Memorias de
un emprendedor
de Sarapiquí
-Barata.
-Barata. Cualquier carajada. En treinta mil colones. Le
compré un ganado y le dije, “bueno, pero me lo das al
otro lado del río”. Me dice, “ah no, sino, no hay trato,
usted lo pasa”. Le dije, “bueno, está bien, yo lo paso”.
Me dice, “¿y la finca?”, “yo te la compro, pero no te
puedo dar más de trescientos pesos por manzana, la
mitad al contado y la mitad a cinco años plazo, sin inte-
reses.” Me dice, “muchacho de Dios, me estás matan-
do” Le digo, “Fabio, es que la cosa está muy dura” Me
dice, “bueno, está bien, te la voy a vender, pero estás el
lunes donde el abogado”. Desde las siete estaba sen-
tado en la puerta. Cómo no, si le compré baratísima la
finca. Esa fue la primera que compré. Después, a un
carajo de Heredia que se llamaba “Chamaco” Avenda-
ño le compré otra finca a la par. Ahora es donde está
Chiquita, porque le vendí esa tierra. Compré una finca
al banco que era de Álvaro Sotillo. Él había hipotecado
al banco. La mujer era la fiadora. Había vendido el ga-
nado. Andaban detrás de la pobre mujer. Esas son las
fincas que tuve.
Entre Chamaca
y Chiripa
-Entonces son tres, La Rebusca, La Chamaca y La
Chiripa.
-La Chiripa está a la par de La Rebusca y La Chamaca
al otro lado del río. Se llama así porque al señor le de-
cían Chamaco.
-Y La Chiripa es la que le compró a Sotillo.
-Fue un chiripazo conseguirla. Por eso se llama La Chi-
ripa.
-¿Y Pénjamo?
-Esa la compré después. Es otro dato curioso. En el 62,
Chico me nombra en el ITCO de presidente, entonces
le compramos, diez mil hectáreas que tenían los ban-
queros Juan Arrea y Guido Goicoechea, con Gilberto
Barrantes, casado con una tía suya.
-De mi tía abuela Lidia Rodríguez González, que de
Dios goce. ¿Dónde están esas diez mil hectáreas?
34 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
-¿De qué?
-De Agricultura. Desgraciadamente Daniel (Oduber) me
dijo que no aceptara porque él quería que fuera Ministro
de él. No acepté y recomendé a Abundio Gutiérrez.
-¿Cómo surge su participación en el ITCO?
-Bueno, cuando se funda el ITCO, me llamó Chico a la
casa de él. Me dijo,“mirá, vamos a hacer la junta direc-
tiva del ITCO y quiero que seás el presidente. Van a es-
tar don Elías Soley (que era el ministro); Eugenio Var-
gas, Francisco Jiménez López, Eduardo Lizano Fait”.
El gerente era José Manuel Salazar Navarrete. Nos
reunimos la primera vez en el Banco de Costa Rica, en
El Paseo de los Estudiantes. Ahí fue la primera reunión.
El subgerente se llamaba Álvaro Rojas.
-¿Qué significaba el Instituto de Tierras y Coloni-
zación en ese momento? ¿Por qué era importante?
-Era importante porque había desocupación. Muchos
agricultores se habían venido a meter a La Uruca y a
todas estas barriadas del sur de San José. Y había mu-
chas tierras libres, que había que colonizar. Y él había
prometido en campaña, casi que dio una orden, de lle-
gar al Río San Juan. Nos metimos por el lado de Guápi-
les. Tenemos que contar la historia de Cariari.
-Usted tiene todo un emprendimiento agrícola en el
cantón de Sarapiquí donde llegó caminando desde
Vara Blanca de Heredia. Catorce horas de caminata.
¿Qué significa caminar catorce horas? ¿Qué signi-
fica vivir en la montaña?
-Significa ilusión por vivir.
-Y por crecer y por tener algo.
36 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
-¿Por qué?
-Porque ellos se fueron y yo me metí a la montaña a
rayar y nos cogía de noche.
-¿Rayar es lo mismo que carrilar?
-Lo mismo.
-¿Cómo era que carrilaban? Eran tierras que no te-
nían dueño.
-No tenían dueño. Entonces, uno medio orientado y con
cuchillo dele hasta que llegara la noche. Los viejos de
antes carrilaban con un puro. Otros usaban un caracol.
A mí me tocó un baquiano que conocía bien y tenía
buen sentido de orientación. Éramos tres. Dos hombres
y yo.
-Los otros también se quedaron en la zona.
-Se quedaron conmigo. Uno se llama Vianey Solano,
de los Solano de San Carlos, y el otro se llamó Horacio
Murillo, ya falleció.
-Cuándo usted estaba en la montaña, ¿le tocaba co-
cinar? ¿Qué cocinaba?
-Cocinábamos arroz, café. Llevábamos harina y hacía-
mos arepas. Cosas de monte como tepezcuinte.
-¿Ustedes monteaban?
-Sí, los tepezcuintles abundaban. Nosotros andábamos
con perros. Cogíamos el tepezcuinte, lo destazábamos
y lo cocinábamos en un fuego.
-Sabrosa la carne de tepezcuintle.
-Ahumada.
38 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
Era nicaragüense.
-Empezamos a trabajar veinticuatro horas. Se bajaba
un tractorista, se llenaba de diesel y seguía con el ca-
mino. Chico tuvo el gusto de entregar los últimos títulos.
-¿Con José Manuel Salazar Navarrete como gerente
y usted como presidente?
-Sí.
-¿Qué pasó con su finca, mientras tanto?
-La veía a ratos. A ratos trabajaba en el Ministerio de
Agricultura, a ratos en el ITCO y a ratos me iba a la
finca.
Ministerio de
Agricultura y Ganadería
-Mi papá cuenta un chiste. Se abre el telón y está
usted en Diamantes, en la Estación Experimental
Los Diamantes. Se cierra el telón. Se abre el telón
y está usted en Cariari. Se cierra el telón. Se abre
el telón. Está usted en Sarapiquí. Se cierra el telón.
¿Cómo se llama la obra?
-El Imperio Romano. (ja, ja, ja)
-¿Cuánto tiempo trabajó en el Ministerio de Agri-
cultura?
-Como diez años.
-¿Qué pasó con su finca?
-Los sábados y domingos me iba a ver la finca. Tenía
gente de confianza allá.
-¿Y su esposa no le jalaba el aire por tanta trabaja-
dera?
-Y todavía me lo jala. A veces dice que para qué tanto
46 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
Sarapiquí?
-Estaba don Fernando Guardia, en La Virgen, con una
lechería que había sido de los Peters. Ellos habían sido
los primeros en entrar ahí. Cuando vino la guerra expro-
piaron la finca de los Peters y Fernando Guardia con el
Doctor Quesada Guardia le compraron a la organiza-
ción que se hizo para vender la finca de los alemanes.
Guardia era de la gente de TACA. Andaban en avión.
Una vez, por telégrafo mandaron a pedir un saco de
papas y el telegrafista se equivocó y le mandó un saco
de pipas. Estaba furioso. Primero porque carísimo el
flete en avión. Segundo, pipas era lo que abundaba en
Sarapiquí. Otro factor importante en Sarapiquí también
fue un señor Abraham. Un señor de Atenas. Llegó a
montar una cadena de comercio en la zona.
“Basurita” y
“Chepe Lucas”
-Usted me habló de los arrieros que venían de San
Carlos.
-“Basurita” y “Chepe Lucas”.
-¿Cómo se llamaban? ¿Recuerda los nombres?
-No. Les decíamos “Basurita” y “Chepe Lucas”. No sé
cómo se llamarían.
-¿Con ellos compartió muchísimo?
-Imagínese, si pasamos días arriando ganado.
-Otra pregunta que le quería hacer es con respecto
a lo que usted podía hacer en Chilamate. Usted vi-
vía en un rancho. Dormía en un camastro. ¿En qué
se entretenía? ¿Tenía un radio? ¿Podía comunicar-
se de alguna manera?
-Después de un tiempo, me hice de un radio Emerson
que compré en el almacén Koberg por doscientos pe-
sos. Tenía una batería enorme. Era más grande la ba-
66 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
-¿Gordianito es Gurdino?
-No. Gordianito es Gordiano Fernández.
-También tuvo que ver usted con la Estación Expe-
rimental Los Diamantes.
-Eso también. Yo abrí Los Diamantes, en tiempos de
STICA.
-¿Qué era STICA?
-El Servicio Técnico Interamericano de Cooperación
Agrícola.
-Y la finca Los Diamantes, ¿era de Good Year?
-Era del Estado. Era una finca bananera muy grande
del señor Villafranca. Eran mil hectáreas de banano,
pero con el problema de la sigatoka.
-Ese señor Villafranca era el suegro de don Yoyo.
-Fue el suegro de don Yoyo.
-Sí, porque los hijos son Quirós Villafranca.
-Era el papá de Flory.
-Tenía problemas con sigatoka.
-Sí, se quemó. Fue la gran quema del banano.
-Del Cavendish.
-No, el cavendish vino a salvar la situación. Fue el Gros
Michel.
-Ah, el Gros Michel.
-Devolvámonos. Vino la Guerra Mundial y se sembró
de hule. Se le entregó la finca alaGoodYear. El Estado
Memorias de un emprendedor de Sarapiquí 91
en la finca.
-Estoy metido de lleno en las fincas porque yo era pre-
sidente del ITCO. Del 62 al 66 Chico me nombró presi-
dente del ITCO. El Ministro era Elías Soley.
-Soley Carrasco, el papá de Elías Soley Soler.
-Ajá. Una gran persona, dicho sea de paso.
Vocación de agricultor
-¿Cómo llegó usted a la convicción delo que iba a
producir en la finca? Porque usted estudió ganade-
ría, pero terminó siendo productor de banano.
-Yo fui ganadero por veinticinco años. Hice una finca en
Chilamate. Muy dura. La que le compré a Luis Otoya.
Tierra colorada. La finca no era buena, pero era la única
posibilidad que tenía antes de moverme a la bajura. Ya
para el tiempo de los años sesenta, estaba en la bajura.
Atendía el ITCO y atendía la finca. Al principio de la ga-
nadería, fue muy duro porque me tocó arriar el ganado
hasta Alajuela. Eran tres días de arrear.
-Por Chilamate.
-O por San Miguel. Con los arrieros que venían de San
Carlos,“Basurita” y “Chepe Lucas”. Muy duro. La ver-
dad yo no sé por qué. Será porque era muy joven y por
la ilusión de tener algo fue que aguanté. Tenía veintitrés
años.
-¿Cuándo decide usted meterse a ser agricultor?
-La vocación de agricultor la he tenido toda la vida. Nací
98 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
José.
-Usted empezó a producir banano y también de
pronto empezó con un sistema de ganadería de es-
tabulación.
-No.
-¿Fue después?
-Después. Ahí más bien empecé la cría de ganadería
fina.
-¿A la par de la bananera?
-No, antes de la bananera. Yo fui criador de ganado
Brahman puro.
-¿Mal negocio?
-Más o menos. Otra anécdota simpática. Yo tenía un
pariente muy comerciante. Se llamaba Milo Gamboa.
Era familia de la esposa de mi abuelo. Era prohibido ex-
portar hembras, pero el bandido tenía un buen negocio
con Somoza.
-Que tenía todo el ganado del mundo en Nicaragua.
-Es correcto. Pero necesitaba ganado de aquí. Yo le
había vendido a Milo unos toros y le había hecho una
factura. Llega Milo a la frontera con unas novillas y no
lo dejan pasar. Era prohibido. Él dice, “no importa, de
por si son de Chico, aquí tengo la factura, miren dice
Romano, son de Chico. A mí no me importa, déjense
las novillas y arréglense ustedes con Chico”, “no Milo
mira es que”, “no, no a mí no me digan nada, hablen
con Chico”.
-¿Y Don Chico era presidente?
102 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
El roble de Sarapiquí
“Me tocó hacer finca, arrear ganado, sacar ganado des-
de Sarapiquí hasta Alajuela, con unos peones famosos,
Basurita y Chepe Lucas, los famosos arrieros de Río
Cuarto. Nos volábamos tres días caminando de Chila-
mate a Alajuela, tres días en el camino, con una gran
arrea de 12 vacas, de 200 pesos cada vaca…”.
“Cuando me metí a Sarapiquí decía mi abuela que es-
taba loco. Me dio la recomendación de que me bañara,
me rasurara y me cambiara la ropa, que si no me iba a
hacer un salvaje”.
Él es la leyenda viva entre los agricultores de Sarapiquí,
que entraron a esta zona cuando era inhóspita, y había
que andar en mula y a pie, por entre trillos y montañas,
para empezar a soñar con una finquita. Ahora, después
de tener fuerza y paciencia durante más de medio siglo,
Don Romano Orlich es querido y muy respetado pro-
ductor bananero en la zona norte. Nos encontramos en
122 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
Vida vibrante
“Del colegio me fui para los Estados Unidos, a la Uni-
versidad de Cornell, donde me hice agrónomo y saqué
mi especialidad en Zootecnia.
“Cuando llegué de la universidad empecé a trabajar en
el Ministerio de Agricultura, con Don José Joaquín Peral-
ta, Quincho Peralta, en el gobierno de Teodoro Picado.
124 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
En Sarapiquí
“Me dijeron que en Sarapiquí había tierra libre. Me
echan mis tíos y mis primos, y me vengo para Sarapi-
quí. Llegaba caminando hasta Chilamate de Sarapiquí.
128 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
Cariari
“Abrimos Cariari… Hubo un momento en que perdimos
las elecciones. Entonces, estábamos con el proyecto
de Cariari entre manos. Dijimos que se iba a terminar
Cariari, que teníamos que terminarlo nosotros. Por
acuerdo de la junta, concentramos todo el equipo del
ITCO en Roxana y La Rita. Arrancamos trabajando 24
horas diarias, con tres turnos de trabajadores. Sólo se
paraba para engrasar y seguíamos. Ahí se afincó Rami-
ro Castillo, se casó con Nora Arias, y andaba feliz con
un D 6 nuevo. Se encargó de la coordinación a Rodrigo
Chaves, de Atenas, quien ya trabajaba en el ITCO.
“Mientras tanto, yo pasaba a ratos con la finca. Iba sá-
bados y domingos, iba por Vara Blanca… Ya en el año
66 me desentendí completamente del gobierno. Me ha-
bía separado del ministerio antes, un año antes.
“Después de ayudar en los gobiernos de Otilio, Pepe
y Chico, siempre en agricultura, me quedé en Sarapi-
quí, no volví a San José. Empecé a producir ganado.
Tenía esa finca de Chilamate, y mi papá tenía otra en
San Miguel. Los dos teníamos cría de ganado. He sido
ganadero toda la vida. Es lo que más me gusta. Tengo
132 Memorias de un emprendedor de Sarapiquí
La Rebusca
“Con la plata que me dieron de la venta y el cierre de
la empacadora de carne, compré ´La Rebusca´ a Fa-
bio Ruiz. Se llama ´La Rebusca´ porque la compré muy
barata y en muy buenas condiciones. Después com-
pré ´La Chamaca´ a un carajo Avendaño, que le decían
´Chamaco´ Avendaño (qdDg). Se llama Chamaca en
honor a Chamaco. Y también compré ´La Chiripa´. Se
llama así porque fue un chiripazo comprarla. La iba a
rematar el banco.
“Llegué a tener mil cabezas de ganado ahí, entre las tres
fincas. Después, como te conté, Chiquita me compró la
mayor parte de esas tierras. A Chiquita le vendí lo que
Memorias de un emprendedor de Sarapiquí 135
en cajas…
“Yo era director de la Estación Experimental Los Dia-
mantes. Estábamos en tiempos de Figueres, con Yoyo
Quirós de Ministro de Agricultura. A la par de esa hec-
tárea se sembró otro lote, como que a escondidas. Esa
hectárea tenía un contrato muy cerrado. No se podía
tocar, ni repartir. Se tenía para investigación y era un
asunto secreto de la Standard, pero a escondidas. A la
par fuimos sembrando otro lote con hijos de ahí. Ese
segundo lote no tenía contrato. Para esos años, yo soy
presidente del ITCO, y en ese momento también direc-
tor de Los Diamantes… Yo recordé que Chico en su
campaña ofreció sembrar Bataán, y pensé que tenía-
mos que sembrarlo con esta variedad nueva”.
El robo de la semilla
“En eso Chico me pide que hay que sembrar Bataán, y
yo ni lerdo ni perezoso. Yoyo me dice ´Romanito, ¿por
qué no nos llevamos un poco de semilla?´. El ingenie-
ro Juan Rafael Lang, quien después fue subgerente
de CORBANA, trabajaba conmigo en Los Diamantes,
e ideamos la manera de sacar la semilla para Bataán.
Hasta el tren era operado por Standard. El jefe de los
trenes era Alberto Amador, y le bailamos la sueca.
”Te cuento nuestra fechoría: le pedimos dos carros de
ferrocarril para transportar el menaje de casa de Juan
Lang a Bataán; en la noche lo cargamos de banano, y
se fue la semilla de la Standard para Bataán. La sem-
bramos, tranquilamente, y de pronto, me llama Chico a
la Casa Presidencial, y me dice, ´Romanillo --sólo así
me decía- - venite, porque hay una gran torta aquí y
dicen que es culpa tuya´. Me voy yo para la Casa Presi-
Memorias de un emprendedor de Sarapiquí 137
Dinamismo bananero
“Destaco de la producción bananera lo dinámica que
es. Como costarricense, me gusta que la producción
bananera produce mucho bienestar social. Tengo más
de 200 trabajadores y tengo 260 hectáreas. Tengo otra,
Pénjamo, que la compré después, en Zapote de Sara-
piquí. Otra anécdota curiosa es que siendo presidente
del ITCO, le compramos a un grupo formado por Gil-
berto Barrantes, Alfredo Volio, Juan Arrea y Guido Goi-
coechea, que eran directores del Banco Nacional. Les
compramos esas tierras para formar la Colonia Gonzá-
lez Flores.
“Ese grupo había comprado a cien colones la hectárea,
y nosotros le compramos a ellos a 200 colones la hectá-
rea. Les compramos 10 mil hectáreas. Don Otilio Ulate
nos acusó de que estábamos malversando los fondos
del ITCO, pagando caprichos. Después, la tierra se vol-
vió a concentrar, que ha sido la gran desgracia: el ITCO
y de la reforma agraria en Costa Rica, que se reparte
tierras y a la vuelta de los años están en manos de unos
pocos. Bueno, esas mismas tierras yo le compré des-
pués a BANACOL, que había comprado 700 hectáreas.
De esas tierras, yo compré 200 hectáreas, como a mil
quinientos dólares la hectárea, en el 90, cuando le ven-
dí las otras a Chiquita. Las vueltas que da la vida… Esa
finca se llama Pénjamo. Tengo 160 hectáreas sembra-
das y 40 hectáreas de bosque.
“Todavía trabajo absolutamente todos los días. Veo las
fincas, todos los días camino todas mis fincas a pie y
a caballo, tanto las fincas de banano como la finca de
ganado, que se llama Pochote, y está en las Marías”.
Memorias de un emprendedor de Sarapiquí 139
Mi lindo Sarapiquí
“Sarapiquí me gusta mucho. Ahora está cerca, ahora es
un juguete. Voy y vengo de San José a Sarapiquí y al re-
vés en cualquier momento. Le debo mucho a Sarapiquí,
porque no soy de una familia pobre, pero yo no tenía
plata. No tenía un cinco, era un asalariado… He llegado
a tener a punta de trabajo. Son cincuenta y cinco años
de estar metido en Sarapiquí y le debo a Sarapiquí las
finquitas que tengo”, dice don Romano, sentado en su
e escritorio. Detrás, tiene dos pequeñas esculturas de
toros, que son un recuerdo de Estados Unidos.
“Ahora tengo 350 cabezas, en una finquita de 143 hec-
táreas, unas 225 manzanas. Me gusta la bananera,
pero el ganado también me hace feliz.
“Una ventaja que he tenido es que tengo a un hijo, Ro-
mano, el menor, que me apoya en todos los proyectos.
Como acaban de pasar inundaciones, ahí estuvo mi hijo
Romano limpiando barro. Él es el gerente de las fincas,
y yo soy el presidente, el toro que más mea, como dicen.
“También tengo dos hijas, la hija mayor, Jessie María,
y la menor, Elizabeth. Las dos viven en Curridabat, una
es microbióloga, y la otra es la Presidenta Municipal de
Montes de Oca.
“La verdad es que mi familia me ha hecho feliz y lo que
tengo me tiene disfrutando mucho de la vida, entre el
banano y el ganado paso muy bien siempre. Creo que
se me nota lo bien que me siento”.
(Esta última entrevista apareció primero en mis libros
“Pioneros de la producción bananera” y “Conversaciones
con la historia”. Aunque repite algunas historias y algu-
nos conceptos, enriquece el libro con otros elementos).
Camilo Rodríguez Chaverri es
periodista y escritor. Trabaja en
radio, prensa escrita y televisión.
Ha publicado 145 libros.