Por aplicación de este principio, las partes deben hacerse en el curso del litigio
las comunicaciones, notificaciones y declaraciones que correspondan con
tiempo suficiente para que su contrario pueda organizar de manera oportuna su
defensa, y el juez debe verificar que los actos notificados hayan llegado a su
destinatario dentro de los plazos previstos en ley, de tal suerte que la parte
notificada tenga la oportunidad de tomar conocimiento de los mismos en tiempo
útil.
Ese fue hasta fecha muy reciente el criterio constante de nuestra Suprema
Corte de Justicia. En efecto, en sus sentencias de fechas 28 de febrero de
2001 y del 16 de marzo de 2005, la Primera Cámara de nuestro más alto
tribunal expresó en términos idénticos lo siguiente: