En la etapa de protovínculo se establece una unidad del enseñar y el
aprender. Ajuriaguerra señala que el recién nacido da placer, pero también provoca miedo, angustia, extrañaza y a veces rechazo. Eso se expresa en como se lo toma, alza, mueve y toca. Dice ese autor: “la madre aprende que quiere a su hijo”. Lo mismo sucede con el padre. Van descubriendo en la relación su amor por el bebé. Este jamás es pasivo en ese diálogo piel a piel. Su cuerpo no transmite sólo su necesidad, sino también su gratitud, su afecto inmenso. El bebé organiza el amor potencial del adulto. Si el adulto acepta aprender del bebé, del niño, dejarse guiar por su necesidad, si se mantiene en una expectativa no excesivamente ansiosa ante las señales de esa necesidad, el paso trascendental de la dependencia a la autonomía, de la continuidad a la discontinuidad y desde allí a la progresiva individuación y constitución de la identidad se dará con más placer, menos desgarramiento y vivencia de transgresión, menores inhibiciones en el proceso de aprendizaje.
Según Lapierre la imagen integradora no descansa solo en la mirada o la
imagen en el espejo. Ha comenzado en la interacción piel a piel, cuerpo a cuerpo, del diálogo tónico o comunicación primaria. La alternancia de vivencia de fragmentación y las ausencias de contacto contribuyen a la integración y discriminación. Se despliega la dialectiva del desarrollo, en el que se da avances hacia la autonomía e integración y necesarios retornos a los esquemas de contactos y acción preexistente. Estos resultan reasegurantes cuando emerge la ansiedad ante lo nuevo. Esto se llama avance-obstaculo-retroceso es decir, búsqueda de apoyo en el interlocutor- sosten y nuevo avance en el desarrollo psicomotriz. El bebe gatea, se incorpora, camina, se cae; ante la frustración vuelve hacia la madre, retoma el gateo pero el encuentro protector le permite tolerar la posible hostilidad del medio. Asi se va configurando un modelo o matriz de aprendizaje que incluye avance-crisis-retorno-avance y el carácter vincular de ese proceso, la necesidad de un interlocutor-sostén.
La representación y su articulación con la realidad en el acto de aprender:
En el inicio de la vida la mayoría de los objetos son presentados al niño por su madre esto permite la recreación interna del objeto externo. Esto significa representación, un grado de conocimiento. A la vez abre posibilidades de una articulación con la realidad. Ese interjuego es esencial en la creatividad. El bebe desde su necesidad está abierto al intento, si hay sobreprotección el niño tendrá una desconfianza hacia el mundo, esto se desarrollara como rasgo del aprendizaje. La madre o adulto responsable por angustia antes sus propias fantasías, puede retraerse como objeto a conocer, explorar. La identificación con el bebe, la disponibilidad interna hacia el como sujeto de aprender, permite el desciframiento de la necesidad y la mostración del sector de lo real necesitado, por ej. El pecho.
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