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Identidad, participación total de los miembros y el método de Cristo

ROMANOS 12:2

Hace algunos años, los adventistas estuvieron en las noticias cuando un destacado
periódico, el USA Today, afirmó que el adventismo era «la denominación cristiana de más
rápido crecimiento en Norteamérica» en un artículo titulado «La fe adventista de regreso a
las bases es la iglesia estadounidense de más rápido crecimiento».1
Después de comparar la tasa de crecimiento de la Iglesia Adventista con otras
denominaciones en los Estados Unidos, el artículo sugirió que el índice de crecimiento
adventista se debía, al menos en parte, a nuestras creencias distintivas.
El autor escribió: «Con sus cultos sabáticos y estilo de vida vegetariano, el adventismo posee
un nicho distintivo fuera de las principales denominaciones cristianas. Pero ser diferentes
está mostrando ser más un beneficio que una desventaja».2

Al momento de la publicación (2011), la Iglesia Adventista tenía diecisiete millones


de miembros. Hoy día damos gracias a Dios por los más de veintiún millones de hermanos
en todo el mundo. Pero lejos de ser solo una estadística, esas cifras representan almas
preciosas que han dado sus corazones a Cristo. Y aunque nos regocijamos por los muchos
que se unen a la iglesia, reconocemos que otros la están dejando.
¿Qué contribuye al crecimiento de la iglesia? ¿Cómo podemos hacer para retener a los
miembros? Sugiero tener en cuenta tres factores.

1. IDENTIDAD.
La búsqueda de identidad es real. La industria de las genealogías en línea se ha
convertido en una empresa multimillonaria, porque millones pagan para saber más de dónde
vienen y qué claves puede revelarles la historia de sus antepasados. Aun en culturas no tan
dedicadas a la investigación en línea, es importante determinar la identidad propia.
Para los adventistas, nuestra identidad es importante. Quiénes somos, de dónde venimos y
por qué existimos son factores innegables a la hora de determinar nuestra misión.

1
USAToday30.usatoday.com/news/religion/2011-03-18-Adventists_17_ST_N.htm
2
1bíd.
Markus Kutzschbach, director ejecutivo de Ministerios de Herencia Adventista escribió:
«Entender nuestro pasado –no importa si es nuestro pasado o el de nuestros antepasados–
da un sentido de identidad. Comprender nuestro pasado nos ayuda a saber quiénes somos.
Si no sabemos de dónde venimos, ¿cómo sabremos hacia dónde vamos? Comprender
nuestra identidad es crucial para conocer nuestro destino. El sentido de nuestra identidad
nos da un sentido del nuestro futuro». 3

La Iglesia Adventista nació de una profunda convicción de que la Biblia es la Palabra


de Dios y de que es digna de confianza. Los que creyeron que las profecías señalaban el
pronto regreso de Cristo estuvieron dispuestos a verse ridiculizados y echados de sus iglesias
antes que ignorar la Biblia.
Aun cuando Cristo no regresó el 22 de octubre de 1844, esos fieles estudiantes de la Biblia
regresaron con fe y oración a la Palabra de Dios. Pronto se dieron cuenta de que la
purificación del Santuario de Daniel 8:14 describía una nueva fase del ministerio de Cristo
en el Santuario celestial del cual el terrenal era un tipo.
Alentados, los adventistas siguieron estudiando la Biblia con diligencia y orando con fervor
para que Dios les revelara la verdad. Sus oraciones fueron contestadas y, para 1850, se habían
establecido las creencias fundamentales (o pilares) de lo que llegaría a ser la Iglesia
Adventista del Séptimo Día.

Elena White describe estos pilares como:


(1) El ministerio de Cristo en el Santuario celestial
(2) los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14 (incluido el don del espíritu de profecía
y la segunda venida)
(3) el sábado como día de reposo
(4) la no inmortalidad del alma.4

Estos pilares doctrinales establecidos al comienzo siguen siendo verdaderos hoy. La


Iglesia Adventista fue fundada solamente sobre la Biblia, y continúa sosteniendo que la

3
Markus Kutzschbach, «The Past: A Foundation for the Future», General Conference Executive Committee Newsletter, Octubre 2018, executivecommittee.adventist.org/wp-
content/uploads/2018/10/ECN-October-2018.pdf.
4
Elena White, El otro poder (Buenos Aires: Asoc. Casa Editora Sudamericana, 1996), p. 30.
Biblia como Palabra de Dios es aún relevante, afirmando un enfoque hermenéutico
historicista.5
Esta identidad como movimiento fundado en la Biblia, que cree en ella y la sigue, es lo que
modela nuestra misión más que ninguna otra cosa; es lo que atrae a millones de personas para
que lleguen a ser parte de la familia de la iglesia.

2. PARTICIPACIÓN TOTAL DE LOS MIEMBROS.


La iglesia es más que una organización de iglesias, instituciones, pastores, docentes
y otros obreros. Nosotros, los veintiún millones, somos la iglesia; y Dios nos ha llamado para
alcanzar a otros para él. Ese es el significad de Todo Miembro Involucrado (TMI): ¡Todos
haciendo algo por Jesús!6
Elena White observó:
«La obra de Dios en este mundo no podrá terminarse hasta que los hombres y las mujeres
que componen la feligresía de nuestra iglesia se interesen en la obra y unan sus esfuerzos
con los de los ministros y dirigentes de la iglesia».7

Qué privilegio que tenemos, cada uno de nosotros, ¡de trabajar donde estamos para llevar a
otros a Jesús!

Es verdad: ¡Cuando damos un estudio bíblico, el que lo da es el que más crece!»


Cuando comprendemos nuestra herencia e identidad, cuando participamos para llevar
a otros a Jesús y sus verdades preciosas según las revela su Palabra, nuestra alma se renueva
y se aproxima a Cristo. Sentiremos el deseo de permanecer en este movimiento hasta el
mismo fin, obrando por medio del poder del Espíritu Santo para salvar tantas almas como
sea posible para su reino.

5
El documento «Métodos de estudio de la Biblia» votado por la Iglesia Adventista, explica en más detalle nuestro enfoque al estudio de las Escrituras. Véase
www.adventist.org/en/information/official-statements/documents/article/go/-/methods-of-bible-study/.
6
Para saber más, visite tmi.adventist.org/about.
7
Elena White, Testimonios para la iglesia (Doral, Fl.: Asoc. Publ. Interamericana, 1998), t. 9, p. 95.
3. SOLO EL MÉTODO DE CRISTO.
Aun si tenemos una comprensión clara de quiénes somos, y aun si cada miembro
participa de la obra misionera, solo tendremos verdadero éxito si usamos el método de Cristo
que describió Elena White:
«El Salvador trataba con los hombres [y mujeres] como quien deseaba hacerles
bien. Les mostraba simpatía, atendía a sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces
les decía: “Seguidme”».8
Aunque cada necesidad es importante, siempre deberíamos tener en cuenta las
necesidades más profundas de las personas. Justo antes de la cita anterior figuran las palabras:
«Es demasiado frecuente que el evangelio se predique con tanta indiferencia que no

hace sino una débil impresión en la conciencia o la conducta de las personas. En todas

partes hay corazones que claman por algo que no poseen. Suspiran por una fuerza que les

dé dominio sobre el pecado, una fuerza que los libre de la esclavitud del mal, una fuerza

que les dé salud, vida y paz. Muchos que en otro tiempo conocieron el poder de la Palabra

de Dios han vivido en lugares donde no se reconoce a Dios y ansían la presencia divina. El

mundo necesita hoy […] una revelación de Cristo. Se requiere una gran obra de reforma y

solo mediante la gracia de Cristo podrá realizarse esa obra de restauración física, mental

y espiritual».9

Cada paso del método de Cristo es importante, incluido el último. Aunque podemos

ayudar a satisfacer necesidades temporarias, la única solución satisfactoria y eternamente

duradera es llevar a las personas a Jesucristo e invitarlas a que lo sigan.

8
Elena White, El ministerio de curación (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1959), p. 102.
9
IBID.

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