Revista de psicología y neurociencias

N.º 85 - 2017

Julio / Agosto 2017 · N.º 85 · 6,90 € · menteycerebro.es

Mente&Cerebro
ENTREVISTA
Á. Pascual L­ eone
Pionero
en ­estimulación
­cerebral

Con ojos
de bebé
La capacidad atencional
en los primeros meses de vida

Mascotas Cognición Traumas

El sentimiento de apego La comprensión Psicólogos
de los perros del tiempo en zona de guerra
Mente&Cerebro

00085

9 771695 088703
Monografías con nuestros
mejores artículos sobre temas clave
AMOR, PAREJA Y SEXUALIDAD
Ventajas evolutivas de la monogamia •
El continuo de la homosexualidad • Los
centros del placer sexual en el cerebro •
El orgasmo femenino • Disfunción sexual
EN BUSCA DE LA CONSCIENCIA
Avances en el diagnóstico del estado
vegetativo • El claustro como sede de la
consciencia • Límites del reduccionismo
neurobiológico • Pérdida y recuperación
de la consciencia
www.investigacionyciencia.es/revistas/cuadernos
LA VISIÓN
Mecanismos neuronales de la percepción
visual • Factores que determinan la
sensibilidad estética • La visión de los
colores en los primates • Ciegos con visión
EL DOLOR
Combatir el dolor crónico • Causas de
la migraña • La psique como calmante
• ¿Funciona la acupuntura?
DEPRESIÓN
Trastorno depresivo en el trabajo •
Depresión en el hombre y en la mujer •
Electrodos cerebrales para la depresión
resistente • El éxito de la terapia
cognitivo-conductual
LENGUAJE Y COMUNICACIÓN
La influencia del lenguaje en el pensamiento
• Modelos neurales del habla y el
entendimiento • Claves de la gestualidad
social • Niños con mutismo selectivo
 Sigue el desarrollo de la psicología
y las neurociencias

MENTE Y CEREBRO n.o 84 MENTE Y CEREBRO n.o 83 MENTE Y CEREBRO n.o 82

Conspiraciones • Inteligencia artificial
• Privación del sueño para la depresión
• Los medios digitales en las aulas •
Historia del autismo
Altamente sensible • Pensamientos
disfuncionales en el trabajo • Efectos
del sobrepeso en el cerebro • Abuso de
somníferos • Minicerebros de laboratorio
El poder del poder • Las ventajas de la
fantasía para aprender • Psicología del
deporte y alto rendimiento • Neurocirugía
por ultrasonido • Consecuencias
neurocognitivas de la inanición

MENTE Y CEREBRO n.o 81 MENTE Y CEREBRO n.o 80 MENTE Y CEREBRO n.o 79

Pensamiento sin rumbo • Facebook,
¿un laboratorio para los psicólogos? •
Diferencias entre niños y niñas autistas •
Trucos para mejorar la atención en clase •
En busca de fármacos contra el alzhéimer
El hambre en el cerebro • Miopía, una
epidemia del siglo xxi • La influencia de los
genes en el desgaste profesional • ¿Por qué
algunas mujeres no sienten el orgasmo? •
Neuroimágenes para predecir el destino
Vivir con alzhéimer • Síndrome alcohólico
fetal • Tras el origen de las auras
migrañosas • Percepción sensorial y
sueños lúcidos • La libertad de decidir

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 EN ESTE NÚMERO

Lenguaje

10  Así entendemos el tiempo

Largo o breve, por delante o dejado atrás. Todos los ­humanos
basamos nuestra noción del tiempo y su procesamiento ­cerebral en la
comprensión del espacio físico. Pero existen variaciones culturales
sorprendentes. Por Kensy Cooperrider y Rafael Núñez

Ayuda humanitaria
ISTOCK / FLYPARADE

10 18  Psicólogos­en un c­ onflicto ­armado

La organización internacional Médicos Sin Fronteras ayuda,
a través de la participación de psicólogos, a que las personas de zonas
bélicas asimilen las consecuencias de la guerra y la violencia. El
trasfondo sociocultural de los afectados desempeña un importante papel
en el trabajo de estos profesionales. Por Stefan Hilscher

Mascotas

26  La ciencia de una amistad

Desde hace milenios, el perro se considera el mejor amigo del
hombre. ¿Cómo consigue este animal integrarse en la sociedad humana
como un miembro más de la familia? Por Ádám Miklósi

18
Desintoxicación

34  Ibogaína: ¿un remedio para la adicción?

Clínicas privadas de México y América Central ofrecen ibogaína
para tratar a los drogodependientes. Sin embargo, esta sustancia, ilegal
en Estados Unidos y algunos países de Europa, también puede matar al
paciente. Por James Nestor
GETTY IMAGES / EYEEM / YAIR KIVAIKO

Entrevista

26 70  «Estimular el cerebro de forma segura

no es sencillo»
Álvaro Pascual Leone, pionero en el uso de las técnicas de estimulación
cerebral, subraya la importancia de seguir las recomendaciones médicas,
de la práctica y de la calidad del dispositivo a la hora de utilizar estos
métodos. Por José Viosca Ros

Serie: Inteligencia artificial (II)

74  Talento sin consciencia

Los algoritmos de aprendizaje profundo aprenden a jugar
a videojuegos sin antes saber las reglas. Con poco entrenamiento
consiguen superar a los contrincantes humanos más diestros.
ISTOCK / KIRILLM

Por Christof Koch

74

MENTE Y CEREBRO 2 N.O 85 - 2017

 Encefaloscopio  4
Neurociencia / Delirios /
­ sicología social / Prevención /
P
Comunicación visual /
­Contaminación / Depresión /
Atracción / Alzhéimer
Cartas de los lectores  9
Instantánea43
Poda sináptica excesiva
en la ­esquizofrenia
Avances  44
El resveratrol previene
el ­deterioro ­cerebral propio
del ­envejecimiento. Por Verónica
­Palomera Ávalos, Christian
­Griñán Ferré y Mercè Pallàs
Daño hepático tras un traumatis-
mo ­cerebral. Por Sonia Villapol
Efectos de la pobreza en el
­cerebro del bebé. Por M. Rosario
Rueda y Ángela Conejero
Sinopsis68
Los beneficios de pedalear.
Por Anna von Hopffgarten
Syllabus80
Neuropatía ­autónoma.
ISTOCK / BODLER

Por Christina Haubrich

Ilusiones86

Atención y consciencia en pañales Elija una carta. Por Susana

­ artinez-Conde y Stephen
M
Desarrollo infantil L. Macknik

52  Con ojos de neonato

La investigación en polluelos y bebés de los mecanismos cerebrales
que permiten reconocer a otros seres animados revela el desarrollo
Retrospectiva 
Del exorcismo a la psicoterapia.
Por Sven Barnow, Annemarie
89

neurobiológico del llamado cerebro social y sus p­ osibles alteraciones. Miano y Katrin Schulze
Por Orsola Rosa-Salva, Elisa Di Giorgio y Giorgio Vallortigara
Libros  94

60  Bebés en el l­ aboratorio

¿Cómo perciben el mundo los bebés? Para averiguarlo, los
investigadores miden la actividad cerebral de los lactantes mientras les
Las dos culturas. Técnicas
de neuroimagen. Por Luis Alonso

muestran distintos estímulos. Acompañamos a dos pequeños probandos

al laboratorio de la Universidad de Heidelberg. Por Janosch Deeg

64 Actividad cerebral reveladora

Por Miriam Langeloh y Stefanie Peykarjou
IMAGEN DE PORTADA:
ISTOCK / RYANJLANE

MENTE Y CEREBRO 3 N.O 85 - 2017

 ENCEFALOSC OPIO
UNSPLASH / CAMILA CORDEIRO / CC0 (CREATIVECOMMONS.ORG/PUBLICDOMAIN/ZERO/1.0/LEGALCODE)
Neurociencia
El embarazo comporta cambios cerebrales duraderos
E
l cuerpo de las mujeres embarazadas experimen-
ta importantes modificaciones. Y esos cambios
incluso dejan huella en su cerebro, según ha
demostrado un equipo dirigido por Elseine Hoekze-
ma, de la Universidad de Leiden. Los investigadores
exploraron el cerebro de 25 mujeres antes y después de
dar a luz a su primer hijo y compararon los datos con
los de 19 hombres que iban a ser padres primerizos,
así como con los de 20 mujeres y 17 hombres sin hijos.
En el caso de las madres, observaron que la sustan-
cia gris había disminuido en diversas regiones cere-
brales tras el parto. La reducción afectaba, entre otras
áreas, a las cortezas frontal medial y posterior y a cier-
tas porciones de la corteza prefrontal y la temporal. La
mayoría de dichas regiones se activan cuando desci-
framos nuestros procesos de consciencia y emociones;
también al interpretar las expectativas e intenciones
de los demás. Sorprendentemente, estas se solapaban
con las áreas que se activaban de manera intensa
cuando las madres miraban a su bebé.
Estos cambios se mantuvieron al menos dos años,
tiempo que duró el seguimiento de las participantes.
MENTE Y CEREBRO
Hoekzema y sus colaboradores no hallaron ninguna
modificación cerebral en los padres ni en los partici-
pantes sin hijos. Por ese motivo señalan que es el em-
barazo en sí mismo lo que provoca los cambios en la
estructura cerebral, y no la adaptación al nuevo rol de
madre. Tales modificaciones podrían encargarse de
que las mujeres se encuentren mejor preparadas para
las demandas sociales que implica la maternidad. Ello
ayudaría a que reconozcan con mayor claridad las ne-
cesidades de su bebé.
A primera vista, esta interpretación puede resultar
paradójica. Por lo común, cabría pensar que el cerebro
debería robustecer las regiones que van a estar más ata-
readas. Sin embargo, los autores sugieren que en las em-
barazadas acontece un proceso similar al de los adoles-
centes. Durante la pubertad, el cerebro se deshace de las
sinapsis superficiales con el objetivo de facilitar el desa-
rrollo de nuevas conexiones especializadas. En el cere-
bro de las madres primerizas puede darse un proceso
similar, proponen. En cualquier caso, las participantes
no mostraron lagunas cognitivas tras el embarazo.
Nature Neuroscience, art. 10.1038/nn.4458, 2016
4 N.O 85 - 2017
Delirios
La soledad fomenta las ideas paranoides

L
a mayoría de las personas que padecen una más ideas paranoides. Los investigadores concluyen
esquizofrenia tienen la sensación de que se que preguntar a la persona si se siente socialmente ais-
encuentran aisladas del mundo. ¿Es posible que lada podría contribuir al diagnóstico precoz de los
sus pensamientos delirantes se intensifiquen cuando pensamientos paranoides. En ese caso se debería apli-
se sienten solas? car una terapia que ayude al afectado a reforzar sus
Con el fin de averiguarlo, Fabian Lamster, de la vínculos sociales.
Universidad de Marburgo, y otros investigadores dis- Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, vol. 54,
tribuyeron a 60 sujetos sanos en tres grupos y les ex- 51e57, 2017
plicaron que tenían que evaluar unos cuestionarios su-
puestamente novedosos relacionados con la paranoia y
la soledad. A continuación, un experto vestido con
bata blanca les comentaba sus respuestas. Mientras
que a los participantes de uno de los grupos les comu-
nicaba el verdadero resultado de la prueba, a otros les
hizo creer que se encontraban solos y que tenían me-
nos contactos sociales que la media poblacional. A los
del tercer grupo les indicó todo lo contrario. Después,
los participantes volvían a cumplimentar los cuestio-
narios. Al parecer, los comentarios negativos desperta-
ban sentimientos de soledad, mientras que los positi-
vos los atenuaban y, paralelamente, aumentaban o
disminuían la tendencia hacia los pensamientos para-
noides. Los probandos que, según las explicaciones del
experto, se encontraban socialmente poco integrados,
mostraron un mayor temor que antes del experimento
de que entes enemigos les persiguieran.
Al parecer, no solo es fácil manipular nuestro senti-

ISTOCK / MENUHA
miento de soledad, sino también la desconfianza con
la que afrontamos el mundo. Si creemos que estamos
aislados de nuestro entorno, tendemos a desarrollar

Psicología social
Comemos más si nos sentimos inferiores

L
as personas ingerimos más alimentos cuando nos
sentimos inferiores en la escala social. Bobby K.
Cheon, de la Universidad Tecnológica Nanyang
de Singapur, y Ying-Yi Hon, de la Universidad China de
Hong Kong, provocaron un sentimiento de inferioridad,
o bien de superioridad, a 500 participantes mediante la
imaginación. En concreto, les presentaron la fotografía
de una escalera en la que debían imaginar a una perso-
na en el peldaño superior o bien en el inferior. A continua-
ción, les pidieron que se situaran mentalmente por encima
o por debajo de ese individuo y que describiesen cómo se
diferenciaban de él y qué trato mantendrían con ese sujeto.
Los que debían «someterse» socialmente recurrían
más a los aperitivos que les ofrecían en la ­siguiente
fase del ensayo, en la que visualizaban un vídeo. En
otra prueba, en la que se les brindaba ­comida caliente,
mostraron un comportamiento ­similar.
Hon y Cheon consideran que el aumento de la in-
gesta de calorías no solo se debe al estrés social provo-
cado por la actividad mental de la escalera, sino que
también se halla relacionado con una herencia evoluti-
va, puesto que los animales de menor rango corrían
más riesgo de sufrir hambre en épocas de escasez.
PNAS USA, vol. 114, págs. 72-77, 2017

MENTE Y CEREBRO 5 N.O 85 - 2017

 Prevención
Sauna contra la demencia
L
as sesiones regulares de sauna no solo represen-
tan una buena profilaxis contra los problemas
cardiovasculares; a largo plazo incluso pueden
evitar la demencia. Entre 1984 y 1989, un equipo
dirigido por Tanjaniina Laukkanen, de la Universidad
de Finlandia Oriental, encuestó a habituales de los
baños de vapor sobre la frecuencia, la duración y la
temperatura con la que solían utilizar estas instalacio-
nes. También recogieron datos acerca de su peso, de
la actividad física que practicaban y sobre si padecían
alguna enfermedad cardiovascular.
Casi 20 años más tarde, los científicos evaluaron a
los 2315 sujetos por segunda vez. Los resultados re-
velaron que la probabilidad de desarrollar una de-
mencia disminuía conforme aumentaba el número
de sesiones de sauna. En los usuarios habituales (fre-
cuentaban la sauna de cuatro a siete veces por sema-
na), solo un 4 por ciento había desarrollado una de-
mencia a lo largo de los dos decenios. En cambio, la
incidencia alcanzaba el 10 por ciento entre los que
solo tomaban un baño de vapor a la semana. El efec-
to protector registrado en los primeros se mantenía
si se incluían factores de riesgo como el sobrepeso, el
sedentarismo, enfermedades preexistentes o el con-
sumo de tabaco.
Comunicación visual
La mirada perfecta
E
ntre 2,6 y 4 segundos: ese es el tiempo necesario
para un contacto visual ideal. A tal conclusión
ha llegado un equipo dirigido por Nicola Binetti,
del Colegio Universitario de Londres. Los investi-
gadores mostraron a unos 500 voluntarios un vídeo
en el cual una actriz los miraba durante un tiempo
ISTOCK / STUDIOTHREEDOTS
MENTE Y CEREBRO
ISTOCK / FUNSTOCK
Puesto que los vasos sanguíneos débiles merman el
rendimiento cognitivo y favorecen la aparición de de-
mencia, los investigadores consideran la posibilidad
de una relación causal. Una sesión de sauna finlandesa
tradicional (con aire seco y una temperatura de unos
80 oC) aporta la sensación de relajación y bienestar, re-
duce el riesgo de patologías cardiovasculares y benefi-
cia el riego sanguíneo. Combinada con un estilo de
vida distendido podría prevenir la aparición de enfer-
medades neurodegenerativas, entre ellas, la demencia.
Age Aging, art. 10.1093/ageing/afw212, 2016
variable. Los participantes debían presionar un botón
cuando considerasen que la duración era inadecuada
por demasiado breve o larga y, por ejemplo, cuando
sentían que la mujer les observaba de manera evasiva
o exhaustiva. Durante el experimento, los científicos
siguieron los movimientos oculares de los sujetos y
registraron el tamaño pupilar de sus ojos.
Los resultados revelaron que la duración perfecta
de una mirada es de unos 3,3 segundos (con un mar-
gen de 0,7 segundos arriba o abajo). Para sorpresa de
los experimentadores, este valor no dependía ni de la
personalidad ni del sexo de los probandos; tampoco
del atractivo de la actriz. Constataron, además, que se
puede averiguar en la mirada del otro cuándo se debe
retirar el contacto visual: cuanto más rápido se dilatan
las pupilas de la otra persona, más se la puede mirar a
los ojos. Sin embargo, esta característica solo se puede
apreciar mediante técnicas de exploración modernas.
Royal Society Open Science 10.1098/rsos.160086, 2016
6 N.O 85 - 2017
 ENCEFALOSC OPIO

Contaminación
Micropartículas en el cerebro

L
as partículas que se desprenden de la combus-
tión producida por un incendio, los vehículos
o la industria no solo dañan los pulmones, sino
también el cerebro. Aunque hace tiempo que se sospe-
cha que las partículas de polvo que respiramos pueden
penetrar en el tejido cerebral, no se había constatado
hasta ahora. Barbara Maher, de la Universidad de
Lancaster, y su equipo han hallado nanopartículas
magnéticas en el cerebro de 37 fallecidos. Según los
autores, se trata de micropartículas procendentes de
la contaminación ambiental.
Las partículas de magnetita son esféricas y más pe-
queñas que las que sintetiza el propio cuerpo. Además,
poseen estructuras superficiales, lo que apunta a que
cristalizaron al enfriarse tras un gran calentamiento,
como ocurre en un motor de combustión, por ejemplo.
Con su reducido tamaño, en parte inferior a
200 nanómetros de diámetro, la barrera hematoen­
cefálica no logra detener estas partículas. Por ello, las
micropartículas que respiramos podrían llegar desde
los pulmones hasta el cerebro a través de la sangre.
Por otro lado, los experimentos con animales apuntan
la posibilidad de que tomen un camino más directo:
desde la mucosa de las fosas nasales a la estructura
cerebral.
Es posible que estos cuerpos extraños promuevan
patologías neurodegenerativas como la enfermedad de
Alzheimer, indica Maher. De hecho, existen indicios
preliminares de que el alzhéimer es más frecuente en
las personas con mayor cantidad de partículas de
magnetita en el cerebro. Con todo, la relación resulta
de momento especulativa, comenta Wolfgang Kre-
yling, quien ejerció como consejero del Centro de Sa-
lud Medioambiental Helmholtz de Múnich. Para co-
rroborar los resultados se necesitan más estudios.
PNAS USA , vol. 113 págs. 10.797-10.801, 2016

Depresión
Sin elogios, por favor

C
uando estamos tristes, las cosas bellas de la
vida nos alegran menos. Pero ¿nos afectan La imagen que tenemos de nosotros
más los comentarios negativos en un estado de mismos influye en cómo manejamos
tristeza? La psicóloga Julie Reichenberger y sus cola- los elogios y cumplidos.
boradores de la Universidad de Salzburgo mostraron a
84 estudiantes una serie de vídeos en los que un actor
profería comentarios positivos («¡Eres genial!»), nega-
tivos («Te odio») o neutros ante la cámara. Los parti-
cipantes veían docenas de estas filmaciones, las cuales
duraban apenas tres segundos. A continuación, debían
explicar cómo se habían sentido en esos momentos y
la manera en que solían reaccionar ante valoraciones
(positivas o negativas) de su persona. También se ana-
lizó si presentaban síntomas de depresión.
Los probandos que manifestaban signos depresivos
se alegraban menos por los elogios y cumplidos; en
cambio, los comentarios negativos no influían en su
ISTOCK / TIXTI

estado de ánimo más que en el de los demás partici-

pantes. Estos resultados confirman hallazgos previos,
según los cuales las personas con depresión reaccio-
nan en menor medida ante las experiencias positivas,
explica Reichenberger. En su experimento, dicho efec-
to destacaba, sobre todo, en los sujetos que afirmaban
gestionar peor los cumplidos.
El miedo a la evaluación positiva atormenta a mu-
chas personas que sufren depresión, puesto que los
elogios se hallan en contradicción con las grandes du-
das que numerosos afectados tienen sobre sí mismos.
Para lograr que vuelvan a alegrarse por los cumplidos,
se deberían tratar los miedos y temores subyacentes.
Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, vol. 54,
186e194, 2017

MENTE Y CEREBRO 7 N.O 85 - 2017

 ENCEFALOSC OPIO

Atracción
Preferencia por las caras
diferentes

L
os solteros se sienten más atraídos por congé-
neres que físicamente se les parecen poco. Este
fenómeno, sin embargo, no sucede entre las
personas que mantienen una relación estable. Cien-
tíficos dirigidos por Jitka Lindová, de la Universidad
Karl de Praga, mostraron a más de 130 sujetos (la
mayoría mujeres) fotografías de diferentes personas y
les pidieron que valoraran su atractivo. Previamente

habían manipulado algunas caras, de forma que se
parecían al participante que las observaba. En otras,
por el contrario, se habían modificado los rostros para
que exhibieran tantas diferencias como fuese posible.
Hallaron que los solteros consideraban más bonitas
o sexis las caras que menos se asemejaban a las suyas.
Esta respuesta se observó en relación con retratos de
ambos sexos. Los participantes con pareja estable no
parecían poseer una preferencia clara.
Lindová señala que los resultados reflejan que la si-
tuación sentimental influye sobre la percepción del
atractivo. Puesto que la pareja biológicamente ideal
debería ser genéticamente lo menos parecida posible,
nos atrae más la diversidad. En una relación estable,
apunta, este mecanismo se inhibe, posiblemente con la
finalidad de mantener la estabilidad en la relación y
ISTOCK / RONTECH2000
evitar que se consideren mejores alternativas. También
podría pensarse que la similitud gana importancia
como signo de cercanía y parentesco cuanto más diri-
gimos nuestra atención hacia el apoyo mutuo y el res-
paldo social.
Puesto que los investigadores no pudieron distri-
buir de manera aleatoria a los probandos en grupos de
sujetos con pareja estable y solteros, cabe la posibilidad
de que estos últimos se fijen normalmente en personas
inadecuadas para una larga relación, de ahí su soltería.
Frontiers in Psychology 10.3389/fpsyg.2016.00869, 2016

Alzhéimer
Efectos del gen ApoE4 en el cerebro infantil

S
e estima que las personas portadoras de una
variante especial del gen para la apolipoproteí-
na E presentan mayor riesgo de desarrollar la
enfermedad de Alzheimer en etapas avanzadas de su
vida. Pero su influencia en el cerebro podría presen-
tarse mucho antes. Un estudio revela indicios de que
este alelo podría tener relación con los cambios del
desarrollo cerebral y del rendimiento cognitivo ya en
la infancia.
Linda Chang, de la Universidad de Hawái, y sus co-
laboradores analizaron a más de 1100 sujetos sanos
con edades comprendidas entre los 3 y los 20 años.
Además de practicarles pruebas genéticas y tomogra-
fías cerebrales, examinaron su capacidad intelectual y
memorística. Descubrieron que los niños que habían
heredado de sus padres al menos una copia de la va-
riante de riesgo para el alzhéimer ApoE4 mostraban
particularidades, sobre todo en el hipocampo. Esta es-
tructura cerebral que, entre otras funciones, desem-
peña un papel esencial en los procesos de memoria,
era alrededor de un 5 por ciento más pequeña, según
el genotipo, en algunos niños que en los que no pre-
sentaban la variante E4. Además, puntuaban peor en
las pruebas de memoria de trabajo y atención hasta el
octavo año de vida que los otros niños. No obstante,
después volvían a normalizarse los resultados.
Los cambios observados en el cerebro de los niños
con la ApoE4 son semejantes a las anomalías que apare-
cen en las personas mayores portadoras del gen de ries-
go para el alzhéimer, afirma Chang. Por este motivo, los
investigadores sugieren que dicho gen puede influir de
manera notoria en el desarrollo cerebral durante la in-
fancia y la vejez. La magnitud de esta relación solo po-
drá demostrarse con estudios más amplios que evalúen
a los sujetos en un período de tiempo más extenso.
Neurology 10.1212/WNL.0000000000002939, 2016

MENTE Y CEREBRO 8 N.O 85 - 2017

 CARTAS DE LOS LECTORES
Prevenir la miopía
Ted Grinthal, Berkeley Heights (Nueva Jersey). La
autora Diana Kwon, en su artículo «La epidemia de la
miopía» [Mente y Cerebro n.o 80, 2016] habla de cómo
la luz solar puede reducir la probabilidad de que un
niño desarrolle miopía. ¿Depende este efecto beneficio-
so de la longitud de onda de la luz o tiene que ver con
la luz blanca? ¿Tendría la luz azul el mismo efecto?
¿Qué sucedería si el niño usase gafas de sol: se reduci-
ría el efecto positivo de la luz solar? En este caso
debería evaluarse el riesgo de la miopía con la posibili-
dad de sufrir lesiones en los ojos a causa de la exposi-
ción a una luz demasiado brillante.
Responde la autora. Efectivamente, los investigadores
sugieren que el color importa. Han hallado que los
polluelos y las cobayas que crecen bajo una luz roja se
vuelven miopes, efecto que no sucede en los criados en
un ambiente con luz azul. Incluso algunos estudios
revelan que criar polluelos con luz azul puede provo-
carles hipermetropía. La luz solar contiene más
longitudes de onda azules que la luz interior, lo cual
apoya de nuevo a la necesidad de que los niños pasen
más tiempo en el exterior para prevenir la miopía.
Bienestar psicológico de los alumnos
Silvia M., Barcelona. Estoy de acuerdo con los
resultados que se comentan en el artículo «Predictores
del bienestar psicológico en los escolares adolescentes»
[por Arantxa Gorostiaga, Nekane Balluerka y Aitor
Aritzeta, en Mente y Cerebro nº 84, 2017]. Como
profesora de instituto también he experimentado que
el apego y la empatía entre los alumnos favorece su
buen rendimiento académico. De hecho, por lo
general, estos beneficios se observan de manera más
destacada cuando se les encargan trabajos en grupo
y se constata que, en los equipos en los que existe una
mayor valoración de los sentimientos de los demás
y un fuerte vínculo emocional, mejora el rendimiento
de cada uno de los alumnos. Creo que deberían
tenerse más en cuenta estos factores psicológicos a
la hora de confeccionar los programas educativos.
Desvelados contra la depresión
Wegner, Hamburgo: El artículo «Privación del sueño
para la depresión» [por C. Nissen y M. Kuhn, Mente y
Cerebro n.o 84, 2017] confirma lo que, desde hace cerca
de dos decenios, practico como terapia de autoayuda
para combatir mis fases de depresión leve. Por casuali-
dad descubrí que si paso dos o tres noches sin dormir
me encuentro mejor. Es como cuando el ordenador se
MENTE Y CEREBRO
Publicado en:
MyC 80/2016 MyC 84/2017
reinicia: la memoria sobrecargada se vacía por comple-
to y empieza a funcionar de nuevo. También he
experimentado con el método de desplazamiento de las
fases de sueño y vigilia, pero me resulta estresante.
Prefiero permanecer dos días en vela ocupando ese
tiempo en actividades que me estimulan.
En la piel del protagonista
Pedro Soriano, Madrid: Me resultó muy interesante
leer el artículo «Por qué los actores nos hacen vibrar»,
de Gabrierle Sofia [Mente y Cerebro n.º 84, 2017]. Soy
un gran aficionado al cine, por lo que conocer qué
sucede en el cerebro del espectador cuando ve un film
me fascinó. Ahora entiendo por qué en las secuencias
de terror me sobresalto más o igual que el actor que
interpreta la escena, incluso siendo consciente de que
se trata de una película. No obstante, pienso que
también sería interesante saber qué sucede en el
cerebro del actor cuando interpreta un papel en el que,
por ejemplo, se debe poner en la piel de un asesino. ¿Se
activan las mismas áreas cerebrales que en el especta-
dor? Un tema sugerente, sin duda.
¡ENVÍANOS
Cartas de los lectores
TUS COMENTARIOS!
Mente y Cerebro agradece la
opinión de los lectores. Te animamos
a enviar tus comentarios a:
PRENSA CIENTÍFICA, S.A.
Muntaner 339, pral. 1.a, 08021 BARCELONA
o a la dirección de correo electrónico
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La longitud de las cartas no deberá exceder los 1500
caracteres, espacios incluidos. Mente y Cerebro
se reserva el derecho a resumirlas por cuestiones
de espacio o claridad. No se garantiza la respuesta
a todas las cartas publicadas.
9 N.O 85 - 2017
 C OMPRENSIÓN DEL TIEMPO

LENGUAJE Largo o breve, por delante o dejado atrás. Todos los

­humanos basamos nuestra noción del tiempo y su procesamiento
­cerebral en la comprensión del espacio físico. Pero existen variaciones
culturales sorprendentes

Así entendemos
el tiempo
K E N S Y C O O P E R R I D E R Y R A FA E L N Ú Ñ E Z

« ¿C uál es la diferencia entre

ayer y mañana?» Danda,
un nativo yupno, reflexio-
na un momento antes de
responder. Los miembros
de nuestro equipo se en-
cuentran sentados en una ladera del valle Yupno, un
rincón remoto de las alturas montañosas de Papúa Nue-
algo que dejamos atrás, mientras que el futuro se encuen-
tra por delante, es algo a lo que hay que mirar. ¿Exhibirá
un yupnoparlante estos mismos gestos?
Danda exhibió la gestualidad que esperábamos. Mien-
tras explicaba la palabra «ayer» en yupno llevó la mano
hacia atrás; cuando mencionó «mañana», la mano saltó
hacia delante. Todos estábamos sentados en una pronun-
ciada cuesta mirando hacia arriba, en dirección a una
va Guinea. Hacía pocos días que habíamos llegado al cresta montañosa. Pero cuando se atenuó la luz, cambiamos
lugar en un avión monomotor. Tras un empinado ascen- la orientación de la cámara con la que le grabábamos y
so desde la pista de aterrizaje de tierra y hierba, nos ha- dimos media vuelta, de manera que ahora mirábamos en
llábamos en Gua, una de las alrededor de veinte aldeas
que motean este fragoso territorio. El motivo de tan
largo viaje es que nos interesa el tiempo, y queríamos
saber cómo el pueblo yupno entiende conceptos abstrac-
tos como pasado, presente y futuro. ¿Se trata de ideas
En síntesis: D
 iferencias culturales

1
universales o, por el contrario, son producto del idioma,
la cultura y el ambiente?
Durante nuestra entrevista con Danda y con otros
habitantes de la aldea, escuchábamos sus palabras sobre
Los humanos de todas partes del mundo recurren a
metáforas espaciales para pensar en el tiempo, pero
estas difieren de unas culturas a otras.

2
el tiempo, pero sobre todo poníamos atención a los mo- Concebimos el tiempo como espacio cuando habla-
vimientos de sus manos. Los gestos pueden ser revela- mos e incluso en nuestros pensamientos. Para ello se
dores. Si preguntamos a angloparlantes la diferencia activan regiones cerebrales que participan en la
entre el ayer y el mañana, probablemente alcen una mano comprensión espacial.
por encima del hombro para referirse al pasado, seña-

3
lando hacia atrás, y después la lleven hacia delante para La cultura desempeña un importante papel en la con-
aludir al futuro. Estos gestos espontáneos reflejan una cepción de las metáforas espacio-tiempo. La dirección
forma de pensar, en la que el pasado queda a la espalda, de la escritura ejerce un peso especial en este proceso.

MENTE Y CEREBRO 10 N.O 85 - 2017

ISTOCK / NZPHOTONZ

MENTE Y CEREBRO 11 N.O 85 - 2017

sentido opuesto, cuesta abajo. La cresta quedaba en esta
ocasión a nuestras espaldas y el río Yupno trazaba, ante
nuestros ojos, meandros hacia el mar de Bismarck. «Re-
pasemos todo una vez más», propusimos a Danda.
Nuestro entrevistado no puso inconveniente y volvió a
mover las manos para ilustrar su explicación. Esta vez,
como presumíamos, sus gestos fueron otros. Al referirse
al «ayer» no señalaba hacia atrás, sino hacia delante. Cuan-
do hablaba del «mañana», en cambio, alzaba la mano sobre
el hombro, apuntando hacia la cima de la montaña. Aun-
que tales movimientos parezcan contradictorios, Danda
no estaba confundido. Sus gestos reflejaban la manera en
que los yupno entienden el tiempo: el futuro no se encuen-
tra delante, sino cuesta arriba. Al propiciar que los entre-
vistados se sentaran cada vez en una orientación distinta,
pudimos comprobar que resultaba irrelevante que la
pendiente se hallase delante o detrás o a la izquierda o a
la derecha de ellos. La concepción del tiempo de los yupno­
no se encuentra anclada al cuerpo, como sucede en las
culturas occidentales, sino que está vinculada al mundo y
a sus contornos. A partir de la investigación de casos como
este, nosotros y otros investigadores estamos empezando
a articular la respuesta a una pregunta que ha intrigado a
los pensadores durante siglos: ¿de qué modo llegan los
humanos a dar sentido al tiempo?
Los humanos, como tantísimos seres, desde las amebas
y las abejas hasta los gorriones y los elefantes, estamos
provistos de un equipamiento innato para percibir cier-
tos aspectos del tiempo: el ritmo día y noche, las fases
lunares y el ciclo de las estaciones. Lo que nos distingue
de otros animales es que no nos limitamos a constatar el
paso del tiempo: lo abordamos de frente. O, al menos, lo
intentamos. Lo escindimos en unidades tan pequeñas
que incluso nos resultan imperceptibles (milisegundos)
o tan grandes que trascienden nuestro intervalo de vida
(milenios). Representamos el tiempo gráficamente. Nos
referimos a él sin cesar. Incluso al hablar recreamos
modelos gestuales en el aire cuando lo mencionamos. En
pocas palabras, todos los humanos originamos y confia-
mos en nociones del tiempo, en ideas sobre su naturale-
Al referirse al tiempo, un yupno produce una gestualidad digna de atención. Cuando está mirando cuesta
arriba (A) el ayer se encuentra a su espalda, pero cuando mira cuesta abajo (B), el ayer está por delante. Sus gestos
correspondientes a «mañana» (C y D) demuestran el criterio contrario. La gestualidad de los yupno revela que
­conciben que el pasado está «cuesta abajo», y el futuro, «cuesta arriba».
MENTE Y CEREBRO 12
za que nos permiten planear proyectos, seguir los pasos
de una receta, compartir recuerdos e imaginarnos futuros
posibles.
Pero ¿con qué elaboramos nuestras concepciones del
tiempo? ¿Qué ocurre en la mente de quienes hablan
yupno (o cualquier otra lengua) al pensar en el ayer o el
mañana? Investigaciones recientes en ciencias de la cog-
nición revelan una respuesta sorprendente. En las diver-
sas culturas, los conceptos del tiempo dependen en gran
medida de metáforas, más concretamente, de metáforas
conceptuales. Cuando pensamos en algo (el tiempo),
recurrimos a un elemento diferente (el espacio). Según
este concepto, elaboramos las nociones de duración y nos
formamos ideas sobre el paso de tiempo y las secuencias
de sucesos a partir de ideas espaciales que nos resultan
más comprensibles, como el tamaño, el movimiento y la
ubicación. Los últimos descubrimientos muestran que
esta metáfora básica («el tiempo es como el espacio») es
universal. Pero, también, que adopta formas diferentes
de unas culturas a otras.
Metáforas espaciales
La capacidad de los humanos para comprender el tiempo
constituye un enigma muy antiguo. El filósofo san Agus-
tín señaló en el año 400 de nuestra era: «¿Quién podrá
formarse una noción [del tiempo] expresada con palabras?
Y sin embargo, ¿qué cosa, sino el tiempo, mencionamos
en nuestra conversación con mayor frecuencia o fami-
liaridad?». El tiempo es elusivo y etéreo, pero debemos
convivir con él todos los días. El concepto abstracto del
tiempo no se empezó a investigar hasta el siglo pasado a
partir del análisis detallado del lenguaje que utilizamos
para referirnos a él. Benjamin Lee Whorf (1897-1941),
célebre por la idea de que la lengua guía nuestra forma
de pensar, señaló con sagacidad a principios del siglo xx
que los hablantes de muchos idiomas europeos se refieren
a él como «movimiento en un espacio» e imaginan las
unidades de tiempo como dispuestas «en fila».
Whorf aseguraba también que en la lengua de los hopi,
una tribu nativa de Norteamérica, se concebía el tiempo
DE: «CONTOURS OF TIME: TOPOGRAPHIC CONSTRUALS
OF PAST, PRESENT, AND FUTURE IN THE YUPNO VALLEY
OF PAPUA NEW GUINEA». RAFAEL NÚÑEZ ET AL. EN
COGNITION, VOL. 124, N.O 1, JULIO DE 2012
N.O 85 - 2017
 C OMPRENSIÓN DEL TIEMPO / LENGUAJE

¿Dónde va el mañana?
Las metáforas espaciales para el pasado y el futuro varían según el lugar del mundo. Mientras en las lenguas de los
países occidentales el pasado se sitúa detrás del hablante y el futuro por delante, en idiomas de otras culturas estos
tiempos se pueden situar por arriba o por debajo, al este o al oeste. A continuación se muestran algunas de estas
variaciones.

IDIOMA METÁFORA ESPACIAL BASE DE LA METÁFORA

Pasado = por detrás

Español (y otros idiomas occidentales)
Futuro = por delante
Pasado = a la izquierda
Español (y otros idiomas occidentales)
Futuro = a la derecha
Caminar hacia delante.
Escritura, calendarios,
líneas cronológicas.
El veloz murciélago
hindú comía feliz cardillo
y kiwi. La cigüeña toca-
ba el saxofón detrás del
palenque de paja.

Pasado = a la derecha
Hebreo Sentido de la escritura.
Futuro = a la izquierda

Pasado = arriba
Chino mandarín Sentido de la escritura.
Futuro = abajo

Pasado = por delante El pasado ha sido visto

Aimara (Sudamérica) y vietnamita
Futuro = por detrás y se conoce; el futuro, no.

Yupno (Papúa Nueva Guinea) Pasado = cuesta abajo

Desconocido.
y tzeltal (México) Futuro = cuesta arriba

Pasado = al este
Pormpuraaw (Australia) Curso del sol.
Futuro = al oeste

sin recurrir a metáforas espaciales de este tipo. Investi-
gadores posteriores demostraron, sin embargo, que en el
idioma de los hopi abundan las metáforas espaciales, igual
que en inglés o en español. Más destacable resulta quizá
que todas las culturas de la humanidad parecen referirse
al tiempo mediante metáforas espaciales (aunque no sean
igual de vigorosas en las diversas lenguas). Es frecuente
que las duraciones temporales se expresen en términos
de tamaño («un corto fin de semana»). En cambio, el
paso del tiempo aparece como un movimiento («esta
semana ha pasado volando»). Los acontecimientos se
imaginan ubicados en diferentes lugares de un camino
de dos maneras distintas: según si el punto de vista es
interior o exterior a él.
En ocasiones, nos imaginamos a nosotros mismos en
el seno de la secuencia de acontecimientos y conceptua-
L O S AU TO R E S
Kensy Cooperriderinvestiga
en el Departamento de
Psicología de la Universidad
de Chicago. Rafael Núñez es
profesor de ciencias de la
cognición en la Universidad
de California en San Diego.
lizamos el pasado, el presente y el futuro como lugares
donde estuvimos una vez, en los que estamos en ese
momento y donde vamos a estar en un futuro. Esta pers-
pectiva interna explica frases como «tenemos un año por
delante». Sin embargo, al adoptar el punto de vista exter-
no, la secuencia de sucesos se observa desde fuera, como
si fuésemos espectadores que se mueven todos en la
misma dirección (por ejemplo, «la ceremonia irá seguida
de una recepción»).
Las nociones básicas sobre el tiempo adquieren expre-
sión espacial en una asombrosa variedad de lenguas sin
relación entre sí y se plasman en culturas que difieren en
todas las formas imaginables. Las secuencias temporales
se representan como colas de personas en las lenguas
tamil (India), maorí (Nueva Zelanda), groenlándica
(Groenlandia) y sesotho (Lesoto y Sudáfrica). En ellas, la
idea «después del invierno viene la primavera» puede
expresarse como «la primavera se encuentra en las hue-
llas que deja el invierno».
Pero no todo es uniformidad. Si bien es cierto que en
todas las culturas se recurre a conceptos de espacio para
comprender el tiempo, las metáforas espaciales corres-
pondientes pueden variar de manera considerable. Des-
de una perspectiva interna, propia de tantos idiomas
cercanos al nuestro, el futuro se sitúa por delante. Du-
rante mucho tiempo se consideró que esta metáfora era
universal; sin embargo, nuestro equipo documentó en

MENTE Y CEREBRO 13 N.O 85 - 2017

Donde el futuro se encuentra detrás
Los hablantes de aimara, idioma de blante ha visto lo que explica o si lo ello con claridad y convicción. Sobre
los Andes, conciben el pasado como sabe por fuentes ajenas. Los aimara cómo va a ser el año que viene, cual-
si estuviera situado delante de ellos, dialogan mucho más sobre aconteci- quiera puede opinar: nadie lo ha vis-
y el futuro, a su espalda. Este patrón mientos pasados que sobre tiempos to, por lo que es asunto de mera es-
es observable en su habla cotidiana. futuros. Después de todo, saben si el peculación. El pasado se encuentra
Nayra pacha significa «viejos tiem- año anterior ha sido seco o lluvioso, a la vista, ante los ojos, por delante,
pos», siendo nayra la voz para «ojo» pues estaban allí y lo han visto con mientras que el futuro, que no es vi-
o «delante» y pacha para «tiempo» o sus ojos. Esto les permite hablar de sible, está por detrás, a sus espaldas.
«época». Qhipa marana quiere decir
«el año siguiente». Qhipa expresa
«detrás» y mara es «año». Sin em-
bargo, esta forma de entender el
tiempo no es solo cuestión de termi-
nología; se observa también en los
gestos que, de forma espontánea,
producen los hablantes. A menudo
señalan hacia atrás al referirse a
tiempos futuros y hacia delante al
aludir el pasado. ¿Cuál es la razón
de este patrón «invertido»?
En el pueblo aimara, el conoci-
miento adquirido mediante la per-

DADO GALDIERI / AP PHOTO

cepción visual se considera seguro
y fiable. Es de máxima importancia
que al comunicar hechos o historias
se subraye gramaticalmente si el ha-

2006 una excepción en América del Sur. En aimara, len-
gua que hablan los habitantes de las alturas de los Andes,
muchas frases sugieren que opera la metáfora inversa. La
expresión «mucho tiempo atrás» podría traducirse en
aimara como «mucho tiempo por delante». Al analizar
las entrevistas que habíamos filmado con 30 hablantes
de aimara, descubrimos que las personas que hablan esa
lengua gesticulan según la metáfora «futuro-atrás, pasa-
do-delante». Este patrón se registra sobre todo en los
nativos de más edad, quienes no hablan español (en este
idioma, como en la mayor parte de las lenguas europeas,
el futuro se sitúa por delante).
En otros lugares, la divisiones entre pasado, presente
y futuro no se construyen a partir del cuerpo humano.
En Pormpuraaw, una comunidad de aborígenes austra-
lianos, el pasado y el futuro se hallan determinados por
los puntos cardinales: los tiempos pasados se correspon-
den con el este, y los futuros, con el oeste. En lengua
yupno, como delatan los gestos de Danda, el futuro se
representa cuesta arriba, y el pasado, cuesta abajo. Esta
variación de metáforas espaciales refleja las diversas
preocupaciones de las culturas. Los hablantes de yupno
prefieren dividir el mundo en términos de «cuesta arriba»
o «cuesta abajo», fenómeno que no sorprende demasia-
do dada la escarpada topografía de donde viven. Ellos
usan cuestas y pendientes como referencia incluso en
situaciones en las que a ojos occidentales parecería ex-
traño, como en el interior de las casas, que son planas y
carecen de ventanas.
Por delante en la mente
Aunque todas las culturas recurren a metáforas «tiempo
como espacio», se podría objetar que se utilizan mera-
mente para comunicar aspectos temporales. Es posible
que, en la intimidad de la propia mente, estas metáforas
no se sostengan. Sin embargo, las personas recurren al
espacio en toda clase de situaciones cuando razonan
sobre el tiempo. Incluso si se encuentran a solas.
Los adultos, e incluso los niños, son incapaces de ig-
norar indicios espaciales cuando se les pide que juzguen
algo relativo al tiempo. En un estudio en el que se pidió
a los participantes que estimaran cuánto tiempo aparecía
una línea en la pantalla de un ordenador, la longitud de
esta influía en su respuesta: las líneas más largas perma-
necían más tiempo en pantalla, según afirmaban. Otros
trabajos han demostrado que si se pide a los probandos
que piensen sobre el tiempo, esta consideración puede
dificultar la ejecución de tareas espaciales sencillas. In-
vestigadores italianos solicitaron a 19 personas que rela-
cionaran palabras como «ayer» o «mañana» con el pasado

MENTE Y CEREBRO 14 N.O 85 - 2017

 C OMPRENSIÓN DEL TIEMPO / LENGUAJE
o el futuro. Los sujetos tenían que dar un paso al frente al
oír una palabra relativa al futuro y un paso atrás si aludía
al pasado. Tal proceder resultaba coherente con la metá-
fora espacial nativa. Pero otras veces, debían realizar lo
contrario: tenían que dar un paso atrás para el futuro y al
frente para el pasado. En esta actividad, tardaron más en
cumplir la orden y cometieron el doble de errores. Nues-
tro equipo obtuvo recientemente resultados similares en
un experimento con angloparlantes.
Un método de investigación que funciona bien en al-
gunas lenguas, como el inglés, se basa en preguntas sen-
cillas como: «La reunión del próximo miércoles ha sido
movida dos días hacia delante. ¿Qué día de la semana será
la reunión?». Plantee esta pregunta a un grupo de anglo-
parlantes y verá que cerca de la mitad responderá «viernes»
y la otra mitad, «lunes». Al menos en inglés, «hacia de-
lante» (forward) parece tener un significado ambiguo
cuando se refiere al tiempo. Si, desde una perspectiva
interna, imaginamos la semana próxima como algo situa-
do ante nosotros y hacia lo cual avanzamos, entonces
entenderemos «hacia delante» como «más hacia el futuro»
y contestaremos «viernes». Pero si, desde una perspectiva
externa, imaginamos la semana como una línea de días
en la que los primeros están situados hacia el frente, en-
tonces interpretaremos «hacia delante» como «antes en
dicha secuencia», por lo que responderemos «lunes».
Esta pregunta se ha planteado en más de una docena
de experimentos en inglés, alemán y sueco con el fin de
obtener más información sobre la influencia espacial al
pensar en el tiempo. En uno de estos estudios, investiga-
dores estadounidenses hicieron la pregunta a más de 300
personas en el aeropuerto internacional de San Francis-
co. Constataron que los participantes que acababan de
bajar del avión eran más propensos a responder «viernes»
que quienes esperaban en el aeropuerto para recoger a
alguien. La experiencia de «moverse hacia delante» en el
espacio físico incitaba a los viajeros a imaginarse «avan-
zando» en el tiempo. Aunque también es posible inducir
a los encuestados a que respondan «lunes». En uno de
nuestros estudios, probandos a los que habíamos interro-
gado previamente sobre una hilera de cajas propendían
a pensar en el tiempo como una secuencia externa.
«Adelante» significaba ahora «antes en la secuencia», lo
que favorecía la respuesta «lunes».
Estos hallazgos sugieren que posiblemente ciertas re-
giones del cerebro que se utilizan para pensar en el espacio
también sirven para comprender el tiempo. En un estudio
publicado en 2015 y llevado a cabo en Bélgica se escaneó
el cerebro de probandos mientras respondían a preguntas
sobre el orden de acontecimientos que habían ocurrido
en fecha reciente o que iban a producirse. Se descubrió
que durante esta tarea se implicaba una red de regiones
cerebrales que se sabe soportan imágenes de carácter es-
pacial. Otro trabajo con sujetos que presentaban lesiones
en áreas del cerebro relacionadas con el espacio encontró
que estos también tenían dificultades para pensar sobre
MENTE Y CEREBRO 15
En los yupno, el concepto de
tiempo no está vinculado al
cuerpo, como en la cultura
occidental, sino al mundo
y a sus contornos
el tiempo. En muchos idiomas europeos, al adoptar un
punto de vista externo para interpretar el tiempo, solemos
situar los acontecimientos pasados a nuestra izquierda y
los futuros a la derecha. Se observó, en concordancia, que
personas que habían sufrido trastornos en destrezas espa-
ciales de su lado izquierdo presentaban dificultades para
recordar acontecimientos pasados; incluso confundían
sucesos pasados, tomándolos por futuros.
El peso de la escritura
La metáfora que asimila el tiempo con el espacio se ma-
nifiesta en nuestro lenguaje y en nuestros gestos, y se
mantiene activa en nuestra mente incluso cuando no
hablamos sobre el tiempo. Se presenta también en des-
cripciones de secuencias externas de acontecimientos, las
cuales han llegado a saturar todos los aspectos de nuestra
cultura visual. Las descripciones históricas se plasman
sobre ejes cronológicos. Hay camisetas que exponen la
icónica imagen de la evolución humana, que progresa de
izquierda a derecha, del homínido al astronauta. No
importa que su calendario esté impreso en papel o en
pantalla digital: seguro que los días transcurren de iz-
quierda a derecha, y las semanas, de arriba a abajo.
El texto escrito es la representación más sutil del des-
pliegue del tiempo, y posiblemente, también la más vigo-
rosa. Sea cual sea la expresión escrita, el orden de los
símbolos es lineal. En la escritura latina (la de nuestro
idioma) van de izquierda a derecha, por lo que los símbo-
los iniciales se encuentran a la izquierda de los posteriores,
IN COGNITIVE SCIENCES, VOL. 17, N.O 5,
NÚÑEZ Y K. COOPERRIDER EN TRENDS
FUENTE: «THE TANGLE OF SPACE AND
TIME IN HUMAN COGNITION». R.
MAYO DE 2013
Imaginamos el tiempo de dos formas, pero en ambas
recurrimos a metáforas espaciales. En una, la interna,
caminamos por una senda: los acontecimientos futuros
están por delante y el pasado a nuestra espalda (izquier-
da). De forma externa, el tiempo aparece como una se-
cuencia en la que no tomamos parte, como sucede con
las estaciones del año (derecha).
N.O 85 - 2017
 C OMPRENSIÓN DEL TIEMPO / LENGUAJE

La escritura influye de manera una «pasión ardiente». Pero las espaciales resultan espe-
cialmente abundantes, y estructuran nuestro pensamien-
notable en la concepción del to no solo en cuanto al tiempo, sino también en relación
tiempo: quienes escriben en con la causalidad, la afinidad, la política o el poder (como
en la frase, «tiene la sartén por el mango»). ¿Por qué nos
hebreo o árabe lo ven pasar topamos con el espacio en la raíz de tantas metáforas?
de derecha a izquierda Los humanos, en su evolución, han alcanzado una gran
destreza de orientación, y nuestro cerebro cuenta con un
elaborado sistema de cartografía. Cuando pensamos,
mencionamos y describimos ideas abstractas como si
y guían a la intuición sobre «la flecha del tiempo». Si pide fueran de naturaleza espacial, estamos utilizando talentos
a un grupo de personas que sitúen tres imágenes que cognitivos adquiridos con gran esfuerzo.
implican una secuencia cronológica (por ejemplo, un Es posible que la dependencia de metáforas espaciales
plátano con piel, el plátano parcialmente pelado y el plá- en la elaboración del pensamiento abstracto, fenómeno
tano mordisqueado), observará que los hablantes de que no parece que vaya a cambiar a corto plazo, arraigue
culturas occidentales las ordenarán de izquierda a derecha. profundamente en la evolución. No obstante, las metá-
Pero si la lengua nativa de los voluntarios es el hebreo o foras concretas a las que recurrimos sí son producto de
el árabe, lo harán de derecha a izquierda, reflejo de la es- una cultura (no de la evolución biológica) y, por ello,
critura en esos idiomas. Los hablantes de chino mandarín mucho más maleables. La capacidad de leer y escribir, un
se refieren a la «semana pasada» como arriba y a la «se- logro reciente y velozmente difundido en la saga de la
mana próxima» como abajo, debido, con gran probabilidad, humanidad, ha tenido ya consecuencias de hondura en
a que el mandarín se escribe en vertical, de arriba hacia la conceptualización del tiempo. Es casi seguro que al
abajo. Los invidentes, por su parte, desarrollan un mode- evolucionar nuestra cultura penetrarán en ella nuevas
lo de tiempo basado exclusivamente en su experiencia de metáforas espaciales para los conceptos abstractos. Los
leer en Braille, que se practica de izquierda a derecha. buzones de correo electrónico presentan las entradas más
La escritura es tan poderosa que puede invertir el sen- recientes en la zona superior de la pantalla, mientras que
tido que una persona asocia con el tiempo si se la entrena en los mensajes telefónicos de texto se emplea la estrate-
a leer textos reflejados en un espejo. En un estudio se gia contraria, puesto que los más recientes aparecen en
solicitó a probandos holandeses que clasificaran palabras la parte inferior. Así pues, cabe preguntarse: ¿cómo va a
según si estaban relacionadas con el pasado o el futuro. fluir el tiempo a partir de ahora? H
Para ello debían pulsar dos botones (en lugar de dar pasos, © Scientific American Mind
como en el trabajo ya descrito). En general, los individuos
respondían con mayor rapidez si el botón del pasado se
encontraba a la izquierda y el del futuro a la derecha. Pero
después de leer durante algunos minutos la versión es-
pecular de los textos, la tendencia se invirtió. Así pues, la PA R A S A B E R M Á S
práctica gráfica, según se utilice, puede conformar nuestro Metaphors we live by. Segunda edición. George Lakoff y Mark
concepto del tiempo. Sin embargo, no se necesita leer ni Johnson. University of Chicago Press, 2003.
escribir para desarrollar la intuición de que el tiempo
With the future behind them: Convergent evidence from
puede concebirse espacialmente, como se desprende de Aymara language and gesture in the crosslinguistic comparison
las culturas aimara, yupno y otras que carecen de tradición of spatial construals of time. Rafael E. Núñez y Eve Sweetser en
escrita y que, no obstante, espacializan el tiempo. Dichas Cognitive Science, vol. 30, n.o 3, págs. 401-450, 2006.
culturas arrojan luz sobre el modo en que se entendía el Cartographies of time: A history of the timeline.
tiempo antes de la invención de la escritura. Daniel Rosenberg y Anthony Grafton. Princeton Architectural
Press, 2010.
El futuro The tangle of space and time in human cognition. Rafael
Seguramente, el concepto abstracto más utilizado sea el Núñez y Kensy Cooperrider en Trends in Cognitive Sciences,
de tiempo. En palabras del erudito J. T. Fraser, se trata de vol. 17, n.o 5, págs. 220-229, mayo de 2013.
«un extraño que nos es familiar». Ello hace del tiempo un The spatial language of time: Metaphor, metonymy and frames
modelo de estudio para comprender la capacidad de of reference. Kevin E. Moore. John Benjamins, 2014.
pensamiento abstracto, una singularidad de nuestra es-
pecie. Pero no es este el único dominio abstracto, ni EN NUESTRO ARCHIVO
tampoco el único que comprendemos gracias a metáforas. El tiempo en psicología. Giovanni B. Vicario en IyC, octubre de 1997.
Para ciertas nociones sutiles recurrimos a construcciones
metafóricas basadas en el color, el calor, el peso e, inclu- El tiempo mental. Antonio R. Damasio en IyC, noviembre de 2002.
so, el sonido, como cuando decimos «sentir un pesar» o Cognición corporizada. Siri Carpenter en MyC n.o 73, 2015.

MENTE Y CEREBRO 16 N.O 85 - 2017

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MENTE Y CEREBRO 17 N.O 85 - 2017
 Un colaborador de Médicos Sin
Fronteras (derecha) mantiene
una conversación terapéutica con
un paciente. (Para proteger los
proyectos de la organización hu-
manitaria, el reportaje omite los
nombres de los países donde se
llevan a cabo las operaciones.)

MENTE Y CEREBRO 18 N.O 85 - 2017

 TRAUMAS

AYUDA HUMANITARIA La organización

internacional Médicos Sin Fronteras ayuda, a
través de la participación de psicólogos, a
que las personas de zonas bélicas asimilen
las consecuencias de la guerra y la violencia.
El trasfondo sociocultural de los afectados
desempeña un importante papel en el traba­
jo de estos profesionales

Psicólogos­
en un
­conflicto
­armado S T E FA N H I L S C H E R
CARL DE KEYZER; CORTESÍA DE STEFAN HILSCHER

MENTE Y CEREBRO 19 N.O 85 - 2017

En síntesis:En zona de guerra

1 2 3
Más de 30.000 perso­ Los psicólogos de la organización reclu­ Muchas víctimas logran su­
nas trabajan para la tan a nativos del lugar en crisis para for­ perar la situación traumáti­
red internacional de marlos como consultores de salud men­ ca por sí mismas. La fe y la
Médicos Sin Fronteras. tal. También los acompañan en la escucha y el preocupación diaria por la su­
Entre estos profesionales asesoramiento de casos que requieren una in­ pervivencia contribuyen a esa
se cuentan psicólogos. tervención psicoterapéutica sencilla. capacidad de resistencia mental.

M
e desperté en mitad de la noche. Oí
ruidos extraños en casa. Voces que
susurraban, pasos, un llanto silen­
cioso. Permanecí unos instantes
inmóvil en mi cama intentando
entender qué pasaba. El corazón
me latía con fuerza; gotas de sudor recorrían mi frente.
Me levanté sin hacer ruido, avancé en dirección a la
puerta medio abierta para asomarme y ver qué sucedía
en el pasillo. La escena me dejó helado.
Tres hombres encapuchados y armados con Kalasch­
nikows rodeaban a mi compañera de trabajo. Ella, de
rodillas en el suelo y con las manos temblorosas intenta­
ba abrir la caja fuerte. Paralizado por el pánico, me
mantuve quieto en la oscuridad. Un intento heroico de
rescate habría acabado, lo más probable, en un final
dramático. Las armas imponen; solo se conoce esa sen­
sación cuando se está delante de ellas.
Tras unos minutos, los hombres desaparecieron. Re­
cuperamos el control de la vivienda. Uno de los guardias
se llevó la peor parte de la situación. Le propinaron un
fuerte golpe con la culata del fusil al negarse a huir
corriendo. Quedó tendido en el suelo. Después de que le
curaran las heridas, me acerqué a él para examinar si
sufría secuelas psíquicas. Me explicó que se encontraba
bien y que un atraco así lo podía superar con facilidad.
Pero, de repente, se incorporó de un salto y con gestos
violentos y sonidos fuertes me explicó que había presen­
ciado la ejecución de los ocho miembros de su familia
dos años antes. Lo vio todo desde corta distancia. Gracias
a la ayuda de Alá había superado esa vivencia y podía
llevar de nuevo una buena vida. Con ánimo relajado
tomamos una taza de té juntos.
Durante los ocho años que he colaborado como psi­
cólogo en la organización sin ánimo de lucro Médicos
sin Fronteras (MSF) he participado en seis proyectos de
ayuda humanitaria repartidos por diversos lugares del
mundo: África, Asia y los países árabes. Para los habitan­
tes de estas zonas, las situaciones de violencia y pobreza
o la necesidad de huir de su país no resultan insólitas. Si
no han vivido estos sufrimientos en la propia piel, tienen
al menos un familiar, un amigo o un camarada que las
ha padecido o que incluso ha muerto. Sorprendentemen­
te, parece que muchos logran asimilar estas experiencias
sin ayuda profesional y sin desarrollar un trastorno
psíquico.
Mi trabajo en MSF consistía sobre todo en reclutar
colaboradores allí donde estuviéramos destinados, for­
marlos como consultores de salud mental y acompañar­
los cuando escuchaban, aconsejaban y realizaban inter­
venciones terapéuticas sencillas. De media, el tratamiento
de una víctima duraba entre dos y tres sesiones. Las
efectuábamos en los lugares más diversos: en nuestros
centros terapéuticos, en hospitales, al aire libre o incluso
dentro de vehículos todoterreno. La mayoría de las per­
sonas que acudían a nosotros habían sufrido violencia
sexual, doméstica o bélica, combinada a menudo con
situaciones de pobreza, huida, expulsión y conflictos
sociales. La mayor parte habían vivido diversas experien­
cias traumáticas a la vez. Como consecuencia, presenta­
ban trastornos del sueño, intranquilidad, rumiación,
ansiedad, aislamiento social y síndrome del dolor.
Recuperar el control
Pocas veces la conversación podía cambiar las circuns­
tancias vitales de estas personas. Sin embargo, a través
de las charlas muchas aprendían a entender mejor sus
síntomas y, en cierta medida, a ganar control sobre sí
mismas. Aunque algunas situaciones eran tan trágicas
que ni tan siquiera podíamos lograr ese efecto. A pesar

E L AU TO R

Stefan Hilscheres psicólogo. Ha trabajado en clínicas psiquiátricas y en la sanidad pública alemana. Desde hace
años ejerce de supervisor y organiza seminarios sobre temas diversos: competencia intercultural, dirección,
comunicación, superación del estrés y salud mental, entre otros.

MENTE Y CEREBRO 20 N.O 85 - 2017

 TR AUMAS / AYUDA HUMANITARIA

La mayoría de los afectados había vivido diversas

experiencias traumáticas. Como consecuencia, presentaba
trastornos del sueño, ansiedad, rumiación
o aislamiento social

de todo, nos venían a contar sus historias, las cuales
probablemente habrían caído en el vacío de no ser así.
De ese modo le quitaban a su propia pena un pedazo de
falta de sentido: al menos habían compartido su destino
con otra persona. Ello lo hacía un poco más soportable.
Cuando los afectados habían sufrido violencia por
parte del Gobierno, el tratamiento resultaba más difícil.
En muchos países se les fuerza a que guarden silencio
sobre las torturas o experiencias de maltrato, de lo con­
trario, corren el riesgo de padecer nuevos peligros. De la
misma manera, se amenaza a los médicos y a los psicó­
logos con la inhabilitación profesional o el encarcelamien­
to, por lo que rehúyen con frecuencia a determinados
grupos de pacientes. Incluso existen clínicas psiquiátricas
en las que el Estado interviene las conversaciones, por lo
que las víctimas de violencia prefieren evitarlas.

Los colaboradores de Médicos Sin Fronteras intentan ayudar en los lugares donde los
otros médicos y psicoterapeutas no llegan. En ocasiones, las sesiones psicoterapéuticas
deben llevarse a cabo dentro de un vehículo todoterreno.
CORTESÍA DE STEFAN HILSCHER

MENTE Y CEREBRO 21 N.O 85 - 2017

CORTESÍA DE STEFAN HILSCHER
CORTESÍA DE STEFAN HILSCHER

Para los niños de muchos países, la guerra, la violencia

y la muerte forman parte de la rutina. Sus dibujos plas-
man esas vivencias.

MENTE Y CEREBRO 22 N.O 85 - 2017

 TR AUMAS / AYUDA HUMANITARIA

La creencia en los presentimientos, los fantasmas,

la brujería o las apariciones religiosas se halla arraigada
en la cultura de muchos países

Para realizar nuestro trabajo sobre el terreno utilizá­
bamos, por supuesto, los manuales de diagnóstico que
se utilizan habitualmente en el mundo occidental, a saber,
la Clasificación internacional de enfermedades (CIE) y el
Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos menta-
les (DSM). No obstante, con el tiempo empecé a dudar
de su validez global: los síntomas y cuadros clínicos se
hallan sujetos a influencias culturales. A pesar de las
experiencias de violencia generalizadas en los países en
crisis, me encontraba con pocas personas que sufriesen
trastorno por estrés postraumático. En cambio, muchas
explicaban que padecían trastornos del sueño, dolores y
rumiaciones o que se habían aislado de su entorno social.
La mayoría de las veces, la gravedad de los síntomas era
moderada. De igual forma sucedía en los casos de ansie­
dad y depresión: solo algunos eran tan graves que afec­
taban el día a día de los pacientes.
Los pacientes se quejaban con frecuencia de dolores
que les recorrían todo el cuerpo. En las culturas no oc­
cidentales, el dolor físico suele ser la única forma social­
mente aceptada para expresar el sufrimiento emocional.
Por ese motivo, en muchas partes del mundo se consumen
analgésicos o se permite que el médico administre inyec­
ciones de un líquido de color chillón. Este tratamiento
es, a ojos de los nativos, una suerte de ritual de sanación
poderoso, ya que ven cómo el remedio milagroso pene­
tra directamente en su cuerpo. Por otra parte, sobre todo
para las mujeres, las visitas al médico representan, además,
una posibilidad de escapar del día a día. La estancia du­
rante horas en una sala de espera llena de pacientes les
ofrece la oportunidad de hablar con amigas, vecinas o
familiares. Así, la por lo común enervante espera se
convierte para ellas en un cambio de rutina agradable.
Los psicólogos denominan este proceso «ganancia se­
cundaria de la enfermedad».
En esos escenarios, la esquizofrenia es un trastorno
difícil de detectar. La creencia en presentimientos, fan­
tasmas, brujería o apariciones religiosas se halla tan
fuertemente arraigada a la vida diaria en algunas culturas
que no se pueden diferenciar de manera nítida de las
alucinaciones y los delirios. Además, si se insiste en la
idea occidental de las enfermedades psíquicas y se niegan
las convicciones culturales del lugar, se cae rápidamente
en la sospecha de «no estar bien de la cabeza».
Entre el delirio y la realidad
Todavía recuerdo un seminario en África en el que debía
hablar sobre la esquizofrenia, los delirios y las alucina­
ciones. De repente, los participantes nativos, la mayoría
de ellos con título universitario, se mostraron inquietos.
Discrepaban de mis explicaciones. El hecho de recibir
visitas de fantasmas durante el sueño profundo era una
experiencia totalmente normal, explicaban. Existían
pruebas suficientes de ello: las huellas de señales y se­
creciones líquidas en el cuerpo que aparecían a la ma­
ñana siguiente lo demostraban. Todos los asistentes
ratificaban esta idea. Para poder continuar con el semi­
nario no me quedó más remedio que exponer un mo­
delo occidental de la enfermedad más flexible y aceptar
que distintos fenómenos paranormales se podían con­
siderar «normales».
También llegaban a la consulta pacientes, familiares y
cuidadores que interpretaban los delirios como una ex­
periencia religiosa intensa. Los familiares no se mostra­
ban preocupados; por el contrario, estaban orgullosos de
la capacidad extraordinaria de su pariente. La frontera

En cifras
La organización de acción humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) proporciona ayuda médica
en las zonas de guerra y las regiones en crisis.
 Desde su fundación en 1971 se ha convertido en una red mundial formada por numerosas
asociaciones nacionales y regionales colaboradoras.
 En total trabajan más de 30.000 personas para la organización. Entre ellas, médicos, enfer-
meros, comadronas, psicólogos, psiquiatras, expertos en logística e ingenieros.
 En 2015, MSF efectuó 450 proyectos de ayuda humanitaria en 69 países, donde llevaron a
cabo más de 8 millones de atenciones ambulatorias. Además, los colaboradores de MSF
realizaron más de 220.000 sesiones terapéuticas (individuales o en grupo) con personas
que presentaban problemas psicológicos.

MENTE Y CEREBRO 23 N.O 85 - 2017

CORTESÍA DE STEFAN HILSCHER
La guerra rompe familias y lleva a las personas a vivir en la pobreza y la miseria.
Parece que la fe les ayuda a soportar esas duras condiciones.
entre el delirio y la religiosidad vivida de manera intensa
no se podía distinguir.
Las consecuencias de los conflictos armados resultan
con frecuencia más abrumadoras que el enfrentamiento
en sí: la expulsión del territorio, la huida o la pérdida del
hogar son algunos de esos efectos. Muchas personas viven
durante años de forma miserable en campos de refugia­
dos, sin nada que hacer y ninguna perspectiva de futuro.
La guerra rompe familias y lleva a la pobreza. La violen­
cia sexual y doméstica también aumenta. Numerosos
afectados intentan amortiguar la situación mediante el
consumo de alcohol o drogas; incluso a veces con pro­
ductos tóxicos baratos, como el pegamento o el betún.
El problema principal no reside en una única expe­
riencia traumática. Multitud de afectados viven bajo el
aparentemente interminable estrés de tener que sobrevi­
vir en unas condiciones desfavorables con sus efectos
adversos: miedo, desconfianza, depresión, desesperación,
trastornos del sueño y dolor.
MENTE Y CEREBRO
La última esperanza son, a menudo, los curanderos.
Sin duda alguna, desempeñan un importante papel en
muchas culturas y pueden ayudar a los afectados. Algu­
nos logran, mediante impresionantes rituales, sanar su­
frimientos psíquicos e incluso curar parálisis por arte de
magia. En este último caso suele tratarse de un trastorno
de conversión, es decir, de una parálisis transitoria de
brazos o piernas que expresa, en realidad, una afección
mental. A menudo aparecen como consecuencia de
conflictos familiares de peso, por ejemplo, un matrimo­
nio forzado. Si el afectado de repente puede volver a
andar se considera que la intervención ha sido exitosa.
Nunca olvidaré a un joven padre de familia que, a
causa de un terremoto, yacía paralítico de cintura para
abajo en un hospital. Me explicó que el tratamiento del
centro no funcionaba porque todavía no podía andar.
Había pensado en consultar a un curandero que sabía
sanar la parálisis. El destino de ese hombre me llenó de
tristeza; también me conmovió su ingenua esperanza.
24 N.O 85 - 2017
 TR AUMAS / AYUDA HUMANITARIA
La creencia en un ser superior que todo lo observa
y dirige proporciona un sentido al sufrimiento
de los afectados
Después de trabajar casi veinte años como psicólogo
en Alemania, no puedo evitar comparar los sufrimientos
mentales entre mis pacientes. Me sorprende que el bienes­
tar, la libertad y la seguridad no conduzcan de manera
automática a una mayor felicidad y salud mental. Igual
de sorprendente resulta que las personas expuestas casi
permanentemente a la guerra, la violencia y la pobreza
no desarrollen más trastornos psíquicos, como quizá
cabría esperar. Por el contrario, poseen una capacidad de
resistencia notable.
La voluntad de Dios
Desde mi punto de vista, la fe contribuye a esa capacidad.
Como miembros de una organización internacional, no
pocas veces nos topábamos con la desconfianza. Solo tras
largas conversaciones y explicaciones podíamos empezar
nuestro trabajo. En las sociedades musulmanas, el imam
u otro jefe religioso suelen asumir la función de conseje­
ro y psicoterapeuta en las culturas tradicionales. Conocí
a muchos pacientes que parecía que habían sobrevivido
gracias a la fuerza de su fe. Personas que habían perdido
sus propiedades, la salud y la familia y que ha­bían sufri­
do años de cárcel o tortura. Sin embargo, controlaban su
vida rutinaria con firmeza; incluso miraban el futuro
llenos de esperanza. Cuando les preguntaba por el origen
de su voluntad de vivir, la respuesta siempre solía ser la
misma: «Es el camino que Dios ha determinado para mí.
Él me cree capaz de lo que puedo soportar».
La creencia en un ser superior que todo lo observa y
dirige proporciona un sentido al sufrimiento. Los afecta­
dos pueden aceptar los sucesos, integrarlos en su propio
concepto del mundo y otorgarles un sentido y, de esta
manera, superar la impotencia y el abandono. A través de
oraciones y de la fe tienen la sensación, también en las
situaciones desesperadas, de ser capaces de influir en su
destino. De ese modo, recuperan un poco el control sobre
su vida.
Otro factor importante que contribuye a que las per­
sonas que se hallan en regiones en crisis no sucumban
a sus sufrimientos es, seguramente, la gran responsabi­
lidad que deben acarrear. Al fin y al cabo, en los lugares
en los que no existe un Estado de derecho, una asisten­
cia social, ni seguros médicos, solo se puede confiar en
EN NUESTRO ARCHIVO
Claves de la resiliencia. Gary Stix en IyC, mayo de 2011.
MENTE Y CEREBRO
uno mismo. Aquel que debe preocuparse cada día por
la propia supervivencia, posee una tarea clara y llena de
sentido. Paradójicamente, esto puede dar una estructu­
ra y un sentido a una vida de pobreza e inseguridad.
Cuando se trata de sobrevivir, las personas desarrollan
una fuerza de resistencia mental sorprendente. Los re­
cuerdos tormentosos y los miedos no pueden coartar las
tareas relevantes porque se pone en riesgo la propia
existencia.
Trabajar en las zonas de crisis ha cambiado mi vida.
Cada día me siento agradecido de vivir en Alemania.
Ahora sé que la libertad, la seguridad y el bienestar no
son una obviedad. Mi entusiasmo por la psicoterapia se
ha extinguido en gran parte. Algunos problemas ya no
me parecen tan importantes. Hoy, el sufrimiento mental
que padecen los habitantes en nuestras sociedades lo
considero como un fenómeno concomitante de la pos­
modernidad, con su promesa de felicidad eterna y au­
torrea­lización exitosa. Uno de los logros más importan­
tes de nuestro Estado social es que las personas no deben
luchar por la supervivencia. Como consecuencia, de­
sarrollan una actitud de pretensiones («Esto me corres­
ponde»). De ese modo, caen en un rol de víctima pasiva
y se sienten desamparadas e impotentes, lo que aumenta
el riesgo de padecer un trastorno psíquico.
La cada vez mayor «terapeutización» de nuestra so­
ciedad resulta problemática. Entre el acoso en las escue­
las, el síndrome del desgaste profesional, los traumas, la
ansiedad, la depresión y las adicciones parece que el es­
pacio para la normalidad se estrecha cada vez más. Las
crisis y los conflictos que, de hecho, forman parte de la
vida se revalorizan mediante diagnósticos de nuevos
cuadros clínicos y conversaciones con los terapeutas de
un modo que quizás ya no resulta útil.
Si no atendemos el trasfondo sociocultural, creo que
solo podremos comprender los trastornos psíquicos de
manera parcial. Las normas y los valores, la individuali­
zación, el bienestar y la religiosidad componen el marco
en el que aparecen los sufrimientos mentales, pero tam­
bién contribuyen a su formación. Por ese motivo, no
debemos tratar las enfermedades y los modelos terapéu­
ticos de manera aislada, sino dentro de su contexto cul­
tural y social. H
25 N.O 85 - 2017
 ETOLO GÍA
MASCOTAS Desde hace milenios, el perro se considera el mejor amigo
del hombre. ¿Cómo consigue este animal integrarse en la sociedad
humana como un miembro más de la familia?
La ciencia
de una amistad ÁDÁM MIKLÓSI
E
n un centro de investigación ubicado en
Hungría, a orillas del Danubio, comenzó a
crecer un vínculo emocional entre un con-
serje nocturno ya mayor y un viejo perro
de vigilancia llamado Balthasar, que vivía
allí. En ocasiones, el animal pasaba el día
en casa del portero. «Desgraciadamente, esta relación
duró solo unos meses, pues el conserje enfermó y, final-
mente, murió», escribe Vilmos Csányi, fundador del
Departamento de Etología en la Universidad Eötvös
Loránd de Budapest, en su libro If dogs could talk («Si los
perros hablaran»). Poco después de la muerte del con-
serje, los investigadores del centro advirtieron que
Balthasar desaparecía de vez en cuando, sobre todo por
las mañanas. «Seguimos al perro para saber qué hacía
durante esas ausencias», explica Csányi. «Descubrimos
que cruzaba la muy transitada autopista para ir a la casa
de su amo adoptivo en el pueblo, donde permanecía
sentado durante horas.»
Las relaciones entre el ser humano y el perro han
protagonizado innumerables y fascinantes historias; no
E L AU TO R
Ádám Miklósies biólogo y dirige el
Departamento de Etología en la Univer-
sidad Eötvös Loránd de Budapest.
MENTE Y CEREBRO 26
precisamente porque se trate de vínculos poco frecuentes.
Observe a su perro o a cualquier otro can del vecindario.
¿Cree que puede convertirse en su mejor amigo? Sin duda,
estos animales son muy diferentes a nosotros; se com-
portan de manera distinta, no parecen afines a la cultura
y no saben pronunciar ni una sola palabra. Sin embargo,
la mayoría de las personas de las sociedades occidentales
consideran a los perros auténticos miembros de la fami-
lia. En la actualidad, la ciencia comportamental comien-
za a arrojar luz sobre cómo se forjó esta amistad.
Hace menos de 20 años que los equipos dirigidos por
el psicólogo Michael Tomasello, del Instituto Max Planck
de Antropología Evolutiva en Leipzig, y nuestro grupo,
en Budapest, publicamos sendos artículos de investigación
sobre cómo estas mascotas son capaces de seguir las
indicaciones y los gestos humanos para encontrar comi-
da. Los respectivos trabajos marcaron el nacimiento de
un campo de investigación en torno a los fundamentos
biológicos del vínculo entre las personas y los canes.
Desde entonces, los investigadores han aprendido que
los humanos y sus compañeros sabuesos viven una rela-
ción de apego, del mismo modo que una madre con sus
hijos. Disfrutan de la compañía mutua y encuentran
apoyo recíproco en circunstancias potencialmente desa-
fiantes. Las relaciones de apego también establecen la
base para la cooperación: los humanos ayudan a los perros
a hacerse camino en la sociedad moderna y, a cambio,
ellos nos ayudan cuando necesitamos una habilidad es-
pecífica, como la vista. Además, si se maltrata a un perro,
puede desarrollar síntomas psicológicos similares a los
que presenta un niño con apego deficiente.
N.O 85 - 2017
 HUBERT AUER FOTOWORK

Las personas pueden desarrollar con su perro

una relación de apego, similar a la que mantiene
una madre con su hijo.

MENTE Y CEREBRO 27 N.O 85 - 2017

 Se ha demostrado que los perros han sido capaces de
adaptarse a la vida familiar gracias a su consideración y
sensibilidad hacia la manera humana de comunicarse y
comportarse socialmente. Estos animales tienden a ex-
presar sus emociones a través de vocalizaciones (igual
que nosotros) y parecen reaccionar ante nuestros modos
de comunicación y conducta emocional. También tien-
den a exhibir comportamientos igual de astutos que los
de un adolescente para conseguir la respuesta que espe-
ran de su amo. Aprenden a través de la observación de
los humanos, lo que les permite seguir las normas de la
familia.
Hoy por hoy, la tecnología contribuye a que compren-
damos mejor ese vínculo y nos facilita diversas formas
de interacción. Las neuroimágenes revelan sorprendentes
paralelismos en la manera en que el cerebro humano y
el canino codifican el contenido emocional de las voca-
lizaciones que el otro produce. Además, es posible que
dispositivos como los sensores de última generación y
los robots interactivos permitan que los perros participen
en nuevas tareas cooperativas con los humanos. A me-
dida que avanzamos hacia un futuro más complejo, la
capacidad de estos animales para vincularse y adaptarse
a nosotros los mantendrá a nuestro lado.
Cambios genéticos
Los perros representan un caso único en el reino animal,
puesto que han descubierto el modo de formar parte de
la sociedad de una especie completamente ajena. Ello
demuestra que poseen una sofisticada competencia social.
En psicología, el término de competencia social se refie-
re a la habilidad del individuo para armonizar sus nece-
sidades y expectativas con las del colectivo, permitién-
dole encajar en un grupo. Este tipo de competencia
depende del dominio de una serie de aptitudes, las cuales
incluyen la capacidad para formar vínculos, regular la
agresión, aprender y respetar normas, proporcionar
ayuda y participar en actividades grupales diversas.
La competencia social entra en juego cuando los
miembros de una especie no humana pasan a formar
parte de nuestras unidades sociales. De este modo, cuan-
do diseñamos estudios acerca de la relación entre huma-
nos y perros, nuestro grupo se centra en la habilidad de
estos para mostrar cada uno de los componentes de la
competencia social. De esta manera intentamos conocer
su compatibilidad con nuestra especie. Una cuestión
clave reside en saber cómo los perros desarrollaron esta
capacidad.
Una persona que haya tenido la suerte, o la desgracia,
de criar lobos y perros en su hogar estará de acuerdo con
que la diferencia entre ambas especies es enorme. Los lobos
no se integran fácilmente como un miembro más de la
familia, a pesar de todos los esfuerzos que han hecho los
humanos por socializarlos. En cambio, los perros han
superado las diferencias con nosotros gracias a los cambios
genéticos a lo largo de siglos de domesticación, los cuales
MENTE Y CEREBRO 28
En síntesis:Amigos para siempre
1
La competencia social de los perros les ha ayuda-
do a encajar en la vida humana. La domesticación
ha moldeado su comunicación y sus habilidades
de aprendizaje.
2
La relación de apego conforma la base social de
la colaboración entre humanos y canes. Su fuerte
vínculo también facilita la sincronización com-
portamental y emocional.
3
Estos animales de compañía destacan por su
conducta social flexible, aunque solo manifiestan
este rasgo si los humanos invierten en ellos el
tiempo necesario y ponen esmero en su relación.
favorecen el desarrollo de una competencia social similar
a la nuestra cuando se crían entre personas [véase «Zorros
convertidos en perros», por Lyudmila Trut y Lee Alan
Dugatkin; Investigación y Ciencia, julio de 2017].
Una relación para toda la vida
Un componente clave de la competencia social es la
habilidad para formar un apego. La relación entre perros
jóvenes y adultos con sus dueños se asemeja, como
decía, al vínculo que se crea entre la madre y el hijo. En
los años sesenta del siglo xx, los psicólogos John Bowlby,
de la Clínica Tavistock en Londres, y Mary Ainsworth,
entonces en la Universidad Johns Hopkins, desarrolla-
ron una teoría para explicar la unión íntima entre la
madre y su bebé. Sostenían que esta relación de apego
aseguraba que el niño se desarrollase en un ambiente
seguro, con oportunidades para explorar y aprender
acerca de las complejidades de la vida humana. Ain-
sworth y sus colaboradores crearon un sencillo test que
se ha convertido en el método estándar para medir la
calidad de dicho vínculo. Expusieron a niños de entre
los 12 y 18 meses de vida a situaciones diversas. En unas,
se trasladaba a los pequeños del regazo de la madre al
de una mujer desconocida; en otras, los separaban
durante un breve espacio de tiempo de su progenitora.
Los resultados revelaron que los bebés consideraban a
su madre un referente de seguridad: volvían a ella de
vez en cuando; también buscaban su consuelo cuando
los habían dejado solos.
Los etólogos necesitaron muchos años para comprobar
que los perros y sus amos también muestran ese patrón
de apego. En 1998, József Topál, por entonces en la Uni-
versidad Eötvös Loránd, y sus colaboradores pidieron a 51
propietarios de perro que participaran en un experimen-
to similar al de los bebés y sus madres. En una habitación
extraña para los animales, pidieron a los amos que jugaran
con su respectiva mascota a solas; luego se entregaba un
N.O 85 - 2017
 ETOLO GÍA / MASC OTAS

Cerebros paralelos
Uno de los retos de los científicos
que investigan el vínculo entre hu-
manos y perros era descubrir cómo
reacciona el cerebro canino ante se-
ñales emocionales. La principal
herramienta para investigar la acti-
vidad neuronal, a saber, la resonan-
cia magnética funcional, requiere
que el sujeto se mantenga completa-
mente quieto dentro del escáner du-
rante varios minutos. Con los años,
los perros se han convertido en la
primera especie no humana que ha
aprendido a tumbarse y permanecer
inmóvil en la máquina sin necesi-
dad de contención física. En 2014, el
neurobiólogo Attila Andics, de la
Universidad Eötvös Loránd, y sus
colaboradores efectuaron un estu-
dio comparativo con el fin de inves-
tigar si el cerebro canino y el huma-
no procesan estímulos acústicos no
lingüísticos de manera similar.
El equipo grabó más de 100 vo-
calizaciones de perros y humanas, y
pidieron a unos voluntarios que juz-
gasen si el contenido emocional de
los sonidos les parecía positivo o
negativo. Un total de 22 personas y
11 perros entrenados escucharon
una larga secuencia de extractos de
esas grabaciones mientras se regis-
traba su actividad cerebral. A pesar
de que el cerebro canino posee un
tamaño notablemente inferior al
humano, los investigadores fueron
capaces de localizar dos áreas
neuronales que participaban en
funciones similares en ambas espe-
cies. Tanto en unos como en otros se
activaba un área concreta cuando
escuchaban vocalizaciones pertene-
cientes a su propia especie (con in-
dependencia del contenido emocio-
nal de la voz). Ello sugería que
perros y humanos poseen una re-
gión cerebral responsable de esa
función.
Aún más interesante resulta el
hallazgo en relación con el proce-
samiento de la información emo-
cional: el cerebro canino y el nues-
tro poseen regiones análogas, en
las que la actividad se correlaciona
con el contenido emocional positi-
vo, con independencia de la especie
que produzca el sonido. A pesar
de que dichas áreas procesen los
estímulos acústicos en un nivel re-
lativamente básico (relacionado,
por ejemplo, con la longitud y la
frecuencia de las vocalizaciones),
los resultados proporcionan una
pista preliminar de la existencia de
una base neuronal responsable de
que las mascotas caninas, y los due-
ños empáticos, reaccionen con tan-
ta intensidad ante las emociones
de su compañero.

Hemisferio izquierdo Hemisferio derecho

Cerebro canino
Cerebro humano

DE: «VOICE-SENSITIVE REGIONS IN THE DOG AND HUMAN BRAIN ARE REVEALED BY COMPARATIVE FMRI».
ATTILA ANDICS ET AL. EN CURRENT BIOLOGY, VOL. 24, N. o 5, MARZO DE 2014 (escáneres cerebrales);
DEPARTMENTO DE ETOLOGÍA, UNIVERSIDAD EÖTVÖS LORÁND (perro en el escáner)

Tanto los perros domésticos como los humanos po-

seen áreas cerebrales especializadas en descifrar los
sonidos de su propia especie (en azul en los perros; en
rojo en los humanos). Además, en ambas especies
existen regiones que reaccionan ante sonidos de con-
tenido positivos (en amarillo, el sonido humano; en
lila, el sonido del perro). La superposición de colores
muestra que, en ambas especies, las mismas regiones
procesan las vocalizaciones positivas tanto humanas
como caninas.

MENTE Y CEREBRO 29 N.O 85 - 2017


Los perros que incum-
plen una norma, como
no comer del plato que
se encuentra sobre la
mesa, parecen mostrar
un sentimiento de culpa.
Sin embargo, es más
probable que su conduc-
ta se deba a la reprimen-
da que temen recibir por
parte de su amo.
ISTOCK / JOSHBLAKE
juguete al dueño para que interactuara con el animal. A
continuación, un desconocido entraba en la sala con acti-
tud amigable. El amo salía de la habitación y el perro se
quedaba solo o en compañía del desconocido. Para sor-
presa de los investigadores, muchos canes se comportaban
del mismo modo que los niños. Cuando su dueño se ha-
llaba presente, se quedaban cerca de ellos, sin tratar de
abandonar la habitación. La mayoría jugaba sin reparos
con su amo. En cambio, no lo hacía tanto con la persona
desconocida. Por lo general, dejaban el juego cuando su
amo salía de la habitación. Los experimentadores inter-
pretaron esta preferencia como indicio de que el perro
consideraba a su amo un referente seguro en caso de un
potencial peligro, tal y como propone la teoría del apego.
El equipo de Topál decidió asegurarse de que dicho
comportamiento representaba una relación de apego
mediante un estudio comparativo entre perros y lobos.
Separaron a 13 lobeznos y a 11 crías caninas de entre
cuatro y seis días de vida de su progenitora. Hasta los
cuatro meses, los criaron personas. Tras ese período,
los investigadores llevaron a cabo el experimento del
desconocido y el juguete. A pesar de haber vivido la
misma experiencia social que los perros, los lobos no
diferenciaban entre su dueño y la persona desconocida;
solo los perros empleaban como referente de seguridad
a su amo. En 2001, la etóloga Márta Gácsi descubrió que
incluso los perros adultos podían desarrollar un vínculo
MENTE Y CEREBRO
con los humanos, como ocurre cuando uno ya mayor de
la protectora de animales encuentra un hogar de acogida.
La habilidad para construir una relación de apego con
humanos es para toda la vida.
Para bien y para mal
La tendencia de los perros hacia el apego provoca que
sus relaciones con nosotros presenten algunas disfuncio-
nes conocidas, semejantes a las humanas, sobre todo
cuando se trata de mascotas de personas que viven en la
ciudad. Si hace un siglo estos animales habían tenido
libertad para deambular libremente y encontrarse con
otros humanos y perros, ahora se ven confinados en
apartamentos, solitarios y con pocas oportunidades para
disfrutar del aire libre. La mayoría de las personas socia-
liza bien a su mascota, quizás incluso sin saberlo. Sin
embargo, cuando los dueños se comportan de manera
negligente, los perros, igual que los niños, son propensos
a desarrollar ansiedad por separación. Cuando se les deja
solos, ladran en exceso, rompen puertas y paredes en su
intento de escapar, y defecan y orinan en el suelo.
En 2011, Veronika Konok y sus colaboradores hallaron
que al separar a los perros de sus dueños, muchos per-
manecían cerca de la silla donde su amo acostumbraba
a sentarse. Por otro lado, los que mostraban signos de
ansiedad por separación no manifestaban una preferen-
cia por los objetos que sus propietarios habían tocado o
dejado. Los investigadores concluyeron que esos ejem-
plares presentaban problemas para asociar su dueño con
el hogar o determinadas posesiones, de modo que no se
sentían seguros cuando su dueño se ausentaba.
Del mismo modo que para los niños angustiados, la
ansiedad en caninos suele estar relacionada con la perso-
nalidad de su cuidador. En 2015, Konok y sus colabora-
dores informaron en la revista PLOS ONE que el perro de
personas que muestran un alto grado de evitación hacia
el vínculo humano (no aceptan la ayuda de los demás, por
ejemplo) suele presentar un mayor grado de ansiedad
por separación. Esta correlación sugiere que los problemas
conductuales pueden aflorar cuando los dueños interac-
túan con el animal de manera inapropiada: no proporcio-
nan apoyo social cuando el perro lo necesita, se ausentan
con frecuencia o se comportan de manera negligente
cuando el can, aún sin experiencia, se expone a una ame-
naza social. En cambio, una relación de apego estable y
equilibrada favorece que el animal se sienta a salvo, por lo
que se crea un fuerte vínculo emocional con el amo.
Lazos emocionales
El apego que se origina contribuye a que estos animales
sean admirados por su sensibilidad emocional: las per-
sonas que conviven con ellos les atribuyen emociones,
dando por hecho que están contentos, tristes, enfadados
o celosos, de modo similar a los humnos. No obstante,
durante años los científicos han rechazado tal atribución,
aunque esta actitud está cambiando. Hoy en día, hablar
30 N.O 85 - 2017
 ETOLO GÍA / MASC OTAS

de las emociones en referencia a los perros u otras espe- destacan sus habilidades empáticas, las autoras ofrecen
cies no humanas ya no se considera un sacrilegio. una explicación más simple al respecto: nuestro llanto es
Con todo, una cuestión pendiente es indagar si las similar a las vocalizaciones de peligro de los mamíferos,
emociones caninas significan lo que nosotros pensamos entre ellos los canes, de manera que evocaban angustia en
que son. A pesar de que algunos investigadores aceptan lugar de empatía. Esta última requeriría que el perro re-
que la alegría y el miedo de un perro son semejantes a conociese el estado anímico de la persona.
las que experimenta un humano, se ha constatado que Conforme a esta conclusión, en el año 2014, los psi-
unos y otros difieren en las emociones de gran comple- cólogos Ted Ruffman y Min Hooi Yong, de la Universidad
jidad, entre ellas, la culpa. En las personas, este senti- de Otago, descubrieron que el lloro de un bebé desenca-
miento emerge cuando se viola una norma social (por denaba estrés en los perros, efecto que comprobaron a
ejemplo, al robar la comida de otro). partir del aumento de cortisol en la sangre de los anima-
En 2009, la científica cognitiva Alexandra Horowitz, del les. Así, cuando su perro le acaricie la mano con el hoci-
Colegio Barnard, y en 2012, la investigadora del compor- co, piense que lo hace porque le resulta reconfortante, no
tamiento canino Julie Hecht, por entonces en la Universi- porque siente empatía. Y si tiene la tentación de desper-
dad Eötvös Loránd, evaluaron el sentimiento de culpa en tar el afecto de su mascota mostrándole tristeza, recuer-
canes. Hecht analizó el comportamiento de una serie de de que el animal seguramente no se sentirá mal por usted,
perros después de que se les indicara que no rompieran sino porque está estresado.
una norma relacionada con la comida. En el experimento
de Horowitz, los dueños de 14 perros enseñaron a sus Haz lo que yo hago
respectivas mascotas a que no comieran los alimentos que Gran parte de la cultura humana se basa en el aprendizaje
se encontraban sobre la mesa del salón. A continuación, social. El lenguaje, las normas sociales y el uso de objetos
los dueños abandonaban la sala. Esa acción daba la opor- se transmiten de los mayores a los jóvenes y entre iguales.
tunidad a los animales de obedecer o desobedecer las Los perros también son muy buenos observando. La ca-
órdenes de su amo. De manera subrepticia, un experimen- pacidad de aprendizaje social se encuentra ampliamente
tador ofrecía a los canes parte del manjar (garantizando extendida entre los animales; aunque aprender de los re-
la desobediencia) o se comía él mismo lo que había sobre ferentes de una especie ajena resulta infrecuente. Aun así,
la mesa (garantizando la obediencia). Después, el mismo la buena disposición de los perros para el aprendizaje a
experimentador explicaba a cada dueño cómo se había través de la observación de nuestras actividades no debe-
comportado su perro; en ocasiones decía la verdad y en
otras no. Los amos debían mostrar un trato amable con
los perros que habían sido «obedientes» y regañar a los
que, según se les había descrito, habían desobedecido.
Todas las mascotas que habían recibido una reprimenda,
sin importar si realmente habían sido desobedientes, ma-
nifestaron una conducta que los dueños identificaban como
de culpabilidad. Ello confirma que las muestras de enfado
del amo influyen más en el perro que el sentimiento de
aflicción por haberse portado mal. Hecht sugiere, asimis-
mo, que la respuesta de los animales refleja un mecanismo
básico de autodefensa: si manifiestan un comportamiento
de culpabilidad cuando el dueño se percata de que han
cometido una infracción, la reprimenda será menor.
No existen investigaciones definitivas que demuestren
si los perros se sienten en ocasiones tristes o si reaccionan
ante nuestra tristeza. Con todo, Deborah Custance y Jen-
nifer Mayer, por entonces ambas en la Escuela Goldsmiths
de la Universidad de Londres, afirmaron en 2012 que el
llanto humano evoca una conducta de filiación en los
ISTOCK / CYLONPHOTO

perros. Las psicólogas observaron la reacción de 18 canes,

que se encontraban en un entorno familiar para ellos,
mientras sus amos y unos desconocidos canturreaban,
charlaban o simulaban llorar. Casi todos los animales se
acercaban a la persona que lloraba; la miraban y tocaban. Estos animales aprenden a través de la observación y la
Estos comportamientos resultaban menos frecuentes repetición de las tareas que deben incorporar en su
cuando los humanos hablaban o cantaban. A pesar de que comportamiento. Esta capacidad les permite ejercer de
los dueños tienden a humanizar la conducta del perro y perro pastor o lazarillo.

MENTE Y CEREBRO 31 N.O 85 - 2017

 La sensibilidad de los perros
ante las emociones humanas
implica que quizás
experimenten estrés cuando
su dueño llora
ría sorprendernos, puesto que nos consideran compañeros
sociales. Los pastores bien lo saben. Hace escasos años, la
ciencia comenzó a ahondar en esta capacidad.
Una de las actividades más comunes para investigar
este aspecto consiste en un ejercicio de obstáculos en el
que el animal debe rodear una valla de unos tres metros
de longitud y alcanzar un objetivo visible (comida o un
juguete). En 2001 demostramos que si bien los perros
precisaban seis o siete intentos para dominar esta tarea
(mediante ensayo y error), eran capaces de aprender a
completar el circuito tras observar, en una sola ocasión,
cómo lo hacía un congénere experto. Lo mismo sucedía
si una persona era quien mostraba antes la manera de
completar el circuito.
El juego de imitación que los padres suelen practicar
con su bebé también arroja luz sobre el aprendizaje cani-
no a través de la observación. Los progenitores muestran
una acción específica al pequeño (se tocan la punta de la
nariz con el dedo índice, por ejemplo) y le animan a que
la repita. En 2006, Topál, a la sazón en la Academia Hún-
gara de las Ciencias, y su equipo comprobaron que las
personas podían lograr una respuesta similar en los perros.
Primero se entrena al animal para que ejecute tres o cua-
tro ejercicios (dar la vuelta sobre sí mismo, saltar a una
mesa o rodear un cono), enseñándole cada acción y di-
ciéndole «¡Hazlo!». Cada vez que completa la tarea, se le
recompensa con un premio. La mayoría de los perros
aprenden estas instrucciones con rapidez. Más tarde, se
les enseñan nuevos ejercicios (tocar el cono). La práctica
ISTOCK (siluetas de perro)
En la tarea de la cuerda suelta, dos perros aprenden que si
tiran juntos de la cuerda pueden conseguir un premio
(rojo); pero si uno tira y el otro no, pierden la recompensa.
MENTE Y CEREBRO
regular logra que imiten de forma natural otras acciones
que sus compañeros humanos llevan a cabo.
En resumen, el juego de «haz lo que yo hago» despier-
ta la tendencia natural de los perros a imitar nuestro
comportamiento. Sin embargo, no siempre deseamos que
lo hagan. ¿Quién quiere a un cachorro que coma en la
mesa, escarbe en el jardín o «lea» el periódico? Por ese
motivo, los amos disuaden a su mascota de que los imite
en ciertas actividades, normas que aprenden con rapidez.
El número de acciones que incorporan en su repertorio
de comportamientos observándonos puede sorprender
incluso a quienes han tenido un perro como animal de
compañía durante muchos años. Algunos canes pueden
aprender a abrir la puerta porque ven a su dueño girar el
tirador, o saltar en el trineo tras observar que las personas
montan en él para deslizarse por una pendiente. De hecho,
la habilidad de aprender mediante la observación les
ayuda a dominar las normas necesarias para encajar en
los grupos humanos y a saber los hábitos idiosincrásicos
de sus dueños.
Aptos para cooperar
En la sociedad moderna occidental, los perros son apre-
ciados por el simple hecho de ser perros. Sin embargo,
probablemente no disfrutarían de esta situación si en el
pasado no hubieran demostrado ser útiles para el ser
humano, ya sea para vigilar la casa, proteger el rebaño
de los lobos o para tirar de los trineos. Esta utilidad
continúa vigente: ayudan a la policía en la detección de
drogas y a que las personas con algún tipo de discapaci-
dad puedan moverse. Los perros lazarillo de los inviden-
tes y los que asisten a personas en silla de ruedas o sordas
no solo les proporcionan ayuda práctica durante las 24
horas, sino que completan factores sociales importantes,
entre los que destaca la amistad.
Más allá, un elemento crítico de la competencia social
de estos animales se debe a su impresionante aptitud para
cooperar. En una relación de colaboración óptima, cada
individuo debe mostrar autocontrol, percatarse de los
objetivos y acciones del otro y aprender a respetar los
turnos, de manera que cada uno toma la iniciativa en
momentos diferentes. Los perros guía poseen todas estas
habilidades. En 2001, un análisis conductual detallado
sobre personas con ceguera y su perro lazarillo nos re-
veló la sutil naturaleza de la interacción cuando caminan
juntos: cada uno responde a los objetivos del otro y sus
iniciativas se alternan con rapidez. Por ejemplo, si el in-
vidente inicia un giro a la derecha o la izquierda (sabe
adónde quiere ir), el perro toma la iniciativa para evitar
un obstáculo de la calle (puede verlo).
También colaboran en tareas en las que parecen com-
prender las consecuencias de la acción coordinada. En
2014, Ljerka Ostojic y Nicola Clayton, psicólogas de la
Universidad de Cambridge, describieron la habilidad de
los perros para resolver la tarea denominada la cuerda
suelta (loose-string), una prueba estándar para comparar
32 N.O 85 - 2017
 ETOLO GÍA / MASC OTAS

«hacer su trabajo». Este comportamiento se asemejaba al

que mostraban hacia sus dueños en una situación similar.
En principio, si las posibilidades de los dispositivos ganan
en complejidad, cabe esperar que las relaciones entre los
perros y las máquinas también lo hagan.
Este tipo de interacciones también puede aportar be-
neficios prácticos. En un proyecto reciente, dirigido por
el profesor de ingeniería informática Bernhard Plattner,
de la Escuela Politéncica Federal de Zúrich, los investiga-
dores analizaron la idea de que la búsqueda de personas
que se han perdido en el bosque resultaría más efectiva si
los agentes de rescate humanos se complementasen con
un equipo de perros y con robots aéreos equipados
con cámaras. La etóloga Linda Gerencsér y la entrenado-
ra de perros Barbara Kerekes adiestraron a cuatro perros
ISTOCK / DARIO EGIDI

para que siguiesen a un robot a una distancia de entre 100

y 150 metros. Cuando observaban que el robot planea-
ba sobre una localización específica, debían comenzar a
rastrear la zona con el olfato para encontrar a la perso-
En la actualidad se está adiestrando a perros de salva- na desaparecida. Una vez la habían hallado, debían avisar
mento para que cooperen no solo con personas, sino a los agentes de rescate con sus ladridos.
también con máquinas. Quizás algún día los robots Los investigadores confían en que, a medida que se
aéreos puedan conducirlos hacia las inmediaciones de desarrolle la tecnología, este tipo de grupos asistidos por
una persona desaparecida. máquinas superarán a los equipos de rescate tradiciona-
les, sobre todo si los perros aceptan al robot volador como
un compañero social, uno al que pueden responder con
el entusiasmo que muestran hacia un humano.
cómo se articula la solución de problemas. En un entor- Nuestro estilo de vida difiere cada vez más de la vida
no habitual, se proporciona a la pareja (un perro con un en la naturaleza, y los perros nunca serán capaces de
humano o un congénere) una caja de la cual sobresalen comprender la magnitud de esos cambios. Sin embargo,
dos extremos de cuerda (en realidad se trata de la misma sus habilidades sociales van a contribuir a que encajen
cuerda). Si ambos tiran simultáneamente de ellos, podrán en una sociedad que evoluciona, tal y como lo han veni-
mover el objeto diana (se encuentra en la parte posterior do haciendo desde sus inicios, en el largo recorrido
de la caja) y disponer de él. Si solo uno tira de la cuerda, junto a su familia humana. H
esta se saldrá del recipiente y no proporcionará el premio. © Scientific American Mind
Durante el experimento, los perros aprendieron a al-
canzar la recompensa mediante la adaptación de su
comportamiento al de su compañero. Con otras palabras,
eran capaces de reconocer que determinadas acciones
del otro resultaban necesarias para su propio éxito. Este PA R A S A B E R M Á S
veloz desarrollo del comportamiento cooperativo expli- Inside of a dog: What dogs see, smell, and know. Alexandra
ca, además, su destreza para ayudar a las personas en un Horowitz. Scribner, 2009.
amplio abanico de tareas. In defence of dogs: Why dogs need our understanding. John
Bradshaw. Allen Lane, 2011.
El futuro tecnológico
Animal wise: The thoughts and emotions of our fellow
La incursión de la tecnología moderna en la vida coti- ­creatures. Virginia Morell. Crown, 2013.
diana conduce a que los propietarios de perro se pregun-
The genius of dogs: How dogs are smarter than you think.
ten sobre su relación con su mascota en una era digital.
Brian Hare y Vanessa Woods. Dutton, 2013.
Pero estos animañes ya han comenzado a relacionarse
con los dispositivos técnicos. Y con éxito, como ha com- Dog behaviour, evolution and cognition. Segunda edición.
Ádám Miklósi. Oxford University Press, 2015.
probado la etóloga Anna Gergely, antes en la Universidad
de Eötvös Loránd. Junto con su equipo repartió comida
EN NUESTRO ARCHIVO
a perros con un coche que funcionaba por control remo-
to. Tras algunas interacciones de este tipo, los perros La moral de los animales. Marc Bekoff y Jessica Pierce
comenzaban a mirar, tocar o presionar el coche cuando en MyC n.o 46, 2011.
este no se movía, como si su objetivo fuese animarlo a Coterapeutas peludos. Kurt Kotrschal en MyC n.o 61, 2013.

MENTE Y CEREBRO 33 N.O 85 - 2017

 ADIC CIONES

DESINTOXICACIÓN Clínicas privadas de México y América Central

ofrecen ibogaína para tratar a los drogodependientes. Sin embargo,
esta sustancia, ilegal en Estados Unidos y algunos países de Europa,
también puede matar al paciente

Ibogaína:
¿un remedio
para la adicción? JAMES NESTOR

En la clínica costarricense Envision Recovery

se preparan dosis de ibogaína en polvo para
administrarlas a los pacientes. Esta sustancia es
ilegal en varios países por sus efectos tóxicos.

MENTE Y CEREBRO 34 N.O 85 - 2017

 En síntesis:
Una sustancia
con dos filos

1
Ciertos centros privados
e investigadores independientes
sostienen que la ibogaína, una
sustancia derivada de un arbusto de
la pluvisilva africana, libera de la
drogadicción.

2
Existen unos 40 centros en
todo el mundo que utilizan esta
sustancia como método de
desintoxicación. Diversos estudios
TODAS LAS FOTOGRAFÍAS DE ESTE ARTÍCULO: JUAN ARREDONDO

relacionan la ibogaína con proble-

mas cardíacos que pueden llegar a
resultar mortales.

3
Algunos neurocientíficos con-
sideran falaces los trabajos que
respaldan la superioridad de la
ibogaína frente a la metadona.
Otros, en cambio, se esfuerzan por
convertirla en un tratamiento de
desintoxicación usual.

MENTE Y CEREBRO 35 N.O 85 - 2017

U
n enjambre de langostas ocupa tu visión.
El techo del dormitorio se encuentra
cubierto de nubes borrascosas. Gotas
de sudor resbalan por tu frente, tus
pechos y manos. Te cuesta respirar. Las
paredes que te rodean se doblan y tuer-
cen. Te tapas los ojos, pero las escenas se reproducen con
la misma intensidad. O incluso más. Desde algún lugar,
un público entregado bate las palmas. Las ventanas del
dormitorio se disuelven en la oscuridad; surgen, en su
lugar, cien pantallas de televisión, no mayores que un
sello, que reproducen un instante de tu infancia cada una
de ellas: la letra exacta de una canción que habías oído
cuando tenías dos años, el color de tus calcetines en una
fiesta de cumpleaños y el timbre de voz de tu abuelo. Esta
escena se funde en otra más lóbrega, con demonios, pu-
ñales y ejércitos del mal. Quieres huir, mas no puedes. No
logras despertar. Tampoco consigues mover tu cuerpo. Te
llamas Shea Prueger y llevas clavada aquí 48 horas.
«Es una de esas experiencias que nadie querría repetir
jamás», asegura Prueger. Habla columpiándose en una
silla de mimbre, en el jardín de una casa, en algún lugar
de Costa Rica, a unos 50 kilómetros de la capital, San
José. Esta mujer, de unos 30 años, acostumbraba a vivir
en Nueva York, trabajaba de modelo y se inyectaba he-
roína. Al inicio de nuestro encuentro evoca el desespe-
rado esfuerzo que hace seis años tuvo que experimentar
para acabar con su adicción a los opiáceos mediante una
droga psicoactiva llamada ibogaína.
Lo había intentado antes con metadona, suboxona y
la ayuda de la asociación sin ánimo de lucro Narcóticos
Anónimos, formada por adictos en recuperación. Nada
dio resultado. En 2011 se pasó dos días en una clínica
clandestina de Guatemala, encerrada en un cuarto con
muros de cemento, donde yacía sobre un colchón, inca-
paz de moverse e invadida por las náuseas, mientras su
mente se sumía en las simas más profundas del infierno.
Logró mantenerse abstinente durante nueve meses. En
junio de 2012 volvió a la aguja una vez más. Desde en-
tonces, asegura, no ha tocado los narcóticos. «La ibogaí-
na», insiste, «hizo en mí lo que ningún otro tratamiento
de recuperación pudo lograr.»
Drogodependientes rehabilitados, junto con una serie
de científicos, sostienen que una dosis de ibogaína, sus-
tancia que se obtiene de la raíz de Tabernanthe iboga, un
arbusto de la pluvisilva africana, es capaz de «reajustar»
los centros cerebrales de la adicción y, con ello, liberar al
E L AU TO R
James Nestores periodista y escritor
científico.
MENTE Y CEREBRO 36
Bryan Mallek, heroinómano, espera impaciente su tra-
tamiento con ibogaína en la clínica privada Envision
(arriba). Tras más de un día bajo la influencia alucinóge-
na de la sustancia, sale con esfuerzo de la cama (derecha).
sujeto de sus ansias por consumir drogas. La difusión de
estas informaciones ha hecho que centenares de personas,
millares tal vez, se hayan dirigido a clínicas privadas
ubicadas principalmente en México y países de América
Central, donde se puede obtener esta sustancia, ilegal en
Estados Unidos y algunos países de Europa. En 2006
sobraban dedos de la mano para contar todas las clínicas
de ibogaína del mundo; ahora, según ciertas estimaciones,
existen alrededor de 40. Los responsables de estos centros
aseguran que basta una dosis para atenuar la conducta
adictiva, así como la depresión, en alrededor del 70 por
ciento de los pacientes.
Si tal porcentaje de éxito fuese real, la ibogaína repre-
sentaría un remedio necesario para atajar un problema
en crecimiento. En Estados Unidos, por ejemplo, la ma-
yoría de las investigaciones señalan que la adicción a la
heroína se ha duplicado desde 2007, con más de un
millón de dependencias en 2016. Parejamente a los pin-
chazos, se ha disparado una oleada de infecciones por
VIH. En 2014, según la Encuesta Nacional sobre Consu-
mo de Drogas y Salud, un total de 7,1 millones de esta-
dounidenses sufría algún trastorno grave de drogode-
pendencia. Muchas de estas personas buscan ayuda, pero
en vano. Entre un 40 y un 60 por ciento de los pacientes
tratados por drogadicción recae; este porcentaje alcanza
un 80 por ciento si dejan de tomar metadona, la terapia
de reemplazo de opiáceos más habitual.
Los defensores de la ibogaína como método terapéu-
tico afirman que resulta más eficaz porque actúa sobre
numerosas vías neuronales a la vez, y no, como otros
tratamientos, sobre una sola. Alentadas por estas ideas,
N.O 85 - 2017
 ADIC CIONES / DESINTOXICACIÓN
dos empresas, una de ellas financiada en parte por la
agencia federal de investigación Instituto Nacional sobre
el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés),
están desarrollando medicamentos basados en derivados
de la ibogaína.
Sin embargo, esta sustancia presenta un inconvenien-
te grave: su consumo puede matar. Por esta razón se
prohíbe en Estados Unidos, donde la Administración
para el Control de Drogas (DEA) le ha asignado la cali-
ficación más restrictiva. Los pacientes que son tratados
con ibogaína sufren a menudo arritmia cardíaca, síntoma
que puede derivar en una parada cardíaca y, en ocasiones,
en la muerte. Existen informes médicos que vinculan la
sustancia con 19 fallecimientos de entre 3500 tratamien-
tos llevados a cabo de 1990 a 2008. Desde el Real Colegio
de Psiquiatría del Reino Unido, se estima que la tasa de
fallecidos puede ser de uno por cada 300 pacientes inter-
venidos. Por otra parte, los estudios con animales sugie-
ren que, si no llega a matar, produce lesiones cerebrales
perdurables. «¿Necesitamos ibogaína? No, si contiene un
componente tóxico», afirma Herbert Kleber, psiquiatra
en el Centro Médico de la Universidad de Columbia.
Aun así, drogodependientes desesperados, a quienes
les han fallado la metadona, la psicoterapia y otros tra-
tamientos, no se dejan intimidar por tales advertencias.
Muchos ven en la ibogaína su última y mejor oportunidad
para curarse, a pesar de todos los riesgos de degeneración
cerebral o insuficiencia cardíaca que comporte.
Un viaje largo y extraño
La ibogaína no debutó en el mundo farmacéutico como
un tratamiento contra las adicciones. En dosis pequeñas
(unos 8 miligramos) actúa como estimulante. Entre 1939
y 1970, una compañía francesa dedicada al desarrollo de
medicamentos produjo de manera masiva comprimidos
de esta sustancia (llamados Lambarène) para tratar la de-
presión, la letargia y algunas enfermedades infecciosas.
MENTE Y CEREBRO 37
Las propiedades estimulantes de la ibogaína la hicieron
lo bastante popular entre los atletas para que el Comité
Olímpico Internacional prohibiera su uso en los años
sesenta del siglo pasado.
Por esa época, Howard Lotsof (1943-2010), a la sazón
un joven de 19 años adicto a la heroína, tomó ibogaína
en busca de sus efectos alucinógenos. Explicó a otros
adictos que esa sustancia también reducía la ansia de
heroína. Se corrió la voz y los heroinómanos empezaron
a consumir dosis cada vez mayores, de hasta 20 miligra-
mos por kilo de masa corporal, con el objetivo de librar-
se del hábito. A finales de los ochenta se publicaron al-
gunos estudios sobre drogodependencia e ibogaína
llevados a cabo con animales y que apuntaban a que
esta sustancia minimizaba el síndrome de abstinencia.
Empezaron a abrirse clínicas fuera de Estados Unidos.
Prueger se ha convertido en una evangelista de esta
sustancia. Tras experimentar ella misma la potencia
curativa de la ibogaína en 2011, empezó a administrár-
sela a otros drogadictos. En la actualidad, dirige Envision
Recovery, una popular clínica de ibogaína que se encuen-
tra en la provincia costarricense de Puntarenas. Si bien
en Costa Rica está prohibido el uso medicinal de esta
sustancia, al parecer, sí se permite su posesión para el
consumo propio. Según Lex Kogan, fundador de Envision,
la clinica carece de licencia como centro para el tratamiento
de adicciones. No obstante, cada semana admite hasta
media docena de personas dependientes del alcohol, de
opiáceos, anfetaminas o incluso de medicamentos. La
clínica consiste en un caserón, una especie de rancho, de
ocho habitaciones, que asoma sobre un acantilado en un
vecindario residencial, rodeado de vegetación exuberan-
te. Cuentan con enfermeras que controlan los posibles
efectos adversos de la terapia en los pacientes. Ni Prueger
ni Kogan han recibido formación médica reglada.
A finales de diciembre de 2014 se presentó en el centro
Bryan Mallek, un joven de 29 años de aspecto frágil y
demacrado. Procedía de West Palm Beach, en Florida, y
solicitaba ayuda. Llevaba 15 años enganchado a la heroí-
na; desde hacía unos seis meses se administraba meta-
dona. Ya había intentado dejar la droga docenas de veces.
«Hasta ahora, nada ha funcionado», me susurró con voz
trémula. Cuando entrevisté a Mallek, llevaba 10 días en
un programa de 18 jornadas. Estaba sentado en un des-
gastado sofá de piel, en la sala de reuniones de la clínica.
Hasta entonces había tomado ibogaína en dosis pequeñas,
pues se quería evitar que mostrase reacciones físicas
adversas al tratamiento. Ahora ya estaba preparado para
aumentar la dosis. Le habían colocado una cánula intra-
venosa en el brazo derecho que le suministraba una di-
solución de electrolitos mientras ayunaba a base de
fruta y agua. «[La ibogaína] opera sobre la neuroquími-
ca del cerebro, por eso sé que va a funcionar», me expli-
có. «Esto no es palabrería terapéutica, ¿sabe?»
Al día siguiente, Mallek yacía sobre las sábanas de una
cama de matrimonio. No había consumido ningún
N.O 85 - 2017
opiáceo desde hacía 12 horas y acababa de entrar en los
primeros estadios del síndrome de abstinencia, con
sudores y escalofríos. En los dos días anteriores, una
enfermera le había efectuado un electrocardiograma con
el fin de supervisar los ritmos del músculo cardíaco y
detectar a tiempo posibles arritmias. El corazón y los
signos vitales de Mallek eran satisfactorios. Y el pacien-
te se mostraba presto a comenzar el tratamiento. Prueger
se acercó con una sola cápsula de gelatina cargada con
200 miligramos de ibogaína. (Envision adquiere esta
sustancia en forma de polvo blanco de un contacto en
Sudáfrica, que la introduce de manera clandestina por
las aduanas de un aeropuerto en Costa Rica en contene-
dores de fiambreras, según explica Kogan.) Mallek en-
gulló la píldora, dejó reposar su cabeza sobre la almo-
hada, cerró los ojos y se preparó para sufrir dos días de
alucinaciones. «Estoy aquí y estoy dispuesto», manifes-
tó con voz temblorosa. «Quiero empezar ya.»
Envision ha tratado a más de 1000 drogodependientes
a lo largo de los últimos cinco años, apunta Kogan. Estas
personas, al igual que Mallek, empiezan el tratamiento
con dosis pequeñas con el fin de detectar posibles pro-
blemas (arritmias). A continuación se les administra la
dosis fuerte, destinada a vencer la dependencia. Kogan
y Prueger han seguido examinando durante meses, e
incluso años, la evolución de pacientes voluntarios me-
diante llamadas telefónicas y correos electrónicos. Ase-
guran que su método logra curar al 75 por ciento de
quienes han recurrido a ellos.
Estas afirmaciones se antojan esperanzadoras, mas
carecen de datos científicos que las respalden, aclara Luis
Eduardo Sandí Esquivel, director del Instituto sobre
Alcoholismo y Farmacodependencia de Costa Rica, la
agencia gubernativa que autoriza los centros de desin-
toxicación. Acusa a las clínicas que ofrecen ibogaína de
lucrarse y aprovecharse de personas vulnerables. Sus
responsables crean rituales místicos en torno a la droga
y explican a los drogodependientes que la ibogaína les
va a «reajustar» el cerebro y les librará de la adicción. «Y,
obviamente, tan mágica y hermosa propuesta exige abo-
nar fuertes sumas. La realidad es bien distinta», añade.
Sandí Esquivel asegura que ha oído hablar de graves
complicaciones médicas y de recaídas. «Creo que [las
clínicas] recurren al sufrimiento y al dolor de seres hu-
manos y les ofrecen soluciones mágicas. Es una manipu-
lación», subraya.
Existen unos pocos estudios de investigadores inde-
pendientes que apoyan el valor terapéutico de la ibo-
gaína. En 2014, un trabajo dirigido por el neurocientí-
fico Eduardo Schenberg, de la Universidad Federal de
São Paulo, revisó las historias de 75 drogodependientes
al cabo de estar consumiendo fuertes dosis de ibogaína
durante un año. (Schenberg relata que realizó entrevis-
tas telefónicas y corroboró los datos con médicos que
visitaron a los pacientes en revisiones periódicas.) En-
contró que solo un 39 por ciento recayó en el consumo
MENTE Y CEREBRO 38
Personal sanitario de Envision explora el ritmo cardía-
co de Mallek para determinar su estado de salud. Las
arritmias constituyen un peligroso efecto secundario de
la ibogaína, ya que pueden derivar en la muerte del pa-
ciente. El personal sanitario mantiene monitorizado al
enfermo durante el tratamiento con ibogaína (derecha).
de drogas. Además, los sujetos que habían sido tratados
una única vez se mantuvieron abstinentes durante 5,5 me-
ses de promedio. Estos datos podrían indicar una mejo-
ra en comparación con el tratamiento mediante metado-
na (como se ha señalado, alrededor de un 80 por ciento
de los pacientes recaen si dejan de tomarla). Asimismo,
Schenberg observó que las personas que recibieron
varios tratamientos con ibogaína evitaron las drogas
por más tiempo: la media de abstinencia alcanzó los
8,4 meses.
Thomas Kingsley Brown, antropólogo médico que ha
trabajado en la Asociación Multidisciplinaria para el
Estudio de la Psicodelia en California, dirigió una inves-
tigación, no publicada, basada en el seguimiento duran-
te un año de 30 drogadictos tras la terapia con ibogaína
en dos clínicas de México. Los experimentadores llama-
ban a los pacientes todos los meses. También les propor-
cionaron el cuestionario Índice de Gravedad de la Adicción,
con el que se miden los progresos en diversos factores
relacionados con la adicción, entre ellos, el bienestar
psiquiátrico y social. Dos terceras partes de los sujetos
cumplieron con el tratamiento seis meses o algo más
antes de abandonarlo; la tercera parte restante completó
los doce meses que duraba el estudio. Los datos indicaban
que todos se beneficiaron de lo que Brown llama una
«enorme reducción de los síntomas de abstinencia». Los
probandos que completaron el año de experimentación
presentaban progresos en relación con el bienestar social.
Con todo, Brown ignora cuántos de los participantes
N.O 85 - 2017
 ADIC CIONES / DESINTOXICACIÓN
volvieron a consumir drogas tras el año de investigación,
si es que lo hizo alguno.
A pesar del despectivo comentario de Mallek sobre las
«charlas terapéuticas», Brown considera que la ibogaína
no resulta eficaz sin ellas. Las sesiones de psicoterapia
contribuyen a que los pacientes identifiquen las causas
de su adicción (traumas emocionales, dolores corporales,
entre otros) y, según describe, interrumpen las ansias
físicas y mitigan los síntomas de abstinencia. Este doble
efecto, sostiene, puede «reforzar en gran medida la deci-
sión de volver a llevar una vida honesta y sobria».
Muertes y daños cerebrales
Desde luego, ningún drogadicto podrá llevar una vida
digna si la ibogaína lo mata. Se han documentado los
riesgos cardiovasculares. También existe la posibilidad
de lesiones cerebrales. En los años noventa, varios tra-
bajos de la Universidad Johns Hopkins con animales
mostraron alteraciones en el cerebro graves y la degene-
ración en las células de Purkinje cerebelares (grandes
neuronas que controlan capacidades de la función mo-
tora) en ratas a las que se había administrado unos
100 miligramos por kilo de masa corporal (mg/kg) de
ibogaína (equivalentes a unos 16 mg/kg en humanos).
En una investigación de la Agencia de Protección Am-
biental estadounidense, efectuada en 1996, se demostra-
ba que una dosis de 100 mg/kg de esta sustancia provo-
caba en los múridos un incremento notable de la
proteína gliofibrilar ácida (GFAP) en ciertas áreas del
cerebro. La GFAP puede debilitar la estructura de las
células del cerebro y de la médula espinal, de tal manera
que puede aumentar la GFAP hasta un 215 por ciento en
el tronco encefálico y hasta un 142 por ciento en el núcleo
estriado. (No se apreciaron efectos en el cerebelo.)
La extensión de las lesiones en células de Purkinje y
la posibilidad de daños por picos de GFAP parece vin-
culada a la dosis. Cuando los investigadores del Colegio
MENTE Y CEREBRO 39
Médico de Albany administraron 40 mg/kg de ibogaí-
na a ratas adictas a los opiáceos (dosis equivalente a
6,5 mg/kg en personas de talla media; la fuerte de Mallek
fue de unos 8 mg/kg), no se apreció ninguna degenera-
ción en las células de Purkinje. En un estudio de la
Universidad de Arkansas y del Centro Nacional de In-
vestigación Toxicológica, se administraron cantidades
menores (25 mg/kg) a un grupo de ratas más de 12 ve-
ces a lo largo de un mes, sin indicios de neurotoxicidad
observables. En personas se ha confirmado que dosis
menores (4,5 mg/kg) han resultado fatales en un pacien-
te. Con todo, la inclusión de la ibogaína en la clasificación
Schedule I, muy restrictiva, y la carencia de fuentes de
financiación para efectuar estudios toxicológicos en
humanos han hecho casi imposible averiguar la causa
de este fallecimiento.
Deborah Mash, neurofarmacóloga en la facultad de
medicina de la Universidad de Miami, sí obtuvo en 1993
la aprobación por parte de la Agencia Federal de Fárma-
cos y Alimentos (FDA) para emprender un estudio de
seguridad de la ibogaína en voluntarios cocainómanos.
Los primeros resultados fueron positivos: las dosis ini-
ciales, de 1 y 2 mg/kg, no causaron ningún daño. Pero
cuando Mash buscó financiación del NIDA para inves-
tigar dosis mayores y emprender un estudio más amplio,
incluido el de seguridad (consiste en medir el tiempo que
tardan los probandos en metabolizar la sustancia y de-
terminar si estos resultados afectan a algún gen), se le
negó porque la ibogaína resultaba demasiado imprede-
cible para los ensayos en humanos.
«[La ibogaína] es la pesadilla de un farmacólogo»,
afirma Frank Vocci, quien dirigió la investigación sobre
drogadicción en la FDA y supervisó los estudios sobre
ibogaína del NIDA de los años noventa. Uno de los
principales problemas de esta sustancia, arguye, es que
a los investigadores les resulta difícil calibrar una dosis
predictible en el conjunto de una población. «Revisamos
los estudios [existentes] y encontramos alrededor de
dos muertes por cada cien personas que habían ingeri-
do ibogaína», describe Vocci. «No es posible llevar a
cabo un programa con tal grado de riesgo. Los datos
sobre seguridad son demasiado malos.»
No obstante, Mash pensó que sus resultados revelaban
que había dado con algo, a pesar de la desconfianza del
NIDA. Con financiación de inversores particulares y de
los propios pacientes, prosiguió entre 1996 y 2004 su
investigación sobre metabolismo, seguridad y eficacia de
la sustancia en más de 300 usuarios crónicos en una
clínica de la isla caribeña de Saint Kitts. Valiéndose de
datos de seguimiento de sujetos que habían sido tratados,
informó de que la desintoxicación mediante ibogaína
suprimía al menos el 90 por ciento de los síntomas de
abstinencia en usuarios crónicos de heroína. Más de la
mitad de los pacientes se mantuvieron «limpios» trans-
currido un año de la intervención, según informes de los
propios pacientes y declaraciones de sus familiares.
N.O 85 - 2017
 Efectos de la noribogaína en el cerebro
La cifra de muertes que ha causado la ibogaína y su ilegalización en Estados Unidos y algunos países de
Europa han impedido que se estudie en profundidad la capacidad de esta sustancia para inhibir el ansia por
consumir que producen las drogas adictivas, entre ellas, la heroína. Deborah Mash, neurofarmacóloga de la
Universidad de Miami, ha descubierto que la noribogaína, un derivado de la ibogaína, puede inhibir de for-
ma directa la liberación de dopamina, además de influir en otras dos sustancias que también controlan la do-
pamina: la serotonina y la acetilcolina. Hacen falta más estudios.

Acetilcolina
La noribogaína estimula
ciertas neuronas alojadas
en la habénula pineal y que
producen acetilcolina. Este
neurotransmisor inhibe la
Giro actividad de neuronas dopami-
­cingulado nérgicas que se encuentran
a lo largo del circuito de
recompensa en la
adicción.
ADDICTION». KENIA M. VELASQUEZ ET AL. EN FRONTIERS IN HUMAN NEUROSCIENCE, VOL. 8, ARTÍCULO No. 174, MARZO DE 2014
AXS BIOMEDICAL ANIMATION STUDIO (ILUSTRACIÓN); FUENTE: DEBORAH MASH; «THE ROLE OF THE HABENULA IN DRUG

Habénula
Hipotálamo
Amígdala
Dopamina
Núcleo AVT Hipocampo
Las drogas adictivas
estimulan las neuronas dorsal
dopaminérgicas de la sustancia del rafe Sustancia Serotonina
negra y del área ventral tegmen- negra
tal (AVT). La noribogaína, al ligarse Núcleo Las áreas dorsal y
a receptores en estas neuronas, medial medial del rafe poseen
inhibe la liberación de dopamina y del rafe neuronas que producen sero-
limita sus efectos sobre otras re- tonina. La noribogaína las inci-
giones, entre ellas la habénu- ta a enviar más serotonina a la
la, «estación de transbor- sustancia negra, donde dicha
do» del circuito de la molécula frena la actividad
adicción. de las neuronas producto-
ras de dopamina.

Mash se sirvió de este trabajo para elaborar una teoría
sobre el efecto de la ibogaína en el cerebro y lo que, a su
juicio, la hace que resulte tan potente. Desde una pers-
pectiva molecular, todos los momentos de euforia de
nuestra vida (gozo, gratificación y excitación) son resul-
tado de la dopamina, la serotonina y otros neurotransmi-
sores que envían señales a través de miles de millones de
neuronas de los centros de recompensa del cerebro.
Cuantos más compuestos de este tipo se hallan activos en
esas áreas, mejor nos sentimos. Al introducir en el cuerpo
un opiáceo poderoso, caso de la heroína, se dispara la
liberación de dopamina, entre otros neurotransmisores,
en el sistema «del placer», fenómeno que origina el «su-
bidón» de la droga. Si una persona sigue administrándo-
se heroína, el cerebro se habitúa a la presencia continua
de la droga y, como consecuencia, las redes neuronales de
los centros de recompensa se adaptan. Pero si este indi-
viduo deja de consumir la droga, el cuerpo y el cerebro
empiezan a exigir los compuestos de los que ahora carece.
El resultado es el síndrome de abstinencia.
La ibogaína es eficaz, resume Mash, porque no se li-
mita a reemplazar la heroína en una sola de estas vías

MENTE Y CEREBRO 40 N.O 85 - 2017

 ADIC CIONES / DESINTOXICACIÓN
neuronales, como hace, por ejemplo, la metadona. La
ibogaína, una vez en el organismo, se descompone en
noribogaína. Esta sustancia afecta a varias vías neuronales,
entre ellas, el sistema dopaminérgico, además de circui-
tos donde intervienen la serotonina y la acetilcolina, que
interactúan para transmitir o bloquear las señales de
ansia. Sin embargo, Mash no ha podido verificar ni de-
sarrollar este trabajo preliminar. «Sin financiación de los
Institutos Nacionales de Salud o de un patrocinador
farmacéutico, no se progresa», se lamenta.
Investigación en torno a la ibogaína
En opinión de Stanley Glick, profesor emérito en el De-
partamento de Neurociencia y Terapéutica Experimental
en el Centro Médico de Albany, los costes y los beneficios
de la ibogaína se equilibrarían fácilmente si tuviera menos
efectos secundarios. Este científico supo de las posibili-
dades y riesgos de la sustancia en los años noventa. Jun-
to con el químico Martin E. Kuehne comenzó a destilar
los agentes activos de la ibogaína, dejando de lado sus
componentes tóxicos. En 1996, desarrollaron un equiva-
lente sintético de la ibogaína: la 18-metoxicoronaridina
(18-MC). Constataron en animales de laboratorio que
esta bloqueaba los receptores nicotínicos alfa-3 beta-4
en el cerebro, de los que se considera que desempeñan
un papel importante en las adicciones, sin afectar por
ello al sistema serotoninérgico. Los investigadores creen
que dicho sistema es, en gran medida, responsable de las
alucinaciones que provoca la ibogaína. Glick describe:
«Proporciona un efecto paralizante en todo lo que aumenta
en exceso el grado de dopamina». Este proceso resulta
válido tanto para la heroína como para el alcohol o la
comida.
A lo largo del último decenio, Glick ha dirigido varios
estudios sobre la eficacia de la ibogaína y la 18-MC para
vencer las adicciones en roedores y humanos. Tras varios
intentos fallidos de introducir en el mercado dicha sus-
tancia, en 2009 se asoció con Savant HWP, una compañía
farmacéutica privada con sede en el norte de California.
Savant HWP recibió del NIDA más de 6,5 millones de
dólares para experimentar el producto en personas. En
2014 efectuaron un estudio aleatorizado, a doble ciego y
con placebo como control en Brasil. Una compañía aso-
ciada a Savant HWC demostró que ninguno de los vo-
luntarios que habían recibido dosis terapéuticas de 18-MC
sufría los efectos adversos de la sustancia (alucinaciones,
reacción cardíaca, lesiones en células de Purkinje o cual-
quier otra neurotoxicidad). La empresa farmacéutica
proyecta realizar este año ensayos clínicos con 18-MC,
primero con fumadores brasileños, y continuar con
personas de Estados Unidos adictas a opiáceos y a la
cocaína.
Mash no va muy rezagada. Inspirada por los resultados
de sus ocho años de ensayos con ibogaína en Saint Kitts,
ha contribuido a fundar DemeRx, una empresa farma-
céutica privada que está intentando comercializar la
MENTE Y CEREBRO 41
noribogaína, otro compuesto derivado de la ibogaína. En
febrero de 2015, un equipo de científicos neozelandeses,
a partir de investigaciones de esta empresa, publicó un
estudio de seguridad de la noribogaína que contó con
36 voluntarios masculinos no consumidores de drogas.
Tras administrarles diversas dosis terapéuticas de nori-
bogaína o placebo, se supervisó a los probandos durante
216 horas. Según los científicos, no se registraron efectos
adversos ni de la noribogaína ni del placebo en ninguno
de ellos. Investigaciones más recientes apuntan a que la
noribogaína, al igual que la 18-MC, puede compartir la
capacidad de la ibogaína para minimizar los síntomas de
abstinencia y vencer las adicciones, pero sin provocar sus
efectos secundarios.
Estudios preclínicos toxicológicos de DemeRx, no
publicados, han mostrado que dos semanas de exposición
crónica a la noribogaína no provocan ninguno de los
problemas neurológicos observados en otros estudios, a
saber, la degeneración de células de Purkinje o la activa-
ción de la GFAP. Esta compañía ha registrado en Estados
Unidos una solicitud de investigación de nuevos fárma-
cos para la noribogaína. En la actualidad se están efec-
tuando estudios preliminares sobre la eficacia de esta
sustancia.
El colectivo de pacientes que mueve a Glick y Mash
no solo se compone de drogodependientes; también
incluye a personas que sufren una dolencia más común:
la depresión. Los fármacos para mejorar el estado de
ánimo (como la fluoxetina, más conocida por su marca
comercial Prozac) actúan como inhibidores selectivos de
recaptación de serotonina (ISRS), de manera que bloquean
la reabsorción de serotonina por parte de las neuronas.
Al aumentar este neurotransmisor, se incrementa la ac-
tividad en el cerebro, fenómeno que parece mejorar el
estado de ánimo de quienes sufren depresión. Pero ni
el Prozac ni otros ISRS resultan siempre eficaces. Según
un estudio publicado en 2010 en la revista Journal of the
American Medical Association, los placebos y los ISRS
mostraban efectos similares en sujetos que sufrían un
trastorno depresivo entre leve y moderado.
En otra investigación, financiada por el Instituto Na-
cional de Salud Mental desde 2006, se halló que alrededor
del 70 por ciento de los pacientes que tomaban ISRS
experimentaban los mismos síntomas de depresión al
cabo de 14 semanas. Algunos pacientes, a quienes dichos
fármacos nada han resuelto, buscan en la ibogaína un
remedio que consiga normalizar su presunto desequilibrio
químico.
Kogan asegura que alrededor del 80 por ciento de
quienes ingresan en Envision Recovery para un tratamiento
de depresión dejarán de tomar ISRS de manera perma-
nente. Aunque tal aserto no está científicamente respal-
dado, afirma que en su clínica han visto aumentar en un
300 por ciento el número de consumidores de ISRS en
solo tres años. A finales de 2016, estos pacientes suponían
el 30 por ciento del total de clientes de Envision. Según
N.O 85 - 2017
 ADIC CIONES / DESINTOXICACIÓN

Shea Prueger (iz-

quierda) y Lex Ko-
gan gestionan En-
vision. Se muestran
convencidos de que
la ibogaína puede
curar la drogode-
pendencia y la de-
presión. Su centro
ofrece tratamiento
para ambas enfer-
medades.

pronostica, la cifra se duplicará en años venideros. Glick
considera que un equivalente no tóxico de la ibogaína
constituiría una importante incorporación al arsenal de
antidepresivos.
Demanda y oferta
Cuatro días después de recibir la dosis fuerte de ibogaína, Envision para un tratamiento de continuación. Estaba
Mallek se apresuró a hacer las maletas para tomar un bus decidido a «limpiarse», sin importar los riesgos.
que le llevara a recorrer y conocer el oeste de Costa Rica.
«Voy a ver unos cuantos monos, a sentarme en una playa,
¡lo que sea!», auguraba parlanchín y rebosante de energía.
«No siento ansias por consumir ni sufro abstinencia»,
afirmaba con una gran sonrisa. «La gente intenta dejarlo
de muchas formas, y todas fallan. Pero esta funciona con
cualquiera. Esta sustancia es un milagro.»
Pero Mallek se equivocó. La ibogaína no funciona con
todo el mundo. Ni tan siquiera con él. Durante cuatro
meses se mantuvo limpio; luego, recayó. Pacientes como
él, junto con la preocupación por los riesgos para la salud,
contribuyen a que la ibogaína se tenga por un remedio
marginal relegado a clínicas no regularizadas. Se necesi-
tan estudios clínicos aleatorizados a doble ciego y con-
trolados por placebo en un número suficientemente
grande de centros para que cambie este escenario. Sin
embargo, la preocupación por la seguridad hace invero-
símil que las instituciones oficiales, sean estadounidenses Noribogaine reduces nicotine self-administration in rats. Qing
o europeas, asignen fondos con ese fin. Además, las
compañías farmacéuticas privadas apenas han mostrado
interés por la ibogaína, tanto por el peligro que compor-
ta como por la dificultad de patentarla.
Aun así, el gran número de drogodependientes que
ansían salir de su infierno no permite prever su desapa-
rición en un breve espacio de tiempo. Mallek no culpa Curación por psicodelia. David Jay Brown en MyC n.o 37, 2009.
a la sustancia de su recaída; por el contrario, la atribu­
ye a su propia debilidad. «No pretendo decir que la
ibogaína le devuelve la vida a los adictos, sino más bien
que les da la capacidad para encauzar sus vidas», me
escribió en un correo electrónico. «Pero la libertad sin
sabiduría puede ser peligrosa.» Mallek creía que había
adquirido sabiduría, al menos, sobre sus deficiencias
personales. Estaba considerando un segundo viaje a
H
© Scientific American
PA R A S A B E R M Á S
Ibogaine in the treatment of substance dependence. Thomas
Kingsley Brown en Current Drug Abuse Reviews, vol. 6, n.o 1,
págs. 3-16, 2013.
Treating drug dependence with the aid of ibogaine: A retro-
spective study. Eduardo Ekman Schenberg et al. en Journal of
Psychopharmacology, vol. 28, n.o 11, págs. 993-1000, 29 de
septiembre de 2014.
The anti-addiction drug ibogaine and the heart: A delicate
relation. Xaver Koenig y Karlheinz Hilber en Molecules, vol. 20,
n.o 2, págs. 2208-2228, febrero de 2015.
Chang et al. en Journal of Psychopharmacology, vol. 29, n.o 6,
págs. 704-711, junio de 2015.
EN NUESTRO ARCHIVO
El cerebro adicto. Eric J. Nestler y Robert C. Malenka
en IyC, mayo de 2004.
La trampa de la adicción. Christian Lüscher
en MyC n.o 48, 2011.

MENTE Y CEREBRO 42 N.O 85 - 2017

 INSTANTÁNEA
HEATHER DE RIVERA, LABORATORIO MCCARROLL / CORTESÍA DE PAUL GOLDSMITH, INSTITUTO BROAD DEL MIT Y HARVARD
Poda sináptica excesiva en la esquizofrenia
S
e considera que el riesgo de padecer esquizofrenia
viene condicionado por la herencia. Sin embargo,
no se conoce con exactitud cómo funciona la
predisposición genética que conduce a esta enferme­
dad. Científicos dirigidos por Steve McCarroll, de la
Universidad Harvard en Boston, han hallado indicios
de una variante genética frecuente en pacientes es­
quizofrénicos que puede conducir al descontrol de las
conexiones nerviosas durante la maduración cerebral.
Si bien el gen C4 del cromosoma seis se había rela­
cionado con el sistema inmunitario, los investigadores
han descubierto que también modula la poda sinápti­
ca, un proceso implicado en la maduración cerebral y
que consiste en la eliminación de las conexiones su­
perfluas hasta el principio de la edad adulta. Cuando
existen demasiadas conexiones o estas son erróneas,
podría desencadenarse la esquizofrenia.
Desde hace tiempo se sabe que las células en la cor­
teza cerebral de los afectados muestran una conexión
MENTE Y CEREBRO
escasa. La denominada variante A del gen C4 puede
ser responsable de ello.
La imagen muestra una fotografía microscópica de
neuronas humanas en un cultivo celular. Con el fin
de visualizar la fina y casi transparente red, los cientí­
ficos han teñido de rojo la proteína estructural que suele
encontrarse en el citoesqueleto, y el ADN, de azul.
Las proteínas codificadas por el gen C4 (verde) marcan
las sinapsis que deben ser podadas, según indican los in­
vestigadores. Cuando se presenta la variante A de este
gen, aumenta la síntesis de proteínas C4. Si hay demasia­
das, puede desembocar en podas drásticas que finalmente
desencadenan la esquizofrenia. No obstante, no son la
única causa de esta psicopatología. Las influencias am­
bientales también desempeñan un papel destacado [véase
«Los inexorables misterios de la esquizofrenia», por Mi­
chael Balter; Investigación y Ciencia, julio de 2017].
«Schizophrenia risk from complex variation of complement
­component 4». A. Sekar et al. en Nature, vol. 530, págs. 177-183, 2016
43 N.O 85 - 2017
 AVANCES
Neuroprotección
El resveratrol previene el deterioro
­cerebral propio del envejecimiento
Este polifenol, presente en uvas y moras, protege el cerebro del estrés
oxidativo y la inflamación en ratones viejos
Verónica Palomera Ávalos, Christian Griñán Ferré y Mercè Pallàs
E
nvejecer comporta para el organismo un conjunto
de modificaciones morfológicas y fisiológicas, las
cuales suponen una disminución de la capacidad
de adaptación frente a los agentes perturbadores o a si-
tuaciones y estados adversos. Esta falta de resiliencia se
refleja, sobre todo, en la pérdida de memoria y en la ca-
pacidad de aprendizaje durante la senectud, fenómenos
que se relacionan, a su vez, con el estrés oxidativo y la
inflamación que experimenta el cerebro a esas edades.
En la última década están proliferando los estudios cen-
trados en el efecto beneficioso que producen las molé-
culas antioxidantes sobre el organismo. Uno de los
compuestos que despierta mayor interés por su efecto
protector frente al deterioro cognitivo es el resveratrol.
Este polifenol natural y con un elevado potencial antio-
xidante se halla presente en alimentos como la uva y los
frutos rojos. Pero ¿por qué protege de la merma cogniti-
va durante la vejez?
Con el fin de averiguarlo, se complementó con resve-
ratrol la comida habitual de ratones de 22 meses de edad
(equivalente a 60 años en humanos). También lo inclui-
mos en la comida rica en grasas que recibían otros grupos
de múridos. Nuestro objetivo era conocer los posibles
efectos negativos de una dieta calórica sobre los procesos
metabólicos de las neuronas, así como averiguar si el
resveratrol prevenía los cambios cerebrales relacionados
con el envejecimiento.
Los resultados, publicados a principios de este año en
la revista de acceso libre Rejuvenation Research, revelaron
que la ingesta de resveratrol ayuda a prevenir la pérdida
L O S AU TO R E S
Verónica Palomera Ávalos, Christian Griñán Ferré y Mercè
Pallàsinvestigan en el Departamento de Farmacología de la
Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la
Universidad de Barcelona.
MENTE Y CEREBRO
de memoria y de la capacidad de aprendizaje en ratones
viejos. Este efecto beneficioso se produjo a partir de la
disminución del estrés oxidativo y de la neuroinflamación.
Procesos metabólicos alterados
Tanto el estrés oxidativo como la inflamación son proce-
sos celulares que resultan necesarios para el organismo.
Sin embargo, cuando los mecanismos de control de estos
procesos no funcionan de manera adecuada, por lo que
se produce un desequilibrio, la salud puede quedar afec-
tada. En concreto, el estrés oxidativo dañino acontece
cuando el organismo es incapaz de eliminar el exceso de
especies reactivas de oxígeno (ERO) que se producen a
través de la generación de energía que origina la respira-
ción celular. Las enzimas detoxificantes se encargan de
reducir las ERO (entre ellas, los radicales y el peróxido
de hidrógeno) y de convertirlas en moléculas estables,
tarea a la que contribuyen también los compuestos anti-
oxidantes que provienen del exterior.
Por otro lado, la respuesta inflamatoria, necesaria para
activar los procesos de reparación de lesiones en los te-
jidos y prevenir la infección por patógenos, se caracteri-
za por la infiltración y activación de las células inmuni-
tarias en el tejido dañado y la producción de citocinas
proinflamatorias (proteínas que se forman en las células
y se liberan al espacio extracelular). Aunque inicialmen-
te la activación del sistema inmunitario es un mecanismo
que promueve la supervivencia, la cronicidad de los
procesos inflamatorios, sobre todo a escala cerebral,
deviene perjudicial en las etapas de senectud.
Si bien todas las células aeróbicas (que requieren mu-
cho oxígeno) del organismo pueden sufrir los efectos de
las ERO, las del sistema nervioso central son las más
vulnerables, puesto que dicha estructura utiliza alrededor
del 20 por ciento de oxígeno que respiramos a pesar de
que solo representa el 5 por ciento del peso corporal total.
Además, el incremento del estrés oxidativo afecta espe-
cialmente a las neuronas, en parte, por su limitada capa-
44 N.O 85 - 2017
Antioxidante natural
El resveratrol es un polifenol na-
tural con un elevado potencial
antioxidante. Michio Takaoka lo
aisló por primera vez en 1940 a
partir de la raíz de Veratrum
del sistema de defensa de la plan-
ta ante situaciones ambientales
estresantes: presencia de metales
pesados, heridas, infecciones fún-
gicas o radiación ultravioleta. Un

grandiflorum O. Loes. Pero se ha-
lla presente en la piel de los frutos
y semillas de más de 70 especies
de plantas (como uvas, moras y
cacahuetes), además de en el cho-
colate negro y el vino, entre otros
alimentos. Su síntesis forma parte
ISTOCK / GRESEI
elevado número de estudios cien-
tíficos preclínicos demuestran
que el resveratrol posee múltiples
efectos terapéuticos, a saber, anti-
microbianos, cardioprotectores, La piel de la uva presenta la
antitumorales, antidiabéticos y ­ ayor concentración de resveratrol
m
antioxidantes. (­entre 50 y 100 microgramos por gramo).

cidad para luchar contra dicho proceso y para renovarse rias. Estos genes se expresaron en menor medida en el
o repararse. Asimismo, el cerebro es rico en fosfolípidos grupo de ratones que consumieron resveratrol, reducién-
y ácidos grasos libres poliinsaturados, elementos muy dose así la inflamación. No obstante, dicho efecto pre-
sensibles a la oxidación. Todo ello aumenta el riesgo de ventivo solo destacó en los animales sometidos a un estrés
alteraciones neuronales. Aun así, factores ambientales metabólico a través de una dieta rica grasa, no en los que
como la dieta, el ejercicio físico y la no exposición a con- recibieron una alimentación habitual.
taminantes pueden modular estos mecanismos oxidativos. Gran parte de las vías moleculares alteradas en los
ratones viejos también aparecen afectadas en pacientes
Efecto neuroprotector con dolencias neurodegenerativas, entre estas, la enfer-
Para nuestro estudio utilizamos 38 ratones de 22 meses, medad de Alzheimer. Por tanto, y como sugieren otros
que separamos en grupos según el tipo de alimentación estudios publicados, es posible que los efectos beneficio-
(rica en grasa, con resveratrol o ambos) que recibían. sos del resveratrol que se registran en animales puedan
También se incluyeron 12 ratones jóvenes (de dos meses) observarse en humanos. Debe tenerse en cuenta, sin
como grupo de control. El suplemento de resveratrol fue embargo, que la dosis de resveratrol en la dieta normal
de unos 160 miligramos diarios durante dos meses. Con de una persona resulta pequeña (entre 25 y 50 miligramos
el objetivo de registrar los cambios que se producían en por día) en comparación con la que utilizamos en la
relación con los mecanismos neurodegenerativos debidos experimentación con roedores. Aun así, según apuntan
al envejecimiento, evaluamos diversos parámetros, entre otras investigaciones, una alimentación rica en polifeno-
ellos, los niveles de glucosa en sangre y el deterioro cog- les incluye otros antioxidantes cuyo efecto positivo podrían
nitivo, así como los marcadores bioquímicos y molecu- sumarse a los del resveratrol. H
lares en el hipocampo de los animales. Descubrimos que
el resveratrol inducía una serie de efectos de defensa
coordinados contra el estrés oxidativo y la inflamación.
En concreto, observamos un incremento de dos proteí- PA R A S A B E R M Á S
nas prolongevidad, sirtuina1 (SIRT1) y PGC1a, implicadas
Ageing-associated oxidative stress and inflammation a allevia­
en la resistencia al estrés oxidativo y en la prevención del ted by products from grapes. K. S. Petersen y C. Smith en
envejecimiento. También hallamos su acción beneficiosa Oxidative Medicine and Cellular Longevity. Doi:
sobre la actividad mitocondrial, puesto que promueve la 10.1155/2016/6236309, 2016.
biogénesis (generación de nuevas mitocondrias). Este Metabolic stress induces cognitive disturbances and inflamma-
incremento lleva asociado la reducción de las ERO que se tion in aged mice: Protective role of resveratrol. V. Palomera
generan por una ineficiencia en la respiración celular y, Avalos et al. en Rejuvenation Research. Doi: 10.1089/
por tanto, la disminución del estrés oxidativo y la inflama- rej.2016.1885, 2017.
ción. Asimismo, el incremento en la eficiencia de la acti-
EN NUESTRO ARCHIVO
vidad mitocondrial produce un aumento de la disponibi-
lidad energética de las células neuronales, sumándose así Polifenoles y salud. J. C. Espín de Gea y F. Tomás Barberán en
otro efecto positivo del resveratrol para el cerebro. IyC, mayo de 2006.
Por otro lado, constatamos que la dieta rica en grasa El mito de los antioxidantes. Melinda Wenner Moyer en IyC,
elevaba la expresión de genes de citocinas proinflamato- mayo de 2013.

MENTE Y CEREBRO 45 N.O 85 - 2017

 Neurología
Daño hepático tras un traumatismo
­cerebral
Después de una lesión craneoencefálica, el cerebro produce inflama-
ción en órganos de la periferia, sobre todo en el hígado, que responde
a esa alteración con la proteína amiloide A sérica
Sonia Villapol

A
lrededor de cinco mil personas al año sufren algún sérica A (SAA) aumenten de forma rápida. La SAA se
tipo de traumatismo craneoencefálico en España. sintetiza sobre todo en el hígado y actúa como un com-
Los principales motivos de estas lesiones se atri- ponente inflamatorio potente en muchas enfermedades.
buyen a golpes bruscos en la cabeza, muchos de ellos a Por ejemplo, algunos estudios revelan que los niveles de
causa de accidentes de tráfico o laborales, caídas o agre- SAA en sangre se incrementan hasta mil veces en res-
siones físicas. En función de las regiones cerebrales puesta a una inflamación sistémica en ratones a los que
afectadas, pueden producirse diversas secuelas: dolores se ha inyectado una endotoxina bacteriana que causa una
de cabeza intensos, ataques epilépticos, pérdida motora inflamación grave.
y cognitiva, merma del conocimiento y de la memoria, Hallamos altos niveles de dicha proteína en el hígado
alteraciones conductuales, emocionales o anímicas, difi- de ratones que habían sufrido un daño cerebral. Esta
cultad en el habla o, incluso, un estado de coma. Pero las interesante conexión entre el traumatismo craneoence-
áreas cerebrales no son las únicas que padecen las con- fálico y la respuesta hepática nos abría la puerta a nuevos
secuencias de la lesión: también otros órganos del cuer- interrogantes acerca de los mecanismos de comunicación
po, algunos quizás insospechados a primera vista, pre- entre el cerebro y la periferia en respuesta a la inflamación.
sentan efectos secundarios, entre ellos, el hígado.
Hasta ahora, la investigación se ha centrado en hallar Excelente biomarcador de lesiones cerebrales
terapias farmacológicas capaces de reparar los daños en La proteína SAA constituye un potente mediador proin-
el cerebro. De este modo, numerosos estudios han pues- flamatorio. Además de causar diversas vías de señalización
to el punto de mira en el descubrimiento de tratamientos de varios tipos celulares (macrófagos, monocitos, fibro-
neuroprotectores que reduzcan la respuesta inflamatoria, blastos, linfocitos, células endoteliales y, sobre todo, de
un aspecto fundamental para evitar la extensión del daño las células de la microglía), es capaz de unirse a neutró-
neuronal después de un impacto traumático. La experi- filos y promover la expansión de los linfocitos del sistema
mentación con animales ha permitido descubrir varios inmunitario, los cuales migran hacia la región dañada o
medicamentos efectivos, pero estos fármacos (entre ellos, inflamada. Ello produce la expresión de citocinas que
la progesterona) han fracasado en los pacientes humanos. contribuyen al proceso proinflamatorio en las horas
¿Por qué razón? iniciales después de una lesión. Asimismo, el gen SAA1
favorece cambios en la morfología, la proliferación, la
Inflamación en otros órganos supervivencia y el estrés oxidativo de las células micro-
El interés por reparar el cerebro ha dejado a la sombra gliales y los astrocitos a través de la interacción con re-
otro aspecto esencial en el traumatismo craneoencefáli- ceptores específicos.
co: la búsqueda de mecanismos para proteger el resto de Por otra parte, numerosos estudios proponen la pro-
los órganos del cuerpo. Estos también quedan afectados teína SAA como un biomarcador de estados inflamatorios.
y, de algún modo, interfieren en la evolución del daño Una investigación en bebés que al nacer presentaban
cerebral. De hecho, es posible que ese sea uno de los encefalopatía hipóxica-isquémica, la cual se produce por
motivos por el que las farmoterapias que funcionan en la falta de oxígeno, registró altos niveles de SAA en san-
animales fallan en las personas. gre correlacionados con el grado de gravedad del daño
En nuestra investigación, publicada en The American cerebral que se había producido. En pacientes adultos
Journal of Pathology, hemos constatado en ratones que con diversos politraumatismos también se encontraron
un impacto en la corteza cerebral provoca que los niveles niveles altos de SAA en sangre. Todo ello apoya la hipó-
en sangre de una pequeña proteína llamada amiloide tesis de que la detección de SAA puede constituir un buen

MENTE Y CEREBRO 46 N.O 85 - 2017

 AVANCES

A B
Daño cerebral
SAA
Respuesta Infiltración
inflamatoria de neutrófilos
central y leucocitos

DE: S. VILLAPOL EN NEURAL REGENARATION RESEARCH, VOL. 11, N. o 2, PÁGS. 226-227, 2016
Citoquinas y
micropartículas Células
liberadas a ­inflamatorias
la circulación 50 μm
sanguínea

Microglía/
macrófagos
SAA
SAA

Núcleos
SAA

Inflamación
20 μm
en el hígado

Después de un traumatismo craneoencefálico (A), las células gliales, principalmente las de la microglía, se activan
y se encargan de fagocitar las células muertas; pero también liberan proteínas inflamatorias, como las citocinas y
quimiocinas. Estas inician una cascada de activación de las células gliales vecinas y, al liberarse al torrente sanguí-
neo, actúan asimismo como mediadores inflamatorios, de modo que establecen puentes de comunicación entre el
cerebro y el resto de los órganos, sobre todo el hígado. Este sintetiza, a su vez, la proteína amiloide sérica A (SAA),
la cual ejerce de mediador inflamatorio, se une a neutrófilos y promueve la expansión de los linfocitos del siste-
ma inmunitario, los cuales migran hacia la región dañada o inflamada del cerebro, según hemos comprobado
en ratones. Las fotografías microscópicas de la corteza cerebral dañada (B) muestran células inflamatorias de mi-
croglía o macrófagos (rojo) que interaccionan con SAA (verde). Los núcleos aparecen teñidos de azul.

biomarcador en las personas que han sufrido algún tipo res de angiotensina (el telmisartan). Los niveles de SAA
de lesión cerebral pero que, al parecer, no sufren ningu- se redujeron pasados tres días. También conseguimos
na neuropatología ni déficits cognitivos. bloquear la producción de dicha proteína mediante
colchicina (fármaco que se suele emplear para tratar la
Inhibir la proteína amiloide A sérica amiloidosis). Sin embargo, los efectos secundarios que
Teniendo en cuenta que SAA representan un potente comporta este último medicamento, así como su poca
mediador en la respuesta inflamatoria, ya que recluta especificidad en el bloqueo de SAA, no permiten consi-
células inflamatorias hacia la región dañada, bloquear derarlo apto para estos casos.
su producción podría representar una herramienta te- En cambio, la terapia mediante oligonucleótidos
rapéutica eficaz en caso de traumatismo craneoencefá- antisentido está despertando gran interés en los últimos
lico. A las pocas horas de un daño cerebral, los niveles años. La especificidad de las secuencias de ARN diana
en sangre de SAA son muy altos, aunque se van redu-
ciendo días después. En nuestro estudio encontramos
que los ratones que habían sido sometidos a un daño
cerebral traumático presentaban niveles altos de SAA en L A A U T O R A
el plasma. Con el fin de determinar la función de esta Sonia Villapoles neurocientífica y profesora en el
proteína, bloqueamos su producción en el hígado de los ­Departamento de Neurociencias de la Universidad
roedores mediante un potente inhibidor de los recepto- de ­Georgetown, en Washington D.C.

MENTE Y CEREBRO 47 N.O 85 - 2017

y su inocuidad son sus principales atractivos. Estudios PA R A S A B E R M Á S
iniciales han demostrado que la supresión de la produc-
Antisense oligonucleotide suppression of serum amyloid A
ción de la proteína SAA en ratones gracias a oligonu- reduces amyloid deposition in mice with AA amyloidosis. B.
cleótidos antisentido ha reducido la deposición de Kluve-Beckerman et al. en Amyloid, vol. 18, págs. 136-146, 2011.
amiloides. Nuestro equipo observó una reducción del
Serum amyloid a differentially activates microglia and astro-
60 por ciento de los niveles de SAA en múridos tratados cytes via the PI3K pathway. Liu J. Yu et al en Journal of Alzhei-
con este método un día después de sufrir un daño mer’s Disease, vol. 38, págs. 133-144, 2014.
­cerebral.
Hepatic expression of serum amyloid A1 is induced by trau-
Con todo, resta analizar con mayor detalle si la su- matic brain injury and modulated by telmisartan. S. Villapol
presión de dicha proteína permite una reducción de la et al. en The American Journal of Pathology, vol. 185,
respuesta inflamatoria y del daño cerebral en los ani- págs. 2641-2652, 2015.
males. Probablemente, si conseguimos mermar los ni- Consequences of hepatic damage after traumatic brain injury:
veles de SAA que se producen en el hígado después de Current outlook and potential therapeutic targets. S. Villapol en
un traumatismo craneoencefálico, no solo se aliviará la Neural Regeneration Research, vol. 11, n.o 2, págs. 226-227, 2016.
inflamación hepática, sino que también se logrará re-
parar la lesión en las regiones cerebrales afectadas y, de EN NUESTRO ARCHIVO
ese modo, se favorecerá la recuperación de las habili- La maquinaria celular de la inflamación. Wajahat Z. Mehal
dades motoras y cognitivas perjudicadas. H en IyC, febrero de 2016.

Cognición
Efectos de la pobreza
en el cerebro del bebé
Desde el segundo año de vida, los niños criados
en entornos con menos recursos económicos y educativos muestran
un funcionamiento más inmaduro en áreas cerebrales
importantes para la atención y el aprendizaje
M. Rosario Rueda y Ángela Conejero

U
na cuestión fundamental en el estudio del de-
sarrollo humano ha sido conocer la influencia
del ambiente y la experiencia durante la infan-
cia en el desarrollo de las capacidades cognitivas del
individuo. Muchos datos indican que los padres con un
nivel educativo alto fomentan el desarrollo del lengua-
je del niño. Pero el efecto que tiene la educación de los
padres en una habilidad tan sujeta al aprendizaje como
es el lenguaje sorprende poco. Más llamativo resulta
que el estatus socioeconómico también media en el
desarrollo de habilidades cognitivas como la atención,
la memoria y la inteligencia. Investigaciones recientes
indican que el nivel socioeconómico familiar se asocia
con el desarrollo de las regiones cerebrales que susten-
tan estas habilidades. De este modo, un ambiente edu-
cativo y económico pobre puede contribuir a un rendi-
miento escolar bajo.
Lejos de pretender estigmatizar a las familias con menos
recursos, estas investigaciones intentan ahondar en el
conocimiento de los aspectos relacionados con la pobreza
que pueden constituir factores de riesgo para el desarrollo
neurocognitivo infantil. En este contexto, exploramos el
efecto del nivel socioeconómico familiar en la capacidad
de los bebés para detectar errores, una medida que permi-
te evaluar de forma temprana el sistema cerebral relacio-
nado con la atención y el aprendizaje. Centramos nuestro
estudio publicado en Developmental Science en el análisis
de la actividad neuronal en el lóbulo frontal, región que
se relaciona con el desarrollo del control atencional.
Detectar situaciones inesperadas
Durante la segunda mitad del primer año de vida, los
bebés comienzan a desarrollar su capacidad de control de
la atención. Por ejemplo, aprenden a orientarla hacia un

MENTE Y CEREBRO 48 N.O 85 - 2017

 AVANCES

Rompecabezas reveladores
Con el fin de averiguar el desarrollo
de la atención en bebés de 16 meses
medimos su actividad cerebral me-
diante sensores de encefalografía
mientras llevaban a cabo una activi-
dad de detección del error. Primero
familiarizamos a los niños con tres
sencillos puzles que representaban
otros tantos animales (pollito, oveja
y mono) (A). El experimentador
completaba los rompecabezas siem-
pre por el mismo orden y nombran-
do las piezas (1). A continuación se
mostraba a los niños el mismo pro-
ceso, pero esta vez en pantalla (2).
En la fase experimental posterior,
los bebés observaban cómo se com-
pletaban los distintos puzles en la
pantalla (B). Un estímulo llamativo
y un sonido captaban su atención.
Luego se presentaba la compleción
de cada figura, con la particularidad
de que se mostraban tres posibles
condiciones: una en la que la cabeza
del animal se colocaba de forma
correcta; otra en la que se añadía
erróneamente (error de posición), y
una tercera en la que se completaba
la figura con la cabeza de un animal
diferente (error conceptual). Ante
ambas posibilidades de error, el ce-
rebro del bebé presentaba una ma-
yor actividad en el lóbulo frontal.

A. Procedimiento de familiarización B. Procedimiento experimental

1. Formación guiada
de los puzles

La cabeza...
Las patas... El cuerpo... ¡es un pollito! Correcto
¡pío! ¡pío!

Hasta que 1 segundo 1 segundo Error de posición

el bebé mira

2. Familiarización
¡pío! con dibujo
en pantalla
Error conceptual
1 segundo
¡pío!
CORTESÍA DE CHARO RUEDA

¡pollito!

Bebé con la red

de sensores

lugar de la escena donde aparece con frecuencia un obje-
to interesante antes de que este vuelva a surgir. El hecho
de que anticipe la atención movido por la expectativa
indica que el bebé controla la atención y no es la mera
presentación del objeto la que le incita a mirar allí.
Desde un punto de vista neurológico, el desarrollo del
control de la atención se halla asociado a los cambios
madurativos que tienen lugar en el lóbulo frontal, la
parte más anterior del cerebro. En los primeros dos años
de vida se produce un incremento notable del volumen
de la sustancia gris (cuerpos neuronales) y el grosor
cortical en esta región cerebral; también aumentan las
conexiones entre neuronas de esta y otras partes del ce-
rebro, cambios que se van a extender a lo largo de toda
la infancia y gran parte de la adolescencia.
El control de la atención es el primer paso para llegar
a regular nuestro comportamiento en función de metas
propias y evitar encontrarnos a merced de los eventos
externos o impulsos internos que acontecen de forma
automática. Un buen ejemplo de ello es la detección de
errores. Muchas veces, cuando nuestra atención está
monopolizada por un pensamiento u otra actividad,
cometemos errores de acción que no detectamos o nos
pasan desapercibidos acontecimientos que ocurren a
nuestro alrededor. Por tanto, la atención es necesaria para
percatarnos de que algo no va bien o sucede de un modo
inesperado.
Por otro lado, se ha demostrado que los eventos que
violan las expectativas captan más nuestra atención y
despiertan en nosotros más curiosidad por explorarlos.

MENTE Y CEREBRO 49 N.O 85 - 2017

 AVANCES
Un estudio reciente revela que incluso los bebés de un año
prefieren investigar juguetes que se comportan de un
modo extraño que aquellos que hacen lo esperable.
Además de captar la atención, o precisamente por ello,
los acontecimientos inesperados se registran de un modo
especial en nuestro cerebro. Así, cuando un individuo
comete un error se produce una activación en la parte
frontal de su cerebro apenas unos 100 milisegundos
después de haber dado la respuesta errónea (ello no su-
cede tras una respuesta correcta). Esta reacción cerebral
se denomina negatividad asociada al error (ERN por sus
siglas en inglés).
Pero la ERN no solo se observa cuando el propio su-
jeto comete un error, sino también si este advierte un
fallo cometido por otro o cuando percibe algo inespera-
do. Mediante modelos matemáticos y técnicas de neu-
roimagen, sabemos que la ERN se origina a partir de la
activación del giro cingulado anterior, una región aloja-
da en la parte frontal del cerebro y de gran relevancia
para el control de la atención y el apren­dizaje.
Tal actividad se produce a una frecuencia de excitación
neuronal de entre 4 y 8 hercios (ritmo theta). Las neuro-
nas de distintas partes del cerebro que responden con el
mismo ritmo de activación trabajan de forma coordina-
da y coherente en pos de aquello para lo que se han es-
pecializado. El ritmo theta es el «lenguaje» que usan las
neuronas para comunicarse con otras que ayudan en la
tarea de detectar y aprender de los errores. Se trata de
una red de estructuras cerebrales implicada en el control
y la regulación del comportamiento.
La atención en un cerebro inmaduro
Para investigar el desarrollo temprano del sistema de
detección de errores y los posibles factores ambientales
que pueden mermar o potenciar su funcionamiento,
contamos con la participación de 88 bebés de 16 meses.
En una primera fase del estudio, los niños se familiari-
zaron con tres puzles sencillos que representaban figuras
de animales (pollito, oveja y mono). Con ese fin, el expe-
rimentador desarrolló durante unos minutos un juego
guiado, en el que completaba el cuerpo de cada animal
pieza a pieza, siempre comenzando por las patas, segui-
das del cuerpo y, finalmente, de la cabeza. Una vez com-
pletado el rompecabezas, el investigador nombraba en
voz alta el animal («¡Es un mono!»), proceso que se re-
pitió tres veces con cada puzle.
A continuación, sentado sobre el regazo de su cuidador,
el bebé miraba una pantalla de ordenador en la que en
L A AU TO R A
M. Rosario Ruedainvestiga en el Centro de Investigación
Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) de la Universi-
dad de Granada y es profesora del Departamento de Psicología
Experimental. Ángela Conejero es investigadora en el CIMCYC.
MENTE Y CEREBRO
un lado aparecía una fotografía del puzle completado, y
en el otro se iba formando la figura de manera progresi-
va y mediante líneas negras sobre un fondo blanco. Este
proceso se repitió tres veces con cada rompecabezas. Para
capturar y mantener la atención del bebé, la presentación
gráfica se acompañaba del sonido característico del ani-
mal en cuestión. Una vez terminado el puzle, se escucha-
ba de nuevo una voz que nombraba al animal.
Había llegado la hora de la fase experimental. Tras
captar de nuevo la atención del niño con un estímulo
llamativo de color y un sonido que aparecían en la pan-
talla, se volvía a mostrar la compleción progresiva de una
figura (primero las patas, luego el cuerpo y posterior-
mente la cabeza), pero esta vez con la particularidad de
que solo en un tercio de los ensayos se colocaba la cabe-
za de forma correcta. En otro tercio, la última pieza se
añadía erróneamente (error de posición), y en el tercio
restante se ponía la cabeza de un animal diferente (error
conceptual). Se efectuaron 12 ensayos con cada puzle
(cuatro por cada condición: correcto, error de posición,
error conceptual), hasta un total de 32 veces. El ordena-
dor determinaba de manera aleatoria el tipo de ejemplo
que se iba a mostrar.
Con el objetivo de registrar la respuesta cerebral de
los bebés durante la experimentación les colocamos
sensores electroencefalográficos en su cabeza. De este
modo detectamos que su cerebro presentaba una activa-
ción muy marcada en la parte frontal tras la observación
de errores tanto de posición como conceptuales. Esta
activación no se producía, en cambio, cuando el puzle se
completaba de forma correcta. Ello sugería que se trata-
ba de una respuesta cerebral específica ante el error.
Para confirmar que el protocolo experimental que
habíamos ideado para niños preverbales servía de mar-
cador de la activación del sistema cerebral atencional
llevamos a cabo el mismo experimento con adultos.
Esta vez contamos con la participación de un grupo
de 14 adultos con una media de edad de 22 años. Según
hallamos, mostraban una activación cerebral más pro-
nunciada en las compleciones incorrectas en comparación
con las correctas. Igual que los bebés. Asimismo, la acti-
vación relacionada con el error se registraba principal-
mente en la corteza frontal en ritmo theta, como sucedía
en los niños preverbales. Aunque con una diferencia: el
cerebro de los adultos reaccionaba bastante más rápido
que el de los bebés. Así, mientras que en los primeros
respondía en torno a los 150 milisegundos después de
colocar la última pieza del puzle, el cerebro de los niños
tardaba una media de unos 450 milisegundos. Este ha-
llazgo resultaba previsible, ya que la transmisión de la
información en el cerebro inmaduro es mucho más
lenta, en gran parte, porque la mielinización de las fibras
nerviosas (axones de las neuronas) todavía se está de-
sarrollando. Aun así, la similitud entre la reacción del
cerebro de los bebés y el de los probandos adultos ante
la misma tarea confirmó que el protocolo experimental
50 N.O 85 - 2017
servía de marcador de la activación del sistema cerebral
atencional. Esta constatación es de gran importancia
porque, en el futuro, puede ayudar a detectar de forma
temprana déficits en el desarrollo de la atención.
SciLogs
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¿Influye el estatus socioeconómico familiar?
El segundo paso de nuestro estudio consistió en analizar de investigadores científicos
la relación entre la capacidad atencional de los bebés y
el estatus socioeconónico de la familia. Los resultados
revelaron que la respuesta al error difería bastante de Neurociencia
unos bebés a otros según el estatus familiar: los bebés computacional
criados en familias con menor estatus en general presen- Inteligencia artificial para
taban activaciones más débiles de detección de error. la psicología y la neurociencia
Mediante análisis estadísticos de regresión simple, Carlos Pelta
Universidad Complutense de Madrid
método que permite establecer la relación entre dos va-
riables, descubrimos que un 13 por ciento de la amplitud
de la activación cerebral al error en los bebés se explica Neuronas vivas
por el estatus de la familia. Este último parámetro suele Combatir la neurodegeneración
medirse a partir de tres aspectos principales: el nivel y el daño cerebral
educativo de los padres, su nivel ocupacional y los ingre- Sonia Villapol
Universidad de Georgetown
sos de la familia en relación a sus necesidades.
El nivel de educación de los padres mostró una corre-
lación positiva con los dos marcadores del sistema de
detección de errores (la amplitud de la respuesta cerebral De ratones y humanos
y la activación en ritmo theta). En cambio, los niveles Neurociencia imperfecta
ocupacional y de ingresos solo correlacionaron de forma Carmen Agustín Pavón
Universidad Jaume I de Castellón
estadísticamente destacable con uno de ellos: la amplitud
de la respuesta cerebral asociada al error. Estos resultados
indican que la pobreza puede influir en el desarrollo del
cerebro desde edades muy tempranas y, por consiguien-
te, advierten de la necesidad de paliar las desigualdades En las entrañas
de la mente
educativas y económicas para favorecer el desarrollo
El cerebro y la inteligencia humana
óptimo de los menores.  H
Ignacio Morgado
Universidad Autónoma de Barcelona

El arte de las Musas

PA R A S A B E R M Á S
Neurociencia cognitiva
Associations between children’s socioeconomic status and de la música
prefrontal cortical thickness. G. M. Lawson et al. en Develop- Noelia Martínez Molina
mental Science, vol. 16, n.o 5, págs. 641-652, 2013. Universidad de Barcelona
Changes in thickness and surface area of the human cortex and
their relationship with intelligence. H. G. Schnack et al. en
Cerebral Cortex, vol. 25, n.o 6, págs. 1608-1617, 2015. Las mariposas del alma
Frontal theta activation associated with error detection Nuevas ideas en psicología
in toddlers: Influence of familial socioeconomic status. Antonio Crego
Á. Conejero et al. en Developmental Science, págs. 1-11, Universidad a Distancia de Madrid
diciembre de 2016.
Associations between cortical thickness and neurocognitive
skills during childhood vary by family socioeconomic factors.
N. H. Brito, L. R. Piccolo y K. G. Noble en Brain & Cognition, Y mucho más...
1 de abril de 2017.

EN NUESTRO ARCHIVO

Pobreza y cerebro infantil. Kimberley G. Noble en IyC,

www.scilogs.es
mayo de 2017.

MENTE Y CEREBRO 51 N.O 85 - 2017

 NEURO CIENCIA

DESARROLLO INFANTIL La investigación en polluelos

y bebés de los mecanismos cerebrales que permiten
reconocer a otros seres animados revela el desarrollo
neurobiológico del llamado cerebro social y sus
­posibles alteraciones

Con ojos
de neonato
O R S O L A R O S A - S A L VA , E L I S A D I G I O R G I O
Y G I O R G I O VA L L O R T I G A R A

MENTE Y CEREBRO 52 N.O 85 - 2017

ISTOCK / BODLER
R
econocemos un rostro en una nube o en En síntesis:Sociales desde la cuna
una mancha sobre la pared. Pero nuestro

1
cerebro nos permite distinguir de manera De manera similar a la mayor parte de los animales,
inmediata los objetos inertes de los que los humanos nacemos con la capacidad de reconocer
tienen vida. Hemos evolucionado en un y responder a las señales relacionadas con la presen-
ambiente que incluye muchos tipos de cia de otros seres animados.
agentes animados: presas, depredadores, potenciales

2
compañeros sexuales, individuos de la misma especie El estudio de los mecanismos neurobiológicos que
que pueden ser amistosos u hostiles. Detectar su presen- permiten el reconocimiento de seres animados apor-
cia y entrever sus intenciones resulta fundamental para ta importantes hallazgos sobre el desarrollo del lla-
la supervivencia y reproducción humanas. mado cerebro social. Esta investigación se realiza con po-
De hecho, el comportamiento y la semblanza de los lluelos y neonatos humanos.
agentes animados difieren mucho de los que muestran

3
los objetos inertes. Los primeros se mueven por sí solos, Los resultados amplían los conocimientos sobre las
como si dispusieran de un impulso interno de energía, alteraciones en el cerebro social y contribuyen a la
mientras que los inertes consiguen desplazarse como detección precoz de trastornos psíquicos, como el
resultado de una acción: un golpe que le propina otro autismo.
objeto, por ejemplo. Parece lógico creer que con la expe-
riencia aprendamos a distinguir estas dos categorías
fundamentales de entidades que nos rodean. Las investi-
gaciones han demostrado que los humanos, de la misma gallina de mimbre, los pollitos mantuvieron su preferen-
manera que gran parte de los animales, nacemos pertre- cia por la gallina. Desde el punto de vista neurobiológico,
chados biológicamente para reconocer las señales asocia- no se trataba de una equivocación, ya que el área cerebral
das a la presencia de otros seres animados y a responder dañada era la que se encuentra implicada en el proceso
en consecuencia. de aprendizaje por impronta. Pero la preferencia por la
El estudio de los mecanismos neurobiológicos que nos gallina no estaba vinculada a un proceso de aprendizaje;
permiten reconocer la condición animada de un agente esta tendencia también la manifestaban los animales que
ha ocupado el foco principal de nuestras investigaciones apenas habían salido del huevo, por lo que no habían
en los últimos cinco años. Los hallazgos pueden arrojar tenido ninguna experiencia visual previa.
luz sobre el conocimiento de los trastornos del desarro- En investigaciones posteriores se observó que las re-
llo neurológico asociados a la formación del denomina- giones del cuello y de la cabeza resultan esenciales para
do cerebro social. que se manifieste la preferencia espontánea de los pollos
recién nacidos. También por esa época, la pediatra Ca-
Cuestión de velocidad rolyn Goren y sus colaboradores en la Universidad de
La historia de estos trabajos arranca en los años setenta Carolina del Sur observaron que los niños recién nacidos
del siglo pasado, concretamente en la Universidad de prefieren seguir con la mirada esquemas faciales con la
Cambridge, donde un grupo dirigido por el neurobiólo- forma clásica de un triángulo invertido. No obstante, el
go Gabriel Horn estudió las bases neurológicas de la descubrimiento se recibió con cierto escepticismo, pues-
impronta de la cría de pollo doméstico. La impronta to que la preferencia desaparecía en torno al primer año
consiste en una forma de aprendizaje fácil de observar de vida. Sin embargo, Mark Johnson, del Colegio Birkbeck
en los animales que presentan un desarrollo precoz, como y antiguo estudiante de Horn, propuso la siguiente hipó-
las crías de pato o los polluelos. Estas criaturas nidífugas tesis: tal vez exista un mecanismo general que oriente la
pueden moverse de forma autónoma inmediatamente atención de los animales hacia los estímulos importantes
después de la eclosión del huevo. Además, el primer para el aprendizaje. Las crías, guiadas por una predispo-
agente al que se les expone tras nacer, normalmente por sición biológica a prestar atención a esquemas similares
un escaso período de tiempo (algunas horas), se queda a la configuración típica de una «cara», aprenden a reco-
grabado en su memoria y lo reconocen como compañe- nocer a la madre sin distraerse con otros estímulos del
ro social. ambiente.
Horn centró su estudio en un área cerebral de los En el cerebro, el mecanismo responsable de esa pre-
polluelos que parecía cumplir una función crucial para disposición, que ya se activa al nacer, se encuentra de-
la impronta: cuando se lesionaba esta región, los polluelos bajo de la corteza. Esta, en su proceso de maduración,
quedaban amnésicos. Así, eran incapaces de diferenciar inhibe tal función en torno el mes de vida. En ese
el objeto de impronta (por ejemplo, una caja roja) de un momento del desarrollo, los mecanismos de aprendiza-
elemento nuevo (un cilindro azul). Sin embargo, los in- je han fijado en la memoria una representación general
vestigadores comprobaron, no sin una cierta consternación, de los rostros, por lo que el problema salta a un nuevo
que cuando usaban un agente supuestamente natural, una estadio: la capacidad de diferenciar unas caras de otras.

MENTE Y CEREBRO 54 N.O 85 - 2017

 NEURO CIENCIA / DESARROLLO INFANTIL

Cómo estudiar la predisposición social

Para el estudio de las preferencias por los estímulos so-
ciales se utiliza un paradigma experimental muy senci-
llo. Se presentan a los neonatos dos imágenes próximas y
se mide cuánto tiempo las miran: la imagen preferida
será la que observen durante más tiempo (A). En la ex-
perimentación con polluelos se coloca cada animal en el
centro de un corredor oscuro; en cada extremo del pasi-
llo se muestra un estímulo luminoso diferente: el esque-
ma de una cara en posición normal y el de una cara in-
vertida (B).
Los movimientos del polluelo se miden a partir del
tiempo que permanece junto a cada estímulo. En su pri-
mera experiencia visual, los polluelos prefieren situarse
junto a un conjunto de puntos que se mueven siguiendo
el ritmo semirrígido de la marcha de los vertebrados. En
una de las imágenes, los puntos luminosos mantienen
siempre la misma distancia entre ellos; en otra, varían
sus distancias recíprocas (C). Por otra parte, los pollue-
los reconocen la dirección de la marcha de la gallina in-
cluso cuando el estímulo «camina sobre sí mismo», de
manera que permanece siempre en el centro de la panta-
lla (como en una cinta para correr), y se alinean con ella.
Como sucede en los bebés humanos, los polluelos
pierden esta capacidad si el movimiento se presenta
«boca abajo», es decir, de forma incoherente con la direc-
ción de la gravedad.

Un neonato observa dos estímulos en un monitor que representan un movimiento biológico y un movimiento
aleatorio (aparecen en miniatura arriba a la izquierda de cada imagen).

B Los bebés y los polluelos prefieren observar o acercarse a imágenes de caras es-
quemáticas en posición normal (izquierda) frente a los esquemas de rostros en
posición invertida. Los neonatos con un alto riesgo de autismo pueden no mani-
festar esta preferencia.

CORTESÍA DE GIORGIO VALLORTIGARA (fotografías e ilustraciones)

C

Disposición de los puntos luminosos so-

bre el cuerpo de una gallina para crear
estímulos propios de su movimiento
biológico. En el vídeo que se muestra a
los polluelos y a los neonatos (derecha)
solo se ven los puntos, lo que enfatiza el
movimiento y la forma del animal.

«Esto es una cara, de acuerdo, pero ¿se trata de la de mi
madre o de otra persona?» Si bien resulta difícil asegu-
rarse de que los neonatos no han visto ningún rostro
humano salvo el materno, aunque solo haya sido por
unos instantes, con los polluelos esta posibilidad resul-
ta más fácil de controlar. Aprovechando esta ventaja,
hemos constatado la preferencia de las crías de ave por
los rostros esquemáticos, fenómeno que también suce-
de en los bebés.
El pollo doméstico, con la precocidad de compor-
tamiento que lo caracteriza y el control experimental
riguroso que ofrece, se ha convertido en el animal ideal
para analizar si, de manera innata, tiende a dirigir su
atención hacia los agentes animados y potenciales com-

MENTE Y CEREBRO 55 N.O 85 - 2017

pañeros sociales que le rodean. También hemos explo-
rado este fenómeno en neonatos humanos.
En uno de los experimentos, colocamos puntos lumi-
nosos en posiciones estratégicas del cuerpo de un pollo
de modo que reproducían su movimiento biológico. A
continuación, expusimos a polluelos recién nacidos y que
todavía no habían tenido una experiencia visual a esas
imágenes, así como a otras en las que un mismo número
de puntos de luz se movían con una velocidad media
semejante pero de manera regular o casual. Descubrimos
que las crías preferían el movimiento biológico. No obs-
tante, esa preferencia no era específica del movimiento
de la especie, sino que estaba asociada con el patrón de
variaciones casi regulares que caracterizan el movimien-
to de los vertebrados.
Así, por ejemplo, los puntos que reproducían la marcha
de un gato resultaban para los polluelos tan atractivos
como los de una gallina. Este hallazgo confirma el papel
de «guía» que ejercen las predisposiciones biológicas en
los procesos de aprendizaje. No se trata tanto de propor-
cionar al polluelo los detalles del modelo del movimiento
de la clueca: en un mundo en el que existen tantos entes
que se mueven, resulta más útil que la impronta vaya
dirigida a los agentes en movimiento que tengan mayor
probabilidad de ser una gallina; y no una piedra que
rueda por el suelo o una rama que agita el viento.
Francesca Simion y sus colaboradores de la Universi-
dad de Padua han utilizado nuestros estímulos gallináceos
luminosos para investigar el fenómeno en recién nacidos
con una media de 70 horas de vida. Comprobaron que,
como los polluelos, los neonatos preferían el movimien-
to biológico.
Según mencionábamos al principio, otra propiedad
fundamental de los agentes animados, que ya reconoció
Aristóteles en su día, consiste en la movilidad. De nuevo
mostramos a un grupo de polluelos un agente que, o bien
se movía por sí solo, o bien como resultado del impulso
de otro objeto. Los animales preferían tener de compañe-
ro social al ente que se movía de manera autónoma. Los
bebés con pocas horas de vida también miraban durante
más tiempo a agentes que se movían por sí solos que a
otros con un movimiento cuyo origen no estaba claro.
Pero ¿qué sucede con los juguetes con movimiento
errático? ¿Qué los convierte en «animados»? Las inves-
tigaciones con personas adultas sugieren que las varia-
ciones de velocidad bruscas, aceleraciones o deceleracio-
L O S AU TO R E S
Orsola Rosa-Salva (izquierda) y Elisa Di Giorgio (centro)son investigadoras
posdoctorales en el Centro Interdepartamental Mente y Cerebro (CIMeC) de
la Universidad de Trento. Giorgio Vallortigaraes profesor de neurociencias en
el mismo centro.
MENTE Y CEREBRO 56
nes, que caracterizan el movimiento de las criaturas
animadas son las variables fundamentales (parecen más
eficaces para los cambios de trayectoria). No obstante,
podría pensarse que ello se debe a un aprendizaje; al fin
y al cabo, un adulto ha contado con múltiples oportuni-
dades para asociar cierto tipo de movimientos con enti-
dades animadas y otros con objetos inanimados. Los
polluelos sin experiencias previas (se experimentó con
ellos justo después de que salieran del huevo) manifes-
taron una preferencia y una familiaridad selectiva ante
objetos que se movían con velocidad variable (un peque-
ño disco rojo que se movía en una pantalla) frente a los
que lo hacían con un desplazamiento uniforme.
Cabe resaltar que la base de la preferencia no depende
tanto de las variaciones de velocidad, sino de la observa-
ción del preciso instante en que el objeto acelera y des-
acelera. Un ejemplo: si el momento del cambio de velo-
cidad no resulta visible porque se realiza en un punto de
la trayectoria en el cual el disco queda oculto por una
barrera opaca, la preferencia no se manifiesta, a pesar de
que las variaciones de velocidad entre los dos estímulos
(el que tiene una velocidad constante y el que muestra
una velocidad variable) se hayan visto. En este caso, las
preferencias espontáneas de los polluelos recién nacidos
se corresponden con las de los bebés con pocas horas de
vida: también estos se sienten más atraídos por un obje-
to que acelera que por otro que se mueve a velocidad
constante.
Cimientos del cerebro social
La experimentación con los polluelos no solo permite un
riguroso control de la ausencia de experiencias previas,
también permite indagar los mecanismos nerviosos
responsables de las preferencias. Mediante una técnica
que permite analizar la expresión genética exploramos,
junto con Uwe Mayer y Elena Lorenzi, de la Universidad
de Trento, el gen c-fos en el septum, área del cerebro que
parece desempeñar una función crucial en la predispo-
sición al reconocimiento de los objetos animados.
Presente en el cerebro de los mamíferos y de las aves,
el septum se asocia con una función importante en la red
neurológica para la conducta social. En concreto, se
trata de un conjunto de estructuras subcorticales funda-
mentales para la regulación del comportamiento social
en el sistema nervioso de los vertebrados. Además del
septum, forman parte de ella la amígdala, el hipotálamo
N.O 85 - 2017
 NEURO CIENCIA / DESARROLLO INFANTIL
CORTESÍA DE GIORGIO VALLORTIGARA
0,1 milímetros
anterior y ventromedial, el área preóptica medial y el
mesencéfalo.
En una futura fase de nuestro estudio prevemos re-
gistrar la actividad de neuronas concretas del septum y
de las áreas conectadas mientras el animal observa in-
dicios de animalidad. El objetivo es verificar si existe
una selección en la respuesta a estos estímulos y descu-
brir los genes implicados en las predisposiciones. Un
paso decisivo en esta dirección es identificar una varia-
bilidad de base genética en la respuesta de los animales.
En nuestro laboratorio, Elisabetta Versace ha estudiado
razas de pollo seleccionadas genéticamente y que se han
mantenido aisladas, en similares condiciones, durante
casi 20 años. Los polluelos de las diversas razas muestran
diferencias sutiles en las preferencias por los objetos
animados, lo cual abre el camino para la aplicación de
técnicas de genética y biología molecular con el fin de
identificar los genes implicados.
Por lo común, resulta comprensible que se utilice un
modelo animal para estudiar una cuestión biológica
fundamental, como es la predisposición al reconocimien-
to de objetos animados, puesto que algunos animales
presentan un repertorio de comportamientos complejos
y bien desarrollados desde el momento en que nacen;
además, su estudio permite un control riguroso de las
experiencias sensoriales tanto en la etapa embrionaria
como tras el nacimiento. Quizá menos fácil de entender
es la utilidad práctica que puede aportar este modelo de
experimentación para el análisis del comportamiento
humano. Pero los polluelos y los bebés tienen un ante-
pasado común, un antiguo reptil que dio origen a las
líneas separadas de las aves y los mamíferos hace alrede-
dor de 280 millones de años. Aunque pueda sorprender,
nuestras investigaciones con crías de pollo doméstico
pueden repercutir en el ámbito médico y clínico humano.
Nuestro razonamiento ha sido sencillo. La predispo-
sición a reconocer los agentes animados constituye el
cimiento sobre el que se edifica un cerebro social. La
MENTE Y CEREBRO 57
La ilustración de la
derecha muestra el
septum (flecha roja)
en el hemisferio iz-
quierdo del telencé-
falo de un polluelo
(sección coronal). La
imagen al microsco-
pio exhibe la activa-
ción cerebral en el
septum. Se aprecian Septum
los somas (turquesa)
y los núcleos de las
neuronas activadas 1 milímetro
(azul oscuro).
atención a los rostros, al movimiento biológico y a los
desplazamientos autónomos son señales de la presencia
de un agente social y de sus características (cómo son y
se comportan). ¿Es posible que la carencia o el desarrollo
imperfecto de estos cimientos básicos pueda repercutir
en la formación de un cerebro social y causar alguna
alteración en el neurodesarrollo?
Primeros pasos para la exploración
Un estudio que llevamos a cabo en colaboración con la
Red Italiana para el Reconocimiento Precoz de las Altera-
ciones en el Espectro Autista (NIDA), coordinado por
Maria Luisa Scattoni, del Instituto Superior de Sanidad de
Italia, apunta en esa dirección. Partimos del hallazgo de
que en la base de las dificultades sociales propias de los
trastornos del espectro autista (TEA) se encuentra un mal
funcionamiento del cerebro social. Estudios mediante
resonancia magnética funcional han demostrado que los
estímulos sociales (rostros y movimiento biológicos) no
activan las mismas áreas cerebrales en adultos con autismo
que en probandos de la misma edad sanos. En estos últimos,
los estímulos sociales activan áreas corticales específicas
(entre ellas, el área fusiforme, especializada en el proce-
samiento de las caras), mientras que en los autistas se
activan regiones corticales que, por lo general, se activarían
en respuesta a la visión de objetos. En otras palabras, para
las personas con autismo, a diferencia de lo que ocurre
con las sanas, los estímulos sociales presentan el mismo
valor que los objetos inanimados. Ello sugiere que el es-
tudio del cerebro social y de sus orígenes es importante
para la comprensión de esta psicopatología.
Para nuestra investigación exploramos neonatos con
un alto riesgo genético de desarrollar autismo (tenían un
hermano diagnosticado de TEA) y otros con un bajo
riesgo (sin familiares cercanos afectos). Dentro de la pri-
mera década de vida, los dos grupos de bebés participaron
en observaciones comportamentales idénticas. Se les
mostraban dos imágenes (por ejemplo, una cara esquemá-
N.O 85 - 2017
 NEURO CIENCIA / DESARROLLO INFANTIL

El cerebro social en el autismo

Los trastornos del espectro autista (TEA) consis-
ten en un conjunto heterogéneo de modificaciones
en el neurodesarrollo relacionadas con una altera-
ción en la maduración cerebral presente ya en el
período fetal. Se manifiestan durante los primeros
tres años de vida y se caracterizan por déficits en
la capacidad de comunicación y la interacción so-
cial del niño, así como por la presencia de intere-
ses y comportamientos limitados y repetitivos.
Recientes estudios efectuados en Estados Uni-

CORTESÍA DE GIORGIO VALLORTIGARA

dos indican que uno de cada 88 niños presenta el
trastorno, y que su prevalencia es mayor en el sexo
masculino que en el femenino. En la mayoría de
los casos existe una causa genética. Entre los sig-
nos que pueden hacer sospechar de un TEA en los
primeros meses de vida se hallan que el bebé pre-
senta un retraso en el desarrollo lingüístico, que
no responde a su nombre, que su contacto visual Un neonato con alto riesgo de autismo observa dos
es escaso e inconstante y que muestra poco interés estímulos en un monitor del laboratorio móvil de
por los demás. los autores.

tica en posición normal y una cara esquemática invertida)
y se medía el tiempo que miraban cada imagen. De este
modo se evaluaba si los neonatos de los dos grupos pres-
taban la misma atención a los estímulos sociales.
Los resultados fueron reveladores: en el grupo de
bebés con un alto riesgo de autismo se registró una me-
nor propensión a observar los estímulos sociales (la
imagen esquemática de una cara y la de un movimiento
de tipo biológico) y una preferencia por los estímulos no
sociales (una cara invertida o un movimiento casual).
Este hallazgo apoya la hipótesis de que una anomalía de
las predisposiciones sociales típicas en los neonatos
puede estar relacionada con el desarrollo de trastornos
como el autismo.
Este descubrimiento arroja luz sobre los mecanismos
que guían la especialización del cerebro social a lo largo
de su desarrollo, sea típico o atípico. Asimismo, si se
confirman los datos en un número más amplio de neo-
natos, podría representar el primer paso hacia la puesta
a punto de un protocolo de exploración precoz en los
bebés con riesgo de padecer autismo (por lo general, la
patología se diagnostica en torno a los tres años).
Todo ello abre las perspectivas para una intervención
rehabilitadora meticulosa y precoz durante los «períodos
sensibles», en los que el sistema nervioso muestra una
mayor predisposición para el cambio. Además, la inves-
tigación sobre las predisposiciones al reconocimiento de
los agentes animados puede servir de punto de partida
para el estudio del desarrollo del cerebro social y de sus
alteraciones. H
© Le Scienze

PA R A S A B E R M Á S

Difference in visual social predispositions between newborns an low- and high-risk for autism. E. Di Giorgio et al.
en Scientific Reports, vol. 6, art. 26.395, 20 de mayo de 2016.
Filial responses as predisposed and learned preferences: Early attachment in chicks and babies. E. Di Giorgio et al.
en Behavioral Brain Research, publicado en línea, 8 de septiembre de 2016.
Spontaneus preference for visual cues of animacy in naïve domestic chicks: The case of speed changes. O. Rosa-Salva
y G. Vallortigara en Cognition, vol. 157, págs. 49-60, diciembre de 2016.

EN NUESTRO ARCHIVO

Sentimiento social en pañales. Christian Wolf en MyC n.o 54, 2012.

Expertos en rostros. Stefanie Höhl en MyC n.o 58, 2013.

MENTE Y CEREBRO 58 N.O 85 - 2017

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NEURO CIENCIA

DESARROLLO INFANTIL ¿Cómo perciben

el mundo los bebés? Para averiguarlo, los
investigadores miden la actividad cerebral
de los lactantes mientras les muestran
distintos estímulos. Acompañamos a dos
pequeños probandos al laboratorio
de la Universidad de Heidelberg

Bebés
en el
­laboratorio JANOSCH DEEG

MENTE Y CEREBRO 60 N.O 85 - 2017

 TODAS LAS FOTOGRAFÍAS DE ESTE ARTÍCULO: GEHIRN UND GEIST / MANFRED ZENTSCH

MENTE Y CEREBRO
61
N.O 85 - 2017
K
arl, de siete meses de edad, se muestra
animoso, sin duda la mejor condición
para lo que le espera: participar en un
estudio del Instituto de Psicología de la
Universidad de Heidelberg. Los inves­
tigadores, bajo la dirección de Sabina
Pauen, del Departamento de Psicología Biológica y del
Desarrollo, estudian el modo en que el cerebro de los
lactantes procesa la información sensorial. Del cúmulo
de datos que obtienen de participantes como Karl extraen
conclusiones sobre la forma en que los bebés experimen­
tan y captan el mundo que los rodea.
«Investigamos el desarrollo cognitivo en la edad pre­
lingüística, cuando todavía no se puede preguntar a los
niños qué perciben o piensan», explica la psicóloga Ste­
fanie Höhl. «Por ello debemos recurrir a métodos alter­
nativos», señala. Una de las estrategias consiste en regis­
trar los movimientos oculares de los bebés, es decir,
observar adónde miran y durante cuánto tiempo. Con
ayuda de la electroencefalografía (EEG) se miden, la
actividad eléctrica para averiguar qué pasa en su cabeza.
«Si estudiamos el comportamiento de un niño pequeño
E L AU TO R
Janosch Deeges doctor en física y perio­
dista científico.
MENTE Y CEREBRO
solo conocemos el resultado de un proceso cognitivo;
por ejemplo, si mira una imagen durante mucho tiempo
podemos deducir que, probablemente, le resulta intere­
sante. La medición con EEG revela, además, cómo reac­
ciona su cerebro ante los estímulos en centésimas de
segundo», añade.
La EEG, un técnica completamente inocua, se aplicó
por primera vez al final de los años veinte del siglo xx.
Ahora se utiliza de forma habitual en la práctica clínica,
sobre todo, para el diagnóstico médico (para determinar
la profundidad del coma o analizar los estadios del sueño,
por ejemplo). Los electrodos que se colocan en la super­
ficie del cráneo del sujeto registran diferencias de tensión
de unos pocos microvoltios que acompañan la actividad
neuronal. Estas oscilaciones se producen cuando las
neuronas se comunican entre sí a través de pequeñas
corrientes eléctricas. La descarga coordinada de grupos
más grandes de neuronas se representa gráficamente en
el electroencefalograma. De este modo, los médicos
obtienen información sobre el grado de actividad del
cerebro del paciente, de manera que descubren si duerme,
está anestesiado o incluso si está muerto.
Los científicos también utilizan esta técnica para
averiguar el modo en que las neuronas generan las res­
puestas sensoriales, los pensamientos y los sentimientos.
A lo largo de décadas, la EEG se ha desarrollado hasta
convertirse en un procedimiento imprescindible tanto
en la medicina como en la investigación básica.
Para que esta técnica proporcione una imagen clara
de los procesos cerebrales, los probandos deben perma­
necer quietos durante la medición. En el caso de los
62 N.O 85 - 2017
 NEURO CIENCIA / DESARROLLO INFANTIL
bebés, ello supone un gran reto. Como es sabido, casi
nunca siguen las instrucciones y si se encuentran cansa­
dos o tienen hambre, los experimentos con ellos suelen
fallar desde el principio. Sin embargo, parece que Karl va
a facilitar el trabajo a los experimentadores. La alegría
que muestra sentado sobre el regazo de su padre ilumina
la sala de ensayo.
Del cerebro al ordenador
Los psicólogos Miriam Langeloh y Florian Torka, del
equipo de Pauen, ya han dispuesto todo para el ensayo:
los ordenadores están en marcha y el gorro con electrodos
ya está listo para la medición por EEG. Para colocárselo
al niño sin que proteste, una de las experimentadoras lo
entretiene con un juguete. Los cables conducen las seña­
les de tensión de la superficie cefálica de Karl a un am­
plificador, desde el que llegan a un ordenador.
«Las corrientes de una sola célula resultan demasiado
débiles. Para poder medirlas, se suman las señales de
varios miles o incluso millones de neuronas. El equipo
técnico amplifica estas señales alrededor de 10.000 veces
más», detalla Langeloh. El todavía fino cráneo y el esca­
so pelo del bebé favorecen la medición, puesto que las
corrientes se encuentran menos «blindadas» que en el
caso de un adulto.
Mas esa es la única ventaja que ofrece el EEG en la
exploración con lactantes. No se les puede instruir para
que permanezcan quietos durante el experimento ni pa­
ra que presten atención a las imágenes del monitor. «Cual­
quier pequeño movimiento, como tragar o parpadear,
genera perturbaciones no deseadas que pueden filtrarse,
MENTE Y CEREBRO 63
En el laboratorio de bebés de la Universi-
dad de Heidelberg preparan a Karl, de sie-
te meses, para el experimento. Primero, la
directora del ensayo, Miriam Langeloh, le
enseña el gorro de electroencefalografía
para que se familiarice con él. A continua-
ción, con una jeringa se aplica un gel sali-
no bajo los electrodos del casco para
aumentar la conductividad eléctrica.
En síntesis:
Pequeños probandos
1
Para averiguar qué ocurre en la cabeza de los
bebés, los investigadores miden la duración de
su mirada y sus ondas cerebrales.
2
Los patrones en las señales del electroencefa­
lograma revelan los estímulos sensoriales que
los lactantes son capaces de distinguir, rela­
cionar y clasificar en categorías.
3
De esta forma, los investigadores obtienen in­
formación sobre las fases del desarrollo inte­
lectual a edad temprana.
N.O 85 - 2017
 Actividad cerebral reveladora
La técnica de la electroencefalografía permite descubrir cómo reacciona
el cerebro de un bebé ante un estímulo determinado
Miriam Langeloh y Stefanie Peykarjou

M ediante electroencefalografía
(EEG) se registran las diferen­
cias de tensión en la superficie craneal
de los lactantes. El origen de estas
señales son los llamados potenciales
postsinápticos en las neuronas pira­
midales de la corteza cerebral: cuan­
do una neurona libera neurotransmi­
sores en la hendidura sináptica, los
canales iónicos de la membrana post­
sináptica se abren. Ciertos iones (par­
tículas con carga eléctrica) la atravie­
san, lo que modifica el voltaje de la
membrana. Estas diferencias de car­
ga, sin embargo, son demasiado dé­
biles para poderlas medir por sepa­
rado en la superficie craneal. Por ello,
el EEG suma las señales de varios
miles o millones de neuronas.
Como la corriente se propaga por
el cráneo, solo es posible localizar el
origen de las señales de manera aproxi­
mada. La resolución espacial del EEG
es muy baja. En cambio, la resolución
temporal es mucho mayor.
Los investigadores clasifican las
oscilaciones de tensión obtenidas en
bandas de frecuencia (se miden en
hercios, es decir, oscilaciones por
segundo) que proporcionan informa­
ción sobre el estado de actividad del
cerebro. Por ejemplo, las ondas alfa
presentan un abanico de frecuencias
entre 8 y 13 hercios; se originan en
situaciones de cansancio y relajación.
Las ondas gamma (30-100 hercios),
por el contrario, indican que estamos
concentrados.
De los datos del EEG se pueden
seleccionar los llamados potenciales
relacionados con eventos (PRE). Es­
tos se corresponden con la actividad
cerebral modificada por un estímulo
determinado (una imagen o un soni­
do). Los PRE no resultan fáciles de
reconocer de la señal en bruto, ya que
se superponen con señales de EEG
inespecíficas, el llamado ruido de
fondo. Por esa razón exponemos a
nuestros probandos al mismo estímulo
una y otra vez. Con ello obtenemos
la media de las señales EEG corres­
pondientes. El resultado final es la
curva de PRE.
Estas curvas presentan picos y
valles, los componentes de los PRE,
que podemos asignar a un estadio
determinado del procesamiento de la
información. La descripción de los
componentes se rige por su polaridad
(oscilación de tensión negativa, N, o
positiva, P) y la latencia, es decir, el
retraso temporal con el que aparecen.
Por ejemplo, N400 designa una osci­
lación de tensión negativa de 400 mi­
lisegundos después de la presentación
del estímulo.
L A S AU TO R A S
Miriam Langelohy Stefanie Peykarjou
investigan en la Universidad de
­Heildelberg.

Amplificador Electro-
E E E E encefalograma

Media
GEHIRN UND GEIST / MANFRED ZENTSCH (bebé); ISTOCK / HOCUS-FOCUS (monitor);
FUENTE: MPI FOR HUMAN COGNITIVE AND BRAIN SCIENCES, LEIPZIG;

–6
N400
Tiempo
(microvoltios)

E (milisegundos)
Tensión

CORTESÍA DE STEFANIE PEYKARJOU (bicicleta)

Potencial
Estímulo relacionado
200 400 600 800 1000
visual con eventos
P600 (estímulo visual)
P200
+6
Presentación del estímulo

MENTE Y CEREBRO 64 N.O 85 - 2017

 NEURO CIENCIA / DESARROLLO INFANTIL
en parte, durante la medición. No obstante, la mayoría
hay que eliminarlas después», afirma Langeloh. Los
movimientos bruscos deterioran por completo la señal.
Asimismo, si el lactante mira en otra dirección, los datos
que han quedado registrados no sirven. «En la grabación
en vídeo podemos ver cuándo el niño ha mirado a la
pantalla; solo analizamos las señales de EEG de esos
momentos», explica la investigadora. El umbral de aten­
ción de los lactantes es bastante inferior al de los adultos,
por esa razón solo se puede experimentar con ellos, de
media, unos diez minutos.
Karl, sentado sobre las piernas de su padre, contempla
con curiosidad la pantalla que tiene delante. Desde detrás
de una cortina negra, los investigadores observan el patrón
de EEG que muestra el monitor de su ordenador. Al
principio, la pantalla que observa el niño permanece
oscura, hasta que se oye una voz que exclama: «¡Mira!».
Entonces aparece la cara de una persona. En la siguiente
ronda, se oye el sonido del timbre de una bicicleta (clinc
clinc), tras el cual se muestra la imagen de una bicicleta.
Después, los estímulos auditivos y visuales se presentan
en combinaciones «incorrectas»: el timbre se asocia con
una cara y la voz con la bicicleta.
Este ensayo permite analizar si el cerebro de Karl re­
laciona lo que oye con lo que ve. Según descubrieron
Stefanie Peykarjou y Julia Wissner, también de la Uni­
versidad de Heidelberg, los bebés de esa edad se sorpren­
den cuando, tras la exclamación «¡Mira!» aparece un
objeto inanimado. Los pequeños esperan ver a una
persona después de oír la llamada de atención. De acuer­
do con Langeloh, los lactantes son capaces de combinar
datos auditivos y visuales e, incluso, de reconocer si estos
encajan. Aunque también cabría la posibilidad de que,
por norma, las voces humanas llamasen la atención de
los niños. Para averiguarlo, Wissner y sus colaboradores
comparan el efecto del lenguaje que se utiliza con los
bebés con el que provoca la manera de expresarse de los
adultos, más complicada y sin contenido emocional.
Los psicólogos comprueban si Karl asocia el sonido
del timbre más con una bicicleta que con una persona.
Ante dos estímulos sucesivos, los lactantes deberían
procesar el segundo con mayor facilidad cuando se en­
cuentra relacionado con el anterior. ¿Se sorprenderá Karl
si aparece una persona después de que suene el timbre?
Una respuesta cerebral que aparece automáticamente en
el EEG cuando un estímulo capta la atención del niño
apunta en ese sentido. Las neuronas de un área determi­
nada empiezan a «descargar». En consecuencia, se pro­
duce un cambio de voltaje entre el interior y el entorno
próximo de cada una de esas neuronas. Si un gran con­
junto formado por varias decenas de miles de neuronas
se activa de manera simultánea, es posible medir la
tensión (potenciales postsinápticos excitatorios) median­
te EEG.
Numerosos experimentos sobre el pensamiento cate­
gorial de lactantes siguen un esquema fijo, explica Höhl:
MENTE Y CEREBRO 65
«Enseñamos a los niños objetos de un tipo determinado
uno detrás de otro, por ejemplo, animales. En esa serie
introducimos un elemento de otra categoría, como un
mueble. Si nos limitamos a observar el comportamiento
de los niños, no es posible averiguar nada, ya que por lo
general contemplan las distintas imágenes durante el
mismo tiempo cuando se las presentan rápidamente. Pero
cuando el bebé ya es capaz de discernir las categorías, su
cerebro reacciona de manera diferente si aparece un es­
tímulo que no encaja». Ante algo inesperado, los poten­
ciales postsinápticos de las neuronas varían.
Los resultados demuestran que los lactantes de en
torno a los siete meses saben distinguir personas de
animales, mientras que los de cuatro meses todavía no.
En cambio, estos últimos son capaces de clasificar ani­
males y objetos inanimados (muebles, entre otros) en
distintas categorías. A los nueve meses ya diferencian
entre rostros de simio y humanos. A esa edad, el cerebro
también reacciona de forma diferente ante desconocidos
(sobre todo, en el caso de los hombres) y personas cono­
cidas.
Emociones y atención
El grupo de Höhl utilizó métodos parecidos para demos­
trar la influencia de las emociones en la atención. Cuan­
do los bebés de tres meses ven un juguete al que una
persona mira con terror, prestan más atención a ese
objeto que a otro. Los niños más mayores ya no muestran
esta respuesta, probablemente porque han aprendido que
los juguetes no suponen una amenaza. «Estamos estu­
diando en qué medida influye la peligrosidad potencial
de un objeto sobre la forma en que el bebé lo percibe. Las
serpientes y las arañas resultan particularmente intere­
santes en este contexto, porque es posible que el miedo
que sentimos ante esos animales sea una cuestión evolu­
tiva», apunta Höhl.
En los primeros experimentos, los investigadores
compararon flores y arañas. Los niños prestaron más
atención a los artrópodos que a las plantas cuando vieron
las imágenes combinadas con rostros que expresaban
miedo. «Sin embargo, tenemos que descartar que el
efecto se deba solo al hecho de que se trata de categorías
distintas.» Con el fin de averiguarlo, han puesto en mar­
cha un estudio en el que se utilizan arañas y mariposas
para analizar el efecto.
Karl participa en una investigación diseñada para
averiguar si los bebés relacionan los objetos no humanos
con estímulos auditivos. Sentado y quieto mira fijamen­
te la presentación. La situación es perfecta: las señales de
cada electrodo se identifican con claridad. Sin embargo,
la suerte de los investigadores sufre un viraje. El niño
empieza a tirar de los cables y a girar la cabeza, por lo
que las ondas cerebrales en el monitor se mezclan sin
control. Los experimentadores intentan reconducir la
atención del probando hacia la pantalla. Reproducen el
sonido «boing», seguido de una espiral blanca y negra
N.O 85 - 2017
que rota en el monitor. Se obra el milagro: el niño mira racional. En su estudio mostraron a los lactantes un vídeo
de nuevo en la dirección deseada, como si estuviera en el que aparecía una mujer que encendía una lámpara
hipnotizado. Langeloh inicia de nuevo el experimento. con la frente. La primera vez, las manos de la actriz se
Después de 30 exposiciones de unos pocos segundos cada encontraban atadas; la segunda, no. Por tanto, en el pri­
una, Karl ya está cansado. Sin embargo, la investigadora mer caso no le quedaba más remedio que utilizar la ca­
se muestra satisfecha. Los padres también están orgullo­ beza para prender la luz. Los bebés lo entendieron: la
sos de su hijo, quien no se inmuta del efecto que su ac­ mayoría no imitaron la manera de proceder de la mujer.
tuación a causado en los adultos. En el segundo caso, no obstante, es probable que consi­
derasen que encender la lámpara con la cabeza debía
Inspiración de otros laboratorios propiciar alguna ventaja: muchos intentaron accionar el
Los científicos necesitan los datos de muchos niños para interruptor con la frente.
sacar conclusiones. En función del fenómeno que se pro­ Mediante EEG, el equipo de Heidelberg pretende ave­
ponen investigar, examinan las áreas cerebrales correspon­ riguar si tales respuestas se plasman también en la activi­
dientes. «Si nos interesa la percepción visual, analizamos dad cerebral. ¿Se asombran los bebés cuando ven que una
las señales de los electrodos de la parte posterior de la persona lleva a cabo una acción insólita o desconocida
cabeza, donde se encuentra la corteza visual. Solemos para ellos? Ciertamente, de acuerdo con los resultados
examinar las regiones centrales anteriores, donde existe iniciales, los niños prestan más atención al hecho de en­
un componente relacionado con la atención», explica Höhl. cender la lámpara con la cabeza a pesar de tener las manos
El planteamiento de nuevos temas de investigación libres. «Eso contradice sus expectativas», indica Langeloh.
requiere creatividad. Muchas veces, la inspiración surge Se debería seguir ahondando en el porqué los lactantes
de los conocimientos que obtienen otros científicos. El imitan algunas acciones e ignoran otras.
psicólogo del desarrollo Norbert Zmyj y su equipo, de la Una investigación de Peykarjou retoma el trabajo de
Universidad Técnica de Dortmund, demostraron que los otros psicólogos del desarrollo que confirma que los
bebés de un año piensan, hasta cierto punto, de forma bebés de seis meses reconocen a su madre en fotografías.

Después de cada medición, los gorros

de EEG se ordenan por tamaño y
vuelven a colgarse junto con sus
correspondientes cables.

MENTE Y CEREBRO 66 N.O 85 - 2017

 NEURO CIENCIA / DESARROLLO INFANTIL

Los bebés de seis oscilación de la misma frecuencia que estos», indica

Höhl. Es decir, con seis imágenes por segundo, el patrón

meses reconocen
de la actividad eléctrica cerebral presenta una frecuen­
cia de 6 hercios. Sin embargo, si el bebé diferencia entre
los rostros conocidos y los desconocidos, la frecuencia

a su madre en cambiará: dado que la cara de Langeloh aparece de

media 1,2 veces por segundo, se observará una señal con

fotografías
Pero ¿influyen las expresiones faciales de la madre retra­
tada en este proceso? Por otra parte, ¿reconoce el bebé a
las personas que acaba de conocer? Con el fin de averi­
guarlo, los científicos comparan tres escenarios. Por un
lado, entremezclan en una serie de instantáneas de otras
personas la imagen de su madre (el cerebro del niño
debería reaccionar ante la fotografía materna de forma
distinta que ante las demás). Por otro, Langeloh interac­
túa con el niño durante un par de minutos antes de la
prueba. «Analizaremos si el niño también me reconoce
a mí en las fotos», explica la investigadora. Como tercer
paso, muestran el retrato de una persona desconocida al
lactante durante solo 30 segundos. En este último su­
puesto, el equipo espera que no se genere ninguna reac­
ción particular en el cerebro del bebé.
¿Se refleja el efecto de la experiencia en el patrón del
EEG de manera más notable cuantas más veces y cuanto
más tiempo ha visto un niño a una persona? Lina, de cin­
co meses, participa en el ensayo para conocer la respuesta.
A su llegada al centro, se despierta de la corta siesta que ha
podido hacer en el carrito que empujaban sus padres. Se
deja poner el gorro de EEG con una serenidad estoica.
Cuando empieza la prueba, ríe con alegría.
Los experimentadores enseñan a Lina una sucesión
de seis fotografías por segundo. La mayoría muestran a
personas desconocidas, pero en cada quinta imagen
aparece Langeloh, a quien la pequeña acaba de conocer.
«El cerebro de la niña reacciona a los estímulos con una
una frecuencia de 1,2 hercios. Si el EEG registra ese
patrón, puede inferirse que la niña ha establecido una
diferencia entre los rostros.
Parece que Lina posee un talento natural para la
experimentación. Permanece sentada, calmosa, y mira
fijamente las imágenes que aparecen en el monitor.
Langeloh no oculta su entusiasmo: «¡Las señales son
estupendas, como las de los adultos!». En la pantalla se
suceden las caras con rapidez, a tanta velocidad que
parece casi imposible reconocerlas. ¿Sucede ese reco­
nocimiento de manera inconsciente? Los adultos tam­
poco se dan necesariamente cuenta de que su cerebro
reacciona ante algo conocido. El análisis de los datos
revelará si ocurre lo mismo en Lina.
Las investigadoras parten de la idea de que el fenóme­
no del reconocimiento de rostros se reflejará de forma
más marcada en las frecuencias de EEG cuanto más
tiempo haga que el niño conoce a la persona. Por tanto,
sus reacciones ante las fotografías de la madre deberán
ser más notables que las que se registren cuando ve, por
ejemplo, una imagen de la directora del ensayo, a la que
acaba de conocer.
Tras unos diez minutos, el brío de Lina disminuye. Es
hora del biberón. Cuando la niña termina de comer, el
padre elimina de su pelo los restos de gel. Se trata de una
solución salina hidrosoluble que aumenta la conductivi­
dad de los electrodos durante la medición. Por su parte,
los responsables del ensayo se muestran satisfechos; los
experimentos no siempre salen tan rodados. «Lo bonito
de mi trabajo es que combina la investigación con el
contacto con personas, sobre todo bebés», se despide
Langeloh. Los investigadores ya preparan el laboratorio
para el próximo participante. H

PA R A S A B E R M Á S

Neural correlates of human-animal distinction: An ERP-study on early categorical differentiation with 4- and 7-month old infants
and adults. V. Marinović et al. en Neuropsychologia, vol. 60, págs. 60-76, 2014.
How do neural responses to eyes contribute to face-sensitive ERP components in young infants? A rapid repetition study. S. Hoehl
et al. en Brain and Cognition, vol. 95, págs. 1-6, 2015.
9-month-old infants recognize individual unfamiliar faces in a rapid repetition ERP paradigm. S. Peykarjou et al. en Infancy, págs. 1-24, 2016.
Categorical ERP repetition effects for human and furniture items in 7-month-old infants. S. Peykarjou et al. en Infant and Child
Developement, 2016; doi: 10.1002/icd.2016.

EN NUESTRO ARCHIVO

Así piensan los bebés. Alison Gopnik en IyC, septiembre de 2010.

Expertos en rostros. Stefanie Höhl en MyC n.o 58, 2013.

MENTE Y CEREBRO 67 N.O 85 - 2017

 SI NOPSI S

Los beneficios de pedalear

Hace 200 años, el inventor alemán Karl Drais (1785-1851) desarrolló la forma primitiva de la
actual bicicleta. El uso de este transporte no solo beneficia el cerebro, sino también la psique.

Texto: Anna von Hopffgarten | Gráfico: Martin Müller

Un recorrido en bicicleta de 30 minutos aumenta

nuestro rendimiento cognitivo a corto plazo, sobre
todo la memoria y la capacidad de planificar.

Los deportes que requieren equilibrio

y coordinación, como ir en bicicleta, 2
­mejoran la atención y la concentración.
Los movimientos complejos estimulan
las áreas cerebrales responsables de
­estas ­capacidades.

Ir en bicicleta disminuye los 3

­síntomas del trastorno por déficit
de atención e hiperactividad, tanto
en niños como en adultos.

Practicar la bicicleta de forma

­regular favorece la generación de
neuronas en el hipocampo, sede 5
cerebral de la memoria. La pro-
teína factor neurotrófico derivado
del cerebro (BDNF), que se libera
de manera notable en los ciclistas,
promueve ese crecimiento.
MARTIN MÜLLER

Efecto curioso: después de rodar

en bicicleta, las mujeres son
sexualmente más excitables.

MENTE Y CEREBRO 68 N.O 85 - 2017

 Montar en bicicleta, como el deporte en general, tiene un
efecto neurofisiológico similar a los medicamentos antide-
presivos. En el cerebro de los ciclistas se acumula triptófa-
no, aminoácido que sintetiza la serotonina («hormona de
la felicidad»). De esta manera, como sucede con los fárma-
cos contra la depresión, se incrementa la cantidad de sero-
tonina disponible en las sinapsis.

6 En comparación con los usuarios

de otros medios de transporte, los
ciclistas se enfadan menos y se
sienten menos estresados.

7
Al adelantar a una bicicleta,
los conductores de coche dejan
menos distancia si el ciclista
lleva casco. En caso de que el
que pedalea, además de portar
casco, sea varón, la distancia
8 disminuye aún más.

Los ciclistas con casco se arriesgan

9 más en comparación con los que
no utilizan protección.

Ir en bicicleta adelgaza (abajo). En un recorrido

de media hora se pueden quemar más o menos
10 kilocalorías (kcal) según el sexo y la velocidad a
la que se circule (kilómetros por hora).

FUENTES
210 kcal Marcha tranquila 195 kcal Behavior Research and Therapy,
entre 15 y 20 km/h vol. 34, págs. 143-148, 1996;
Accident, Analysis and Prevention,
280 kcal Marcha ligera 260 kcal vol. 39, págs. 417-425, 2007;
entre 20 y 23 km/h Bundesministerium für Verkehr:

Comparativa: 350 kcal Marcha acelerada 320 kcal Der Radverkehr in Zahlen. Innova-
tion und Technologie, Viena 2010;
Una tableta de chocolate entre 23 y 26 km/h Neuroscience Letters, vol. 500,
con leche (100 gramos)
tiene un valor calórico de
420 kcal Marcha rápida 390 kcal págs. 129-132, 2011;
Journal of Clinical and Diagnostic
entre 26 y 30 km/h
Research, vol. 7, págs. 1883-1885, 2013;
550 kcal 560 kcal Marcha muy rápida 520 kcal CNS & Neurological Disorders - Drug
más de 30 km/h Targets, vol. 13, págs. 1002-1014, 2014;
Medicine and Science in Sports and
Exercise, vol. 48, págs. 1153-1160, 2016;
(en relación con una persona que pesa 70 kilos y mide 170 cm de altura) Psychological Science, vol. 27,
págs. 289-294, 2016

MENTE Y CEREBRO 69 N.O 85 - 2017

 ENTREVISTA

ÁLVARO PASCUAL LEONE , pionero en el uso de las técnicas

de estimulación cerebral, subraya la importancia de seguir
las recomendaciones médicas, del entrenamiento y de la calidad
del dispositivo a la hora de utilizar estos métodos

«Estimular el cerebro
de forma segura
no es sencillo»

El año pasado publicó, junto ¿Cómo funciona y en qué se diferencia la ETCC de otros
con otros científicos, una carta abierta en Annals of procedimientos de estimulación cerebral?
Neurology describiendo los riesgos de la estimulación Esta técnica permite modular la actividad de una zona
transcraneal con corriente eléctrica continua (ETCC). cerebral de una forma no invasiva y prácticamente in-
¿Qué les motivó a hacerlo? dolora. Utiliza campos eléctricos de baja intensidad, de
Existe un interés creciente en la población general por el entre uno y dos miliamperios, que se aplican al cerebro
uso de estas técnicas no invasivas, y nos parecía impor- a través de unos electrodos del tamaño de una chapa
tante educar a los potenciales usuarios respecto a lo que colocados sobre la cabeza. El aparato puede ser tan
sabemos y lo que no sabemos de ello pero que podría pequeño como un paquete de tabaco. Según el número
entrañar riesgos. de electrodos y su posición puede cambiarse la geome-
tría del campo eléctrico aplicado con el fin de modular
¿Cómo se emplea hoy en día la ETCC? una región cerebral u otra. En comparación con otras
Aparte del uso doméstico, se utiliza en clínicas con fines técnicas de estimulación cerebral, entre ellas la magné-
médicos y en laboratorios para investigación científica. tica transcraneal, es una técnica barata, fácil de fabricar
Todas las aplicaciones médicas y científicas se realizan a y portátil.
nivel experimental. Unos pocos datos muestran su utilidad
terapéutica potencial en un abanico de enfermedades muy ¿Tendrá pronto un uso generalizado?
amplio, pero todavía no hay indicaciones aprobadas. Los Todo apunta a que va a utilizarse cada vez más, pero hay
médicos que la utilizan lo hacen de forma off-label, es que saber lo que se puede y no se puede hacer. Uno de
decir, bajo su criterio profesional e informando adecuada- los riesgos reside en que, aunque los electrodos se pueden
mente al paciente. Hay cientos de clínicas tanto en Estados colocar aparentemente de una forma muy sencilla, en
Unidos como en Europa y otros países donde se ofrece realidad es muy complejo saber qué efectos tiene la esti-
esta técnica de estimulación cerebral como tratamiento. mulación en el cerebro.

MENTE Y CEREBRO 70 N.O 85 - 2017


CORTESÍA DE ÁLVARO PASCUAL LEONE
¿Cuánta gente usa la ETCC de forma doméstica?
No lo sabemos exactamente. Basándonos en las redes
sociales, miles de personas. Existen empresas que venden
directamente al consumidor aparatos que cualquier usua-
rio puede adquirir por Internet y utilizar según su propio
criterio. Por otra parte, también hay dispositivos clínicos
diseñados para prescripción doméstica, de forma que el
paciente puede utilizarlos en su casa bajo la supervisión y
el entrenamiento de personal médico cualificado. Este uso
difiere mucho del anterior. Los dispositivos son muy dife-
rentes. Los de uso clínico no se venden a los consumidores
finales y tienen mayor fiabilidad y seguridad. Pero también
MENTE Y CEREBRO 71
Á L VA R O P A S C U A L L E O N E
Nació en Valencia en 1967. Tras licen-
ciarse en medicina, obtuvo su doctorado
en neurofisiología en la Universidad Al-
bert Ludwigs de Friburgo en 1985. Se es-
pecializó en neurofisiología clínica y con-
trol motor en la Universidad de Minesota
y los Institutos Nacionales de la Salud es-
tadounidenses. Tras una etapa en el Insti-
tuto Cajal del CSIC en Madrid, se incor-
poró a la Escuela de Medicina de la
Universidad Harvard en 1997, donde ac-
tualmente es catedrático de neurología y
decano de investigación clínica. También
dirige el Centro Berenson-Allen para la
estimulación no invasiva del cerebro y
la Unidad de Investigación Clínica de
­Harvard-Thorndike. Además, participa
como asesor científico en Neuroelectrics,
compañía que produce dispositivos de
estimulación transcraneal con corriente
eléctrica continua para la investigación y
el uso clínico. Su principal contribución
científica ha sido demostrar, mediante
técnicas de estimulación cerebral no in-
vasiva, que el cerebro humano es plástico.
También ha impulsado estudios pioneros
que apuntan a que estas técnicas presen-
tan una utilidad terapéutica importante
en una variedad de condiciones neuroló-
gicas y psiquiátricas.
hay usuarios que fabrican aparatos caseros siguiendo
instrucciones disponibles en Internet. Eso es todavía más
peligroso.
¿Cuáles son las diferencias entre su utilización en las
clínicas y la de los particulares?
A diferencia de los aparatos caseros, los de uso clínico
ofrecen un control preciso de los parámetros de la esti-
mulación: cantidad de corriente, voltaje máximo, fre-
cuencia, etcétera. Permiten controlar el tamaño del
campo eléctrico y el lugar exacto del cerebro donde se
aplicará. La estimulación es más robusta y estable, lo que
N.O 85 - 2017
no solo impide causar daños por una estimulación exce- accidentes cerebrovasculares o lesiones traumáticas, las
siva, sino que también permite evaluar sus consecuencias. funciones cognitivas en enfermedades neurodegenerativas,
Y suelen incorporar dispositivos de neuroimagen por como las demencias, en el rendimiento motor en el pár-
electroencefalografía para monitorizar los efectos cere- kinson, la depresión y la adaptación a la ceguera. También
brales provocados por la estimulación. Todo ello, junto resulta beneficiosa en las adicciones, el autismo, la epilep-
con el asesoramiento del médico, ofrece suficientes ga- sia, las alucinaciones y el comportamiento compulsivo. El
rantías de un uso seguro. principal factor limitante para usarla es saber qué disfun-
ción de la actividad cerebral es responsable de una pato-
¿Qué motivaciones tienen los usuarios que utilizan la logía. El abanico de aplicaciones es tan amplio como el
ETCC en casa? conocimiento que tenemos de las alteraciones cerebrales
Son muy variadas. Algunas de ellas están cercanas al tra- relacionadas con los síntomas de las enfermedades.
tamiento médico, pero otras son lucrativas: mejorar el
rendimiento en un videojuego, aprender a tocar un ins- ¿Existen ensayos clínicos como en la investigación con
trumento rápidamente, incrementar el rendimiento en el fármacos?
deporte, mantener la atención durante más tiempo cuan- La comparación con la investigación farmacológica no
do se estudia para un examen o mejorar el estado de ánimo. es completamente aplicable. Sí que se han realizado en-
sayos relativamente grandes que implican a varios centros
Para aumentar la atención ¿funciona mejor este méto- y con pacientes de distintas localizaciones geográficas,
do que el café? pero, en muchos casos, no se han obtenido todavía estu-
No hay estudios detallados que comparen la efectividad dios amplios que detallen todos los parámetros de la
de ambos. La ETCC modula directamente la actividad ce- estimulación y todas las características de la indicación
rebral de una región específica; en cambio, la cafeína específica, como pueden ser la enfermedad o los aspectos
afecta a todo el cerebro. Por ello, su efecto en una región demográficos. Esos trabajos todavía deben realizarse.
podría compensarse con el efecto en otra.
¿Qué efectos terapéuticos se conocen por ahora?
¿Todos podemos utilizar ETCC? El mayor impacto de esta técnica se ha registrado en la
El uso de la ETCC es legal. Si alguien decide usarlo, es depresión, el dolor crónico y la rehabilitación tras un
importante que sea consciente de qué cosas no se cono- daño cerebral. En pacientes con un trastorno depresivo
cen todavía sobre esta técnica para que pueda tomar resistente al tratamiento, la estimulación cerebral con
mejores decisiones sobre su utilización. La recomendación ETCC es capaz de revertir la depresión completamente.
a los usuarios es que sigan los consejos adecuados, que No obstante, el efecto es transitorio; dura unos cuantos
estén entrenados para poder seguirlos y que tengan el meses. Pasado un tiempo, los pacientes vuelven a recaer
mejor dispositivo para lo que necesitan. y a necesitar la estimulación. Estas técnicas no curan la
enfermedad.
¿Alguna vez ha utilizado esta técnica en su propia
persona? ¿Puede una sola sesión tener un efecto de meses?
Alguna vez me he aplicado una breve estimulación para Una única sesión de estimulación no tiene efectos dura-
tener una idea de cuál es la sensación. Al inicio, se sien- deros. Un curso de estimulación implica, normalmente,
te un cosquilleo en la piel. Eso es todo. Usar la técnica una sesión diaria durante dos, cuatro o incluso seis se-
durante un par de minutos resulta totalmente inocuo, manas.
porque, a diferencia de otras, no produce que las neuro-
nas descarguen impulsos nerviosos. Solo cambia la faci- Los resultados en personas enfermas ¿son similares a
lidad con que las neuronas responden a las señales que los que se obtienen en sujetos sanos?
reciben de otras neuronas. Por ejemplo, puede aumentar El efecto puede ser muy diferente; incluso opuesto. La
o disminuir las respuestas según se ajuste la polaridad de misma estimulación que produce un efecto antidepresi-
los electrodos. En cualquier caso, para tener un efecto vo en sujetos con depresión resistente a la medicación
terapéutico o sobre el comportamiento son necesarias causa depresión en individuos sanos. La mayor parte de
sesiones de al menos treinta minutos durante muchos los estudios se han llevado a cabo en pacientes. Si se
días seguidos. Una estimulación tan duradera nunca la quiere usar la ETCC para mejorar el rendimiento en
he realizado en mí mismo, porque pienso que comporta personas sanas, necesitamos un tipo muy distinto de
beneficios, pero también riesgos. investigación. No tenemos siquiera datos que indiquen
cuán probable es que pueda ayudar a los usuarios de la
El potencial clínico es muy prometedor. forma que persiguen. Lo que sí sabemos es que la medi-
Nosotros y otros investigadores hemos mostrado que la da en que beneficia o perjudica y la relación entre bene-
técnica puede ser efectiva en el tratamiento del dolor ficios y costes resultan muy diferentes en una persona
crónico, la rehabilitación del movimiento, la afasia tras enferma que en una sana.

MENTE Y CEREBRO 72 N.O 85 - 2017

 ENTREVISTA / ESTIMUL ACIÓN CEREBR AL

¿Se pueden dar otras complicaciones?
Con un equipo, conocimiento y entrenamiento adecua-
dos, las complicaciones son poco graves y bien toleradas.
No hay riesgo de crisis epilépticas y, en general, no es
doloroso, aunque puede darse una ligera irritación de la
piel. Esto es así cuando la ETCC se utiliza bajo supervisión
médica. Del mismo modo, el martillo de reflejos es muy
útil en neurología para medir los reflejos, pero si lo usas
para golpear un ojo, puede causar problemas. No obs-
tante, hay cosas que desconocemos. La cantidad de
corriente que entra en el cerebro con la ETCC es muy
pequeña y no puede dañar al órgano, pero resulta sufi-
ciente para modificar la actividad de las neuronas. Sabe-
mos que el cerebro cambia en función de su actividad,
por lo que podrían darse consecuencias perjudiciales a
largo plazo, las cuales desconocemos todavía. No sabemos
el efecto acumulado de un uso diario continuado duran-
te meses o años, como podrían estar haciendo los usua-
rios domésticos de ETCC.
¿Depende el efecto de lo que el usuario esté realizando
en ese momento?
Según el estado cerebral, el efecto de la estimulación
puede ser beneficioso o perjudicial, de ahí la importancia
de monitorizar la actividad del cerebro antes de estimu-
larlo. Como decía, un mismo patrón de estimulación
puede mejorar o empeorar el ánimo dependiendo del
estado anímico previo.
Así pues, el resultado varía mucho de una persona a otra.
Sí. Todavía no sabemos cuáles son todos los factores que
influyen. Incluso entre personas de la misma edad, gé-
nero y otras variables demográficas iguales, el efecto
puede variar. Por ello hay que medir el efecto.
¿Existe una dosis óptima?
No sabemos cuál es la dosis óptima para cada sujeto; para
cada uno puede ser diferente. Dar más no es necesaria-
mente bueno, y puede causar el efecto contrario.

¿Pueden producirse quemaduras? ¿Cuán importante es estimular con precisión?

Si se usa de manera apropiada, no. Unos electrodos ade-
cuados no dañan la piel, pero unos de mala calidad
pueden llegar a introducir metal en la piel por iontofo-
resis. Hay usuarios que utilizan aparatos construidos por
ellos mismos que han sufrido quemaduras graves de
tercer grado. Las descripciones que circulan por las redes
sociales son espeluznantes.
Si no aciertas en la diana, al lado habrá otra distinta que
tendrá un efecto diferente al buscado. Sabemos que en
pacientes con afasia, el habla mejora cuando se estimula
una de las dos subdivisiones del área de Broca. Pero si se
estimula la otra subdivisión, situada justo al lado, las
personas muestran el efecto contrario. Se dificulta el
habla.

¿Pueden producirse efectos inesperados porque otras
áreas del cerebro que no son estimuladas también se
ven afectadas?
Un estudio demuestra que el planteamiento descrito en las
redes sociales sobre un aparato para mejorar la atención y
el rendimiento en un videojuego produce un déficit en la
memoria de trabajo. Cuando modificas la actividad en un
lugar del cerebro es posible que el beneficio en un aspecto
esté unido a un perjuicio en otro. Un paciente puede me-
jorar la capacidad de mover la mano pero perder la de
hablar. Este tipo de consecuencias no se han analizado.
Sabemos que son posibles, por ello debe prestarse atención
a todo tipo de efectos, no solo a los beneficios buscados.
Parece que el cerebro se resiste a ser potenciado.
En cierto sentido, sí. El cerebro tiene mecanismos para
mantener su homeostasis o punto de equilibrio. En una
enfermedad, entra en un nuevo estado de equilibrio del
que también se resiste a ser cambiado. Y no porque fun-
cione de manera perfecta o porque no haya posibilidades
de lograr que funcione mejor. El cerebro funciona lo
mejor que puede dadas sus contingencias, pero al inten-
tar mejorarlo es probable que también se produzcan
consecuencias negativas. H
 ntrevista realizada por José Viosca Ros, doctor en neurociencias­
E
y divulgador científico.

PA R A S A B E R M Á S

Tha plastic human brain cortex. Alvaro Pascual-Leone et. al en Annual Review Neuroscience, vol. 28, págs. 377-401, 2005.
Transcranial direct current stimulation: State of the art 2008. Michael Nitsche et. al en Brain Stimulation,
vol. 1, págs. 206-223, 2008.
An open letter concerning do-it-yourself users of transcranial direct current stimulation. Rachel Wurzman et al.
en Annals of Neurology, vol. 80, págs. 1-4, 2016.

EN NUESTRO ARCHIVO

Los efectos de la estimulación transcraneal. Walter Paulus en MyC n.o 76, 2016.
Estimulación neuronal en casa. Christian Wolf en MyC, n.o 78, 2016.

MENTE Y CEREBRO 73 N.O 85 - 2017

 NEURO CIENCIA

SERIE: INTELIGENCIA ARTIFICIAL Los algoritmos de aprendizaje

­profundo aprenden a jugar a videojuegos sin antes saber las reglas.
Con poco entrenamiento consiguen superar a los contrincantes
­humanos más diestros

Talento sin
consciencia
CHRISTOF KO CH

L
os conceptos de inteligencia y consciencia
han estado íntimamente ligados a lo largo
de la historia humana. Se da por supuesto
que las personas inteligentes son también
más conscientes. ¿Qué es la consciencia sino
la capacidad de experimentar algo y saberlo
contar con detalle? Es posible, sin embargo, que esta
estrecha relación se esté deshilachando.
Uno de los motivos de la desaparición de esta aso-
ciación es el avance logrado por DeepMind, una peque-
ña compañía londinense que Google adquirió hace unos
tres años por cientos de millones de dólares. En 2011,
Denis Hassabis, niño prodigio, ajedrecista, diseñador
de videojuegos y neurocientífico informático cofundó
la empresa. Los logros de su algoritmo han dejado a
todos boquiabiertos: aprende por sí solo a jugar a una
serie de videojuegos, con frecuencia, mejor que los
humanos.
Si desea formarse una idea más nítida del revuelo que
levantó en 2014 puede visionar el vídeo DeepMind arti-
ficial intelligence @FDOT14 en YouTube. La grabación,
de algo más de cuatro minutos de duración, muestra unos
momentos de la ponencia que Hassabis mantuvo en una
conferencia de científicos. Presentaba un algoritmo que
aprende por sí solo a jugar al clásico videojuego Breakout.
El entretenimiento, una variante de Pong, consiste en
romper con una bola unos ladrillos que aparecen alinea-
dos en la parte superior de la pantalla. La bola rebota
desde lo alto contra las paredes laterales; ahora bien, si
toca la línea de base de la pantalla, el jugador pierde una
de las tres vidas con las que inicia la partida. Para evitar-
lo, dispone de una pala que puede desplazar de forma

Serie: «Inteligencia artificial»

Parte 1: ¿Existe una inteligencia artificial universal? E L AU TO R
(MyC 84/2017) Christof Koches presidente y director
Parte 2: Inteligencia sin consciencia científico del Instituto Allen de Neuro-
Parte 3: Lingüística computacional (MyC 86/2017) ciencia en Seattle.

MENTE Y CEREBRO 74 N.O 85 - 2017

 FUENTE: «HUMAN-LEVEL CONTROL THROUGH DEEP REINFORCEMENT LEARNING». VOLODYMYR MNIH ET AL. EN NATURE, VOL. 518, FEBRERO DE 2015

En 1976 apareció Breakout, hoy un clásico entre los video-

juegos. El jugador debe mover la paleta roja inferior de iz-
quierda a derecha para mantener en movimiento la bola
que aparece en pantalla. A medida que esta acierta en cho-
car contra los bloques de la parte superior del monitor, el
muro de colores se va destruyendo poco a poco.

MENTE Y CEREBRO 75 N.O 85 - 2017

En síntesis:El mejor jugador del mundo

1 2
DeepMind, una compañía de
Google, desarrolla programas
de ordenador que disponen de
inteligencia artificial. Estos presen-
tan un método de aprendizaje simi-
lar al del cerebro humano.
Uno de sus algoritmos apren-
de por sí mismo a jugar a vi-
deojuegos. Como informa-
ción solo necesita los píxeles de la
pantalla y la puntuación que debe
maximizar.
3
El programa valora más las ac-
ciones exitosas y repasa situa-
ciones anteriores una y otra
vez. En determinados juegos logra
vencer a personas expertas en esos
entretenimientos.

horizontal mediante el mando de control del ordenador
y proyectar la pelota hacia arriba.
El videojuego, creado con Steve Wozniak, cofundador
de Apple, seguramente resulta hoy en día algo primitivo;
no obstante, todavía entusiasma a cualquiera. Hassabis
explica en su charla que cuando el algoritmo empieza a
jugar no sabe nada; mueve la pala al azar, de manera
descoordinada con la bola. Solo de cuando en cuando
acierta a darle. Pero al cabo de una hora de entrenamien-
to, su rendimiento mejora: devuelve la pelota muchas
veces y rompe los ladrillos. Otra hora de entrenamiento
y el algoritmo se muestra más hábil que la mayoría de los
humanos: devuelve la bola con rapidez y en ángulos muy
empinados.
Los programadores dejaron que el algoritmo siguiera
jugando solo. Observaron que iba mejorando. Después
de cuatro horas, incluso utilizó una estrategia innovado-
ra para el juego, que potenciaba su rendimiento hasta
dejar a los contrincantes humanos muy atrás en el mar-
cador. Cavó un túnel a través de uno de los extremos del
muro de ladrillos, de manera que podía destruir un gran
número de bloques desde la parte posterior. Muy sagaz.
Tan impresionante resultó la hazaña del algoritmo que los
expertos reunidos arrancaron en un aplauso espontáneo,
imagen excepcional en los congresos científicos.
Para comprender el entusiasmo que el software pro-
vocó entre los asistentes es necesario analizarlo en deta-
lle. El algoritmo de Hassabis incorpora tres característi-

Un éxito rompedor

1 2 3 4

FUENTE: «HUMAN-LEVEL CONTROL THROUGH DEEP REINFORCEMENT LEARNING».

VOLODYMYR MNIH ET AL. EN NATURE, VOL. 518, FEBRERO DE 2015

25 4

23 3

21
Valor

19 1 2
17

15
0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12
Duración del juego (segundos)

El algoritmo de inteligencia artificial de DeepMind aprende a jugar con maestría a Breakout. Este videojuego, un
clásico de los salones recreativos, consiste en eliminar ladrillos lanzando una bola contra ellos, la cual se dirige con
una paleta. El programa no solo adquiere destreza a base de repeticiones, sino que descubre formas de mejorar las
jugadas. Entre ellas, una estrategia insospechada: perfora el muro y destruye bloques desde atrás (4).

MENTE Y CEREBRO 76 N.O 85 - 2017

 NEURO CIENCIA / SERIE: INTELIGENCIA ARTIFICIAL

cas inspiradas en la neurobiología: aprendizaje por
refuerzo, redes convolucionales profundas y repetición
selectiva de los recuerdos.
El conductismo, rama de la psicología que durante
la primera mitad del siglo xx presidió el estudio del
comportamiento tanto animal como humano, ha deja-
do una herencia duradera. Se basa en la idea de que los
organismos aprenden conductas óptimas al relacionar
las consecuencias de un acto determinado con un es-
tímulo específico que lo precede. Este estímulo refuer-
za la conducta.
Tal método se usa, por ejemplo, para adiestrar a las
mascotas. Enseñé a mi perra Ruby a hacer sus necesida-
des fuera de casa de la siguiente manera: le daba de beber
y la llevaba a un rincón concreto del jardín. Allí esperaba
hasta que orinaba de forma espontánea. Entonces, aca-
riciaba al animal mientras le hablaba con voz dulce. Si
ocurría algún «accidente» en el interior de la casa, la
reñía. Los canes responden bien a estas señales sociales,
sean positivas o negativas [véase «Ciencia de una amistad»,
por Adam Miklósi, en este mismo número]. Después de
un par de meses, la perra aprendió que si a un estímulo
interno (la vejiga llena) le seguía una conducta determi-
nada (orinar en su rincón), recibía una recompensa y
evitaba el castigo.
El aprendizaje por refuerzo se ha formalizado e im-
plementado en redes neuronales para enseñar a los
programas informáticos a jugar a videojuegos. Gerald
Tesauro, de IBM, se sirvió de una versión particular de
aprendizaje por refuerzo (aprendizaje temporal-diferen-
cial) para crear una red que jugaba al backgammon. El
programa analiza el tablero, examina la totalidad de ju-
gadas lícitas factibles y la posible respuesta del oponente
a cada una. El conjunto de las posiciones resultantes en
el tablero se traslada a la función de evaluación, el cora-
zón del dispositivo.
El programa elige la acción que conduce a la posición
del tablero con máxima puntuación. Tras cada partida,
la red se reajusta con el objetivo de que el programa
pronostique con algo más de acierto lo que va a ocurrir
a continuación. Parte de cero y va mejorando a partir del
principio de prueba y error. Con todo, el aprendizaje por
refuerzo presenta un problema: por lo general, media un
lapso de tiempo importante entre cada jugada y su con-
secuencia, sea beneficiosa o no. Superar ese hándicap
supone mucho entrenamiento. De hecho, para vencer a
humanos diestros en el juego, el programa de Tesauro
tuvo que jugar 200.000 partidas contra sí mismo.
El segundo ingrediente del éxito de DeepMind son las
redes convolucionales profundas. Estas se inspiran en un

Procesamiento por capas

Capas de procesamiento de la imagen Etapas de decisión

FUENTE: «HUMAN-LEVEL CONTROL THROUGH DEEP REINFORCEMENT LEARNING».

VOLODYMYR MNIH ET AL. EN NATURE, VOL. 518, FEBRERO DE 2015

El algoritmo de DeepMind remeda el sistema visual de los humanos. Mediante un sistema estratificado de proce-
samiento de imágenes, analiza, cada vez más en detalle, las propiedades visuales del videojuego Breakout. El análi-
sis final servirá para decidir el movimiento siguiente y enviar una orden al mando de control. Este proceder se re-
pite muchas veces con el fin de optimizar la destreza del algoritmo.

MENTE Y CEREBRO 77 N.O 85 - 2017

Puntuación Vídeo Pinball 2539 %
máxima
Boxing 1707 %
El diagrama Breakout 1327 %
muestra el rendi-
Gopher 400 %
miento del algo-

FUENTE: «HUMAN-LEVEL CONTROL THROUGH DEEP REINFORCEMENT LEARNING».

ritmo ­DeepMind Assault 246 %
en diversos video- James Bond 145 %
juegos en compa-

VOLODYMYR MNIH ET AL. EN NATURE, VOL. 518, FEBRERO DE 2015

Pong 132 %
ración con un
probador de jue- Space Invaders 121 %
gos profesional Q*bert 78 %
(100 por ciento).
Centipede 62 %

Probador humano
Double Dunk 17 %
Ms. Pac-Man 13 %
Asteroids 7 %
Montezumma’s Revenge 0 %

0 100 200 300 400 500 600 1000 4000

Rendimiento (por ciento)

modelo de la circuitería cerebral correspondiente al
sistema visual de los mamíferos, descubierto hace más
de sesenta años por el neurobiólogo Torsten Wiesel y el
neurofisiólogo David H. Hubel (1926-2013), ambos por
entonces en la Universidad Harvard. Este trabajo les
mereció el premio Nobel en 1981. El modelo postula
estratos de elementos de procesamiento (unidades) para
cada señal que recibe, los cuales computan una suma
ponderada. Si tal adicción supera cierto umbral, el mo-
delo activa la emisión de una señal saliente de la unidad;
en caso contrario, la inhibe.
Algunos teóricos consideran que el sistema visual
consiste, en esencia, en una red proalimentada, organi-
zada en estratos de procesamiento. Cada nivel ingresa
señales de la etapa precedente y egresa señales a la si-
guiente. La primera capa corresponde a la retina, que
recibe la lluvia de fotones incidentes. La retina registra
las variaciones de brillo en la imagen y transfiere estos
datos a la siguiente etapa del procesamiento. La última
capa consiste en un puñado de unidades que indican si
esa imagen presenta algún rasgo de alto nivel (por ejem-
plo, si se trata de alguien de nuestra familia o de algún
personaje famoso).
Los teóricos del aprendizaje han desarrollado métodos
matemáticos para ajustar el peso de estas unidades, es
decir, la importancia relativa de cada entrada con relación
a las demás. De este modo, logran que esas redes proali-
mentadas aprendan a efectuar tareas de identificación
concretas. Por ejemplo, se presentan a una red decenas
de miles de imágenes tomadas de Internet, cada una
marcada según si contiene o no la imagen de un gato.
Tras cada exposición, los pesos se ajustan. Si el entrena-
miento dura lo suficiente y las imágenes se procesan en
redes lo bastante profundas (con muchos estratos de
elementos de procesamiento), la red neural generaliza y
logra detectar con acierto si una fotografía nueva contie-
ne un felino. En otras palabras, ha aprendido, de manera
supervisada, a distinguir las imágenes de gatos de las de
perros, personas, automóviles, etcétera. La situación se
podría comparar con la escena de una madre que mues-
tra a su bebé un libro con fotografías, en el que le señala
todos los gatos. Hoy, las redes convolucionales profundas
están causando furor en Google, Facebook, Apple y otras
compañías de Silicon Valley que buscan rotular imágenes
de forma automática, transcribir los contenidos hablados
a escritos o detectar tumores en mamografías, entre otros
objetivos.
Con todo, el aprendizaje supervisado se diferencia del
aprendizaje por refuerzo. En el primero, cada imagen
entrante va dotada de una etiqueta (en la imagen hay un
gato o no). En el aprendizaje por refuerzo, en cambio, la
consecuencia de cada acción va revelándose en el trans-
curso del tiempo: puede aportar beneficios (puntuaciones
más altas), pero solo después de muchas jugadas.
Hassabis y su numeroso equipo de colaboradores se
valieron de una variante del aprendizaje por refuerzo,
llamada Q-aprendizaje, para que actuara de supervisora
de la red de aprendizaje profundo. La red recibía una
versión borrosa de la pantalla en color del juego, que
incluía la puntuación que alcanzaba en la partida (la
misma pantalla que vería un jugador humano) y también
las pantallas correspondientes a los tres últimos movi-

MENTE Y CEREBRO 78 N.O 85 - 2017

 NEURO CIENCIA / SERIE: INTELIGENCIA ARTIFICIAL

mientos. La red enviaba una orden a la palanca de man-
do para que se desplazara en una de las ocho direcciones
cardinales, con o sin activación del botón de disparo. El
algoritmo, que partía con pesos asignados al azar, calcu-
laba qué acciones elevarían la puntuación, esto es, en qué
posición y momento tendría la paleta mayor probabilidad
de interceptar la bola en descenso, lanzarla en trayectoria
ascendente y romper un ladrillo. De este modo, la red
aprendía y reforzaba, por repetición, su entrenamiento
para jugar de manera existosa a Breakout. Incluso supe-
raba en un pasmoso 1327 por ciento el rendimiento de
un profesional humano.
El tercero de los componentes críticos del algoritmo
consiste en la evocación selectiva de recuerdos, remedo
de lo que se piensa que sucede en el hipocampo, una región
cerebral que se relaciona con la memoria. Los patrones de
actividad de las neuronas hipocámpicas asociadas a una
experiencia determinada (el recorrido de un laberinto) se
reproducen a mayor velocidad al evocarlas. El algoritmo
recupera al azar de su banco de datos un episodio del
juego particular, incluidas sus propias acciones, y vuelve
a entrenarse a partir de esa experiencia anterior. De este
modo actualiza su función de evaluación.
Los informáticos de DeepMind no se contentaron con
que su algoritmo fuese experto en un único juego. Lo
entrenaron en 49 videojuegos de Atari 2600, ideados
todos para apasionar a generaciones de adolescentes.
Entre ellos se hallaban Video Pinball, Stargunner, Robot
Tank, Pong, Space Invaders, Ms. Pac-Man, Alien y Mon­
tezuma’s Revenge. En todos ellos se aplicó el mismo al-
goritmo con idénticos ajustes. Solo variaba su respuesta,
que debía corresponderse con las necesidades concretas
de cada juego. Los resultados dejaron fuera de combate
a todos los demás algoritmos competidores. Incluso
superó en un 75 por ciento o más los resultados de juga-
dores profesionales humanos en 29 de estos juegos, a
veces con un amplio margen de ventaja.
No obstante, el algoritmo presenta limitaciones. Su
rendimiento empeora conforme los juegos requieren más
planificación a largo plazo. El rendimiento del algoritmo
en Ms. Pac-Man fue decepcionante, porque exige que el
jugador elija un camino del laberinto que le libre de ser
engullido por un fantasma que todavía se encuentra a
diez o más jugadas de distancia.
Pero, aun así, el programa anuncia nuevos refinamien-
tos en inteligencia artificial. Deep Blue, un programa de
IBM que venció en 1997 al entonces campeón mundial
de ajedrez Garri Kaspárov, y Watson, el sistema de IBM
que superó a Ken Jennings y Brad Rutter en el concurso
Jeopardy!, consistían en colecciones de algoritmos muy
especializados y adaptados a dominios concretos [véase
«La fórmula de la inteligencia», por Jean-Paul Delahaye;
Mente y Cerebro n.o 84, 2017]. El rasgo distintivo de
la nueva generación de algoritmos reside en que aprenden,
como las personas, de sus éxitos y fracasos. Partiendo
tan solo de los píxeles en bruto de la pantalla del juego
acaban compitiendo con éxito en juegos de lucha o de
carreras de coches. Los mundos en los que operan son,
desde luego, sumamente simples, obedecen reglas estric-
tas y sus acciones resultan muy limitadas.
No hay en estos algoritmos indicio alguno de capaci-
dad de sentir o de experiencia subjetiva. No presentan
ninguna de las conductas que asociamos a la consciencia.
Los modelos teóricos de la consciencia actuales pronos-
ticarían que las redes convolucionales profundas no
disponen de esta facultad. Son como zombies. Actúan en
el mundo, pero sin sentir; exhiben una forma de inteli-
gencia limitada, fría y extrahumana. Como explicaba
Hassabis en su ponencia de 2014, un algoritmo «explota
de manera implacable las debilidades que descubre en el
sistema. En esto es totalmente automático». Tales algo-
ritmos, entre ellos los de los coches autónomos de Goo-
gle o los encargados de las transacciones en los mercados
financieros, demuestran que, por primera vez en la his-
toria del planeta, la inteligencia puede quedar totalmen-
te disociada del sentir, de la consciencia.
Son inteligentes en su capacidad de adaptación a
mundos nuevos, sin más motivación que maximizar la
recompensa acumulada que refleja la puntuación en el
juego. No dudo que los diseñadores de DeepMind estarán
muy ocupados buscando ingenios de aprendizaje más
refinados, enseñando a sus algoritmos a dominar juegos
en los que gane el tirador más rápido y certero (como
Doom o Halo) o juegos de estrategia (StarCraft, entre
otros). Estos algoritmos serán cada vez más expertos en
la ejecución de tareas concretas en nichos estrictamente
definidos, que tanto abundan en el mundo moderno.
Jamás crearán arte ni lo apreciarán. Nunca les impresio-
nará una puesta de sol. Y todavía se encuentran lejos de
tener consciencia. H
© Scientific American Mind

PA R A S A B E R M Á S

Human-level control through deep reinforcement learning. Volovdymyr Mnih en Nature, vol. 518, págs. 529-533, 26 de febrero de 2015.

EN NUESTRO ARCHIVO

Consciencia artificial. Christof Koch y Giulio Tonino en IyC, agosto de 2011.

Técnicas de aprendizaje automatizado. Yaser S. Abu-Mostafa en IyC, abril de 2013.
Aprendizaje profundo. Yoshua Bengio en IyC, agosto de 2016.

MENTE Y CEREBRO 79 N.O 85 - 2017

 SYLL ABUS

Neuropatía
­autónoma
Dolores abdominales, mareos, picores. Muchos médicos se encuentran
desconcertados ante esta misteriosa combinación de síntomas. Una
enfermedad del sistema nervioso vegetativo puede hallarse detrás
C H R I S T I NA HAU B R I C H

A
l principio, Andrea R.*, de 28 años, traga-
ba con dificultad. Sentía como si un nudo
en la garganta le impidiese llevar a cabo
una acción, por lo común, sencilla. Más
tarde, los dolores de estómago y un estre-
ñimiento cada vez mayor redujeron su
apetito. Ella se obligaba a tomar cinco comidas ligeras al
día. La medida no surgió efecto. Al contrario, le suponía
una pérdida de tiempo y un esfuerzo: cada bocado se
convertía en un martirio. Sin laxantes, su intestino ya no
funcionaba. Cada vez estaba más delgada. En año y me-
dio perdió 15 kilos.
Los dolores de estómago se convirtieron en insopor-
tables. Visitó a numerosos médicos y le practicaron di-
versas intervenciones quirúrgicas en el esófago, estómago
e intestino. Pero no mejoraba. Incluso con una alimenta-
ción extremadamente rica en calorías, se le hacía cada vez
más difícil mantenerse por encima de los 50 kilos, peso
corporal insuficiente para sus 1,76 metros de estatura.
L A AU TO R A
Christina Haubrich e s neuróloga
e imparte clases en la Escuela Técnica
Superior de Renania-Westfalia en
Aquisgrán.
El caso supuso un acertijo para los médicos. Ni los
padres ni los hermanos ni los hijos de Andrea R. padecían
semejante sintomatología. Los problemas de salud avan-
zaban, hasta afectar al intestino delgado. Los síntomas
apuntaban a una oclusión intestinal, pero las radiografías
no revelaban ninguna disfunción en el aparato digestivo.
Le diagnosticaron una pseudoobstrucción intestinal
crónica, es decir, un trastorno de la movilidad del intes-
tino, sin conocer las causas ni entrever posibilidades te-
rapéuticas. Le introdujeron una sonda en el estómago
para alimentarla. Además, debía usar un ano artificial
para la evacuación intestinal. Las exploraciones radioló-
gicas y endoscópicas complementarias del aparato diges-
tivo y las biopsias del estómago, del intestino, del músculo
y de la piel revelaron que las estructuras se hallaban in-
tactas, por lo que no aportaban información. La muscu-
latura y el sentido del tacto funcionaban perfectamente.
Excepto una pequeña diferencia en los diámetros de las
pupilas, los ojos reaccionaban de forma normal. Desde el
punto de vista neurológico, todo parecía correcto.
Al cabo de año y medio, nuevos problemas de salud
dificultaron la vida diaria a la paciente: sufría mareos con
frecuencia, su corazón dejó de funcionar bien y no podía
mantenerse de pie ni diez minutos. La boca y los ojos se
le secaban; además, padecía inflamaciones de la piel. En
la oscuridad apenas podía ver nada. Le dolían y se le
entumecían las piernas. Solo lograba vaciar la vejiga si
ejercía una presión con la mano en el bajo vientre.
* Nombres alterados por la redacción.

MENTE Y CEREBRO 80 N.O 85 - 2017

MILLIWAYS (COMMONS.WIKIMEDIA.ORG/WIKI/FILE:OGILVIE_CT_CORONAL.JPG) / CC BY-SA 3.0 (CREATIVECOMMONS.ORG/LICENSES/ BY-SA/3.0/LEGALCODE)

Esta imagen por tomografía computarizada del

abdomen muestra un intestino grueso completa­
mente lleno de aire, síntoma característico de la
pseudooclusión intestinal.

MENTE Y CEREBRO 81 N.O 85 - 2017

¿Qué es? Bajo el nombre de neuropatía autónoma se describen una serie de síntomas relaciona-
dos con el sistema nervioso autónomo o vegetativo. Este último se encarga de las accio-
nes involuntarias del cuerpo, entre ellas, la presión arterial, la frecuencia cardíaca, la evacuación de los intestinos
y de la vejiga y la digestión. Por ese motivo, los afectados pueden presentar múltiples alteraciones, lo que dificulta
el diagnóstico de la enfermedad.

Cuando Andrea R. acudió por primera vez a la Clíni-
ca Universitaria RWTH de Aquisgrán, ya llevaba nueve
años de martirio. Por entonces tenía 37 años y estaba
extremadamente delgada; también sufría constates do-
lores de estómago y su pierna izquierda temblaba.
Los trastornos gastrointestinales son frecuentes. Según
un estudio publicado en 2015 por Tadayuki Oshima e
Hiroto Miwa, del Colegio de Medicina en Hyogo, más
de un 10 por ciento de la población mundial padece
irritación intestinal con estreñimiento o diarrea. El resto
de los síntomas que presentaba nuestra paciente (mareos
al incorporarse, alteraciones cardíacas, trastornos urina-
rios y sequedad de piel y ojos) tampoco son raros, aunque
no está claro con qué frecuencia se presentan de forma
simultánea.
Por otro lado, la intensidad de las molestias en cada
uno de los órganos puede variar, motivo por el cual los
afectados acuden a diversos especialistas. No sorprende,
pues, que no llegue a detectarse, o solo de manera tardía,
una única causa para los múltiples síntomas. Ello favo-
rece que muchos afectados experimenten auténticas
odiseas diagnósticas. En 2010, un grupo dirigido por
Haruki Koike, de la Universidad de Nagoya, describió un
caso similar al de Andrea R. Al cabo de siete años de
sufrimiento, los médicos pudieron tratar por fin a su
paciente de 67 años.
La solución del enigma
¿Qué trastorno padecía Andrea R.? La clave del diagnós-
tico radica en la multiplicidad de síntomas que, a prime-
ra vista, parecen tener poco en común y que afectan a
distintos aspectos funcionales: digestión, sistema cardio-
circulatorio y amplitud de las pupilas. Todas estas fun-
ciones dependen del sistema nervioso vegetativo o
autónomo, que controla las acciones involuntarias.
Casi todos los órganos sobre los que actúa el sistema
nervioso autónomo estaban afectados. Su corazón solo
volvía a regularse cuando se sentaba o acostaba. Por lo
general, la frecuencia cardíaca disminuye cuando se
inspira o espira profundamente, pero en su caso apenas
variaba. Solo pudimos registrar una mínima conductivi-
dad eléctrica en la piel de manos y pies, pues sus glándu-
las sudoríparas no funcionaban de modo correcto. En la
oscuridad, únicamente se dilataba la pupila de su ojo
izquierdo. A través de las radiografías hallamos que su
intestino necesitaba un tiempo extraordinariamente
prolongado para transportar el contenido. Sin embargo,
su sistema nervioso central funcionaba muy bien. Las
neuronas motoras trasmitían las órdenes desde el cerebro
y la médula espinal a los músculos. Asimismo, los nervios
sensoriales respondían a los estímulos de las células
táctiles de la piel. Ello explicaba por qué los neurólogos
que habían explorado antes a la paciente no habían des-
cubierto ninguna anomalía.
El resultado de nuestras exploraciones, en las que
participaron conjuntamente neurólogos, urólogos, ra-
diólogos y oftalmólogos, fue en cierto sentido sencillo:
Andrea R. sufría un trastorno del sistema nervioso autó-
nomo. El equipo eléctrico de sus órganos no trabajaba
correctamente.
Cualquier trastorno en el que los nervios se irritan de
forma aguda o crónica puede trasmitirse al sistema ner-
vioso autónomo. Este regula todas las funciones vitales,
por lo que participa en las enfermedades crónicas más
frecuentes, entre ellas, la diabetes, el reumatismo o el
cáncer. La lista de posibles causas de dichas patologías es
muy larga: déficit de vitaminas, inflamaciones, infeccio-
nes, consumo de alcohol o efectos secundarios de medi-
camentos.
Las neuropatías autónomas pueden presentar múltiples
caras. En 2015, un grupo de médicos daneses describió
trastornos intestinales en una paciente de 66 años que
había contraído una borreliosis por mordedura de garra-
pata. En 2012, científicos estadounidenses atribuyeron a
una infección vírica febril las taquicardias y los mareos
que presentaba una paciente de 29 años. La infección
había tenido lugar siete meses antes del diagnóstico. Por
otra parte, en 2009, médicos de Taiwán comunicaron el
caso de una mujer de 66 años que sufría una cirrosis
hepática originada por una hepatitis C. También padecía
trastornos respiratorios cuando se ponía de pie. El mo-
tivo de los síntomas en estos casos resultaba de difícil

¿Por qué? Las causas pueden ser diversas: desde diabetes, carencia de vitaminas, pasando por
infecciones y alcoholismo, hasta efectos secundarios de medicamentos. Con todo, las
enfermedades neurológicas que solo afectan al sistema nervioso autónomo resultan raras. A escala mundial se co-
nocen menos de un centenar de casos.

MENTE Y CEREBRO 82 N.O 85 - 2017

 SYLL ABUS
El director de los órganos internos
El sistema nervioso vegetativo o autónomo conecta
el sistema nervioso central con casi todos los órganos,
de manera que dirige funciones vitales fundamentales,
como la circulación de la sangre, la digestión, la respi­
ración o el sudor. Funciona independientemente de
la consciencia, por lo que el fisiólogo británico John
­Newport Langley (1852-1925) lo denominó sistema
nervioso autónomo.
Mediante un juego de equilibrio mutuo, los nervios
periféricos del sistema nervioso simpático y del para­
simpático trabajan de modo coordinado. Mientras que
los impulsos del simpático, por regla general, actúan
Sistema nervioso
simpático
Ojo
Tráquea
Bronquios
Hígado
Vesícula biliar
Glándula suprarrenal
YOUSUN KOH, SEGÚN CHRISTINA HAUBRICH
Cordón
simpático
MENTE Y CEREBRO 83
con rapidez y de forma movilizadora, los estímulos pa­
rasimpáticos producen un efecto más bien amortigua­
dor en muchos órganos.
Los nervios simpáticos procedentes de toda la médu­
la espinal alcanzan los órganos internos después de pa­
sar por estaciones de interconexión en los ganglios del
cordón simpático. Las neuronas parasimpáticas emiten
sus estímulos desde el tronco del encéfalo y la parte ter­
minal de la columna vertebral, la zona sacra. Pasan
también a través de estaciones de interconexión antes
de llegar a las pupilas, las glándulas lacrimales y saliva­
les, el corazón, el intestino grueso y la vejiga urinaria.
Ganglio
Sistema nervioso
parasimpático
Glándula salival
Corazón
Estómago
Riñón
Tubo digestivo
Vejiga urinaria
N.O 85 - 2017

¿Hay tratamiento? Por lo general, la curación definitiva no es posible. Por esa
razón, el tratamiento se suele enfocar a aliviar los síntomas
existentes y prevenir problemas posteriores (entre ellos, incontinencia urinaria, molestias de digestión o ritmo
cardíaco irregular). De esta manera se logra mejorar la calidad de vida del paciente.
CHRISTINA HAUBRICH
Los trastornos cardiovasculares forman parte de los
síntomas más frecuentes en las enfermedades del siste­
ma nervioso autónomo. La autora mide el ritmo cardía­
co y la presión arterial de un paciente mediante una
mesa basculante. De esta manera puede conocer su va­
lor en posición horizontal y durante una lenta incorpo­
ración del enfermo.
explicación, hasta que los médicos no acertaban con el
interrogatorio adecuado que les llevase a una afectación
del sistema nervioso autónomo.
Con todo, las enfermedades neurológicas que se limi-
tan a alterar el sistema nervioso autónomo resultan raras.
A nivel mundial, los médicos conocen menos de un
centenar de afectados de neuropatía autónoma primaria.
Andrea R. es uno de ellos. El farmacólogo británico Wi-
lliam Paton (1917-1993) describió en 1954 uno de los
primeros casos. Su paciente palidecía siempre que se
ponía de pie. En ocasiones perdía el conocimiento y al
tocarle las manos se comprobaba que estaban calientes
y secas. Su estómago nunca gruñía de hambre. También
padecía retención urinaria. Paton descubrió que se tra-
taba de un efecto secundario del hexametonio, fármaco
que por entonces se utilizaba para el tratamiento de la
hipertensión arterial. En los ganglios del sistema nervio-
so autónomo, esta sustancia se une a los receptores de la
acetilcolina. De esta forma interrumpe en las sinapsis
la transmisión de la señal del sistema nervioso simpático nondiabetic patient. A CARE-compliant case report and review
y parasimpático a todos los órganos corporales.
MENTE Y CEREBRO
SYLL ABUS
¿Cuál era la causa de la enfermedad de Andrea R.?
Su sistema inmunitario. En los años noventa, un grupo
de trabajo dirigido por el neuroinmunólogo Stephen
Vernino, de la Clínica Mayo en Rochester, descubrió
unos anticuerpos que actúan contra los propios recep-
tores ganglionares de acetilcolina y, de esa manera,
dificultan en las sinapsis la transmisión del estímulo.
Desde entonces se han ido conociendo muchos otros
de estos denominados autoanticuerpos. El espectro de
las neuropatías autónomas autoinmunarias va crecien-
do constantemente. En el caso de Lambertz pudimos
demostrar anticuerpos contra el enzima glutamatodes-
carboxilasa. Esta enzima cataliza la síntesis de ácido
gamma-aminobutírico (GABA), uno de los más im-
portantes neurotransmisores inhibidores del sistema
nervioso.
Por fin habíamos descubierto la causa de la grave
enfermedad de nuestra paciente. Había llegado el mo-
mento oportuno de aplicar un tratamiento. Administra-
mos a Andrea una inmunoglobulina que contrarrestaba
el efecto de los anticuerpos. Se trataba de un anticuerpo
contra los anticuerpos. Al cabo de dos semanas de inyec-
ciones se había estabilizado la circulación sanguínea de
nuestra paciente, su sistema digestivo volvía a funcionar
y aumentó de peso. Después de intercambiar información
con los expertos de la Clínica Mayo, que habían tratado
más de 20 pacientes con neuropatía autónoma, combi-
namos de manera puntual las inyecciones de inmuno-
globulina mensuales con medicamentos adicionales que
reprimían el sistema inmunitario.
Los sufrimientos de Andrea R. durante nueve años,
que incluyeron intervenciones quirúrgicas, estancias
hospitalarias prolongadas durante meses y, sobre todo,
dudas e incertidumbres, llegaron a su fin. Aunque no
pudimos curar a nuestra paciente, logramos reducir sus
molestias y, con ello, mejorar su calidad de vida. H
PA R A S A B E R M Á S
Autoantibiotics to ganglionic acetylcholine receptors in auto-
immune autonomic neuropathies. S. Verino et al. en New
England Journal of Medicine, vol. 343, págs. 847-855, 2000.
GAD antobodies as key link between chronic intestinal pseu-
doobstruction, autonomic neuropathy and limb stiffness in a
of the literature. A. Maier et al. en Medicine, vol. 94, e1265, 2015.
84 N.O 85 - 2017
 ESPECIAL
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 ILUSIONES

Elija una carta

Los magos y los científicos de la cognición saben que el libre albedrío
puede ser ilusorio
SUSANA MARTINEZ-CONDE Y STEPHEN L. MACKNIK

INTENTION AND OUTCOME IN A SIMPLE DECISION TASK». P. JOHANSSON ET AL. EN SCIENCE, VOL. 310, OCTUBRE DE 2005
TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTÍCULO: COLIN HAYES; FUENTE: «FAILURE TO DETECT MISMATCHES BETWEEN

Mediante la técnica del arte negro se consigue retirar las fotografías con un reverso negro de encima de la mesa sin
que el participante se percate de ello. La clave está en que la superficie sobre la que sucede el intercambio también
es oscura, con lo que se reduce la capacidad visual del sujeto de distinguir los contrastes.

L O S AU TO R E S

Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknikson profesores

de oftalmología en la Universidad Estatal de Nueva York.

MENTE Y CEREBRO 86 N.O 85 - 2017

C
reemos saber lo que queremos, pero ¿realmente S I T E I N T E R E S A
es así? Lars Hall y Petter Johansson, de la Univer­ E S T E T E M A . . .
sidad de Lund, llevaron a cabo en 2005 una in­ Descubre Ilusiones, nuestro monográfico
vestigación que transformó la manera en que las ciencias de la colección Cuadernos que reúne
de la cognición conciben el libre albedrío. El experimen­ los mejores artículos de Mente y Cerebro
to propuesto era de una simplicidad engañosa. El cien­ sobre las ilusiones visuales y ópticas que
tífico y los participantes se sentaban a una mesa frente a ponen nuestro cerebro a prueba.
frente. El primero mostraba a cada sujeto dos fotografías www.investigacionyciencia.es/
en las que aparecía en cada una el rostro de una mujer revistas/cuadernos/numero/3
joven, ambas igualmente atractivas, según habían valo­
rado previamente otras personas. El probando debía in­
dicar cuál de los dos retratos le parecía más atractivo.
A continuación, el experimentador volvía las fotogra­ parecían actuar primero y pensar después. Sus explica­
fías boca abajo, se las acercaba al voluntario y le pedía ciones inverosímiles apuntan a que solemos recurrir a
que mostrase la imagen que acababa de elegir. Cada comprensiones retrospectivas para determinar nuestras
participante llevó a cabo esa acción, sin percatarse de que propias motivaciones, de igual modo que especulamos
el investigador había intercambiado las fotos. La técnica sobre los motivos de las conductas ajenas al saber de ellas.
que había empleado para ello se conoce entre los ilusio­ Hall y Johansson, en su ya clásico artículo, denominaron
nistas como arte negro. Ya que nuestras neuronas visua­ a esta ilusión «elección ciega».
les están construidas para detectar e intensificar contras­ La elección ciega revela no solo que nuestras opciones
tes, nos resulta muy difícil distinguir negro sobre fondo son más limitadas de lo que creemos, sino que nuestro
negro (un mago vestido completamente de negro, salvo sentido de agencia (consciencia subjetiva de que contro­
su cabeza, que se coloca delante de un fondo de tercio­ lamos las propias acciones) al tomar decisiones puede
pelo del mismo tono nos parecerá una cabeza flotando consistir en una falacia, en la que nosotros mismos somos
en el aire). los primeros en engañarnos. Veamos otros tres ejemplos.
Para el experimento que nos compete (A), los inves­
tigadores utilizaron un tapete negro. El reverso de las Elección impuesta
imágenes que veían los participantes en un inicio también Se trata de un truco clásico. El mago solicita a un espec­
era negro. Pero por debajo de cada una se había ocultado tador que suba al escenario, donde le muestra un abani­
el retrato de la otra joven, cuyo reverso era rojo. Al volver co de naipes y le pide que elija uno. El espectador señala
las fotos cara abajo, las que el experimentador empujaba la carta. «¿Seguro que prefiere esta?», pregunta el mago.
hacia el probando eran las que ahora se encontraban «¿No le gustaría más la de la derecha o la de la izquierda?
arriba (las de dorso rojo). El investigador reservaba para En fin, usted decide.» La opción del espectador, que en
sí las de dorso oscuro, que se confundían con la superfi­ apariencia opta con plena libertad, desempeñará un
cie de la mesa hasta que, con disimulo, las arrastraba y papel crítico al final de la actuación del ilusionista.
dejaba caer en el regazo. ¿Sabía el mago de antemano qué carta iba elegir el
La primera sorpresa de los científicos fue que el true­ participante? ¿Estaba la elección predeterminada de al­
que de las imágenes pasó desapercibido en numerosas guna forma? Los ilusionistas saben, desde hace siglos,
ocasiones: los sujetos solo descubrieron en un 26 por cómo inducir subrepticiamente al espectador a elegir lo
ciento de los casos que la foto que recibían no era la que que el mago desea; una técnica llamada de imposición.
habían elegido. El segundo hallazgo les llamó toda­ Científicos de la Universidad de Buenos Aires y
vía más la atención: cuando pidieron a los del Instituto de Neurociencias de Alicante
participantes que justificaran su elección han comprobado que los participantes
(recuerde: la fotografía que habían de un ensayo que se les había presen­
elegido era otra), no vacilaron: «Es tado como un espectáculo de magia
una chica preciosa. En una disco­ se sentían igual de libres en las
teca la sacaría a bailar. ¡Me en­ elecciones que les eran impuestas
cantan sus pendientes!», indica­ que en otras en las que tomaban
ba uno. Sin embargo, el retrato la iniciativa.
de la mujer que inicialmente En el experimento se usaron
había elegido no llevaba abalorios dos métodos, la imposición clá­
en las orejas. sica y la visual. (Aviso: si no desea
Una y otra vez, los participantes conocer el truco, no siga leyendo).
inventaban justificaciones para lo En la imposición clásica, el mago
que no habían elegido en un principio. alarga los tiempos para forzar la elec­
En lugar de sopesar sus preferencias, B
ción de una carta determinada (B). Saca

MENTE Y CEREBRO 87 N.O 85 - 2017

 ILUSIONES

una baraja, y va mostrando las cartas una a
una, de manera que el naipe «forzado» se
encuentre más cerca de los dedos del
participante en el momento en el que
vaya a tomarla. La imposición visual
se funda en otros principios. Sobre
el escenario, el mago muestra rá­
pidamente las cartas de una bara­
ja ante los ojos del espectador y le
pide que elija la que le dejó una
imagen mental más clara. En rea­
lidad, solo habrá visualizado de ma­
nera nítida dos cartas, ya sea por su
posición en el conjunto de la baraja (las
dos últimas del mazo) o porque se mostra­
ron durante más tiempo que las demás (el mago
puede lograrlo doblando la carta un poco).
Reto en la degustación
En 2010, Hall y Johansson organizaron una cata en un y Johansson recurrieron una vez más al juego de manos
supermercado. Presentaron a los compradores dos
muestras de mermelada o de té y les pidie­
ron que indicasen cuál preferían (C). Des­
pués, de manera disimulada, dieron la
vuelta a los recipientes y solicitaron
una segunda cata del sabor favori­
to que habían elegido en un inicio
(como los recipientes disponían
de dos compartimientos con dos
aberturas, una en la tapa y otra
en la base, esta vez el producto
era otro). Cuando se les pidió que
explicasen «su decisión», los pro­
bandos solo denunciaron que se
había cambiado el contenido una de
cada tres veces. Incluso cuando los sabores de
las mermeladas diferían de manera nota­
ble (como manzana con canela y po­
melo amargo) solo se percataron del
intercambio la mitad de las veces.
Baile de voto
En un experimento posterior, pu­
blicado en 2013, los mismos in­
vestigadores se dispusieron a tras­
tocar la decisión política de los
votantes en unas elecciones genera­
les en Suecia mediante las técnicas de
elección ciega (D). Para ello solicitaron
C a los participantes que manifestaran su in­
tención de voto para las próximas elecciones y
cumplimentaran un formulario en el que exponían su
parecer sobre temas muy debatidos entre las coaliciones
de izquierda y derecha de ese país. A continuación, Hall
para trucar las respuestas de los votantes: les presen­
taron formularios con opiniones contrarias
a las que habían elegido en un principio.
Al invitarles a que explicaran esas res­
puestas manipuladas, el 92 por cien­
to las aceptó como propias y las
justificó. Incluso cerca de la mitad
de los encuestados se mostró dis­
puesto a modificar su voto ba­
sándose en los resultados mani­
pu­lados. Esto es, un porcentaje
bastante mayor del 10 por ciento
de los electores que pensaban cam­
biar su voto, según auguraban las
encuestas políticas previas. H
D

PA R A S A B E R M Á S

Failure to detect mismatches between intention and outcome in a simple decision task. Petter Johansson et al. en Science, vol. 310,
págs. 116-119, 7 de octubre de 2005.
Magic at the marketplace: Choice blindness for the taste of jam and the smell of tea. Lars Hall et al. en Cognition, vol. 117, n.o 1,
págs. 54-61, octubre de 2010.
Choosing in freedom or forced to choose? Introspective blindness to psychological forcing in stage-magic. Diego E. Shalom et al.
en PLOS ONE, vol. 8, n.o 3, art. e58254, 13 de marzo de 2013.
How the polls can be both spot on and dead wrong: Using choice blindness to shift political attitudes and voter intentions.
Lars Hall et al. en PLOS ONE, vol. 8, n.o 4, art. e60554, 10 de abril de 2013.

EN NUESTRO ARCHIVO

Procesamiento visual de la información. Frank Werblin y Botond Roska en IyC, junio de 2007.
Magia y cerebro. Susana Martinez-Conde y Stephen L. Macknik en IyC, marzo de 2009.
Neuromagia: entre la ilusión y el cerebro. Susana Martinez-Conde, Stephen L. Macknik y Sandra Blaskelee en MyC n.o 64, 2014.
Cuestión de atención. Stephen L. Macknik y Susana Martinez-Conde en MyC n.o 74, 2015.

MENTE Y CEREBRO 88 N.O 85 - 2017

 RETROSPECTIVA
Del exorcismo
a la psicoterapia
Los trastornos mentales han existido a lo largo de la historia de la
­humanidad. Diferentes investigadores y corrientes psicológicas
han contribuido a su detección y tratamiento
S V E N B A R N O W, A N N E M A R I E M I A N O Y K A T R I N S C H U L Z E
L En síntesis:
as estadísticas resultan alarmantes: hoy en día, las
enfermedades mentales son el tercer motivo más
frecuente de incapacidad laboral, y la probabilidad
de desarrollar una psicopatología al menos una vez en la
vida ronda el 43 por ciento. Pero los trastornos mentales
no son un fenómeno de los tiempos modernos. Segura-
mente, siempre han existido. Un repaso a la historia de
la evolución de la psicología clínica muestra que, desde
antes de Cristo, se buscaba remedio para las personas
que manifestaban un comportamiento o unas emociones
«diferentes» y que podían suponer un peligro para ellas
mismas o para su entorno.
En la antigüedad, se partía de la base de que los malos
espíritus, los demonios o los conflictos entre Dios y el
demonio originaban comportamientos anómalos. Por
entonces, el tratamiento se limitaba, sobre todo, al exor-
cismo, a expulsar los espíritus o el diablo del cuerpo de
quien padecía esos síntomas. Pero Hipócrates (460-
370 a.C.) arrojó un rayo de esperanza para estas personas.
Fue uno de los primeros eruditos en desligar los trastor-
nos mentales de conflictos sobrenaturales. Este médico
griego atribuyó un origen somático para esas maneras
«extrañas» de comportarse: hablaba de un desequilibrio
en los humores corporales. En la actualidad, sin embar-
go, muchas de sus suposiciones resultan extravagantes;
entre ellas, la idea de que el útero que tiene vida propia
y vagabundea por el cuerpo de la mujer en busca de hi­-
jos desemboca en histeria. Con todo, su punto de vista
fue revolucionario para la época. No obstante, pronto
cayó en el olvido. En la Edad Media, los demonios vol-
vieron a protagonizar las explicaciones para la conducta
inusual.
MENTE Y CEREBRO 89
Una larga historia
1
La psicología clínica, disciplina que se ocupa
del origen y tratamiento de los trastornos
mentales, cuenta con una dilatada tradición.
Ya Hipócrates destacó el origen somático del tem-
peramento.
2
En el transcurso de los siglos se ha pasado de
querer proteger a la población de los «locos»
a buscar un tratamiento efectivo para curar a
las personas con trastornos psíquicos.
3
Gran parte de los tratamientos psicoterapéuti-
cos actuales beben todavía de las dos grandes
corrientes históricas de la psicología, el psi-
coanálisis y el conductismo.
En el siglo xv se establecieron los primeros manicomios
en Europa. Más que para curar, su finalidad consistía en
proteger a la población de los «locos». En aquellos tiem-
pos, los médicos interpretaban que los enfermos menta-
les se decantaban intencionadamente por la locura en
lugar de tender a la razón. Por ese motivo, se intentaba
«persuadir» a los pacientes a través de métodos brutales,
entre otros, infligiéndoles quemaduras o atándoles. Ha-
cia 1800, el médico francés Philippe Pinel (1745-1826)
puso en marcha una reforma humanitaria del tratamiento
N.O 85 - 2017
 AKG IMAGES / DE AGOSTINI PICTURE LIBRARY
En este lienzo del siglo xix realizado por Tony Robert-Fleury (1838-1911), el médico francés Philippe Pinel libera
de sus cadenas a una enferma mental con motivo de su «reforma del manicomio».

de los enfermos psíquicos. Sostenía que había que ayu-
darles y tratarles con cordialidad. La popularidad de sus
éxitos favoreció un cambio de pensamiento en su país y
en otros lugares del mundo.
Cuando en el año 1879, Wilhelm Wundt (1832-1920)
fundó el primer instituto psicológico en la Universidad
de Leipzig, la psicología alcanzó el estatus de ciencia
independiente. Poco después, el psicólogo Lightner Witmer
(1867-1956), discípulo de Wundt, empleó por primera
vez el término psicología clínica.
A comienzos del siglo xx, se desarrollaron dos mode-
los explicativos, en gran parte independientes el uno del
otro, para la vivencia y el comportamiento humanos: el
psicoanálisis y el conductismo. Uno de los precursores
del psicoanálisis fue el médico vienés Josef Breuer (1842-
1925), cuya paciente Bertha Pappenheim (más conocida
por el pseudónimo Anna O.) padecía episodios de pará-
lisis sin un origen corporal aparente. Breuer la trató entre
los años 1880 y 1882. Observó que la joven de 21 años,
al igual que otros de sus pacientes, mostraba menos
síntomas o incluso ninguno tras una sesión de hipnosis.
En su investigación sobre la hipnosis colaboró su colega
vienés Sigmund Freud (1856-1939), quien pocos años
más tarde fundó el psicoanálisis. Ambos médicos supu-

L O S AU TO R E S

Sven Barnowes profesor de psicología clínica y psicoterapia en la Universidad

de Heidelberg y dirige la consulta de psicoterapia del mismo centro. Annema-
rie Miano (centro) y Katrin Schulze colaboran en la misma cátedra.

MENTE Y CEREBRO 90 N.O 85 - 2017

 RETROSPECTIVA

sieron que los conflictos interiores, a menudo de natu- A partir de las modificaciones de los principios psi-
raleza sexual, desencadenaban síntomas corporales y coanalíticos se desarrolló la psicoterapia fundamentada
mentales. en la psicología profunda. Esta se basa, asimismo, en el
Centrarse en esos conflictos mediante conversaciones supuesto de que nuestros pensamientos, nuestras emo-
y hacerlos conscientes ayudaba a eliminar las molestias ciones y actuaciones dependen de influencias psíquicas
o al menos a mitigarlas, sostenían. Freud enfatizó, además, inconscientes que se tornan conscientes durante la con-
lo mucho que los procesos inconscientes conforman la versación con el terapeuta y que deben resolverse. Pero
personalidad, y formuló numerosas preguntas importan- el tratamiento es más corto que en el psicoanálisis clási-
tes que aún hoy los psicólogos tratan de responder: ¿cómo co. Otra diferencia estriba en que el terapeuta y el pacien-
repercuten en la psique los traumas de la infancia tem- te se sientan uno frente a otro, de igual a igual.
prana? ¿Con qué estrategias de defensa inconscientes Mientras Freud y sus contemporáneos investigaban el
evitan las personas los conflictos internos? inconsciente, en Rusia y Estados Unidos apareció una
línea de investigación centrada en estudiar la conducta
El descubrimiento del inconsciente observable: el conductismo. Esta corriente de la psicolo-
El psicoanálisis clásico ha experimentado a lo largo de gía se convirtió en el predecesor más relevante de la
su historia modificaciones, desarrollos y desdoblamien- psi­cología clínica actual, sobre todo de la terapia de la
tos. Dos contemporáneos de Freud, Carl Gustav Jung conducta. Su fundador, John B. Watson (1878-1958),
(1875-1961) y Alfred Adler (1870-1937), elaboraron las consideraba que únicamente lo observable debía ser ob-
teorías psicodinámicas, las cuales conferían menos im- jeto de estudio en psicología. Veía su disciplina como una
portancia a los aspectos sexuales. Jung partía del supues- ciencia natural del comportamiento, y aplicó a los huma-
to de que las personas heredamos un inconsciente colec- nos los conocimientos del condicionamiento clásico que
tivo a través de los llamados arquetipos, las formas el psicólogo ruso Ivan P. Pavlov (1849-1936) obtuvo con
primitivas de los patrones humanos de representación y animales. En un famoso y, desde el punto de vista actual,
conducta (psicología analítica). Adler, en cambio, no creía éticamente inaceptable experimento, el psicólogo enseñó
en los impulsos internos. En su opi­nión, los factores a Albert, de 11 meses de edad, a tener miedo de una rata.
culturales y sociales influyen en la vivencia y el compor- Cada vez que el pequeño veía al roedor, el investigador
tamiento de la persona (psicología individual). producía un ruido fuerte para asustar al bebé. Con el

500-1500
En la Edad Media, las
GETTY IMAGES / PETER BARRITT
Hacia 1800
Philippe Pinel, director
médico del Hospital La
Bicêtre en París, pone en

personas creían que el marcha una reforma del

origen de las enferme- manicomio. Reivindica un
dades mentales se en- tratamiento moral de las
contraba en los malos personas con trastornos
espíritus y demonios. psíquicos.

Alrededor A partir
JOHN STRYPE / THE PROSPECT OF BRIDEWELL, FUENTE: JOHN

de 400 a.C. de 1500

STRYPE’S, AN ACCURATE EDITION OF STOW’S SURVEY OF

El médico griego Hi- Aparecen en

pócrates es uno de los Europa los prime-
primeros en atribuir ros manicomios
LONDON, 1720 / DOMINIO PÚBLICO

los trastornos psíqui- para proteger a la

cos a causas orgánicas, población de los
y no a fenómenos so- «locos».
brenaturales.

MENTE Y CEREBRO 91 N.O 85 - 2017

 tiempo, el niño también desarrolló miedo a los conejos,
a los perros y a otros animales. Esta denominada genera-
lización del estímulo desempeña un importante papel en
la aparición de las fobias.
Unos años más tarde, el psicólogo Burrhus F. Skinner
(1904-1990) introdujo el término condicionamiento
operante. A diferencia del clásico, este método provoca
la conducta espontánea mediante una recompensa o un
castigo. Skinner observó que las ratas presionaban con
mayor frecuencia una palanca si, a cambio, obtenían
comida. Cuando, por el contrario, recibían una descarga
eléctrica al accionar el interruptor, los animales aprendían
en poco tiempo que no debían tocarlo. Skinner vio el
condicionamiento operante como una oportunidad para
educar a las personas. Su visión de un nuevo orden social
futuro la plasmó en la novela utópica Walden dos. Pese
a que ni Watson ni Skinner intentaron aplicar sus cono-
cimientos para el tratamiento de las enfermedades men-
tales, establecieron con el condicionamiento un impor-
tante fundamento para la terapia conductual.
En 1958, el psiquiatra sudafricano Joseph Wolpe (1915-
1997) desarrolló el primer procedimiento de terapia
conductual. Su técnica de desensibilización sistemática
podía ayudar a los pacientes a superar las fobias. Este
método les permitía desprenderse de su miedo al con-
frontarles paso a paso y de manera imaginaria con los
fenómenos que les provocaban pavor, por ejemplo, las
arañas. En la actualidad, los terapeutas conductuales
también emplean esta estrategia, aunque en ciertas fobias
se ha mostrado más efectivo enfrentar al afectado direc-
tamente con el objeto amenazante.
En los años setenta del siglo xx surgió una insatisfac-
ción creciente en torno a la postura de considerar exclu-
sivamente la conducta observable, pues los procesos
cognitivos también desempeñan un papel de peso en el
mantenimiento de los trastornos psíquicos. Albert Ellis
(1913-2007) y Aaron T. Beck iniciaron la llamada trans-
formación cognitiva de la terapia de la conducta, que en
la actualidad también se denomina de segunda generación.
Querían tomar en consideración procesos difícilmente
comprobables, como el pensamiento y las emociones, para
la investigación y la terapia. Beck partió de que determi-
nados errores de pensamiento favorecían y mantenían
un estado de depresión. De hecho, la terapia cognitivo-
conductual (TCC) de hoy induce todavía a los pacientes
a que aprendan a reconocer estos pensamientos automá-
ticos y a que evalúen su veracidad.
Numerosos estudios han confirmado la eficacia de
este procedimiento en la ansiedad y la depresión, así
como en trastornos de la conducta alimentaria y somato-
morfos. Entre otros hallazgos, se ha demostrado que la
TCC tiene en las personas con depresión efectos benefi-
ciosos similares a los de la farmacoterapia, aunque en
esta última se registran más recaídas. La investigación

1811
BIBLIOTECA NACIONAL DE MEDICINA / DOMINIO PÚBLICO

Numerosos psiquia-
tras sostienen que 1920
con violencia y miedo John B. Watson declara que solo la conducta
puede devolverse la observable puede ser objeto de estudio en psi-
razón a los enfermos cología. Se le considera fundador del conduc-
mentales. Entre otros tismo, cuyos principios aún hoy caracterizan la
métodos, amarraban terapia conductual moderna. En su experimen-
al paciente a una to del pequeño Albert, éticamente inaceptable,
«­silla tranquilizante». enseñó a un bebé de 11 meses a tener miedo.
JOHN B. WATSON / ARCHIVO DE PSICOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE
AKRON / EXPERIMENTO DEL PEQUEÑO ALBERT / DOMINIO PÚBLICO

1858
John C. Bucknill y
­Daniel H. Tuke publican
uno de los primeros
manuales diagnósticos
para los tratamientos de
la «locura», según el
cual los trastornos
­psíquicos pueden ser
reconocidos por el
­aspecto físico.
1896
El neurólogo vienés Sig-
mund Freud emplea por
primera vez el término
psicoanálisis en su ensayo
La etiología de la histeria.
El mismo año, el psicólo-
go estadounidense Ligth-
ner Witmer abre en Fila-
delfia la primera clínica de
psicología.

MENTE Y CEREBRO 92 N.O 85 - 2017

 RETROSPECTIVA

clínica de hoy también examina la eficacia de los proce- ¿Cómo se desarrollará la psicología clínica en un fu-
sos terapéuticos psicodinámicos. En 2009, un metanáli- turo? ¿Qué características presentará una cuarta genera-
sis comprobó que el tratamiento psicoanalítico mejoraba ción de la terapia conductual? De momento, nadie puede
el estado de los pacientes. responder a estas preguntas. Pero una de las próximas
metas que debería marcarse la investigación clínica es
Vencer la histórica separación reducir el riesgo de recaída, pues alrededor de la mitad
Actualmente, nos encontramos en la tercera generación de los afectados de depresión enferman dos años después
de la TCC. Conceptos como atención, aceptación, medi- de un tratamiento exitoso.
tación y procesamiento emocional han ganado impor- Por otra parte, en el futuro, los investigadores deberán
tancia, puesto que la TCC clásica no obtiene resultados tener más en cuenta las diferencias individuales de los
satisfactorios en ciertos trastornos psicológicos comple- pacientes. En adelante también se deberán encontrar
jos sostenidos a lo largo del tiempo, como el trastorno remedios y estrategias para prevenir la enfermedad
límite de la personalidad. Entre estos tratamientos se mental. Para averiguar qué métodos terapéuticos funcio-
encuentran la terapia dialéctica conductual (con frecuen- nan, los científicos tendrán que apostar aún más por las
cia se utiliza con los pacientes con trastorno límite de la técnicas de neuroimagen y los análisis genéticos.  H
personalidad), las técnicas de regulación emocional, la
meditación y los procesos basados en la atención.
Esta tercera generación destaca también porque muchos
expertos abogan por superar la rígida separación entre
las grandes escuelas, es decir, la terapia psicodinámica y
PA R A S A B E R M Á S
la cognitivo-conductual. Los nuevos conceptos de tra-
tamiento, como la terapia de esquemas [véase «Terapia Meditation programs for psychological stress and well-being:
de esquemas: la transformación interior», por Eckhard A systematic review and meta-analysis. M. Goyal et al.
Roediger; Mente y Cerebro n. 64, 2014] contienen
o en JAMA Internal Medicine, vol. 174, págs. 357-368, 2014.
métodos cognitivos y psicodinámicos. Asimismo, nume- Twelve months prevalence of mental disorders in the German
rosos psicólogos completan su repertorio de técnicas con health interview and examination survey for adults-Mental
elementos terapéuticos de diferentes escuelas, ajustán- health module (DEGS1-MH): A methodological addendum
and correction. F. Jacobi et al. en International Journal of
dose, de este modo, a las necesidades del paciente. Methods in Psychiatric Research, vol. 24, págs. 305-313, 2015.
Sin embargo, todavía se desconoce en qué medida esta
tercera generación conduce a una mejor comprensión de EN NUESTRO ARCHIVO
los trastornos mentales. Algunos científicos se muestran
Los orígenes del psicoanálisis. Bernd Nitzschke
escépticos. Su principal argumento estriba en que los
en MyC n.o 29, 2008.
nuevos enfoques no son, por lo general, más eficaces que
la TCC. Ciertos metanálisis actuales apoyan esta tesis: en El hipnotismo y los inicios de la psicoterapia en España.
Ángel González de Pablo en MyC n.o 62, 2013.
muchas psicopatologías, las terapias basadas en la atención
y la aceptación se han mostrado efectivas, pero no más Un siglo de conductismo. Stephen F.. Ledoux en MyC
que los métodos de la TCC. No obstante, el amplio espec- n.o 58, 2013.
tro de técnicas terapéuticas posee un lado bueno: el pa- Terapia de esquemas: la transformación interior.
ciente puede escoger la técnica que mejor se ajusta a su Eckhard Roediger en MyC n.o 64, 2014.
personalidad y sus necesidades, condición previa esencial Tras el éxito de la terapia cognitivo-conductual. Emily Anthes
para que una terapia resulte exitosa. en MyC n.o 74, 2015.

1960-1980 A partir 2013

Surge la segunda genera-
ción de la terapia conduc-
tual. El psiquiatra Aaron T.
Beck enfatiza el papel de la
cognición en los trastornos
mentales. Se le considera,
junto con Albert Ellis, fun-
dador de la terapia cogniti-
vo-conductual.
de 1990 La quinta edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de
Comienza la tercera
las Enfermedades Mentales
­generación de la terapia
(DSM-5) sigue basando los
conductal. Los psicotera-
diagnósticos sobre todo a
peutas toman cada vez
­partir de categorías (diagnós­
más en consideración la
tico sí/no), pero por primera
aceptación, la atención,
vez permite una valoración
la meditación y las emo-
­dimensional del tipo de grave-
ciones en el tratamiento.
dad (leve, moderado, grave).

MENTE Y CEREBRO 93 N.O 85 - 2017

 LIBROS
REDUCTIONISM IN ART
AND BRAIN SCIENCE
BRIDGING THE TWO
CULTURES
Por Eric R. Kandel
Columbia University Press, Nueva York,
2016
Las dos culturas
Neurobiología de la ciencia y del arte
E
n 1959, Charles Percy Snow (1905-1980), físico re-
convertido en novelista, publicó Las dos culturas,
una obra sobre la brecha que separaba la ciencia,
centrada en el estudio de la naturaleza física del mundo, y
las humanidades, que, como la literatura y el arte, abordan
la naturaleza de la experiencia humana. Una división que
solo se explicaba por el mutuo desconocimiento de los
respectivos métodos y fines. Para progresar en el cono­
cimiento y en beneficio de la sociedad, los científicos y los
humanistas deberían encontrar puentes con los que salvar
el abismo entre las dos culturas. A su imagen fueron avan-
zándose propuestas, como el ensayo de Edward Osborne
Wilson en 1977 («Biology and the social sciences») o el
libro de Leonard Shlain en 1993 (Art and Physics: Parallel
visions in space, time, and light); el de John Brockman de
1995 (The third culture: Beyond the scientific revolution), el
escrito por Vilayanur S. Ramachandran en 2011 (The tell-
tale brain: A neuroscientist’ quest for what makes us human)
y ahora este de Eric R. Kandel, quien en el año 2000 recibió
el premio Nobel de medicina por sus trabajos sobre las
bases biológicas del aprendizaje y la memoria.
Kandel levanta un puente entre la neurociencia y el
arte moderno. En la ciencia del cerebro y el arte abstrac-
to descubre metodologías similares y objetivos compar-
tidos. Si los intereses humanistas del artista son palmarios,
a los graves problemas de la existencia humana atiende
también la ciencia del cerebro. La memoria aporta el
fundamento de nuestra comprensión del mundo y de
nuestro sentido de la identidad personal. Somos lo que
somos, en buena medida, en razón de lo que hemos
aprendido y recordamos. La comprensión de la base
molecular y celular de la memoria constituye una etapa
en el camino del conocimiento del yo. Recordando lo
que hemos aprendido y apoyándonos en tales recuerdos,
interaccionamos con el mundo. Esos mismos mecanismos
resultan clave para responder a la obra de arte.
La convergencia entre creatividad imaginativa, propia
del arte, y neurociencia se da de una manera singular en
los expresionistas abstractos de la Escuela de Nueva York
de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, un
MENTE Y CEREBRO
grupo que puso a prueba los límites de la experiencia
visual. Hasta el siglo xx, el arte occidental había repre-
sentado el mundo en una perspectiva tridimensional,
plasmándolo en imágenes reconocibles y familiares. Pero
el arte abstracto rompió con la tradición para mostrar-
nos el mundo de un modo insólito. Los pintores de la
Escuela de Nueva York adoptaron un enfoque experi-
mental. Exploraron la naturaleza de la representación
visual y redujeron las imágenes a sus elementos esencia-
les de forma, línea, color o luz. En el arte occidental, la
pintura renacentista se conforma a nuestras reglas cere-
brales sobre la extracción normal de información relati-
va a la profundidad a partir de la luz incidente en la retina.
Utiliza los elementos de perspectiva, escorzo, modelización
y claroscuro para recrear el mundo tridimensional, esto
es, las mismas herramientas que nuestro cerebro adquirió
en el curso de la evolución para inferir una fuente tridi-
mensional de las imágenes planas, bidimensionales de la
retina. En la pintura abstracta, los elementos ya no son
reproducción visual de los objetos, sino claves o referencias
para conceptualizar los objetos.
El tránsito del arte figurativo al arte abstracto fue, en
efecto, un ejemplo de reduccionismo, un camino inicia-
do por Pier Mondrian y los pintores de la Escuela de
Nueva York Willem de Kooning, Jackson Pollock, Mark
Rothko y Morris Louis. La reducción científica busca a
menudo explicar un fenómeno complejo mediante el
examen de uno de sus componentes a un nivel mecani-
cista más elemental. Desentrañar los niveles discretos de
significado para comprender su organización e integración
en una función superior. El reduccionismo científico
puede aplicarse a la percepción de una línea, una escena
compleja o una obra de arte.
El reduccionismo no es el único método utilizado en
biología, ni siquiera en ciencia del cerebro. Mediante la
combinación de enfoques llegamos a conocimientos im-
portantes y a menudo decisivos, como se puso de manifies-
to en los avances registrados en neurociencia cerebral a
través del análisis computacional y teorético. Se dio un paso
crucial en el estudio del cerebro con la síntesis científica que
aconteció en los años setenta, cuando la psicología, la cien-
cia de la mente, se fundió con la neurociencia, la ciencia del
cerebro. El resultado de esa unificación fue una nueva
ciencia biológica de la mente, que permite a los científicos
abordar un amplio espectro de cuestiones sobre nosotros:
¿cómo percibimos, aprendemos y recordamos? ¿Cuál es la
naturaleza de la emoción, la empatía y la consciencia?
Para apreciar lo que la ciencia del cerebro puede acla-
rarnos sobre la respuesta del observador ante una obra
de arte, necesitamos saber de qué forma se genera nuestro
sistema visual en el cerebro y de qué modo las señales
sensoriales que se procesan en percepciones de abajo
arriba son modificadas por influencias de arriba abajo y
por los sistemas vinculados con la memoria y las emocio-
94 N.O 85 - 2017
nes. En la primera dirección, los procesos de abajo arriba
parten de un datum: confiamos en que el mundo es tal
como lo vemos. Nos apoyamos en los ojos para alcanzar
una información precisa y así nuestras acciones se fundan
en la realidad. Si bien nuestros ojos aportan información
que necesitamos para intervenir, no presentan a nuestro
cerebro un producto acabado. El cerebro extrae informa-
ción sobre la organización tridimensional de la realidad
exterior a partir de la imagen bidimensional de la retina.
Lo que resulta maravilloso de nuestro cerebro es que
podamos percibir un objeto basándonos en una informa-
SEX, LIES, AND BRAIN
SCANS
HOW FMRI REVEALS WHAT
REALLY GOES ON IN OUR
MINDS
Por Barbara J. Sahakian y Julia
Gottwald
Oxford University Press, Oxford, 2017
Técnicas de neuroimagen
Resonancia magnética funcional
A
ntes del advenimiento de las técnicas de neu-
roimagen, los científicos tenían que apoyarse en
medios mucho más precarios para acercarse al
conocimiento del sistema nervioso. A menudo, la única
forma de explorar la anatomía era sobre el cerebro iner-
te. Con las nuevas técnicas podemos observar el cerebro
humano vivo. Gracias a ellas, sabemos, por ejemplo, que
el desarrollo de nuestro cerebro no se detiene en la in-
fancia, sino que algunas áreas cerebrales prolongan su
crecimiento incluso en la juventud. Jay Giedd y Nitin
Gogtay, de los Institutos Nacionales de la Salud, se han
valido de la técnica de resonancia magnética estructural
para registrar los cambios operados en el volumen de ma-
teria gris, el tejido que compone la mayor parte de nues-
tra corteza, desde la infancia hasta la madurez.
Desde su comienzo en 1992, la técnica de formación
de imágenes por resonancia magnética nuclear (RM) ha
revolucionado nuestra capacidad de observar el cerebro
humano en acción y comprender los procesos que sub-
yacen bajo funciones mentales, como la toma de decisio-
nes. Se emplea en contextos clínicos, como derrames
cerebrales, detección de tumores, examen de órganos
internos y articulaciones. Centra el foco en el hidrógeno,
uno de los principales elementos componentes del orga-
nismo, pues forma parte del agua, de los ácidos grasos y
las proteínas. En su núcleo hay solo un protón.
MENTE Y CEREBRO
ción incompleta; y podamos percibirlo siendo el mismo
en condiciones llamativamente diferentes.
¿Cómo lo consigue el cerebro? Un principio guía en su
organización es que todo proceso mental (perceptivo,
emotivo o motor) descansa sobre grupos específicos de
circuitos neurales especializados y ubicados en determina-
das regiones del cerebro, en una distribución ordenada-
mente jerárquica. Las estructuras del cerebro son en teoría
separables en cada nivel de organización; sin embargo, no
podemos disgregarlas ni anatómica ni funcionalmente.
—Luis Alonso
Cuando se aplica una combinación de un intenso
campo magnético y ondas de radio a los protones de
hidrógeno, se les obliga a abandonar su posición natural.
Una vez las radioondas se han inactivado, los protones
vuelven a su posición anterior. Al hacerlo, emiten una
señal, otra radioonda. Esa señal puede ser detectada por
un escáner de RM. Ahora bien, los protones de hidróge-
no se comportan de forma ligeramente distinta en dife-
rentes tejidos; el tiempo que tardan en volver a su posición
anterior depende del tejido circundante. Podemos así
diferenciar entre señales procedentes de tejidos distintos;
podemos, por ejemplo, observar claras diferencias entre
tejido graso y huesos en un escáner de RM y detectar
anomalías anatómicas.
De lo que se trata, en lugar primordial, es de conseguir
métodos que nos faciliten una terapia neurológica y
psiquiátrica eficaz. En esa línea se inscribe la estimulación
del cerebro profundo, técnica que implanta en el cerebro
un electrodo, que actúa a modo de marcapasos. Si cono-
cemos qué áreas del cerebro funcionan mal en un tras-
torno específico, podremos localizarlas mediante neu-
roimagen, acotarlas y alterar su actividad. La estimulación
del cerebro profundo se está empleando ya en la enfer-
medad de Parkinson, depresión clínica y trastorno obse-
sivo-compulsivo. Con estos pacientes habían fallado la
medicación y la terapia conductual. Tras la intervención
quirúrgica, podemos observar drásticas diferencias: pa-
cientes con párkinson que recuperan el control de sus
movimientos; sujetos depresivos con un mejor talante;
personas con trastorno obsesivo-compulsivo que contro-
lan sus pensamientos y acciones. Tales avances no serían
posibles sin un conocimiento minucioso de los circuitos
cerebrales subyacentes.
Por su parte, la introducción de la resonancia magné-
tica funcional (RMf) en tiempo real transformó el cam-
po. En esa técnica no invasiva, los datos se analizan en
línea mientras el paciente se encuentra todavía en el es-
cáner. Se le ofrece información inmediata sobre su propia
actividad cerebral real, en un proceso que se denomina
neurorretroalimentación. Los escáneres de RMf contienen
95 N.O 85 - 2017
 LIBROS
un imán muy poderoso. Su intensidad magnética se mide
en teslas. Esta técnica de neuroimagen ha arrojado luz en
áreas importantes para el habla, el movimiento, la me-
moria y otros procesos.
La neurociencia es un campo en rápida evolución. En
los últimos años, los datos obtenidos por RMf se han
empleado para decodificar el contenido de los pensamien-
tos (palabras observadas por un participante en los ensayos)
y estados mentales (intención del sujeto de realizar una
acción), incluso durante el sueño. Estos métodos no per-
miten todavía decodificar el lenguaje del pensamiento, que
es lo que denota para muchos la lectura de la mente. Pero
dado el creciente uso de métodos avanzados de aprendi-
zaje de la máquina (redes neurales profundas para analizar
los datos obtenidos por neuroimagen), eso podría ser solo
cuestión de tiempo. La cartografía detallada del cerebro
nos permite observar procesos refinados. Con los avances
en medios técnicos y analíticos, la RMf pudiera estar lista
para aplicaciones que hoy consideramos futuristas.
A medida que los neurocientíficos vayan descifrando
las redes cerebrales del autocontrol y de la moral, podrían
ir descubriendo anomalías en las personas agresivas y
criminales. ¿Podrían predecirse los crímenes antes de que
los cometieran? La RMf se ha empleado también para
detectar tendencias racistas en personas que se conside-
raban a sí mismas tolerantes. Se debate la fiabilidad de
esta técnica aplicada al descubrimiento de un asesino y
como herramienta para el marketing. Resulta obvio, pues,
que la técnica plantee numerosas cuestiones éticas.
Característico de ella es registrar los cambios operados
en el flujo sanguíneo. El cerebro se halla en actividad
constante, incluso durante el sueño. Esa actividad cambia
Novedades Otros títulos sobre psicología y neurociencias
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
¿Conciencia artificial?
Natalia López Moratalla
Digital Reasons, 2017
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152 págs. (13 euros)
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Colección: Biblioteca de Psicología
Desclée De Brouwer, 2017
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416 págs. (32,30 euros)
MENTE Y CEREBRO
en razón con lo que uno esté haciendo. Si inicia una nue-
va tarea, las áreas cerebrales implicadas en ese proceso
modificarán su actividad. Si un área cerebral muestra una
actividad más intensa, necesita más energía y, en conse-
cuencia, acudirá a ella más cantidad de sangre oxigenada.
Existen diferencias entre sangre oxigenada y sangre sin
oxigenar; una de ellas es su propiedad magnética. Esen-
cialmente, la máquina de RMf capta esas diferencias para
ofrecernos una medida indirecta de actividad neural.
Ahora bien, los datos generados son complejos y re-
quieren análisis rigurosos por parte de investigadores
expertos en software muy avanzado. El cerebro contiene
unos 86.000 millones de neuronas, organizadas en áreas
y circuitos. No podemos medir la actividad de neuronas
individuales con RMf, pero podemos distribuir el cerebro
en pequeños cubos o vóxeles. El tamaño de un vóxel de-
pende de la técnica que empleemos en el experimento; lo
habitual es que mida unos milímetros en cada una de sus
tres dimensiones. En un vóxel puede haber un millón de
neuronas, de acuerdo con el tamaño y la región del cerebro
involucrados. Las señales que detectamos emanan de un
amplio conjunto de neuronas y de su actividad en un
momento determinado. Puesto que el cerebro humano
contiene tantas neuronas y, por consiguiente, numerosos
vóxeles, detectamos las señales de un número importante
de vóxeles. Las señales, computadas, se someten a análisis
estadístico. Unas ligeras diferencias en los test estadísticos
pueden llevarnos a resultados muy dispares. Se impone,
pues, un análisis riguroso y apropiado. Otra limitación
importante de la RMf estriba en que en rarísimas ocasio-
nes podemos establecer relaciones de causa-efecto.
—Luis Alonso
RELATOS DE APEGO
Encuentros con John Bowlby
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Kano Libros, 2017
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EL CEREBRO BILINGÜE
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96 N.O 85 - 2017

Mente y Cerebro n.o 86, septiembre de 2017
ISTOCK / FILADENDRON
Cognición
En el cerebro
de un matemático
A la hora de calcular, los exper-
tos en matemáticas utilizan otras
regiones cerebrales que las per-
sonas no versadas en esta disci-
plina. El volumen de la sustancia
gris puede revelar en los niños si
más tarde dominarán el mundo
de los números. Por Janosch Deeg
Psicoterapia
Psiquiatras de bolsillo
Las aplicaciones para teléfonos móviles inteligentes dedicadas
a la salud mental van en aumento. No obstante, faltan datos
fiables sobre la utilidad de la mayoría de estos programas.
¿Qué consiguen realmente? Por Emily Anthes
Mente y Cerebro
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Psicología
La capacidad de fluir
Quien más, quien menos conoce la agrada-
ble sensación de hallarse inmerso en una
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Pero este estado no siempre se alcanza.
­Existen métodos que facilitan que esos
­momentos sucedan con mayor frecuencia.
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Violencia
Ataque de locura homicida
Para prevenir el ataque homicida o
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