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C.G. Jung, S. Freud, D.

Chopra,
C. Naranjo, L. Greene,
J. Lilly, E. Erikson, R. Dass,
A. Lowen, K. Homey y otros

¿QUIEN SOY
YO?
Tipos psicológicos y autorrealización

Edición a cargo de R obert Frager

K
editorial L/ airós

Numancia, 117-121
08029 Barcelona
Título original: WHO AM I?
Traducción: Femando Mora y David González Raga
Diseño portada: Ana y Agustín Pániker

© 1994 by Robert Frager


© de la edición en castellano:
1994 by Editorial Kairós, S.A.

Primera edición: Febrero 1995


Segunda edición: Diciembre 1999
Tercera edición: Julio 2005

ISBN: 84-7245-328-6
Dep. Legal: B-28.084/2005

Fotocomposición: Beluga & Mleka. Córcega, 267. 08008 Barcelona


Impresión y encuadernación: índice. Fluviá, 81-87. 08019 Barcelona

Todos Jos derechos reservados. N o está perm itida la reproducción total ni parcial de este libro, ni
la recopilación en un sistem a inform ático, ni la transm isión por m edios electrónicos, m ecánicos,
p o r fotocopias, po r registro o po r otros m étodos, salvo de breves extractos a efectos de reseña, sin
la autorización previa y p o r escrito del ed ito r o el propietario del copyright.
A mi esposa Ayhan, cuyo amoroso apoyo ha resultado esen
cial tanto para este proyecto como para toda mi vida.
AGRADECIMIENTOS

La elaboración de este libro ha sido un largo e intrincado


proceso que no hubiera sido posible de no haber contado con
el apoyo y el aliento de muchas personas.
En primer lugar, quisiera agradecer a mi editora de Tarcher,
Connie Zweig, su apoyo creativo y su infatigable perseveran
cia con vistas a mejorar el estilo del libro, en general, y mi
propio estilo, en particular. Su ayuda ha resultado inestimable
para elevar el nivel de mi trabajo.
También debo expresar mi más profundo agradecimiento a
Helen Palmer -la primera persona que me sugirió la idea de
este libro-, cuyo texto original y útiles sugerencias se han re
velado como una excelente contribución al capítulo sobre el
eneagrama. También estoy profundamente agradecido a Jim
Shere, Angeles Arrien y Stuart Heller por su creatividad, capa
cidad de trabajo y paciencia y por su contribución especial a
esta obra escribiendo capítulos originales para ella.
Asimismo, me hallo en deuda con todos aquellos amigos y
colegas -como Jeremy Taylor, Belinda Brent, Stuart Heller y
muchos otros- que me han sugerido fuentes bibliográficas, ar
tículos y autores que sintonizan con el contenido de este volu
men y que han compartido conmigo su entusiasmo por la tipo
logía. Doy las gracias también a Danielle Light, que me ayudó
a realizar un curso sobre tipologías de la personalidad, y a to
dos aquellos que participaron en él, tanto estudiantes como co
laboradores. También estoy en deuda con Linda Loos y Jean

9
Agradecimientos

Harbin, que me alentaron con sus comentarios y trabajaron de


nodadamente conmigo en la revisión de diversos capítulos es
pecialmente difíciles.
Por último, estoy profundamente agradecido a los miem
bros de mi familia porque gracias a ellos he podido dedicar el
tiempo necesario -más del que cualquiera de nosotros hubiera
deseado- para que este trabajo viera finalmente la luz.
INTRODUCCIÓN

ALGUNAS REFLEXIONES PERSONALES

Los sistemas tipológicos me han interesado desde hace mu


chos años aunque, en realidad, nunca he llegado a comulgar
plenamente con ninguno de ellos. Yo creo en todos los siste
mas psicológicos y cada uno de ellos me parece valioso pero
nunca he sido un «verdadero creyente» de ningún sistema con
creto. He estudiado con cierto detenimiento los diferentes sis
temas que presento en este libro y también he tratado de clasi
ficarme a mí mismo y a los demás en función de ellos, lo cual,
en ciertas ocasiones, me ha proporcionado intuiciones (in-
sights) sorprendentemente reveladoras y útiles, aunque en
otras, no obstante, el resultado ha sido oscuro y más bien con
fuso. En cualquier caso, estoy plenamente convencido de que
cada uno de estos sistemas puede ser potencialmente benefi
cioso para algunas personas.
La mayor parte de quienes escriben sobre las distintas tipo
logías de la personalidad suelen ser firmes defensores de un
determinado sistema. Espero que el abordaje ecléctico de to
dos los sistemas tipológicos que presentamos aquí contribuya
a ofrecer una visión equilibrada e imparcial de las principales
tipologías existentes.
Recuerdo que hace ya algunos años visité al renombrado
astrólogo Dañe Rudhyar. Rudhyar me miró detenidamente y
luego comentó que no cabía la menor duda de que yo tenía

11
Introducción

muchos rasgos de Cáncer. Entonces pensé: «¡Este hombre será


el decano de la astrología americana pero, en esta ocasión, se
ha equivocado completamente!»
Yo contesté que Cáncer no tenía mucho peso en mi carta
natal. Mi sol y mi ascendente están en Géminis y siempre me
había considerado como una personalidad fuertemente «gemi-
niana».
Rudhyar entonces me preguntó por mi fecha de nacimiento
y, cuando le respondí que había nacido el veinte de junio me
dijo: «Usted ha nacido en la cúspide de Cáncer ya que, en esas
fechas, el universo entero gira en tomo a Cáncer. De modo
que, en muchos sentidos, se halla mucho más influido por
Cáncer que por Géminis».
Este comentario provocó en mí una pequeña crisis de iden
tidad astrológica. Hasta aquel momento había buscado el signo
de Géminis en la sección astrológica de los periódicos pero
ahora debía considerar la posibilidad de tener en cuenta un
nuevo conjunto de pautas de personalidad.
Esta anécdota ilustra claramente las ventajas y los inconve
nientes de cualquier sistema tipológico. El estudio del propio
«tipo humano» suele proporcionar intuiciones (insights) reales
y poderosas pero la identificación excesiva con un determina
do tipo puede alejamos del posible significado de otras cate
gorías y de sus características.
Yo creo que todos los distintos tipos de los que nos hablan
los diversos sistemas tipológicos describen aspectos diferentes
de cada uno de nosotros. Así pues, aunque ciertos tipos parez
can acomodarse mejor a nosotros que otros, cada uno de ellos
tiene algo que enseñarnos sobre nosotros mismos. A fin de
cuentas, nada humano nos es ajeno y podemos reconocer algo
nuestro en todas y cada una de las personas con quienes nos
encontramos.
Cuando tuvimos las primeras noticias sobre el eneagrama,
Charles Tart, un buen amigo y un renombrado psicólogo, me
introdujo en él. Tart había sido clasificado como un «siete» y
estaba seguro de que yo también lo era. Aunque Charles y yo
Introducción

teníamos una formación y un estilo de vida relativamente dife


rentes, la descripción eneagramática del «siete» parecía cua
dramos bastante bien a los dos y también ilustraba otras seme
janzas importantes. El tipo siete es optimista, disfruta de los
placeres, goza de la vida, es algo narcisista, suele estar preo
cupado con planes, fantasías e ideas y se dedica a realizar ac
tividades muy diversas. Después de reconsiderar la descrip
ción del «siete» nos dimos cuenta de los muchos intereses que
compartíamos como, por ejemplo, la mentalidad especulativa,
la fantasía, nuestra afición juvenil por la ciencia ficción, los
juegos y el sentido del humor. La descripción eneagramática
echó así luz sobre algunas de las pautas fundamentales que
compartíamos sin saberlo anteriormente.
Desde el momento en que fundé el Institute of Transperso
nal Psychology en 1975, casi todos los estudiantes que han pa
sado por él han recibido una o más clases sobre el eneagrama.
Una y otra vez he podido ser testigo del uso y del abuso de
este poderoso sistema tipológico.
Muchos estudiantes han utilizado el eneagrama para au
mentar su autoconocimiento y también los hay que han encon
trado en él una poderosa herramienta para el trabajo psicotera-
péutico. Sin embargo, otros han hecho de él una nueva forma
de estereotiparse a sí mismos y a los demás. Estos últimos di
cen cosas tales como «yo tengo una casa desordenada porque
soy un “nueve”» o «eres tan crítico porque eres un “uno”».
Pero de este modo, en lugar de ayudarles a comprenderse a sí
mismos y a los demás con más profundidad, la tipología enea-
gramática termina convirtiéndose en un proceso de etiquetado
que pone fin a la búsqueda e impide que nuestra comprensión
se profundice. Estos estudiantes confunden los términos y con
sideran que las descripciones de ciertas pautas de conducta son
la causa de ese comportamiento.
Ciertamente, una buena descripción tipológica puede seña
lar el comportamiento más probable para un determinado tipo
humano, pero nuestra tipología no determina, en modo alguno,
nuestra conducta. Los miembros de un determinado tipo pue

13
Introducción

den compartir una configuración constitucional o psicológica


similar que les haga más proclives a cierto tipo de conducta.
Pero por más completa y minuciosa que sea la descripción de
un determinado tipo, éste nunca será la causa de la conducta.
Por decirlo en pocas palabras, un nivel no es más que un nivel,
no es ni una causa ni una explicación.
A pesar de la evidente relevancia del cuerpo en todo lo que
hacemos, la psicología ha solido ignorar los tipos corporales y
su correlato psicológico. Hace ya unos años, cuando acababa
de graduarme en psicología, el sistema tipológico corporal de
Sheldon despertó mi interés. En la medida en que observaba a
los demás y a mí mismo podía ver a los tres tipos corporales
de Sheldon moviéndose a mi alrededor. Los ectomorfos eran
flacos intelectuales, los mesomorfos eran atléticos y musculo
sos y los endomorfos parecían flácidos sacos de patatas. No
obstante, el sistema de Sheldon no parecía funcionar perfecta
mente porque, una vez que ingresé en la escuela de graduados,
todos mis compañeros eran inteligentes y estaban orientados
hacia el intelecto pero no todos eran ectomorfos sino que tam
bién había entre ellos muchos intelectuales atléticos y muchos
eruditos gordos.
Al estudiar a Sheldon yo estaba confuso con respecto a mi
propio tipo. Cuando era más joven me sentía como un rechon
cho endomorfo; sin embargo, en la medida en que comencé a
hacer deporte y a realizar otro tipo de actividades físicas, mi
cuerpo y mi estilo de vida comenzaron a asemejarse más y
más al tipo mesomorfo atlético. La tipología de Sheldon se
centra fundamentalmente en la estructura corporal y suele ig
norar los aspectos relacionados con la función; no obstante, es
tructura y función están estrechamente relacionadas.
En la medida en que he reflexionado sobre mis propios
cambios -desde la época en la que mi actividad física era muy
limitada hasta aquellos otros períodos de intenso entrenamien
to físico- he llegado a la conclusión de que tanto Sheldon
como el resto de los teóricos de la tipología tienden a ignorar
los efectos de la experiencia y del entorno. Mientras estudiaba

14
1
Introducción

disponía de poco tiempo para el deporte, con lo cual me desli


zaba muy fácilmente hacia una existencia sedentaria, ya que la
presión de los estudios me obligaba a pasar la mayor parte del
tiempo sentado detrás de una mesa. No es de extrañar, pues,
que en aquella época yo pareciera y me sintiera como un en-
domorfo. Sin embargo, durante los años en que estuve practi
cando aikido en Japón, el entrenamiento en artes marciales se
convirtió en el aspecto más importante de mi vida. El nivel de
entrenamiento de aikido en Japón era extraordinariamente
duro, la mayor parte de mis amigos también estaban compro
metidos con el aikido y el ejercicio físico intenso me rodeaba
por doquier. Como resultado perdí casi diez kilos inmediata
mente y comencé a parecerme y a sentirme como un meso-
morfo.
Después de pasar dos años en Japón dedicado al estudio y
a la investigación en psicología y a la práctica diaria del aiki
do regresé a Harvard. Entonces me sorprendió gratamente dar
me cuenta de que estaba contemplando el mundo a través de
los ojos de un mesomorfo. Nunca antes lo había visto así pero
ahora paseaba por el campus de Harvard y me daba cuenta cla
ramente de que casi todos los estudiantes estaban tan identifi
cados con su mente que eran prácticamente inconscientes de
su cuerpo y apenas prestaban atención al mundo que les rode
aba. La mayor parte de los estudiantes y de los profesores se
hallaban tan absortos en su intelecto que trataban a sus cuerpos
como meros apéndices cuya única utilidad era la de transpor
tar sus cabezas. También me di cuenta de que me relacionaba
con las personas de manera diferente y por vez primera me
descubrí valorando a los mesomorfos y relacionándome estre
chamente con ellos.
Una vez ahí seguí con el aikido y también continué dedi
cándome a la actividad intelectual. Pero la práctica del aikido
en los Estados Unidos no es tan intensa y tan estricta a nivel fí
sico como en Japón. Sólo unos pocos de quienes nos habíamos
entrenado en artes marciales en Japón siguieron perseverando
con la misma intensidad. Estos son, en mi opinión, los verda-

15
Introducción

deros mesomorfos, un tipo humano cuya constitución y carác-


r e
ter exige ese nivel de actividad física. e
Mientras estuve dando clases seguí manteniéndome plena- e
mente activo pero una vez fundé el Institute of Transpersonal
Psychology, el trabajo administrativo absorbió tanto mi tiempo u
y energía que mi entrenamiento físico se resintió. Entonces me ti
di cuenta de que estaba cayendo nuevamente en las antiguas y t;
confortables pautas endomórficas. Si mi constitución no hu- d
biera tenido un fuerte componente endomórfico básico quizás e
hubiera seguido luchando con esa tendencia durante toda mi t
vida. Muchos miembros de mi familia son gruesos endomorfos f
que han seguido todo tipo de dietas y de regímenes alimenti- ñ
cios y en aquel tiempo yo pude, al menos, perder casi diez ki- «
los. Es posible que, bajo ciertas circunstancias, seamos capa
ces de trascender nuestra tipología constitucional pero, una vez r
que ese entorno de apoyo desaparece, recuperamos nuevamen- 1
te nuestras viejas pautas. r
Cada sistema tiene sus propias ventajas y sus propios in-
convenientes. Al igual que ocurre con unas buenas gafas, un f
determinado sistema tipológico puede ayudarnos a enfocar F
más claramente determinados aspectos, pero todo aquello que r
permanece fuera del foco de atención de ese sistema resulta di- I
fuso, cuando no invisible. Como ocurre con cualquier otra he- c
rramienta, un sistema tipológico puede resultar excelente para c
determinadas tareas y completamente inadecuado para otras.
Hoy en día, después de haber estudiado muchos sistemas ti- c
pológicos, creo que para comprender las ventajas y las limita- r
ciones de cada uno de ellos debemos tener en cuenta los tipos i
de personalidad propios de los fundadores de cada uno de los t
sistemas. En este sentido, por ejemplo, es muy probable que t
un teórico cuya orientación fundamental sea básicamente inte- 1
lectual desarrolle una tipología mental. Sheldon, por ejemplo, c
que tenía una fuerte orientación corporal, desarrolló una tipo
logía física. Cuando conocí el sistema tipológico junguiano me í
sentí muy impactado por la dimensión intuición/sensación. Un I
cuestionario tipológico que me pasaron al respecto decía que t 2
i
16 k
Introducción

estaba armonizado en la dimensión introversión/extraversión y


en la de pensamiento/sentimiento pero puntuaba muy alto en la
escala de la intuición y casi nada en la de la sensación.
Esto tenía mucho sentido para mí ya que me proporcionaba
una explicación al hecho de que en la escuela me gustaran tan
to las teorías abstractas (como la geometría, por ejemplo), y
tan poco el álgebra, que exigía prestar atención a los pequeños
detalles como el cálculo aritmético, por ejemplo. También me
explicaba el motivo por el cual nunca conseguía equilibrar mi
talonario de cheques a menos que hiciera un esfuerzo especial.
No se trataba de que no pudiera prestar atención a los peque
ños detalles sino que la mayor parte del tiempo simplemente
no lo hacía.
Jung denominó «función inferior» a la función menos desa
rrollada. Desde esta perspectiva negativa, la función inferior es
la parte más primitiva e inconsciente de nuestro psiquismo. En
nuestro trabajo de crecimiento interno es importante recordar
que todos tenemos una parte primitiva, que todos tenemos los
pies de barro y que hasta la persona más inteligente, por ejem
plo, puede tener los sentimientos muy poco desarrollados y el
más sensible de los artistas puede tener grandes dificultades
para pensar lógicamente. Si llegamos a identificar nuestra fun
ción inferior sabremos qué es lo que debemos desarrollar y
qué es lo que debemos fortalecer.
Cuando nos comprometemos a llevar a cabo actividades
que implican a nuestra función inferior tendemos a sobrevalo-
ramos y a caer en la inflación. Un pequeño vistazo al mundo
interno, por ejemplo -algo muy familiar y cómodo para un in
trovertido- puede llegar a desequilibrar por completo a un ex-
travertido (así, los extravertidos que comienzan a meditar sue
len sobrevalorar excesivamente la importancia y profundidad
de sus recién descubiertas experiencias místicas).
En los sueños, la función inferior suele estar representada
por la imagen oscura de una figura salvaje, bárbara o exótica.
En un tipo inclinado hacia el pensamiento, por ejemplo, puede
aparecer como una persona primitiva con sentimientos relati

17
Introducción

vamente poco desarrollados (que no superan en mucho al nivel


de un animal y la intuición puede también funcionar en un ni
vel igualmente primitivo). Un introvertido intuitivo, por su
parte, puede disfrutar de su función inferior, la sensación, con
la misma intensidad que lo hace un gato desperezándose al sol.
Jung dijo que el trabajo con nuestra función inferior consti
tuye una de las principales tareas del proceso de individuación,
de nuestro crecimiento personal. Si ignoramos nuestra función
inferior terminaremos frustrados y aburridos de todo; si simple
mente la eludimos, funcionaremos en un nivel primitivo o ine
ficaz. Para desarrollar nuestra función inferior Jung recomendó
comprometerse en algún tipo de actividad artística, como la es
critura o la pintura por ejemplo. Como intuitivo muy desarro
llado, él mismo eligió la escultura, una forma sumamente efi
caz de desarrollar su función inferior, la sensación.

LA TIPOLOGÍA Y LA BÚSQUEDA DEL


A UTOCONOCIMIENTO

A lo largo de los tiempos el ser humano se ha formulado


repetidas veces la pregunta «¿quién soy yo?» y las tradiciones
espirituales de muchas culturas han tratado de responder a ella
recurriendo a esos mapas del psiquismo que se conocen con el
nombre de tipologías. Esos antiguos sistemas tipológicos reve
lan pautas universales entre los seres humanos y también evi
dencian las singularidades que nos diferencian.
Muchas de las grandes mentes de la historia han quedado
fascinadas con el motivo y la naturaleza de nuestras diferen
cias. En el siglo m antes de JC, un discípulo de Aristóteles lla
mado Teofrasto dijo: «¿Por qué, estando toda Grecia bajo el
mismo sol y siendo todos los griegos personas instruidas, te
nemos personalidades tan diferentes?»
Teofrasto definió treinta tipos de personalidad, cada uno de
los cuales se organizaba en tomo a un rasgo dominante y cen
tral, como la avaricia, por ejemplo. Según Teofrasto, ese rasgo

18
Introducción

central se manifiesta en todos los aspectos de la vida de una


persona. Hoy en día ponemos seriamente en duda la exactitud
de cualquier definición de un individuo sobre la base de un
rasgo tal como la avaricia. Pero quizás el rasgo central predo
minante sea un síntoma importante de una pauta compleja de
personalidad más profunda y más compleja.
En cierto modo, hoy en día seguimos utilizando el enfoque
de los rasgos en los distintos sistemas tipológicos. En el caso
del eneagrama, cada uno de los nueve tipos eneagramáticos se
caracteriza por un rasgo sobresaliente concreto. El «cinco»,
por ejemplo, ha sido llamado también mezquino, por su ten
dencia a ahorrar tiempo, energía, información y también dine
ro. Aunque ello supone una simplificación y un estereotipo, la
manera más sencilla de comprender y utilizar un sistema tipo
lógico consiste en asignar una etiqueta clara y rotunda a cada
tipo de personalidad.

Los cuatro humores hipocráticos

En el siglo v antes de JC, antes incluso de Teofrasto, Hipó


crates, el padre de la medicina moderna, formuló una aproxi
mación científica a la personalidad basada en la teoría griega
de los cuatro elementos. La mayor parte de los filósofos grie
gos creían que todo en la naturaleza está compuesto de cuatro
elementos fundamentales: aire, tierra, fuego y agua. En el
cuerpo humano, cada elemento está asociado a un humor, o
fluido corporal, distinto: sangre, flema, bilis negra y bilis ama
rilla. Según Hipócrates, la salud, la enfermedad y el tipo de
personalidad de cada persona dependen del equilibrio relativo
entre los distintos humores.
Hipócrates describió cuatro temperamentos determinados
por predominio de cada uno de los cuatro humores. El aire está
ligado a la sangre y al temperamento sanguíneo u optimista.
La tierra está ligada a la bilis negra (o «atra bilis»), y a la per
sonalidad melancólica o deprimida. El fuego está asociado a la

19
Introducción

bilis amarilla («cólera» o adrenalina) y al temperamento colé


rico o volátil fácilmente irritable. El agua, por último, está aso
ciada a la flema blanca (linfa), a los fluidos mucosos y al tem
peramento flemático, tranquilo o indolente.
Durante los últimos dos mil años los médicos, los filósofos,
los educadores y los psicólogos han utilizado el modelo cua
ternario de Hipócrates. Rudolph Steiner, el filósofo y educador
austríaco fundador de la escuela Waldorf, desarrolló una apli
cación moderna y sofisticada de este modelo. Steiner enseñó a
los maestros a reconocer estos cuatro temperamentos en sus
alumnos y proporcionó una guía detallada con respecto a las
diferentes necesidades educativas y emocionales de cada tipo
de niño. En el capítulo 15, Roy Wilkinson, un profesor de
Waldorf que ha utilizado este sistema en el ámbito escolar du
rante cerca de treinta años, nos presenta la aproximación stei-
neriana a los cuatro temperamentos.

Los temperamentos ayurvédicos

La creencia de que todas las cosas de la naturaleza están


compuestas de ciertos elementos fundamentales es común a
muchas civilizaciones. Antes del desarrollo de la química y de
la física modernas, los primeros científicos y filósofos trataron
de ordenar el universo en función de una serie de principios
universales fundamentales. Además de los cuatro elementos
griegos, los filósofos hindúes postularon la existencia de un
quinto elemento, un elemento todavía más insubstancial y su
til que el aire.
Los médicos ayurvédicos hindúes desarrollaron tres tipos
constitucionales corpomentales basados en las distintas combi
naciones entre estos elementos. Así, vata está compuesto de
aire y éter, pitia de fuego y agua y kapha de tierra y agua. El
tipo vata es activo, entusiasta y rápido; el tipo pitia es intenso,
emprendedor y articulado; y el tipo kapha es fuerte, seguro y
tolerante.

20
Introducción

El término ayurveda procede de dos raíces, ayus (vida) y


veda (conocimiento o «ciencia»). Así pues, el ayurveda, que
significa algo así como la «ciencia de la vida», tiene cerca de
cinco mil años de antigüedad. Para cada tipo existe una dieta,
un estilo de vida y también remedios naturales especiales des
tinados a armonizar y equilibrar el sistema. En el capítulo 23
el renombrado médico y escritor Deepak Chopra describe la ti
pología ayurvédica de la personalidad.

La tipología china de los cinco elementos

Los filósofos y los médicos chinos trabajaron sobre una te


oría diferente compuesta de cinco elementos: tierra, agua, fue
go, madera y metal. Desde este punto de vista, cada persona es
un microcosmos caracterizado por estos cinco elementos. El
tipo metal es controlado, frío y tranquilo; el tipo fuego es res
plandeciente e intenso; el tipo madera es asertivo, expansivo y
determinado; el tipo tierra es paciente, nutriente y relacionan
te; el tipo agua, por último, concibe, concentra y conserva. En
el capítulo 24, Beinfield y Komgold, dos de los principales
practicantes norteamericanos de la medicina china, articulan
los cinco elementos de la tipología china en cinco arquetipos
de la personalidad: pionero, hechicero, pacifista, alquimista y
filósofo.

Las tipologías del autoconocimiento

Todos los sistemas tipológicos recogidos en este libro han


surgido del deseo de cartografiar la naturaleza humana, de pe
netrar en los oscuros recovecos del psiquismo. Algunas tipolo
gías proceden de la tradición psicoterapéutica iniciada por
Freud y sus sucesores. Las tipologías mentales, relaciónales y
corporales han surgido de la moderna investigación psicológi
ca y sociológica. Otros sistemas son verdaderas psicologías

21
populares aparecidas siglos antes del nacimiento de la moder­
na psicología y constituyen enfoques sobre la naturaleza hu­
mana que han demostrado su utilidad a lo largo de los siglos.
Estas psicologías populares sehandesarrolladoenmultitudde
culturas, entre las cuales cabe destacar la griega, la hindú, la
china yla nativa americana.
Cada uno de los distintos sistemas tipológicos de la perso­
nalidadquepresentamos eneste libronos ofrece unacontribu­
ciónsingular al autoconocimiento. Cadaunode ellos seocupa
deciertas relaciones -no siempreevidentes- entreel cuerpo, la
mente ylas emociones. Hayquienes, por ejemplo, subrayanla
importancia de las relaciones afectivas mientras que otros ha­
cen un especial hincapié en las conclusiones intelectuales. La
mayor parte de nosotros consideramos inconscientemente que
los demás funcionan del mismo modo en que lo hacemos no­
sotros y a menudo nos resulta sorprendente que respondande
manera diferente. La tipología, pues, nos enseña que hay im­
portantes diferencias sistemáticas entre los individuos.
Todos queremos comprendemos anosotros mismos y a los
demás con más claridad. Es por ello por lo que solemos que­
damos fascinados ante la promesa de las diversas tradiciones
tipológicas. Cada sistemanos proporcionaunaimagendistinta
que arrojaluz sobrelos diferentes tipos defuncionamientodel
ser humanoynos capacitaparapercibir alos demás desdeuna
perspectiva más adecuada que la que nos proporciona nuestro
propiopuntode vista.
WilliamSheldon señala que el gran detective de ficción
SherlockHolmes es, enmuchos sentidos, el paradigmadel ec-
tomorfo perfectamente intelectual. Conan Doyle nos presenta
a un Holmes delgado e intenso que no se sentía afectado por
las emociones ylas pasiones queafligenalamayorparte dela
humanidad. El personaje de Holmes parece ser purointelecto,
alguien fríamente racional ylógico, capaz de concentrarse, de
realizar un intenso esfuerzo intelectual y de llevar a cabo ex­
traordinarios análisis deductivos.
No obstante, unode los defectos del retrato que nos ofrece
22
Introducción

sir Arthur Conan Doyle sobre Holmes tiene que ver con su
abuso del tabaco y del opio. Según Doyle, Holmes era capaz
de fumarse un paquete de fuerte tabaco de pipa en una sola no
che. Pero, según Sheldon, fue el mismo carácter endomorfo de
Conan Doyle, que fumaba de continuo, el que le llevó a con
cebir a Holmes como un fumador empedernido. Sin embargo,
en la vida real esos excesos hubieran tenido efectos devastado
res sobre el organismo de un ectomorfo enjuto y sensible. Este
ejemplo constituye un excelente recordatorio de que si quere
mos trabajar adecuadamente con los tipos humanos debemos
conocer nuestro propio tipo y sus debilidades.
Un buen sistema tipológico nos ayuda a descubrir nuestras
fortalezas y nuestras debilidades. Si carecemos de la adecuada
comprensión personal es muy probable que sólo advirtamos
nuestra propia fortaleza en los demás y que los juzguemos
muy severamente si reflejan nuestras debilidades. El tipo jun-
guiano sensación, por ejemplo, tiende a valorar exclusivamen
te a quienes demuestren dominar los hechos y los detalles. Los
delgados intuitivos valoran a quienes pueden sintetizar com
plejas informaciones en una nueva totalidad y tienden simultá
neamente a desdeñar a aquellos otros a quienes «los árboles
les impiden ver el bosque». Los tipos sentimiento responden a
quienes tienen una fuerte sensación de los valores humanos y
de los ideales elevados. Los tipos pensamiento, por su parte,
valoran a las personas claras, lógicas e inteligentes y tienden a
devaluar a quienes son bondadosos pero no muy brillantes.
Un sistema tipológico útil también nos ayuda a clarificar
nuestra percepción de los demás centrando nuestra atención en
las pautas y los rasgos distintivos propios de ciertos tipos de
persona. Si soy consciente de la constitución muscular meso-
mórfica de un amigo, por ejemplo, podré comprender y antici
par sus preferencias por la acción antes que la planificación y
la reflexión. Yo puedo creer que la acción sin planificación es
una pérdida de tiempo pero comprenderé la predisposición de
mi amigo mesomorfo a «mover las cosas» más que sentarse a
pensar en ellas.

23
Introducción

SINGULARIDAD CONTRA UNIVERSALIDAD

Mientras estaba escribiendo este libro iba tomando con


ciencia de diversos puntos ligados a los diferentes tipos de per
sonalidad y a las diferencias existentes entre cada uno de ellos.
Me he dado cuenta, por ejemplo, de que la mayor parte de
quienes escriben sobre la naturaleza humana tienden a centrar
su atención en las similitudes que nos acercan o en las dife
rencias que nos separan. Pero lo cierto es que ninguno de estos
dos enfoques extremos resulta especialmente útil.
Creer que todos somos iguales nos lleva a ignorar las evi
dentes diferencias de edad, sexo o temperamento. Creer que
todos somos únicos supone, por el contrario, darse por venci
do en el intento de llegar a articular una teoría general sobre la
conducta humana.
La mayor parte de las teorías psicológicas tienden a ignorar
las diferencias existentes entre los tipos y a centrarse en los
principios universales que rigen el comportamiento humano.
No obstante, si realmente existen diferencias fundamentales
entre los seres humanos, la búsqueda de elementos universales
está condenada a conducimos a generalidades relativamente
triviales o a distorsionar seriamente amplios segmentos de la
población. La mayor parte de los sistemas tipológicos, por
ejemplo, han sido elaborados por hombres y tienden, en con
secuencia, a describir la conducta masculina y a ignorar las di
ferencias fundamentales existentes entre la psicología masculi
na y la psicología femenina. Además, las modernas teorías
sobre la personalidad han sido desarrolladas por profesionales
instruidos, blancos y de clase media, lo cual suele conducir a
dejar de lado los estilos de comportamiento y de conducta co
munes a otros grupos culturales, étnicos y socioeconómicos.
No obstante, los paladines de casi todos los diferentes sistemas
de personalidad sostienen haber desarrollado una psicología de
aplicación universal.
Desde cierto punto de vista todos somos iguales y desde

24
Introducción

otro, en cambio, todos somos únicos. Todos compartimos la


misma estructura fisiológica fundamental, todos disponemos
del mismo tipo de equipamiento sensorial y todos atravesamos
los mismos hitos existenciales del nacimiento y de la muerte.
Cada uno de nosotros, sin embargo, tiene una historia perso
nal, una constelación familiar y una experiencia vital diferen
te. Por más útil, pues, que pueda resultar para la comprensión
y el trabajo con la gente, todo sistema tipológico fracasará
cuando intente dar cuenta de un determinado individuo, ya que
cada individuo constituye una combinación única de inconta
bles y muy variables factores.
Entre estos dos enfoques extremos, sin embargo, todos no
sotros podemos ser clasificados dentro de diferentes grupos o
tipos humanos. Algunos de esos grupos son evidentes, como la
edad, el sexo y la nacionalidad. Los niños comparten también
ciertas características importantes y lo mismo ocurre con los
hombres, las mujeres, los norteamericanos, los japoneses, los
introvertidos, los virgo y los mesomorfos. La psicología del
futuro puede incluir distintas tipologías de personalidad, utili
zando cada una de ellas para objetivos diferentes. Podríamos,
por ejemplo, utilizar un sistema tipológico del estilo de apren
dizaje para decidir cómo enseñar matemáticas a un niño, una
tipología basada en el temperamento para descubrir cómo mo
tivar o disciplinar a ese mismo niño y un sistema tipológico re-
lacional para ayudarle a establecer relaciones con sus amigos.

TIPOLOGÍAS Y RELACIONES

Además de comprendemos a nosotros mismos, todos noso


tros queremos conocer a los demás y establecer buenas rela
ciones con ellos. Una aproximación tipológica adecuada puede
ayudamos a desarrollar nuestra tolerancia y nuestro respeto
por las diferencias individuales. De ese modo podemos llegar
a apreciar mejor las aptitudes de los demás. Trabajar con cual
quiera de los sistemas que presentamos en este libro puede

25
Introducción

ayudamos a reconocer la existencia de diferencias fundamen


tales en la forma de experimentar la vida y, por consiguiente,
en los diferentes caminos que podemos emprender. No pode
mos seguir creyendo ingenuamente que la mente de los demás
funciona igual que la nuestra, que procesen los datos que re
ciben de la misma forma en que lo hacemos nosotros, que ra
zonen igual que nosotros y que valoren lo que nosotros valo
ramos.
Comprender el tipo humano de otra persona es comprender
sus puntos fuertes y puntos débiles, lo cual nos ayudará indis
cutiblemente a trabajar de manera más eficaz con ellos. En el
ámbito laboral, por ejemplo, un buen ajuste entre la tarea a re
alizar y la constitución física de quien debe realizar ese traba
jo puede aumentar la productividad y la satisfacción, mientras
que un mal ajuste entre esos dos elementos puede, por el con
trario, provocar estrés, fatiga y un bajo rendimiento. A veces,
esperamos demasiado de personas que no comparten nuestras
aptitudes o nuestros intereses en una determinada área. Las
preferencias determinadas por nuestro tipo pueden, en ocasio
nes, carecer de toda importancia mientras que en otras, en
cambio, pueden resultar cruciales, a menudo cuando menos lo
esperábamos.
El tipo sensación, por ejemplo, muestra una predisposición
especial para la contabilidad y para actividades similares que
requieran prestar atención a los pequeños detalles, una tarea
que sin duda puede resultar espantosa para un intuitivo. Una
investigadora médica intuitiva, por ejemplo, que tenía que pa
sar muchas horas al día ocupándose de examinar cuidadosa
mente especímenes bajo un microscopio, terminó fatigada e
irritada crónicamente sin que existiera causa física alguna. La
tensión necesaria para mantener constantemente activa su fun
ción inferior había terminado extenuándola.
En cierto modo, los tipos de personalidad son como los
modelos de automóviles. Muchas de las diferencias existentes
entre los coches, como el color o la forma, por ejemplo, son
relativamente superficiales (de hecho, no es infrecuente que

26
Introducción

detrás de colores y formas completamente diferentes se escon


da el mismo motor).
Hay coches que gastan muy poco y hay otros que desarro
llan una gran velocidad punta, aunque estas diferencias no ten
gan mucha importancia para la conducción cotidiana que nos
acerca a nuestro puesto de trabajo o nos lleva al supermercado.
Hay otras ocasiones, sin embargo, en que estas diferencias sí
que tienen importancia. Un vehículo con tracción en las cuatro
ruedas se desplazará mucho más fácilmente sobre una carrete
ra de montaña que podría dañar a un coche de carreras perfec
tamente puesto a punto. Un coche con un motor potente y una
fuerte suspensión puede arrastrar a un pesado remolque, un es
fuerzo que podría quemar el motor de un vehículo concebido
fundamentalmente para economizar combustible. Cuando
compramos un coche debemos comparar sus prestaciones con
el uso que pretendamos darle. Del mismo modo, las teorías ti
pológicas pueden ayudamos a conocer las aptitudes y las limi
taciones de los demás, para qué tipo de tareas han sido «cons
truidas» y los posibles daños que podrían acompañar a un uso
indebido.
Es m ás sencillo comprender a aquellas personas cuyo tipo
humano sea el mismo que el nuestro. También es más proba
ble que nos sintamos más comprendidos por ellos porque tien
den a v e r las cosas del mismo modo que nosotros y suelen
arribar a conclusiones similares. Los mesomorfos tienden a va
lorar la actividad; el tipo pensamiento, por su parte, estará más
de acuerdo en la importancia de la lógica y de la organización
racional; los tipos sensación coincidirán en la importancia de
prestar atención a los detalles y los tipos «siete» del eneagra
ma, por último, es muy probable que estén de acuerdo con los
peligros y el atractivo del poder y de la autoridad.
También podemos sentimos fascinados por quienes funcio
nan de manera diferente confirmando así el viejo dicho de que
los opuestos se atraen. Pero las personas que pertenecen a ti
pos humanos muy diferentes al nuestro suelen ser difíciles de
comprender y de predecir. En la mayor parte de los casos es

27
Introducción

muy probable que asuman una postura diametralmente opues


ta a la nuestra y estas dificultades de comprensión pueden ter
minar generando una gran tensión. Desafortunadamente, sin
embargo, la atracción sin comprensión dificulta a largo plazo
las relaciones, como lo demuestra la elevada tasa de divorcios
de nuestro país.
El peor tipo de relación tiene lugar cuando el otro estilo ti
pológico es considerado inferior. Alguien, por ejemplo, que
funciona desde el sentimiento y la intuición puede ser conside
rado como un incompetente por un tipo pensante en lugar de
ser estimado como alguien que puede aportar nuevas habilida
des y una visión alternativa para la toma de decisiones. El ma
rido de una pareja que solicitó asistencia terapéutica, por ejem
plo, se quejaba de que su esposa era desordenada y
desorganizada y, lo que es peor, ilógica. La mujer, por su par
te, aseguraba que su esposo era rígido y supercrítico. Cada uno
de ellos acusaba al otro de actuar de mala fe porque cada uno
juzgaba la conducta del otro de acuerdo a los valores de su
propio tipo humano. Después de diez horas de terapia con un
analista junguiano tomaron conciencia de las características
propias del tipo humano del otro y aprendieron a reconocer y
a afirmar también sus puntos fuertes. A partir de aquel mo
mento su relación comenzó a mejorar.
Otra ventaja derivada es que el conocimiento de los tipos
puede mejorar nuestra comprensión de las relaciones que sos
tenemos con la sociedad en la que vivimos. Nuestra sociedad
valora más ciertos tipos que otros. El pensamiento, por ejem
plo, es más valorado que el sentimiento; estamos en una socie
dad extravertida que no suele tener en cuenta las necesidades
de soledad y silencio de los introvertidos y así llegamos inclu
so a tener que oír hilo musical en los ascensores; la mayor par
te de las iglesias y de las escuelas son prisiones para los me-
somorfos (que necesitan de un aprendizaje activo y suelen
tener grandes dificultades para permanecer sentados largo
tiempo). A lo largo de los siglos, el cristianismo ha tendido a
favorecer al ectomorfo ascético e intelectual y ha desdeñado,

28
Á
Introducción

en cambio, a los endomorfos sensoriales y a los mesomorfos


activos.
Si la sociedad en la que vivimos no valora nuestra forma de
funcionar en el mundo, la confianza en nuestras propias apti
tudes puede verse disminuida. De hecho, estas aptitudes pue
den no llegar a desarrollarse plenamente a consecuencia de
nuestras propias dudas y también a causa de que la sociedad
puede proporcionar pocas oportunidades para ejercer nuestros
particulares talentos.
Esto también pudo haber sucedido a pequeña escala en el
seno de nuestra familia cuando éramos pequeños. Si nuestros
padres hubieran valorado y comprendido nuestro tipo, proba
blemente sentiríamos que nuestras aptitudes y nuestros intere
ses realmente merecían la pena. Si, por otra parte, sentimos
que nuestros padres no valoraron nuestro carácter y nuestras
preferencias y querían que fuéramos «más físicos» o «más in
telectuales», por ejemplo, nuestra propia autoconfianza pudo
verse seriamente dañada. Tratar de cambiar el tipo de persona
lidad de un niño puede ser como tratar de que un zurdo sea
diestro, una presión que puede inhibir seriamente el desarrollo
de cualquier aptitud natural.
La hija de cierta familia me dijo que sus padres se habían
enojado muchísimo cuando ella había tenido dificultades con
la aritmética y materias similares en la escuela. Los padres y
su hermano menor eran del tipo sensación y ella era una intui
tiva cuya función inferior era la sensación. El padre era inge
niero y el hermano menor terminó siendo contable. Ella nunca
pudo satisfacer sus pautas de orden y atención a los detalles y
finalmente tuvo que solicitar ayuda terapéutica.
Otro ejemplo nos lo proporciona una muchacha introverti
da que era del tipo sentimiento que creció en el seno de una fa
milia de extravertidos. Su familia la ridiculizaba constante
mente por su afición a la lectura y le insistían continuamente
en que participara más activamente en los asuntos de la escue
la. Cuando fue adulta trató de dedicarse a los negocios y a las
ventas pero no tuvo mucho éxito. Fantaseaba con licenciarse

29
Introducción

en literatura inglesa o en llegar a ser una profesional del servi


cio a los demás pero no hacía nada al respecto. A causa de su
carácter básico, sus decisiones habían sido invalidadas hacía
mucho tiempo y desconocía literalmente lo que era bueno para
ella.
En ambos ejemplos, la comprensión de la tipología las ayu
dó a reconocer sus propios puntos fuertes y a aceptar las pre
disposiciones de su propio carácter, lo cual las capacitó para ir
más allá del doloroso callejón sin salida psicológico creado en
su infancia al no haber sido reconocido ni apreciado su tipo
psicológico.

CATEGORIZAR: UN HABITO HUMANO


FUNDAMENTAL

En multitud de culturas y de épocas, desde la filosofía grie


ga a la medicina china, pasando por el sistema hindú de las
castas y la moderna psicología occidental, podemos encontrar
nos con descripciones de los tipos humanos. Suele creerse que
la personalidad varía con la cultura y con la clase social. Hoy
en día, sin embargo, tendemos a pensar que hablar de diferen
cias individuales es «antidemocrático». Pero parecemos haber
olvidado que la Constitución no dice que todos seamos iguales
sino que todos somos iguales ante la ley. A fin de cuentas,
igualdad no es lo mismo que uniformidad. Pero nuestra bús
queda de la igualdad de derechos y de oportunidades puede
llevamos a ignorar nuestra singularidad individual. Como con
secuencia de esto, la clasificación tipológica goza de mala re
putación en ciertos círculos y -aunque sea de modo incons
ciente- puede ser juzgada como algo políticamente incorrecto.
Solemos clasificar a las personas en función de una serie de
estereotipos, como la edad, el sexo, la inteligencia (inteligente,
promedio o estúpido), la raza y la nacionalidad. El término
«estereotipo» significa originalmente una plancha de impre
sión de una pieza que ha sido sacada con un molde. Hoy en

30
Introducción

día, sin embargo, un «estereotipo» es una idea fija e inmutable,


una pauta mental carente de individualidad. Los estereotipos
constituyen uno de los grandes peligros de la tipificación, y
tienen lugar cuando ignoramos la individualidad y tratamos a
todas las personas de una determinada categoría como si hu
bieran sido estampadas con el mismo molde.
Solemos juzgar a los demás en función de estereotipos de
aspecto (bien parecido, normal o feo) y en función del estado
psicológico (normal, neurótico o loco). Una de las principales
categorizaciones que solemos hacer sobre los demás es la de
distinguir entre aquellos que nos gustan y aquellos que nos de
sagradan («buen chico» frente a «mal chico» o «amigo en
quien se puede confiar» frente a «enemigo desleal»).
Es difícil no categorizar ya que nuestras mentes tienden a
organizar la diversidad de la experiencia en unas pocas cate
gorías. Así, a menos que estemos profundamente interesados
en un determinado tema, la mayor parte de nosotros agrupa
mos diferentes experiencias bajo una sola etiqueta. Gran parte
de los norteamericanos, por ejemplo, piensan en la nieve con
una sola categoría pero los esquiadores pueden diferenciarla
en nieve primaveral, nieve en polvo y muchas otras variedades
mientras que los esquimales, que están mucho más interesados
en la nieve que los esquiadores, tienen literalmente decenas de
palabras para referirse a los diferentes tipos de nieve.
La categorización es una tendencia humana fundamental
aunque, sin embargo, no está exenta de problemas, ya que,
cuando creamos una categoría y le adscribimos ciertos rasgos,
corremos el riesgo de caer en el estereotipo (que todos los cul-
turistas son tontos y que todos los latinos son machos, por
ejemplo). Pero estos estereotipos, sin embargo, terminan dis
torsionando nuestra percepción y nuestra comprensión de los
demás.
Moshe Feldenkrais, el brillante observador de la conducta
humana y fundador del método que lleva su nombre, insistía
en que toda generalización es una distorsión. Feldenkrais era
un experto en el movimiento humano que trabajó con un am-

31
Introducción

plio rango de personas, desde dotados atletas profesionales y


músicos que querían mejorar sus habilidades hasta paralíticos
que se desplazaban en silla de ruedas a consecuencia de algu
na enfermedad o accidente grave.
Feldenkrais odiaba las etiquetas y las generalizaciones e in
tentaba considerar a cada individuo como un caso único, sin
prejuicios ni etiquetas previas. El mismo Feldenkrais dijo que
cuando estaba trabajando con alguien trataba incluso de no
pensar en frases completas porque, a su juicio, la misma es
tructura del lenguaje interfería con el logro de una compren
sión íntima de las cualidades y el funcionamiento singular pro
pio de aquella persona concreta.
En cierta ocasión, Feldenkrais puso el ilustrativo ejemplo
de dos pacientes que habían sido citados para someterse a una
intervención quirúrgica el mismo día a la misma hora pero
cuyo historial médico fue intercambiado por error. Así, a quien
tenía problemas con el hígado se le extirpó la vesícula biliar y
se operó del hígado al que tenía problemas con la vesícula.
Según Feldenkrais, éste es un claro ejemplo del peligro de
funcionar en base a etiquetas y categorías y de no darnos
cuenta de lo que realmente tenemos delante de nuestros ojos.
Si los cirujanos se hubieran ocupado simplemente de mirar hu
bieran advertido que los órganos que iban a extirpar se halla
ban en buen estado de salud pero, en lugar de eso, confiaron
más en las etiquetas que en los cuerpos reales que tenían fren
te a sí.
En otra ocasión, un joven le preguntó si su sistema podría
ayudar a las embarazadas en el parto y él puso diversos ejem
plos dramáticos de partos fáciles y rápidos de varias mujeres
con las que había trabajado. Entonces, el joven le preguntó
cuáles eran las técnicas que resultaban más eficaces para las
«embarazadas» y Feldenkrais respondió: «¡No sea estúpido!
¡No existe tal cosa como una mujer embarazada!» Luego se
hizo un largo silencio que reflejaba perfectamente el estupor
general ante la exclamación de Feldenkrais. Nadie sabía qué
decir.
Introducción

Al cabo de un rato Feldenkrais prosiguió: «Una chica de


catorce años que tenga su primer bebé no tiene nada que ver
con una mujer de treinta y cinco que esté a punto de dar a luz
a su cuarto hijo y lo que yo haría con cada una de ellas es, por
supuesto, completamente diferente». Entonces comprendimos
una vez más cuán fácil podemos quedamos atrapados en los
niveles y las categorías. Al disponer del término «mujer emba
razada» tendemos a igualar a todos los miembros de esa cate
goría y a ignorar sus diferencias.
Los sistemas tipológicos que presentamos en este libro nos
proporcionan interesantes aclaraciones sobre la naturaleza hu
mana, lo cual puede contribuir a aumentar nuestra comprensión
sobre nosotros mismos y sobre quienes nos rodean. No obstan
te, si nos olvidamos de que el mapa no es el territorio y presta
mos más atención al sistema que a la persona que tratamos de
describir, nuestra comprensión puede terminar oscureciéndose.

TIPOS DE TIPOLOGÍAS

Las tipologías más sencillas se basan en dicotomías comu


nes: masculino y femenino, luz y oscuridad, bien y mal. La
más antigua y compleja de todas ellas es la astrología, con
doce tipos mayores, cada uno de los cuales puede ser modula
do por una gran diversidad de factores. La mayor parte de los
sistemas de personalidad, sin embargo, se limitan a cuatro o
cinco tipos fundamentales. ¿Quizás ése sea el mayor grado de
complejidad que los seres humanos podemos recordar para ca-
tegorizar a los demás? ¿Quién podría utilizar un sistema que
exigiera recurrir a veinte o treinta tipos diferentes? Lo cierto es
que muy pocos podríamos recordar esas distintas y complejas
categorías y aplicarlas eficazmente a la comprensión y el tra
bajo con los demás. Para la mayor parte de nosotros basta con
un sistema de tres o cuatro categorías básicas para ver y res
ponder a los demás con cierto discernimiento sin que la com
plejidad del sistema nos aturda.

33
i
Introducción

Tipologías binarias

Hay tipologías de la personalidad relativamente simples


que utilizan dos categorías. La más frecuente de todas las cla
sificaciones binarias es la que diferencia entre tipos «masculi
nos» y tipos «femeninos», una diferencia, referida a las defini
ciones tradicionales de roles de género en las diferentes
culturas, que hoy en día consideramos como un simple estere
otipo que termina menospreciando a la mujer.
Los chinos distinguen entre el yin y el yang, que son consi
derados como los principios femenino y masculino y suelen
traducirse como «receptivo» y «expresivo». El yin y el yang
significan literalmente las laderas umbría y soleada de las
montañas y, en ese sentido, no pueden ser considerados como
algo estrictamente separado porque, en la medida en que el sol
atraviesa el cielo, la ladera soleada por la mañana queda en
sombrecida al atardecer. De este modo, los aspectos luminosos
y sombríos se entremezclan y se alternan, yang se convierte en
yin y yin deviene yang.
Según la filosofía china, el yang y el yin son también la pri
mera diferenciación del universo. Al principio sólo existía el
Tao, una totalidad indiferenciada que constituye la unidad de
todas las cosas. De esa totalidad brotaron el yin y el yang que
terminaron dando lugar al surgimiento de toda la infinita va
riedad del mundo.
La distinción hindú entre purusha (el espíritu) y prakriti
(naturaleza), también está relacionada con la distinción entre
masculino y femenino. Purusha es el principio masculino, la
conciencia pura o el espíritu trascendental. Prakriti, por su par
te, es el principio femenino, la procreación, lo que da naci
miento a todas las formas manifiestas en la naturaleza. Este es
el fundamento primordial que da lugar al surgimiento de todo
el universo. Es interesante advertir que, en la filosofía hindú,
el principio masculino es esencialmente pasivo y observador
mientras que el principio femenino, por su parte, es activo y
creador.

34

i
Introducción

Los seres humanos solemos pensar en términos de pares de


opuestos enfrentados. Es por ello que las clasificaciones bipo
lares han sido tan populares a lo largo de la historia. Algunos
de estos pares son los siguientes:

optimista-pesimista día-noche
activo-pasivo sol-luna
ordenado-desordenado caliente- frío
preciso-difuso seco-húmedo
orgulloso-humilde feliz-triste
celestial-terrestre cabeza-corazón
sagrado-profano compasivo-inflexible
verbal-visual nacido una vez-nacido dos veces
lógico-intuitivo dirigido desde dentro-dirigido
pragmático-idealista desde fuera
objetivo-subjetivo cerebro derecho-cerebro izquierdo
tipo A-tipo B pensamiento-sentimiento
introvertido-extravertido

En los últimos años, la distinción entre cerebro derecho y


cerebro izquierdo se ha convertido en algo muy popular. Hay
quienes han intentado clasificar todas las conductas humanas
según estas dos categorías. En el capítulo 9, Springer y
Deutsch nos presentan los últimos descubrimientos realizados
en tomo al tema del distinto funcionamiento interhemisférico.
En mi opinión, la distinción existente entre pensamiento y
sentimiento resulta particularmente útil. El pensamiento y el
sentimiento constituyen, junto a la sensación y la intuición,
dos de los conceptos fundamentales de la tipología cuaternaria
de Jung. Mucho antes de Jung, sin embargo, los filósofos y los
observadores de la naturaleza humana habían distinguido ya
entre el tipo pensamiento y el tipo sentimiento. Muy ligados a
esta diferencia se encuentran los pares objetivo-subjetivo,
compasivo-inflexible y cabeza-corazón.
Hace ya varios años, una de mis alumnas asistió a una con-

35
Introducción

ferencia dada por un renombrado filósofo de la religión. Al día


siguiente de la charla estaba muy preocupada porque le había
desagradado mucho la clasificación de estados místicos que
había presentado el conferenciante ya que el filósofo había
ubicado a la gnosis, o conocimiento místico, en el escalón su
perior del desarrollo místico y al amor en segundo lugar. Al fi
nalizar la conferencia había tratado de hablar de este tema con
él pero se sintió abrumada por el aluvión de razones con las
cuales el conferenciante justificó haber colocado al conoci
miento en primer lugar. Después de escucharla exclamé sin
pensarlo: ¿pero qué es lo que esperabas de un profesional de la
filosofía? Obviamente, para él el conocimiento es un estado
superior. Después de todo, ha dedicado toda su vida al desa
rrollo del intelecto. ¡Un filósofo necesariamente tiene que co
locar al conocimiento en la cúspide de la actividad humana!
En mi opinión, es posible clasificar las distintas tradiciones
místicas del mundo entero en función de la diferencia existen
te entre el pensamiento y el sentimiento y llegar a la conclu
sión de que probablemente existan tradiciones de la cabeza y
tradiciones del corazón. Desde el momento en que establecí
esta distinción la he advertido reiteradas veces. En cualquier
caso, la mayor parte de las tradiciones místicas tienen portavo
ces de ambos tipos. Los grandes poetas místicos, por ejemplo,
son sumamente elocuentes con respecto a la importancia del
amor y de la apertura del corazón a Dios. Para ellos, Dios es
Amor. Los grandes filósofos del espíritu, por su parte, no de
jan de insistir en la importancia del conocimiento. Para ellos,
Dios es la Verdad.
Esta distinción entre el pensamiento y el sentimiento se ha
lla también en la raíz de muchos de nuestros problemas políti
cos. Quienes protestan y acuden a manifestaciones insisten en
que nuestro gobierno se mueve según a ideales democráticos y
valores humanos, y suelen expresar argumentos fuertemente
emocionales con respecto al sufrimiento humano. Los funcio
narios gubernamentales encargados de tomar decisiones políti
cas, por su parte, operan desde la perspectiva del pensamiento

36
Introducción

y suelen asumir una valoración y una lógica impersonales ba


sadas en consideraciones tales como los análisis de los factores
de riesgo y las valoraciones de costes y beneficios. Desafortu
nadamente, sin embargo, la postura de los primeros no es sig
nificativa para los segundos, quienes tienden a juzgarlos como
excéntricos e irracionales. Los primeros, por su parte, acusan a
los funcionarios del gobierno de indiferencia, de falta de cuida
do y de falta de respeto por los demás. Los liberales contestata
rios serían mucho más eficaces si trataran de formular sus ar
gumentos en términos racionales y lógicos que los funcionarios
del gobierno pudieran escuchar y comprender. El continuo con
flicto y la falta de comunicación existente entre estos dos gru
pos ha sido hasta el momento, en nuestra opinión, una discre
pancia basada en diferencias fundamentalmente tipológicas.

Tipologías ternarias

Hay muchos sistemas clásicos temarios. Platón distinguía


tres funciones primarias en los seres humanos, la razón, el sen
timiento y la voluntad (y para referirse a esta última utilizaba
el término griego thymos, que significa literalmente brioso,
como cuando hablamos de un caballo con brío). Platón decía
que utilizamos nuestra voluntad para obligamos a hacer lo que
nuestra razón determina pero nuestro sentimiento evita. La vo
luntad es un aliado fundamental de la razón, porque la razón
no puede vencer sobre el sentimiento sin el concurso de la vo
luntad. Según la función predominante, esta triple distinción
produce tres tipos diferentes de personas.
George I. Gurdjieff, el maestro esotérico que introdujo por
vez primera el eneagrama en Occidente, trabajaba sobre este
modelo platónico. El decía que existen tres tipos de personas,
la física, la emocional y la intelectual, y también afirmaba que
hay tres caminos espirituales fundamentales -diseñados para
cada uno de estos tres tipos- el camino del faquir, el camino
del monje y el camino del yogui.

37
Introducción

El camino del faquir es un camino dirigido a las personas


orientadas físicamente, con una voluntad fuerte, y supone una
disciplina física extaordinariamente rigurosa e incluso, en oca
siones, hasta tortuosa. Ciertos faquires, por ejemplo, pueden
mantener una determinada postura física durante meses o in
cluso años y, gracias a este tipo de disciplina física, terminan
desarrollando una voluntad de hierro.
El camino del monje es el camino de la devoción y de la fe,
y el trabajo a realizar es, en este caso, fundamentalmente emo
cional. Es el camino de quienes tienen una naturaleza fuerte
mente emocional y se basan en el sentimiento. Es muy proba
ble que éste sea el más común de los caminos espirituales de
las tradiciones religiosas de todo el mundo. De este modo, el
monje aprende a desarrollar un amor intenso y profundo hacia
Dios que termina impregnando todos sus pensamientos y todas
sus acciones.
El camino del yogui, por último, es el camino de la mente
y está diseñado para las personas que tienden hacia el funcio
namiento mental. El yogui aprende a meditar, a controlar la
mente y a desarrollar una gran capacidad de concentración. La
experiencia resultante de los profundos estados de conciencia
meditativos propios de este camino termina transformando la
mente del yogui.
Gurdjieff no tomaba estos términos en su sentido literal.
Existen, por ejemplo, escuelas devocionales de yoga cuyos
practicantes siguen lo que Gurdjieff denominaba el camino del
monje y hay también monjes zen, entregados fundamental
mente a la meditación, que siguen el camino del yogui.
Gurdjieff también señalaba que el desarrollo de una sola de es
tas facetas puede terminar conduciendo a una vía muerta. Un
monje, por ejemplo, que tenga una gran devoción pero que carez
ca de discernimiento, puede terminar convirtiéndose en un «santo
estúpido»; un faquir que haya desarrollado la voluntad pero que
adolezca de comprensión no sabrá dónde aplicar la voluntad que
tanto ha desarrollado, y un yogui con una mente controlada pue
de terminar convirtiéndose en una persona débil e indiferente.

38
Introducción

Gurdjieff también habló de la existencia de un cuarto cami


no, un camino que trasciende las diferencias individuales. Se
gún él, los caminos tradicionales del faquir, el monje y el yo
gui implican una renuncia al mundo y una entrega de todo el
tiempo y la energía a una práctica intensa e unilateral. El cuar
to camino es un camino que permanece en el mundo y que tra
ta de aprovechar todas las experiencias de la vida cotidiana
para el desarrollo de uno mismo. El trabajo del cuarto camino
supone, pues, un desarrollo equilibrado en las tres funciones,
cuerpo, corazón y cabeza. En este trabajo resulta fundamental
la presencia de un maestro porque cada estudiante progresa de
manera diferente según su temperamento individual. Gurdjieff
indicó que la tradición mística sufí es el modelo más desarro
llado de una tradición del cuarto camino ya que, desde hace
mil años, los sufíes han estado «viviendo en este mundo pero
sin ser de él».
También podemos encontrar la misma distinción ternaria en
el capítulo 13, en donde William Sheldon nos presenta su ti
pología corporal que diferencia entre los endomorfos, los ecto
morfos y los mesomorfos. La voluntad y la actividad física son
el núcleo fundamental del mesomorfo. El endomorfo se orien
ta hacia las emociones y presta atención a los sentimientos y
sensaciones agradables y placenteras. El ectomorfo, por últi
mo, prefiere la vida del intelecto y obra según el pensamiento
y la razón.
En el capítulo 10, Sandra Seagal y David Home presentan
un moderno similar al anterior que se basa en los principios
mental, emocional y físico en la dinámica humana y que se
han aplicado en una diversidad de situaciones, desde la esfera
individual hasta los sistemas de adiestramiento en el seno de
grandes empresas.
Los tres temperamentos de los que nos habla la medicina
ayurvédica también están relacionados con la tipología de
Sheldon y con el resto de las tipologías ternarias. El tipo vata
(aire-éter) es imaginativo, sensible y rápido, y se corresponde
estrechamente con el ectomorfo; el tipo pitta (fuego-agua) es

39
Introducción

intenso, fuerte y determinado, muy parecido al mesomorfo; el


tipo kapha (fuego-agua), por último, es sólido, estable y tran
quilo, y se parece mucho al endomorfo.
Karen Homey también utiliza una clasificación temaría. En
el capítulo 3, Homey distingue tres tendencias humanas funda
mentales, dirigirse hacia los demás, alejarse de ellos y oponer
se a los demás, y aunque ésta sea una simplificación excesiva,
bien podríamos decir que es probable que el mesomorfo tien
da a oponerse, que el endomorfo tienda a acercarse a los de
más y que el ectomorfo tienda a alejarse de ellos.
Otro sistema tipológico clásico temario nos lo proporciona
la filosofía hindú, que considera que todas las cosas están
compuestas de tres gunas o cualidades fundamentales, tamas,
rajas y sattva. Tamas es la inercia, la tendencia básica a per
manecer igual, rajas es la estimulación, el impulso básico a
actuar, y sattva es la pureza o iluminación. Estas tres tenden
cias se manifiestan en muchas áreas diferentes. Los alimentos
«tamásicos», por ejemplo, son tan fuertes que nos dejan llenos,
somnolientos e incapaces de movemos. Hay alimentos estimu
lantes y «rajásicos» que nos dejan tan nerviosos y excitados
que difícilmente podemos permanecer sentados y mucho me
nos permanecer en calma y relajados. Los alimentos «sáttvi-
cos», por último, nos dejan una sensación de tranquilidad y
calma. Hay personas que tienen estilos de vida altamente «ta
másicos» (es decir, pasivo, tipo saco de patatas), otros son «ra
jásicos» y siempre parecen estar al límite o en movimiento y
otros «sáttvicos», cuyo estilo de vida es calmado o tranquilo.
Un aspecto interesante del sistema de los gunas es que en
tre rajas y tamas existe una relación dialéctica que idealmente
se resuelve en sattva. Esto se opone a la mayor parte de los
sistemas tipológicos en los que cada tipo supone un equilibrio
entre cualidades positivas y negativas. La filosofía hindú abo
ga claramente por la superioridad física, psicológica y espiri
tual de sattva.
Los fundadores de la programación neurolingüística (PNL),
un moderno sistema psicológico, también han desarrollado una

40
Introducción

tipología ternaria. Ellos consideran el funcionamiento humano


según los cinco sentidos porque, después de todo, ésos son los
canales a través de los cuales experimentamos el mundo. Sin
embargo, según la PNL, los sentidos fundamentales son la vis
ta, el oído y el tacto (en el que también incluyen la cenestesia,
que abarca la conciencia de los estímulos tanto internos como
externos).
En la mayor parte de las personas predomina naturalmente
una determinada modalidad sensorial que suele reflejarse en el
tipo de lenguaje que utiliza. Un tipo en el que predomine la
modalidad sensorial, por ejemplo, tenderá a utilizar expresiones
del tipo «demuéstramelo» o «ya veo lo que quieres decir», uno
auditivo dirá probablemente «dímelo» o «te escucho» mientras
que una persona más cenestésica puede decir «déjamelo pro
bar» o «sentir» o «siento que lo que dices es correcto».
Estas diferencias en la preferencia de un canal sensorial so
bre otro pueden suscitar interesantes problemas de relación.
Veamos el caso, por ejemplo, de un hombre cenestésico y una
mujer visual que se sientan juntos. Él, para favorecer la rela
ción, tenderá a acercarse, mientras que ella -y por el mismo
motivo- tenderá a alejarse para verle mejor. Ambos buscan lo
mismo, es decir, establecer un mejor contacto con el otro, pero
desafortunadamente la estrategia que emplea cada uno de ellos
parece tener un efecto opuesto sobre el otro. Este ejemplo
constituye una ilustrativa demostración de la forma en que las
diferencias existentes entre los diferentes tipos humanos puede
beneficiar o dificultar extraordinariamente nuestras relaciones.

Tipologías cuaternarias

Uno de los sistemas cuaternarios más ampliamente utiliza


dos es la tipología hipocrática de los cuatro elementos y de los
cuatro temperamentos. La astrología también se ha basado
desde hace siglos en una tipología basada en los cuatro ele
mentos. En su capítulo sobre la astrología de las relaciones

41
Introducción

(capítulo 19), Liz Greene señala la forma en que los cuatro


elementos nos proporcionan una importante dimensión psico
lógica para comprender la astrología y para comprender tam
bién las relaciones. Greene relaciona los cuatro elementos con
los tipos de Jung. La tierra está relacionada con la sensación,
el agua con el sentimiento, el fuego con la intuición y el aire
con el pensamiento.
El sistema de Jung que habla de pensamiento, sentimiento,
sensación e intuición constituye el más conocido de los siste
mas cuaternarios. Jung postulaba dos dimensiones para su ti
pología, el juicio y la percepción. El pensamiento y el senti
miento son formas de establecer juicios y decisiones. La
sensación y la intuición, por su parte, son formas de acumular
información.
Hay muchos otros sistemas cuaternarios que utilizan el
mismo enfoque identificando dos dimensiones fundamentales
con dos categorías en cada uno de ellos, lo cual puede resu
mirse en una tabla de 2x2.
Juicio

Pensamiento Sentimiento

Sensación

Percepción

Intuición

El sistema de Jung constituye el fundamento del Indicador


de Tipo de Meyers-Briggs, la medida de personalidad más am
pliamente utilizada en todo el mundo. El MBPI añade a las
cuatro funciones típicas de Jung dos nuevos tipos, la percep
Introducción

ción y el juicio. La percepción significa permanecer abierto y


receptivo a nuevos datos y nuevos desarrollos; el juicio, por su
parte, se refiere a silenciar la percepción y lleg a r a una deci
sión con la información de que se disponga. El modelo de Me-
yers-Briggs ha sido utilizado con gran éxito en el mundo em
presarial y educativo y también en el ámbito de la psicología.
El modelo de estilo interpersonal que nos presenta John
Corbett en el capítulo 11 se basa en el sistema del estilo social
de Wilson, un sistema muy utilizado en el mundo empresarial.
Las dos dimensiones fundamentales de este sistema son la do
minancia y la sociabilidad. Una persona que puntúe muy alto
en la primera dimensión es calificada como «dominante» mien
tras que quien puntúa muy bajo es llamado «sumiso». El que
puntúa alto en sociabilidad, por su parte, es llamado «sociable»
y el que puntúa bajo «reservado». El líder directivo, también
llamado «guía», es dominante y reservado; el líder colaborador,
o tipo expresivo, es dominante y sociable: el tipo deliberativo
también conocido como analítico, es reservado y complaciente
y el consejero o amable es sociable y complaciente.
El hecho de tomar conciencia del estilo de nuestros emplea
dos puede facilitar la comunicación y ayudamos, de ese modo,
a establecer un equipo de trabajo más eficaz.

Dominancia

Complaciente Dominante

Reservado Deliberativo Directivo

Sociabilidad

Sociable Consejero Colaborador

43
Introducción

Tipologías de cinco elementos

Las teorías chinas y las tibetanas no hablan de cuatro ele


mentos sino de cinco. El primero de ellos habla de la tierra, del
agua, del fuego, del metal y de la madera; el sistema tibetano,
por su parte, habla de la tierra, del agua, del fuego, del aire y
del éter.
El entrenamiento y el desarrollo interno pueden permitimos
entrar en el dominio del espacio, de la libertad y la flexibilidad
y facilitar así el acceso inmediato a todos los elementos.
En el capítulo 12 Blake y Mouton nos presentan una tipo
logía del liderazgo. Este sistema comparte la misma estructura
bidimensional de muchos sistemas cuaternarios. Las dos di
mensiones subyacentes se refieren a la preocupación por los
demás y a la preocupación por la producción. El directivo «de
equipo» puntúa alto en ambas dimensiones, el «autoritario» lo
hace alto en dirección y bajo en el factor humano, el «empo
brecido» es bajo en ambas y el «club de campo» demuestra un
elevado interés por la gente y bajo en producción. El quinto
tipo -el directivo «a mitad de camino»- cae exactamente en
medio de ambas dimensiones y es moderado con respecto a la
gente y también con respecto a la productividad. Este último

Producción

Poco Interés Mucho Interés

Dirección Dirección
Mucho Interés <<club de camP0>> <<de equipo»
Dirección

Dirección «Autoridad-
Poco Interés «empobrecida» sumisión»
Introducción

tipo se ubica exactamente en medio de la tabla de 2x2. En este


modelo el tipo central no es mejor que ninguno de los otros
sino que simplemente representa el trasfondo medio de las di
mensiones subyacentes que generan los tipos.
Quizás el uso de este tipo de mapas en el mundo empresa
rial pueda ayudar a maximizar tanto los beneficios como la sa
tisfacción de los trabajadores.

Tipologías senarias

En este libro también presentamos una tipología senaria, el


sistema de la Rueda de las Diosas, que Jennifer y Roger Wo-
olger presentan en el capítulo 6. La Rueda de las Diosas está
compuesta de tres pares de diosas griegas: Hera y Perséfone,
Atenea y Artemisa y Afrodita y Deméter, que configuran, to
das ellas, un arquetipo fundamental, la Gran Madre. Estos tres
pares representan las dimensiones básicas de independencia,
poder y amor, y cada una de ellas tiene un aspecto introvertido
y un aspecto extravertido.
Atenea y Artemisa son mujeres independientes y podero
sas. Atenea es más extravertida, disfruta de la compañía de los
demás y tiene una atareada vida urbana. Artemisa, en cambio,
prefiere la quietud y soledad del bosque. Hera y Perséfone son
reinas y representan el poder. Hera es la reina de los cielos, es
extravertida y está interesada por el mundo externo mientras
que Perséfone, por su parte, es la reina del mundo subterráneo
y prefiere el mundo psíquico, el mundo de los espíritus y de la
intuición. Deméter representa el amor de una madre por sus hi
jos mientras que Afrodita, por su parte, es la amante extraver
tida que ama (sin ser la madre) al adulto más que al niño.

Independencia Poder Amor


Extravertida Atenea Hera Afrodita
Introvertida Artemisa Perséfone Deméter

45
Introducción

Cada mujer presenta una cierta combinación de energías ‘


divinas en un determinado momento. Los cambios vitales cul«
tienden a conjurar la presencia de una o más diosas en la mu- Tan
jer. Es muy probable, por ejemplo, que Afrodita, aparezca en los
la luna de miel (¡al menos eso esperamos!) y que Deméter cié;
haga lo propio con ocasión del nacimiento de un hijo. Los tur
Woolger han organizado a las seis diosas de la Rueda de las en<
Diosas en tomo a un centro ocupado por el arquetipo subya
cente de la Gran Madre, el símbolo de la unidad trascendente sal
de todas las diosas. Cuanto más íntimamente en contacto esté kr;
una mujer con una de las diosas más próxima, se hallará tam- de
bién a la Gran Madre del centro, en la que confluyen todas las Qu
diosas.
tr;
o<
Tipologías septenarias tu
P!
Este libro presenta también un ejemplo de una tipología
septenaria, los siete chakras de la psicología yogui hindú. En
cierto modo, se trata simplemente de una versión más sofisti- 1
cada de los sistemas bipolares porque los siete chakras suelen
dividirse en chakras superiores y chakras inferiores. Los tres
chakras inferiores -ubicados en la base de la columna, bajo el '
ombligo y a la altura del ombligo- están relacionados con los 5
asuntos mundanos. Los tres chakras superiores -localizados en (
la garganta, el entrecejo y la coronilla-, por su parte, están re- 1
lacionados con cuestiones espirituales. El cuarto chakra, ubi
cado en el pecho, constituye el fulcro, el puente que conecta
los chakras superiores e inferiores.
Como dice Ram Dass, el primer chakra está relacionado
con la supervivencia, el segundo con la sexualidad y el tercero
con el poder. Esto forma parte de la configuración psicológica
fundamental de todo ser humano aunque alguien que esté fija
do en el segundo chakra, por ejemplo, lo percibirá todo en tér
minos de sexualidad. La teoría freudiana constituye un buen
ejemplo de una psicología propia del segundo chakra.

46
I
Introducción

El cuarto chakra es el chakra del corazón, el punto de arti


culación entre los chakras inferiores y los chakras superiores.
También es el nivel en el que comenzamos a encontramos con
los arquetipos junguianos y con el inconsciente colectivo. En
cierto modo la vida espiritual comienza realmente con la aper
tura del chakra del corazón y el principio del ascenso de la
energía psíquica hacia los chakras superiores.
El quinto chakra está ligado a la percepción de los estados
sutiles y de los niveles superiores de conciencia. El sexto cha
kra está relacionado con la percepción de la verdad y con el
desarrollo de la sabiduría. El séptimo chakra, por último, tiene
que ver con la unificación entre el individuo y el universo.
Los estados relacionados con los tres chakras superiores
trascienden las creencias básicas de la psicología tradicional
occidental. Para comprender estos niveles superiores de la na
turaleza humana debemos recurrir a disciplinas tales como la
psicología transpersonal y la psicología de la conciencia.

Tipologías de ocho

Jung siempre subrayó la importancia tipológica de la intro


versión y de la extraversión, dos dimensiones que, sumadas a
sus cuatro tipos, hacen un total de ocho tipos fundamentales
(como el introvertido-intuitivo-sentimiento y el extravertido-
pensamiento-sensación, por ejemplo). Veamos:
Juicio Juicio
Pensamiento Sentimiento Pensamiento Sentimiento

Sensación Sensación

Percepción Percepción

Intuición Intuición

Introvertido Extavertido
47
Introducción

El concepto de introvertido y extravertido nos proporciona


una distinción bipolar extraordinariamente útil que tiñe fuerte
mente las cuatro funciones junguianas. Así, por ejemplo, el
tipo extravertido-sensación suele tender a prestar fácilmente
atención a los detalles y es probable que sean buenos conta
bles, mientras que el tipo sensación-introvertido, por su parte,
es más perceptivo a lo que ocurre en su interior y no es pro
bable que sea tan consciente de lo que ocurre externamente.
Una de mis alumnas de psicología era del tipo sensación-
introvertido y solía decir cosas tales como «no sé lo que pasa
con tal cliente pero mi estómago parece alegrarse cuando toca
mos ciertos temas». En la medida en que comenzó a confiar en
esta especie de termómetro psíquico interno terminó convir
tiéndose en una terapeuta extraordinariamente eficaz. Su estó
mago era uno de sus principales guías internos y era muy sen
sible a los más pequeños cambios de matiz de sus clientes
aunque no tuviera conciencia de lo que estaba haciendo.

Tipologías de nueve

El sistema de nueve elementos del eneagrama puede ser


considerado como un sistema dividido en tres partes (cada
una de las cuales incluye una serie de subtipos diferentes). A
fin de cuentas, el eneagrama está basado en un sistema tema
rio de mente, emoción y cuerpo, lo cual no resulta sorpren
dente, dado que se origina en la enseñanza de Gurdjieff. Tres
de los nueve tipos enegramáticos están orientados hacia la
mente («cinco», «seis» y «siete»), otros tres están orientados
hacia al cuerpo físico o la voluntad («ocho», «nueve» y
«uno») y los tres restantes están orientados hacia el senti
miento («dos», «tres» y «cuatro»). Dentro de cada uno de los
grupos, la tendencia está superdesarrollada en uno de los ti
pos, infravalorada en otro y un tercero no tiene nada que ver
con esa orientación.
Introducción

Tipologías de doce

La astrología constituye una de las métodos más antiguos


utilizados por los seres humanos para tratar de explicar las di
ferencias de personalidad. La mayor parte de las culturas anti
guas, entre las cuales destacamos la egipcia, la griega, la hin
dú, la china y la maya, han desarrollado un tipo u otro de
sistema astrológico.
Aparte de los doce signos del zodiaco, un determinado tipo
astrológico está modulado por la posición de los planetas, del
sol, de la luna y también de las doce casas (es decir, de las
doce divisiones de la carta astral). Las doce casas se forman al
dividir la carta astral circular del individuo en cuatro cuadran
tes, cada uno de los cuales, a su vez, se encuentra dividido en
tres subsecciones de treinta grados. En el capítulo 19, Liz Gre
ene interpreta los cuatro cuadrantes en función de la tipología
junguiana de pensamiento, sentimiento, sensación e intuición.
El zodiaco fue postulado clásicamente por vez primera por
el gran astrólogo egipcio Ptolomeo, quien proporcionó así el
principal fundamento de la astrología occidental. Según este
sistema, los signos del zodiaco están relacionados con doce
constelaciones en la medida en que la Tierra pasa por delante
de cada una de ellas. Cada uno de los doce signos del zodiaco
representa así una forma diferente de poder y energía que pue
de agruparse en tomo a las cuatro estaciones. Así, se habla de
signos primaverales (Aries, Tauro y Géminis), de signos esti
vales (Cáncer, Leo y Virgo), de signos otoñales (Libra, Escor
pio y Sagitario) y de signos invernales (Capricornio, Acuario y
Piscis). Los primeros signos de cada grupo estacional (Aries,
Cáncer, Libra y Capricornio) son llamados signos cardinales y
están relacionados con la creación y la generación de poder.
Los segundos (Tauro, Leo, Escorpio y Acuario), se denominan
signos fijos y tienen que ver con la concentración de poder.
Los terceros, por último, de cada estación (Géminis, Virgo,
Sagitario y Piscis), son conocidos como signos mutables y tie
nen que ver con la distribución del poder. En el mencionado

49
capítulo 19laconocidaastrólogayanalistajunguianaLiz Gre-
ene también describe las diferentes relaciones existentes entre
estos signos.
La astrología china también habla de doce tipos. El calen­
dario lunar chino -que data del año 2637 antes de JC- es el
más antiguo registro cronológico conocido de la historia. Los
doce años del zodiaco chino están relacionados con doce ani­
males. Según dice la leyenda, sólo doce animales se despidie­
ron de Buda antes de que abandonara la tierra y él iba nom­
brando un año tras otro en el mismo orden en el que iban
desfilando: rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo,
camero, mono, gallo, perro yjabalí. En el capítulo 20, Theo-
dora Lau afirma que, según la astrología china, el animal que
gobierna el añode nuestronacimiento ejerce unapoderosa in­
fluenciasobrenuestravida. Segúnunantiguoproverbiochino,
éste es el animal que se oculta ennuestro corazón.
La astrología terrestre nativa americana también está basa­
daenuncalendariolunar. SunBear yWabunseñalan, enel ca­
pítulo 21, que cada una de las cuatro estaciones está asociada
con una de las cuatro direcciones cardinales, la hora del día y
un animal. Así, el invierno está ligado al norte, la noche y el
búfalo blanco; la primavera al Este, la mañana y el águila; el
verano al Sur, el mediodía yel coyote y el otoño, por último,
al Oeste, la tarde y el oso pardo. Además, cada mes tiene su
propio animal, planta, mineral ycolor.

EL TRABAJOCONLOS SISTEMAS
TIPOLÓGICOS
El extraordinario interés que han despertado sistemas tales
como la astrología, el eneagrama y la tipologíajunguiana re­
fleja nuestra comprensión intuitiva de la existencia de impor­
tantes diferencias cualitativas entre las personas. Es por ello
que cualquier teoríaque intente tratar alas diferentes personas
del mismo modo está condenada a tener una utilidad práctica
50
limitada. Las diferentes teorías tipológicas asumen que la va­
riabilidad aparentemente azarosa existente en la conducta hu­
mana no es tan azarosa comoparece sino que se basa enunas
pocas diferencias básicas en nuestro funcionamiento, lo cual
nos proporciona un atisbo de orden en medio del caos, una
pauta enel senode ununiverso aparentemente arbitrario.
El hecho de que ningún sistema tipológico concreto haya
recibidouna aclamaciónuniversal comoel enfoque más exac­
to y útil debe suponer que los sistemas tipológicos más acep­
tados sonútiles para determinadas personas. Tal vez un deter­
minado sistemapueda proporcionar explicaciones interesantes
para una determinada persona en un momento dado y otro
pueda hacerlo para otra -o para esa misma persona- en otro
momento. Así pues, más que decantamos por un sistemaypor
renunciar a todos los demás, creemos que el enfoque más útil
es el de considerar que todas las tipologías son herramientas
potencialmente útiles y que, como ocurre con cualquier otra
herramienta, lo único que debemos saber es cuándo y cómo
utilizarlas más adecuadamente.
Si queremos tomamos enseriolanocióndetipologíadebe­
mos suponer que es muy probable que nuestro tipo humano
nos lleve a preferir un cierto sistema tipológico sobre los de­
más. Así, por ejemplo, es más probable que alguienque seha­
lle fuertemente orientadohacia el pensamientoprefiera un sis­
tema intelectual sofisticado y complejo mientras que alguien
que seamuyperceptivo seinclinará hacia otro sistema que in­
cluya una minuciosa descripción de las diferencias existentes
entre los diferentes tipos.
He descubiertoque lamejor manera de trabajar consiste en
apoyarse parcialmente en todos y cada uno de los sistemas ti­
pológicos. Los distintos tipos quenos presentaundeterminado
sistema se acomodan mejor a ciertas personas que a otras, en
otras palabras, hay personas que parecen ser «escorpios»,
«INFP» junguianos o «nueves» eneagramáticos. Algunas ve­
ces, uncierto sistemaparece acomodarse aundeterminadoin­
dividuocomoun anillo al dedo. Sinembargo, aunentales ca­
51
Introducción
sos, el ajusteesprobablementemejor enciertos días, oencier­
tos años, queenotros. Tengoserias dudas deque una determi­
nada descripciónindividual de untipo se adecúe perfectamen­
te auna determinadapersona, especialmente enel casode que
el individuo haya alcanzado un determinado grado de creci­
mientopersonal ode desarrollo interno.
Creoquecuantomás nos desarrollamos ycuantomás cons­
cientes somos, menos nos acomodamos a nuestro tipo de ori­
gen. Hayque tener encuenta que lamayor parte de las teorías
tipológicas al uso han sido desarrolladas observando a un nú­
mero considerable de personas y que la mayoría de la gente,
lamentablemente, no es muy consciente de sí misma y su de­
sarrollo interno es relativamente pobre. Así pues, en la medi­
daenque crecemos psicológicayespiritualmente tambiénva­
mos escapando de nuestra determinación tipológica. Hay
sistemas que afirmanque nuestro tipo está determinado cons­
titucionalmente y que es imposible escapar de su influjo, que
ése es nuestro destino; otros afirman que es imposible tras­
cender nuestro tipo; otros, por último, como los Woolger, por
ejemplo, nos presentan sistemas en los que podemos despla­
zamos de nuestrotipooriginal yalcanzar untipomás profun­
doycentral.
Otro problema que acompaña a los distintos sistemas tipo­
lógicos es su elevado poder seductor. Ciertamente, un buen
sistema tipológico puede ser extraordinariamente útil para or­
ganizar y resumir una gran cantidad de información práctica
sobre nosotros mismos y sobre los demás. Sin embargo, tam­
biénes extraordinariamente sencillometer aalguienenunaca-
jita olvidandoque se trata de un individuoúnico yreal. Ental
caso, la etiqueta se convierte entonces enun sustituto que nos
impide ver a los demás comorealmente son.
Desafortunadamente, sinembargo, algunas personas consi­
deran que los sistemas tipológicos tienen la última palabra.
Quizás la falta de confianza en sí mismos les lleve a pensar
que todas las respuestas importantes estánenunciertosistema
yque seránmejor comprendidos si sepresentantotalmentene­
52
gros ytotalmente blancos yhacentodoloposible por adaptar­
se a ese sistema. En ocasiones sentimos que somos los culpa­
bles de no ajustamos perfectamente a un sistema sin tener en
cuenta que el fallopuederesidir enel mismo sistemayque no
existeningúnsistemaque seadapteperfectamentebienatodas
las personas.
Cuando alguien se identifica excesivamente conuna deter­
minada tipología comienza a creer «yo soy un capricomio» o
que «yosoy un “cinco”». Enrealidad, sería más adecuado de­
cir que «la descripción de capricomio se adapta mejor a mis
pautas deconductayme ayudaacomprenderme amí mismo».
Esto, al menos, deja lapuerta abierta a otras posibilidades.
Enciertomodo, nosotros somos todos los tipos decadauno
de los sistemas. Todos nosotros compartimos fundamental­
mente el mismo instrumental. Las diferencias fisiológicas
existentes entre nosotros pueden ser reales pero son funda­
mentalmente una cuestión de grado. Por ejemplo, algunos de
nosotros hemos nacidozurdos yotros diestros, unaconsecuen­
cia, segúnlamoderna investigacióncerebral, de ladistintado­
minancia hemisférica, ya que si el hemisferio dominante es el
derecho, la persona será zurda yviceversa. La mayor parte de
las personas eligen utilizar sumanopreferida, locual refuerza
sutendenciainnata. Noobstante, es posible que alguienapren­
daautilizar sumanonodominanteyque ellolereporteunde­
sarrollo considerable de nuevas habilidades. Esto podemos
verlo, por ejemplo, en aquellos casos en que la mano domi­
nante sufre una lesión yel individuo tiene que aprender a tra­
bajar conla otra mano.
Tal vez sea correcto decir «yo soy zurdo» pero con esta
afirmaciónrealmente estamos queriendo decir que «me siento
mucho más cómodo y mucho más competente utilizando mi
manoizquierday probablemente me sentiríamuchomenos có­
modo y mucho menos eficaz si decidiera utilizar la derecha»,
lo cual es algo muy distinto a afirmar «sólo puedo utilizar mi
mano izquierda ynopuedo ni siquiera comprender a los dies­
tros (ymucho menos funcionar eficazmente con mi mano de-
53
Introducción

recha)». Esta última actitud es uno de los principales peligros


que acechan al uso de las tipologías.
Ciertos tipos parecen acomodarse mucho más a nosotros
que a los demás. Sin embargo, por lo que sabemos sobre el es
tudio de la sombra, es frecuente encontrar, en aquellas pautas
que más ajenas nos parecen, un gran potencial creativo. Por
decirlo de otro modo, en cada tipo sentimiento-introvertido
existe un tipo pensamiento-extravertido anhelando expresarse
y cada muscular-atlético oculta en su interior a un sensitivo-in-
telectual.
En cualquier caso, creo que resultará imposible que el lec
tor se resista a la tentación de buscar su propio tipo en la me
dida en que avance su lectura en cada uno de los capítulos. No
estará, por ello, de más, recordar que cualquier ser humano es
mucho más rico y complejo que un determinado tipo y que
igualmente podríamos encontrarnos a nosotros mismos en
cualquier otra parte de este libro.
PRIMERA PARTE:

TIPOLOGÍAS PSICOLÓGICAS
í

>

i
Lainfluencia de SigmundFreud, el fundador del psicoaná­
lisis acomienzos deeste siglo, ha sidodecisivasobretodos los
que, desde entonces, hanescrito sobrepsicologíahumana. Las
distintas teorías tipológicas que presentamos en esta sección
estándirectamente inspiradas enla obra de Freud.
Freud observó que sus pacientes presentaban una serie de
características comunes yterminódesarrollandouna teoría so­
bre el carácter. Advirtió, por ejemplo, que el orden, laobstina­
ción y la avaricia no sólo parecían estar relacionados entre sí
sino también con los problemas infantiles ligados al aprendi­
zaje del control de los esfínteres. Amedida que el psicoanáli­
sis fue desarrollándose, Freud cambió su foco atencional des­
delos síntomas individuales alaobservacióndelos temas yde
las pautas que mostraban sus pacientes.
Freud llegó a creer que la forma que asume lapersonalidad
está determinada por el modo en que el individuo resuelve los
conflictos conlos que tropiezaenlos estadios evolutivos psico-
sexuales desuinfancia, alosquedenominóestadios oral, anal y
fálico. Éstos tienenlugar durantelosprimeros tresocuatroaños
devidayvanseguidosporunperíododelatenciaquefinalizaal
llegar a la adolescencia. Después del período de latencia, un
adultosanoymaduroterminaentrandoenel estadiogenital.
Estos estadios psicosexuales del desarrollotambiénpueden
ser considerados como distintos tipos de personalidad ya que
si alguienqueda estancadoenundeterminadoestadioevoluti­
vo, este estadioacabadeterminando, enciertomodo, superso­
nalidad. O, como señaló Freud, un individuo puede permane­
cer fijado a un determinado estadio temprano del desarrollo
aunque sigaevolucionandohacia otros estadios.
57
Tipologías psicológicas

La principal diferencia existente entre las «teorías estadio»


y las «teorías tipo» es que estas últimas suelen concluir que es
tamos destinados a permanecer estancados en un determinado
tipo durante toda la vida. Las teorías estadio, por su parte, se
apoyan en otra creencia diferente y afirman que en el curso del
desarrollo humano natural vamos transitando de un estadio al
siguiente. En cualquier caso, ambos enfoques describen pautas
de pensamiento, de sentimiento y de conducta relativamente
estables que pueden servimos para diferenciar a determinados pe:
grupos de personas. ne
Freud creía que la fijación de la personalidad tiene lugar de
cuando el niño recibe muy poca o excesiva gratificación en un la
determinado estadio de su desarrollo, una fijación que termi tr<
nará dando lugar a un carácter o tipo de personalidad concre er
tos. El tipo oral, por ejemplo, suele estar preocupado por la co se
mida, la bebida o el tabaco y habitualmente es muy optimista, ti]
crédulo y pasivo o, por el contrario, muy pesimista, suscepti si
ble y manipulador. El tipo anal, por su parte, tiende a ser taca P
ño o supergeneroso, constreñido o expansivo, obstinado o su é
miso, obediente o desordenado, rígidam ente puntual o 1<
compulsivamente impuntual. El tipo fálico suele ser muy vani e
doso o se odia a sí mismo, orgulloso o humilde, insolente o tí
mido. Los tipos genitales son adultos maduros que, como de
cía muy elocuentemente Freud, han desarrollado una adecuada
capacidad para el amor y el trabajo. Las observaciones de
Freud con respecto a los tipos caracteriales oral, anal, fálico y
genital no sólo han acabado logrando una amplia aceptación
en nuestra cultura sino que también han inspirado a muchos
otros psicólogos a desarrollar tipologías similares.
Erik Erikson -el más conocido y leído de los teóricos post-
freudianos- ha ampliado la teoría freudiana del desarrollo infan
til temprano hasta llegar a abarcar todos los estadios de la vida.
En una clásica exposición de los estadios tempranos del desarro
llo, Erikson subraya que no sólo aprendemos respuestas concre
tas al medio, como sugería Freud, sino que desarrollamos un es
tilo completo de interacción con el mundo que nos rodea.

58
i
Introducción

Karen Homey, otra brillante postfreudiana, fue pionera en


la investigación de los aspectos sociales y culturales de la per
sonalidad y una de las fundadoras del movimiento de autoayu-
da en psicología. Al igual que Erikson, Homey ha ampliado la
visión freudiana de la tipología del carácter a pautas generales
que pueden ser claramente observadas en la población normal
y también de forma exagerada en los neuróticos.
En el capítulo 3, Homey identifica tres tipos diferentes de
personalidad, los que se acercan a los demás, quienes se opo
nen a ellos y quienes se alejan de los demás. Estas tres ten
dencias están relacionadas con las tres funciones platónicas de
la razón, la emoción y la voluntad y también con los tres cen
tros -cabeza, corazón y vientre- de los que habla la tipología
eneagramática. El tipo que se mueve hacia los demás centra la
solución a sus problemas vitales en el amor y las relaciones. El
tipo que se opone a ellos intenta dominarles y controlarles y
subraya la importancia de la seriedad, el esfuerzo y la voluntad
para hacer frente a la vida. El tipo que se aleja de los demás
elige la intimidad, la independencia y la desidentificación inte
lectual y trata de convertirse en un observador distanciado, un
espectador que es capaz de considerar a la vida como un dra
ma representado por los demás.
Esta breve revisión de las tipologías psicológicas está lejos
de ser completa. Alfred Adler, un colega de Freud, identifica
ba el orden de nacimiento como una variable importante en la
determinación del tipo humano. En su opinión, el primogénito
tiende a ser maduro y responsable y es muy probable que aca
be convirtiéndose en el ayudante de su madre. De la misma
manera, es muy probable también que los hijos menores se
conviertan en la distracción de la familia y sean, por ello, indi
viduos encantadores y menos dispuestos a asumir sus respon
sabilidades.
Esta sección nos ofrece, en suma, una introducción a las ra
íces del pensamiento tipológico en el campo de la psicología.

59
1. TIPOS CARACTERIALES:
ORAL, ANAL, FÁLICO Y GENITAL

Sigmund Freud

Sabemos, pues, que no existe un único instinto sexual que


sea, desde un principio, el sustrato de la tendencia hacia el ob
jetivo de la función sexual: la unión de las dos células sexua
les. Muy al contrario, existe gran cantidad de instintos parcia
les, procedentes de distintos lugares y regiones del soma, que
tienden a su satisfacción con relativa independencia entre sí y
que encuentran tal satisfacción en algo que podemos llamar
«placer orgánico». Los genitales son las últimas de estas «zo
nas erógenas» y a su placer orgánico no podemos ya negarle el
nombre de placer «sexual». En cualquier caso, en la organiza
ción definitiva de la función sexual no son asumidos todos los
impulsos que tienden al placer.
La primera de estas fases «pregenitales» es, según nuestra
terminología, la fase oral puesto que en ella, en consonancia
con la forma en que es alimentado el niño de pecho, la zona
erógena dominante es la bucal, a la que podemos considerar,
pues, como la actividad sexual propia de este período de la
vida. En un segundo estadio, y ciertamente ligado a la salida
de los dientes, el fortalecimiento de la musculatura y la adqui
sición de dominio sobre la función de los esfínteres, pasan a

60
Tipos caracteriales: oral, anal, fálico y genital

primer término los impulsos sádicos y anales. Precisamente en


esta fase de la evolución hemos descubierto muchos detalles
interesantes. En tercer lugar aparece la fase fúlica, en la cual
destaca la evidente importancia para ambos sexos del miembro
masculino y de su correlato en las niñas. Por último, reserva
mos el nombre de fase genital a la organización sexual defini
tiva, que se constituye después de la pubertad, y en la que el
genital femenino logra la consideración que el genital mascu
lino hubo de conquistar mucho antes.
Nuestra actitud ante las fases de la organización de la libi
do ha cambiado, en general, un poco. Si antes acentuábamos
fundamentalmente la forma en que cada una de ellas se desva
nece al iniciarse la siguiente, ahora atendemos preferentemen
te a los hechos, que nos muestran cuánto de cada fase anterior
perdura, junto y detrás de las estructuras anteriores, y logra
una representación permanente en la economía de la libido y el
carácter de la persona.
Hemos podido estudiar con detalle las transformaciones del
instinto y otros procesos semejantes en el erotismo anal y en
las excitaciones de las fuentes de la zona erógena anal y nos ha
sorprendido comprobar las múltiples aplicaciones de estos im
pulsos instintivos. No resulta nada fácil liberarse del menos
precio que ha recaído precisamente en esta zona a lo largo del
curso de la evolución. Dejemos, pues, que Abraham nos re
cuerde que el ano corresponde embriológicamente a la boca
primordial, que ha ido emigrando hasta el final del intestino.
Hemos descubierto que, con la desvalorización de excretas
propias, de los excrementos, el interés instintivo procedente de
fuentes anales se transfiere a objetos que pueden ser ofrecidos
como un regalo. Y ello con razón puesto que las excretas fue
ron el primer regalo que el niño de pecho pudo hacer, la pri
mera cosa de la que le fue posible desprenderse por amor a su
madre o nodriza. Luego, análogamente a lo que sucede con el
cambio de significados a través del idioma, este interés prima
rio por los excrementos se convierte en la estimación del oro y
del dinero y procura también su aportación a las catexias afec-

61
Tipologías psicológicas

tivas de niño y pene. Todos los niños que permanecen fieles


por mucho tiempo a la teoría de la cloaca están convencidos de
que el bebé es parido por el intestino, como un trozo de excre
mento; la defecación es el prototipo del acto del parto. Pero
también el pene tiene su precursor en el cilindro fecal que lle
na y excita la mucosa del intestino. Cuando el niño descubre,
bien a pesar suyo, que existen seres humanos que no poseen
tal miembro, el pene les parece algo separable del cuerpo y ad
quiere así una indudable analogía con el excremento, que fue
el primer trozo de su cuerpo al que hubieron de renunciar. De
este modo, una parte considerable del erotismo anal queda
convertida en carga afectiva del pene, pero el interés por esta
parte del cuerpo tiene, además de una raíz erótico-anal, una
raíz oral, quizás más poderosa aún, ya que cuando el amaman
tamiento llega a su fin, el pene pasa a ser el heredero del pe
zón de la madre.
Si ignoramos estas relaciones abisales es imposible que nos
orientemos en las fantasías de los seres humanos y en sus aso
ciaciones, tan influidas por lo inconsciente y el lenguaje sinto
mático. En tales dominios, los conceptos heces-dinero-regalo-
niño-pene tienen una significación idéntica y son
representados por los mismos símbolos.
En el curso de tales estudios de las fases pregenitales de la
libido hemos logrado también algunos atisbos nuevos sobre la
formación del carácter. Nuestra atención ha recaído sobre una
tríada de cualidades que aparecen juntas con cierta regulari
dad: el orden, la economía y la obstinación, y del análisis de
tales personas hemos deducido que estas cualidades arraigan
en la retención y otros usos del erotismo anal. Hablamos así,
pues, de un carácter anal cuando hallamos tal conjunción y en
cierto modo oponemos el carácter anal al erotismo anal no ela
borado. También hemos descubierto una relación semejante,
quizás más firme todavía, entre la ambición y el erotismo ure
tral. Una singular alusión a este vínculo nos lo muestra aquella
leyenda según la cual Alejandro Magno nació en la misma no
che en que cierto Eróstrato, movido por el ansia de gloria, in

62
Tipos caracteriales: oral, anal, fálico y genital

cendió el admirado templo de Artemisa, en Éfeso. Así, parece


que los antiguos no eran tan inconscientes de esa relación. Sa
béis ya la múltiple conexión del acto de orinar con el fuego y
su extinción. Naturalmente, esperamos que también otras cua
lidades del carácter se nos muestren como precipitados o pro
ductos reactivos de determinadas estructuras pregenitales de la
libido.

63
2. TRES MODALIDADES DE
PERSONALIDAD: OBTENER,
TOMAR Y HACER

Erik Erikson

LA BOCA Y LOS SENTIDOS

El primero de tales encuentros se produce cuando se pone


al recién nacido -que ahora está privado de su simbiosis con el
cuerpo materno- frente al pecho de su madre. Su capacidad
congénita y más o menos coordinada para incorporar a través
de la boca se encuentra así con la capacidad más o menos co
ordinada y la intención del pecho, la madre y la sociedad, de
darle la bienvenida y alimentarlo. En este momento, el bebé
vive a través de la boca y ama con ella, y la madre hace lo
mismo con los senos. Para ella, esto depende en gran medida
del amor que pueda recibir de los demás, de la autoestima que
acompaña al acto de amamantar y de la respuesta del recién
nacido. Para este último, en cambio, la zona sólo constituye el
foco de una modalidad primordial general de acercamiento, a
saber, la incorporación. Ahora depende directamente de la en
trega de todo tipo de «substancias» a las mismas puertas re
Tres modalidades de personalidad: obtener, tomar y hacer

ceptivas de su organismo. Durante unas pocas semanas, por lo


menos, sólo puede reaccionar cuando el material es introduci
do dentro de su campo de acción. Puesto que quiere y puede
succionar objetos adecuados y tragar todos los líquidos ade
cuados que aquéllos producen, también pronto puede y quiere
«incorporar» con sus ojos lo que aparece en su campo visual.
(Y, como si estuviera ya casi en condiciones de asir también
objetos, abre y cierra el puño cuando se lo estimula adecuada
mente.) También su sentido del tacto parece incorporar todo
aquello que siente como bueno.
A medida que el niño amplía su radio de percepción, coor
dinación y responsabilidad, tropieza con los patrones educati
vos propios de su cultura y así aprende las modalidades bási
cas de la existencia humana, cada una de ellas en forma
personal y culturalmente significativa. Estas modalidades bási
cas están admirablemente expresadas en el inglés «básico» que
resulta tan preciso cuando se trata de definir patrones interper
sonales. Es muy consolador, por lo tanto, en esta circunstancia,
poder recurrir a algunas de las palabras inglesas más simples
en lugar de inventar nuevas combinaciones de términos lati
nos.
Obtener significa recibir y aceptar lo que nos es dado. Esta
es la primera modalidad social que se aprende en la vida; y pa
rece más simple de lo que en realidad es, pues el vacilante e
inestable organismo del recién nacido sólo puede adquirir di
cha modalidad cuando aprende a regular sus sistemas orgáni
cos de acuerdo con la forma en que el medio material organi
za sus métodos de cuidado infantil.
Cabría decir (algo místicamente, sin duda) que al obtener
así lo que se le da, y al aprender a conseguir que alguien haga
lo que él desea, el niño desarrolla también el fundamento yoi-
co necesario para llegar a ser un donador. Cuando esto fraca
sa, la reciprocidad desaparece y la situación se desbarata en
una variedad de intentos por controlar a través de la compul
sión y la fantasía. El niño intentará obtener mediante una acti
vidad azarosa lo que no puede conseguir a través de la succión

65
Tipologías psicológicas
la
central; se agotará o descubrirá su pulgar y maldecirá al mun Pe
do. También la madre tratará de forzar las cosas, introducién zo
dole a la fuerza el pezón en la boca, modificando ansiosamen mi
te las horas y las formas de lactancia o siendo incapaz de ra
relajarse durante el procedimiento -inicialmente doloroso- de de
la lactancia.
Ahora bien, en una segunda etapa, se desarrolla y madura er
la capacidad para asumir una actitud más activa y dirigida y el jjé
placer derivado de ella. Aparecen los dientes y, con ellos, el n
placer inherente a morder cosas duras, que no ceden a la pre- cj
sión, a morder objetos blandos y a destrozar otros con los a
dientes. Mediante una representación configurativa podemos q,
ver (como ocurría con la primera modalidad incorporativa) 0(
que la modalidad correspondiente a morder incluye una diver- j-¡
sidad de otras actividades. Los ojos, que al comienzo forman
parte de un sistema relativamente pasivo de recepción de im
presiones a medida que aparecen, ahora han aprendido a enfo- £
car, a aislar, a «captar» objetos, a rescatarlos de un fondo más y
vago y a seguirlos con la mirada. También los órganos de la
audición han aprendido a discernir los sonidos significativos, a
localizarlos y a dirigirse hacia ellos modificando la posición de c
su cabeza (levantando y girando la cabeza o levantando y gi- n
rando la parte superior del cuerpo). Los brazos han aprendido c
a extenderse y las manos a asir en forma más intencional.
Con todo esto se establece una serie de patrones interperso- ^
nales centrados en la modalidad social de tomar y aferrarse a
las cosas, que se ofrecen y se dan más o menos libremente, y ¿
cosas que tienen una cierta tendencia a escaparse. Cuando el
niño aprende a cambiar de posición, a girar sobre sí mismo, y c
muy gradualmente a sentarse, debe perfeccionar los mecanis- i,
mos correspondientes a captar, investigar y apropiarse de todo v
lo que se encuentre a su alcance. c
En el estadio II, modalidad 2 (incorporar mordiendo), pre- c
domina la zona oral. El progreso significa aquí que la libido j
del niño sigue avanzando a fin de conferir poder a una según- ¡
da modalidad orgánica que, a su vez, terminará conduciendo a

66
¡
Tres modalidades de personalidad: obtener, tomar y hacer

la integración de una nueva modalidad social, la de tomar.


Pero una nueva etapa no significa la iniciación de una nueva
zona o una nueva modalidad sino una disposición a experi
mentar ambas en forma más exclusiva, a dominarlas de mane
ra más coordinada y a integrar su significado social con una
determinada finalidad.
Pero ¿qué ocurre en el caso de que dicho progreso se vea
entorpecido, acelerado o detenido? La desviación horizontal
lleva a una fijación en una zona, es decir, el individuo se afe
ita a los placeres orales de las distintas modalidades. La fija
ción vertical es una fijación modal, esto es, el individuo tiende
a desarrollar la modalidad I en una variedad de zonas: siempre
quiere obtener, sea a través de la boca y de los sentidos, o de
otros orificios, receptores o conductas. Más tarde, este tipo de
fijación se trasladará a otras zonas.

LOS ÓRGANOS ELIM INATORIOS


Y LA MUSCULATURA

Freud sugiere, con respecto a la autoconservación, que, al


comienzo de la vida, la libido está ligada a la necesidad de
mantenerse vivo mediante la succión de líquidos y la mastica
ción de sólidos.
Resulta claro que el erotismo oral y el desarrollo de las mo
dalidades sociales correspondientes a «obtener» y «tomar» es
tán basadas en la necesidad de respirar, de beber, de comer y
de crecer por medio de la absorción.
¿Cuál sería la función de autoconservación del erotismo
oral? En primer lugar, todo el procedimiento relativo a evacuar
los intestinos y la vejiga en la forma más completa posible se
vuelve placentero debido a un sentimiento de bienestar que
dice: «Bien hecho». Este sentimiento, al comienzo de la vida,
debe compensar los frecuentes malestares y tensiones que se
padecen mientras los intestinos aprenden a cumplir con su ta
rea cotidiana. Dos desarrollos dan gradualmente a estas expe-

67
ir ~
Tipologías psicológicas

riendas anales el volumen necesario: la aparición de excre en


mentos mejor formados y el desarrollo general del sistema tei
muscular que introduce la dimensión de la descarga voluntaria, ta
de dejar caer y arrojar y de apoderarse de las cosas asiéndolas. m
Estos dos desarrollos sugieren una mayor capacidad para alter
nar a voluntad los actos de retener y de expulsar.
¿Qué es, entonces, lo que determina que el problema anal
sea potencialmente tan difícil?
La zona anal se presta más que cualquier otra al despliegue
de una testaruda adherencia a impulsos contradictorios porque fi
es la zona modal para dos modalidades contradictorias de c
aproximación que deben llegar a alternarse, la retención y la n
eliminación. Además, los esfínteres son sólo una parte del sis r
tema muscular y la principal característica de éste es su duali r
dad general de tensión y relajación, de flexión y de extensión. í
El desarrollo del sistema muscular proporciona al niño mucho 1
más poder para actuar sobre el medio ambiente mediante el <
desarrollo de la capacidad para alcanzar y asir, para arrojar y
empujar, para apropiarse de cosas y para mantenerlas a cierta
distancia. Toda esta etapa, pues, que los alemanes llamaron
etapa de la testarudez, se convierte así en una lucha por la au
tonomía. En cuanto el niño está en condiciones a mantenerse
sobre sus propios pies comienza a ver el mundo como «yo» y
«tú», «mí» y «mío». Toda madre sabe cuán sorprendentemen
te maleable puede ser un niño en esta etapa, siempre y cuando
haya decidido que desea hacer lo que se espera que haga. Re
sulta difícil, empero, encontrar la fórmula adecuada para con
seguir que eso sea precisamente lo que desee. Toda madre sabe
cuán tiernamente puede un niño acurrucarse en sus brazos en
esta etapa y con qué gesto implacable intentará de pronto apar
tar al adulto de su lado. Al mismo tiempo, el niño tiende a la
vez a acumular cosas y a dejarlas de lado, a aferrarse a las po
sesiones y a arrojarlas por la ventana. Todas esas tendencias
aparentemente contradictorias forman parte de la modalidad
retentivo-eliminatoria.
En cuanto a las nuevas modalidades sociales desarrolladas

68
Tres modalidades de personalidad: obtener, tomar y hacer

en este momento, el acento recae sobre la simple antítesis exis


tente entre soltar y aferrar, cuya proporción y secuencia resul
ta de capital importancia tanto para el desarrollo de la perso
nalidad individual como para el de las actitudes colectivas.

LA LOCOMOCIÓN Y LOS GENITALES

Hasta ahora no he mencionado edades. Nos acercamos al


final del tercer año, cuando caminar se convierte ya en algo fá
cil y vigoroso. Los libros nos dicen que los niños «pueden ca
minar» mucho antes, pero para nosotros no está realmente de
recho sobre sus pies mientras sólo pueda lograrlo de manera
relativa, con alguna ayuda y durante breves períodos de tiem
po. El yo sólo habrá incorporado a la esfera de su dominio el
hecho de caminar y de correr, cuando sienta la gravedad des
de dentro, cuando pueda olvidar que lo que está haciendo es
caminar y, en cambio, descubre lo que puede hacer con ello.
Sólo entonces las piernas dejan de ser un mero apéndice am
bulatorio y se convierten en una parte integrante de su pro
pio ser.
Hagamos una breve revisión: la primera estación previa era
la relajación boca abajo. La confianza basada en la experiencia
de que los mecanismos básicos de la respiración, la digestión,
el dormir, etcétera, tienen una relación constante y familiar con
los alimentos y las comodidades ofrecidas, promueve la na
ciente capacidad de alcanzar, en primer lugar, una posición
sentada y luego de pie. La segunda estación intermedia (que
sólo se alcanza a finales del segundo año), consiste en poder
sentarse no sólo con seguridad, sino también sin cansarse, una
hazaña que permite que el sistema muscular se utilice gradual
mente para una discriminación más fina y para maneras más
autónomas de seleccionar y descartar, de apilar cosas y de
arrojarlas estrepitosamente.
La tercera estación intermedia encuentra al niño capaz de
moverse en forma independiente y vigorosa. No sólo está en

69
Tipologías psicológicas

condiciones de visualizar su papel sexual sino que también co


mienza a comprender su papel en la economía o, por lo menos, PR
a comprender qué roles vale la pena imitar. Ahora puede rela
cionarse de manera más inmediata con sus padres y, bajo la su
pervisión de niños mayores o de personas especializadas, va utc
aumentando gradualmente su participación en la guardería, la int
calle y el patio de recreo. Su aprendizaje se vuelve ahora in fe<
trusivo, deja de tenerle a él mismo como centro y se desplaza co
hacia hechos y actividades siempre renovados, y el niño co ci
mienza a percibir claramente las diferencias entre los sexos. ex
Todo esto contribuye a preparar el escenario para la genitali- (3
dad infantil y para la primera elaboración de las modalidades re
intrusiva e inclusiva.
La modalidad intrusiva que domina gran parte de la con
ducta en esta etapa se caracteriza por una variedad de fantasí
as y actividades «similares» desde el punto de vista configura-
tivo. Se trata de la intrusión en otros cuerpos a través del
ataque físico, de la intrusión en los oídos y la mente de otras
personas a través de una charla agresiva, de la intrusión en el
espacio mediante la locomoción enérgica y de la intrusión en
lo desconocido a través de una curiosidad insaciable.
La etapa genital infantil y ambulatoria agrega al inventario
de modalidades sociales básicas en ambos sexos la de «con
quistar», en el sentido de una conducta enérgica y hasta des
considerada que tiende a proporcionarle algún beneficio. No
he encontrado otra palabra más simple y más clara para refe
rimos a una modalidad social que englobe todas las activida
des sociales que hemos enumerado. El término sugiere un ata
que directo, el gozo de la competencia, la perseverancia en el
logro de una meta, el placer de la conquista. En el varón se ex
presa a través de modos fálico-intrusivos y, en el caso de la
niña, se convierte más tarde o más temprano en fastidiar, en
provocar o en formas más leves de «atrapar», es decir, hacién
dose atractiva o despertando el afecto de los demás. El niño de
sarrolla así los requisitos necesarios para la iniciativa, es decir,
para la selección de metas y la perseverancia en alcanzarlas.

70
Tres modalidades de personalidad: obtener, tomar y hacer

PREGENITALIDAD Y GENITALIDAD

Un sistema debe tener su utopía. Para el psicoanálisis, la


utopía es la «genitalidad». Al principio se la concibió como la
integración de las etapas pregenitales hasta un grado de per
fección que más tarde (después de la pubertad) permitiera re
conciliar tres facetas de difícil reconciliación: (1) la reconcilia
ción del organismo genital y las necesidades sexuales
extragenitales, (2) la reconciliación del amor y la sexualidad, y
(3), la reconciliación de los patrones sexuales, los procreado
res y los laboralmente productivos.

71
lie
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3. ACERCARSE, OPONERSE Y ot
se
ALEJARSE DE LOS DEMAS 4
Cl
tr
Karen Homey b
e

En aras de la simplicidad hablaremos aquí de la personali- j P


dad complaciente, de la personalidad agresiva y de la persona- ¡ a
lidad distante, y centraremos nuestra atención en la actitud 5 11
más aceptable de la persona, dejando de lado, en la medida de t
lo posible, los conflictos que oculta. En cada uno de estos ti- I
pos nos encontraremos con que la actitud básica hacia los de- t
más ha generado -o, cuanto menos, fomentado- la aparición *
de ciertas necesidades, cualidades, sentimientos, inhibiciones, 5
ansiedades y, por último -aunque no, por ello, menos impor- f
tante-, un determinado sistema de valores. 1

ACERCARSE A LOS DEMÁS

El primer grupo, el tipo complaciente, manifiesta un con


junto de rasgos que tienen que ver con el hecho de «acercarse»
a los demás. Este tipo muestra una notable necesidad de afec
to y aprobación, y el especial deseo de encontrar una «pareja»,
es decir, un amigo, un amante y un marido (o una esposa) «que
satisfaga todas sus expectativas vitales y asuma la responsabi-

72
i
Acercarse, oponerse y alejarse de los demás

lidad de lo bueno y de lo malo, una persona cuya manipula


ción se convierte entonces en un quehacer fundamental». La
expresión de estas necesidades puede variar pero todas ellas
gravitan en tomo a un deseo de intimidad, un deseo de «perte
nencia». La naturaleza indiscriminada de las necesidades del
tipo complaciente le hace proclive a valorar excesivamente la
amabilidad y a hacer hincapié en los intereses que comparte
con quienes le rodean, desdeñando, al mismo tiempo, aquellos
otros aspectos que le separan de ellos. Sus errores de juicio no
se deben, pues, a la ignorancia, a la estupidez ni a la incapaci
dad de observar a los demás sino que son una simple conse
cuencia de sus necesidades compulsivas. Se siente -como ilus
tra perfectamente el dibujo de una de mis pacientes- como un
bebé rodeado de extraños y amenazadores animales. El dibujo
en cuestión mostraba a una diminuta paciente sentada e inde
fensa en medio del cuadro, rodeada por una enorme abeja dis
puesta a picarla, un perro presto a morderla, un gato que se
aprestaba a saltar sobre ella y un toro que amenazaba con cor
nearla. Obviamente, la naturaleza real de los demás le impor
taba muy poco y sólo demostraba un verdadero interés en las
personas agresivas ya que, al ser las más amenazantes, eran
también aquellas cuyo «afecto» le resultaba más necesario.
Este tipo, en suma, necesita ser querido, deseado y amado;
sentirse aceptado, bienvenido, aprobado y apreciado; ser nece
sitado y sentirse importante para los demás (especialmente
para una persona concreta), ser ayudado, protegido, cuidado y
guiado.
La necesidad de satisfacer este impulso [de sentirse seguro,
en definitiva] es tan apremiante que todas sus actividades
apuntan hacia este objetivo. Y a lo largo de este proceso va de
sarrollando ciertas cualidades y actitudes que terminan molde
ando su carácter. Los hay que podrían ser calificados como
afectuosos y que son (dentro del marco de sus posibilidades
emocionales) sensibles a las necesidades de los demás. Esta
persona, por ejemplo, se dará cuenta de cosas completamente
irrelevantes para el tipo distante porque su necesidad de apro-

73
Tipologías psicológicas

bación, de apoyo, etcétera, le hacen permanecer atento a las


necesidades de los demás. De este modo trata de vivir en fun mis
ción de las expectativas -o de lo que cree que son las expecta culj:
tivas- de los demás, perdiendo de vista, a veces incluso sus o el
propios sentimientos. Se convierte así en una persona «abne ]
gada», autosacrificada y muy poco exigente -excepto en lo cia
que tiene que ver con su inagotable necesidad de afecto- en es c
una persona sumisa, extraordinariamente considerada (dentro pioí
de los límites de sus posibilidades), muy agradecida y genero con
sa. Al mismo tiempo, sin embargo, se niega a aceptar que, en par<
el fondo de su corazón, no le interesan demasiado los demás, a | sier
quienes tiende a considerar hipócritas y egoístas. Pero, si se pue
me permite utilizar términos conscientes para referirme a lo § mer
que ocurre de manera inconsciente, termina convenciéndose I cun
de que quiere a todo el mundo, de que todo el mundo es «bue- | mei
no» y digno de confianza, un engaño que no sólo termina de- j sa,»
cepcionándole sino que acrecienta también su sensación de in amí
seguridad general. T soy
En realidad, en el fondo, estas cualidades no son tan positi- ■ ]
vas como parecen porque este tipo no suele tener en cuenta sus , a si
propios sentimientos o juicios y ofrece incondicionalmente lo sup
que, en realidad, quiere para sí. Por ello suele sentirse profun- ¡: tes,
damente molesto si fracasa. barj
Junto a estos atributos y solapándose con ellos existen ade miri
más otra serie de rasgos característicos dirigidos a evitar las es 1
disputas y la competencia. Así pues, tiende a subordinarse a i méi
los demás, a asumir un segundo plano, a dejar el centro de la : en J
escena a los demás y, para ello, se muestra apacible, concilia tim:
dor y -al menos conscientemente- no parece guardar rencor. sen»
Reprime tan profundamente cualquier deseo de venganza o de se (
conquista, que los demás se sorprenden de la facilidad con la lent
que se resigna y también del hecho de que no suela abrigar re sus
i
sentimiento durante mucho tiempo. Es importante, en este
mismo sentido, recordar también su tendencia automática a su <
sentirse culpable. Al margen de sus verdaderos sentimientos incc
-es decir, se sienta o no realmente culpable- se acusará a sí otrc
en 1

i
74
Acercarse, oponerse y alejarse de los demás

mismo antes que a los demás y tenderá a inculparse o a dis


culparse como una maniobra para evitar la crítica injustificada
o el ataque de los demás.
Este tipo también tiene ciertas actitudes características ha
cia sí mismo. Una de ellos es el profundo sentimiento de que
es débil y desvalido («pobre de mí»). Abandonado a sus pro
pios recursos se siente perdido, como un bote sin amarras,
como Cenicienta abandonada por su hada madrina. Su desam
paro, sin embargo, es parcialmente cierto porque realmente
siente que no hay lucha, contienda ni circunstancia alguna que
pueda solucionar su debilidad. Por otra parte, admite franca
mente su impotencia ante sí mismo y ante los demás, una cir
cunstancia que los sueños suelen recalcar dramáticamente. A
menudo recurre a esta indefensión como mecanismo de defen
sa, como una forma de apelar a la ayuda de los demás: «Debes
amarme, protegerme, perdonarme y no abandonarme porque
soy débil e indefenso».
El segundo rasgo característico de este tipo es su tendencia
a subordinarse a los demás. Da por sentado que cualquiera es
superior a él, que los demás son más atractivos, más inteligen
tes, más educados y más valiosos. Este sentimiento, sin em
bargo, se basa en una falta de asertividad y de firmeza que ter
mina menoscabando sus capacidades aun en aquellos ámbitos
es los que es incuestionablemente diestro. Así, a pesar de sus
méritos, su sentimiento de inferioridad le lleva a confiar más
en la competencia de los demás que en la suya propia, un sen
timiento que se acrecienta todavía más cuando se halla en pre
sencia de personas agresivas o arrogantes. De hecho, cuando
se encuentra solo, no sólo infravalora sus cualidades, sus ta
lentos y sus capacidades sino que también hace lo mismo con
sus posesiones materiales.
El tercer rasgo característico de este tipo tiene que ver con
su dependencia general de los demás. Se trata de la tendencia
inconsciente a valorarse a sí mismo en función de lo que los
otros piensen de él. De este modo, su autoestima sube o baja
en función de la aprobación o la desaprobación de los demás,

75
Tipologías psicológicas

del afecto que le profesen o de la falta de afecto de que hagan su par


gala con él. El menor rechazo, por lo tanto, resulta catastrófi admit
co. Si alguien no le devuelve un saludo, por ejemplo, puede lucha
ser conscientemente razonable al respecto pero, según la lógi fflo. S
ca de su particular mundo interno, el barómetro de su autoesti y en
ma puede llegar a descender hasta cero. En otras palabras, pero
cualquier crítica, cualquier rechazo y cualquier abandono es corte
terriblemente peligroso y pueden llevarle a hacer los esfuerzos tiene
más abyectos para recuperar la consideración de la persona hace:
amenazante. Así pues, su ofrecimiento de la otra mejilla no de recei
pende de ningún misterioso impulso «masoquista» sino que esto:
constituye la única conclusión lógica a la que puede llegar par tica
tiendo de sus singulares premisas internas. agre
Todo esto contribuye a configurar un determinado sistema C
w.

de valores. Naturalmente, estos valores pueden ser más o me- I muí


nos lúcidos y dependen de su grado de madurez general pero I bre^
todos ellos tienen que ver con la bondad, la simpatía, el amor, i da,
la generosidad, el altruismo y la humildad mientras que, al f la 1
mismo tiempo, aborrece el egoísmo, la ambición, la inflexibi- ¡ xib
lidad, la falta de escrúpulos y la manipulación (aunque simul ma
táneamente, por otra parte, pueda admirar en secreto todos es en
tos atributos que para él representan la «fortaleza» de que cic
carece). cic
Éstos son, pues, los factores implicados en las personas que í la
tienden a «acercarse a los demás». Resulta ahora evidente la se:
inadecuación de describir exclusivamente en función de un qu
sólo término, como sumiso o dependiente, un conjunto com cr
pleto de pensamientos, sentimientos y acciones que, en reali to
dad, constituye un verdadero estilo de vida. tr

g
OPONERSE A LOS DEM ÁS h
c
Del mismo modo que el tipo complaciente se aferra a la c
creencia de que los demás son «buenos» y continuamente se
halla desconcertado con la evidencia contraria, el agresivo, por c

76
Acercarse, oponerse y alejarse de los demás

su parte, da por hecho que los demás son hostiles y se niega a


admitir cualquier evidencia en contra. Para él, la vida es una
lucha de todos contra todos en la que el diablo se lleva al últi
mo. Sólo se permite ciertas excepciones con muchas reservas
y en contadas ocasiones. Esta actitud es, a veces, manifiesta
pero más a menudo está encubierta tras un ligero barniz de
cortesía, buena voluntad y compañerismo. Y cuando el otro no
tiene la menor duda de quién es el que manda, este deseo de
hacer creer a los demás que es una buena persona puede apa
recer combinado con una buena dosis de benevolencia. Todos
estos factores manifiestan, sin embargo, una necesidad neuró
tica de afecto y aprobación puestos al servicio de objetivos
agresivos.
Sus necesidades se justifican en una visión darwiniana del
mundo según la cual el pez grande se come al chico y sólo so
brevive el más apto. La supervivencia depende, en gran medi
da, de la civilización en la que se vive pero, en cualquier caso,
la ley suprema que caracteriza a este tipo es la búsqueda infle
xible del propio beneficio. Por consiguiente, su necesidad pri
maria consiste en controlar a los demás. Pero las variaciones
en el tema del control son infinitas. Puede tratarse de un ejer
cicio manifiesto del poder o puede consistir en una manipula
ción indirecta de sobreprotección de los demás; puede asumir
la forma de un forzamiento descarado o puede distinguirse por
ser el poder que se oculta detrás del trono o un acercamiento
que tiene lugar por vía del intelecto (en cuyo caso implica la
creencia de que la razón y la previsión permiten controlarlo
todo). De todos modos, la forma particular que asuma el con
trol dependerá parcialmente de sus habilidades personales.
Al mismo tiempo, este tipo necesita también descollar, lo
grar algún tipo de éxito, de prestigio o de reconocimiento, una
lucha, por otra parte, fomentada por una sociedad competitiva
como la nuestra en la que el éxito y el prestigio van de la mano
del poder. Al mismo tiempo, la afirmación en el mundo, la
aclamación externa y la supremacía también contribuyen a
crear una sensación subjetiva de fortaleza. Así pues, al igual

77
Tipologías psicológicas

que ocurría en el caso del tipo complaciente, también en este


caso el centro de gravedad está puesto en el exterior de la per
r
sona, sólo difiere el tipo de afirmación que el individuo desea
de los demás. Pero, de hecho, ambas conductas son igual de
fútiles. A fin de cuentas, el desconcierto que experimenta
cuando descubre que el éxito no pone fin a la inseguridad sólo
demuestra una gran ignorancia psicológica pero esta misma
expectativa pone de manifiesto la ignorancia de toda una so
ciedad que, a pesar de ello, sigue creyendo ciegamente en el
valor absoluto del éxito y del prestigio.
Otra característica propia de este tipo es la necesidad de ex
plotar a los demás, de burlarse de ellos y de utilizarlos para su
propio beneficio. Toda relación es considerada desde el punto
de vista de su posible beneficio, tenga que ver con el dinero,
con el prestigio, con los contactos o con las ideas. La misma
persona está convencida, consciente o semiconscientemente,
de que todo el mundo hace lo mismo y, por lo tanto, lo único
que cuenta es hacerlo más eficazmente que los demás. Las
cualidades que desarrolla son casi diametralmente opuestas a
las del tipo complaciente. Se convierte así en un tipo duro y
fuerte (o, al menos, eso es lo que parece). Este tipo considera
que los sentimientos, tanto propios como ajenos, son «mera
sensiblería». El amor, para él, desempeña un papel desprecia
ble. Esto, sin embargo, no significa que no se enamore, tenga
asuntos o se case, sino simplemente que lo más importante es
tener una pareja eminentemente deseable, alguien cuyo atracti
vo, prestigio social o dinero puedan contribuir a engrandecer
su situación. Tampoco ve razón alguna para mostrarse consi
derado con los demás. «¿Por qué debería cuidarles? ¡Que cada
cual cuide de sí mismo!» Su respuesta al viejo problema moral
de qué es lo que haría si naufragase y se encontrara en una bal
sa en la que sólo uno pudiera sobrevivir es incuestionable ya
que, por supuesto -según dice- no sería tan estúpido ni tan hi
pócrita como para no salvar su propia piel.
Mientras que el tipo complaciente tiende a ser conciliador,
el tipo agresivo, por su parte, hace todo lo posible por ser un

78
Acercarse, oponerse y alejarse de los demás

buen luchador. Y por ello invierte toda su atención y su astu


cia en demostrar que está en lo cierto. Se encuentra a sus an
chas cuando se siente acorralado entre la espada y la pared y
no tiene más alternativa que luchar. A diferencia del compla
ciente, que teme la victoria, el agresivo es un mal perdedor que
sólo acepta el triunfo. No admite los errores más que cuando
es absolutamente necesario y lo contrario le parece una mani
festación imperdonable de debilidad, cuando no de una rema
tada locura.
Su visión de un mundo hostil contra el que debe luchar le
lleva a desarrollar una aguda sensación de realismo. Nunca
será tan «ingenuo» como para no advertir cualquier manifesta
ción de ambición, orgullo o ignorancia en los demás o cual
quier cosa, en fin, que pudiera obstaculizar el logro de sus ob
jetivos. Además, la sociedad competitiva en la que vivimos
fomenta este tipo de atributos -en lugar de otros más decen
tes- lo cual parece justificar su postura como la única verda
deramente realista. Esta actitud, no obstante, es tan unilateral
como la del complaciente. Otra faceta de este realismo es el
énfasis en la planificación y en la previsión y este tipo, como
buen estratega, valora cuidadosamente todas sus posibilidades,
la fuerza de su adversario y sus posibles errores en cada nueva
situación que le toca vivir.
Este tipo siempre está impulsado a afirmarse como el más
fuerte, el más astuto o el más preparado y, en consecuencia,
trata de desarrollar la eficacia y la competencia necesaria para
ello. El celo y el talento que pone en su trabajo pueden con
vertirle en un empleado muy estimado y conducirle al éxito en
sus propios negocios. Sin embargo, el absorbente interés que
parece tener en su trabajo es parcialmente falso porque para él
el trabajo es sólo un medio para alcanzar un fin. Ni le gusta lo
que hace ni disfruta con ello, un hecho, por otra parte, con
gruente con su intento de desterrar los sentimientos de su vida.
Pero esta represión de todo sentimiento constituye un arma de
doble filo. La represión, por una parte, le capacita para funcio
nar como una máquina bien engrasada que produce infatiga

79
Tipologías psicológicas

blemente los bienes que le proporcionarán más poder y más


prestigio. Desde este punto de vista, los sentimientos pueden
convertirse en un obstáculo que podría llevarle a retroceder
avergonzado ante los métodos que suele utilizar para lograr el
éxito, apartarle del trabajo y de las personas útiles para sus
propósitos y llevarle a disfrutar de la naturaleza, del arte o de
los amigos. Por otra parte, sin embargo, la esterilidad emocio
nal que acompaña a la represión de la emoción afectará tam
bién a la calidad de su trabajo y necesariamente terminará so
focando su creatividad.
Pero el tipo agresivo también es una persona perfectamen
te inhibida. Nuestra civilización parece no sorprenderse tanto
ante la inhibición de las emociones, una inhibición que afecta
a la amistad, el amor, el afecto, la comprensión empática y la
alegría desinteresada. Así pues, aunque ciertamente el tipo
agresivo pueda expresar sus deseos, dar órdenes, manifestar su
enojo y defenderse, ello no significa, sin embargo, que esté
menos inhibido que el tipo complaciente.

ALE JA RSE DE LOS DEMÁS

Este tipo experimenta la necesidad crucial de establecer


una distancia emocional con respecto a los demás o, dicho más
correctamente, ha tomado la determinación consciente de no
comprometerse con los demás en el amor, en la lucha, en la
cooperación y en la competición. Es como si dibujara a su al
rededor un círculo mágico y no permitiera que nadie penetrara
en él. Éste es el motivo por el cual se «aleja» de los otros. En
todo caso, el carácter compulsivo de su necesidad se manifies
ta en la reacción de ansiedad que experimenta cuando siente
que el mundo invade su terreno.
Todas las necesidades y cualidades que desarrolla este tipo
están orientadas a satisfacer la necesidad de no comprometer
se. Una de sus necesidades más importantes es la autosuficien
cia, que se manifiesta de manera positiva -como ocurre en el

80
Acercarse, oponerse y alejarse de los demás

tipo agresivo- en una poderosa inventiva. No obstante, a pesar


de esa similitud, el espíritu que les anima es muy diferente, ya
que, mientras que para el agresivo se trata de una condición
imprescindible para abrirse camino en un mundo hostil y de
rrotar a los demás, para el distante, en cambio, el ingenio es,
como para Robinson Crusoe, la única actividad que puede
compensar su aislamiento y permitirle sobrevivir.
Una manera más precaria de mantener la autosuficiencia
consiste en restringir consciente o inconscientemente las pro
pias necesidades. Comprenderemos mejor los diversos movi
mientos en esta dirección si recordamos que el principio sub
yacente que mueve a este tipo humano es el de no permitir que
nada ni nadie termine convirtiéndose en algo imprescindible,
lo cual pondría en peligro su aislamiento. Para él es mejor no
tener nada ni nadie que le importe mucho. Una persona distan
te puede ser realmente capaz de disfrutar, pero cuando su gozo
depende, en algún modo, de los demás, prefiere renunciar a él.
Quizás pueda disfrutar de una noche ocasional con pocos ami
gos pero, en general, le desagrada el gregarismo y las diver
siones sociales. Del mismo modo, también elude la competen
cia, el prestigio y el éxito, y tiende a restringir sus comidas,
sus bebidas y muchos de los hábitos vitales, manteniéndolos a
un nivel que no le exija un gran dispendio de tiempo y energía
ganar el dinero suficiente para satisfacerlos. Al mismo tiempo,
considera la enfermedad como una humillación que le obliga a
depender de los demás. No suele admitir lo que dicen los otros
sobre un determinado tema sino que insiste en conocerlo de pri
mera mano. Así, por ejemplo, más que aceptar lo que otros han
dicho o escrito sobre Rusia o sobre este país (en el caso de ser
un extranjero) querrá verlo u oírlo por sí mismo. Esta actitud
podría contribuir a desarrollar una extraordinaria independencia
interna si no estuviera tan cargada de una absurda indiferencia
que le lleva incluso a negarse a preguntar por una determinada
dirección cuando se halla en una ciudad desconocida.
Otra necesidad muy acentuada es la necesidad de intimi
dad. Es como alguien que se encontrara en un hotel y raras ve
Tipologías psicológicas

ces quitara de la puerta de su habitación el cartel de «No mo


lesten». Hasta los mismos libros pueden convertirse en una in
trusión procedente del exterior. Cualquier pregunta sobre su
vida interna puede desconcertarle y tiende a correr un tupido
velo de secreto en tomo a sí mismo. Un paciente me dijo una
vez que a los cuarenta y cinco años de edad todavía sentía del
mismo modo la omnisciencia divina que había experimentado
cuando su madre le dijo que Dios podía ver a través de las per
sianas y descubrirle mordiéndose las uñas. Se trataba de un pa
ciente extraordinariamente reticente sobre cualquier detalle
-aun los más triviales- de su vida personal. El distante puede
irritarse mucho si los demás le «dan por sentado» porque ello
le hace sentir como si le pisotearan. Como norma general, pre
fiere trabajar, dormir y comer solo. A diferencia de lo que ocu
rre con el tipo complaciente, le desagrada compartir cualquier
experiencia y los demás suelen molestarle. Puede escuchar
música, pasear o hablar con los demás pero, en realidad, sólo
disfruta realmente más tarde, de manera retrospectiva.
La autosuficiencia y la intimidad son sus necesidades más
sobresalientes. Desde su punto de vista, la necesidad de inde
pendencia es un valor positivo, lo cual, en determinado modo,
es cierto. A pesar de todas sus defectos, sin embargo, la perso
na distante no es un autómata conformista. Rechaza la compe
tencia y esta actitud, junto a su distanciamiento de todo tipo de
lucha competitiva, le confiere una cierta integridad. El error
aquí está en considerar que la independencia constituye un fin
en sí mismo ignorando el hecho de que el valor de la indepen
dencia sólo depende de lo que se haga con ella. Su indepen
dencia, como todo el fenómeno de desapego del que forma
parte, está orientado negativamente, ya que está dirigido a que
los demás no le influyan, le coarten, le aten o le obliguen.
También debemos señalar que la necesidad de sentirse su
perior está íntimamente ligada al desapego. Las expresiones
«torre de marfil» y «espléndido aislamiento» evidencian que,
incluso en el habla común, el desapego y la superioridad son
conceptos indisolublemente unidos. La experiencia clínica nos
Acercarse, oponerse y alejarse de los demás

dice que es muy probable que nadie pueda permanecer aislado


sin ser particularmente fuerte y competente y sin sentirse es
pecial. Pero cuando ese sentimiento de superioridad se desmo
rona provisionalmente -ya sea por un fracaso concreto o por
un aumento de los conflictos internos- le resulta imposible
permanecer aislado y suele salir de su reclusión en una bús
queda desesperada de afecto y protección. Este tipo de oscila
ciones suelen salpicar su biografía. A los diez o a los veinte
años quizás tuviera algunas amistades pero, en general, suele
vivir completamente aislado, sintiéndose parcialmente seguro.
Quizás tejiera fantasías sobre un futuro en el que lograría rea
lizar cosas excepcionales pero esos sueños naufragaron y ter
minaron estrellándose contra los escollos de la realidad. Tal
vez en la escuela fuera indiscutiblemente el primero pero al
llegar a la universidad tropezó con la competencia y retroce
dió. Sus primeros intentos de establecer relaciones amorosas
también fracasaron y comprendió, a medida que crecía, que
sus sueños no llegaban a materializarse. En ese momento el
aislamiento se convierte en algo insoportable. Se siente consu
mido por un deseo compulsivo de intimidad, relaciones sexua
les o matrimonio, y está dispuesto a someterse a cualquier in
famia con tal de ser amado. Sólo cuando se siente
considerablemente más fuerte descubre con gran alivio que es
mucho mejor «vivir solo y disfrutarlo». La impresión es que
tan sólo ha vuelto a su despego anterior pero lo cierto es que
ahora, por vez primera, se encuentra lo suficientemente seguro
como para admitir -incluso ante sí mismo- que lo que quiere
es permanecer aislado.
La necesidad de superioridad de la persona distante tiene
ciertos rasgos característicos. Aborrece la competencia y real
mente no quiere sobresalir si ello le exige realizar algún es
fuerzo. Siente, más bien, que los tesoros que se esconden en su
interior deberían ser reconocidos sin necesidad de que él hicie
ra esfuerzo alguno de su parte, que su oculta grandeza debería
ser advertida sin que él hiciera nada al respecto. En sus sueños,
por ejemplo, aparecen tesoros ocultos en algún remoto lugar

83
Tipologías psicológicas

que los expertos de todas partes acuden a visitar. Como toda


noción de superioridad esta historia también contiene elemen
tos reales, ya que el tesoro oculto simboliza la vida intectual y
emocional que custodia celosamente en el interior de su círcu
lo mágico.
Su sentimiento de superioridad también se expresa en la
sensación de ser alguien único, una consecuencia directa de su
deseo de sentirse separado y distinto de los demás. Quizás se
considere a sí mismo como un árbol que se yergue en la sole
dad de la cumbre de una montaña mientras contempla cómo
los árboles del bosque que se extiende en el valle se estorban
mutuamente. Ahí donde el complaciente observa a sus seme
jantes preguntándose en silencio «¿me querrán?» y el agresivo
se pregunta «¿en dónde radica su fortaleza?» o «¿cómo puede
serme útil?», la principal preocupación de la persona distante
es «¿interferirá conmigo?», «¿querrá influir sobre mí?», o, por
el contrario, «¿respetará mi soledad?».

84
i
SEGUNDA PARTE:

TIPOS Y ARQUETIPOS
JUNGUIANOS
í

>

i
La tipología junguiana constituye, después de la astrología,
el más difundido y ampliamente utilizado de todos los siste
mas tipológicos. La introversión y la extraversión, por ejem
plo, dos de los conceptos principales de la tipología junguiana,
han llegado a convertirse en términos de uso cotidiano. Por su
parte, el indicador de tipo de Meyers-Briggs, basado en la ti
pología junguiana, es el test de personalidad más empleado en
todo el mundo y ha alcanzado una enorme difusión no sólo en
el mundo empresarial -donde ha demostrado ampliamente su
eficacia en la consolidación de los equipos de trabajo, la co
municación y las relaciones interpersonales- sino también en
tre las muchas personas que están verdaderamente interesadas
en el autoconocimiento y el crecimiento personal.
Jung señalaba que no existe una tipología pura y, por con
siguiente, que tampoco podemos hablar del tipo extravertido o
del tipo introvertido puro. Jung comparaba estos dos procesos
con el latido cardiaco ya que para que el corazón pueda fun
cionar debidamente debe producirse una alternancia rítmica
entre la contracción (introversión) y la expansión (extraver
sión). Así pues, aunque todos tendamos a funcionar según un
determinado tipo, el ideal, sin embargo, no consistiría tanto en
permanecer atados a un determinado modo de reaccionar sino
en flexibilizamos lo suficiente como para ser capaces de cam
biar de actitud cuando la situación así lo requiriese.
En 1921, Jung publicó la primera edición de su libro Tipos
psicológicos, en el que trataba de explicar, entre otras cosas,
las irreconciliables diferencias que le separaban de Freud. Jung
se había dado cuenta de que no sólo difería con Freud en cier
tas cuestiones prácticas y en determinadas interpretaciones te-

87
Tipos y arquetipos junguianos
T
óricas sino que también tenían diferentes maneras de concebir
el mundo -diferencias que estaban basadas en su distinta tipo
logía personal- de las cuales sus teorías no eran más que un
simple reflejo. En el capítulo 4 del presente volumen, Jung re
flexiona sobre el desarrollo de su teoría tipológica revisando
las actitudes básicas de la extraversión y la introversión y las
cuatro orientaciones fundamentales, el pensamiento, el senti
miento, la sensación y la intuición.
En el capítulo 5, James Hillman, destacado psicólogo de los
arquetipos, nos ofrece una aguda crítica sobre la tipificación,
explicando que la mayoría de las personas hacen uso de ella
para llegar a establecer vagas generalizaciones sobre sus se
mejantes y, de este modo, acaban negándose a sí mismos la
percepción directa de los demás. Hillman nos recuerda que los
tipos son categorías elásticas, fluidas e imprecisas, como ocu
rre, por ejemplo, con los estilos literarios o los períodos histó
ricos «típicos». Esto difiere notablemente de la naturaleza es
tática y rígida de cualquier sistema de clasificación en el que
cada elemento es asignado inexorablemente a una determinada
clase o excluido inequívocamente de ella. Según Hillman, la
confusión existente entre estas dos aproximaciones es la cau
sante del uso indebido de la tipificación.
Los tres capítulos restantes de esta sección nos describen ti
pologías arquetípicas. El término arquetipo -uno de los con
ceptos más complejos creados por Jung- es una palabra com-
i puesta por los términos arche, «primero», y typos, «huella».
| Los arquetipos constituyen, pues, los patrones básicos o pri-
\ mordíales del psiquismo que operan en un nivel psicológico
\ más profundo que el inconsciente personal.
Jung desarrolló la noción de los arquetipos a partir de las
experiencias de sus pacientes. Un buen número de éstos des
cribían sueños y fantasías que se referían a ideas e imágenes
excepcionales cuyo contenido no podía derivarse de la expe
riencia biográfica de los individuos. De este modo, Jung des
cubrió la existencia de una estrecha correspondencia entre es
tos contenidos oníricos y los motivos religiosos y míticos que

88
Introducción

aparecen en la mayor parte de las culturas más importantes del


mundo, sugiriendo que los arquetipos constituyen una predis
posición peculiar a producir en todo individuo el mismo tipo
de ideas e imágenes míticas universales.
Jennifer y Roger Woolger se sirven de los arquetipos helé
nicos de la diosa para desarrollar una tipología específicamen
te femenina. Jung se percató de que, en ocasiones, su sistema
tipológico parecía adecuarse más a los hombres que a las mu
jeres. Toni Wolff, colaboradora personal y amiga íntima de
Jung durante mucho tiempo, emprendió la tarea de desarrollar
un sistema tipológico especialmente diseñado para las mujeres
basado en cuatro arquetipos femeninos. Jennifer y Roger Wo
olger han ampliado el trabajo de Wolff y han elaborado un sis
tema -denominado la Rueda de la Diosa- que integra seis ar
quetipos diferentes. Este modelo incluye las interrelaciones
existentes entre seis diosas arquetípicas que gravitan en tomo
a la Gran Madre, el arquetipo fundamental que subyace al res
to de las diosas. Jennifer es terapeuta de orientación gestáltica
y Roger es analista junguiano.
Robert Moore y Douglas Gillette, por su parte, han desa
rrollado una tipología masculina basada en los arquetipos del
Rey, el Guerrero, el Mago y el Amante. Moore y Gillette nos
presentan una teoría sobre el psiquismo masculino maduro y
afirman que la psicología ha solido centrarse en el análisis de
varones poco desarrollados soslayando, de ese modo, el estu
dio de una masculinidad plenamente madura.
En el capítulo 8, escrito especialmente para este volumen, la
antropóloga y experta en el Tarot Angeles Arrien nos introduce
en este sistema arquetípico de la personalidad y nos indica el
modo de averiguar el arcano mayor que se corresponde con
nuestra fecha de nacimiento. Esta carta constituye una imagen
simbólica de nuestra orientación personal y de las fuerzas ar
quetípicas fundamentales que operan en nuestras vidas.
El Tarot incluye un complejo y sofisticado abanico de sím
bolos arquetípicos. La mayoría de las barajas del Tarot están
compuestas por setenta y ocho cartas, cada una de las cuales

89
Tipos y arquetipos junguianos

está preñada, a su vez, de símbolos e imágenes diversas. Los


símbolos del Tarot están estrechamente relacionados con la as-
trología, la numerología, la Kábala y otros sistemas simbólicos
modernos. El Tarot -que tiene más de seis siglos de antigüe
dad- constituye el origen de los modernos juegos de cartas y
algunos estudiosos del tema sugieren que se originó en el anti
guo Egipto. Este remoto sistema fue concebido, en definitiva,
en un nivel muy profundo del psiquismo humano, en el nivel
colectivo que trasciende a la personalidad.
Jung estaba plenamente convencido de la necesidad de
mantener abiertos los canales no racionales de comunicación
con el inconsciente colectivo, lo cual constituye una de las for
mas principales de trabajar con el Tarot. De este modo, las
imágenes de cada una de las cartas del Tarot actúan a modo de
«pantallas de proyección», de ganchos que atrapan nuestra
imaginación. La baraja del Tarot constituye, pues, un mapa
simbólico de la conciencia que incluye las relaciones existen
tes entre los principales símbolos arquetípicos de nuestra ex
periencia interna y externa.
4. REFLEXIONES SOBRE LOS
TIPOS PSICOLÓGICOS

C. G. Jung

En mi libro Tipos Psicológicos he ofrecido una descripción


bastante detallada de una tipología puramente psicológica ba
sada en las investigaciones que he realizado a lo largo de vein
te años de un trabajo clínico que me ha puesto en contacto con
gente de todas las clases y de todos los países. Cuando uno ini
cia su trabajo como un joven doctor, tiene la cabeza repleta de
diagnósticos y cuadros clínicos pero, con el correr de los años,
va recogiendo impresiones de una naturaleza muy diferente y
uno llega a sentirse conmocionado por la extraordinaria diver
sidad de los seres humanos, la caótica profusión de casos indi
viduales, las circunstancias especiales que rodean sus vidas y
la peculiaridad de sus caracteres, llegando finalmente a la con
clusión de que todos esos elementos contribuyen a la aparición
de cuadros clínicos que, suponiendo que uno desee hacerlo,
sólo pueden encorsetarse en una determinada categoría diag
nóstica utilizando un calzador. En realidad, el hecho de que
una determinada perturbación reciba una denominación con
creta resulta totalmente irrelevante y, por otra parte, también
debo señalar mi abrumadora impresión de que, en el mejor de
los casos, todos los cuadros clínicos son parodias histriónicas

91
Tipos y arquetipos junguianos

de ciertos, Easgosxoncretos del carácter. El problema patológi


co no tiene casi ninguna relación con el cuadro clínico ya que
la patología constituye esencialmente una expresión del carác
ter. Incluso los complejos, los «elementos nucleares» de una
neurosis, pueden ser considerados, de este modo, como meros
concomitantes de una determinada predisposición caracterioló-
gica. Este hecho puede ser entendido más fácilmente si tene
mos en cuenta las relaciones del paciente con su entorno fami
liar. Podríamos decir, por ejemplo, que es uno más entre cuatro
hermanos, que no es el mayor ni el más pequeño, y que ha re
cibido la misma educación y los mismos condicionamientos
que los demás. Sin embargo, él está enfermo y los otros sanos.
—^ La anamnesis nos demuestra que todas las influencias a las
que se han visto sometidos los hermanos únicamente han teni
do -al menos en apariencia- un efecto patológico sobre él.
Pero, en realidad, considerar que todas estas influencias son
factores etiológicos también constituye una explicación equi-
Wocada. La causa real de la neurosis radica, pues, en el modo
J particular en que la persona respondió y asimiló las influencias
' procedentes del entorno.
La comparación de numerosos casos similares me fue des
velando gradualmente la existencia de dos grandes actitudes
fundamentales que podrían dividir a los seres humanos (par
tiendo de la base de que la humanidad estuviera formada por
individuos que han alcanzado un determinado nivel de desa
rrollo). Pero, dado que obviamente éste no es el caso, nos ve
mos obligados a afirmar que estas actitudes diferentes sólo
pueden observarse claramente cuando nos encontramos con
una personalidad relativamente individualizada. En otras pala
bras, esta diferencia sólo tiene una verdadera importancia
práctica cuando se ha alcanzado cierto grado de individuación.
Los casos patológicos de este tipo casi siempre tienen que ver
con personas que tratan de alejarse de su tipo familiar y que,
por consiguiente, ya no se encuentran seguras de su herencia
instintiva básica. La debilidad de los instintos constituye una
de las principales causas que posibilita el desarrollo de una ac-

92
Reflexiones sobre los tipos psicológicos

titud unilateral aunque, en última instancia, ésta se halla refor


zada o condicionada por la herencia.
He denominado extraversión e introversión a estas dos ac
titudes radicalmente diferentes. La extraversión se caracteriza
por si interés en los objetos externos, por la intensidad de la
respuesta, por la predisposición a aceptar los acontecimientos
por el deseo de influir y ser influido por los aconte
e x t e r io r e s ,

cimientos, por la necesidad de unirse o de permanecer «junto


a» algo, por la capacidad cié soportar todo tipo de bullicio y de
alboroto e incluso de disfrutar de él, por la continua atención
al mundo circundante, por el cultivo de las amistades y de las
relaciones -ninguna de ellas, por cierto, seleccionada demasia
do cuidadosamente- y también, debido a la enorme importan
cia que atribuye a la apariencia, por su notable tendencia a pre
sumir. Por consiguiente, la filosofía y la ética vital del
extravertido, que suele tender hacia el altruismo, son, en gran
medida, de naturaleza colectiva y su conciencia suele depender
de la opinión de los demasTEn"este sentido, para el extraverti
do, la conducta moral inadecuada sólo lo es «cuando los de
más llegan a conocerla» y sus convicciones religiosas se hallan
determinadas, por así decirlo, por el voto de la mayoría.
El sujeto en sí, es decir, el extravertido en tanto que entidad
subjetiva, permanece, en la medida de lo posible, agazapado
en la penumbra, Qculto -incluso de sí mismo- bajo la oscuri-
dad del inconsciente. Deteste modo, es muy poco proclive a
someter á'exámén crítico sus propias motivaciones. No tiene
secretos que no haya compartido desde hace mucho con los
demás, y, si sobreviene algo ignominioso, prefiere olvidarlo.
Todo aquello que pueda empañar su visión positivista y opti
mista de la vida debe ser cuidadosamente evitado. Cualquier
cosa que piense, se proponga o efectúe, la lleva a cabo con
convicción y entusiasmo.
La vida psíquica de este tipo de persona tiene lugar -por así
decirlo- fuera de sí mismo, en el entorno. Vive en v para los
demás y, en consecuencia, le aterroriza-laidea de relacionarse
in s ig o mismo. Fei»~‘e¡sep£figro se desvanece en seguida ape-

93
Tipos y arquetipos junguianos

ñas se sumerge en el ruido y, si estuviera afectado por a]gún


«complejo», buscaría refugio en el torbellino social y se repe*
tiría varias veces al día que todo funciona a la perfección. En
cualquier caso, siempre que no sea demasiado superficial, dei-
masiado impulsivo o demasiado entrometido, este tipo puede
llegar a convertirse en un miembro destacado y útil de la co*-
munidad.
Debido a las limitaciones de este ensayo debemos conten?
tamos con un breve esbozo indicativo cuya única intención es
la de proporcionar al lector una idea aproximada de lo que es
la extraversión, un esbozo que pueda servirle para aumentar su
conocimiento sobre la naturaleza humana. He comenzado deli
beradamente con una descripción de la extraversión porque
esta actitud nos resulta bastante familiar a todos. El extraverti
do, además, no sólo vive esta actitud sino que presume de ella
ante sus semejantes, cosa que, por otro lado, concuerda con
ciertos ideales y requisitos morales muy difundidos.
La introversión, por otra parte, no se halla orientada hacia
el objeto sino que se dirige hacia el sujeto y, por este mismo
motivo, no resulta fácil verla con cierta perspectiva. El intro
vertido nunca se muestra muy comunicativo y parece como si
siempre se hallara separado de los objetos. Se mantiene a dis
tancia de los acontecimientos externos, le desagrada la partici
pación y muestra un claro rechazo hacia la sociedad apenas
empieza a sentirse rodeado de demasiadas personas. Se siente
solo y perdido entre la multitud y, cuanto mayor es la muche
dumbre, más grande es su aislamiento ya que, en última ins
tancia, siente que «no pertenece a ella». No le atraen las de
mostraciones multitudinarias y carece, por consiguiente, de
don de gentes. Lo que hace, lo hace a su manera, atrincherán
dose de las influencias procedentes del exterior. Su timidez le
hace poco proclive a mostrarse amable y, con cierta frecuen
cia, la brusquedad de sus modales, su taciturna inaccesibilidad
o algún despropósito verbal le llevan a ofender inconsciente
mente a los demás. Guarda sus mejores cualidades para sí mis
mo y generalmente hace todo lo posible para disimularlas.
Reflexiones sobre los tipos psicológicos

Normalmente se m uestra desconfiado y terco y, con mucha


frecuencia, su sentimiento de inferioridad le lleva a ser envi
dioso. Pero la aprensión que siente hacia los objetos no se ori
gina en el miedo sino en el hecho de que éstos le parecen ne
gativos, e x ig en tes, ab ru m ad o res e inclu so am enazantes.
Habitualmente se m uestra muy susceptible, sospecha de la
^ a r p J s J i u ^ .v o l u n t a d de los demás y tiene miedo a volver^ r7
seuloco. Es por eTlo que tiencte' a rodearse de un alambréUe es
pinos tan denso, retorcido e impenetrable que, a la postre, no
le queda más remedio que permanecer agazapado detrás de él.
Se_enfcenta, al mundo con un sofisticado sistema de defensas
compuesto de recelo, pedantería, sobriedad, cautela, moralidad
intachable, cortesía,y descQnfianza. Su imagen del mundojca-
recé^telñjíkesjrasados, es desmedidamérUe^criticQ V encuen-
tf á un^peío en,todas4as~SQpas-. En condiciones normales es pe
simista y temeroso, porque el mundo y los seres humanos no
soñTiñniíodo alguno, buenos sino que le abruman y nunca se
siente aceptado ni acogido afectuosamente. Para él, todo debe
ser pasado previamente por el tamiz de su propio juicio crítico
y es por ello que, en el fondo, no acepta al mundo, aunque
tampoco muestre abiertam ente su discrepancia. Unicamente
está de acuerdo con aquellas cosas de las que, por diversas ra
zones subjetivas, puede sacar provecho.
Para él, conversar consigo mismo es un placer. Su propio
mundo constituye un escondrijo seguro, un jardín celosamente
custodiado y bien amurallado, alejado del público y oculto de
las miradas de los curiosos. Su propia compañía es la mejor de
todas. En este mundo privado, donde los únicos cambios que
se producen son los que él desea, se siente como en casa.
Cuando trabaja con sus propios recursos, siguiendo sus propias
iniciativas y a su manera, puede llegar a hacerlo bien. Si algu
na vez, tras una ardua y agotadora lucha, acepta algo ajeno, es
capaz de sacar un excelente provecho de ello. La multitud, la
opinión pública y el entusiasmo colectivo nunca le convencen
sino que, por el contrario, únicamente consiguen que se refu
gie más profundamente en el interior de su caparazón.

95
Tipos y arquetipos junguianos

Sólo cuando siente que su seguridad está garantizada y deja


de lado su desconfianza defensiva puede llegar a entablar rela
ciones más cálidas con los otros. No obstante, con demasiada
frecuencia no puede conseguir este grado de intimidad y, en
consecuencia, el número de amigos y relaciones con los que
cuenta es muy restringido. La vida psíquica de este tipo de in
dividuo se desarrolla por completo en su mundo interno y,
sean cuales fueren las dificultades y conflictos que aparezcan
en su interior, todas las puertas y ventanas permanecen cerra
das a cal y canto. De este modo, el introvertido se enclaustra
dentro de sus complejos hasta que termina quedándose com
pletamente aislado.
A pesar de todas estas peculiaridades, sin embargo, el in
trovertido no es, en modo alguno, un caso perdido para la so-
Iciedad. Su repliegue en su interior no supone una renuncia de-
, finitiva al mundo sino únicamente una búsqueda del silencio,
de la única condición desde la que puede efectuar su propia
\ contribución a la comunidad. Este tipo de persona suele ser
víctima de numerosas incomprensiones por parte de los demás,
incomprensiones, por otra parte, no del todo injustificadas ya
que a veces parece como si él mismo invitara a ello. Asimis
mo, tampoco puede ser exculpado de la acusación de disfrutar
con la confusión y de que la mala interpretación de los demás
le produce cierta satisfacción porque corrobora su visión pesi
mista del mundo. Así pues, no resulta difícil comprender por
qué suele reprochársele ser una persona fría, orgullosa, obsti
nada, egoísta, vanidosa y caprichosa y por qué se le recuerda
constantemente que la dedicación a los objetivos de la socie
dad, el compromiso con los demás, la cortesía y la confianza
desinteresada en la autoridad constituida son las verdaderas
virtudes que caracterizan una vida sana y provechosa.
El introvertido es muy consciente de la existencia de este
tipo de virtudes y de que, en algún lugar -y no sólo en su cír
culo de conocidos- tal vez hayan personas realmente inspira
das que estén en posesión de este tipo de cualidades ideales.
Lo cierto, sin embargo, es que su actitud autocrítica y la con-
Reflexiones sobre los tipos psicológicos

cienda^e_£ii&4 )X0 ^ disuadido hace ya


giiidio tiempo de albergar la ilusión de llegar a ser merecedor
de tales virtudes. Su recelo, acicateado por su ansiedad, le lle
va a reparar en las orejas del asno que asoman por debajo de la
melena de león de sus semejantes. El mundo y los seres hu
manos constituyen para él un serio peligro que no puede brin
darle ningún criterio válido que le sirva de orientación. Lo úni
co que vale es su propio mundo subjetivo, un mundo que, en
los momentos de apasionamiento, llega a confundir con el
mundo objetivo. Fácilmente podríamos, pues, acusarles de
subjetivismo -e incluso de individualismo mórbido- si real
mente estuviéramos convencidos de la existencia de una única
realidad objetiva. Pero esta verdad -si es que se le puede lla
mar así- no es axiomática sino tan sólo una verdad a medias.
La otra parte de la verdad es que el mundo también es tal
como lo percibe la especie humana y, en última instancia, el
individuo, ya que, de no existir un sujeto conocedor, no podría
existir un mundo conocido. El sujeto -por muy insignificante
y pequeño que pueda parecemos- constituye necesariamente
el otro pilar que sostiene el edificio del mundo fenoménico. El
sujeto, por consiguiente, tiene la misma validez que el deno
minado mundo objetivo porque ambos se hallan asentados por
igual en una misma realidad psíquica, una realidad que tiene
sus propias leyes y cuya importancia, por tanto, no podemos
despreciar.
El extravertido se siente interesado y atraído a priori por el
mundo objetivo mientras que el introvertido, por su parte, sólo
está interesado por el sujeto y la realidad psicológica. Podría
mos, por consiguiente, decir que, para el extravertido, el
«acento numinoso» (las cualidades y los valores positivos)
está puesto en el objeto -y que, por ello, éste juega un papel
determinante, predominante y decisivo en todos sus procesos
psicológicos- y lo mismo podríamos afirmar con respecto a la
actitud que sostiene el introvertido hacia el sujeto.
Pero el acento numinoso no sólo inclina a favor del sujeto
o del objeto sino que también determina cuál es la función
Tipos y arquetipos junguianos

consciente más utilizada por el individuo. En mi opinión, exis


ten cuatro funciones bien diferenciadas: pensamiento, senti
miento, sensación e intuición. La función esencial de la sensa-
\ ción consiste en establecer que algo existe; el pensamiento,
j por su parte, nos informa de su significado; el sentimiento nos
i señala el valor que tiene para nosotros y la intuición nos per-
i mite aventurar su procedencia y su futuro. La sensación y la
intuición son funciones irracionales ya que ambas tienen que
ver únicamente con hechos y realidades actuales o potenciales.
El pensamiento y el sentimiento, por el contrario, son funcio
nes discriminativas y, por tanto, racionales. La sensación, por
otra parte, gobierna la actividad simultánea de la intuición
puesto que esta última no se ocupa del presente sino que cons
tituye, más bien, una especie de sexto sentido que percibe las
posibilidades ocultas y que, por consiguiente, no puede permi
tirse ser influida por la realidad existente. Del mismo modo, el
pensamiento también se opone, en cierta medida, al sentimien
to (porque no puede ser influido o desviado de su objetivo por
los valores emocionales) y viceversa (porque el exceso de ac
tividad reflexiva puede contaminar al sentimiento). Cuando se
las dispone en un diagrama, estas cuatro funciones configuran
una cruz en la que el brazo de la racionalidad forma un ángu
lo recto con el brazo de la irracionalidad.
Pero estas cuatro funciones orientativas no dan cuenta, sin
embargo, de todo lo que puebla nuestra mente consciente
(como, por ejemplo, la voluntad y la memoria). A fin de cuen
tas, la diferenciación entre las cuatro funciones orientativas es,
esencialmente, una consecuencia empírica de las diferencias
típicas existentes en la actitud funcional. Existen personas, por
ejemplo, que ponen el acento numinoso en la sensación o en la
percepción de la realidad, a la que elevan a la categoría de
principio fundamental decisivo. Se trata de personas orienta
das hacia los hechos cuyos juicios intelectuales, cuyos senti
mientos y cuyas intuiciones se hallan gobernados, en última
instancia, por la enorme importancia que conceden a las cues
tiones fácticas. Hay otras personas, en cambio, que ponen el
Reflexiones sobre los tipos psicológicos

acento numinoso en el pensamiento y utilizan su discernimien


to para tratar de dilucidar el significado que deben atribuir a
los hechos, un significado que determinará, a su vez, el modo
en que el individuo se enfrentará a éstos. Si el acento numino
so recae, por el contrario, en el sentimiento, su adaptación de
penderá completamente del valor de los sentimientos que les
atribuya. Por último, si el acento numinoso está puesto en la
intuición, la realidad fáctica sólo contará en la medida en que
parezca albergar posibilidades ocultas que se convertirán, en
tonces, en la principal fuerza motivadora sin importar lo que
realmente sean las cosas en el presente.
La localización del acento numinoso determina, de este
modo, los cuatro tipos de funciones cuya existencia he consta
tado, en primer lugar, en mi relación con la gente y cuya for
mulación sistemática he llevado a cabo muy posteriormente.
En la práctica, estas funciones siempre aparecen combinadas
con un tipo de actitud determinada, ya se trate de la extraver
sión o de la introversión. De este modo, cada función posee
también una modalidad introvertida o extravertida, lo cual da
lugar a ocho funciones perfectamente diferenciadas. Obvia
mente, resulta imposible exponer la psicología específica de
cada tipo y explicar de manera detallada sus manifestaciones
conscientes e inconscientes dentro de los límites del presente
ensayo. Me veo obligado, por consiguiente, a recomendar al
lector interesado el estudio anteriormente mencionado.
El objeto de la tipología psicológica no consiste en clasifi
car a los seres humanos en categorías ya que ésta, en sí misma,
sería una pretensión absurda. Su verdadero propósito es el de
proporcionar una psicología crítica que ayude a la investiga
ción y la presentación sistemática de todo el material empírico
disponible. Primera y principalmente, la tipología debería ser
una herramienta crítica para el investigador que proporciona
perspectivas y líneas de actuación concretas que permiten in
troducir una semblanza de orden en la caótica profusión de las
experiencias individuales. En este sentido, la tipología consti
tuye una especie de red trigonométrica o, mejor todavía, un

99
Tipos y arquetipos junguianos

sistema axial cristalográfico. En segundo lugar, la tipología


constituye una ayuda inestimable para comprender las grandes
diferencias existentes entre los individuos y también nos brin
da una clave para entender las diferencias fundamentales exis
tentes entre las teorías psicológicas vigentes. Por último, pero
no, por ello, menos importante, la tipología constituye un me
dio esencial para determinar la «ecuación personal» del psicó
logo, que, dotado de un conocimiento exacto de sus funciones
inferiores, puede evitar, de ese modo, en buena medida, come
ter errores graves en el trato con sus pacientes.

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100
5. EL LADO OSCURO
DE LOS TIPOS

James Hillman

En Grecia, el concepto typos se utilizaba para referirse a la


forma vacía o liüecgrgelm m^^
perfilados. Cuando Platón y Aristóteles comenzaron a utilizar
* eT término, éste tenía la acepción de esbozo impreciso e in
completo que tiene más que ver con una configuración visible
que con una forma claramente definida. En la lógica y la epis
temología actuales, la imprecisión sigue siendo todavía el ras
go que diferencia al concepto tipo de otras categorías de orden.
Pero es precisamente esta misma imprecisión de sus fronte
ras la que explica el motivo por el cual los tipos son utilizados
con tanta frecuencia en las disciplinas científicas y en las hu
manísticas. Los tipos pueden entremezclarse fácilmente unos
con otros y resulta sumamente difícil establecer una separa
ción clara entre los períodos históricos típicos (Medioevo y
Renacimiento), los estilos literarios típicos (épica y tragedia),
los distintos grupos típicos de desórdenes psicológicos, de fun
ciones sociales e, incluso, de especies animales. Así pues, las
características más distintivas del concepto de tipo son la flui
dez, la relatividad y la flexibilidad.
Por consiguiente, parece obvio que los seres humanos tam-

101
Tipos y arquetipos junguianos

poco podemos ser encuadrados dentro de un tipo puro porque


T
-tal como acabamos de indicar- los tipos nunca pueden ser ajusi
puros. Un tipo puro es una clase y las clases se rigen, por tan ría a
to, por una lógica completamente diferente que la que se apli 1
ca a los tipos. Mi apellido, por ejemplo, comienza con la letra prin
H y fui llamado a filas el año 1944, lo cual me hace partícipe les.
de dos clases netamente definidas. Así, aunque todas las per nes
sonas cuyo apellido empieza por H o que fueron llamadas a fi sim
las en 1944 no compartamos ninguna cualidad específica co can
mún, podemos, sin embargo, ser clasificados dentro de la clase dor
H y dentro de la clase 44. Las clases responden, pues, al mo Psi
delo de pensamiento «esto o aquello» mientras que los tipos, sas
por su parte, se atienen a la lógica del «más o menos». Yo pue rir;
do ser un H o no serlo pero no puedo, en cambio, ser más H ye
que T. En lo concerniente al tipo psicológico, no obstante, ale
puedo ser, al mismo tiempo, más extravertido que introvertido, ne
un punto que el mismo Jung planteaba al comienzo de su libro ve
Tipos psicológicos (§§ 4-6). La extraversión, pues, no excluye m
per se a la introversión.
No resulta sencillo, sin embargo, mantener esta distinción si
entre clases y tipos ya que, con demasiada frecuencia, confun le
dimos a los tipos con las clases como ocurre, por ejemplo, te
cuando tratamos de clasificamos a nosotros mismos de acuer 11
do a un tipo y separamos, de este modo, el flujo continuo de q
nuestra naturaleza en fragmentos claramente delimitados y t<
mutuamente exclusivos. Pero esta confusión conceptual entre t;
tipos y clases acarrea, no obstante, muy graves consecuencias. r
En lo que concierne al ámbito político, por ejemplo, cuan c
do confundimos un tipo con una clase, éste se transforma lite I
ralmente en un estereotipo que actúa a modo de lecho de Pro <
custo. Un americano o un alemán típicos traen a nuestra mente ]
una imagen estereotipada que nada tiene que ver con la defini
ción legal de nacionalidad. Sin embargo, si lo típico estuviera
constituido por lo nacional, es decir, si la imagen típica fuera
la definición de la clase nacionalidad, todas aquellas personas
que tuvieran la nacionalidad americana o alemana deberían

102

í
El lado oscuro de los tipos

ajustarse a una imagen estereotipada, lo cual, sin duda, aboca


ría a la exclusión política y al genocidio.
Tendemos a hablar de tipos cuando tratamos de relacionar
principios generales amplios con casos particulares individua
les. En este caso, los tipos nos ayudan a ordenar en agrupacio
nes más o menos toscas un amplio número de acontecimientos
similares, ya que resulta sumamente difícil trabajar con una
cantidad elevada de eventos. En la década de los treinta, Gor-
don Allport y Henry Odbert compilaron en el Laboratorio de
Psicología de Harvard un listado de 17.953 expresiones ingle
sas -tomadas de Shakespeare o Joyce, entre otros- para refe
rirse a rasgos de la personalidad humana; un listado que inclu
ye términos tan diversos y descriptivos como alerta, reservado,
alcohólico, altruista, atractivo, alterado, sensible, hábil, impo
nente, etcétera. Esta lista no hace sino revelamos el inmenso
vocabulario que tenemos a nuestra disposición en un solo idio
ma para referimos a la naturaleza humana.
Una de las razones de la agudeza actual comparada con la
situación presente hace cincuenta años es que la riqueza del
lenguaje y la riqueza de la comprensión se apoyan mutuamen
te. Ya no nos permitimos utilizar el lenguaje ingenuo de aque
lla época y es por ello que la mayor parte de las expresiones
que utilizábamos regularmente para referimos a rasgos carac-
terológicos han pasado de moda o se han convertido en un
tabú: expresiones étnico-raciales (judío, turco, chicano, prusia
no), términos bíblicos (Jeremías, Ruth, Juan), referencias a la
clase social (sangre azul, sirviente, golfo, negrito, bastardo).
Las nuevas «logias», por su parte, insisten en que este tipo de
expresiones son el reflejo de estereotipos y prejuicios que en
lugar de ayudamos a ampliar nuestra comprensión tan sólo lo
gran bloquearla. Por consiguiente, estas nuevas disciplinas han
introducido su propio lenguaje objetivo y en la actualidad ha
blamos, en cambio, de «fascista», «neurótico», «descompensa
do», «obeso», «subdesarrollado», «no realizado», «elitista»,
«inconexo» y «chauvinista». De este modo, nuestra percepción
de los epítetos obscenos se ha desplazado del paisaje de una

103
Tipos y arquetipos junguianos

raza, un nacimiento o una región inferior al paisaje de un cuer


po inferior.
Permítaseme añadir que, si bien poseo un pensamiento ade
cuado, no obstante, el mundo de mis sentimientos resulta más
bien pobre. También me doy cuenta, sin embargo, de que exis
ten ciertos rasgos característicos de mi pensamiento que no
puedo controlar fácilmente. Me refiero, por ejemplo, al hecho
de guardar adecuadamente mi talonario de cheques, compren
der los principios que rigen la teoría de la información, la ló
gica simbólica o la reparación de un aparato de televisión. Asi
mismo, todavía tengo serias dudas con respecto al correcto uso
gramatical del «que» y del «cual» en determinadas expresio
nes, el cambio horario o la conversión de grados Celsius en
grados Fahrenheit. Quizás, aun cuando pueda llevar a cabo con
precisión, facilidad y comodidad muchas otras actividades
analíticas, lógicas y sistemáticas, todo esto no sea más que un
índice de las carencias de mi pensamiento. Del mismo modo,
también existen ciertas cualidades específicas de mi supuesta
mente empobrecido sentimiento que no sólo no se contradicen
con el pensamiento sino que incluso llegan a reforzarlo como,
por ejemplo, sentir el valor de una idea excelente y poder di
ferenciarla sutil y estéticamente de otra idea de menor impor
tancia o experimentar las consecuencias éticas de una determi
nada argumentación o de una cierta planificación organizativa.
Asimismo, a pesar de las limitaciones de mi función senti
miento, puedo ser un amigo leal, un anfitrión magnánimo y un
crítico bondadoso de mis alumnos, puedo admitir y contener
mi desesperación y no sentir miedo de llamar a las cosas por
su nombre cuando están en juego mis valores. En otras pala
bras, también las particularidades morales y caracterológicas
-e incluso la destreza técnica- acaban siendo reducidas a me
ros conceptos tipológicos. Un tipo está compuesto de ciertos
rasgos, un tipo es definido como un sistema axial que aglutina
ciertos rasgos o que actúa, simplemente, como un principio de
correlación carente, por sí mismo, de toda substancia indepen
diente de estos rasgos. Así pues, renunciar a la multiplicidad y
El lado oscuro de los tipos

la exquisita variedad de 18.000 rasgos diferentes equivale a


tratar de reducir la esencia de una persona a un solo tipo. De
ese modo, sin embargo, sólo llegaremos a perder de vista el
auténtico ser de la persona.
La vacuidad de los tipos, la oquedad inherente al mismo
término, su «invisibilidad», en suma, suscita además otra cues
tión adicional. Siempre que hablamos de tipos nos vemos obli
gados a citar también ejemplos y casos concretos, ya que los
tipos deben ser ilustrados con casos vivos. En este sentido, el
propósito del capítulo décimo del libro Tipos psicológicos, de
Jung, es el de encamar las imágenes de los tipos con aconteci
mientos y personas concretas para que, de ese modo, podamos
comprender todo lo dicho anteriormente. Peculiar proceso de
pensamiento éste, que requiere de la utilización de ejemplos, y
que ensombrece el empleo del pensamiento tipológico, espe
cialmente en los campos de la psicología y la psiquiatría. ¿No
se corre, acaso, así, el peligro de tratar de llenar una noción va
cía con personas concretas y de crear casos -aun patológicos-
para poder satisfacer, de ese modo, las condiciones de una pa
tología típica?
Jung jamás aspiró a que su tipología fuera utilizada para
encorsetar a las personas dentro de un determinado tipo psico
lógico. El mismo Jung se hubiera mostrado en completo desa
cuerdo con la forma en que su tipología es utilizada experi
mentalmente por el moderno cientifismo clínico propio de los
tests de Grey-Wheelwright y de Briggs-Myers. Según Jung:

No aspiro a la creación de una tipología psicológica que per


mita clasificar a los seres humanos en categorías ya que esto,
en sí mismo, constituye una pretensión absurda.1

Existen muchos lectores que han sucumbido al error de creer


que el capítulo décimo (“Descripción general de los tipos”) de
mi libro representa el contenido y el propósito esencial de
éste, en el sentido de proporcionar un sistema de clasifica
ción, una guía práctica para poder establecer juicios certeros

105
Tipos y arquetipos junguianos

sobre el carácter humano... Esta lamentable conclusión, sin


embargo, deja completamente de lado el hecho de que este
tipo de clasificaciones no es más que un pueril juego de sa
lón... Mi tipología... [no tiene el objetivo de] adjudicar etique
tas superficiales a la gente. No es una fisiognomía... Es por
este mismo motivo por lo que he situado la tipología gene
ral... al final del libro... En consecuencia, quisiera recomendar
al lector... que comenzara sumergiéndose plenamente en la
lectura de los capítulos segundo y quinto, ya que obtendrá de
ellos mucho más de lo que pueda proporcionarle cualquier
terminología tipológica superficial cuyo único propósito es el
deseo completamente improductivo de asignar etiquetas.2

Entonces, si no se trataba de tipificar a las personas ¿cuál


era, pues, en tal caso, el «propósito fundamental» del libro? En
este sentido Jung es suficientemente explícito:

Su verdadero propósito es el de proporcionar una psicología ¡


crítica... El sistema psicológico que he propuesto aspira a ser, {
primera y principalmente, un instrumento crítico en manos f
del investigador (pág. 986)... Constituye un intento... de pro- f
porcionar el fundamento explicativo y el contexto teórico que
nos permita dar cuenta de la ilimitada variedad de conceptos
psicológicos existentes.3 f:

En la cita anterior, llama nuestra atención la referencia de


Jung a la variedad de los conceptos psicológicos y no a la di
versidad de los seres humanos. La psicología crítica, pues, nos \
brinda un instrumento que nos permite someter a examen [=
nuestras propias ideas y, en este mismo sentido, debemos si-
tuar esta orientación psicológica en el ámbito de la epistemo
logía, lo cual no parece sino una simple consecuencia del lugar
preeminente que Jung otorgaba al psiquismo. Como escribe
Aniela Jaffé: «El alma no puede ser un objeto de conocimien- ,
to ni estar sometida al juicio intelectual sino que, por el con- ,
trario, son el juicio y el conocimiento los que constituyen los j

106
El lado oscuro de los tipos

objetos propios del conocimiento del alma». Los tipos, por


consiguiente, nos proporcionan las antinomias psicológicas
fundamentales inherentes a todo juicio psicológico.
Una de las consecuencias del uso de una herramienta múl
tiple es el relativismo psicológico. Jung era muy consciente de
este hecho y es por ello por lo que uno de los corolarios más
importantes de su libro sea el de relativizar y trascender cual
quier postura psicológica. No debería, pues, extrañamos que,
en el epílogo del citado texto, diga:

... en el caso de las teorías psicológicas, la necesidad de una


pluralidad de explicaciones es algo asumido desde el princi
pio... una comprensión intelectual del proceso psicológico
sólo puede abocar a la paradoja y la relatividad.4

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6. LA DIOSA INTERNA: un t
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UNA TIPOLOGÍA JUNGUIANA deai
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DE LA MUJER bla
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Jennifer Barker Woolger y Roger J. Woolger opei
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Cuando hace varios años comenzamos a organizar semina tipo
rios sobre el retomo de la diosa bajo el ropaje de formas muy lida
diversas, no nos esperábamos la enorme variedad e intensidad care
de las reacciones que despertaron en buena parte de las muje de i
res y hombres que han participado en ellos. Así, por ejemplo, son
después de una conferencia o de un pase de diapositivas, una indt
mujer podía tomar la palabra durante media noche y relatamos edu
apasionadamente el amor de su vida, lo que significa para ella tepe
tener hijos y sus frustraciones profesionales, llegando, incluso, I
en ocasiones, a afirmar: «Me habéis proporcionado un nuevo par<
lenguaje para hablar sobre mí misma. Nunca antes había teni que
do tanta claridad». psic
No queremos, sin embargo, dar la impresión de que el tra que
bajo con este nuevo lenguaje de lo femenino consiste exclusi tir <
vamente en lograr una comprensión intelectual. En realidad, pur;
esto implica el compromiso profundo y decidido con las fuer disi
zas femeninas que viven dentro y a través de nosotros. Es ne En
cesario, en suma, tener conciencia de las presencias espiritua- culi

108
La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

les y psicológicas que el psicólogo Cari G. Jung denominó ar


quetipos y que constituyen los transformadores vivos de nues
tra conciencia y de nuestra existencia.

¿QUÉ E S UNA «DIOSA»?

El término diosa constituye la descripción psicológica de


un tipo complejo de carácter femenino que podemos reconocer
intuitivamente en nuestro interior, en las mujeres que nos ro
dean y en las imágenes e iconos de nuestra cultura. Por ejem
plo, la mujer de carrera, joven, inteligente y elegante que pue
bla nuestras ciudades es la encarnación viva de un tipo de
diosa a la que llamamos mujer Atenea, la diosa patrona de la
ciudad de Atenas, un estereotipo que todavía sigue activo y
operante en la actualidad reproduciéndose de continuo en las
revistas, las películas y las novelas.
Pero una diosa como Atenea es mucho más que un estereo
tipo o un cliché del promedio y también representa una moda
lidad compleja y altamente evolucionada de conciencia que
caracteriza la forma en la que piensa, siente y actúa este tipo
de mujer. Los rasgos más sobresalientes de la mujer Atenea
son su tenacidad en el trabajo, su orientación hacia el éxito, su
independencia, su rica vida intelectual, su valoración de la
educación, su conciencia social y política y su tendencia a an
teponer su carrera profesional a su familia.
Existe una dinámica fundamental -parcialmente innata y
parcialmente adquirida- detrás de la conducta de cada mujer
que la hace especial. Cuando observamos la misma dinámica
psicológica en un grupo de individuos nos encontramos ante lo
que Jung denominaba arquetipo. Jung fue el primero en adver
tir que este tipo de dinámica puede observarse en su forma
pura en la mitología y en la literatura, y que también aparece
disfrazada en los sueños y en las fantasías de la vida cotidiana.
En la actualidad, podemos observarlos fácilmente en las pelí
culas, las comedias televisivas y en el modo en el que los me-

109
Tipos y arquetipos junguianos
cup
dios de comunicación se ocupan de las vidas de las personas alte
famosas.
Una diosa, por consiguiente, es la forma que asume un ar de
quetipo femenino en el contexto de un relato épico o mitológi ya
co. En los cuentos de hadas este arquetipo puede aparecer dis tos
frazado de princesa, reina o bruja. Cuando soñamos o de
ensoñamos, nuestra mente inconsciente extrae imágenes ar-
quetípicas de ese trasfondo común cultural al que Jung deno cié
minaba inconsciente colectivo. Así, por ejemplo, en lugar de cu
representar el arquetipo femenino del poder, en lugar de una so
reina o de una diosa mitológica como Hera, podemos soñar
con Margaret Thatcher o con una matriarca de telenovela
como la Angela Channing de Falcon Crest. es
m
lo
LOS PRINCIPALES TIPOS DE DIOSAS

Hemos seleccionado los arquetipos de aquellas seis diosas


griegas que más activamente influyen en las vidas de las mu
jeres de nuestra sociedad actual. Las características fundamen
tales de estos seis tipos pueden resumirse del siguiente modo:

• La mujer Atenea se halla regida por la diosa de la sabidu


ría y la civilización y se muestra interesada por el éxito, la pro
fesión, la educación, la cultura, la justicia social y la política.
• La mujer Afrodita está gobernada por la diosa del amor y
se preocupa principalmente por las relaciones, la sexualidad,
las intrigas, los romances, la belleza y la inspiración artística.
• La mujer Perséfone se halla bajo el influjo de la diosa del >
mundo subterráneo. Por consiguiente, se siente inclinada hacia
la mediumnidad y el mundo de los espíritus, las experiencias
ocultas, visionarias y místicas y todos los temas relacionados
con la muerte. ,
• La mujer Artemisa está gobernada por la diosa de los bos
ques. Es práctica, atlética y aventurera; le agrada la educación
física, la soledad, la vida al aire libre y los animales y se preo-

110
La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

cupa por la protección del medio ambiente, las formas de vida


alternativas y las comunidades de mujeres.
• La mujer Deméter se halla bajo la influencia de la diosa
de las cosechas. Es una madre terrenal que ama, cría, alimenta
y ayuda a crecer a todos sus hijos. Le interesan todos los asun
tos relacionados con la maternidad y los ciclos reproductivos
de la mujer.
• La mujer Hera se halla bajo el dominio de la reina de los
cielos. Está interesada por el matrimonio, las parejas y las
cuestiones relativas al poder en las que las dirigentes y líderes
son mujeres.

Debemos destacar, sin embargo, que, bajo la conducta y el


estilo psicológico de cada mujer no hay una sola diosa, sino
más bien una combinación de varias de ellas. A diferencia de
lo que ocurre en el caso del signo astrológico, donde cada per
sona está ligada exclusivamente a uno u otro signo -como Pis
cis o Leo, por ejemplo-, cada mujer constituye una compleja
mezcolanza de todos los tipos de diosas. Por consiguiente,
para que una mujer pueda llegar a conocerse a sí misma más
completamente, no sólo deberá saber cuál es la diosa principal
que la rige, sino que también deberá conocer la forma en que
las diferentes diosas ejercen su propia influencia en los dife
rentes períodos y momentos críticos de su vida.
Pero también los hombres se hallan bajo la influencia de las
diosas porque éstas son el espejo infalible donde se reflejan las
energías femeninas que se asientan en el psiquismo del hom
bre. No obstante, los hombres, por lo general, suelen experi
mentarlas como algo externo bajo la apariencia de la mujer
que más atractiva o excitante les resulta. Desde un punto de
vista psicológico, podríamos decir que los hombres experi
mentan a las diosas proyectadas en las mujeres que les rodean
y en las imágenes atractivas o desagradables que les ofrecen
los medios de comunicación.
Según nuestra opinión, además, todas las relaciones que
tienen lugar entre las mujeres y los hombres se hallan determi-

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La Rueda de las D iosas

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La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

Cada sección de la Rueda resume los atributos de una de


terminada diosa y señala su principal área de influencia y po
der. A continuación ofrecemos una descripción de las seis dio
sas en términos de sus áreas de influencia más importantes y
de los estilos de vida que las caracterizan:
Atenea gobierna todo aquello que tiene que ver con la civi
lización, es decir, todo lo relacionado con las ciudades, la vida
urbana y lo que denominamos actividades «civilizadas», lo
cual incluye también lo que mantiene el funcionamiento de la
ciudad o del estado-nación. Atenea rige también la tecnología,
la ciencia, las artes aplicadas -incluyendo a las artes literarias-
la educación y todos los aspectos de la vida intelectual. En lo
que concierne a la mujer urbana moderna, Atenea rige todos
los aspectos de su carrera, profesión y el modo en que se rela
ciona con el mundo patriarcal de los padres de la ciudad.
Afrodita rige el amor y el eros, es decir, todos los aspectos
de la sexualidad, la intimidad y las relaciones personales. Su
poder para atraer y seducir a los sentidos la convierte en la
diosa de la belleza y, por consiguiente, de todas las artes vi
suales como la pintura, la escultura, la arquitectura, la música
y la poesía. Al igual que Atenea, Afrodita es una diosa «civili
zada» pero, a diferencia de ella, su influencia no es pública ni
colectiva sino privada e individual. Es por ello que gobierna
los salones, la inspiración artística y todas los vínculos creati
vos establecidos entre ambos sexos.
Perséfone es la reina de la muerte y rige sobre todos aque
llos aspectos que tienen que ver con la relación con el mundo
subterráneo, el mundo de los espíritus y el de los difuntos. Se
mantiene en contacto más o menos consciente con los princi
pales poderes transpersonales del psiquismo, llamados tradi
cionalmente espíritus, y que Jung denominaba arquetipos. En
términos psicológicos actuales diríamos que esta diosa rige la
mente inconsciente más profunda, el mundo de los sueños y
todo lo relacionado con lo paranormal, los fenómenos psíqui
cos y el misticismo. Así pues, está implicada en la mediumni-
dad, la canalización, la videncia, los temas ocultos y aquellas

113
Tipos y arquetipos junguianos

regiones del psiquismo cubiertas por determinadas formas de


psicoterapia. Es la diosa de la muerte y por ello siempre está
presente en cualquier situación o acontecimiento donde tenga
lugar una muerte o una pérdida trágica, aunque también inter
viene en las pérdidas de menor importancia como, por ejem
plo, las separaciones y los traumas.
Artemisa es la diosa de la naturaleza en su estado indómi
to original, la reina de los bosques. En este sentido constituye
la cara opuesta de Atenea, ya que esta última representa la na
turaleza sometida y civilizada. Artemisa está especialmente li
gada a los animales, la caza y los ciclos de la vida natural que
gobiernan tanto la vida de los animales como de los seres hu
manos. Es la diosa del parto y, en su calidad de diosa lunar,
gobierna todo lo que tiene que ver con la vida instintiva y su
braya (a diferencia de Atenea) más el cuerpo que la cabeza y
vive en función de las actividades físicas y prácticas (que hoy
en día incluyen el atletismo y la danza). Puesto que tiene rela
ción con la caza y la naturaleza instintiva, gobierna también
las muertes y los sacrificios sangrientos. En lo que respecta a
la muerte, Artemisa equilibra y complementa a Perséfone, ya
que aquélla se ocupa de la muerte del cuerpo en tanto que Per
séfone se ocupa del tránsito del espíritu, por ello está relacio
nada con la antigua práctica del chamanismo que engloba am
bos aspectos.
Deméter, la descediente más directa de la antigua Madre
Tierra, es la diosa de la maternidad y de todo lo que tiene re
lación con las funciones reproductivas, particularmente la ex
periencia interna de los ciclos menstruales y del parto. Debido
a que gobierna las semillas y los frutos, en ocasiones recibe el
nombre de la Señora de las Plantas, ilustrando, de ese modo,
su profunda vinculación con todos los aspectos de la alimenta
ción, el crecimiento y el ciclo de la siembra, la cosecha y la
conservación. Deméter está también íntimamente ligada a la
nutrición y al crecimiento orgánico del cuerpo. La mayor par
te de su energía se dedica a la alimentación y el cuidado de los
niños y de todas las criaturas en período de crecimiento.

114
La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

Hera es la reina del cielo -el Olimpo- y se halla relaciona


da con el poder y el gobierno. En tanto que esposa de Zeus,
rige el matrimonio, la sociedad y todos los cargos públicos en
los que la mujer tiene poder, responsabilidad o autoridad. Hera
está muy preocupada por la moral social y el mantenimiento
de la integridad familiar y también supervisa todos los aspec
tos de la tradición y la cohesión de la comunidad. En este sen
tido, comparte la visión de Atenea por la vida civilizada y el
mantenimiento de los valores patriarcales simbolizados por su
esposo, Zeus. Cuando su poder queda estrictamente circunscri
to al ámbito familiar puede llegar a convertirse en una indis
cutible matriarca.

DIFERENCIAS Y SIMILITUDES:
DÍADAS DE DIOSAS

Una clave para tener una perspectiva más clara de la fun


ción de las seis diosas en la Rueda consiste en disponerlas en
pares de opuestos, indicándonos, de ese modo, de manera grá
fica, sus rasgos comunes y sus rasgos antagónicos. A esto es a
lo que nos referimos cuando hablamos de las tres diadas de
diosas. A medida que vayamos profundizando en su conoci
miento nos daremos cuenta de que estos pares manifiestan
cualidades diferentes y complementarias.
Una diada de la que ya hemos dicho algo es la que existe
entre Artemisa y Atenea. En su faceta de diosa de la vida sal
vaje y de diosa la vida civilizada, respectivamente, son cierta
mente opuestas pero también hay que decir que comparten dos
cualidades fundamentales, ya que ambas portan armas (a modo
de guerreros) y ambas carecen de compañero o amante. El
temperamento de ambas diosas las hace proclives a vivir y tra
bajar en soledad prescindiendo de la compañía del varón. Es
por ello que este par de opuestos de la Rueda de las Diosas re
cibe el nombre de diada de la independencia. Así pues, aun
cuando puedan contraer matrimonio, necesitan, sin embargo,

115
Tipos y arquetipos jun guíanos

de relaciones muy independientes y libres. En el mundo anti


guo eran conocidas como las diosas «vírgenes», lo cual signi
fica también que eran solteras. (La castidad como componen
te virginal es el resultado manifiesto de un valor patriarcal
superpuesto.)
Sus diferentes mundos también son el reflejo de un estilo
de relación diferente. Atenea es extravertida y se relaciona con
el mundo a través de un equipo en medio del bullicio y com
petencia propio de la vida urbana. Artemisa, por el contrario,
es más bien introvertida, prefiere trabajar en soledad, alejada
de la muchedumbre enloquecida, acompañada tal vez de uno o
dos amigos como máximo, o en una comunidad selecta de
amantes de la soledad.
No obstante, la independencia de sus temperamentos supo
ne que ambos aspectos de la diada Atenea-Artemisa pueden
aparecer en una misma mujer. No es extraño encontrar a una
mujer joven trasladándose de la ciudad al campo o viceversa
en diferentes fases de su vida. Por otro lado, si sólo se desa
rrollara un polo de esta diada muchas mujeres encontrarían re
lativamente fácil desarrollar el otro.
Un segundo par de opuestos -aunque, de entrada, no parez
ca tan evidente- es el que existe entre Hera y Perséfone. Su
diferencia más acusada radica en el modo en que se relacionan
con el mundo externo e interno. Pareciera como si Hera, en
tanto que suprema extravertida, se ocupara tan sólo del mundo
externo, mientras que Perséfone -en su calidad de introverti
da- despreciara al mundo externo y prefiriera, por el contrario,
el reino psíquico interior de los espíritus. Así pues, esta diada
(denominada diada del poder) está relacionada con la reina del
cielo y con la reina del mundo subterráneo, ocupadas del con
trol de sus respectivos ámbitos.
La disparidad de sus visiones del mundo y de sus egos -el
ego de Hera es extraordinariamente poderoso mientras que el
de Perséfone, por su parte, es tan débil que resulta vulnerable a
los espíritus- hace que resulte difícil que ambas diosas lleguen
a apreciarse y comprenderse mutuamente. No obstante, si son

116
La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

capaces de superar sus prejuicios personales, tienen muchas co


sas que aprender la una de la otra. En términos generales, Hera
debe aprender a relacionarse más con el mundo interior mien
tras que Perséfone, por su parte, necesita salir de su caparazón.
El par de opuestos restante es el formado por Deméter y
Afrodita, dos diosas ligadas a diferentes manifestaciones del
amor, a las que denominamos diada del amor. Ambas tienen
su propia manera de expresar el amor y su experiencia corpo
ral. Deméter reserva el amor para sus hijos, sirvendo como un
recipiente desinteresado para las personas que ama física y es
piritualmente. Afrodita, por su parte, también nutre espiritual y
físicamente, pero no conteniendo o cuidando a quienes ama
sino ofreciendo a sus amantes su completa madurez y otredad.
Afrodita siente más amor por el adulto que por el niño. El
amor de Deméter, por su parte, es más introvertido y lleva
siempre en su corazón a aquéllos a quienes ama sin importarle
lo lejos que se hallen mientras que Afrodita, en cambio, dada
su cualidad extravertida, sólo puede sentirse satisfecha si cuen
ta con la presencia física de su amante.
Para Deméter el cuerpo es un recipiente sagrado mientras
que para Afrodita constituye un objeto de amor sagrado, un
portador de belleza. Resulta bastante difícil que una mujer
Afrodita llegue a disfrutar plenamente de su primer embarazo
y, de modo parecido, la mujer Deméter no suele apreciar su
cuerpo estéticamente porque lo experimenta y lo trata de ma
nera muy diferente. A pesar de ello, ambas pueden aprender
mutuamente y compartir los estilos de amar y de relacionarse
con el cuerpo de la otra.
Las tres diadas también se corresponden, de un modo gene
ral, con las orientaciones temperamentales de la introversión y
la extraversión:
D ia d a in d e p e n d e n c ia po d e r a m o r

Extravertida A tenea H era A frodita


Introvertida A rtem isa P erséfone D em éter
Tipos y arquetipos junguianos

A este respecto, la Rueda se divide diagonalmente de modo


que las tres diosas más volcadas sobre la realidad externa se si
túan en la parte superior derecha mientras que las diosas de ca
rácter más interno se ubican en la parte inferior izquierda. Úni
camente Deméter parece no encajar del todo en este esquema
ya que está bendecida con una saludable mezcla de amor in
trovertido y de energía extravertida que le permite cuidar de
sus hijos y de su familia. Debemos añadir, por último, que
Afrodita también puede ser considerada como una diosa con
cierta cualidad interior ya que, generalmente, cuando se halla
en la intimidad gusta de emprender con sus amantes una espe
cie de búsqueda del alma o de introversión compartida.

LAS DIOSAS Y SUS COMPLEMENTOS


MASCULINOS: EL ANIM US

Cada diosa se relaciona de manera diferente con el aspecto


masculino, ya sea a través de las figuras masculinas que apare
cen en su mitología individual o a través de la forma específica
de energía masculina que cada diosa ha dominado en su inte
rior. Tanto Hera como Perséfone tienen esposos o consortes, lo
que, idealmente, nos sugiere algún tipo de reparto equitativo
del poder. Las relaciones de Afrodita y Deméter se caracterizan
por sus diferentes modos de amar, mientras que Artemisa y
Atenea son diosas «vírgenes» que no tienen relaciones marita
les o continuadas y ambas manifiestan cualidades masculinas
en su calidad de cazadora y guerrera, respectivamente.
En la Rueda de las Diosas nos referimos, de manera sucin
ta, al tipo de relación que cada diosa mantiene con el sexo
opuesto y su contrapartida masculina, el animus, un término
que Jung utilizaba para referirse al elemento masculino que
habita en el psiquismo de cada mujer y que determina el modo
en que ésta se siente atraída o repelida por ciertos tipos de
hombre. Cada diosa se siente atraída, pues, por el tipo de hom
bre que complementa su estilo particular de feminidad.
La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

Estas son, en resumen, algunas de las contrapartidas mas


culinas de cada una de las diosas:
Atenea se relaciona con el hombre como heroico «compa
ñero de armas», con quien comparte sus ideales, sus ambicio
nes, sus objetivos profesionales y sus luchas. Con frecuencia
busca un compañero intelectual o un rival amistoso pero no se
casa necesariamente con él sino que tiende a mantener una re
lación estrecha y duradera. También se siente atraída por la fi
gura del padre y mantiene, por lo general, vínculos muy pro
fundos con la autoridad impersonal representada por las
instituciones del patriarcado o por ideales espirituales pero
también puede entrar en conflicto abierto con el mundo pa
triarcal. Sus principales contrapartidas del animus son, por tan
to, el héroe y el padre.
Afrodita admira la virilidad de los hombres y participa del
poder fálico masculino en su calidad de amante y guerrera.
Admira el éxito y la combatividad en los hombres pero -a di
ferencia de lo que ocurre con Atenea- no está excesivamente
interesada en luchar con ellos y su principal campo de batalla
es el tocador o el salón. Se siente feliz con las relaciones múl
tiples y con las relaciones extramaritales pero siempre que le
convenga se casará (o se divorciará). Atrae a los hombres cre
ativos y frecuentemente actúa como protectora o inspiradora
de sus empresas artísticas.
Perséfone se enamora más fácilmente del espíritu que del
cuerpo de los hombres y tiene, con frecuencia, guías espiri
tuales masculinos en sus prácticas místicas o mediúmnicas.
Su implicación profunda y fatal con los aspectos oscuros de la
vida la llevan irremediablemente a atraer a hombres destructi
vos -el Señor de lo Oscuro- y, en ocasiones, a contraer ma
trimonio con ellos con consecuencias desastrosas. Para prote
gerse suele elegir la segura -au n q u e in satisfac to ria -
alternativa de casarse con un hombre más joven, amable y
menos amenazador que ella, a quien pueda cuidar y manipu
lar. El tipo de animus que le cuadra es descrito como el hijo
amante.

119
Tipos y arquetipos junguianos

Debido a su independencia, Artemisa ya posee mucha ener LA


gía masculina integrada en la estructura de su personalidad y,
por consiguiente, no tiene necesidad de un hombre que la com m
plemente. Sin embargo, al igual que Atenea, Artemisa goza de
los compañeros masculinos que sean capaces de ayudarla en la
el I
consecución de metas tangibles. Asimismo, si puede conservar vid
su libertad, el matrimonio no es algo que evite por principio. da
Frecuentemente mantiene oculta su sexualidad, resulta bastan ten
te tímida, valora la discreción y la reserva masculina y se sien neí
te atraída por los hombres inseguros. Apolo, su hermano mito yai
lógico, representa la distante relación que busca en los
ap
hombres. Amigo, compañero y hermano son los términos que
mejor describen la contrapartida de su animus. de
Deméter no está especialmente interesada en las relaciones ut
sexuales o intelectuales sino que necesita de alguien que se la
gane la vida. Contrae matrimonio cuando encuentra a un padre
tierra poderoso y responsable. Sin embargo, su exceso de
energía maternal la lleva a convertirse en madre de todos los
hombres que la rodean, independientemente de sus edades,
convirtiéndolos en sus hijos y llegando a idealizarlos como hé
roes. El animus que le corresponde es el de hijo héroe.
Hera busca a un hombre para que se convierta en su con
sorte, alguien que, en el mejor de los casos, quiera compartir
con ella su poder. Así pues, sólo desea unirse a hombres pode
rosos, triunfadores, líderes y, de ser posible, gobernantes
-como lo fuera Zeus, su esposo mitológico-. Hera es, funda
mentalmente, monógama, de modo que, por lo general, busca
el matrimonio y mantiene relaciones íntimas con un solo hom
bre, su esposo. Siempre buscará casarse con un hombre por su
poder mundano o por el prestigio social que pueda proporcio
narle. Desea legar un buen nombre a sus hijos. Puesto que se
siente atraída por la energía masculina de la autoridad, también
desea gobernar su propia familia como una matriarca o bien
ejercer su dominio a través de alguna institución.

120
i
La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer

LA DINÁMICA VIVA DE LA RUEDA DE LAS


DIOSAS

Esta orientación general debiera bastamos para comprender


el peso y la influencia que ejercen las diosas sobre nuestra
vida. Esto es lo que denominamos la dinámica viva de la Rue
da de las Diosas, es decir, la energía viviente derivada de la
tensión de los opuestos que todos albergamos en combinacio
nes infinitas e individuales. Así pues, en la medida en que va
yamos abriendo progresivamente nuestra vida a estas energías,
aprenderemos a manejarlas y a no alejamos de ellas.
La Rueda tiene la forma de una flor de seis pétalos, ocupa
dos por cada una de las diosas, que brotan de la Gran Madre
ubicada en el centro, el símbolo de la unidad trascendente de
las diosas, que pertenece a un nivel más profundo y transper
sonal del ser, al que denominamos arquetípico o universal.
Esta unidad es algo que difícilmente puede alcanzar el indivi
duo y que, por consiguiente, sólo puede ser vislumbrado oca
sionalmente. Además, todos nosotros necesitamos de las dife
rentes experiencias que cada una de las diosas puede aportar a
nuestra vida cotidiana.
Cada una de las formas griegas de las diosas son manifes
taciones de la Gran Diosa Madre adorada en épocas más re
motas. Así pues, todo trabajo psicológico que emprendamos
en vistas a conocer más profundamente a una diosa particular,
puede aproximarnos al centro de la Rueda. Entonces podemos
descubrir que, en los estratos más profundos -que se corres
ponden con las formas más arcaicas de la diosa-, todas ellas se
combinan y entremezclan mutuamente.

121
El

fui
qu
m
da
Pc
se
7. LOS CUATRO ARQUETIPOS
Cl
MASCULINOS: EL REY, EL GUE hí
ni
RRERO, EL MAGO Y EL AMANTE* é

r<
Robert Moore y Douglas Gillette A
s:
q
Los arquetipos masculinos del Rey, el Guerrero, el Mago y q
el Amante han ido adquiriendo una importancia progresiva
dentro y fuera de los Estados Unidos. En nuestra opinión, los a
descubrimientos psicológicos sugeridos en este artículo supo
}
nen una ruptura potencialmente revolucionaria que nos permi e
te decodificar las estructuras fundamentales profundas del ser t
humano. Esta decodificación de lo que Cari G. Jung denomi
naba el «doble cuaternario», se origina en la visión junguiana
del Self arquetípico pero expande y amplía nuestra compren
sión de la geografía interna mucho más allá de la obra de Jung.
Nuestro trabajo, por consiguiente, no sólo delimita claramente
los contenidos y las capacidades psicológicas de los «cuatro
cuadrantes» sino también dos oposiciones dialécticas funda
mentales integradas en la dinámica del self profundo; el Rey(o
Reina)/Mago y el Amante/Guerrero.
* «King, Warrior, Magician, Lover» de Robert Moore & Douglas Gilette, publicado
en lengua española por Ediciones Paidós Ibérica, S.A. bajo el título La nueva mascu-
linidad: rey, guerrero, mago y amante.

122
Los cuatro arquetipos masculinos

EL R EY

La energía del Rey reviste una importancia primordial y


fundamental para todos los hombres ya que constituye un ar
quetipo que subyace e incluye al resto de arquetipos: y los
mantiene en un equilibrio perfecto. De este modo, el Rey bon
dadoso y magnánimo es también un buen Guerrero, un Mago
positivo y un gran Amante. Sin embargo, en la mayoría de no
sotros el Rey ocupa un lugar secundario.
El arquetipo del Rey se halla muy próximo a la idea mas
culina del Dios interior. Es Adán, el hombre primordial que
habita en nuestro interior o aquello que los filósofos denomi
nan el ánthropos. Los hindúes, por su parte, le dan el nombre
de Atman, la masculinidad primordial; los judíos y los cristia
nos hablan de la imago Dei, la «imagen de Dios» y* Freud se
refirió a él como «el padre ancestral de la horda primordial».
Aunque la energía del Rey puede identificarse en muchas oca
siones con la energía del Padre y si bien el Rey contiene al ar
quetipo del Padre, sin embargo, nuestra experiencia nos dice
que aquél es más amplio y esencial que éste.
El rey mortal es el servidor y la encamación terrenal del
arquetipo del Rey, el defensor del orden en el reino espiritual
y en el dominio profundo y atemporal del inconsciente. De
este arquetipo nos hablan los relatos mitológicos del dios ba
bilónico Marduk luchando contra las fuerzas del caos (repre-
sentaSas poTél dragón Tiamat), venciendo y destruyendo a su
ejército demoníaco y creando el mundo ordenado a partir de
su cuerpo, y el dios Baal de los cananeos, que se ve obligado
a matar a Yamm y Mot, los dos monstruos gemelos del caos y
la muerte.
En un contexto más inmediato, la moderna disfuncionali
dad de la familia constituye una prueba de que cuando nos en
contramos con un padre inmaduro, débil o ausente-cuando la
energía del Rey no está lo suficientemente presente- la familia
suele caer en el desorden y el caos.

123
Tipos y arquetipos junguianos

Junto a esta función ordenadora, la energía del Rey también


cumple con una función secundaria fertilizadora y de bendi
ción. Los pueblos antiguos siempre asociaron la fertilidad -de
los seres humanos, de las cosechas, del ganado y de la natura
leza en general- con el orden creativo divino. Al parecer, en
los tiempos prepatriarcales, la Madre Tierra era considerada
como la fuente primordial de la fertilidad pero, en la medida
en que las culturas patriarcales fueron ganando prestigio, el
énfasis en la fuente de fertilidad fue trasladándose progresiva
mente de lo femenino a lo masculino. Sin embargo, este cam
bio nunca fue del todo concluyente y lo femenino no ha perdi
do com pletamente su importancia. Los antiguos mitos
consideraban que lo verdaderamente creativo, al menos en el
ámbito físico -como corrobora la biología actual- descansa en
la unión entre lo masculino y lo femenino. No obstante, en el
ámbito cultural de la creación de la civilización, la tecnología
y el dominio sobre el mundo natural, la energía creativa mas
culina siempre ha desempeñado un papel más destacado.
Cuando perdemos el contacto con nuestro Rey interior y
otorgamos a otros el poder de nuestras propias vidas, podemos
vemos abocados a una catástrofe que excede los límites perso
nales porque aquéllos a quienes hemos convertido en nuestros
reyes pueden arrastrarnos a batallas perdidas, atropellar a
nuestras familias, cometer asesinatos en masa, sumergimos en
los horrores de la Alemania nazi o de un Jonestown o, simple
mente, abandonamos a nuestra propia debilidad.
Si, por el contrario, seguimos en contacto con nuestro Rey
y nos convertimos en servidores de nuestro propio Rey inter
no, manifestaremos en nuestras vidas las virtudes del Rey bon
dadoso y justo -el Rey en toda su plenitud- y paralelamente
disminuirá nuestro nivel de ansiedad. Entonces permanecere
mos centrados y tranquilos y escucharemos la voz de una au
toridad interna que habla a través de nosotros. En tal caso ten
dremos la capacidad de reflejar y de bendecir a los demás y a
nosotros mismos; podremos cuidar de los otros profunda y au
ténticamente porque seremos capaces de «reconocerlos» como

124
Los cuatro arquetipos masculinos

las personas completas que realmente son; tendremos la sensa


ción de ser un colaborador equilibrado que contribuye a la cre
ación de un mundo más justo, más tranquilo y más creativo;
albergaremos una devoción transpersonal no sólo hacia nues
tras familias, nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestra
causa o nuestra religión, sino también hacia todo el mundo;
conectaremos con la espiritualidad y seremos plenamente
conscientes de la verdad del precepto fundamental que rige la
vida humana: «Amarás al Señor, tu Dios [léase “tu Rey”], con
todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Y
amarás al prójimo como a ti mismo».

EL GUERRERO

Vivimos en una época en la que las personas suelen sentirse


a disgusto con la energía masculina propia del Guerrero, y la
verdad es que no les faltan razones para ello. Son las mujeres
quienes más desconfianza muestran debido a que casi siempre
han sido las principales víctimas de los aspectos más siniestros
de este arquetipo. Las guerras de nuestro siglo han alcanzado
unas proporciones planetarias tan monstruosas que la energía
de la agresividad no puede sino despertar suspicacia y temor.
Pero es interesante constatar, no obstante, que el celo de
quienes quisieran cortar de raíz la agresividad masculina suele
estar determinado por el poder de este arquetipo. Es imposible
decretar democráticamente la expulsión del Guerrero ya que el
arquetipo pervivirá a pesar de nuestras actitudes conscientes
hacia él y, al igual que ocurre con todos los arquetipos repri
midos, se mantendrá en un nivel latente para resurgir a largo
plazo bajo la forma de violencia física o emocional, como un
volcán que haya permanecido dómidó düráñté siglos aumen
tando gradualmente la presión de la oculta caldera del magma.
Así pues, si el Guerrero constituye una fonna de energía ins
tintiva, entonces siempre permanecerá ahí y, por consiguiente^
será inevitable afrontarlo.

125
Tipos y arquetipos junguianos

Todas las tradiciones del Guerrero afirman que, además del


adiestramiento, lo que capacita a un Guerrero a alcanzar la cla
ridad mental es la toma de conciencia de la inminencia de su na
propia muerte. El Guerrero conoce, pues, la brevedad y la fra caí
gilidad de la vida. Un ser humano que se halle bajo la guía del tra
Guerrero sabe que sus días son escasos, sin embargo, este co-
nocimiento no le sume en la depresión sino que le proporciona, ca
por el contrario, un flujo de energía vital y una percepción in
rís
tensificada de su propia su vida que resulta desconocida para
ha
los demás. Cada hecho cuenta y cada acción debe ser llevada a
cabo como si fuera la última porque no hay tiempo para dudar. es
De este modo, la sensación de la inminencia de la muerte n2
permite que el ser humano conecte con la energía del Guerre
ro y sea capaz de emprender la acción decisiva. Ello implica cc
que el Guerrero se sumerge en la vida, que nunca trata de ale h\
jarse de ella y que «no piensa demasiado» porque pensar en P1
demasía conduce a la duda, la duda a la i n d e c i s i ó n ^ laj n deci- (
A lónala inmovilidad y ésta, a su vez, puede llevamos a perder c;
la batalla. El hombre guiado por el arquetipo del Guerrero evi n
ta la autoconciencia -tal como suele definirse- y, de este modo, v
sus acciones llegan a convertirse en su segunda naturaleza, es
decir, se transforman en acciones reflejas inconscientes. Sin o
embargo, se trata de un tipo de acciones para las que se ha pre 0
parado mediante el ejercicio de una gran autodisciplina. e
1;
Junto a la fuerza, la claridad de pensamiento y la conciencia
de la propia muerte, el entrenamiento constituye también otro t
elemento decisivo para la acción en cualquier situación vital. La c
energía del Guerrero tiene que ver con el poder, la habilidad, la 1
precisión y éí contrgr-psicológico y físico- interno y externo.
La energía deÍ Guerrer^ está relacionada con el adiestramiento j
para llegara ser «todo lo que pueda ser» en sus pensamientos, (
sus emociones, sus paíaSras y sus acciones. A diferencia de las (
i
acciones del Héroe, las acciones del Guerrero nunca son exage
radas ni teatrales por mor del drama. El Guerrero nunca actúa
para asegurarse de que es tan valeroso como se espera de él,
nunca desgasta la energía que tiene y no habla demasiado.

126
Los cuatro arquetipos masculinos

La energía del Guerrero también tiene algo de transperso


nal, ya que su lealtad le compromete con algo -ya sea una
causa, un dios, un pueblo, una empresa o una nación- que
trasciende al individuo (aunque también puede estar focaliza
da en un personaje importante como, por ejemplo, un monar
ca terrenal).
Este compromiso transpersonal nos revela ciertas caracte
rísticas peculiares de la energía del Guerrero. En primer lugar,
hay que decir que sus relaciones personales son relativas, esto
es, que son menos importantes que su compromiso transperso
nal. En este sentido, el psiquismo de un hombre que está esta
bleciendo contacto con el Guerrero se organiza .en. tomo .a.,un
compromiso central que elimina.buena parte de la mezquindad
humana. Vivir a la luz de ideales elevados y de realidades es
pirituales tales como Dios, la democracia, el comunismo, la li
bertad o cualquier otro compromiso transpersonal que merez
ca la pena, transforma la percepción de nuestra vida de un
modo tal que las disputas mezquinas y el ego personal se con
vierten en algo secundario.
Esta devoción al ideal o a la meta transpersonal -que, en
ocasiones, conduce al sacrificio personal- conlleva también
otra cualidad esencial del Guerrero, la desidentificación de sus
emociones. Esto no significa, sin embargo, que quien accede a
la energía del Guerrero sea cruel sino, sencillamente, que no
toma sus decisiones ni las lleva a cabo en función de una rela
ción emocional con alguien o con algo que no sea su propio
ideal.
El GuerTerQ,.eiLÍxecuentemente..un des tractor. Pero la ener
gía j^ i^ a ^ d G u O T e r o sólo destruye aquello que debe ser
destruido para que, en su lugar, pueda surgir algo nuevo y fres
co, algo más vivo y virtuoso. En ñüésffo mundo hay muchas
cosas que deben ser destruidas: la corrupción, la tiranía, la
opresión, los gobiernos despóticos y obsoletos, los corporati-
vismos jerárquicos que exprimen a los trabajadores, los estilos
de vida insatisfactorior y los matrimonios y situaciones labora
les equivocados. Y no es extraño que, en el mismo acto de

127
Tipos y arquetipos junguianos

destrucción, la energía del Guerrero abra a la humanidad las tren


puertas a nuevas civilizaciones, nuevas relaciones y nuevas gía
aventuras comerciales, artísticas y espirituales. tent
Cuando la energía del Guerrero está vinculada con otras esti
energías masculinas maduras tiene lugar algo extraordinario. día,
Así, cuando el Guerrero entra en contacto con el Rey, por das
ejemplo, puede organizar el «reino», y sus acciones, su clari cier
dad de pensamiento, su coraje y su disciplina se invisten de emj
una cualidad creativa y generativa. nan
La interrelación entre el Guerrero y el arquetipo del Mago cue
le permite controlarse a sí mismo y a sus «armas» para cana mis
lizar y dirigir adecuadamente el poder para alcanzar sus obje el h
tivos. virt
La relación del Guerrero con la energía del Amante le pro par;
porciona compasión y una sensación de conexión con todas las to.
cosas. El Amante es la energía masculina que le vuelve a co cap
nectar con la fragilidad y vulnerabilidad de los seres humanos. con
El Amante permite que el hombre que se halla influido por la na ¿
energía del Guerrero se muestre compasivo sin que ello su iJ
ponga una merma para el cumplimiento de su deber. psic
sult
vid;
E L MAGO ]
cia
Las energías propias del arquetipo del Mago siempre tienen con
un carácter dual. El Mago no sólo es el conocedor sino que y el
también es el maestro de la tecnología. Es por ello que el hom tém
bre guiado por la energía del Mago es capaz de desempeñar las ]
funciones del Mago porque sabe cómo servirse del ritual del ego
proceso de iniciación. El es quien gobierna el ritual y quien di de 1
rige el proceso de transformación interna y externa. viv<
El mago humano es siempre un iniciado y una de sus tare cua
as consiste en iniciar a los demás. ¿Pero en qué consiste exac ene
tamente un iniciado? El Mago es un iniciado en todo tipo de to a
conocimiento secreto y oculto. Este es un punto sumamente pen
importante. Así pues, todo conocimiento que precise de un en lar:

128
Los cuatro arquetipos masculinos

trenamiento especial constituye el territorio propio de la ener


gía del Mago, ya se trate del aprendiz de electricista que in
tenta develar los misterios de la corriente de alto voltaje; del
estudiante de medicina que trabaja laboriosamente noche y
día, estudiando los secretos del cuerpo humano y utilizando to
das las tecnologías accesibles para tratar de ayudar a sus pa
cientes; del futuro agente de bolsa; del estudiante de ciencias
' empresariales que intenta descubrir los secretos de las altas fi
nanzas o de quien esté formándose en una de las diferentes es
cuelas psicoanalíticas. Cada uno de estos casos presupone la
misma situación por la que atravesaba el aprendiz de chamán,
el hechicero o el brujo de las sociedades tribales. Estamos in
viniendo, en suma, enormes cantidades de energía y dinero
para poder ser iniciados en las sutiles esferas del poder secre
to. Nos hallamos en una ordalía que pondrá a prueba nuestra
capacidad para llegar a dominar dicho poder. Sin embargo,
como ocurre en todos los procesos iniciáticos, no existe ningu
na garantía de éxito.
El Mago es un arquetipo universal que ha operado sobre el
psiquismo masculino a lo largo de la historia y que todavía re
sulta accesible para el hombre moderno en su trabajo y en su
vida personal.
La energía del Mago no sólo es el arquetipo de la concien
cia y la intuición sino que también constituye el modelo del
conocimiento de todo aquello que se oculta tras las apariencias
y el sentido común. Es el arquetipo, en definitiva, de lo que en
términos psicológicos se denomina «el Yo observador».
En ocasiones, la psicología profunda parece asumir que el
ego desempeña un papel secundario en el inconsciente cuando,
de hecho, desempeña un papel fundamental en nuestra super
vivencia. En realidad, el ego sólo funciona inadecuadamente
cuando se ve sometido, se identifica o se ve investido con la
energía propia de un arquetipo o un «complejo» (un fragmen
to arquetípico como el Tirano). La función del ego consiste en
permanecer al margen, observar, escudriñar el horizonte, vigi
lar los datos procedentes tanto del interior como del exterior y,

129
Tipos y arquetipos junguianos

de este modo, gracias a su sabiduría, a su conocimiento del po EL


der interno y externo y a su habilidad técnica para encauzar la
energía, tomar las decisiones vitales que resulten necesarias.
Cuando el Self masculino se alinea con el ego observador a gía <
lo largo del «eje ego-Self», este último es iniciado en la sabi las i
duría secreta del Self. Podemos afirmar, entonces, que, en cier com
to sentido, el ego se convierte entonces en un servidor del Self mué
mientras que, en otro caso, asume la posición de conductor y lleg
catalizador del poder del Self. El ego juega, pues, un papel de pu&
cisivo en el conjunto de la personalidad. ]
Cuando el arquetipo del Mago se halla en armonía con el ale£
ego observador, nos mantiene a salvo de la inflación que tiene más
lugar cuando es tomado por otros arquetipos. El Mago repre tes.
senta, en este sentido, al matemático o al ingeniero interior que hon
regula el conjunto de las funciones vitales del psiquismo. El a al
Mago conoce el tremendo poder de la dinámica interna del en
psiquismo y también sabe cómo canalizarla para extraer el má tex
ximo beneficio. Conoce la extraordinaria fuerza del «sol» in IIo j
terno y el modo de encauzarla adecuadamente. De este modo, tod
la pauta del Mago articula el flujo de energía interior proce frii
dente de los diferentes arquetipos en beneficio de nuestras vi aqi
das individuales.
Existen muchos magos, pertenecientes a cualquier profe yi
sión o a cualquier esfera de la vida (incluyendo a los practi est
cantes de ocultismo), que utilizan deliberadamente su conoci so
miento y su habilidad técnica para tratar de ayudar a los demás d&i
y a sí mismos. Cuando un médico, un abogado, un sacerdote, SO]
un ejecutivo, un fontanero, un electricista, un investigador m¡
científico, un psicólogo, etcétera, llegan a tomar contacto con mi
la energía del Mago, trabajan para tratar de acercar su poder su
benéfico a otras personas. Esto es cierto tanto para el chamán
(con sus amuletos, sus cascabeles, sus hierbas y encantamien Ai
tos del sanador) como para el investigador médico que busca te
la forma de curar las enfermedades más mortíferas. til
ve

130
Los cuatro arquetipos masculinos

EL AM ANTE

El hombre que mantiene un contacto profundo con la ener


gía del Amante tiene una conciencia estética de su trabajo y de
las personas que trabajan con él. Puede «leer» en las personas
como si fueran un libro abierto y, con mucha frecuencia, se
muestra extremadamente sensible a sus cambios de humor y
llega a percibir sus motivaciones ocultas. Esta, sin embargo,
puede llegar a constituir una experiencia muy dolorosa.
El Amante, pues, no representa tan sólo al arquetipo de la
alegría de vivir, ya que su capacidad de sintonizar con los de
más le lleva también a experimentar el dolor de sus semejan
tes. Hay personas que pueden tratar de evitar el dolor, pero el
hombre que se halla en contacto con el Amante se ve obligado
a afrontarlo. Así pues, siente el sufrimiento de estar vivo tanto
en lo que respecta a sí mismo como a los demás. En este con
texto, por ejemplo, nos encontramos con la imagen de Cristo
llorando por su ciudad -Jerusalén-, por sus discípulos y por
toda la humanidad, asumiendo, como afirma la Biblia, los su
frimientos del mundo «como el hombre que sufre o como
aquél que está acostumbrado a la aflicción».
Todos sabemos que el amor conlleva dicha y sufrimiento
y nuestra comprensión de esta verdad profunda e inalterable
está fundamentada arquetípicamente. San Pablo, en su famo
so «Himno al Amor» proclama las cualidades del amor ver
dadero y afirma que «el amor todo lo resiste y es capaz de
soportar todas las cosas». Los trovadores europeos de la últi
ma mitad de la Edad Media cantaban al exquisito «sufri
miento del amor» que no es sino un aspecto inexcusable de
su poder.
El hombre que se halla bajo la influencia del arquetipo del
Amante no se detiene ante los límites establecidos socialmen
te sino que se enfrenta de continuo a la artificialidad de este
tipo de fronteras. Es por ello que su vida suele ser poco con
vencional y tan «desordenada» como evidencian el taller del

131
Tipos y arquetipos junguianos
T
artista, el estudio del erudito creativo y el montón de papeles rar en
que se acumulan sobre el escritorio del oficinista. sensac
La sensibilidad hacia todas las cosas externas e internas va cibir 1
acompañada necesariamente de la pasión. Las relaciones esta que tí
blecidas por el Amante no son de naturaleza intelectual sino mund
que se producen a través del sentimiento. Todos nosotros sen la suf
timos, bajo la superficie, un apasionado anhelo primordial sobre'
pero el Amante, que se halla en estrecho contacto con el in janos
consciente, está también en contacto con el «fuego» de la vida
que, en el nivel biológico, da lugar a los procesos metabólicos.
El amor, como todos sabemos, es «cálido» y, con mucha fre
cuencia, «demasiado ardiente como para poder soportarlo fá
cilmente».
El hombre que se halla bajo la influencia del Amante quie
re tocar y ser tocado, desea tocarlo todo y, del mismo modo,
ser influido física y emocionalmente por todo; sabe que no
existe ningún tipo de fronteras y desea experimentar la rela
ción que siente entre el poderoso mundo interior de sus senti
mientos y el mundo exterior de las relaciones interpersonales.
En última instancia, su anhelo fundamental es el de experi
mentar plenamenté el mundo sensorial.
Independientemente del nombre que le otorguemos, el
Amante constituye el patrón primordial de la energía de la vi
talidad y la pasión que subyace a las grandes necesidades pri
mordiales de nuestra especie en cuanto a sexo, alimentación,
bienestar, reproducción, adaptación creativa a las dificultades
de la vida y, en última instancia, la búsqueda de un significado
sin el cual los seres humanos no pueden llevar adelante su
vida. El Amante, pues, constituye el impulso que nos motiva a
satisfacer todos estos anhelos.
El arquetipo del Amante resulta de especial importancia
para el psiquismo porque representa la energía de la sensibili
dad hacia el mundo externo y constituye, de este modo, lo que
los junguianos denominan la «función de la sensación», es de
cir, la función del psiquismo que se ocupa de todos los detalles
de la experiencia sensorial o la facultad que nos permite repa

132
Los cuatro arquetipos masculinos

rar en los colores, las formas, los sonidos, los aromas y las
sensaciones táctiles. Sin embargo, el Amante no se limita a re
cibir las impresiones sensoriales procedentes del exterior, sino
que también controla las transformaciones sensoriales de su
mundo psicológico interno. No es difícil apreciar el valor para
la supervivencia de este potencial energético en la lucha por
sobrevivir en un mundo hostil llevada a cabo por nuestros le
janos antepasados roedores.
8. ELTAROTYLOSTIPOSDE
PERSONALIDAD
Angeles Arrien

Toda disciplina exotérica importante tiene su correspon


diente disciplina esotérica complementaria. Así pues, ya sea de
manera objetiva o subjetiva, exotérica o esotérica, externa o
interna, existe la necesidad básica de comprender y sistemati
zar la experiencia de la vida. El siguiente cuadro nos ofrece al
gunos ejemplos de los sistemas que ha desarrollado la humani
dad para cartografiar los diferentes territorios de la
experiencia:
(Objetivo, cuantitativo) (Subjetivo, cualitativo)

Sistemas exotéricos Sistemas esotéricos

Astronomía Astrología
Matemáticas Numerología
Física Alquimia
Ciencia Simbología

El sistema del Tarot es un ejemplo evidente de un mapa


simbólico de nuestras experiencias vitales y constituye, de~este

134
El tarot y los tipos de personalidad

modo, una ciencia o unajpsicología q uejepresentaensímbolas


visuales un registro de todas las posibilidades conocidas de la
experiencia. Aunque procede de un antiguo libro de sabiduría,
el llamado Libro de Thoth del antiguo Egipto, el Tarot adoptó
durante la Edad Media la forma de baraja en que lo conocemos
hoy en día. En la actualidad asistimos a un resurgimiento del
interés por el uso del Tarot como método de autoayuda e ins
trumento de transformación.
Del mismo modo que los sueños y los estados contemplati- /
vos pueden proporcionamos cierta información psicológica y j
espiritual, el Tarot también puede actuar a modo de espejo en
el que se reflejan tanto las experiencias exteriores como núes- )
tros estados psicológicos internos. Desde una perspectiva hu- (
manista y psicológica, los símbolos del Tarot pueden enseñar- I
nos bastante sobre nuestra propia psicomitología.
El Tarot constituye, entonces, un mapa simbólico de la con
ciencia y~un antiguo libro de sabiduría que nos descubre, d e ,
mañera simbólica y visual, las ideas creativas y los estados de
conciencia qiie se manifiestan a través de culturas muy diver-
sásTAsí^pues, los setenta y ocho símbolos que encontramos en
üfmayoría de las barajas son retratos arquetípicos de las prin
cipales experiencias externas e internas de la humanidad.
La baraja del Tarot se compone de los arcanos menores
-más conocidos como los cuatro palos- que van desde el as (la
carta número uno) hasta la carta número 1 0 , más dieciséis fi
guras, a las que debemos añadir los veintidós arcanos mayores
del Tarot (numerados, a su vez, con el número cero y los nú
meros romanos del uno al veintiuno). Los arcanos mayores
nos revelan los principios que gobiernan nuestra vida, las leyes
universales y las experiencias colectivas compartidas por toda
la humanidad. Los cuatro palos, por su parte, representan los
cuatro niveles de conciencia: las espadas son el símbolo del
pensamiento; las copas representan el aspecto emocional (en el
ique se incluyen nuestras reacciones, respuestas y sentimien
tos); losbastos representan la cualidad de la visión, la percep
ción, la intuición, la energía y la vitalidad y los oros (o pentá-

135
Tipos y arquetipos junguianos

culos, como también se los denomina), por último, representan


la realidad externa, la capacidad para manifestar lo que quere
mos en el mundo externo en las áreas de la riqueza, las finan
zas, el trabajo, la creatividad y las relaciones personales.
El Tarot no sólo tiene la virtud de revelamos, a nivel indi
vidual, colectivo y terapéutico, los dones y los talentos inhe
rentes al psiquismo, sino que también puede revelamos a tra
vés de los sím bolos más com plejos nuestra propia
psicopatología personal. Entre los setenta y ocho símbolos del
Tarot existen trece que representan estados neuróticos o pro
blemáticos.
Cuando un individuo elige un símbolo del Tarot, la carta
misma constituye un espejo externo de un proceso interno y
así podemos afirmar que, en ese momento, el alma o el psi
quismo radica en la conexión existente entre la imagen pro
porcionada por el Tarot y el proceso interior reflejada por ésta.

UNA TIPOLOGÍA DE LA SOMBRA E N EL TAROT

En todo el Libro de Thoth, o el Libro de la Sabiduría, sólo


encontramos trece pruebas o desafíos. Desde el punto de vista
egipcio existen únicamente trece estados del bardo, trece esta
dos negativos o problemáticos. Seis de ellos son de naturaleza
intelectual, otros tres tienen que ver con las reacciones emo
cionales que suscitan nuestros propios pensamientos, dos afec
tan a la energía, a la visión o al modo en que concebimos las
cosas y los dos últimos se hallan relacionados con nuestra vida
externa, es decir, la salud, las finanzas, el trabajo, la creativi
dad y las relaciones. Según la psicología junguiana, estas trece
pruebas o desafíos constituyen aspectos de la sombra, esos as
pectos de nosotros mismos que son negativos, nos producen
miedo y, de algún modo, resultan difíciles de afrontar y de re-
apropiamos de ellos. En términos chamánicos, quizás poda
mos encontramos con estos estados bárdicos en el «viaje al

136
El tarot y los tipos de personalidad

mundo subterráneo», en el que es muy importante hacerse car


go de los propios animales de poder o asumir nosotros mismos
ese poder. Las pruebas y los desafíos cumplen con la impor
tante función positiva de poner en juego todas nuestras habili
dades, todos nuestros talentos y todos nuestros recursos para
poder afrontar aquello que nos resulta más difícil desde una
posición expandida más que contraída.

SÍMBOLOS DE LA SOMBRA EN EL TAROT

ESPADAS: Pruebas mentales


(creencias, actitudes y pensamientos)
3 de 5 de 7 de 8 de 9 de 10 de
espadas espadas espadas espadas espadas espadas

Dolor Temor a Frivolidad Interferencia Auto- Miedo a la


la derrota Duda/ crueldad ruina
Confusión

COPAS: Pruebas emocionales


(respuestas, reacciones y sentimientos difíciles)
5 de 7 de 8 de
copas copas copas

Desilusión Corrupción Indolencia


Indulgencia Desmesura

BASTOS: Pruebas energéticas,


intuitivas y espirituales
5 de 10 de
bastos bastos

Ansiedad Opresión
Peleas

137
Tipos y arquetipos junguianos

OROS: Pruebas físicas externas.


Salud, finanzas, trabajo, creatividad, relaciones

5 de 7 de
oros oros

Temor Miedo al
fracaso

No existe tal cosa como una noche oscura del alma, sólo
existe la noche oscura del ego.
Fr a n c é s Va u g h a n

Los cuarenta símbolos contenidos en los arcanos menores


nos permiten relacionarlos con el motivo arquetípico de «la
Bella y la Bestia» que todos albergamos en nuestro interior.
Existen, pues, trece bestias a las que debemos enfrentamos,
trece bestias que tenemos que vencer o intentar domar cons
cientemente. Sin embargo, también contamos en nuestra con
ciencia con veintisiete dones, veintisiete talentos o joyas que
son mucho más poderosas que las espinas que llevamos cla
vadas.

EL TAROT Y LOS TIPOS DE PERSONALIDAD

Los veintidós arcanos mayores son poderosos símbolos ar-


quetípicos que pueden ser utilizados para desvelar el significa
do de la vida y los sueños de un individuo. Para determinar los
símbolos que, según el Tarot, representan a nuestra personali
dad y a nuestra alma, debemos sumar las cifras correspondien
tes al día, el mes y el año de nuestra fecha de nacimiento y re
ducir el resultado a un solo dígito.

Si, por ejemplo, nuestra fecha de nacimiento fuera el 9 de


septiembre de 1956

i
138
El tarot y los tipos de personalidad

Día: 9
mes: +9
18
año: 1956
1974 = 21 = 3; (1+9+7+4=21); (2+1=3)

En el caso de que la cifra final sea un dígito doble, 21 o in


ferior, deberíamos reducirla a un solo dígito. En tal caso, el nú
mero de dos dígitos será el número de la personalidad mientras
que el dígito simple corresponderá al número del alma.

Así pues:

día: 9
mes: +9
18
año: 1956
1974 = 21 = 3

En este caso, el número veintiuno (el Mundo), es el símbo


lo de la personalidad, mientras que el arcano número tres (la
Emperatriz) es el número correspondiente al alma.

Si el resultado final arrojara una cifra de un solo dígito, el


mismo número se aplicaría igualmente a la personalidad y al
alma.

Veamos:

día: 21
mes: +3
24

año: 1983
2007 = 9

139
Tipos y arquetipos junguianos

En este caso, el número nueve (que es la carta del Ermita


ño), será tanto el símbolo de la personalidad como el símbolo
del alma.

Si, por ejemplo, el número resultante fuera el 19, éste se


puede reducir a 1 0 y después a 1 . Ésta es la única combinación
posible de estas tres cifras.

Veamos:

día: 11
mes: +7
18

ano: 1954
1972 = 19 = 10 = 1

En este caso, el 19 (el Sol) sería el símbolo de la personali


dad, mientras que el 1 (el Mago) sería el símbolo del alma, y
el 10 (la Rueda de la Fortuna), el símbolo de la creatividad.

Si tu número final fuera el 22 podría reducirse a 4 y tam


bién a 0. En numerología, el 22 es el número 4 (2+2=4) y tam
bién el número 0 (2 -2 =0 ).

Ejemplo:

día: 4
mes: +10
14
El tarot y los tipos de personalidad

En este caso, el número 0 (el arcano del Loco) sería el sím


bolo de la personalidad, mientras que el 4 (el Emperador) se
na el número del alma.

Si el número resultante fuera un dígito doble superior a 22,


deberíamos reducirlo a un dígito simple y entonces obtendre
mos un mismo número que representa tanto a la personalidad
como al alma.

Ejemplo:

día: 24
mes: +12
36

año: 1940
1976 = 23 = 5

En este caso, el 5 (el Hierofante) sería el símbolo de la per


sonalidad y del alma.

BREVE RESUM EN DE LOS SÍMBOLOS DE LOS


ARCANOS MAYORES

El siguiente cuadro resume los arcanos mayores, los sím


bolos del Tarot correspondientes al resultado numérico que ha
bremos obtenido partiendo de nuestra fecha de nacimiento.

ARCANOS MAYORES

0. El Loco: el principio de la ausencia de temor, el valor y el


éxtasis místico.
1. El Mago: el principio de la comunicación, la mente original
e inspirada.

141
Tipos y arquetipos junguianos

2. La Sacerdotisa: el principio de la intuición, la independen


cia y la confianza en sí mismo.
3. La Emperatriz: el principio del amor, la sabiduría y la
belleza.
4. El Emperador: el principio del liderazgo. Visionario y
pionero.
5. El Hierofante: el principio del aprendizaje y la enseñanza.
Familia y comunidad.
6 . Los Amantes: el principio de la relación. Unión de los
opuestos.
7. El Carro: el principio del cambio y la transformación.
8 . La Justicia: el principio del equilibrio y la objetividad.
9. El Ermitaño: el principio de la completud, la contemplación
y la reflexión.
10. La Rueda de la Fortuna: el principio de la prosperidad y la
abundancia.
11. La Fuerza: el principio de la pasión y el esplendor.
12. El Colgado: el principio de la renuncia. Ruptura de los vie
jos moldes.
13. La Muerte: el principio de la liberación, el desapego y la
renuncia.
14. La Templanza/el Arte: el principio de la integración y la
síntesis.
15. El Diablo/Pan: el principio de mantener el buen humor
frente a la adversidad.
16. La Torre: el principio del despertar, la curación y la
recuperación.
17. La Estrella: el principio de la autoestima, la confianza y la
autorrealización.
18. La Luna: el principio de la elección y el karma. La
autenticidad frente a la obediencia.
19. El Sol: el principio del trabajo en equipo; la paternidad y
la colaboración.
20. El Juicio/el Eón: el principio del juicio justo.
21. El Mundo/el Universo: el principio de la autorrealización y
de la individuación. La construcción de nuevos mundos.
El tarot y los tipos de personalidad

e l t a r o t c o m o in s t r u m e n t o d e
m e d it a c ió n y a f ir m a c ió n d e u n o m is m o

A continuación ofrecemos un modelo -que puede ser utili


zado tanto en el ámbito personal como el terapéutico-, una es
pecie de guía que combina los símbolos visuales del Tarot con
una afirmación que puede ser empleada diariamente. Los pa
cientes pueden elegir el símbolo del Tarot que más se adecúe a
su experiencia actual y formular una frase que reafirme ese
proceso.

Símbolo visual de meditación Afirmación verbal

0. El Loco (Payaso, Mimo, Bufón, Em «Soy un ser radiante/Soy un tesoro vi


bustero, Genio) viente»
1. El Mago (Brujo, Merlín, Mercurio, «Soy capaz de crear magia cuando uso
Chamán) mis dones y talentos innatos»
2. La Sacerdotisa (Isis, Diosa, Oráculo «Soy una persona intuitiva y percepti-
de Delfos) va/Confío en mí mismo»
3. La Emperatriz (Diosa madre, Venus, «Soy una persona que sabe ofrecer su
Luna, Anima) ayuda/Me gusta el orden, la armonía y
la belleza»
4. El Emperador (Reyes, Líderes, Padre, «Valoro mi capacidad de liderazgo»
Animus, Arturo y el Grial)
5. El Hierofante (Zeus, Kronos, Sumo «Venero lo sagrado que hay en mí/Me
sacerdote, Buda) siento inspirado para aprender de todo
tipo de situaciones»
6. Los Amantes (Adán y Eva, yin/yang, «Soy una persona cariñosa y esmera-
sol/luna) da/Me relaciono bien con los demás»
7. El Carro (Apolo, el Cochero, Caba «Estimulo y motivo positivamente a los
lleros, Gladiadores) demás/Soy responsable de mis acciones»
8. Justicia/Adaptación (Escalas, Dhar- «Estoy centrado y equilibrado/Me gusta
ma, Maat, Titanes) mi trabajo y mis compromisos»
9. El Ermitaño (Peregrino, Monje, Sa «Valoro lo que tiene un propósito y un
bio, Guía, Picaro) significado/Disfruto de la sensación de
resolución y realización»
10. La Rueda de la Fortuna (Mandala, «Me gusta manifestar externamente mi
Ruleta, Chakras, Rueda de Oraciones) propia abundancia interna»
11. La Fuerza/Sensualidad (Hércules, «Soy un individuo con carácter y energía»
Sansón, Basht, Skehet, Fortuna)
12. El Colgado (Odín, Neptuno, Poseidón) «Me gusta romper con los viejos hábitos
inútiles»
Tipos y arquetipos junguianos

Símbolo visual de meditación Afirmación verbal

13. La Muerte/el Renacimiento (Esque «Me estimula el crecimiento y llegar a


leto, Ave Fénix, Loto, Serpiente) ser más de lo que soy»
14. La Templanza/el Arte (Artemisa, «Soy un individuo creativo y bien inte
Centauro, Esfinge) grado»
15. El Diablo (Sátiro, Baco, Dionisos, «Soy una persona vital, alegre y segu-
Dragón) ra/Gozo de mi sensualidad»
16. La Torre (Torre de Bebel, Torre in «Puedo recuperar fácilmente mi ener-
clinada de Pisa, Fausto) gía/Mi cuerpo es el templo de mi espíritu»
17. La Estrella (Orion, Sirio, Estrella de «Soy una estrella errante/Valoro lo que
David, Pléyades) soy»
18. La Luna (Espejo, Máscara, Anubis, «Valoro la sinceridad y la integridad en
Escarabajo, Txaddi) las relaciones/Me gusta tomar decisio
nes importantes»
19. El Sol (Red, Ojo de Ra, Osiris, He «Me encuentro a gusto trabajando en
lios) equipo/Soy una persona cooperadora»
20. El Eón/el Juicio (Agni, Vulcano, «Trato de observar objetiva y ecuánime
Plutón, la diosa Nut) mente a las personas en todas las situa
ciones»
21. El Mundo/el Universo (la Tierra, «Me gusta explorar lo desconocido/Me
Matriz, Nirvana, Siva) entusiasma materializar prácticamente
mis ideas»

El uso del Tarot como un espejo que refleja tanto los su


cesos externos como los internos concuerda con la función
básica de la mitología como un elemento fundamental del
proceso de crecimiento y desarrollo del ser humano y como
una poderosa ayuda para el proceso de autodescubrimiento y
renovación. En su libro The Inner Reaches of Outer Space:
Metaphor as Myth and Religión, Joseph Campbell afirma que
«el principal propósito de la mitología es el de abrir nuestra
mente y nuestro corazón a las maravillas de todo ser y su se
gundo gran beneficio es de índole cosmológica, ya que nos
ayuda a representar el universo y todo el espectáculo de la
naturaleza tal y como son concebidas por la mente y vistas
por el ojo».
De este modo, los distintos símbolos que aparecen en cada
uno de los naipes del Tarot actúan a modo de catalizador que
abre nuestra mente y nuestro corazón al maravilloso prodigio

144
El tarot y los tipos de personalidad

de todo lo que le ocurre interna y externamente al individuo en


un determinado momento y constituyen un recordatorio de sus
sueños y de sus objetivos vitales.

145
í

>

i
TERCERA PARTE:

TIPOLOGÍAS MENTALES
í

>

i
No todos pensamos del mismo modo. La mitad de las ve
ces, dos personas que contemplan la misma evidencia llegan a
conclusiones diferentes. Pero para comprender este hecho de
bemos examinar los distintos estilos de pensamiento y de
aprendizaje.
La tipología junguiana nos proporciona una herramienta
para comprender estas diferencias. Desde este punto de vista,
por ejemplo, el tipo sensorial presta atención a los detalles, el
intuitivo atiende a las diversas posibles interpretaciones de los
mismos datos sensoriales, el tipo pensamiento está preocupado
con la verdad objetiva y el análisis impersonal, y el tipo senti
miento, por último, centra su atención en los valores y en los
juicios sobre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto.
Una de las tipologías mentales fundamentales es la que di
ferencia entre el funcionamiento del hemisferio izquierdo y el
funcionamiento del hemisferio derecho. En el capítulo 9, Sa-
llie Springer y Georg Deutsch nos presentan una sólida discu
sión científica sobre este tema. Springer es una psicóloga que
trabaja con personas que han sufrido lesiones en el cerebro y
con pacientes que han sido sometidos a una operación de se
paración de sus dos hemisferios cerebrales. Deutsch es un neu-
ropsicólogo que trabaja en el estudio y la evaluación de pa
cientes con lesiones neurológicas.
La distinción entre el funcionamiento del cerebro izquierdo
y el funcionamiento del cerebro derecho es un tema conocido
desde antiguo. Siglos antes de la investigación cerebral, los es
critores y los filósofos hablaban ya de la existencia de dos mo
dalidades básicas de funcionamiento, la racional y la emocio
nal, la lineal y la metafórica, la verbal y la gráfica. El cerebro

149
Tipologías mentales

derecho es el asiento de la imaginación, de la metáfora y de la


intuición mientras que el cerebro izquierdo, por su parte, es el
asiento del pensamiento racional, verbal y lógico.
No obstante, los términos «cerebro izquierdo» y «cerebro
derecho» son un tanto engañosos. Hoy en día, por ejemplo, ha
blamos del hemisferio cerebral izquierdo y del hemisferio ce
rebral derecho como si se tratara de dos cerebros separados. Y,
si bien en cierto sentido cada uno de ellos posee ciertas parti
cularidades propias, ambos funcionan, sin embargo, como par
tes constitutivas de la misma totalidad.
Una de las razones por las cuales los dos hemisferios han
sido tratados de manera separada radica en el hecho de que la
mayor parte de la investigación llevada a cabo en este campo
se ha basado en pacientes con «cerebro separado», pacientes a
quienes, por diversos motivos médicos, se les había secciona
do el cuerpo calloso, una gruesa red nerviosa que conecta las
dos mitades del cerebro. Los cirujanos se sorprendieron de que
una operación de tal envergadura pareciera tener efectos tan
superficiales y emprendieron una serie de complicados experi
mentos destinados a descubrir las diferentes funciones de cada
uno de los dos hemisferios. En uno de los estudios, por ejem
plo, se les daba a los pacientes un lápiz que debían sostener
con una mano sin poder, no obstante, verlo. Cuando sujetaban
el lápiz con la mano derecha (el lado derecho del cuerpo se ha
lla bajo el control del hemisferio verbal izquierdo) podían des
cribirlo inmediatamente como un lápiz pero cuando lo hacían
con la mano izquierda (ligada al hemisferio no verbal derecho)
eran, sin embargo, incapaces de reconocerlo. Estos pacientes
podían continuar escribiendo (pero no dibujando) con la mano
derecha y dibujar (pero no escribir) con su mano izquierda.
No obstante, cuando los resultados de estas investigaciones
se divulgaron públicamente, las diferencias existentes entre el
funcionamiento del cerebro izquierdo y el funcionamiento del
cerebro derecho terminaron generalizándose y simplificándose
excesivamente. Todo se contemplaba desde este punto de vis
ta y se clasificaba a las personas en función de términos tales

150
Introducción

como «cerebro izquierdo» y «cerebro derecho». Ciertamente,


las personas difieren en su preferencia por la actividad verbal
o por la actividad no verbal pero, como dicen Springer y
Deutsch, en las personas cuyo cerebro está intacto, el cerebro
opera como un todo y miles de millones de mensajes atravie
san cada segundo el cuerpo calloso conectando ambos hemis
ferios.
El modelo presentado por Sandra Seagal y David Home en
el capítulo 1 0 se basa en una investigación realizada sobre
unas 30.000 personas -tanto niños como adultos- llevada a
cabo en diferentes países (Suecia, Canadá y los Estados Uni
dos). La teoría de Seagal y Home -que se centra en tres di
mensiones básicas presentes en todas las personas: el cuerpo,
la mente y las emociones- tiene importantes consecuencias
para la comunicación, el aprendizaje, el parentaje y el desarro
llo personal.
Estas tres dimensiones están ligadas a ciertos principios
fundamentales que podemos encontrar en casi todos los fenó
menos. Una organización, por ejemplo, comienza con una idea
o una imagen (ligada, por tanto, a la mente); luego tiene lugar
el establecimiento de relaciones entre quienes desean imple-
mentar esa visión (algo que corresponde a las emociones); y,
finalmente, se lleva a cabo la tarea real de realizar la visión o
propósito inicial (un paso asociado al cuerpo, el instrumento
mediante el cual actuamos en el mundo). Esta distinción terna
ria entre mente, emociones y cuerpo, se deriva de la distinción
clásica de Platón entre razón, emociones y voluntad.
Estos tres principios interactúan y terminan configurando
cuatro pautas dinámicas fundamentales de la personalidad. Se
trata de las dinámicas de personalidad mental, emocional-obje-
tiva, emocional-subjetiva y física. Cada uno de nosotros tiene
un determinado estilo de aprendizaje y actúa centrado en su
propio tipo.
Los individuos centrados en la mente prefieren las abstrac
ciones y la expresión objetiva. Quieren una información clara
y bien documentada y suelen ser lógicos, concentrados, deta-
Tipologías mentales

liados y cuidadosos en el trabajo. Los emocional-objetivos,


por su parte, están interesados en las ideas y los pensamientos,
y requieren tanto de una sensación de autorrespeto como de las
emociones y del contacto mental. Los emocional-subjetivos
disfrutan hablando de sus experiencias con los demás, desean
un contacto emocional y físico y quieren ser tenidos en cuenta
y aprobados por los demás. Los individuos centrados física
mente, por último, gustan de llevar las ideas a la práctica y
prefieren una información concreta, detallada y operativa.
El estudio de las tipologías mentales puede capacitarnos
para asimilar nueva información y para comunicamos con los
demás. De este modo podemos saber cómo aumentar nuestra
capacidad de recibir y asimilar nuevos datos y damos cuenta
del modo en que solemos expresar nuestras ideas y nuestros
pensamientos a los demás. Si comprendemos nuestro tipo y el
de los demás, podremos modificar nuestro estilo preferido y
acomodarlo al tipo de presentación más adecuado para que los
demás puedan apreciar y comprender mejor lo que queramos
comunicarles.

152
9. CEREBRO IZQUIERDO
Y CEREBRO DERECHO

Sallie Springer y Georg Deutsch

Existe evidencia clínica de que, después de separar quirúr


gicamente los dos hemisferios, el aprendizaje y la memoria
prosiguen aisladamente en cada uno de los dos hemisferios ce
rebrales. Cada uno de los hemisferios de un paciente que haya
sufrido este tipo de operación, por ejemplo, es capaz de sentir,
percibir -y quizás hasta conceptualizar- independientemente
del otro. Además, casi todos los estudios realizados sobre los
procesos hemisféricos, incluyendo aquéllos que se llevan a
cabo sobre individuos normales, nos proporcionan datos que
corroboran la existencia de diferencias interhemisféricas. Hay
quienes hablan de una distinción verbal-no verbal mientras
que otros, por su parte, afirman que la diferencia entre los dos
hemisferios tiene que ver con la forma general en que proce
san la información.
Desde que comenzaron a llevarse a cabo las primeras ope
raciones de este tipo, se ha utilizado una progresión de niveles
para describir los procesos propios del hemisferio izquierdo y
los correspondientes al hemisferio derecho. Las características
más ampliamente subrayadas suelen agruparse así en cinco
grandes grupos que constituyen una especie de jerarquía. Cada

153
Tipologías mentales

una de las designaciones incluye y trasciende a las que se ha


llan por encima de ella:

H em isferio Izquierdo Hemisferio D erecho


Verbal No verbal, viso-espacial
Secuencial, temporal, digital Simultáneo, espacial, analógico
Lógico, analítico Gestalt, sintético
Racional Intuitivo
Pensamiento occidental Pensamiento oriental

Las descripciones ubicadas en la parte superior del listado


parecen basarse en la evidencia experimental mientras que las
otras designaciones, por su parte, son de índole más especula
tiva. La distinción verbal-no verbal, por ejemplo, fue la prime
ra conclusión a la que se llegó comparando la conducta de su
jetos a quienes se había seccionado el cuerpo calloso con la
conducta de sujetos normales. La distinción secuencial-simul-
táneo, por su parte, refleja un modelo teórico corriente -aun
que no universalmente aceptado- que afirma que el hemisferio
izquierdo tiende a tratar los cambios rápidos en el tiempo y
analiza los estímulos en términos de detalles y de rasgos mien
tras que el hemisferio derecho, por su parte, tiene que ver con
las relaciones simultáneas y con las propiedades de pautas más
globales. Según este modelo, el hemisferio izquierdo se parece
a un computador digital mientras que el derecho, por su parte,
es más similar a un computador analógico.
La mayor parte de los investigadores que han especulado
sobre estos datos han intentado ir más allá de estas diferencias.
Una visión popularmente aceptada de las diferencias existentes
entre los hemisferios es que el izquierdo opera de forma lógi
ca y analítica mientras que el derecho lo hace de manera sinté
tica y gestáltica.
Pero en el momento en que comenzamos a utilizar este tipo
de etiquetas para describir el funcionamiento de los dos he
misferios aparecen varios problemas. ¿Se trata de una descrip-
Cerebro izquierdo y cerebro derecho

ción adecuada de la forma en que los dos hemisferios procesan


la información? ¿Acaso esto implica que ambos hemisferios
tienen estilos diferentes de procesamiento de la información?
¿Es posible considerar a las funciones especializadas propias
del cerebro izquierdo y del cerebro derecho como dos modali
dades diferentes de pensamiento?
Desde un punto de vista histórico, los filósofos y los inves
tigadores de la mente han tendido a dividir las facultades inte
lectuales en dos grandes grupos. Consideremos, por ejemplo,
la siguiente cita de un filósofo yogui que, en 1910, escribió lo
siguiente:

El intelecto es un órgano compuesto de varios grupos de fun


ciones que pueden dividirse en dos grandes categorías, las
propias de la mano derecha y las propias de la mano izquier
da. Las de la mano derecha son comprensivas, creativas y sin
téticas mientras que las de la mano izquierda son críticas y
analíticas... El [hemisferio] izquierdo se limita a buscar la ver
dad mientras que el derecho funciona con lo elusivo y con lo
incierto, pero ambos son fundamentales para la integridad de
la razón humana. Y si la educación del niño no es imperfecta
ni unilateral, estas importantes funciones de la máquina al
canzarán su más elevado y sutil poder operativo.1

Muchos pensadores occidentales se han referido también a


la organización mental como si estuviera dividida en dos par
tes. Algunas de estas dicotomías (que enumeramos más dete
nidamente en la tabla 1 ) son las siguientes: racional frente a in
tuitivo, explícito frente a implícito y analítico frente a
sintético. Se trata de términos muy diferentes que, sin embar
go, parecen compartir algo en común. Tal vez, como sostienen
algunos, correspondan a dos procesos separados de los dos he
misferios cerebrales.

155
Tipologías mentales

Tabla 1
Dicotomías

Intelecto Intuición
Convergente Divergente
Intelectual Sensorial
Deductivo Imaginativo
Racional Metafórico
Vertical Horizontal
Discreto Continuo
Abstracto Concreto
Realista Impulsivo
Dirigido Libre
Diferencial Existencial
Secuencial Múltiple
Histórico Atemporal
Analítico Holístico
Explícito Tácito
Objetivo Subjetivo
Sucesivo Simultáneo

¿Porque tantas divisiones bipolares? ¿Realmente se refieren


a cualidades distintas y separadas o simplemente describen los
dos extremos de un mismo continuo de conductas? Dicho en
otras palabras ¿estamos tratando con diferencias del tipo «todo
o nada» o existen gradaciones intermedias? Hay quienes han
insistido en la primera de las visiones porque, a su juicio, se
ajusta mejor a la realidad neuroanatómica, la existencia de un
cerebro izquierdo y de un cerebro derecho capaces de funcio
nar independientemente. Otro punto de vista, sin embargo,
afirma que la formulación de dicotomías u opuestos constituye
simplemente una forma adecuada de considerar situaciones
complejas.
La idea de que las diferentes modalidades del conocimien
to reflejan las diferentes funciones hemisféricas se ha asocia
do, en los últimos años, al psicólogo Robert Omstein, quien,

156

A
Cerebro izquierdo y cerebro derecho

además de sus estudios electroencefalográficos (EEG) sobre la


asimetría interhemisférica, se ha interesado también por la na
turaleza de la conciencia y por sus relaciones con las funciones
hemisféricas.
En 1970, Omstein publicó un libro titulado La psicología
de la conciencia2 en el que afirma que el hombre y la mujer
occidentales sólo utilizan la mitad de su cerebro y, en conse
cuencia, la mitad de su capacidad mental. Omstein subraya
que el énfasis en el lenguaje y el pensamiento lógico propio de
las sociedades occidentales ha garantizado un uso adecuado
del hemisferio izquierdo. Según él, el intelecto occidental ha
descuidado las funciones propias del hemisferio derecho que,
por otra parte, se halla más desarrollado en las culturas, el mis
ticismo y las religiones orientales. Omstein identifica el he
misferio izquierdo con el pensamiento tecnológico y racional
de Occidente y el hemisferio derecho con el pensamiento in
tuitivo y místico de Oriente.
El libro de Omstein ha despertado todo tipo de pasiones y
de malas interpretaciones. Hay quienes han llegado a equipa
rar, por ejemplo, al hemisferio izquierdo con todos los males
que aquejan a la sociedad moderna. Omstein, sin embargo, su
brayó que los dos hemisferios cerebrales están especializados
en diferentes tipos de pensamiento y también insistió en que la
escuela invierte la mayor parte de su tiempo en formar a sus
alumnos en lo que parecen ser habilidades propias del hemis
ferio izquierdo.
Omstein se ha convertido en un defensor de la idea de que
existen formas alternativas de conocimiento y de conciencia.
En su opinión, el entrenamiento intelectual enfatiza excesiva
mente el aspecto analítico:

... con el resultado de que hemos aprendido a buscar los frag


mentos separados en lugar de la solución completa... Como
resultado de esta preocupación por los hechos aislados no es
extraño que afrontemos tantos problemas diferentes cuya so
lución depende de nuestra comprensión de las relaciones que

157
Tipologías mentales

existen entre las distintas partes que configuran el todo... La


investigación realizada sobre el cerebro dividido y el cerebro
íntegro han conducido a una nueva concepción del conoci
miento, de la conciencia y de la inteligencia humana. No todo
conocimiento puede ser expresado verbalmente y, sin embar
go, nuestra educación se basa, casi exclusivamente, en las
modalidades escrita o hablada... Pero el artista, el bailarín y el
místico han aprendido a desarrollar la faceta no verbal de su
inteligencia.3

Como ya hemos visto, existen ideas muy diversas sobre la


naturaleza de las diferencias interhemisféricas, la mayor parte
de las cuales han surgido de la distinción entre las modalidades
verbales y no verbales o de otras diferencias más abstractas de
las relaciones existentes entre las funciones mentales y los he
misferios. En este proceso, las ideas que tienen que ver con las
diferencias hemisféricas se han ido alejando cada vez más de
los descubrimientos que nos ha proporcionado la investiga
ción. Hay quienes se desconciertan ante este proceso porque,
muy a menudo, la distinción existente entre los hechos y la es
peculación es difusa, llegando incluso hasta el punto de acu
ñarse el término «dicotomanía» para referirse a la avalancha
de literatura popular alimentada de conceptos sumamente es
peculativos.

158
10. LOS PRINCIPIOS MENTALES,
EMOCIONALES Y FÍSICOS
EN LA DINÁMICA HUMANA

Sandra Seagal y David Horne

Todo fenómeno puede ser considerado como un proceso


que surge a través de tres estadios. La creación de una organi
zación, por ejemplo, puede ser considerada como un proceso
que comienza a partir de una idea o propósito inicial; luego se
establece un conjunto dinámico de relaciones entre las perso
nas con el objeto de implementar ese objetivo; y, finalmente,
termina siendo llevado a la práctica de un modo concreto. Una
vez formada la organización, estos tres componentes coexisten
en interrelación dinámica.
En el caso del ser humano, es posible equiparar el propósi
to inicial con la mente y la voluntad; el establecimiento de re
laciones con las emociones; y la manifestación concreta con el
cuerpo, que es el mecanismo a través del cual se expresan
nuestra voluntad y nuestras emociones.
Estos tres estadios o componentes se aplican de manera
universal y es por ello que pueden ser considerados como prin
cipios fundamentales. La forma particular de expresión de es
tos principios en los seres humanos determina que dichos prin

159
Tipologías mentales

cipios reciban la denominación de principio mental, principio


emocional (o relacional) y principio físico (o práctico).

LA DINÁMICA DE PERSONALIDAD CENTRADA


E N LA M ENTE

General

Yo mantengo una relación básica con el mundo de los pen


samientos, las imágenes, los conceptos y las visiones de con
junto. También puedo concentrarme fácilmente e inspirar esta
misma habilidad en los demás. A menudo proporciono solidez,
objetividad y precisión a proyectos y situaciones. Mi mente
ocupa un lugar más central en mi personalidad que mis emo
ciones, y mi humor suele ser bastante estable. No soy muy
dado a manifestar emociones ni tampoco suelo ser impulsivo.
Toda mi personalidad gravita en tomo al sistema de valores
alrededor del cual estructuro mi vida. Estos valores no cam
bian fácilmente. Por consiguiente, si quieres conocer algo más
sobre mí deberías tener en cuenta las cosas que valoro. Una de
mis principales preocupaciones es que esos valores son más
ideales que vividos o practicados en el mundo y me trastorna
mucho no mantenerlos prácticamente en la vida cotidiana. Soy
responsable y congruente con las cosas que valoro, incluyendo
las relaciones y los quehaceres con los que me comprometo,
los cuales, por cierto, selecciono muy cuidadosamente.

Cuerpo

Experimento el mundo sensorial con detalle y precisión,


percibiendo muchos matices sutiles. Tiendo a ser selectivo con
respecto a lo que asumo y, por ello, no me siento abrumado fá
cilmente por el mundo emocional y sensorial. En cualquier
caso, para mí resulta relativamente fácil «conservar la cabeza».

I
160
Los principios mentales, emocionales y físicos

Tengo una afinidad natural hacia el espacio y la soledad


(que alimentan mi proceso de experimentar sentimientos y va
lores sutiles) y por la actividad física independiente. Todos es
tos factores contribuyen a que la naturaleza me resulte suma
mente atractiva.

Comunicación

Mi comunicación suele ser seria, intencional y objetiva. La


claridad y la precisión son importantes para mí y por ello sue
lo ser meticuloso en la elección de las palabras. Es también
por este motivo que la comunicación escrita llama poderosa
mente mi atención.
Es muy probable que el contenido de mi comunicación sea
conceptual, fáctico e informativo y que no esté tan preocupado
por la experiencia subjetiva, por mis procesos internos o por
los procesos de los demás. Su rango, a fin de cuentas, depen
derá de la amplitud de mis valores y del grado de desarrollo de
mi conciencia personal.
Rara vez me siento completamente seguro en las situacio
nes sociales primarias. Me siento mucho más cómodo en las
reuniones en tomo a temas que valoro. El hecho de ser muy
selectivo con respecto a las personas y las situaciones en las
que me permito abrirme y expresarme emocionalmente hace
que los demás no siempre sean conscientes de cómo me sien
to o de que puedo ser empáticamente consciente de las sensa
ciones de los demás.

Función

No pierdo fácilmente de vista el objetivo de cada tarea y


me gusta contribuir a establecer y articular los valores y los
principios que rigen las relaciones, los grupos y las organiza
ciones. Estoy interesado en estructurar y, por ello, contribuyo

161
Tipologías mentales

a dar forma a mis valores a través de cualquier actividad que


me resulte natural.
Me gusta la precisión, la concentración y la discriminación
minuciosa, y por ello estoy dispuesto y soy capaz de empren
der y de comprometerme en un trabajo muy detallado siempre
que valore su objetivo.
La mía es una voz objetiva que expresa la constancia, la
esencialidad y los principios.

Objetivo profundo

Uno de mis objetivos más profundos es el de llegar a en


globar todos los aspectos y aportar unidad a un mundo dividi
do. Desde el fondo de mi corazón puedo articular principios
muy amplios y estructuras esenciales a las que todos puedan
suscribirse. Mi receptividad me hace proclive a generar espa
cios acogedores en los que los individuos puedan sentirse apo
yados y establecer relaciones entre formas muy diferentes con
tribuyendo, de ese modo, más eficazmente a una visión
valorada.

LA DINÁMICA DE PERSONALIDAD
EMOCIONAL-OBJETTVA

General

Soy un solucionador de problemas con especial predilec


ción por la innovación a nivel mental. Estoy interesado en las
ideas que tengan un significado, que apunten hacia algún fin y
que sirvan a los demás y al resto de la comunidad. Mi mente
suele estar concentrada y puedo prestar atención a varias ideas
a la vez (cada una de las cuales puede tener diversas posibili
dades alternativas). Mi sistema emocional está teñido mental
mente y resulta difícil saber si pienso mis sentimientos o si

162
L os prin cipios mentales, em ocionales y físic o s

siento mis pensamientos. Suelo identificarme más con lo que


hago (con mi trabajo) que con quien soy.

Cuerpo

Mi cuerpo funciona fundamentalmente como el «soporte» de


mi personalidad. Normalmente no recibo muchas señales cons
cientes de mi cuerpo ni tampoco soy consciente de percatarme
del entorno emocional que me rodea. Mi energía física, por con
siguiente, es habitualmente estable y puedo trabajar durante mu
chas horas sin experimentar conscientemente la fatiga. Se me re
conoce como un «adicto al trabajo» y para descansar puedo
necesitar tomar conciencia de las necesidades de mi cuerpo.

Comunicación

No suelo conocerme bien y sólo comienzo a hacerlo cuan


do el autoconocimiento se convierte para mí en un valor. Mi
orientación fundamental se dirige más hacia el trabajo y lo que
sucede que hacia mi experiencia subjetiva. Me hallo extraordi
nariamente interesado en el procesamiento creativo de nuevas
ideas con los demás.
Dentro del contexto de un grupo o de un equipo de trabajo
mi vida personal me resulta real y plenamente satisfactoria.
Los grupos tienen un especial significado para mí ya que son
fuerzas de trabajo que posibilitan la cooperación creativa. Es
por ello por lo que dedico mucho tiempo de mi comunicación
a fomentar este proceso de grupo.
También estoy dispuesto a comprometerme en una intensa
comunicación personal con mi familia y con las pocas perso
nas que desempeñan un papel «personal» importante en mi
vida. Esta comunicación también suele tener el objetivo prác
tico de fomentar el movimiento individual hacia el esfuerzo
cooperativo.

163
T ipologías m entales

Función

Soy un trabajador nato. Mi función es la de hacer avanzar


el trabajo, comprendiendo, en primer lugar, lo que hay que ha
cer; luego diseñando modelos y estructuras generales para ha
cerlo, y, más tarde, relacionando los modelos con las personas
implicadas. Las formas concretas de llevar a cabo el trabajo
surgen de la participación de la gente. Habitualmente prefiero
dejar los detalles para los demás.
Este tipo de actividad y el establecimiento de objetivos y de
propósitos con la gente suele convertirme en un líder mani
fiesto.

Objetivo profundo

Un objetivo profundo es el de llevar a cabo ideas o princi


pios que sirvan a la humanidad. Para ello las «vivo» en mí
mismo (encamándolas) y diseñando medios para fomentar su
expresión en los demás. La manifestación de cualquier visión
requiere la potenciación de la vida del grupo. Por consiguiente
suelo comprometerme en dirigir continuamente el trabajo con
el grupo, colaborando esforzadamente con quienes tienen el
mismo tipo de motivación para crear una unidad grupal que
permita construir algo nuevo y duradero que sirva a la huma
nidad.

LA DINÁMICA DE PERSONALIDAD
EMOCIONAL-S UBJETIVA

General

Todos mis encuentros son personalizados. Trato de conec


tar personalmente con todo. Escucho, hablo y hago. Estoy
abierto a relacionarme con los demás, con el entorno y con los

164
Los principios mentales, emocionales y físicos

diferentes ambientes en los que me muevo. Esto significa que,


en cada situación, acumulo gran cantidad de información, que
puede llegar a incluir también los sentimientos y, en ocasiones,
hasta la condición física de las personas presentes. A veces lle
go incluso a experimentar esto como mi propia condición.
Soy muy intuitivo aunque a veces me falta la confianza ne
cesaria para actuar de acuerdo a mi intuición. Cuando mis pen
samientos y sentimientos contradicen mi intuición, es a mi in
tuición a la que presto atención, puesto que para mí es el
registro más fiable.
Tengo afinidad por la diversidad, me atraen varias cosas al
mismo tiempo y suelo estar bien dotado para llevarlas a cabo.
También tengo la capacidad para ver más allá de las formas,
apreciando los valores que reflejan, la habilidad en su cons
trucción y el efecto que producen sobre quienes las utilizan.
Esta atracción hacia las diversas facetas del mundo puede
terminar estresándome o fragmentándome al intentar participar
en tareas muy diversas. Parte del trabajo de mi vida consiste
en aprender a valorar el «camino medio» y equilibrar los ex
tremos en mí mismo y en mis compromisos. Cuando lo hago
así soy capaz de permanecer atento, concentrado y lúcido.

Cuerpo

Existe una dimensión física en mi sistema emocional y, por


ello, mi cuerpo responde a mis sentimientos. Mi estado emo
cional se refleja en mi condición física. Los traumas emocio
nales del pasado están integrados en mi cuerpo y son causa de
tensión física y de pérdida de energía, a menos que haga el es
fuerzo consciente de solucionarlos. Al estar abierto a los de
más, a veces me resulta difícil distinguir entre mis propias
emociones y sensaciones físicas y las de aquéllos con quienes
me relaciono. Con este discernimiento soy capaz de funcionar
óptimamente pero sin él puedo llegar a perder la sensación de
identidad.

165
Tipologías mentales

Mi gran sensibilidad al mundo emocional puede hacer fluc


tuar mucho mi energía y llevarme a experimentar estados de
ánimo muy diversos. Para mí es importante ser muy selectivo
con respecto a las personas, los alimentos, los sonidos, los co
lores, etcétera, con los que me relaciono. Cuanto más me com
prendo a mí mismo, más consciente y preciso es este proceso
de selección.
El ejercicio físico regular es crucial para mi bienestar por
que me sirve, en parte, para liberar cualquier tensión emocio
nal o física.

Comunicación

Valoro mis sentimientos y necesito tomarme tiempo para


reflexionar sobre ellos antes de poder comunicarlos claramen
te a los demás. Para mí es imprescindible procesar los senti
mientos y pensamientos a través de la interacción comunicati
va con personas muy concretas. Esto me permite ver y
comprender el significado de mi experiencia. Cuando lo hago
así suelo experimentar una sensación de plenitud y libertad
dentro de mi cuerpo y soy capaz de ayudar a que los demás
comprendan y se liberen a través del mismo proceso. Cuando
la comunicación con los demás o el silencio de mi propia con
templación me ha ayudado a clarificarme, soy capaz de llevar
a cabo las acciones adecuadas.

Función

Soy una persona fundamentalmente comunicativa. Una


de mis funciones es la de comprender la naturaleza de la
gente y la de utilizar esta comprensión en la comunicación y
en la organización de personas, ideas y sistemas. Mi interés
en establecer nuevas conexiones y relaciones puede encon
trar una expresión creativa en las artes o ciencias y también
Los principios mentales, emocionales y físicos

en la relación con los demás. Por último, también me asegu


ro de que la vida de los sentimientos sea valorada y tenida
en cuenta.

Objetivo profundo

Uno de mis objetivos profundos es llevar la luz de la com


prensión a la condición humana. El hecho de tomar en serio
mis experiencias personales me ayuda a comprenderlas en pro
fundidad y a descubrir el principal objetivo que se oculta de
trás de cada una de mis experiencias subjetivas. Valoro en mu
cho el silencio de mi propia contemplación, un silencio que me
capacita para comprender y asumir acciones destinadas a ser
vir a los demás.
A menudo existe en mi personalidad un componente visio
nario que me ayuda a ser un comunicador inspirado y un efi
caz vidente.

LA DINÁMICA DE PERSONALIDAD
CENTRADA FÍSICAMENTE

General

Estoy interesado en el trabajo concreto. Quiero llevar los


pensamientos y las ideas a resultados prácticos que satisfagan
necesidades y resuelvan problemas. Descuello especialmente
en la realización práctica del trabajo. Los detalles son impor
tantes para mí. También soy consciente de las pautas y del pro
ceso, y soy capaz de insistir una y otra vez si ello resulta ne
cesario para completar una determinada tarea
Tengo una sensación innata de continuidad y respeto por
el pasado. Estoy interesado en la «totalidad» y experimento
orgánicamente la vida. Soy muy receptivo a mi medio y sue
lo aceptarlo. Trabajo «con» el medio, incluyendo las perso-

167
Tipologías mentales

ñas, las cosas y las situaciones. Tiendo a pensar en términos


de sistemas interrelacionados. La vida de grupo me afecta
profundamente en la medida en que está relacionada con la
«totalidad». Comprendo a los equipos y trabajo bien en ellos.
Yo no soy el centro de atención sino que el centro es la tota
lidad.

Cuerpo

El ritmo de mi cuerpo puede ser lento pero mi mente traba


ja rápidamente, lo que a veces constituye un verdadero proble
ma. Mi orientación hacia el grupo me hace algo inconsciente
de mis necesidades y objetivos personales. Cuando comprendo
esto mi flujo energético es mucho mayor. También suelo ser
inconsciente de las señales procedentes de mi cuerpo pero, en
la medida en que tomo conciencia de ellas, comprendo que me
proporcionan una información mucho más exacta sobre mí
mismo y sobre los demás.
Suelo responsabilizarme de todo, incluyendo las condicio
nes físicas y emocionales de los demás -aun las ambiguas y
paradójicas- en cualquier situación. Soy como un gigantesco
banco de datos almacenando información por todo mi cuerpo.
Mi memoria es habitualmente excelente y los miembros de mi
cuerpo suelen ocasionarme problemas en la medida en que
maduro y envejezco. Quizás la cantidad de información alma
cenada sea demasiada para él.
El contacto con la naturaleza me resulta imprescindible
para mantener el equilibrio y la salud. Mi cuerpo registra y ab
sorbe tantos datos que periódicamente necesito armonizarme
con los ritmos más lentos de la naturaleza. Ello me permite to
mar conciencia de mis respuestas emocionales y liberarme de
cualquier irrupción negativa.

168
Los principios mentales, emocionales y físicos

Comunicación

Mis respuestas verbales tienden a ser lentas porque tengo


muchos datos para procesar y extraer. Además, como la perso
nalidad centrada mentalmente, suelo ser más o menos incons
ciente de que el «procesamiento personal» lo impregna todo.
Me gusta hablar de lo que hago, no de lo que soy. Y, muy a
menudo, más que hablar de lo que hago prefiero hacerlo. Tien
do naturalmente a aceptar «las cosas como son» y estoy orien
tado hacia la acción.
Para mí es un reto ser más consciente de mí mismo como
individuo, emerger de lo «colectivo» y establecer mi propia
identidad. Por consiguiente, a veces necesito alejarme de los
demás y, a solas, escuchar mi propia voz. En ocasiones hago
de tripas corazón y hablo conmigo mismo aun cuando estoy
con los demás.

Función

Mi función es respetar a la «totalidad» incluyendo, en mi


pensamiento y en mis acciones, a todas las personas y a todas
las partes. Este proceso colectivo toma tiempo y exige ser res
petado. Otra de mis funciones es la de extraer los requisitos
fundamentales de todas las ideas disponibles. El resultado de
esta situación es la seguridad de que el trabajo se organiza
operacionalmente de acuerdo con la visión inicial y que tiene
en cuenta todos los detalles necesarios.
Soy ordenado con mis hábitos de trabajo, lo cual me hace res
ponsable ante mí mismo y ante los demás. Normalmente sigo la
siguiente secuencia: a) buscar consenso para la idea o concepto
que debe ponerse en práctica; b) establecer los planes tácticos te
niendo en cuenta la estrategia y las consideraciones ambientales
necesarias y c) desarrollar los programas y hacerlos operativos.
Hago lo que es necesario.

169
Tipologías mentales

Objetivo profundo

Uno de mis objetivos profundos es el de consolidar el pro


yecto en el mundo manifiesto. Nunca pierdo de vista que, para
que el proyecto tenga sentido y sea eficaz, debe funcionar en
la práctica. Otro de mis objetivos es crear unidad a partir de la
diversidad manteniendo mis vínculos profundos con todos los
miembros del grupo.

Obviamente, ninguno de los perfiles que acabamos de men


cionar proporciona una descripción completa de alguien que
viva en función de esa dinámica. En cada una de las dinámicas
de personalidad existen muchas otras características de apa
riencia y funcionamiento distintivas. Además, aunque cada di
seño fundamental del individuo, como el cuerpo, por ejemplo,
permanece constante a lo largo de toda la vida, cada persona
vive a lo largo del tiempo su dinámica concreta de la persona
lidad en diversos grados de desarrollo y madurez. De este
modo, aunque los miembros de cada uno de los grupos com
partan dinámicas similares, siempre existe un amplio abanico
de diferencias en cuanto a cualidad expresiva.
No obstante, cada persona comparte ciertas características
fundamentales con quienes presentan su misma dinámica de
personalidad, de modo que no debería resultar difícil identifi
car la propia dinámica. Cada una de ellas debería ser lo sufi
cientemente descriptiva en lo que respecta a cada elemento de
la dinámica de la personalidad a que se refiere. Así pues, por
ejemplo, en la medida en que se aplique a usted el 80% de un
determinado perfil, es muy probable que ese perfil describa su
dinámica.
Recordemos, por último, que todas las descripciones son
aplicables a cada uno de nosotros pero que, en cualquier caso,
cada cual dispone de un determinado conjunto fundamental de
dinámicas. Tratemos de encontrar aquél con el que más nos
identifiquemos. Si nos resulta difícil encontrar nuestro «ajus
te» quizás convenga leer las descripciones en voz alta. A me-

170
Los principios mentales, emocionales y físicos

nudo, cuando se lee en voz alta un determinado conjunto de


dinámicas, la vocalización despierta una especie de resonancia
en el lector.

171
í

>

i
CUARTA PARTE:

TIPOLOGÍAS DE EMPRESA
Y LIDERAZGO
í

>

i
Vivimos inmersos en un mundo de relaciones sociales. Así,
a medida en que vamos creciendo debemos aprender a relacio
namos con nuestra madre, con nuestro padre y con nuestros
hermanos. En la escuela también establecemos relaciones con
una amplia variedad de profesores y compañeros. De este
modo, si queremos sobrevivir, estamos obligados a aprender a
relacionamos aunque, ciertamente, este aprendizaje suele tener
lugar a un nivel que se encuentra más allá del umbral de nues
tra atención consciente.
Del mismo modo que las personas pueden ser clasificadas
en función de su tipología corporal o mental, también pueden
serlo de acuerdo al modo en que establecen relaciones. Todos
habremos advertido que algunos de nuestros amigos son líde
res natos mientras que otros, por el contrario, adoptan siempre
el papel de segundones. Hay quienes son pacíficos «amantes
de la soledad» mientras que otros, en cambio, siempre quieren
ser el centro de atención. En este sentido, el hecho de tomar
conciencia de los diferentes estilos de relación puede ayudar
nos a comprender mejor nuestro propio estilo interpersonal y
damos cuenta de sus ventajas y de sus limitaciones. Las tipo
logías relaciónales pueden capacitamos, en suma, para distin
guir unos estilos de otros, establecer relaciones más armónicas
y productivas e incrementar la eficacia del trabajo en equipo.
En el capítulo 11, John Corbett nos presenta una de las ti
pologías más difundidas actualmente en el mundo empresarial.
Esta tipología gravita en tomo a cuatro tipos diferentes que se
derivan de dos dimensiones básicas, la dominancia y la socia
bilidad. Los cuatro tipos resultantes se denominan directivo,
consejero, colaborador y deliberativo. La primera versión de

175
Tipologías de empresa y liderazgo

este sistema recibió el nombre de «estilos sociales de Wilson»


y los cuatro tipos fueron llamados conductor, expresivo, amis
toso y analítico.
Este sistema es fundamentalmente intuitivo y no resulta
muy difícil llegar a reconocer las dimensiones de la dominan
cia y la sociabilidad tanto en los demás como en nosotros mis
mos. Todos hemos conocido a personas que tienen una gran
capacidad para dominar a los demás y que expresan con vehe
mencia sus ideas y sus opiniones, no temen enfrentarse a los
otros y se sienten a gusto en su papel de ejecutivos, empresa
rios y directivos. Por otro lado, también habremos conocido a
individuos que tienen escasa capacidad de mando y que se de
dican a escuchar en vez de hablar, a hacer preguntas en lugar de
expresar sus propias opiniones, a mostrarse deferentes y tratar
de mantenerse al margen en lugar de participar activamente.
Las personas que tienen un elevado índice de sociabilidad, por
su parte, suelen ser cálidas, abiertas y comprometidas, y tien
den a expresar fácilmente sus sentimientos, mientras que las
personas reservadas o que presentan un bajo nivel de sociabili
dad tienden, por el contrario, a ser objetivas, desapasionadas,
distantes, independientes y emocionalmente controladas.
No resulta muy difícil identificar estos cuatro estilos de re
lación. El individuo del tipo directivo posee un elevado grado
de dominancia pero muestra, en cambio, un bajo índice de so
ciabilidad. Perry Masón, por ejemplo, es un caso evidente de
persona fría y autoritaria que sabe mandar a sus colaboradores
y subordinados. La persona colaboradora, por su parte, tiene
un elevado grado de dominancia y también de sociabilidad.
Kojak, el personaje televisivo, es un hombre asertivo y domi
nante pero que también sabe, sin embargo, preocuparse por los
demás. La persona deliberativa, por su parte, manifiesta un
bajo nivel de dominancia y de sociabilidad. El sargento Friday,
el viejo detective de la televisión, es un estereotipo clásico de
la persona de rostro impenetrable que nunca parece preocupar
se de los demás y que sólo está interesado por la precisión y la
lógica. Su frase favorita era: «Sólo los hechos, señora, sólo los
Introducción

hechos». El tipo consejero, que presenta un elevado grado de


sociabilidad y un bajo nivel de dominancia, por último, halla
su ejemplo en Colombo, una persona muy educada, deferente
y amable hasta el momento en que captura al sospechoso.
La observación de los diferentes estilos de liderazgo cons
tituye otro enfoque de tipo relacional. A pesar de que todos so
mos, en un momento u otro, seguidores de alguien, también
nos vemos obligados a adoptar, en ocasiones, una posición de
liderazgo. Es importante, pues, que comprendamos las diferen
tes dimensiones que conlleva un liderazgo eficaz.
Frecuentemente nos encontramos con poderosas imágenes
arquetípicas relacionadas con los líderes y con los distintos es
tilos de liderazgo. Se habla, por ejemplo, del «jinete que ca
balga un caballo blanco», que alienta y conduce a los otros a la
batalla, superando todo tipo de obstáculos y de problemas que
surjan en su camino. Las películas y las novelas, por su parte,
también nos muestran con frecuencia la imagen del jefe grose
ro y enojado que golpea sobre su escritorio pero que suele al
bergar, no obstante, un corazón muy sensible. Otra imagen
bastante común es la del individuo astuto y carente de escrú
pulos que manipula las situaciones y ejerce su poder entre bas
tidores.
En el capítulo 12, Robert Blake y Jane Mouton examinan
dos orientaciones básicas del liderazgo empresarial: la preocu
pación por la productividad y la preocupación por los demás.
Las combinaciones a que dan lugar estas dos variables arroja
un total de cinco tipos de liderazgo que reciben los siguientes
nombres: dirección de «club de campo», dirección «a mitad de
camino», dirección «empobrecida», dirección de «autoridad-
sumisión» y dirección «de equipo».
El estilo de dirección «club de campo» implica una aten
ción exquisita a las necesidades humanas y a las relaciones la
borales amistosas, y tiende a crear un clima de trabajo agrada
ble. Este estilo tiene mucha semejanza con el concepto de
persona de compañía acuñado por Maccoby. Los directores del
estilo «a mitad de camino» tratan de mantener el equilibrio en

177
Tipologías de empresa y liderazgo

tre un clima de trabajo agradable, un nivel adecuado de moral


y el logro de los objetivos productivos. La dirección «empo
brecida», por su parte, se caracteriza porque la persona no
ejerce realmente el liderazgo y trata de mantenerlo con un mí
nimo esfuerzo, permitiendo una baja moral y un pobre rendi
miento. El estilo «autoridad-sumisión» antepone la eficacia y
la productividad a los intereses humanos, a los que siempre
considera como una distracción y una interferencia. La direc
ción «de equipo», por último, aspira a lograr una elevada pro
ductividad haciendo que las personas se sientan motivadas y
comprometidas, y promoviendo el desarrollo de relaciones de
confianza y respeto mutuos.
11. CUATRO TIPOS DE RELACIÓN:
DOMINANTE, SUMISO,
SOCIABLE Y RESERVADO

John Corbett

Somos criaturas de hábitos fijos y tendemos a ser conse


cuentes, por lo general, con la forma en que ejercemos nuestro
dominio o nos comunicamos con quienes nos relacionamos.
Esta premisa define el principio subyacente que caracteriza
nuestro estilo interpersonal: las personas actúan ateniéndose a
pautas de conducta coherentes y persistentes a lo largo del
tiempo. Estas pautas pueden ser observadas por los demás y
constituyen, como acabamos de decir, nuestro estilo interper
sonal.
Las respuestas que elegimos están ligadas al conjunto de
conductas con el que nos sentimos más cómodos y, con el paso
del tiempo, estas pautas de respuesta terminan convirtiéndose
en hábitos. Somos criaturas de hábitos que tendemos a repetir
una y otra vez aquellos comportamientos que, en algún mo
mento, nos han resultado útiles. Actuar de manera rutinaria y,
por consiguiente, predecible, constituye un aspecto positivo de
nuestra conducta, puesto que los hábitos dejan libre nuestra
mente para ocuparse de otras tareas.

179
Tipologías de empresa y liderazgo

Nuestra definición del estilo interpersonal es la siguiente:


una pauta de conducta armónica y observable, que se mantie
ne constante a lo largo del tiempo y resulta adecuada para
describir la conducta de una persona.

LA ESCALA DE LA DOMINANCIA

La dominancia se define como la tendencia a mostrarse agre


sivo, autoritario o asertivo en las relaciones. En un extremo de
la escala de la dominancia se encuadran aquellas personas que
se relacionan con los demás de manera intensa y vehemente. Su
comunicación no verbal se halla puntuada por un lenguaje cor
poral enérgico, por una ocupación agresiva del espacio y por el
empleo del tono de voz para subrayar aquellos aspectos que in
tentan influir sobre el pensamiento y la acción de los demás.
En el otro extremo de la escala de la dominancia se hallan
aquellas personas que se relacionan con los demás mostrando
un comportamiento prudente, recatado y deferente. Se trata de
personas cuyo cuerpo evidencia un tipo de comunicación no
verbal contenido, que muestran una escasa predisposición a
adueñarse del espacio y cuya voz carece de una fuerte entona
ción. Se trata, en suma, de personas que tienden más a pre
guntar que a expresar sus propias opiniones.

Tienden a imponer sus opiniones

Las personas que se muestran dominantes en sus relaciones


sociales suelen ser descritos como activos, agresivos y aserti
vos. Su estilo de interacción con los demás se caracteriza por
la tendencia a expresar sus ideas, sus opiniones y sus preferen
cias. Pueden llegar a ser presuntuosos cuando se sienten mar
ginados, irritados si no se consideran suficientemente atendi
dos, combativos cuando se sienten desafiados y obstinados
cuando se sienten contrariados.

180
Cuatro tipos de relación

Es muy probable que te pregunten tu opinión

Quienes, por el contrario, están acostumbrados a someterse


en las interacciones interpersonales suelen ser personas poco
dadas a la presunción y la discordia. Saben escuchar a los de
más y, por lo general, se interesan por sus opiniones. En oca
siones pueden parecer faltos de carácter y algo acomodaticios.
Cuando se sienten ignorados tienden a retraerse, si se sienten
desatendidos se resignan, ceden cuando se les desafía y se re
tiran en el caso de ser rechazados.

LA ESCALA DE LA SOCIABILIDAD

La tendencia a mostrarse reservado o comunicativo en las


situaciones sociales constituye también otra dimensión funda
mental del estilo interpersonal. En un extremo de la escala po
demos ubicar aquellas conductas observables que denotan una
mínima expresión de los sentimientos y emociones en las inte
racciones sociales mientras que en el otro extremo, por el con
trario, nos encontraríamos con un gran despliegue de emocio
nes y sentimientos.

Son fríos, tranquilos y discretos

Las personas que se manifiestan socialmente reservadas


tienden a ser responsables en los negocios y en su forma de
abordar las situaciones sociales. Muestran modales precisos y
sistemáticos y son proclives a concentrarse plenamente en la
tarea que desempeñan.

Son informales y fáciles de conocer

La mayor parte de las personas socialmente comunicativas,

181
Tipologías de empresa y liderazgo

por su parte, tienden a expresar sus emociones y a mostrar sus


sentimientos con facilidad. Son descritos como informales,
agradables y abiertos, suelen ser accesibles y toman muy en
cuenta los aspectos personales a la hora de relacionarse con los
demás.

LA M ATRIZ DE ESTILO S INTERPERSONALES

Aquellas acciones que pueden ser determinadas consen-


sualmente para describir la conducta de una persona en térmi
nos de dominancia y sociabilidad configuran un modelo que
denominamos la matriz de estilos interpersonales y que se ha
lla constituida por cuatro modalidades diferentes de comporta
miento.

Modalidad I: estilo directivo

Combina un elevado grado de dominancia con un bajo nivel


de sociabilidad. Su conducta se orienta hacia la eficacia y es,
precisamente, este comportamiento asertivo y controlado el que
le permite obtener resultados. Suelen ser resueltos y competiti
vos, prefieren afrontar directamente los hechos y destacan a la
hora de definir metas y establecer planes para alcanzarlas.
Son personas orientadas hacia metas inmediatas. Quieren
conseguir cosas. Pueden tomar decisiones con rapidez en cues
tiones operativas y les agrada que así se lo permitan. No obs
tante, su afán por conseguir las cosas les hace parecer insensi
bles a los sentimientos.

Modalidad II: estilo consejero

Este estilo refleja una combinación entre sumisión y comu


nicación. Son personas que suelen expresar sus sentimientos

182
i
Cuatro tipos de relación

pero que, por lo general, no son agresivos. Su conducta se


orienta hacia las relaciones, tienden a colaborar y manifiestan
de buen grado sus propios sentimientos. Las personas caracteri
zadas por este estilo suelen trabajar en equipo y, en tanto que lí
deres, fomentan la colaboración activa de todos sus miembros.
Tienen poderosos impulsos sociales y, por lo general, to
man sus decisiones basándose más en consideraciones de tipo
personal que en los hechos o las necesidades. Los demás sue
len considerarlos normalmente predispuestos a la cooperación
y la colaboración. Su estilo poco confrontativo puede llevarles,
en ocasiones, a pasar un mal rato cuando se ven obligados a
adoptar una decisión impopular.

Modalidad III: estilo colaborativo

Estas personas muestran un elevado nivel de dominancia


y una conducta muy extravertida. Tienden a dominar a los
demás pero también son muy dados a expresar sus senti
mientos y sus emociones. Son personas de orientación intui
tiva que se nutren con el intercambio interpersonal. También
son muy persuasivas y responden bien a los incentivos y las
recompensas.
Por lo general, son extravertidas y ambiciosas y pueden lle
gar a sentirse orgullosas por su «instinto» a la hora de tomar
decisiones. Sin embargo, su fascinación por las ideas puede
disminuir su eficacia en el manejo de las cuestiones cotidianas.

Modalidad IV: estilo deliberativo

Los individuos caracterizados por este estilo tienden a ser


reservados y autocontrolados. Son personas orientadas hacia el
pensamiento. Son buenos planificadores y organizadores.
Cuando llevan a cabo una determinada tarea prefieren, por lo
general, trabajar en solitario o, a lo sumo, en grupos pequeños.

183
Tipologías de empresa y liderazgo

Sus decisiones están basadas en el pensamiento crítico y en el


examen de los datos más relevantes de cada situación.
Son poco agresivos y tienden a evitar los enfrentamientos.
Cuando se sienten presionados utilizan los hechos y la lógica
para fortificar su postura. Defienden firmemente su punto de
vista cuando se hallan en terreno seguro, pero suelen resistirse
a ejercer su autoridad aunque, sin embargo, no la delegan con
facilidad. Su lema podría ser: «Busca, no esperes».

Matriz de estilos interpersonales

Reservado

Modalidad IV Modalidad I
Deliberativo Directivo

Sumiso Dominante

Modalidad II Modalidad III


Consejero Colaborador

Comúnicativo

COMPORTAMIENTOS RECURRENTES

Todos experimentamos cierto grado de tensión en nuestras re


laciones, pero esta tensión tiene un objetivo positivo que es el de
motivamos a desempeñar mejor nuestras actividades. El inter
cambio emocional entre los jugadores animándose mutuamente
para vencer en el juego, por ejemplo, constituye un tipo de ten
sión positiva. La aprobación del entrenador y el aplauso de la
multitud constituyen un acicate que eleva todavía más el nivel de
tensión experimentado por los jugadores. Si, además, el aconteci
miento deportivo es lo suficientemente importante para nosotros,

184
Cuatro tipos de relación

experimentaremos la tensión aunque nos hallemos contemplando


el espectáculo por televisión a miles de kilómetros de distancia.
Existe multitud de ejemplos que demuestran que la tensión es un
factor muy importante en casi todos los aspectos de nuestra vida.
Sin embargo, también podemos sacar a relucir incontables
ejemplos de las consecuencias de la tensión negativa en nues
tra vida cotidiana ya que, cuando ésta aumenta, nuestras accio
nes pueden volverse defensivas y caemos en aquello que de
nominamos un comportamiento recurrente.

Mantienen su postura

Los dos estilos que ocupan la zona superior de la escala de


la dominancia tienden a exhibir una conducta recurrente bajo la
forma de lucha. Cuando las personas del tipo deliberativo y del
tipo consejero experimentan un incremento de la tensión suelen
manifestar un comportamiento agresivo. Por otra parte, aunque
ambas sean modalidades de lucha, los comportamientos recu
rrentes de los estilos directivo y colaborativo tienen una natu
raleza muy diferente. Las personas que pueden ser adscritas a la
modalidad /, por ejemplo, tienden a la lucha cuando se sienten
amenazadas, pero siguen manteniendo, en cualquier caso, un
control sobre sus emociones y, de este modo, podríamos definir
sus acciones como autocríticas. Las personas que pertenecen a
la modalidad ///, por su parte, también luchan cuando se sien
ten amenazadas, pero tienden a implicarse emocionalmente,
por lo que sus confrontaciones suelen asumir un cariz personal.
Es por ello por lo que su actividad recurrente tiende a adoptar
la forma de ataque personal.

Pueden posponer la batalla para otro día

Las personas encuadradas dentro del tipo consejero o cola


borativo expresan la tensión bajo la forma de una conducta in-

185
Tipologías de empresa y liderazgo

hibida o escapista. Ambos estilos, ubicados en la zona más


baja de la escala de la dominancia, tienden a exhibir compor
tamientos recurrentes bajo la forma de fuga. Pero, al igual que
ocurría anteriormente, el estilo de ambas fugas resulta también
diferente. Así, las personas pertenecientes a la modalidad II
tenderán a huir cuando se sientan tensos, pero su comporta
miento siempre manifestará un consentimiento o una rendi
ción, mientras que las personas encuadradas en la modalidad
IV, por su parte, tenderán a la fuga como una forma de tratar
de evitar el compromiso emocional.

Comportamientos recurrentes

Modalidad IV Modalidad I
Deliberativo Directivo

Evitación Autocrático

Modalidad II Modalidad III


Consejero Colaborador

Conformista Agresivo

ESTRATEGIAS DE PLANIFICACIÓN

En la medida en que desarrollemos la capacidad de estable


cer relaciones productivas también aprenderemos a desarrollar
estrategias de planificación. A continuación presentamos un
conciso plan de acción que se basa en tres elementos funda
mentales.
1. Todo estilo necesita un apoyo.
2. Modo de organizar el tiempo.

186
Cuatro tipos de relación

3. Lo que uno necesita aportar al proceso de toma de


decisiones.

Modalidad I: directivo

La persona que responde a la modalidad I necesita libertad


de acción. Cuando se propone un objetivo, se mueve hacia su
consecución de manera decidida y persistente. Así pues, debe
mos apoyar sus conclusiones y acciones y tratar de utilizar efi
cazmente nuestro tiempo. Cuando se desarrolla el proceso de
toma de decisiones podemos aportar nuestras alternativas y
también nuestra evaluación de las posibilidades pero, en cual
quier caso, debemos dejarles decidir a ellos y concentramos en
el logro de los resultados previstos.

Modalidad II: consejero

Cuando trabajamos con alguien perteneciente a la modali


dad II debemos establecer relaciones de equipo y de apoyo.
Hay que utilizar el tiempo para establecer un contexto amable
en el que negociar el trabajo. En el proceso de toma de deci
siones debemos hacer un esfuerzo para asegurarles el apoyo y
aportar garantías personales en lo relativo a los resultados. El
estilo propio de la modalidad II se esfuerza en desarrollar la
confianza y la seguridad y en demostrar el motivo por el cual
una determinada decisión es la más adecuada.

Modalidad III: colaborador

Las personas de este estilo reaccionan favorablemente en


las situaciones en las que los problemas requieren de solucio
nes difíciles. Apoya sus ideas y sus concepciones. Utiliza su
tiempo para desarrollar un diálogo estimulante y tratar de no

187
Tipologías de empresa y liderazgo

complicarse con detalles muy minuciosos. Aporta razones que


favorecen la toma de decisiones en forma de incentivos y re
compensas por los resultados exitosos. No teme implicar a
otras personas en el proceso, mostrándoles prácticamente
quién está dispuesto a participar.

Modalidad IV: deliberativo

La necesidad de ser correcto y la calidad del proceso son la


clave para la planificación de actividades en el contexto del es
tilo encuadrado en la modalidad IV. Apoya las ideas y los prin
cipios de los demás y utiliza su tiempo para ser exacto. Su pro
ceso de toma de decisiones es muy cuidadoso. Para ellos tiene
más valor una decisión correcta que una autoritaria. Aporta
pruebas y evita discutir las cuestiones personales. Es persisten
te y demuestra la forma de llevar a cabo el plan previsto.

188
12. CINCO ESTILOS DIRECTIVOS:
EL EQUILIBRIO ENTRE LA
PREOCUPACIÓN POR LAS
PERSONAS Y LA PRODUCTIVIDAD

R o b e rt R . B la k e y J a n e S ryg le y M o u to n

LA REJILLA DEL LIDERAZGO

Existe una amplia variedad de teorías relacionadas con el


comportamiento directivo. Estas teorías -o conjuntos de creen
cias- parten de la base de que existen tres modalidades gene
rales de dirección que se hallan conectadas entre sí.
La primera de estas tres modalidades se denomina preocu
pación por la productividad y se caracteriza por el énfasis en
el logro de los objetivos productivos. La segunda, que recibe
el nombre de preocupación por el factor humano, se interesa
fundamentalmente por las personas, la unidad productiva esen
cial de la empresa. La tercera modalidad, por último, es la je
rarquía, el aspecto netamente directivo. Así pues, dondequiera
que un ser humano actúa en calidad de director, se ve obliga
do a adoptar, en mayor o menor medida, decisiones para resol
ver los problemas inherentes al hecho de alcanzar unos deter

189
Tipologías de empresa y liderazgo

minados objetivos productivos a través del trabajo de otras


personas.
La rejilla del liderazgo nos muestra estos tres tipos de inte
reses y todo el abanico de posibles interacciones existentes en
tre ellos. El eje horizontal de la rejilla se refiere al grado de
preocupación por la productividad, mientras que el eje verti
cal, por su parte, señala el nivel de interés que despierta el fac
tor humano. Ambos grados de preocupación se valoran sobre
una escala de nueve puntos, en la que el 1 indica el mínimo in
terés, mientras que el 9, por el contrario, expresa el máximo
grado de preocupación.
En la parte inferior izquierda dé la rejilla se ubica el estilo
de dirección «empobrecida» ( 1 , 1 ), que se caracteriza por pose
er un mínimo grado de preocupación tanto por la productivi
dad como por el factor humano. En la parte superior izquierda
de la rejilla nos encontramos con el estilo de dirección de
«club de campo» (1,9), que presenta un mínimo interés por la
productividad y una gran preocupación por las personas. El
extremo inferior derecho se halla ocupado por el estilo «auto
ridad-sumisión» (9,1), que denota un máximo interés por la
productividad y una mínima preocupación por los aspectos hu
manos. En el extremo superior derecho se ubica el estilo de di
rección de equipo (9,9), cuyo interés tanto por la productividad
como por el factor humano alcanza su grado más elevado. Por
último, en el centro de la rejilla se halla el estilo que denomi
namos dirección «a mitad de camino», que pondera moderada
mente ambos tipos de interés.
Deberíamos destacar también que la combinación mostrada
por un directivo entre la preocupación por la productividad y
el interés por el elemento humano define su forma de utilizar
la jerarquía. Asimismo, el significado del término interés varía
en función de la posición que se ocupa en la rejilla indepen
dientemente del grado de éste. Por ejemplo, un elevado grado
de interés por las personas (es decir, fomentar la satisfacción
de los trabajadores) combinado con un bajo interés por la pro
ductividad, es muy distinto del tipo de interés que aparece li-

190
Cinco estilos directivos

gado a una elevada preocupación por la productividad (es de


cir, cuando la gente está comprometida con el trabajo y se es
fuerza en colaborar con los objetivos de la empresa).

Alto 1,9 9,9


Dirección de club de campo Dirección de equipo
La atención consciente a las ne ' El trabajo es llevado a cabo por
cesidades humanas fomenta una personas comprometidas; la in
relación laboral amable y cómo terdependencia del equipo se ex
da que facilita el trabajo presa por una «apuesta común»'
por los objetivos de la empresa
s que promueve unas relaciones
¿3

I
de confianza y respeto mutuo
I.
<L> Dirección «a mitad de camino»
I 5,5
El funcionamiento adecuado de la empre
sa sólo es posible gracias al equilibrio en
tre las necesidades productivas y la nece
O sidad de mantener la moral del personal
P h
implicado en un nivel satisfactorio
<D
Autoridad-sumisión
- El rendimiento productivo sólo pue
Dirección empobrecida de derivarse de unas condiciones la
Es suficiente con la puesta en borales que impidan que el elemen-
práctica del menor esfuerzo ne - to humano interfiera con el logro dé
cesario para realizar el trabajo los objetivos de la empresa
Bajo 1,1 9,1
i
Bajo Interés por la productividad Alto

L a r e j i l l a d e l lid e r a z g o ®

EL ESTILO DIRECTIVO
«AUTORIDAD-SUMISION» (9,1)

El extremo inferior derecho de la rejilla lo ocupan las coor


denadas 9,1, una posición en la que nos encontramos con un
elevado interés por la productividad (9) combinado con un mí-

191
Tipologías de empresa y liderazgo

nimo interés (1) por el factor humano. Así pues, el estilo direc
tivo 9,1 parece apoyarse en la creencia tácita de que existe un
antagonismo patente entre los intereses personales de la gente y
las necesidades productivas de la organización. Desde este pun
to de vista, el hecho de potenciar uno de los dos factores supo
ne necesariamente dejar de lado al otro. En tal caso, las perso
nas se coinvierten en meros instrumentos para alcanzar los
objetivos productivos de los que el director se siente responsa
ble y si, además, éste actúa desde el estilo «autoridad-sumisión»
(9.1), tratará de resolver el problema intentando crear unas con
diciones laborales que minimicen los sentimientos y las actitu
des de sus subordinados para que «el factor humano interfiera lo
menos posible en la eficacia y el rendimiento laboral».
Un directivo que opera desde el nivel «autoridad-sumisión»
(9.1) podría, pues, ser caracterizado como una persona exigen
te y despótica que se exige mucho a sí mismo y que también
exige mucho a los demás. Sólo hay una idea que monopolice
su interés y su actividad, la productividad. Así pues, el estilo
9,1 simboliza el espíritu netamente empresarial.
Como acabamos de señalar, el estilo «autoridad-sumisión»
constituye una de las posiciones de la rejilla en la que la preo
cupación por el factor humano es mínima. No resulta, pues,
sorprendente que tópicos tales como la conflictividad, la crea
tividad y el compromiso reciban escasa atención, lo cual, sin
embargo, no implica que este tipo de tópicos no estén ligados
a creencias que dependan de estilos directivos del tipo «autori
dad-sumisión» (9,1). El hecho, en cualquier caso, es que estos
elementos no están armonizados adecuadamente. Se presta
más atención al modo de organizar el trabajo que a proporcio
nar unas condiciones laborales a los trabajadores que les per
mitan alcanzar el máximo rendimiento.

Dirección bajo el estilo «autoridad-sumisión»

Teóricamente, un directivo que se halle ubicado en una po


Cinco estilos directivos

sición 9,1 no sólo mantiene una posición de autoridad sino


que, además, es plenamente consciente de ello. Asume la res
ponsabilidad de la planificación, la dirección y el control de
las actividades más adecuadas de sus subordinados para poder
alcanzar los objetivos de la empresa. El jefe planifica mientras
que los subordinados llevan a cabo los diferentes planes, di
rectrices y programas que se les han asignado. Su único obje
tivo es el de alcanzar un nivel de productividad determinado
de antemano. Hay que cumplir el programa y se espera que las
personas hagan lo que se les ha dicho, ¡ni más ni menos!
La orientación directiva del estilo «autoridad-sumisión» se
halla ejemplificada por los siguientes hitos:

Planificación. «Planifico determinando la cuota de producti


vidad y el programa que debe seguir cada subordinado. A par
tir de ahí calculo los procedimientos y las reglas de funciona
miento, encomendando a cada individuo la tarea que debe
realizar y prefijando también los controles para determinar si
las acciones que he delegado están siendo realizadas del
modo previsto.»

Ejecución del trabajo. «Controlo el trabajo de cerca, critico


cuando me parece conveniente y autorizo los cambios que
considero necesarios.»

Conclusión. «Planifico las nuevas tareas y les dedico r e c u r


sos humanos en la medida en que resulta operativamente ne
cesario. El reconocimiento y las acciones correctivas se diri
gen hacia cada individuo en particular.»

EL ESTILO DIRECTIVO «CLUB DE CAMPO» (1,9)

En el extremo superior izquierdo de la rejilla nos encontra


mos con el estilo directivo 1,9, caracterizado por un bajo inte
rés ( 1 ) en la productividad y un alto interés (9) por el factor

193
Tipologías de empresa y liderazgo

humano. Al igual que la orientación anterior, este estilo direc


tivo también se asienta en la creencia de que los requerimien
tos productivos se hallan en abierto conflicto con las necesida
des de los seres humanos. No obstante, a diferencia de lo que
ocurría con el estilo anterior, para una persona que presenta un
estilo directivo «club de campo» (1,9), las actitudes y los sen
timientos de las personas son importantes y valiosos, y resul
tan prioritarios. Así pues, desde este punto de vista se trata de
establecer condiciones laborales que no limiten el bienestar
personal y social de los trabajadores.

Dirección bajo el estilo «club de campo»

Cuando se pide a una persona que opera bajo las creencias


propias del estilo 1,9 que describa las responsabilidades que
corresponden a su jerarquía, tenderá a utilizar las mismas pa
labras que usa el directivo que funciona bajo el estilo 9,1. Pue
de decir, por ejemplo, que su tarea es la de planificar, dirigir y
controlar las actividades de sus subordinados. Pero, a diferen
cia del caso anterior, su objetivo como directivo es el de tratar
de evitar que la presión por la productividad supere el nivel de
aceptación de los miembros de la organización. Al quitar el
énfasis de la productividad, el enfoque propio del directivo
«club de campo» (9,1) evita algunos de los problemas perso
nales conflictivos que aparecen en el proceso productivo. Una
típica actitud propia del estilo directivo «club de campo» sería
el sentimiento de que «no puedo obligar a la gente a producir
más porque, si lo hago, sólo despertaré sus resistencias y lo
graré que terminen rebelándose», de que «puedes acercar un
caballo al agua pero no puedes obligarle a beber» o de que
«cuando la gente se vuelve en contra tuya, ellos tienen sus pro
blemas y tú tienes los tuyos». El modo de planificar y dirigir a
sus subordinados y la forma de llevar a cabo el trabajo se ha
llan resumidos en los siguientes puntos:

194
Cinco estilos directivos

P lanificación. «Asigno a mis subordinados trabajos flexibles


y les otorgo mi confianza diciéndoles “Estoy seguro de que
sabes cómo hacerlo y que lo harás bien” »

Ejecución del trabajo. «Hablo con frecuencia con la gente y


les animo para que vengan a verme de vez en cuando. Mi
puerta siempre está abierta y mi objetivo fundamental es el de
hacerles ver que pueden conseguir lo que quieren. Ése es el
mejor modo de estimular a los demás.»

Conclusión. «Me reúno con aquellas personas que han parti


cipado en el proceso productivo y les felicito tanto en grupo
como individualmente. Me ocupo de distender el ambiente y,
cuando tratamos cuestiones laborales, nos centramos en tratar
de comprender por qué lo hicimos tan bien y la forma de ha
cer que las cosas sigan funcionando en el futuro. Rara vez hay
críticas. Mi lema es «Si no vas a decir algo agradable, es me
jor que te calles.»

EL ESTILO DIRECTIVO «EMPOBRECIDO» (1,1)

Este estilo directivo se halla ubicado en el extremo inferior


izquierdo y se caracteriza por un bajo interés en la productivi
dad (1) y un bajo interés en el factor humano (1). Al igual que
ocurre con el estilo «autoridad-sumisión» (9,1) o con el «club
de campo» ( 1 ,9 ), parece suponer una incompatibilidad funda
mental entre los requerimientos productivos y las necesidades
de los seres humanos. En el caso del estilo de dirección «em
pobrecida», ( 1 , 1 ), en cambio, la baja puntuación en ambas di
mensiones hace que el directivo no experimente prácticamente
contradicción entre la productividad y los recursos humanos,
ya que, en la medida de lo posible, trata de mantenerse «al
margen». Pero la persona que presenta un estilo directivo «em
pobrecido» ( 1 , 1 ) ha aprendido a mantenerse al margen sin ale
jarse, por ello, de la organización. Se espera poco de él, y él

195
Tipologías de empresa y liderazgo

tampoco espera gran cosa de los demás. El enfoque propio del


estilo directivo «empobrecido» ( 1 , 1 ) resulta poco habitual en
aquellos contextos organizativos poco rutinarios en los que
cada nueva situación presenta problemas específicos y es más
frecuente, por el contrario, en las actividades rutinarias y en
diversos aspectos relacionados con las funciones de adminis
tración de personal.
La misma expresión «directivo empobrecido» constituye
una anomalía ya que quien asume esa actitud ( 1 , 1 ) no es tanto
un jefe como «uno más». Pero, por más extraño que pueda pa
recer, en la actualidad existen numerosos casos de personas
que ocupan puestos directivos y que manifiestan un estilo típi
camente empobrecido ( 1 , 1 ).
La modalidad de dirección «empobrecida» (1,1) no es na
tural y suele presentarse en aquellas personas que han acepta
do el fracaso, ya que el hecho de comprometerse y preocupar
se nuevamente por lo que sucede en el ámbito laboral podría
abocar a una decepción y a una frustración más profundas, si
cabe, todavía. Este enfoque se caracteriza, pues, por una esca
sa relación con las personas y por una aportación mínima a los
objetivos de la empresa.

Dirección bajo el estilo empobrecido

La supervisión que lleva a cabo el directivo «empobrecido»


( 1 , 1 ) consiste en asignar una tarea a cada persona y dejarles
que la lleven a cabo sin apremiarles ni controlarles en modo
alguno. Su lema característico sería «no hay que meter la
mano en los avisperos». Sus respuestas están orientadas a asu
mir las responsabilidades mínimas, pero no más que eso. Los
siguientes puntos ilustran la forma habitual en la que un direc
tivo «empobrecido» ( 1 , 1 ) suele afrontar sus responsabilidades
empresariales:

Planificación. «Asigno las tareas pero no pienso en términos

196
Cinco estilos directivos

de objetivos o programas que cumplir. No me preocupo exce


sivamente por la planificación. Podría describir mi función di
ciendo que me limito a ser un mensajero, trasladando las ór
denes de quienes se hallan por encim a de mí a mis
subordinados, sin agregarles nada de mi cosecha. Sólo llevo a
cabo las actividades mínimas que requiere el desempeño de
mi función.»

Ejecución del trabajo. «Mi supervisión del proceso producti


vo no se lleva a cabo sobre el terreno. Las personas son libres
para encontrar sus propias soluciones a los problemas. Así les
gusta a ellos y así me gusta también a mí.»

Conclusión. «Si mi jefe me lo pide, hablo con él y tomo nota


de lo que debe hacerse, de quién debe hacerlo y de cómo
quiere que se haga.»

EL ESTILO DIRECTIVO «A MITAD DE CAMINO» (5,5)

La modalidad 5,5 ocupa la zona intermedia de la rejilla y


señala un estilo directivo que se preocupa moderadamente por
la productividad (5), que muestra el mismo grado de interés
por el factor humano (5) y que también asume la necesaria
existencia de un conflicto entre el proceso productivo y los in
tereses de las personas. No obstante, en lugar de tratar de re
solver este tópico decantándose por la producción [como lo
hace el directivo «autoridad-sumisión» (9,1)], por las personas
[como lo hace el directivo «club de campo» ( 1 ,9 )] o «abando
nando el terreno» [como lo hace el directivo «empobrecido»
( 1 , 1 )], trata de encontrar soluciones satisfactorias y funciona
les mediante el compromiso y el equilibrio. Este enfoque pue
de alcanzar un rendimiento moderado -aunque nunca especta
cu lar- sin perturbar excesivam ente a las personas. La
orientación «a mitad de camino» (5,5) da por sentado que las
personas son prácticas y que debe ejercerse un cierto esfuerzo

197
Tipologías de empresa y liderazgo

personal en el trabajo. De este modo, cediendo algo en el inte


rés por la productividad y tomando más en consideración las
actitudes y los sentimientos del personal, los subordinados ter
minan aceptando la situación y acaban sintiéndose más o me
nos «satisfechos».
La aproximación «a mitad de camino» (5,5) se basa en la
lógica de la persuasión y suele afirmar «que no existe persona
o movimiento alguno que pueda ofrecer soluciones a todos los
problemas. Para él, pues, hay que evitar a toda costa las solu
ciones radicales. ¿Acaso la experiencia no nos ha demostrado
ya repetidamente que el progreso sostenido sólo puede darse
en base al compromiso, la negociación y la voluntad de pactar
ciertas ventajas a cambio de otras? La democracia -tal y como
suele entenderse hoy en día- funciona bastante bien en base a
concesiones a la mayoría que van acompañadas de medidas
destinadas a acallar el descontento de la minoría.»
Hablando en términos más realistas, podríamos decir que la
creencia fundamental propia del estilo directivo «a mitad de
camino» (5,5) consiste en no buscar la preponderancia de la
productividad sobre el factor humano ni viceversa (lo cual, por
cierto, parece excesivamente «ideal»), sino encontrar, por el
contrario, la posición intermedia existente entre ambas moda
lidades.

Dirección bajo el estilo «a mitad de camino» (5,5)

La clave del estilo 5,5 es que pone cierto énfasis sobre la


producción. Ello, sin embargo, no le impide reconocer que no
es posible ignorar o menospreciar a las personas y que éstas
merecen, por consiguiente, algún tipo de consideración cons
ciente. No obstante, como veremos en los ejemplos que pre
sentamos más adelante, este estilo difiere del estilo directivo
«autoridad-sumisión» (9,1). El enfoque «a mitad de camino»
(5,5) acepta las responsabilidades intrínsecas de la planifica
ción, la dirección y el control propios del estilo «autoridad-su
Cinco estilos directivos

misión» (9,1) pero considera, sin embargo, que esta responsa


bilidad debe combinarse con la necesidad de establecer cauces
de comunicación, de aumentar la comprensión y de satisfacer
las quejas y sugerencias de los subordinados. Este aspecto lo
hace diferente también de la modalidad «club de campo». En
otras palabras, el directivo «a mitad de camino» (5,5) tiende a
tomar en consideración la posibilidad de que los subordinados
opinen acerca de su trabajo de un modo que va más allá del es
tilo propio del directivo «club de campo».
Las siguientes descripciones ejemplifican la forma en la
que tiene lugar esta combinación y división en el estilo direc
tivo «a mitad de camino»:

P lan ificación. «Planifico el trabajo que debe llevar a cabo


cada empleado, pero siempre de un modo más general que de
tallado. Así, después de exponer los objetivos y el programa
elaborado para alcanzarlos, asigno tareas individuales. Tam
bién me aseguro de que cada trabajador se sienta a gusto con
lo que se espera de él y se sienta lo suficientemente libre
como para poder acudir a mí si se le presenta algún problema
relativo a la función que se le ha encomendado.»

Ejecución del trabajo. «De vez en cuando inspecciono el tra


bajo de cada persona y reviso, con ella, los progresos realiza
dos y acudo apenas se solicita mi presencia. También trato de
ofrecer sugerencias positivas si alguno de mis subordinados
se encuentra con algún problema.»

Conclusión. «Me reúno con las personas implicadas en el tra


bajo siguiendo la táctica de mostrar el palo y la zanahoria.
Promuevo la discusión para que salgan a la luz tanto los as
pectos positivos como los errores y sugiero el modo de au
mentar la eficacia sin decirlo explícitamente. De este modo,
cada persona tiene la oportunidad de plantear todas aquellas
aportaciones razonables que puedan contribuir a aumentar la
eficacia antes de que yo se lo proponga.»

199
Tipologías de empresa y liderazgo

EL ESTILO DIRECTIVO «DE EQUIPO» (9,9)

En el extremo superior derecho de la rejilla se sitúa el pun


to 9,9, una posición que jalona el máximo interés por la pro
ductividad y el máximo interés por el factor humano. A dife
rencia de los otros enfoques, el estilo directivo «de equipo»
considera que no existe necesariamente conflicto entre la pro
ductividad y las necesidades humanas. Bajo la dirección «de
equipo» (9,9) es posible armonizar las necesidades de los seres
humanos y los requerimientos productivos de la empresa im
plicando a las personas en la puesta a punto de las condiciones
y de las estrategias que permitan alcanzar los objetivos pro
puestos. Desde este punto de vista, es necesario que las perso
nas se esfuercen en pensar en la tarea productiva y que se es
tablezcan relaciones maduras y razonables con el superior
jerárquico y con el resto del equipo. Así pues, una de las me
tas fundamentales del directivo «de equipo» (9,9) consiste en
promover las condiciones que permitan integrar la creatividad
y la productividad, y aumentar la moral a través de las accio
nes concertadas de todo el equipo.
La orientación «de equipo» (9,9) considera la integración
de las personas en el proceso laboral de una manera que difie
re notablemente del resto de las aproximaciones. A diferencia
de la modalidad «autoritaria-sumisa» (9,1), por ejemplo, la so
lución a un determinado problema no depende necesariamente
de la autoridad del jefe. Asimismo, a diferencia del estilo «a
mitad de camino» (5,5), el enfoque directivo «de equipo» (9,9)
se orienta hacia el descubrimiento de la solución más adecua
da y eficaz a un determinado problema, y no se decanta por la
solución establecida por la tradición. De este modo, el directi
vo «de equipo» aprovecha al máximo las habilidades mentales
y funcionales de cada persona con el objetivo de lograr el ni
vel más elevado de productividad, un nivel que sólo puede al
canzarse en aquellas situaciones laborales que toman en consi
deración las necesidades maduras de los seres humanos. El
favoritismo, el estatus conseguido por medios que no tienen
Cinco estilos directivos

una relación directa con el trabajo y el poder ejercido en bene


ficio propio o que surge de la frustración no son, obviamente,
necesidades maduras. El éxito y la colaboración, por su parte,
son facetas críticas de la organización y de la motivación indi
vidual y, cuando se satisface una de ellas, la otra también se
cumplimenta automáticamente.

Dirección bajo el estilo «de equipo»

La comprensión y el acuerdo mutuo sobre los objetivos de


la organización y sobre los medios adecuados para alcanzarlas
constituyen el núcleo de toda labor directiva. En un sentido li
teral, las personas y la productividad se hallan profundamen
te interrelacionadas. El estilo directivo «de equipo» (9,9) sue
le actuar según las responsabilidades propias de su cargo
(aunque no las ejecuta necesariamente él mismo) para que la
planificación, la dirección y el control sean llevados a cabo
razonablemente. ¿Quién estaría más cualificado para hacerlo
que aquellas personas que, independientemente del nivel que
ocupan, apuestan decididamente por el éxito del proceso pro
ductivo?
Como demuestran los siguientes ejemplos, un directivo «de
equipo» (9,9) asume parte de la responsabilidad en ciertos as
pectos concretos del trabajo directivo como, por ejemplo, la
planificación. En este caso no existe la abdicación propia del
estilo «empobrecido» (1,1), ni la excesiva tolerancia propia de
las soluciones del tipo «mínimo común denominador» que ca
racterizan al estilo directivo «club de campo» (1,9), ni el in
tento conciliador entre intereses divergentes propio del estilo
«a mitad de camino» (5,5). En el enfoque propio del estilo di
rectivo «de equipo» (9,9), por el contrario, los diferentes
miembros del equipo productivo se ven involucrados en la pla
nificación de las actividades laborales. Un directivo de este
tipo, por ejemplo, puede llegar a decir: «Mi trabajo no consis
te tanto en decidir como en comprobar que se lleven a cabo las

201
W'

Tipologías de empresa y liderazgo

decisiones que se han tomado». Esta modalidad directiva está


caracterizada por los siguientes puntos:

Planificación. «Pido que las personas que tienen algo rele


vante que aportar al éxito del trabajo revisen toda la organiza
ción global y tengo en cuenta sus reacciones y sus ideas. Lue
go trabajamos en equipo para establecer metas y programas
flexibles, así como los procedimientos y las reglas básicas, y
determinamos la responsabilidad propia de cada uno de los
participantes.»

Ejecución del trabajo. «Me mantengo en contacto con los as


pectos fundamentales y ejerzo mi influencia sobre mis subor
dinados identificando los problemas y revisando con ellos los
objetivos y los programas cuando resulta necesario. También
presto mi ayuda cuando así se requiere para resolver los pro
blemas que aparecen en el camino.»

Conclusión. «Cada tanto llevo a cabo un careo con los


responsables en el que valoramos la forma en que se desarro
lla el trabajo, tratamos de aprender algo de ello y estudiamos
el modo de aplicar dicho conocimiento a las futuras tareas. Si
resulta apropiado, también manifiesto mi reconocimiento ex
plícito al equipo y a las contribuciones personales más sobre
salientes.»

202
I
QUINTA PARTE:

TIPOLOGÍAS CORPORALES
í

>

i
Los antiguos filósofos griegos creían que somos lo que pa
recemos. Desde su punto de vista, quien se asemejase a un de
terminado animal tenía la personalidad de aquel animal. Así
pues, si el aspecto de una persona era el de un zorro, se supo
nía que debía de tratarse de alguien astuto e inteligente.
Son muchos los filósofos y psicólogos que, a lo largo de los
tiempos, han dado por sentado que las pautas de la personali
dad están ligadas a ciertas características físicas, como la es
tructura del cuerpo, los rasgos faciales e, incluso, la forma del
esqueleto. La siguiente cita de Julio César, de Shakespeare,
refleja claramente esta creencia popular:

Rodéame de hombres gruesos,


de hombres de cara lustrosa
y tales que, de noche, duerman bien.
He allí a Casio, con su figura extenuada y hambrienta.
¡Piensa demasiado! ¡Semejantes hombres son peligrosos!

Aunque la psicología occidental tienda a ignorarlo, el cuer


po constituye un elemento fundamental de nuestra vida. En la
medida en que desarrollemos una visión más comprehensiva
del ser humano comenzaremos a admitir que toda experiencia
humana está encamada (sentimiento, pensamiento, relación y
acción). Así pues, no sólo debemos prestar más atención al
cuerpo sino que también debemos desarrollar una visión más
holística que subraye la unidad funcional existente entre el
cuerpo y la mente.
La tradición occidental ha hecho hincapié en la dicotomía
entre el cuerpo y la mente. Nuestro mismo lenguaje, por ejem-

205
Tipologías corporales

pío, tiende a separar a la «mente» del «cuerpo». De hecho, es


extraordinariamente difícil hacerlo de otro modo y, si intenta
mos soslayar esta separación artificial, nos veremos obligados
a utilizar términos tan poco manejables como «cuerpo-mente».
La separación entre el cuerpo y la mente está ligada a un con
junto de deficiencias propias de nuestra cultura, entre las cua
les cabe destacar la desvalorización del cuerpo, la falta de con
ciencia de nuestro funcionamiento corporal y el sentimiento de
culpa que suele acompañar a una sexualidad natural.
Las diferencias fundamentales existentes entre la estructura
física y la estructura energética constituyen el punto de partida
de las diferenciaciones tipológicas que presentamos en esta
sección. No obstante, estas teorías no tratan de separar al cuer
po de la mente sino que, por el contrario, todas ellas reconocen
la compleja unidad interactiva existente entre el cuerpo, la
mente y la experiencia. Desde este punto de vista, las diferen
cias existentes entre las distintas estructuras corporales están
ligadas a diferencias en los demás niveles de funcionamiento,
incluida la dinámica de la personalidad.
El psicólogo y médico norteamericano William Sheldon
fue uno de los pioneros en la investigación científica de la es
tructura corporal. Sheldon enseñó e investigó en las universi
dades de Chicago, Harvard, Columbia y Oregón, y su principal
interés consistió en llegar a establecer la relación existente en
tre el cuerpo y el temperamento. Para ello, Sheldon y su equi
po analizaron unas cuatro mil fotografías y llegaron a estable
cer tres grandes ejes de variabilidad: endom orfism o,
mesomorfismo y ectomorfismo. Los endomorfos son blandos,
redondeados y tienden a engordar; los mesomorfos son mus
culosos, robustos y fuertes; los ectomorfos, por último, tienen
cuerpos frágiles y delicados, torsos enjutos y brazos y piernas
delgados.
Para clasificar a los individuos en cada una de las dimen
siones, Sheldon desarrolló una escala de siete puntos. Según
esta escala, un 7-1-1, por ejemplo, es un endormorfo extremo;
un 1-7-1 es un mesomorfo arquetípico y un 1-1-7 es un ecto-

206
Introducción

morfo puro. En la mayor parte de las personas, sin embargo,


estas tres dimensiones se hallan mucho más equilibradas. Shel
don también concluyó que los 4-4-4 son individuos plenamen
te armonizados en las tres dimensiones.
El sistema de Sheldon proporciona una respuesta al proble
ma de la generalización excesiva de la tipología. Así, en lugar
de intentar reducir a la población de todo el mundo a unas pocas
categorías, Sheldon estableció científicamente los prototipos ex
tremos y también la variabilidad real dentro de una gran mues
tra de población. De este modo desarrolló una distribución esta
dística en la que cada tipo corporal puede ser definido con gran
precisión ya que estas tres escalas de siete puntos terminan ge
nerando trescientos cuarenta y tres tipos corporales diferentes.
Sheldon también relacionó el tipo corporal y la personali
dad. El endomorfo es sociable, relajado, cómodo, generoso y
tranquilo; el mesomorfo ama la acción y es independiente,
asertivo, físicamente activo, ambicioso e insensible; mientras
que el ectomorfo, por último, es reservado, excitable, tenso,
sensible, rápido y mentalmente activo.
Estos tres tipos tienen mucho en común con el antiguo sis
tema hipocrático de los temperamentos basado en los humores.
Así, el endormorfo se parece mucho al flemático, el mesomor
fo al colérico y el ectomorfo presenta muchas semejanzas con
el melancólico.
Wilhelm Reich es el padre de la psicología de orientación
corporal. Reich fue un miembro del círculo íntimo de Freud
que se interesó por el papel que desempeñaba el cuerpo en la
psicoterapia. Reich rechazaba la división cartesiana entre el
cuerpo y la mente y consideraba a las defensas psicológicas y
a la coraza física como una sola totalidad. A partir de ese pun
to, Reich comenzó a prestar atención a las posturas y los mo
vimientos de sus pacientes y más tarde utilizó la manipulación
directa sobre la musculatura crónicamente tensa para liberar la
tensión física.
Alexander Lowen, cofundador del análisis bioenergético,
fue alumno de Reich. Lowen quería desarrollar una psicología

207
Tipologías corporales

corporal-mental equilibrada y, al igual que Reich, centró su


foco de atención en el trabajo corporal. En el capítulo 14, Lo
wen subraya los cinco grandes tipos de estructura caracterial
propuestos por el análisis bioenergético. Cada uno de los tipos
define la forma en la que el individuo maneja sus necesidades
de amor, intimidad y placer. Cada uno tiene unas posturas físi
cas determinadas y unas pautas concretas para manejar la
energía que fluye a través del cuerpo.
El carácter esquizoide tiende a evitar la intimidad; el ca
rácter oral puede establecer relaciones próximas pero sólo so
bre una base infantil ligada a la necesidad de calor y de apoyo;
el carácter psicopático sólo puede relacionarse con quienes le
necesiten; el carácter masoquista únicamente puede establecer
relaciones íntimas basadas en la sumisión; y el carácter rígido,
por último, establece relaciones muy estrechas pero, a pesar de
parecer próximo y comprometido, en realidad, permanece dis
tante.
El capítulo 15 nos presenta una versión del enfoque de Ru-
dolf Steiner sobre el análisis del temperamento infantil. Su au
tor, Roy Wilkinson, es un profesor inglés del sistema Waldorf,
con el que lleva trabajando desde hace ya muchos años.
Rudolf Steiner fue un conocido filósofo y educador, un pio
nero en la aplicación los cuatro temperamentos hipocráticos al
trabajo con los niños en las escuelas Waldorf, de las que fue
fundador. Las escuelas Waldorf, cuyo objetivo es la enseñanza
integral del niño, se hallan muy difundidas por toda Europa y
el mundo anglosajón. Sus profesores son entrenados para utili
zar el sistema de los cuatro temperamentos y, de ese modo,
comprender mejor a sus alumnos para motivarles y discipli
narles más adecuadamente y para mejorar las relaciones inter
personales en el aula.
El tipo sanguíneo está relacionado con el «humor rojo», o
sangre; el melancólico con el «humor negro», o bilis, el fle
mático con el «humor blanco», o linfa, y los fluidos mucosos,
y el colérico con el «humor amarillo», o adrenalina. Desde
este punto de vista, el tipo sanguíneo es optimista, extraverti-

208
Introducción

do, móvil y volátil; el melancólico es pesimista, inflexible, or


gulloso y depresivo; el flemático es tranquilo, bondadoso,
amable y distante, y el colérico, por último, es decidido, enér
gico, impulsivo y voluble.

209
13. TRES TIPOS PSICOCORPORALES:
ENDOMORFO, MESOMORFO Y
ECTOMORFO

William Sheldon

La tradición popular afirma que las personas gruesas suelen


ser generosas y tienen buen humor, que las personas flacas
tienden a ser rígidas, que las personas de baja estatura suelen
ser agresivas y que los individuos de gran fortaleza física tien
den a ser reservados y algo ingenuos. Sin embargo, a pesar de
que la tradición es, en ocasiones, muy sabia, a veces también
puede resultar un tanto estúpida ya que, con frecuencia, no
acierta a distinguir entre el conocimiento acumulado a lo largo
de generaciones y la mera superstición ignorante. En lo que
respecta al psiquismo y al temperamento, podemos afirmar
que las conclusiones de muchos estudiosos concienzudos se
han visto sesgadas generalmente por los estereotipos de la ca
lle y por el dogmatismo de algunos frenólogos de salón. Pero
si hacemos caso omiso a este tipo de opiniones y nos dedica
mos, por el contrario, a investigar cuál es el criterio de los eru
ditos, los escritores y los artistas, nos encontraremos con la
afirmación recurrente de que la morfología individual condi
ciona determinados rasgos tipológicos del temperamento.
Tres tipos psicocorporales

Los estudiosos agrupan los temperamentos y las caracterís


ticas psicológicas en tipos. Quizás Hipócrates no fuera el pri
mero en sistematizar las observaciones respecto a la interde
pendencia entre personalidad y morfología, pero no cabe la
menor duda de que concibió un esquema que ha ejercido una
influencia notable desde la antigüedad, reapareciendo bajo for
mas diferentes a lo largo del tiempo y a través de multitud de
generaciones. Los escritores y los artistas, por su parte, han es
tablecido sus consideraciones tipológicas basándose más en las
suposiciones que en la lógica o la estadística. Pero, si bien sus
personajes se hallan sujetos a reglas poco definidas, podemos
estar seguros, sin embargo, de que nunca elegirán un cuerpo
delgado y enjuto para albergar el temperamento de un Falstaff,
por ejemplo, y de que jamás describirán el rostro de un Mr.
Scrooge diciendo que es sonrosado y regordete como una
manzana.

EL ENDOMORFO

Si se nos permite una cierta licencia poética, podríamos de


finir este primer componente dinámico de la personalidad como
el deseo explícito de incorporar al entorno, haciendo que la
substancia de éste se integre y forme parte de la propia subs
tancia de la persona. En su aspecto menos sublimado, se trata
del impulso irrefrenable de ingerir y asimilar todo tipo de ali
mentos que, posteriormente, se convertirán en la carne del yo.
La personalidad en la que predomina el componente viscerotó-
nico permanece, por lo general, muy ligada a la tierra. Viscero-
tonía significa terrenalidad y es por ello que las personas en
quienes predomina este tipo manifiestan un estado de ánimo se
reno, apacible y estable, muy semejante a las cualidades de los
humores propios del suelo nutriente. En un contexto cultural
elevado, estas personas tienden a irradiar calidez, estabilidad y
-si su componente cerebrotónico es bajo- una cordialidad in
discriminada. En otro tipo de contextos inferiores, sin embargo,

211
Tipologías corporales

suelen ser groseros, glotones y posesivos. Pero, en cualquier


circunstancia, los viscerotónicos saben lo que quieren y las co
sas que desean suelen ser, por lo general, bastante tangibles.
Los deseos del viscerotónico giran en tomo a la comida, el
bienestar y la tranquilidad somática y mental que acompaña a
un perfecto proceso digestivo, cuando el riego sanguíneo se re
tira del cerebro y de la periferia del cuerpo y se ocupa de irri
gar las visceras digestivas. Para los viscerotónicos cultos, la
hora de la comida es el momento más importante de la joma
da y su principal foco de atención se centra en las cuestiones
alimenticias. El alma tiene su asiento en un sentido del gusto
bien desarrollado. El viscerotónico siente un enorme interés
por la cuisine y puede alcanzar el paraíso con sólo imaginar un
suculento banquete. Este tipo de personas muestra, asimismo,
cierta inclinación a trasladar a su vida adulta el interés infantil
por las heces y las funciones excretoras, ya que el viscerotóni
co gusta de todo aquello que tenga que ver con la actividad di
gestiva, incluyendo la peristalsis de la defecación.
En niveles culturales inferiores, el viscerotónico simple
mente puede terminar transformándose en un glotón. Tal vez
se convierta en alguien insaciable y vea entonces aumentar su
peso hasta la obesidad si la ingestión de comida es excesiva,
aunque también puede sustraerse a esta tendencia si es capaz
de mantener una dieta estricta o un programa inflexible de tra
bajo y ejercicio. El campesino rechoncho que podemos ver en
tantas partes del mundo manifiesta un elevado componente
viscerotónico. Por su parte, la gran mayoría de las personali
dades gruesas y tripudas que tanto abundan en la vida urbana
y política de los Estados Unidos es muy posible que sea el re
sultado de una estirpe que ha tenido que vivir durante muchas
generaciones con una dieta limitada y bajo condiciones adver
sas. De este modo, los viscerotónicos, al encontrarse frente al
generoso botín de un continente poco explotado todavía, no
pueden mantener su equilibrio alimenticio y ven aumentar
paulatinamente el tamaño de sus vientres hasta terminar con
virtiéndose en personas gruesas de prominentes barrigas.

212
Tres tipos psicocorporales

La persona viscerotónica manifiesta un índice bajo de aten


ción y permanece más relajada de lo normal. Da la impresión
de ser un individuo lento pero, a pesar de que sus reacciones
conscientes puedan parecer apáticas cuando se las compara
con la velocidad y agilidad del cerebrotónico, la orientación
básica de su conciencia es mucho más segura y, en determina
dos aspectos, más precisa que la de aquél. Los viscerotónicos
permanecen en contacto con la realidad concreta ya que siem
pre están seguros de saber dónde se encuentran en relación a
su trabajo, su matrimonio, su estatus social y sus gustos y
aversiones fundamentales. Esta actitud de la personalidad vis
cerotónica no suele cambiar ni súbita ni fácilmente. Por otra
parte, los viscerotónicos y los somatotónicos poseen un senti
do de la orientación espacial más adecuado que el de los cere-
brotónicos.
Los viscerotónicos son personas muy proclives a desarro
llar hábitos de conducta. El exceso de sueño y la ingestión in
discriminada de alimentos, por ejemplo, pueden llegar a con
vertirse en una costumbre inveterada y, del mismo modo, si
alguna vez ingieren algún tipo de drogas -en especial de tipo
sedante- corren el grave peligro de caer en la drogodependen-
cia. La dependencia del tabaco también resulta muy común en
las personas viscerotónicas que, con frecuencia, tienden a uti
lizar esta substancia como una especie de agente regulador del
peso, siendo capaces de modular, de este modo, un hábito gra
cias al concurso de una disciplina interna (propia del cerebro-
tónico). Las personas viscerotónicas también gustan del alco
hol y, generalmente, son buenos conocedores de los distintos
combinados alcohólicos aunque rara vez, sin embargo, llegan a
emborracharse.
Sir Arthur Conan Doyle describió al inmortal Sherlock
Holmes como un fumador empedernido capaz de consumir un
paquete entero de fuerte tabaco de pipa en una sola noche. Sin
embargo, este producto de la fértil imaginación de Conan Doy
le era también un cerebrotónico ectomorfo que, en muchos as
pectos, carecía de un claro componente viscerotónico. Pero el

213
Tipologías corporales

hecho de que el mismo Doyle tuviera un alto grado de visce-


rotonía, que le llevaba, por cierto, a consumir grandes dosis de
tabaco, supone que -como ocurre con tantos otros héroes de
ficción- el Holmes de Doyle manifieste un carácter ideal poco
consistente psicológicamente hablando. En mi opinión, Hol
mes era, por una parte, el mismo Doyle y, por la otra, lo que
éste soñaba llegar a ser. Los viscerotónicos y los somatotóni-
cos sueñan con llegar a ser también cerebrotónicos, del mismo
modo que todos, en definitiva, soñamos con llegar a ser aque
llo que no somos.
Viscerotonía significa realismo. El paraíso del viscerotóni
co consiste en un entorno «tangible» formado por cosas bellas
que posean buen sabor, buen aroma, buena presencia, buen so
nido y que, en suma, le proporcionen bienestar. El viscerotóni
co aspira a arraigarse, a establecerse adecuadamente hasta lle
gar a sentir que el calor y el alimento procedente de la tierra se
entremezclan con su propio ser.
La viscerotonía constituye, pues, una organización motiva-
cional dominada por el vientre y por las funciones anabólicas.
El deseo fundamental del viscerotónico gira en tomo al hecho
de ser capaz de asimilar la tierra y de fundirse con ella. Visce
rotonía quiere decir calidez, terrenalidad y, en general, buena
voluntad indiscriminada.
El predominio del componente viscerotónico es causa de
que la persona reaccione por lo general de manera lenta, pero
también implica una comprensión clara de la realidad -espe
cialmente de la realidad social- y una orientación espacial y
personal suficientemente estable. Viscerotonía, en suma, signi
fica sentido práctico de la vida.

EL MESOMORFO

El segundo componente que consideramos a continuación


es el elemento «movimiento». La somatotonía se caracteriza
por el deseo de una acción decidida y -cuando es admitida ple-

214
i
Tres tipos psicocorporales

namente en la conciencia- por la determinación de someter el


entorno a la propia voluntad. Los somatotónicos triunfadores
suelen ser conquistadores natos capaces de someter montañas,
océanos, selvas, bestias salvajes, chinos y otros pueblos menos
somatotónicos o menos integrados. El paraíso del somatotóni-
co radica, pues, en la constante superación de todo tipo de di
ficultades, mientras que la inactividad, por el contrario, se con
vierte para él en una especie de infierno.
El somatotónico, por tanto, gusta de la vida activa y sabe
dar lo mejor de sí cuando debe enfrentarse a dificultades físi
cas ya que, en tales condiciones, despliega toda su potenciali
dad energética. Asimismo, debidamente adiestrado, es capaz
de soportar grandes esfuerzos durante un período prolongado
de tiempo sin ingerir alimento alguno pero comiendo abun
dantemente cada vez que se presenta la ocasión.
Los somatotónicos se sienten descansados por la mañana,
les gusta saltar de la cama, darse una ducha, hacer ruido y sa
ludar al sol. Por lo general, se sienten súbitamente soñolientos
o cansados a su hora habitual de acostarse, resultándoles en
tonces muy fácil conciliar un sueño profundo.
Las personas somatotónicas tienden a carecer de una gran
comprensión introspectiva ya que, dado que su función princi
pal es la acción, son como un arma cargada que se limita sim
plemente a apuntar hacia el objetivo y disparar.
La somatotonía se caracteriza por una fuerte expresividad
muscular. Es fácil identificar este componente cuando vemos
a los bebés pateando y revolviéndose enérgicamente en su
cuna. Los niños somatotónicos lloran con insistencia y cuan
do se les alza en brazos suelen lanzar poderosas y reiteradas
patadas.
En niños más mayores, la somatotonía tiene que ver con los
juegos duros y dinámicos, con la asertividad, la combatividad
y otras cualidades similares. A medida que el niño va crecien
do, estas distintas manifestaciones somatotónicas van siendo
sublimadas y «socializadas», dando lugar entonces a una per
sonalidad socialmente aceptable que conduce al desarrollo de

215
Tipologías corporales

la cualidad del liderazgo, o perdurando, en el caso contrario,


en niveles no sublimados que se han tomado incorregibles.
Las personas somatotónicas que se hallan libres de interfe
rencias cerebrotónicas son singularmente abiertas y sinceras.
(El rostro abierto es el marchamo del somatotónico, mientras
que el rostro amigable es el pasaporte del viscerotónico y el
rostro del cerebrotónico, en cambio, carece de pasaporte, ya
que su enjuta anatomía suele inspirar la desconfianza de los
demás.)
Somatotonía también significa susceptibilidad al hábito. Si
la regulación uniforme de su conducta habitual pública puede
resultar sorprendente, no lo es menos el modo en que se orga
nizan sus procesos mentales. Los somatotónicos que presentan
un predominio del componente viscerotónico piensan de un
modo ordenado, se atienen a patrones rutinarios, cambian rara
mente su punto de vista o sus actitudes internas y, en definiti
va, sienten inclinación a vestir el mismo ropaje mental a lo lar
go de toda su vida. Pero, en cambio, cuando el elemento que
predomina es la cerebrotonía, se sienten predispuestos a auto-
justificarse y tratar de racionalizarlo todo.
Somatotonía quiere decir expresión dinámica del soma y,
por consiguiente, este componente se halla en estrecha rela
ción con los instintos y con la fortaleza física, la necesidad re
lativamente escasa de sueño, los hábitos alimenticios irregula
res, la elevada presión sanguínea, el riesgo de apoplejía y un
cuerpo juvenil y atlético que tiende a hacerse más sólido y pe
sado a medida que avanza la vida. El somatotónico, por últi
mo, necesita del ejercicio y le agrada la vida activa.

EL ECTOMORFO

El tercer componente -el elemento de restricción, inhibi


ción y atención- se caracteriza por el hecho de que las funcio
nes viscerotónicas y las somatotónicas se hallan supeditadas al
cerebro frontal para poder mantener, de este modo, un foco

216
Tres tipos psicocorporales

atencional más próximo y más sensible. El rasgo cardinal de la


cerebrotonía es, pues, una hipertensión atencional cuyo funda
mento físico parece ser el relativo control sobre aquellas partes
de uno mismo que están expuestas a los demás.
El cerebrotónico permanece siempre tenso, incapaz de rela
jarse periféricamente pero, aunque suele ser consciente de esta
tensión interior, no se siente necesariamente molesto por ella.
Los cerebrotónicos suelen ser tildados de personas nerviosas o
neuróticas cuando, en realidad, actúan de un modo que para
ellos resulta completamente natural. Y, de la misma manera,
los viscerotónicos también suelen ser calificados de ser perso
nas lentas y glotonas cuando -según ellos mismos- están com
portándose normalmente.
El cerebrotónico gasta gran cantidad de «energía nerviosa»
y siempre se halla al borde del «ataque de nervios». Necesita
dormir más que el resto de los tipos. Su promedio metabólico
basal es, por lo general, muy elevado y manifiesta, por ese
mismo motivo, una tendencia crónica a fatigarse en las rutinas
cotidianas de la vida. Así pues, la fatiga, las pautas de sueño
irregulares, la dificultad para levantarse, la necesidad exagera
da de calorías y la sensación crónica de tensión interna consti
tuyen indicadores claros de la personalidad propia del cerebro-
tónico. Este tipo de individuos suelen tener un sueño muy
ligero, con una ensoñación constante y muy próxima al umbral
de la conciencia, ya que el cerebro frontal no renuncia al con
trol ni siquiera durante el sueño. Por otro lado, el proceso de
entrada en el sueño -al igual que cualquier otro proceso de re
lajación- suele ser, en su caso, invariablemente lento.
La característica fundamental del cerebrotónico es su gran
capacidad atencional. Las otras dos funciones principales -la
función somática y la visceral- se hallan supeditadas, subordi
nadas, sometidas a control y desempeñan un papel meramente
secundario. El cerebrotónico se alimenta y se ejercita para
prestar atención, el viscerotónico atiende y se entrena para co
mer, mientras que el somatotónico se alimenta y presta aten
ción como una forma de ejercicio.

217
Tipologías corporales

El paraíso y la libertad del temperamento cerebrotónico no


radica en la comida o la bebida ni tampoco en la amistad o las
relaciones sentimentales duraderas, y tampoco le satisface el
poder social ni las aventuras físicas, sino que su principal inte
rés estriba, por el contrario, en llegar a intensificar su concien
cia mediante la inhibición de todo aquello que tanto suele
agradar a las personalidades típicamente viscerotónicas o so
matotónicas.
14. ESTRUCTURA CORPORAL Y
TIPO BIOENERGÉTICO

Alexander Lowen

Saber que el cuerpo es la persona y que, por consiguiente,


su forma y sus movimientos revelan la personalidad y encie
rran la historia de la persona, ayuda al terapeuta bioenergético
para hacer un diagnóstico tentativo de la estructura que define
la forma habitual de ser de un individuo.
Según la teoría del análisis bioenergético, existen cinco
grandes tipos de estructura caracterial: esquizoide, oral, narci-
sista, masoquista y rígido. Estos tipos están determinados por
la organización libidinal y por el desarrollo del ego tal y como
se manifiesta en el cuerpo. Esbocemos, a continuación, sus
rasgos más sobresalientes:
1. La estructura caracterial esquizoide se caracteriza por la
tendencia a dividir y a disociar. El pensamiento está separado
del sentimiento, lo cual se manifiesta, a nivel corporal, por una
falta de conexión entre la cabeza y el cuerpo. En muchos de
estos individuos el cuello es alargado y la cabeza está inclina
da hacia delante. El entrenamiento facilita el reconocimiento
de esta división. Esta disociación entre la cabeza y el resto del
cuerpo significa que la persona no se siente conectada con su
cuerpo, lo cual, en casos extremos, puede terminar conducien

219
Tipologías corporales

do a un fenómeno de despersonalización. En la personalidad


esquizoide también puede observarse una división entre las
mitades superior e inferior del cuerpo que se manifiesta en una
fuerte contracción en la cintura o en una falta de proporción y
de armonía entre las dos mitades del cuerpo. La personalidad
esquizoide también se caracteriza por un miedo a la disgrega
ción que impide su relajación y que se contarresta con la nece
sidad de sostener el propio self mediante la tensión muscular
en todas las articulaciones.
2. La estructura de carácter oral es una consecuencia de la
privación del alimento y del apoyo en la temprana infancia y
está relacionada con el miedo al abandono, un miedo que re
sulta evidente en la delgadez, en la falta de apoyo en las pier
nas y los pies, y en una musculatura muy poco desarrollada. El
carácter oral es proclive a la dependencia, por más que intente
negarla a través de una especie de autonomía artificial. El ca
rácter oral se sujeta al self mediante una fuerte tensión en la
musculatura de los hombros y de las piernas para evitar una
caída que representaría su sensación de soledad y abandono.
3. La estructura caracterial narcisista es compleja. Su ori
gen se asienta en una temprana relación infantil en la que el
niño fue seducido por un familiar que le hizo sentirse especial
pero en la que también se sintió manipulado. Pero esa seduc
ción tenía connotaciones sexuales (no siempre manifiestas) y,
en consecuencia, el niño niega el sentimiento como una forma
de eludir el peligro del incesto. En el caso de ser especial, el
niño desarrolla una sensación de superioridad y grandiosidad
pero, para ello, el narcisista debe mantener su self por encima
de los demás, lo que se refleja como un desarrollo despropor
cionado de la parte superior del cuerpo y una correlativa debi
lidad en la parte inferior. Esta estructura caracterial mantiene
el predominio de su self tensando fuertemente la musculatura
de las piernas y de la espalda.
4. La estructura de carácter masoquista se desarrolla en un
niño adecuadamente alimentado en la infancia pero que tam
bién se vio forzado a someterse a sus padres. El masoquista se

220
Estructura corporal y tipo bioenergético

mantiene alejado de sus sentimientos mediante una tensión


muscular que impide la expresión, sobre todo en los extremos
superior e inferior del cuerpo. Las actitudes masoquistas suelen
estar asociadas con el entrenamiento del control de los esfínte
res, la necesidad de retener y el miedo a soltar. A nivel corpo
ral, el masoquista es fuerte y muscularmente muy desarrollado,
y su tensión fundamental se refleja en los músculos flexores, lo
que supone un colapso de la postura corporal erecta.
5. La estructura caracterial rígida (narcisista-fálica en el
hombre e histérica en la mujer) se caracteriza por una postura
exageradamente erguida que va acompañada de una actitud
psicológica altiva. Sin embargo, esta postura se sostiene me
diante una tensión en la musculatura de la espalda que denota
una actitud de rigidez y de represión que se originó en expe
riencias tempranas de humillación a manos del progenitor de
sexo opuesto acontecidas en el período edípico -precisamente
cuando el niño experimentaba un interés sexual en ese padre.
Hay que decir también que los tipos caracteriales no son ni
puros ni individuales. La mayor parte de las personas presentan
una combinación de tendencias y pertenecen a dos o más tipos.
Por otra parte, ningún individuo puede ser plenamente com
prendido en función de los criterios de tipo caracterial porque
éste no es más que el entramado de un cuadro clínico. Pero, al
igual que ocurre con un rompecabezas, uno comienza colocan
do las piezas de los extremos y poco a poco va situando el res
to. De este modo, la imagen va apareciendo en la medida en
que la persona establece contacto con el cuerpo y, a través de
él, también llega a establecer contacto con la vida. Poco a poco,
pues, las distintas piezas del rompecabezas van situándose en
su lugar correcto y, poco antes de terminarlo, aparece, con inu
sitada claridad, el cuadro completo ante los ojos del paciente y
del terapeuta. Cada noción, no importa cómo se alcance, cons
tituye una de las piezas del rompecabezas.
La visión clara del cuadro hace que la estructura caracterial
se convierta, para el paciente, en una realidad objetiva y tam
bién le permite disociarse de ella. En este momento tiene lugar

221
Tipologías corporales

un cambio fundamental en la personalidad, pero este cambio


no es más que la culminación de una serie de pequeños cam
bios menores que han ido aconteciendo a lo largo de las per
cepciones desarrolladas en el curso de la terapia. Cada uno de
estos cambios también va ligado a un aumento del nivel energé
tico de la persona, de su vitalidad y de su sensación de placer.

222
15. RUDOLF STEINER Y
EL TEMPERAMENTO INFANTIL:
COLÉRICO, MELANCÓLICO,
SANGUÍNEO Y FLEMÁTICO

Roy Wilkinson

Lo que hoy en día llamamos temperamento fue conocido, en


la Grecia clásica, como los cuatro humores, un tema de gran
trascendencia para la ciencia médica. No obstate, este conoci
miento parece haber caído en el olvido hasta que el doctor Stei
ner llamó la atención sobre su importancia en la educación.
El temperamento no tiene nada que ver con el carácter ni
con la moral sino que es, en sí mismo, una cualidad funda
mental, una substancia, podríamos decir, aunque no se trate de
una substancia material. De este modo, una persona hará las
cosas o reaccionará de cierto modo en función de su tempera
mento, sin importar su educación, sus normas o su conoci
miento.
Existen cuatro temperamentos diferentes, ligados a los cua
tro elementos: tierra, agua, aire y fuego. Éstos son los tempe
ramentos conocidos como melancólico, flemático, sanguíneo y
colérico, respectivamente.

223
Tipologías corporales

La palabra jolera es el término griego con el que se signifi


ca a la bilis y la persona colérica es activa, energética y quiere
las cosas bien hechas. Es una persona que se enoja, qué grita y
que se muestra malhumorada, como ocurre cuando la bilis nos
inunda. Es como un volcán que entra en erupción y expulsa
fuera de sí el fuego que la abrasa internamente.
El sanguíneo tiene las mejillas sonrosadas, una complexión
viva que denota una buena circulación sanguínea y su natura
leza es parecida a la de una burbuja de aire.
El flemático está ligado al elemento agua y es un tipo me
tódico y plácido. Sin embargo, al igual que ocurre con el océ
ano, si se excita puede llegar a ser extraordinariamente activo.
El melancólico es alguien en quien predomina la bilis ne
gra, lo cual no se refiere a una substancia real determinada
sino a la cualidad que caracteriza a una persona con estados de
ánimo oscuros ligados particularmente a la tierra.
Podríamos representar a los cuatro temperamentos descri
tos con el siguiente diagrama:

Sanguíneo

C olérico -► Flemático

Melancólico

El colérico y el flemático son opuestos, y lo mismo ocurre


con el sanguíneo y el melancólico. Por otra parte, cada uno de
los temperamentos tiene vestigios de sus vecinos pero no del
temperamento opuesto.
Pero debemos subrayar que no siempre resulta fácil reco
nocer los temperamentos y que el profesor no debería sacar
conclusiones prematuras basándose en una observación mera

224
Rudolf Steiner y el temperamento infantil

mente superficial. Todos los niños, por ejemplo, son jóvenes y,


en consecuencia, su vitalidad podría ser interpretada errónea
mente como un signo de que todos son sanguíneos. Lo cierto,
sin embargo, es que existen diferencias sutiles y que, en nues
tra civilización, resulta cada vez más difícil reconocer lo esen
cial. Los niños, por ejemplo, pueden ser calificados como san
guíneos cuando simplemente son nerviosos o puede darse el
caso de que los problemas familiares le conviertan en alguien
irritable o travieso y esto podrá llevarnos a diagnosticarle
(equivocadamente) como colérico. Por otra parte, la aparente
melancolía puede ser el resultado de una sobredosis de televi
sión y la apatía, por último, el fruto de una sobredosis de im
presiones sensoriales que puede interpretarse equivocadamen
te como flema.
En cualquier caso, nuestro interés por el temperamento in
fantil no consiste tanto en conocer a los niños para poder ma
nipularlos mejor sino para contribuir, en la medida de nuestras
posibilidades, a armonizar su naturaleza. En una persona com
pleta, equilibrada y bien integrada, las cuatro características
están adecuadamente armonizadas pero, cuando éste no es el
caso, ésta se convierte en una de las tareas fundamentales de la
educación.
Lo siguiente es un pequeño manual para el estudio de los
temperamentos que también va acompañado de una serie de
sugerencias para el trabajo en el contexto de la escuela.
En general, cuando trabajamos individualmente con los ni
ños nos basamos en el principio homeopático de que lo similar
cura lo similar. Así pues, para trabajar con el sanguíneo, uno
debe ser vital, bullicioso con el colérico, triste con el melancó
lico e indiferente con el flemático.
Es evidente que las descripciones que ofrecemos a conti
nuación se apoyan en consideraciones generales y que no to
das las características se adecúan a todos los individuos. Por
último, la educación adecuada puede provocar modificaciones
que, por otra parte, también pueden servir para los adultos.

225
Tipologías corporales

COLÉRICO

Este tipo resulta casi inconfundible. Es físicamente bajo,


rechoncho, de cuello grueso y tan erguido que da la impresión
de ser más alto de lo que en realidad es. Suele tener una com
plexión gruesa, fuerte mandíbula y ojos inquietos. Siempre
está de pie, haciencio una cosa u otra, y le parece que perma
necer sentado es algo antinatural. Pero, aunque no deje de mo
verse, sus pies permanecen firmemente arraigados sobre el
suelo. Cuando está sentado, su cabeza está inclinada hacia de
lante y suele mantener los pies separados.
Cuando camina, sus talones parecen clavarse, como si pu
dieran pulverizar el suelo que pisa. Uno tiene la sensación de
que conserva algo de las travesuras y los caprichos del bebé
que fue y de que la sangre corre intensamente por sus venas.
Sus gestos son cortos, enérgicos, resueltos y seguros.
Habla en voz alta, enfática y deliberadamente, y es una per
sona directa. Siente que debe ser el líder en cada actividad que
emprende, ya que considera que sólo él tiene la energía, la vo
luntad y la comprensión necesarias. Cualquier circunstancia se
convierte en una oportunidad para ejercitar su ego. Es una per
sona rebosante de actividad -tanto interna como externa-, in
quieta e impaciente con los estúpidos, es decir, con aquéllos
cuya opinión difiere de la suya. Apenas piensa en algo trata de
llevarlo a cabo inmediatamente, sin darse tiempo para pensar
lo con más detenimiento.
Siente que las cuestiones cotidianas no merecen la pena y
se impone tareas complejas que lleva a cabo con decisión.
Pero sus proyectos no son siempre inteligentes y pueden ter
minar irritándole, aunque es muy proclive a culpar a los demás
por cualquier error. Es un buen organizador, pero no tiene pa
ciencia con los detalles, de modo que suele iniciar los trabajos
y dejar que los demás los terminen. También tiene la sensación
de que puede hacer diez cosas al mismo tiempo y el orden no
es su punto fuerte.
Rudolf Steiner y el temperamento infantil

No admite las críticas con facilidad y es difícil que acepte


estar equivocado aunque, más tarde, pueda reconocerlo y co
rregir la situación.
Se relaciona bien con los demás si desempeña el papel de
líder. Se siente indispensable y, en la medida en que así le con
sideren, puede ser amable y hasta magnánimo y generoso.
Tiene los hábitos propios de este temperamento: divertir a
los demás, hacer las cosas sin pensarlas, tener objetivos fijos,
hacer las cosas ruidosamente y mostrando poco respeto por los
demás. Duerme bien, se despierta pronto y le interesan las ac
tividades prácticas, como la construcción y la ingeniería, por
ejemplo. Viste a su antojo y disfruta con las comidas fuertes.
Los dibujos y las pinturas de los niños coléricos suelen ca
racterizarse por las situaciones dramáticas. Puede dibujar, por
ejemplo, un volcán o un precipicio por el que él mismo as
ciende o desciende.
Suelen tender hacia aquellas profesiones que les ofrezcan la
oportunidad de ejercer el mando como, por ejemplo, militares,
arquitectos, cirujanos, abogados y ejecutivos.
La persona colérica puede observar lo que le interesa y ol
vidarlo a continuación. No suele tener mucha memoria. Suele
ser un buen jugador y probablemente sea un buen corredor que
practique el ejercicio físico agotador que requiera de una gran
fortaleza.
Entre los aspectos negativos de este carácter cabe destacar
su tendencia dominante, la intolerancia, el despotismo, la obs
tinación e, incluso, la ceguera a tener en cuenta las consecuen
cias de sus acciones y los enojos sin motivo con los demás. Un
caso extremo puede ser la insistencia patológica en seguir un
determinado curso de acción.
El tratamiento del niño colérico debe apuntar a ofrecerle la
oportunidad de utilizar adecuadamente las características pro
pias de su temperamento. En este sentido, hay que tener en
cuenta que el niño colérico debe tener la posibilidad 7de reali
zar una intensa actividad física, cuando ello sea necesario y
posible. El colérico siente que debe conquistar el mundo y, por

227
Tipologías corporales

ello, la oposición, la competencia y la rivalidad son desafíos


que alimentan su alma. Las palabras mágicas son: «¡Tú puedes
hacerlo!»
Con este tipo, los castigos no sirven de mucho y resulta
más apropiado utilizar el humor. Si el profesor puede dramati
zar un acto colérico, por ejemplo, es muy probable que el niño
vea el lado divertido del asunto y lo relacione consigo mismo.
Si el niño pilla una rabieta, el profesor debe permanecer impa
sible y volver a hablar sobre el tema al día siguiente. Un pro
fesor sensible advertirá los signos de impaciencia y, antes de
que la tensión aumente, deberá encontrar una forma de liberar
la (pidiéndole, por ejemplo, que borre la pizarra o que abra la
ventana).
El niño colérico necesita un héroe. Debe pensar que el pro
fesor lo sabe todo y lo puede hacer todo. En este sentido, el
maestro debe subrayar su superioridad. El niño necesita barre
ras para superar y comprender, de ese modo, que la vida no es
sencilla. También conviene hablar detenidamente con él en
ciertas ocasiones, especialmente si se ha portado mal. En tal
caso, el profesor puede, por ejemplo, preguntarle: «¿Qué debe
rías hacer?», con lo cual el ego del niño se siente tenido en
consideración y puede sensibilizarse y sentir que la decisión
realmente está en sus manos.
Las situaciones muy dinámicas, en las que el profesor se
llega a sentir implicado, son un verdadero alimento para el co
lérico.
En la escuela suele tener una relación especial con la divi
sión y con las sumas y sus instrumentos musicales preferidos
son los de percusión. En el caso de que le guste otro tipo de
instrumentos su predisposición tenderá a la ejecución de solos.
Si el castigo es necesario, no deberá ser inmediato ya que,
mientras esté enojado, es inútil pedirle que sea razonable. Por
consiguiente, sus acciones deberán ser reconsideradas poste
riormente en un ambiente tranquilo.

228
Rudolf Steiner y el temperamento infantil

SANGUÍNEO

Los niños sanguíneos suelen ser muy habladores, esbeltos,


delgados y armoniosos. Su cuerpo está bien proporcionado y
es flexible y hermoso; sus manos son elegantes y bien forma
das, su rostro es resplandeciente e inteligente, con la piel son
rosada y los rasgos regulares. El niño sanguíneo se siente afor
tunado en su cuerpo y para él el sol está siempre
resplandeciendo.
No suele pasear sino que cuando camina lo hace para des
plazarse de un sitio a otro. Sus pasos casi son saltos y tiende a
apoyar tan sólo los dedos de los pies, aunque también puede
pisar el suelo con firmeza si así lo desea. Su sistema respirato
rio y rítmico están bien desarrollados. Sus ojos son vivaces,
danzarines y expresivos, y suelen brillar con excitación. Sus
gestos son rápidos y variados, y tiene la peculiaridad de sen
tarse o acostarse en todo tipo de sorprendentes posturas que no
parecen incomodarle lo más mínimo.
Habla con elocuencia y utiliza, en ocasiones, un lenguaje
florido e indirecto. Es muy hablador y da todo tipo de infor
mación aunque su conocimiento sobre el tema pueda ser su
perficial e incluso inexacto.
Su mente es como una mariposa que va de impresión en
impresión. Todo le atrae y le gustan las novedades aunque su
interés es inconstante. Es atento y amable y, por consiguiente,
un buen compañero. Cuando se hace daño, puede gritar hasta
desgañitarse, pero pronto se le pasa, ya que no puede perma
necer enojado durante mucho tiempo. Le gusta el cambio, pue
de prometer la luna y olvidarse en seguida. Es una persona
imaginativa y llena de ideas sobre todas las cosas. Es un opti
mista incurable que vive de los sueños y proyectos que le sus
cita la experiencia inmediata. Se da cuenta de todo pero apenas
si recuerda nada.
Es difícil hablar de hábitos en un sanguíneo. Su principal
hábito es el de no tener hábitos. Cambia, se adapta y vive en el

229
Tipologías corporales

momento y en la situación inmediata. Es muy probable que


duerma con facilidad y que se despierte muy temprano. Come
frugalmente, prefiere la comida muy elaborada y le gusta la
fruta. Muestra un gran interés por todo lo nuevo, una nueva
casa, nuevos amigos, un nuevo profesor. También es muy pro
bable que le guste la poesía, el teatro y el juego. Prefiere la
ropa vistosa y viste a la moda, incluso cuando se trata de uni
formes. Un niño sanguíneo, por ejemplo, estará orgulloso de
su corbata nueva.
Es fácil reconocer a los sanguíneos por sus dibujos y pintu
ras. Si, por ejemplo, dibuja una escena de montaña, detallará
minuciosamente numerosas cumbres y, si pinta un paisaje, lo
llenará de pájaros y de animales. Para ello suele utilizar colo
res brillantes que combina armónicamente.
Es muy probable que los sanguíneos elijan profesiones en
las que deban tratar con las personas, como actores, artistas,
vendedores o trabajadores sociales. En cualquiera de los casos,
son personas flexibles, que pueden adaptarse a casi cualquier
tipo de trabajo y abandonarlo si no les conviene.
En su aspecto negativo, sin embargo, los sanguíneos viven
de impresiones fugaces que no suelen digerir ni revivir, impre
siones que, por tanto, no se convierten en experiencia. Conti
nuamente están sujetos a cambios de humor, son impacientes,
dejan las cosas a medio hacer, olvidan las promesas y no asu
men sus responsabilidades. Son personas superficiales y poco
fiables, una característica que, en caso extremo, puede condu
cirles a la locura.
El tratamiento adecuado para este tipo de niños consiste en
darle muchas cosas para atraer su inquieta atención y luego di
rigírsela hacia algo importante. Su temperamento es proclive a
prestar atención a cuestiones secundarias pero el profesor debe
intentar fomentar su interés por lo esencial recordándoselo de
continuo mediante imágenes claras. En cualquier caso, la ver
dadera clave del tratamiento de este tipo de niño consiste en
llegar a establecer una relación personal con él. Aunque el san
guíneo muestre un interés fugaz por las cosas, los objetos y las

230
Rudolf Steiner y el temperamento infantil

personas, no obstante puede desarrollar un interés estable en


las relaciones. De este modo, el contacto con las personas pue
de despertar su interés por las cosas. No le gusta que le intimi
den sino que quiere hacer las cosas por amor. Le agrada dar
placer y le gusta hacer las cosas como un favor personal. Su
frase mágica es: «Hazlo por mí». Si existe la menor duda so
bre su capacidad para llevar a cabo una tarea, estará ansioso
por mostrar lo que puede hacer.
En la escuela muestra una habilidad especial por la multi
plicación y los instrumentos de viento son sus favoritos. Es un
ser social al que le gusta participar y, en este sentido, tocar con
toda la orquesta. Si es necesaria alguna admonición bastará
con una palabra amable, ya que se da cuenta rápidamente lo
que se le quiere decir y advierte en seguida las consecuencias
de sus acciones.

FLEMÁTICO

El flemático es una persona agradable, robusta, enérgica y


tal vez algo enfermiza. Camina plácida y tranquilamente, con
una despreocupación que algunos califican de dejadez. No
gesticula y se toma el tiempo necesario para hacer o explicar
las cosas, lo cual, sin embargo, no significa que sea perezoso.
Si algo le interesa puede llegar a ser asombrosamente activo.
La flema es el elemento acuático y el agua suele ser tranquila
pero también implacable. En este sentido, cuando un flemático
está realmente excitado, lo mejor será que sus vecinos se refu
gien en un lugar seguro hasta que pase el temporal.
No hay fuego en su expresión y contempla sosegadamente
el mundo con cierta objetividad. Habla con un tono tranquilo y
mesurado que puede resultar melancólico, pero dice lo que tie
ne que decir de modo claro, conciso y lógico. Su información
suele ser exacta y fiable.
El flemático vive mucho en su interior pero, a diferencia
del melancólico, que está mucho más preocupado consigo mis
Tipologías corporales

mo con exclusión del resto del mundo, el flemático permanece


imperturbable frente a lo que ocurre a su alrededor. Normal
mente está tranquilo y sereno y mantiene una actitud general
hacia el mundo que parece decir «dejadme solo». Ello no sig
nifica, sin embargo, que no sea amable sino que, por el contra
rio, es afable, atento y servicial, aunque, eso sí, reservado.
El flemático suele ser una persona de buen humor, tranqui
la, sociable -en el caso de que alguien rompa el hielo por él-
y algo soñadora, aunque no, por ello, extravagante. Necesita
tiempo para tomar una decisión pero, una vez tomada, suele
ser sensible. No reflexiona rápidamente y tiene dificultades
para responder con espontaneidad. Puede ser una compañía
aburrida pero sus excelentes cualidades le hacen fácilmente
soportable. Es sincero, fiel, confiable, honrado, ordenado y
consciente. Una de sus cualidades más positivas es su incapa
cidad para dejar cualquier trabajo sin terminar o mal termina
do. Le gusta la rutina, el trabajo ordenado y hacer una sola
cosa cada vez. No cambia de ideas ni de trabajo con facilidad
y, en consecuencia, quien quiera algo de él debería pedírselo
claramente. Es perseverante hasta la obstinación y se le puede
considerar anticuado en su forma de vestir porque antepone su
propia comodidad a la ropa de moda. No es un líder nato pero
sobresale en aquellas situaciones en las que se requiere una
cuidadosa planificación.
Es difícil persuadirle pero no rechaza la franqueza. Es una
persona que puede estar sin hacer nada. El flemático es consi
derado con los demás y, por ello, su enojo no se expresará
como agresividad sino como resentimiento. Es tímido, vive en
su propio mundo y agradece que los demás se preocupen por él.
El flemático es una criatura de hábitos y que mantiene sus
hábitos. Le gustan los horarios definidos y la vida regular, las
comidas a horas fijas y puede comer de todo. Realmente no
pueda decir que no a una buena comida. No tiene aficiones de
finidas, tal vez pasear tranquilamente con el perro, la escultu
ra, la lectura y una siesta. Su tranquilidad y su sosiego le pro
porcionan la posibilidad de adquirir sabiduría.
Rudolf Steiner y el temperamento infantil

El niño flemático es el más fácil de educar. Comer, digerir


y dormir son sus principales preocupaciones y, una vez satis
fechas esas necesidades, se siente feliz. En sus dibujos y pin
turas se manifiesta una cierta delicadeza pero pueden parecer
algo inconclusas y probablemente no muy interesantes aunque
los colores estén armoniosamente combinados. Si pinta un pai
saje montañoso, probablemente se trate de una gran colina.
Además, posiblemente requiera de un modelo o de alguna idea
que copiar. Suele ser una persona poco consciente de sus habi
lidades artísticas y sólo las emprende cuando lo considera
como un trabajo.
Los flemáticos son proclives a desempeñar trabajos subor
dinados que requieren una cierta responsabilidad. Su interés
primordial, en este sentido, se dirige hacia aquellas profesio
nes que tienen que ver con la organización y la administración,
como la enseñanza, la investigación, la delincación y la arqui
tectura.
El aspecto más negativo de su carácter es una falta de inte
rés que, en casos extremos, puede conducir a la estupidez.
Como ocurre con el resto de los temperamentos, el trata
miento más adecuado para el niño flemático consiste en apo
yarse en su propia naturaleza. En este sentido, uno debe ha
blarle tranquilamente de cosas indiferentes tratando de
despertar su interés por los demás. Este tipo de niño suele te
ner muchos compañeros, así que resulta fácil despertar su inte
rés a través de ellos. Debe despertársele a una hora razonable
y lavarse con agua fría. Probablemente duerma mucho, por lo
tanto es adecuado despertarle temprano y darle trabajo que ha
cer. Tampoco debe abrigársele mucho ni permitirle comer en
demasía, especialmente féculas, que son un alimento inade
cuado para él.
Suele mantener relaciones estrechas con las personas con
quienes se relaciona. El contacto personal le resulta necesario
para despertar su actividad aunque necesita que le digan qué es
lo que tiene que hacer. Las palabras mágicas son: «¡Adelante
con ello!» aunque, en este caso, como en todo lo que tiene que

233
Tipologías corporales

ver con él, hay algo de magia. Un aplauso o un golpe en el pu


pitre despiertan súbitamente su interés. En ese momento se
despabila y puede transmitírsele algún mensaje. Suele ser un
niño influenciable y que obedece, aun a regañadientes, las ór
denes que se la dan.
En la escuela mantiene una relación especial con la aritméti
ca, particularmente con la suma, y su instrumento musical pre
dilecto es el piano, disfrutando también con el canto coral. Para
ponerle en movimiento es necesario hacerle consciente del pre
sente y, si es preciso castigarle, debe ser de manera inmediata.

MELANCÓLICO

El melancólico da una impresión de pesadez aunque no ne


cesariamente es grande y huesudo. Su actitud es taciturna y
mueve las extremidades con dificultad. Su complexión es lán
guida, sus ojos suelen expresar tristeza, sus gestos son pesados
y muestran una tendencia a la resignación. El melancólico ca
mina deslizándose, pensativo, y da la impresión _como, en re
alidad, sucede_ de estar un poco distante del mundo. Habla
lentamenmte y pensando en lo que dice, pero no siempre dice
lo que piensa. Es como si sólo expresara la mitad de su pensa
miento. Parece como si estuviera abrumado por el peso de su
cuerpo.
El melancólico es un individuo tranquilo, introspectivo y
replegado sobre sí, dando vueltas mentalmente a lo que ha vis
to y oído, especialmente en el caso de que haya sentido daña
do su amor propio. Es tan egoísta que cree que sus experien
cias son especiales y que sólo le suceden a él. Es, por tanto,
bueno para él, leer o escuchar historias -en particular, biogra
fías de grandes personajes- que le demuestren que su expe
riencia no tiene nada de excepcional. Nunca olvida los insultos
ni las injurias, aunque no hayan sido intencionales o hayan
sido el simple fruto de su imaginación. Siempre imagina lo
peor y tiene un miedo mórbido a morir de alguna terrible en

234
Rudolf Steiner y el temperamento infantil

fermedad. Suele ser triste, taciturno y vive en el pasado. Está


tan lleno de sí mismo que no puede escuchar lo que dicen los
demás ni tampoco puede colocarse en su punto de vista. Se
siente fácilmente conmovido por lo que los demás dicen de él
y, a su vez, les hiere con facilidad. Se asombra de que le acu
sen de ser egoísta, no comprende que pueda estar equivocado
y no tolera el sarcasmo ni las bromas. Por una parte, quiere
que el mundo esté a su servicio y puede llegar a ser verdade
ramente despótico mientras que, por la otra, si alguien despier
ta su simpatía, puede ser muy servicial y sacrificarse por los
demás. En tal caso puede llegar a identificarse fácilmente con
el sufrimiento de los demás.
Cuando está enojado puede convertirse en una persona
cruel. Es muy autocompasivo y cualquier malestar o incomo
didad corporal puede llegar a trastornarle por completo.
No hace amigos con facilidad y con frecuencia tiene un
amigo especial que suele ser su víctima. Le gustaría participar
en la diversión de los demás pero no suele sentirse capacitado
para ello y prefiere permanecer como espectador. Es amante
de los lugares oscuros y silenciosos y es un lector voraz, dis
frutando de la lectura, especialmente con poca luz. Los niños
melancólicos son aquéllos que se sientan a leer en las ramas de
los árboles.
En el aula, el niño melancólico puede fácilmente pasar de
sapercibido pero, si se le pide que participe, suele responder
perfectamente.
Al melancólico le gustan los dulces y no comerá si en la
comida se adivina todavía la forma del animal del que proce
de. Suele sufrir de estreñimiento y le aterra el agua fría. Suele
preferir la ropa de color gris. Es aficionado a leer, pintar, re
solver crucigramas, rompecabezas y solitarios, y también po
dríamos agregar que le encanta pensar y estudiar. Es una per
sona cordial y es feliz disfrutando amablemente de la
contemplación.
El melancólico es un intelectual y todo lo enriquece con su
propio pensamiento. Es poco observador pero recuerda lo que

235
Tipologías corporales

ve y tiene muy buena memoria para las cosas que tienen que
ver con él.
La naturaleza del niño melancólico se revela en sus dibujos
y en sus pinturas, y se pierde en los detalles. Le gusta pintar
con colores intensos y no se olvida de ningún detalle, aun
cuando utilice la acuarela.
Es frecuente encontrar individuos melancólicos en profe
siones tales como doctores, párrocos, jardineros, enfermeras y
artistas.
Un aspecto negativo del melancólico es su incapacidad
para tener en cuenta el mundo externo y para mostrar su grati
tud. En los casos extremos su mundo interno puede llegar a ser
abrumador y conducirle a la depresión aguda, la locura o, in
cluso, el intento de suicidio.
El tratamiento más adecuado para este tipo consiste en una
combinación de simpatía y firmeza. Sus rasgos tristes deben
ser dramatizados. El niño necesita alimentar su alma y le gus
ta participar en el sufrimiento de los demás. Los cuentos con
final triste son uno de sus alimentos preferidos.
No hay que «consolar» al melancólico y resulta inútil in
tentar animarle ó distraerle con comentarios optimistas como
«las cosas pronto mejorarán». Ve el lado oscuro y triste de la
vida y considera frívolo cualquier intento de animarle. El me
lancólico es feliz cuando se siente miserable y, por tanto, de
bemos permitirle ser feliz (o miserable).
Un melancólico responderá con cordialidad si se le muestra
algo o si se le pregunta sobre algo sobre lo que pueda expresar
su opinión. Hay que llamar su atención para que se dé cuenta
del mundo externo. Hay que explicarle con claridad las conse
cuencias de sus acciones, especialmente en el caso de que
afecten a los demás y les causen sufrimiento. El niño melan
cólico encontrará cien razones para justificar sus acciones y es
por ello que el educador debe estar dispuesto a cortar su re
tahila de justificaciones con un rotundo «sí» o con un contun
dente «no». Si se encuentra con dificultades, utilizará la in
trospección para superarlas.

236
Rudolf Steiner y el temperamento infantil

El melancólico es feliz si puede hacer algo por los demás,


sobre todo si se le pide de tal modo que sienta que se está sa
crificando a sí mismo, lo cual también le ayuda a superar su
egoísmo. Si el educador es una persona que ha sufrido mucho
en la vida y ha sido maltratado por el destino, el alumno me
lancólico tendrá con él una relación más profunda.
También debemos prestar atención a la salud, ya que este
tipo de niño necesita calor -tanto externo como interno-, salud
y movimiento corporal.
El niño melancólico, por último, tiene una buena relación
con la aritmética, especialmente con la substracción, y sus ins
trumentos musicales preferidos son los de cuerda, mostrando
también, en tal caso, una predisposición especial hacia la in
terpretación en solitario.

1 237
í

>

i
SEXTA PARTE:

LOS TIPOS ENEAGRAMÁTICOS


í

>

i
Desde el mismo momento en que apareció el primer libro
sobre el eneagrama en la década de los 80 su popularidad no
ha dejado de crecer. El concepto de eneagrama como una he
rramienta de autoconocimiento y crecimiento interno fue dado
a conocer públicamente por vez primera a comienzos de este
siglo por el enigmático maestro esotérico George I. Gurdjieff.
Gurdjieff (1870-1949) afirmaba haber aprendido el eneagrama
de una secreta «escuela de sabiduría» sufí de Afganistán y lo
comparaba con la «piedra filosofal», capaz de transformar el
plomo en oro. Según él, se trataba de una herramienta tan im
portante que había sido mantenida en secreto hasta aquel mo
mento y es por ese mismo motivo que no había rastro de ella
en la literatura oculta o sufí. El término eneagrama procede del
griego enneas, que significa «nueve» y del término gramma,
que significa «punto», y es casi seguro que fue acuñado por el
mismo Gurdjieff, que era grecoarmenio.
Fue Oscar Ichazo quien primero aplicó el eneagrama a la
personalidad. Oscar Ichazo es otro enigmático maestro espiri
tual un tanto reticente también a hablar de la procedencia de
sus teorías. Ichazo creció en Bolivia y Perú y, cuando tenía
diecinueve años, comenzó su entrenamiento intensivo en un
grupo de estudio esotérico de Buenos Aires que se ocupaba,
entre otras cosas, del estudio de la obra de Gurdjieff. Ichazo
afirmaba que había descubierto la tipología eneagramática de
la personalidad en una revelación mística en la que llegó a ex
perimentar internamente cada uno de los distintos puntos del
eneagrama.
Uno de los primeros alumnos de Ichazo fue Claudio Na
ranjo, un psiquiatra chileno que luego se instaló en los Estados

241
Los tipos eneagramáticos

Unidos y estuvo estrechamente ligado al Instituto Esalen (el


famoso centro de crecimiento personal) y al movimiento del
potencial humano en general. Ichazo le dijo a Naranjo que
aceptaría un grupo de alumnos norteamericanos para seguir un
programa de formación intensiva. En 1970, cuarenta y cinco
norteamericanos, la mayor parte de los cuales estaban vincula
dos a Esalen, fueron invitados por Claudio Naranjo a empren
der un programa de adiestramiento de diez meses con Ichazo
en Arica, Chile. Después de los primeros seis meses, cinco de
los integrantes del grupo original (entre los cuales se hallaba el
mismo Naranjo), abandonaron el entrenamiento, que concluyó
formalmente en abril de 1971, fecha en la que el grupo termi
nó regresando a los Estados Unidos.
Más tarde, Ichazo invitó al grupo a seguir trabajando y co
laborando con él en la apertura de una escuela en Nueva York.
El primer grupo de trabajo con Ichazo en Nueva York comen
zó en octubre de 1971 con cuarenta y cuatro de los participan
tes del grupo de Chile. Ellos fueron los fundadores del Institu
to Arica y pusieron en práctica un programa nacional de
enseñanza que, tras varios años de rápido crecimiento, terminó
quedando relativamente inactivo.
Naranjo regresó a su hogar, en Berkeley, y fundó su propia
organización, SAT (Seekers After Truth), una de cuyas herra
mientas fundamentales de trabajo era la tipología eneagramáti
ca que había aprendido de Ichazo, sazonada con su propio co
nocimiento psiquiátrico dando lugar, de este modo, a una
sofisticada descripción psicológica de cada uno de los nueve
tipos. La mayor parte de los discípulos de Naranjo se han de
dicado a enseñar y a escribir sobre el eneagrama.
John Lilly y Joseph Hart fueron dos de los miembros del
grupo original de norteamericanos que trabajaron con Ichazo.
En el capítulo 16, Lilly y Hart nos presentan la versión de
Ichazo del eneagrama de la personalidad. Ichazo definía a cada
tipo eneagramático en función de la fijación al ego (un térmi
no similar al rasgo capital de Gurdjieff). Ichazo también espe
cificó las «trampas» (o formas habituales de actuar), las «ide

242
Introducción

objetivos positivos), las «pasiones» (o sistemas de su


a s » ( u

pervivencia emocional) y los «valores» (o sentimientos esen


ciales que contrarrestan las pasIbnesyj^opoF g^a3a~ im b de
los tipos.
Ichazo subrayaba la necesidad de armonizar la cabeza, el
corazón y el vientre acentuando también la necesidad de co
menzar a trabajar con el vientre, al que Gurdjieff denominaba
el centro del movimiento. Como decía Ichazo, es ahí donde
conocemos y experimentamos directamente la vida y, para po
der llegar a hacerlo, tenemos que trabajar duro para poder sa
car a la conciencia de nuestra cabeza.
Tres de los tipos eneagramáticos -8, 9 y 1- se orientan ha
cia el centro del vientre. Estos tipos están relacionados con el
tipo hostil de Homey (el que se oponeaJosdemásV tienen que
ver con el poder y la jüsticia y tienen relativamente poco acce
so a las sensaciones de miedo y ansiedad. Los tipos 2, 3 y 4,
por"su parte, han desarrollado mucho el centro del corazón, se
parecen a quienes se acercan a los demás en la tipología de
Homey, están fundamentalmente implicados con las relaciones
y_syelerLser~comumcativos, alegres y armoniosos. Los tipos 5,
6 y 7. por último, están orientados hacia la cabeza, tienen que
ver con quienes se alejan de los demas, según la tipología de
Homey, y tienden a ocultar sus sentimientos detrás de una fa
chada de objetividad,.
En el capítulo 17, Naranjo relaciona el sistema del eneagra
ma con sus raíces gurdjievas y con la moderna teoría psicoa-
nalítica. Naranjo también sugiere una serie de denominaciones
diferentes para cada uno de los tipos. Los nombres de sus tipos
se adecúan tanto al rasgo sobresaliente de otras estructuras ca
racteriales como a sus operaciones cognitivas más habituales.
Helen Palmer, la más conocida de las escritoras sobre el
eneagrama, es consejera, maestra de intuición y una gran estu
diosa de la obra de Gurdjieff. Lleva unos quince años estu
diando y enseñando el eneagrama, y ha desarrollado un pro
grama nacional de entrenam iento del eneagram a para
terapeutas y otros profesionales. En el capítulo 18 -escrito es-

243
Los tipos eneagramáticos

pecialmente para este libro- Palmer discute el papel que de


sempeña la ubicación de la atención en cada uno de los tipos
eneagramáticos. El hecho de que cada uno de los tipos preste
atención a diferentes aspectos del mundo que nos rodea supo
ne que cada uno de ellos vive prácticamente en una realidad
diferente.
Al igual que ocurre con la astrología, el eneagrama consti
tuye un mapa de la conciencia que nos proporciona pistas para
responder a la eterna pregunta ¿Quién soy yo? Es importante,
por último, recordar que, cuando estudiamos un mapa, no de
bemos confundirlo con el territorio.

1
244
16. EL ENEAGRAMA DE LA
PERSONALIDAD DE ARICA

John C. Lilly y Joseph E. Hart

Cuando nace un niño es pura esencia, un ser natural, instin


tivo y amoroso, en un cosmos ordenado que forma una unidad
con todos los hombres y con Dios. Éste es el estado perfecto
de inocencia. Sin embargo, el niño debe crecer y, entre los cua
tro y los seis años, bajo la influencia del medio, los padres y la
sociedad, el niño comienza a desarrollar una personalidad para
poder sobrevivir, el ego. La conciencia de la alegría y la armo
nía de su esencia comienza a palidecer hasta que sólo tiene
conciencia de su ego, en lucha por sobrevivir en un mundo
amenazante. Esta falta de conciencia de la esencia conduce a
la desdicha que muchos consideran parte integrante de la con
dición del hombre en este mundo. Pero si el ego, con sus cons
tantes miedos, pudiera ser eliminado, el hombre podría regre
sar a su estado original de ser esencial, con el añadido de todo
el conocimiento que la experiencia le ha dado en el curso de la
vida. Este conocimiento y esta experiencia enriquecerán la
esencia, que puede funcionar en plena armonía con el cosmos
y es, de ahí en adelante, la de un hombre «iluminado».
El ego afecta a la totalidad del hombre, a sus pensamientos,
a sus emociones y a sus movimientos corporales y su energía,

245
J
Los tipos eneagramáticos

representados por tres centros: el centro intelectual, situado en


la cabeza; el centro emocional, situado en la región del cora
zón, y el centro instintivo-motor, situado unos cuatro dedos
por debajo del ombligo.
En consecuencia, uno de los primeros pasos que hay que dar
para alcanzar la iluminación consiste en romper el sometimien
to del ego al centro del pensamiento, dado que cuando el hom
bre está identificado con su ego se percibe a sí mismo, a los de
más y al mundo únicamente en función de la estructura de su
ego. El ego quiere que la mente controle el centro emocional y
el centro instintivo-motor, de modo que es necesario aprender a
pensar con todo el cuerpo mediante el uso de las mentaciones.
Para romper el sometimiento al intelecto es necesario com
prender la estructura del ego personal. Cada ego tiene una pau
ta definida de pensamiento, una fijación. Existen nueve fija
ciones básicas que se muestran habitualmente bajo la figura
del eneagrama, un recurso de enseñanza procedente de la tra
dición sufí que después desarrolló Ichazo. Lejos de tratarse de
Indolencia

Mezquindad Melancolía
El eneagrama de la personalidad de Arica

un símbolo arbitrario, el eneagrama presenta una serie de rela


ciones dinámicas interiores y exteriores -muy cuidadosamente
elaboradas- entre cada uno de sus puntos y la totalidad. El
eneagrama es un tema de constante meditación y estudio. Las
relaciones que presenta son tan complejas y ricas que sería im
posible explicarlas en el curso de un breve artículo.
Para superar el sentimiento de desdicha y de vacío, el ego
debe buscar algo que colme el hueco creado por su propia fi
jación:

Indolencia: Esta persona busca el amor fuera de sí y no


hace esfuerzo alguno por encontrar su esencia y, con
ella, la paz. Popularmente se le conoce con el nombre
familiar de Ego-In.

Resentimiento: Siempre enojada consigo misma y con


los demás por no ser perfectos. Ego-Resent.

Halago: Necesita una audiencia que la apruebe. Muchos


animadores pertenecen a este grupo. Ego-Hal.

Vanidad: Lucha por obtener títulos, posiciones de im


portancia y poder sobre los demás. Ego-Va.

Melancolía: Nunca se encuentra a gusto con la situación


presente y siempre aspira a un futuro feliz. Ego-Melan.

Mezquindad: Desea el anonimato y contempla la vida


desde bastidores. Ego-Mez.

Cobardía: Necesita un líder fuerte a quien seguir, al


guien que pueda protegerlo. Ego-Cob.

Planificación: Siempre planea qué hacer y qué debe su


ceder; siempre desilusionada con los resultados. Ego-
Plan.

247
Venganza: La sensación de injusticia le hace ser auto-
destructiva ytambiéndestructiva conrespecto a los de­
más. Ego-Ven.
El ego lleva a cada persona a supropia trampa de fijación
ofalso sustitutode la experiencia de lapropia esencia.
Buscador

Cada fijación tiene su propia «trampa», un modo habitual


de actuar que emanadel ego. Lapersona que cae enla «tram­
pa» ligada a su fijación seguirá repitiendo una y otra vez la
misma acción moviéndose en círculo cerrado hasta que se dé
cuenta dequenoestáyendoaningunaparte. Enesemomento
estará en condiciones de que la «idea» le haga atravesar la
puerta dela trampa yla lleve a reencontrarse con suesencia.
Ego-In buscador: Siempre busca la solución a sus pro­
blemas fuera de sí, yendode gura enguru.
248
El eneagrama de lapersonalidad de Arica
Ego-Resent perfección: Aunque exige la perfección de
sí, también selaexige alos demás. Siempre seodia así
mismo por no ser perfecto y siempre está desilusionado
de los demás.
Ego-Va eficacia: Tiene escasa paciencia con la inefica­
ciadelos demás yluchacontraestadependenciaparali­
berarse de la aprobaciónyde la desaprobación social.
Ego-Melan autenticidad: Para esta persona la verdadera
pareja siempre está a la vuelta de la esquina, dentro de
un minuto, de un día ode un año. Con semejante com­
pañero se sentirá realizado y, por lo tanto, será auténti­
co.
Ego-Mez observador: Esta persona contempla la vida
desde unescondrijoporque está aterrorizada ante lapo­
sibilidad de participar directamente enella.
Ego-Cob seguridad: Esta persona vive atemorizada,
para ellalavida es siempre amenazante y, por ello, bus­
ca algo o a alguien que le proteja del posible desastre.
Tratará de amasar una sólida fortuna o se convertirá en
el devoto seguidor de unlíder fuerte.
Ego-Plan idealismo: Se dedica a manipular el presente
paraque el futuroresulteperfectoysecumplansus ide­
ales. Pero cuando el futuro se convierte en presente se
siente desilusionado y debe comenzar a trabajar nueva­
mente enbusca de nuevos ideales.
Ego-Venjusticia: Esta persona tiene conciencia de que
vive en un mundo muy injusto y es muy sensible a las
acciones y los pensamientos desleales que se dirigen
contra él. Surespuesta inmediata es la venganza.
Los tipos eneagramáticos

Cuando reconoce que las «trampas» son fuentes de desdi


cha que no llevan a ninguna parte, la persona está preparada y
en condiciones para aceptar la «idea» más adecuada para ella.
Estas «ideas» no son sino facetas particulares de la esencia
eterna que puede llevar al ser humano a experimentar su ser
esencial y, de ese modo, conquistar la paz y la felicidad inter
na. La experimentación de estas ideas depende de la baraka, la
energía divina, que debe impregnar totalmente a la persona. La
inmersión en la baraka se lleva a cabo mediante la meditación,
la respiración, los cánticos y otros ejercicios.

Amor santo

Ego-In amor santo: El buscador busca a alguien que le


ame de verdad para poder sentirse digno de amor. La
experiencia del «amor santo» revela que su esencia es
puro amor. Es, pues, a la vez, amante y amable.

250
El eneagrama de la personalidad de Arica

Ego-Resent perfección santa: El buscador de la perfec


ción experimenta desde fuera que su esencia es perfecta.
Puede apaciguarse.

Ego-Hal libertad santa: La experiencia de la esencia li


bera al hombre de la dependencia de la aprobación de
los demás y le conduce a la libertad de vivir según las
leyes cósmicas.

Ego-Va esperanza santa: El buscador de eficacia, al des


cansar en su esencia, descubre que todas las cosas fun
cionan y seguirán funcionando con un máximo de efica
cia siguiendo las leyes cósmicas. El funcionamiento
continuo del cosmos no depende exclusivamente de sus
esfuerzos y, haga lo que haga, siempre alberga una es
peranza para el futuro.

Ego-Melan originalidad santa: Una vez que se da cuen


ta de que su esencia surge del ser perfecto, sabe que él
es «verdaderamente verdadero» ahora, y no en futuro
más o menos cercano.

Ego-Mez omnisciencia santa: El observador, que acu


mula un conocimiento sobre la vida observándola entre
bastidores, sólo se compromete con ella cuando experi
menta su esencia. Entonces, y sólo entonces, tiene pleno
conocimiento de la vida.

Ego-Cob fe santa: Al que busque seguridad, su esencia


le mostrará que nada externo puede llegar a dañarle, ni
siquiera la muerte física, y se convierte verdaderamente
en su esencia.

Ego-Plan trabajo santo: Para el planificador idealista del


futuro, su esencia le proporcionará la posibilidad de vivir
y trabajar plena y felizmente en el momento presente.
251
Los tipos eneagramáticos

Ego-Ven verdad santa: Una vez que el buscador de jus


ticia advierte que su esencia sigue verdaderamente las
leyes cósmicas, que son cabalmente verdaderas y justas,
se sentirá satisfecho y en paz.

La ruptura de la identificación del ego con las emociones o


el centro situado en el corazón sigue en gran medida la misma
pauta de cobrar conciencia de la propia pasión predominante y
de contrarrestrarla mediante la virtud correspondiente.
Las pasiones son los sistemas de supervivencia emocionales
del ego. Una persona con una determinada fijación reaccionará,
por lo general, ante la vida de un modo habitual. En un momen
to u otro sentirá todas las pasiones, pero la pasión que predomi
ne será la que determine el tono emocional de su personalidad.

Ego-In pereza: El ego indolente se mostrará muy pere


zoso en la búsqueda de su esencia aunque puede ser hi-
peractivo para descubrir la forma de evitar el trabajo
que requiere su búsqueda.

Ego-Resent enojo: El ego mantendrá a la persona en re


sentido enojo por no ser perfecta y por no serlo tampo
co quienes le rodean.

Ego-Hal orgullo: El ego halago depende de la aproba


ción y el aplauso de los demás y trabaja duro para obte
nerlos. La constante aprobación y halago de los demás
produce el ego orgullo.

Ego-Va engaño: A quien pretenda ser conocido por sus


logros, por sus posiciones de influencia y por su eficacia
le resulta difícil admitir cualquier cosa que pueda dañar
su imagen pública, por lo que a menudo debe recurrir al
engaño para proteger su ego.

Ego-Melan envidia: La persona que cuenta con un ego


El eneagrama de la personalidad de Arica

melancolía, en la esperanza de encontrar una pareja o


una situación perfecta en la que pueda sentirse verdade
ramente legítima y realizada, tiende a sentir que la ma
yor parte de los demás lo han logrado y, por supuesto,
experimenta envidia ante su aparente felicidad.

Ego-Mez avaricia: Al ego-mez le resulta indispensable


el anonimato y la seguridad para poder observar el mun
do con seguridad desde la trinchera de su escondrijo. No
sólo se muestra ávido de contar con los medios para po
der defender su escondrijo sino que también ansia acu
mular conocimientos sobre lo que ocurre en la vida para
poder sentirse vivo.

Ego-Cob miedo: Todos tenemos un miedo instintivo de las


situaciones peligrosas con el objeto de salvaguardar nues
tra existencia física. Sin ese miedo no duraríamos gran
cosa. Pero, para el ego cobardía, toda la vida resulta ame
nazante. Los enemigos le rodean y siempre debe estar
alerta y buscar a alguien más fuerte que le proteja. Aunque
este miedo constante es penoso, resulta, sin embargo, fa
miliar y seguro. Vivir sin él le convertiría en alguien de
masiado vulnerable a cualquier ataque inesperado.

Ego-Plan glotonería: El ego-plan siente que si un poco


de algo es placentero una cantidad ilimitada produciría
placeres inauditos. Esta proyección del gozo presente a
un futuro éxtasis mediante una acumulación cada vez
mayor de lo mismo es una reacción emocional recurren
te ante lo bueno que siempre aboca a una incómoda sen
sación de saciedad y malestar físico.

Ego-Ven exceso: La persona que busca la justicia y la


verdad suele exagerar su venganza dada la indignación
moral que experimenta ante la injusticia. Pero, del mis
mo modo que puede exagerar su venganza contra quien

253
Los tipos eneagramáticos

cree que lo ha ofendido, también puede castigarse aún


más a sí mismo cuando cree haber cometido una injusti
cia. Con frecuencia se daña físicamente.

Para contrarrestar las pasiones del ego, que impiden la


captación de la propia esencia, la persona debe recurrir a cier
tos ejercicios especiales que le permitan experimentar las vir
tudes opuestas o los sentimientos esenciales.
Los medios prácticos utilizados son la meditación sobre las
virtudes o el uso de los mudras o posiciones de las manos tal
como se las ve representadas en las figuras del Buda o los bod-
hisattvas. Se hace abundante uso de los «ejercicios de reduc
ción del ego», que deliberadamente tratan de despertar las pa
siones para que las personas tomen conciencia de sus puntos
débiles. Estos ejercicios se preparan cuidadosamente y sólo se
proponen cuando la persona se halla realmente en condiciones
de desarrollarlos.

P ereza

254
El eneagrama de la personalidad de Arica

Acción

Ego-In: La virtud es una acción realizada con el objeto de


experimentar la propia esencia, superando así la pereza.

Ego-Resent: Cuando uno sabe que su esencia es perfec


ta -como lo es la de todos los demás- la serenidad su
pera al enojo.

Ego-Hal: La humildad es la manera evidente de superar


el orgullo. Se trata de que uno se dé cuenta de que po
see la misma esencia perfecta que los demás, de que no
es único.

Ego-Va: La veracidad contribuye a que uno se dé cuen


ta de que es lo que es. No tiene, por tanto, que utilizar el
engaño para mantener una imagen externa importante.

255
Los tipos eneagramáticos

Ego-Melan: La felicidad en el momento presente, o


ecuanimidad, contribuye a superar la envidia que produ
ce la felicidad de los demás.

Ego-Mez: La desidentificación con respecto al refugio


seguro y a la necesidad de saberlo todo libra a la perso
na de su avaricia y de su lucha por proteger su anoni
mato.

Ego-Cob: La valentía puede reemplazar al miedo. Nada


ni nadie puede dañar la propia esencia, sólo uno tiene la
opción de fortalecer el ego o de experimentar la esencia.

Ego-Plan: La sobriedad enseña que la felicidad se alcan


za paso a paso y que no puede lograrse de una vez por
todas utilizando medidas extremas y ansiosas.

Ego-Ven: El exceso de venganza respecto a los demás y


a uno mismo puede reemplazarse gracias a la inocencia
infantil. «¿Por qué habría de querer lastimar a nadie y
por qué alguien habría de querer lastimarme a mí?»

Para Ichazo, a menos que el hombre aprenda a vivir en su


centro motor y ponga fin a la identificación del ego con la
mente, su desarrollo evolutivo se verá interrumpido a la edad
de diez años. El hombre que viva en su centro motor conocerá
su unidad con todos los demás hombres, verá desaparecer su
individualismo y, con él, los conflictos y la búsqueda de sí que
están conduciendo a la destrucción de la cultura y del planeta.
La humanidad debe transformarse en una totalidad orgánica o
en una familia que viva en armonía con el cosmos.

256

1
17. LAS RAÍCES DEL ENEAGRAMA

Claudio Naranjo

La principal distinción en este cuerpo de la psicología que


quisiera subrayar es la existente entre lo que Gurdjieff denomi
naba «esencia» lo que llamaba «personalidad», la distinción en
tre el yo real y el yo condicionado con el que normalmente nos
identificamos. Donde Gurdjieff habla de personalidad, Ichazo
habla de ego, más en consonancia con el uso que se le da recien
temente a este término (viaje del ego, muerte del ego, trascen
dencia del ego) que con el significado que tiene en la actual psi
cología del ego. Esta distinción es similar a la propuesta por
Winnicot entre el «self real» y el «falso self», aunque ciertamen
te puede resultar un tanto equívoco hablar de esencia, de alma,
de yo real o de atman, como si el referente de todos estos térmi
nos fuera algo fijo e identificable. Por ello es por lo que, más que
hablar de la esencia como de una cosa, deberíamos pensar en ella
como un proceso, una carencia de ego, una forma libre y sin obs
curecer del funcionamiento de la totalidad humana integrada.
Aunque «ego» sea la palabra que más he utilizado cuando
presentaba estas ideas a comienzos de los setenta, espero haber
utilizado al menos tan a menudo la palabra «carácter», a la que
considero como un equivalente apropiado del mismo concepto
y que, sin embargo, no tiene el inconveniente de confundirla
con el significado del «ego» en el moderno psicoanálisis.

257
Los tipos eneagramáticos

La palabra «carácter», derivada del griego charaxo, signifi


ca grabar y se refiere a lo que permanece constante en una per
sona, a lo que está grabado, a los condicionamientos conduc-
tuales, emocionales y cognitivos. Uno de los méritos de la
psicología contemporánea ha sido el de ilustrar el proceso de
deterioro de la conciencia como consecuencia de la frustración
emocional temprana que tiene lugar en el contexto familiar.
Como respuesta al sufrimiento y la ansiedad, el individuo
afronta aquellas situaciones que perciba como amenazantes
con respuestas similares, respuestas que terminan fijándose y
convirtiéndose, como decía Freud, en una compulsión a la re
petición. Este proceso, sin embargo, entraña una pérdida de
contacto con la experiencia (una disminución de la conciencia)
que implica, al mismo tiempo, una automatización mediante la
cual la persona se convierte, de algún modo, en un autómata,
más que en un agente libre de su vida.
Junto a esa reducción de la conciencia y a esa automatiza
ción que tiene lugar como respuesta al dolor temprano, la es
tructura del ego se polariza entre el deseo exagerado y el odio,
sentimientos que, junto al oscurecimiento de la conciencia,
han sido señalados por la doctrina budista como los tres vene
nos que enturbian la existencia en el samsara, es decir, las tres
raíces de la conciencia egoica.
La teoría de la neurosis implícita en la visión protoanalítica
[eneagrama] es congruente con los enfoques freudiano y rei-
chiano que consideran a la neurosis como la consecuencia de
una restricción del instinto y también con el concepto de la sa
lud como autorregulación que géneralmente comparten los psi
cólogos humanistas desde Rogers y Perls. Aunque la teoría del
instinto ha dejado de estar de moda en los círculos psicoanalí-
ticos desde la aparición de la etología, la teoría psicológica ac
tual reconoce la omnipresencia de tres objetivos fundamenta
les en la concienciahumMa^ia-supeixiveñcíareT^lacerl ' las
4©laciones..
A diferencia de las religiones tradicionales, que equiparan
implícitamente lo instintivo con la esfera de las pasiones, la vi

258
Las raíces del eneagrama

sión de la mente que presentamos aquí concibe a la salud


como un estado de instinto libre o liberado, una concepción
que puede equipararse adecuadamente al concepto contempo
ráneo de autorregulación. Así pues, desde este punto de vista
el verdadero enemigo en la Guerra Sagrada del Cuarto Cami
no contra el falso self (o self inferior) no es el animal interno
sino el reino de los impulsos apasionados que contamina, re
prime y sustituye al instinto, y también -y más decisivamente-
los aspectos cognitivos del ego, las «fijaciones» que, a su vez,
sostienen las pasiones.
Permítanme ahora decir algo sobre el eneagrama, una figu
ra geométrica que Gurdjieff introdujo en Occidente y que las
escuelas esotéricas posteriores a él y a Ichazo consideran como
una pauta que encama leyes universales discemibles a modo
de proceso.

Figura I

259
Los tipos eneagramáticos

El triángulo inscrito en el círculo alude a una trinidad uni


versal que impregna toda existencia en forma de una fuerza
«activa», una fuerza «pasiva» y una fuerza «neutra», mientras
que los puntos que circundan el enegrama (a excepción del 3 y
el 6, llamados «puntos de shock») representan una pauta sep
tenaria de los ciclos naturales. Según se dice, la «Ley del
Tres» se aplica al principio divino mientras que la «Ley del
Siete» se aplica a la creación. Los puntos de shock «invisi
bles» constituyen un vínculo entre los reinos del ser y del de
venir, una influencia de un nivel superior a aquél en el que se
desarrolla un determinado proceso,
El examen del eneagrama de las pasiones que presentamos
en la figura II muestra que tres de esos plintos ocupan una po
sición más central que el resto. El simbolismo del eneagrama
-según el cual los diferentes puntos corresponden a grados e,
intervalos en la escala musical- muestra que la pereza psicoes-)
piritual, ubicada en la parte superior, constituye la más funda-/
mental, el Do, como si dijéramos, de las pasiones.
Desde este punto de vista, la inercia psicológica, la pereza,
constituye un reflejo de la teoría del aprendizaje (que conside
ra a la neurosis como condicionamiento), mientras que los otros
dos puntos del triángulo interno, por su parte, resumen la teoría
freudiana de la neurosis (como expresión de la ansiedad infan
til) y la teoría existencial (según la cual el fundamento de la pa
tología radica en la falta de autenticidad y en la «mala fe»).
El hecho de que estos tres estados mentales estén ubicados
en los ángulos del triángulo de las pasiones supone que éstas
son las piedras de toque de todo el edificio emocional y que
todos los estados intermedios pueden ser explicados como el
fruto de la interacción, en distinta proporción, existente entre
ellos. Desde este punto de vista, la ira, por ejemplo, es un hí
brido entre la inercia psicológica y el engaño, como lo es tam
bién el orgullo, aunque con una distinta predominancia de la
pereza y de la vanidad, respectivamente.
Las conexiones existentes erfte estos tres puntos -que con
figuran los tres lados de un triángulo- constituyen relaciones

260
Las raíces del eneagrama

psicodinámicas. En este sentido, bien podríamos decir que


cada uno de ellos es el fundamento del siguiente en la secuen
cia determinada por las flechas.
Así pues, si comenzamos a leer esta secuencia psicodinámi-
ca por la parte superior, podemos decir que una falta de la sen
sación de ser, implícita en la «robotización» de la pereza, priva
al individuó de un fundamento desde el que actuar y termina
abocando al miedo. Pero, por más que lo temamos, debemos ac
tuar en el mundo y así, en lugar de ser quienes somos, nos ve
mos urgidos a resolver esta contradicción actuando desde un yo
falso. Entonces erigimos una máscara entre nosotros mismos y
el mundo, nos identificamos con ella y aparece el orgullo. Sin
embargo, en la medida en que nos identificamos con nuestra
máscara, nos olvidamos de quiénes somos realmente y, de ese
modo, perpetuamos el oscurecimiento óntico que, a su vez, ali
menta el miedo, generando, de ese modo, un círculo vicioso.
P ereza
9

2
Soberbia

V anidad

5 4
A varicia E nvidia
Figura II
261
Los tipos eneagramáticos

Si el lector presta atención al eneagrama de las pasiones ad


vertirá que siete de ellas no difieren de los siete pecados capi
tales (de caput, cabeza) gregorianos y que los otros dos -a los
puntos de shock (que, según la tradición, son invisibles)- son
precisamente las piedras angulares del sistema no menciona
das por la tradición cristiana.
En mi opinión, la presente concepción del centro emocional
inferior o, dicho en otras palabras, el eneagrama de las pasio
nes, nos proporciona una visión más comprensiva de la neuro
sis que la que podemos encontrar en aquellas teorías que pro
ponen que toda psicopatología (sin importar el estilo de
neurosis de que se trate) se asienta en una de estas actitudes.
Del mismo modo que Freud elaboró una interpretación de
la vida y de las relaciones humanas centrada en el miedo y que
los existencialistas han subrayado la importancia de ser-para-
los-otros y la falta de autenticidad, Karen Homey ha recalcado
-como lo hacen los autores cristianos- que el principal defec
to psicológico es el orgullo. Melane Klein, por su parte, ha se
ñalado el papel fundamental de la envidia y Fairbain y Gun-
trip, por último, han hecho hincapié en el fenómeno esquizoide
relacionado con el punto 5.
Quizás fuera más adecuado decir -como lo hace el protoa-
nálisis- que todos los puntos de vista son aplicables a cada uno
de nosotros pero que cada una de estas interpretaciones se
ajusta más a una determinada situación o a la estructura carac
terial de un determinado individuo. Así pues, desde esta pers
pectiva, el diagnóstico de la pasión principal puede constituir
una interpretación central cuya importancia y potencial trans
formador sólo es comparable al del ego cognitivo, o fijación,
el principal representante de «Satán» (según la terminología de
Ichazo) en el psiquismo.
Pero más que caracterizar a las pasiones, sólo querría, en
este artículo, subrayar que debemos sintonizamos a nosotros
mismos con el significado original de los términos tradiciona
les, considerando, por ejemplo que la «ira» es una «oposición»
más interna y fundamental que la irritación excesiva; que la

262
Las raíces del eneagrama

«lujuria» no es tanto una propensión hacia el sexo o el placer


como una pasión por el exceso o el apasionamiento excesivo;
que la «gula» no debería ser entendida en un sentido estricto
como un apetito desmedido por la comida, sino en un sentido
más amplio, como una tendencia hedonista y un ansia insacia
ble; que la «avaricia», por su parte, puede referirse o no a la
acumulación de dinero y debería, más bien, designar el apego
voraz y temeroso generalizado. Del mismo modo, deberíamos
considerar también la renuncia alternativa a la identificación
exclusiva con la lujuria, la gula, la envidia y otras emociones.

263
18. TIPO SAGRADO: LAS NUEVE
PERSONALIDADES DEL
ENEAGRAMA

Helen Palmer

El eneagrama es un antiguo sistema de desarrollo del ser


humano que se basa en nueve tipos de personalidad y en la
forma en que actúan entre sí. Cada uno de los tipos está defi
nido por un tema mental y emocional. Los tipos correlacionan
bien con las distintas teorías de la personalidad al uso pero no
se ocupan tanto de describir rasgos patológicos como personas
normales y aquellas otras cuyo funcionamiento está por enci
ma de lo normal. Ninguno de los tipos es mejor que el resto,
cada uno es adecuado pero todos ellos difieren radicalmente en
su punto de vista.
El estudio externo del sistema ilustra lo que piensan y sien
ten los nueve tipos, cómo se relacionan entre sí y la mejor for
ma de fomentar su crecimiento y desarrollo. Este nivel propor
ciona nociones fundamentales sobre nosotros mismos y sobre
nuestras relaciones. Pero el principal poder del eneagrama re
side en que aclara la forma en que cada uno de los tipos se ha
lla ligado a ciertos aspectos de la esencia del ser humano.
Nuestra esencia es el elemento permanente del ser. La con-

264
Tipo sagrado: las nueve personalidades d el eneagram a

ciencia de la esenciatambién se ha llamado conciencia superior


o realización espiritual.1
El estudio interno del sistema se ocupa del vínculo existen
te entre la personalidad y la conciencia superior. El trabajo
consiste en transformar la energía invertida en los hábitos
emocionales y mentales ordinarios en capacidades como la
empatia, la omnisciencia y el amor. En realidad, los aspectos
superiores del tipo son cualidades espirituales que pertenecen
al reino de lo divino y que, por tanto, no deben confundirse
con las habilidades, el aprendizaje creativo y los rasgos psico
lógicos que caracterizan a un buen funcionamiento. A fin de
cuentas, la lucidez mental y la generosidad emocional que ma
nifiestan las personas psicológicamente maduras no son, es
trictamente hablando, cualidades espirituales.
Estos recursos del espíritu no pertenecen al mismo orden
que los rasgos psicológicos y, por lo tanto, no pueden ser apre
hendidos mediante el análisis y la emoción, y sólo aparecen
cuando la conciencia ha trascendido las fronteras del pensa
miento y del sentimiento. Existe, por supuesto, una tendencia
natural a confundir los aspectos de la esencia con el funciona
miento psicológico maduro porque, para describir las diversas
actividades de la esencia, nos vemos obligados a recurrir a pa
labras que se refieren a acontecimientos ordinarios.
El Abhidhamma, la obra clásica de la psicología budista, es
otro antiguo sistema que establece relaciones entre el tipo hu
mano y el dominio espiritual. Los rasgos adscritos a los tres ti
pos budistas se corresponden fielmente con los tres puntos del
triángulo interno del eneagrama. El tipo Codicia, al igual que
el «tres» del eneagrama, está motivado por el deseo (deseo de
más dinero, de más fama, de más placer, etcétera). El tipo
Odio, al igual que el «seis» del eneagrama, considera la vida
como una batalla. El tipo Ilusión, por último, como el «nueve»
del eneagrama, trata de funcionar sin prestar atención. Según
el budismo, estas tres visiones engañosas se contrarrestan cul
tivando sus tendencias opuestas, la desidentificación, la com
pasión y la atención.

265
Los tipos eneagramáticos

LAS PASIONES DE LA TRADICIÓN SAGRADA


A partir de 1984 se han escrito varios libros sobre el siste
ma que describe las nueve personalidades del eneagrama con
un lenguaje adaptado al pensamiento psicológico occidental.
Estos textos se ocupan de describir los distintos tipos en fun
ción de sus hábitos mentales y emocionales y la forma en que
suelen expresarse. Un enfoque más clásico del eneagrama, sin
embargo, considera que cada uno de los tipos constituye una
fijación de la atención en una de las pasiones emocionales re
currentes de la tradición sagrada. Desde este punto de vista, la
pasión es el eje central de la personalidad en tomo al cual se
organizan los pensamientos, los sentimientos y la conducta
propios de un determinado tipo. A diferencia de las emocio
nes, que cambian constantemente, las pasiones, en cambio,
constituyen el eje fundamental de una distorsión perceptiva
sistemática, el núcleo de una visión distorsionada de la vida.
Tradicionalmente se habla de siete pasiones que, sumadas a
las dos tendencias «genéricas» que comparten todos los tipos,
hacen un total de nueve. Cada pasión es una versión distorsio
nada -o «caída»- de un aspecto de la esencia del ser humano.
El trabajo psicológico consiste en disolver y eliminar esa dis
torsión. El trabajo espiritual, por su parte, consiste en transfor
mar la energía contenida en la pasión y recuperar, de ese
modo, su expresión divina original. Las siete pasiones son am
pliamente conocidas como los siete «pecados» capitales de la
cristiandad. Gurdjieff, el transmisor del eneagrama en Occi
dente, creía que el «rasgo fundamental» de la personalidad se
asentaba en estos vicios.2 Según él:

Son los mismos motivos los que siempre movilizan el Rasgo


Fundamental. Es como si el piso de una bolera estuviera in
clinado y esa inclinación impidiera que la bola se desplazara
en línea recta. El Rasgo Capital, que siempre nos hace salir
por la tangente, se deriva de uno o varios de los siete pecados
mortales, pero fundamentalmente del amor propio y de la va-
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

nidad. Para descubrirlo es necesario ser más consciente, y este


descubrimiento, a su vez, supone un aumento de conciencia.3

George Ivanovich Gurdjieff (1872-1949) fue un maestro


espiritual de enorme magnetismo personal que vivió y enseñó
durante un período en el que las ideas freudianas sobre el in
consciente apenas si circulaban. Gurdjieff dijo que había estu
diado el eneagrama de fuentes sufíes y fue el introductor en
Occidente del diagrama de la estrella de nueve puntas, inclu
yendo la pauta de flujo interno que relaciona de un modo con
creto cada uno de esos puntos. Es por ello por lo que el enea-
grama ha terminado convirtiéndose en el emblema de su
trabajo.4
Aunque, en su aspecto negativo, las pasiones constituyen
vicios u oscurecimientos de la mente, no obstante, también re
presentan una fuente primordial de energía para la liberación
espiritual. Las pasiones son, por así decirlo, la materia prima,
el compost, las cualidades de la naturaleza humana que pueden
transformarse y convertirse en aspectos de la divinidad, o
esencia. Debemos señalar que el eneagrama sólo hace mención
a las nueve facetas del ser superior que pueden experimentar
se transformando las energías emocionales negativas. La ale
gría, por ejemplo, no aparece en el eneagrama, como tampoco
lo hacen ciertos estados internos como el vacío o la beatitud,
por ejemplo. Así pues, desde el punto de vista del desarrollo
humano, la pasión constituye el eje de la personalidad, el
agente clave de la transformación que conduce desde la con
ciencia ordinaria hasta la conciencia superior.
Richard Rohr, un sacerdote católico que ha escrito sobre el
eneagrama dice: «La yuxtaposición de las pasiones con sus al
ternativas positivas ha sido un tema relevante en la historia de
la espiritualidad cristiana. Geoffrey Chaucer (circa 1340-
1400), el gran poeta inglés anterior a Shakespeare, nos ofrece,
en “El cuento de Parson” (de Los cuentos de Canterbury) una
lista especialmente interesante. Chaucer escribe desde la cre
encia de que cada pecado capital puede ser contrarrestado por

267
Los tipos eneagramáticos

su antídoto, una virtud, que constituye el remedio concreto


para curar cada uno de los «pecados». Su visión resulta, en
este sentido, muy similar a la que nos proporciona el eneagra
ma, porque los pares de «pecados» y «virtudes» correspon
dientes son prácticamente idénticos. Así pues, la humildad
constituye el antídoto de la soberbia, el verdadero amor a Dios
cura la envidia, el remedio de la ira es la paciencia, la pereza
(indolencia) se supera con la fortaleza, la avaricia con la com
pasión, la gula con la sobriedad y la moderación, y la lascivia
(lujuria) con la castidad.5

Continuando con el concepto de pasión como un agente po


tencial de liberación, el poeta Dante utiliza, para referirse a las
siete áreas del Purgatorio, los mismos términos que se usan ac
tualmente en los estudios sobre el eneagrama. El purgatorio
puede ser considerado como una «estación provisional» entre
la vida terrenal y el reino de los cielos, un «lugar» en el que
los pecados son expiados y el alma se prepara para la beatitud
o ser permanente.

Dante (1265-1321) Oscar Ichazo (1970)


La Divina Cwwc/w-Purgatorio Entrenamiento Arica

Uno Ira Mansedumbre Ira Serenidad


Dos Orgullo Humildad Orgullo Humildad
Tres Engaño Veracidad
Cuatro Envidia Caridad Envidia Ecuanimidad
Cinco Avaricia Pobreza Avaricia Desapego
Seis Miedo Coraje
Siete Gula Abstinencia Gula Sobriedad
Ocho Lujuria Castidad Exceso Inocencia
Nueve Pereza Celo Pereza Acción

Hemos ubicado, en esta tabla, la nomenclatura de las pa


siones y de sus opuestos superiores utilizada por Dante en la
sección dedicada al pugatorio de La Divina Comedia6junto al

268
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

trabajo de Oscar Ichazo, fundador de la escuela Arica y cono


cido también por haber utilizado la estrella de siete puntas de
Gurdjieff cargada con los pecados capitales del cristianismo.
Los tipos «genéricos» del engaño y el miedo son descritos en
el pugatorio de Dante como estados de conciencia, e Ichazo
los ubicó en el eneagrama para completar los nueve puntos.7

LAS PASIONES TRADICIONALES E N E L


ENEGRAMA DE GURDJIEFF SEGÚN ICHAZO

El engaño y el miedo aparecen en lo que Gurdjieff llamaba


«puntos de shock», o puntos de anclaje, del triángulo interno
del eneagrama. Éstos son los puntos que regulan el aporte de
energía procedente de los reinos de la esencia -o de la gracia-
a las dimensiones materiales de la vida.8 Según la tradición sa
grada, todos nosotros estamos sumidos en la falsa creencia de
que nuestra personalidad es nuestro verdadero self y este ale
jamiento de nuestra naturaleza espiritual es la verdadera causa
del miedo.
El engaño es la identificación que nos lleva a confundir
nuestra personalidad con el self auténtico. Pero la identifica
ción es un mecanismo psicológico necesario para la formación
de la personalidad. Todos nosotros nos identificamos con las
características propias de nuestro tipo y, a través de esta iden
tificación, estamos engañosamente convencidos de que nuestra
personalidad es nuestra verdadera naturaleza.9
Quienes se identifican con el rol y con la imagen como el
rasgo fundamental de su vida psicológica se hallan ubicados
en el punto «tres» del eneagrama. La historia de sus vidas ilus
tra el autoengaño que supone asumir una falsa persona para
conseguir la aprobación y el amor de los demás. Sus observa
ciones nos recuerdan que, cuando nos identificamos con las
características propias de nuestro tipo, terminamos olvidándo
nos de nuestra verdadera naturaleza espiritual.

269
Los tipos eneagramáticos

9 Mediador
Pereza

Avaricia Envidia

D ia g r a m a I

El miedo es la segunda cualidad «genérica» que contribuye


a la formación del tipo. La tradición sagrada nos recuerda que
los niños nacen con la capacidad potencial de confiar física
mente en la bondad de los demás y que se repliegan sobre sí
mismos cuando esta seguridad es rota por la tensión y el dolor.
Quienes se identifican con el miedo como rasgo capital de
su vida interna se ubican en el punto «seis» del eneagrama.
Sus observaciones nos recuerdan el papel que desempeña la
ansiedad en la formación de cualquier tipo. Quienes están en
cuadrados en el tipo «seis» afirman que el miedo comienza
apareciendo en sí mismos y que luego se proyecta hacia el ex
terior. Según dicen, algo externo les ha producido miedo y eso
es lo que determina que escruten el exterior en busca de «la ra
zón» de su sensación de amenaza interna.
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

La proyección es el principal mecanismo de defensa del


tipo «seis» (estilo paranoico) y también desempeña su papel en
cualquier tipo de percepción distorsionada de la realidad. To
dos nosotros compartimos la misma tendencia genérica a mirar
hacia fuera para tratar de explicar el motivo por el cual senti
mos lo que sentimos. Es nuestro propio miedo el que nos hace
proyectar y buscar fuera de nosotros el «origen» de nuestro
malestar.10
El miedo universal al cambio ilustra perfectamente el factor
genérico del miedo en la formación del tipo. Es muy difícil
cambiar una determinada conducta -aun cuando nos demos
cuenta de ella- y cuando comienza a cambiar tenemos miedo,
dudamos y nos engañamos a nosotros mismos diciéndonos que
el problema carece de importancia. La mayor parte de nosotros
terminamos olvidándonos. Tememos al cambio porque eso su
pondría transformar las defensas propias de nuestro tipo.

LOS CENTROS

Gurdjieff elaboró su concepto de «Rasgo Capital» -o pa


sión fundamental del tipo- en base a un modelo extraído de la
tradición sagrada. Según este modelo el ser humano es un ser
tricerebrado. Estos «tres cerebros» se refieren a los tres tipos
de conciencia ordinaria: mental, emocional e instintiva (basa
da en el cuerpo). Para Gurdjieff el progreso espiritual implica
la transformación de la conciencia ordinaria hacia reinos de
percepción más sutiles mediante el desarrollo de un centro
mental superior y un centro emocional superior.
Para Gurdjieff la vida espiritual está gobernada por los cen
tros de percepción superiores. Su pensamiento es perfectamen
te compatible con las prácticas meditativas que recomiendan el
aquietamiento del pensamiento y de las emociones para que la
inteligencia interna o «superior» del corazón y de la mente
puedan llegar a abrirse. El estudio profundo del eneagrama su
pone aquietar la mente, desarrollar el observador interno y

271
Los tipos eneagramáticos

cambiar la ubicación de la atención para activar, de ese modo,


los centros superiores de percepción.
El diagrama II sugiere una aproximación a la activación de
los centros superiores de percepción. La energía habitualmen
te invertida en la actividad sexual, el bienestar instintivo y el
movimiento (orientación) se «acumulan» como una fuerza en
el centro abdominal mediante ciertas prácticas meditativas
concretas. Cuando las tres energías vitales se consolidan en el
centro abdominal, ascienden como una fuerza para activar los
centros mental superior y emocional superior. De este modo, la
energía que normalmente se expresa a través de los hábitos
mentales, emocionales y físicos, se transforma para «desper
tar» la actividad del centro abdominal y de los centros mental
superior y emocional superior. Las principales tradiciones su
periores han denominado a este centro abdominal de formas
diferentes, como centro del vientre, centro del cuerpo, hara,
tantien y kath.
En mi opinión, si esto es así, si la fuerza ascendente del
centro abdominal consolidado es alimentada por tres energías
«instintivas» diferentes, aquellas energías son mediadas por
los subcentros descritos en la fisiología de la experiencia sa
grada. Estos subcentros se localizan en determinados lugares
físicos del cuerpo y su actividad suele describirse en la fisiolo
gía de la experiencia sagrada. Estos subcentros se localizan en
determinados lugares físicos del cuerpo y sus actividades sue
len describirla los meditadores como el resultado de la energe-
tización que acompaña a la práctica. Los subcentros principa
les pueden experimentarse en el perineo, el plexo solar y la
base de la columna.
El hecho de que los centros «instintivos» basados en el
cuerpo de los que habla Gurdjieff estén realmente relacionados
con los estadios del crecimiento psicológico que depende de la
maduración instintiva es una cuestión que los teóricos del de
sarrollo todavía no han llegado a resolver.
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

CABEZA

CORAZÓN

VIENTRE

D ia g ra m a II. T ipo S a g ra d o : E l C e n tro d e la C o n c ie n c ia


O rd in a ria y d e la C o n c ie n c ia S u p e rio r

El diagrama III muestra la forma en que los nueve tipos sa


grados pueden superponerse al modelo nuclear de Gurdjieff de
los tres tipos de inteligencia ordinaria y de sus correspondien
tes aspectos superiores. Esta superposición fue desarrollada
por Oscar Ichazo, quien también ubicó adecuadamente a las
siete pasiones del cristianismo más los dos rasgos generales
del engaño y del miedo hasta totalizar nueve.
Ichazo completó el modelo gurdjievo de la posible evolu
ción del ser humano agregando un componente cognitivo a
cada una de las pasiones emocionales. Así pues, Ichazo deter
minó la preocupación mental propia de cada uno de los tipos y
también definió su correspondiente modalidad alternativa su
perior. Luego completó esta visión del modelo eneagramático

273
Los tipos eneagramáticos

asignando cada una de las tres energías vitales o «instintos» de


Gurdjieff a un aspecto concreto de la vida práctica, a los que
llamó autoconservación, relación sexual y relación social.
La autoconservación tiene que ver con la supervivencia co
tidiana, el aspecto sexual de la vida está ligado a la supervi
vencia en el tiempo (genética) y el aspecto social a la supervi
vencia en grupo (rebaño). Queda todavía por determinar si las
claves conductuales que Ichazo ha asignado a cada aspecto es
tán realmente moduladas por los instintos. Tal vez no se trate
más que de cuestiones relacionadas con la supervivencia per
sonal, sexual y social.

LA TRADICIÓN ORAL

Al sintetizar el modelo de Gurdjieff con la descripción tra


dicional de los pecados capitales del Cristianismo, Ichazo for
muló una teoría occidental de la personalidad. De este modo
proporcionó una descripción de los tipos que transmitió en un
entrenamiento que tuvo lugar en 1970 en Arica, Chile.11
La preocupación principal del tipo y sus relaciones con las
distintas teorías psicológicas fue amplificada por su discípulo,
el psiquiatra Claudio Naranjo, uno de los participantes del en
trenamiento de Arica. Naranjo relacionó los distintos tipos
con los diferentes criterios diagnósticos existentes y también
demostró la eficacia de un enfoque basado en la enseñanza
oral entrevistando a personas adiestradas en la autoobserva-
ción que pudieran describir adecuadamente sus propios esta
dos internos.12
La transmisión oral se basa en las descripciones aportadas
por personas capacitadas para observar el funcionamiento de
su mundo interno. Los buenos observadores pueden observar
mucho más allá de sus conductas superficiales y también pue
den hablar de los pensamientos, sentimientos y motivos que se
esconden detrás de sus acciones. En la tradición oral utiliza
mos un método de investigación que consiste en propiciar un

274
Indolencia 9 A m or (Caridad)
Diagrama III
V enganza 1 R esentim iento V erdad 8 / / \ 1 Perfección

Planificación 7 2 H alago T rabajo 7 2 Libertad

3 V anidad Fe 6 3 Esperanza
Cobardía 6

M ezquindad 5 4 M elancolía O m nisciencia 5 4 O riginalidad

9 Indolencia (Pereza) 9 A cción

E xceso (Lujuria) 8 / \ \ 1 Ira Inocencia 1 Serenidad

G ula 7 2 O rgullo S obriedad 7 2 H um ildad

M iedo 6 3 E ngaño V alor 6


4 Ecuanim idad
5 A varicia (Codicia) 4 E nvidia D esapego 5 (Equilibrio)

9 U nión 9 P articipación 9 A petito


Supervivencia 8
Posesión satisfactoria 1 A nsiedad
1 Inadaptación

Sugestibilidad 7 D efensores 7
2 A m bición

Fortaleza 6 3 Prestigio A fecto 6 3 Seguridad

C onfianza 5 4 C om petencia 4 V ergüenza Fortaleza 5 4 V alentía


Los tipos eneagramáticos

diálogo entre los diferentes tipos. Este diálogo produce ilustra


tivos ejemplos de primera mano de la forma en que los dife
rentes tipos de personalidad influyen sobre la toma de decisio
nes, la vida profesional y el establecimiento de todo tipo de
relaciones.
Desde hace unos veinte años me dedico a enseñar el enea-
grama sosteniendo un diálogo con personas que representan su
propio tipo, conmigo misma y con otros que formulan pregun
tas al respecto. Mi papel es el de moderadora para impedir que
la conversación no se desvíe de los objetivos perseguidos y
poder identificar así aspectos concretos de cada una de las dis
tintas personalidades. Esta forma de trabajo se ha revelado su
mamente fructífera a la hora de definir las características pro
pias de los nueve tipos y también se ha convertido en un
ámbito adecuado para que quienes enfocan la vida desde dife
rentes puntos de vista aprendan a desarrollar la compasión por
los demás. En este sentido, resulta extraordinario, por ejemplo,
el nivel de comprensión que se desarrolla entre antiguas pare
jas a medida en que su diálogo va profundizándose. Con mu
cha frecuencia he visto que personas que nunca antes habían
reconocido la importancia de observarse a sí mismos, se le
vantaban súbitamente de la silla y comenzaban a aplaudir apa
sionadamente después de escuchar una conversación sincera.
En mi opinión, el diálogo constituye la forma más adecua
da de enseñanza del eneagrama. Es evidente que se trata de
una forma rápida y eficaz de fomentar la comprensión en gran
des grupos de personas que no siempre son psicológicamente
muy sofisticadas. Por otra parte, el hecho de ser capaz de cues
tionar e interactuar personalmente con los tipos, ayuda a des
cartar muchas de las falsas ideas que surgen de la simple lec
tura de las descripciones escritas sobre éstos. Muchas de las
personas que se acercan a los talleres de trabajo sobre el enea-
grama saben muy poco sobre su propio tipo o sobre el tipo de
las personas que les rodean en su vida cotidiana. En este sen
tido, la posibilidad de ver a diferentes personas pertenecientes
al mismo tipo constituye una innegable ventaja porque, de este

276
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

modo, podemos comparar nuestra propia vida con las historias


que nos presentan los distintos expositores, identificándonos o
no con ellos.
Por otra parte, el diálogo sobre los tipos también resulta
muy sugestivo, ya que la conversación nunca es la misma y
puede tomar direcciones muy interesantes. A lo largo de los
años he hablado de temas que van desde la sexualidad hasta
los estilos de parentaje pasando por el desarrollo espiritual. De
este modo podemos establecer interacciones muy estimulantes
entre una determinada persona y sus padres, su esposa, sus hi
jos, sus jefes, sus empleados y sus amigos. En cualquier caso,
la verdadera razón por la cual me agrada el método del diálo
go consiste en la riqueza de la información que siempre acom
paña a una buena conversación, ya que el verdadero interés, de
hecho, gravita en tomo al descubrimiento del papel desempe
ñado por el tipo en la vida espiritual del sujeto.
En este sentido, el trabajo en grupo ilustra perfectamente la
forma en que cada tipo aborda su vida profesional y su vida
personal, pero los buenos autoóBservadores siguen siendo una
fuente fiable de información cuando se les pregunta sobre sus
experiencias con la meditación y la oración. Los entrevistados
afirman que la pasión que afecta a su vida externa también di
ficulta su meditación y su reflexión interna. Si utilizamos el
triángulo central del eneagrama como ejemplo, veremos que el
tipo Autoengaño (punto «tres») confunde la actividad de me
ditar con sentirse afectado y conmovido por el silencio, que el
tipo Miedo («seis») teme dejar de pensar y que el tipo Indo
lencia («nueve») tiene dificultades para concentrarse.

UBICACIÓN DE LA ATENCIÓN

En mi opinión, cada pasión puede ser descrita recurriendo a


la forma habitual en la que estructura la atención. Así, cuando
la atención es «atrapada», automáticamente deseamos con en
vidia, nos infatuamos con orgullo o nos contraemos con avari
Los tipos eneagramáticos

cia. Por otra parte, la energía estalla súbitamente cuando esta


mos enojados o nos impulsa a huir cuando tenemos miedo. Por
último, la atención queda fijada al objeto que codiciamos o en
vidiamos, a lo que nos enoja o a lo que deseamos. Existen
también ciertas ocasiones en las que el objeto de atención está
tan cargado energéticamente que respondemos de manera re
fleja sin comprender siquiera que nuestras percepciones se han
restringido y disorsionado.
En mi opinión, es importante que cada tipo pueda describir
la ubicación automática de la atención característica de su pa
sión. El tipo Envidia («cuatro»), por ejemplo, recuerda el ob
jeto perdido de su amor y anhela emocionalmente nombrando
específicamente a una figura ausente y a una forma concreta
de reaccionar ante esa figura. Otro de los «tipos emocionales»
del eneagrama, el tipo Orgullo («dos»), focaliza su atención en
las necesidades de los demás y reconoce emocionalmente «en
qué se convierte» cuando ofrece a los demás aquello que dese
an. Las pasiones no son más que una versión compulsiva de
reacciones humanas espontáneas y adecuadas y, en conse
cuencia, todos podemos identificar la ubicación de la atención
que subyace a cada tendencia emocional. Cada uno de noso
tros tiene un anhelo, como ocurre con el tipo «cuatro» y, del
mismo modo, el tipo «dos» no es el único que modifica su
forma de presentarse ante los demás para conseguir su reco
nocimiento. Así pues, cada una de las pasiones constituye el
reflejo de una forma de atención que es connatural y familiar
a todos nosotros.
Mi propio interés por el eneagrama tiene que ver con la
ubicación de la atención que subyace a un determinado rango
de percepciones, particularmente percepciones emocionales,
intuitivas y espirituales. Creo que la ubicación de la atención
que subyace a los distintos tipos de personalidad -que por des
gracia, limitan la percepción a un sector muy limitado de in
formación- son realmente construcciones personales de las
ubicaciones de la atención propias de determinadas prácticas
meditativas. La forma más adecuada de explicar esta idea a

278
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

mis alumnos consiste en demostrar la forma en que determina


das meditaciones transforman los efectos de cada pasión. De
hecho, cualquier tipo de práctica interna está basada en deter
minadas ubicaciones de la atención, y esto es especialmente
aplicable en el caso de aquellas prácticas que invocan la con
dición opuesta de cada una de las pasiones.
El eneagrama se basa en el concepto tradicional de que las
pasiones pueden convertirse en su condición opuesta o «supe
rior». Desde este punto de vista, las facetas superiores de cada
uno de los tipos constituyen formas reales de la divinidad. De
hecho, existe una amplia tecnología de tradiciones sagradas or
ganizadas para cultivar ciertas cualidades concretas de la esen
cia, como la humildad, el amor y la fe, opuestos eneagramáti
cos del orgullo, la indolencia y el miedo. El objetivo de este
trabajo consiste en hacemos conscientes de los hábitos carac
terísticos de cada tipo para que la acción (o la gracia) de la
esencia no se vea obstaculizada por las pasiones.
La breve descripción y enumeración de las pasiones clave
que presentamos a continuación resume las afirmaciones de
los miles de personas que han participado hasta el momento en
nuestros grupos de trabajo con el eneagrama. Ellos se descri
bieron públicamente para ayudar a los recién llegados a descu
brir su propio tipo. Como ocurre con cada maestro, tengo mi
propia visión sobre el tema. Obviamente, estoy interesada en
explicitar las preocupaciones propias de cada tipo y sigo es
tando fascinada con las interacciones que tienen lugar entre los
distintos participantes. Creo, no obstante, que el tipo constitu
ye un punto de acceso estratégico a la conciencia superior y
por ello estoy menos interesada en las conductas y en los mo
tivos que ocupan la atención de los participantes que en la ubi
cación crónica de la atención que organiza su visión del mun
do. Pero para alcanzar la conciencia superior debemos partir
de la conciencia ordinaria que nos resulta familiar. En algún
punto hay que comenzar y el más adecuado y ventajoso es la
ubicación de la atención. Queremos, pues, saber a qué presta
atención cada tipo, describir cómo lo hace e ir transformando

279
Los tipos eneagramáticos

gradualmente esa focalización limitada de la atención hasta


llegar a abarcar la amplitud total de la información objetiva.

UNO: PERFECCIONISTA

La pasión de la ira se centra en la transgresión de la norma.


Lo que está en juego es el compromiso interno hacia la per
fección. En los casos extremos este tipo se convierte en una
personalidad compulsiva.
El tipo «uno» busca el amor convirtiéndose en mejor per
sona y haciendo lo que es correcto. Se mide a sí mismo en fun
ción de los más elevados criterios en busca de una plataforma
ética sobre la que erigir su vida. Su pensamiento gravita en
tomo a los «debería» y a los «tendría que» («nuestra relación
debe ser intachable», «nuestro trabajo tiene que ser perfecto»).
En el mejor de los casos, su compromiso con la bondad cons
tituye una guía hacia el crecimiento del ser humano. Como
maniobra defensiva, el «uno» utiliza la estrategia de encontrar
defectos en los demás para sentirse superior a ellos.

FOCOS DE ATENCIÓN

• Buscar la perfección. E vitar el error y el mal.


• C onsciente. Enfatiza el ca rácter ético y m oral. P en sar lo
correcto, H acer lo correcto. Ser correcto.
• P ensar lo correcto: «D ebo, pu edo y quiero».
• H a c e r lo c o r r e c to : S u b r a y a r la s v ir tu d e s p r á c tic a s :
Trabajo, sobriedad, honradez y esfuerzo .
• Ser correcto: Crítica interna severa. Voz interna enjuiciadora.
• E l p eso del trabajo com pulsivo pu ede llegar a bloquear los
sentim ientos inaceptables.
• La ira surge de las necesidades in satisfech as . N egarse a
uno mismo genera resentimiento. N o es consciente de su p r o
p ia ira. «Hoy estoy energético».
• P reocupado p o r las decisiones. Temor a equivocarse.

280
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

• Este fo co atencional asegura una plataform a ética y m oral


p a ra la vida que también pu ede conducir a:
• Una sola form a de pen sar correcta. A certado o equivocado ,
Blanco o negro. Sin m atices intermedios.
• U na ex tra o rd in a ria c a p a c id a d c r ític a y una sen sa c ió n
intuitiva de lo perfectas que pueden ser las cosas.

DOS: DADOR

La pasión del orgullo es una sensación inflacionada de au


toestima que enmascara una dependencia para conquistar la
aprobación de los demás. Cuando la compulsión llega a ser ex
trema, estamos en presencia de la personalidad histriónica.
El tipo «dos» se asegura el amor de los demás convirtién
dose en alguien indispensable para ellos. Los dadores son be
neficiosos para la vida de sus semejantes. Apoyan a sus per
sonas más queridas, son afectuosos con ellos y les gusta ser el
poder que se oculta detrás del trono. Para conseguir esto, los
dadores desarrollan muchos roles distintos, un rol para el ho
gar, otro para el jefe y muchos otros para la vida privada. En
el mejor de los casos, es altruista y generoso y su maniobra
defensiva fundamental consiste en dar para recibir algo a
cambio:

FOCOS DE ATENCIÓN

• Conseguir la aprobación. Se adapta p a ra agradar a los d e


más. Soslaya sus p ro p ia s necesidades.
• Está orgulloso de ser necesitado. Ser central en las vidas de
los demás. Ser indispensable.
• Sensación de tener muchos yoes diferentes p a ra satisfacer
las necesidades de los demás.
• Confusión entre los diferentes yoes: «¿Quién soy realmente?».
• D if ic u lta d p a r a r e c o n o c e r la s p r o p ia s n e c e s id a d e s .
Satisface sus p ro p ia s necesidades ayudando a los demás.

281
Los tipos eneagramáticos

• B u sca la lib e rta d y se sien te lim itado cuando tiene que


p re sta r apoyo a los dem ás.
• M o d if ic a su p r e s e n ta c ió n p a r a p o d e r s a ti s f a c e r la s
n ecesid ades de los dem ás. E sta fo rm a de p re sta r atención
pu ede conducir a:
• R elaciones em ocionales em páticas.
• A daptarse a los deseos de los dem ás com o una form a de
asegurarse su amor.

TRES: EJECUTIVO

La pasión del engaño consiste en representar una imagen


de éxito ante los ojos de los demás. Si la compulsión es extre
ma este sujeto se convierte en el perfil perfecto del tipo A.
El tipo «tres» logra el amor de los demás mediante el éxito
y la imagen. Subraya la importancia de la acción, compartir ac
tividades con la familia y llevar a cabo trabajo de alto nivel. El
tipo «tres» está preocupado por los roles y el estatus profesio
nal. Quiere ser tenido en cuenta, dirigir a los demás, impresio
narles y ser visto. El trabajo es su área de interés fundamental
y, mientras lo lleva a cabo, pone en suspenso sus propios senti
mientos. En el mejor de los casos, este foco atencional produce
líderes eficaces cuyo mecanismo defensivo consiste en cons
truirse una imagen para promover el éxito personal.

FOCO DE ATENCIÓN

• L ogro , produ cto y ejecución. O bjetivos , tareas y resultados.


• Com petencia y eficacia. E vitar el fracaso.
• L im ita d o a c c e s o a la v id a em o cio n a l; e l c o ra zó n está
pu esto en el trabajo.
• Pensam iento convergente. Una mente todo terreno fo ca liza
da en los resultados y en los objetivos concretos.
• «Soy lo que hago». Confusión entre el se lf real y el trabajo
o rol desem peñado.

282
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

• Aprende a «fabricar» sentimientos. Construye su imagen y


aprende las líneas de conducta a seguir.
• Camaleón. Cam bia sus roles y también cam bia la imagen de
s í mismo.
• E sta form a de p re sta r atención pu ede m axim izar el éxito.
También conduce a:
• A u to e n g a ñ o . T erm in a r c re y e n d o en la p r o p ia im ag en
pública.

CUATRO: ROMÁNTICO TRÁGICO

La pasión de la envidia nos recuerda que los demás disfru


tan de una felicidad que parece ajena a nuestra vida. Si la com
pulsión es extrema, este tipo se convierte en una personalidad
bipolar o deprimida.
El romántico anhela el amor platónico y se siente decep
cionado cuando lo tiene al alcance de la mano. El sentimiento
que acompaña a esta situación es: «Estuvimos conectados pero
ahora ya no me siento bien. ¿Qué fue lo que sucedió entre no
sotros? ¿Dónde hemos ido a parar?» Durante toda su vida bus
ca una relación colmada de atracción, odio y dolor. La pérdida
es amortiguada por un elegante estilo de vida, un trato especial
y una visión personal única. En el mejor de los casos, la bús
queda del apasionado profundiza realmente su vida emocional.
Los mutables estados de ánimo de su mecanismo defensivo le
convierten en alguien demasiado exquisito para la vida coti
diana.

FOCO DE ATENCIÓN

• A n h e la lo im p o s ib le , lo qu e e s tá d e m a s ia d o le jo s , lo
que resulta difícil de alcanzar. Evita lo ordinario.
• Caprichoso, educado, lujo y buen gusto p a ra protegerse de
su baja autoestima.
• Atraído p o r la m elancolía. El sabor del anhelo.

283
Los tipos eneagramáticos

• D e s d e ñ a la v id a c o tid ia n a , la « m o n o to n ía d e lo s
T
sentim ientos ordinarios».
• In ten sifica su vid a co tid ia n a a tra v és d e la p é r d id a , la
fantasía, el arte y el drama. R eyes y reinas de la representa
ción dram ática.
• S u s r e la c io n e s se c a r a c te r iz a n p o r e l tir a y a f lo ja .
Q uiere ío que ha p erd id o y se aleja de ello cuando ya lo ha
conseguido. E ste fo co alternante refuerza:
• Sentimientos de abandono y pérdida, p ero también conlle
va:
• Sensibilidad, profundidad em ocional y capacidad de apoyar
a los dem ás durante las épocas de crisis y sufrimiento.

CINCO: OBSERVADOR

La pasión de la avaricia es un ansia de los recursos que fa


vorecen la supervivencia independiente y privada. Proteger el
conocimiento, el dinero, la energía y el tiempo se convierte,
para él, en algo psicológicamente importante. Si la convulsión
es extrema, este tipo termina conduciendo al comportamiento
esquizoide y la conducta de evitación.
El tipo «cinco» se desidentifica de las emociones cargadas
y se retira a su propia intimidad para establecer contacto con lo
que siente. Los encuentros públicos con los demás le agotan y
busca el aislamiento para recargarse nuevamente. A menudo
se expresa como pensador y estratega. Al «cinco» le gusta pro
teger sus ambientes de trabajo de posibles interrupciones. Pre
fiere las relaciones limitadas y las citas concertadas de ante
mano. En el mejor de los casos, el desapego facilita un análisis
claro, y su mecanismo estratégico de defensa psicológica res
tringe su contacto emocional con los demás.

FOCO DE ATENCIÓN

• P reocupado p o r la intim idad y el no com promiso.

284
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

• Alm acena conocim iento y los prin cipios fundam entales de


la supervivencia. E vita el vacío.
• Se aprieta el cinturón p a ra mantener la independencia. H a
cer con menos.
• Valora el control em ocional. P refiere los acontecim ientos
estructurados. C onocer el program a y el tiempo.
• Com partim enta. M antiene separados los distintos ám bitos
de su vida. D estina p erío d o s de tiempo p a ra acontecim ientos
em ocionalmente cargados.
• E l p o d er del conocimiento. Valora los sistem as analíticos y
la información especial.
• Q uiere descubrir las claves de funcionam iento d el mundo.
• Intenta imaginar sentimientos.
• A menudo confunde la desidentificación espiritu al con la
necesidad de alejarse del sufrimiento emocional.
• O bserva la vida desde el punto de vista de un observador
externo. Esta form a de p re sta r atención p u ede conducir a:
• Sentirse aislado de los acontecim ientos de su p ro p ia vida.
• Incapacidad p a ra asum ir un punto de vista desapegado que
no se vea afectado p o r el tem or y el deseo.

SEIS: GREGARIO

La p a s ió n d e l m ie d o impica una falta de confianza en la au


toridad y en las situaciones que nos superan. Si la compulsión
es extrema, este tipo termina convirtiéndose en una personali
dad paranoide.
El «seis» pone en cuestión el amor de los demás. ¿Para qué
creer y luego ser traicionado? La mente duda. ¿Es cierto? ¿Me
gustas? ¿Debo quedarme? Los gregarios son leales a las perso
nas en quienes confían y se dirigen a las personas que les ro
dean en busca de seguridad. Desconfían de la autoridad y es
peran sacar partido de la gente en el poder. Bien utilizada, una
mente que cuestiona llega a objetivos claros pero, como acti
tud vital, la duda interna interfiere con el progreso.

285
Los tipos eneagramáticos

FOCO DE ATENCIÓN

• P ostergación. El pensam iento sustituye a la acción.


• O bjetivos elevados, a menudo con una historia de situacio
nes inconclusas.
• M om entos de an siedad relacionados con el éxito porqu e el
éxito suele exponer a fu erzas hostiles.
• Am nesia sobre el éxtasis y el p la c e r .
• P roblem as con la autoridad, ya sea p o r som eterse a ella
(conducta fó b ica ) com o p o r rebelarse contra la estructura de
p o d e r (conducta contrafóbica).
• D esconfiar de los m otivos de los dem ás, especialm ente de la
autoridad.
• Identificarse con las causas perdidas. L íder del p a rtid o de
la oposición.
• M iedo a reconocer la pro p ia angustia. M iedo a la ira de los
demás.
• E scepticism o y duda. P a recid o a la ca teg oría budista de
«mente dubitativa». «Sí, pero...» o «quizás no funcione».
• B u sca r en e l en torn o p is ta s p a r a e x p lica r la sen sa ció n
interna de am enaza. Esta fo rm a de p re sta r atención pu ede
confirm ar que:
• El mundo es un lugar amenazante. Pero también puede llevar a:
• R econocer los m otivos y los p ropósitos ocultos que influyen
sobre la realidad.

SIETE: EPICÚREO

La p a s ió n d e la g u la es un apetito de los placeres de la ex


periencia mundana. Si la mente se fascina con la vida externa,
el trabajo interno se deteriora. A diferencia de lo que ocurre
con el concepto habitual de gula, esta pasión sólo se focaliza
ocasionalmente en la comida. Si la compulsión es extrema,
este tipo se conoce como personalidad narcisista.
Los «siete» se sienten merecedores de amor y de atención.

286
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

Los desengaños rara vez salen a la superficie cuando la mente


está abarrotada de planes. Si la opción A fracasa, entonces uti
lizaré la opción B como apoyo y, si la opción B tampoco fun
ciona, recurriré a la C. Alentados por una sensación de estima
personal, es natural hacer las cosas que nos gustan. ¿Para qué
atascarse en las dificultades? Si la vida es demasiado difícil,
será que estamos usando un abordaje equivocado. En el mejor
de los casos, la dedicación a la aventura contagia su entusias
mo a los demás. Como maniobra defensiva, el compromiso
con el placer constituye una forma de evitar el sufrimiento.

FOCO DE ATENCIÓN

• E stim u la ció n . C o sa s n u evas e in teresa n tes p a r a h acer.


Optimismo. E vitar el sufrimiento.
• D ispon er de muchas alternativas. Eludir el com prom iso con
• una sola línea de acción. M iedo a las lim itaciones.
• R eem plazar los sentim ientos profundos y dolorosos p o r una
alternativa placentera. E scape al pla c er mental. H ablar, p la
nificar e intelectualizar.
• El encanto com o defensa fundam ental. M iedo a quienes es
tablecen am ables contactos con los demás. E vitar los conflic
tos. Busca la form a de salir del problem a.
• Una form a de p re sta r atención que relaciona y sistem atiza
información y que p u ede incluir m ultitud de opciones. Este
tipo de atención pu ede conducir a:
• E scapar de las dificultades o de los com prom isos lim itado
res m ediante la racionalización o
• L a c a p a c id a d d e e s ta b le c e r re la c io n e s, p a r a le lis m o s y
relaciones inusuales. H abilidad p a ra establecer síntesis no li
neales de información.

OCHO: JEF E

La pasión por la lujuria es el impulso acuciante de satisfa-

287
Los tipos eneagramáticos

cer las necesidades inmediatamente. Si la compulsión es extre


ma, estamos en presencia del sociópata.
Los tipos «ocho» muestran su amor a través de la protec
ción y del poder. Les agrada la verdad que surge del conflicto.
Se encuentran a gusto con la angustia y siempre están dispues
tos a establecer contacto. Defienden a «los suyos» y establecen
un bunker en su trabajo. Los «ocho» gravitan en tomo a los ro
les de autoridad y control, y establecen las reglas del amor y
de la vida profesional. En el mejor de los casos, esta actitud
genera líderes que utilizan sabiamente su poder y su actitud
defensiva fundamental es la de que la mejor defensa es un
buen ataque.

FOCO DE ATENCIÓN

• C ontrol de las posesion es y del espacio personal.


• P reocupado p o r la ju sticia y el poder. E vita la debilidad.
• Excesiva presentación del self, dem asiada y dem asiado in
tensa.
• E scaso control de los impulsos. D ificultad p a ra establecer
límites.
• D ificultad p a ra reconocer la dependencia de las necesida
des y de las em ociones más delicadas.
• Temas fronterizos: aprender la diferencia entre la autode
fen sa y la agresión.
• N egación de otros puntos de vista en fa v o r de la «verdad».
Confundir la verdad objetiva con la opinión subjetiva que sir
ve a sus intereses.
• Estilo de atención del tipo «todo o nada» que se p olariza
extraordinariam ente. L as personas parecen ser buenas o m a
las, guerreros o apocados, sin posib les grados interm edios.
E ste tipo de atención pu ede conducir a:
• Una negación inconsciente de la debilidad person al o a
• P oner sus habilidades al servicio de los demás.

288
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

NUEVE: MEDIADOR

La pasión de la pereza es una forma de olvidarse de uno


mismo invirtiendo la energía en cuestiones secundarias. La pe
reza es el deseo de permanecer tranquilo y alejado de los pro
blemas que sólo ocasionalmente se convierte literalmente en
pereza. Si la compulsión es extrema, este tipo se transforma en
una personalidad obsesiva o en un agresivo pasivo.
Los límites de los «nueve» se funden con los de sus seres
queridos. Pueden asumir muchos puntos de vista. Decir «sí»
me crea mucha angustia pero ¿para qué decir «no» y pelearme
contigo? Los «nueve» pueden abarcar con facilidad las dos fa
cetas opuestas de una controversia, lo cual puede terminar des
viándoles de sus propios intereses. «Sí», para ellos, significa
«estoy pensando la respuesta» y «tal vez» probablemente sig
nifique «no». En el mejor de los casos, su tendencia a fundir
se constituye un verdadero apoyo. Como maniobra defensiva,
el hecho de adoptar muchos puntos de vista evita el compro
miso con cualquiera de ellos.

FOCO DE ATENCIÓN

• R e e m p la z a r la s n e c e s id a d e s e s e n c ia le s con s u s titu to s
secundarios.
• Self acomodado a los placeres secundarios. Evita los conflictos.
• L a s d e c ic io n e s le co lo ca n en tre la e sp a d a y la p a r e d .
¿Estoy de acuerdo o en desacuerdo? Ver todos los aspectos
de la cuestión. D ecid e con fa c ilid a d cuando no hay carga
p erso n a l , p o r ejem plo , en las situaciones de urgencia y en las
opiniones políticas.
• P o s te r g a r e l ca m b io re p itie n d o so lu c io n e s fa m ilia r e s .
Actuar rutinariamente. Ritualismo. P arece com o si dispusiera
de todo el tiem po del mundo. Puede esperar hasta mañana.
• Le resulta difícil introducir cam bios. Le resulta más sencillo
darse cuenta de lo que no quieres que de lo que haces.

289
Los tipos eneagramáticos
1
• No puede decir que «no». Le resulta difícil distanciarse.
También tiene dificultades para asumir un papel de primera
línea.
• Escasa energía física e ira. Desvía la energía hacia lo tri
vial. Demora sus respuestas airadas. Agresión pasiva. Enojo
significa separación.
• Utiliza la obstinación para conseguir lo que quiere. No ha
cer nada. Esperar.
• Sabe utilizar el tiempo a su favor, ya que siempre puede es
perar más.
• P resta atención a los intereses de los dem ás , lo que
conduce a:
• Dificultad en asumir una postura personal , pero también
supone:
• La capacidad para reconocer y apoyar lo que resulta
esencial para la vida de los demás.

EL TIPO Y LOS ESTADOS SUPERIORES DE


CONCIENCIA

Debería resultar cómodo pensar que una enseñanza tradi


cional puede ser trasplantada desde el pasado sin realizar nin
gún tipo de transformaciones. Pero lo cierto es que no hay
nada más alejado de la verdad. En nuestro tiempo nos miramos
a nosotros mismos a través de lentes psicológicas, pero esta
perspectiva tiene menos de cien años de antigüedad. El enea-
grama, con su anclaje psicológico en las antiguas pasiones es
pirituales, constituye un modelo mucho más maduro del desa
rrollo humano. Desde la amplia perspectiva que nos ofrece
este sistema, resulta fácil comprender que lo que consideramos
un «buen funcionamiento» de la personalidad se nos presenta
más bien como una compulsión patológica.
Occidente carece de una «tecnología eneagramática».
¿Cómo podría ser de otro modo si la perspectiva cambia de ge
neración en generación y si lo que antaño fuera una afirmación

290
Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama

adecuada queda obsoleto cuando aparece una nueva visión? El


modelo eneagramático que Gurdjieff difundiera por primera
vez en Occidente se hallaba fundamentado exclusivamente en
su enfoque de la conciencia superior. A fin de cuentas, enton
ces no existía psicología como hoy la conocemos y, por consi
guiente, su comprensión de los tipos como puntos de acceso a
la conciencia superior debía ser necesariamente diferente de la
nuestra.
Los distintos autores y estudiosos contemporáneos de este
sistema han terminado dando una perspectiva personal al tema.
Cada uno de ellos tiene una forma diferente de trabajar con los
tipos. Hay quienes se han centrado en las intervenciones psi
cológicas y en las estrategias de tratamiento mientras que
otros, como yo misma, estamos más interesados en las distin
tas formas en las que el tipo puede actuar como un catalizador
de la conciencia ordinaria a la conciencia superior. Lo que una
vez fuera una enseñanza secreta está pasando rápidamente a la
esfera pública. Nos hallamos en un estadio fascinante del estu
dio del eneagrama y la razón para su súbita popularidad es
muy sencilla ya que el eneagrama es un sistema místico ancla
do en el tipo psicológico, pero que va mucho más allá de los
parámetros convencionales. Al tratar de relacionar las preocu
paciones propias de cada tipo con los aspectos específicos de
la conciencia superior, el eneagrama combina el poder de los
modelos psicológicos occidentales con los intereses que siem
pre han preocupado a las tradiciones sagradas.
1
SÉPTIMA PARTE:
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íI TIPOS ASTROLÓGICOS

... ¡Jim
^
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i
La astrología es una disciplina familiar para la mayoría de
nosotros, aunque sólo sea a través de esa columna periodística
frívola y fascinante en la que Madame tal-y-cual nos advierte
que el lunes tendremos un día nefasto. Debido a ello, parece
relativamente sencillo menospreciar a la astrología como una
mera superchería. A pesar de todo, sin embargo, son muchas
las personas que no dejan de echar un vistazo a su signo en la
sección astrológica de los periódicos. Es como si la columna
astrológica de los periódicos continuara siendo un tema muy
popular porque satisface uno de los pasatiempos favoritos de
los seres humanos: leer algo sobre sí mismos.
Así pues, la astrología ha visto aumentar su popularidad de
bido al enorme interés que suscita el conocimiento de nuestra
propia tipología. En 1940, sólo doscientos periódicos incluían
el horóscopo entre sus páginas, mientras que, en la actualidad,
son más de mil doscientas publicaciones diarias las que tienen
una columna dedicada a la astrología. Además, en el presente
hay un mínimo de diez mil astrólogos profesionales y unos
ciento veinticinco mil astrólogos aficionados en los Estados
Unidos.
Se cuenta que Tales de Mileto, un famoso filósofo griego
del siglo vi antes de J.C., cayó dentro de un pozo mientras an
daba observando las estrellas y que, después de ser rescatado
por una esclava, ésta le reprendió por prestar excesiva atención
al cielo y, en cambio, no fijarse en el suelo que se hallaba de
bajo de sus pies. Esta parece haber sido una lección importan
te para Tales de Mileto puesto que, a partir de aquel momento,
comenzó a desarrollar su teoría de que todas las cosas proce
den del agua. No obstante, la moraleja de este relato resulta
Tipos astrológicos

también extraordinariamente apropiada para nuestra época, ya


que nos recuerda que, mientras escudriñamos el cielo, debe
mos mantener los pies firmemente asentados sobre la tierra.
La observación del cielo constituye un antiguo pasatiempo
humano, tan viejo que hemos olvidado cuándo comenzó. En la
medida en que las civilizaciones fueron desarrollándose, las
matemáticas y la filosofía terminaron sumándose al acervo de
las antiguas artes adivinatorias basadas en la observación de
las estrellas, y éste fue el origen de la astrología, una discipli
na ampliamente difundida entre los antiguos egipcios, babilo
nios, griegos, hindúes, chinos, mayas y tantos otros pueblos.
Existen diferentes aproximaciones a la astrología. Algunas
de ellas le otorgan el valor de un oráculo que puede ayudamos
a tomar decisiones; otras, en cambio, consideran que la astro
logía constituye una herramienta de autodescubrimiento y cre
cimiento individual; otras, por último, creen que se trata de un
poderoso lenguaje simbólico sobre el que se fundamenta el vo
cabulario de la conciencia.
Uno de los instrumentos fundamentales de la astrología es
la carta natal. La carta natal constituye un mapa del cielo -en
realidad, un mapa del sistema solar- en el momento exacto de
nuestro nacimiento. La mayor parte de los astrólogos conside
ra que el horóscopo constituye un mapa del psiquismo indivi
dual, un modelo de las energías e impulsos que configuran
nuestra personalidad. Así pues, nuestro horóscopo ilustra quié
nes somos en relación con el universo.
La astrología incide de lleno en muchos de los temas fun
damentales de la tipología, ya que subraya nuestra singulari
dad individual y también hace hincapié en el hecho de que
cada uno de nosotros ha nacido en un momento en el que el
cosmos se hallaba en un determinado estado. La astrología,
por último, también se ocupa de estudiar las similitudes exis
tentes entre las personas -es decir, los rasgos que compartimos
con los demás- y otro tipo de pautas y ritmos cosmológicos
concretos (como el signo solar, por ejemplo).
Liz Greene, astróloga y analista junguiana, es también au
Introducción

tora de muchos textos sobre astrología en los que explica la


simbología y la práctica de la astrología desde un punto de vis
ta junguiano. En el capítulo 19, Green nos habla de los cuatro
elementos -tierra, agua, fuego y aire- y de su relación con los
doce signos del zodiaco. La autora describe cuatro tempera
mentos básicos -cada uno de los cuales está compuesto, a su
vez, de tres subtipos- que dan lugar a los doce signos astroló
gicos. Greene también señala que un temperamento dado no
mantiene una relación determinante con el signo asignado a
ese elemento. Cada temperamento tiene sus propias modalida
des de expresión intelectual y emocional, y favorece asimismo
un determinado tipo de relación interpersonal.
La astrología china concede más importancia al año de na
cimiento que al mes. Cada año se halla representado por un
animal diferente, desde el tímido y astuto ratón hasta el serio y
voluntarioso buey, pasando por el fascinante e imprevisible ti
gre. Este antiguo sistema es expuesto por Theodora Lau en el
capítulo 20. La autora basa su explicación de los doce tipos as
trológicos chinos en el folklore, los refranes populares, las le
yendas y la mitología. Cada tipo presenta una orientación par
ticular de la personalidad y se relaciona de manera diferente
con el resto de los signos.
La Rueda de la Medicina constituye uno de los símbolos
más importantes y poderosos de la mayor parte de las tradicio
nes nativas americanas. En el capítulo 21, Sun Bear, un chamán
chippewa, vidente y jefe indio, y Wabun -su ayudante- nos
presentan una aplicación de la Rueda de la Medicina y la cos
mología nativa americana al campo de la astrología. En este
sistema, cada mes está asociado a uno de las cuatro puntos car
dinales -norte, sur, este y oeste- y también se relaciona con una
planta, un animal, un mineral y un color determinados.
Hace algunos años se llevó a cabo una investigación astro
lógica consistente en pasar un test de personalidad a diferentes
personas nacidas el mismo día que ciertos personajes famosos
preseleccionados. Las conclusiones de este estudio determina
ron que las similitudes entre los individuos aumentaban en la

297
Tipos astrológicos

misma medida en que disminuían las diferencias entre sus ho


ras de nacimiento. En otras palabras, las personalidades de los
«gemelos de momento» mostraban una afinidad notablemente
superior que la de las personas nacidas en el mismo día pero
en un momento diferente. La investigación también demostró
que la mayor parte de los astrólogos no tienen gran interés en
la investigación científica y consideran que la astrología es una
especie de religión indiscutible. Del mismo modo, la mayoría
de los científicos tampoco muestran el menor interés en la in
vestigación seria de la astrología, lo cual deja traslucir, por
cierto, una actitud muy poco científica de su parte.
La astrología es una aproximación rica y compleja al mun
do de la tipología. De hecho, es el sistema tipológico más po
pular y ampliamente difundido. En opinión de Cari G. Jung,
que la estudió en profundidad, la astrología constituye un
mapa práctico y simbólico de la conciencia. En la actualidad,
multitud de analistas junguianos siguen utilizando la carta na
tal de sus pacientes como un elemento fundamental del proce
so analítico. Es necesario, pues, explorar más detenidamente
las posibles ventajas y limitaciones de la astrología.

298
19. EL CARÁCTER Y
LOS ELEMENTOS SEGÚN
LA ASTROLOGÍA:
AIRE, AGUA, TIERRA Y FUEGO

Liz Greene

La carta natal es una especie de semilla que contiene la im


pronta de todos los potenciales que alberga la personalidad
madura de un determinado ser humano. En este sentido cons
tituye una especie de mapa de carreteras en la verdadera acep
ción del término, y su objeto de estudio no consiste tanto en
«superar» la «influencia» de los planetas como en crear un es
pacio en nuestra propia vida que nos permita expresar todas
las cualidades y todos los impulsos contenidos simbólicamen
te en nuestra carta natal. Sólo entonces podrá establecer con
tacto el individuo con el plan original que rige el desarrollo de
su vida tal y como ha sido «concebido» por el Self, un plan
que nos permite inferir, a la postre, que nuestra vida tiene un
sentido y sigue un proceso inteligente.
Si esta definición de la carta natal nos parece demasiado
abstrusa o exagerada, quizás fuera pertinente recordar que, an
tes de que los grandes almacenes y las columnas periodísticas

299
Tipos astrológicos

se apropiaran de ella, la astrología fue un arte secreto. Gracias


a ella, el estudiante lograba acceder a una percepción intuitiva
del funcionamiento de la energía de la vida que ningún otro
sistema -salvo quizás su equivalente oriental, el / Ching- po
día ofrecerle. El macrocosmos se refleja en el microcosmos y
el hecho de que la astrología también puede utilizarse para ilu
minar problemas de naturaleza mundana no nos debe llevar a
subestimar su profundo significado psicológico. A fin de cuen
tas, aun en los detalles más insignificantes de nuestra vida po
demos vislumbrar nuestra verdadera esencia.
Desde este punto de vista, resulta evidente que el estudio de
la carta natal añade una nueva dimensión a la comprensión del
sentido de nuestra vida.
Astronómicamente, la carta natal es simplemente un mapa
-calculado de un modo tan preciso que, en modo alguno, po
dría ser desestimado ni por el más quisquilloso de los astróno
mos- de la ubicación de los distintos planetas sobre el trasfon-
do del firmamento en el momento exacto del nacimiento del
individuo. La rueda de los doce signos del zodiaco constituye
un símbolo de la totalidad y representa, de manera sintética,
todas las potencialidades de nuestra vida. En este sentido, el
zodiaco es muy parecido a la gran mayoría de los símbolos
universales de la totalidad como, por ejemplo, el huevo, el
uróboros (la serpiente que se muerde la cola) o la cruz griega.
Se trata, en definitiva, de un mandala y, como Jung demostra
ra, los mandalas constituyen una expresión simbólica del po
tencial de totalidad de la vida y del psiquismo humano; son,
al mismo tiempo, símbolos del Self y símbolos de Dios por
que ambos son, en términos de la percepción del ser humano,
idénticos.
Sobre el telón de fondo de la rueda del zodiaco (denomina
do también eclíptica, ya que representa, de hecho, el movi
miento aparente del Sol a lo largo de la bóveda celeste) se ubi
can el Sol, la Luna y los ocho planetas conocidos. De este
modo, la posición de los planetas en tomo a la rueda zodiacal
en el momento del nacimiento del individuo configura la pau

^nn
El carácter y los elementos según la astrología

ta de la carta natal que nos proporciona una imagen simbólica


formada externamente por la rueda de la totalidad y por la es
pecial relación interna existente entre sus distintos elementos
psicológicos constituyentes. Todas las cartas natales están
compuestas por los mismos elementos -los doce signos del zo
diaco, los ocho planetas, el Sol y la Luna- y, sin embargo,
cada carta es diferente porque, en un determinado momento, la
disposición de estos factores varía, modificando de este modo
el mismo modelo planetario, la relación existente entre los pla
netas y el horizonte de la misma Tierra.
Dicho de otro modo, todos los seres humanos estamos for
mados con la misma materia prima, los mismos impulsos, las
mismas energías, las mismas necesidades y las mismas posi
bilidades, pero existe una disposición individual única de es
tas energías. Quienes se dedican al asesoramiento o a la tera
pia saben que todos los seres humanos albergamos las mismas
fuerzas pero que, al mismo tiempo, todos poseemos también
una individualidad creativa que transforma esas energías fun
damentales en la obra de arte única que es la vida de cada ser
humano. No obstante, debemos también advertir que esta cre
ación no puede ser obra exclusiva del ego -ya que el ego no
se halla capacitado para llevar a cabo esta empresa- sino del
Self y que el Self no puede ser cartografiado por la carta na
tal. El Self constituye, por así decirlo, la totalidad del zodia
co. La carta natal no puede sustituir a la decisión individual
de participar o no en el quehacer psicológico de expandir
nuestra conciencia y, por tanto, de utilizar plenamente aque
llos potenciales que nos pertenecen desde el mismo momento
de nuestro nacimiento ya que, a fin de cuentas, en esta deci
sión radica el significado más profundo de la libertad del in
dividuo.

301
Tipos astrológicos

EL ELEM ENTO AIRE: EL TIPO PENSAMIENTO

El intelecto en cada uno de nosotros es Dios.


M e n a n d r o

Si utilizáramos el lenguaje propio de la época en que el ser


humano se hallaba más próximo a las imágenes del incons
ciente, podríamos afirmar que el elemento aire constituye otro
modo de referirse a aquello que Jung denominaba la función
pensamiento. Desde un punto de vista astrológico, el aire es un
elemento positivo y masculino. Los libros de astrología suelen
definir los signos de aire -Géminis, Libra y Acuario- como
distantes, comunicativos, interesados por el mundo de las ide
as y proclives a la actividad racional. Son, en resumidas cuen
tas, signos civilizados. El aire es el único elemento de la rueda
del zodiaco que no contiene ningún simbolismo animal. Así,
los signos de Géminis y de Acuario están representados por fi
guras humanas -los Gemelos y el Aguador, respectivamente-
mientras que Libra, por su parte, está representado por la Ba
lanza, un objeto inanimado. El aire es, pues, el elemento más
característicamente humano y, por consiguiente, también el
más alejado de la naturaleza instintiva. No resulta extraño, en
tonces, que haya sido precisamente la especie humana la que
haya desarrollado -o quizás hiperdesarrollado, si tenemos en
cuenta los últimos doscientos años- la función pensamiento
como su don más preciado.
Si bien los tres signos aéreos manifiestan diferentes moda
lidades de expresión, todos ellos comparten, sin embargo, la
necesidad de relacionar las experiencias de la vida con un mar
co de ideas preconcebido. Este contexto puede ser proporcio
nado por el exterior, puede haber sido entresacado de los li
bros, las enseñanzas y las conversaciones con otras personas, o
también puede ser el resultado de un laborioso proceso inte
lectual interior del individuo. En cualquier caso, la existencia
de este punto de referencia es sumamente importante, así
El carácter y los elementos según la astrología

como también lo es la tendencia a tratar de descubrir en toda


experiencia la pauta lógica subyacente que mejor se adecúa a
una estructura mental preconcebida.
La principal función del intelecto consiste en establecer di
ferencias sirviéndose de la lógica del «esto» o «aquello», lo
cual explica por qué los signos de aire se hallan asociados a
los temperamentos que reciben y categorizan la información,
contrastándola y conformando con esos diversos fragmentos
un armazón filosófico.
El tipo aire -y esto no sólo se aplica a aquellos individuos
nacidos bajo un signo de aire, sino a todas aquellas personas
en cuya carta natal predomina el elemento aire- se asemeja,
tanto en un sentido general como particular, a las cualidades
del tipo pensamiento descrito por Jung. El tipo aire cuenta con
todas las virtudes del tipo pensamiento junguiano -es decir,
mente muy desarrollada, sentido de la justicia, capacidad de
juicio impersonal, gusto por la cultura, interés por las estructu
ras y los sistemas, adhesión inquebrantable a los principios y a
la educación- pero, al mismo tiempo, también posee todos los
defectos característicos de la «función inferior» de este tipo,
que son eufemísticamente expresados por las cualidades típi
cas que suelen atribuirse a los tres signos regidos por el ele
mento aire. De este modo, Géminis tiene horror a concretar
sus relaciones personales, Libra es conocido por sentarse de
trás de una verja y evitar los compromisos, y Acuario suele ser
distante y frío, y le desagradan las manifestaciones emociona
les que acompañan a cualquier relación personal.
En otras palabras, el tipo aire tiene ciertos problemas con
los sentimientos y es muy probable que la preponderancia del
elemento aire su la carta natal vaya acompañada de problemas
ligados al mundo del intercambio de sentimientos. Tal vez, por
ejemplo, no llegue a percatarse de sus problemas conyugales
hasta el mismo momento en que su esposa le abandone porque
el delicado microscopio de su mente puede clasificarlo, anali
zarlo y categorizarlo todo menos los sentimientos.
Hay muchos acuarianos -tanto mujeres como hombres-

303
Tipos astrológicos

que se enorgullecen de no llorar jamás porque consideran que t


este tipo de expresiones emocionales constituye un síntoma de t
debilidad. Esta cuestionable virtud, no obstante, termina rele- í
gando inevitablemente al inconsciente a la subestimada fun- i
ción sentimiento. Si le preguntamos a un geminiano típico qué
es lo que siente acerca de algo, con toda probabilidad nos res
ponderá: «Bien, yo pienso que... » y, cuando le insistimos en
que no queremos que nos hable de sus pensamientos sino de
sus sentimientos, suele ignorar lo que siente y necesita media
hora para averiguarlo, aunque, si se trata de un verdadero Gé
minis, es muy probable que ni si quiera nos responda porque le
habremos parecido demasiado «posesivos» y «exigentes». El
Libra típico, por su parte, evita simplemente todo aquello que
tiene que ver con las corrientes subterráneas oscuras y profun
das que subyacen a toda relación porque son «desagradables»
y prefiere refugiarse en la torre de marfil de sus ideales ro
mánticos, preguntándose el motivo por el cual las relaciones
jamás son tan razonables como había pensado. Tampoco debe
mos olvidar, por último, la clásica disculpa con la que el mari
do acuariano responde a la crítica de su esposa por no haber
recibido flores ni cualquier otra muestra de afecto después de
cuarenta años de matrimonio: «Ya te dije que te quería cuando
nos casamos. ¿Acaso no basta con eso?».

EL ELEM ENTO AGUA: EL TIPO SENTIM IENTO

¿Dónde está la realidad sino en aquello que más


te ha maravillado?
Hu g o V o n Ho f ma nnst h a l

Llegamos ahora al elemento agua y a los signos regidos por


este elemento: Cáncer, Escorpio y Piscis. El auténtico tipo
agua -y una vez más esto no se refiere estrictamente al indivi
duo nacido en el momento en que el Sol se halla en un signo
de agua, sino a todo aquél en cuya carta predomine este ele-

304

i
El carácter y los elementos según la astrología

mentó- se asemeja mucho a la descripción que diera Jung so


bre el tipo sentimiento. Nada resulta más importante para los
signos de agua que las relaciones personales y los valores hu
manos ya que, sin ellos, el mundo se toma árido y vacío de
toda esperanza y alegría. Para él, todo puede ser sacrificado en
aras de las relaciones, y una de sus características más sobre
salientes es la de provocar una crisis -aun a sus propias ex
pensas- para suscitar la respuesta emocional de su pareja. Para
los signos de agua, el soplo de la vida descansa en el mundo
de los sentimientos, desde los más oscuros hasta los más lumi
nosos. En el ámbito de los sentimientos no existen distinciones
ni límites estrictos entre «esto» o «aquello» sino que, por el
contrario, todo constituye una faceta diferente de un mismo
océano que se halla en constante movimiento y que diluye
toda posible diferencia. El único factor diferenciador que ver
daderamente le importa es el de determinar si un sentimiento
es adecuado o no para él, pero no si es «bueno» o «malo».
El simbolismo de los signos de agua incluye a tres criaturas
de sangre fría: el cangrejo, el escorpión y el pez. En el mundo
onírico estas imágenes suelen estar relacionadas con las ener
gías inconscientes e instintivas que se hallan próximas a las ra
íces arcaicas naturales del ser humano y muy alejadas, por tan
to, del mundo del pensamiento y la discriminación racional.
Así pues, la mayor parte de las valoraciones que establece el
tipo agua sobre la vida tienen lugar a un nivel inconsciente,
hasta tal punto que bien podría aplicarse a estos signos aquello
de que la mano izquierda ignora lo que hace la derecha. EÍ
agua se limita a reaccionar y sus respuestas a las situaciones
personales individuales suelen ser adecuadas y oportunas. Así,
mientras que el aire está preocupado por ajustar su conducta a
un marco de referencia preconcebido, el agua, en cambio, es
impredecible y responde a cada situación como si fuera la pri
mera vez que se presentase.
El tipo agua suele estar familiarizado con el lado más oscu
ro de la naturaleza humana, lo que proporciona a estos signos
su reputación de compasivos y empáticos, ya que demuestran

305
Tipos astrológicos

una capacidad innata para percibir los sentimientos ajenos y


para valorar las cosas de un modo que, en ocasiones, nos pare
ce irracional. El tipo agua posee todas las virtudes del tipo sen
timiento junguiano: sensibilidad hacia el entorno, sutileza, en
canto, intuición, un profundo sentido de los valores en las
relaciones humanas y una capacidad para acercarse a las per
sonas y comprender instintivamente sus necesidades. Incluso
el signo de Escorpio -el más maligno, en apariencia, debido a
su fachada de fría crueldad y a su difundida (aunque injustifi
cada) reputación de ser una persona sexualmente desbordante
(aunque quizás fuera más adecuado hablar de una persona
emocionalmente desbordante)- es un signo verdaderamente
afectivo que esconde un tierno corazón bajo una rígida arma
dura. Sin embargo, el tipo agua también posee todos los defec
tos propios del tipo sentimiento que suelen recoger las des
cripciones clásicas que nos proporciona la astrología
tradicional. Cáncer tiende tradicionalmente a la identificación,
a la posesión, a la exclusividad y al miedo al futuro; Escorpio
es conocido por ser una especie de fanático emocional a quien
le complacen los climas turbios, densos y opresivos que trans
forman cualquier relación en una escena propia de Otelo; y
Piscis, por último, es famoso por sus efusiones sentimentales,
su escapismo romántico, sus titubeos, su imprecisión, su va
guedad y su falta de principios.

E L ELEM ENTO TIERRA: EL TIPO SENSACIÓN

El problema que supone tratar de mantener siempre los dos


pies sobre la tierra radica en que nunca podemos quitarnos
los pantalones.
J. D. S m i t h

El elemento tierra está relacionado con la función sensa


ción y, puesto que uno de los principales propósitos de esa
función es el de determinar la existencia de algo, el tipo tierra
El carácter y los elementos según la astrología

da la impresión de ser una persona accesible y sencilla. Los


sentidos nos permiten relacionamos con el mundo de los ob
jetos y resulta difícil despreciar o reprimir nuestra respuesta a
los objetos de la misma manera en que desechamos o repri
mimos nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nues
tras intuiciones, especialmente en una época en la que la ma
yor parte de las ciencias empíricas únicamente parece aceptar
aquello que tiene una forma concreta. Se trata, pues, de un
tipo fácil de entender por todo el mundo que sólo resulta ex
traño, tal vez, a las personas también regidas por el elemento
tierra.
Por lo general, los textos de astrología describen al tipo tie
rra como práctico, eficaz, dotado de sentido común, sensual,
«realista», bien organizado y amante del dinero, la seguridad y
la posición social, una descripción que se ajusta perfectamente
a los tres signos de tierra: Tauro, Virgo y Capricornio. La fun
ción sensación es la «función de la realidad». Los signos de
tierra destacan en este ámbito porque saben cómo poner orden
en el flujo desorganizado de los estímulos que asaltan nuestros
sentidos y saben relacionarse individualmente con cada uno de
ellos, saboreándolo, aprehendiendo su esencia y pasando, lue
go, al siguiente. De este modo, el tipo tierra puede construir un
cuerpo de hechos que le permite relacionarse eficazmente con
todo tipo de situaciones.
El tipo tierra presenta todas las virtudes propias del tipo
sensación junguiano. Siente que el cuerpo es su hogar y, con
frecuencia, se identifica con él. Suele tener buena salud y sabe
expresar directamente sus necesidades físicas. Se siente a gus
to con las cosas y puede manejar el dinero y las responsabili
dades de un modo tan natural que resulta desorientador para
quienes que poseen un temperamento más intuitivo. Tiene el
don de materializar sus deseos y esta capacidad para «tomar
tierra» alcanza su máximo apogeo cuando se combina con el
pensamiento (dando entonces lugar al concienzudo pensador
empírico, al investigador y al estadista impecable), o con el
sentimiento (produciendo, en tal caso, al hedonista feliz, el

307
Tipos astrológicos

amante, el padre cariñoso y al protector de la naturaleza y de


todas las cosas hermosas).
El tipo tierra también tiene todos los defectos que pueden
acompañar a una sobrevaloración de la sensación combinada
con una intuición inferior, defectos que, una vez más, están
perfectamente ilustrados por la descripción que nos ofrece la
astrología tradicional sobre los signos de tierra. Tauro destaca
por su dogmática estrechez mental, por su excesiva posesivi-
dad hacia aquello que considera suyo y por su tendencia a re
ducir las experiencias más sutiles y complejas de la vida a una
filosofía del tipo «si no lo veo, no lo creo». Por su parte, es
proverbial la tendencia de Virgo «a que los árboles le impidan
ver el bosque», una tendencia que le lleva a perderse en multi
tud de detalles y trivialidades irrelevantes sin llegar a percibir
jamás el objeto de sus incesantes afanes ni comprender que
hay personas a quienes les agrada tener un poco de caos en sus
vidas. Capricornio, por último, tiene una reputación más bien
antipática ya que para él el fin justifica los medios, y trata de
adecuar su conducta a las expectativas sociales.

EL ELEM ENTO FUEGO: EL TIPO INTUICIÓN

L a s p e r c e p c io n e s d e l s e r h u m a n o no se en cu en tra n lim ita d a s


p o r lo s ó rg a n o s d e la p e r c e p c ió n , p u e s sie m p re p e r c ib im o s
m á s d e lo q u e lo s s e n tid o s (p o r m á s p e n e tr a n te s q u e é s to s
se a n ) p u e d e n lle g a r a d e s c u b r ir
W lLLIAM BLAKE
i
Llegamos, por último, al elemento fuego que inicia, de he
cho, el ciclo zodiacal con Aries. Este elemento es, con toda
probabilidad, el que más dificultades presenta cuando tratamos
de relacionar sus características tradicionales con el tipo intui
tivo junguiano. Esto se debe, en parte, a que muchos textos as
trológicos aceptan a pies juntiñas las afirmaciones tradiciona
les de que el fuego es «cálido», «sociable», «centrado» y

308
El carácter y los elementos según la astrología

«afortunado», sin cuestionar siquiera la razón de estas asevera


ciones ni las motivaciones que impulsan a este curioso tempe
ramento. También existe una considerable confusión con res
pecto a la definición que Jung nos brinda sobre la función
intuición, normalmente asociada a los médiums, las sesiones
de espiritismo y otras rarezas por el estilo que más bien debe
rían encuadrarse dentro de la esfera de los sentimientos.

Debido a que la intuición es, fundamentalmente, un proceso


inconsciente, resulta extraordinariamente difícil aprehender su
naturaleza. La función de la intuición se halla representada en
la conciencia por una actitud de expectación, de visión y de
penetración... Pero la intuición no constituye simplemente una
mera percepción o visión sino que es un proceso activo y cre
ativo que no sólo recibe pasivamente al objeto sino que tam
bién participa en su creación.1

June Singer, por su parte, describe la intuición como

...un proceso que extrae la percepción inconscientemente ...


de igual modo que... la sensación trata de ajustarse exacta
mente a la realidad, la intuición trata de descubrir sus posibi
lidades más insospechadas.2

Si esto resulta demasiado confuso para el lector, todavía lo


es más para la mayor parte de los tipos intuitivos, ya que la
ciencia y la educación (que no admiten la existencia de este
tipo de función) no les ha proporcionado un conocimiento ade
cuado de la constitución de su propio psiquismo. Poresto sue
len mostrarse inseguros y desconfiados con respecto a esa fa
ceta de sí mismos que tienen más desarrollada. Desde un punto
de vista paternalista (puesto que no es tomada en serio por
quienes no son conscientes de poseerla), la intuición se tolera
en las mujeres, pero el hecho es que existen tantos hombres in
tuitivos como mujeres intuitivas aunque aquéllos suelen sufrir
más por esta falta de comprensión.

309
Tipos astrológicos

Los signos de fuego -Aries, Leo y Sagitario- tienen una vi


talidad y una espontaneidad que, suele ser envidiada -y, en
ocasiones, sufrida- por los signos más tranquilos. En lo más
profundo de su corazón siguen siendo niños y son propensos a
vivir en un mundo fantástico en el que las personas aparecen
como caballeros montados sobre blancos corceles, princesas
cautivas en la torre de los castillos o amenazantes dragones
que desafían a la batalla. El tipo fuego tiene la necesidad de
mitologizar sus experiencias y de relacionarlas con un mundo
interno que pertenece más al ámbito de los cuentos de hadas
que al mundo de la «realidad». A la vista de ello, no resulta
sorprendente que los signos de fuego se sientan atraídos por el
ambiente del teatro. Con mucha frecuencia, la conducta del
tipo regido por el elemento fuego resulta exagerada, pero sería
injusto acusarles de tratar de llamar la atención, ya que la exa
geración, la dramatización y la tendencia a descollar, no tienen
tanto que ver con los demás como consigo mismos. Para el
tipo fuego, resulta más importante experimentar dramática
mente la vida que aceptar la aparente monotonía y, a veces, la
hostilidad de ese mundo que los tipos más pragmáticos insis
ten en afirmar como el único real. Como decía Goethe: «Es
más sencillo aceptar lo desagradable que lo absurdo».
* * *

Todos nosotros nos sentimos atraídos inconscientemente


por aquello de lo que carecemos y, del mismo modo, cada uno
de los cuatro temperamentos se siente irremisiblemente fasci
nado por su contrario porque esta relación le brinda la posibi
lidad de profundizar la integración de su personalidad. Por lo
general, las relaciones humanas están muy teñidas por el fenó
meno de la proyección, un problema que se agrava todavía
más cuando un individuo trata de cambiar a los demás sin
comprender que, en realidad, está tratando de transformarse a
sí mismo. Esto, sin embargo, sólo resultará posible cuando el
individuo pueda llegar a comprender el verdadero significado

310
El carácter y los elementos según la astrología

de su persistente actitud crítica. Si pudiéramos permanecer so


bre la cima de nuestra pequeña montaña individual contem
plando el paisaje y ser conscientes, al mismo tiempo, de que
los demás están en otras montañas y contemplan paisajes dife
rentes, podríamos comprender que sólo accederemos plena
mente a la riqueza de la vida cuando aprendamos a compartir
estas realidades diferentes y sepamos reconocer la importancia
de los valores ajenos. Pero, obviamente, esto resultará imposi
ble mientras sigamos desdeñando, menospreciando y temiendo
nuestra propia «inferioridad» interna. El tipo fuego sólo puede
convivir y aprender de alguien regido por el elemento tierra
cuando acepta las experiencias que le proporcionan los senti
dos y reconoce plenamente su importancia. El tipo tierra, por
su parte, sólo puede aceptar y aprender del tipo fuego cuando
sabe encauzar su propio anhelo profundo de libertad y recono
ce que la visión es tan importante como la forma que en la que
se halla contenida. El tipo agua puede valorar y aprender del
tipo aire cuando comprende que no todo en la vida puede ser
estimado en función de las reacciones emocionales personales.
El tipo aire, por último, sólo puede comprender y aprender del
tipo agua cuando se percata de sus necesidades emocionales
internas y reconoce que las relaciones humanas son experien
cias tan importantes como las ideas.

311
20. LOS DOCE TIPOS
ASTROLÓGICOS CHINOS

Theodora Lau

Confío en que el presente escrito contribuya a conservar la


tradición en franco declive del horóscopo chino que, si bien ha
perdurado a lo largo de muchísimas generaciones, ha perdido
popularidad e incluso está dejando de utilizarse en la China ac
tual. Este trabajo constituye una recopilación de textos, refra
nes populares, leyendas y mitología china, y mis propias hipó
tesis, observaciones e interpretaciones de los modernos
adivinos. También espero que pueda aportar al lector nuevas
visiones sobre sí mismo y sobre la gente que le rodea, y pueda
ayudarle, en consecuencia, a comprender más fácilmente la
excentricidad ocasional de un jefe Perro, la mente voluble y
caprichosa de un cliente Caballo, los modales despóticos y ex
pansivos de un amigo Dragón o la naturaleza serena pero es
céptica de una persona nacida en el año de la Serpiente.
Podemos quedar muy sorprendidos, por ejemplo, ante el
hecho de que el «manitas» de nuestra comunidad, que es capaz
de reparar cualquier cosa, haya nacido en el año del diestro
Mono y que el lento, seguro y conservador banquero que me
rece toda nuestra confianza, pertenezca al signo del Buey.
También podemos mostramos más pacientes con esa fastidio

312
Los doce tipos astrológicos chinos

sa compañera, que es siempre la primera en quejarse y gritar


asustada por la proximidad del lobo, cuando descubrimos que
ha nacido en el año de la Oveja. Del mismo modo, también
puede resultar muy divertido descubrir que nuestro compañero
de oficina, que lleva esas horribles corbatas, haya nacido en el
año del vistoso Gallo.
Tal vez la comprensión del horóscopo chino pueda ayudar
nos a comprender por qué nos disgustan ciertas personas mien
tras que otras, por el contrario, despiertan casi instantánea
mente nuestra simpatía y descubrir, de este modo, aquellos
signos con los que somos más o menos compatibles. Pero no
obstante, no debemos olvidar, en ningún caso, que también
existen excepciones a esa regla que vienen dictadas por el he
cho de que no sólo debemos tener en cuenta el signo que rige
el momento del nacimiento sino también el signo que gobier
na ese mes en concreto.
Quizás tras leer esto podamos tener la suficiente confianza
como para escuchar las sabias palabras de la Serpiente, buscar
la amistad de la amable Oveja, comprender los ingeniosos pla
nes del Mono, divertimos con el siempre juvenil y despreocu
pado Caballo, confiar en la diplomacia infalible del Conejo,
aprovecharnos de la fuerza del indómito Dragón, encontrar
nuestro propio camino bromeando junto al crítico Gallo, razo
nando con el Perro, yendo a la batalla junto al optimista Tigre
o pactando con la infatigable Rata.
LOS AÑOS DE LOS SIGNOS LUNARES DESDE 1900 AL 2007
Rata 1900 1912 1924 1936 1948 1960 1972 1984 1996
Buey 1901 1913 1925 1937 1949 1961 1973 1985 1997
Tigre 1902 1914 1926 1938 1950 1962 1974 1986 1998
Conejo 1903 1915 1927 1939 1951 1963 1975 1987 1999
Dragón 1904 1916 1928 1940 1952 1964 1976 1988 2000
Serpiente 1905 1917 1929 1941 1953 1965 1977 1989 2001
Caballo 1906 1918 1930 1942 1954 1966 1978 1990 2002
Oveja 1907 1919 1931 1943 1955 1967 1979 1991 2003
Mono 1908 1920 1932 1944 1956 1968 1980 1992 2004
Gallo 1909 1921 1933 1945 1957 1969 1981 1993 2005
Perro 1910 1922 1934 1946 1958 1970 1982 1994 2006
Jabalí 1911 1923 1935 1947 1959 1971 1983 1995 2007

313
Tipos astrológicos

COMPATIBILIDAD ENTRE LOS SIGNOS


Cada uno de los doce signos lunares que compone el ho
róscopo chino se ubica en un punto de la rueda y la afinidad
más estable y duradera tiene lugar entre aquellos signos que
forman un triángulo.
El primer triángulo se halla formado por los signos más di
námicos y optimistas: la Rata, el Dragón y el Mono. Se trata
de signos orientados hacia el progreso y la acción, signos dies
tros en manejar todo tipo de asuntos con iniciativa y capacidad
de innovación. Son espontáneos en sus acciones, apartan las
dudas e incertidumbres de su camino y avanzan con resolu
ción. Inquietos y enojadizos cuando encuentran obstáculos o
se hallan ociosos, son gobernados por la ambición y el dina
mismo. Son un auténtico crisol de ideas y pueden adaptarse ar
moniosamente a cualquier ámbito, ya que poseen un modus
operandi común que les permite tener en consideración las
opiniones de otras personas.
El segundo triángulo está constituido por los signos más re
sueltos y tenaces. El Buey, la Serpiente y el Gallo son lucha
dores obstinados y obedientes que se esfuerzan por alcanzar y
conquistar grandes objetivos por medio de su constancia y de
terminación inquebrantables. Estos tres signos dependen, en
gran medida, de su visión y son propensos a la planificación
sistemática y razonada. Son los signos más intelectuales del ci
clo, confían exclusivamente en su propia capacidad para sope
sar y valorar los hechos y conceden poco crédito a los rumo
res. Sienten inclinación a seguir más los dictados de su cabeza
que los de su corazón. Lentos y seguros en sus movimientos,
les gusta actuar con independencia. Estos signos se atraen en
tre sí, pudiendo contraer matrimonio y relacionarse con éxito.
El tercer triángulo está formado por el Tigre, el Caballo y
el Perro, signos que se caracterizan por su afán de servir a la
humanidad, promover el entendimiento universal y potenciar
las comunicaciones. Se trata de signos hechos para el contacto
personal y que, por consiguiente, desarrollan vínculos profun

314
Los doce tipos astrológicos chinos

dos con sus semejantes. Se sienten a gusto en la sociedad y son


básicamente, honrados, abiertos e idealistas. Aunque a veces
se muestran poco ortodoxos, su intención siempre es impeca
ble. Estos tres signos actúan movidos principalmente por sus
impulsos y hacen caso a su conciencia interior. Proporcionan
consejo e inspiran a los otros a la acción gracias a su persona
lidad enérgica y agresiva. Extravertidos, vigorosos y desafian
tes ante la adversidad y la injusticia, estos signos son extraor
dinariamente afines.

El cuarto y último triángulo se halla constituido por los sig


nos orientados emocionalmente como el Conejo, la Cabra y el
Jabalí. Estos signos se hallan preocupados fundamentalmente
por sus sentidos y por todo aquello que pueden apreciar a tra
vés de ellos. Son expresivos, intuitivos y elocuentes en el terre

315
Tipos astrológicos

no del arte y la estética. Sobresalen en las bellas artes y son


más diplomáticos, compasivos y, por lo general, calmados que
el resto de los signos lunares. Dependen de los demás para sen
tirse estimulados y ejercer su liderazgo, pero son muy flexibles
ya que se hallan en armonía con las vibraciones del entorno.
Estos tres signos se sienten atraídos hacia la belleza y los as
pectos más sublimes del amor. Ejemplifican las virtudes de la
convivencia pacífica con nuestros semejantes. Sin duda, estos
tres animales se proporcionarán entre sí una compañía excelen
te, ya que comparten la misma filosofía básica de la vida.

316
21. ASTROLOGÍA TERRESTRE:
UN ENFOQUE
NATIVO-AMERICANO

Sun Bear y Wabun

Ojalá que el presente escrito pueda contribuir a que las per


sonas se relacionen de un modo más adecuado con la Madre
Tierra y con el resto de la creación en la que todos nos halla
mos inmersos. En muchas ocasiones sentimos que estamos
desperdiciando una buena parte de la vida y somos presa de un
sentimiento de nostalgia que nos impele a aproximamos más a
la naturaleza y a la fuerza de los elementos. Esperamos que
este trabajo ayude a gran número de personas a encontrar su
propio lugar en la Rueda de la Medicina y puedan recobrar, de
este modo, aquellos poderes que han perdido. Albergamos la
esperanza, pues, de que el descubrimiento de nuestra afinidad
con el universo nos ayude a comprender por qué este tipo de re
lación fue tan apreciado por los pueblos nativos. Sólo cuando
seamos capaces de fundimos completamente con todas las co
sas llegaremos a formar parte verdaderamente de la totalidad.
El conocimiento de la Rueda de la Medicina parece muy
necesario en la época actual. Sentimos que si la humanidad ha
de seguir progresando todos nosotros debemos conocer mejor

317
Tipos astrológicos

nuestro entorno. La única causa de la enfermedad del ser hu


mano es su alienación del mundo de la naturaleza. Actualmen
te, numerosas personas tratan de restaurar el equilibrio perdido
a través de la vuelta a la naturaleza. La gente retoma a la ali
mentación y a las curas naturales y también existe un amplio
movimiento de regreso a la tierra. Así pues, aun en el seno de
nuestra sociedad industrializada sentimos la necesidad de res
taurar el equilibrio con la naturaleza y, por ello, éste parece un
momento muy adecuado para difundir estas enseñanzas sobre
la Rueda de la Medicina.
Invitamos al lector a que se desprenda de todos sus prejui
cios y se adentre con nosotros en un mundo mágico donde to
das las cosas están conectadas con nosotros y nosotros nos ha
llamos en relación con todas las cosas. Este mundo mágico
está formado, en definitiva, por este hermoso y generoso pla
neta que nos sustenta y por el conjunto de relaciones que man
tenemos con él.
Invitamos al lector a que abra sus ojos, sus oídos, su mente
y su corazón para contemplar la magia que siempre ha estado
junto a él. Actualmente tendemos a considerar que la Tierra es
tan sólo el telón de fondo sobre el que se representan todos los
dramas de la humanidad. Consideramos que los minerales, los
vegetales y los animales son los servidores del ser humano, ol
vidando que también pueden ser nuestros maestros y que pue
den evocar en nosotros ideas y emociones que han permaneci
do ocultas en el fondo de nuestro corazón durante mucho
tiempo.
El mes, o la luna, en el que hemos nacido determina nues
tro lugar de partida en la Rueda de la Medicina y nuestro tó
tem inicial en los reinos mineral, vegetal y animal. La primera
luna del año, denominada la Luna de la Renovación de la Tie
rra, indica el momento en el que el Padre Sol retoma de su via
je en el Sur y comienza a propiciar, de nuevo, el desarrollo de
la Madre Tierra y de todos sus hijos. Esta luna se inicia en el
momento del solsticio de invierno que, por lo general, tiene lu
gar el veintidós de diciembre. Esta es la primera Luna de Wa-

318
Astrología terrestre: un enfoque nativo-americano

boose, el Espíritu Guardián del Norte, y es seguida por la Luna


del Reposo y la Purificación y por la Luna de los Grandes
Vientos. Las lunas del período de Waboose son lunas de des
canso y purificación que nos permiten contemplar la cosecha
del año anterior y preparar la cosecha del año próximo.
Después de Waboose vienen las Lunas de Wabun, el Espí
ritu Guardián del Este. Estas tres lunas inician el crecimiento,
cuando el Padre Sol comienza a iluminar a los hijos de la Tie
rra y a prepararlos para que den sus frutos más preciados. La
primera Luna de Wabun es la Luna del Brote de los Árboles,
que comienza en el equinoccio de primavera, el veintiuno de
marzo. Las otras Lunas de Wabun son la Luna del Retomo de
las Ranas y la Luna de la Siembra del Maíz. Estas lunas mar
can un período de iluminación y sabiduría en el que los hijos
de la Tierra se preparan para desarrollarse del modo más ade
cuado.
A continuación vienen las Lunas de Shawnodese, el Espíri
tu Guardián del Sur. Éstas son las lunas del crecimiento rápi
do, cuando la Tierra comienza a florecer y a dar los frutos de
ese año. La Luna del Sol Poderoso es la primera del ciclo y co
mienza el veintiuno de junio, en el momento del solsticio de
verano, es seguida por la Luna de las Bayas Maduras y la Luna
de la Cosecha. Ésta es la estación del crecimiento y la con
fianza. La confianza es necesaria en este período, ya que el
crecimiento es tan rápido que no hay tiempo para detenerse a
evaluar el progreso.
El otoño es la estación de Mudjekiwis, el Espíritu Guardián
del Oeste. La primera Luna de Mudjekiwis es la Luna del Vue
lo de los Patos, que se inicia el veintitrés de septiembre, el día
del equinoccio de otoño. Esta luna es seguida por la Luna de la
Brisa Fría y la Luna de las Nieves Duraderas. Estas lunas se
ñalan una etapa de introspección, un período en el que hay que
acopiar la energía suficiente para mirar en el interior y con
templar el progreso llevado a cabo en las estaciones preceden
tes. Éste es el momento de prepararse para la estación del re
poso y de la renovación futura.

319
Tipos astrológicos

Cada luna tiene su tótem -o emblema- particular en los rei


nos mineral, vegetal y animal, y comparte sus cualidades con
las personas que han nacido durante ese período. En base a
nuestros tótems iniciales podemos aprender más sobre noso
tros mismos y también sobre las relaciones que podemos esta
blecer en la tierra. La gente tiene una deuda de gratitud con su
tótem y debe mostrarle el respeto, el cariño y el agradecimien
to por las lecciones y las energías que contribuyen a la conser
vación de la vida en nuestra común Madre Tierra.
A medida en que nos movemos en tomo a la Rueda debe
mos esforzamos por aprender todo lo posible sobre los tótems
de cualquier punto en el que nos hallemos, lo cual nos pro
porcionará un mayor conocimiento con respecto a los seres
que comparten la Tierra con nosotros. Cuando nos situamos
en un lugar de la Rueda que tiene una luna diferente, tenemos
la capacidad de adoptar los tótems característicos de esa luna
y aprender de ellos, así como de nuestros semejantes. Cuanto
mayor sea nuestra sed de conocimiento, mejor preparados es
taremos para desplazamos alrededor de la Rueda de la Medi
cina.
Sin embargo, cuando leamos acerca de las lunas, debere
mos recordar que no todas las personas que tienen la misma
luna y el mismo tótem comparten las mismas características.
Cada uno de nosotros viajamos en tomo a la Rueda a una ve
locidad diferente. De este modo, cuando nos hallamos en una
posición determinada, resulta posible manifestar fases o esta
dos de ánimo que parecen adecuarse más a otra luna. Esto pue
de servir para recordamos los puntos por los que ya hemos pa
sado o para damos indicios de los lugares hacia los que nos
dirigimos. El mensaje fundamental de la Rueda de la Medici
na es que debemos tratar de mantenemos en movimiento cons
tante en lugar de aferramos a una posición y, de este modo,
bloquear nuestras posiblilidades de cambio y de crecimiento.

320
Astrología terrestre: un enfoque nativo-americano

FECHAS LUNA ANIMAL PLANTA


| Dic.22-En.19 Ganso blanco
Renovación Abedul
de la tierra
NORTE

En.20-Feb.18 Descanso Nutria Álamo


y purificación
Fe.19-Mar.20 Grandes vientos Puma Llantén
|

tí Mar.21-Ab.19 Brote de los árboles Halcón rojo Diente de león


H Fe.19-Mar.20 Retomo de las ranas Castor Camelia azul
C/3
tí May.21-Jun.20 Siembra del maíz Ciervo Milenrama

Jun.21-Jul.22 Sol poderoso P. Carpintero Rosa silvestre


&
P Jul.23-Ago.22 Bayas maduras Esturión Frambuesa
C/5
Ago.23-Sep.22 Cosecha Oso pardo Violeta

tí Sep.23-Oct.23 Vuelo de los patos Cuervo Verbisco


fc”1
(73 Oct.24-Nov.21 Brisa helada Serpiente Cardo
tí Nov.22-Dic.21 Nieves duraderas Alce Picea negra
O

La Rueda de la M edicina

321
í

>

i
OCTAVA PARTE:

LAS TIPOLOGÍAS DE LA
PERSONALIDAD EN LAS
TRADICIONES ORIENTALES
í

>

i
Los norteamericanos han experimentado un creciente inte
rés en las tradiciones orientales. Muchos maestros pertenecien
tes a este tipo de tradiciones visitan los Estados Unidos y la li
teratura acerca de la psicología, la medicina y las disciplinas
espirituales orientales aumenta sin cesar. Ciertas tradiciones
asiáticas son depositarías de teorías y métodos prácticos muy
minucuiosos que son capaces de propiciar profundas transfor
maciones psicológicas y fisiológicas. Estas tradiciones nos
proporcionan, en suma, nuevas perspectivas sobre el funciona
miento y las potencialidades del ser humano, así como nuevas
técnicas de curación de la mente y el cuerpo.
Las tradiciones orientales más importantes han desarrollado
minucuiosos modelos prácticos sobre la naturaleza humana,
incluyendo también una sistematización tipológica de la perso
nalidad. Al igual que su contrapartida occidental, la psicología
oriental se deriva de una cuidadosa observación de la expe
riencia humana y se fundamenta en siglos de observación em
pírica de la variabilidad física y psicológica existente entre los
distintos tipos de individuos.
Los modelos orientales tienden a ser holísticos y a incluir
recomendaciones acerca de la dieta, el ejercicio y el estilo de
vida más adecuados para cada tipo de carácter. Por consi
guiente, no sólo se ocupan de la dinámica psicológica sino que
también prestan atención a las dimensiones físicas, cognitivas,
simbólicas y espirituales propias de cada individuo.
En el capítulo 22, Ram Dass -antiguo profesor de psicolo
gía de la Universidad de Harvard, autor notablemente conoci
do y renombrado maestro espiritual- sugiere que el antiguo
modelo de los chakras procedente del Yoga puede proporcio

325
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

namos un diagnóstico de la personalidad tan válido como el


que nos brindan, por ejemplo, el test de Rorschach o el MMPI.
Ram Dass señala que las teorías psicológicas desarrolladas por
Freud, Adler, Jung y otros psicólogos occidentales tratan de
describir, fundamentalmente, diferentes tipos de personalidad
que, en su opinión, mantienen cierta correspondencia con los
diferentes chakras. Así, por ejemplo, el segundo chakra está
relacionado con la gratificación sensual y el deseo sexual. Por
esa misma razón, Ram Dass considera que la psicología freu-
diana constituye una especie de «psicología del segundo cha
kra» en la que el papel más importante corresponde a la se
xualidad. La psicología adleriana, por su parte, es una
«psicología del tercer chakra» ya que concede una importancia
fundamental al poder. La psicología junguiana constituye una
psicología del cuarto chakra. La psicología transpersonal, por
último, se ocupa de los tres chakras restantes en términos de
los niveles superiores de la conciencia descritos por los tres
chakras restantes.
Deepak Chopra, médico nacido en India y educado en Oc
cidente, es autor de varios libros ampliamente difundidos, en
tre los que se incluye Curación cuántica, considerado como
una síntesis clásica entre los principios de la física moderna y
la salud holística. En el capítulo 23, Chopra expone la tipolo
gía de la personalidad según la tradición ayurvédica hindú, una
de las tradiciones médicas más antiguas del mundo. Según el
sistema ayurvédico, existen tres humores básicos que se hallan
compuestos, a su vez, de dos elementos. Así, Vata contiene
aire y éter, pitia es una combinación de fuego y agua y kapha
consiste en una combinación entre la tierra y el agua.
Un aspecto esencial de la tradición ayurvédica consiste en
alcanzar el equilibrio entre los diferentes humores en cada in
dividuo mediante la dieta, las hierbas, el estilo de vida y la
comprensión psicológica. Los humores no son estáticos sino
que varían en función de la hora del día, las estaciones y otra
serie de variables. Aunque el Ayurveda se haya desarrollado
como un sistema médico y se ocupe principalmente de la salud
Introducción

física, sin embargo también describe la constitución psicológi


ca y los estilos emocionales y cognitivos propios de cada tipo.
Harriet Beinfield y Efrem Komgold son dos de los prime
ros occidentales que se licenciaron en acupuntura en Califor
nia. Ambos autores han elaborado una síntesis entre la antigua
teoría china de los cinco elementos y la simbología occiden
tal, relacionando cada elemento con un arquetipo y una orien
tación diferente de la personalidad. El arquetipo correspon
diente al aire es el del Pionero, que trata de permanecer
siempre en movimiento. El arquetipo del fuego es el Brujo,
que evoca la pasión y la excitación. El arquetipo ligado a la
tierra es el Pacificador, que alienta el contacto con los demás.
El metal, por su parte, se halla asociado al Alquimista, que
busca establecer el orden perfecto. El tipo correspondiente al
agua, finalmente, se halla asociado al Filósofo, que es el cre
ador de nuevas ideas.
La tipología de la medicina oriental no es estática sino que
constituye un sistema activo que se funda en el principio de
que todas las cosas se hallan sometidas a un cambio constante.
Una de las consecuencia de este principio es que, indepen
dientemente de la tipología a la que pertenezcamos, nuestros
humores y nuestras energías tienden a desproporcionarse y a
desequilibrarse. Según la medicina ayurvédica o la medicina
china, por ejemplo, el desequilibrio conduce a la debilidad y a
la enfermedad. De este modo, los médicos chinos y ayurvédi-
cos tratan de mantener el equilibrio de sus pacientes mediante
la dieta, la acupuntura, las hierbas y las prescripciones concer
nientes al estilo de vida. Así, por ejemplo, el tipo correspon
diente a pitta tiende a desequilibrarse en verano porque el ca
lor de esta estación incrementa su elemento fuego, ya de por sí
hiperactivo . En este sentido, un médico ayurvédico recomen
daría, para este caso, un estilo de vida moderado, advirtiendo
al paciente sobre su tendencia a la hiperactividad y también le
aconsejaría que se abstuviera de alimentos picantes que, gene
ralmente, suelen agradarles, pero que también intensifican el
humor pitta.

327
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

El modelo de desarrollo interior propuesto por el yoga su


pone que la práctica adecuada de una disciplina espiritual pro
mueve también el crecimiento personal, lo cual puede, a su
vez, propiciar un cambio en la tipología personal. El yoga uti
liza diferentes formas de meditación, respiración y ejercicios
físicos para tratar de despertar la energía del kundalini, la fuer
za sutil que duerme en la base de nuestra espina dorsal. Como
parte de este proceso, el practicante del yoga debe meditar en
las formas, los colores, los sonidos y los animales específicos
asociados a cada uno de los chakra. Es entonces cuando la
energía de kundalini atraviesa cada uno de los chakras, desper
tándolos y energetizándolos a su paso hasta alcanzar el sépti
mo chakra y posibilitar, de este modo, el estado de ilumina
ción. Por consiguiente, el sistema yóguico nos proporciona, al
mismo tiempo, una tipología de la personalidad, un mapa del
desarrollo interno que discurre a través de una serie de estados
de conciencia y una tecnología que facilita precisamente ese
desarrollo.

328
22. LOS SIETE CHAKRAS Y LOS
TIPOS DE PERSONALIDAD

Ram Dass

Cada escuela terapéutica particular se relaciona con un tipo


específico de distribución de la energía -o prana- en el siste
ma. Si reflexionamos, por ejemplo, en términos de los chakras
-de los centros de energía del cuerpo (o de los centros que se
hallan conectados con el cuerpo)-, podemos enumerar siete
chakras denominados muladhara, svadhistana, manipura, ana-
hata, visuddha, ajna y sahashrara. El primero de ellos se halla
en la base de la espina dorsal, el segundo debajo del ombligo,
el tercero a la altura del ombligo, el cuarto en la zona del cora
zón, el quinto se halla situado en la garganta, el sexto en el en
trecejo y el séptimo se encuentra en la coronilla. Estos chakras
no poseen necesariamente un correlato fisiológico ya que, se
gún el sistema hindú, constituyen tan sólo -permitásenos utili
zar esta expresión- localizaciones psíquicas de la energía. Se
gún esto, en lugar de pasar un test de Rorschach o un MMPI,
podríamos, por ejemplo, levantar una carta (al igual que se hace
con la carta astrológica) de los chakras. Cada uno de estos di
ferentes métodos nos proporciona cierta información. Una car
ta de los chakras, por ejemplo, nos dirá dónde se ha fijado, lo
calizado y bloqueado la energía de una determinada persona.
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

La mayoría de los occidentales -de hecho, la mayor parte


de los habitantes del planeta- tiene localizada la energía en los
tres primeros chakras. De un modo somero, podríamos decir
que el primer chakra se halla ligado a la supervivencia y, para
ser más exactos, a la supervivencia del individuo como entidad
separada. Es como si estuviéramos en una jungla frente a un
pedazo de carne y lo único que importara es si te lo vas a ter
minar llevando tú o yo. Se trata, a fin de cuentas, del modelo
darwiniano de una motivación basada en la supervivencia del
más apto. Cuando nos hallamos ubicados en ese chakra, la mo
tivación básica consiste en proteger nuestra individualidad y
conservar nuestra identidad como seres separados. Podemos
imaginar que el primer chakra es como el mismo corazón de
Africa y que, en él, hay un canal, un gran río -denominado
sushumna-, que nos conduce hasta el próximo puerto, la Cos
ta Azul. De este modo, una vez que nuestra seguridad se halla
garantizada, estaremos en condiciones de comenzar a buscar la
gratificación sensual, el deseo sexual y la reproducción. Es im
posible que nos ocupemos de la reproducción si estamos con
tinuamente ocupados en defender nuestra vida pero, apenas
sintamos un mínimo de seguridad en este sentido, nos hallare
mos en condiciones de afrontar el siguiente reto, la reproduc
ción de la especie. Así pues, el segundo chakra está ligado fun
damentalmente al nivel de la reproducción, a las acciones y las
reacciones sexuales, a la procreación y el sexo.
El tercer chakra se parece a Wall Street, Washington o Lon
dres y está íntimamente relacionado con el poder, el dominio y
el control del ego. La mayor parte de nuestros conceptos sobre
el mundo tienen que ver con estos tres centros, toda nuestra
energía se concentra en ellos y, es por ese motivo que las per
sonas justificamos nuestra vida en términos de reproducción o
gratificación sexual, gratificación sensual y poder o autoridad.
Resulta interesante constatar que casi toda la actividad del
mundo occidental está al servicio de estas tres energías. Es por
ello por lo que, cuando alguien construye una gran industria
dinámica, podemos decir: «¡Ajá, fálico!», haciendo referencia

330
Los siete chakras y los tipos de personalidad

al segundo chakra o que, cuando un hombre trata de seducir a


una mujer podemos barruntar que se halla interesado en el po
der y la dominación (haciendo referencia al tercer chakra, ya
que la práctica del sexo se halla al servicio del tercer chakra).
Hoy en día resulta evidente que Freud es un portavoz y un
maestro inigualable de los temas ligados al segundo chakra.
Desde el punto de vista del segundo chakra, Freud podía afir
mar con absoluta sinceridad que la religión no es más que sexo
sublimado. Y, si bien su teoría general sobre la libido y su no
ción de que todo el cuerpo es erógeno es cierta... existen, no
obstante, muchos otros puntos en los que incurre en errores
flagrantes. No debemos, por tanto, olvidar, que el sistema de
Freud se ocupa principalmente del segundo chakra mientras
que Adler, por su parte, se centra fundamentalmente en el ter
cer chakra y Jung lo hace en el cuarto. Debemos también seña
lar que todavía existe un quinto chakra, un sexto chakra, y un
séptimo chakra que se refieren a otro tipo de espacios psíquicos
y a otros modos de organizar el universo y de comprender qué
es lo que está ocurriendo. Así pues, en la medida en que tenga
mos «puntos oscuros» relativos al segundo chakra y acudamos
a un analista freudiano, él podrá ayudamos a clarificar esos
puntos pero nos proporcionará escasa información sobre nues
tros problemas en el tercer chakra y tampoco dirá gran cosa
-como censuraba Jung a Freud- sobre el cuarto chakra.
Cuando Jung habla en términos de arquetipos, de incons
ciente colectivo, etcétera, está refiriéndose al ámbito propio
del cuarto chakra, el equivalente a la compasión del Buda. Sin
embargo, es evidente que Jung todavía se halla demasiado ata
do al plano astral y que teme ir más allá de él. Jung llega has
ta este punto y, una vez ahí, se detiene porque teme lo que po
dría encontrarse en el próximo paso y que ya no podrá seguir
haciendo lo que hacía como Cari G. Jung.
Como ya he dicho anteriormente, existen siete chakras o
puntos focales y la transición entre el tercero y el cuarto cha
kra es el comienzo del estado trascendente, el comienzo del es
tado de la compasión, el punto en el que trascendemos la reía-
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

ción fondo-forma y apreciamos que, más allá de nuestros ro


pajes azules, negros o blancos, todos somos seres humanos y,
lo que es todavía más importante, más allá de nuestra persona
lidad, de nuestra edad o de nuestro cuerpo, existe un lugar en
el que -aunque seguimos viendo a los demás como algo sepa
rado- experimentamos un claro sentimiento de unidad. Sin
embargo, todavía existe otro nivel de conciencia donde esta
conciencia unitiva es algo más que un mero conocimiento in
telectual y se convierte en algo completamente real, un plano
en el que la compasión nace del hecho de que lo te está ocu
rriendo a ti también me está sucediendo a mí, un lugar en el
que tú y yo somos un mismo ser, dos manifestaciones diferen
tes de la misma conciencia. Ése es el ámbito propio del cuarto
chakra.
En el quinto chakra dejamos de ver tan sólo las manifesta
ciones externas y nos volvemos hacia el interior -o hacia más
adentro, o hacia más arriba, como queramos decirlo- y co
menzamos a preocupamos por los planos superiores de luz,
energía o forma, que representan estados de diferencias y si
militudes progresivamente más sutiles. Es como si arribáramos
a un lugar en el que fuéramos energía o formaciones celula
res... planos diferentes de organización del universo. El sexto
chakra es muy parecido a lo que se denomina el plano causal,
que constituye... un lugar en el que ya no seguimos identifica
dos con nuestra propia perspectiva y podemos disponer de un
panorama cósmico que nos permite comenzar a percibir las le
yes fundamentales del universo operando por doquier. Este
ámbito era uno de los principales centros de interés de los
egipcios, el ámbito propio de la filosofía... y de las ideas puras
de Platón. Se trata del sexto chakra, de lo que llamamos sabi
duría, la sabiduría de las edades, de las leyes, de estas leyes su
mamente simples. En términos religiosos también podríamos
denominarlo la Divinidad... las primeras formas de pensamien
to que sirven de fundamento para la manifestación de todo lo
demás. En ese dominio nos hallamos en el ámbito de las ideas
puras. Así pues, cuando llegamos al nivel del sexto chakra he
Los siete chakras y los tipos de personalidad

mos dejado atrás el cuerpo burdo, nos hemos desidentificado


de él e incluso de nuestra personalidad, lo cual implica un pla
no mucho más sutil. En este nivel estamos únicamente identi
ficados con las ideas y todo lo demás no es sino una manifes
tación externa en planos diferentes de mayor grado de
densidad.
El séptimo chakra, el chakra superior, es el lugar en el que
nos sumergimos plenamente en el océano, en la unidad, en la
totalidad. Consideremos, por ejemplo, el proceso cíclico del
agua que, surgiendo del mar, forma nubes que, a su vez, dan
lugar a las gotas de lluvia que caen nuevamente sobre el océa
no. El océano está formado por una infinidad de gotas, pero su
entidad sigue siendo la de océano, y cada una de las gotas que
lo forman no mantiene su individualidad como tal durante mu
cho tiempo antes de regresar al océano. Pensemos en ello
como en un proceso. El séptimo chakra es el océano, allí don
de todo vuelve a desembocar en el uno, un lugar que se halla
más allá incluso de las leyes y de las ideas.
Ahora bien, debemos tener en cuenta que, en la medida en
que vamos ascendiendo por esta escalera, en cada uno de los
diferentes niveles aparecen ciertas características específicas...
hay un nuevo modo de recibir y transmutar la energía del uni
verso. Cada chakra nos permite trabajar con un tipo diferente
de energía, en cada uno de ellos nos alimentamos de modo dis
tinto y podemos trabajar con la luz, con el amor, etcétera, de
diferentes modos. De la misma manera, en cada uno de los ni
veles contemplamos el universo de maneras diferentes y, por
consiguiente, nuestras acciones y nuestras reacciones -nues
tros hábitos intelectuales y nuestras respuestas- son también
diferentes. Por otra parte, dado que en cada nivel existe la ten
dencia a quedamos estancados, debemos esforzamos en ir to
davía más allá. Es habitual también, por último, que quienes
estemos llevando a cabo este trabajo distribuyamos irregular
mente nuestra energía en los distintos planos o chakras.

333
23. TIPOS CORPOMENTALES EN
LA MEDICINA AYURVÉDICA:
VATA, PITTA Y KAPHA

Deepak Chopra

La genética es un elemento fundamental del sistema ayur-


védico ya que, a fin de cuentas, el tipo corporal es el resultado
de la herencia. Mucho tiempo antes de que apareciera la teoría
del ADN, los sabios ayurvédicos comprendieron que los ras
gos genéticos aparecen en grupos. Así, por ejemplo, la piel y
el cabello orientales no suelen ir acompañados de ojos azules
sino de ojos marrones; la musculatura compacta no puede sus
tentarse sobre huesos delgados y ligeros sino que requiere de
un soporte óseo lo suficientemente sólido. De este modo, la
mente, el cuerpo y la conducta se hallan relacionados de una
manera sutil que sólo es posible desentrañar a través del cono
cimiento de los doshas.
Nuestro tipo corporal es el molde que nos configura pero
no contiene nuestro destino. El hecho de ser alto o bajo, inde
ciso o decidido, ansioso o tranquilo, nos incluye en un deter
minado tipo pero, aun así, existen muchas otras cosas -como
nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros recuer
dos, nuestros talentos, nuestros deseos, etcétera- que no pue

334
Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

den ser controladas por nuestro tipo corporal. El conocimiento


de nuestro tipo corporal nos capacita para evolucionar hacia
un estado ideal de salud. A diferencia de la medicina occiden
tal, que aspira exclusivamente a alcanzar la salud física y men
tal, el Ayurveda pretende elevar todos los aspectos de la vida a
un nivel superior, ya que las relaciones personales, la satisfac
ción laboral, el crecimiento espiritual y la armonía social están
estrechamente vinculados con el cuerpo y la mente y, por con
siguiente, si tenemos un conocimiento profundo de la medici
na, podemos ejercer una influencia sobre ellos.

CARACTERÍSTICAS DEL TIPO VATA


(AIRE-ÉTER)

• Estructura delgada y ligera


• Agilidad
• Apetito y digestión irregulares
• Sueño ligero e irregular, insomnio
• Entusiasmo, vivacidad e imaginación
• Excitabilidad, estados de ánimo fluctuantes
• Asimila y también olvida rápidamente la nueva infor
mación
• Tendencia a preocuparse
• Tendencia al estreñimiento
• Se cansa fácilmente, tendencia al agotamiento
• La energía física y mental viene a impulsos

El tema fundamental de vata es la «mutabilidad». Las per


sonas vata son impredecibles y mucho menos estereotipadas
que los pitta o los kapha, pero su variabilidad, en cambio -en
cuanto a forma, tamaño, humor y acción- es también su rasgo
más característico. Para una persona vata la energía física y
mental procede a borbotones y de modo irregular. Los vata son
propensos a

335
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

• Tener hambre a cualquier hora del día o de la noche


• Gustar de la excitación y el cambio constante
• Acostarse a horas irregulares, saltarse las horas de las
comidas y, en general, mantener hábitos irre
gulares
• Digerir bien la comida un día y mal al día siguiente
• Estallidos emocionales de corta duración y que se ol
vidan fácilmente
• Andar deprisa

Físicamente hablando, los vata son los más delgados de los


tres tipos y tienen, por lo general, hombros y/o caderas estre
chos. Hay algunos vata para los que resulta sumamente difícil
-si no imposible- aumentar de peso, y permanecen crónica
mente por debajo de su peso mientras que otros, en cambio,
son agradablemente delgados y flexibles. Aunque su apetito es
muy voluble, el vata es el único tipo que puede comer sin au
mentar su peso. (También hay quienes, sin embargo, fluctúan
mucho de peso a lo largo de su vida y pueden ser altos, delga
dos y flacos durante la adolescencia pero tener un exceso de
peso en la mediana edad.)
El exceso de vata conduce a la desproporción física y las
manos y los pies pueden ser excesivamente grandes -o peque
ños- en relación al cuerpo; los dientes pueden ser también
muy pequeños o muy grandes y protuberantes. El comer en ex
ceso también es una característica propia del vata. Aunque la
mayoría de las personas vata tienen formas corporales agrada
bles, también pueden tener las piernas arqueadas, los pies tor
cidos hacia dentro, escoliosis (desviaciones de la columna);
desviación del septum y los ojos muy juntos o muy separados.
Los huesos pueden ser muy ligeros o, por el contrario, muy
largos y pesados. Las articulaciones, los tendones y las venas
sobresalen de manera prominente en los cuerpos de muchos
vata porque la capa de grasa que se oculta bajo la piel es muy
delgada. Las fracturas de articulaciones también son una pecu
liaridad característica de este tipo.

336
Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

El dosha del vata es el responsable de todos los movimien


tos corporales. Nuestros músculos se mueven debido a vata,
que también controla la respiración, el movimiento del alimen
to a lo largo del tracto digestivo y los impulsos nerviosos pro
venientes del cerebro. Su función más importante es la de con
trolar el sistema nervioso central. Los temblores, los ataques y
los espasmos son ejemplos de que el vata ha sido perturbado.
Cuando este dosha pierde el equilibrio, aparecen desórdenes
nerviosos que pueden abarcar desde la ansiedad y la depresión
(no la pesada depresión del kapha sino una especie de depre
sión sorda que va acompañada de la sensación de estar ex
hausto) hasta los desórdenes mentales clínicos. Todos los sín
tomas psicosomáticos pueden ser atribuidos a un desequilibrio
de vata. Por consiguiente, el hecho de armonizar el vata suele
curar síntomas que desafían cualquier otro tipo de tratamiento.
Vata es el responsable de comenzar -que no de finalizar-
cualquier actividad, y esta característica resulta muy patente
cuando se halla desequilibrado, ya que una persona en esa si
tuación, por ejemplo, puede ir de compras compulsivamente
sin llegar a adquirir nada, puede hablar de continuo sin llegar
a ninguna conclusión y puede terminar convirtiéndose en un
insatisfecho crónico. Se afirma a veces que el tipo vata puede
despilfarrar el dinero, la energía y las palabras, pero esto deja
de ser cierto en el momento en que recupera el equilibrio,
puesto que el dosha vata es el responsable dpi equilibrio del
cuerpo.
La mayor parte de los vata son propensos a la preocupación
y a veces pueden llegar a sufrir de insomnio, una consecuencia
manifiesta de la actividad incesante de su pensamiento, y el es
trés al que está sometido suele conducirle con frecuencia a la
ansiedad (temor). El sueño del vata normal es el más corto,
seis horas o menos son la tónica, tendiendo a hacerse más bre
ve a medida que aumenta la edad del sujeto.
La persona vata equilibrada muestra una alegría, un entu
siasmo y una energía contagiosas. Su mente es lúcida y des
pierta, y su tono interno es eufórico. Los vata son extremada

337
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

mente sensibles a los cambios del entorno. Responden rápida


mente a los estímulos sonoros y táctiles pero les desagradan
los ruidos fuertes. Su personalidad suele ser vivaz, vibrante,
excitable, impredecible, imaginativa y locuaz. Cuando están
equilibrados, su tendencia a la impulsividad les suele conducir
fácilmente a hacer esfuerzos que se hallan por encima de sus
posibilidades, dando entonces lugar al agotamiento, la fatiga y
la depresión crónicas.
El vata debe mostrarse muy cauteloso con el descanso, no
caer en excesos y tratar de mantener hábitos regulares, medi
das que pueden parecer poco naturales a muchos vata pero
que, suelen terminar resolviendo rápidamente muchos de sus
problemas físicos y mentales. Vata también promueve el im
pulso vital para recuperar el equilibrio.

CARACTERÍSTICAS DEL TIPO PITTA


(FUEGO-AGUA)

• Estructura mediana
• Resistencia y fuerza normales
• Mucha hambre y sed, digestión poderosa
• Tendencia al enojo y la irritación en las situaciones
tensas
• Piel rojiza y blanca, frecuentemente pecosa
• Aversión al sol y a los climas cálidos
• Carácter emprendedor, ama los desafíos
• Intelecto agudo
• Habla precisa y articuladamente
• No puede saltarse las comidas
• Rubio, ligeramente castaño o pelirrojo (o de tonos
rojizos)

El tema básico de pitta es la «intensidad». Cualquier perso


na de cabello rojo y brillante y con un rostro pecoso tiene mu
cho que ver con pitta, igual que toda persona que sea ambicio
sa, inteligente, habladora, decidida, discutidora o celosa. Los
Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

pitta tienen una tendencia natural combativa que no necesaria


mente tiene que ser explícita. Cuando se halla en equilibrio,
pitta es emocionalmente cálido y ardiente, amable y jovial.
Los rostros que irradian felicidad son característicos de pitta, y
también lo es

• Sentir un hambre atroz si la comida se retrasa media


hora
• Vivir pendiente del reloj (generalmente caro) y tener la
sensación de que está perdiendo el tiempo
• Despertarse en mitad de la noche sitiendo calor o sed
• Tomar la iniciativa en una situación o sentir que debe
hacerlo
• Caminar con decisión

Físicamente hablando, pitta tiene una estatura media y está


bien proporcionado. Mantienen su peso sin grandes fluctuacio
nes y no les resulta difícil perder o ganar unos kilos a volun
tad. Sus rasgos faciales son bien proporcionados; los ojos tie
nen un tamaño intermedio y su mirada suele ser penetrante.
Las manos y los pies también son normales y lo mismo ocurre
con las articulaciones.
El cabello pitta es fácilmente reconocible, ya que suele ser
suave y liso, de color rojo, rubio o arena, y tiende a encanecer
prematuramente. La calvicie, el pelo ralo o una línea del pelo
en recesión también suelen ser características propias de pitta.
Los pitta suelen mostrar un intelecto agudo y penetrante y
tener capacidad de concentración. También tienen una ten
dencia innata a ser ordenados y a administrar prudentemente
su dinero, su energía y su actividad (aunque gastarlo en lujos
es una notable excepción porque los pitta gustan de rodearse
de objetos hermosos). Tienden a reaccionar visualmente al
mundo.
Los pitta expresan calor en todas sus facetas. Cuando pier
den el equilibrio, por ejemplo, este calor se expresa en su ge
nio, sus manos, sus pies calientes y la sensación de quemazón

339
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

en los ojos, piel, estómago e intestino. Este mismo calor inter


no les hace poco proclives a exponerse prolongadamente al
sol, y ante él se fatigan muy rápidamente y no acometen tra
bajos físicos demasiado duros. Sus ojos también rechazan la
luz brillante.
Los pitta también sienten cierta inclinación hacia la ira, que
es su emoción negativa característica, una emoción a la que
suele abocarles con frecuencia el estrés, y pueden mostrarse
irritables e impacientes, exigentes y perfeccionistas, particular
mente cuando se hallan en una situación tensa. Aunque son
ambiciosos y tienen cualidades para el liderazgo, los pitta pue
den llegar a presentar modales demasiado cortantes, agresivos
y ofensivos para los demás.
Los pitta hablan de manera precisa y coherente, y suelen
ser buenos oradores. Sostienen firmemente sus opiniones y les
gusta discutir. Cuando están fuera de equilibrio, su expresión
suele ser sarcástica y crítica pero, al igual que ocurre con las
personas pertenecientes a los otros doshas, los tipos pitta pre
sentan dos facetas ya que, cuando se hallan equilibrados, son
dulces, alegres, confiados y valientes. Les agradan los retos y
los afrontan con decisión pero con una energía física modera
da. Su resistencia también es moderada y hasta su misma di
gestión, normalmente poderosa -la base, por otra parte, de su
energía- puede verse alterada. Son de esa clase de personas
que, a mitad de su vida, pueden llegar a decir: «Solía comer de
todo, pero eso ya se acabó».

CARACTERÍSTICAS DEL TIPO KAPHA


(TIERRA-AGUA)

• Constitución sólida y poderosa; gran energía y resis


tencia física
• Energía estable, movimientos lentos y gráciles
• Personalidad tranquila y relajada; poco coléricos
• Piel fría, fina, tersa, pálida y, frecuentem ente,

340
Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

grasienta
• Lento para asimilar la información nueva, pero con
buena memoria retentiva
• Sueño pesado y prolongado
• Tendencia a la obesidad
• Digestión lenta y apetito moderado
• Afectivo, tolerante e indulgente
• Tendencia a ser posesivo y complaciente

El tema fundamental del tipo kapha es la «relajación». El


dosha de kapha, el principio estructural de su cuerpo, propor
ciona estabilidad y firmeza, y le suministra las reservas de
energía física y la resistencia que necesita la robusta y pesada
estructura de las personas kapha. Según el Ayurveda, los kap
ha son afortunados porque suelen gozar de una salud inque
brantable. Su personalidad también muestra una visión del
mundo serena, feliz y tranquila. El kapha siente inclinación
por

• Meditar las cosas durante mucho tiempo antes de to


mar una decisión
• Despertarse lentamente, quedarse en la cama durante
mucho tiempo y necesitar café una vez que se ha levan
tado
• Se siente feliz con el estado de las cosas y trata de
conservarlo manteniendo una actitud conciliadora
• Respeta los sentimientos de las personas por las que
siente una verdadera empatia
• Busca una gratificación emocional en la comida
• Movimientos elásticos, ojos claros y un caminar
grácil aun cuando puedan ser gruesos

Físicamente hablando, el dosha propio de kapha proporcio


na fuerza y resistencia natural frente a la enfermedad. Aparte
de estar bien formados, los tipos kapha tienden a ser gruesos
con hombros y/o caderas anchas. Suelen ser tan proclives a en

341
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

gordar que suele decirse que les basta con mirar la comida
para aumentar de peso. También tienen dificultades para per
der el peso extra, y por ello son propensos a la obesidad cuan
do se hallan en un estado de desequilibrio. No obstante, las
personas con una estructura mediana también pueden ser kap
ha y en los doshas dobles -como por ejemplo vata-kapha-
pueden incluso llegar a ser delgados. Un rasgo indicador de
kapha es la piel suave, fresca, delgada, pálida, y frecuente
mente grasienta. También son típicos los ojos grandes, tiernos
y aconejados («como si estuvieran llenos de leche», dicen los
antiguos textos). Cualquier atributo del rostro o del cuerpo que
nos sugiera sosiego y estabilidad es un indicio de la preponde
rancia subyacente del kapha. La presencia de las formas curvi
líneas y llenas propias de las estatuas del Renacimiento consti
tuye uno de los rasgos kapha más característicos de las
mujeres.
El dosha de kapha es lento, y las personas que comen des
pacio y tienen una digestión lenta suelen pertenecer al tipo
lrapha, al igual que quienes hablan despacio y deliberadamen
te. Son tranquilos y autocontenidos y, por consiguiente, no
suelen enojarse y quieren mantener la paz en tomo suyo. Su
respuesta natural al mundo viene a través del sabor y el olor.
Los kapha suelen atribuir una importancia especial a la ali
mentación, tienden a confiar en las sensaciones corporales y
fundamentalmente son personas terrenales.
Los kapha tienen una energía estable. Su capacidad y su re
sistencia para el trabajo físico excede a la de los otros tipos.
Rara vez se sienten afectados por la fatiga física. Los kapha
también tienden a almacenar y a guardarlo casi todo: dinero,
posesiones, energía, palabras, alimento y grasa (esta última,
generalmente, en la parte inferior del cuerpo, es decir, en los
muslos y las nalgas).
/;v '' k °s kaphft son afectivos, tolerantes, indulgentes y matema-
! P01 na^ura^eza. No se ven afectados fácilmente por las cri-
s*8 y despiertan seguridad en los demás. Tienden a ser com-
, placientes aunque, aun el más equilibrado de ellos, vacila
Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica

cuando se siente estresado. Sus emociones típicas son la envi


dia y el apego desmedido. Toda persona que no pueda sopor
tar el deshacerse de las cosas viejas está expresando un exceso
de kapha. Cuando se halla fuera de equilibrio, los kapha se
convierten en estúpidos, pesados, soñolientos y perezosos.
Los kapha son los que aprenden más despacio de los tres
doshas pero, compensatoriamente, tienen buena memoria y,
con el tiempo, adquieren un dominio sólido sobre el tema. Ab
sorben la información nueva lentamente y suelen abordarla de
manera sistemática. Por otra parte, cuando se hallan desequili
brados se vuelven torpes y obstinados.
La preocupación fundamental de los kapha gira en tomo al
progreso, ya que cualquier situación de estancamiento convier
te su estabilidad en inercia. Los tipos kapha necesitan estar se
guros de que no se aferran al pasado, no se identifican con las
personas ni con las posesiones y de que no entorpecen el cam
bio. La comida pesada y fría, la falta de ejercicio, los excesos
alimentarios y el trabajo rutinario les desvitaliza, pero la esti
mulación -aunque no sea natural- saca a la luz su vitalidad.

343
&
24. TIPOS CARACTERIALES EN
LA MEDICINA CHINA: PIONERO,
HECHICERO, PACIFISTA,
ALQUIMISTA Y FILÓSOFO

Harriet Beinfield Y Efrem Korngold

El presupuesto fundamental de la filosofía china es que


las fuerzas que gobiernan los ciclos del cambio en el mundo
externo tienen su contrapartida en el cuerpo y la mente de
los seres humanos. Cada uno de los distintos niveles de or
ganización -desde la rotación de los planetas hasta la con
ducta de nuestros órganos internos- recapitula las pautas na
turales en todos los niveles de organización. Estas antiguas
ideas orientales configuran lo que ciertos pensadores moder
nos han dado en llamar el «paradigma holográfico», el he
cho de que la organización de la totalidad (naturaleza) se re
fleja en todas y cada una de sus partes (vegetales, animales
y seres humanos).
En el interior del ser humano las mismas fuerzas que orga
nizan la existencia física, sensorial y perceptiva de nuestro or
ganismo (soma) inciden en la vida emocional, intelectual y es
piritual de la persona (psiquismo). Dentro de este contexto, el

344
Tipos caracteriales en la medicina china

modelo de Cinco Fases que presentamos a continuación tiene


un área de aplicación muy diferente.
Existe una compleja red de relaciones entretejida entre las
Cinco Fases y la cultura humana. Los asuntos del estado y la
sociedad se han organizado en función de estos principios. Los
momentos adecuados para plantar y para cosechar, para avan
zar y para retroceder en la batalla, para el matrimonio y para la
procreación, y también los métodos para conservar la salud se
prescribieron siguiendo este sistema. Las Cinco Fases consti
tuyen, pues, un calendario de los ciclos de cambio -tanto a
corto como a largo plazo- en el ser humano, un mapa que per
mite cartografiar el desarrollo del proceso, una guía que nos
permite comprender nuestra propia evolución.

LAS FASES COMO ESTADIOS DE


TRANSFORMACIÓN

Las Cinco Fases representan estadios de transformación,


pautas de expansión y de contracción, de difusión y de decli
nación. Cada una de las fases posee una energía primordial in
trínseca, una determinada influencia ontológica que configura
los acontecimientos de un modo particular. A lo largo de nues
tra vida, por ejemplo, los seres humanos atravesamos ciclos vi
tales similares a la sucesión de las estaciones en la naturaleza,
ciclos que comienzan con el nacimiento y finalizan con la
muerte, pasando por estadios intermedios de crecimiento, ma
durez y decadencia. Así pues, dentro del ciclo vital podemos
observar el poder propio de cada una de las fases.
La Fase de Madera se aplica al nacimiento, a la nueva vida
que surge. El recién nacido, que, en principio es tan pequeño y
frágil como un brote tierno, moviliza una tremenda cantidad
de energía para poder crecer rápidamente. El bebé se mueve de
la fase yin de la gestación (correspondiente al agua) a la fase
yang del crecimiento (ligada a la madera). El punto culminan
te de la fase yang -correspondiente al fuego- se alcanza en la

345
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

edad adulta, cuando nos hallamos en la flor de la vida. El pe


ríodo de la «maduración» (la madurez) se corresponde con la
Fase de Tierra. Cuando llegamos a la vejez regresamos al yin
y comienza el declive (correspondiente a la Fase de Metal).
Por último, en el momento de la muerte regresamos al estadio
yin de la disolución -la Fase de Agua-, a la vacuidad de la que
habíamos emergido.
Del mismo modo que las Cinco Fases sirven para definir
las transformaciones a que dan lugar los ciclos vitales, también
pueden ayudamos a comprender mejor el proceso de nuestra
existencia cotidiana. El despertar se asocia a la madera, el mo
vimiento hacia el estadio de máxima vigilia se corresponde
con el fuego, la somnolencia se relaciona con el metal y el es
tado de sueño está ligado al agua. La tierra, por su parte, cons
tituye el punto de reposo y equilibrio entre los movimientos
polares, un punto en el que no predomina ninguno de ellos.
Así pues, nuestra integridad está basada en la proporción y el
ritmo de cada una de las Cinco Fases en nuestro interior, un
ritmo que regula el sueño y la vigilia, la actividad y el descan
so, la excitación y la inhibición.

LAS CINCO FASES DETERM INAN CINCO


TIPOS DE PERSONALIDAD

Nuestra exposición sobre la Teoría de las Cinco Fases pos


tula que existen diferentes modos de ser en el mundo, diferen
tes tipos de inclinaciones y dones que mantienen una estrecha
relación con las cinco estaciones y los cinco elementos. Todos
nosotros estamos caracterizados por una fuerza organizadora
oculta e inefable que nos permite incorporar y expresar la ex
periencia.
En cada uno de nosotros predomina una determinada fase,
en tomo a la cual gravitan todas las demás, y que constituye la
fuente de la que manan nuestros impulsos más profundos. Esta
fase es nuestro tipo, la matriz ontológica primaria que inicia y

346
Tipos caracteriales en la medicina china

rige la formación de nuestra existencia única. Existen cinco ti


pos diferentes y cada uno de ellos posee un paisaje interno tan
distinto como lo es la jungla del desierto y las pálidas hojas
marchitas del otoño de las llameantes dalias rojas del verano.
Nuestra naturaleza nos resultará evidente si nos esforzamos
en comprender cómo estamos «unidos» -cómo se organizan
nuestro soma y nuestra psique- y, cuando nos conozcamos a
nosotros mismos, podremos actuar en consecuencia. El auto-
conocimiento es el requisito indispensable para el dominio de
uno mismo. Aplicando el lenguaje de la Teoría de las Cinco
Fases podremos responder a las cuestiones existenciales sobre
nuestra propia identidad (¿Quién soy yo? y ¿Cómo estoy for
mado?), del sentido de nuestra vida (¿Qué es lo que debo ha
cer?) y del destino (¿Quién seré? y ¿Cómo puedo hacer lo más
adecuado?).
El análisis de las Cinco Fases puede informamos acerca de
nuestras virtudes y de nuestras flaquezas, ayudándonos a ser
más sabios en nuestras decisiones sobre lo que debemos bus
car y lo que debemos evitar. En suma, el descubrimiento de las
raíces arquetípicas de nuestro carácter nos permite tomar con
ciencia de nuestras actitudes, de nuestras relaciones, de nues
tros deseos y de nuestros sueños, así como de nuestros recur
sos curativos, fijaciones emocionales, dudas intelectuales y
dilemas espirituales.
Aunque la Teoría de las Cinco Fases es antigua, la idea de
los «tipos» ligados a las Cinco Fases constituye el intento de
injertar una rama psicoespiritual occidental en el tronco del
pensamiento médico chino tradicional. Por otra parte, la fusión
de los conocimientos tradicionales chinos con las metáforas
culturales de Occidente también nos permite ampliar el anti
guo sistema de las Cinco Fases hasta convertirlo en un mode
lo fenomenológico que unifica los aspectos físicos, emociona
les y míticos de la experiencia y la conducta humanas. Así
pues, esta versión de las Cinco Fases constituye un intento de
establecer un puente de aproximación entre las ideas orientales
y occidentales sobre la medicina y los procesos humanos.

347
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

MADERA

La madera es tan poderosa y resuelta como el viento, tan


flexible como un álamo cimbreándose sobre un cielo resplan
deciente y despejado. La primavera, una época de renacimien
to, de súbito crecimiento y de rápida expansión, jalona el sur
gimiento de esta energía. A lo largo de este período, el
movimiento va ascendiendo hasta la superficie y trascendien
do las limitaciones del invierno. De este modo, a medida que
el proceso de la vida vuelve a despertar, se produce un cres
cendo de excitación. Un día, el bosque parece sombrío y muer
to y al día siguiente los rayos del sol derraman su cálida luz
sobre las ramas que empiezan entonces a cubrirse de nuevos
brotes. Este torbellino de actividad despierta sentimientos tu
multuosos. El cambio es algo que se espera pero no puede ser
predicho en modo alguno ya que, al igual que ocurre con el na
cimiento de un niño, el día y el momento precisos siguen sien
do un misterio. Sabemos que la primavera está por venir pero
ignoramos el momento concreto en que lo hará. Y esta expec
tativa fomenta la tensión pero también conlleva la promesa de
un descanso.
El hígado, cuyo qi se halla relacionado con la Fase de la
Madera, instiga el movimiento y aguijonea a la mente favore
ciendo, así, la tensión y la presión necesarias para construir.
Del mismo modo que la primavera inicia el ascenso de la sa
via en los árboles, el hígado estimula a la sangre y al qi. De
este modo, reuniendo y liberando sucesivamente a la sangre,
el hígado modula la intensidad y la fuerza de todos los movi
mientos y procesos.

El Arquetipo de la Madera: El Pionero

La metamorfosis constituye el principio director del Pione


ro, impulsado por la aventura de adentrarse en lo desconocido,
de luchar contra el destino, de batallar deliberadamente contra

¡
^48
Tipos caracteriales en la medicina china

la adversidad para sojuzgar a la tierra yerma. El pionero es fle


xible, astuto y ferozmente independiente, obra por cuenta pro
pia y se esfuerza constantemente en superar sus propias limita
ciones, trabajando de manera incansable para expandir su
visión y su libertad de movimientos en una multitud de for
mas. Se encuentra inexorablemente atraído a hollar caminos
inexplorados, a ascender a las cumbres de las montañas, a
adentrarse en el firmamento cuajado de estrellas dentro del tra
je de un astronauta, a levantar un emporio de la nada o a em
barcarse en la investigación de campos todavía inexplorados.
Es una persona enamorada de lo nuevo, curiosa por todo lo
que permanece sin conquistar, siempre dispuesta a innovar, a
reformar y a revolucionar.
El Pionero se halla predispuesto hacia la acción, supera
toda resistencia con el ímpetu y la determinación de un gue
rrero y, al igual que una locomotora que acumula fuerza y va
aumentando de velocidad a medida que desciende sobre la vía,
dispone de una energía verdaderamente formidable.

FUEGO

El fuego es resplandeciente, evanescente, tembloroso, exci


tante y globalizador. El verano, la estación en la que los vege
tales y los animales alcanzan su máximo esplendor, jalona el
ascenso del poder del fuego. El verano despierta un sentimien
to de esplendor y plenitud que nos empuja a llegar al límite de
nuestras posibilidades. El sol brillante se eleva hacia su cénit
por encima de las magnolias florecientes escoltadas por el
zumbido de las abejas. Durante el verano predomina el yang, y
la luz, el calor, la actividad y las relaciones alcanzan su máxi
mo esplendor. Al igual que el verano, el fuego es expansivo,
radiante, extravertido y apasionado y, del mismo modo que el
sol estimula las corrientes vitales de la tierra, el corazón extrae
la substancia viva de la sangre e impregna todo el cuerpo de
atención.

349
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

El Arquetipo del Fuego: El Hechicero

La fusión es el principio director del Hechicero, quien an


hela fundir lo mundano con lo extraordinario, y articular las
aspiraciones humanas con el propósito divino. Del mismo
modo que el fuego del amor une al hombre y la mujer para dar
lugar a una nueva vida, el Hechicero se vale de un poder mila
groso que es capaz de eliminar la separación mediante la fu
sión de los elementos divergentes. Su excitación y su entusias
mo proporcionan la temperatura necesaria para que tenga lugar
la fusión, y esa tremenda energía catalítica le permite traer al
mundo el poder transformador de la luz, del amor y de la con
ciencia.
Encantador y persuasivo, el Hechicero es un vendedor nato,
alguien que no vende tanto el producto en sí como la expe
riencia de poseer un instrumento mágico, un auténtico talis
mán que capacita para trascender la existencia ordinaria. La
magia, sin embargo, no reside en la mercancía sino en el He
chicero. Así pues, cuando este fantástico vendedor de sueños
desaparece y lo que esperábamos que transformara nuestro
mundo se convierte en un mero recurso práctico, no nos que
damos insatisfechos ni frustrados, porque el asombro y la ale
gría que nos inspira el Hechicero pervive, todavía en nosotros.
Su magnetismo personal y su capacidad expresiva le per
miten transformar a un grupo de individuos en un solo cuerpo.
Ya se trate de un equipo, de un coro, de una clase, de un audi
torio, de una congregación o de un partido político, el Hechi
cero aúna nuestras visiones y nuestros sentimientos y, gracias
a esta unión con las mentes y los corazones de los demás, ha
cemos real nuestra propia humanidad.

TIERRA

La tierra puede ser sólida como una escarpada cordillera,


amable como una colina cubierta de hierba, acogedora como

350
Tipos caracteriales en la medicina china

un prado verde, absorbente como un valle que recibe los sedi


mentos y el agua de los ríos. La tierra atraviesa todas las fron
teras, las Montañas Rocosas, los Apalaches, los Andes, los Hi-
malaya, los Alpes y el Cáucaso, rodean y aglutinan territorios
y pueblos, tribus y naciones. En los abrigos protectores y las
grietas del cuerpo de la tierra, las criaturas humanas cincelan
terrazas, campos y arrozales y esculpen pantanos, bosques y
llanuras. De este modo, la tierra acuna y nutre a la vida que
depende de ella.
Cuando el verano concluye y se acerca el otoño, se produ
ce un vacío en el que el tiempo parece detenerse y el esplendor
del verano parece suspendido. La última parte del verano jalo
na la aparición del poder de la tierra, el tiempo de la madurez,
cuando todo aquello que ha brotado y crecido durante la pri
mavera y el verano está en sazón para ser cosechado. Esta li
beración momentánea del ciclo de nacimiento-crecimiento-de-
cadencia-y-muerte hace que éste sea un tiempo propicio para
la paz y la plenitud en el que tomamos conciencia de lo fructí
fero de nuestro trabajo. El bazo, al igual que el verano hindú,
se corresponde con la Fase de la Tierra, ya que, recibiendo y
compartiendo sólidos y líquidos, percepciones e ideas, incor
pora alimento y experiencia a la substancia de nuestro ser.
La tierra -el suelo que nos sustenta y el fundamento que
nos sitúa en el espacio y el tiempo- proporciona estabilidad.
Un árbol será tan robusto como el suelo en el que arraigue. Un
arbusto que arraigue en la grava o la arena puede ser arranca
do fácilmente, mientras que otro que hunda sus raíces en el
granito permanece sólidamente arraigado y es casi imposible
de arrancar; cuando la tierra es demasiado porosa, la estructu
ra que nos sostiene se erosiona, mientras que, si es demasiado
densa, puede atarnos al lugar e impedimos dar un paso en
cualquier otra dirección. La solidez y densidad de la tierra que
nos sustenta nos mantiene firmes en la dirección de las metas
que deseamos conseguir.
Del mismo modo que un giroscopio rotando sobre sí per
mite que una aeronave siga un curso prescrito, la tierra nos

351
ofrece la posibilidad de cambiar de dirección sin perder el
equilibrio. La tierra constituye, pues, nuestro centro de grave
dad, el punto de referencia en tomo al cual giran todos los as
pectos del carácter y de la estructura, el eje alrededor del cual
gravita nuestra personalidad.

El Arquetipo de la Tierra: El Pacifista

La unificación es el principio rector del Pacifista. Su ca


pacidad de establecer y mantener las relaciones le permite
alimentar y promover la relación con los demás y con el
mundo. Su énfasis en lo que compartimos le permite sinteti
zar lo que está dividido y transformar el antagonismo en
unión e interdependencia. El Pacifista valora la serenidad y
la estabilidad, sirviendo de mediador en los conflictos gracias
a su capacidad para convertir la discordia en armonía. Es un
maestro en el arte de la estrategia y la diplomacia, y es capaz
de modificar su punto de vista y de comprender lo que resul
ta esencial para lograr la máxima cooperación con el mínimo
sacrificio. Es una persona camaleónica, que puede asumir, e
incluso fortalecer, las capacidades de quienes le rodean, ha
ciendo que las personas se sientan cómodas en un entorno
amable y confiado.

M ETAL

El metal es tan austero como una árida llanura poco antes


de las lluvias invernales, tan afilado como la cima de una mon
taña que se eleva sobre la bruma penetrando en la clara vacui
dad del cielo. Esta fase encama el poder de la contención, la
separación y la purificación.
El otoño es época de marchitamiento y decadencia. Duran
te el otoño, las hojas caídas se descomponen, regresando al
suelo en el que se ocultan los restos de las cosechas. De este

352
Tipos caracteriales en la medicina china

modo, las flores marchitas y los frutos caídos fertilizan el sue


lo para la cosecha del año venidero. La savia de los árboles se
retira hacia el interior y desciende hasta las raíces. Éste es el
momento de eliminar todo lo que resulta innecesario y de con
servar únicamente lo que nos hará falta durante el invierno. Y
del mismo modo que los árboles se despojan de su follaje, las
criaturas preparan sus madrigueras para la dura hibernación
mientras su vitalidad disminuye. Los pulmones -el órgano que
corresponde al temperamento propio de esta estación, el órga
no del metal-, absorben y purifican el qi, enviándolo poste
riormente hacia abajo para nutrir nuestras raíces con la pura
esencia. Los pulmones gobiernan la piel -la frontera exterior
del cuerpo humano-, nos protegen de las invasiones externas y
salvaguardan nuestros recursos internos.
El metal, derivado de la tierra, es una substancia pura ge
nerada mediante un proceso de reducción. Esta fase se halla li
gada a la noción alquímica de transformar los metales en oro y
representa la transformación de los materiales burdos de la na
turaleza en pura «esencia». El otoño es una época para la evo
lución a través de la reducción, una época en la que la materia
regresa a su fuente y se dispone para su posterior re-creación.
El fruto podrido deja tras de sí las semillas y, de este modo, la
materia corrompida proporciona la simiente que se multiplica
rá la próxima primavera.
El otoño trae consigo un sentimiento de recogimiento y de
acumulación pero también está acompañado de una sensación
de pérdida a medida que la luz comienza a hacerse más tenue
y la temperatura del aire disminuye poco a poco. Entonces el
yin asciende mientras que el yang mengua. Al igual que la pri
mavera, el otoño es una estación de cambio pero, mientras que
la primera es una estación expansiva de ruptura y difusión, el
otoño, por el contrario, es un período de recogimiento y de es
terilidad en el que se completa el ciclo vital.

353
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

El Arquetipo del Metal: El Alquimista

La transmutación es el principio director del Alquimista,


que busca la perfección tanto en la forma como en la función.
Su discernimiento le permite destilar lo bueno y lo puro de lo
grosero y primitivo, y su esfuerzo por extraer el orden del caos
crea las situaciones para que los demás puedan llevar a cabo su
trabajo con exactitud.
Definiendo y purificando, el Alquimista es el guardián de
las normas y de las medidas, la fuente de todos los valores éti
cos y estéticos, el adalid de la virtud, los principios y la belle
za. Es el maestro de la ceremonia y de la disciplina y, al igual
que el abad de un monasterio, nos instruye, serena, desapega
da e impávidamente, en el significado de la doctrina y el ritual,
proporcionando la estructura que capacita a los demás para in
tegrar la metafísica a la vida mundana.

AGUA

El agua es tan subterránea como una corriente bajo tierra,


tan oscura y fértil como la matriz, tan duradera como el mar
color de jade. El agua alcanza su plenitud en el frío del invier
no, cuando la energía de los vegetales permanece en sus raíces,
cuando los animales engrosan el espesor de su piel, cuando los
charcos se hielan. A medida que la energía y la materia se con
centran, el movimiento se va lentificando. Es un período de
aparente inmovilidad y estasis aunque, sin embargo, bajo la
superficie tiene lugar una actividad oculta de gestación y ger
minación que posibilitará la renovación de la próxima prima
vera. Para que las semillas y los bulbos germinen es necesario
el hechizo del letargo gélido. Durante este período de hiberna
ción la esencia de la vida perdura en su forma más primitiva.
El oso que permanece escondido en el fondo de su oscura ca
verna parece muerto excepto por el suave calor de su lenta e
imperceptible respiración. Las reservas acumuladas le permi

354
Tipos caracteriales en la medicina china

ten subsistir durante el invierno y descansar hasta que, en las


proximidades de la primavera, el hambre le despierta, jalonan
do así el surgimiento de un nuevo ciclo. El riñón mora dentro
de nosotros como el oso en su caverna, escondiendo el germen
del ser, la esencia, que nutre y renueva nuestra fuerza vital.
Como Dionisos, el dios griego de la naturaleza, el agua re
presenta la fuerza primordial de la naturaleza humana, el do
minio del inconsciente colectivo y personal. El agua constitu
ye el cieno primigenio a partir del cual la forma se materializa
como vida y, de este modo, liga al pasado con el futuro y vin
cula al antepasado con el descendiente, constituyendo así la
fuente de nuestra inteligencia heredada.

El Arquetipo del Agua: El Filósofo

La revelación impulsa al Filósofo en su búsqueda incansa


ble de la verdad. Él saca a la luz aquello que está oculto, des
cubre nuevos conocimientos, disipa el misterio y erradica la
ignorancia. Su forma de escrutar la vida hasta que el propósito
y el significado de sus percepciones se funden para configurar
el germen de la comprensión, le asemeja a un viejo buscador
de oro que es capaz de oler las pepitas, tamizando la arena de
las ideas y de las creencias en un esfuerzo incansable por apre
hender la naturaleza de la realidad. Al igual que el minero es
capaz de remover toneladas de tierra para extraer una sola
joya, el Filósofo también aspira tenazmente a alcanzar una
verdad que, como el diamante, no sólo es apreciada por su res
plandor intrínseco sino también por su dureza y porque es un
instrumento que permite el desarrollo de la civilización. La
cristalización de la esencia de los residuos minerales de los fó
siles en esta piedra preciosa es un proceso que dura millones
de años. El tiempo es el pico y la pala del Filósofo con los que
desentierra los huesos de la cultura. El Filósofo aspira a en
contrar el significado que subyace a los aparentes cambios de
orientación de los proyectos del ser humano.
Las tipologías de la personalidad en las tradiciones orientales

A medida que ofrece su luz al mundo, el Filósofo confía en


que el conocimiento estará en conjunción con la sabiduría, el
poder y la compasión, consciente de que el destino es la auto
ridad final. Es capaz de afrontar lo que puede ser y se mantie
ne crítico frente a lo que es, diferencia la inevitable disparidad
entre la realidad aparente y la realidad última y, como custodio
de nuestra memoria y de nuestros sueños, articula nuestras as
piraciones y nuestras metas sin imponemos la forma ni los me
dios para su realización.

356
NOTAS

Capítulo 5. Hillman

1. C. G. Jung, P sychological Types. En C ollected W orks , vol. 6, pp.


554-555.
2. Ibid., pp. xiv-xv.
3. Ibid., p. 555.
4. Ibid., p. 494.

Capítulo 9. Springer y Deutsch

1. Sri Aurobindo, citado por J. E. Bogen, «The Other Side of the


Brain. VII4: Some Educational Aspects of Hemispheric Specializa-
tion», UCLA Educator, 17 (1975), pp. 24-32.
2. R. Orstein, The Psychology o f Consciousness. Nueva York: Harcourt
Brace Jovanovich, 1977. [Hay traducción castellana, con el título La p si
cología de la conciencia , en Edaf, Madrid, 1993.]
3. R. Ornstein, «The Split and Whole Brain», Human N atu re, 1
(1978), pp. 76-83.

Capítulo 18. Palmer

1. El Webster define la conciencia como la apercepción de que algo


es o de que algo está sucediendo o existiendo. Según el sistema del

357
Notas

eneagrama, sin embargo, existen diferentes modalidades de concien


cia que pueden llevamos a damos cuenta de acontecimientos no his
tóricos y no presentes. Una obra clásica sobre la definición de los es
tados de conciencia es el libro States o f C onciousness , de Charles
Tart (El Cerrito, CA.: Psychological Processes, 1983), publicado ori
ginalmente en 1975. Otro enfoque de los niveles de conciencia des
de la perspectiva gurdjieva nos la proporciona también el libro de
Charles Tart Waking Up (Boston: Shambhala, 1986) [Hay traducción
castellana en Editorial Kairós, con el título El D espertar del «Self»,
Barcelona, 1989].
2. El concepto gurdjiévo de Rasgo Principal -o vicio- se basa en la
noción de que los aspectos negativos de la personalidad pueden
transformarse en sus opuestos superiores. Según Gurdjieff, nuestro
Rasgo Principal puede convertirse en nuestra mayor ventaja.
3. C. S. Nott, Journey Trough this World: The Second Journal o f a
P upil. Nueva York: Samuel Weiser Inc., 1969; p. 87. Resulta útil
destacar la elección de la vanidad por parte de Nott como la fuente
genérica de nuestros sesgos personales en conjunción con los siete
pecados capitales. Oscar Ichazo, por su parte, colocó a la vanidad en
el punto Tres del diagrama y al temor en el punto Seis para globali-
zar un total de nueve pecados capitales.
4. Las escuelas de la Fundación Gurdjieff siguen activas y es posible co
nectar con ellas en la mayor parte de las grandes ciudades.
5. Richard Rohr y Andreas Ebert, D iscovering the Enneagram: An
Ancient Tool f o r a N ew Spiritual Journey. Nueva York: Crossroad
Publications, 1990, p. 25.
6. Paolo Milano, ed. The P ortable D ante. Nueva York: The Viking
Press, 1947, sección Purgatorio.
7. John C. Lilly y Joseph Hart, «The Arica Training», en Transper
sonal P sychologies , Charles Tart, ed. Nueva York: Harper & Row,
1975, reimpreso por Psychological Processes, Inc., 1983 [Hay tra
ducción castellana en Editorial Paidós, con el título P sic o lo g ía s
T ranspersonales , Barcelona, 1994].
8. Los puntos invisibles de choque «tres» y «seis» tienen que ver con
los movimientos internos de energía en el diagrama y también cons
tituyen un indicador de la relación existente entre el plano de la con

'ISR
Notas

ciencia ordinaria y el dominio de la esencia o del ser puro. Pero el


tema que se discute en este contexto no son los patrones energéticos
del diagrama. Para un resumen conciso de estas pautas, véase Kath-
leen Riordan Speeth, The G urdjieff Work. Los Angeles: Jeremy Tar-
cher, pp. 21-25.
9. La tradición sagrada considera a la personalidad como un falso
sistema egoico surgido de la necesidad de hacer frente a la vida físi
ca y emocional. Según la tradición sagrada, la «realidad» constituye
el espectro completo de conciencia que trasciende las fronteras pri
vadas del pensamiento, el sentimiento y las sensaciones físicas. Des
de este punto de vista, el Yo real es mucho más amplio que los atri
butos aplicables a un determinado tipo.
10. David Shapiro, N eurotique Styles. Nueva York, Londres: Harper
Torch, 1965. Véase la sección tercera, Estilo paranoide, pp. 54-107.
11. Lilly y Hart, «The Arica Training», en Transpersonal Psycholo-
gies.
12. Claudio Naranjo, MD., Ennea-type Structures: Self-analysis f o r
the Seeker. Nevada City: Gateways/IDHHB, 1990. Este libro es un
resumen del trabajo original de Naranjo con este sistema.

Capítulo 19. Greene

1. C. G. Jung, P sych ological Types. Londres: Routledge & Kegan


Paul, 1971.
2. June Singer, The Boundaries o fth e Soul. Nueva York: Anchor Bo-
oks, 1973.
í

>

i
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

TIPOLOGÍAS PSICOLÓGICAS

Sigmund Freud, N ew Introductory Lectures on Psychoanalysis, Nue


va York: Norton, 1949.
Erik Erikson, Childhood and Society. Nueva York: Norton, 1963.
Karen Homey, Our Inner Conflicts. Nueva York: Norton, 1945.

TIPOS Y ARQUETIPOS JUNGUIANOS

Tipos
C. G. Jung, P sychological Types , Nueva York: Harcourt, 1923.
C. G. Jung, M. L. von Franz, Joseph Henderson, Jolande Jacobi,
Aniela Jaffé, Man and H is Symbols, Garden City, NY: Double-
day, 1964. [Hay traducción castellana, publicada por Caralt, con
el título E l hombre y sus sím bolos , Barcelona, 1981.]
Lawrence Gordon, P e o p le , T ypes an d T iger S tripes: A P ra c tic a l
G uide to Learning Styles. Gaisneville, FL: Center for Applica
tions of Psychological Type, 1984.
Isabel Briggs Myers, Gifts D iffering , Palo Alto, CA: Consulting Psy-
chologists Press, 1980.
Isabel Briggs Myers, The M yers-B riggs Type In dicator , Palo Alto,
CA: Consulting Psychologist Press, 1962.

361
Fuentes bibliográficas

Arquetipos
Jennifer y Roger Woolger, The G oddess Wheel. Nueva York: Ba-
llantine, 1989.
Jean Shinoda Bolen, The G oddesses in E very Wornen. San Francisco:
Harper & Row, 1984. [Hay traducción castellana, publicada por
Editorial Kairós, con el título Las diosas de cada m ujer , Barcelo
na, 1994.]
Robert Moore & Douglas Gillette, K ing , W arrior, M agician, Lover.
San Francisco: Harper San Francisco, 1990. Véase también The
K ing Within (1992), The W arrior Within (1992), The M agician
Within (1993) y The Lover Within (de próxima aparición).

Tarot
Angeles Arrien, The Tarot Handbook: P ractical A pplications o fA n -
cient Visual Sym bols , Sonoma, CA: Arcus Publishing, 1987.
James Wanless & Angeles Arrien, W heel o f Tarot: A N ew Revolu-
tion , Carmel, CA: Merrill-West Publishing, 1992.
J. Kelley Younger, ed., N ew Thougts on T arot: T ran scripts fro m
F irst International T arot Sym posium . Los Angeles: Newcastle
Publishing, 1989.

TIPOLOGÍAS M ENTALES

Hemisferios cerebrales
Sally Springer & Georg Deutsch, Left B rain, Right B rain , edición re
visada. Nueva York, Freeman, 1985.
Robert Orstein, The P sych ology o f Consciousness. San Francisco:
Freeman, 1972. [Hay traducción castellana, con el título La p s i
cología de la conciencia , publicada por Edaf, Madrid, 1993.]
Daniel Goleman & Richard Davidson, Consciousness: B rain , States
o f A w areness and M ysticism . Nueva York: Basic Books, 1983.

Estilos de Aprendizaje
Thomas Armstrong, In Their Own Way. Los Angeles: Jeremy Tar-
cher, 1987.

362
Fuentes bibliográficas

Howard Gardner, F ra m es o f M in d. Nueva York: Basic Books,


1983.

Principios hereditarios humanos


Para más información sobre el enfoque de Sandra Seagal y David
Home a las diferencias individuales, puede contactarse con am
bos en Human Dynamics International, Inc., 20304 Croydon
Lañe, Topanga, CA 90290.

TIPOLOGÍAS RELACIONALES

Tipos de relación
Para más información sobre los cuatro tipos de relación: dominante,
sumiso, sociable y reservado, puede contactarse con John Corbett
en el International Leaming, Inc., P.O. Box 907, Roswell, GA
30077.

Estilos de dirección
Robert R. Blake & Jane S. Mouton, The M anagerial G rid III. Hous-
ton, TX: Gul Publishing, 1985. Para mayor información sobre la
Rejilla del Liderazgo y la aproximación a los estilos de dirección,
puede contactarse con Robert Blake en Scientific Methods, Inc.,
Box 195, Austin, TX 78767.

TIPOLOGÍAS CORPORALES

Tipos Cuerpo-Mente
William Sheldon, Varieties ofTem peram ent. Nueva York: Harper &
Bros., 1942.

Tipos Bioenergéticos
Alexander Lowen, The B etrayal o f the Body. Nueva York: McMi-
llan, 1969.
Alexander Lowen, B io e n e rg e tic s , Nueva York: Penguin Books,

363
Fuentes bibliográficas

1975. [Hay traducción castellana, publicada por Editorial Diana,


con el título B ioenergética , Ciudad de México, 1974.]

Temperamentos Infantiles
Roy Wilkinson, The Tem peraments in Education. Fair Oaks, CA: St.
George Publications, 1977.
Rudolf Steiner, The Four Temperaments. Nueva York: The Anthro-
posophic Press, 1968.

LOS TIPOS ENEAGRAMÁTICOS

Charles Tart, ed., Transpersonal Psychologies. El Cerrito, CA: Psy


chological Processes, 1983. [Hay traducción castellana, publicada
por Editorial Paidós, con el título P sicologías tran spersonales ,
Barcelona, 1994.]
Kathleen Riordan Speeth, The G urdjieff Work. Los Angeles: Jeremy
Tarcher, 1989.
Claudio Naranjo, Ennea-type Structures: Self-analysis f o r the See-
ker . Nevada City, CA: Gateways/IDHHB, 1990.
Helen Frings Keyes, Em otions and the Enneagram. Muir Beach, CA:
Molysdatur Publications, 1992.
Helen Palmer, The Enneagram. Nueva York: Harper & Row, 1988.

ASTROLOGÍA

Astrología occidental
Liz Greene, Relating: An A strological Guide to Living with Others
on a Small Planet. York Beach, Maine: Weiser, 1977.
Dañe Rudhyar, The A strology o f Personality. Nueva York: Double-
day, 1970.
C. G. Jung, Sincronicity: An A causal Connecting Principie. Londres:
Routledge & Kegan Paul, 1972. [Hay traducción castellana, pu
blicada por Editorial Sirio, con el título Sincronicidad , Málaga,
1988.]

'X&A.
Fuentes bibliográficas

Astrología nativa americana


Sun Bear y Wabun, The M edicine W heel: Earth A strology. Nueva
York: Prentice-Hall, 1980.
Sun Bear y Wabun, The Path o f Power, WA: Bear Tribe Pub. 1983.
[Para más información sobre la astrología terrestre escribir a Sun
Bear y Wabun, c/o The Bear Tribe, P.O. Box 9167, Spokane,
WA 99209.]
Theodora Lau, The H andbook o f Chínese H oroscopes. Nueva York:
Harper & Row, 1979.

TRADICIONES ORIENTALES

Yoga
Ram Dass, Journey o f Awakening: A M editator’s Guidebook. Nueva
York: Doubleday, 1978.
Ram Dass, The Only D ance There Is. Nueva York: Doubleday, 1974.
Swami Radha, K u ndalini Yoga f o r the W est. Boston: Shambhala,
1985.

M edicina ayurvédica
Deepak Chopra, P erfect H ealth: The C om plete M ind/B ody G uide,
Nueva York: Harmony Books, 1990.
Vasant Lad, A yurveda: The Science o f Self-H ealing. Wilmot, WI:
Lotus Press, 1984.

M edicina china
Harriet Beinfield & Efrem Korngold, Betw een H eaven and Earth.
Nueva York: Ballantine, 1988.

365
PERMISOS Y COPYRIGHTS

El capítulo 1 está compuesto de fragmentos extraídos de Las Nuevas


Conferencias Introductorias de The Standard Edition o f C om ple
te P sychologycal Works o f Sigmund Freud (Vol. 23), traducido y
editado por James Strachey. Copyright © 1964. Reimpreso con el
permiso de Sigmund Freud Copyrights, el Institute of Psycho-
Analysis y The Hogarth Press.
El capítulo 2 es un extracto procedente de C hiídhood and S ociety , de
Erik Erikson. Copyright © 1950 by W. W. Norton, Inc.
El capítulo 3 está extraído del libro Our Inner C onflicts , de Karen
Homey. Copyright © 1945.
El capítulo 4 está formado por fragmentos pertenecientes al libro
P sychological T ypes , vol. 6, procedente de C ollected Works de C.
G. Jung. Copyright © 1971. Princeton University Press. Reim
preso con permiso de Princeton University Press.
El capítulo 5 está compuesto a base de fragmentos de Egalitarian
T ypologies Versus the Perception o f the Uñique de James Hill-
man. Copyright © 1980 por Eranos Foundation. Reimpreso con
permiso de Spring Publications Inc.
El capítulo 6 está extraído del libro The G oddess W ithin , de Jennifer
Barker Woolger y Roger Woolger. Copyright © 1987, 1989, by
Roger Woolger y Jennifer Barker Woolger. Reimpreso con per
miso de Ballantine Books, una sección de Random House Inc.
El capítulo 7 está formado por extractos del libro King, W arrior, M a
gician, L over , de Robert Moore y Douglas Gillette. Copyright ©
1990 by Robert Moore and Douglas Gillette.Reimpreso con per
Permisos y copyrights

miso de HarperCollins Publishers Inc. Publicado en lengua espa


ñola por Ediciones Paidós Ibérica, S.A. bajo el título La nueva
m asculinidad: Rey, G uerrero, M ago y Amante.
El capítulo 8 es un ensayo original escrito por Angeles Arrien espe
cialmente para este volumen. Copyright © 1993 by Angeles
Arrien. Utilizado con permiso de la autora.
El capítulo 9 consiste en una serie de fragmentos de Left Brain, R ight
B rain , de Sally Springer y George Deutsch. Copyright © 1981,
1985, 1989 by Sally P. Springer y George Deutsch. Reimpreso
con permiso de W. H. Freeman & Co.
El capítulo 10 es un extracto de An Introduction to Human D yn a
m ics , de Sandra Segal y David Home. Copyright © 1986, 1991,
by Human Dynamics™ International. Reimpreso con permiso de
Human Dynamics International™.
El capítulo 11 consiste en una serie de fragmentos de D eliberative,
P roductive, C ollaborative, Counseling: Interpersonal S tyles , de
John Corbett. Copyright © 1986 by International Leaming, Inc.
Reimpreso con permiso de International Leaming, Inc.
El capítulo 12 está formado por extractos de The M anagerial G rid
///, de Robert Blake y Jane Mouton. Copyright © 1985. La ilus
tración de la Rejilla del Liderazgo pertenece a Leadership D ilem -
m as-G rid Solutions , de Robert Blake y Anne Adams McCanse
(anteriormente la Rejilla de Dirección de Anne Blake y Jane
Mouton), Houston: Gulf Publishing Company, p. 29. Copyright
© 1991 by Scienfic Methods, Inc. Reproducido con permiso de
los autores.
El capítulo 13 consiste en un extracto de The Varieties o f Tem pera
mento de W. H. Sheldon. Copyright © 1942 by Harper & Brot
hers. Reimpreso con permiso de W. H. Sheldon Trust.
El capítulo 14 está formado por extractos de «Bionergetic Analysis»,
perteneciente a C urrent Psychotherapies , 4- edición, editado por
R. J. Corsini y D. Wedding. Copyright © 1989 by R. J. Corsini y
D. Wedding. Reimpreso con permiso del editor, F. E. Peacock
Publishers Inc., Itasca, Illinois.
El capítulo 15 consiste en extractos de Tem peraments in Education ,
de Roy Wilkinson, Copyright © 1977 by Roy Wilkinson. Reim

367
Permisos y copyrights

preso con permiso de Roy Wilkinson y R. S. C. Publications,


9200 Fair Oaks Blvd., Fair Oaks, CA 95628.
El capítulo 16 está formado por fragmentos de «The Arica Trai-
ning», de John Lilly y Joseph E. Hart, en Transpersonal Psycho-
logies , editado por Charles Tart. Copyright © 1975 by Harper &
Row Publishers Inc. Reimpreso con permiso de Charles Tart.
El capítulo 17 extá extraído de Ennea-Type Structures, de Claudio
Naranjo, M.D, Copyright © 1990 by Claudio Naranjo. Reimpre
so con permiso de Gateways/IDHHB, Inc., Nevada City, CA.
El capítulo 18 es un ensayo original escrito especialmente para este
volumen por Helen Palmer. Copyright © 1993 by Helen Palmer.
Utilizado con permiso de la autora.
El diagrama II procede de Gurdjieff: An Approach to His Ideas , de Mi-
chael Waldberg, traducido por Steven Cos. Copyright © Editions
Seghers, 1973. Copyright © de la traducción Routledge & Kegan
Paul Ltd., 1981. Reimpreso con permiso de Penguin Books Ltd.
El diagrama III ha sido tomado de Transpersonal P sychologies , edi
tado por Charles Tart. Harper & Row, 1975. Reimpreso por Psy
chological Processes Inc., 1983, Charles Tart. Reimpreso con
permiso de Charles Tart.
El capítulo 19 consiste en extractos de R elating: An A stro lo g ica l
G uide to Living with O thers on a Small P lan et , de Liz Greene.
Copyright© 1977 by Liz Greene. Reimpreso con permiso de Sa
muel Weiser Inc.
El capítulo 20 está formado por fragmentos de The Handbook o f Chíne
se H oroscopes , de Theodora Lau. Copyright© 1988 by Theodora
Lau. Reimpreso con permiso de HarperCollins Publishers.
El capítulo 21 consiste en extractos de The M edicine W heel , de Sun
Bear y Wabun. Copyright© 1980 by Sun Bear y Wabun. Utiliza
do con permiso del editor, Prentice Hall, una sección de Simón &
Schuster, Englewood Cliffs, N.J.
El capítulo 22 está formado por extractos procedentes de un artículo
de Ram Dass titulado «Baba Ram Dass lecture at the Menninger
Foundation», aparecido en The Journal o f Transpersonal P sycho
lo gy, 1970, nQ2, y 1971, nQ 1. Reimpreso con permiso de The
Journal o f Transpersonal Psychology.
Permisos y copyrights

El capítulo 23 consiste en extractos de P erfect H ealth , de Deepak


Chopra, M.D. Copyright © 1990 by Deepak Chopra. Reimpreso
con permiso de Harmony Books, una sección de Crown Publis
hers, Inc.
El capítulo 24 está formado por extractos de Between H eaven and
E arth , de Harrie Beinfield y Efrem Komgold. Copyright© 1988
by Harriet Beinfield y Efrem Komgold. Reimpreso con permiso
de Ballantine Books, sección de Random House, Inc.

369
ACERCA DE LOS AUTORES

Angeles Arrien es antropóloga cultural y autora de The T arot Hand-


book: Signs o f Life y The Four F oíd Way. También es un miem
bro destacado del Institute of Transpersonal Psychology.
Harriet Beinfield fue una de los primeras norteamericanas que estu
dió en el College of Traditional Acupunture de Inglaterra y que
logró su licenciatura en acupuntura en California. Mantiene una
consulta privada en San Francisco y es coautora de Beetwen He-
aven and Earth: A G uide to Chínese M edicine.
Robert R. Blake es presidente de Scientific Methods, Inc., y ante
riormente impartió clases de psicología. Es autor (junto a Jane
Syrgley Mouton) de una docena de libros, entre los cuales cabe
destacar The M anagerial G rid ///; The G rid ® fo r Sales Excellen -
ce y The N ew G rid f o r Supervisory Effectiveness.
Deepak Chopra ha practicado la endocrinología desde 1971 y fue
director del equipo médico del Memorial Hospital en Stoneham,
Massachusetts, Nueva Inglaterra. Es miembro de la Asociación
Norteamericana de Medicina y presidente de la Asociación de
Medicina Ayurvédica. Es autor de Creating H ealth ; Return o f the
R ish i ; Quantum H ealin g ; P erfect H ealth ; U nconditional Life y
A geless B od y , Tim eless Mind.
John Corbett trabajó para la empresa Xerox durante diez años y
después fue director de ventas de Microcard Edition, una sección
de Indian Head Corporation. Es fundador del International Lear-
ning Inc., una fundación dedicada a la publicación de tests de
conducta y la formación empresarial. También es fundador del

370
International Leaming Affiliates, una red de consultores empre
sariales ampliamente difundida.
Georg D eutsch es neurofisiólogo y coautor de L eft B rain, R igth
Brain.
Erik Erikson, ganador del premio Pullitzer y del National Book
Award, es una de las figuras más sobresalientes en el campo del
psicoanálisis y el desarrollo humano. Entre sus numerosos libros
podemos destacar Childhood and Society; D im ensions o f a N ew
Id en tity ; G andh i’s Truth ; Identity and the Life C ycle ; Identity:
Youth an d C r isis ; In sigh t an d R esp o n sa b ility\ The Life C ycle
C om pleted ; Life H istory and the H istorical M oment y Young M an
Luther.
Sigmund Freud es el fundador del psicoanálisis. Entre sus escritos
se incluyen The In terpretaron; o Dream s; Introductory Lectures
on P sychoanalysis ; The P sychopatology o fE ve ry d a y Life , Civili-
zation an d Its D iscontents; N ew Introductory L ectures on P s y
choanalysis y la Standard Edition o f the Com plete P sychological
Works o f Sigmund Freud (24 vols.)
Douglas Gillette es mitólogo, ejerce como consejero y es uno de los
portavoces del movimiento de grupos de hombres. Es autor (jun
to a Robert Moore) de King, W arrior, M agician, L over y también
de The King W ithin ; The W arrior Within y The M agician Within.
Liz Greene vive en Londres y es analista junguiana, astróloga y es
critora. Entre sus libros destacan The A strology o f F ate ; Relating:
An A strological Guide to Living with Others on a Small P lan et ;
Saturn: A N ew Look at an O íd D evil y The Júpiter/Saturn Confe -
rence L ectures (con Steven Arroyo).
Joseph E. Hart fue director del Departamento de Humanidades y
Ciencias Sociales del Parks College, en la Universidad de San
Luis. Fue uno de los cincuenta y cuatro americanos que recibie
ron entrenamiento en Arica, Chile, con Oscar Ichazo. Posterior
mente actuó en calidad de maestro y codirector de la Arica Scho-
ol de Nueva York.
James Hillman es analista junguiano, conferenciante y un prolífico
escritor. Es fundador de Archetypal Psychology, fundamentada
en el trabajo de C. G. Jung. Entre sus numerosos libros cabe des

371
Acerca de los autores

tacar The M yth o f A n alysis ; Suicide and the Soul ; Insearch: Psy-
chology and R eligión ; Re-Visioning o f P sych ology ; TTze D ream
and the U nderw orld ; Loose Ends\ Anima: An Anatom y o f a Per-
sonified N otion ; H ealing Fiction ; F/re y Pwer P apers (ed.).
David Horne ha trabajado durante más de veinticinco años como te
rapeuta, escritor, director y productor de películas de formación
en el campo de la psicología y la terapia educacional. Colabora
en Human Dynamics International y también es coautor de An In-
troduction to Human D ynam ics .
Karen Horney practicó el psicoanálisis y fue pionera de la psicolo
gía femenina y los aspectos sociales y culturales de la personali
dad. Es autora de The N eurotic P ersonality o f O ur Tim e ; N ew
W ays in P sychoanalysis ; Self-Analysis; Our Inner Conflicts; N eu
rosis and Human G rowth y Feminine P sychology (Harold Kel-
man, ed.).
Cari Gustav Jung es el fundador de la psicología profunda. Entre
sus numerosos libros podemos citar The C ollected Works (20 vo
lúmenes); M odern Man in Search o fth e Soul; Man and H is Sym-
bols y M em ories , D ream s and Reflections.
Efrem Korngold fue uno de los primeros norteamericanos que estu
dió en el College of Traditional Acupuncture de Inglaterra y que
completó su licenciatura en California en este mismo campo. Es
tudió fitoterapia en el Kunming Research Institute de China y en
el College of Medicine de Shanghai. Komgold es diplomado y
consejero de la junta examinadora de la National Comission for
the Certification of Acupuncturists y mantiene abierta consulta
privada en San Francisco. Es coautor de B etw een H eaven and
Earth: A Guide to Chínese M edicine.
Theodora Lau nació en Shanghai y reside actualmente en el sur de
California. Es autora de The H andbook o f Chínese H oroscopes.
John C. Lilly es graduado del Institute of Technology de California,
recibió su doctorado de medicina en la Universidad de Pennsylva-
nia y también estudió psicoanálisis. Ha realizado investigaciones
en los campos de la biofísica, la neurofisiología y las relaciones
entre los delfines y los seres humanos. Permaneció durante ocho
meses en Chile, estudiando con Oscar Ichazo. Entre sus libros se

372
Acerca de los autores

incluyen Man and D olphin; The M ind o f the D olphin; Program -


ming an d M etaprogram m ing in the Human B iocom pu ter; The
Center o f the Cyclone; The D eep Self; The Scientist: A N ovel Au-
tobiography y Simulations o fG o d : The Science o fB e lie f
Alexander Lowen es cofundador del Análisis Bioenergético y ejer
ce la práctica psiquiátrica en Nueva York y Connecticut. Pronun
cia conferencias y organiza talleres de formación en los Estados
Unidos y en Europa. Entre sus numerosos libros se incluyen The
B etrayal o f the B ody; L ove and O rgasm ; P leasu re, D epression
and the B ody; B ioen ergetics y N arcissism : D en ial o f the True
S elf
Robert Moore es analista junguiano y profesor de psicología y reli
gión en The Chicago Theological Seminary. Es autor (junto a
Douglas Gillette) de K in g, W arrior, M agician, L over y también
de The K ing W ithin; The W arrior Within y The M agician Within.
Jane Srygley M outon es vicepresidenta de Scientific Methods, Inc.
Es autora (en colaboración con Robert R. Blake) de The M ana-
gerial G rid III; The G r id fo r Sales Excellence y de The N ew G rid
fo r Supervisory Effectiveness.
Claudio Naranjo es psiquiatra, psicoanalista, terapeuta gestalt y
estudiante versado en la psicología esotérica y la espiritualidad,
incluyendo el budismo, la escuela de Gurdjieff y la escuela Ari
ca. Entre sus libros destacamos H ow to Be; Techniques o f G estalt
Therapy; The One Q uest; The P sychology o f M editation y En-
nea-type Structures.
Helen Palmer es maestra y practicante destacada del eneagrama en
Norteamérica. Trabaja en la Facultad de Psicología de la Univer
sidad John F. Kennedy y dirige talleres y seminarios por todo el
país. Dirige, asimismo, el Center for the Investigation and Trai-
ning of Intuition en Berkeley, California, y es autora de The En
neagram: Understanding Y ourself and the O thers in Y our Life y
The Enneagram in Love and W ork (de próxima aparición).
Ram Dass, conocido anteriormente como Richard Alpert, ha impar
tido clases en las Universidades de Harvard, Stanford y de Cali
fornia. En la década de los sesenta fue un pionero en la investi
gación de la conciencia y las drogas psicodélicas junto a Timothy

373
Acerca de los autores

Leary y otros. Estudió yoga en India y sus libros, grabaciones y


conferencias han contribuido a la integración de la filosofía espi
ritual oriental con el pensamiento occidental. Entre sus libros
cabe destacar Be Here Now; The Only Dance There Is; Grist fo r
the M ili (con Stephen Levine); M iracle o f Love: Stories about
Neem Karoli Baba; Journey o f Awakening: A M editator’s Guide-
book; Compassion in Action (con Mirabai Bush) y How Can I
Help (con Paul Gorman).
Sandra Seagal ha sido profesora, psicóloga escolar y psicoterapeu-
ta. Es fundadora de Human Dynamics International, una firma de
Consulting y dirección empresarial. Ha llevado a cabo programas
de adiestramiento en los negocios, educación, familia y aproxi
mación intercultural. Es coautora de An Introduction to Human
Dynamics.
William Sheldon fue doctor en medicina y filosofía y trabajó como
profesor e investigador científico en las Universidades de Chica
go, Harvard, Columbia, California y el Colegio de Medicina de
Oregón, en Portland. Es autor de The Varieties o f Human Physi
gue; The Varieties ofTemperament: A Psychology o f Constitutio-
nal Differences; The Varieties o f Delinquent Young y Promet-
heus Revisited.
Sally Springer es profesora adjunta de psicología en la Universidad
Estatal de Nueva York, en Stony Brook. Sus investigaciones se
centran en pacientes con lesiones cerebrales y en aquéllos otros
que han sufrido operaciones de escotomización de los dos hemis
ferios cerebrales. Es coautora de Left Brain, Rigth Brain.
Sun Bear es un chamán chippewa y fundador de la tribu del Oso,
que acepta entre sus miembros tanto a nativos americanos como
a los que no lo son. Es autor de At Home in the Wilderness; Buf-
falo Hearts; The Path of Power (en colaboración con Wabun y
Barry Weinstock) y The Medicine Wheel: Earth Astrology (con
Wabun).
Wabun es colaborador en el trabajo chamánico de Sun Bear. Ha escri
to para revistas como Life, McCalV s y New York, y es autor de The
People Lawyers; The Path of Power (con Sun Bear y Barry Weins
tock) y The Medicine Wheel: Earth Astrology (con Sun Bear).

'IHA
Acerca de los autores

R oy W ilk in so n ha permanecido durante más de cuarenta años en


contacto con el trabajo de Rudolf Steiner y cuenta, asimismo, con
más de treinta años de experiencia pedagógica. Es autor de Com-
monsense Schooling y Temperaments in Education.
J e n n ife r B a rk e r W o o lg er es psicoterapeuta y profesora. Ha trabajo
con mujeres, adolescentes y niños durante más de veinte años. Es
coautora de The Goddess Within: A Guide to the Eternal Myths
That Shape Wornen s Lives.
R o b e rt J . W o o lg er, graduado en el Instituto C. G. Jung de Zurich,
ejerce como analista junguiano. Ha estudiado psicología y reli
giones comparadas en las universidades de Londres y Oxford. Es
autor de Other L ives , Other Selves y coautor de The Goddess
Within: A Guide to the Eternal Myths That Shape Wornen s Lives.

375
ACERCA DEL EDITOR
Robert Frager, Doctor en Medicina, es presidente y cofun-
dador del Institute of Transpersonal Psychology en Palo Alto,
California, donde actualmente desempeña la labor de profesor
de psicología y jefe del programa de doctorado. Ha impartido
clases de psicología en la Universidad de Harvard, en la Uni
versidad de California (Berkeley) y en la Universidad de Cali
fornia (Santa Cruz). Ha sido presidente de la Association of
Transpersonal Psychology y es coautor de Personality and
Personal Growth y editor de Love is the Wine, un libro sobre
sufismo. Vive con su esposa y dos de sus cuatro hijos en el
norte de California. Es maestro de sufismo y cinturón negro de
sexto grado de aikido.
ÍNDICE

Introducción .................................................................................................. 11
PRIMERA PARTE: TIPOLOGÍAS PSICOLÓGICAS ........... 55
Introducción .................................................................................................... 57
1. Tipos caracteriales: oral, anal,fálico y genital
por Sigmund Freud ............................................................................. 60
2. Tres modalidades de personalidad: obtener, tomar y hacer
por Erik Erikson.............................................................................. ...64
3. Acercarse, alejarse y oponerse a los demás
por Karen Homey ............................................................................... 72

SEGUNDA PARTE: TIPOS Y ARQUETIPOS


JUNGUIANOS ...................................................................................85
Introducción .................................................................................................... 87
4. Reflexiones sobre los tipos psicológicos por C. G. Jung .............91
5. El lado oscuro de los tipos por James Hillman ...................... 101
6. La diosa interna: una tipología junguiana de la mujer
por Jennifer Barker Woolger y Roger J. Woolger ...................... 108
7. Los cuatro arquetipos masculinos: El Rey, el Guerrero,
el Mago y el Amante por Robert Moore y Douglas Gillette 122
8. El Tarot y los tipos de personalidad por Angeles Arrien ..... 134

TERCERA PARTE: TIPOLOGÍAS MENTALES .................. 147


Introducción ............................................................................................... 149
9. Cerebro izquierdo y cerebro derecho
por Sally Springer y Georg Deutsch ............................................. 153

377
10. Los principios mentales, emocionales y físicos en la
dinámica humana p o r Sandra Seagal y D avid H o m e ..................... 159

CUARTA PARTE:
TIPOLOGÍAS DE EMPRESA Y LIDERAZGO ..................... 173
Introducción ..................................................................... 175
11. Cuatro tpos de relación: dominante, sumiso, sociable
y reservado por John Corbett .......................................................... 179
12. Cinco estilos directivos: el equilibrio entre
la preocupación por las personas y la productividad
por Robert R. Blake y Jane Srygley Mouton .................................189

QUINTA PARTE: TIPOLOGÍAS CORPORALES ................203


Introducción ................................. 205
13. Tres tipos psicocorporales: endomorfo, mesomorfo
y ectomorfo por William Sheldon....................................................210
14. Estructura corporal y tipo bioenergético
por Alexander Lowen ......................................... 219
15. Rudolf Steiner y el temperamento infantil: colérico,
melancólico, sanguíneo y flemático por Roy Wilkinson ............. 223

SEXTA PARTE: LOS TIPOS ENEAGRAMÁTICOS 239


Introducción .................................................................... 241
16. El eneagrama de la personalidad Arica
por John C. Lilly y Joseph E. Hart................................................... 245
17. Las raíces del eneagrama por Claudio Naranjo ................. 257
18. Tipo sagrado: las nueve personalidades del eneagrama
por Helen Palmer .............................................................................. 264

SÉPTIMA PARTE: TIPOS ASTROLÓGICOS....................... 293


Introducción ....................................................................................... 295
19. El carácter y los elementos en la astrología: tierra,
aire, fuego y agua por Liz Greene ...................... 299
20. Los doce tipos astrológicos chinos por Theodora Lau .......... 312
21. Astrología terrestre: un enfoque nativo-americano
por Sun Bear y Wabun ................................................................ 317

37R
OCTAVA PARTE: LAS TIPOLOGÍAS
DE LA PERSONALIDAD EN LAS TRADICIONES
ORIENTALES............................................................................ 323
Introducción .......................................................................................325
22. Los siete chakras y los tipos de personalidad
por Ram Dass ....................... 329
23. Tipos corpomentales en la medicina ayurvédica: vata,
pitta y kapha por Deepak Chopra.................................................334
24. Tipos caracteriales en la medicina china: Pionero,
Hechicero, Pacifista, Alquimista y Filósofo
por Harriet Beinfield y Efrem Komgold ......................................344

N o ta s....................................................................................................357
Fuentes bibliográficas....................................................................... 361
Permisos y copyrights ................................................................. 366
Acerca de los autores........................................................................ 370
Acerca del Editor ...... 376

379

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