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UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA

CENTRO UNIVERSITARIO DE CIENCIAS EXACTAS E


INGENIERÍAS

LICENCIATURA EN QUÍMICO FARMACÉUTICO BIÓLOGO

DEPARTAMENTO DE FARMACOBIOLOGÍA

SEMINARIO DE TUTORÍA INICIAL III

DOCTORA ADRIANA VELARDE AVALOS

EQUIPO #4

LIZBETH GONZÁLEZ OCEGUEDA

ALEJANDRA YALESLI GARCÍA RIOS


Prevención del estrés

El estrés es una respuesta general del organismo


ante demandas internas o externas que en
principio resultan amenazantes, consistiendo,
básicamente, en una movilización de recursos
fisiológicos y psicológicos para poder afrontar las
demandas. El estrés, por tanto, es una respuesta
adaptativa que puede resultar beneficiosa para aumentar y mantener el rendimiento
y la salud. Sin embargo, el exceso cuantitativo o cualitativo de estrés, consecuencia,
por un lado, de la exposición a múltiples y muy impactantes situaciones estresantes,
y por otro, de la falta de recursos apropiados para hacer frente a tales situaciones
como resultado del agotamiento de un organismo que con bastante frecuencia debe
estar sobre funcionando para manejar las situaciones que podrían afectarlo puede
perjudicar seriamente el rendimiento y la salud de las personas. En líneas generales
se asume que el estrés está determinado por la interacción entre situaciones
potencialmente estresantes y características personales relevantes.

Las principales medidas de prevención orientadas a evitar o minimizar las


consecuencias del estrés laboral pueden dividirse, según el nivel de intervención,
en:

1. Medidas centradas en el individuo (técnicas individuales de afrontamiento del


estrés), dirigidas a reducir el nivel de ansiedad, los pensamientos negativos
y las relaciones sociales conflictivas (técnicas de relajación, respiración,
cognitivas y de entrenamiento en habilidades sociales).
2. Medidas de intervención sobre la tarea, dirigidas a reducir los problemas que
puedan surgir durante el desempeño del trabajo y también aumentar la
eficiencia de su desarrollo.
3. Medidas de intervención sobre la organización, dirigidas a disminuir los
problemas relacionados con factores de la organización como la
comunicación y participación, las relaciones personales y el desarrollo de la
carrera dentro de ésta (estilos de liderazgo, planes de evaluación, formación
e incentivos).

Las técnicas de relajación tienen el objetivo de


enseñar a la persona a controlar su propio nivel de
activación a través de la modificación inducida de
condiciones fisiológicas como la tensión-distensión
de los músculos, y ciertas sensaciones de peso y
calor.
Megafol está constituido por complejos naturales obtenidos de extractos vegetales,
orientados a activar el metabolismo de la planta durante su crecimiento y durante
los estreses provocados por el ambiente (altas y bajas temperaturas, restricciones
hídricas, etc.). Su fórmula actúa en sinergia con una combinación de aminoácidos
(22%), proteínas, betaínas y vitaminas.

Los aminoácidos cumplen un papel muy importante en el desarrollo vegetativo, en


la tolerancia a los estreses y en favorecer la penetración de elementos nutritivos en
la planta. Las betaínas, por su parte, actúan en la tolerancia a los estreses abióticos.
Las vitaminas, por último, son compuestos orgánicos capaces de regular el
metabolismo celular y de los tejidos a través de la actividad de las enzimas de las
que forman parte.

Cada uno de estos ingredientes biológicos activos aporta a las funciones y uso del
producto, tal como se aprecia en la siguiente tabla:

No podemos vivir sin estrés, pero afortunadamente hay medios de poder hacerle
frente y vivir con mayor serenidad. Estas estrategias pueden ayudarte:

 Haz deporte: Una de las mejores formas que tenemos


a disposición para prevenir, aliviar o tratar el estrés es
la actividad física. Es un método para liberar
endorfinas. No importa qué disciplina elijas. Puede ser
una moderada o una de alto rendimiento. Deberá ser
adecuada a tu condición física de cada persona y tus
gustos personales.
 Respira: “La respiración es el puente que conecta la vida con la conciencia, que
une el cuerpo con los pensamientos. Cada vez que la mente se disperse, emplea la
respiración para tomar de nuevo las riendas de la mente”, recomienda Tich Nhat
Hanh.

 Duerme mejor: Si tienes problemas para dormir, controla la ingesta diaria de


cafeína, da un paseo, evita los dispositivos electrónicos antes de acostarte, practica
ejercicios de respiración y mantén los pies calientes.

 Ríete: También relacionado con las endorfinas, sobre todo si es a carcajadas, se


podrá disfrutar de muchos beneficios como un mejor ritmo cardíaco, mayor
irrigación sanguínea, mejora de la función pulmonar, etc. Existe la risoterapia como
estrategia terapéutica. De forma más sencilla, se puede ver una película divertida,
escuchar chistes o jugar a las cosquillas con tus hijos.

 Come de forma saludable: La alimentación tiene


mucho que ver con cómo nos sentimos. Los
alimentos con harinas blancas, los edulcorantes
artificiales, la comida rápida, los refrescos, los dulces
y los fritos no ayudan a mejorar la situación. Sería
más conveniente optar por vegetales, frutas,
legumbres, cereales integrales etc.

 Optimismo: “El optimismo parece reducir la inflamación por estrés y los niveles de
las hormonas del estrés, como el cortisol. También puede reducir la probabilidad de
contraer enfermedades, al aminorar la actividad del sistema nervioso parasimpático.
Este último regula la llamada ‘respuesta de descanso y digestión’, opuesta a la de
‘lucha o huida”, dice Jo Marchant, autora de Heal Thyself.

 Ve más despacio: “Frena y disfruta de la vida. Cuando vas demasiado deprisa, no


solo te estás perdiendo el paisaje, sino que también pierdes el significado de hacia
dónde vas y por qué”, resume Eddie Cantor.
 Desconecta: No debemos estar conectados ni sobre
estimulados las 24 horas del día. Deja el móvil en otra
habitación cuando comes o duermes, no veas la
televisión antes de dormir y evita los dispositivos
digitales un rato antes de irte a la cama. No uses internet
en la medida de lo posible cuando estés de vacaciones.
Deja los problemas laborales en el trabajo y los domésticos o familiares, en
casa. Tómate el tiempo que precises para hacer lo que te gusta y te da placer.

 Medita: La meditación parece resultar efectiva


para cambiar el modo en que respondemos a los
estímulos externos. Después de unos ciclos cortos
de mindfulness, la gente produce menos cortisol,
una de las hormonas del estrés, y también muestra
una menor respuesta inflamatoria al estrés. Un
estudio ha vinculado los niveles menores de estrés
de quienes meditan con cambios en la amígdala,
un área cerebral relacionada con el miedo y la respuesta a las amenazas.

 Ve al médico: Si no eres capaz de cambiar tu estilo de vida, tienes signos de alarma


(síntomas físicos o psíquicos) o el estrés interfiere en su vida personal, laboral o
familiar, acude a un especialista en salud mental. Algunas terapias están
concebidas como preventivas, sobre todo en situaciones vitales que son imposibles
de ser modificadas, o estilos de vida difíciles de modificar.

Tratamiento

Si los síntomas de estrés persisten durante varias semanas, es posible que


necesites una evaluación médica y psicoterapia de apoyo para aprender nuevas
técnicas que te permitan dominar la situación.
Ambiente escolar estresante

Entre las fuentes escolares


generadoras de estrés se
hallan las siguientes:
- La falta de sensibilidad hacia
la diversidad, que se traduce en
mayor o menor cuantía en
desconfianza, hostilidad y
exclusión. Este rechazo afecta
principalmente a alumnos que
tienen rasgos, étnicos, físicos o psíquicos diferentes, por ejemplo, algunos
escolares inmigrantes o con discapacidad.
- La tecnificación en los centros educativos está introduciendo un considerable
cambio en las relaciones humanas, ahora mucho más dependientes de la máquina
y menos del contacto personal con el profesor y con los compañeros. El uso
inadecuado o abusivo de la tecnología con facilidad genera aislamiento y
enajenación en los alumnos.
- De modo complementario a lo consignado en líneas anteriores, ha de decirse que
el alejamiento de la naturaleza tiende a acrecentar el estrés. En este sentido, la
investigación realizada por Corraliza y Collazo (2011) aporta evidencia empírica del
efecto amortiguador que la naturaleza en el entorno residencial y escolar tiene sobre
el estrés infantil, hasta el punto de que cuanto mayor es el acceso de los niños a
áreas natural próxima mayor es su capacidad para sobrellevar situaciones
adversas.
- Las malas relaciones y la fragilidad de la comunidad educativa. Un buen número
de centros escolares están hoy transidos de rivalidad feroz y de individualismo. El
mundo de la escuela se halla asimismo sacudido por la violencia, hasta el punto de
que en algunos centros se pone en grave peligro la integridad personal y la
educación se torna misión imposible. Los alumnos se estresan con más facilidad en
un ambiente de este tipo que puede ser verdaderamente traumatizante y aun
aterrador.
- La descompensación del discurso educativo. En la infancia y en la adolescencia el
discurso meramente instructivo y dogmático, a menudo acompañado de sobrecarga
de exigencias, críticas y deberes, es totalmente desaconsejable por revelarse frío,
distante y extenuante.
- El predominio de la rigidez y la verticalidad en las estructuras y estilos gestores, lo
que dificulta la participación responsable y la comunicación fluida, sincera y
comprensiva de los miembros de las instituciones escolares.
A la hora de prevenir el distrés infantil, además de las situaciones escolares citadas
con carácter general, es fundamental prestar atención al comportamiento del niño,
por ejemplo, a la aparición de conflictos, a los dolores y trastornos físicos, al
malestar general, a los temores, etc. Desde luego, no es raro tampoco que en el
niño expuesto a situaciones escolares estresantes aflore una actitud negativa,
incluso hostil, hacia el colegio y que consiguientemente aumente el absentismo y
disminuya su rendimiento.

Fases del estrés

El organismo siempre se encuentra en un estado de estrés mínimo que, ante


determinadas situaciones, se incrementa pudiendo producir un efecto beneficioso o
negativo, dependiendo de si la reacción del organismo es suficiente para cubrir una
determinada demanda o ésta "supera" a la persona. Este nivel de equilibrio
dependerá de los factores individuales (disposición biológica y psicológica) de las
distintas situaciones y experiencias.

Un determinado grado de estrés estimula el organismo y permite que éste alcance


su objetivo, volviendo a la "normalidad" cuando el estímulo ha cesado. Por ejemplo,
cuando un atleta intenta conseguir un buen resultado en una competición, está
sometido a un estrés que implica un aumento de la actividad muscular (más
irrigación, el corazón late más rápido, etc.) lo que le ayudará a alcanzar el éxito y
conseguir su objetivo. Una vez finalizadas las pruebas atléticas, se produce un
descenso de las constantes y el organismo vuelve a su estado basal.

Cuando se mantiene la presión y se entra en el estado de resistencia, las personas


empiezan a tener una sensación de disconfort (tensión muscular, palpitaciones,
etc.). Si continúa el estresor, se llega al estado de agotamiento, con posibles
alteraciones funcionales y/u orgánicas: son las llamadas "enfermedades de
adaptación". Estos síntomas son percibidos como negativos por las personas y
producen preocupación, lo que a su vez agrava los síntomas y así puede llegar a
crearse un círculo vicioso.

Respuesta fisiológica del estrés


La respuesta fisiológica es la reacción que se produce en el organismo ante los
estímulos estresores. Ante una situación de estrés, el organismo tiene una serie de
reacciones fisiológicas que suponen la activación del eje hipofisosuprarrenal y del
sistema nervioso vegetativo.
El eje hipofisosuprarrenal (HSP) está compuesto por el hipotálamo, que es una
estructura nerviosa situada en la base del cerebro que actúa de enlace entre el
sistema endocrino y el sistema nervioso, la hipófisis, una glándula situada asimismo
en la base del cerebro, y las glándulas suprarrenales, que se encuentran sobre el
polo superior de cada uno de los riñones y que están compuestas por la corteza y
la médula.
El sistema nervioso vegetativo (SNV) es el conjunto de estructuras nerviosas que
se encarga de regular el funcionamiento de los órganos internos y controla algunas
de sus funciones de manera involuntaria e inconsciente.
Ambos sistemas producen la liberación de hormonas, sustancias elaboradas en las
glándulas que, transportadas a través de la sangre, excitan, inhiben o regulan la
actividad de los órganos.
Eje hipofisosuprarrenal
Se activa tanto con las agresiones físicas
como con las psíquicas y, al activarse, el
hipotálamo segrega la hormona CRF (factor
liberador de corticotropina), que actúa sobre
la hipófisis y provoca la secreción de la
hormona adenocorticotropa (ACTH). Esta
secreción incide sobre la corteza de las
glándulas suprarrenales, dando lugar a la
producción de corticoides que pasan al
torrente circulatorio y producen múltiple
incidencia orgánica, como se verá más
adelante. Los corticoides que se liberan
debido a la ACTH son:
o Los glucocorticoides: El más importante es el cortisol que facilita la excreción
de agua y el mantenimiento de la presión arterial; afecta a los procesos
infecciosos y produce una degradación de las proteínas intracelulares.
Tiene, asimismo, una acción hiperglucemiante (aumenta la concentración de
glucosa en sangre) y se produce un aumento de calcio y de fosfatos
liberados por los riñones, y de lípidos.
o Los andrógenos: Son las hormonas que estimulan el desarrollo de las
características secundarias masculinas y estimulan el aumento tanto de la
fuerza como de la masa muscular.
Sistema nervioso vegetativo
Este sistema mantiene la homeostasis del
organismo. La activación simpática supone la
secreción de catecolaminas, que son:
o La adrenalina segregada por parte de la
médula suprarrenal, especialmente en
casos de estrés psíquico y de ansiedad.
o La noradrenalina segregada por las
terminaciones nerviosas simpáticas,
aumentando su concentración
principalmente en el estrés de tipo físico, en
situaciones de alto riesgo o de agresividad.
Estas hormonas son las encargadas de poner el cuerpo en estado de alerta
preparándolo para luchar o huir. Son las que permiten enlazar el fenómeno del
estrés con los fenómenos psicofisiológicos de la emoción. Ambas intervienen en los
siguientes procesos:
o Dilatación de las pupilas.
o Dilatación bronquial.
o Movilización de los ácidos grasos, pudiendo dar lugar a un incremento de
lípidos en sangre (posible arterioescierosis).
o Aumento de la coagulación.
o Incremento del rendimiento cardíaco que puede desembocar en una
hipertensión arterial.
o Vasodilatación muscular y vasoconstricción cutánea.
o Reducción de los niveles de estrógenos y testosterona, que son hormonas
que estimulan el desarrollo de las características sexuales secundarias
masculinas.
o Inhibición de la secreción de prolactina, que influye sobre la glándula
mamaria.
o Incremento de la producción de tiroxina, que favorece el metabolismo
energético, la síntesis de proteínas, etc. Vemos pues que, ante una situación
de estrés, existe un compromiso de todo el organismo.
Fases del estrés: síndrome general de adaptación
El origen histórico del concepto de estrés parte de las investigaciones que
realizó Hans Selye en el año 1936 y que dieron lugar al llamado síndrome
general de adaptación.
Ante una situación de amenaza para su equilibrio, el organismo emite una
respuesta con el fin de intentar adaptarse. Selye define este fenómeno como el
conjunto de reacciones fisiológicas desencadenadas por cualquier exigencia
ejercida sobre el organismo, por la incidencia de cualquier agente nocivo
llamado estresor. Se puede definir, pues, como la respuesta física y específica
del organismo ante cualquier demanda o agresión, ante agresores que pueden
ser tanto físicos como psicológicos.

En este proceso de adaptación por parte del organismo se distinguen las fases
de alarma, de adaptación y de agotamiento.
Fase de alarma
Ante la aparición de un peligro o estresor se produce
una reacción de alarma durante la que baja la
resistencia por debajo de lo normal. Es muy
importante resaltar que todos los procesos que se
producen son reacciones encaminadas a preparar el
organismo para la acción de afrontar una tarea o
esfuerzo (coping).
Esta primera fase supone la activación del eje
hipofisosuprarrenal; existe una reacción instantánea y automática que se compone
de una serie de síntomas siempre iguales, aunque de mayor a menor intensidad:
o Se produce una movilización de las defensas del organismo.
o Aumenta la frecuencia cardiaca.
o Se contrae el bazo, liberándose gran cantidad de glóbulos rojos.
o Se produce una redistribución de la sangre, que abandona los puntos
menos importantes, como es la piel (aparición de palidez) y las vísceras
intestinales, para acudir a músculos, cerebro y corazón, que son las
zonas de acción.
o Aumenta la capacidad respiratoria.
o Se produce una dilatación de las pupilas.
o Aumenta la coagulación de la sangre.
o Aumenta el número de linfocitos (células de
defensa).
Fase de resistencia o adaptación
En ella el organismo intenta superar, adaptarse o afrontar la
presencia de los factores que percibe como una amenaza o
del agente nocivo y se producen las siguientes reacciones:

o Los niveles de corticoesteroides se normalizan.


o Tiene lugar una desaparición de la sintomatología.

Fase de agotamiento
Ocurre cuando la agresión se repite con frecuencia o es de larga duración, y cuando
los recursos de la persona para conseguir un nivel de adaptación no son suficientes;
se entra en la fase de agotamiento que conlleva lo siguiente:
o Se produce una alteración tisular.
o Aparece la patología llamada psicosomática.

Respuestas del organismo: consecuencias biológicas del estrés


La respuesta del organismo es diferente según se esté en una fase de tensión inicial
-en la que hay una activación general del organismo y en la que las alteraciones
que se producen son fácilmente remisibles, si se suprime o mejora la causa- o en
una fase de tensión crónica o estrés prolongado, en la que los síntomas se
convierten en permanentes y se desencadena la enfermedad.

Síntomas emocionales

 Irritabilidad
 Agitación
 Aislamiento social
 Cambios de humor
 Depresión

Síntomas conductuales

 Insomnio
 Hiperfagia
 Uso de sustancias Psicoactivas (SPA) para
relajación.

 Hábitos nerviosos (morderse las uñas)


Síntomas cognitivos

 Amnesia
 Incapacidad para concentrarse
 Ver solo lo negativo
 Pensamientos ansiosos y apresurados

 Preocupación constante

Síntomas físicos

 Cefalea
 Enfermedades respiratorias
 Diarrea/ estreñimiento
 Náuseas y mareos
 Palpitaciones
BIBLIOGRAFÍA

 Melgosa, J.. (2006). !Sin estrés¡. Madrid, España: Safeliz; págs: 123-132

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KIER; págs: 98-143

 Arroba, T., & James, K. (1990). Cómo manejar la presión en el trabajo: Guía
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