo
de Dios que limpia de todo pecado. La eficacia de la sangre de
Cristo aplicada a la vida de cada pecador es lo que nos permitirá
estar presentes en las Bodas, luciendo vestiduras blancas como lo
dice el visionario de Patmos.

C. Para comunión eterna


Nuestra participación en la salvación divina es posible en virtud
de la sangre del Cordero de Dios. De manera que pensar en la vida
glorificada va más allá de la consagración religiosa de una vida
personal, familiar o eclesiástica. El criterio para participar de la
vida glorificada es la limpieza que cada pecador experimenta por
la sangre de Cristo. De acuerdo con la revelación del Apocalipsis
la congregación de redimidos concretamente se identifica muy a
las claras en la santidad de la iglesia. Esta es la santidad que será
presentada en gloria, como lo declara Judas, cuando dice, Y a
aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin
mancha delante de su gloria con gran alegría, al

86
único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad,
imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén (Jud. 24-
25). De modo que al considerar la vida glorificada de una manera
radical, hay que hacer mención de la santidad de la iglesia que
será presentada en gloria.

REVELADA EN EL CREYENTE

A. Por la entrega voluntaria de Cristo por la iglesia


Nadie le quitó la vida al Señor; Él la puso por los pecadores. Así
lo dice Pablo al escribir que, Cristo amó a la iglesia, y se entregó a
sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el
lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí
mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni
cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha (Ef. 5:25-27).
De manera que Su voluntad de entregarse por ella es manifiesta,
porque la santidad de la iglesia queda claramente establecida para
ser presentada por Él en gloria.

B. Por la iglesia creada para servir.


Su invitación es clara en los evangelios, con la cual anima a creer
en Cristo. Creer incluye una vida de servicio activo dentro de la
comunidad de fe que anuncia a Cristo. Se afirma que los creyentes
seremos juzgados, por nuestra obediencia, fidelidad y servicio.
Pablo nos recuerda que la obra de cada uno se hará manifiesta;
porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la
obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra
de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será
salvo, aunque así como por fuego (1 Co. 3:13-15).

C. Por la segunda venida de Cristo


No tiene que haber sorpresas para el creyente con relación a la
venida de Cristo. La gloria de Cristo será manifestada finalmente
en Su retorno cuando venga por Su iglesia de creyentes.

87
Entonces cada uno ha de presentarse ante el Señor dispuesto a
ofrecer ante su altar santísimo los dones, los talentos, las
habilidades y los recursos con que él nos ha querido obsequiar en
Su misericordia. En medio de esta santidad requerida de Su iglesia
se manifiesta el poder de Su sangre. Cada creyente será juzgado
por la diligencia que haya puesto en su obediencia, fidelidad y
servicio; sabiendo que El ha dicho: He aquí yo vengo pronto, y mi
galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su
obra. (Ap. 22:12).

CULMINACION DEL PROCESO DE SALVACION

A. Que rescata
La glorificación nos rescata de enemigos visibles e invisibles. Y
sobre todo, nos rescata del enemigo de nuestras almas. Vuestro
adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando
a quien devorar (1 R 5:8). Lo que el hombre no puede por sí
mismo, puede lograrlo por el socorro oportuno de Dios en la
persona del Espíritu Santo que fortalece la voluntad, consuela el
espíritu, y alienta en medio de las luchas de cada día. Este es el
milagro que libera del señorío del pecado y del sentimiento de
culpa que pretende impedir al redimido que goce de una vida
plena.
El enemigo de nuestras almas hace todo lo posible para
estorbar a cada iglesia a fin de que no haya el fruto del Espíritu
que se manifiesta en amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay
ley (Gá. 5:22, 23). Este rescate es valioso por la redención de
nuestro ser, porque en vez de ser instrumentos de situaciones
frívolas y pecaminosas, lo seremos para las dimensiones de
eternidad. En vez que mi tiempo y talentos sean presentados y
usados en situaciones de muerte, pueden ser útiles en situaciones
de vida.

88
B. Que preserva
La preservación es por la gracia de Dios. Esto nos permite vivir
como sacrificios vivientes en situaciones en que Él puede usarnos
en una actitud de redención permanente; de modo que este cuerpo
mortal y corruptible se comporte como redimido para convertirse
día a día en la dimensión incorruptible de Su gracia. Esta es una
promesa cumplida que se encierra en Su mismo nombre. Dios
ofreció a Su Hijo para redención de nuestros pecados. Así fue
como lo anunció el sacerdote Simeón cuando lo presentó en el
templo, reconociendo que sus ojos habían visto la salvación.
Además, la preservación es por el poder de Dios que actúa en la
vida del creyente todos los días, a través de la multitud de los
instrumentos que usa para auxiliarlo en sus necesidades. En virtud
de la disposición obediente con que se le sirve, Él cambia nuestra
angustia en alegrías y la prueba en celebraciones de triunfo. Nos
preserva en la comunión que ha sido renovada con Dios por medio
del Espíritu Santo que, si bien es cierto nos da testimonio de
pecado por una parte, por la otra también anuncia la justicia de
Dios y el juicio que en Cristo ha sido cumplido en favor de cada
uno de los redimidos.

C. Que premia
En primer lugar la fe en Su sacrificio es el más grande galardón de
Su gracia. La esperanza en su resurrección es la primicia de la
nuestra. A todo esto se añade la gran confesión de que Él es el
Cristo, el Hijo del Dios viviente, que vino a dar Su vida para
ofrecer la salvación del pecador. Así entendemos que nos invita a
nacer de nuevo, a disfrutar de la vida en Él, por Él y para Él.
Afirmamos esto reconociendo que si es cierto que aprendemos de
Dios que somos salvos, es en virtud de una experiencia diaria de
vida y esperanza que saborearemos Su presencia benéfica en el
presente y el porvenir.

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Creemos en Él, Quien es la palabra que nos habla y el Espíritu
que nos sustenta. Es fe con consecuencias de bendición y
promesa. El premio, en resumidas cuentas, es la restauración
íntegra y vital con alcances personales, familiares y comunitarios.

SIN LA PRESENCIA DEL PECADO

A. Las Bodas del Cordero serán limpias


Por la Biblia sabemos que las bodas del Cordero serán sin mácula.
Lo sabemos, porque en ese día glorioso el creyente será
finalmente liberado de la presencia del pecado. He aquí las bodas
a las que hace referencia Apocalipsis 19:7-9: Gocémonos y
alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido
que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino
fino es las acciones justas de los santos. Y el ángel me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las
bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de
Dios.
Hablar de la vida glorificada es hablar de una iglesia santa,
compuesta de creyentes dispuestos, que ofrendan sus vidas para
que se consuman en el glorioso ministerio de la extensión de Su
reino. Esto es el colmo de la actividad salvadora de Dios. Así
somos motivados a orar, velando en todo tiempo para que Jesús
nos encuentre apercibidos. Como creyentes deseamos que Él nos
encuentre unánimes como la iglesia de redimidos. Así le servimos
con amor, de acuerdo con los cánones de Su justicia, y gobernados
por Su Espíritu Santo en lo íntimo de nuestros corazones. Siempre
oramos que el Señor, con la ayuda del Espíritu Santo, nos permita
ser gobernados por Su paz.

B. Porque se manifestarán las vidas glorificadas.


He aquí nuestra afirmación de la vida sobre la muerte.

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Lo que somos no es ofrenda para la muerte, sino para Dios. Así se
revela en la Biblia. He aquí la calidad de la vida que aflora en la
fidelidad al ministerio que el Señor encomienda a cada uno, como
familia y como iglesias; vida que se afirma hoy, y que se afirmará
en el día del Señor con todo su poder. La muerte ya no será más
tampoco. La vida glorificada resultará en la santidad de la iglesia
como la de cada creyente. Esta es la actividad salvadora de Dios
que se da en cada creyente, pero que va más allá de nuestra vida
terrenal. Porque ciertamente la vivimos aquí y ahora como
estrictamente personal, pero que a la vez es familiar, comunitaria
y universal. Incluso la disfrutamos como generaciones que huyen
del fuego que viene, o como redimidos que se convocan cuando el
Redentor aparezca en Su gloria. La vida glorificada va más allá de
nuestra visión terrenal porque, finalmente, se habrá de revelar en
el creyente a través de Su verdad que está transformándonos en lo
íntimo.

C. Porque la muerte ya no será más


Dios ama la verdad en lo íntimo y la vida sin engaño. El ama la
vida que se rige por Su palabra que transforma mente,
sentimientos, acciones y decisiones. La vida de Cristo regenera las
neuronas de la iglesia y nos revela que somos parte de Su propia
corporeidad, ya que cada uno es miembros de Su cuerpo, el cual
Él está creando. La vida- de Cristo es la que transforma esto
corruptible en incorruptible que habrá de manifestarse en el día de
Su gloriosa venida por Su iglesia santa.
He aquí nuestra identidad por la sangre de Cristo, nuestra
seguridad de redimidos y la esperanza de gloria en que nos
movemos. La identidad, seguridad y esperanza no nos
avergüenzan. La promesa de la redención del cuerpo espera a
todos los que aman la venida de Cristo con toda su gloria.

91
CONCLUSION
Entendamos que al ser cumplida la transformación en virtud de la
venida de Cristo en gloria, los creyentes que pudiéremos estar
viviendo en ese momento tendremos la dicha de constatarlo a lo
vivo. Por ello hemos de cuidar con celo santo nuestra vida
individual y corporativa. De la vida corporativa nos ocuparemos
en el siguiente capítulo. Porque es vida con destino claramente
descrito cuando la Biblia nos dice: Mas nuestra ciudadanía está
en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación
nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por
el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las
cosas. (Fil. 3:20-21).

92
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 6

Escriba la letra que corresponde a cada pasaje.


1. ____ Mateo 25:1-13
2. ____ Apocalipsis 19:1-10
3. ____ Judas 24-25
4. ____ Efesios 5:25-27
5. ____ 1 Corintios 3:13-15
6. ____ Gálatas 5:22-23
7. ____ Filipenses 3:20-21
8. ____ 1 Corintios 15:51-53
9. ____ 1 Tesalonicenses 4:16-17
10. ____ Apocalipsis 22:12

a. "Gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya!


b. El fruto del Espíritu Santo.
e. La parábola de las diez vírgenes.
d. "Aquel que es poderoso para guardaros sin caída."
e. Cristo quiere presentarse a sí mismo una iglesia sin mancha.
f. "No todos dormiremos; pero todos seremos transformados."
g. "Seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes."
h. Dios juzgará la obra de cada uno.
i. "He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo."
j. "Al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la
humillación."

93
Porque de la manera que en un cuerpo
tenemos muchos miembros, pero no todos
los miembros tienen la misma función, así
nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo
en Cristo, y todos miembros los unos de
los otros.
De manera que, teniendo diferentes dones,
según la gracia que nos es dada, si el de
profecía, úsese conforme a la medida de la
fe; o si de servicio, en servir, o el que
enseña, en la enseñanza; el que exhorta,
en la exhortación; el que reparte, con
liberalidad; el que preside, con solicitud;
el que hace misericordia, con alegría.
El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo
malo, seguid lo bueno.
Romanos 12:4-9

COMO VIDA EN ABUNDANCIA


La salvación como vida en abundancia se experimenta
individualmente pero se vive en el compañerismo de la iglesia.
Vivir en Cristo sucede dentro de la comunidad de la fe, cuya
identidad no se define por las condiciones económicas, jurídicas,
ideológicas, políticas ni sociales, sino en su fuente común de
redención, la sangre preciosa del Cordero de Dios. Cuando se
experimenta la salvación en Su amor, perdón, reconciliación,
restauración y exaltación, es porque Dios vive y nos une a Él en el
cuerpo de Su Hijo, que es Su iglesia.
En la iglesia el creyente participa de la vida plena a que ha sido
llamado. En esa vida abundante comparte, con otros redimidos
como él, los dones que recibe por el Espíritu Santo para anunciar
la gran noticia que hay esperanza en Cristo para la salvación del
mundo. Allí vive las dimensiones de la vida eterna, garantizada
para todo aquel que cree en el Hijo. Y es así que la experiencia
salvadora sigue su buen curso dentro de la iglesia, la cual fue
organizada por Cristo para ese propósito. Somos parte de la
encarnación de Cristo cuando somos fieles y leales a la iglesia.

95
COMO MIEMBROS DE UNA IGLESIA.

A. Por bautismo
La primera manera, y la fundamental, para hacerse miembro de
una iglesia es en virtud del bautismo. Por medio del bautismo el
creyente en Cristo públicamente declara su fe en Él.

B. Por carta eclesiástica


La segunda manera se da cuando, habiendo sido bautizados en una
iglesia, cambiamos de residencia a otro lugar del país o del
mundo, y buscamos congregarnos en una iglesia local ahí. Nuestra
iglesia de origen, en donde hemos dado testimonio público de fe,
envía carta de constancia a la nueva iglesia que, a su vez, atestigua
que nos estamos congregando en ese lugar.

C. Por testimonio personal


La tercera forma es en virtud de testimonio cristiano. Alguien, tal
vez, ha venido de una iglesia que ya desapareció, llega a ser
conocido en su vida como un miembro activo en el reino del
Señor y es aceptado como miembro de la iglesia local por su
testimonio cristiano. Este es uno de los elementos formales con
que normalmente respondemos cuando se nos pregunta cómo se
puede ser miembro de una iglesia,
En cierta ocasión, un amado hermano me decía, "Yo quisiera
hacerme miembro de esta iglesia". Le respondí: "¿Se ha sentido
bienvenido entre nosotros? ¿Se ha sentido incorporado entre
nosotros? ¿Se ha sentido parte de nuestra visión? ¿Se ha sentido
parte de nuestra misión? ¿Sí? Bueno, entonces, ¡bienvenido!"
Porque alguien podría bautizarse y cumplir formalmente con
la ordenanza, pero no ser realmemte miembro de la iglesia de
Cristo.

96
Además se puede tener un testimonio elocuente de una vida
decente y noble, pero ser tan ajeno a la iglesia como lo que las
flores en un florero son a los miembros de mi cuerpo.

SIGNIFICADO DE SER MIEMBRO


Ser miembro es ser parte de una vida corporativa. Cuando
hablamos de iglesias locales, lo hacemos justamente porque tienen
una ubicación concreta. Hablamos de esta vida corporativa, que es
una experiencia personal, porque necesariamente tenemos que ser
parte de una asamblea cristiana concreta, con existencia visible.
Cuando el apóstol Pablo escribió a los hermanos de Éfeso, les
dijo que Cristo ama de tal manera a Su iglesia que se ha entregado
a sí mismo por ella; se ha dado a sí mismo por ella; se ha
sacrificado a sí mismo por ella, para lavarla con Su preciosa
sangre, a fin de presentársela a Sí mismo gloriosa, sin mancha ni
arruga ni cosa semejante (EL 5:27).
Esta es una experiencia en donde me doy cuenta de que la
sangre de Cristo me limpió de mis pecados. El amor del Padre en
Jesucristo ha logrado concederme Su perdón precioso de tal
manera que me siento deudor totalmente a El. Por eso Cristo
puede presentarse a Sí mismo a todos estos miembros
incorporados llamados iglesia, sin mancha ni arruga ni cosa
semejante. La iglesia está compuesta por miembros que han
experimentado la realidad salvadora de parte de Dios en Cristo.
La iglesia es más que una experiencia personal; se trata de un
conjunto de creyentes. Cree usted, creo yo y creemos en conjunto.
Esperamos juntos en el Señor. Podemos pedirle en un
compañerismo espiritual y de fe que tenga misericordia de
nosotros y nos bendiga y haga resplandecer Su rostro sobre
nosotros.

97
No nos es en manera alguna extraña la recomendación del
apóstol Pablo a saludarnos con ósculo santo. ¿Por qué hemos de
ser huraños y faltos de calidez? Es más: cuando escribe a los
romanos, el apóstol Pablo dice que todas las iglesias de Cristo los
saludan. Aunque los hermanos de Roma no eran muy conocidos a
la sazón, ya podían recibir los saludos cálidos y fraternales de los
otros hermanos.

SOMOS UNA COMUNIDAD


Como iglesia somos una unidad común de perdón, en donde
nos hemos reconciliado con el Señor, y cada uno de nosotros se ha
sentido restaurado. En todos los casos, en la experiencia personal,
o de convivencia espiritual comunitaria, se trata de una
experiencia en donde la vida corporativa nos junta, nos une y nos
vincula en Jesucristo nuestro Señor. Es una vida corporativa que
trasciende los elementos formales, porque es vida de
compañerismo y compañerismo en el Espíritu Santo. En el muy
conocido pasaje de Hechos 2 leemos que cuando llegó el día de
Pentecostés estaban todos unánimes. No solamente estaban juntos,
sino unánimes juntos. Y fue porque estaban unánimes juntos que
de repente vino del cielo un estruendo como de viento recio que
soplaba, que llenó la casa donde estaban sentados, y se les
aparecieron lenguas repartidas como de fuego asentándose sobre
cada uno de los que estaban unánimes juntos, y fueron todos
llenos del Espíritu Santo, unánimes juntos. La vida corporativa de
la iglesia es comunión y compañerismo del Espíritu Santo.
En la vida de compañerismo en el Espíritu es donde todos a la
vez experimentamos la gracia e Dios, porque por un solo Espíritu
todos hemos sido bautizados en un cuerpo, siendo judíos o
griegos, esclavos o libres, y a todos se nos dio a beber de un
mismo Espíritu.

98
Cuando el Espíritu viene alcanza a judíos y gentiles, amos y
siervos, negros y blancos, doctos e ignorantes. Es una vida de
compañerismo en el Espíritu, no en virtud de raza; compañerismo
en el Espíritu, no en virtud de una ideología política;
compañerismo en el Espíritu, no en virtud de una situación
económica; compañerismo en el Espíritu que se ha de ver, sentir,
vivir, testificar, hasta el retorno de Cristo. Porque el Señor mismo
con voz de mando, con voz de arcángel, con trompeta de Dios,
descenderá del cielo y los muertos en Cristo resucitarán primero y
esta vida de compañerismo se manifestará gloriosamente.
La iglesia de Cristo, en la que se desarrolla esta vida
corporativa, sabe que Cristo vendrá y que estará con Él para
siempre. Luego los que vivimos, los que hayamos quedado, dice
el apóstol Pablo, seremos arrebatados juntamente con ellos en las
nubes para recibir al Señor en el aire y así estaremos siempre con
el Señor. Tendremos un compañerismo que aquí y ahora
comenzamos, aquí y ahora vivimos, aquí y ahora esperamos, pero
que habremos de disfrutar eternamente de acuerdo con la
revelación del cielo.

LA IGLESIA ES UNA COMUNIDAD DE FE


La iglesia es una comunidad de fe, que cree junta, que ora
junta, que espera junta. Cuando decimos juntos, no solamente es
por estar juntos físicamente en un lugar sino porque leemos
nuestra Biblia, oramos y cultivamos nuestra vida devocional. En
mi iglesia local cultivamos juntos nuestra vida devocional todos
los días siguiendo el plan de leer La Biblia en un año; vamos
siguiendo la lectura con toda fidelidad, como comunidad de fe que
testifica.
Cuando la iglesia recibe el poder del Espíritu Santo, es testigo
en Jerusalén, en Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra,

99
como el Señor comisionó a los Suyos. Así podemos entender por
qué Jesús ordenó ir y predicar el evangelio a toda criatura. Porque,
¿cómo no voy a predicar el evangelio, si vivo el evangelio?
¿Cómo no voy a predicar el evangelio, si he experimentado el
evangelio, si el evangelio es un compañerismo espiritual en mi
propia existencia, del cual puedo dar testimonio?
Pero además de ir y predicar el evangelio a toda criatura,
bautizando en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
el compañerismo espiritual se revierte, porque hemos de
edificamos mutuamente, darnos una palabra que edifique nuestra
mente, nuestros sentimientos, nuestras voluntades, nuestras
decisiones, nuestras relaciones, nuestros hogares, nuestra vida.
¡Que nos edifiquemos, y al edificarnos, lo hagamos en tanto que
somos la iglesia de Cristo!
Hemos de permanecer alertas en esta edificación. Porque esta
edificación, es a fin de perfeccionarnos como santos, para que
nuestra obra de santos se torne en todo un ministerio para la
edificación del cuerpo de Cristo del cual somos miembros; para
que todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las
coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia
de cada miembro, reciba su crecimiento para ir edificándose en
amor (EL 4:12-16).
Esta vida corporativa es un reto, porque al encontrarnos con la
palabra del Señor nos desafía con la realidad del amor de Dios.
Sabemos que somos parte de Él a través de los dones que el
Espíritu Santo nos ha dado, porque ninguno tendría dones si no
estuviera incorporado espiritualmente en Cristo. Reconocemos a
Cristo como Cabeza; no dependamos de nosotros mismos.
Ciertamente somos miembros del cuerpo, pero Él es la cabeza.
Porque el Padre sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio

100
por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo,
la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (EL 1:22-23). Dios
ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como
La ha querido. Porque si todos fueran un solo miembro ¿dónde
estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el
cuerpo es uno solo (1 Co. 12:19).
Cuando hablamos de la vida corporativa de la iglesia no
estamos hablando de una corporación económica, o social o
política, sino espiritual. En la iglesia, como cuerpo, participamos
de los dones del Espíritu. Sabemos que estamos creciendo en Él,
porque es en Cristo que habita corporalmente toda la plenitud de
la deidad, y en Él nos movemos y somos. Y él mismo constituyó a
unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros,
pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra
del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que
todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo
de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes,
llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema
de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas
del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en
todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el
cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas
que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada
miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor (Ef.
4:11-16).

COMUNIDAD PARA PREDICAR EL EVANGELIO


Es en amor que hay que predicar el evangelio de amor.
Cuando hablamos de la vida corporativa de la iglesia hablamos de
algo que va mucho más allá de los elementos formales.

101
Esto hay que entenderlo, porque es por la iglesia que
comunicamos la esperanza de vida en Jesucristo. Al ser miembro
de la comunidad de fe gozamos la vida abundante que Dios
promete.
Actualmente ya no puedo, en lo personal, retar a ningún joven
a hacer una lucha de fuerza conmigo. Antes lo hacía porque en mi
mano, que no es nada pequeña, tenía la posibilidad de la fuerza de
todo mi cuerpo, de una fuerte estructura muscular. ¡Qué hermoso
cuando alguien viene a formar parte del cuerpo de Cristo y al
incorporarse como miembro recibe la fortaleza de todo el cuerpo!
Porque no es lo mismo ser la mano de cualquiera, que ser mano
del cuerpo de Cristo; ni ser el pie de cualquiera, que pie del
cuerpo de Cristo; ni ser el ojo de cualquiera, que ojo del cuerpo de
Cristo.
Cuando somos miembros del cuerpo de Cristo, podemos
comunicar esperanza de vida en nuestro Señor, como esposa
sujeta a su marido. Porque así como la iglesia está sujeta a Cristo,
las casadas lo están a sus maridos. No sé cuántos varones han
tenido la experiencia de ver el gozo de la mirada de su amada
clavándose en sus ojos cuando les ofrecieron matrimonio. Les
parecía mentira, pero era realidad; y cuando dijeron sí fue con
gozo. Era toda una esperanza de compartir con un hombre digno;
no con un sinvergüenza; con un hombre digno, no con un mal
viviente; con un hombre digno, no con un engañador; con un
hombre digno, no con un adúltero.
Cuando nosotros llevamos la esperanza de vida, y la gente
pone y clava sus ojos en el Señor, fija su mirada en Jesucristo y se
goza. La iglesia comunica esperanza de vida, como amada de
Jesucristo, tal como lo revela la Escritura.
La iglesia sabe que es amada y cuidada por Cristo. Si para
algo nos cuida el Señor, es para santificarnos, purificándonos

102
en el lavamiento del agua por Su palabra, por que él quiere
presentarnos como iglesia que no tenga mancha ni arruga ni cosa
semejante. Él quiere la iglesia santa y sin ancha.
Digamos de paso, que es por eso que como maridos debemos
tener por nuestras esposas el mismo amor que Cristo tiene para
nosotros, amando a nuestras esposas como a nuestros mismos
cuerpos, porque nadie aborrece su propia carne sino que la
sustenta y la cuida, como Cristo hace con Su iglesia.
Es en virtud de que somos miembros del cuerpo de Cristo, que
somos lo que Él quiere hacer de nosotros. Al ser carne y hueso de
Jesucristo, es que ofrecemos vida y gozo como varones, mujeres,
parejas o familias de redimidos. Y, desde luego mucho más como
iglesia que tiene una vida incorporada en Jesucristo. Es por eso
que incorporarse a la iglesia es más que un rito formal. Ser
miembro de la iglesia es experiencia de redención, gozosa
incorporación espiritual por la gracia de Dios en el cuerpo de
Jesucristo. Aquí, de hecho, somos parte de la encarnación del
Señor; porque así como en Cristo habitó toda la plenitud de la
deidad, en nosotros habita por la fe toda la plenitud del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo; habitando en nuestros corazones, en
cada una de nuestras relaciones; purificándonos, santificándonos,
porque esto es lo que hace la diferencia.
Cristo hace la diferencia cuando nosotros le tenemos en el
alma. Él es el signo que hace diferencia en ocasiones; suma en
otras; multiplica en otras; potencializa, porque es signo de
redención para nosotros. Como organismos vivientes estamos
asidos a la Cabeza. Como cuerpo nos nutrimos (Col. 2:19),
uniéndonos por las coyunturas y ligamentos para crecer con el
crecimiento que da Dios.

103
CONCLUSION
Vale la pena concluir con unas preguntas acerca de nuestra
situación en la iglesia, no de nuestra membresía sino de nuestra
situación como miembros del cuerpo de Cristo.
¿Se oye de nuestra fe que comunitariamente compartimos?
¿Se oye de nuestra esperanza que comunitariamente
comunicamos?
¿Se oye de nuestro gozo en Cristo Jesús?
¿Se oye del amor con que nos amamos como santos,
cumpliéndose en nosotros la palabra de Colosenses l:4?
Dios nos permita que en nuestra existencia de fe como
iglesias, le glorifiquemos en la vida corporativa con el Señor, en el
Señor y del Señor, por medio de la obediencia gozosa,
departiendo y compartiendo en las dimensiones de Su gracia,
comportándonos como es digno del evangelio de Cristo (Fil.
1:27). ¡Amén, para la gloria de Dios!

104
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 7

1. Diga; ¿qué importancia tiene la iglesia en el proceso de la


salvación?
___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

2. Describa las tres maneras por medio de las cuales una persona
llega a ser miembro de la iglesia.
a. _________________________________________________
b. _________________________________________________
c. _________________________________________________

3. Explique por qué somos una comunidad y qué base bíblica se


presenta como sustentación de este declaración.
___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

4. ¿Cómo le demostramos al mundo que somos una comunidad de


fe en Cristo?
___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

5. ¿Cree usted que se pueda alimentar y desarrollar la fe aparte de


el compañerismo y la convivencia con los hermanos?
___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

105
Mantengamos firme, sin fluctuar, la
profesión de nuestra esperanza,
porque fiel es el que prometió. Y
considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas
obras; no dejando de congregarnos,
como algunos tienen por costumbre,
sino exhortándonos; y tanto más,
cuanto veis que aquel día se acerca.
Hebreos 10:23-25

La realidad de Dios la estimamos por la vida plena que nos


ofrece. Hemos venido afirmando, también, que la realidad del
hombre no es la de pecado, sino la de la vida eterna, que es vida
en abundancia, vida en Dios. La vida del hombre en la fe no es la
del egoísmo que aísla sino la del amor que comparte. La vida
cristiana no es la ley de la carne sino la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús (Ro. 8:2).

ES EXPERIENCIA DIARIA
Una situación sencilla donde examinaremos nuestra realidad
humana está en la forma de compartir los alimentos como signo
de hospitalidad. La Biblia nos demanda que además de una
conciencia personal, convivamos la conciencia comunitaria. La
conciencia personal de quien se ubica ante Dios, se inspira en la
comunión con Él y en la transformación alrededor de la cual se
mueve. Así se vive la virtud de la gracia ante el prójimo. Convive
en comunidad comenzando en el núcleo familiar. La conciencia
personal se alumbra con la luz del Espíritu Santo tornando en
bendición la vida de los hijos de Dios.
La hospitalidad es enseñanza cristiana singular aun en medio
de las persecuciones, como lo apunta el apóstol Pedro a los
hermanos que sufrían persecución bajo el imperio romano.

107
En medio de las tribulaciones les advierte con solicitud:
Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones (1 E 4:9);
porque ninguna circunstancia, por adversa que pueda presentarse,
ha de robar esta calidad de vida a los seguidores de Jesús.
La hospitalidad es compartir la vida de familia y los valores en
los que se sustenta el hogar. La hospitalidad es el espíritu con que
se enfrenta cada momento de nuestras relaciones. Pedro no lo
enseña por cuenta propia sino que comunica lo que había
aprendido de Jesús. Había sido testigo de la experiencia de
Zaqueo cuando bajó del árbol sicómoro, desde donde observaba el
paso del Maestro en medio de la multitud. Había escuchado cómo
el Maestro se invitaba para que Zaqueo abriera enseguida las
puertas de su hogar, de modo que pudiera posar en su casa. Es una
de las enseñanzas más vivas en cuanto a la felicidad de compartir
los alimentos en el hogar. Claro que la autoridad con que Jesús se
hace invitar, es admirable. Pero la dicha de compartir con Él es un
gran privilegio.

ES COMUNIDAD DE LOS SANTOS


¡Cuánta felicidad tiene el hogar que puede disfrutar de la
compañía de Jesús de manera singular a la hora de sus alimentos,
comiendo con gozo lo que Él pone sobre la mesa! Fue práctica
que se ha cultivado en la vida cristiana desde en los tiempos del
Maestro, y que ha sido seguida de la celebración de la Cena del
Señor, como ordenanza bienaventurada de recuerdo que no acaba.
El comer invocando la presencia de Dios es práctica propia de
su pueblo agradecido. La pascua de los judíos es comida que
recuerda la libertad que vivieron en su historia como pueblo
cuando fueron liberados de la esclavitud egipcia. Y la Cena del
Señor es recuerdo, anuncio y expectación conjuntas, que

108
vivimos y celebramos gozosos en la esperanza; sufridos en la
tribulación; constantes en la oración (Ro. 12:12). Estar contentos
es bendición del cielo, y compartir esta alegría con otros se
constituye en adoración viva.
Hay que irradiar esta felicidad en el sitio en donde vivimos.
Esta es la responsabilidad de los redimidos. La gracia nos permite
dar de gracia lo que de gracia hemos recibido: amor y
comprensión de parte de Dios, como experiencia de salvación que
no se puede ocultar. La doctrina de la salvación incluye un énfasis
en la responsabilidad de ser salvos para dar testimonio a otros de
lo que Dios ha hecho en nosotros; énfasis que comienza en la
experiencia cotidiana en nuestros hogares al compartir los
alimentos, y culminando con la que disfrutamos como iglesia al
celebrar la Cena del Señor.
Tengamos en cuenta estos tres asuntos: plenitud, orden y
sentido. La vida compartida surge desde la llenura que se conoce
por la vida en Dios, el orden que nos impone Su presencia, y el
sentido en que se enrumba nuestra existencia por Él. Atendámoslo
como vida compartida que es responsabilidad que pertenece a
todos los creyentes.

ES VIDA QUE COMPARTE SU PLENITUD


Usemos la imaginación para planteamos la realidad del
pecado. Por un momento pensemos que al salir del templo ya no
está la calle por donde vinimos, ni están las calles colindantes, ni
los semáforos que controlan el tráfico, ni los transportes públicos
en que nos movilizamos. Imaginémonos que lo que nos
encontramos ahora es un tremendo desierto desolado. Esto puede
ejemplificar la soledad. Y aunque estamos muy contentos entre
nosotros en el momento de disfrutar de una clase bíblica en
común, nos sentiríamos muy tristes al encontrarnos solitarios.

109
ES ORDEN QUE NOS IMPONE SU PRESENCIA
Por otro lado, como lo vivimos en México el 19 de septiembre
de 1985 cuando ocurrió un terremoto aterrador, constatamos que
luego de estar muy contentos, al salir del templo encontramos que
todo era confusión. Y ¡qué terrible es no saber ni a dónde
dirigirnos! Esta es una experiencia trágica. Sin querer asustar a
nadie, esta es la realidad que se vive, y que a veces no la tenemos
en cuenta. Y es comprensible, porque es tanta la confusión en la
que vivimos, que estas probabilidades pasan desapercibidas.

ES SENTIDO QUE ORIENTA NUESTRA


EXISTENCIA
Pero falta un elemento más que debemos imaginarnos. Qué tal
si al salir nos sintiéramos como locos diciendo, "Óyeme, pero
¿para dónde iba? ¿Dónde está mi casa?; ¿Está al norte? ¿Está al
sur? ¿Está al este? ¿Está al oeste? Es más, ¿Dónde queda el norte?
porque estoy desorientado." Y es que el vacío y la confusión
desembocan en la insensatez. Y aunque las tres son palabras
fuertes, densas y desagradables, es algo que fácilmente
detectamos a nuestro alrededor.
Ahora pensemos para plantearnos la realidad de vida plena a
la que Dios llama a los hombres en Jesucristo. Identifiquemos que
cuando somos cristianos el Señor nos salva del vacío espiritual.
De hecho siempre nos encontramos que hay sendas que transitar y
calles que caminar con rumbos bien definidos. Identifiquemos que
cuando somos cristianos el Señor nos salva de cualquier confusión
maliciosa, porque sabemos dónde estamos: hay ubicaciones,
lugares, circunstancias y situaciones definidas. Identifiquemos que
cuando somos cristianos el Señor nos salva de la insensatez. Hay
sentido en la vida.

110
Permítaseme contarles una experiencia grata, que me refirió
alguien acerca de un ser amado que se sentía incómodo por estar
en la iglesia. La incomodidad consistía en sentir que lo que
predicaba el pastor no le hacía ninguna gracia. Pero tuvo una
experiencia rara. Un amigo muy querido, una persona muy amada,
tuvo necesidad de su visita porque estaba enfermo. Y cuando
menos se dio cuenta, se enteró que esta persona lo necesitaba, no
solamente a niveles físicos y morales, sino a niveles espirituales
también. Y echó mano de su fe, la que Dios le ha permitido tener.
Y no sólo fue salvo de un vacío, de una confusión, de una
insensatez de vida, sino que pudo darle palabra de consuelo a
aquel enfermo. Resultó un creyente en Jesucristo, que le permitió
compartir con otro para que también creyera y que se diera cuenta
que había alguien a quien le importaba su vida y su destino. Y de
esta manera estaba siendo presencia de eternidad en un vacío, en
una confusión, en una insensatez, en una desolación en que su
vida estaba envuelta.

ES VIDA QUE COMPARTE EL EVANGELIO


El apóstol Pablo dice: ¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!
(1 Co. 9:16). Pablo se da cuenta que él debe que compartir lo que
tiene. Compartir su vida llena, como cuando cantamos con
propósito invocando al Espíritu del Señor: "Lléname, tócame. "
Porque la vida en el Señor se tiene para compartirla y llenar a los
otros de lo que nosotros estamos llenos.
Hemos de ubicarnos ante la presencia de Dios con gratitud
profunda. Nos debemos a Él. Todo lo que somos se lo debemos a
Él. Y hemos de entender por qué es que el amor de Cristo nos
constriñe para hacer sentirles a los demás que Dios les ama.
Esta es una responsabilidad triple que tenemos ante Dios y
ante nosotros mismos como creyentes, y ante el mundo,

111
que en vacío, en confusión y en insensatez se debate, como señala
la Biblia, sin Dios y sin esperanza. ¡Que privilegio compartir la
alegría que tenemos en el alma, porque tenemos padres, familia,
porque tenemos casa, porque tenemos amor y porque tenemos
cariño que nos rodea! Pero ¡qué tremendo privilegio que nos
demos cuenta que Dios nos ama, que Cristo nos ama y que
podemos compartir con toda seguridad esta confianza que el
Señor nos ha permitido tener! Esto es por gracia. Porque es por
gracia que somos salvos, que creemos, que Dios quiere darnos esa
confianza, para que nos movamos en la seguridad de Su salvación.
Por la gracia, Dios nos permite darnos cuenta qué es lo que Él está
haciendo en nosotros, porque si Dios nos usa es una gran dicha
para el creyente.
Recuerdo que por el año de 1952, estando en Guatemala, me
impresionó que después que comimos los niños de la casa no se
levantaban de la mesa sin antes decir: "gracias papá, gracias
mamá, y gracias" a cada uno de los hermanitos; y a cada cual le
iban dando un beso. Y por fin llegaron conmigo y me dijeron
"gracias". Los padres les cultivaban el sentir que la comida, la
compañía, y lo que estaban disfrutando merecían su gratitud. Yo
no sé si es una costumbre que continúa llevándose a cabo. No he
tenido una experiencia hogareña semejante posteriormente. Pero
nunca he olvidado esa impresión.
¿Acaso no es hermoso cuando nos damos cuenta de lo que
tenemos en casa, de la gran dicha de la presencia de papá, de la
mamá, del hogar? Pero es más lindo cuando como familia nos
damos cuenta que tenemos a Dios y que siempre contamos con Él.
Porque esto es por gracia; pues por gracia somos salvos de los
vacíos, de las confusiones y de las insensateces. Esto no es nuestro
logro sino que es un regalo de Dios.

112
ES TAREA PARA EL MUNDO ENTERO
Hay que celebrar conscientemente cada bendición que
recibimos de lo alto. Y por ello, la oración del Salmo 67 es
significativa. Porque la bendición que se invoca tiene claramente
definido que es Para que sea conocido en la tierra tu camino, o/ En
todas las naciones tu salvación (Sal. 67:2). Cuando nos damos
cuenta de lo que Dios ha hecho en nuestro favor, le alabamos con
alegría. Cuando nos percatamos de lo que ha pasado en cada uno
por amor, nos convocamos a adorarle en comunión de redimidos.
Cuando vemos que el mundo mismo que nos rodea ha sido tocado
por Dios, bendecimos a Dios y nos convencemos que ser
cristianos, es compartir de gracia lo que de gracia hemos recibido.
Pero esto no es suficiente. Queremos compartir lo más sagrado
de nuestra vida. Porque al cantar que Dios nos toque, le rogamos
que toque a los que están alrededor nuestro, queriendo mucho más
de Él para nosotros. En oración, le rogamos por el mundo que aún
no ha tomado consciencia de Su presencia redentora.
Queremos proclamar el evangelio, sabiendo que la fe viene
por oír. Queremos compartir la adoración común que surge de
quienes somos salvos por medio de la fe. Queremos inyectar
nuestra esperanza bienaventurada a todos los incrédulos. Y
anhelamos compartir nuestro fervor con quienes están vinculados
con nosotros entrañablemente como la familia con que el Señor
nos ha ligado por lazos particulares, desde un abuelito, hasta un
tío muy querido o un familiar altamente apreciado por nosotros.
He aquí la vida cristiana, servir al compartir. Esto nos
convence que el Señor es nuestro, pero nosotros también somos
Suyos. No hay vacío en nuestra vida, ni confusión en nuestra
existencia, ni insensatez en nuestros caminos. Nos cercioramos

113
que la vida compartida toma peso porque queremos que todos
sean tan felices como nosotros. Somos felices porque nos
movemos en la plenitud del Espíritu de Dios.
Por eso es que nos toca lo que el apóstol Pablo escribe a los
hermanos de Corinto cuando les insta: Téngannos los hombres por
servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios (1
Co. 4:1). No como gente vacua, vacía, confusa e insensata; sino
por el contrario, como poseedores de la herencia, administrando
los misterios de Dios permitiéndonos dar la buena noticia que
Dios les ama.
He aquí que nuestro privilegio es compartir la fe. He aquí que
nuestra oración es que el Señor nos permita aprovechar cada
oportunidad de proyectarnos con sentido de eternidad en el mundo
entero. ¡Qué hermoso es tener fe y quererla compartir! ¡Qué
hermoso es tener fe y gozarnos en compartirla! No en balde la
Biblia demanda que cada uno sea hallado fiel (1 Co. 4:2).

ES COMPARTIR AMOR INTENSO


Dios puede hablar en cosas tan pequeñas como en el quehacer
de todos los días. Porque todo lo que hacemos sea de palabra o de
hecho, lo hemos de hacer como al Señor y no a los hombres; con
plena certidumbre que Él nos tiene como cartas abiertas en el
mundo, listos para ser leídos de todos los hombres. Consideremos
esto con toda seriedad. Porque nuestro testimonio es importante
en cada detalle.
Dios puede hablar en cada comida que compartimos en el
nombre del Señor, en la que somos nutridos de Su gracia.
Abramos los ojos y con claridad veremos la gracia del Señor en
plena acción. Al redimido el Señor le presenta múltiples
posibilidades para compartir Su amor. Su Espíritu nos impulsa
creativamente para ejercitar cada uno de los dones con los cuales

114
Él edifica el cuerpo ministerial de Su iglesia, con plena fe,
gozosos en la esperanza y constreñidos por Su amor.
Dios puede hablar en las relaciones íntimas como es la vida de
oración, que se hace en secreto y que el Señor recompensa en
público; y por medio de Su presencia santificante. La vida dirigida
por el Señor tiene llenura espiritual, propósito misionero y
fecundidad en el testimonio con obras que evidencian el nuevo
nacimiento. Colaboramos con gozo en virtud de Su inspiración. El
amor, distintivo del cristiano, es el poder con que el Señor alienta
la vida personal y de la iglesia. Se vive a niveles íntimos en
nuestra comunión con Él, pero también a niveles públicos.
Dios puede hablar en el cultivo de nuestro pensamiento por
medio de todo lo noble, todo lo bueno, todo lo que es de buen
nombre; como Pablo aconsejaba a los hermanos de Filipos para
que se cultivaran constantemente llenando sus vidas de poder
espiritual. Porque la mente dirigida por el Espíritu y la Palabra se
educa en la mente de Cristo; se educa en amor intenso, redentor,
servicial, capaz de expresarse hasta las últimas consecuencias. Y
es así que compartimos las enseñanzas de la Biblia, y el Espíritu
Santo nos guía en lo que pensemos, reflexionemos y orientemos
nuestra vida al aplicarnos a cumplir la voluntad del Señor.
En virtud de la iniciativa divina hemos respondido para tener
en Cristo vida nueva, la cual se manifiesta en abundancia
santificada, glorificada, y compartida. Hablamos sabiendo que
fuimos creados por Dios a Su imagen y semejanza, y que como
parte de nuestra naturaleza espiritual tenemos comunión con Él.
Gozamos al participar del plan salvador y redentor de Dios que ha
ofrecido a toda la humanidad.

115
CONCLUSION
Somos participantes del plan divino para nuestra salvación. Su
plan es nuestra esperanza al ser adoptados en virtud de la eficacia
de la obra de Cristo aplicada a nuestra vida. Somos la iglesia
normada por la Biblia en el Espíritu de Jesucristo. La iglesia está
comprometida con los intereses fundamentales de su Creador,
Redentor y Sustentador. Somos responsables de nuestro
comportamiento personal en lo íntimo y también en la comunidad.
Compartimos en comunión y para comunión excelsa con el Dios
que nos ha dado a Jesucristo, para amarnos, perdonarnos,
reconciliarnos y restaurarnos en comunidad redentora por medio
de Él, en Él y para Él. ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos
de los siglos. Amén!

116
EJERCICIOS DE APRENDIZAJE PERSONAL:
CAPITULO 8

1. Liste tres males que resultan de no congregamos:


a. _________________________________________
b. _________________________________________
c. _________________________________________

2. Liste tres beneficios que resultan de congregar nos como iglesia


de Cristo.
a. _________________________________________
b. _________________________________________
c. _________________________________________

3. En esencia diga por qué debemos celebrar la cena del Señor.


___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

4. Comente cómo la experiencia de salvación dentro de la iglesia


le comunica mejor lo que es la vida.
___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

5. La iglesia que ha sido redimida tiene una tarea en el mundo.


Establezca clara y brevemente lo que es esta tarea de la
congregación de redimidos.
___________________________________________________
___________________________________________________
___________________________________________________

117
EL CURSO DE ESTUDIO
El Curso de Estudio para las Iglesias es un sistema educativo
de los Bautistas de¡ Sur, que consiste en cursos bíblicos cortos
para adultos y jóvenes. Hay cursos disponibles en una variedad de
áreas de estudio. Se otorga crédito por cada curso que se
completa. Estos créditos sirven para uno o más de los planes de
diploma disponibles. Los diplomas acreditan que la persona ha
completado entre 5 y 8 de los cursos prescritos.
El Catálogo de¡ Curso de Estudio para las Iglesias contiene
detalles completos en cuanto al sistema, los cursos disponibles, y
los diplomas que se ofrecen. Los materiales pueden conseguirse
en cualquiera de las Librerías Bautistas.
El Curso de Estudio para las Iglesias está auspiciado por la
Junta Bautista de Escuela Dominical, la Unión Femenil Misionera
y la Comisión de Varones de la Convención Bautista de¡ Sur.

COMO SOLICITAR CREDITO POR ESTOS CURSOS


El crédito por estos cursos puede obtenerse solamente
mediante una combinación de estudio individual y en grupo. Lea
el libro entero, y complete las actividades de aprendizaje a medida
que va leyendo. Asista a las reuniones del grupo para cada unidad.
Si se ve impedido de asistir a una o más reuniones del grupo, haga
arreglos con los líderes del grupo para igualarse en el trabajo, y
realizar cualquier tarea adicional que le fuera asignada.
La solicitud para crédito puede hacerse usando el formulario
725 "Solicitud de Matrícula/Crédito para el Curso de Estudio para
las Iglesias." Envíe su solicitud a la Oficina de Créditos, Junta
Bautista de Escuela Dominical, 127 Ninth Avenue North,
Nashville, Tennessee 37234. Puede usar el formulario que consta
en la siguiente página, si lo desea, o si lo prefiere, puede hacer una
fotocopia del mismo. La oficina de créditos mantiene los registros.
Mientras usted esté activo y solicite créditos, se enviará
periódicamente a su iglesia una copia del informe de sus créditos,
para que se la entreguen a usted.

118

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